Theology

Tres ideas populares pero equivocadas sobre el Adviento

Líderes cristianos de Brasil, Colombia, Francia y Filipinas presentan sus comentarios sobre las creencias erróneas acerca de esta temporada.

Christianity Today November 30, 2022

Para los cristianos amantes de la liturgia, el Adviento es una temporada de expectación que se caracteriza por aguardar la llegada de Cristo con el corazón lleno de esperanza. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés].

Sin embargo, para muchos evangélicos la celebración puede pasar casi desapercibida, ya sea por desconocimiento del calendario litúrgico de la Iglesia o por cierto escepticismo hacia las prácticas católicas.

Adviento significa ‘venida’, ‘llegada’ o ‘aparición’ y proviene de la palabra latina adventus. Cada año, esta temporada comienza cuatro domingos antes de Navidad y continúa hasta el 25 de diciembre. Se divide en dos periodos: uno que se centra en la segunda venida de Cristo y otro que se centra en su nacimiento. (De forma similar, los cristianos ortodoxos observan «el ayuno de la Natividad» del 15 de noviembre al 24 de diciembre en preparación para la fiesta de Navidad el 25 de diciembre).

En realidad, el Adviento comenzó en la región de la Galia y España en los siglos IV y V d. C. como una temporada destinada a preparar los corazones de los creyentes para la Epifanía que se celebraba el 6 de enero, no para la Navidad. En Occidente, la Epifanía es un día para conmemorar la visita de los Reyes Magos tras el nacimiento de Jesús, mientras que en Oriente la fecha celebra el bautismo de Jesús en el río Jordán.

Hoy en día, las costumbres de Adviento pueden incluir prácticas como leer y orar a través de un devocional de Adviento, y encender cada domingo una de las cuatro velas dentro de una corona, mismas que representan cuatro temas semanales: esperanza, amor, gozo y paz. La mayoría de las coronas también incluyen una vela colocada en el centro para simbolizar a Jesús, la Luz del Mundo.

Sin embargo, en algunas partes del tercer mundo y en países donde el catolicismo es la religión dominante, los evangélicos no suelen observar el Adviento.

Las iglesias evangélicas francesas ignoran el Adviento como parte de «una reacción visceral contra cualquier cosa que sea litúrgica, porque huele a catolicismo», dijo Gordon Margery, un profesor bautista del Instituto Bíblico de Nogent-sur-Marne que vive a las afueras de París.

Pocas «iglesias evangélicas históricas, pentecostales y neopentecostales» de América Latina participan en el Adviento, dijo el pastor colombiano Dionisio Orjuela. «Solo iglesias como la luterana, la anglicana y la episcopaliana, así como la católica, observan la temporada de Adviento».

CT habló con líderes cristianos de Brasil, Colombia, Francia y Filipinas para saber más sobre cómo se pueden abordar estos conceptos erróneos, especialmente en contextos de mayoría católica.

Concepto erróneo 1: El Adviento es una práctica exclusivamente católica.

«La mayoría de los protestantes de hoy no tienen ni idea de lo que ocurrió en la Iglesia durante casi mil años. Sin embargo, están seguros de una cosa: todo lo que ocurrió durante la era premoderna no vale la pena y solo puede corromper el cristianismo», escribió el profesor del Seminario Teológico Bautista del Medio Oeste, Matthew Barrett, a principios de este año.

En términos generales, el calendario eclesiástico se consideraba una invención católica. Los protestantes, desconfiados de las innovaciones y en busca de volver a las prácticas de la iglesia del Nuevo Testamento, se deshicieron de él. (Los puritanos nunca celebraron la Navidad, por ejemplo, y mucho menos el Adviento).

Este sentimiento podría aplicarse perfectamente a las percepciones evangélicas del Adviento, donde muchos consideran la temporada como un ritual predominantemente católico que tiene poco o ningún propósito o relevancia para la propia vida espiritual.

Sin embargo, hay evangélicos en todo el mundo, desde Filipinas hasta Brasil, que sí celebran el Adviento.

«Estos evangélicos proceden de denominaciones históricas (por ejemplo, anglicanos, reformados, luteranos, metodistas) que se toman en serio el desarrollo histórico del culto y permiten las condiciones históricas dentro de sus prácticas, al tiempo que tratan de ser fieles a la aplicación de los principios bíblicos en la contextualización del culto», dijo Timoteo Gener, presidente del Colegio Bíblico FEBIAS de Filipinas.

En Brasil, el Adviento es la temporada litúrgica que más aceptación ha tenido entre los evangélicos, afirmó Daniel Vieira, director del proyecto Lecionário.

En opinión de Vieira, tener una sólida experiencia con el calendario litúrgico ayuda a desarrollar una «visión sacramental de la realidad», lo que combate el consumismo religioso y vuelve a hacer hincapié en la formación espiritual y el discipulado.

Por eso, ayudar a los creyentes a distinguir entre el Adviento y la Navidad es una necesidad vital para la Iglesia brasileña en estos momentos, añadió.

«La mayor dificultad es comprender mejor la diferencia entre el Adviento y la Navidad y observar el Adviento de forma adecuada, con la ayuda de las prácticas cristianas tradicionales, así como de un leccionario, herramienta que hemos estado promoviendo en Brasil».

Concepto erróneo 2: El Adviento no es bíblico.

Algunos evangélicos también pueden tener la percepción de que el Adviento no es bíblico porque no se menciona en ninguna parte de las Escrituras.

Los evangélicos a menudo se encuentran «divorciados» de la historia y la tradición de la Iglesia. Algunos pueden provenir de entornos de la Iglesia baja, misma que brinda mayor atención a la predicación tópica y la piedad personal, y pone menos énfasis en lo ritual, tal como el seguimiento del calendario histórico de la Iglesia para ordenar los servicios, o el uso de cantos y llamados responsoriales [enlace en español].

Pero recuperar la comprensión de la tradición eclesiástica puede arrojar luz sobre por qué el Adviento es una estación con fundamento bíblico en la que los creyentes pueden moldear su fe de acuerdo con la Palabra y la verdad de Dios.

«Los evangélicos deben estudiar la tradición, puesto que no somos los primeros en buscar respuestas a preguntas y problemas difíciles de la teología. Sin embargo, no debemos elevar las tradiciones a un estatus inviolable o de autoridad», escribió el teólogo bautista Roger E. Olson.

El Adviento refleja la Biblia al destacar la centralidad de Cristo y su obra salvífica, sostiene el sacerdote episcopaliano Fleming Rutledge. «El Adviento siempre comienza en la oscuridad. Pero hay un “pero”, y lo encontramos revelado en la historia que cuentan las Escrituras.

»Ese es el mensaje del Adviento. Que en un mundo de profunda oscuridad y angustia, de pecado y maldad omnipresentes, miramos a la única luz verdadera: Cristo Jesús, el Hijo de Dios».

Por otra parte, Gener afirma que algunos cristianos pueden sostener la opinión de que el culto litúrgico debe basarse únicamente en los textos del Nuevo Testamento y no en su desarrollo histórico a lo largo de los siglos.

Pero la formación del año litúrgico cristiano, incluido el Adviento, se remonta a la forma en que la iglesia primitiva incorporó las prácticas culturales de su época a su vida de culto.

«Las prácticas y las fiestas de la sinagoga judía fueron asumidas y compartidas por Jesús y sus discípulos, y estas prácticas fueron remodeladas por los discípulos de Cristo a la luz del acontecimiento de Cristo, lo que evolucionó más tarde en el culto cristiano histórico», dijo Gener.

Lula Derœux, pastora bautista de Francia, considera que tiene sentido observar el Adviento aunque la Biblia no lo mencione explícitamente: «Si bien la Biblia no nos dice cómo y cuándo celebrar el nacimiento de Cristo, la Biblia sí nos anima a recordarlo y a edificar nuestra relación con Dios.

»Nuestra necesidad de celebrar, de preparar nuestros corazones anhelantes y de alabar al Señor durante la espera trasciende todas las culturas y todas las épocas».

Concepto erróneo 3: El Adviento solo trata del nacimiento de Jesús.

Dado que el Adviento se celebra antes de la Navidad, se supone que es simplemente un preludio a la celebración del día del nacimiento de Cristo.

Sin embargo, cuando los cristianos observaban el Adviento en un principio, anticipaban el regreso de Cristo, no su nacimiento. Esto cambió en la Edad Media, cuando el Adviento se convirtió en un tiempo para recordar y celebrar la encarnación de Jesús, si bien se mantuvo el enfoque «tradicional» del Adviento.

«La espiritualidad del Adviento no es un tiempo para meditar sobre el nacimiento real de Cristo. Según la tradición, no deberíamos cantar villancicos sino hasta la propia Navidad, pues el Adviento no es un tiempo para celebrar el nacimiento de Jesús en el pesebre, sino un tiempo para anhelar la venida del Salvador», escribe Robert E. Webber en Ancient-Future Time.

Originalmente, el Adviento también era un tiempo de ayuno y autorreflexión, escribió el editor ejecutivo de CT, Ted Olsen.

Para Vieira, el Adviento es una estación «penitencial» que ofrece a los creyentes un tiempo de disciplina y arrepentimiento intencionado.

«Una reflexión profunda sobre la tradición litúrgica nos muestra que el Adviento encarna la tensión de la unión entre la expectativa de los pueblos de la antigua alianza por la redención, y la expectativa de los pueblos de la nueva alianza por la consumación que vendrá con la segunda venida de Cristo», dijo.

Algunos himnos y lecturas tradicionales del tiempo de Adviento reflejan el anhelo del regreso de Cristo, dice Margery.

«Pienso en particular en “Oh, ven, oh, ven, Emanuel”. Se canta generalmente como una especie de súplica para que Cristo nazca, poniéndose en el lugar de los santos de Israel que anhelaban su venida. Pero tengo la impresión de que hace eco de la oración final del Apocalipsis [22:20, “Ven, Señor Jesús”]».

El anhelo escatológico que encierra el Adviento es un componente clave de la estación que no puede pasarse por alto.

«Las profecías de las Escrituras sobre el Prometido suelen tener capas de significado y múltiples cumplimientos», escribió Kelli Trujillo, editora de CT, en la introducción del devocional de Adviento 2022 de CT. «Con frecuencia apuntan a un cumplimiento en la propia época del profeta, pero también dirigen nuestra mirada hacia el Mesías y su primera venida, así como al Segundo Adviento que esperamos».

«Estar en Adviento es habitar “en el ya y en el todavía” del reino de Dios», afirmó Derœux. «Nos permite recordar las promesas del Señor y hasta qué punto cuida de nosotros. La paciencia y la preparación que se necesitaron para dar un Salvador a la humanidad son impresionantes, y poder, no solo recordar, sino vivir este tiempo concreto es una bendición.

»Podríamos leer todo el Antiguo Testamento y ver un Adviento, un amanecer hacia un nuevo comienzo».

Nota del editor: El devocional diario de Adviento 2022 de CT, El Prometido, está disponible para su descarga e impresión gratuitas en siete idiomas: inglés, chino (simplificado y tradicional), español, portugués, francés, coreano e indonesio.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Jesús merece toda la atención

Una lectura de Adviento para el 30 de noviembre.

Christianity Today November 30, 2022
Stephen Crotts

Primera semana de Adviento: El Dios Fuerte


El niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre es el glorioso Creador y el que sostiene todas las cosas. Oímos hablar de su poder y su fuerza en las enseñanzas de Juan el Bautista. Anticipamos la promesa de su regreso y su reino que no tendrá fin. Jesús es el Dios Fuerte.

Lea Juan 1:19–34 y 3:22–30

«Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (RVR60). Recuerdo haber escuchado este versículo cuando era niño e imaginar a Jesús creciendo más y más, mientras Juan el Bautista se encogía. El contexto de la declaración de Juan aclara su significado: los discípulos de Juan le han dicho que «todos acuden» a Jesús, por lo que Juan declara: «A él le toca crecer, y a mí menguar».

El ministerio de Juan comenzó antes que el de Jesús, así que Juan pudo observar cómo creció el número de seguidores de Jesús, comenzando desde cero hasta llegar a tener muchos más seguidores de los que él tenía. Esto podría haber sido desolador, porque «toda la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén» antes salían al desierto para ver a Juan (Marcos 1:5).

Sin embargo, el Evangelio de Juan describe sistemáticamente a Juan el Bautista como un mero testigo —que da testimonio— de la identidad y la grandeza de Jesús. Cada parte de los dos pasajes de hoy muestra a Juan explicando quién es él y quién no es, y quién es Jesús. Los líderes judíos de Jerusalén cuestionan a Juan sobre su identidad, y él niega ser el Mesías: él solo está preparando el camino para el Cristo. Sí, tiene un ministerio de bautismo en agua, pero su estatus es muy inferior al de Aquel que viene. Juan señala a Jesús como el cordero del sacrificio de Dios que quitará los pecados del mundo, y que sumergirá a la gente en el poder del Espíritu Santo.

Más adelante, cuando los seguidores de Jesús superaron a los de Juan en número, Juan insiste en que esto es totalmente apropiado. Se compara simplemente con el padrino de una boda, en la que Jesús es el novio. La analogía de Juan en 3:29 es sorprendente, sobre todo cuando entendemos su contexto cultural. La antigua costumbre judía exigía que el padrino esperara fuera de la habitación cuando los novios consumaban el matrimonio. Tradicionalmente, el novio gritaba de alegría para confirmar esa nueva intimidad matrimonial, y el padrino compartía esa alegría.

La vida cristiana consiste en someterse cada vez más a Jesús, el Dios Fuerte. Una generación más tarde, Pablo diría en Filipenses 1:18: «¿Qué importa? Al final y al cabo, sea como sea, … se predica a Cristo. Por eso me alegro».

Recientemente me he jubilado y necesito aprender esta lección más que nunca. Estar en el candelero no es lo importante. Magnificar humildemente a Jesús sí lo es. Necesito encogerme.

Craig L. Blomberg es profesor emérito distinguido de Nuevo Testamento en el Seminario de Denver, y es autor de numerosos libros, entre ellos su comentario sobre el libro de Mateo y su libro Interpreting the Parables.

Medite en Juan 1:19–34 y 3:22–30.


Considere lo que el ejemplo de Juan el Bautista nos muestra sobre quién es Jesús. ¿De qué manera la postura de Juan es instructiva para su propia vida espiritual? ¿Cómo podría «menguar»?

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Theology

En un mundo loco, Dios le da la bienvenida a nuestra celebración

La Navidad nos llama a ser como niños y a llevar nuestra alegría a Jesús, incluso en medio de la agitación.

Christianity Today November 29, 2022
Shaylyn / Unsplash

Siempre he tenido sentimientos encontrados con la Navidad. Cuando navegaba por los recuerdos de esta época mientras escribía mi libro de memorias, Where the Light Fell, comprendí mejor el porqué.

En la temporada navideña, mi escuela primaria llevaba a cabo un gran acto en el auditorio que culminaba con un concierto de la banda y el coro de la escuela. Por alguna razón, me ofrecí como voluntario para representar a los de primer grado cantando un solo en vez de tocar El canto de los remeros del Volga al piano. Elegí Oh, pequeño pueblo de Belén y mi madre me escribió la letra en una tarjeta por si acaso se me olvidaba. Tontamente, también me presenté como voluntario para el papel de Peter Cottontail en la puesta en escena de nuestra clase.

Mi madre me confeccionó un par de orejas de conejo alrededor de unos percheros de pared, los fijó a mi cabeza y colocó una esponjosa cola de algodón en la parte de atrás de mis pantalones. Tuve el buen juicio de quitarme las orejas de conejo antes de intentar cantar mi solo, pero se me olvidó la cola de algodón.

Los alumnos mayores se rieron en voz alta mientras caminaba hacia el micrófono, algo que me puso tan nervioso que se me olvidó la letra del villancico. Sentía demasiada vergüenza para mirar la nota que mi mamá había preparado, porque entonces todos iban a saber que había olvidado la letra, así que tarareé un verso completo, intentando hacer pasar por intencional todo mi error. No engañé a nadie. Mi primera actuación pública —y mi último solo— fue una lección de humildad.

Avanzamos siete años. Como muchos hermanos, mi hermano mayor, Marshall, y yo teníamos una alianza incómoda. Discutíamos, competíamos y a veces nos delatábamos el uno al otro. En Navidad, nos poníamos de acuerdo por adelantado acerca de cuánto gastar en el regalo que le íbamos a hacer al otro, y a menudo comprábamos exactamente el mismo regalo solo para asegurarnos.

Nuestra madre sonreía mientras cada uno de nosotros abríamos, digamos, una caja desplegable de caramelos y ambos fingíamos sorpresa por haber recibido el mismo regalo. Aquella Navidad en particular ambos habíamos acordado regalarnos un transistor de radio, y Marshall me la jugó: yo le di la radio mientras que él, a cambio, me dio una pelota de goma barata de béisbol.

Dejamos de intercambiar regalos de Navidad después de aquel año.

Sin embargo, mi auténtica ambivalencia con respecto a la Navidad, se remonta a un suceso que tuvo lugar mucho tiempo antes y del que no tengo memoria. Mi recuerdo comienza con un suceso que tuvo lugar un 15 de diciembre, un mes después de mi primer cumpleaños, y que cambió mi vida para siempre. Mi padre, de tan solo 23 años, murió de polio, garantizando una vida de dificultades y pobreza para nuestra pequeña familia de tres.

Mis abuelos maternos condujeron desde Philadelphia hasta Atlanta para su funeral y se quedaron unos cuantos días tras su muerte. Insistieron en llevarnos a los tres al norte para quedarnos con ellos unas cuantas semanas, y brindarle así a mi madre tiempo para procesar el duelo y pensar en su futuro.

Antes de salir para Philadelphia, los abuelos Yancey organizaron una cena de Navidad temprana e invitaron a las personas que habían asistido al funeral desde otras ciudades. Los Yancey tenían una pila de regalos envueltos esperando debajo del árbol, y los adultos, con caras largas y aún vestidos de funeral, se sentaron alrededor para ver a dos niños pequeños abrir los regalos y jugar con sus juguetes nuevos.

La Navidad podría haber sido mi fiesta favorita, si no hubiera sido por la nube negra que se posaba sobre mi madre cada diciembre, el mes del fallecimiento de mi padre. Ella, valientemente, decoraba el árbol y colocaba las luces como por inercia, pero nunca parecía poner el corazón en ello. A veces se echaba a llorar sin motivo aparente y, cuando eso sucedía, Marshall y yo sabíamos que debíamos conducirnos con extremo cuidado.

Incluso ya de adulto, siempre me ha resultado difícil sentir el espíritu de la Navidad. ¿De verdad necesito los regalos que amablemente me envían mi familia y amigos, algunos de los cuales terminan en una repisa en el armario?

El papel brillante, los envoltorios de plástico que a veces cortan las manos, las cajas de cartón de Amazon… todos terminan en un cesto de basura rebosante y en los contenedores de reciclaje. ¿Y es apropiado quemar aún más combustibles fósiles para iluminar la Navidad, especialmente en medio de una pandemia que ha matado a cinco millones de personas en todo el mundo? Mi hermano pasó la última Navidad en un abarrotado pabellón para enfermos de COVID-19. ¿Cuántos compartirán su destino este año?

Me siento como el malhumorado Ebenezer Scrooge de Un cuento de Navidad de Charles Dickens. Luego, recuerdo la escena de la familia de Bob Cratchit enzarzada en el derroche de una cena de Navidad con pavo, papas y pudín. El pequeño Tim, el hijo discapacitado del contable mal pagado de Scrooge, ofrece una sentida bendición: «¡Que Dios nos bendiga a todos!».

El fantasma de la Navidad presente le informa a Scrooge que, de no recibir ayuda, Tim muy probablemente morirá a falta de un tratamiento que su familia no se podía permitir. La visión de esa familia feliz a pesar de la pobreza se clava en la conciencia del miserable Scrooge.

En su libro de sermones titulado The Magnificent Defeat, Frederick Buehner menciona dos cualidades de la capacidad de ser como niños.

La primera es que los niños no tienen ideas preconcebidas de la realidad. Si alguien les dice que la zona de musgo bajo el arbusto de lilas es un lugar mágico, o que abrir cierto armario te llevará a Narnia, sin duda buscarán poner a prueba la teoría.

La segunda es que los niños saben cómo recibir un regalo sin preocuparse de si lo merecen o no, o de si le deben algo a quien se lo ha dado. Simplemente lo reciben, rompiendo con alegría la envoltura sin importarles si están rodeados por rostros solemnes.

De algún modo, incluso en medio de adornos secularizados que ahogan la verdad de la Navidad, no hemos perdido el sentido de la celebración. En una oscura noche en Palestina, el mismísimo cielo estalló en cánticos y unos pastores corrieron a localizar su origen. Antes, unos astrólogos se embarcaron en un viaje en camello desde Persia para presentar regalos dignos de un rey, y al llegar se encontraron con un bebé.

Esa celebración también tuvo lugar sobre el trasfondo de una tragedia que dejó a las madres llorando por sus bebés masacrados y que provocó que la familia de Jesús tuviera que huir como refugiada.

Unas tres décadas más tarde una mujer derramó un perfume muy caro sobre la cabeza de Jesús (Mateo 26). Un «desperdicio», declaró Judas —el Scrooge de los discípulos— porque ella lo podría haber vendido y haberles dado las ganancias a los pobres.

En lo que se ha convertido en uno de los pasajes más malinterpretados de la Biblia, Jesús responde: «¿Por qué molestan a esta mujer? Ella ha hecho una obra hermosa conmigo. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no me van a tener siempre. Al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo hizo a fin de prepararme para la sepultura» (vv. 10-12).

Nadie podría acusar a Jesús de insensibilidad frente a los pobres y marginados. Pasó su vida con ellos, y este mismo suceso tuvo lugar en el hogar de un paria social: Simón el leproso. No obstante, Jesús reconoció que cuando algo extraordinario honra a nuestro planeta sumido en la ignorancia, es necesario celebrarlo.

Quizá yo tenía razón cuando tenía poco más de un año de edad y me reía con alegría mientras los adultos que me rodeaban expresaban dolor en su rostro. «Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos», dijo Jesús (Mateo 18:3). Él sabía mejor que nadie que su breve peregrinaje no resolvería la injusticia, la enfermedad, la pobreza y la violencia del planeta tierra.

Lo que sí hizo, sin embargo, fue encender una llama de esperanza que nunca se ha apagado. Para los que creen, su nacimiento, su muerte y resurrección son señales que brillan oscuramente, pero que apuntan a los planes de Dios para todo el cosmos.

Me pregunto lo que los pastores y los magos pensaron cuando encontraron aquello que buscaban. Según las palabras que desaparecieron de mi mente durante mi solo de primer grado: «Las esperanzas y los miedos de todos los años se cumplen en ti esta noche». ¿De verdad? ¿Sería posible que este bebé nacido de unos campesinos judíos haya llevado esa carga?

Se requiere fe como la de un niño para creer en una realidad que va más allá de la sombría realidad que tan bien conocemos, y para seguir celebrando a pesar de todo. Algunas veces, los ojos de los niños ven mejor.

Philip Yancey es el autor de su libro más reciente, Where the Light Fell.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

La verdadera limpieza

Una lectura de Adviento para el 29 de noviembre.

Christianity Today November 29, 2022
Stephen Crotts

Primera semana de Adviento: El Dios Fuerte


El niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre es el glorioso Creador y el que sostiene todas las cosas. Oímos hablar de su poder y su fuerza en las enseñanzas de Juan el Bautista. Anticipamos la promesa de su regreso y su reino que no tendrá fin. Jesús es el Dios Fuerte.

Lea Mateo 3:1–12

Si somos sinceros, a primera vista Juan el Bautista es el hombre con peor aspecto que uno se podría imaginar. Anda vestido con una camisa de pelo, atada con un cinturón y come langostas. Cuando llega al desierto de Judea, comienza a predicar. Ciertamente, podríamos imaginar una proclamación del Mesías venidero que fuera más atractiva para sus oyentes. El mensajero podría recordar a la gente las grandes promesas asociadas con el Mesías: que traerá justicia, proporcionará sanación y ofrecerá estabilidad. Podría contarles buenas nuevas.

Sin embargo, Juan hace algo muy diferente. Dice: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca», y a través del uso que hace Mateo de la cita de Isaías 40:3, vemos que Juan le dice al pueblo con palabras conocidas de autoridad: «enderecen sus caminos» (véase también Juan 1:23). En realidad, Juan comienza con lo que podría considerarse una mala noticia: les dice que deben cambiar.

Y muchos de ellos escuchan. ¿Cómo es que este extraño hombre tiene tanto éxito en el ministerio? Mateo nos da pistas. Ofrece una descripción selectiva de Juan en la que cada detalle es significativo. ¿Su camisa de pelo con un cinturón de cuero? Ese era el atuendo de Elías. ¿Comía langostas y miel? Esa era la comida de los pobres. Mateo presenta a este hombre al estilo de los antiguos profetas, como un hombre de Dios con autoridad que anunciaba la palabra del Señor.

El pueblo se acerca a Juan para ser limpiado —el lavado ritual que simboliza su arrepentimiento—. Sin embargo, él promete que vendrá una limpieza más efectiva. Esta limpieza del Señor vendrá «con el Espíritu Santo y con fuego».

A medida que Juan sigue explicando el ministerio de Aquel que viene, sus metáforas nos ayudan a entender lo que significa ser bautizado en Espíritu y fuego. Significa purificación (en parte) mediante la separación de lo bueno y lo malo. Juan utiliza la metáfora agrícola que vemos en pasajes como el Salmo 1, un proceso bien conocido por su audiencia. Los agricultores utilizaban una horquilla para lanzar el grano al aire. Las partes pesadas y comestibles caían al suelo, pero la paja era más ligera y generalmente se desprendía. Si después de esto sobraba paja, el agricultor la separaba y la quemaba.

Esta es una limpieza más permanente que un lavado, y creo que ese es precisamente el punto. El bautismo del pueblo por Juan es significativo, pero si no viene acompañado por la obra del Espíritu, sus efectos son temporales. Si solo pasan por el bautismo de Juan, necesitarán lavarse de nuevo; pero la obra de Jesús por medio del Espíritu es efectiva para siempre.

Madison N. Pierce es profesora asociada de Nuevo Testamento en el Western Theological Seminary. Entre sus libros se puede mencionar Divine Discourse in the Epistle to the Hebrews.

Reflexione sobre Mateo 3:1–12.


¿Cómo describiría el mensaje de Juan? ¿Por qué es una buena noticia? Cuando ore, piense sobre lo que las palabras de Juan enfatizan sobre el poder y el propósito de Jesús.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Theology

La ciencia del agradecimiento

Un creciente número de investigaciones respalda los beneficios de dar gracias a Dios tanto en los buenos como en los malos tiempos.

Christianity Today November 28, 2022
Janosch Diggelmann / Unsplash

Para muchos, 2022 ha sido un año difícil en el que no ha resultado sencillo apreciar las bendiciones. Una vez más nos encontramos en la aparente contradicción de creer en un Dios todopoderoso que nos ama incondicionalmente y la realidad de la crisis global que enfrenta la humanidad.

¿De qué manera la gratitud —y específicamente la gratitud a Dios— puede ser vital para prosperar y tener resiliencia en el mundo actual? En medio de pandemias, cambios climáticos, adicciones, extremismo y polarización política, colapso económico, delitos, desigualdades, conflictos internacionales, amenazas nucleares y migraciones forzadas, ¿hay algún poder sanador en la gratitud a Dios?

Durante un tiempo, la gente solía confiar en testimonios personales y consejos bíblicos sobre «dar gracias» para responder a esta clase de preguntas. Científicamente, los investigadores tenían poco que decir acerca de estar agradecido con Dios puesto que la gratitud se había estudiado ampliamente solo a nivel horizontal, es decir, entre humanos. Nuevos proyectos financiados por la Fundación John Templeton han encargado a teólogos, filósofos y psicólogos como nosotros explorar la gratitud hacia nuestro benefactor supremo [los enlaces de esta página redirigen a contenido en inglés].

Estos investigadores ya han descubierto que los creyentes que experimentan y expresan gratitud a Dios refieren sentir más esperanza, mayor satisfacción, más optimismo, menos episodios depresivos y una mejor recuperación del estrés. Sus estudios sugieren que la gratitud hacia Dios magnifica y amplifica los efectos de la gratitud hacia otras personas.

Los creyentes agradecidos no solo están simplemente más contentos porque están mejor. Vemos a personas que experimentan gratitud hacia Dios aun en medio de la adversidad.

En un estudio que aún no está publicado, Jason McMartin, teólogo de la Universidad de Biola, afirma que el sufrimiento intensifica nuestros encuentros con Dios, reestructurando la experiencia de gratitud al expandir nuestra visión de aquello de lo que podemos estar agradecidos, incluyendo las experiencias dolorosas como dones en sí mismos. El dolor es real, pero la gracia de Dios abunda. Cuando nuestro sufrimiento se encuentra con la soberanía de Dios, la gratitud hacia Él es nuestra respuesta.

La investigación lo ratifica. Un estudio de Joshua Wilt y Julia Exline en la Universidad Case Western Reserve descubrió que, entre los creyentes teístas, la gratitud a Dios por los sucesos negativos funciona de manera similar a la gratitud por los sucesos positivos en tanto que ambos acercan a la persona a Dios.

Estos descubrimientos sugieren que cuando enfrentamos situaciones difíciles en la vida, la práctica de la gratitud a Dios se puede cultivar para compensar la tendencia natural a priorizar lo malo sobre lo bueno. Este cambio de enfoque no consiste en una mera capa superficial de pensamiento positivo, sino más bien en una sensación profunda y perdurable de que el bien habita de forma constante bajo el rencor y el desconsuelo de la vida diaria.

Con base en investigaciones científicas, el psicólogo social David Meyers lleva tiempo observando que así como podemos convencernos a nosotros mismos para actuar de cierto modo, nuestras acciones pueden también cambiar nuestra manera de pensar. Si deliberadamente practicamos la gratitud, nuestros pensamientos y sentimientos normalmente seguirán el mismo camino.

Una idea que puede ayudar con este propósito es llevar un diario en el que enumeremos las bendiciones que recibimos de Dios junto con las lecciones que aprendemos de nuestros retos y dificultades. Durante las épocas de adversidad, podemos preguntarnos: ¿De qué manera está Dios presente en este desafío? ¿De qué manera este reto es un reflejo de la voluntad de Dios para mi vida? ¿Cómo experimento a Dios de manera única en medio de todo esto? ¿Cómo me acerca a Dios este desafío?

Otra práctica es comprometerse intencionalmente con la alabanza. Por supuesto, esto incluye la alabanza comunitaria semanal, pero también implica tener momentos de adoración privada a lo largo de la semana en los cuales expresemos abiertamente nuestra gratitud a Dios. Por ejemplo, es difícil no mostrar agradecimiento, incluso en los peores momentos, cuando se cantan himnos como Cuán grande es Él:

Cuando recuerdo del amor divino,
que desde el cielo al Salvador envió.
Aquel Jesús que por salvarme vino
Y en una cruz sufrió y por mí murió.

Expresar abiertamente estos sentimientos es otra manera de acostumbrarnos a ser agradecidos.

Quizá uno de los mayores desafíos al experimentar gratitud hacia Dios es la aceptación de la gracia inmerecida como un don de Dios. Nuestras relaciones humanas están basadas en nociones de equidad: cuando otros nos proveen de algo de valor, nosotros queremos dar algo en retorno de algún modo.

En Confessions of a Born-Again Pagan, Anthony Kronman, antiguo deán de la Facultad de Derecho de Yale, escribe: «Solo superado por la incapacidad para sentir gratitud, el peor desastre que le puede acontecer a un ser humano es tener bloqueado el deseo de agradecerle al mundo haciendo un regalo recíproco que sea adecuado a aquel que esa persona ha recibido».

Aunque Dios no necesita recibir algo a cambio, Jenae Nelson, investigadora de postdoctorado de la Universidad de Baylor, descubrió que la sensación de estar en deuda con Dios en la forma de desear darle a Dios algo a cambio trae como resultado mejores frutos, tanto sociales como individuales, que la sensación de tener que darle algo a Dios como cierta forma de obligación social.

Aunque hemos comenzado a comprender la gratitud a Dios y cómo se diferencia de la gratitud a los seres humanos, quedan muchas preguntas pendientes para nuestro equipo de investigación:

  • ¿Por qué las expresiones públicas de gratitud a Dios se suelen despreciar, minimizar o desaprobar por los observadores?
  • ¿Qué hay de las personas que tienen dudas acerca de la existencia de Dios o acerca de si realmente le importan a Dios? ¿Pueden estar agradecidos con Dios? Y, si es así, ¿cómo?
  • ¿La gente piensa que Dios recompensa o castiga a las personas con base en su agradecimiento constante a Él?
  • ¿Es posible estar suficientemente agradecido a Dios?

Sabemos que la gratitud por sí sola no resolverá los problemas del mundo, por no hablar de nuestras luchas internas diarias. Pero es dudoso que podamos resolver cualquier problema significativo sin ella.

Sí, 2022 no ha sido un año fácil. Sin embargo, la gratitud está entre las mayores virtudes incluso en medio de la adversidad y la lucha, y Dios es el mayor de los dadores.

Estas verdades por sí solas nos han inspirado para aprender más acerca de cómo deberíamos responder a este Dios de gracia que da con generosidad, así como acerca de la diferencia que esto marca en nuestras vidas. Esperamos que estas verdades hagan lo mismo por usted.

Peter C. Hill, profesor de Psicología de la Universidad de Biola, dirige una investigación sobre psicología de la religión, particularmente en lo que se refiere al desarrollo de virtudes como la humildad, la gratitud y el perdón.

Robert Emmons es profesor emérito de la Universidad de California en Davis, y autor de cinco libros sobre la gratitud entre los que se incluye The Little Book of Gratitude.

El proyecto Gratitude to God organizará una conferencia para el público general el sábado 3 de diciembre de 2022 en Anaheim, California.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Un camino en el desierto

Una lectura de Adviento para el 28 de noviembre.

Christianity Today November 28, 2022
Stephen Crotts

Primera semana de Adviento: El Dios Fuerte


El niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre es el glorioso Creador y el que sostiene todas las cosas. Oímos hablar de su poder y su fuerza en las enseñanzas de Juan el Bautista. Anticipamos la promesa de su regreso y su reino que no tendrá fin. Jesús es el Dios Fuerte.

Lea Isaías 40:1–5 y Malaquías 3:1–4; 4:5–6

En Isaías 40, vemos a los israelitas deportados a una tierra extraña, desterrados y cautivos en la antigua Babilonia. La ciudad estaba situada una hora al sur de la actual Bagdad, Irak, y era considerada el centro de la civilización mesopotámica; una ciudad cosmopolita del desierto con jardines colgantes que era famosa por Hammurabi y su código. Pero el pueblo de Dios no quería permanecer varado en aquella ciudad. Querían volver a casa, a Jerusalén. Sin embargo, se encontraban muy, muy lejos de su hogar, sin esperanza de retorno.

En este contexto donde no quedaba posibilidad de esperanza, experimentaron una irrupción de la gracia de Dios. «Consuelen», gritó el profeta, una palabra hebrea con connotaciones de valor y fortaleza. Su mensaje era algo así como: «¡Reciban consuelo, tengan esperanza! Este no es el fin. Van a ver y experimentar algo que nunca podrían haber imaginado en la vida que tuvieron en el desierto». Al igual que sus antepasados, que habían experimentado una provisión y una liberación milagrosas en el desierto egipcio, ellos también verían cómo Dios les abría un camino en el desierto.

Al combinar Isaías 40:1–5 con Malaquías 3:1–4 y 4:5–6, podemos ver la promesa de Dios de enviar un mensajero para preparar los corazones de su pueblo para la liberación. Serían purificados como por fuego para que pudieran ver a Dios, a sí mismos y al mundo con mayor claridad. En esta liberación, lo que había sido desgarrado por el exilio, como las relaciones familiares, un día sería cosido otra vez (Malaquías 4:5–6).

Dios cumplió su palabra: al final los israelitas regresaron a Jerusalén. Pero este regreso no fue el final de la profecía. Siglos más tarde, otro profeta, Juan el Bautista, abriría el camino para que el Dios Fuerte, nuestro Señor Jesucristo, salvara a su pueblo de su destierro —exiliado de Dios y de los demás a causa del pecado—. Juan prepararía los corazones de la gente para la llegada de Cristo.

También hay otro nivel de cumplimiento de la profecía de Malaquías (3:1–4), el cual señala a la segunda venida de Jesús, cuando seremos refinados —purificados—, cuando todas las cosas sean hechas nuevas (ver Apocalipsis 21:5).

Las liberaciones extraordinarias en situaciones desesperadas no han quedado relegadas a la historia antigua. El Dios Todopoderoso realiza cada día espectaculares hazañas de liberación. De hecho, Dios aparece cuando toda esperanza parece perdida. Podemos confiar en la fuerza de Dios. Asimismo, durante el Adviento, se nos recuerda que debemos confiar en el Prometido, que vino a nosotros como un bebé recién nacido y que, sin embargo, sostenía todo el poder y la fuerza del universo y más allá en sus pequeñas manos.

¿Siente que se encuentra en el desierto y necesita que Dios intervenga con su poder? Puede que no sepamos cómo o cuándo llegará la liberación, pero sí llegará. Dios siempre viene. Pídale a Dios que prepare su corazón para su llegada y la liberación que siempre viene con ella.

Marlena Graves es profesora de formación espiritual en el Northeastern Seminary. Es autora de varios libros, entre ellos The Way Up Is Down.

Medite sobre Isaías 40:1–5 y Malaquías 3:1–4; 4:5–6.


¿De qué maneras puede ver el poder de Dios en estas promesas? ¿Y en sus niveles de cumplimiento? ¿Cómo resuenan estos pasajes para usted, en sus propios anhelos y deseos?

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Cristo, el Señor eterno

Una lectura de Adviento para el 27 de noviembre.

Christianity Today November 27, 2022
Stephen Crotts

Primera semana de Adviento: El Dios Fuerte


El niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre es el glorioso Creador y el que sostiene todas las cosas. Oímos hablar de su poder y su fuerza en las enseñanzas de Juan el Bautista. Anticipamos la promesa de su regreso y su reino que no tendrá fin. Jesús es el Dios Fuerte.

Lea Isaías 9:6-7; Colosenses 1:15-20; y Hebreos 1:1-12

De todas las señales comunes de esta época que precede a la Navidad —luces colgadas en las casas, escenas del pesebre, árboles decorados con adornos— la que espero con más ansias es la música. Las canciones de Adviento y Navidad nos invitan a imaginar los acontecimientos conocidos: la sagrada familia en el pesebre, los ángeles cantando ante los pastores asombrados, los magos viajando hacia la «pequeña ciudad» de Belén. Estos cánticos y villancicos tan queridos preparan nuestro corazón.

Sin embargo, en muchas de nuestras canciones favoritas se entretejen letras que interrumpen aquella familiaridad para declarar una sorprendente realidad teológica: el recién nacido en el pesebre es el Dios Fuerte.

«Hark the Herald Angels Sing» (en español «Se oye un son en alta esfera») y «We Three Kings» nos exhortan a comprender quién es realmente este niño: «Gloria al Verbo encarnado, en humanidad velado». «Ahora en gloria se levanta; Rey y Dios y sacrificio».

«Ven, Jesús muy esperado» expresa esta profunda paradoja con palabras sencillas: «Aunque niño, eres Dios». Esta letra resuena con la verdad revelada en los versículos 6 y 7 de Isaías 9: este niño es el Prometido que reinará eternamente en el trono de David, estableciendo su reino de justicia, rectitud y paz.

Es un misterio insondable en el que el Nuevo Testamento también nos invita a detenernos. El autor de Hebreos proclama que «el Hijo es el resplandor de la gloria de Dios» y el «heredero de todo» (1:2-3). Pablo subraya que «por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles … que por medio de él forman un todo coherente» (Colosenses 1:16-17). Jesucristo es supremo sobre todas las cosas y en Él habita la plenitud de Dios.

Este es el niño prometido que el pueblo de Dios esperaba y cuyo nacimiento nos preparamos para celebrar. Este es el Señor delante del cual Dios envió un mensajero para prepararle el camino, predicando un mensaje de arrepentimiento. Este es el Salvador que, en su misión de amor y redención, derrotaría el poder del pecado y de la muerte mediante su sacrificio en la cruz y su resurrección victoriosa. Y este es aquel cuyo regreso esperamos con esperanza, confiando en el «Rey de reyes y Señor de señores, al único inmortal, que vive en luz inaccesible» (1 Timoteo 6:15-16).

Esta realidad —que el niño en el pesebre es Dios Fuerte— va mucho más allá de lo que podemos comprender. Y, sin embargo, es verdad. Con asombro y humildad, prestamos atención a la exhortación de «Oh Holy Night» (en español «Santa la noche»): «¡Postrados adoradle!». Con humilde gratitud, le adoramos.

Hoy con amor cantemos reverentes
Alcemos la voz proclamando su poder
¡Dad gloria a Dios! Amén, por siempre amén.

Kelli B. Trujillo es la editora de coordinación de imprenta de Christianity Today.

Reflexione sobre Isaías 9:6-7; Colosenses 1:15-20 y Hebreos 1:1-12.


Opcional: Lea también 1 Timoteo 6:13-16.


¿Qué descripción de la fuerza y el poder de Jesús en estos pasajes le llaman la atención? ¿Por qué? ¿Cómo puede esta verdad moldear su adoración en esta temporada de Adviento?

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Porque nos ha nacido un niño…

Lecturas devocionales de Christianity Today en preparación para la Navidad.

Christianity Today November 25, 2022
Stephen Crotts

Introducción a nuestro devocional de Adviento 2022: El Prometido


Leer Isaías 9:6

Durante la temporada de Adviento, preparamos nuestros corazones para celebrar la llegada de este niño: el niño Jesús, acostado en un pesebre, amado por María y José, adorado por pastores y sabios. Pero el Adviento —que significa «llegada»— nos invita a prepararnos para mucho más que la noche santa de su nacimiento.

A lo largo de la historia de la iglesia, el Adviento ha sido una temporada de anticipación expectante. En sus comienzos en los primeros siglos del cristianismo, el Adviento era un periodo de contrición en preparación para el día de Epifanía, que observa la celebración de la aparición de Jesús y la manifestación de su identidad, y que también era un día reservado para el bautismo de los nuevos creyentes. Pronto el Adviento comenzó a centrarse en la anticipación de otra aparición: la segunda venida de Cristo. Para la Edad Media, los temas que hoy solemos asociar con el Adviento ya se habían convertido en parte de la observancia de la iglesia, ya que los cristianos incluyeron la anticipación de la Navidad junto con la contemplación del regreso de Jesús.

Cada uno de estos temas históricos se entrelaza con las lecturas tradicionales de las Escrituras sobre el Adviento, ya que las promesas y profecías de la Biblia hablan ampliamente de la identidad y el propósito de Jesús. Al profundizar en estas verdades, nuestra adoración hacia el niño en el pesebre es enriquecida mientras nos arrodillamos ante Aquel que manifestaría su identidad mediante milagros poderosos. Nos postramos ante Aquel que un día volverá en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos.

Isaías contiene algunas de las profecías más convincentes que apuntan a Jesús. Leemos sobre un hijo prometido que se llamará Emanuel: Dios con nosotros (7:14). Escuchamos acerca de una luz que resplandecerá sobre los pueblos que viven en densas tinieblas (9:2). Y nos encontramos con esta reverberamte promesa:

Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. (9:6-7)

Las profecías de las Escrituras sobre el Prometido a menudo poseen capas de significado y múltiples cumplimientos. Con frecuencia apuntan hacia un cumplimiento en la misma época del profeta, pero también dirigen nuestra mirada hacia el Mesías y su primer advenimiento, así como a la Segunda Venida que esperamos.

En esta serie de devocionales de CT, exploramos lo que las Escrituras nos dicen sobre el Prometido, profundizando nuestra fe en el Salvador que conocemos y amamos. Las reflexiones de cada día profundizan en pasajes clave que nos ayudan a comprender mejor quién es Jesús. Y cada tema semanal se centra en un aspecto central de la identidad de Jesús según las profecías de Isaías.

Dios Fuerte

Las primeras lecturas tradicionales del Adviento pueden parecernos extrañamente contradictorias con nuestras expectativas navideñas usuales. En lugar del muérdago y la luz de las velas, vemos los horrores del fin de los tiempos. En lugar de ángeles que se regocijan, nos encontramos con un profeta que clama llamando al arrepentimiento. Estos pasajes nos sacuden de nuestra mentalidad cómoda para recordarnos que Jesús es el Dios Fuerte. El Salvador cuyo nacimiento nos preparamos a celebrar no es otro sino el Hijo del Hombre que un día volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Es aquel para quien Dios envió un mensajero para preparar el camino: Juan el Bautista, quien gritó en el desierto, dando testimonio del poder y la gloria de Jesús. El niño en el pesebre es el Dios Fuerte cuyo reino no tendrá fin.

El Príncipe de Paz

Muchos de los pasajes del Antiguo Testamento sobre el Adviento nos llevan a reflexionar sobre la paz personal que podemos experimentar con Dios, y a imaginar la paz definitiva que traerá un día el Prometido. La guerra, la violencia y el dolor llegarán a su fin. Las naciones y los grupos de personas que han estado divididos durante mucho tiempo adorarán juntos como un solo cuerpo. Pero las Escrituras nos empujan más allá de nuestra tendencia a una visión sentimental de la paz, y nos desafían a comprobar que la paz que Cristo trae es firme y plena. Esta paz nos es dada no solo a través del amor de Jesús, sino también a través de su poderoso poder, porque su paz está unida directamente a su justicia. Su paz está relacionada con su justo juicio. Y la paz que trae fue comprada por un precio.

La Luz del mundo

Desde el principio hasta el final de las Escrituras, notamos que la luz es empleada como metáfora para ayudarnos a entender la presencia de Dios, la salvación, la vida de fe y a Jesús mismo. Leemos las promesas de una luz que brillaría resplandeciente, y las tinieblas no podrían detenerla. Cuando Jesús vivió entre los hombres, se identificó como esa luz prometida, la misma cuya presencia iluminará un día la ciudad de Dios (Apocalipsis 21:23). Y, sobre todo, Jesús es la luz no solo para ti y para mí, sino para el mundo. Como las Escrituras dejan claro una y otra vez, él es el Prometido para todas las naciones, trayendo consigo el comienzo de su reino global y multiétnico.

Emanuel

En esta última semana de Adviento, nos centramos en los acontecimientos que rodean la Natividad, cuando el Prometido —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— entró en la humanidad como un bebé recién nacido. Aquí estaba Emanuel, Dios con nosotros. Aquí estaba el Verbo hecho carne, habitando entre nosotros (Juan 1:14). Las promesas centenarias sobre él resuenan en la aclamación de los ángeles, en el mensaje de los pastores, en la alabanza profética de un anciano y una anciana, y en la adoración con gozo de los gentiles que han viajado desde lejos para inclinarse ante el Rey de reyes.

Él es el Prometido

En esta temporada de Adviento, mientras nos preparamos para celebrar el nacimiento de Jesús, contemplemos profundamente las promesas de la Escritura sobre quién es y qué vino a hacer. Que mientras adoramos en el pesebre, nos maravillemos de que este mismo niño es el Dios Poderoso, es el Príncipe de Paz y es la Luz del mundo. Es el que vino a morir. Es el que resucitó triunfante, el que ascendió y el que cumplirá su promesa de volver en gloria. Promulgará la justicia e instaurará su reino de paz. Él es Emanuel, Dios con nosotros.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Theology

Trump no dividirá a la Iglesia esta vez. Y eso no es necesariamente bueno

El cinismo y la crueldad son incluso peores que la división.

Christianity Today November 22, 2022
Drew Angerer / Getty

Después de que Donald Trump anunciara esta semana que se postulará para la presidencia en 2024, muchos de mis compañeros cristianos evangélicos comenzaron a prepararse para una renovada agitación en sus congregaciones y denominaciones. La situación es especialmente preocupante porque muchos de nosotros aún no nos hemos recuperado de la primera era de Trump.

Pero, ¿qué pasa si esta vez no vemos los mismos niveles de contención y división? ¿Y si esa tranquilidad potencial no es realmente una buena noticia?

Al enterarme del anuncio de Trump, un contacto mío me contó sobre los problemas en su propia familia. «Ya hemos tenido conflictos a causa de esto durante siete años», dijo. «¿Cuánto más podemos soportar?» (Ni siquiera estoy seguro de si esta persona es partidaria u opositora de Trump).

Todos ustedes saben cuál es mi posición en este tema. Pero incluso muchos de los que no están de acuerdo conmigo lamentan el hecho de que las familias estén distanciadas, las iglesias se hayan dividido, las denominaciones se hayan desgarrado y las amistades hayan desaparecido, todo por culpa de la política. Y ahora, aquí vamos de nuevo.

Me pregunto, sin embargo, si lo más peligroso no serán los propios argumentos, sino la ausencia de argumentos.

Después de todo, uno de los aspectos más traumáticos de 2016 a 2021 fue el sentimiento de traición que sintieron las personas en casi todos los lados de la división. Una cristiana de raza negra me dijo que el domingo después del día de las elecciones en 2016, salió llorando de un servicio religioso porque sabía que la mayoría de las personas en su iglesia evangélica predominantemente blanca habían votado por Trump.

«¿Cómo pueden decir que están ahí para mí y mi familia y, al mismo tiempo, estar para eso?», ella preguntó.

Gran parte de los acalorados conflictos personales sobre Trump y el trumpismo fueron causados ​​por el vértigo que ocurre cuando personas aparentemente de la misma «tribu» se miran entre sí y dicen: «¡Ya ni siquiera sé quién eres!».

Los partidarios de Trump a menudo recurren a los disidentes de Trump y les preguntan: «¿No quieren jueces conservadores? ¿No quieren a un luchador?». Aquellos de nosotros que no apoyamos a Trump les decimos a los que sí lo hacen: «¿No nos dijiste que el carácter importa? ¿De verdad crees que es apto para el cargo?».

Este tipo de conversaciones aún pueden ocurrir esta vez, pero en círculos más pequeños donde los exdefensores de Trump sienten que ya no pueden apoyarlo o sus exopositores deciden comenzar a respaldarlo.

Pero la mayoría de las personas saben qué esperar, no solo de los demás, sino también de Trump. Esto será cierto en 2024 mucho más de lo que lo fue en 2016 o en 2020.

La primera vez, a menudo podía suponer que las personas realmente no veían lo que yo estaba viendo. Tal vez pensaron que las peores características de Trump estaban relacionadas solo con su vida pública, pero que gobernaría de manera diferente. O tal vez supusieron que las «barandillas resistirían», protegidas por instituciones constitucionales o por los «adultos en la habitación» que lo rodeaban.

Pero ahora sabemos cómo resultaron las cosas. Todos vimos el 6 de enero y todo lo que condujo hacia ese día, y todo lo que resultó a partir del mismo. podemos pensar que esos hechos fueron una amenaza para el orden constitucional, o no.

Esta vez, probablemente habrá menos peleas internas en las iglesias locales a causa de Trump porque nadie realmente espera convencer al otro lado. Muchas iglesias se han reconfigurado en torno a cuestiones políticas (y preguntas relacionadas sobre las precauciones por la COVID-19, Black Lives Matter y #MeToo).

Algunas de las iglesias multiétnicas que vi más divididas sobre estos asuntos ya no son multiétnicas. Algunas de las iglesias multigeneracionales que vi angustiadas por estos problemas ya no son multigeneracionales.

En esas situaciones, la elección presidencial de 2024 podría parecer mucho menos divisiva que las últimas dos elecciones porque aquellos que no están de acuerdo ya se han ido de la iglesia. Las divisiones ya están tuvieron lugar y, para muchas personas, parecen irremediablemente permanentes.

Sin embargo, lo que es más significativo es cómo la era Trump ya nos ha cambiado a todos.

Hace varios meses, estaba hablando con un cristiano evangélico en edad universitaria. Mencioné que muchos pastores están agotados y desanimados en este momento, y que muchos de ellos asumieron erróneamente que el tiempo de agitación eventualmente volvería a la «normalidad». El joven respondió diciéndome que realmente no recuerda la vida nacional antes de que se viera como se ve ahora.

«Ni siquiera sé qué es “normal”», dijo.

Piensa en lo acostumbrados que estamos a los insultos personales y al «troleo», no solo de los malos en internet, sino también de los líderes. El nuevo propietario de Twitter trolea a sus propios anunciantes, accionistas y empleados. Las reuniones denominacionales y las reuniones de la iglesia a menudo funcionan de la misma manera: los líderes hacen declaraciones destinadas a causar rabia.

Estamos acostumbrados.

Además, la ventana de Overton se ha desplazado hasta el punto en que algunos evangélicos han adoptado puntos de vista del nacionalismo blanco tales como la teoría del gran reemplazo. Sus ideas abiertamente segregacionistas ahora resultan en disciplina, no para ellos mismos, sino para aquellos que denuncian las malas ideas.

Hace varios años, durante todo el estremecimiento del mundo, un anciano líder cristiano me dio este consejo: «Asegúrate de [aprender a] lidiar con tu ira». Respondí que no estaba enojado en absoluto y que realmente no sentía rencor hacia ninguna de las personas que me habían lastimado. Él dijo: «¿Qué pasa si simplemente te has vuelto insensible?».

¿Qué pasa si nos hemos vuelto insensibles?

Muchos se preparan para más tumultos políticos. Pero, ¿y si no sucede? ¿Y si nuestras iglesias están más tranquilas que nunca? ¿Y si eso no es tanto porque hemos hecho las paces con Donald Trump, sino porque nos hemos vuelto como él?

En las recientes elecciones intermedias, la generación del milenio y la generación Z desafiaron el precedente histórico y se presentaron a votar. En números abrumadores, rechazaron a los que negaban la legitimidad de las elecciones en estados clave en el campo de batalla. Si no vemos a estos mismos votantes en nuestras iglesias o escuchamos su rechazo en nuestras comunidades de fe, probablemente eso signifique que ya se fueron, o que ya se dieron por vencidos.

Quizás me equivoque. Tal vez 2024 causará tanta división en las iglesias y en las familias como en 2016 y 2020. O tal vez me equivoque porque hemos alcanzado un nuevo nivel de madurez y sabiduría al sortear nuestras divisiones. Pero, ¿y si simplemente nos adaptamos? ¿Qué tal que todos nosotros, sin importar lo que pensemos de Donald Trump, estamos demasiado exhaustos y somos demasiado cínicos como para dividirnos?

Hacer estas preguntas podría ser el primer paso para encontrar un camino diferente.

Russell Moore es editor en jefe de Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Lecturas devocionales de Adviento 2022 de Christianity Today

Todas las lecturas devocionales en preparación para la Navidad en un solo lugar.

Christianity Today November 22, 2022
Stephen Crotts

En esta serie de devocionales de CT, exploramos lo que las Escrituras nos dicen sobre el Prometido, profundizando nuestra fe en el Salvador que conocemos y amamos. Las reflexiones de cada día profundizan en pasajes clave que nos ayudan a comprender mejor quién es Jesús. Y cada tema semanal se centra en un aspecto central de la identidad de Jesús según las profecías de Isaías.

Semana 1: Dios Fuerte

Semana 2: El Príncipe de Paz

Semana 3: La Luz del mundo

Semana 4: Emanuel

Epifanía

Para recibir notificaciones sobre nuevos artículos en español, suscríbase a nuestro boletín digital o síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Apple PodcastsDown ArrowDown ArrowDown Arrowarrow_left_altLeft ArrowLeft ArrowRight ArrowRight ArrowRight Arrowarrow_up_altUp ArrowUp ArrowAvailable at Amazoncaret-downCloseCloseEmailEmailExpandExpandExternalExternalFacebookfacebook-squareGiftGiftGooglegoogleGoogle KeephamburgerInstagraminstagram-squareLinkLinklinkedin-squareListenListenListenChristianity TodayCT Creative Studio Logologo_orgMegaphoneMenuMenupausePinterestPlayPlayPocketPodcastRSSRSSSaveSaveSaveSearchSearchsearchSpotifyStitcherTelegramTable of ContentsTable of Contentstwitter-squareWhatsAppXYouTubeYouTube