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Cambio para recibir residencia en Estados Unidos deja en el limbo a miles de pastores nacidos en el extranjero

Los que tienen visa de trabajo religioso ahora esperarán años para conseguir una residencia en EE. UU. Abogados temen que incluso puedan perder su lugar en el país.

Albert Oliveira

Albert Oliveira

Christianity Today November 6, 2023
Primera Iglesia Bautista de Gordon, Texas / Baptist Press

Albert Oliveira estaba entusiasmado. Había llegado a los EE. UU. desde Brasil en 2010 con una visa de estudiante, se graduó del Southwestern Baptist Theological Seminary, comenzó a pastorear una iglesia en crecimiento, se casó y formó una familia.

Pero él y su esposa, ciudadana alemana, necesitan una residencia permanente [green card] para permanecer en Estados Unidos a fin de que Oliveira pueda continuar su pastorado en la Primera Iglesia Bautista de Gordon, Texas.

En abril, justo en medio de su proceso, el gobierno estadounidense cambió inesperadamente las normas y añadió años a su espera. Las visas R1 para trabajadores religiosos no inmigrantes como la que él y su esposa tienen caducarán antes de que puedan solicitar la residencia bajo el nuevo procedimiento.

«Ahora estamos atrapados en un limbo», dijo Oliveira a Baptist Press.

Los Oliveira y su hijo nacido en EE. UU. tienen pocas posibilidades de permanecer legalmente en EE. UU. más allá de febrero de 2024, habiendo agotado ya más de tres de los cinco años de vigencia de su visa R1.

«Es simplemente una espera más larga que excede lo que se nos permite permanecer aquí legalmente. Los mismos abogados nos dicen que tendríamos que abandonar el país al final de los cinco años», dijo Oliveira. «Básicamente, toda la categoría de trabajador religioso es inútil. Tendrías que pasar a otra categoría para tener siquiera una oportunidad de quedarte en Estados Unidos».

Oliveira y su familia se cuentan entre miles en la misma situación. Iglesias, ministerios y abogados piden un cambio.

El gobierno estadounidense emitió 6300 visas R1 para trabajadores religiosos no inmigrantes en 2018, poco antes de la pandemia de COVID-19, cuando el número de solicitudes disminuyó. Según la American Immigration Lawyers Association (AILA), una de las organizaciones que buscan un cambio en las regulaciones, en 2022 fueron emitidas 5900 visas de este tipo.

«Lo que es realmente decepcionante para nosotros es la naturaleza atroz de la misma, que no proporcionaron ningún aviso previo a las personas», dijo a Baptist Press Sharvari Dalal-Dheini, director de relaciones gubernamentales de AILA. «Las cosas cambiaron significativamente de la noche a la mañana».

Durante años, se ha ofrecido un número limitado de visas de inmigrante al año, con un límite por país del 7 % de la asignación total. Solo una parte del total de visados se reserva a trabajadores religiosos, descritas como EB-4 (categoría 4 basada en el tipo de empleo).

En marzo de 2023, el gobierno estadounidense consideró que había estado asignando visados de inmigrante de forma incorrecta durante siete años a residentes de El Salvador, Honduras y Guatemala, de manera que se crearon largos retrasos para los solicitantes de los tres países conocidos como el Triángulo Norte. El cambio se corregirá el próximo mes, dijo el gobierno, lo que provocará graves retrasos para los trabajadores religiosos y otros en la categoría EB-4 de todos los demás países.

Dalal-Dheini anticipa que el cambio cree un retraso de 11 años para los solicitantes tipo EB-4 más recientes, en una línea de espera que ella describió en julio como de 105 267 solicitantes y en aumento. Hasta hace poco, la categoría EB-4 para todos los países con excepción de México y el Triángulo Norte había estado vigente, dijo.

El cambio repentino «sin suficiente aviso es ilegal y debe ser rectificado inmediatamente», declaró Dalal-Dheini en una carta que envió el 31 de julio al Secretario de Estado Anthony Blinken y al Secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas.

En la carta, la AILA abogaba por una serie de soluciones administrativas al problema, incluida la concesión de la acción diferida para algunas solicitudes, la eliminación de determinados periodos de espera, la ampliación de las autorizaciones de empleo para determinados solicitante, así como la codificación de protecciones para menores inmigrantes especiales que también están incluidos en la categoría EB-4.

«Crea mucho estrés y ansiedad a las personas que están aquí y pensaban que tenían un plan», dijo Dalal-Dheini, «no solo para los propios trabajadores religiosos, sino para las personas a las que sirven… Hay muchas personas afectadas, y sé que los grupos religiosos de la comunidad se han movilizado».

En abril, la Sociedad del Verbo Divino [Society of the Divine Word] se unió a un grupo multidenominacional conformado por unas 20 iglesias, misiones y confesiones religiosas para impugnar el cambio. Demandaron a los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. (USCIS, por sus siglas en inglés), y alegaron violaciones contra la Cláusula de Establecimiento y de la Cláusula de Libre Ejercicio de la Primera Enmienda, la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, la Ley de Inmigración y Naturalización, y otros errores.

Los demandantes afirmaron que ejercen y promueven sus creencias religiosas al emplear a ministros nacidos en el extranjero y a trabajadores religiosos internacionales, y solicitaron un juicio sumario, pero el tribunal de distrito del norte de Illinois desestimó el caso el 23 de julio.

A menos que abandone el país, Oliveira solo ve una opción: solicitar una visa de otra categoría como la EB-2. Entre los requisitos de la categoría EB-2 está la estipulación de que los empleadores paguen un determinado salario mínimo, un requisito que, según Oliveira, podría ser una carga para algunas iglesias.

«Creo que esto afecta la libertad religiosa, porque la iglesia es independiente y no deberíamos estar a merced del gobierno para que nos diga cuánto tiempo debe permanecer su pastor, quién debe ser su pastor o cuánto debe ganar», dijo Oliveira.

«La iglesia está creciendo. Es saludable, y el Evangelio se comparte. Y la iglesia realmente está sintiendo la carga de que (podrían perder) al pastor que ha sido parte de tal viaje con ellos».

Desde que Oliveira comenzó a pastorear First Baptist Gordon en 2022, la asistencia al culto dominical ha crecido de aproximadamente 20 personas a más de 150, dijo. La iglesia ha contratado a un abogado para ayudar a Oliveira a través de su proceso de solicitud de visa.

«Esto ha supuesto una gran carga financiera para nuestra iglesia. A mí me ha supuesto una gran carga emocional porque estoy aquí, sin saber adónde iré [en el] próximo año y medio», dijo. «Mi esposa es de un país, yo soy de otro, y mi hijo es de este país. Así que, vayamos donde vayamos, tendremos que resolver el proceso de inmigración en ese país».

Los Oliveira preferirían quedarse aquí.

«Me encanta este país», dice. «Este es un segundo hogar para mí y para mi esposa, y es el primer hogar para nuestro hijo. Pero mi percepción es que la gente guarda silencio sobre los que intentan venir a EE. UU. legalmente».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Guerra en Israel: Evangélicos palestinos reciben críticas tras llamar a la iglesia occidental al arrepentimiento

Los cristianos de Medio Oriente afirman su rechazo a la violencia mientras expresan su frustración por la falta de reconocimiento por parte de Occidente de la realidad de la ocupación y los daños colaterales de las campañas de bombardeos.

Esfuerzos de búsqueda y rescate en la histórica iglesia ortodoxa griega de San Porfirio tras un ataque aéreo israelí en Gaza.

Esfuerzos de búsqueda y rescate en la histórica iglesia ortodoxa griega de San Porfirio tras un ataque aéreo israelí en Gaza.

Christianity Today November 3, 2023
Ali Jadallah / Anadolu / Getty Images

Desde el comienzo de la guerra desatada tras los ataques terroristas sin precedentes de Hamás contra Israel, iglesias, consejos y líderes de Medio Oriente han expresado su indignación por la matanza de miles de civiles inocentes.

Muchos grupos cristianos árabes han emitido declaraciones públicas. La mayoría hizo hincapié en el llamamiento cristiano a ser pacificadores. Varios de ellos han recibido críticas por lo que algunos consideran amonestaciones que no abordan de forma específica el sufrimiento de los judíos civiles, que son el objetivo principal de los terroristas.

Las declaraciones públicas, procedentes de Palestina, Egipto, Jordania y Líbano, varían en enfoque e intensidad; la mayoría de ellas fueron motivadas por el trágico bombardeo del hospital anglicano en Gaza [enlace en español]. Algunas afirman que la comunidad internacional pasa por alto el contexto de ocupación del Estado israelí, mientras que otras llaman a la Iglesia global a recordar y tener presente que hay cristianos que se encuentran en esos territorios.

CT examinó los textos de nueve organizaciones árabes y cuatro occidentales, la mayoría de convicción evangélica, y consultó la perspectiva de un judío mesiánico israelí y de un armenio evangélico libanés. El estudio reveló que pocas declaraciones de Oriente Medio han señalado explícitamente a Hamás como autor del terrorismo, mientras que muchas de ellas critican específicamente a Israel.

Una de las declaraciones más recientes es la de la organización Musalaha, que nombra a ambos.

Este ministerio de reconciliación, con sede en Jerusalén, trabaja con israelíes y palestinos de diversos trasfondos religiosos utilizando principios bíblicos orientados a abordar los problemas que producen división y buscar la paz. Después de dos semanas de atestiguar con dolor a la matanza generalizada, su declaración pública se centra en el «lamento» y pide una respuesta reconciliadora.

«Lamentamos a aquellos que, en nombre de la justicia, han permitido que la furia perpetúe el ciclo de deshumanización y justifican el derramamiento de sangre; como se ha visto con los ataques de Hamás y la respuesta del ejército israelí», declaró Musalaha. «Instamos tanto a palestinos como a israelíes a valorar la dignidad y la humanidad del otro coexistiendo de forma no violenta para alcanzar juntos un futuro mejor».

Sin embargo, el organismo cristiano más representativo de la región fue tajante sobre el sufrimiento que, según afirma, el Estado-nación judío está infligiendo en Gaza.

«Lo que el pueblo palestino está padeciendo en Gaza no es una reacción militar a otra acción militar», declaró el Consejo de Iglesias de Oriente Medio (MECC, por sus siglas en inglés), «sino más bien un genocidio y una limpieza étnica, dirigidos contra los detenidos de la mayor prisión de la historia de la humanidad, y realizado de forma premeditada».

Su declaración, que fue la más dura de los nueve textos árabes analizados, calificó la guerra como una «guerra de exterminio» y pidió la intervención de «todas las personas honorables».

Michel Abs, secretario general del MECC, dijo a CT que admitía que lo que él denomina «la entidad sionista» había sido atacada y ella había respondido en consecuencia, pero que debería haberse detenido ahí.

El MECC se centró en denunciar a Israel por el corte del suministro de agua en la densamente poblada franja costera, por la destrucción de infraestructura médica y por las muertes colaterales de ciudadanos indefensos. Rogó que se pusiera fin a la agresión, se levantara el asedio de Gaza y se hiciera rendir cuentas a lo que Abs denominó «las fuerzas de ocupación».

Entre los miembros del MECC hay iglesias católicas, ortodoxas y de muchas denominaciones protestantes, a las que en su mayoría se les llama «evangélicas», según el lenguaje local. Sin embargo, aunque las diferencias «de línea tradicional» conocidas en el panorama cristiano estadounidense no son tan marcadas en el mundo árabe, la Alianza Evangélica Mundial (World Evangelical Alliance, en adelante WEA) incorpora organismos no representados en el MECC.

«En líneas generales estamos de acuerdo [con la declaración del MECC], aunque eso no significa que nos adherimos necesariamente a cada palabra», dijo Paul Haidostian, presidente en funciones de la Unión de Iglesias Evangélicas Armenias de Oriente Próximo, una iglesia reformada de expresión pietista y no afiliada a la WEA. «¿Pero hay elementos de exterminio en la guerra actual? Yo diría que sí».

Jack Sara, secretario general de la alianza evangélica regional de Oriente Medio y Norte de África, ayudó a elaborar la respuesta oficial de la WEA al «conflicto en Tierra Santa». Pero también estuvo de acuerdo con la declaración del MECC.

«Miles de palestinos mueren cada día. [La respuesta de la WEA] da una descripción clara de los hechos que están ocurriendo en el territorio», afirmó. «En realidad, se queda corta al suplicar al mundo que intervenga».

Los analistas han señalado que Hamás se infiltra e integra en zonas civiles, y que las Fuerzas de Defensa de Israel (en adelante FDI) suelen emitir advertencias antes de atacar estructuras residenciales. En preparación para la invasión terrestre planeada, las FDI les pidieron a los no combatientes que evacuaran el norte de Gaza; Hamás les dijo a los ciudadanos que permanecieran en el lugar.

Sin embargo, las Naciones Unidas han declarado que Gaza ya representa una catástrofe humanitaria, con más de 6500 muertos y un millón de desplazados hasta el 26 de octubre, según el Ministerio de Salud palestino, que es dirigido por Hamás. En respuesta al terrorismo de Hamás y a la muerte de 1400 ciudadanos, en su mayoría civiles, el dilema de Israel es evidente, ya que la guerra urbana necesaria para perseguir a los líderes terroristas en Gaza deteriorará aún más las condiciones locales y enardecerá cada vez más a gran parte de la opinión mundial.

Sin embargo, ante el apoyo a Israel por parte de muchos en Estados Unidos y en el mundo evangélico en general, el Bethlehem Bible College (BBC) de Sara firmó una declaración cristiana palestina que expresa una amonestación significativa y llama a «los líderes eclesiásticos y teólogos occidentales» a arrepentirse.

La declaración comienza citando al profeta Isaías: Aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia y ayuden a los oprimidos (1:17, NTV).

«Las actitudes occidentales hacia Palestina–Israel padecen de un evidente doble estándar que humaniza a los judíos israelíes mientras insiste en deshumanizar a los palestinos y encubre su sufrimiento», afirma. «Con el corazón roto, exigimos [a tales líderes] que rindan cuentas por su complicidad teológica y política».

Mientras lamentaba la «reanudación del ciclo de violencia» y condenaba «todos los ataques contra civiles», criticó el hecho de que los líderes cristianos no mencionaran el «contexto más amplio y las causas profundas» de la guerra, incluida la ocupación y los 17 años de bloqueo de Gaza. También instó a no olvidar que tres cuartas partes de la población local son descendientes de palestinos que fueron desplazados en el conflicto que siguió a la creación de Israel en 1948 y que niega su proclamado derecho a regresar.

Sara se quejó de que en los meses previos a la guerra, los judíos extremistas y los colonos israelíes incrementaron los ataques a las iglesias locales, y mientras los sacerdotes eran maltratados, los cristianos internacionales decían poco. Los creyentes, dijo, a menudo sienten que son una «molestia» para los defensores occidentales de la teología del fin de los tiempos, o bien de la narrativa de su gobierno sobre la región.

«Oramos para que la iglesia sea la iglesia, y no un órgano político que toma partido», dijo Sara en un mensaje de YouTube. «A Dios ya no le importa el origen étnico: Jesús ya no es solo judío, él es todo para todos».

Un líder judío mesiánico calificó la declaración conjunta de «reprochable».

Los cristianos palestinos no solo no denunciaron ni mencionaron a Hamás o el terrorismo, declaró Michael Brown, presentador del programa de radio nacionalmente sindicado Line of Fire, sino que su declaración repitió «afirmaciones difamatorias» de que Israel había bombardeado intencionadamente el hospital árabe al-Ahli el 17 de octubre, así como la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio el 19 de octubre. (Las FDI determinaron que la explosión en el hospital fue provocada por un cohete mal disparado por militantes de la Yihad Islámica, mientras que reconocieron que las muertes producidas en la iglesia San Porfirio fueron causadas por uno de sus propios misiles dirigido contra un edificio cercano).

Además, Brown criticó la declaración por incurrir en «tropos habituales de izquierda» que equiparan el colonialismo de los habitantes de los asentamientos judíos en Gaza con el retorno de los judíos a su antigua patria.

«Queremos mostrar solidaridad como hermanos y hermanas en Jesús», dijo Brown, quien ha participado en las conferencias de la BBC Christ at the Checkpoint. «[Pero ellos] deben arrepentirse de este llamado al arrepentimiento profundamente desacertado para que juntos podamos buscar la justicia, la bondad, la equidad y la misericordia».

El presidente de la Alianza Evangélica de Israel comparó a los signatarios con una esposa maltratada.

«La mayoría de los cristianos de Oriente Medio no tienen libertad para hablar y condenar la violencia islamista», dijo Danny Kopp. «El costo social, y a menudo físico, es demasiado alto para contemplarlo».

En lugar de ello, callan, desvían la atención o culpan a otros. El trauma por los malos tratos distorsiona la capacidad de juicio moral, afirmó. Pero después de haber sido testigos del «peor asesinato masivo de judíos en un solo día desde el Holocausto», los creyentes árabes se encuentran en un punto de inflexión crítico.

«Justo en el momento en que los cristianos podrían haber ofrecido un rayo inusual de luz de verdad», dijo Kopp, «la iglesia se ha relegado en gran medida a un estado de decadencia moral e irrelevancia».

Los evangélicos egipcios, por su parte, se expresaron públicamente desde el principio.

La Presidencia de las Iglesias Protestantes de Egipto (PCE, por sus siglas en inglés), miembro tanto del MECC como de la WEA, fue uno de los primeros organismos regionales en emitir una declaración. Solo un día después de la masacre de Hamás, el 7 de octubre, emitió una condena no específica de «todas las formas de violencia y conflicto armado entre palestinos e israelíes», señalando los ataques contra civiles inocentes.

Una segunda declaración, dijo la PCE, respaldaba la política del gobierno egipcio de brindar ayuda humanitaria. Pero luego se sucedieron rápidamente tres declaraciones en las que se desplazaba el foco de atención hacia los abusos israelíes. La PCE condenó el bombardeo del hospital de Gaza, y luego rechazó tratar el caso palestino con medios militares. Y tras el ataque que destruyó parcialmente la iglesia de Gaza, expresó su «profunda preocupación por la violencia dirigida contra zonas residenciales, desde el comienzo mismo de los acontecimientos».

Si bien Egipto fue la primera nación árabe en firmar un tratado de paz con Israel, las críticas hacia Israel en otros lugares pueden haber provocado un cambio en ciertas declaraciones.

Lo que indignó a muchos cristianos árabes fue que el atentado del hospital tuvo lugar un día en que los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén (en adelante los Patriarcas) hicieron un llamado a dedicarse al ayuno y la oración [enlace en español]. Y dos días antes, en respuesta al aviso de Israel a evacuar el norte de Gaza, los Patriarcas mostraron su conciencia de la ira judía al advertir contra un «nuevo ciclo de violencia» que había comenzado «con un ataque injustificable contra civiles en Israel» [enlace en inglés].

En otras declaraciones, los líderes cristianos de Jerusalén no denunciaron ni mencionaron a Hamás, pero esta declaración varió el lenguaje respecto a su primera reacción el día de las atrocidades terroristas. Con Israel aún conmocionado por el día más mortífero para los judíos desde el Holocausto, los Patriarcas se habían pronunciado contra cualquier daño a «civiles, tanto palestinos como israelíes».

El emisario de Israel al Vaticano se indignó por la «ambigüedad lingüística inmoral».

¿Merecen los evangélicos jordanos la misma respuesta?

El 14 de octubre, la Alianza Evangélica de Jordania (JEC, por sus siglas en inglés), miembro de la WEA pero no del MECC, publicó una declaración para respaldar la invitación a la oración de los Patriarcas. Sin embargo, para reflejar la voluntad de las cinco iglesias que la componen, la asamblea general de la JEC votó a favor de evitar mencionar los nombres tanto de Israel como de Hamás.

Una fuerte minoría quería nombrar a Israel.

Según Nabeeh Abbassi, presidente de la Convención Bautista Jordana, que es una denominación miembro de la JEC, Hamás es visto como un «libertador» por muchos palestinos en Jordania, que constituyen un porcentaje significativo aunque discutido de la población del reino. Para evitar ser señalada como contraria a este sentimiento, la alianza evangélica optó por «no meterse en política» y centrarse en la humanidad compartida [por todas las partes].

La declaración de la JEC condenaba el actual «ciclo de violencia y contrataque», aunque hacía mención de «la agresión contra el pueblo palestino». No obstante, el Sermón del Monte llama a los creyentes a ser pacificadores, y como tales a recurrir al diálogo y la negociación como medios necesarios para poner fin a una política israelí no nombrada, pero continua, de expansión de los asentamientos en curso.

«La violencia engendra violencia», declaró la JEC, «la ocupación genera resistencia y el asedio da lugar a la explosión».

Esta frase es una explicación, explicó Abbassi, no una justificación.

«Hamás es quien empezó los problemas», continuó. «Es cierto que Israel tiene derecho a defenderse, pero luego ocasionó mucho más daño».

Abbassi cree que demasiados cristianos occidentales apoyan a Israel desde una aplicación errónea de la teología. El pastor jordano, que es dispensacionalista, dijo que no es tarea de los creyentes apresurar el calendario escatológico de Dios.

Se refirió al pasaje en Hechos 1:6-8, cuando los discípulos le preguntaron al Jesús resucitado si en ese tiempo restauraría el reino a Israel. Abbassi señaló la negativa de Jesús a responder a la pregunta, llamando en cambio a los creyentes a ser sus testigos.

«Si queremos ayudar a Dios, esto es lo que debemos hacer: no tomar partido, sino amar a ambos y compartir el Evangelio con todos», dijo Abbassi.

Sin embargo, luego de lo que calificó como el «brutal asalto» al hospital anglicano, Abbassi afirmó que su convención se sintió obligada a publicar una declaración propia, y que posteriormente se sintió dolida por el ataque a la iglesia ortodoxa griega. Culpó a una política israelí de «maquinaria de guerra» que ataca a musulmanes y cristianos por igual, sin diferenciar entre civiles y militares.

«Hamás es un grupo, Israel es un Estado», dijo Abbassi. «De Hamás uno puede esperar cualquier cosa, pero yo espero que Israel haga lo correcto».

La declaración denominacional jordana, dijo, se produjo en un contexto inusual de reconocimiento local. Casi todos los medios de comunicación jordanos llamaron «bautista» al hospital de Gaza, reflejando el sentimiento popular establecido durante su administración en la guerra de 1967.

Fue una oportunidad para «mostrar nuestro corazón» al jordano común —Abbassi concedió tres entrevistas televisivas después de los hechos— y una expresión de apoyo cristiano local hacia una política gubernamental que defienda los derechos de los palestinos y que a su vez mantenga la paz con Israel, con el reino hachemita del rey Abdullah como custodio histórico de los lugares religiosos musulmanes y cristianos de Jerusalén.

Los objetivos de los evangélicos libaneses, sin embargo, eran más diversos.

«Algunos querían una declaración para mostrar al gobierno, otros para mostrar a los musulmanes», dijo Joseph Kassab, presidente del Consejo Supremo de la Comunidad Evangélica de Siria y Líbano. «Pero yo quería que simplemente reflejara nuestra fe y nuestra teología».

El documento libanés, escrito por varios líderes locales motivados a pronunciarse tras la explosión del hospital, hacía referencia a la ética del «ojo por ojo», repudiada por Jesús pero todavía presente, según Kassab, entre judíos y musulmanes. Según esa lógica, argumentaba la declaración, el terrorismo de Hamás podría merecer una respuesta igual, pero no doble. Sin embargo, dijo, Israel la ha multiplicado por diez.

Aunque la disuasión mediante una respuesta desproporcionada forma parte de la estrategia militar básica de Israel, Kassab cree que los cristianos deberían tener una métrica diferente.

«No puedes buscar la paz y la reconciliación», dijo, «y dar tu apoyo incondicional a cualquiera».

No obstante, en su mensaje sobre centrarse en la necesidad de una solución justa para el conflicto general palestino-israelí, la declaración de los líderes libaneses no nombró ni a Israel ni a Hamás como adversarios.

¿Y si Irán entra en la guerra, dijo Kassab, o Estados Unidos?

Kassab afirmó claramente que, siguiendo la especulación sobre que las «tristes y desafortunadas» acciones de Hamás pretendían interrumpir el patrón reciente de los esfuerzos árabes de normalización con Israel (conocidos como los Acuerdos de Abraham), ni Palestina ni la región tienen un futuro si la ideología islamista consigue gobernar.

Sin embargo, Israel ha multiplicado las atrocidades, dijo. Kassab mencionó los miles de edificios de apartamentos de Gaza destruidos, así como la solicitud hecha a los refugiados —revisada posteriormente— para que «salgan» y huyan a través de la frontera sur de la franja hacia Egipto. Los anteriores desplazamientos de palestinos en 1948 y 1967 terminaron por ser permanentes.

Aun así, afirmó que la declaración del MECC no está plenamente justificada.

«Puede que la intención de Israel no sea exterminar, pero si siguen actuando de este modo, ese será el resultado final», afirmó Kassab. «Si no te gusta la palabra, sustitúyela por otra, pero esto no cambiará la magnitud de violencia».

Munir Kakish, presidente del Consejo de Iglesias Evangélicas Locales de Tierra Santa (CLEC, por sus siglas en inglés), afiliado a la WEA, se distanció totalmente de la declaración del MECC.

«Cuando nos inviten a sus reuniones, entonces podré presentar mi opinión», dijo.

Haciendo hincapié en el llamado a ser un puente de paz y reconciliación, su declaración del 18 de octubre fue poco específica en todos los sentidos. Aunque se centraba únicamente en Gaza, no mencionó ni a Hamás ni a Israel, y pedía ayuda humanitaria inmediata y un tratado de paz general.

«Lo que ocurrió en los hospitales y escuelas de Gaza es inaceptable según todas las leyes y prácticas internacionales», declaró el consejo, que después hizo eco de 1 Timoteo 2:2. «Instamos a todas las partes para el cese inmediato de la guerra … para que podamos vivir una vida pacífica con toda piedad y dignidad».

Pero también para predicar el Evangelio. Kakish consideró los acontecimientos actuales como parte de las «guerras y rumores de guerras» que Jesús predijo antes del fin de los tiempos. El mal está aumentando, dijo, como en los tiempos de Noé, y la puerta del arca pronto será cerrada.

«Es hora de que la Iglesia despierte y cumpla la gran comisión», dijo, «en lugar de distraerse con otras cosas».

Pero los cristianos árabes no son los únicos que hacen declaraciones.

A diferencia de sus homólogos de Oriente Medio, la Comisión de Ética y Libertad Religiosa (ERLC, por sus siglas en inglés) de la Convención Bautista del Sur (SBC), la Asociación Nacional de Evangélicos (NAE) de Estados Unidos y la WEA condenaron rápidamente a Hamás y lo mencionaron por su nombre.

La ERLC publicó el pronunciamiento más firme a favor de Israel.

Reconociendo las diversas posiciones teológicas sobre la relación entre Israel y la Iglesia, la declaración liderada por los bautistas del sur reconoció cómo el pueblo judío ha «soportado durante mucho tiempo intentos genocidas de erradicarlos y destruir [su] Estado». Citando a Israel como un «ejemplo inusual de democracia» en la región, la ERLC hizo referencia a Romanos 13 en apoyo del gobierno israelí para «llevar la espada» contra actos de maldad que atentan contra la vida inocente.

Además, la declaración de la ERLC reconoció la «dignidad y condición de persona de todas las personas que viven en Oriente Medio», y pidió en oración por el «difícil ministerio de los creyentes judíos y palestinos que trabajan por el evangelio».

[Nota del editor: El redactor jefe de CT, Russell Moore, expresidente de la ERLC, firmó la declaración junto a otros 2000 líderes].

Sus homólogos de la Alianza Mundial Bautista (BWA) se centraron en Palestina, destacando la herencia bautista del sur del hospital al-Ahli, ya que «aboga por la protección de todos los ciudadanos y el establecimiento de una paz genuina».

Junto con 17 iglesias bautistas en Israel y 13 en los Territorios Palestinos —incluida una en Gaza—, la BWA pidió «caminos de pacificación que rechacen inequívocamente el terrorismo». Y «en medio de la adversidad» instó a la «búsqueda de la justicia restauradora y la paz».

El secretario general, Elijah Brown, puso como ejemplo la guía de oración de la BWA.

«Creemos que como embajadores de la paz no debemos enfatizar enfoques de antagonismo político», dijo a CT, «y por eso debemos trabajar para modelar una voz unida de compromiso común».

La NAE también reconoció el derecho de Israel a defenderse. Pero también advirtió a Israel sobre la posibilidad de socavar su propia seguridad yendo más allá para «vengarse» e infligir más sufrimiento a civiles inocentes. La WEA expresó su «perplejidad» ante las manifestaciones que parecían alegrarse por las matanzas iniciales, al tiempo que alentaba todos los esfuerzos para mitigar la violencia.

Aunque tanto la BWA como la NAE pidieron una paz justa —una frase que la ERLC no utilizó—, ninguna ha publicado una declaración evaluativa desde entonces. Dada la reiteración de la NAE del papel evangélico de «criticar de forma constructiva a los líderes gubernamentales», ¿es necesario hacerlo ahora?

«La doctrina de la guerra justa, por su propia naturaleza, tiene un marco limitado sobre cómo se puede hacer la guerra, incluyendo la prohibición de atacar a civiles inocentes», dijo a CT el presidente de la ERLC, Brent Leatherwood. «Nuestra preocupación por los vulnerables no tiene fronteras, pero debemos tener claro quién tiene la culpa en este conflicto».

El presidente de la NAE, Walter Kim, también citó la tradición cristiana.

«La mayoría de los evangélicos se atienen a los principios clásicos de la guerra justa para buscar la justicia y, al mismo tiempo, contener la violencia. Israel tiene derecho a defenderse de Hamás, que sigue atacando», afirmó. «Otros principios de guerra justa incluyen la intención justa, la retribución limitada, la pacificación a largo plazo y la protección de los inocentes».

Y dejó la evaluación a criterio del lector.

Por su parte, Thomas Schirrmacher, secretario general de la WEA, ya hizo la suya.

«Israel sigue estando en el parámetro de la autodefensa», dijo. «Como dicen claramente los atacantes, ellos quieren matar a todos los judíos y borrar a Israel del mapa».

Schirrmacher planteó serias dudas sobre la culpabilidad de Israel en el atentado contra el hospital, y culpó a los dirigentes palestinos —tanto en Cisjordania, gobernada por la Autoridad Palestina, como en Gaza, controlada por Hamás— de no haber construido un Estado que funcione. Con Hamás abocado al terrorismo, en Gaza ambas cosas se excluyen mutuamente.

No obstante, subrayó que todos los comentarios que comparte son de opinión personal. La WEA representa a alianzas y asociaciones nacionales en 173 países, incluidas las dirigidas por Kakish, Kopp y una segunda oficina afiliada centrada en los ciudadanos árabes de Israel.

La alianza regional de Oriente Medio y Norte de África está en desacuerdo con la alianza regional europea de la WEA sobre los detalles de una definición de antisemitismo, dijo, mientras que una alianza en Azerbaiyán se ve perjudicada por la condena de la WEA de los abusos de los derechos humanos de la nación del Cáucaso contra los armenios en un enclave en disputa.

También intenta mantener el equilibrio entre sus hermanos en la fe de Ucrania y Rusia.

La ayuda brindada también es equilibrada. La WEA trabaja a través de su alianza en Israel para proporcionar refugios en Ashdod y Ashkelon, cerca de la frontera con Gaza. En colaboración con el Sínodo del Nilo, afiliado a la WEA en Egipto, se brindará ayuda en el paso fronterizo de Rafah. Y en colaboración con su alianza palestina, se está proporcionando ayuda en efectivo para reconstruir el hospital anglicano de Gaza.

«Antes de hablar, involucramos a todas las partes», dijo Schirrmacher. «Eso significa que somos lentos, pero más capaces de contribuir a la paz y al cambio positivo que publicar rápidamente una declaración que luego habría que revisar».

«Hacer declaraciones no es la tarea más crítica de la Iglesia», dijo Haidostian, cuya unión evangélica armenia no ha hecho comentarios oficiales sobre la guerra. «Más importante es la tarea de educar sobre la paz, la justicia y las afrentas del pasado, no solo sobre los asuntos de actualidad».

Pero los cristianos árabes hacen declaraciones públicas respecto a su preocupación, dijo, que van en dos direcciones.

En primer lugar, dijo, apelan a una relación de confianza con los socios internacionales en Occidente, para contrarrestar «la visión desequilibrada e incondicionalmente favorable» hacia Israel que a menudo transmiten los principales medios de comunicación.

Y en segundo lugar, buscan demostrar a la región que no son simples espectadores. Haidostian está de acuerdo en que pueden sufrir presiones locales por parte de musulmanes o judíos, y añade que a menudo sienten una desesperanza existencial ante el estado menguante de la comunidad cristiana.

Pero sus declaraciones afirman que, al igual que los palestinos, no son hijos ilegítimos de la tierra, ni ajenos a ella.

«A menudo, los cristianos árabes también son víctimas», afirma Haidostian. «Culparlos de ser parciales es simplista».

Y aunque Haidostian tiene una opinión firme sobre este conflicto actual, el líder armenio instó a los cristianos a no ver la región como un monolito. Los creyentes deben tener cuidado de no confundir el Israel bíblico con el Estado moderno, dijo, ni permitir que la retórica gubernamental y de los medios de comunicación influya en sus compromisos de fe.

¿Qué desea Cristo de nosotros ahora? preguntó. En la medida en que Tierra Santa es la cuna de la fe cristiana, en Juan 17 Jesús dejó claro que su deseo va mucho más allá.

«La paz en cualquier parte del mundo depende de la paz en otros lugares», dijo Haidostian. «Y la vitalidad de la Iglesia en Oriente Medio es fundamental para la unidad global del cuerpo de Cristo».

Información adicional de Jeremy Weber.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Cuando Octavio Esqueda tenía un año, su hermanita falleció.

Durante los nueve años siguientes, su madre perdió cinco bebés más durante el embarazo, por lo que por mucho tiempo fue hijo único.

Sus padres tuvieron otra niña cuando él tenía nueve años; sin embargo, ella murió varios años más tarde en un accidente de piscina.

«Mis padres tuvieron experiencias muy diferentes con ambas muertes», dice Esqueda, quien creció en México y actualmente vive en el sur de California. «La primera les causó mucha desesperanza».

En el tiempo entre la muerte de sus dos hijas, los padres de Esqueda habían dejado el catolicismo y se habían convertido en cristianos evangélicos.

«La segunda [muerte] fue dura, obviamente, pero la diferencia fue que [esta vez] ellos tenían esperanza en la resurrección y esperanza en Cristo», dijo Esqueda, quien es profesor de educación superior cristiana en Talbot School of Theology.

«Para la gente que no tiene esperanza en la resurrección, o si eres católico romano y hay cierta incertidumbre en la cuestión de adónde están tus familiares, esperas lo mejor pero no lo sabes realmente. Estas tendencias a encontrar conexiones por medio de los sueños u otras formas son muy importantes para que la gente mantenga viva esa relación».

Las perspectivas sobre la muerte de los latinoamericanos y de las personas de origen latino que viven en Estados Unidos son diversas y han sido moldeadas históricamente por las enseñanzas y la teología indígena y católico romana, y han dado lugar a festividades sincretistas como el Día de los Muertos y el Día de los Fieles Difuntos [enlace en español].

Con la llegada más reciente del protestantismo a América Latina en la década de 1870, y a medida que muchos en la región fueron emigrando a Estados Unidos, muchos evangélicos latinoamericanos han adoptado nuevas perspectivas sobre la muerte que consideran más fieles a la Palabra de Dios, mientras tratan de entender cómo su herencia cultural encaja con su fe.

«Desde el punto de vista teológico, la mayoría de los evangélicos latinos creen en Santiago 2:26, “el cuerpo sin el espíritu está muerto”», dijo Tomás Sanabria, que actualmente dirige una congregación en Chicago de la Iglesia del Pacto Evangélico (ECC, por sus siglas en inglés) en la que se encuentran representadas 12 nacionalidades latinoamericanas diferentes.

«[Los evangélicos latinoamericanos] no celebran el Día de los Muertos. Es una tradición [más bien] mexicana. Culturalmente, hay muchos creyentes mexicanos que practican una religiosidad popular sincretista… en la que conmemoran a sus seres queridos difuntos. Eso no sucede entre los protestantes. Lo hacen más bien muchos que provienen de un contexto católico romano».

A principios de este año, CT publicó un informe sobre la reciente encuesta de Pew Research Center sobre las experiencias de los estadounidenses con personas fallecidas, y señaló que «la encuesta no aclara cómo la gente procesaba estas interacciones: si pensaban que eran místicas o si creían que podían haber tenido causas naturales» [enlaces en inglés]. Por ejemplo, en el grupo de los que respondieron que fueron visitados en sueños por sus seres queridos, se incluían tanto los que posiblemente creían que sus seres queridos intentaban darles un mensaje, como los que podían haber soñado simplemente un recuerdo especial con su familiar.

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Entre todos los protestantes hispanos de EE. UU., el 27 % dice haber sentido la presencia de un familiar fallecido, el 20 % ha hablado con familiares fallecidos sobre acontecimientos de su vida y el 12 % dice que sus seres queridos fallecidos se han comunicado con ellos. (Pew proporcionó estos desgloses a CT).

Un tercio (34 %) de todos los protestantes hispanos dicen haber tenido al menos una de estas experiencias. En comparación, el 47 % de todos los adultos hispanos de EE. UU. y el 54 % de todos los católicos hispanos de EE. UU. afirmaron lo mismo.

Un poco más de la mitad de los adultos hispanos (53 %) afirman haber sido visitados en sueños por un familiar fallecido. Entre los cristianos que respondieron la encuesta, el 41 % de los protestantes hispanos declararon esto, en comparación al 62 % de los católicos.

Un poco más de un tercio (42 %) de los encuestados de todas las etnias que dijeron ser evangélicos afirmaron haber tenido un encuentro con un ser querido fallecido.

Para los creyentes latinoamericanos o de origen latino en EE. UU., ver o hablar con un familiar querido en un sueño puede ser revelador o sanador. Estas experiencias pueden proporcionar cierto grado de consuelo y seguridad tras la pérdida de un ser querido o ayudar a desarrollar una respuesta más matizada ante la muerte.

Esqueda, que se mudó a Estados Unidos siendo adulto, cree que su herencia mexicana ofrece valiosa sabiduría a la hora de abordar la pérdida y el duelo.

«Los cristianos estadounidenses, o los evangélicos blancos, tienden a ser optimistas. No les gusta vivir con dolor y sufrimiento, y les gusta seguir adelante. [Para ellos] los servicios en memoria de los difuntos son como celebraciones, en lugar de un luto por la pérdida», dijo.

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Según Esqueda, los evangélicos latinos no pasan por alto ni suprimen la profundidad y la experiencia de dolor que rodea la muerte de un ser querido.

«Nunca pasamos página. La muerte siempre es dolorosa. La muerte es siempre el vandalismo del shalom. Ciertamente, Cristo venció a la muerte, pero la muerte siempre es mala. Los hispanos, asiáticos o afroamericanos nos damos cuenta de que el dolor y el sufrimiento forman parte de la vida, así que lo afrontamos mejor», explica.

En otros casos, la visita de un ser querido que ha fallecido puede incluso ofrecer introspección de la realidad presente de una persona.

Hace años, cuando Sanabria, de ascendencia puertorriqueña, trabajaba regularmente en su comunidad, una mujer llamada Anita acudió a él con una pregunta. Durante las últimas noches, su madre, que había fallecido, se le había aparecido en sueños diciendo las palabras shakkul remah. ¿Podrían significar algo?

Sanabria, que se había graduado recientemente del seminario, accedió a buscar la frase en su diccionario griego y hebreo y descubrió que, en hebreo, la frase podía traducirse como «tiempo de duelo por la pérdida de un niño pequeño abatido».

Cuando se lo reveló a Anita, que asistía a la iglesia que él pastoreaba, ella irrumpió en llanto.

«Me explicó que cuando estaba en la escuela secundaria [bachillerato, high school] había tenido un aborto, y que nadie de su familia lo sabía, ni siquiera su madre», dijo Sanabria. Este encuentro llevó a la mujer, que ahora tiene treinta años, a asistir a terapia.

Sanabria, que fue criado en el catolicismo antes de abrazar el pentecostalismo y más tarde pasarse a ECC, no cree que los muertos permanezcan en un «estado consciente» o «sepan lo que está pasando aquí en la tierra».

«La Biblia dice que entramos en un sueño profundo y que habrá una segunda venida en la que la gente resucitará de entre los muertos», dijo. «Solo Jesucristo puede llamar a los muertos de entre los muertos».

Pero soñar con un ser querido que ha fallecido no significa que la persona exista en nuestra realidad actual, dice.

«[Los] demonios o el diablo no pueden leer tu mente. Entonces, ¿cómo puede una persona muerta estar dentro de tu mente, en tu cerebro o en tu espíritu? Un sueño es un sueño».

Algunos evangélicos latinos no tienen interés en abrazar el catolicismo de sus antepasados, pero sienten curiosidad por aprender más sobre la forma de comprensión del mundo desde la cosmovisión indígena de sus ancestros.

En el contexto mexicano, «la muerte no es algo a lo que se tenga temor. No se ve como un final, sino más bien una transición», afirma Roslyn Hernández, que trabaja en el Fuller Youth Institute y es también directora espiritual.

En la tradición náhuatl, por ejemplo, «se creía que la gente pasa de este mundo, y vamos a otro y seguimos en un viaje», dijo Hernández. «No era como si, cuando un miembro de la familia fallecía, no se volvía a pensar en él ni se le recordaba».

Hernández ha estado hablando con familiares que han estudiado su genealogía y haciendo su propia investigación paralela.

«He estado recabando más información sobre las tradiciones espirituales de mis antepasados, [como la medicina herbal], e intentando integrarlas en mi propia identidad y espiritualidad», explicó.

Cuando era niña, Evelyn Pérez recuerda que los miembros de su familia guatemalteca le recalcaban la importancia reveladora de los sueños, mientras que desconfiaban de interpretar otras partes de la vida como si tuvieran algún tipo de significado divino.

Pero cuando el protestantismo llegó a la ciudad natal de su familia, «muchas de las costumbres [indígenas] fueron desplazadas porque [eran consideradas] malignas», dijo Pérez, que trabaja con líderes eclesiásticos de ECC en la Costa Oeste de EE. UU.

En la época de la Reforma Protestante, «el mundo de los encantos fue muy escudriñado», a tal punto que ahora «las teologías occidentales tienden en su mayoría a considerar cualquier cosa espiritual ajena al cristianismo como sospechosa o maligna», dice Noemí Vega Quiñones, que está haciendo un doctorado en ética en Southern Methodist University.

«La Biblia misma reconoce diferentes reinos espirituales y diferentes espíritus, y algunos teólogos africanos e indígenas también reconocen que vivimos en un reino espiritual… pero las teologías protestantes tienden a favorecer el razonamiento objetivo, [y preguntan:] ¿Qué es palpable? ¿Qué es fáctico?», dijo.

No obstante, Vega Quiñones recuerda que creció en un hogar que reconocía y «normalizaba» el reino espiritual.

«Crecí escuchando historias de fantasmas de amigos y familiares. Percibir el aspecto espiritual de un lugar, como una habitación, no era algo inusual para mí», dice Vega Quiñones. «Yo no rezaba a los muertos ni hablaba con ellos, pero recordaba a mis familiares difuntos con regularidad, como mi abuela, para que siguieran motivándome y animándome».

Cuando era niña, con frecuencia tenía pesadillas y «veía muchos [espíritus] malignos a mi alrededor».

«Mi madre me decía: “Concéntrate en Jesús, ora a Jesús. Jesús tiene más poder sobre estas otras cosas. La sangre de Jesús te protegerá”, haciendo referencia a Hebreos 9», dijo Vega Quiñones. «Nunca me dijo: “Oh, esas cosas malas no existen”. Nunca me hizo sentir mal por tener pesadillas o soñar con cosas aterradoras».

Los cristianos necesitamos desarrollar una teología de los muertos que esté bíblicamente fundada, argumenta Vega Quiñones. Después de todo, la Biblia tiene relatos únicos y variados sobre interacciones con los muertos, dice, citando la mención de Jesús del Hades, las instrucciones de Deuteronomio de no consultar con los muertos, Saúl y la médium de Endor, y la gran nube de testigos de Hebreos.

«A fin de cuentas, Jesús vino a traer verdad, bondad y sanidad al mundo. Dios es el Creador de vida, y Dios es también Dios sobre otros reinos espirituales, incluidos los muertos.

»Espero que podamos aceptar quedarnos con el misterio, con no saber la respuesta, y que respetemos la sabiduría bíblica y la sabiduría colectiva que tenemos como pueblo… Si un cristiano quiere tener una teología sólida de los muertos, tenemos que examinar toda la narrativa bíblica de esto y no solo escoger aspectos de ella».

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Argentina da el siguiente paso para honrar a los evangélicos oficialmente. Ellos quieren más.

Los protestantes agradecen las celebraciones del Día de la Reforma y se preguntan si algún día obtendrán igualdad religiosa.

Eduardo Valdez (centro), presidente del ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y Guillermo Oliveri (derecha), embajador de la Secretaría de Culto, en una reunión en la que se aprobó un proyecto de ley que tenía como objetivo establecer el Día Nacional de las Iglesias Protestantes y Evangélicas.

Eduardo Valdez (centro), presidente del ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y Guillermo Oliveri (derecha), embajador de la Secretaría de Culto, en una reunión en la que se aprobó un proyecto de ley que tenía como objetivo establecer el Día Nacional de las Iglesias Protestantes y Evangélicas.

Christianity Today October 27, 2023
Imagen: Cortesía de ACIERA / Edición por CT

Este Día de la Reforma, 18 de las 24 provincias argentinas celebrarán a las iglesias evangélicas y protestantes.

Los líderes evangélicos esperan que, algún día no muy lejano, se una todo el país.

El mes pasado, el gobierno federal dio un paso más hacia el reconocimiento nacional de la celebración del 31 de octubre en honor de estas comunidades, cuando la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que ahora debe pasar por el Senado.

«Para muchos evangélicos aparecer en la agenda pública legislativa del país es muy importante. Responde a una aspiración de visibilidad en la comunidad», dijo Viviana Barrón, rectora del Seminario Internacional Teológico Bautista. «Años atrás, muchos decían que nuestras iglesias eran prácticamente invisibles para los gobiernos. Eso ha ido cambiando y es recibido con alegría por muchos».

«En nuestro país, los cristianos evangélicos son ciudadanos de segunda clase», dijo Joel Issachar Stefanini, presidente y fundador de la Federación Iglesias Pentecostales de Argentina.

«Estamos luchando [desde] hace más de 40 años, desde que llegó la democracia nuevamente [a] nuestro país… para que se nos reconozca como iglesia cristiana y tener igualdad de derechos».

Muchos líderes evangélicos se han sentido frustrados por lo que han interpretado como un desaire de 150 años por parte del Estado hacia su comunidad.

Según el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), la comunidad evangélica pasó del 9 % al 15.3 % de la población entre 2008 y 2019. El mismo informe sitúa a la comunidad católica en el 62.9 %. (Argentina tiene 46 millones de habitantes).

La Corte Suprema de Argentina ha dictaminado que el país no tiene una religión oficial o estatal. Sin embargo, aunque su Constitución garantiza la libertad religiosa, también establece que «el Gobierno Federal sostiene la Fe Católica Apostólica Romana».

Aunque esta relación se ha renegociado a lo largo del tiempo mediante diversas leyes y casos judiciales, su manifestación más duradera ha sido un registro nacional de cultos implementado en 1979, durante uno de los últimos años de la dictadura del país. Según esta ley, la Iglesia católica no tiene que registrarse ante el gobierno. Mientras tanto, todos los grupos religiosos no católicos deben registrarse para disfrutar de privilegios como no pagar impuestos municipales.

«Es bueno el avance de la ley, pero eso no hace más que confirmar que tenemos una situación muy dispareja respecto a la iglesia católica, que es la que ostenta el poder político religioso y el sostenimiento oficial por parte del Estado argentino», declaró Ana Valoy, pastora y analista política de la ciudad norteña de Tucumán.

Argentina es conocida por su diversidad cultural y religiosa, escribió en 2021 Renata Viglione, psicóloga cristiana coautora del actual proyecto de ley.

«Por ello, resulta inexplicable que a varios siglos de la llegada de los primeros protestantes a territorio argentino, [y dado el] reconocimiento público sobre los aportes realizados por la comunidad evangélica argentina en su conjunto y el derecho a la igualdad religiosa garantizado por la Constitución Nacional, sigamos aguardando el primer día conmemorativo evangélico a nivel nacional», escribió.

En 2017, Entre Ríos se convirtió en la primera provincia en instituir un día anual de conmemoración de la Reforma Protestante (en la celebración del 500.º aniversario de las 95 Tesis de Martín Lutero), gracias a los esfuerzos de los líderes cristianos locales.

«Por primera vez somos oficialmente reconocidos como una religión», declaró entonces Carlos Duarte, pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

La legislación actual surgió por iniciativa de ciudadanos como Viglione, que se pusieron en contacto con legisladores en 2014. Aunque numerosas provincias y municipios han adoptado desde entonces sus propias proclamas y leyes de reconocimiento de los evangélicos, Viglione y sus colegas tardaron años en dar a conocer el proyecto de ley entre las iglesias argentinas, y en que los distintos partidos políticos se pusieran de acuerdo sobre el lenguaje que apoyarían para la iniciativa.

«Soy optimista que el Senado [revise] el proyecto en la próxima sesión y le den sanción», dijo Dina Rezinovsky, una de las tres evangélicas en la Cámara de Diputados de 257 escaños y que impulsó el proyecto de ley junto con tres de sus colegas católicos.

Para los evangélicos argentinos, el reconocimiento político valida la labor de construcción nacional con la que se han comprometido durante décadas.

«Desde el inicio de nuestra nación, los evangélicos han colaborado al progreso del país a través de la enseñanza de principios y valores que emanan de la Biblia, la fundación de escuelas, hogares de ancianos, orfanatorios, centros de rehabilitación para drogadependientes y ayuda a los sectores más postergados de la sociedad», afirmó Ciro Pablo Crimi, quien dirige el Seminario Bíblico de Fe.

Entre otras cosas, los impuestos argentinos ayudan a sostener los salarios de obispos y sacerdotes, dice Crimi, y la frustración de los evangélicos con esta disposición los ha llevado en varias ocasiones a organizarse más formalmente en la oposición.

En septiembre de 1999, 250 000 evangélicos se reunieron frente al obelisco de Buenos Aires bajo el lema «Jesucristo por todos y para todos». Pidieron una ley de libertad religiosa que garantizara la igualdad de trato de las denominaciones, señala Crimi. Dos años después, 400 000 evangélicos volvieron a reunirse en septiembre bajo el lema «Para mi país, quiero igualdad religiosa».

«La justicia de Dios demanda una igualdad sin discriminación ni exclusiones», afirmó.

Aunque este tipo de reconocimiento valida a una comunidad con una historia tan larga como la de los evangélicos, las enseñanzas de Jesús advierten a sus seguidores sobre el peligro del reconocimiento público. Buscar la aprobación de los demás puede descalificar a las personas como ministros de Cristo, y los creyentes deben buscar agradar a Dios, no a los demás, afirma Ruben del Ré, que dirige la Sociedad Bíblica Argentina.

«Nuestro propósito debe estar alineado con lo que nuestro Señor enseñó claramente en el Sermón del Monte: que los hombres, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios», dijo. «Por lo tanto, no se trata del reconocimiento público de nuestro trabajo, ni de lograr un mayor prestigio social. La Iglesia de Cristo nunca necesitará eso».

Además, establecer un día que celebre a los protestantes y evangélicos es más fácil que cambiar la ley de libertad religiosa. El Congreso lo intentó varias veces desde 2001 hasta 2019, señaló Rezinovsky.

«Los legisladores no quieren tratar la reforma de la Ley Nacional de Cultos, que es de los años setenta… entonces, este tipo de decisión puede ser vista como un modo de tranquilizar las discusiones de fondo que no se han dado», afirmó Barrón. «Seguimos esperando un país en el que pertenecer a un grupo religioso no dé privilegios a nadie. Pero para eso queda mucho camino por recorrer».

Viglione considera que el avance de las celebraciones del 31 de octubre y el actual éxito legislativo de su proyecto de ley son un paso a favor de la corrección de la desequilibrada relación del gobierno con las confesiones no católicas.

En Argentina, «profesamos libremente la fe, podemos hablar libremente sobre nuestra fe, podemos organizar nuestras reuniones… En ese sentido, hay libertad absoluta», dijo. «Pero necesitábamos esa igualdad, y creo que ahí está… que ellos finalmente se dieron cuenta».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Cientos de muertos en explosión en el único hospital cristiano de Gaza

La fatal explosión tuvo lugar en una conocida instalación dirigida por anglicanos (y anteriormente por bautistas del sur) «en medio de uno de los lugares más conflictivos del mundo».

Palestinos rescatan objetos del edificio del Hospital Bautista al-Alhi en la ciudad de Gaza, gravemente dañado por un ataque de bomba el 18 de octubre de 2023.

Palestinos rescatan objetos del edificio del Hospital Bautista al-Alhi en la ciudad de Gaza, gravemente dañado por un ataque de bomba el 18 de octubre de 2023.

Christianity Today October 20, 2023
Fotografía por Belal Khaled/Anadolu via Getty Images

Cientos de palestinos murieron el martes en una explosión en el patio del único hospital cristiano de Gaza. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

El Ministerio de Salud palestino dirigido por Hamás, estimó el número de muertos en más de 500 y culpó a Israel del ataque en el Hospital Árabe al-Ahli en la ciudad de Gaza. Las Fuerzas de Defensa de Israel (en adelante FDI) dijeron que la explosión fue un lanzamiento fallido de un cohete desde la Jihad Islámica, un grupo militante alineado con Hamás. El miércoles, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de visita en Israel, hizo referencia a datos del Departamento de Defensa que respaldan el relato de Israel.

Al-Ahli fue fundado por misioneros anglicanos en 1882. Durante algunas décadas, a mediados del siglo XX, fue operado por las misiones de la Convención Bautista del Sur (Southern Baptist Convention, SBC) de los Estados Unidos. Actualmente depende de la Diócesis Episcopal Anglicana de Jerusalén.

Conocido coloquialmente como Al-Ma’amadani (o «el Bautista» en árabe), es uno de los 22 hospitales del norte de Gaza. Después de las órdenes de evacuación de Israel en la zona, cientos de palestinos se habían refugiado allí, y familias se habían refugiado en el patio donde tuvo lugar la explosión, según informes de la prensa.

«Estamos aquí como un instrumento en manos de Dios para mostrar el amor de Jesucristo a todas las personas. Estamos orgullosos de que en todos los conflictos este hospital estuviera allí para eliminar el sufrimiento de los heridos, de los pobres y para ayudar a quienes necesitaban [encontrar] un corazón compasivo», dijo la directora del hospital al-Ahli, Suhaila Tarazi, en su último comunicado a patrocinadores cristianos.

«Este hospital seguirá siendo un lugar de reconciliación, de amor. La historia de este hospital cuenta la historia de que todos somos hijos de un solo Dios, ya seamos cristianos, musulmanes o judíos».

Tarazi, una árabe cristiana de Carolina del Sur ha navegado en medio de altos niveles de desempleo, cortes de energía y disturbios durante sus 30 años en Gaza. Semanas antes de la guerra entre Israel y Hamás, el hospital cristiano ya estaba abrumado y carecía de fondos suficientes. Tarazi le dijo a un grupo que su jornada laboral comenzaba a las 8 am y terminaba a las 4 am.

«No tenemos dinero para pagar los salarios del personal a tiempo completo», afirmó. «El simple hecho de intentar conseguir el combustible que necesitamos para hacer funcionar los generadores añade otra carga de dificultades y sufrimiento aparentemente insuperables. Nos faltan medicamentos. Nos faltan suministros. Nos falta equipo médico importante. Nos falta personal. ¿Qué más podemos hacer sino trabajar todo el día y toda la noche? Estoy exhausta».

Antes de la explosión del martes, el hospital ya había sufrido daños. El Servicio de Noticias de la Comunión Anglicana informó que el hospital fue alcanzado el sábado por disparos de cohetes israelíes, dañando dos pisos de su centro oncológico e hiriendo a cuatro miembros del personal. Justin Welby, arzobispo de Canterbury, emitió un comunicado diciendo que el hospital se estaba quedando sin suministros médicos y no podía evacuar a sus pacientes gravemente enfermos y heridos.

El miércoles, Welby describió la explosión en el hospital como «una violación de la santidad y la dignidad de la vida humana».

«Es una violación de las leyes humanitarias, que es claro que hay que proteger hospitales, médicos y pacientes», afirmó. «Por esta razón, es esencial que actuemos con moderación al asignar responsabilidades antes de que todos los hechos queden claros».

Después de la explosión del martes en al-Ahli, aproximadamente 350 víctimas fueron enviadas a un hospital cercano, que ya estaba abrumado por el número de pacientes. El incidente desató protestas en los países árabes, donde los manifestantes exigen el fin de los ataques aéreos israelíes. Como resultado, Jordania canceló una cumbre planificada con Biden.

«En unidad inquebrantable, denunciamos con vehemencia este crimen con nuestra más enérgica condena. Los informes iniciales sobre la tragedia del hospital de la iglesia en Gaza nos han dejado sumidos en el dolor, porque representa una profunda transgresión contra los principios mismos de la humanidad. Los hospitales, considerados refugios sagrados según el derecho internacional, han sido profanados por las fuerzas militares», escribieron los Patriarcas y Jefes de las Iglesias de Jerusalén en un comunicado.

Con más de un millón de palestinos con instrucciones de huir de sus hogares, la gente está desesperada por conseguir suministros, alimentos y agua. Después de la explosión del hospital, Israel permitió que la primera ayuda humanitaria en 10 días ingresara a la Franja de Gaza desde Egipto.

Tras los ataques terroristas del 7 de octubre por parte de Hamás, múltiples ministerios judíos mesiánicos se han movilizado en otras partes de la región para ayudar a los miembros de las FDI y para formar un «centro de respuesta de emergencia y ayuda» para los israelíes que huyen de los ataques fronterizos. Como parte de su trabajo, recolectaron donaciones, distribuyeron suministros a los soldados y enviaron alimentos a las familias desplazadas.

A lo largo de su larga historia en Gaza, al-Ahli ha servido como una presencia cristiana en la región y también se ha visto atrapado en el fuego cruzado del conflicto.

Los misioneros anglicanos que abrieron el hospital en 1882 lo vieron como una oportunidad de alcanzar a los musulmanes (en su mayoría pobres, gente de campo y mujeres) con el evangelio, según una tesis de maestría del historiador de la medicina de Medio Oriente Carlton Carter Barnett III.

El personal del primer hospital leía periódicamente versículos de la Biblia y oraba con los pacientes. Ofrecían ciertas concesiones a los musulmanes que no querían morir «bajo un techo cristiano» sacándolos del hospital, no sin antes ofrecerles el mensaje de salvación por última vez. Los misioneros británicos tuvieron más éxito al compartir el evangelio con los estudiantes de la escuela primaria ubicada dentro del recinto hospitalario.

En 1954, la Junta de Misiones Extranjeras de la SBC (ahora Junta de Misiones Internacionales, IMB por sus siglas en inglés) compró el hospital, renombrándolo como Hospital Bautista de Gaza, y ofreció atención médica allí durante las siguientes tres décadas. Aunque el proselitismo era ilegal en Gaza, los misioneros de la SBC también vieron este trabajo como una buena oportunidad para la evangelización, abriendo la única escuela de enfermería de Gaza con un enfoque misionero en mente.

El Hospital Bautista de Gaza trató a los palestinos heridos en la crisis de Suez de 1956 y otros incidentes en la región. Durante el gobierno egipcio de Gaza de 1957 a 1967, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser visitó el hospital para expresar su agradecimiento por su trabajo.

Durante la Guerra de los Seis Días en 1967, el hospital continuó funcionando a pesar de estar en medio del conflicto. Muchas ventanas terminaron rotas y varias paredes derrumbadas, y un miembro del personal resultó herido. Los misioneros utilizaron la Iglesia Bautista de Gaza (el anterior santuario anglicano) para albergar camas de hospital adicionales, mientras que 500 personas se refugiaban en su interior.

A finales de la década de 1970, la SBC devolvió el hospital a los anglicanos, quienes lo colocaron bajo la Diócesis Episcopal Anglicana de Jerusalén. Los nuevos operadores dieron a la institución su nombre actual, Hospital Árabe al-Ahli, y el personal bautista continuó sirviendo allí hasta 1987, durante el cual fue una temporada de intenso sentimiento anticristiano, incluido un intento de asesinato por parte de la Hermandad Musulmana contra el director interino del hospital.

En 1980, un palestino arrojó dos granadas de mano desde detrás de la pared de un hospital, matando a tres personas, entre ellas un oficial israelí y un transeúnte árabe, y dejando a muchas otras heridas. En 1989, CT mencionó «el hospital Ali Arab administrado por el episcopal» como un ejemplo de asociación de palestinos cristianos con misioneros estadounidenses para ayudar a las víctimas de la violencia intensificada en la región.

La Iglesia Bautista de Gaza, que sigue siendo la única congregación evangélica en Gaza, solía reunirse en el recinto del hospital hasta que la segunda insurrección (intifada) hizo demasiado difícil tener una congregación inmediatamente al lado de la sala de emergencias, dijo Hanna Massad, un expastor de la iglesia que solía trabajar como técnico de laboratorio en al-Ahli.

«Lo que pasó ayer es difícil de imaginar», dijo. «Estas preciosas personas vinieron a buscar refugio porque pensaron que en un hospital cristiano estarían más seguros».

La Diócesis de Jerusalén administra las instalaciones médicas en Gaza, Cisjordania, Jerusalén, Jordania y el Líbano. Según la diócesis, el hospital ofrecía «algunos de los mejores cuidados médicos disponibles» en «medio de uno de los lugares más conflictivos del mundo», incluidos exámenes de detección de cáncer de mama gratuitos y el primer programa de formación de médicos en cirugía mínimamente invasiva de Gaza.

El líder bautista local, Bader Mansour, señaló que numerosos informes de noticias todavía se referían al hospital como «Hospital Bautista», a pesar del cambio en su liderazgo actual.

«Parece que algunos en Gaza todavía recuerdan el antiguo nombre y la contribución de los bautistas al servicio del pueblo de Gaza, que continúa hasta el día de hoy a través de la Iglesia Bautista en Gaza», escribió.

Durante el tiempo que Tarazi estuvo en el hospital ha sido testigo de la atención a cientos de niños que quedaron discapacitados por la violencia del conflicto entre Israel y Gaza de 2014. Hace cinco años, Tarazi enfrentó una fuerte disminución de la ayuda estadounidense a la agencia de las Naciones Unidas que atiende a los palestinos, lo cual redujo las camas disponibles en el hospital de 80 a 50.

Mientras tanto, la población cristiana de Gaza, que en ocasiones ha enfrentado la hostilidad y la violencia de sus vecinos musulmanes, se ha reducido a unas 1000 personas.

Desde los ataques del 7 de octubre de Hamás contra Israel, más de 1400 personas han muerto en Israel y más de 3000 en Gaza, según las autoridades.

«El árabe cristiano puede ser un mediador entre los judíos y los musulmanes, entre Occidente y Medio Oriente. Para nosotros, el cristianismo es paz y amor para todos», dijo Tarazi, como la citó Don Liebich en su compilación de ensayos Memos from the Mountains. «Pero tememos que Jesús no encuentre ni un solo seguidor cuando regrese. La Iglesia debería ayudar a los cristianos a permanecer allí. Esta es la tierra del cristianismo y de todos sus seguidores. Los cristianos deberían estar aquí para ayudar y dar un buen ejemplo del cristianismo».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Argentina legalizó el aborto en 2020. ¿Influirá esto en el voto presidencial de los evangélicos?

El candidato emergente Javier Milei dice ser provida. Pero para algunos cristianos, sus posturas económicas pueden ser más atractivas que sus posturas morales.

El candidato presidencial Javier Milei (centro izquierda) interactúa con simpatizantes durante un mitin en Argentina.

El candidato presidencial Javier Milei (centro izquierda) interactúa con simpatizantes durante un mitin en Argentina.

Christianity Today October 19, 2023
Tomas Cuesta / Stringer / Getty

ACTUALIZACIÓN (20 de noviembre): Javier Milei ha sido elegido como nuevo presidente de Argentina tras obtener el 56 % de los votos frente al 44 % de Sergio Massa en la segunda vuelta el domingo pasado. Milei asumirá su nuevo mandato el 10 de diciembre.

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ACTUALIZACIÓN (22 de octubre de 2023): El libertario emergente Javier Milei obtuvo el 30 por ciento de los votos en las elecciones del domingo, con un programa que recortaría drásticamente los servicios estatales, cambiaría el peso argentino por el dólar estadounidense y sometería a referéndum la legislación del aborto en el país. Milei se enfrentará al candidato peronista y actual ministro de economía, Sergio Massa, en la segunda vuelta que tendrá lugar el 19 de noviembre. Massa causó sorpresa al obtener el 36 por ciento de los votos.

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SALTA, ARGENTINA. Empuñando una bandera amarilla con una cabeza de león, el logotipo de su candidato presidencial favorito, Alicia Ramos se apresuró a echar un vistazo a la enérgica figura que espera que transforme Argentina: Javier Milei, el autoproclamado libertario de cabello salvaje que actualmente es el candidato favorito a la presidencia del país.

Ramos, de 29 años, fue una de los cientos de jóvenes que asistieron a un mitin de Milei en la norteña ciudad de Salta, y recuerda el momento en que decidió apoyar al poco convencional candidato. Fue «cuando empezó a hablar de la dolarización y de la inflación y sobre que todo el país va a ser un país liberal», dijo, refiriéndose a la promesa de Milei de sustituir la moneda del país por el dólar estadounidense y utilizando la jerga argentina (el término «liberal») para referirse a una economía con mayor apertura de mercado.

Ramos, que es evangélica, ha descubierto que Milei también comparte algunos de sus valores morales, entre los cuales mencionó su descontento con la legislación sobre cuestiones de género y aborto, así como la política progresista del actual gobierno peronista del presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El Congreso Nacional despenalizó el aborto en 2020 a pesar de la fuerte oposición de evangélicos y católicos del movimiento provida [enlaces en inglés]; Milei, por su parte, ha prometido someter a referéndum la cuestión del aborto [enlace en español].

«Ya es momento de que haya un cambio aquí en el país», dijo Ramos. Por otra parte, la oposición al aborto declarada públicamente por el candidato está empujando a «mucha, mucha gente» de su iglesia a votar por Milei, añadió.

A pesar del entusiasmo por Milei que Ramos ha observado en su iglesia, ninguno de los demás votantes evangélicos entrevistados por CT mencionó la perspectiva de Milei sobre el aborto como la razón por la que lo apoyarían. En cambio, de cara a las elecciones de este domingo 22 de octubre, la atención de los evangélicos, como la de muchos de sus conciudadanos argentinos, parece centrada en elegir al candidato que creen que puede sanear su economía, reducir la corrupción y recriminar a la élite política en puestos de poder.

Millones de argentinos se están volcando en masa hacia Milei, el excéntrico economista anarcocapitalista que promete un cambio radical en este país sudamericano rico en recursos y castigado por recurrentes crisis económicas.

En una sorpresiva victoria en las elecciones primarias de agosto, Milei superó a los candidatos de las dos principales coaliciones: Sergio Massa, del partido peronista Unión por la Patria que lidera el gobierno actual, y Patricia Bullrich, de la coalición más conservadora Juntos por el Cambio.

Milei espera repetir los buenos resultados en las elecciones del 22 de octubre y pasar a la segunda vuelta prevista para el 19 de noviembre —si es que no gana en la primera vuelta—.

Famoso por su cabello alborotado, sus gruesas patillas y su estilo de hablar vituperante, Milei es una figura controvertida y poco convencional en el escenario de la política y vida pública de Argentina.

Durante las dos últimas décadas, la política argentina ha estado dominada por el peronismo, el movimiento político fundado por el expresidente Juan Domingo Perón, que gobernó de 1946 a 1955, y brevemente de nuevo en la década de 1970. (El expresidente Mauricio Macri llevó la coalición Juntos por el Cambio al poder en 2015, pero no logró la reelección cuatro años más tarde tras fracasar en su intento de enderezar una economía tambaleante).

El gasto público se disparó bajo el gobierno peronista debido a una expansión de los servicios estatales y las prestaciones sociales, que los críticos tacharon de formación de un sistema clientelar mientras el país se recuperaba de una dolorosa suspensión de pagos [default] en 2001. Pero la inflación escaló y luego se disparó, mientras la moneda se devaluó a paso constante.

En fechas más recientes, el peronismo también ha impulsado cuestiones sociales progresistas como la ideología de género y un pujante movimiento feminista que realizó las marchas conocidas como «la Ola Verde» (por los pañuelos verdes que agitaban sus partidarios) para exigir el fin del acoso y los femicidios, así como la despenalización del aborto.

En sus declaraciones, Milei emplea un lenguaje hiperbólico, arremetiendo contra la «casta» política y aprovechando el profundo descontento con la corrupción de la clase política del país y las crisis económicas recurrentes en un país cuyo nivel de inflación roza el 138 % y donde la pobreza afecta al 40 % de la población. Milei acudió a un mitin de campaña con una motosierra para ilustrar su seria intención de recortar el gasto público.

«Los políticos van a decir lo que creen que la gente quiere oír. Javier Milei dice exactamente lo que piensa», afirma Martha Rodríguez, una líder de iglesia y activista provida de los suburbios de Buenos Aires.

Esa franqueza incluye la cuestión del aborto, que ha suscitado un enorme interés, ya que Milei se define a sí mismo como libertario. El mes pasado, Milei explicó a The Economist cómo su postura provida podía encajar con sus ideales libertarios.

«Se basa en una cuestión filosófica, que tiene que ver con el derecho a la vida», dijo. «La vida es un continuo que empieza en el momento de la fecundación y termina cuando uno fallece, y cualquier salto discreto en medio significa que esa persona murió».

Agregó: «Para mí, el aborto es un homicidio calificado agravado por el vínculo. Porque es verdad que la madre tiene derecho sobre su cuerpo, pero no tiene derecho sobre el cuerpo del niño, que es un cuerpo totalmente distinto, que tiene un ADN distinto. Por tanto, una persona tiene derecho sobre su propio cuerpo, pero no sobre el derecho del niño no nacido».

Sin embargo, según los pastores y analistas políticos entrevistados por Christianity Today, los temas sociales candentes rara vez influyen en las votaciones en Argentina. Hasta qué punto influirá el tema del aborto en las elecciones de 2023 sigue siendo motivo de debate.

En una encuesta de opinión realizada hace varias semanas entre los evangélicos, alrededor del 44 % de los encuestados dijo que votaría por Milei [enlace en español].

«[El aborto], básicamente, es el tema que más sedujo a los evangélicos por parte de Milei, más allá de que también hay otras cuestiones como las ideas económicas y su discurso contra la casta [política], aunque esto es de agrado en general de todos sus votantes», dijo Damián Sileo, un periodista evangélico que supervisó la encuesta.

«No sé si la posición provida es la que en este momento va a pesar», dijo Rodríguez con base en las voces que escucha en el comedor social de su iglesia, que atiende a 400 personas por día.

«Lo que sí va a pesar es el tema de la corrupción», explicó. «Tenemos un gobierno [que en] los últimos 20 años nos ha dejado en una pobreza profunda».

Otros líderes de iglesias de Argentina expresan un escepticismo similar, y señalan que, a diferencia del vecino Brasil, los evangélicos no se han organizado políticamente y que los cristianos de todas las denominaciones tienen un historial de apoyo a partidos de todo el espectro político.

«Es un argumento que usan los candidatos evangélicos como para querer atraer [votos], pero la verdad [es] que la gente no escoge a un gobernante por si está a favor o en contra del aborto», afirmó Norberto Saracco, pastor principal de la Iglesia Buenas Nuevas de Buenos Aires.

«Obviamente, mucha gente se va por el tema del aborto», dijo Christian Hooft, presidente de ACIERA (Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República de Argentina).

«Pero eso no significa que va a llevarse el voto evangélico», añadió. «[La gente no] vota solamente por el tema del aborto».

Dos de los principales candidatos presidenciales —Massa y Bullrich— se reunieron con ACIERA. Milei declinó el encuentro. Pero una persona afiliada al movimiento La Libertad Avanza de Milei insistió en que hay evangélicos que apoyan su candidatura.

«Veo que hay muchísimos cristianos que están apoyando a Javier Milei, [principalmente] porque es el único que defiende realmente los intereses y que no se avergüenza de creer en Dios», dijo Eugenia Rolón, influente evangélica y miembro voluntaria del equipo de redes sociales de Milei.

«Yo creo que cualquier persona que se diga ser cristiana debería apoyar a Javier Milei porque es al menos el único candidato con una plaza pública [que] cita la Biblia, [y que] sí está en contra del aborto, en contra de la ideología de género, en contra del marxismo cultural y en contra de la agenda 2030», añadió [enlaces en español].

Muchos evangélicos se movilizaron durante la década de 2010 y realizaron marchas agitando pañuelos celestes con la leyenda Salvemos las dos vidas cuando el debate sobre la despenalización del aborto llegó al Congreso. La despenalización fue derrotada por un estrecho margen en 2018; no obstante, en diciembre de 2020, la legislatura aprobó una medida que permite el aborto durante las primeras 14 semanas de embarazo.

Desde entonces, «hay muchos que sí han bajado la intensidad de la lucha», dijo Ana Valoy, pastora y analista política de la ciudad norteña de Tucumán, refiriéndose a la situación actual. «Se han desanimado, se han desalentado, y es comprensible porque ven que las legislaciones progresistas siguen avanzando», añadió. «Pero a nosotros [los que estamos más involucrados en el proceso] no nos desaniman, [sino que] nos compromete a seguir trabajando».

Aun así, algunos observadores afirman que el voto evangélico podría determinar el resultado de unas elecciones muy reñidas: algo que podría ocurrir este domingo. En las primarias de agosto, solo hubo tres puntos de diferencia entre los tres candidatos principales.

Los evangélicos representan el 15.3 % de la población, según un estudio realizado en 2019, frente al 9 % en 2008. (Argentina no recopila datos censales sobre afiliación religiosa). Sin embargo, el número de no creyentes está creciendo con más rapidez, con casi el 19 % de los argentinos que ahora no profesan ninguna afiliación religiosa.

Milei, al igual que muchos argentinos, creció en el catolicismo, aunque ha tachado al papa Francisco, que también es argentino, de «izquierdista repugnante» con «una afinidad por los comunistas asesinos». También criticó al papa por defender la «justicia social», un concepto del que se habla comúnmente en Argentina, especialmente entre los partidarios del peronismo que señalan la educación y la salud gratuitas como logros nacionales.

Más que inclinarse hacia el cristianismo, en los últimos años Milei ha abrazado el judaísmo, y recientemente comparó a su hermana y asesora más cercana, Karina Milei, con Moisés, y a él mismo con Aarón.

«Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando [el mensaje]», dijo. «Y entonces Dios le mandó a Aarón para que [divulgara]. Bueno, Kari es Moisés y yo el que divulga».

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Tarde o temprano, la planta venenosa de Hamás se secará

Un cristiano palestino habla sobre el ataque de Hamás en Israel y cómo abordar las raíces del problema.

Simpatizantes del movimiento islamista Hamás.

Simpatizantes del movimiento islamista Hamás.

Christianity Today October 16, 2023
NurPhoto / Colaborador / Getty

Este artículo se publica bajo seudónimo para garantizar la seguridad del autor.

El 7 de octubre, Israel sufrió un atentado del nivel del ataque del 11 de septiembre por parte del Movimiento de Resistencia Islámica comúnmente conocido como Hamás que ha devastado a judíos y palestinos por igual. No hay palabras para describir la tristeza y el horror. Pero no debemos permitir que este terrible suceso nuble nuestra visión o nos empuje a la venganza contra civiles.

Preguntar siquiera si yo, cristiano palestino y ciudadano israelí, condeno esta violencia es insultante. Por supuesto que la condeno, y también quiero compartir con otros cristianos mi punto de vista sobre cómo podemos cortar el terrorismo de raíz, pensando no solo en la respuesta militar inmediata de Israel, sino también en cuestiones de más largo plazo sobre la justicia, la seguridad y la dignidad que Dios ha dado tanto a israelíes como a palestinos.

El brutal ataque de este mes contra civiles israelíes se produjo 16 años después de que Rami Ayyad, un trabajador de la Sociedad Bíblica Palestina en Gaza, fuera secuestrado y asesinado cuando radicales islamistas creyeron que estaba realizando una labor misionera. A pesar de las exigencias públicas de que los dirigentes de Hamás en Gaza encontraran a los criminales, nadie rindió cuentas por su muerte.

El asesinato de Rami sigue oficialmente sin resolverse al día de hoy, y algunos cristianos palestinos se marcharon de Gaza como consecuencia de aquella violencia. Al parecer, su secuestro y el asesinato fueron obra de una facción radical, y los dirigentes de Hamás no estuvieron dispuestos a enfrentarse a ellos ni a exigirles que rindieran cuentas.

Una década y media después, nos encontramos en otro ciclo de violencia, esta vez más feroz y complicado. La embestida de Hamás es una atrocidad a una escala sin precedentes, y la respuesta de Israel debe dar cuenta de unos 150 rehenes israelíes en Gaza y de un segundo frente de guerra en el norte del país, donde las fuerzas israelíes ya están luchando contra el Hizbolá libanés (respaldado por Irán y vinculado a Hamás).

Cuando empecé a escribir este artículo, los combates se libraban principalmente en el sur del país, alrededor de Gaza. Por la tarde, iba a tomarme un descanso y viajar a una reunión especial de oración para iglesias evangélicas más al norte. De pronto, sonó una sirena, señal de la infiltración de drones de Hizbolá. Hice algunas llamadas, e inmediatamente cambiamos los planes a una reunión virtual. Unos 50 cristianos se conectaron, y suplicaron a Dios a gritos que se detuviera el derramamiento de sangre. Más tarde, nos informaron que la sirena había sido una falsa alarma.

Tras conocerse el volumen de la catástrofe inicial, envié mensajes de ánimo y condolencias a varios amigos judíos, tanto mesiánicos como de otras ramas del judaísmo. Una respuesta llamó mi atención. Un amigo mesiánico me escribió que sospechaba que la respuesta israelí sería extremadamente dura, ya que el ataque de Hamás había despertado entre los judíos recuerdos del Holocausto.

Ese trauma histórico y el nuevo horror de la matanza de Hamás significan que Israel cumplirá la promesa del primer ministro Benjamin Netanyahu de «convertir en escombros todos los lugares en los que Hamás se esconde y desde los que opera». Debido al pequeño tamaño de Gaza, esto significa que todo el territorio terminará en ruinas y que morirá un enorme número de civiles inocentes.

Comprendo la necesidad de Israel de responder con represalias y también las voces que piden aplastar el régimen de Hamás. Pero oro para que los inocentes no resulten heridos; me preocupa que esa respuesta no aborde las raíces del problema en Gaza y que incluso pueda resultar contraproducente, prolongando el ciclo de violencia y odio. Resulta casi imposible hablar con prudencia en medio de tanto derramamiento de sangre. No obstante, lo intentaré.

Cuando miro hacia el futuro, hacia un tiempo después de que la violencia actual haya terminado, me pregunto cómo podemos hacer que sea inconcebible que los seres humanos se comporten de una manera tan brutal como lo hizo Hamás bajo el impulso de una agenda de fanatismo religioso.

Algunos cristianos creen que esta violencia es parte del islam. Yo no estoy de acuerdo. ¿Por qué los musulmanes religiosos de Malasia o Túnez, por ejemplo, no actúan así? No, aquí hay algo diferente. La planta venenosa de Hamás ha podido echar raíces en nuestro suelo gracias a las condiciones propiciadas por una postura errónea hacia los palestinos por parte del gobierno israelí.

Históricamente, algunos dirigentes israelíes han estado incluso dispuestos a fortalecer a Hamás como contrapeso a la secular y comparativamente moderada Fatah. Exfuncionarios israelíes han declarado a The New York Times y The Wall Street Journal que recibieron instrucciones de ayudar a Hamás a ser un «contrapeso» de Fatah. Haaretz ha informado que, en 2019, Netanyahu le dijo a miembros de su partido que «reforzar a Hamás» ayudaría a impedir la creación de un Estado palestino al «aislar a los palestinos de Gaza de los palestinos de Cisjordania».

Muchos palestinos quieren un Estado porque la situación de Gaza era apremiante incluso antes de que empezara esta guerra. Gaza está densamente poblada y es muy pobre. La mitad de la población vive en la pobreza y muchos están desempleados.

Gaza se encuentra ahora mismo bajo un «asedio total», pero ha estado bajo un bloqueo durante los últimos 16 años. Naciones Unidas informa de que el 95 % de los gazatíes ni siquiera tiene agua potable, y la mayoría cuenta con un servicio eléctrico inestable. Esta es la situación de los más de 2 millones de habitantes de Gaza. No tienen Estado ni perspectivas de cambio. Los palestinos de Gaza viven sin la dignidad básica a la que todos los seres humanos tienen derecho como hijos de Dios.

La situación de los palestinos de Cisjordania, dirigida por el Presidente Mahmoud Abbas de Fatah, no es mucho mejor que la de la Franja de Gaza. Allí, el gobierno israelí ha restringido cada vez más los movimientos de los palestinos y ha ampliado los asentamientos israelíes en los territorios en disputa. Algunos de los habitantes de esos asentamientos son también extremistas violentos, y solo en lo que va de este año se han registrado más de 700 ataques contra civiles palestinos.

La sensación de los palestinos de que nada va a cambiar solo ha aumentado ahora que Netanyahu ha estado a punto de alcanzar un acuerdo facilitado por Estados Unidos para normalizar las relaciones diplomáticas de Israel con Arabia Saudita, la tan deseada joya de la corona de los Acuerdos de Abraham. El acuerdo tenía como objetivo «aislar y suprimir la cuestión palestina», y Netanyahu había escrito anteriormente que el «camino hacia la paz» en Oriente Próximo «pasaría por alto» a los palestinos, a quienes no se les permitiría «vetar» el acuerdo. Con ello, Netanyahu esperaba poner fin al conflicto palestino-israelí sin acercarse siquiera al mínimo de lo que han pedido los palestinos.

Esta es la tierra en la que han conseguido prosperar los atroces movimientos ideológicos islamistas. En este ambiente de odio, racismo y violencia, Hamás ha explotado a los jóvenes con falsas promesas. Sin ningún horizonte de esperanza, los seguidores de Hamás en Palestina se hundieron en la oscuridad y ayudaron a Hamás a victimizar también a los israelíes.

Pero no tiene por qué ser así. Como cristianos, creemos en el poder de la redención. Con una esperanza real en el futuro de esta tierra, estos movimientos de odio se marchitarán. Para una paz duradera, debemos respetar la imagen de Dios en israelíes y palestinos por igual.

¿Es mucho pedir que no veamos esto como un juego de suma cero? ¿No deberíamos tanto israelíes como palestinos vivir con la dignidad que Dios desea para nosotros? Nuestro objetivo no debería ser solo la seguridad, sino también florecer juntos, no a expensas del otro.

Tamir Khouri es el seudónimo de un palestino cristiano y ciudadano israelí que vive en la región de Galilea en Israel.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Al hablar de Hamás, argumentar desde la postura de ‘ambas partes’ resultará siempre en un fracaso moral

Israelíes y palestinos son igualmente amados por Dios. Pero no hay ambigüedad moral sobre la maldad genocida de Hamás.

Familiares y amigos lloran la pérdida de un ser querido asesinado por Hamás en un festival.

Familiares y amigos lloran la pérdida de un ser querido asesinado por Hamás en un festival.

Christianity Today October 15, 2023
Amir Levy / Stringer / Getty

Este artículo ha sido adaptado del boletín de Russell Moore. Suscríbase aquí. [Enlaces en inglés].

En ocasiones, hay momentos de la historia que revelan en minutos lo que estuvo oculto durante décadas. Y a veces esos momentos de revelación llegan al oírse a uno mismo decir las palabras: «Sí, pero…» o «Pero, ¿qué hay de…?».

Sin embargo, la escena que ha seguido al atentado terrorista de Hamás contra Israel no es uno de esos momentos. En este caso, decir quién tiene la culpa —y quién no— no es ni fáctica ni moralmente difícil.

En este caso, hablar de «ambas partes» resulta una etiqueta imprecisa; algo similar a lo que sucede con los términos deconstrucción y evangelicalismo. Hay varios sentidos en los que apelar a ver «ambos lados» de la realidad es totalmente correcto. En primer lugar, ambas partes —todas las partes, de hecho— son seres humanos creados a imagen de Dios. Debemos preocuparnos por la vida y la muerte de israelíes y palestinos en Cisjordania, Gaza o cualquier otro lugar. Una vida israelí no tiene más valor a los ojos de Dios que una vida palestina, y viceversa.

«Ambas partes» también se usa acertadamente si nos referimos a quién resulta perjudicado por esta atrocidad, y la inevitable guerra que le seguirá. Hamás está matando y destruyendo el futuro tanto de israelíes como de palestinos, como escribió sabiamente la inimitable Mona Charen. Esa es una de las razones por las que no debemos pensar en esto como una guerra entre Israel y «los palestinos», sino, exactamente como Israel la definió, una guerra contra Hamás, en respuesta a un ataque despiadado y sin precedentes.

Hablar de «ambas partes» también es perfectamente apropiado cuando se trata de trabajar y esperar un futuro mejor tanto para los israelíes como para los palestinos. Eso excluye la aceptación irreflexiva de cualquier cosa que decida hacer el moderno Estado de Israel (¡Dios ciertamente no aceptó todo lo que hizo el Israel de la Biblia!). Excluye también corear la canción «From the River to the Sea» [Del río al mar] en Times Square en Nueva York, del mismo modo que excluye cualquier punto de vista o programa que suponga la erradicación total de Israel. Queremos que «ambas partes» (refiriéndonos aquí a israelíes y palestinos, no a Hamás) prosperen y coexistan.

Todo esto es muy diferente al tipo de lenguaje de «ambas partes» que se ha utilizado en algunas conversaciones sobre la moralidad del ataque de Hamás. Hamás atacó a civiles inocentes. Hamás masacró a jóvenes que bailaban en un festival de música. Hamás asesinó a ancianos, niños pequeños y bebés, al parecer de las formas más sádicas imaginables. No es necesaria ninguna «contextualización» para condenar esto: para reconocer a los israelíes (y a los palestinos inocentes) como víctimas, y a Hamás como el malhechor. Como dijo el presidente Biden: «Punto final».

He aquí una de las formas más rápidas de reconocer si has subcontratado tu conciencia a alguna ideología o secta. Si tu primera respuesta al ver una inmoralidad o injusticia obvia es alguna versión de: Bueno, obviamente eso es malo, y nadie lo apoya, pero ¿sabes lo que hicieron las víctimas?, entonces estás en un lugar moralmente peligroso. Así comienza la justificación del mal.

¿Cómo saber si ese eres tú?

No estoy muy de acuerdo con el filósofo John Rawls, pero una de las apropiaciones populares de su pensamiento puede ser útil en este caso.

El argumento del «velo de la ignorancia» pregunta qué tipo de orden político querrías construir si lo estuvieras planeando, completamente inconsciente de dónde terminarías situado en el sistema social. Si no supieras si serías extremadamente pobre o increíblemente rico, ¿qué tipo de red de seguridad social querrías? ¿Qué tipo de política fiscal?

Por supuesto, esto tiene sus límites. De hecho, no existimos como seres incorpóreos que planifican de antemano el mundo que van a habitar. Y nuestras imaginaciones van más allá de nuestra psique, por lo que son realmente capaces de engañarnos.

Por ejemplo, es fácil para mí decir hoy, en 2023, que yo me habría negado a luchar del lado de la Confederación si hubiera vivido en la época de mis antepasados. Pero no puedo saber cómo se habrían moldeado mi mente y mi conciencia si hubiera vivido en el Mississippi de 1861. Realmente espero que si hubiera vivido en la Alemania de los años 30, habría dado un paso al frente junto a Karl Barth, Dietrich Bonhoeffer y la Iglesia Confesante en contra del movimiento «cristiano alemán» moral y teológicamente degradado. Pero, ¿cómo puedo saber cómo me habría embrujado mi propio corazón si hubiera estado allí?

El ejercicio, por limitado que sea, puede ayudarnos a pensar si nuestras opciones pueden estar más condicionadas por supuestos culturales o ideologías políticas que por convicciones bíblicas y por la guía del Espíritu Santo. En una situación dada, trata de imaginar cómo reaccionarías si vieras que lo mismo está siendo hecho por (o en contra de) quien tú consideras «el otro bando». Toma una frase e intercambia los nombres implicados. ¿Responderías de forma diferente ante tal situación? ¿Por qué?

Una vez más, podemos engañarnos a nosotros mismos, pero al menos esto nos ayuda a detenernos, aunque solo sea por un momento, e interrogar nuestros propios motivos.

Vemos repetidamente en las Escrituras a los «profetas de la corte» que testificaban solo lo que el gobernante quería oír (1 Reyes 22:1-28), sin considerar las implicaciones morales. Y vemos lo que les ocurrió a los profetas que se rehusaron a hacer lo mismo, y que se aseguraron de que su «sí» fuera «sí» y su «no» fuera «no». Es posible, sin embargo, ser como estos profetas de la corte para nuestro propio corazón. Incluso podemos encontrarnos diciéndole a nuestra propia conciencia: «No vuelvas a profetizar en Betel, porque este es el santuario del rey; es el templo del reino» (Amós 7:13).

Se mire como se mire, no se puede justificar la matanza de civiles desarmados. No se puede justificar que se prenda fuego a cuerpos o que se decapite a bebés y niños pequeños. Hacerlo sería pasar por alto atrocidades morales evidentes para dar prioridad a una versión distorsionada del enfoque a fin de ver la postura de «ambas partes». Sería un fracaso moral.

Para aquellos de ustedes que son norteamericanos, no creo que muchos de nosotros hubiéramos respondido a los ataques del 11 de septiembre sugiriendo que nos pusiéramos del lado de Al Qaeda, o sugiriendo que «ambas partes» deberían haber pedido un alto al fuego. Y no muchos de nosotros habríamos respondido a lo sucedido en Pearl Harbor señalando que el Congreso de Estados Unidos realmente no debería haberlo provocado con la Ley de Préstamo y Arriendo.

Es verdad que hay muchas cuestiones moralmente ambiguas; por eso yo les daba a mis alumnos de ética estudios de casos en los que a veces ni siquiera yo sabía cuál era la respuesta «correcta». Incluso encontraremos situaciones en las que cristianos bíblicamente fundamentados y de la misma tradición teológica realmente no sabremos cuál es la decisión moralmente correcta. En esas situaciones, cuando tenemos bienes que compiten entre sí, es difícil ver cómo hacer lo correcto sin hacer también algo incorrecto.

Pero esta no es una de esas situaciones.

Hamás es una organización genocida malvada. Ellos y sus cómplices son los únicos responsables de sus actos. Sean cuales sean nuestras opiniones sobre la política en Oriente Medio, sean cuales sean nuestros pensamientos sobre estrategia militar, no tengamos miedo de decirlo. Y no olvidemos que la justicia y la misericordia de Dios vencen la maldad del hombre.

Russell Moore es editor jefe de Christianity Today, donde dirige el Proyecto de Teología Pública.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Los cristianos colombianos predicaron la justicia social. Practicarla es más difícil.

La cuna de la «misión integral» es también el epicentro de una crisis migratoria. Es difícil conseguir que las iglesias locales se involucren.

Christianity Today October 13, 2023
Foto ilustración por Mitchell McCleary / Fuente: Getty / Rogelio Figueroa / John Moore / Joe Raedle

Mauricio Miranda estaba cómodo. Durante 10 años había sido pastor de una iglesia pentecostal en el centro de San José de Cúcuta, Colombia. Su iglesia era modesta pero estaba consolidada, al igual que su vida. Todos los lunes se levantaba sabiendo lo que le esperaba: reunión el miércoles por la noche, servicio de culto el domingo, grupos de discipulado, preparar los sermones los otros días de la semana.

«Era una iglesia bastante normal y típica», dice Miranda. «La gente venía a las reuniones, yo predicaba, nos despedíamos y la gente volvía a sus casas».

Pero después de 10 años, Miranda estaba inquieto. «Sentía que no estábamos haciendo lo suficiente», recuerda. Pero no podía decir exactamente qué era «suficiente».

Cúcuta es el sexto municipio más grande de Colombia y limita con Venezuela. La iglesia de Miranda estaba a unos 20 minutos en coche del puente internacional Simón Bolívar, una estructura de 315 metros que es uno de los pasos fronterizos más transitados de Sudamérica y que genera hasta ocho mil millones de dólares al año en actividades comerciales.

En aquella época, la gente de ambos lados cruzaba el puente fronterizo con la misma tranquilidad con que se visita a un vecino. Los que crecieron en Cúcuta recuerdan que cruzaban el puente para comprar paletas heladas [polos] en las tardes calurosas. Los niños con uniforme escolar corrían por el puente para ir a la escuela. Familias venezolanas asistían a la iglesia en Colombia.

Sin embargo, en 2015, tras una serie de violentas disputas entre ambos países, la frontera fue cerrada. Un año después, cuando el puente fue reabierto a los peatones por un breve periodo, el tráfico ya no fluía en ambos sentidos. Para entonces, Venezuela había caído en una crisis humanitaria a gran escala. Casi 200 000 [enlace en inglés] venezolanos cruzaron el puente hacia Colombia en pocos días. Muchos de ellos cruzaban para abastecerse de suministros esenciales, pero a medida que la crisis empeoraba, cada vez más venezolanos comenzaron a quedarse en Colombia. En 2015, 31 000 venezolanos vivían en el vecino país. Para 2019, esa cifra llegó a casi 1.8 millones.

Mauricio MirandaFotografía por Ferley Ospina para Christianity Today
Mauricio Miranda

En agosto de 2016, Miranda decidió oprimir el botón de reinicio de su iglesia. Cada mañana, se encerraba en el dormitorio de su hijo, ponía música de alabanza y oraba: «Señor, ¿qué podemos hacer? ¿Adónde quieres que vayamos?».

En septiembre, Miranda recibió una respuesta. Los gobiernos de Colombia y Venezuela acababan de negociar una reapertura más permanente de la frontera al tráfico peatonal. Mucha gente va a cruzar el puente hacia Colombia, Miranda escuchó que Dios le decía. Ve, lleva pan y bebidas a la frontera, porque la gente tiene hambre y sed. Alquila un autobús y llévalos a la iglesia, porque necesitan oír la Palabra.

Cuando Miranda le contó a Isabelina, su esposa, lo que había oído, ella se resistió. «¿Dónde está el dinero para comprar pan? ¿Dónde está el dinero para alquilar un autobús?».

Miranda le hizo la misma pregunta a Dios: «Señor, hay otras iglesias que poseen más dinero y más gente. ¿Por qué enviarnos a nosotros si están ellos?».

Su congregación era pequeña, de apenas 60 personas, y tenía varios meses de retraso en el pago del alquiler. De hecho, Miranda llevaba seis meses de retraso en el alquiler de su propia casa. Los diezmos de la iglesia apenas alcanzaban para pagar el alquiler del autobús al puente.

Pero al igual que la viuda de Sarepta, que cocinó para el profeta Elías lo último que le quedaba de harina y aceite durante la sequía, Miranda preparó una comida. Todos los sábados por la tarde, él y varios miembros de la iglesia iban al puente Simón Bolívar con los brazos llenos de «pan cascarita», agua embotellada y sobres de jugo Frutiño en polvo.

Actualmente, la iglesia ya no está en el centro de Cúcuta. La congregación se trasladó a un almacén situado a cinco minutos a pie del puente. Ahora tienen un nuevo nombre que refleja su nueva misión: Iglesia para la Frontera.

Para miles de inmigrantes que con dificultades han cruzado la frontera —algunos después de caminar cientos de kilómetros, con los pies ensangrentados, las mejillas demacradas, los niños renqueando por el agotamiento y la desnutrición—, uno de los primeros sonidos que les ha dado la bienvenida en Colombia ha sido música de alabanza a todo volumen. La iglesia tiene como entrada una gigantesca cortina metálica. Cuando la cortina está levantada, los que pasan por allí pueden ver y escuchar todo lo que sucede adentro. Es imposible que los inmigrantes eviten la iglesia, y es imposible que la iglesia los evite a ellos.

Una calle del barrio frente a la Iglesia para la Frontera en Cúcuta, Colombia.Fotografía por Ferley Ospina para Christianity Today
Una calle del barrio frente a la Iglesia para la Frontera en Cúcuta, Colombia.

Miranda recuerda los ojos hundidos que lo miraban mientras predicaba. «Me sentía como un pastor hablando en un valle de huesos secos», dice. «Estaban tan desesperanzados, tan llenos de dolor y tristeza. Era como si estuvieran muertos. Más que predicar con palabras, sentía que debía atender sus necesidades físicas».

Antes de trasladarse más cerca del paso fronterizo, la iglesia de Miranda desconocía lo que sucedía en la frontera. Actualmente, interactúan con unos 300 migrantes venezolanos a la semana, repartiendo comida y agua, cortándoles el pelo y bautizándolos en una piscina inflable.

En este valle de huesos secos, Miranda ha sido testigo de cómo el Evangelio es encarnado. Su congregación sería irreconocible para quienes solo conocieron la iglesia antes de 2016. Si los primeros 10 años de su pastorado fueron como un rodaje detrás del escenario, los últimos siete años de ministerio en la frontera fueron como «una película de acción», dijo Miranda. «Antes teníamos una visión pequeña. Ahora tenemos una gran visión».

Desde la década de 1970, se ha producido un cambio de paradigma en el concepto evangélico de misión. En general, los evangélicos —aun cuando puedan estar en desacuerdo en algunos detalles— han abrazado en gran medida la idea de que, dado que Dios reina sobre toda la creación, la misión debe ser también integral, es decir, enfocarse tanto en las necesidades del alma como del cuerpo.

Esta paradigma, conocido como «la misión integral», es la razón de ser de conocidas organizaciones misioneras y de ayuda humanitaria como el Movimiento de Lausana, World Vision, Tearfund y Compassion International. «Estas ideas tienen una enorme influencia en la forma en que los evangélicos piensan hoy en día sobre sí mismos, sobre su prójimo y sobre su papel en el mundo», afirma David Kirkpatrick, historiador que escribió sobre el legado de la misión integral en su libro A Gospel for the Poor (Un evangelio para los pobres).

Algo menos conocido es que gran parte de este pensamiento se originó en América Latina. El término misión integral fue acuñado por el teólogo ecuatoriano C. René Padilla. Sostenía que la evangelización y la responsabilidad social son «inseparables» y «esenciales» para la misión cristiana, como «el ala derecha y el ala izquierda de un avión», una frase suya que a menudo se atribuye a John Stott.

El objetivo de la misión integral, en palabras de Padilla, no son las cifras ni la riqueza ni el poder: «Su finalidad es encarnar los valores del Reino de Dios y dar testimonio del amor y la justicia revelados en Jesucristo, por el poder del Espíritu, para la transformación de la vida humana en todas sus dimensiones, tanto a nivel individual como comunitario».

Padilla, que falleció en 2021, alcanzó la mayoría de edad como migrante en Colombia [artículo en español]. En 1935, cuando tenía apenas dos años, su familia se mudó allí en busca de trabajo. Como evangélicos en una región predominantemente católica, Padilla y su familia pasaron a formar parte de una minoría religiosa perseguida: milagrosamente salieron con vida de bombardeos e intentos de asesinato mientras sus padres intentaban evangelizar y plantar iglesias en Colombia. Esas experiencias de sus primeros años moldearon la teología de Padilla como estudiante en Wheaton College y, cuando regresó a América Latina durante la Guerra Fría, la región se había convertido en un ciclón de pobreza y disturbios civiles. La gente clamaba por justicia. ¿Qué guía y consejo podía ofrecer la Iglesia?

En aquel momento, un espíritu revolucionario corría por las venas de América Latina: Fidel Castro derrocó al gobierno cubano en 1959, justo cuando Padilla estaba terminando una maestría. De este contexto surgió la teología de la liberación, en gran medida entre los círculos católicos. El activismo y la literatura de izquierda proliferaron después de que los obispos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de 1968, celebrada en Medellín, Colombia, publicaran un documento en el que proclamaban la «opción preferencial de la Iglesia por los pobres» [enlace en español].

Mientras los estudiantes universitarios a su alrededor buscaban justicia y propósito en el marxismo y la teología de la liberación, Padilla buscó respuestas bíblicas en librerías y bibliotecas cristianas de América Latina. Pero solo encontró textos mal traducidos e irrelevantes, en su mayoría de fuentes norteamericanas.

«La única teología que conocemos es la que hemos heredado de una reflexión ajena a nuestra propia situación: un conjunto de conceptos poco relacionados con las cuestiones que nuestro propio mundo plantea a la vida cristiana», escribió Padilla en un ensayo de 1974 para CT [artículo en español]. En una carta de 1972 al teólogo y editor fundador de CT, Carl Henry, Padilla escribió: «Los jóvenes [hacen] preguntas sobre la actitud cristiana hacia un régimen marxista, mientras que los pastores [discuten] sobre el largo de las faldas que llevan las chicas en la iglesia. No tenemos ética social».

Padilla advirtió que, a pesar de los informes sobre el fenomenal crecimiento del protestantismo en América Latina, los cristianos de segunda y tercera generación podrían un día abandonar la iglesia cuando «comiencen a plantearse su responsabilidad frente la injusticia social, se vean incapaces de responder a los argumentos de sus amigos marxistas y, ya sea que cedan ante el marxismo, o emprendan la huida hacia un cristianismo individualista marcado por el conservadurismo político».

Sus advertencias de hace casi 50 años fueron prescientes, y no solo para América Latina. La asistencia a la iglesia entre las generaciones más jóvenes está disminuyendo en todo el mundo, desde Estados Unidos a Corea del Sur o Kenia, y va acompañada de una mayor conciencia de las injusticias del mundo. Padilla insistió en que una respuesta práctica y teológica a la «situación concreta» de la sociedad es «parte esencial de la vida y misión de la Iglesia».

Sin ella, la Iglesia vacilará y se estrellará, como un avión con una sola ala.

Las migraciones y los desplazamientos son quizá las situaciones concretas más universales que ponen a prueba a las sociedades hoy en día. Por primera vez en la historia, más de 100 millones de personas han sido desplazadas debido a conflictos y crisis económicas. La inmigración está fracturando la política en Norteamérica y Europa. Y se está advirtiendo a las naciones que se preparen para un «siglo de turbulencia», en palabras de la periodista británica Gaia Vince, a medida que el cambio climático desencadene nuevas migraciones masivas.

Colombia es el epicentro de lo que Naciones Unidas llama «un movimiento sin precedentes a través de las Américas». El presupuesto operativo de la agencia de la ONU para los refugiados en Colombia es el mayor de la región, con 124.8 millones de dólares. Las Américas acogen al 20 por ciento de los desplazados del mundo, y cerca de la mitad de ellos se encuentran en Colombia.

Colombia ha recibido más de 2.4 millones de migrantes de la vecina Venezuela y ha concedido el estatus de protección temporal a cerca de 1.8 millones de ellos. Debido a sus permeables fronteras, Colombia es también un canal para cientos de miles de personas procedentes de lugares tan lejanos como China y Nepal, que pasan de largo en su camino para intentar cruzar el Tapón del Darién, una espesa barrera selvática entre Colombia y Panamá. Solo en 2022, unos 250 000 migrantes cruzaron a Panamá a través de la Selva del Darién, el doble que el año anterior [enlace en español]. La ONU prevé que este año esa cifra llegue hasta 400 000.

Todo esto está sucediendo en un país que está confundido por su propia crisis migratoria interna. Colombia es el segundo país del mundo con mayor número de desplazados internos: más de 6.7 millones desde 1985. Solo el año pasado, casi 69 000 personas se vieron obligadas a desplazarse, en su mayoría a causa de la violencia y las amenazas de grupos armados.

Para muchos cristianos de Colombia, la migración y el desplazamiento no son problemas humanitarios distantes, sino más bien donde el ministerio de la iglesia se concretiza.

«Recordamos que nosotros mismos hemos sufrido, y eso nos ayuda a responder», afirma Daniel Bravo, director de la Fundación Doulos, una organización sin fines de lucro que conecta a las iglesias que realizan un trabajo holístico comunitario entre los migrantes en Colombia y América Latina.

Bravo creció como hijo de pastor observando a sus padres servir a los desplazados internos. La misión integral era una parte natural del ministerio de sus padres; no fue hasta el bachillerato [secundaria, high school] cuando Bravo leyó sobre la misión integral de Padilla. Los escritos de Padilla le dieron el lenguaje para definir una teología que él ya vivía y respiraba. Lo mismo ha encontrado en la mayoría de las iglesias con las que trabaja: «Mucha gente está haciendo misión integral sin siquiera conocer el término».

En general, esas iglesias también son pequeñas, poseen pocos recursos y se encuentran en zonas rurales.

En San Juan de Urabá, una ciudad costera junto al mar Caribe, visité una iglesia que ayuda a los 2000 inmigrantes venezolanos que se han asentado allí. Centro de Restauración Príncipe de Paz es una congregación de unas dos docenas de personas, en su mayoría desplazados internos. La gente la llama «la iglesia sin muros», por su edificio al aire libre y sus brazos abiertos a los forasteros.

El pastor José Higinio Licona dijo que ayudar a los migrantes es instintivo: «Claro que sí». ¿Cómo no van a hacerlo? «Todos somos desplazados internos», dijo Licona. «Es algo natural que nos sale del corazón. Sabemos lo que es ser desplazado».

En 1992, un grupo de unos 50 desplazados cristianos quedó atrapado en una zona de guerra entre guerrilleros y paramilitares cerca del pueblo de Licona. Licona suplicó a las autoridades municipales que brindaran ayuda, pero «dijeron que traer a mucha gente a nuestro pueblo causaría un problema sanitario», recuerda Licona. Así que él y su padre utilizaron su propio dinero para alquilar un camión, recoger al grupo y llevarlo a San Juan de Urabá, y así fue como comenzó su ministerio como pastor. «No empecé predicando, sino ayudando a los demás».

Licona mismo huyó de los violentos grupos guerrilleros en su ciudad natal de Mulatico, en el noroeste de Colombia, en 1984. Cuarenta años después, no puede evitar llorar cuando habla de los cuerpos mutilados que eran mordidos por perros y picados por pájaros, y del hambre atroz que no lo dejaba dormir.

La familia de Licona poseía más de dos hectáreas de tierras de cultivo, donde ordeñaban vacas y cultivaban yuca y maíz. Cuando empezaron a ver extraños con uniformes verdes por el pueblo, la gente se encerró en sus casas. Una noche, cuando Licona regresó a casa de la iglesia, docenas de hombres uniformados y armados ya lo esperaban en su casa, tomando la limonada que su esposa había preparado. Lo invitaron a unirse a sus fuerzas.

Decidió que era hora de marcharse. Licona y su familia huyeron con unas pocas vacas, que luego vendieron. Licona recuerda que se subió a un árbol de guayaba y arrojó la fruta a su mujer, su única comida del día. Nunca recuperaron sus tierras.

Casi todos en la iglesia de Licona tienen historias similares de pérdida y dolor. Por eso, cuando hace tres años empezaron a llegar inmigrantes venezolanos a su pequeña ciudad, los miembros de la iglesia pusieron manos a la obra. Carnearon dos vacas y cosecharon 1000 libras de yuca (casi 500 kilos). Ayudaron a los inmigrantes a pagar un alquiler y a solicitar estatus de protección temporal. Organizaron cenas especiales con comida casera típica de Venezuela. Les ofrecieron un oído para escuchar y un hombro sobre el que llorar. Dieron de lo poco que tenían.

Para algunos inmigrantes venezolanos, esta iglesia fue su única fuente de ayuda. Marialejandra Pérez me contó que estaba embarazada y tenía un hijo de dos años cuando llegó a San Juan. Cuando comenzó la pandemia, su marido perdió su trabajo. Podrían haber pasado hambre si la iglesia no hubiera ayudado a su familia a arrendar una pequeña parcela de tierra para cultivar.

Magrey Vielma me contó que había sido desplazada dos veces, primero de Venezuela, y luego de una pequeña ciudad de Colombia donde había enfrentamientos entre grupos armados. Cuando llegó a San Juan, la iglesia la ayudó a conseguir pañales, comida caliente y mantas.

Aunque muchos migrantes venezolanos viajan a otros países como Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, una mujer me dijo que nunca se había planteado esa opción: «Colombia ha sido buena con nosotros».

Yuleimar del Carmen Peña, una emigrante venezolana que vive en San Juan desde hace dos años, me contó que la iglesia de Licona la ayudó a pagar el pasaje de autobús a San Juan. El pastor la recibió en la estación de autobuses con una sonrisa. «Yo soy el testimonio de lo que Dios está haciendo aquí», dijo Peña mientras citaba Mateo 25 palabra por palabra. «Podemos ver a Dios a través de personas como el pastor … [las personas que ayudan a los migrantes] son la prueba de que Dios no nos ha abandonado».

No todas las iglesias de Colombia se han sentido obligadas a ejercer el ministerio con inmigrantes. Licona dijo que trató de convencer a otros pastores de San Juan para que ayudaran, pero hasta ahora siente que su iglesia está trabajando sola. «Lamentablemente, tengo que decir que otras iglesias no han entendido el verdadero evangelio», dijo. «Solo se preocupan de las necesidades espirituales de la gente, no de sus necesidades físicas».

En Necoclí, una remota ciudad turística junto al golfo de Urabá, vi el mismo letargo entre las iglesias. Necoclí es una de las últimas paradas de los migrantes que atraviesan Colombia hacia el norte antes de llegar al Tapón del Darién. En 2021, en el punto álgido de la crisis migratoria, unos 10 000 migrantes (cifra que equivale a la mitad de los 20 000 habitantes habituales de la ciudad) abarrotaban playas y hostales, y dormían bajo los cocoteros, a la espera de cruzar el golfo en barco y comenzar la travesía de 100 km (60 millas) a través de la traicionera selva que separa Colombia de Panamá. Los sistemas de electricidad y agua de la ciudad se colapsaron, y las autoridades locales declararon que la situación era una «calamidad pública». Algunas ONG, como la Cruz Roja, ofrecieron asistencia médica. Pero por lo demás, los migrantes estaban solos.

Según Euder Argumedo, pastor de la Iglesia Cristiana Catedral de la Fe, en Necoclí hay 17 iglesias evangélicas. Dice que su iglesia es una de las escasas tres congregaciones que han ayudado a los migrantes. «Las iglesias locales son apáticas. Piensan que [la crisis] no tiene nada que ver con ellas», afirma.

Algunos cristianos colombianos intentan cambiar esa mentalidad.

El Seminario Bíblico de Colombia, con sede en Medellín, puso en marcha su Proyecto Fe y Desplazamiento [enlace en español] en 1996 para movilizar a las iglesias evangélicas locales en torno a la atención de los desplazados internos. Con base en las ideas de la misión integral, el programa anima a las iglesias locales a utilizar sus propios recursos para ayudar a los desplazados internos a prosperar espiritual, social, psicológica, política, educativa y económicamente. Seis comunidades de todo el país están haciendo pruebas piloto con el plan de estudios del programa.

El director del proyecto, Christopher Hays, dice que esperaba que las iglesias de la capital, Bogotá, que son las que tienen congregaciones mejor formadas y están más cerca de los recursos y el poder, fueran las más eficaces. No obstante, estas congregaciones eran más propensas a abandonar el programa que las iglesias pequeñas, pobres y rurales. Hays sospecha que los habitantes de las zonas urbanas, acostumbrados a acceder más fácilmente a los recursos públicos, «esperan que el gobierno arregle las cosas», mientras que los habitantes de las zonas rurales han aprendido a no esperar la intervención de otros.

Migrantes acampan antes de atravesar la Selva del Darién.Getty / John Moore
Migrantes acampan antes de atravesar la Selva del Darién.

Un reto inmediato al que se enfrentó el Proyecto Fe y Desplazamiento fue conseguir que las iglesias se preocuparan. A pesar de ser la cuna de la misión integral, la iglesia latinoamericana ha tardado más en adoptarla que otras partes del mundo, afirma Hays. La mayoría de los evangélicos latinoamericanos son pentecostales, con una teología dispensacional de influencia estadounidense que hace hincapié en salvar almas.

«El reto no consiste tanto en ayudarles a ver que es un problema», dijo Hays. «El reto es más bien ayudarles a ver que es un problema que debería preocupar a la Iglesia, porque tienen una fuerte tendencia evangélica dualista» (es decir, restan importancia a las necesidades terrenales). Lo primero que necesitan estas iglesias es un «cambio de paradigma» en su teología, afirma Hays.

Pero la teología solo llega hasta cierto punto. La misión integral es más que un marco intelectual. Es una encarnación del Evangelio que, tal como se modeló en la vida, el ministerio y la muerte de Cristo en la cruz, conlleva un costo.

Durante diez años, Deiner Espitia fue pastor de una iglesia en un asentamiento de desplazados internos en las afueras de Puerto Libertador, una ciudad del norte de Colombia. A través de una asociación con Compassion International, su iglesia dirigía un centro comunitario que proporcionaba alimentos, servicios sanitarios y actividades para 350 niños unas tres veces por semana. Pero notaba el resentimiento y la desesperanza en los padres de los niños, y se preguntaba qué podía hacer la iglesia por ellos.

«El desplazamiento forzado genera un duelo silencioso», dijo Espitia. Él lo sabe: él mismo fue desplazado dos veces cuando fundó la iglesia. Según Espitia, los desplazados internos luchan contra la discriminación, el desempleo, la pobreza cíclica, la disfunción familiar y profundos traumas. Muchos depositan sus esperanzas en las reparaciones prometidas por el gobierno. Si éstas no se materializan, los desplazados internos a menudo parecen renunciar a la vida.

«Realmente lo pierdes todo. Pierdes las ganas de seguir. La esperanza se disipa», dice Espitia. Los desplazados vienen a la iglesia y cantan canciones de adoración e incluso sirven, «pero sirven esperando algo a cambio. Están enfadados. Aunque no hablan mucho de ello, el primer resentimiento es contra Dios. Y la pregunta siempre es ¿Por qué? ¿Dónde estabas?».

Espitia oró para que Dios le revelara lo que la Iglesia podía hacer por ellos. Entonces oyó hablar del Proyecto Fe y Desplazamiento. Su iglesia comenzó a ofrecer clases en 2016.

Al principio, decenas de familias de la comunidad se presentaron, esperando recibir algo a cambio. Pero no se les dio nada, y muchos desaparecieron. Solo unas 15 familias se quedaron y siguieron todo el programa.

Parte del plan de estudios es un juego llamado «Podemos», en el que los participantes enumeran sus habilidades, experiencias y capacidades individuales. El juego ayuda a las personas a identificar áreas en las que pueden servir y formas en las que podrían generar ingresos. El objetivo es hacerles pasar de un espíritu de derrota a uno de confianza y gratitud. Los participantes también estudian los relatos bíblicos que hablan de desplazamiento, para que puedan identificarse con personajes como Noemí y Rut, quienes también se enfrentaron a la pérdida y el desplazamiento.

La transformación fue asombrosa, dijo Espitia. En ocho meses, las familias que participaron en el programa habían creado sus propios negocios. Algunas que sabían pescar abrieron un negocio de pescadería. Otras, que antes tenían cultivos, consiguieron tierras y plantaron arroz, ñame y yuca. Una familia se dedicó a la apicultura. Otra abrió una pequeña tienda.

«El cambio fue muy rápido», dice Espitia. «Sus casas pasaron del plástico al ladrillo. Estaba claro que estos desplazados internos tenían un enorme potencial. Incluso como su pastor, no sabía de lo que eran capaces». Y no solo se liberaron de la pobreza física, dijo Espitia. En medio de la hostilidad y la soledad, las familias encontraron «la esperanza de que sí podemos florecer».

Luego, en 2019, Espitia fue desplazado por tercera vez.

La primera vez tenía 10 años. Grupos guerrilleros asesinaron a sus abuelos, tíos y primos, y secuestraron a su padre.

La segunda vez que fue desplazado, Espitia tenía 24 años y era propietario de una tienda. Los grupos paramilitares intentaron extorsionarlo. Un comerciante vecino se negó a pagarles y le dispararon a la puerta de Espitia. Entonces Espitia, su mujer y sus tres hijos salieron huyendo.

La tercera vez, sin embargo, fue la más dura.

El ministerio de Espitia con los desplazados internos por fin estaba floreciendo. Su mujer había encontrado un trabajo como auxiliar de enfermería. Estaban construyendo la casa de sus sueños. Y entonces denunció a un hombre de la comunidad por abusar sexualmente de una menor. Espitia recibió amenazas de muerte. El hermano del acusado, miembro de un grupo paramilitar, envió a alguien en moto a amenazar con una pistola a los hijos de Espitia en la escuela. Espitia no podía, en conciencia, retirar la acusación. Así que, una vez más, su familia huyó, dejando atrás su iglesia, una casa a medio terminar y el trabajo de su mujer.

Unos amigos invitaron a la familia a alojarse en el seminario de Medellín. Allí, por primera vez, Espitia se vio obligado a tomarse un descanso, mismo que ha durado años. Había estado brindando consejería a otros desplazados internos para ayudarlos a procesar su dolor y resentimiento. Finalmente se dio cuenta de que no había procesado del todo sus propios sentimientos. «Mi corazón estaba lleno de ira contra Dios», dice.

Después de cuatro años, él y su esposa siguen luchando con Dios para encontrar sentido a su lucha. «Estábamos haciendo muchas cosas por el Señor, por su reino», dice Espitia. «Justo cuando empezábamos a cantar, Dios nos cerró la boca». Sus tres hijos, que ahora tienen 18, 21 y 23 años, también han luchado por dar sentido a su fe.

Cuando conocí a Espitia en el seminario, él era estudiante allí, a un semestre de graduarse. En ese momento, estaba trabajando en su tesis sobre lo que las iglesias pueden hacer por los desplazados internos, no solo por los que se han asentado en comunidades, sino por los que han sido desplazados recientemente. ¿Cómo sería que estas personas también florecieran de verdad?

Esta vez no lo preguntaba solo como pastor. Se lo preguntaba a sí mismo.

Ya no es un héroe que salva a otros en la relativa comodidad de su propio ministerio. La relación de Espitia con Dios ha cambiado. También lo ha hecho su relación con su mujer y sus hijos.

Y también su misión ha cambiado. Ahora está más arraigado en su vulnerabilidad y en la persona de Cristo. Espitia vive su propio tema: lo encarna. Tiene una comprensión más integral de lo que significa dejar que el Evangelio transforme la vida humana en todas sus dimensiones y de lo que significa, como él lo describe, «florecer en medio del desierto».

Si Mauricio Miranda, el pastor de la iglesia fronteriza de Cúcuta, estaba cómodo hace siete años, ahora nadie en su iglesia lo está.

Todo alrededor de la Iglesia para la Frontera es un caos. En la puerta principal, la gente se acurruca en colchones de cartón. A una manzana de distancia, las motocicletas tocan el claxon y los taxis chirrían al cruzar el puente que ha sido reabierto al tráfico de vehículos. Hombres y mujeres jóvenes golpean las ventanillas de los coches ofreciendo trabajo manual y sexo a cambio de dinero. Guerrilleros armados y otros grupos criminales patrullan la frontera y vigilan la iglesia, que ha sido asaltada en múltiples ocasiones.

Cuando llegó la pandemia, la economía colombiana se hundió y muchos colombianos perdieron sus empleos. Era el peor momento para que un país se enfrentara también a millones de inmigrantes cruzando la frontera.

Miranda utilizó su propio dinero para comprar alimentos y bebidas cuando la iglesia empezó a repartirlos en octubre de 2016. Luego, los miembros de la iglesia empezaron a contribuir. Poco después, una panadería donó pan, y otra tienda ofreció añadir una caja de bebidas por cada caja que Miranda compraba. Una pareja de San Antonio, Texas, ayudó a recaudar fondos para comprar el almacén que se convirtió en la Iglesia para la Frontera.

Pero Iglesia para la Frontera es algo más que un edificio religioso: es un centro de distribución de alimentos, una microempresa, una escuela, una clínica médica y un salón de fiestas para quinceañeras. Los dólares estadounidenses ayudaron a comprar máquinas de coser para poner en marcha una empresa de costura y zapatería para mujeres venezolanas. Una iglesia de Houston patrocina un programa de educación y alimentación para 80 niños venezolanos que no pueden asistir a la escuela.

Operación Bendición trajo equipos médicos para tratar a migrantes venezolanos enfermos y, después de que los equipos de trabajo sudaran a chorros en el almacén mal ventilado, la organización ayudó a instalar aire acondicionado.

«Lo instalaron dos semanas después de que la iglesia de la frontera abrió sus puertas», cuenta Miranda riendo. «Cuando estábamos en el centro de Cúcuta, tardamos 10 años en instalar un aparato de aire acondicionado. Y en esta iglesia, ¡nos llevó dos semanas!».

Al principio, Miranda mantuvo abiertos tanto el edificio del centro como el de la frontera. Pero en 2019, la iglesia del centro se trasladó permanentemente a la frontera. Cinco familias —casi la mitad de la congregación— abandonaron la iglesia en señal de protesta, si bien regresaron poco tiempo después.

En los últimos siete años, Miranda calcula que su iglesia ha atendido a más de 70 000 migrantes venezolanos.

Una de ellas es Emily, una joven de 18 años a la que Mauricio e Isabelina Miranda conocieron cuando no tenía hogar y dormía bajo un árbol. Emily tenía entonces 14 años, estaba delgada por la desnutrición y cubierta de suciedad. Su madre vendía drogas en Venezuela y una hermana mayor trabajaba como prostituta en Colombia. La iglesia la acogió. Cuando Emily cumplió 15 años, Isabelina le organizó una fiesta de quince años y la vistió con un vestido y zapatos nuevos.

Esa fue la primera fiesta de quince años de la iglesia para una niña inmigrante. Desde entonces, ha celebrado 25 más.

Ahora Emily es profesora en la escuela de la iglesia y vocalista principal en el equipo de alabanza. Si solo la vieras en el escenario, nunca te darías cuenta de que es sumamente tímida. Levanta las manos y se golpea el pecho mientras adora a Dios. Salta, baila y grita, y sus gruesos rizos rebotan alrededor de su cara. Si se oyen cantos fuertes y alegres en el puente Simón Bolívar, lo más probable es que se trate de Emily.

Y los jóvenes de la Iglesia para la Frontera, esos jóvenes que René Padilla temía que la Iglesia pudiera perder cuando estaba forjando sus ideas sobre la misión integral hace medio siglo, son testigos de todo ello. Diana Martínez, una estudiante universitaria de 18 años, recuerda aquellos primeros años cuando la iglesia estaba en el centro de Cúcuta. Tenía unos 10 años cuando su padre se unió a Miranda para llevar pan y agua al paso fronterizo.

A lo largo de los años, ha visto a gente entrar en la iglesia luciendo como si la vida los hubiera desechado. Recuerda a una venezolana que llegó a la iglesia sucia, desaliñada y abatida. Se ganaba la vida recogiendo basura. Durante meses y años, Martínez fue testigo de su transformación. Empezó a maquillarse. Tenía ropa limpia. Ya no tenía que rebuscar en los contenedores de basura para sobrevivir. Su semblante también cambió: ahora había esperanza. Y alegría.

«Eso tiene un impacto en mi fe», afirma Martínez. «Aquí ves a la gente transformarse. Veo con mis propios ojos cómo Dios puede transformar vidas cuando le abrimos nuestros corazones, y por eso puedo decir con certeza que sí, Dios transforma vidas».

Su pastor no tiene por qué preocuparse de que esta joven universitaria abandone su fe o su iglesia, el lugar donde ve milagros.

«¿Por qué iba a hacerlo?» dice Martínez. «Quiero quedarme en esta iglesia hasta que Jesús vuelva».

Sophia Lee es redactora global de CT.

Traducción y edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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News

En medio de la guerra entre Israel y Hamás, los cristianos locales buscan la ira justa y la esperanza del Evangelio

Mientras el terrorismo causa miles de muertos, evangélicos palestinos y judíos mesiánicos comparten asombro, dolor y oraciones por la paz y la justicia.

Izquierda: Víctimas fatales de las fuerzas israelíes que se enfrentaron a los militantes islámicos de Hamás. Derecha: Destrozos en Gaza causados por los ataques aéreos de Israel.

Izquierda: Víctimas fatales de las fuerzas israelíes que se enfrentaron a los militantes islámicos de Hamás. Derecha: Destrozos en Gaza causados por los ataques aéreos de Israel.

Christianity Today October 12, 2023
picture alliance / Ahmad Hasaballah / Stringer / Getty / Edición por CT

Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 11 de octubre de 2023.

Con al menos 1200 israelíes y 1100 palestinos abatidos, no es solo el impresionante número de víctimas de la guerra entre Israel y Hamás lo que ha indignado al mundo, sino también la brutalidad de Hamás.

Más de 200 jóvenes fueron asesinados en un festival de conciertos, pueblos y granjas fueron asaltados y aterrorizados, y se calcula que 150 rehenes están bajo amenaza de muerte si no cesan los ataques aéreos israelíes sobre la franja costera.

Como es improbable que cesen, el número de víctimas seguramente aumentará.

Israel ha llamado a filas a 360 000 reservistas, preparados para iniciar una campaña terrestre en Gaza. En consonancia con la estrategia militar de hacer frente al terrorismo con una fuerza abrumadora, los conflictos anteriores en la asediada franja de 25 millas (40 km) han arrojado cifras impactantes, incluidos los enfrentamientos de 2014 que se saldaron con 73 muertos israelíes y 2100 palestinos.

Mientras tanto, muchos israelíes han vivido atemorizados. Desde la retirada unilateral israelí de Gaza en septiembre de 2005, la Biblioteca Virtual Judía ha contabilizado 334 muertes por terrorismo y al menos 20 648 cohetes y morteros lanzados contra territorio israelí.

En medio de estos crudos recuentos, hay señales de equilibrio entre los creyentes locales a ambos lados de la división étnica. Christianity Today entrevistó a tres judíos mesiánicos, tres evangélicos palestinos y dos cristianos de Gaza que actualmente se encuentran fuera de dicho territorio.

Asombro compartido

«El nivel de odio y maldad que se manifiesta en estos actos es realmente estremecedor», dijo Eli Birnbaum, director de una rama de Judíos para Jesús [Jews for Jesus] en Tel Aviv y Jerusalén. «No se parece a nada que hayamos visto en décadas y ha conmocionado profundamente a la población».

Los ataques en su barrio han sido tan intensos, dijo, que la gente permanece dentro de sus casas. En constante comunicación con familiares, amigos y 50 miembros del personal a tiempo completo, dijo que su comunidad está haciendo todo lo posible para mantenerse conectada y ofrecer aliento.

El sábado del atentado, la congregación de Birnbaum se reunió para orar. Sin saber qué hacer, distribuyeron guías de oración en las que pedían que los rehenes regresaran sanos y salvos. Algunos miembros se limitaron a encender velas.

Judíos para Jesús recogió suministros para las familias desplazadas y los soldados en la frontera.

Al menos un judío mesiánico ha muerto por su nación. David Ratner fue llamado héroe de guerra por su comandante, tras salvar las vidas de cinco compañeros soldados cuando su puesto fue asaltado por 400 combatientes de Hamás. Tras recibir un disparo en el cuello, continuó en combate durante las ocho horas siguientes [enlaces en inglés].

Birnbaum le aconsejó a sus hijos que se mantuvieran firmes al resistir la tentación del odio. Desafió a los israelíes a buscar justicia sin venganza, y pidió a todos que de verdad se preocupen por judíos y palestinos por igual, y que oren también por Gaza y su liberación de Hamás.

«¿Qué podemos hacer para representar al Señor cuando nuestra nación está en crisis?», preguntó. «Por favor, oren por nosotros, para que elijamos sabiamente cómo hacer brillar su luz en un lugar muy oscuro en estos momentos».

Grace Al-Zoughbi, educadora teológica de origen palestino, también busca esa luz.

«La iglesia está tratando de aferrarse a cualquier atisbo de esperanza que pueda encontrar», dijo. «La situación es profundamente inquietante, las atrocidades espantosas».

También se sintió conmocionada por los disparos de cohetes, que cayeron desde la dirección opuesta, cerca de su casa en Belén. Las familias corrieron a la tienda de comestibles para abastecerse, temerosas de una escalada. Representante de una población ya de por sí en apuros y que se encuentra bajo un bloqueo, afirmó que la pérdida de turismo devastará aún más la economía, mientras la Iglesia intenta ayudar en la medida de lo posible.

Su reacción inmediata fue la oración ferviente por el fin del conflicto.

«Señor, toma todo el mal, aplástalo como cristal y tritúralo hasta reducirlo a nada», suplicó Al-Zoughbi. «En esto mantenemos nuestra esperanza, en que un día pronto tus caminos prevalecerán».

Pidió a los creyentes de ambos bandos que actuaran como pacificadores. Pidió a los cristianos internacionales que evitaran «tergiversaciones malignas». Y para sí misma, se centró en el Salmo 122: Pidan por la paz de Jerusalén: “Que vivan en paz los que te aman…”.

Distancia compartida

Hanna Massad, expastor de la Iglesia Bautista de Gaza, se dirigió al breve salmo que sigue: Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Estamos cansados de tanto desprecio (123:3).

Tras 30 años de servicio siendo el primer pastor nacido localmente, Massad se marchó después de la violencia de 2007 que incluyó ataques a su iglesia, así como el secuestro y asesinato de un joven trabajador de la librería cristiana afiliada. Ha experimentado la militancia de primera mano y comprende el miedo israelí.

Ahora es ciudadano estadounidense y, además de recibir consejería semanal para el trauma a través de Zoom, y de interactuar casi a diario con los miembros de su iglesia, viaja tres veces al año a Gaza para distribuir ayuda y brindar aliento.

Su última visita terminó hace dos semanas, con un trato israelí ligeramente mejor de lo normal, dice. En busca de reciprocidad con Estados Unidos para la entrada sin visado, las autoridades fronterizas han facilitado los trámites para los ciudadanos que tienen doble nacionalidad estadounidense-palestina. Al pasar por Jericó, la espera de seguridad fue solo de una hora esta vez.

«No nos tratan con la misma dignidad», dijo Massad, «sino según el documento que llevamos».

Para la mayoría de los palestinos, continuó, el trato es humillante. Bajo bloqueo desde 2007, el 50 % de la población de Gaza está desempleada, el 65 % vive por debajo del umbral de pobreza y solo 17 000 de sus 2.3 millones de habitantes pueden buscar trabajo en Israel. El número vacila en función de los cambios en las políticas, y el trato que reciben en los puestos de control es mucho más intenso. El resto está atrapado.

«Es una gran prisión», afirma Massad. «Y normalmente, en cada visita [encuentro] las cosas un poco peor que antes».

Y ahora, con la guerra, Israel ha declarado que cortará el suministro de electricidad y agua de Gaza. La frustración se acumula. Mientras que su padre anhelaba un Estado palestino, Massad dijo que ahora que tiene 60 años se pregunta si alguna vez sucederá. Pero los cristianos locales no apoyan la violencia de ninguno de los bandos.

«Esta no es la dignidad que buscamos», afirma Massad. «Nuestro ejemplo es Jesús. Y cuando alguien se encuentra de verdad con Él, Dios llena ese corazón de amor por toda la humanidad».

Incluso cuando el hogar de uno es destruido.

El apartamento de la familia del poblador de Gaza Khalil Sayegh fue alcanzado por un cohete israelí. Ahora se refugian en una de las tres iglesias de la franja, desplazados junto con otras 250 000 personas refugiadas en escuelas u otras instalaciones. La Organización Mundial de la Salud pidió el establecimiento de un corredor humanitario.

«Salieron a duras penas», dijo, «puesto que asumieron que su hogar era su opción más segura».

Actualmente en Estados Unidos, Sayegh forma parte de la Iniciativa Ágora para trabajar conjuntamente con otros palestinos e israelíes en la promoción de una cultura de democracia constitucional. Dice que le complace ver que los estadounidenses condenan los atentados de Hamás. Al mismo tiempo, dice que se sintió decepcionado al ver que el sufrimiento de su pueblo se desestimaba con tanta facilidad.

El texto bíblico de consuelo de Sayegh es el Salmo 73, donde el salmista casi cede ante la envidia de los malvados prósperos: Tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio.

Y en esta paz, su mensaje es claro.

«No cedan al odio, al tribalismo ni a la venganza», dijo Sayegh. «Trabajen duro para poner fin no solo a esta sangrienta ronda de violencia, sino a la injusticia estructural de la ocupación, para que podamos vivir en paz».

Ira compartida

Jaime Cowen, abogado judío mesiánico, se siente indignado por los cambios estructurales que amenazan a Israel y que precedían a la guerra. Desde su regreso como primer ministro con una coalición de extrema derecha que incluye a antiguos terroristas judíos, dijo, Benjamin Netanyahu ha dividido al país tratando de poner patas arriba el sistema judicial israelí.

Y mientras trataba de presentarse a sí mismo como un pacificador con el mundo árabe en general, Netanyahu inflamó aún más a la marginada comunidad palestina en su propio país al autorizar más asentamientos ilegales.

«Algo tenía que pasar, y esta vez ha pasado», declaró Cowen en un video. «Es un momento muy peligroso para el país».

Él ora por la rápida derrota de Hamás, cuyo ataque puede haber estado motivado por el deseo de frustrar el acercamiento de Netanyahu a Arabia Saudita. Pero la verdadera amenaza está en el norte, dijo, con los miles de misiles de precisión de Hezbolá listos para alcanzar las ciudades israelíes más lejanas. Cuando acabe esta guerra, Cowen quiere que el gobierno dimita y que una comisión determine las causas de los «colosales» errores de esta administración en materia de inteligencia y preparación militar.

«Hasta entonces, hay una profunda tristeza y rabia», dijo, «por la horrible pérdida de vidas de familias judías inocentes».

Los evangélicos palestinos se han ofrecido como voluntarios para ayudar. La Convención de Iglesias Evangélicas de Israel anunció que cualquier creyente mesiánico desplazado es bienvenido a quedarse con sus familias miembros.

«¿Qué podemos aportar como cristianos y ciudadanos árabes palestinos de Israel en un momento como éste?», predicó el presidente de la convención, Botrus Mansour, en su iglesia en Nazaret. «La respuesta es Jesús».

Desde su segura localidad del norte —solo necesitaba comprobar que su refugio estuviera listo— planeaba predicar un mensaje sobre la administración de la iglesia antes de que la guerra cambiara su enfoque. Dedicó gran parte del servicio a la oración, y animó a los fieles con una cita de Francisco de Asís: «Hazme un instrumento de tu paz». A pesar de los difíciles sentimientos que les embargan, los cristianos deben ser pacificadores.

Incluso mientras echan humo de rabia en múltiples direcciones.

«La gente está enfadada por el brutal ataque de Hamás», afirma Mansour. «Pero también sienten que la violencia continuará mientras no haya una solución justa al conflicto».

Al igual que Cowen, ora para que Dios sustituya a los líderes actuales. Y también comparte una escritura reconfortante, Lamentaciones 3:22-23: Por el gran amor del Señor no hemos sido consumidos y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!

Evangelio compartido

«Nada en esta situación es correcto o bueno», dijo Lisa Loden, judía mesiánica miembro del Instituto Belén de Paz y Justicia [Bethlehem Institute of Peace and Justice]. «Pero hay un fuerte deseo de que el Señor utilice estos acontecimientos para atraer a la gente hacia Él».

Residente en la ciudad costera de Netanya, al norte de Tel Aviv, Loden codirige una congregación de creyentes que ya ha organizado muchas reuniones de oración desde que comenzó la guerra. Pidieron la misericordia de Dios para los civiles tanto de Israel como de Gaza. Oraron por sus líderes, por los rehenes y por quienes perdieron a seres queridos.

Oraron por que el final del conflicto llegue pronto, por la justicia y por que los cristianos de ambos bandos no se desvinculen los unos de los otros. También lanzó una súplica a los creyentes de todo el mundo que están observando.

«No tomen partido rápidamente», pidió Loden. «Antes bien entablen un diálogo real y busquen una solución a este irresoluble conflicto».

Desde Ramala, el pastor Munir Kakish, presidente del Consejo de Iglesias Evangélicas Locales de Tierra Santa, habló de forma similar.

«Oren por ambas partes», dijo. «No podemos ver sus propósitos, pero Él es soberano».

Su iglesia estaba llena mientras dirigía un mensaje a sus estresados miembros sobre la oración, acompañado de himnos que hacían hincapié en la paz de Dios. Algunas familias emigraron de Gaza y están preocupadas por sus parientes que permanecen allí.

Mientras tanto, temeroso de que la incursión israelí en Gaza desencadene un levantamiento en Cisjordania y el consiguiente bloqueo de toda la ciudad, Kakish también se aseguró de abastecerse de productos y colaboró con una tienda de comestibles local para preparar paquetes de alimentos.

Puede que pronto haya muchas víctimas.

Sin embargo, su última palabra se refería a la geografía. La lucha por el territorio no tiene sentido.

«Si cualquiera de las partes ocupa el todo el territorio desde el Mediterráneo hasta el Pacífico, pero no tiene a Jesús, no es nada», dijo. «Siguen necesitando a Jesús».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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