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Belén cancela celebraciones navideñas, pero los pastores locales aún esperan que sea ‘santa la noche’

Mientras la guerra trastorna las festividades tradicionales, los cristianos palestinos ven una oportunidad para retomar la historia de la Natividad y compartir el Evangelio.

Belén suele estar repleta de turistas en Navidad.

Belén suele estar repleta de turistas en Navidad.

Christianity Today December 22, 2023
Maja Hitij / Getty Images

En la Iglesia Evangélica Emmanuel de Belén, en lugar de luces navideñas, el pastor Nihad Salman sacó una pancarta del armario de la iglesia. La pancarta muestra la imagen de una mujer que huye de los edificios bombardeados, con palabras impresas en árabe: «Levantémonos y adoremos a Dios».

La última vez que la iglesia sacó esa pancarta fue hace dos años, durante el conflicto de mayo de 2021 entre Israel y Hamás. Esa pancarta resume la visión de Salman respecto a la Navidad en tiempos de guerra este año. Ve una oportunidad de predicar el evangelio a personas que viven bajo la ocupación militar mientras lloran la muerte de su pueblo en Gaza.

«La gente hará más preguntas», dijo. «Hemos visto que siempre después de una crisis, la gente se pregunta: ¿Cuál es la verdad? ¿Dónde está la verdad? Así que tenemos mucho trabajo por hacer».

Los líderes de las iglesias de Belén y de toda Tierra Santa han decidido silenciar las celebraciones navideñas de este año debido a la guerra en curso entre Israel y Hamás.

Normalmente, Belén, ciudad palestina de unos 30 000 habitantes ubicada en Cisjordania y actualmente ocupada por Israel, se llena de más de 3 millones de visitantes procedentes de todo el mundo para celebrar el nacimiento del Mesías.

Bandas de música, cantantes de villancicos, bailarines y fuegos artificiales normalmente llenarían la ciudad de alegría y festividades. Miles de personas abarrotarían la Iglesia de la Natividad, luces doradas centellearían por la calle de la Estrella y un árbol de Navidad gigante con una estrella color rubí iluminaría la plaza del Pesebre.

En cambio, esta vez las calles están oscuras y silenciosas.

Esta Navidad será una noche silenciosa, pero seguirá siendo «Santa la noche», según los líderes cristianos locales. Despojar a la Navidad de todos sus adornos superfluos y tradiciones occidentales, dicen, les ayudará a centrarse en el verdadero significado de la Navidad.

Salman le dijo a los 50 niños de su iglesia: «Este año, no van a recibir un regalo. Ustedes van a hacer un regalo». Les planteó el reto de idear formas de recaudar fondos, ya fuera vendiendo chicles o pasteles caseros. Todo lo que recauden, la iglesia lo igualará, y utilizarán los fondos para comprar regalos de Navidad para los niños pobres del barrio.

Difundan el Evangelio mientras recaudan fondos, le dijo a los niños: «Díganle a todo el mundo por qué lo hacen».

En la Iglesia Evangélica Luterana Navidad de Belén, el pastor Munther Isaac sigue llamando la atención sobre la guerra en Gaza y pide un inmediato cese al fuego.

En lugar de la tradicional escena del pesebre, su iglesia hizo un montículo con trozos de concreto y piedras partidas para representar los escombros de Gaza. Y encima de los escombros colocó a un niño Jesús envuelto en una kufiya palestina.

«Dios está bajo los escombros de Gaza», predicó Isaac en las primeras semanas de la guerra. «Está con los refugiados y con los que tienen miedo. Está en la sala de operaciones. Él es nuestro consuelo y camina con nosotros por el valle de sombra de muerte. Si queremos orar, mi oración es que los que sufren sientan esta presencia sanadora y consoladora».

Aun si las autoridades locales no hubieran cancelado las celebraciones navideñas, «nadie iba a celebrar», dijo Isaac a CT. «Nadie está de humor para celebrar». Desde su perspectiva, la guerra es un «genocidio». Sacó su teléfono móvil para mostrar a qué se refería: imágenes y videos de madres cubiertas con cenizas y cuerpos destrozados en Gaza.

En su iglesia no hay luces ni árboles de Navidad ni figuras de Papá Noel o Santa Claus. El cese de las celebraciones navideñas, dijo, ha proporcionado «una gran oportunidad para replantearse el significado de la Navidad».

Las palabras que la gente asociaba antes con la Navidad eran Papá Noel, árbol, regalos, villancicos, todas ellas tradiciones «romantizadas» que provienen de Occidente, dijo Isaac. Hoy, piensa en palabras de la historia navideña de la Biblia: el César, censo, masacre y refugiados en Egipto —todas ellas relevantes para los palestinos que tienen que registrarse para poder viajar fuera de Cisjordania y buscar seguridad en Egipto—.

Para Isaac, la historia de la Navidad se trata de Dios en forma humana, presente con la gente en su sufrimiento. Señaló a la escena de la natividad de su iglesia, al niño Jesús entre los escombros: «Así es como se celebra aquí la Navidad… Pero las oraciones continuarán. Las oraciones no cesarán».

A pesar del ambiente pesado y tenso —o más bien, debido al mismo—, al menos un lugar ha decidido continuar con las festividades navideñas este año.

La YMCA Internacional de Jerusalén en Israel —en lo que se conoce como Jerusalén Oeste—, decidió comenzar su ceremonia anual de encendido del árbol de Navidad, después de que los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén pidieran a los cristianos de la región que evitaran este año actividades navideñas «innecesariamente festivas».

Fadi Suidan, director general de esta YMCA, dijo que a él y a su personal les dolía el corazón mientras rodeaban de luces el gigantesco árbol de Navidad para el evento.

«Teníamos muchas emociones encontradas», dijo. «Fue difícil encontrar alegría».

Pero sentía que era necesario e importante mantener la tradición anual. «Era para los niños. Teníamos que llevar esperanza a los niños. Tenemos que pensar en la cordura de los niños. Los niños esperan esto todos los años. ¿Cómo le explicas a los niños que este año no hay Navidad?».

Así que el 3 de diciembre, primer domingo de Adviento, unos 600 niños y sus familias se reunieron en torno al árbol de Navidad de la YMCA, pero celebraron una fiesta mucho más moderada. En lugar de ruidosas canciones navideñas proyectadas a través de altavoces, una banda formada por un violonchelo y tres violines tocó música acústica suave.

No era solo para los niños. La YMCA de Jerusalén se fundó desde el principio como símbolo de unidad y paz, reuniendo a judíos, cristianos y musulmanes en un mismo espacio, dijo Suidan. Para él era aún más importante reunir a familias de diferentes culturas y religiones, a fin de ofrecer una visión de que esa coexistencia pacífica sigue siendo posible incluso en la ciudad más disputada del planeta.

Durante su discurso, Suidan dijo a la multitud que la ceremonia es un faro de esperanza:

En un momento como éste, en que el mundo parece fragmentado por conflictos y contiendas, nuestra unión tiene un significado aún mayor… Estas luces representan algo más que tradiciones festivas. Son un poderoso símbolo de resistencia, fe perdurable y espíritu humano imperecedero.

Este año, el mensaje de la Navidad, el mensaje de amor, paz y buena voluntad hacia todos, es más relevante que nunca.

Justo antes de encender el árbol, en lugar de hacer la cuenta atrás desde 10, la multitud gritó: «Esperanza. Amor. Paz». Y las luces se encendieron en oro y plata, brillando alrededor del árbol y reflejándose por la plaza y por las torres.

Crear ese tipo de atmósfera es posible en Jerusalén, pero no en Belén, donde el ambiente es sombrío.

El 80 % de los habitantes de Belén dependen del turismo para su subsistencia. La temporada navideña es cuando la mayoría de los habitantes esperan obtener sus mayores ingresos. La guerra ha asfixiado su economía, incapacitado su libertad de movimiento y aumentado la hostilidad y el temor hacia los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel y los colonos judíos que han asaltado pueblos, detenido y golpeado a palestinos e instalado más puestos de control.

Si las cosas no cambian, no es cuestión de si estallará la violencia en Cisjordania, sino cuándo, dijeron los cristianos de allí a CT. Los lugareños están asustados, desconsolados y agraviados.

En una fría noche de jueves de diciembre, unos veinte cristianos adolescentes y jóvenes adultos se sentaron en círculo en la Iglesia Evangélica Emmanuel de Belén para escuchar la historia de la Natividad. La habían oído cientos de veces. Ellos nacieron en el mismo lugar que Jesús. La tierra y las circunstancias les resultaban demasiado familiares.

Elías Al-Najjar, su líder del ministerio juvenil, vivió su propia versión de la narración de Navicad. En noviembre de 2007, él y su familia huyeron de Gaza después de que un grupo militante islámico amenazara a los cristianos de su iglesia y matara a uno de sus compañeros. En aquel momento, su esposa estaba embarazada de nueve meses. Llegaron a Belén sin conocer a nadie, ni dónde alojarse, ni dónde dar a luz, solo con un papel garabateado con los números de teléfono de varios servicios sanitarios de la zona.

Pensó en su propia experiencia aquella noche mientras relataba la historia de Navidad.

«Imagina a María apoyada en una pared, embarazada en su última hora. Imagina Belén llena, igual que estaría llena ahora si no hubiera guerra en Gaza. Imagina que no supieran dónde alojarse. Sin nadie con quien ponerse en contacto», les dijo en árabe.

«E imagínate a María pensando: “¿No me dijo Dios que voy a dar a luz al Rey de Reyes?” Imagínatelos ahora llegando al lugar donde ella daría a luz. Una gran sorpresa. El hedor. Los animales. En medio de todo eso, ella dio a luz a Jesucristo. Y se llenaron de gozo».

Ahora piensa en la gente de Gaza, dijo. Por supuesto, no necesitaban mucha imaginación: ven videos de la guerra todos los días. Niños mueren y nacen en medio del caos.

«Este es el cuento de Navidad», dijo Al-Najjar. «Todos estos pequeños detalles en los que no solemos pensar. En Navidad solemos poner adornos y divertirnos con árboles de Navidad y luces. Pero si nos fijamos en la verdadera historia de la Navidad, fue una historia de pura penuria. Pero Dios no abandonó a María y a José. Y ellos no abandonaron a Dios».

Miró alrededor de la habitación. «Entonces, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?».

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De las tinieblas, la luz

La Luz del mundo vino a confrontar nuestro pecado.

Christianity Today December 22, 2023
Phil Schorr

«¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!
¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
¡sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
y los reyes, por tu amanecer esplendoroso».

— Isaías 60:1-3

En algún momento de nuestra infancia, muchos de nosotros desarrollamos una aversión a la oscuridad. Recuerdo que, de pequeño, estaba recostado en la cama con el partido de los Dodgers de Los Ángeles en volumen bajo en la radio, y mis ojos miraban frenéticamente al oscuro armario tratando de discernir qué eran las sombras que se movían y qué peligros entrañaban.

Al crecer, a menudo evocamos monstruos y pesadillas para explicar nuestros miedos, pero la mayoría de las veces es la oscuridad misma la que nos deja profundamente intranquilos. La experiencia de la oscuridad como una realidad desorientadora, llena de lo desconocido, parece estar grabada profundamente en cada una de nuestras almas.

En Génesis 1, Dios separó la luz de las tinieblas. Fue un acto creativo y deliberado que, a la vista de Dios, fue bueno. Sin embargo, tras la decisión rebelde de Adán y Eva y la entrada del pecado en el mundo, las tinieblas adquirieron un nuevo significado. Ya no estaban solo «afuera». Las tinieblas estaban en nosotros, acechándonos. En escritos judíos como el Talmud de Babilonia, la oscuridad es una metáfora de una desorientación inquietante, de un temor que se apodera de una persona. También significa el mal y el pecado que dejan a una persona luchando por encontrar dirección, identidad y la comprensión de lo que le espera. Del mismo modo, Isaías 9 utiliza la palabra compuesta tzalmavet, que significa «oscuridad profunda», para describir la sombra de muerte oscura que reside en cada corazón humano.

En Isaías 60:1-3 se hace un eco sutil de la conocida historia de Génesis 1. Una vez más hay contraste y separación, luz y tinieblas. Pero en la narración de Isaías, la oscuridad envolvente se disipará, no cuando el Señor, el autor de la creación, lo ordene, sino cuando Él llegue en su plenitud. Isaías profetiza el Adviento, la venida del Rey, que es luz para todos los que están en tinieblas.

En esta temporada, las palabras de Isaías son una invitación a recordar el primer Adviento. Qué poco dramática, pero qué sublime es la llegada de la Luz del mundo en la forma de un bebé para enfrentarse a la oscuridad del pecado en todos nosotros. Las palabras de Isaías son una celebración: «¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!» (v. 1). La luz ilumina nuestro corazón no solo para comprender la profundidad de nuestro pecado, sino también la obra completa de salvación que Jesús ha realizado por nosotros.

Las palabras esperanzadoras de Isaías nos recuerdan nuestro llamado. No podemos guardar codiciosamente esta luz mientras esperamos su segundo Advenimiento. La luz debe emanar con fuerza de nosotros para que tanto las naciones como nuestros vecinos de enfrente puedan ver claramente a Jesús como la Luz del mundo (Juan 8:12). Cuando el Evangelio de la luz de Jesús brilla en nosotros en su máximo esplendor solo puede reflejarse fuera de nosotros a través de la luz de la adoración y la proclamación de las Buenas Nuevas.

Reflexiona



1. ¿De qué manera el concepto de tinieblas, tanto en Génesis como en Isaías, simboliza algo más que la ausencia de luz física, sino también la presencia del pecado y la desorientación en nuestras vidas?

2. ¿Cómo podemos recibir el mensaje de la profecía de Isaías durante este Adviento y reflejar activamente la luz de Jesús a través de la adoración y de compartir las Buenas Nuevas con los demás?

Jon Nitta es pastor de formación espiritual, discipulado y grupos pequeños en Calvary Church en Valparaíso, Indiana.

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La mayoría de los evangélicos en América Latina están a favor de Israel

Sin embargo, a medida que los cristianos protestan y oran, algunos líderes se distancian de Israel debido a la violencia en Gaza.

Personas muestran su apoyo a Israel en una marcha en las calles de Ciudad de Guatemala.

Personas muestran su apoyo a Israel en una marcha en las calles de Ciudad de Guatemala.

Christianity Today December 21, 2023
Johan Ordonez / Stringer / Getty

El último fin de semana de Octubre, cientos de cristianos hondureños se reunieron en las ciudades principales de su país para orar por Israel.

Los participantes bailaron danzas judías tradicionales y ondearon banderas de Honduras e Israel. Algunos se pusieron de rodillas en medio del Parque Central en la capital hondureña Tegucigalpa y oraron a Dios por la paz, luego de que los ataques del 7 de octubre por parte de Hamás desencadenaran una guerra en la región.

Estas reuniones en Honduras fueron solo una de las muchas otras maneras en que los evangélicos latinoamericanos se han movilizado para expresar su apoyo a Israel. A principios de este mes, más de 10 000 personas marcharon en apoyo a Israel en la Ciudad de Guatemala en un evento donde participaron el televangelista local Cash Luna, un obispo palestino, un imam de Sierra Leona, así como líderes judíos y evangélicos.

Mientras que todos los países latinoamericanos han reconocido a Israel en términos diplomáticos, nueve países —Cuba, Nicaragua, Bolivia, Honduras, El Salvador, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil—, también han reconocido al Estado de Palestina. (En 1973, Cuba puso fin a su relación con Israel, y en 2009, Venezuela y Bolivia cortaron lazos con Israel por lo que el ministro de Asuntos Exteriores de Venezuela llamó «la gravedad de las atrocidades contra el pueblo palestino»).

Sin embargo, mientras que la comunidad evangélica en América Latina creció del 4 % en 1970 a casi el 20 % en la actualidad, la afinidad por parte de los países de la región hacia Israel se ha manifestado de maneras tanto religiosas como políticas. Aun así, en términos generales, los países latinoamericanos y sus ciudadanos sostienen un espectro amplio de opiniones acerca del conflicto en curso.

Miguel Muñoz, hondureño y vocero para el mundo hispanohablante en la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalén (ICEJ, por sus siglas en inglés) dijo que cuando estallaron los ataques del 7 de octubre, líderes evangélicos de países como México, Guatemala, El Salvador, Colombia y Argentina salieron a expresar su apoyo. «Han organizado actos de oración, manifestaciones y campañas en favor de Israel… han enviado cartas y mensajes a los embajadores israelíes para expresarles su respaldo y amistad.

»La guerra entre Israel y Hamás ha generado una ola de solidaridad y apoyo de los evangélicos de Latinoamérica hacia el Estado judío», dijo.

Muchos evangélicos latinoamericanos fundamentan su amor por Israel en Génesis 12:3, donde Dios le dice a Abraham que Él bendecirá a los que bendigan a la nueva nación creada por Él, y que maldecirá a los que la maldigan. Para muchos, el estado moderno de Israel cumple las promesas que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, y también cumplirá un papel fundamental en el fin de los tiempos.

«La mayoría de la iglesia evangélica aquí entiende que de Israel hemos recibido la salvación, y que de Israel nos ha venido el Mesías», dijo Kevin Torres, un pastor en la iglesia Evangelical Fellowship de Tegucigalpa, Honduras. Agregó que su iglesia celebra la Fiesta de los Tabernáculos y que ese día se dedica a Israel.

Los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador, donde los evangélicos representan al menos el 40 por ciento de la población de cada uno de estos países, han mostrado apoyo a Israel de formas significativas en los últimos años.

En 2021, Honduras siguió los pasos de Estados Unidos al trasladar su embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. El presidente de aquel momento, Juan Orlando Hernández, recibió una cálida bienvenida por parte de quien era el primer ministro de Israel en ese entonces, Naftali Bennett. (Históricamente, el consenso internacional ha sugerido que, como tanto palestinos como israelíes afirman que Jerusalén es su capital, ambas partes deben participar al determinar la situación de la ciudad).

Por el contrario, la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro, recientemente retiró al embajador hondureño de Israel a causa de la «grave situación humanitaria» que los civiles palestinos estaban sufriendo.

Guatemala, por su parte, fue el primer país latinoamericano en trasladar su embajada a Jerusalén en 2018.

«Guatemala es uno de los países más distinguidos del planeta en cuanto a su fiel apoyo a Israel desde su memorable voto en las Naciones Unidas en 1947» que llevó a la creación de Israel, dijo Luis Fernando Solares, un pastor que ha servido durante años como embajador de ICEJ en Guatemala. «Muchas ciudades y pueblos guatemaltecos tienen calles, avenidas y parques que llevan por nombre “Jerusalén, Capital Eterna de Israel”».

En septiembre pasado, Bernardo Arévalo ganó las elecciones presidenciales del país. Es, a su vez, hijo de un expresidente que anteriormente sirvió como embajador del país en Israel. Arévalo, quien vivió en Israel por diez años y habla hebreo, habló con afecto del país, aunque también criticó la decisión de su predecesor de trasladar la embajada, y dijo que esa acción «violó las leyes internacionales».

En el país vecino El Salvador, el presidente Nayib Bukele expresó su apoyo a Israel luego de los ataques de Hamás. Aunque Bukele es descendiente de palestinos, se refirió a Hamás como «bestias salvajes», condenó sus actividades terroristas y criticó a la comunidad internacional por no tomar suficientes acciones para apoyar a Israel en su lucha contra el terrorismo.

Muchos evangélicos latinoamericanos admiran los logros que Israel ha alcanzado en las áreas de la ciencia, la tecnología, la agricultura y la defensa militar, y lo ven como un ejemplo de resiliencia e innovación. También se identifican con la lucha de Israel contra el terrorismo y el islam radical, y comparten sus valores de libertad, democracia y derechos humanos.

Este entusiasmo, junto con las convicciones cristianas sionistas, ha motivado a muchas organizaciones y líderes evangélicos en América Latina y Estados Unidos a pronunciarse a favor de Israel. Por ejemplo, la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés) / Conela, que afirma representar a más de 100 millones de evangelistas hispanos en Estados Unidos y América Latina, declaró que su compromiso con el pueblo judío y con Israel «no cederá».

En las últimas décadas, NHCLC/Conela lanzó varias iniciativas para fortalecer los lazos entre evangélicos e Israel, por ejemplo organizando viajes a la Tierra Santa, eventos y conferencias a favor de Israel, charlas para enseñar a pastores e iglesias sobre la historia de Israel y su importancia, así como trabajando para presionar a los gobiernos para que adopten políticas en pro de Israel.

A pesar de que la mayoría de los evangélicos latinoamericanos apoyan a Israel, los latinoamericanos a grandes rasgos mantienen una gran variedad de opiniones y perspectivas. Algunos apoyan la narrativa que posiciona a Israel más como víctima que como agresor. Otros, influenciados por la historia de la Guerra Fría, fueron condicionados para sentir solidaridad hacia los palestinos y sospechan de la agenda de EE. UU. debido al apoyo que Estados Unidos brindó a numerosas dictaduras militares en la región.

Para otros, se trata de una cuestión demográfica. Alrededor de 700 000 latinoamericanos de origen palestino viven en 14 países de la región. La gran mayoría de ellos viven en Chile, país al que huyeron muchos cristianos del imperio otomano a finales del siglo XIX. Actualmente suman más de medio millón de personas. En una celebración navideña de palestinos cristianos el año pasado, el presidente chileno Gabriel Boric anunció que el país abrirá una embajada en Cisjordania.

Así como Honduras, los gobiernos de Chile, Colombia y Bolivia retiraron sus embajadores de Israel a causa de las acciones del país contra los civiles en Gaza.

A medida que la guerra continúa, los evangélicos deben mostrar «amor cristiano sin distingo de raza ni de religión», dijo Muñoz. «Nos vemos como contribuyentes a la paz y a la justicia en el Medio Oriente y en el mundo al apoyar a Israel, la única democracia pluralista y respetuosa de los derechos humanos… en el Medio Oriente. (…) Nuestra adversidad no es contra el pueblo palestino, sino contra los extremistas que no respetan el derecho humano a la libertad de expresión y de religión».

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De Egipto a la eternidad

La difícil situación de María y José resuena a través de las generaciones.

Christianity Today December 21, 2023
Phil Schorr

Cuando ya se habían ido, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». — Mateo 2:13-15

Cuando mi madre estaba embarazada de nueve meses de mí, ella y mi padre tuvieron que huir repentinamente de su país. Había estallado una guerra y los combates se extendían por las calles de la capital donde vivían. A causa del trabajo de mi padre, los guerrilleros lo tenían en el punto de mira. Nuestra familia corría un gran riesgo.

Me imagino a mi madre en ese tiempo, cargando en ella una vida inocente, y me pregunto cómo se sentiría. Imagino que estaba temerosa, insegura de cómo se resolvería la situación; imagino a mis padres perdidos en el caos, confundidos por la forma en que se habían trastocado sus planes de formar una familia. Nadie quiere convertirse en refugiado con nueve meses de embarazo.

La historia contenida en Mateo 2:13-23 se me ha ido haciendo cada vez más vívida a lo largo de los años, a medida que he ido viendo sus similitudes con la historia que vivió mi familia. Me imagino a María, abrazada a su bebé. Imagino el miedo, la confusión y la desesperación cuando se preguntaban sobre las implicaciones de decir «sí» al llamado de Dios.

Nadie quiere convertirse en refugiado con un bebé. Mateo nos recuerda Oseas 11:1 en medio de esta historia, llena de profunda profecía: «Desde que Israel era niño, yo lo amé. De Egipto llamé a mi hijo». A pesar de las circunstancias oscuras y desesperadas, Dios tenía un plan perfecto y un propósito que no sería frustrado. Aunque huir de un dictador asesino no parezca el amor de Dios en acción, vemos cómo se van cumpliendo los grandes planes fundacionales. La experiencia de la familia de Jesús al huir y luego salir de la tierra de Egipto es el cumplimiento de la misma experiencia de Israel en el Éxodo. Las palabras que antes describían la experiencia del pueblo de Dios ahora hablan del Mesías, el Hijo de Dios.

Cuando considero la difícil situación de María y José, e incluso de mis propios padres, recuerdo la sabiduría del proverbio: «El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor» (Proverbios 16:9). Hacemos planes, creemos que sabemos cómo se moverá Dios, pero solo Él conoce realmente los pasos que daremos. A veces esos pasos nos llevan a un lugar conocido y de consuelo, y a veces nos alejan del único hogar que conocemos para adentrarnos en una nueva tierra donde llegaremos a conocer a Dios como nuestro único y verdadero consuelo.

Mis padres pudieron establecerse en un nuevo hogar en una tierra extranjera. Pudieron criar a sus hijas para que conocieran y amaran a Jesús. María y José pudieron criar a Jesús y unirse a la historia de Dios de rescatar a su pueblo, cumplir una profecía largamente esperada y emerger de aquella tierra lejana para establecer un reino nuevo y eterno. Durante este Adviento, me asombra una vez más la forma en que Dios ha tejido los hilos de su plan, de generación en generación.

Reflexiona



1. Al reflexionar sobre las experiencias del viaje de María y José, ¿cómo llegas a comprender mejor sus temores, incertidumbres y los caminos inesperados que tuvieron que tomar?

2. El cumplimiento de la profecía de Oseas 11:1 con la huída de Jesús a Egipto y su posterior salida destaca que los planes y propósitos perfectos de Dios no pueden ser frustrados. ¿De qué manera te da esto esperanza y seguridad en tu propia vida?

Kristel Acevedo es autora, profesora de la Biblia y directora de formación espiritual en Transformation Church, en las afueras de Charlotte, Carolina del Norte.

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El contraste entre dos madres

Cómo María y Elisabet exaltan a Dios a través de su gozo mutuo.

Christianity Today December 20, 2023
Phil Schorr

A los pocos días María emprendió viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea. Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el hijo que darás a luz!».
— Lucas 1:39-42

Cuando nos encontramos en una etapa de la vida similar a la de quienes nos rodean, solemos fijarnos en cómo los demás llevan su situación para compararnos. Puede ser el noviazgo en la escuela secundaria, la temporada de bodas que comienza en la universidad y continúa en la década siguiente, y especialmente la etapa de tener hijos. En nuestro caso, quizás el motivo subyacente de la comparación sea un sentido de competencia; sin embargo, en el relato de Lucas, eso queda totalmente eclipsado al colocar en el centro el reino venidero de Dios.

El ángel Gabriel le anunció a María que daría a luz un hijo milagrosamente, y que su prima Elisabet también había quedado embarazada en su vejez. Cuando María visitó a Elisabet, seguramente las dos mujeres habrían notado las diferencias entre sus situaciones. La vergüenza de Elisabet terminó cuando quedó embarazada; la de María comenzó con su embarazo. El hijo de Elisabet fue concebido dentro de la institución del matrimonio, el de María fue concebido por el Espíritu Santo.

La tensión que imagino en este encuentro se acentúa aún más en el Magníficat. Ante la inminente entrada de Cristo en el mundo, el cántico de María describe el tipo de reino que Él vendría a establecer. Un reino que invertirá las normas sociales. Los orgullosos serán dispersados, los ricos serán enviados con las manos vacías. Los humildes serán exaltados y los hambrientos saciados. Cuando leemos el relato de Lucas, queda claro que Elisabet había sido exaltada, y que María lo fue aún más. Sin embargo, para el ojo contemporáneo y poco perspicaz, Elisabet tenía derecho a estar orgullosa y María no tenía ninguno.

Qué comprensible habría sido que María solo buscara refugio en ese encuentro, o que Elisabet solo ofreciera conmiseración. Tal vez podrían haber caído en la incomodidad de no reconocer sus diferencias mientras se preparaban para los nacimientos venideros.

Pero Lucas no registra tensión ni tristeza entre las dos mujeres. Más bien registra alegría. Más allá de la manifestación externa de sus embarazos, la similitud más importante entre ellas era el peso de lo milagroso: la evidencia de que Dios está presente, activo y profundamente involucrado en nuestras vidas. Como dijo Charles Spurgeon sobre el Magníficat: «¡Oh, cuánto debemos alegrarnos en él, cueste lo que cueste nuestra unión con él!».

La exultación de Elisabet y el cántico de María me llevan a hacerme algunas preguntas apremiantes: ¿Buscan mis ojos las obras de Dios aunque vaya en contra de lo socialmente aceptable? ¿Sería capaz de llamar «bienaventurado» a alguien aunque ello exigiera humildad en mis deseos más profundos?

Porque Él es misericordioso, mi alma debe darle gloria y mi espíritu debe alegrarse. Quiero exclamar con gozo en medio de nuestras diferencias como Elisabet o cantar alabanzas ante la persecución comunitaria como María; no por llevar la contra, sino a fin de centrarme en la gloria venidera del reino de Cristo.

Reflexiona



1. ¿Cómo desafía el encuentro entre María y Elisabet nuestra tendencia a compararnos con los demás y a competir con ellos?

2. ¿De qué manera María y Elisabet demuestran humildad y alegría frente a las expectativas y normas de la sociedad?

Dorothy Bennett tiene una maestría en Teología y Arte por la Universidad de St Andrews. Actualmente codirige una empresa de mercadeo de video en Austin, Texas.

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José, el santo silencioso

Cómo reconocer la guía de Dios cuando las cosas parecen ir mal.

Christianity Today December 19, 2023
Phil Schorr

El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José; pero, antes de unirse a él, resultó que estaba embarazada por el poder del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, decidió romper en secreto el compromiso.

Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por el poder del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». — Mateo 1:18-21

José es conocido como el santo silencioso. Aunque su influencia en la vida de Cristo no fue pequeña —no olvidemos que Jesús reclamó su línea de descendencia real y adoptó su profesión—, no hay registro de una sola palabra suya en ninguno de los Evangelios. A menudo, los relatos sobre el nacimiento de Jesús reflejan a Zacarías mudo en el templo y a José meditando en silencio sobre su proceder, mientras que María y Elisabet prorrumpen en cánticos proféticos que constituyen proclamaciones tempranas del Evangelio.

Pero el hecho de que José no hable no debe llevarnos a pensar que adoptó un rol pasivo. De hecho, José se nos presenta como un hombre de acción decisiva que surge de una vida interior vigorosa. Leemos que, al enterarse de que su futura esposa está embarazada, no rompe inmediatamente su compromiso, lo cual la sometería a la vergüenza pública y posiblemente a algo mucho peor. A pesar de lo que cualquier prometido herido por el dolor de una aparente infidelidad podría sentirse tentado a hacer, José elabora un plan sabio y misericordioso.

La única descripción que se nos da del carácter de José es que es «justo» (v. 19). Así que, sin revelarle a nadie la situación de María, decide seguir un plan que es a la vez fiel a la ley y compasivo para con María. Todo esto lo decide en privado —y solo podemos imaginar que fue un proceso doloroso—, mientras que todos sus sentimientos y su generosidad permanecen bajo la superficie. El santo silencioso tiene una virtud que hierve a fuego lento bajo la superficie en la que su dominio propio ante la injusticia lo lleva a contenerse y le permite, no solo soportar, sino también proteger a María, la causa misma de su dolor.

Y como ocurre con muchas personas que han tomado decisiones difíciles en su interior, algo surge para José desde la profundidad: un sueño, y en el mismo un ángel. Este sueño debió haber traído consuelo, seguridad y gran confusión. El texto no dice nada de esto. Solo dice que José, que era obediente a la ley, la Palabra del Señor, obedeció el mensaje del ángel. En su interior, una vez más, se resuelve a actuar, sin proclamar ningún discurso profético.

Dejó que la gente pensara que él, un hombre considerado y de dominio propio, la había dejado embarazada en un momento de descontrol. Decidió compartir la carga de la vergüenza de María, tal vez prefigurando lo que Jesús haría por toda la humanidad. E hizo todo esto sin decir una palabra.

Nuestro mundo está desbordado de palabras. En José, el santo silencioso, veo una forma diferente de ser: una forma de silencio y acción, en la que a veces las palabras más importantes son las que no decimos.

Reflexiona



1. Reflexiona sobre las acciones silenciosas pero decisivas de José. ¿Qué podemos aprender sobre el poder del silencio y el dominio propio en nuestra propia vida? ¿Cómo podemos cultivar una actitud similar de silencio y acción en medio de situaciones difíciles?

2. Considera el papel de los sueños y la guía divina en la historia de José. ¿Cómo podemos sintonizar nuestra vida con la voz y la guía de Dios? ¿Cómo podemos discernir su voluntad y confiar en su guía, incluso cuando puede ser confusa o desafiante?

Joy Clarkson es escritora, editora y doctoranda en teología. Es editora de libros y cultura en la editorial Plough.

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El suspenso del ‘sí’ de María

Cómo una respuesta valiente resuena en la eternidad.

Christianity Today December 18, 2023
Phil Schorr

«¿Cómo podrá suceder esto —preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?»
Y el ángel dijo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. Porque para Dios no hay nada imposible».
«Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho».
— Lucas 1:34-38

En el capítulo 1 de Lucas, se nos presenta un hermoso relato de cómo un ángel se le apareció a María, cómo ella escuchó con atención a su mensaje, y cómo respondió con valentía: «Aquí tienes a la sierva del Señor. Que él haga conmigo como me has dicho». Estas palabras deberían llenar a todo lector fiel de asombro y admiración, pero sobre todo de gratitud. Estos pocos versículos de Lucas son una de las grandes bisagras —o puntos de inflexión trascendentales— de toda la Biblia. Son una respuesta a aquel trágico punto de inflexión en Génesis: el momento en que Eva desobedeció.

La elección de Eva tuvo consecuencias terribles para todos nosotros. Su «sí» a la serpiente sometió y redujo nuestra verdadera humanidad —¡aunque, por supuesto, la serpiente había prometido justo lo contrario!—. Pero así como Eva le dio la espalda a Dios, y con ella nos implicó a todos nosotros, María se vuelve voluntariamente hacia Él, y su valiente «sí» a Dios da la bienvenida a Jesús al mundo. En Jesús, ahora cada persona puede elegir, si lo desea, ser recibido por Dios. Esta bienvenida se extiende tanto a la plenitud de la vida aquí en la tierra, aun con todas sus limitaciones, como a la vida eterna con él.

Nuestro Dios es un Dios de libertad y amor, y no se impone a nadie. Por el contrario, espera cortésmente nuestro consentimiento, nuestro «sí» a su amor. Al leer estos versículos, casi contenemos la respiración y volvemos a entrar en el drama de aquel momento: Dios se ofrece a venir al mundo como nuestro salvador, y María, en ese momento, habla por todos nosotros. ¿Cómo responderá? ¿Ofrecerá toda su vida para que sea renovada, para que cambie para siempre? ¿O rehuirá la carga?

Entre los versículos 37 y 38 deberíamos sentir un silencio impresionante, una agonía de suspenso, y luego, al oír la respuesta de María, deberíamos sentir un gran alivio y regocijo. El «sí» de María no solo cambia todo para siempre, sino que nos sirve de ejemplo para nuestra propia vida cristiana. Ahora también nosotros estamos llamados a no tener miedo, sino a estar abiertos, a decirle a Dios: «Aquí tienes al siervo(a) del Señor. Que Él haga conmigo como me has dicho». En el soneto que sigue, he intentado evocar un poco el suspenso y la importancia de este momento.

Vemos tan poco, nos quedamos en las superficies, Medimos el exterior de todas las cosas, Preocupados por nuestros propios propósitos Pasamos por alto el brillo de las alas de los ángeles, Coruscan a nuestro alrededor en su alegría Un remolino de ruedas y ojos y alas desplegadas, Guardan el bien que nos proponemos destruir, Un resplandor oculto de gloria en el mundo de Dios. Pero en este día una joven se detuvo a ver Con los ojos y el corazón abiertos. Oyó la voz; La promesa de su gloria aún por venir, Y el tiempo se detuvo para que ella hiciera una elección; Gabriel se arrodilló y ni una pluma se movió, El Verbo mismo esperaba su palabra. Este soneto, «Anunciación», fue extraído de Sounding the Seasons (Canterbury Press, 2012), y fue usado con permiso del autor.

Reflexiona



1. Reflexiona sobre la respuesta de María al mensaje del ángel. ¿De qué manera su valiente «sí» al plan de Dios te inspira y desafía tu propio camino de fe?

2. ¿De qué manera, al igual que María, puedes cultivar un espíritu de apertura y entrega?

Malcolm Guite fue capellán y miembro vitalicio del Girton College de Cambridge. Enseña y da conferencias sobre teología y literatura.

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Los primeros movimientos del Primogénito de la creación

Cómo amamos lo que aún no hemos visto.

Christianity Today December 17, 2023
Phil Schorr

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito sobre toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente.

— Colosenses 1:15-17

En esta época del año, somos rodeados constantemente con imágenes que quieren llamar nuestra atención para presentarnos la idea de unas vacaciones perfectamente tranquilas y de todos los regalos en los que encontraremos satisfacción verdadera. Imagina, por un momento, amar algo que nunca has visto. Incluso sin comprender del todo aquello que amas, hay un dolor y una esperanza de plenitud, de realización, de ser hechos completos. Pero, ¿qué hay de amar a alguien a quien nunca has visto?

Las madres saben bien lo que esto significa, porque sienten a sus bebés moverse en su vientre antes de ver su rostro. Tal vez esto es lo que María sintió durante nueve largos meses mientras su vientre crecía, tratando de dar sentido al hecho de que esas pequeñas pataditas y golpecitos eran los primeros movimientos del Hijo del Altísimo.

Durante 2000 años, Dios había revelado su presencia en las diversas formas de humo, fuego, maná y nube en la cima de una montaña. Era imposible —y estaba prohibido— intentar hacer cualquier imagen o representación de Él. Era invisible, incapaz de ser reducido a una imagen e incapaz de ser comprendido por nuestros ojos humanos.

La verdadera adoración siempre mantiene una tensión entre la inmanencia y la trascendencia de Dios. ¿Dónde podemos concebir esa adoración si no en su encarnación? Dios, en su gracia, hizo visible lo invisible y eligió habitar entre su pueblo como uno de nosotros. Pero el primogénito de los muertos no solo vino en nuestra frágil forma humana, sino que lo hizo en la más débil: como un recién nacido. Dios se convirtió en una criatura indefensa que necesitaba las necesidades humanas más básicas: ser alimentado, limpiado y vestido. Es difícil imaginar la plenitud de Dios en un recién nacido de poco más de dos kilos. Este niño fue el Verbo al principio de la creación, presente antes de que comenzara el tiempo y preeminente en todas las cosas. En Él —ese bebé que no podía sostener su propia cabeza— todas las cosas cobran sentido. Jesús en el pesebre es una imagen que quizá nos resulte inesperada, pero el Dios de la humildad, el servicio y la reconciliación es el Dios que necesitamos.

Sin embargo, a medida que la historia avanza, la imagen se hace más clara. Fue en un cuerpo débil y diminuto que Dios se complació en habitar. No era su obligación ni un inconveniente revelarse así a nosotros, sino su puro deleite. Incluso ahora, sigue siendo el puro placer de Dios —su gozo— revelarse, dar de sí mismo incluso cuando no necesita hacerlo, y gobernar como un Rey humilde, para nuestro bien y nuestro gozo. Él se complace en reconciliarnos, en restaurar la misma creación que hizo en su comienzo edénico y, sí, en levantar el velo y abrirnos el camino para un día llegar a verlo cara a cara.

Él es la imagen del Dios que necesitamos: un Dios que ejemplifica la humildad, el servicio y el deleite de la reconciliación. Él mantiene unidas todas las cosas, desde la creación hasta el pesebre; desde la cruz hasta la nueva creación.

Reflexiona



1. Considera la analogía de una madre que siente los movimientos de su bebé en su vientre. ¿Cómo profundiza esta imagen tu comprensión de la experiencia de María y del significado de la encarnación de Jesús?

2. Medita en la tensión entre la inmanencia y la trascendencia de Dios reveladas en la encarnación de Jesús. ¿Cómo desafía la imagen de un recién nacido indefenso nuestras nociones de poder y grandeza?

Caroline Greb es esposa, madre, ama de casa, artista plástica y subdirectora de Ekstasis Magazine.

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Books
Excerpt

Dios frustró la construcción de la Torre de Babel. Pero su espíritu sigue vivo

Desde los constructores de Génesis 11 hasta los arquitectos del mundo moderno, todos hemos olvidado quién engrandece nuestro nombre.

Christianity Today December 15, 2023
Ilustración por Miriam Martincic

Un extracto del libro elegido como el Libro del Año de CT. Obtenga más información sobre los premios del libro 2024 de CT aquí [enlaces en inglés]).

Biblical Critical Theory: How the Bible's Unfolding Story Makes Sense of Modern Life and Culture

Biblical Critical Theory: How the Bible's Unfolding Story Makes Sense of Modern Life and Culture

HarperCollins

672 pages

$24.07

La historia de la Torre de Babel es una historia de juicio y una historia de autonomía. Los acontecimientos se presentan en dos actos: la provocación del pueblo y la respuesta de Dios.

Para el primer acto se levanta el telón y aparece en el escenario de un proyecto de construcción comunitaria:

Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas palabras. Según iban hacia el oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Vamos, fabriquemos ladrillos y cozámoslos bien». Y usaron ladrillo en lugar de piedra y asfalto en lugar de mezcla. Luego dijeron: «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso, para que no seamos dispersados sobre la superficie de toda la tierra» (Génesis 11:1-4, NBLA).

Entonces, ¿cuál es el problema aquí? ¿No es sensato vivir juntos en ciudades, con todos los beneficios de la seguridad y la división del trabajo que trae consigo la vida urbana? Sin embargo, en esta historia hay indicios de que la intención principal es algo más que establecer una sociedad estable.

Dios le ordenó a los primeros humanos en Génesis 1:28 que «llenaran la tierra»; no obstante, los constructores de Babel quieren construir una ciudad para que no sean «dispersados sobre la superficie de toda la tierra». Quieren afirmar su propia identidad autónoma, plasmada en el lenguaje de «hagámonos un nombre famoso». En el pensamiento bíblico, darle a algo un nombre es tener autoridad sobre ello. En Génesis 1, Dios sistemáticamente nombra los elementos de la creación a medida que los hace. Buscar hacerse de un nombre es afirmar la propia independencia, ignorando a quien da «vida y aliento y todas las cosas» (Hechos 17:25).

Además, los constructores quieren hacerse de un nombre construyendo «una torre cuya cúspide llegue hasta los cielos». Hay dos maneras de interpretar este proyecto arquitectónico. Una es que la torre, como lo expresó el erudito bíblico John Walton [enlace en español], es «un puente o portal entre los cielos y la tierra» que fue «diseñado para que fuera conveniente para el dios descender a su templo, recibir adoración y bendecir a su pueblo». La segunda interpretación ve la torre como un frente de guerra: una primera línea de batalla para lanzar un asalto al salón del trono de Dios; una orgullosa afirmación de capacidad tecnológica autónoma por parte de una cultura que le ha dado la espalda a Dios. De cualquier manera, el deseo del pueblo de hacerse de un nombre está en diametral contraste con la promesa que Dios le dio a Abraham cuando le dijo: «Engrandeceré tu nombre» (Génesis 12:2).

En términos narrativos, en lugar de desempeñar un papel en la historia de Dios (llenando la tierra y sometiéndola), estas personas quieren que Dios desempeñe un papel secundario en su historia, como el antagonista celestial que en última instancia está en deuda con, o vencido a través de, su heroico autoengrandecimiento. No anhelan aquello que Dios tiene planeado para ellos ni el cumplimiento de sus promesas; esperan con ansias el día en que puedan disfrutar de todos los buenos dones de Dios como propios mientras Él yace muerto a sus pies.

Pasando al segundo acto del capítulo, la iniciativa pasa a Dios. Comienza con una grave ironía: «Pero el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres» (11:5). Dios, por supuesto, no necesita bajar para ver la torre. Es bastante capaz de percibir lo que hace la gente sin necesidad de cambiar de posición. El motivo del descenso pretende parodiar las aspiraciones celestiales de la humanidad. Dios, en lugar de sentirse amenazado por la torre o necesitarla para su descenso, baja para poder contemplar mejor su grandeza del tamaño de un dedal.

Entonces Dios pronuncia su juicio:

Y dijo el Señor: «Son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible. Vamos, bajemos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el lenguaje del otro» (vv. 6–7).

A veces esto se ha entendido erróneamente como una medida rencorosa por parte de Dios para mantener a los humanos divididos y mudos, pero en realidad es una forma de misericordia. Dios detiene su progreso para limitar el daño que potencialmente podría causar. No mata a los rebeldes, sino que confunde sus lenguas, dándoles tiempo para arrepentirse mientras los dispersa por la faz de la tierra.

Los constructores de Babel optaron por hacerse un nombre en oposición a Dios en lugar de abrazar el nombre que Dios les dio. Buscaron definir su propia realidad, su propia comprensión del éxito.

Pero Babel no es un acontecimiento aislado: su espíritu continúa en nuestros días. En la sociedad contemporánea, vemos cómo la usurpación del derecho del Creador a definir el significado de la vida puede ser vista como una carga. El éxito en la vida ahora se considera responsabilidad exclusiva del individuo, y lo único que nos impide seguir nuestros sueños es nuestra falta de deseo. En un mundo que nos instruye en el sueño que dice «puedes ser lo que quieras ser», enfrentamos la responsabilidad de elegir primero qué ser y luego de convertirnos en lo que hemos elegido ser.

Para empeorar las cosas, no basta con tener éxito solo ante nuestros propios ojos. La justificación última proporcionada por el juicio de Dios ha sido reemplazada por la validación de los medios sociales, audiovisuales e impresos.

La búsqueda babeliana de hacernos un nombre nos condena a un castigador régimen en el que nuestro desempeño es permanentemente insuficiente, nuestra autopresentación es cada vez más forzada y filtrada, y el veredicto de las redes sociales es siempre provisional y cambiante. En contraste con cuán dulce y pacífico es recibir un nombre dado por Dios: hijo, hecho a la imagen de Dios, amado.

Los arquitectos y comerciantes de Génesis 11 no simplemente construyeron una ciudad, sino que colocaron una gran torre en su centro. No solo buscaban coexistir, sino también hacer una declaración: erigir un edificio emblemático que difundiera su renombre a lo largo y ancho del mundo. La gente sabría quiénes eran cuando vieran lo que construyeron, y la torre sería un símbolo espectacular de su poder.

Agustín retomó este tema del «espectáculo» en La ciudad de Dios, principalmente en relación con la sociedad romana en la que vivía. Según la filósofa Jennifer Herdt, la definición de Agustín incluía «competencias deportivas, ejecuciones en la arena y el anfiteatro, contextos de gladiadores, representaciones de escenas militares y comedias, tragedias y mimos en el teatro». Lo que todos estos espectáculos tenían en común (y Babel no fue la excepción) era que demostraban el poder, la autoridad y la grandeza (en resumen, el «nombre») de algún régimen terrenal.

Este tipo de actuaciones de creación de nombres cívicos han existido en todas las épocas. Pero el tema de mediar nuestra identidad a través de demostraciones de grandeza podría caracterizar nuestra época más que ninguna otra. En su libro de 1967, The Society of the Spectacle, el filósofo francés Guy Debord define dicha sociedad como aquella en la que las relaciones entre las personas están mediadas por imágenes. En otras palabras, no nos involucramos directamente con la vida, sino que vivimos a través de una serie de representaciones, siendo las más obvias y prevalentes las que provienen de los medios de comunicación. Vivimos nuestros sueños, deseos y fantasías a través de anuncios, películas y programas de televisión, y confiamos en ellos para hacernos un nombre.

Sería incorrecto (y peligroso) encogernos de hombros y responder que las imágenes no son la realidad. Las imágenes pueden moldear la vida de las personas con tanta eficacia como los barrotes de las prisiones o las escuelas. Pero estas imágenes insensibilizan a la gente ante la realidad que va más allá de ellas.

Entonces, ¿qué debemos hacer? Debord pertenecía a un movimiento intelectual conocido como los situacionistas, que propusieron la idea de los «contraespectáculos» para romper la hipnosis de la imagen. Una de sus principales armas era una palabra francesa: détournement. No tiene traducción directa al inglés o al español, lo cual es una lástima porque es un concepto útil y revelador. Détournement significa tomar algo que ya existe, una parte de la sociedad del espectáculo, y burlarse juguetonamente del mensaje que transmite, como cuando los situacionistas añadieron burbujas de diálogo a los carteles en el metro de París. Un ejemplo es el atractivo modelo de gafas de sol que decía: «Compro, luego existo», o el lindo bebé en el anuncio de leche que dice: «No quiero convertirme en una máquina».

El concepto de détournement es útil para comprender el contraespectáculo de la propia Biblia. En Génesis 11 somos testigos de una deliciosa subversión de las pretensiones de autoengrandecimiento de los constructores de las torres. Llaman a su ciudad Babel, que en acadio significa «puerta de los dioses»; sin embargo, Dios convierte su ambición en sinónimo de babel, casi un homónimo de la palabra hebrea que significa «confusión». La subversión es brillante, cada vez que se evoca el término Puerta de los dioses en voz alta, se puede escuchar a alguien en el fondo susurrar en voz baja, «esto es como cebo para los tontos».

Es tentador para una humanidad que quisiera ser autónoma imaginar que no habrá una rendición de cuentas final ni un juicio divino sobre las acciones humanas. Lo que algunos ven como una libertad bendita, otros lo reciben como una crisis existencial. Si bien perturba la tranquilidad vivir bajo la mirada del juicio divino, no hay mucho consuelo en vivir una vida que no está sujeta a ninguna norma trascendente o veredicto alguno.

El Dios de Babel es un Dios que ve y juzga. Independientemente de lo que enseñe esta narrativa, afirma que toda acción humana tiene un testigo y que este testigo es también el juez de toda acción humana. No vivimos en un universo sin sentido o intrascendente donde lo que cuenta no es lo que hacemos sino el riesgo de que nos descubran haciéndolo. Un universo así privilegia a los ricos sobre los pobres, a los astutos sobre los honestos, y a aquellos que pueden evadir ser descubiertos sobre aquellos que respetan la justicia. No es el tipo de mundo en el que queremos vivir, o para decirlo un poco más profundamente, no es el tipo de mundo en el que queremos que vivan todos los que nos rodean —aunque nosotros mismos podamos disfrutar secretamente de esa posibilidad—.

Como bien reconoce el salmista, en todo momento, nuestras acciones ya han sido descubiertas:

Señor, tú me examinas y me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano (Salmo 139:1–5, NVI)

Como indican estos versículos, Dios no es simplemente el testigo de nuestros hechos observables, y mucho menos solo de aquellos hechos que quisiéramos que Él conociera. Él es, como dice Agustín en el libro tercero de las Confesiones, «interior intimo meo et superior summo meo» («más interno que mi parte más interna y más alto que el más alto elemento dentro de mí»).

Este razonamiento traerá desesperanza a aquellos que se han opuesto a Dios. Pero para los cristianos, que ya no temen el juicio de Dios, la verdad de que Dios es nuestro testigo permanente tiene un significado adicional. Todas nuestras acciones diarias, no solo esos momentos espectaculares de exhibición pública, se llenan de importancia. Esto nos libera del impulso babeliano de «hacernos de un nombre» de manera pública.

A Dios se le puede servir en cualquier circunstancia porque todo se puede hacer en honor a Él. Él ve todas las cosas. Todos tendemos a planear nuestras acciones según una jerarquía de importancia, colocando ciertas acciones en la cima (obtener ese ascenso o visitar a un amigo enfermo en el hospital), y relegar otras a un estatus secundario (hacer una oración que nadie jamás te agradecerá o barrer el piso).

A menudo me pregunto si en la portada del periódico celestial, por así decirlo, veremos a la anciana anónima que, tal vez sin que sus amigos de la iglesia lo supieran, persistió durante años en oración íntima por el mundo de Dios, sin haber predicado nunca un sermón y sin haber liderado nunca un avivamiento. Ella es el espectáculo nada espectacular de la gloria de Dios.

Vivir y morir según la dinámica de «hacernos de un nombre» es someterse a un tribunal de opinión pública que solo permite que ciertos logros cuenten, y que se atribuya un valor a nuestras palabras y acciones de acuerdo con los gustos volubles de la multitud. El juicio de Dios, por el contrario, trasciende estas jerarquías de importancia perversas y cambiantes, «porque Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1 Samuel 16:7, NBLA). No hay acciones, palabras o pensamientos sin sentido, porque nuestro testigo es también nuestro juez.

Christopher Watkin es profesor titular de la Universidad de Monash en Melbourne. Este artículo está tomado de Biblical Critical Theory: How the Bible’s Unfolding Story Makes Sense of Modern Life and Culture, de Christopher Watkin. Copyright © 2022 por Zondervan. Usado y traducido con autorización de Zondervan. www.zondervan.com.

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