«¿Cómo pudieron equivocarse todos los profetas con respecto a Trump?»

Tras las elecciones de 2020, un remanente de líderes carismáticos está intentando revivir el movimiento desde dentro.

Christianity Today September 16, 2021
Ilustración por Dorothy Leung

Al igual que millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo, Jeremiah Johnson se quedó despierto hasta muy tarde la noche de las elecciones. Desde la pantalla del televisor en su salita de estar veía que el margen de victoria de Donald Trump se iba desvaneciendo y se quedó sentado, incapaz de creerlo.

Muchos dieron por hecho que el expresidente ganaría la reelección. Johnson estaba entre los líderes carismáticos en Estados Unidos que había puesto en ello la palabra de Dios.

La mañana del 4 de noviembre, mientras el país se despertaba con la noticia de que Joe Biden estaba al mando, Johnson envió una «advertencia profética» [enlaces en inglés] a su lista de correos electrónicos, diciendo que él y un «grupo de profetas maduros y comprobados» estaban de acuerdo: Trump había ganado.

«O un espíritu de mentira ha llenado las bocas de numerosas voces proféticas probadas en Estados Unidos, o Donald J. Trump realmente ha ganado la presidencia y estamos presenciando un plan diabólico y malvado desarrollado para robar las elecciones», escribió Johnson a sus seguidores. «Creo con todo mi corazón que lo último es cierto».

Hoy, Johnson se avergüenza cuando piensa en ese mensaje.

A diferencia de los que a principios a 2021 continuaban insistiendo en que Trump había ganado, Johnson cambió de rumbo. Ahora apenas reconoce a la persona que escribió ese correo electrónico el año pasado: como tampoco lo hacen su esposa, su equipo o sus amigos cercanos. En cambio, dice él, Dios, en su misericordia, utilizó los desastrosos efectos colaterales de las profecías fallidas sobre Trump para comenzar un «cambio radical, catalítico» en su vida.

«Me había atrincherado, como todos los demás», le contó Johnson a CT en su primera entrevista en los medios desde que se arrepintió públicamente en enero y cerró el ministerio con su nombre en marzo. «Les digo a las personas que siento que he sido rescatado: siento la bondad de Dios; siento su disciplina. He llorado mucho, solo para agradecer al Señor por este llamado a despertar».

Johnson solamente tiene 33 años, pero muestra sobriedad en su comportamiento siempre que sube a predicar. Echando la vista atrás ahora, Johnson ve cómo el día de las elecciones de 2020 siempre será parte de su historia y un impulso para volver a enfocar su llamado y su ministerio.

Johnson traza su origen espiritual desde que estaba en el vientre. Su madre tuvo un sueño cuando estaba embarazada que la llevó a llamarlo Jeremiah. Nació muerto, con el cordón umbilical alrededor del cuello, y el equipo médico del hospital lo revivió, y lo llamaron «bebé milagro».

Cuando tenía siete años, Johnson tenía sueños proféticos por su cuenta, noche tras noche.

Hijo de un pastor carismático, Johnson creció siendo continuista: creyendo que el Espíritu Santo está vivo y activo hoy, obrando a través de señales y maravillas sobrenaturales como las que se mencionan en Primera de Corintios 12 (sanando y hablando en lenguas) junto a roles como los de apóstoles y profetas. En círculos como los de Johnson se cree que los profetas escuchan a Dios de manera precisa y frecuente, y con un detalle inexplicable. Se espera que utilicen ese don, de acuerdo a Primera de Corintios 14:3, «para edificarlos, animarlos y consolarlos» (NVI).

Cuando Johnson predica, caminando por el escenario con sus jeans [bluyín], camisa y chaqueta de vestir, a veces hace una pausa para entregar una «palabra» profética que siente que el Señor le está urgiendo a compartir con alguien de la audiencia: una afirmación oportuna o un pasaje de las Escrituras, o un recordatorio relevante de un atributo particular de Dios.

A lo largo de las Escrituras se hace referencia al don de profecía, y se incentiva en la mayoría de las tradiciones carismáticas y pentecostales. Sin embargo, Johnson es parte de una clase de pastores, ministros, autores y conferencistas itinerantes que adoptan el rol vocacional de un profeta, al igual que aquellos del Antiguo Testamento, y aseguran que Dios les ha dado un «espíritu de revelación» acerca de sucesos importantes a escala nacional y global. La mayoría se centra menos en predecir el futuro que en entregar palabras oportunas de exhortación y ánimo al pueblo de Dios.

Johnson era pastor y plantador de iglesias en el ministerio Heart of the Father en Florida cuando profetizó en 2015 que Trump ganaría sus primeras elecciones al año siguiente. Mientras la carrera por la candidatura republicana aún tenía una larga lista de nombres, Johnson dijo que escuchó de parte de Dios en un sueño que Trump tenía el «destino profético» de convertirse en un presidente que sería como «un toro en una vitrina». Su visión captó la atención de una red de líderes ministeriales carismáticos que estaban deseosos de predicar y profetizar acerca de la política estadounidense y le dieron al joven pastor una importancia nacional.

«Debido a que entonces era pastor y estaba implicado en la vida de las personas, pensé que se trataría nada más que de un caso en que “Dios me da una palabra en mi santuario, se convierte en viral, Trump sale elegido y eso es todo”», dijo él.

Pero a comienzos de 2018, Johnson dijo que Dios había comenzado a hablarle de nuevo acerca de Trump. Algunos de sus mensajes contenían advertencias para la iglesia: que Dios buscaba el corazón del presidente, no su dinero ni su poder, y que los que le apoyaban debían comenzar a «ver el error de sus caminos» y a «clamar por su alma». No fue sino hasta finales de octubre que Johnson tuvo un sueño en tres partes en el cual los Dodgers ganaban la serie mundial, Amy Coney Barrett tomaba posesión de su cargo antes de las elecciones, y Donald Trump ganaba las elecciones de 2020.

Las dos primeras partes se cumplieron, y Johnson se sintió envalentonado para compartir la tercera como una profecía de Dios.

Pero cuando ahora echa la vista atrás, Johnson ve los peligros de tener una plataforma y una audiencia hambrienta por oír sobre el presidente.

«Nueve de cada diez mensajes que predicaba trataban acerca del Señor. Nada político ni de la actualidad, pero debido a que uno de ellos se hacía viral o captaba mucha atención, creo que se convirtió en algo tóxico, y también peligroso con el paso del tiempo».

Y, para ser sincero, añade: «Ya sea que quieras llamarlo tentación» o no, «eso es lo que vende».

Poco después de quedar claro que Trump había perdido, Johnson dijo que escuchó otra palabra de Dios: «Te has equivocado, y voy a usar esto para hacerte humilde».

Se trataba de toda una reprimenda. Johnson se disculpó ante el mundo y tomó tres meses fuera del ámbito público para ayunar y orar. Entonces se apartó de los compañeros y seguidores del ministerio que seguían animándole a que repitiera profecías políticas y ofreciera comentarios. Cerró su organización, Jeremiah Johnson Ministries, y al hacerlo perdió cientos de donantes de grandes cantidades.

Tuvo una sensación de libertad y alivio cuando dejó todo esto atrás. Describe la experiencia como si Dios lo hubiera sacado de una habitación «llena de trampas» donde las cuestiones espirituales se mezclaban con las políticas. «Hay suficiente de Jesús ahí para mantenerte dentro, pero no hay suficiente de él para mantenerte centrado», dijo.

Uno de los mentores de muchos años de Johnson, el pastor de Denver Loren Sandford, también había profetizado un segundo mandato de Trump. Los dos retomaron el contacto en la época de las elecciones y presentaron sus disculpas el mismo día, justo después de que la certificación de los votos se viera interrumpida por una insurrección en el Capitolio. Al igual que Johnson, Sandford enfrentó y aceptó su falsa predicción, y se enfrentó a similares repercusiones.

Lo que les sorprendió a ambos, no obstante, fue que obtuvieron más respuestas negativas por arrepentirse que por equivocarse.

Mientras Johnson y Sandford se sentían contritos, otros líderes carismáticos estaban preparándose para la batalla. Muchos de los que profetizaron la reelección de Trump, junto con muchos pastores, continuaron aferrándose a sus afirmaciones después de las elecciones e insistieron en que era la voluntad de Dios que Trump siguiera siendo presidente. Varios insistieron aún más en sus profecías y subieron las apuestas.

Rick Joyner, autor y predicador fundador de MorningStar Ministries, se unió al telepredicador Jim Bakker al predecir que el país debía prepararse para una guerra civil entre republicanos y demócratas. El predicador de avivamientos Jeff Jansen proclamó que Trump seguía siendo presidente y que los militares estaban en camino para sacar a Biden del poder.

Tras el día de la investidura presidencial, millones de personas se quedaron con la duda de por qué no había tenido lugar la toma de poder prometida. El movimiento carismático cayó en «un conflicto y un caos absolutos», dijo Sandford.

«Mucha gente del pueblo de Dios está herida, y el mundo se está riendo de nosotros, pensando que nuestra fe en Jesús es tan falsa como esas profecías fallidas sobre Trump», se leyó en una reprimenda de Michael Brown, un líder carismático muy respetado desde el avivamiento de Brownsville a mediados de la década de 1990 y otro de los mentores espirituales de Johnson. «Después de todo, se preguntan, ¿cómo pudieron equivocarse todos los profetas?».

Ahora Brown, Sandford y Johnson están dispuestos a explicar qué condujo a las predicciones erróneas sobre las elecciones y el hecho de que Dios utilice los fracasos de alto perfil como oportunidades para revisar las directrices para acercarse a la profecía y hacer que los profetas rindan cuentas.

«En verdad creo que Dios quiere hacer algo ahora en el movimiento carismático, en el movimiento profético», dijo Johnson en febrero. «Creo que Dios quiere que nos humillemos. En verdad creo que Dios quiere que miremos dentro de nosotros. Creo que Dios quiere que nos hagamos preguntas incómodas».

La ideología de las siete colinas

Este rincón del mundo neocarismático moderno, al que se le suele denominar como la Tercera Ola, la Nueva Reforma Apostólica o la Red Independiente de cristianismo carismático, es uno de los grupos religiosos de crecimiento más rápido en Estado Unidos. Una de las características ideológicas del movimiento es su enfoque en el mandato de las siete colinas, donde los cristianos tienen la misión de ocupar siete aspectos cruciales de la cultura —los medios, el gobierno, la educación, la economía, la familia, la religión y el ocio— como un elemento clave para volver a ganar las naciones para Dios.

La ideología de las siete colinas existe desde hace varias décadas, y tiene su origen en populares figuras evangélicas como Bill Bright, Loren Cunningham y Francis Schaeffer. En un principio, fue una respuesta a la mentalidad separatista que algunos creyentes tenían entonces, animándolos, por el contrario, a ofrecer la influencia del evangelio en todas las áreas de la cultura.

«El problema», dice Brown, «es cuando lo unes a una mentalidad dominadora, mediante la cual asumes el control, espiritualmente» y lo combinas además con una teología postmilenialista en la que a los creyentes no solo se les llama a servir a Dios en cada colina de la cultura que habiten, sino a que lideren desde posiciones de poder para preparar el reinado terrenal de Cristo en el reino milenario.

Aunque la misión de la «visión del dominio» se ha convertido en algo peyorativo para sus oponentes, el término se originó dentro del mismo movimiento. C. Peter Wagner, antiguo profesor del Seminario Teológico Fuller, abrazó una «teología del dominio» en su libro de 2010 Dominion!: How Kingdom Action Can Change the World [¡Dominio! Cómo la acción del Reino puede cambiar el mundo], al igual que hicieron varios de sus primeros defensores carismáticos, incluyendo a los líderes apostólicos Lance Wallnau y Johnny Enlow.

Estos líderes sugirieron que el éxito y la influencia de Trump hacían de él el candidato ideal para ayudar a los cristianos a reclamar su cultura.

Incluso después de que Biden tomara juramento, Enlow mantenía la visión de la victoria de Trump y declaró: «si puede ver lo que hay en el cielo, quién se sienta en el trono… suba y mire el sillón presidencial del cielo, mire quién está allá. No es Biden: es Trump». Enlow dijo en otro lugar que «desde el cielo, al presidente Trump se le reconoce como el líder del gobierno primordial del planeta Tierra».

Enlow también vinculó el destino profético de Trump al dominionismo de las siete colinas y a la conspiración QAnon al asegurar que hay «pedófilos que sacrifican niños en una red mundial en lo alto de esas colinas«, y que Dios envió a Trump en una «operación de rescate» divina.

Aunque estas declaraciones pueden sonar extremistas, tanto Wallnau como Enlow han sido voces de confianza en algunas de las mayores redes carismáticas del movimiento, hablando junto a una multitud de líderes populares como Steve Shultz, de la web profética Elijah List, que tiene un cuarto de millón de suscriptores, y Bill y Beni Johnson de la Iglesia Bethel, la megaiglesia carismática con un núcleo ministerial en el norte de California.

Responsabilidad profética

En 2016, cuando solo un puñado de líderes habían profetizado que Trump ganaría las primeras elecciones, algunos carismáticos tenían esperanza, pero muchos eran escépticos. Al cabo de dos años de su mandato, las predicciones proféticas acerca de su reelección continuaron aumentando. Una encuesta descubrió que casi la mitad de los pentecostales blancos creían que el presidente tenía unción divina, y esos «votantes proféticos» se convirtieron en un segmento de gran fuerza en la base evangélica de Trump.

Según Brown, el número de figuras proféticas que aseguraron tener una palabra directa de Dios acerca de la reelección de Trump solo fueron una pequeña fracción. Pero esta minoría ruidosa, quienes «estaban todos diciendo las mismas cosas», fue eficaz a la hora de alcanzar a la mayoría del movimiento carismático gracias a su fuerte presencia en línea, dijo.

Para los críticos del movimiento carismático, el hecho de que los profetas de hoy en día aseguren escuchar a Dios acerca de las elecciones presidenciales no es el problema. Tampoco lo es el hecho de que sus predicciones acerca de la reelección de Trump resultaran ser falsas. Más bien, es el hecho de que muchos no quisieran reconocerlo cuando se demostró que era falso.

«La profecía sin rendición de cuentas ha sido el problema durante mucho tiempo», dijo Brown, y lo llamó «la cruz del movimiento pentecostal-carismático moderno».

En el Nuevo Testamento el apóstol Pablo animaba a sus seguidores: «ambicionen los dones espirituales, sobre todo el de profecía» (1 Corintios 14:1), advirtiendo: «no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno» (1 Tesalonicenses 5:20-21), porque de este lado del cielo «conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá» (1 Corintios 13:9-10).

«Toda palabra profética real necesita una prueba de realidad», dijo Sandford, que todavía recuerda el Efecto 2000, cuando «los grandes profetas profetizaron que todo el mundo llegaría a su fin y que todas las computadoras colapsarían». Hasta hoy, dice, «no he escuchado una sola disculpa de nadie que profetizara aquello».

«Luego están todas las profecías que salieron alrededor de la Semana Santa del año pasado», dice. Las profecías —dadas meses antes de las que se realizaron en torno a las elecciones— aseguraban que el coronavirus comenzaría a desaparecer antes siquiera de alcanzar las costas de Estados Unidos. «Bien, eso tampoco ocurrió», dijo él.

Y aunque Sandford y Brown siguen siendo pesimistas con respecto a los últimos que se han mostrado reticentes a arrepentirse públicamente por sus profecías fallidas sobre Trump, han comenzado a sentirse optimistas acerca de la trayectoria del movimiento en su totalidad.

Sandford, que tiene una maestría en divinidades por el Seminario Teológico Fuller, regresó a un conjunto de principios bíblicos para la profecía bíblica desarrollado años atrás. Se trata de declaraciones como: «Aunque atesoro las experiencias espirituales del Espíritu Santo, no pondré experiencias subjetivas y el discernimiento por encima de la Biblia», y añade la promesa de emitir una confesión completa, con arrepentimiento y una disculpa, ante cualquier profecía errada. Él pertenece a otro grupo que está planeando reunirse durante el otoño para realizar una reforma profética.

En el pasado mes de febrero, Brown reconsideró unos principios similares cuando comenzó a albergar reuniones mensuales por Zoom con Joseph Mattera, jefe de la US Coalition of Apostolic Leaders [Coalición estadounidense de líderes apostólicos], y con un grupo diverso de entre veinte y treinta figuras ministeriales, que incluía a Johnson, para establecer las directrices hacia la responsabilidad profética en sus comunidades.

La nueva declaración, que señala hacia lo que dice que es «un tiempo en el cual existen muchas preguntas en el Cuerpo acerca del don de profecía y el ministerio del profeta», juntó a docenas de patrocinadores, incluyendo a Randy Clark, Daniel Kolenda, Craig Keener, R. T. Kendall, Mark Driscoll y Wayne Grudem.

Como autor de The Gift of Prophecy in the New Testament and Today [El don de profecía en el Nuevo Testamento y hoy], Grudem fue una figura clave en la década de 1980 al defender que su don espiritual carismático podía encajar con una comprensión doctrinalmente sólida de la fe, una posición que ha despegado globalmente, dentro del movimiento carismático reformado del siglo XXI. También él se encuentra entre los evangélicos reformados más importantes que respaldaron a Trump en 2016 (sin embargo, retiró su apoyo tras la publicación de las cintas en las que Trump hacía referencia a manosear a las mujeres).

Otro de los firmantes fue el líder principal de Bethel, Kris Vallotton, quien profetizó la reelección y más tarde se disculpó. Usando palabra como una clave habitual para un mensaje profético, Valloton escribió que recibió «la palabra acerca de la humildad hace un año», explicando: «Cada vez que me pierdo o que no sé qué hacer en esta época loca, Dios me dice: “La humildad es el modo de seguir adelante”».

Steven Strang, editor de Charisma, también firmó la declaración, junto a la exeditora Jennifer LeClaire. Strang fue un defensor temprano y vehemente de las profecías sobre la reelección de Trump, destacando muchas de ellas en su Strang Report. Poco después de las elecciones, continuó animando a sus seguidores a luchar a favor de Dios para dar la vuelta a los resultados.

LeClaire no profetizó sobre el segundo mandato del presidente, pero se unió al coro acerca del primero, describiendo el aumento del rojo [republicano] en el mapa de los estados que votaron por Trump en 2016 como «una parábola de la sangre de Jesús».

Ahora ella también está haciendo sonar la alarma. «Debemos comenzar a unificarnos bajo la bandera de Jesús, aunque no podamos unirnos bajo la plataforma de un político», dijo ella.

Arrepentimiento y humildad

Un año después de haber sido puesto en el centro de atención de Fox News por profetizar la reelección de Trump, Shawn Bolz, líder ministerial en California, echa la vista atrás y ve un «complejo de mesías» entre los seguidores cristianos del presidente.

«Ellos han unido su fe alrededor de esto hasta tal punto de que cuando yo me arrepentí parecía que era un desertor del ejército que ya no pertenecía al equipo», dijo Bolz, quien enfrentó amenazas de muerte por disculparse por su profecía. Una carta manuscrita le advirtió que «cuando Trump vuelva a ser reelegido», a Bolz se le llevaría «en fila enfrente de la Casa Blanca, asesinado como falso profeta».

«No importa lo que la gente te diga —quiero decir, lo que hemos visto, y el fruto de la conducta de las personas—, su esperanza no estaba en Dios, su esperanza estaba en Trump, y punto», dijo Jennifer Toledo, cofundadora de una iglesia carismática en Los Ángeles llamada Expression 58 junto con su marido y Bolz.

Sea o no que Trump sea reelegido de nuevo para presentarse como candidato en 2024, líderes como Bolz y Toledo están orando para que sus iglesias locales y un movimiento más grande faciliten conversaciones para tratar sus puntos ciegos espirituales y renovar su enfoque en Cristo.

El versículo clave asociado con la campaña presidencial de Trump en 2016 fue Segunda de Crónicas 7:14: «Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra». Es un pasaje popular entre los pentecostales y que se cita frecuentemente en círculos carismáticos, y al final se convirtió en un llamado profético a orar y ayunar por su elección y reelección.

Y aunque muchos líderes carismáticos compararon a Trump con Ciro, el rey persa que hizo regresar al pueblo de Dios del exilio y los llevó de nuevo a la tierra prometida, la congregación de Toledo se guía por Isaías 58, en donde Dios rechaza a Israel por no ver que el verdadero avivamiento y la restauración no llegan solamente por la búsqueda de una reforma justa, sino por una visión integral de arrepentimiento y reconciliación.

A lo largo de las Escrituras los profetas predicaron este mensaje al pueblo de Dios para su beneficio. Los profetas tienen una «una dependencia única en el Espíritu Santo —de guía, revelación, perspectiva e inspiración— para que puedan hablar y ministrar», dice Brown. Se supone que tienen que mantenerse enfocados y bien encaminados «para mantenerse en lo principal y asegurarse de que las cosas no se salen por la tangente».

Pero, como atestiguó Jeremiah Johnson, muchos profetas se van distrayendo con otras cosas y «se convierten en piedra de tropiezo» para el pueblo de Dios porque «cuando los profetas se distraen, el pueblo se distrae».

«Hemos hablado de la idolatría de la política, [pero] también existe la idolatría a los profetas», dice Johnson. «Nadie habla de eso». Él dice que cree que «los profetas se han convertido en un ídolo en el cuerpo de Cristo», y que, aunque «obviamente se han humillado, el pueblo mismo necesita arrepentirse de haber adorado a los profetas».

A Johnson también le preocupa que muchos creyentes hayan perdido de vista cuál debería ser el papel principal del ministerio profético: no predecir el futuro ni pronosticar las elecciones, sino guiar a la gente hacia Cristo.

Durante los tres meses que estuvo orando y ayunando a comienzos de 2021, al escuchar la voz de Dios, escuchó al Señor decir: «Un hombre está muriendo, un ministerio está muriendo, y yo quiero que comiences a centrarte en un movimiento… para ayudar a preparar a la esposa de Cristo para el regreso de nuestro glorioso Novio, el Rey Jesús».

En vez de seguir dirigiendo Jeremiah Johnson Ministries, el pastor comenzó una nueva aventura llamada The Altar Global. En las reuniones de adoración, de tres horas de duración, que se retransmiten en vivo desde su iglesia y la base de su ministerio en Charlotte, Carolina del Norte, él predica un enfoque renovado en Cristo. «Señor, pon a prueba nuestros motivos e intenciones esta noche», predicó durante un servicio esta primavera. «Cúbrenos con una devoción pura y simple de corazón hacia Jesú».

Según se van sumando más líderes a este creciente remanente, Johnson cree que la comunidad carismática recuperará su visión. «El Espíritu de Dios está humillando al movimiento profético en todos los ámbitos», dice Johnson. «Y, claramente, Dios está llamando a su pueblo a volver a él».

Stefani McDade es colaboradora de CT y vive en Georgia.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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