Porque nos ha nacido un niño…

Lecturas devocionales de Christianity Today en preparación para la Navidad.

Christianity Today November 25, 2022
Stephen Crotts

Introducción a nuestro devocional de Adviento 2022: El Prometido


Leer Isaías 9:6

Durante la temporada de Adviento, preparamos nuestros corazones para celebrar la llegada de este niño: el niño Jesús, acostado en un pesebre, amado por María y José, adorado por pastores y sabios. Pero el Adviento —que significa «llegada»— nos invita a prepararnos para mucho más que la noche santa de su nacimiento.

A lo largo de la historia de la iglesia, el Adviento ha sido una temporada de anticipación expectante. En sus comienzos en los primeros siglos del cristianismo, el Adviento era un periodo de contrición en preparación para el día de Epifanía, que observa la celebración de la aparición de Jesús y la manifestación de su identidad, y que también era un día reservado para el bautismo de los nuevos creyentes. Pronto el Adviento comenzó a centrarse en la anticipación de otra aparición: la segunda venida de Cristo. Para la Edad Media, los temas que hoy solemos asociar con el Adviento ya se habían convertido en parte de la observancia de la iglesia, ya que los cristianos incluyeron la anticipación de la Navidad junto con la contemplación del regreso de Jesús.

Cada uno de estos temas históricos se entrelaza con las lecturas tradicionales de las Escrituras sobre el Adviento, ya que las promesas y profecías de la Biblia hablan ampliamente de la identidad y el propósito de Jesús. Al profundizar en estas verdades, nuestra adoración hacia el niño en el pesebre es enriquecida mientras nos arrodillamos ante Aquel que manifestaría su identidad mediante milagros poderosos. Nos postramos ante Aquel que un día volverá en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos.

Isaías contiene algunas de las profecías más convincentes que apuntan a Jesús. Leemos sobre un hijo prometido que se llamará Emanuel: Dios con nosotros (7:14). Escuchamos acerca de una luz que resplandecerá sobre los pueblos que viven en densas tinieblas (9:2). Y nos encontramos con esta reverberamte promesa:

Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. (9:6-7)

Las profecías de las Escrituras sobre el Prometido a menudo poseen capas de significado y múltiples cumplimientos. Con frecuencia apuntan hacia un cumplimiento en la misma época del profeta, pero también dirigen nuestra mirada hacia el Mesías y su primer advenimiento, así como a la Segunda Venida que esperamos.

En esta serie de devocionales de CT, exploramos lo que las Escrituras nos dicen sobre el Prometido, profundizando nuestra fe en el Salvador que conocemos y amamos. Las reflexiones de cada día profundizan en pasajes clave que nos ayudan a comprender mejor quién es Jesús. Y cada tema semanal se centra en un aspecto central de la identidad de Jesús según las profecías de Isaías.

Dios Fuerte

Las primeras lecturas tradicionales del Adviento pueden parecernos extrañamente contradictorias con nuestras expectativas navideñas usuales. En lugar del muérdago y la luz de las velas, vemos los horrores del fin de los tiempos. En lugar de ángeles que se regocijan, nos encontramos con un profeta que clama llamando al arrepentimiento. Estos pasajes nos sacuden de nuestra mentalidad cómoda para recordarnos que Jesús es el Dios Fuerte. El Salvador cuyo nacimiento nos preparamos a celebrar no es otro sino el Hijo del Hombre que un día volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Es aquel para quien Dios envió un mensajero para preparar el camino: Juan el Bautista, quien gritó en el desierto, dando testimonio del poder y la gloria de Jesús. El niño en el pesebre es el Dios Fuerte cuyo reino no tendrá fin.

El Príncipe de Paz

Muchos de los pasajes del Antiguo Testamento sobre el Adviento nos llevan a reflexionar sobre la paz personal que podemos experimentar con Dios, y a imaginar la paz definitiva que traerá un día el Prometido. La guerra, la violencia y el dolor llegarán a su fin. Las naciones y los grupos de personas que han estado divididos durante mucho tiempo adorarán juntos como un solo cuerpo. Pero las Escrituras nos empujan más allá de nuestra tendencia a una visión sentimental de la paz, y nos desafían a comprobar que la paz que Cristo trae es firme y plena. Esta paz nos es dada no solo a través del amor de Jesús, sino también a través de su poderoso poder, porque su paz está unida directamente a su justicia. Su paz está relacionada con su justo juicio. Y la paz que trae fue comprada por un precio.

La Luz del mundo

Desde el principio hasta el final de las Escrituras, notamos que la luz es empleada como metáfora para ayudarnos a entender la presencia de Dios, la salvación, la vida de fe y a Jesús mismo. Leemos las promesas de una luz que brillaría resplandeciente, y las tinieblas no podrían detenerla. Cuando Jesús vivió entre los hombres, se identificó como esa luz prometida, la misma cuya presencia iluminará un día la ciudad de Dios (Apocalipsis 21:23). Y, sobre todo, Jesús es la luz no solo para ti y para mí, sino para el mundo. Como las Escrituras dejan claro una y otra vez, él es el Prometido para todas las naciones, trayendo consigo el comienzo de su reino global y multiétnico.

Emanuel

En esta última semana de Adviento, nos centramos en los acontecimientos que rodean la Natividad, cuando el Prometido —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— entró en la humanidad como un bebé recién nacido. Aquí estaba Emanuel, Dios con nosotros. Aquí estaba el Verbo hecho carne, habitando entre nosotros (Juan 1:14). Las promesas centenarias sobre él resuenan en la aclamación de los ángeles, en el mensaje de los pastores, en la alabanza profética de un anciano y una anciana, y en la adoración con gozo de los gentiles que han viajado desde lejos para inclinarse ante el Rey de reyes.

Él es el Prometido

En esta temporada de Adviento, mientras nos preparamos para celebrar el nacimiento de Jesús, contemplemos profundamente las promesas de la Escritura sobre quién es y qué vino a hacer. Que mientras adoramos en el pesebre, nos maravillemos de que este mismo niño es el Dios Poderoso, es el Príncipe de Paz y es la Luz del mundo. Es el que vino a morir. Es el que resucitó triunfante, el que ascendió y el que cumplirá su promesa de volver en gloria. Promulgará la justicia e instaurará su reino de paz. Él es Emanuel, Dios con nosotros.

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Theology

Trump no dividirá a la Iglesia esta vez. Y eso no es necesariamente bueno

El cinismo y la crueldad son incluso peores que la división.

Christianity Today November 22, 2022
Drew Angerer / Getty

Después de que Donald Trump anunciara esta semana que se postulará para la presidencia en 2024, muchos de mis compañeros cristianos evangélicos comenzaron a prepararse para una renovada agitación en sus congregaciones y denominaciones. La situación es especialmente preocupante porque muchos de nosotros aún no nos hemos recuperado de la primera era de Trump.

Pero, ¿qué pasa si esta vez no vemos los mismos niveles de contención y división? ¿Y si esa tranquilidad potencial no es realmente una buena noticia?

Al enterarme del anuncio de Trump, un contacto mío me contó sobre los problemas en su propia familia. «Ya hemos tenido conflictos a causa de esto durante siete años», dijo. «¿Cuánto más podemos soportar?» (Ni siquiera estoy seguro de si esta persona es partidaria u opositora de Trump).

Todos ustedes saben cuál es mi posición en este tema. Pero incluso muchos de los que no están de acuerdo conmigo lamentan el hecho de que las familias estén distanciadas, las iglesias se hayan dividido, las denominaciones se hayan desgarrado y las amistades hayan desaparecido, todo por culpa de la política. Y ahora, aquí vamos de nuevo.

Me pregunto, sin embargo, si lo más peligroso no serán los propios argumentos, sino la ausencia de argumentos.

Después de todo, uno de los aspectos más traumáticos de 2016 a 2021 fue el sentimiento de traición que sintieron las personas en casi todos los lados de la división. Una cristiana de raza negra me dijo que el domingo después del día de las elecciones en 2016, salió llorando de un servicio religioso porque sabía que la mayoría de las personas en su iglesia evangélica predominantemente blanca habían votado por Trump.

«¿Cómo pueden decir que están ahí para mí y mi familia y, al mismo tiempo, estar para eso?», ella preguntó.

Gran parte de los acalorados conflictos personales sobre Trump y el trumpismo fueron causados ​​por el vértigo que ocurre cuando personas aparentemente de la misma «tribu» se miran entre sí y dicen: «¡Ya ni siquiera sé quién eres!».

Los partidarios de Trump a menudo recurren a los disidentes de Trump y les preguntan: «¿No quieren jueces conservadores? ¿No quieren a un luchador?». Aquellos de nosotros que no apoyamos a Trump les decimos a los que sí lo hacen: «¿No nos dijiste que el carácter importa? ¿De verdad crees que es apto para el cargo?».

Este tipo de conversaciones aún pueden ocurrir esta vez, pero en círculos más pequeños donde los exdefensores de Trump sienten que ya no pueden apoyarlo o sus exopositores deciden comenzar a respaldarlo.

Pero la mayoría de las personas saben qué esperar, no solo de los demás, sino también de Trump. Esto será cierto en 2024 mucho más de lo que lo fue en 2016 o en 2020.

La primera vez, a menudo podía suponer que las personas realmente no veían lo que yo estaba viendo. Tal vez pensaron que las peores características de Trump estaban relacionadas solo con su vida pública, pero que gobernaría de manera diferente. O tal vez supusieron que las «barandillas resistirían», protegidas por instituciones constitucionales o por los «adultos en la habitación» que lo rodeaban.

Pero ahora sabemos cómo resultaron las cosas. Todos vimos el 6 de enero y todo lo que condujo hacia ese día, y todo lo que resultó a partir del mismo. podemos pensar que esos hechos fueron una amenaza para el orden constitucional, o no.

Esta vez, probablemente habrá menos peleas internas en las iglesias locales a causa de Trump porque nadie realmente espera convencer al otro lado. Muchas iglesias se han reconfigurado en torno a cuestiones políticas (y preguntas relacionadas sobre las precauciones por la COVID-19, Black Lives Matter y #MeToo).

Algunas de las iglesias multiétnicas que vi más divididas sobre estos asuntos ya no son multiétnicas. Algunas de las iglesias multigeneracionales que vi angustiadas por estos problemas ya no son multigeneracionales.

En esas situaciones, la elección presidencial de 2024 podría parecer mucho menos divisiva que las últimas dos elecciones porque aquellos que no están de acuerdo ya se han ido de la iglesia. Las divisiones ya están tuvieron lugar y, para muchas personas, parecen irremediablemente permanentes.

Sin embargo, lo que es más significativo es cómo la era Trump ya nos ha cambiado a todos.

Hace varios meses, estaba hablando con un cristiano evangélico en edad universitaria. Mencioné que muchos pastores están agotados y desanimados en este momento, y que muchos de ellos asumieron erróneamente que el tiempo de agitación eventualmente volvería a la «normalidad». El joven respondió diciéndome que realmente no recuerda la vida nacional antes de que se viera como se ve ahora.

«Ni siquiera sé qué es “normal”», dijo.

Piensa en lo acostumbrados que estamos a los insultos personales y al «troleo», no solo de los malos en internet, sino también de los líderes. El nuevo propietario de Twitter trolea a sus propios anunciantes, accionistas y empleados. Las reuniones denominacionales y las reuniones de la iglesia a menudo funcionan de la misma manera: los líderes hacen declaraciones destinadas a causar rabia.

Estamos acostumbrados.

Además, la ventana de Overton se ha desplazado hasta el punto en que algunos evangélicos han adoptado puntos de vista del nacionalismo blanco tales como la teoría del gran reemplazo. Sus ideas abiertamente segregacionistas ahora resultan en disciplina, no para ellos mismos, sino para aquellos que denuncian las malas ideas.

Hace varios años, durante todo el estremecimiento del mundo, un anciano líder cristiano me dio este consejo: «Asegúrate de [aprender a] lidiar con tu ira». Respondí que no estaba enojado en absoluto y que realmente no sentía rencor hacia ninguna de las personas que me habían lastimado. Él dijo: «¿Qué pasa si simplemente te has vuelto insensible?».

¿Qué pasa si nos hemos vuelto insensibles?

Muchos se preparan para más tumultos políticos. Pero, ¿y si no sucede? ¿Y si nuestras iglesias están más tranquilas que nunca? ¿Y si eso no es tanto porque hemos hecho las paces con Donald Trump, sino porque nos hemos vuelto como él?

En las recientes elecciones intermedias, la generación del milenio y la generación Z desafiaron el precedente histórico y se presentaron a votar. En números abrumadores, rechazaron a los que negaban la legitimidad de las elecciones en estados clave en el campo de batalla. Si no vemos a estos mismos votantes en nuestras iglesias o escuchamos su rechazo en nuestras comunidades de fe, probablemente eso signifique que ya se fueron, o que ya se dieron por vencidos.

Quizás me equivoque. Tal vez 2024 causará tanta división en las iglesias y en las familias como en 2016 y 2020. O tal vez me equivoque porque hemos alcanzado un nuevo nivel de madurez y sabiduría al sortear nuestras divisiones. Pero, ¿y si simplemente nos adaptamos? ¿Qué tal que todos nosotros, sin importar lo que pensemos de Donald Trump, estamos demasiado exhaustos y somos demasiado cínicos como para dividirnos?

Hacer estas preguntas podría ser el primer paso para encontrar un camino diferente.

Russell Moore es editor en jefe de Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Lecturas devocionales de Adviento 2022 de Christianity Today

Todas las lecturas devocionales en preparación para la Navidad en un solo lugar.

Christianity Today November 22, 2022
Stephen Crotts

En esta serie de devocionales de CT, exploramos lo que las Escrituras nos dicen sobre el Prometido, profundizando nuestra fe en el Salvador que conocemos y amamos. Las reflexiones de cada día profundizan en pasajes clave que nos ayudan a comprender mejor quién es Jesús. Y cada tema semanal se centra en un aspecto central de la identidad de Jesús según las profecías de Isaías.

Semana 1: Dios Fuerte

Semana 2: El Príncipe de Paz

Semana 3: La Luz del mundo

Semana 4: Emanuel

Epifanía

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Books

Rosaria Butterfield: La hospitalidad cristiana es radicalmente diferente a la hospitalidad de nuestra cultura

No se trata de entretener invitados, sino de responder a la presente crisis de incredulidad.

Christianity Today November 18, 2022
Jimmy Williams

Antes de que Rosaria Butterfield se convirtiera en una autora cristiana popular, era profesora titular en la Universidad de Syracuse y una feminista lesbiana que luchaba por promover la causa de la igualdad LGBTQ. Se define a sí misma como una conversa improbable. En 1999, su vida se cruzó con el evangelio de Jesucristo a través de la hospitalidad radicalmente ordinaria de un amigo. De odiar a los cristianos a convertirse en uno de ellos, su transformación tuvo lugar lentamente y fuera del banco de una iglesia cuando alguien se atrevió a traer la iglesia hacia ella. En el libro más reciente de Butterfield, El evangelio viene con la llave de la casa [The Gospel Comes with a House Key], ella articula una hospitalidad con mentalidad evangélica que no se enfoca en tazas de té y carpetas tejidas, sino en el evangelismo misional. La escritora Lindsey Carlson habló con Butterfield sobre el significado de abrir nuestros corazones y hogares a nuestro prójimo.

El evangelio viene con la llave de la casa (Spanish Edition)

El evangelio viene con la llave de la casa (Spanish Edition)

May 4, 2020

Tú promueves un tipo de hospitalidad que desvía el enfoque de las tazas de té y las carpetas tejidas. ¿En qué se diferencia lo que tú llamas «hospitalidad radicalmente ordinaria» de lo que la mayoría de las personas considera como hospitalidad?

En primer lugar, no se trata de entretener a la gente. La hospitalidad se trata de conocer al extraño y darle la bienvenida para que se convierta en tu prójimo, y luego conocer a ese prójimo lo suficientemente bien como para que, si Dios lo permite por su poder, ese prójimo se convierta en parte de la familia de Dios a través del arrepentimiento y la fe. No tiene absolutamente nada que ver con entretener invitados.

El entretenimiento consiste en impresionar a las personas y mantenerlas a cierta distancia. La hospitalidad se trata de abrir tu corazón y tu hogar, tal como eres, y estar dispuesto a invitar a Jesús a la conversación, no para detener la conversación, sino para profundizarla.

La hospitalidad es fundamentalmente un acto de evangelización misional. Y no sabría qué hacer con una carpeta tejida si me la dieras. Probablemente, la usaría para limpiar lo que mis gatos ensucian con ella.

Hay muchas personas hospitalarias que no han puesto su fe en Jesús como su salvador. ¿Cómo nos aseguramos de que nuestra hospitalidad refleje el evangelio de forma explícita?

Yo veo a una persona como portadora de la imagen de un Dios santo, y no me asusta de ninguna manera cualquier identidad mundana que pueda estar asociada a ese portador de la imagen de Dios.

Nos cuesta entender dos cosas. Primero, que los seres humanos tenemos una naturaleza pecaminosa, lo que significa que hemos sido fundamentalmente distorsionados por el pecado original, distraídos por el pecado real y manipulados por el pecado que mora en nosotros. Y segundo, luchamos con lo que significa llevar con nosotros la huella del Dios que nos hizo. Eso significa que, por mandato de Dios, estamos llamados a reflejar la imagen de Dios a través del conocimiento, la justicia y la santidad. Y las tres cosas requieren tener [primero] una conversión radical y una vida redimida en Cristo.

Para ser los portadores de la imagen de Dios que hemos sido llamados a ser, debemos nacer de nuevo. Pero es necesario darse cuenta de que las personas necesitan más que una comida: necesitan una comida y el evangelio de salvación. Necesitan saber cómo sus patrones de pecado y los pecados de los demás los afectan. Necesitan saber quién es el verdadero enemigo. Las personas no son nuestro enemigo. El pecado es nuestro enemigo.

¿Qué tan esencial fue la hospitalidad radicalmente ordinaria en tu propia conversión?

Cuando vivía como activista lesbiana, había estado en una relación lésbica durante algunos años y pensaba: «Esto es lo que soy y así es como quiero vivir». Después de que obtuve la titularidad de mi cargo como profesora en la universidad, comencé a escribir un libro que trataba sobre la derecha religiosa y las personas a las que supuestamente odiaban: gente como yo. Entonces conocí a un vecino, Ken Smith, quien era un pastor presbiteriano conservador. Y lo sorprendente fue que su casa se parecía mucho a mi casa.

Entre mis círculos en Nueva York, allá en los años 90, durante la crisis del SIDA, la casa de alguien estaba abierta todas las noches de la semana. Muchas cosas estaban sucediendo. La comunidad tuvo que reunirse, y no por invitación, sino simplemente porque había una crisis. Era una emergencia. Y nos llamábamos familia. Yo pensaba que eso era exclusivo de la comunidad gay.

Pero no era así. Porque la comunidad de Ken Smith también era así. La comunidad cristiana de Ken se reunía en su casa a todas horas. Y aprendí esto porque él me invitó a entrar. Durante dos años fui amada y acogida por una comunidad cristiana de la que me burlaba, a quienes despreciaba y rechazaba. Los aceptaba cuando me resultaba conveniente y los rechazaba en cualquier otra ocasión. Simplemente, no habría podido entrar a una iglesia si no hubiera tenido una amistad genuina con el hombre detrás del púlpito.

Durante dos años, fui parte del ministerio de Ken y Floy Smith. Me reunía con ellos una vez a la semana. En su casa, la puerta estaba abierta de par en par. Siempre había gente entrando y saliendo de la casa; personas de la iglesia y personas que no eran de la iglesia. En su hogar tenían lugar conversaciones acaloradas y genuinas. Las personas hablaban honestamente y las lágrimas fluían. Pero era diferente porque Ken abría la Biblia, cantaba el Salterio y luego oraba. Era tan encantador que yo no podía evitar volver. Fue en este contexto de hospitalidad que Ken trajo la iglesia a mí, porque era imposible que yo llegara a la iglesia sin el puente de la casa de alguien.

Antes de llegar a la fe, ¿alguna vez trataste de escapar de la hospitalidad de tu amigo?

Oh, sí. La Biblia es un libro asombroso y nunca lo había leído. Estaba más que feliz de exponer mi crítica de un libro que nunca había leído. Soy una chica aficionada a los libros, y la Biblia realmente se mete dentro de ti. Y me hizo enfrentar algunas cosas realmente inquietantes. Me hizo enfrentar toda una categoría de pecado, tanto el mío como el de otras personas. Me hizo pensar en mi propio pasado, mi infancia, mis padres y mi fe católica anterior. Después de un tiempo, pensaba: «Sabes, estoy ocupada. No quiero esto». Y entonces simplemente dejaba de presentarme [a su casa]. Dejaba de responder el correo electrónico. Sin embargo, Ken me buscaba con delicadeza. Aparecía con una hogaza de pan que su esposa Floy había hecho. O un libro del que habíamos hablado. Hacíamos intercambios de libros. Cuando intentaba escabullirme, él simplemente regresaba amablemente, estaba al pendiente de mí y me decía que me extrañaba.

¿Cómo se puede ofrecer hospitalidad sin ser agresivo o desagradable?

Es ahí donde ser muy consistente es realmente útil. Yo no hubiera respondido positivamente si me hubiera sentido acosada, si Ken hubiera dicho: «Reunámonos el martes 27 a las cinco en punto». Por el contrario, simplemente sabía que era bienvenida para cenar a las 5:30. La hospitalidad diaria no hace que las personas se sientan acosadas. Si tienen la fortaleza, el coraje, la sobriedad y la salud mental para levantarse de esa cama y cruzar esa puerta hacia la tuya, le brinda espacio a las personas. Vivimos en un mundo donde se nos dice que las conversaciones bíblicas son discursos de odio. Eso es ridículo. Lo que no puedes hacer es realizar pequeñas incursiones furtivas en la vida de las personas como un mojigato moral y luego esperar que las personas te lo agradezcan. Si quieres tener conversaciones sólidas, tienes que construir relaciones. Si tienes buenos modales, te asegurarás de tener relaciones sólidas antes de tener conversaciones sólidas. Eso es cierto con tus hijos, tus vecinos y con todos los demás.

Para muchas personas, las invitaciones se sienten muy formales y exclusivas para un día y una hora. Pero extender una oferta que dice «nos encantaría verte de la forma en que más te convenga» les brinda a las personas la oportunidad de colarse. A veces, demasiada atención enfocada en el invitado puede ser abrumadora, pero ser uno entre muchos no es tan amenazador. Y tener límites flexibles ayuda a eso: «comeremos a las 6:30, siéntase libre de venir». Reduce el protagonismo de los invitados.

¿Cómo se ve la hospitalidad radicalmente ordinaria cuando vives en una comunidad donde las personas van y vienen del trabajo, meten sus autos en el garaje, cierran la puerta y nunca hablan con sus vecinos? ¿Cómo involucras a las personas que parecen completamente desinteresadas y nunca aceptan tu invitación?

Puedes ofrecer invitaciones abiertas, especialmente invitaciones para eventos al aire libre. Nosotros ponemos una invitación en una aplicación llamada NextDoor que dice: «Vamos a tener una comida al aire libre. Trae una silla plegable y un amigo». Y nos hemos dado cuenta de que hay una regla del 10 por ciento. Si invitas a todos, vendrá alrededor del 10 por ciento. Y también sugeriría ser consistente. Sé cálido al responder a las personas. Echa redes anchas.

En algunos casos, si estamos respondiendo ante una crisis, por ejemplo, nuestra iglesia acude para ayudar. De esa manera, cuando aparecen los vecinos, ya hay 30 personas que están asando a la parrilla, hablando, llenando globos de agua, repartiendo sandía. Esto elimina la incomodidad de ser el primero en llegar.

Olvidamos que la hospitalidad no es simplemente una adición que haces cuando tienes un sábado por la tarde libre. Es el puente que Dios va a usar para resolver los mayores problemas en la vida de las personas.

Date cuenta de que tus vecinos están luchando con cosas. No me importa qué tan ordenada se vea tu casa una vez que cierras la puerta. Nadie se encuentra de maravilla. A mí no me está yendo de maravilla, a ti no te está yendo de maravilla. Estamos cansados, estamos de mal humor y necesitamos ayuda. Y si eso es cierto para aquellos de nosotros que tenemos el poder del Espíritu Santo en nosotros, ¿cuánto más para aquellos que no lo tienen?

Usted enfatiza que los creyentes deben usar sus hogares de una manera diaria que busque «hacer de los extraños prójimo, y del prójimo, familia de Dios». ¿Significa esto que nuestras puertas siempre deben estar abiertas?

Diario es un casi. Si tienes gripe, no la compartas. Pero la idea es que, en la iglesia, la casa de alguien siempre esté abierta. Que las personas tengan un lugar para reunirse con el pueblo de Dios. Y a medida que el pueblo de Dios se reúne, tienen la previsión de abrir las puertas. Pero si nadie está haciendo eso, debemos preguntarnos: ¿Por qué?

Siento que los cristianos tienen esta actitud de creerse buenos en la hospitalidad. Pero vivimos en una dieta de hambre. Las personas necesitan reunirse. Hay muchos problemas que surgen en un día, especialmente para los miembros solteros de nuestra iglesia. Son parte de la familia. ¿Cómo llegamos aquí? Dios nos buscó, nos trajo a la mesa y nos puso sus vestiduras de justicia; Él nos cuidó, nos crió y nos dio un nombre. Estos son gestos que deben ser replicados en el cuerpo. No está bien dejar a las personas en el dolor de la soledad.

¿Es cierto que las familias tienen diferentes capacidades para practicar la hospitalidad de acuerdo a la etapa de la vida en que se encuentren?

Nosotros estamos en un momento en nuestra familia donde nuestros hijos, a su edad, pueden participar en este ministerio de hospitalidad. Se preguntan qué pasa cuando nadie se presenta a cenar en nuestra casa.

Durante 10 años fuimos padres adoptivos del sistema de acogida y todos los años teníamos nuevos bebés con nosotros. Mi ministerio en aquel entonces era para los niños quebrantados y los trabajadores sociales vinculados a esos niños. En un momento, eran los niños mayores en el sistema de acogida los que tenían que venir acompañados por un guardia de seguridad y un trabajador social, y necesitaban hospitalidad. Tenía que estar dispuesta a decir: «Aquí es donde estoy, ¿quién está ahí afuera?».

En esos días, si me preguntaban cómo decoraba [mi casa], yo decía: «con juguetes Matchbox, dinosaurios de plástico y Legos». Esa es tu gente. No olvidemos lo importantes que son los niños.

¿Cómo afectó tu propia infancia difícil la forma en que te acercas a los niños?

Cuando Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan» [Mateo 19:14], no es porque los niños sean lindos y huelan bien. Es porque debes cuidarlos. Miro a los niños en mi vecindario y, aunque las cosas son difíciles para ellos, pienso: «Ese podría ser mi futuro pastor algún día». Y los niños se toman las cosas con mucha sensibilidad, incluso las difíciles. Cuando pasa algo en el barrio, ellos se fijan en los detalles. Por eso, hemos entrenado a nuestros hijos para que inviten a sus amigos a cenar, para que estén atentos a los niños que no están bien y para que defiendan a los que están siendo acosados. Y como adultos, tenemos que estar dispuestos a preguntarles a sus padres si está pasando algo en sus vidas en lo que podamos ayudar. Y luego estar listo para decir «absolutamente» y ayudar.

Si el evangelio viene con la llave de la casa, ¿por qué los cristianos dudan tanto en abrir sus puertas? ¿Cuáles son los mayores obstáculos que se interponen en el camino de nuestra hospitalidad?

Hay una serie de obstáculos. Una es que hemos convertido nuestra alfombra blanca y nuestros propios límites en ídolos. No puedo decirte cuántas veces he oído hablar de los cristianos y sus límites. Yo no muestro reverencia ante los límites de las personas. Pero, parte de esto es cultural. No me criaron con límites, porque ¿quién tendría límites en medio de una crisis?

Si crees que vivimos en un mundo poscristiano y crees que esto es una crisis, entonces actuemos como tal. La forma en que lidiamos con la crisis es entender que la hospitalidad es una forma de guerra espiritual. Invocamos del cielo el poder del evangelio para salvar, y abrazamos a nuestro prójimo que todavía no ha encontrado la salvación en Jesús.

¿El miedo juega un papel en los creyentes que evitan la hospitalidad?

El miedo es lo que nos hace sentir que ya no somos útiles; que el vocabulario ha cambiado y que no sabemos cómo hablar con las personas. O tenemos miedo a decir algo incorrecto. O tenemos miedo a cenar con pecadores. Creo que realmente tenemos miedo a no tener nada que ofrecer, por lo que preferimos agacharnos con nuestra comunidad más cercana en la iglesia, establecer un foso a nuestro alrededor y cerrar la puerta. Pero en ese caso, nunca verás el poder del evangelio para cambiar los corazones, las mentes y las vidas de las personas que parecen estar más fuera del reino de Dios.

¿Cómo alentaría a las personas que están aterrorizadas ante la idea de practicar la hospitalidad radicalmente ordinaria? ¿Por dónde deberían empezar?

Les diría que busquen a alguien que ya lo esté haciendo y ofrezcan ayuda. Y me encanta cuando las personas hacen eso. Ya sabes, las personas dirán: «No sé cómo hacer esto o aquello». Pero yo paso de dos a tres horas al día cortando verduras. Ven a ayudar.

No todos son llamados a todos los ministerios. Algunas personas son mejores con ciertos problemas que otros. Eso es genial. Solo haz lo que haces y abre tus brazos un poco más.

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Theology

Por qué no deberíamos practicar la liturgia ‘a la carta’

Despojar a las tradiciones históricas de su contexto teológico está de moda, pero conlleva un riesgo.

Christianity Today November 18, 2022
Ilustración po Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Peter Dazeley / Getty

Si le hubieras dicho a un pastor evangélico en 2005 que el Libro de Oración Común pronto podría estar más de moda que las cafeterías en el recibidor de la iglesia, es casi seguro que se habría reído.

No hace mucho tiempo que innumerables iglesias evangélicas abandonaron el uso de libros de oraciones y cambiaron sus himnarios por proyectores de alta resolución. El uso del calendario histórico que daba orden a los servicios de la iglesia se convirtió en una rareza cuando la mayoría de las iglesias comenzaron a desarrollar series temáticas de sermones o a predicar a través de la Biblia, un libro a la vez.

La oración litúrgica y la confesión responsorial se perdieron en el camino, e incluso los nombres de las iglesias cambiaron de manera que distanciaron a las congregaciones de sus raíces denominacionales, de tal forma que muchas «Iglesia Bautista de la Ciudad» se convirtieron en «Comunidad Cristiana de la Ciudad».

En resumen, los ritmos, lecturas, patrones y oraciones de las liturgias históricas pasaron de moda decididamente.

Sin embargo, en los últimos años, una nueva tendencia ha comenzado a surgir, especialmente en Estados Unidos. Cualquiera que pase tiempo entre cristianos de 20 o 30 años de edad probablemente haya notado un aumento importante en el uso de la palabra liturgia, que se ha convertido en un lugar común tanto en la adoración corporativa como en la práctica espiritual privada.

Incluso algunas iglesias no denominacionales que buscaron distanciarse de las tradiciones formales hace más o menos una década han comenzado consistentemente a terminar los servicios con la Doxología o a adoptar el uso de fórmulas responsoriales simples que provienen de antaño, tales como «Esta es la Palabra del Señor. Demos gracias a Dios».

Muchos jóvenes cristianos están encontrando vitalidad espiritual y constancia donde menos lo hubieran esperado, y hay mucho que celebrar en esta recuperación de las hermosas oraciones y prácticas de nuestros antepasados en la fe.

Esta tendencia, sin embargo, no está exenta de inconvenientes. A medida que la liturgia regresa abstractamente «en boga», los jóvenes cristianos han mostrado una tendencia preocupante a cambiar de iglesia, de denominación, e incluso de tradiciones, tomando como punto de referencia la práctica litúrgica sin mucha consideración por la doctrina.

En muchos casos, los jóvenes evangélicos que antes asistían a iglesias que ponen poco énfasis en lo ritual, ahora acuden en masa a congregaciones cuya estética de adoración se siente más antigua u ordenada, especialmente iglesias anglicanas, católicas y ortodoxas, ya sea sin darse cuenta de sus diferencias confesionales o, en algunos casos, simplemente ignorándolas.

Según un estudio realizado por Barna Group en 2018, mientras que algunos cristianos de la generación del milenio sienten que la adoración litúrgica está desactualizada, «también es más probable que sientan curiosidad al respecto… [y] son los más propensos a hacer un cambio de una iglesia no litúrgica a una litúrgica».

En la búsqueda bien intencionada de una vida de culto y adoración más rica, y de un sentido de herencia espiritual, estos «conversos por la estética», como podríamos llamarlos, corren el riesgo de separar el contenido histórico y doctrinal de la adoración de una iglesia de sus expresiones externas y artísticas.

Por supuesto, un miembro de la iglesia no necesita estar de acuerdo con cada punto menor de la doctrina en la declaración de fe de la iglesia, y en muchos casos, una apreciación por la liturgia es simplemente el primer paso en una consideración reflexiva tanto de la enseñanza como de las prácticas de una iglesia o tradición.

El prominente erudito del Nuevo Testamento Michael Bird relató su propio viaje al anglicanismo en términos similares. Dijo que fue un profundo aprecio por el Libro de Oración Común lo que primero provocó su movimiento del presbiterianismo a la iglesia anglicana.

No hay nada de malo en permitir que el alimento espiritual de la liturgia histórica nos guíe a una búsqueda ferviente de Dios, cuando se combina con una búsqueda diligente de la verdad bíblica. Esta búsqueda aún puede guiar a una nueva tradición, o simplemente puede llevar a profundizar en la adoración histórica de cualquier tradición.

Un bautista, por ejemplo, puede usar y apreciar el Libro de Oración Común sin convertirse al anglicanismo, especialmente si los puntos más finos de la enseñanza anglicana están en desacuerdo con algunas de sus otras convicciones. Pero tal vez su apreciación de su tradición histórica podría llevarlo a profundizar en la historia de la iglesia bautista y encontrar ejemplares valiosos dentro de esa corriente.

Por ejemplo, el libro de Rodney Kennedy y Derek Hatch Gathering Together argumenta que los bautistas pueden y deben explorar tanto el legado de su propia tradición como las contribuciones de otros para abordar lo que llaman «la relativa escasez de recursos para los bautistas en los Estados Unidos relacionados con la práctica de la adoración».

Alternativamente, alguien que ha sido pentecostal de por vida puede sentirse atraído por el sentido de la tradición y la antigua continuidad en la iglesia ortodoxa oriental. El pentecostal podría explorar sus enseñanzas, en toda su profundidad de adoración y doctrina, y finalmente elegir convertirse en ortodoxo.

Winfield Bevins ha argumentado en su libro Ever Ancient, Ever New: The Allure of Liturgy for a New Generation que tales migraciones sinceras y reflexivas pintan una contranarrativa esperanzadora a la tendencia habitual de los jóvenes que simplemente dejan atrás la iglesia.

Pero lo que debe evitarse, creo, es migrar de una tradición a otra exclusivamente por sus formas externas, sin tener en cuenta el corazón de su doctrina. La estética de la adoración, por ejemplo, es algo bueno y vital, pero no deben exaltarse por encima de la sustancia de esa adoración, ni deben oscurecerla.

Si la moda de la liturgia puede separar las prácticas de adoración de su teología subyacente, existe un riesgo muy real de que abarataremos la liturgia y debilitemos su utilidad espiritual. La sospecha protestante histórica de la liturgia, a pesar de todos sus efectos secundarios negativos, tiene raíces bien intencionadas en su respuesta a la religiosidad ritualista espiritualmente muerta que prevaleció en la Edad Media.

Incluso la iglesia católica moderna reconoce este peligro. En 2019, el Papa Francisco advirtió a un grupo de cardenales sobre los peligros de la liturgia «hágalo usted mismo», y afirmó que la liturgia es «un tesoro vivo que no puede reducirse a sabores, recetas y corrientes… no es “el campo del hágalo usted mismo”, sino la epifanía de la comunión eclesial».

Cuando la práctica litúrgica personal no se une al discipulado holístico y al compromiso constante con una auténtica comunidad de otros seguidores serios de Cristo, puede convertirse rápidamente en poco más que una forma de automedicación habitual.

La liturgia a la carta puede ofrecer un sentido de consistencia en un mundo caótico, y tal vez ser ligeramente beneficiosa desde el punto de vista de la salud mental, pero como una forma de «practicar verdaderamente la presencia de Dios», pronto pierde su utilidad y se diluye tristemente.

Permítanme hacer un par de breves aclaraciones antes de ofrecer algunas posibles soluciones.

En primer lugar, esto no debe interpretarse como ningún tipo de postura defensiva contra las iglesias con formas más litúrgicas de culto. El meollo de la cuestión no es la «conversión» intra cristiana, sino el peligro de divorciar la doctrina de los rituales devocionales. Los líderes de la iglesia en ambos lados de la división litúrgica, en otras palabras, las iglesias que pierden miembros y las que ganan miembros, deben ser igualmente cautelosos con respecto a esta tendencia.

En segundo lugar, advertir contra la separación de la liturgia de su sustancia no es de ninguna manera sugerir que las expresiones congregacionales, litúrgicas o de otro tipo, sean simplemente una cubierta estética para la teología proposicional. Por el contrario, es precisamente porque las prácticas auténticas de oración y culto son tan centrales para la fe cristiana que debemos preservar la unidad y la integridad de la liturgia y la teología.

De hecho, cuando se entiende y practica adecuadamente, la liturgia es un tipo de teología, en la medida en que es un ejercicio de verdadera adoración y comunión con Dios. Esta unidad debe defenderse contra la erosión accidental que ocurre cuando los adoradores exploratorios bien intencionados descuidan pensar en el significado y el significado de ciertas oraciones o prácticas.

Con esta preocupación en mente, ¿a dónde debemos ir a partir de aquí?

Creo que debemos aspirar a reunificar la liturgia rica y rítmica con la profundidad de la verdad bíblica y la reflexión teológica que la inspiró. El Libro de Oración Común es poderoso y hermoso precisamente porque está tan cuidadosamente fundado en las palabras de las Escrituras y las convicciones teológicas de los reformadores ingleses como Thomas Cranmer.

El renacimiento actual de la adoración litúrgica, que es en muchos sentidos un redescubrimiento de las prácticas espirituales de adoración a lo largo de la historia de la iglesia, debe ir acompañado de nuestro redescubrimiento de la rica historia doctrinal y teológica de las respectivas denominaciones y tradiciones de las que surgieron estas prácticas.

En su libro Theological Retrieval for Evangelicals, el teólogo histórico y pastor bautista Gavin Ortlund sostiene que «podemos y debemos fortalecer la vitalidad del protestantismo evangélico al pensar en nuestra identidad histórica con un mayor escrutinio y autoconciencia, y hacer teología involucrándonos conscientemente con los credos clásicos, las confesiones y los textos teológicos de la iglesia».

¡Con este fin, hago una exhortación a las iglesias y a los cristianos para que profundicen en su herencia! Ya sea que seamos presbiterianos o pentecostales, ortodoxos o metodistas, nuestras iglesias están arraigadas en una tradición de creyentes fieles que las han precedido y han sentado las bases para la comunidad de discípulos. En lugar de cortar la rama en la que estamos sentados al distanciarnos de las etiquetas denominacionales, hagamos todo lo posible para aprender nuestra propia historia.

Así como Pablo instruyó a los corintios a imitarlo como él imitó a Cristo, así también nosotros podemos encontrar ejemplos de imitación fiel de Cristo en la historia de nuestra propia iglesia y tradición.

Busquemos credos, confesiones y catecismos que han dado forma a la teología de nuestra iglesia. Identifiquemos las oraciones, himnos y otras formas de adoración que surgieron de nuestra propia tradición. Puede que no todos sean de nuestro agrado, pero al menos nos orientarán con precisión mientras buscamos hallar nuestra propia posición en el tapiz de provisión misericordiosa que es la historia de la iglesia de Cristo.

Para aquellos en posiciones de liderazgo en nuestras iglesias, ofrezco una sugerencia adicional: ¡Enseñen la historia de su iglesia a sus miembros! Lo más probable es que muchos de sus feligreses no sepan casi nada sobre la historia individual de su iglesia y el legado denominacional más amplio. ¡Bien puede ser el caso de que los jóvenes creyentes se sientan históricamente desconectados no porque su iglesia carezca de una rica historia, sino simplemente porque nadie la ha compartido con ellos!

A medida que la próxima generación de cristianos redescubre las oraciones y alabanzas de nuestros predecesores, reintroduzcámonos nosotros mismos y a nuestras congregaciones a nuestra historia eclesiástica, en toda su diversidad y complejidad.

Si el Señor así lo permite, un amor renovado por nuestros propios legados litúrgicos demostrará ser una tendencia mucho más fructífera que abrir más cafeterías en las iglesias, y es mucho menos probable que deje manchas en la alfombra del santuario.

Benjamin Vincent es pastor de jóvenes y adultos jóvenes en la iglesia Journey of Faith Bellflower en Bellflower, California, y profesor de historia y teología en Pacifica Christian High School en Newport Beach.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Billy Graham ahora tiene un archivo de última generación

Un nuevo centro de investigación reúne el registro documental completo de la obra de la vida del evangelista para afirmar la continuidad de su relevancia.

Los regalos que recibió Billy Graham, como este tocado que le regalaron los nativos americanos, se encuentran ahora en Charlotte, Carolina del Norte.

Los regalos que recibió Billy Graham, como este tocado que le regalaron los nativos americanos, se encuentran ahora en Charlotte, Carolina del Norte.

Christianity Today November 8, 2022
Cortesía de los Archivos de Billy Graham

Cuando veía predicar a Billy Graham, David Bruce no podía evitar pensar en términos históricos.

Como asistente ejecutivo del famoso evangelista, a Bruce no le correspondía pensar en el futuro lejano: el legado de Graham, cómo se le recordaría después de su muerte, cómo se conservarían las pruebas del trabajo de su vida; sin embargo, él pensaba en ello todo el tiempo. Cada palabra y cada momento le parecían tan significativos que debían conservarse.

«Cuando terminaba de predicar, yo iba detrás de él y recogía las páginas de su sermón», recordó Bruce este verano, cuatro años después de la muerte de Graham. «Él no pensaba en eso. Pero yo pude ver el llamado de Dios en su vida y toda la historia que él estaba tocando».

En la actualidad, Bruce supervisa un monumento de última generación dedicado a la conservación de esa historia: un archivo de 12 millones de dólares y 30 000 pies cuadrados (2800 m²), mismo que se inaugurará el 7 de noviembre, día del cumpleaños de Graham.

En la primera planta del edificio se encuentra una sala de investigación bien iluminada. Se construyó con la asesoría de la especialista en diseño de archivos Michele Pacifico, y ahora está lista, esperando a que los historiadores vengan a pedir cajas y archivos. Arriba, en una sala cuidadosamente climatizada, estanterías industriales albergan miles de contenedores para archivo libres de ácido, cada uno con cientos de papeles. Otra sala alberga objetos de gran tamaño, desde un par de lederhosen que le regalaron, hasta el púlpito móvil de Graham.

Graham recibió muchos regalos en sus cruzadas, incluido este tocado ceremonial de la Christian Hope Indian Eskimo Fellowship durante una cruzada en Arizona.Cortesía de los Archivos de Billy Graham
Graham recibió muchos regalos en sus cruzadas, incluido este tocado ceremonial de la Christian Hope Indian Eskimo Fellowship durante una cruzada en Arizona.

El centro de investigación ubicado en Charlotte, Carolina del Norte, situado frente al museo-biblioteca Billy Graham, reúne por primera vez todo el registro documental de la vida y la obra de Graham en un solo lugar. Los archivos que habían sido prestados al Centro Billy Graham en el Wheaton College se combinarán con los cientos y cientos de cajas que permanecían en la oficina de la casa de Graham en Montreat, Carolina del Norte, y con material adicional que se encontraba almacenado en Charlotte y en las antiguas oficinas de su ministerio en Minneapolis.

«Realmente estamos buscando que todo sea lo más accesible posible», dijo la archivera Lindsay Elliott, quien anteriormente trabajó en el museo presidencial de Jimmy Carter en Atlanta. «Queremos ofrecer toda la amplitud de su ministerio, desde el material de Montreat hasta las producciones de World Wide Pictures. Estamos describiendo y clasificando todo. Queremos verlo todo».

Cuando se anunciaron los planes para los nuevos archivos en 2019, un año después de la muerte de Graham, algunos historiadores profesionales expresaron su profunda preocupación. Les preocupaba que la Asociación Evangelística Billy Graham (BGEA, por sus siglas en inglés) no cuidara el material tan bien como los profesionales de Wheaton y —lo que es más preocupante aún— que la BGEA limitara drásticamente el acceso.

Las colecciones privadas a veces dan prioridad a la preservación de una reputación por encima de la investigación académica. Esto es especialmente cierto cuando los fondos son supervisados por la familia o socios cercanos. Pueden vetar a los investigadores y negar el acceso a los que consideran demasiado críticos, o bien, pueden mantener los documentos sensibles fuera de la vista.

Sin embargo, Elliott y Bruce afirman que los archivos de Billy Graham estarán abiertos a todos los académicos, estudiantes e investigadores, y se gestionarán de forma profesional.

El legado de Graham es un tema controvertido entre los eruditos del siglo XXI. Algunos lo ven como un ejemplo de lo mejor del evangelicalismo y quieren comparar a otros con él. Señalan que era irénico, inclusivo, pragmático y centrado en Jesús. Dicen que cometió errores e hizo algunas cosas reprensibles, pero que aprendió de ellas y fue lo suficientemente humilde como para pedir disculpas.

«Graham no era una estatua de mármol», escribió el biógrafo Grant Wacker en la introducción de su libro America’s Pastor [El pastor de Estados Unidos], «y él fue el primero en decirlo».

Otros historiadores sostienen que un análisis más cuidadoso del historial de Graham muestra que él participó en las peores partes del evangelicalismo y que sus acciones fueron pasadas por alto. Han pedido una mirada más crítica sobre su participación en la política estadounidense, sus posturas sobre temas raciales (incluidas las declaraciones antisemitas grabadas en una conversación con Richard Nixon) y sus opiniones sobre las mujeres.

También hay una lucha popular sobre el significado de Graham. A medida que las cuestiones políticas han aumentado la temperatura en los debates internos entre los evangélicos, personas de ambos bandos han apelado a la memoria de Graham. Algunos de sus nietos, por ejemplo, utilizaron su legado para criticar el apoyo a Donald Trump. Pero su hijo mayor y presidente de la BGEA, Franklin Graham, aseguró que el evangelista votó a favor de Trump en 2016 y que creía que era «el hombre [indicado] para este tiempo».

El archivo y centro de investigación no está diseñado para resolver las disputas sobre el legado de Graham. No arreglará la reputación del evangelista en el tiempo. Está construido, en cambio, para disputar el tiempo.

En su propia vida, Graham fue famoso y frecuentemente nombrado uno de los hombres más respetados de Estados Unidos. Cuando la gente pensaba en lo que significaba ser un cristiano evangélico, pensaba en él.

Mientras muchos cristianos conservadores desconfiaban de las películas, Graham vio su potencial. El filme western Mr. Texas, el primero producido por la compañía cinematográfica del evangelista, se estrenó en 1951.Cortesía de los Archivos de Billy Graham
Mientras muchos cristianos conservadores desconfiaban de las películas, Graham vio su potencial. El filme western Mr. Texas, el primero producido por la compañía cinematográfica del evangelista, se estrenó en 1951.

Pero los evangelistas famosos desaparecen rápidamente de la memoria. Billy Sunday ya no es un nombre familiar, ni siquiera entre los evangélicos. Se calcula que predicó a unos 100 millones de personas, pero su museo, situado en Winona Lake, Indiana, ha luchado por mantenerse abierto. Los objetos efímeros de la vida y la obra de Charles Finney —incluyendo trozos de su carpa de avivamiento y una tabla frenológica de su cabeza— se guardan en 12 o 13 cajas en el Oberlin College de Ohio.

Sin embargo, en Charlotte, los archivistas del equipo de Elliott prepararán nuevas exposiciones para el museo vecino, situado al otro lado de la calle. Desde que se inauguró hace 15 años, la Biblioteca Billy Graham ha recibido a más de 1.7 millones de visitantes, incluidos los que asistieron al funeral de Graham en 2018. Tripadvisor la clasifica como la principal actividad para realizar en Charlotte, con más del 80 por ciento de visitantes que le dan cinco de cinco estrellas.

En otra sala del archivo, el archivista audiovisual David Eades supervisará la producción de entre 10 y 25 «clásicos de televisión de Billy Graham» que se emitirán en TBN, y se transmitirán en Roku y Amazon Prime. Las antiguas cruzadas con antiguos llamados al altar tendrán una nueva oportunidad de llegar a la gente, y Eades y su equipo también buscarán formas de hacer que la vida y el mensaje de Graham sean relevantes para los acontecimientos actuales. En septiembre, un nuevo especial sobre la relación de Graham con la reina Isabel II se emitió en Estados Unidos y la Mancomunidad Británica.

Esto no es solo nostalgia, insiste Bruce. Tampoco es historia por la historia en sí.

«El Sr. Graham no habría aprobado nada de esto a menos que pudiera utilizarse para promover el evangelio», dijo. «Espero que la gente vea la obra de Dios en su vida y toda la historia que tocó, y que [todo esto] pueda animar a la gente a reflexionar sobre la Palabra de Dios, que está viva y respira».

Daniel Silliman es editor de noticias de Christianity Today.

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Books
Review

Ninguna doctrina de la Trinidad es una isla

Una nueva introducción resalta cómo los profundos misterios del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no pueden comprenderse de forma aislada.

Christianity Today November 3, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Pexels / Unsplash

Históricamente, los debates teológicos sobre la Trinidad han sido un factor importante en la fragmentación denominacional de la Iglesia. Asimismo, no se puede exagerar la medida en que estos debates han influido —y siguen influyendo— en nuestras concepciones individuales del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Trinitarian Dogmatics: Exploring the Grammar of the Christian Doctrine of God

Tomemos como ejemplo el Filioque —la noción de que el Espíritu procede del Padre y del Hijo, como afirma el Credo de Nicea—. El Filioque ha sido el objeto de debates durante más de 1400 años y contribuyó en gran medida a la división de la iglesia en el año 1054 entre el Occidente latino (el catolicismo) y el Oriente greco-bizantino (la ortodoxia).

Los que rechazan el Filioque suelen argumentar que si el Espíritu procede del Padre y también del Hijo, el papel único que el Padre desempeña en la Trinidad se ve socavado y el Espíritu queda subordinado. A su vez, los que están a favor pueden replicar que si el Espíritu procede únicamente del Padre, la divinidad y la obra salvífica del Hijo se ven amenazadas. En resumen, la aceptación o el rechazo del Filioque afecta la forma en que definimos y distinguimos a las personas de la divinidad, y también la forma en que nos acercamos a cada una de ellas en adoración.

Lo mismo ocurre con muchas otras cuestiones trinitarias. Por lo tanto, examinar y determinar cómo y por qué pensamos lo que pensamos sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo —cómo se relacionan, actúan y se revelan a nosotros— es una tarea necesaria y fundamental. Esta tarea requiere una seria investigación tanto bíblica, como histórica y teológica.

La obra titulada Trinitarian Dogmatics [Dogmática trinitaria] del teólogo D. Glenn Butner, una introducción a la doctrina de la Trinidad, es una guía útil para tal estudio. Su enfoque sobre el Filioque es como el de muchos otros temas trinitarios que aborda: ecuménico, justo y matizado. El autor separa aquellas convicciones no negociables de aquellas que brindan la oportunidad de crear puentes, y demuestra por qué ha llegado el momento propicio de sopesarlos y reflexionar sobre ellos con una mirada crítica.

Del interior al exterior

A diferencia de muchas introducciones a la Trinidad, cuya presentación se organiza según temas históricos o bíblicos, el enfoque de Butner es sistemático. En otras palabras, pasa de un concepto —o «locus dogmático»— a otro, cada uno de ellos basado en el anterior. De este modo, el lector es incentivado a estudiar el libro de principio a fin. La interdependencia de esta forma de presentación se ajusta a las verdades que trata de iluminar porque, en última instancia, ningún aspecto de la Trinidad puede comprenderse de forma aislada.

Por ejemplo, si pasamos directamente al capítulo 7, que trata de las «Operaciones inseparables», o de cómo las personas de la divinidad actúan en armonía, no tendrá sentido si no se comprende bien la pericoresis (cómo cada persona habita plenamente en las otras), que se trata en el capítulo 5. Para poder examinar de forma productiva el modo de actuar de las personas divinas, hay que considerar primero la naturaleza de su interrelación. Este tipo de razonamiento influye considerablemente en la estructura del libro de Butner.

Comenzando con la doctrina de la consustancialidad (que afirma que el Padre, el Hijo y el Espíritu comparten la misma sustancia), y trabajando a lo largo de los capítulos sobre temas como las procesiones, relaciones y operaciones divinas, la progresión temática de Butner culmina con una discusión sobre cómo tenemos comunión con la Trinidad. Mientras que los cinco primeros capítulos tratan de la vida interior de Dios, los tres últimos se refieren a cómo actúa y se revela en el mundo. El libro fluye de lo interior a lo exterior, brotando de los pliegues de la vida interior de Dios y trazando su intersección con la vida cristiana.

Los cinco primeros capítulos aluden a las conexiones entre los dogmas trinitarios y asuntos específicos del culto y la espiritualidad. Por ejemplo, al final de «Consustancialidad», el primer capítulo, Butner cuestiona el método predominante de culto dominical, que a menudo dirige «las oraciones, los himnos, la liturgia y los ritos» a una sola persona de la Trinidad, una práctica que considera «un rechazo tácito de la consustancialidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo». Cuando adoramos al Padre, debemos reconocer que también estamos adorando al Hijo y al Espíritu.

Además, cuando analiza la pericoresis, Butner sostiene que esta «revela la forma fundamentalmente trinitaria de la salvación». Puesto que no somos iguales a Cristo, nuestra unión con Él no es la misma que la relación interna de la Trinidad. Pero esta última sigue dando forma a la primera. Al estar unidos a Cristo, escribe Butner, «los cristianos comparten en cierto sentido la vida de la Trinidad», un hecho que subraya la importancia de examinar y determinar la vida interior de Dios.

Diálogo a lo largo de la historia

La organización sistemática de los conceptos le permite a Butner crear un diálogo que recorre la historia. No discrimina en función de sus propias posturas o convicciones, sino que conversa con teólogos de todas las épocas y tradiciones, aprovechando lo mejor de cada uno de ellos para construir análisis exhaustivos.

Por ejemplo, Butner desarrolla una sólida comprensión de las operaciones inseparables de la Trinidad dialogando con los padres de la Iglesia (Tertuliano, Gregorio de Nisa), pensadores medievales (Aquino, Buenaventura) y teólogos contemporáneos (Catherine LaCugna, Adonis Vidu), por citar solo algunos ejemplos. Al hacer esto, corrobora su afirmación de que la intención de la obra es estar «al servicio del importante objetivo de la unidad de los cristianos».

Para ello, Butner incorpora estratégicamente voces de ubicaciones culturales diferentes a la suya. Sin embargo, no incurre en el simbolismo (como es demasiado común en los entornos académicos). Por el contrario, reconoce que «no hay una voz universal y singular de las mujeres hispanas, de los cristianos africanos o de los pobres». De esta manera, cede la palabra a otros teólogos para que hablen de sus distintas culturas cuando es pertinente y útil.

Esto puede verse en su forma de abordar las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo. Butner explica la situación que el teólogo keniano James Henry Owino Kombo identificó en los contextos africanos, donde muchos de los que oyen hablar por primera vez de la Trinidad asumen que el Hijo y el Espíritu son de alguna manera deidades menores. La solución que propone Kombo es elevar el lenguaje del Hijo y del Espíritu de manera que exprese abiertamente su singularidad con Dios Padre. Hacer esto, reconoce Butner, provocaría una especie de «choque cultural» acorde con la magnitud de este misterio.

Según Butner, este tipo de choque cultural es necesario para ponderar las misiones divinas. Las misiones del Hijo y del Espíritu no son fundamentalmente menores que la obra del Padre. Por el contrario, escribe Butner, las misiones divinas son «la plenitud del Dios infinito… y simple» que se manifiesta «en las personas del Hijo y del Espíritu dentro del mundo… finito». Esta paradoja resulta chocante y extraña para nuestras mentes sujetas al tiempo.

La obra de Butner se nutre de una plétora y diversidad de teólogos, pero también de su interacción con las Escrituras. Identifica dos principios básicos para su método teológico: el principio de inspiración —que la Escritura «participa del conocimiento de Dios por inspiración», y el principio canónico —que solo ella es «plenamente normativa en teología». Debido a la gran importancia que le da a las Escrituras, Butner se basa en todo el canon.

Butner está de acuerdo con Karl Barth en que Dios es el revelador de su propia revelación, pero sostiene que esta autorrevelación no comenzó con la vida de Cristo. Más bien, ha estado ocurriendo desde los albores del tiempo, y para comprender su culminación en Cristo es necesario considerar el contexto del Antiguo Testamento. Debido a esta presuposición, Butner encuentra constantemente fundamento para la doctrina trinitaria en la historia, la poesía y la profecía del Antiguo Testamento.

Santificante y extenuante

El enfoque de Butner es dialéctico en dos sentidos: dialoga constantemente con puntos de vista opuestos, y a su vez alterna entre la discusión de la trinidad de Dios y su unidad.

En cuanto al primer sentido, Butner siempre parte del análisis de respuestas erróneas para llegar a las ortodoxas. Este enfoque es importante porque, como señala Carl Trueman: «La herejía suele ser bastante sofisticada, tiene de hecho un significado y debe ser tomado muy en serio». Tomar en serio la herejía es tomar en serio la ortodoxia. Las dos están en constante diálogo, y para comprender cualquiera de ellas es necesario involucrarlas por igual. Butner logra hacer esto bien.

En cuanto al segundo sentido, mientras que otras introducciones a la Trinidad tratan al Padre, al Hijo y al Espíritu en capítulos separados, Butner siempre los trata juntos, destacando su pluralidad o su unidad (o ambas). Por ejemplo, pasa de hablar de la consustancialidad (unidad) a las procesiones (trinidad), de la simplicidad (unidad) a las personas y relaciones (trinidad), y así sucesivamente. Tal vez el mayor desafío al hablar de la Trinidad sea el de enfatizar la trinidad y la unidad de Dios de forma simultánea. Alternando entre ambas, Butner aborda este reto con eficacia.

Una de las cosas más impresionantes de esta introducción puede también ser un obstáculo: su relativa brevedad. Este libro es compacto. Aunque esto hace que su lectura sea mucho menos intimidante, la densidad de su contenido por sí sola puede resultar abrumadora o desconcertante. Butner avanza a un ritmo muy rápido. Si se diera un poco de espacio a los contenidos, por así decirlo, se crearía un espacio para ilustraciones más sólidas de cómo la Trinidad se cruza con asuntos litúrgicos y espirituales en la práctica. Aunque Butner sí aborda estas intersecciones a lo largo del libro, sobre todo en el último capítulo, se agradecería si hubiera más pausas para dedicarles atención con mayor detalle.

Trinitarian Dogmatics es un libro instructivo no solo para cuestiones teológicas, sino también para nuestra práctica de alabanza y adoración. Su lectura es un ejercicio santificador y extenuante a la vez, que proporciona un espacio para examinar los profundos misterios de la Trinidad y nuestras limitaciones para comprenderlos. Aunque está escrito con lenguaje comprensible para los que no son expertos en el tema, los que sí lo son también podrán apreciarlo como una fuente útil, ya que también se trata de un texto técnico. Esta obra será una bendición tanto para la academia como para la iglesia al promover un diálogo ecuménico más sólido, así como una adoración más reverente a nuestro Dios que es —misteriosa y magníficamente— tres en uno.

Noah R. Karger es estudiante de doctorado en el Seminario Teológico Gordon-Conwell y asistente de investigación en el Center for the Study of Global Christianity.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Algo falso y perverso se avecina

Si celebramos Halloween minimizando el mal, entonces perderemos la oportunidad de ver la verdadera oscuridad a través de la luz de Cristo.

Christianity Today November 1, 2022
Linda Raymond / Getty

El mes de octubre del año pasado, mi hijo de tres años se aficionó a las decoraciones de Halloween de nuestros vecinos. En nuestros frecuentes paseos para visitar al enorme gato inflable, atajé varias preguntas sobre otras decoraciones en los patios de nuestros vecinos. Pero cuando pasamos por una casa con lápidas de plástico y cadáveres que salían del suelo, no estaba segura de cómo responder a la pregunta: «Mamá, ¿qué significa eso?».

Otra madre compartió recientemente en Twitter que sus vecinos habían erigido un esqueleto de zombi de 8 pies de altura (2 m) que colgaba por el pie la figura de un niño aterrorizado. Y preguntó: «¿Qué tanto terror es demasiado en las decoraciones de Halloween?» [Los enlaces redirigen a contenido en inglés].

Yo comparto su pregunta. Pero detrás de ella hay otra pregunta importante que los cristianos deben hacerse: ¿Por qué hay tanta gente fascinada con el mal y la muerte?

Los estadounidenses gastan 10 000 millones de dólares al año en Halloween. En una cultura que suele ignorar la muerte y desestimar lo sobrenatural, esta celebración destaca como una descarga de presión. Una vez al año, expresamos nuestra necesidad reprimida de hablar de estas cosas.

Como demuestra un reciente artículo del New York Times titulado «Cómo vivir con un fantasma», nuestra obsesión anual con los muertos vivientes, lo paranormal y lo macabro revela nuestra creciente curiosidad por la muerte y nuestra creencia en el mal. Al reducir estos misterios a las decoraciones de nuestras casas y a los disfraces, intentamos domesticar y controlar nuestros miedos. Incluso los rituales más estridentes de Halloween pueden entenderse como religiosos, es decir, como un intento de responder a las preguntas que nos acechan.

Pero minimizar la oscuridad o «domesticarla» es una solución falsa tanto para los creyentes como para los incrédulos.

«Hay dos errores iguales y opuestos en los que puede caer nuestra raza con respecto a los demonios», escribió C. S. Lewis en su prefacio a Cartas del diablo a su sobrino. «Uno es no creer en su existencia. La otra es creer y sentir un interés excesivo y malsano por ellos».

En el Occidente moderno, la gente tiende a cometer ambos errores. Por un lado, reclaman haber sido iluminados al haber superado la religión supersticiosa de nuestros antepasados. Todo eso del mal y del infierno no era más que un alarmismo para infundir temor, dice la razón. Satanás no es real; es solo un producto de la imaginación medieval.

Sin embargo, por otro lado, hay pocos verdaderos materialistas entre nosotros. Incluso después de descartar las creencias religiosas de la generación anterior, tanto aquellos que afirman tener poca o ninguna experiencia con la iglesia, como aquellos que afirman no estar interesados en regresar a la misma, buscan satisfacer un hambre religiosa que perdura. A menudo lo hacen a través del mismo canal que el cristianismo histórico ha considerado prohibido: la actividad oculta.

«Los sacerdotes [católicos] están respondiendo a más peticiones que nunca de ayuda con casos de posesión demoníaca», escribe Mike Mariani en un artículo de portada para The Atlantic titulado «Exorcismo americano».

Cita a Carlos Eire, historiador de Yale: «A medida que la participación de la gente en el cristianismo ortodoxo disminuye, siempre ha habido un aumento en el interés por lo oculto y lo demoníaco», lo que provoca un «hambre de contacto con lo sobrenatural».

Esta ansia de contacto con lo sobrenatural se manifiesta plenamente durante Halloween. Sin embargo, suele ir acompañada de una insistencia en que nuestra fijación con los poderes de la oscuridad «es solo por diversión». El resultado es una extraña especie de terapia de juego: la gente representa las historias que más teme con la esperanza de demostrarse a sí misma que es soberana sobre esas narrativas.

El problema, por supuesto, es que el mal no se puede domesticar. Ninguna terapia de exposición o «experiencia espiritual» nos dará poder sobre la oscuridad y la muerte.

Según la tradición cristiana, eso es una mala y una buena noticia. La mala noticia es que nuestros miedos —por muy subconscientes que sean, por muy ficticios que parezcan— son reales. La muerte viene por todos nosotros, y no es nuestra amiga. La Biblia afirma que tenemos un enemigo que busca robar, matar y destruir (Juan 10:10).

La buena noticia es que no tenemos que enfrentarnos a estos miedos con nuestras propias fuerzas. El cristianismo histórico respeta el poder del mal y de la muerte sin acobardarse ante él. Renunciamos a Satanás y a su obra y ponemos nuestra fe en Aquel que conquistó la muerte con su resurrección.

Para los cristianos en la temporada de Halloween, esto significa dos cosas.

En primer lugar, no debemos avergonzar a la gente por su curiosidad —incluso su interés— por el mal. Podemos afirmar el instinto profundamente humano de reconocer las realidades espirituales, por muy triviales que se presenten. Validar ese instinto no es lo mismo que estar de acuerdo o participar en todas las prácticas culturales que rodean a Halloween. (No me encantan las decoraciones de zombis en los patios).

Pero en lugar de descartarla por completo, los cristianos podemos buscar formas en que nuestra fe dé un lenguaje a la intuición humana sobre la oscuridad animada.

En un ensayo titulado «Something Evil This Way Comes», Fleming Rutledge cita el libro de Andrew Delbanco, profesor de la Universidad de Columbia, The Death of Satan [La muerte de Satán]: «Nuestra cultura está ahora en crisis porque el mal sigue siendo una experiencia ineludible para todos nosotros [y sin embargo hemos perdido nuestro] lenguaje simbólico para describirlo».

Rutledge responde argumentando que «los cristianos siguen teniendo ese lenguaje simbólico para el mal, y es el mejor y más sólido relato del mal que existe».

El cristianismo responde a las preguntas que el Halloween plantea.

En segundo lugar, los cristianos somos llamados a dar testimonio de la luz que nunca será vencida por las tinieblas (Juan 1:5). Nuestro poder intelectual y moral colectivo no es suficiente para controlar el mal; ni siquiera para detener a su doncella, la muerte. Por mucho que lo intentemos, seguimos siendo vulnerables.

Morimos, y también nuestros seres queridos mueren y se pierden para nosotros. La esperanza cristiana no suaviza nada de esto. Disminuimos el evangelio cuando minimizamos el mal y lo calificamos de impotente, o cuando describimos la muerte como una «graduación» hacia el cielo. Por el contrario, nuestra esperanza reside en Aquel que ha vencido estas cosas en su propio cuerpo y que un día las destruirá para siempre.

San Patricio fue un misionero en Irlanda durante una época muy oscura de su historia. La famosa oración que se le atribuye, «La coraza de San Patricio», describe el mal con valentía: los demonios, los conjuros, la idolatría, los hechizos de las brujas, «todo poder cruel y despiadado que pueda oponerse a mi cuerpo y a mi alma».

Sin embargo, el centro de la oración no es la descripción de la oscuridad. El énfasis rotundo de Patricio está en la coraza que le protege:

Cristo conmigo,
Cristo delante de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo por encima de mí.

La esperanza cristiana nombra la oscuridad, pero se aferra a la luz. Nuestra fe se fortalece cuando nos enfrentamos a la gravedad de la muerte y abrazamos nuestra necesidad de ser rescatados del mal.

De este modo, permanecemos conectados a los que han muerto, no a través de sesiones de espiritismo o de la caza de fantasmas, sino a través de una pertenencia compartida a Cristo. En Él, incluso hay esperanza en nuestro lamento, ya que anticipamos la resurrección.

Como creyentes, aprendemos a orar en la oscuridad. Históricamente, al menos, la Iglesia ha orado en la penumbra de la mañana de Pascua. Cuando el resto del mundo duerme y el sol está a punto de asomar por el horizonte, decimos juntos: «¡La luz de Cristo! Gracias a Dios».

Hannah King es sacerdote y escritora de la Iglesia Anglicana de Norteamérica, y pastora asociada de la Iglesia Village en Greenville, Carolina del Sur.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Tras los ‘boomers’, nuevos líderes traen nueva vida a Vineyard

La próxima generación de pastores carismáticos no busca autoridad, sino colaboración. Y comunidades dispuestas a seguir al Espíritu Santo.

Christianity Today November 1, 2022
Kevin Penczak

Muchas iglesias pasan por un escenario de cambio cuando llega un nuevo pastor principal. Pero Ted Kim realmente quería cambiar el escenario.

El nuevo líder de la iglesia Vineyard en Evanston, Illinois, un suburbio al norte de Chicago, quería deshacerse del mismo: quería eliminar del todo el escenario. En vez de una plataforma en alto en el frente, él quería poner el escenario en medio del santuario, con los asientos colocados en círculo alrededor, para que los asistentes se pudieran ver unos a otros y pudieran tener más interacción unos con otros durante la adoración y el servicio. El escenario también sería más bajo, de apenas unos pocos centímetros de altura, para reducir la elevación del ministro y la iconografía de su autoridad y poder.

Él llevaba mucho tiempo pensando en ello: cómo reorganizar la iglesia. Esta idea vino a su mente en varias ocasiones. Primero, cuando era niño, mientras crecía en la congregación presbiteriana coreana que sus padres inmigrantes amaban; después, como estudiante universitario en Nueva York, cuando experimentó por primera vez la alabanza carismática; más tarde en Chicago, en el seminario, cuando comenzó a ser discipulado por el pastor de Vineyard en Evanston; y, finalmente, cuando lo llamaron a liderar esa iglesia en 2019.

Kim se preguntaba: ¿Qué pasaría si una iglesia se organizara en torno a la belleza del Señor? ¿Cómo debería lucir una iglesia dispuesta a un nuevo movimiento del Espíritu para una nueva generación?

Así que, cuando tuvo la oportunidad de hacer cambios en Evanston, tuvo una visión atrevida de lo que podía hacer. Era la clase de visión atrevida que Vineyard, una denominación carismática que comenzó a mediados de los años 1970 en el sur de California, ha celebrado desde hace mucho tiempo. Entre la gente del movimiento se cuentan historias acerca de líderes que no esperaron aprobación, no exigieron un estudio, no formaron un comité ni se dejaron certificar por la tradición o por el «cómo se hacen las cosas». Solamente escucharon al Espíritu Santo e hicieron cosas.

Así que lo siguiente que hizo Kim fue sorprendente. No hizo nada.

Bueno, no nada. Oró. Y entonces, después de semanas o quizá meses de oración, empezó a preguntar a la gente lo que pensaba acerca de la organización del espacio del santuario. ¿De qué manera influía la adoración y el servicio? ¿Cómo conformaba la comunidad cristiana y la espiritualidad de la gente? Le preguntó a la gente qué otras formas de alabanza habían experimentado y qué pensaban de ellas. ¿Cómo podrían verse los servicios en Vineyard Evanston?

El pastor Ted Kim en la iglesia Vineyard en Evanston.Kevin Penczak
El pastor Ted Kim en la iglesia Vineyard en Evanston.

Una transformación está llegando a Vineyard. Más del diez por ciento de las 545 iglesias de la denominación han pasado por una transición de liderazgo durante el último año, según los registros oficiales. Y más de un tercio de sus ministros principales tienen más de 60 años, y van de camino a la jubilación. La generación fundadora está comenzando a entregar el ministerio, una iglesia a la vez.

De hecho, este cambio está sucediendo en todo el evangelicalismo estadounidense. Los baby boomers se están retirando. Fueron una generación grande que ejerció mucha influencia sobre el evangelicalismo y, desde un punto de vista más amplio, sobre los diversos enfoques de cómo hacer iglesia en Estados Unidos. Sin embargo, las instituciones que ellos construyeron, las iglesias que plantaron e hicieron crecer, y los ministerios que lanzaron, se están traspasando a miembros de la generación X y a la generación del milenio.

«Puede que sea bueno, malo o raro, pero está ocurriendo», dijo Jay Pathak, el director nacional de Vineyard, un miembro de la generación X que tomó el liderazgo de la organización en enero de 2022.

El cambio generacional sucede tan despacio que puede ser difícil de ver. El pastor de una megaiglesia anuncia la búsqueda de un sucesor, un ministro televisivo se retira, un cristiano prominente fallece, sin embargo, la imagen más grande de cómo van a ser las cosas no es del todo clara.

En Vineyard, sin embargo, los cambios más amplios se han vuelto muy visibles. Puesto que el movimiento comenzó en la década de 1970 y creció rápidamente en la de los 80, ha sido definido, conformado y pastoreado por la generación que nació después de la Segunda Guerra Mundial y que llegó a la mayoría de edad en los turbulentos años 60. Muchos pastores del movimiento plantaron sus propias iglesias y se quedaron en ellas durante toda su carrera. Ahora están saliendo prácticamente todos a la vez.

Los nuevos líderes son más jóvenes, por supuesto, pero también son más diversos. Hay más mujeres y minorías. Y piensan en el liderazgo de manera muy diferente.

Están más comprometidos con la colaboración, más interesados en el consenso e invierten más en los equipos. Van despacio. Escuchan mucho. Comparados con sus predecesores, están menos centrados en tomar decisiones y en ser decididos. Piensan que ser un buen líder significa manejar la ansiedad y soportarla a fin de dejar espacio para que la comunidad cristiana discierna el liderazgo del Espíritu Santo.

«Los boomers casi siempre preguntaban: ¿Cómo consigo un espacio grande donde pueda mostrar mi fuerza y hacer mis cosas?», dice Pathak. «Mientras que, cuanto más joven es un líder ahora mismo, más quiere trabajar en equipo. Quieren usar sus dones para algo mayor. (…) Creo que se parece al reino de Dios: sometidos unos a otros por la misión y por lo que Dios quiere que hagamos. Creo que eso es lo que Dios nos está mandando a hacer, y nos está dando la gracia para hacerlo».

Es imposible tener certeza acerca de lo que esta nueva generación de líderes traerá para la iglesia local en Evanston, para Vineyard, o para el evangelicalismo a gran escala. Sin embargo, mientras los cristianos de todo el país han venido enfrentando abusos de poder históricos y mientras los nuevos pastores dan los primeros pasos para hacer los primeros cambios, hay señales de que el cambio generacional podría traer lo que los pentecostales a veces han llamado «una lluvia nueva».

Cuando Steve Nicholson y algunos amigos comenzaron la iglesia de Evanston en 1976, tenían una visión bastante clara. Quería una iglesia en la que pudieran quedarse. En gran parte eso significaba tener guitarras en la alabanza y que todos llevaran jeans.

«Alcanzamos nuestra visión el primer domingo», dice Nicholson. «Realmente no pensamos más allá de eso».

Sin embargo, se unieron a Vineyard años después, y se convirtieron en una congregación que se definía por su disposición a decir que sí al Espíritu. Eso significó hacer un servicio abierto a la profecía, la sanidad o a la bendición de Toronto [enlaces en inglés], y ser la clase de iglesia que empezaba nuevos ministerios en un solo día. No obstante, la manera de funcionar de la iglesia era que Nicholson dijera que sí, y que después el resto del equipo y de la congregación averiguara cómo se podía llevar eso a la práctica.

Una vez, por ejemplo, alguien llamó a la iglesia y preguntó por el horario del servicio en español. No tenían uno. Después otra persona llamó, y después otra, y otra, todo en una misma semana, y Nicholson dijo que pensaba que Dios estaba tratando de decirles que comenzaran un servicio en español. Y así lo hicieron. Nicholson no recuerda exactamente cómo lo consiguieron logísticamente, pero fue él quien dijo que sí al nuevo ministerio.

Rich Nathan, el pastor fundador de Vineyard Columbus, la iglesia más grande del movimiento, trabajaba de manera muy similar. Él decía que todos los ministros de su generación querían comenzar algo nuevo y pensaban que era importante que fueran ellos quienes dieran el disparo de arranque.

«Había un espíritu emprendedor. Un poco de rebelión hippie», dice Nathan. «Nadie te miraba por encima del hombro. Nadie te decía lo que tenías que hacer. Y para los boomers era como: ¿por qué no querrías comenzar algo nuevo?».

El enfoque produjo un gran número de éxitos. Las iglesias crecían. Las iglesias se multiplicaban. Brotaban en lugares y comunidades donde nadie antes se lo hubiera esperado.

Pero acabó quedando claro —para algunos más pronto, para otros más tarde— que el liderazgo de los hombres carismáticos que podían ser muy decididos también tenía sus costos. Demasiados líderes amaban el poder, y aunque siempre hablaban de sus métodos de liderazgo en términos de cuán efectivos eran para el reino, hubo abusos, malos usos y feos intentos por proteger esa autoridad sin importar a quién se hiciera daño.

Sin embargo, incluso cuando ese enfoque no cayó en el abuso, no era bueno para las congregaciones. A demasiados cristianos se les enseñó a verse a sí mismos, no como coherederos y plenos participantes de la obra de la iglesia, sino como gente que se sentaba en un banco los domingos. La gente ponía su confianza en la visión del líder.

Jim Herrington, coautor de The Leader’s Journey [El viaje del líder] y coach que ha trabajado con muchos pastores evangélicos jóvenes, defiende que el modelo de «comando y control» es una manera de manejar la ansiedad, ya que brinda tranquilidad y certeza saber que hay alguien claramente al mando.

«Realmente reduce la ansiedad, pero no hace buenos discípulos», dice Herrington. «Los pastores con los que trabajo están regresando a la idea que dice: “Mi trabajo es formar a la gente para el ministerio. Mi trabajo no es hacer ministerio”. Es un gran cambio desde el “Yo soy la persona indicada” al “Estoy aquí para formarte”. Es el trabajo de una generación».

En Evanston, cuando Nicholson comenzó el proceso de pasarle la iglesia a Kim, sabía que la iglesia tenía un problema de discipulado. Estaba orgulloso del modo en que había crecido la iglesia con los años y orgulloso de todo el trabajo que habían hecho plantando iglesias. Según sus cálculos, Vineyard Evanston tuvo entre 600 y 700 iglesias «nietas». Pero el fruto de la cosecha, en su opinión, era mixto.

«Mi generación tenía esta idea en los años 70 de que si podíamos hacer que la iglesia fuera fácil, que hacerse cristiano fuera fácil, podríamos conseguir que mucha más gente dijera que sí a Jesús», dijo Nicholson. «Y tuvimos mucho éxito. Decir “Ven tal como eres” tuvo muchísimo éxito. Pero nunca debió significar “Quédate tal como eres”. No formamos a la gente. Se hizo demasiado sencillo y se convirtieron en consumidores de la iglesia. Necesitamos repensar el discipulado».

Le dijo a Kim que no sabía qué necesitaría hacer la iglesia para cambiar, pero que necesitaba hacerlo. El éxito de Kim no se podría medir solamente por su capacidad para mantener las cosas funcionando como hasta el momento. Cuando entraron en el periodo de transición (y la pandemia), Kim necesitaba pensar en algo más grande y atrevido que simplemente «continuar».

El pastor Ted de la iglesia Vineyard de Evanston va a su trabajo en su escúter eléctrico.Kevin Penczak
El pastor Ted de la iglesia Vineyard de Evanston va a su trabajo en su escúter eléctrico.

En Vineyard of Hope, a las afueras de Los Ángeles, en Walnut, California, el pastor Kenneth Kwan le hizo el mismo encargo a Dennis Liu cuando comenzó el proceso de transición del liderazgo de la iglesia hace seis años.

Kwan comenzó la iglesia en chino en 1986. Todavía puede recordar lo poderoso que era ver al Espíritu Santo tocar a los inmigrantes chinos y cómo se sobrecogían al sentir el amor de Dios.

«Algunos lloraban», dice Kwan. «Y entonces no querían regresar a la iglesia. Era demasiado vergonzoso. Lloraban cada vez».

Para los que superaron la vergüenza, la congregación se convirtió en un hogar espiritual y un oasis de cultura china mientras se ajustaban a vivir en Estados Unidos, encontraban trabajo y sacaban adelante a sus familias. Con los años, sin embargo, a Kwan le preocupaba la capacidad de la congregación de llegar a ser un hogar para la siguiente generación. Muchos de la segunda generación ven las iglesias chinas como lugares de herencia cultural, dice él, importantes para sus padres, pero no muy relevantes para sus vidas en Estados Unidos.

Así que Kwan le dijo a Liu que la iglesia necesitaría un pastor principal que hablara inglés y tener servicios en inglés. No sabía qué otros cambios tendría que hacer Liu, pero le encargó averiguarlo.

Los cambios que hizo sorprendieron a la congregación. Liu provocó una controversia inesperada cuando intentó reducir su propia autoridad e implicó a más personas (y a más jóvenes) en las decisiones. Para algunos de la iglesia, él no está siendo tan claro y decidido como un pastor debería ser.

Kwan, aunque admite que también se sorprendió, respaldó a Liu. Ha instado a los miembros mayores de la congregación a confiar en Liu a pesar de su ansiedad.

«Pensaba que el lenguaje iba a ser la principal barrera entre los dos grupos; sin embargo, he descubierto que no solo es el lenguaje», dice Kwan. «Deberíamos estar capacitando a la generación más joven. Es muy diferente para nosotros. Es un cambio difícil de aceptar».

Julia Pickerill ha enfrentado desafíos similares ahora que ella y su marido Eric han asumido el liderazgo de Vineyard Columbus, reemplazando a Rich Nathan. Su primer paso fue reestructurar el proceso de toma de decisiones. Querían implicar a más personas, hacer los equipos más inclusivos y diversos, pero también más lentos, más deliberativos.

Algunas de las personas de la iglesia se han frustrado con lo deliberativos que se han vuelto. Algunos han acusado a los nuevos pastores de ser demasiado cautelosos, reacios al riesgo y no suficientemente valientes para liderar una megaiglesia de la tradición de Vineyard, donde los líderes simplemente hacen las cosas.

Pero Julia Pickerill no lo ve así. Para ella, parece ser un problema de discipulado.

«A menudo siento que la gente solamente quiere que les diga lo que tienen que hacer», dijo. «Tenemos iglesias llenas de personas que están dispuestas a que se les diga qué hacer. Yo estoy mucho más interesada en personas que hagan el trabajo y lidien con lo que significa parecerse a Cristo. Qué es lo que la fe, la esperanza y el amor les están llamando a hacer».

Como líder, ella y Eric también están muy preocupados por el poder. Ellos respetan mucho a Nathan y consideran su humildad como un ejemplo que desean emular. Pero el registro de líderes caídos y abusivos, tanto en Vineyard como en el evangelicalismo en general, también los está apartando de la idea de que el pastor principal deba ser el que decida.

«Parte de todo esto también es muy intuitivo para mi generación», dice Pickerill. «Para nosotros hay cosas que son sospechosas: demasiada autoridad en un espacio que se basa en el carácter de una sola persona».

La pastora Julia Pickerill predicando en Vineyard Columbus.Sam Fahmi / Cortesía de Vineyard Columbus
La pastora Julia Pickerill predicando en Vineyard Columbus.

Desde la transición, Vineyard Columbus ha virado hacia un modelo de predicación en equipo, para que la congregación no solo escuche de parte de un líder espiritual, sino de una diversidad de voces. Las decisiones son colaborativas e implican más consenso.

Los Pickerill también hablan de reducir el énfasis en el tamaño de la iglesia y en medir el crecimiento, y desarrollar otras maneras de medir la salud espiritual. Quieren hacer de la formación espiritual una prioridad.

«Si todo lo que te preocupa es la asistencia, es fácil. Eso te lo puedo conseguir», dice Julia Pickerill. «Pero ¿cómo funciona la formación cristiana en un mundo en el que la gente consume tanto contenido, y más si eso es contrario a la ética cristiana, contrario a la paciencia, al dominio propio, a la fe, la esperanza y el amor?».

Sin duda, habrá presión para reafirmar la autoridad y regresar a un modelo de liderazgo de comando y control, pero los Pickerill creen que su trabajo como líderes es resistirse a ese modelo. Se esforzarán para controlar la ansiedad, para aceptarla y ayudar a la congregación a aceptarla. Quieren desarrollar maneras de discipular a la iglesia para seguir a Cristo a través de la ansiedad.

Como le gusta decir a Kim: «La formación es misión».

Vineyard va a ser diferente a lo que era. Una nueva generación de líderes está estableciendo un escenario de cambio, y en Evanston, ya cambiaron el escenario.

La iglesia decidió, después de un proceso de debate y consideración de las preguntas del nuevo pastor, contratar a un equipo de construcción para derribar la vieja plataforma. Sucedió durante la pandemia. Para cuando regresaron a las reuniones presenciales, el escenario era redondo, estaba en el centro de la sala y más cerca del suelo.

«Me pareció que era genial», dice Kim. «Hicimos que fuera un espacio realmente bello, y era una fuerte pista visual de que una transición estaba teniendo lugar, de que estaba ocurriendo un cambio. Y el espacio le dice a las personas: “Tú eres parte de esto”».

Por supuesto, Kim no quiere tener un rompimiento total con la historia de la iglesia. La fidelidad cristiana, piensa, no copia el pasado, pero tampoco lo abandona. El futuro de la iglesia debería rimar con lo que ha venido antes.

En Evanston, él quiere que Vineyard se convierta en una versión más completa de lo que era, una iglesia conocida por decir que sí al Espíritu Santo.

Pero espera que no solamente sea él diciendo que sí. Quiere que ese sí venga de una congregación empoderada, formada espiritualmente por personas que oran, escuchan y están orientadas alrededor de la belleza del Señor. Él quiere más colaboración. Más consenso. Que todos estén implicados aún más. Quiere ser parte de una comunidad creciente de seguidores de Cristo que tomen a Jesús como un ejemplo del manejo de la ansiedad.

No ha anunciado más cambios ni ha establecido ningún plan atrevido para ejecutar esta visión. Pero no es así como Kim u otros ministros de su generación de pastores de Vineyard lideran. Por el contrario, él hace preguntas.

¿Cómo sería, pregunta, tener un equipo sano de ministros y de empleados que no terminen con síndrome de agotamiento, que no se vuelvan abusivos y que no dejen de estar enamorados de Jesús?

¿Cómo sería el liderazgo de la iglesia si el Espíritu Santo fuera derramado, como en Hechos 2, sobre hijos e hijas, jóvenes y ancianos, sobre los siervos y sobre todo el mundo?

¿Cómo sería, se pregunta Kim, si el pueblo de Dios floreciera?

Daniel Silliman es editor de noticias para Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Lo más peligroso que hizo Lutero

Y otros hechos sobre la traducción de la Biblia que transformaron el mundo.

Christianity Today October 31, 2022
Sean Gallup / Getty Images

En los comienzos de la Reforma, la principal Biblia disponible era la Vulgata, la Biblia que Jerónimo había producido originalmente en latín en el año 380 d.C. Sin embargo, para la época de la Reforma había sufrido significativas corrupciones en su contenido. Incluía una traducción del Antiguo Testamento hebreo y del Nuevo Testamento griego, además de los libros Tobit, Judit, Sabiduría de Salomón, Sirácida, Baruc, algunas adiciones al Libro de Daniel y 1 y 2 de Macabeos.

La Biblia no era un libro con el que el público general estuviera familiarizado. No era un libro que la mayoría de los individuos o familias pudieran poseer en sus hogares. Había Biblias de púlpito —normalmente encadenadas al púlpito—, había manuscritos de Biblias en los monasterios, y había Biblias que poseían los reyes y miembros de la élite social. Pero la Biblia no era un libro que el pueblo pudiera poseer.

Más aún, era muy poco común encontrar una Biblia escrita en la lengua del pueblo. En la época de Lutero existían varias traducciones al alemán y una versión francesa publicada en 1473. Pero la Biblia en latín seguía siendo, por mucho, la principal disponible. La élite social que tenía acceso a una alta educación podía leer en latín, pero el residente promedio de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia o España solo conocía algunas palabras y frases en latín por lo que escuchaba en la misa. Y, de hecho, a menudo confundían lo poco que sabían. Si quiere hacerse una idea de la pobreza de la alfabetización bíblica en el público general en esta época, lea los Cuentos de Canterbury de Chaucer, escritos entre 1387 y 1400 en inglés medio. En los relatos de Chaucer abundan las confusiones y malentendidos sobre la Biblia.

La Vulgata latina fue la Biblia que Lutero estudió primero; sin embargo, pronto se dio cuenta de sus deficiencias a medida que profundizaba en el texto griego e iba descubriendo sus revolucionarias ideas. Esto llevó a Lutero a darse cuenta de algo más: si debía producirse un cambio verdadero, este no se conseguiría por medio del debate teológico exclusivo entre almas eruditas. La Biblia debía estar disponible en la lengua vernácula (en este caso, el alemán) y tenía que estar ampliamente disponible. Por esta razón, a mi parecer, lo más peligroso que Lutero hizo no fue clavar las 95 tesis en una puerta: fue traducir la Biblia al alemán común y fomentar su amplia difusión.

La «herejía» de Lutero

Para el año 1522, Lutero ya había traducido el Nuevo Testamento, y para 1534 ya había terminado la traducción de la Biblia completa, que incluía lo que hoy conocemos como libros apócrifos (aquellos libros adicionales del periodo intertestamentario del judaísmo). Lutero siguió revisando el texto hasta sus últimos años, puesto que era consciente de la magnitud del cambio que representaría esta Biblia traducida.

Lutero no tradujo la Biblia directamente de la Vulgata latina, y esto, para algunos, equivalía a una herejía. Lutero había aprendido griego de la manera habitual, en la escuela de latín de Magdeburgo, por lo que podía traducir obras griegas al latín. Existen historias, probablemente ciertas, de que Lutero hizo incursiones en las ciudades y pueblos cercanos solo para escuchar a la gente hablar a fin de que su traducción, en particular la del Nuevo Testamento, fuera lo más cercana posible al uso común contemporáneo de la lengua. Esta Biblia no sería de ni para la élite.

Philip Schaff, el gran historiador de la Iglesia, opinó: «El fruto más rico del ocio de Lutero en el [castillo] de Wartburg, y la obra más importante y útil de toda su vida, es la traducción del Nuevo Testamento, a través de la cual llevó la enseñanza y el ejemplo de Cristo y los apóstoles a las mentes y los corazones de los alemanes de forma vívida y real. (…) Hizo de la Biblia el libro del pueblo en la iglesia, la escuela y el hogar».

Este acto de Lutero abrió la caja de Pandora en lo que respecta a las traducciones de la Biblia, y no hubo manera de cerrar la caja desde entonces. No hace falta decir que esto preocupó a los funcionarios de la iglesia de cualquier jerarquía porque esto significó que ya no tendrían un control estricto sobre la Palabra de Dios.

Precursores y seguidores

Sin embargo, muy poca gente ha hablado lo suficiente de aquellos que precedieron a Lutero en el esfuerzo de traducir la Biblia a la lengua vernácula. Por ejemplo, el equipo de John Wycliffe precedió a Lutero en unos 140 años con la traducción de la Biblia al inglés medio entre 1382 y 1395. Asimismo, Wycliffe no fue el único responsable de aquella traducción: se sabe que otros, como Nicolas de Hereford, produjeron parte de la traducción. La diferencia entre el trabajo del equipo de Wycliffe y el de Lutero es que no contó con crítica textual, ya que el equipo de Wycliffe había trabajado directamente a partir de la Vulgata latina.

Además, Wycliffe no solo incluyó lo que hoy conocemos como libros apócrifos, sino también 2 Esdras y la Epístola a los Laodicenses del siglo II.

Tal como sucedería con los esfuerzos de Lutero, la obra de Wycliffe no fue autorizada por ninguna autoridad eclesiástica o real, pero aun así se hizo enormemente popular. Y las consecuencias fueron graves. El rey Enrique IV y el arzobispo Thomas Arundel hicieron todo lo posible por suprimir la obra, y la Asamblea de Oxford de 1408 votó que no se podía realizar una nueva traducción de la Biblia sin una aprobación oficial. Sin embargo, Wycliffe había encendido una pequeña llama, y ya no sería posible apagar el fuego.

Quizá la historia más conmovedora de esta época sea la de William Tyndale. Tyndale vivió entre 1494 y 1536 y fue martirizado por haber traducido la Biblia al inglés. Tyndale, al igual que Lutero, tradujo directamente del hebreo y del griego, excepto (probablemente) para llevar a cabo referencias cruzadas y revisión. En realidad, solo terminó el Nuevo Testamento, y completó aproximadamente la mitad de su traducción del Antiguo Testamento antes de su muerte. Su obra fue la primera Biblia en inglés que fue producida en masa.

En un principio, Tyndale había solicitado permiso al obispo Tunstall de Londres para realizar esta obra, pero se le dijo que esto estaba prohibido, incluso que constituía una herejía, por lo que Tyndale viajó al continente para realizar el trabajo. Se imprimió una edición parcial en 1525 (solo tres años después de Lutero) en Colonia, Alemania, pero algunos espías delataron a Tyndale ante las autoridades e, irónicamente, huyó a Worms, la misma ciudad donde Lutero fue llevado ante una asamblea y juzgado. Desde aquella ciudad se publicó la edición completa del Nuevo Testamento de Tyndale en 1526.

Como el teólogo Alister McGrath señalaría más tarde, la versión del rey Jacobo (King James o KJV por sus siglas en inglés), también conocida como la «versión autorizada», de principios del siglo XVII (en varias ediciones, incluida la de 1611) no era una traducción original de la Biblia al inglés, sino una continuación bastante generalizada de la traducción de Tyndale con alguna ayuda de la Biblia de Ginebra y otras traducciones. Muchas de las frases memorables de la versión King James [como la versión inglesa de los siguientes versículos] —«con solo la piel de mis dientes» (Job 19:20), «¿soy yo acaso guarda de mi hermano?» (Génesis 4:9), «el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:41), «ley para sí mismos» (Romanos 2:14), entre otras—, son frases acuñadas por Tyndale [las citas en español fueron tomadas de la Reina Valera 1960]. Tenía un notable don para convertir porciones bíblicas en frases memorables.

Pero ni siquiera la versión autorizada King James Version fue la primera traducción autorizada de la Biblia al inglés. Esta distinción corresponde a la «Gran Biblia» de 1539, autorizada por el rey Enrique VIII. El rey quería que esta Biblia fuera leída en todas las iglesias anglicanas, y Miles Coverdale realizó la traducción. Coverdale se limitó a copiar la versión de Tyndale, eliminando algunas características objetables, y completó la traducción de Tyndale del Antiguo Testamento y también de los libros apócrifos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que Coverdale utilizó la Vulgata y la traducción de Lutero para hacer esta traducción, es decir, no utilizó el original en hebreo o en griego.

Por esta y otras razones, muchos de los movimientos protestantes que estaban surgiendo en el continente y en Gran Bretaña no estaban satisfechos con la Gran Biblia de Coverdale. En cambio, la Biblia de Ginebra tenía un lenguaje más vívido y vigoroso, y se hizo rápidamente más popular que la gran Biblia. Fue la Biblia elegida por William Shakespeare, Oliver Cromwell, John Bunyan, John Donne, y por los peregrinos cuando llegaron a Nueva Inglaterra. Fue esta Biblia, y no la King James Version, la que los acompañó en el barco Mayflower.

Por su parte, la Biblia de Ginebra se hizo popular no solo porque fue producida en masa para el público general, sino también porque tenía anotaciones, guías de estudio, referencias cruzadas con versículos relevantes en otras partes de la Biblia, e introducciones a cada libro que resumían su contenido, y contaba con mapas, tablas, ilustraciones e incluso índices. En resumen, fue la primera Biblia de estudio en inglés y, vale la pena destacar, precedió a la King James Version por medio siglo. No es de extrañar que, al ser una Biblia producida bajo los auspicios de la Biblia de Ginebra de Juan Calvino, sus notas fueran de contenido calvinista y de carácter disidente (en desacuerdo con la Iglesia de Inglaterra). Esa fue una de las razones por las que los reyes de Inglaterra produjeron «la versión autorizada». Necesitaban una Biblia que no cuestionara Dieu et mon droit (que significa «Dios y mi derecho», el lema del monarca que sugería su soberanía).

¿Qué pasa con los apócrifos?

Vale la pena destacar que la Biblia de Ginebra fue la primera cuya traducción al inglés del Antiguo Testamento fue hecha en su totalidad a partir del texto hebreo. Al igual que sus predecesoras, incluía los libros apócrifos. De hecho, la King James Version de 1611 también incluía los libros apócrifos, incluidos Susana, Bel y el Dragón (ambos añadidos a Daniel) y la Oración de Manasés.

En resumen, ninguna de las principales traducciones de la Biblia surgidas durante las Reformas alemana, suiza o inglesa produjeron una Biblia de solo 66 libros. Es cierto que más allá de los 66 libros, los otros siete (o más) eran considerados deuterocanónicos (de ahí el término apócrifo), pero aun así se consideraba que tenían cierta autoridad.

Entonces, ¿cuándo y dónde aparece la Biblia protestante de 66 libros? Esta práctica no se estandarizó sino hasta el año 1825, cuando la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera básicamente lanzó el guante al aire y dijo: «Estos 66 libros y solo estos». Pero esta no era la Biblia de Lutero, Calvino, Knox, o incluso de los Wesley, que utilizaban la versión autorizada. Los protestantes habían considerado durante mucho tiempo los libros adicionales como, en el mejor de los casos, deuterocanónicos. Algunos incluso los habían llamado «no canónicos», y había algunos precedentes de impresión de una Biblia que no contenía estos libros. Por ejemplo, había una edición minoritaria de la gran Biblia posterior a 1549 que no incluía los libros apócrifos, y una edición de 1575 de la Biblia del Obispo que también excluía estos libros. Las ediciones de 1599 y 1640 de la Biblia de Ginebra también los dejaron fuera. De cualquier modo, estos libros no habían sido considerados como canónicos por muchos protestantes.

El acto más influyente de Lutero

Lutero no podría haber imaginado en 1517 que su acto más influyente durante la Reforma alemana —el acto que transformaría innumerables vidas y impulsaría en mayor medida al movimiento protestante incipiente—, no serían sus comentarios sobre Gálatas o Romanos, ni sus tratados teológicos como «La esclavitud de la voluntad», ni su insistencia en la justificación por gracia y únicamente a través de la fe. En realidad, la mayor roca que lanzó al estanque eclesiástico, y que produjo no solo la mayor cantidad de ondas sino verdaderas olas, fue su producción de la Biblia de Lutero. No obstante, no fue un pionero solitario. Él y William Tyndale merecen el mismo reconocimiento como los verdaderos pioneros de la producción de traducciones de la Biblia desde la lengua original al lenguaje de la gente común, para que pudieran leerla, estudiarla, aprenderla y ser movidos y formados por ella. La Biblia del pueblo, por el pueblo y especialmente para el pueblo no había existido realmente antes de Lutero y Tyndale.

Hoy en día, por hablar solo del inglés, existen más de 900 traducciones o paráfrasis del Nuevo Testamento, ya sea completo o parcial. ¡Novecientas! Ninguno de los padres reformadores podría haber imaginado esto, ni tampoco podrían haber imaginado que muchas personas podrían tener Biblias no solo en los púlpitos y bancos en las iglesias, sino que también podrían tener sus propias Biblias en sus hogares. El genio que salió de la botella al principio de la Reforma alemana resultó ser el Espíritu Santo, quien hace nuevas todas las cosas. Esto incluye la aparición constante de traducciones nuevas de la Biblia, a medida que nos acercamos más y más al texto original inspirado del Antiguo y del Nuevo Testamento, y a medida que descubrimos más manuscritos, y realizamos el arduo trabajo de la crítica textual y producimos traducciones basadas en nuestros primeros y mejores testigos de los textos bíblicos en hebreo, arameo y griego.

Cuando se produjo la Biblia de Lutero, basada en el trabajo de Erasmo sobre el Nuevo Testamento griego, solo había un puñado de manuscritos griegos que Erasmo pudo consultar, y no eran tan antiguos. Cuando se produjo la versión del rey Jacobo en 1611, existía el mismo problema tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento.

Hoy en día, tenemos más de 5000 manuscritos del Nuevo Testamento griego, la mayoría de los cuales han sido desenterrados en los últimos 150 años, y algunos de los cuales se remontan a los siglos II y III d.C. También tenemos los descubrimientos del mar Muerto y de otros lugares que nos proporcionan manuscritos mil años más cercanos a los textos originales del Antiguo Testamento en comparación con el texto masorético (la base tradicional del texto del Antiguo Testamento), y que nos llevan más cerca de lo que estábamos en el año 1900. En la era moderna, Dios, en su providencia, nos está atrayendo más cerca de sí mismo al llevarnos más cerca del texto original inspirado por Él mismo.

El clamor sola Scriptura puede resonar hoy con un sonido menos hueco que en el pasado, porque hoy sabemos que las decisiones tomadas por los líderes de la Iglesia en el siglo IV de reconocer los 27 libros del Nuevo Testamento y los 39 libros del Antiguo (más unos pocos), fueron las decisiones correctas. El canon fue concluido cuando se reconoció que lo que necesitábamos en nuestras Biblias eran los libros escritos por los testigos oculares originales —o bien, sus colaboradores y colegas en el caso del Nuevo Testamento—, y los escritos en el contexto de la transmisión de las tradiciones judías sagradas de la ley, los profetas y los escritos que se remontan a Moisés, los autores de las Crónicas y los grandes profetas de la antigüedad.

Así pues, por un lado, debemos los manuscritos originales a los antiguos dignatarios que escribieron entre los tiempos de Moisés y Juan de Patmos, pero por el otro, debemos nuestras Biblias escritas en lengua vernácula a nuestros antepasados protestantes: Lutero, Tyndale, Calvino y otros. Tal vez ahora, al celebrar más de 500 años de la Reforma alemana, sea el momento de reconocer que sin el movimiento protestante no tendríamos Biblias en manos de tantos cristianos, ni en tantas lenguas. La labor de llevar la Biblia al pueblo iniciada por Lutero, Tyndale y Wycliffe aún no ha terminado. Todavía hay lugares donde las Biblias son ilegales o donde no existe ni una traducción en el idioma local. Pero gracias a Dios, el trabajo puede continuar porque la declaración semper reformanda sigue resonando hoy en día.

Ben Witherington III es profesor de interpretación del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de Asbury. Es autor de muchos libros, entre ellos, A Week in the Fall of Jerusalem (IVP Academic).

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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