Humildad para un hindú orgulloso

Cómo Dios cautivó mi atención cuando pensaba que era demasiado bueno como para necesitar su gracia.

Christianity Today January 27, 2021
Courtesy of Whitworth University

En el Evangelio de Juan vemos a Jesús hablando con Nicodemo, un líder judío curioso y confundido acerca del concepto de "nacer de nuevo". Al explicar la diferencia entre el nacimiento por medios ordinarios y el nacimiento a través del Espíritu Santo, Jesús le dice a Nicodemo: "El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu" (Juan 3:8, NVI).

Estas palabras capturan parte de mi propia experiencia con el nuevo nacimiento. En el momento en el que me convertí, era un estudiante de doctorado en ingeniería aeroespacial en Princeton: el tipo de persona que debería haber sabido de cosas como el origen y las consecuencias del flujo del aire. Aún así, estaba completamente perplejo por lo que había sucedido. De forma similar a Nicodemo, la fuente y las consecuencias de nacer de nuevo iban más allá de mi comprensión.

Al analizar los eventos de mi vida en retrospectiva, más de veinte años después de mi conversión, puedo ver con mayor claridad cómo Dios estaba trabajando detrás del escenario. Mi lucha contra Él, alimentada por la ignorancia y el orgullo, fue totalmente inútil.

Adelantado para mi edad

Crecí al sur de la India en una ciudad pequeña. Mis hermanos y yo fuimos la primera generación de nuestra familia en concluir el bachillerato [high school], por lo que el hecho de que fuera aceptado en un programa de doctorado en propulsión espacial avanzada en Princeton y financiado por la NASA no es nada menos que un milagro. Y, como muchos milagros registrados en las Escrituras, tenía un propósito más profundo: atraerme a Cristo.

En mi ciudad natal el hinduismo es prominente debido a sus templos históricos y a su famoso monasterio. Ahí, el hinduismo está en la tierra, en el agua y en el aire. Crecí en una devota familia hindú que era inseparable de los más altos niveles de liderazgo religioso. Mi compromiso con el hinduismo se hizo más profundo cuando dejé mi casa a los once años para estudiar en un internado dirigido por un prominente líder religioso, donde sobresalí más allá de las expectativas de mi familia y de mis maestros. El testimonio de Pablo en Gálatas 1, cuando dice: "En la práctica del judaísmo, yo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las tradiciones de mis antepasados" (v. 14), aplicaba de forma muy similar a mi progreso en el hinduismo. Muchos años después, me convertí en líder de la Asociación de Estudiantes Hindúes en Princeton.

Antes de llegar a dicha Universidad, había estado expuesto al cristianismo a través de algunos amigos, la prominencia de las universidades católicas en la India y las películas cristianas estrenadas en los Estados Unidos. También sentía curiosidad intelectual sobre varias religiones del mundo. Recuerdo que cuando veía los íconos y estatuas en las iglesias católicas y ortodoxas, pensaba que eran similares a los dioses que yo adoraba. No consideraba que el cristianismo fuera fundamentalmente diferente del hinduismo, sino simplemente una religión apropiada para una sociedad diferente.

Por otro lado, sentía un profundo desdén por los valores culturales y morales cristianos, al menos en la forma en la que estaban representados en la cultura occidental. Como la mayoría de los hindúes de hoy, pensaba que eran una forma de libertinaje. Comparados con las enseñanzas del hinduismo, parecían intolerablemente laxos. En mi mente, entonces, Jesús podía calificar como uno entre muchos en el panteón de los dioses, pero nada más. Mi compromiso con el hinduismo también incluía un fuerte elemento nacionalista (y la visión del mundo que conlleva), y esto resultó en una profunda desconfianza y antipatía hacia la conversión religiosa —especialmente la conversión al cristianismo—.

A pesar de esto, Dios estaba trabajando en mí de forma crucial, preparándome para recibir a Cristo a través de mi amistad con un compañero estudiante de doctorado. Trabajábamos juntos más de doce horas al día, lo respetaba como colega, y finalmente me hice muy amigo de él y su familia. En algunas ocasiones, la Cruz de Cristo surgió en conversaciones casuales. Percibiendo que me faltaba algo, mi amigo me explicó que Jesucristo murió cargando nuestros pecados para reconciliarnos con Dios.

Esto era algo que nunca había oído antes. ¡Y me ofendió! Yo era una persona profundamente religiosa, alguien que se esforzaba diligentemente por ser bueno. ¿Cómo podía mi amigo pensar que alguien, mucho menos alguien como yo, era un pecador que necesitaba salvación? Sí, tenía problemas, pero ¿acaso no era capaz de arreglarlos por mí mismo? ¿Por qué necesitaría a Jesús para cargar con mis pecados?

Por respeto a mi amigo y compañero de investigación, le pedí que me diera pruebas para su explicación de la Cruz. Él me animó a leer Mero Cristianismo de C. S. Lewis, un autor que reconocí por sus otras obras populares. Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que necesitaba ir directamente a la fuente primaria, así que le pedí a mi amigo que me comprara una Biblia.

Durante los siguientes meses, otras historias de la Biblia surgieron en nuestras conversaciones. La parábola del hijo pródigo no terminaba de hacerme sentido, en parte porque Dios no debía ser como el padre sin mesura representado en la historia. Dios debía recompensar la buena conducta moral, no la rebelión irresponsable. En realidad, me identificaba más con el otro hijo, que no parecía necesitar la gracia de su padre. La parábola del fariseo y el recaudador de impuestos (Lucas 18:9-14) también hizo corto circuito con mi comprensión de Dios. ¿Cómo podría un hombre que estafó a su propio pueblo conspirando con ocupantes extranjeros tener un mejor resultado ante Dios que un líder religioso que seguía todas las reglas? No entendía, pero tenía que llegar al fondo de esto del cristianismo.

Mientras llevaba a cabo mi búsqueda intelectual, Dios me mostró la inutilidad de "dar coces contra el aguijón", tal como describió la resistencia de Pablo previa a su conversión (Hechos 26:14). En un breve pero decisivo período, Dios expuso la falsedad detrás de mi sentido de autosuficiencia, que se basaba en la prosperidad financiera, el éxito académico y una fuerte relación con mi familia. En un breve lapso de tiempo, experimenté fracasos inesperados e inexplicables en cada una de estas áreas: financiera, académica y relacional. Los golpes vinieron de diferentes direcciones, pero su efecto acumulativo fue devastador. Al quitarme las frágiles muletas sobre las que estaba construida mi vida, Dios expuso la realidad de mi profunda debilidad, especialmente mi total incapacidad para arreglar relaciones rotas. Sentía más dolor del que imaginaba posible, y estaba desprovisto de los accesorios en los que estaba acostumbrado a apoyarme.

Sin conocer otra salida, decidí terminar con mi propia vida. En medio de la oscuridad, una voz dentro de mí habló: "Por eso Jesús tuvo que morir por ti". La voz salió de la nada, pero en ese momento pude ver que mi quebrantamiento apuntaba a una ruptura aún mayor: mi fracturada relación con Dios. No tenía nada que perder, así que decidí preguntarle a mi amigo si podía ir a la iglesia con él. Lo llamé un domingo por la mañana, justo cuando él y su familia salían de casa para asistir al servicio dominical. Esa mañana escuché el evangelio, y respondí con un corazón abierto y roto.

Un Ananías y un Bernabé

Mi experiencia de convertirme en cristiano no fue como encender un interruptor. Creer en el evangelio no me llevó automáticamente a ser transformado a la imagen de Jesucristo o a producir inmediatamente frutos de justicia. Aunque anhelaba desesperadamente el regalo del perdón, me negaba a cambiar cualquier otra cosa de mi vida o de mi visión del mundo. Dadas las enormes diferencias entre el cristianismo y mis creencias previas en el hinduismo, mi nueva vida tenía que recibir nutrimento antes de alcanzar la etapa de crecimiento espiritual.

Intelectualmente, luché con tres preguntas fundamentales: ¿Quién es Dios? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi relación con Dios? Cuanto más reflexionaba sobre estas preguntas, más claro fue que las respuestas ofrecidas por el hinduismo y el cristianismo eran totalmente incompatibles. Tuve que rechazar el primero para recibir el segundo. En términos prácticos, tuve que repensar toda la vida desde cero porque simplemente no tenía un marco o un vocabulario que diera sentido a mi nueva identidad.

Pablo necesitó de un Ananías para iniciar su conversión, pero también necesitó a un Bernabé que lo acompañara en su nuevo viaje de fe. Dios ordenó de manera similar el apoyo que necesitaba para crecer como discípulo. Mientras que el hinduismo vincula la posición religiosa de uno con el estatus obtenido al momento de nacer, el cristianismo enseña que el suelo está parejo para todos al pie de la Cruz. Mi nueva comunidad cristiana no se preocupaba por mi estatus de nacimiento sino por mi nuevo nacimiento: mi confesión de fe, mi compromiso con la comunidad y mi deseo de vivir totalmente para Cristo.

Toda conversión cristiana genuina es un milagro: una transición de la muerte espiritual a la vida eterna, de la enemistad con Dios a la adopción en su familia. Sin embargo, Dios parece deleitarse especialmente en casos aparentemente imposibles —como el de Pablo, quien antes de convertirse era un perseguidor—, para que las riquezas de su gracia brillen con mayor intensidad. Cuando considero el abismo entre mi antigua visión de la vida y mi nueva vida en Cristo, solo puedo maravillarme ante la obra redentora de Dios y caer a sus pies en alabanza.

Kamesh Sankaran es profesor de física e ingeniería en la Universidad de Whitworth.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Theology

Probablemente adoras a un ídolo

Los cristianos seguimos siendo idólatras, solo que somos menos honestos al respecto.

Christianity Today January 25, 2021
Illustration by Rick Szuecs / Source images: Ryan Klintworth / LIghtstock / Wikimedia Commons

Juan Calvino expresó la conocida frase que dice que el corazón es una auténtica fábrica de ídolos. Yo solía pensar que esta era la típica misantropía calvinista, oscura e hiperbólica. Sin embargo, cuanto más pasa el tiempo, más me inclino a aceptar esta afirmación como una verdad seria. Los ídolos son nuestra especialidad. Producimos a un ritmo vertiginoso un surtido extravagante de dioses, deidades y espíritus falsos que hemos inventado a través de los siglos. Zeus, Odín y Marduk son algunos clásicos. Nuestra capacidad para autoengañarnos acerca de la divinidad es admirable, y es tan amplia como la creación misma.

Sin embargo, incluso más impresionante es nuestro panteón de imágenes falsas del Dios vivo y verdadero. No es casualidad que los Diez Mandamientos pasen rápidamente de prohibir la adoración a dioses falsos a reprender la adoración falsa del Dios verdadero. Si bien el primer mandamiento es el principal por una razón, el segundo mandamiento es el más insidioso y el que somos más propensos a quebrantar. Satanás ha sido un mentiroso y asesino desde el principio (Juan 8:44), y su primera treta fue engañar a Eva, haciéndole pensar que Dios era un mezquino (Génesis 3:4–5).

Con frecuencia, nuestros corazones aún caen en ese ardid satánico, y sin darnos cuenta pasamos de confesar “creo en Dios” a hablar “del Dios en el que creo”, hasta hacer la afirmación más atroz y pretenciosa de todas: “Yo nunca creería en un Dios que…”.

Por supuesto, lo más triste es que generalmente ese “Dios” no es más que nuestra propia sombra redimensionada proporcionalmente al tamaño de Dios. En ese sentido, Ludwig Feuerbach, filósofo del siglo XIX y ateo perspicaz, estaba hasta cierto punto en lo correcto cuando dijo que toda teología es en realidad una proyección, una manera indirecta de describir nuestros mejores pensamientos acerca de nosotros mismos.

Sin embargo, Feuerbach no puede llevarse todo el crédito. El apóstol Juan aborda esta tendencia al final de su primera carta con un mandato curiosamente abrupto: “Queridos hijos, apártense de los ídolos” (1 Juan 5:21, NVI). Este parece ser un pensamiento independiente, hasta que nos damos cuenta de que, en realidad, ese ha sido el tema principal de toda su carta. “Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad” (1:5). Juan sabe que la luz, que es Dios Hijo, “vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos” (Juan 3:19). Y esta es la forma en la que nos mentimos a nosotros mismos, ¡y en maneras tan variadas y diversas!

Juan sabe que algunos de nosotros queremos tomar el pecado a la ligera y, por tanto, creamos un Dios a nuestra propia imagen, que minimiza el pecado, que raramente juzga y que nunca castiga. Juan nos dice que dejemos de engañarnos. Tal Dios no existe: “Todo el que practica el pecado no lo ha visto ni lo ha conocido” (1 Juan 3:6). Dios es luz: luz pura, brillante, temible y santa que no tolerará la presencia de oscuridad en sus hijos.

A veces creamos un Dios lleno de odio con corazón de piedra, un juez inconmovible, un inspector al estilo de Javert en Los miserables, que lo único que busca es encerrarnos y deshacerse de la llave. Si Dios fuera así, ¿no sería mejor quedarnos en las sombras con nuestros pecados? Sin embargo, Juan también sabe esto y nos recuerda que “si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). Venga con humildad y será lavado con la sangre de Jesús. ¿Por qué? Porque Dios es misericordioso. Él es fiel. Él es justo.

Una manera muy común de amoldar a Dios a nuestro gusto es convencernos de que él está de nuestro lado cuando nos erigimos en jueces sobre otros creyentes, los condenamos y cortamos toda comunión con ellos porque están equivocados acerca de este pequeño detalle doctrinal o de aquella causa social. Pero una vez más Juan nos recuerda que nos amemos los unos a los otros, incluso a los peores de nosotros, porque “el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8). Y mostró justamente eso en el Hijo, a quien envió para ser la propiciación en la cruz por nuestros pecados más escondidos, oscuros y atroces (v. 10).

Una y otra vez, Juan corrige las numerosas maneras en que somos tentados para desviarnos del Dios vivo y verdadero hacia los ídolos sin vida que hemos hecho de Él. Nos redirige al Hijo de Dios, quien vino a destruir las obras engañosas del diablo (1 Juan 3:8), y nos muestra que podemos conocer a Jesús como aquel que es “el Dios verdadero y la vida eterna” (5:20).

Aún así, el apóstol Juan termina su epístola diciendo: “apártense de los ídolos”. No se dejen engañar por su inclinación a inventar un Dios a partir de falsedades. Si dicen que no tienen pecado, hacen a Dios mentiroso (1:10). En cambio, háganse la pregunta: “¿Qué ídolo me veo tentado a hacer de Dios?” Confiesen con humildad ese pecado y esperen a que el Hijo los limpie. Dejen que la luz de Aquel que es la verdad brille sobre ustedes y disipe toda oscuridad.

Derek Rishmawy es ministro universitario de la Reformed University Fellowship en la Universidad de California en Irvine, y es candidato a doctorado en la Trinity Evangelical Divinity School.

Traducido por Sofía Castillo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Los 50 países donde es más difícil ser cristiano en 2021

Las última investigación acerca de la persecución de los cristianos indica que 3 de cada 4 asesinatos de cristianos ocurrieron en Nigeria, nación que por primera vez forma parte de los 10 países con mayores niveles de persecución. Sudán finalmente salió de este grupo, India permaneció, mientras que Mozambique y la República Democrática del Congo se sumaron a la lista.

Christianity Today January 13, 2021
Mallory Rentsch

Cada día, 13 cristianos son asesinados en todo el mundo a causa de su fe.

Cada día, 12 iglesias o edificios cristianos son atacados.

Y cada día, 12 cristianos son arrestados o encarcelados injustamente, mientras que otros 5 son secuestrados.

Este es parte del informe de la Lista Mundial de la Persecución 2021 (LMP), el último reporte anual publicado por Puertas Abiertas acerca de los 50 países donde los cristianos sufren más persecución por seguir a Jesús.

«Se podría pensar que el tema central de la LMP es la opresión… Pero, en realidad, el tema central de esta lista es la resiliencia», declaró David Curry, presidente y director ejecutivo de Puertas Abiertas USA [Puertas Abiertas, EE. UU.], al presentar el informe publicado hoy.

«Las estadísticas acerca de la persecución que sufre el pueblo de Dios en todo el mundo deberían ser una señal de la muerte de la Iglesia: de cristianos guardando silencio, de gente perdiendo su fe y distanciándose unos de otros», declaró. «Pero eso no es lo que está pasando. Por el contrario, vemos las palabras de Dios reveladas al profeta Isaías llenarse de vida y color: “Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados” (Isaías 43:19, NVI)».

En los países incluidos en la LMP hay un total de 309 millones de cristianos que viven en lugares con niveles muy altos o extremos de persecución, en comparación con los 260 millones registrados el año pasado.

Se podrían añadir otros 31 millones si contamos las 24 naciones que siguen a las 50 que encabezan la lista, tales como Cuba, Sri Lanka y los Emiratos Árabes Unidos, obteniendo como resultado que 1 de cada 8 cristianos en todo el mundo sufren persecución. Esto incluye 1 de cada 6 creyentes en África y 2 de cada 5 en Asia.

El año pasado, 45 naciones obtuvieron una puntuación lo suficientemente alta como para registrar niveles de persecución «muy altos» en la matriz de 84 preguntas elaborada por Puertas Abiertas. Este año, por primera vez en 29 años de estudio, las 50 naciones de la lista obtuvieron esta calificación, junto con 4 naciones más que no entraron en la lista.

Puertas Abiertas identificó tres tendencias principales que impulsaron el incremento en estas cifras:

  • «La pandemia por COVID-19 exacerbó la persecución religiosa a través de la discriminación para recibir ayuda, la conversión forzada, y como excusa para aumentar la vigilancia y la censura».
  • «Los ataques extremistas se extendieron de forma oportunista más allá del África subsahariana, desde Nigeria y Camerún hasta Burkina Faso, Malí y otros lugares».
  • »Los sistemas de censura en China continúan propagándose y extendiéndose a los estados de vigilancia emergentes».

Puertas Abiertas ha monitoreado la persecución de los cristianos en todo el mundo desde 1992. En 2002 comenzó a publicar la LMP, y desde entonces Corea del Norte ha ocupado el primer lugar, cumpliendo 20 años en ese puesto con la publicación de este a

La LMP 2021 hace un seguimiento del periodo de tiempo comprendido entre el 1 de noviembre de 2019 y el 31 de octubre de 2020, y está compilada a partir de informes de campo de los trabajadores de Puertas Abiertas en más de 60 países.

«No nos estamos dirigiendo solamente a los líderes religiosos» dijo Curry en el lanzamiento de la LMP de este año. «Nosotros escuchamos los testimonios de primera mano de aquellos que sufren persecución, y solo reportamos lo que podemos documentar».

El propósito de los rankings anuales de la LMP —que han documentado cómo Corea del Norte ahora tiene competencia a medida que la persecución mundial sigue en aumento— es servir como guía para las oraciones de los creyentes, brindar un objetivo claro y efectivo para la ira y la indignación, y recordarle a los creyentes perseguidos que no están olvidados.

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¿En dónde sufren los cristianos mayor persecución hoy en día?

Este año, los 10 países que encabezan la lista de persecución se mantienen relativamente sin cambios en comparación con el informe anterior. Después de Corea del Norte se encuentra Afganistán, seguido de Somalia, Libia, Pakistán, Eritrea, Yemen, Irán, Nigeria e India.

Nigeria entró por primera vez en la lista de los primeros diez, tras alcanzar los más altos niveles de violencia de acuerdo a los indicadores medidos por Puertas Abiertas. Este país, el cual tiene la mayor población cristiana en África, ocupa el noveno lugar en la lista general, pero es la segunda detrás de Pakistán en términos de violencia, y es la primera en el número de cristianos asesinados por motivos relacionados con su fe.

Sudán dejó de formar parte de los primeros diez países en la lista por primera vez en seis años, después de abolir la pena de muerte por apostasía, y de garantizar, cuando menos en papel, la libertad de religión en su nueva constitución, tras tres décadas de ley islámica. Sin embargo, sigue siendo el número 13 de la lista, ya que los investigadores de Puertas Abiertas señalaron que los cristianos de origen musulmán siguen siendo objeto de ataques, ostracismo y discriminación por parte de sus familias y comunidades, mientras que las mujeres cristianas se enfrentan a la violencia sexual.

Países donde es más difícil seguir a Jesús:



1. Corea del Norte
2. Afganistán
3. Somalia
4. Libia
5. Pakistán
6. Eritrea
7. Yemen
8. Irán
9. Nigeria
10. India

Este cambio en los 10 países que encabezan la lista hace eco a la decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos de incluir a Nigeria y eliminar a Sudán de su «Lista de países particularmente preocupantes», la cual nombra y expone públicamente a los gobiernos que «se han involucrado o han tolerado la violación sistemática de la libertad religiosa».

La India se mantiene entre los 10 primeros por tercer año consecutivo, ya que «se sigue observando un aumento en la violencia contra las minorías religiosas debido al extremismo hindú avalado por el gobierno».

Mientras tanto, por primera vez en una década, China se unió a los 20 primeros lugares debido a «la continua y creciente vigilancia y censura de los cristianos y otras minorías religiosas».

De las 50 naciones de la lista:

  • 12 tienen niveles «extremos» de persecución y 38 tienen niveles «muy altos». Otras 4 naciones fuera de las 50 principales también tienen niveles «muy altos» de persecución: Cuba, Sri Lanka, Emiratos Árabes Unidos y Níger.
  • 19 están en África (6 en África del Norte), 14 en Asia, 10 en el Medio Oriente, 5 en Asia Central y 2 en América Latina.
  • 34 tienen el islamismo como religión principal, 4 el budismo, 2 el hinduismo, 1 el ateísmo, 1 el agnosticismo y 10 tienen alguna variante del cristianismo.

En la lista de 2021 se añadieron cuatro nuevos países: México (núm. 37), República Democrática del Congo (núm. 40), Mozambique (núm. 45), y la Unión de las Comoras (núm. 50).

Mozambique subió 21 puntos (desde el núm. 66) «debido a la violencia extremista islámica en la provincia norteña de Cabo Delgado». La República Democrática del Congo subió 17 puntos (desde el núm. 57) «principalmente debido a los ataques a los cristianos por el grupo islamista ADF». México subió 15 puntos (desde el núm. 52) debido al aumento de la violencia y la discriminación contra los cristianos por parte de los traficantes de drogas, las bandas y las comunidades indígenas.

Cuatro países salieron de la lista de los 50 principales: Sri Lanka (antes núm. 30), Rusia (antes Núm. 46), Emiratos Árabes Unidos (antes núm. 47) y Níger (antes núm. 50).

Países donde los cristianos enfrentan la mayor violencia:



1. Pakistán
2. Nigeria
3. República Democrática del Congo
4. Mozambique
5. Camerún
6. República Centroafricana
7. India
8. Malí
9. Sudán del Sur
10. Etiopía

Período que cubre el reporte de la LMP 2021: noviembre de 2019 a octubre de 2020.

Algunos otros grandes cambios en el informe incluyen que Colombia subió 11 puestos, de la posición 41 a la 30, debido a la violencia por parte de la guerrilla, los grupos criminales, las comunidades indígenas y la creciente intolerancia secular. Turquía subió 11 puestos, del 36 al 25, debido al aumento de la violencia contra los cristianos. Bangladesh subió siete puestos, del núm. 38 al núm. 31, debido a los ataques a los cristianos conversos entre sus refugiados rohinyá.

Sin embargo, otros tipos de persecución pueden superar la violencia (como se explica más adelante). Por ejemplo, la República Centroafricana bajó 10 puestos, de la posición 25 a la posición 35, sin embargo, la violencia contra los cristianos sigue siendo extrema. Kenia, por su parte, cayó seis puestos, del 43 al 49, si bien los ataques allí «aumentaron significativamente».

Mientras tanto, Sudán del Sur se encuentra entre las 10 naciones más violentas vigiladas por Puertas Abiertas (núm. 9), pero no forma parte de los 50 países incluidos en la LMP (se ubica en el núm. 69).

Para el 25 aniversario de la lista en 2017, Puertas Abiertas publicó un análisis de las tendencias de persecución para ese cuarto de siglo. Las 10 naciones con mayores niveles de persecución en el lapso de 25 años fueron: Corea del Norte, Arabia Saudita, Irán, Somalia, Afganistán, las Islas Maldivas, Yemen, Sudán, Vietnam y China.

Cinco países aparecen tanto en esa lista como en la de LMP 2021, una señal preocupante de la continuidad de la persecución en los mismos, señaló Puertas Abiertas.

¿Cómo se persigue a los cristianos en estos países?

Puertas Abiertas hace un seguimiento de la persecución a través de seis categorías, incluyendo la presión social y gubernamental sobre individuos, familias y congregaciones, prestando especial atención a las mujeres.

Pero cuando la violencia se analiza en una categoría aislada, los 10 países con mayores niveles de persecución cambian drásticamente, de tal forma que solo Pakistán, Nigeria y la India permanecen en ambas listas. De hecho, hay 20 países en los cuales es más probable morir por ser cristiano que en Corea del Norte.

Los martirios de cristianos registrados en todo el mundo ascendieron a 4761 en el informe de 2021, 60 % más que los 2983 registrados el año anterior y superando las 4305 muertes señaladas en el informe de 2019. (Puertas Abiertas es conocida por ofrecer una estimación mucho más conservadora que otros grupos, quienes a menudo reportan alrededor de 100 000 martirios por año).

Países con el mayor número de mártires cristianos:


1. Nigeria: 3 530
2. República Democrática del Congo: 460
3. Pakistán: 307
4. Mozambique: 100*
5. Camerún: 53
6. Burkina Faso: 38
7. (Nombre no revelado): 36
8. República Centroafricana: 35
9. Mali: 33
10. (Nombre no revelado): 20

*Estimado. Período que cubre el informe de la LMP 2021: noviembre de 2019 a octubre de 2020.

9 de cada 10 asesinatos de cristianos por motivos de fe ocurrieron en África, el resto en Asia.

Nigeria se posicionó en primer lugar, con 3530 mártires confirmados por Puertas Abiertas para su lista de 2021.

El secuestro de cristianos subió a 1710 casos, 63% más que los 1052 reportados en el informe de 2020, año en que por primera vez esta categoría fue rastreada por Puertas Abiertas. Este año, Nigeria encabeza la lista, con 990 casos.

Por su parte, Pakistán encabeza la nueva categoría de «matrimonios forzados» (la cual comenzó a evaluarse a partir del año pasado), con aproximadamente 1000 cristianos casados con no cristianos en contra de su voluntad. El 72 % de los casos de matrimonios forzados identificados por Puertas Abiertas ocurrió en Asia, mientras que el otro 28 % ocurrió en África, con Nigeria encabezando la lista.

China es el país donde más violaciones han ocurrido en las otras dos categorías evaluadas por Puertas Abiertas. El gobierno chino ha arrestado, encarcelado o detenido sin cargo a 1147 cristianos a causa de su fe, de un total de 4277 casos ocurridos en todo el mundo.

Países donde más iglesias fueron atacadas o cerradas:


1. China: 3 088
2. Nigeria: 270
3. Angola: 100*
4. República Democrática del Congo: 100*
5. Etiopía: 100*
6. Ruanda: 100*
7. Bangladesh: 90
8. India: 76
9. Pakistán: 68
10. Mexico: 61

*Estimado. Período que cubre el informe de la LMP 2021: noviembre de 2019 a octubre de 2020.

Este número creció considerablemente, ya que hubo 3711 casos el año pasado y 3150 en 2019.

Mientras tanto, los ataques y cierres forzados de iglesias dieron un total de 4488 en todo el mundo, la gran mayoría de los cuales se registraron en China, seguida de Nigeria.

En el informe del año pasado, la cuenta se había disparado de 1847 a 9488, con China reportando 5576 casos por sí misma.

Puertas Abiertas advirtió que en varios países resulta particularmente difícil documentar las violaciones arriba mencionadas con precisión. En tales casos, se presentan cifras redondeadas, dando siempre preferencia a estimaciones conservadoras.

Las investigaciones de Puertas Abiertas están certificadas y auditadas por el Instituto Internacional para la Libertad Religiosa, el cual tiene su base en Alemania y está respaldado por la Alianza Evangélica Mundial.

¿Por qué se persigue a los cristianos en estos países?

La motivación principal varía de un país a otro, y una mejor comprensión de estas diferencias puede ayudar a los cristianos de otras naciones a orar y abogar más eficazmente por sus atribulados hermanos y hermanas en Cristo.

Por ejemplo, a pesar de que Afganistán ocupa el segundo lugar en la LMP y es un país oficialmente islámico, de acuerdo a la investigación de Puertas Abiertas, la principal motivación de la persecución ahí no es el extremismo islámico sino el antagonismo étnico, o lo que el informe llama «opresión de clanes».

Puertas Abiertas clasifica las fuentes primarias de la persecución contra los cristianos en ocho grupos:

Opresión islámica (29 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en más de la mitad de los países de la LMP, incluidos 5 de los 12 países en los que los cristianos enfrentan niveles «extremos» de persecución: Libia (Núm. 4), Pakistán (Núm. 5), Yemen (Núm. 7), Irán (Núm. 8), y Siria (Núm. 12). La mayoría de estos 29 países son oficialmente naciones islámicas, o bien tienen mayorías musulmanas; sin embargo, en 7 de ellas la mayor parte de la población se identifica con alguna variante del cristianismo: Nigeria (Núm. 9), República Centroafricana (Núm. 35), Etiopía (Núm. 36), República Democrática del Congo (Núm. 40), Camerún (Núm. 42), Mozambique (Núm. 45), y Kenya (Núm. 49).

Opresión de clanes (6 países): Esta es la principal fuente de persecución que enfrentan los cristianos en Afganistán (Núm. 2), Somalia (Núm. 3), Laos (Núm. 22), Qatar (Núm. 29), Nepal (Núm. 34), y Omán (Núm. 44).

Paranoia dictatorial (5 países): Es la principal fuente de persecución que enfrentan los cristianos en cinco países, principalmente aquellos de Asia central con mayoría musulmana: Uzbekistán (Núm. 21), Turkmenistán (Núm. 23), Tayikistán (33), Brunei (Núm. 39), y Kazajstán (Núm. 41).

Nacionalismo religioso (3 países): Es la principal fuente de persecución que enfrentan los cristianos en tres naciones asiáticas. Los cristianos son el blanco principal de los nacionalistas hindúes en la India (Núm. 10), y de los nacionalistas budistas de Myanmar (Núm. 18) y Bután (Núm. 43).

Opresión comunista y poscomunista (3 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en tres países, todos ellos en Asia: Corea del Norte (Núm. 1), China (Núm. 17), y Vietnam (Núm. 19).

Proteccionismo denominacional cristiano (2 países): Es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en Eritrea (Núm. 6) y Etiopía (Núm. 36).

El crimen organizado y la corrupción (2 país): Esta es la principal fuente de persecución que enfrentan los cristianos en Colombia (Núm. 30) y México (Núm. 37).

Intolerancia secular (0 países): Puertas Abiertas rastrea esta fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos, pero este año no es la fuente principal de persecución en ninguno de los 50 países de la lista.

¿Cuáles son las principales tendencias en la persecución de los cristianos?

Puertas Abiertas identificó cuatro tendencias que explican por qué y cómo los cristianos fueron perseguidos por su fe el año pasado.

En primer lugar, la pandemia ofreció una nueva vía de persecución, ya que Puertas Abiertas documentó discriminación contra los cristianos en cuanto a el acceso a ayuda por la pandemia de COVID-19 en Etiopía, Malasia, Nigeria, Vietnam y Oriente Medio.

En la India, donde más de 100 000 cristianos recibieron ayuda de los asociados de Puertas Abiertas, el 80% informaron haber sido «expulsados de los puntos de distribución de alimentos».

«Algunos tuvieron que caminar largas distancias y mantener su identidad cristiana en secreto para poder conseguir comida en otro lugar», señalaron los investigadores.

Puertas Abiertas también recogió informes de «cristianos en zonas rurales a los que se les negó la ayuda» en Myanmar, Nepal, Vietnam, Bangladesh, Pakistán, Asia Central, Malasia, África del Norte, Yemen y Sudán. «A veces, esta negación ocurrió a manos de funcionarios del gobierno, pero más a menudo, de parte de los jefes de las aldeas, comités u otros líderes locales».

Puertas Abiertas señaló:

«La pandemia mundial hizo que la persecución fuera más obvia que nunca, simplemente porque mucha gente necesitaba ayuda. No hay que olvidar la clara discriminación y opresión que sufren los cristianos en 2020, incluso después de que la crisis por la pandemia de COVID-19 se desvanezca en nuestra memoria colectiva».

Las órdenes de confinamiento por razones de salud pública también incrementaron la vulnerabilidad de muchos creyentes. «Las personas que abandonan una fe mayoritaria para seguir a Cristo saben que corren el riesgo de perder todo el apoyo de sus cónyuges, familias, tribus y comunidades, así como de las autoridades locales y nacionales», señalaron los investigadores. «Si pierden ingresos debido a la pandemia, no pueden recurrir a las redes habituales para sobrevivir». Mientras tanto, diversos líderes de iglesias de Egipto a América Latina dijeron a Puertas Abiertas que el hecho de que los servicios de las iglesias hayan sido prohibidos causó que las donaciones disminuyeran en un 40 %, reduciendo así sus ingresos y con ello la capacidad de sus congregaciones para ofrecer asistencia a la comunidad en general.

Puertas Abiertas mencionó:

«La mayoría de las personas que se convirtieron al cristianismo provenientes de religiones mayoritarias dijeron que el confinamiento debido a la pandemia por COVID-19 los encerró con aquellos que son más antagónicos contra su fe en Jesús. Esto afectó especialmente a las mujeres y los niños de las minorías. Para millones de cristianos, el trabajo, la educación y otros intereses que ocurren fuera de casa proporcionan un breve tiempo de calma de la persecución regular. Así que el confinamiento significó que estos espacios de respiro ya no estuvieran disponibles».

«También hemos recibido informes de que los secuestros, las conversiones forzadas y los matrimonios forzados de mujeres y niñas aumentaron durante la pandemia debido a la mayor vulnerabilidad. Además, los lugares de América Latina que son vulnerables a las bandas de narcotraficantes se han vuelto aún más peligrosos para los cristianos, ya que la pandemia ha disminuido la presencia de las autoridades oficiales que tratan de mantener el orden».

En segundo lugar, otra tendencia clave fue la proliferación del uso de tecnología de vigilancia y el aumento generalizado de la vigilancia por parte de los grupos religiosos.

«China afirma que se movilizó de manera decisiva para contener el brote de COVID-19 después de que el virus comenzara a propagarse en Wuhan», señalaron los investigadores de Puertas Abiertas. «Pero para los 97 millones de cristianos que habitan en su territorio, el costo de las restricciones fue muy alto. El gobierno impuso vigilancia en los hogares, en las interacciones privadas y en línea, así como también implementó un programa de escaneo de rostros para la base de datos de Seguridad Pública».

Según el informe:

«Los informes de los condados de las provincias de Henan y Jiangxi dicen que las cámaras con software de reconocimiento facial están ahora en todas las instalaciones religiosas aprobadas por el estado. Muchas de estas cámaras están instaladas junto a las cámaras de vigilancia estándar (CCTV), pero están conectadas con la Oficina de Seguridad Pública, lo que significa que la inteligencia artificial puede conectarse instantáneamente con otras bases de datos del gobierno. El software de reconocimiento facial está vinculado al “Sistema de Crédito Social” en China, que controla la lealtad de los ciudadanos con respecto a los principios del comunismo».

Del mismo modo, los investigadores de Puertas Abiertas en la India señalaron que «las minorías religiosas temen que las aplicaciones que solicitan acceso a los contactos tengan funciones secretas y que se utilicen para vigilar sus contactos y sus movimientos».

En tercer lugar, la tendencia denominada «ciudadanía ligada a la fe» siguió extendiéndose.

«En países como la India y Turquía, la identidad religiosa está cada vez más ligada a la identidad nacional, lo que significa que para ser un “verdadero” indio o un buen turco, es necesario ser hindú o musulmán, respectivamente», señalaron los investigadores. «Esto es a menudo implícitamente —si no explícitamente— alentado por el gobierno en funciones».

Puertas Abiertas señaló:

«En medio de una oleada de nacionalismo hindú, los cristianos indios son constantemente presionados por una estridente propaganda. El mensaje “para ser indio, debes ser hindú” significa que las turbas siguen atacando y acosando a los cristianos, así como a los musulmanes. La creencia de que los cristianos no son verdaderamente indios significa que la discriminación y la persecución generalizadas se llevan a cabo a menudo con impunidad. La India también sigue bloqueando el flujo de fondos extranjeros a muchos hospitales, escuelas y organizaciones eclesiásticas administradas por cristianos, todo ello bajo el pretexto de proteger la identidad nacional india».

«En Turquía, el gobierno turco también ha asumido el papel de protector nacionalista del Islam. Santa Sofía, era originalmente una basílica y luego fue una mezquita, hasta que la Turquía moderna decidió que debía ser un museo. Sin embargo, en julio de 2020, el presidente turco persuadió a un tribunal para que la convirtiera de nuevo en una mezquita, fortaleciendo el nacionalismo turco… La influencia turca y los objetivos nacionalistas se extienden más allá de sus fronteras, tal como en el caso del apoyo a Azerbaiyán en su conflicto con Armenia«.

En cuarto lugar, los ataques de los extremistas, en su mayoría musulmanes, aumentaron a pesar de las órdenes de confinamiento para contener el coronavirus. «En gran parte del mundo, la violencia contra los cristianos en realidad disminuyó durante la pandemia por COVID-19», señalaron los investigadores, pero los cristianos del África subsahariana «se enfrentaron a niveles de violencia hasta un 30 % más altos que el año anterior».

Puertas Abiertas comentó:

«En Nigeria, varios cientos de aldeas, en su mayoría cristianas, fueron ocupadas o saqueadas por militantes musulmanes armados Hausa-Fulani; en ocasiones también destruyeron campos y cosechas. Boko Haram y su grupo escindido “Estado Islámico de la Provincia de África Occidental” afiliado a la ISIS, siguen asolando Nigeria y el norte del Camerún».

«En la región del Sahel, justo al sur del desierto del Sahara, el extremismo islámico se alimenta de la injusticia y la pobreza. Estos grupos extremistas se aprovechan de los fracasos del gobierno, y los yihadistas armados difunden propaganda, impulsan el reclutamiento y realizan ataques regulares. Este año, algunos grupos se comprometieron a hacer la guerra contra los “infieles”, dentro de los que incluyen a los cristianos…».

«En Burkina Faso, país hasta hace poco reconocido por su armonía interreligiosa entre musulmanes y cristianos, ahora 1 millón de personas —una de cada 20 personas— están desplazadas (y millones más pasan hambre) como resultado de la sequía y la violencia. El año pasado, Burkina Faso entró dramáticamente en la LMP por primera vez. Este año, los extremistas islámicos continúan atacando iglesias (14 muertos en un ataque, 24 en otro)».

¿Cómo se compara la LMP con otros informes sobre persecución religiosa?

Puertas Abiertas cree que es razonable decir que el cristianismo es la religión más perseguida del mundo. Al mismo tiempo, señala que no hay documentación con la que se pueda hacer una comparación real con la población musulmana del mundo.

Otras evaluaciones de la libertad religiosa en todo el mundo corroboran muchas de las conclusiones de Puertas Abiertas. Por ejemplo, el último análisis del Centro de Investigación Pew sobre las hostilidades del gobierno y la sociedad hacia la religión encontró que los cristianos fueron acosados en 145 países en 2018, más que cualquier otro grupo religioso.

Los musulmanes fueron acosados en 139 países, seguidos por los judíos en 88 países.

Al examinar tan solo la hostilidad de los gobiernos, los musulmanes fueron acosados en 126 países y los cristianos en 124 países, según Pew. Al examinar sólo la hostilidad dentro de la sociedad, los cristianos fueron acosados en 104 países y los musulmanes en 103 países.

Todas las naciones del mundo son monitoreadas por investigadores y personal de campo de Puertas Abiertas, pero se presta una atención profunda a 100 países, y un enfoque especial en los 74 que registran niveles «altos» de persecución (con puntajes de más de 40 en la escala de 100 puntos de Puertas Abiertas).

Durante el evento de lanzamiento, Sam Brownback, embajador itinerante de EE.UU. a favor de la libertad religiosa internacional, elogió la LMP.

«Llegará el día en que la gente pueda practicar su fe libremente, y los gobiernos protegerán este derecho», dijo. «Este día se está acercando, y Puertas Abiertas ayuda en este esfuerzo».

Traducido por Livia Giselle Seidel.

Clasificación de la Lista Mundial de la Persecución 2021:

Posición

País

1

Corea del Norte

2

Afganistán

3

Somalia

4

Libia

5

Pakistán

6

Eritrea

7

Yemen

8

Irán

9

Nigeria

10

India

11

Irak

12

Siria

13

Sudán

14

Arabia Saudita

15

Maldivas

16

Egipto

17

China

18

Myanmar

19

Vietnam

20

Mauritania

21

Uzbekistán

22

Laos

23

Turkmenistán

24

Argelia

25

Turquía

26

Túnez

27

Marruecos

28

Malí

29

Qatar

30

Colombia

31

Bangladesh

32

Burkina Faso

33

Tayikistán

34

Nepal

35

República Centroafricana

36

Etiopía

37

México

38

Jordania

39

Brunéi

40

Congo

41

Kazajistán

42

Camerún

43

Bután

44

Omán

45

Mozambique

46

Malasia

47

Indonesia

48

Kuwait

49

Kenia

50

Comoras

¿Quién ayudará a la generación Z con la ansiedad, la depresión y el suicidio? Los pastores de jóvenes recurren a la consejería.

La nueva concientización sobre la salud mental insta a los ministros a buscar nuevos recursos.

Christianity Today January 8, 2021
Illustration by Rick Szuecs / Source images: Envato Elements

La consejería cristiana a la que se hace referencia en este artículo se ejerce de forma profesional en los Estados Unidos. En la mayoría de los casos es necesario contar con un grado de maestría en la materia (máster), y tener una licencia emitida por la autoridad estatal correspondiente.

Jarrod Hegwood estaba seguro de que sabía cómo brindar «consejería» a los estudiantes de su grupo de jóvenes. Pero cuando él mismo recibió consejería, se dio cuenta de que en realidad no tenía idea.

«Comprendí que lo que había venido haciendo no era consejería», dijo Hegwood. «Lo que hacía como ministro de jóvenes era tratar de solucionar los problemas de la gente diciéndoles cómo actuar y cómo comportarse, pero no los estaba ayudando a entenderse a sí mismos ni a crecer como personas».

Hegwood aprendió mucho acerca de sí mismo cuando asistió a un curso de consejería en el seminario y cuando recibió terapia; sin embargo, su mayor descubrimiento fue aprender acerca de la importancia de los profesionales de la salud mental. Se dio cuenta de que, como ministro de jóvenes, no estaba capacitado para abordar los problemas de salud mental que sus estudiantes enfrentaban.

Así como Hegwood, quien actualmente dirige un centro de consejería en Walker, Louisiana, y sirve como pastor de jóvenes a medio tiempo, varios pastores de jóvenes en los Estados Unidos están empezando a tomar en serio la salud mental y a buscar recursos para ayudar a los jóvenes cristianos. Esto se debe en parte a que el estigma en torno a los problemas de salud mental ha ido disminuyendo, así como al preocupante aumento de la ansiedad, la depresión y el suicidio en la generación Z (se conoce con este nombre a las personas que nacieron después de 1997).

Los trastornos de ansiedad en los adolescentes aumentaron un 20 % entre 2007 y 2012. Hoy en día, según los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, 1 de cada 3 adolescentes sufrirá algún trastorno de ansiedad. El porcentaje de adolescentes que experimentaron por lo menos un episodio depresivo mayor aumentó de forma acelerada en aproximadamente el mismo período, y actualmente, 1 de cada 5 mujeres adolescentes afirma tener síntomas. La tasa de suicidios entre los jóvenes de 15 a 19 años aumentó un 76 % de 2007 a 2017 y casi se triplicó en el caso de los adolescentes de 10 a 14 años. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el suicidio es la segunda causa de muerte en los adolescentes, superado solo por los accidentes.

Los ministerios evangélicos de jóvenes están respondiendo: están explorando nuevas opciones y colaborando con profesionales de la salud mental para conseguir la ayuda y los recursos que la generación Z necesita.

El ministerio Focus on the Family comenzó a evaluar la necesidad de más y mejores recursos para la salud mental luego de que una tragedia los azotara muy de cerca. En el lapso de dos años, veintinueve estudiantes se suicidaron en el condado de El Paso, Colorado, donde se ubica su sede. La revista Newsweek se refirió a este auge como «un brote, una plaga que se esparce por los pasillos de las escuelas».

Focus on the Family formó un equipo para desarrollar recursos sobre el suicidio. El ministerio descubrió que la mayoría de los bachilleratos [high school], universidades, e incluso algunas iglesias tenían protocolos de respuesta ante el suicidio, pero eran pocos los programas integrales de prevención del suicidio dirigidos a los adolescentes. Focus on the Family decidió elaborar sus propios materiales y comenzó a entrevistar a personas acerca del suicidio en adolescentes: pastores de jóvenes, padres (incluidos aquellos cuyos hijos murieron por suicidio), adolescentes, personas afectadas por el suicidio de otros y personas que habían intentado suicidarse.

Joannie DeBrito, directora de programas para padres y jóvenes en Focus on the Family y profesional licenciada en salud mental, mencionó que cuando su equipo preguntó a los entrevistados sobre las causas del suicidio, las redes sociales fueron «la primera respuesta que todos dieron de forma inmediata». Los expertos consideran que una serie de factores biológicos, psicológicos y culturales probablemente contribuyen al grave aumento de los problemas de salud mental y del número de suicidios, pero no han llegado a un acuerdo en cuanto al impacto de las redes sociales.

DeBrito señaló que, cuando menos, hay una fuerte correlación que es importante considerar: en 2007, cuando las muertes por suicidio comenzaron a aumentar con rapidez, el iPhone salió a la venta, la gente comenzó a usar aplicaciones de redes sociales y Facebook bajó la edad mínima requerida para sus usuarios a 13 años.

Hegwood está de acuerdo con este vínculo. Con frecuencia, él ve a los jóvenes enganchados a sus teléfonos y luego los encuentra emocionalmente abatidos por la experiencia de intentar tener alguna una conexión valiosa con la personas en las redes sociales. Mencionó que a veces se anima a los estudiantes a «no preocuparse por lo que piensen los demás», pero el cerebro de los adolescentes está programado para darle un gran peso a las relaciones sociales y hace que se sientan premiados cuando reciben la aprobación y aceptación de sus compañeros. Una vez que Hegwood entendió esto, cambió su forma de llevar a cabo su ministerio.

«Realmente me di cuenta de lo importante que es la comunidad y las relaciones sociales», dijo Hegwood. «Siento que es casi tan importante como la sana doctrina, ya que si tengo la más sana doctrina, pero no tengo un lugar donde los jóvenes puedan relacionarse, la predisposición de sus cerebros los llevará a buscar conexiones en otro lugar».

Buscar la aprobación y la aceptación de una comunidad sana puede ser positivo, por lo que Hegwood fomenta la comunidad entre sus estudiantes: lejos de sus teléfonos. El recurso de prevención de suicidios de Focus on the Family, Alive to Thrive [Vivos para florecer], publicado en 2018, sugiere a los padres que establezcan límites en el uso de la tecnología, pero también señala que la prevención de suicidios debe comenzar por fomentar relaciones sociales sanas y proteger a los niños y jóvenes de toda clase de abuso.

Hoy en día, todo buen ministro de jóvenes tiene que saber cuándo referir a alguien a algún servicio de consejería, dijo Steve Johnson, vicepresidente de Focus on the Family.

«Los problemas que los adolescentes afrontan actualmente son muy complejos», indicó, «a menudo se necesita alguien con experiencia clínica para ayudar… Para ser un ministro de jóvenes verdaderamente eficaz, una de sus metas debe ser tener el discernimiento para saber a dónde dirigir a un joven que está luchando con problemas que usted no puede tratar».

Hegwood no siempre vio a los consejeros y psicólogos como colaboradores en el ministerio. Antes de convertirse en consejero él mismo, pensó que había fracasado cuando se enteró de que uno de sus estudiantes estaba recibiendo consejería profesional.

«En cierto modo sentí que no había sido capaz de atender las necesidades de ese estudiante», dijo Hegwood. «Para ser sincero, en ese momento no estaba capacitado para atender las necesidades de ese chico. No era capaz de hablar con él sobre lo que estaba atravesando ni acerca de su situación».

Pero después, empezó a abordar las enfermedades mentales de sus estudiantes como si se tratara de cualquier otro diagnóstico médico que requiere un tratamiento adicional: como una pierna fracturada o un cáncer. Él piensa que hasta que los pastores de jóvenes empiezan a ver las enfermedades mentales de esta manera es cuando realmente son capaces de ministrar a sus estudiantes de forma integral.

«Es bueno reconocer nuestras limitaciones», dijo Hegwood. «Si no reconocemos nuestras limitaciones, no estamos ministrando de la mejor manera a la gente que Dios ha puesto en nuestro camino».

Un estudio de LifeWay Research muestra que solo el 2 % de los pastores protestantes no recomiendan que la gente busque consejería profesional. El 84 % concuerda en que las iglesias deben brindar ayuda a las personas con enfermedades mentales.

Kelsey Vincent, pastora de jóvenes y familias de la Primera Iglesia Bautista de Decatur, Georgia, asume esa responsabilidad. Ella puso a su iglesia en contacto con Robert Vore, un consejero cristiano de Atlanta que trabaja con jóvenes y brinda capacitación para las iglesias sobre temas de salud mental.

Vincent invitó a Vore a un evento de la iglesia llamado «Almuerza y aprende». Vore tuvo una charla con estudiantes y padres sobre algunas de las señales que indican que los adolescentes podrían estar enfrentando problemas de salud mental, así como sobre diversas formas en las que se pueden ayudar mutuamente. Más tarde, cuando varios estudiantes de la iglesia pasaron por alguna crisis de salud mental, Vincent llamó a Vore y la orientó para que hiciera las preguntas correctas.

«Esto sucede en todo lugar donde doy una charla, ya sea en un grupo de jóvenes o en un ministerio universitario», dijo Vore. «Pronto termino escuchando al personal decir que están teniendo conversaciones que nunca habían tenido antes».

Esas conversaciones pueden significar que jóvenes cristianos de la generación Z busquen profesionales de la salud mental cuando los necesiten. Sin embargo, una mayor sensibilización acerca de las dificultades concernientes a la salud mental también abre nuevas posibilidades para el ministerio. Hegwood se dio cuenta de esto cuando él mismo estaba recibiendo consejería por primera vez.

«Hasta ese momento, ya llevaba diez años dedicándome al ministerio estudiantil», dijo Hegwood. «La experiencia de acudir a un consejero cristiano era lo más parecido al discipulado que había vivido en toda mi vida en la iglesia. Y eso que crecí en la iglesia».

Hegwood indicó que sabía, por ejemplo, que Segunda de Corintios 10:5 dice que llevemos «cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo» (NVI). Pero no sabía en realidad cómo hacer eso hasta que su consejero le enseñó a ser consciente de sus pensamientos y sentimientos, de tal forma que pudiera resistirlos cuando fuera necesario.

Vore dice que aprender a controlar las emociones es un gran primer paso hacia la salud mental. La gente tiene la tendencia a categorizar las emociones desagradables como la tristeza, el miedo o la ira como «malas» o «equivocadas». Según Vore, es importante ayudar a los estudiantes a entender que Dios los creó con emociones, y que es posible afrontar los pensamientos que no son verdaderos, sin invalidar ni negar sus sentimientos.

«Son una parte saludable de nuestro ser», anadió Vore. «Puedes examinar las Escrituras y ver que Dios tiene emociones. Jesús tiene emociones, incluso las que nosotros consideraríamos como desagradables… Tener esas emociones no es simplemente falta de fe».

Tanto Hegwood como Vincent han usado la película de Disney-Pixar Inside Out [Intensa-mente] para ilustrar este tema con sus estudiantes. La película está ambientada en el cerebro de una niña de 11 años llamada Riley, donde sus emociones se disputan el control. Alegría, por lo general la emoción dominante, siempre trata de mantener a Riley feliz, pero tiene que aprender que Tristeza también tiene un lugar en la vida de Riley.

Vincent dirigió un retiro juvenil en el que relacionó esta película con los Salmos. Mostró a sus estudiantes la cantidad de emociones que había en los Salmos como una forma de demostrar que Dios creó las emociones humanas, y que Él no se sorpende con ninguna de ellas.

«Si hay algo que siento que mis chicos podrían repetir y enseñar a alguien más después de haber estado conmigo durante dos años, es que tenemos permiso para ser honestos con Dios acerca de lo que sentimos», dijo Vincent. «No tenemos por qué sentir vergüenza de eso. No tenemos que fingir ser felices delante de nadie, y menos delante de Dios».

Hegwood tampoco quiere que sus estudiantes finjan delante de él. Ha aprendido a hacerles preguntas difíciles durante el proceso.

«El énfasis en la comunidad fue lo que cambió mi forma de pensar respecto al ministerio de jóvenes», señaló. «Pero el énfasis especial en el individuo fue lo que cambió mi forma de pensar acerca del discipulado».

Ahora él sabe que discipular a sus estudiantes va más allá que solucionar sus problemas. Se trata de conocer sus corazones y mentes y, cuando sea necesario, conseguirles la ayuda que necesitan para estar mentalmente sanos.

Lanie Anderson es escritora y estudiante seminarista en Oxford, Mississippi.

Traducido por Renzo Farfán.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Los Salmos nos desafían a traer todo nuestro ser delante de Dios

Orar el Salterio puede encauzar el río de nuestras emociones.

Christianity Today December 28, 2020
Illustration by Sarah Gordon / Image: Untitled, Joachim Ferdinand Richardt / Courtesy of the Bowers Museum, Santa Ana, CA

Un río atraviesa el terreno de mis padres. Es el telón de fondo de innumerables recuerdos felices. Cada vez que viajo a casa, todavía camino hasta la orilla del agua y lo visito como a un viejo y muy querido amigo.

Pero, algunas veces, mi amado río se ha vuelto peligroso y destructivo. Durante las inundaciones, sus corrientes arrojan escombros como si hubiera pasado un tornado. En una ocasión, el río inundó la casa de mis padres, a pesar de que viven cientos de metros cuesta arriba. Algunas personas han sido arrastradas por las impetuosas aguas y se han ahogado.

La diferencia entre el río que amo, un lugar tranquilo, palpitante de vida y vigor, y que nutre toda la tierra que lo rodea; y el río que destruye, trayendo caos y terror a su paso, está en sus márgenes. El río se vuelve peligroso cuando crece y se sale de su cauce, pero dentro de sus márgenes, todo el poder de sus profundos manantiales subterráneos se aprovecha para dar vida y alegría. El movimiento y la inconstancia del agua, la forma en que nunca se ve igual día con día o estación con estación, son parte de su belleza. Pero toda esa fluctuación encuentra un telos, es decir, un propósito y un destino, solo dentro de la forma estable que crea un cauce bien definido.

Nuestras inestables corrientes emocionales de alegría, tristeza, ira y anhelo son como ese río. Las emociones humanas son cosas buenas, necesarias, hermosas e incluso nutritivas. Algunos movimientos dentro del cristianismo mezclan sutilmente el evangelio con el estoicismo, representando a las emociones como amenazantes o profanas, y terminan encumbrando la razón y una especie de fría piedad. Sin embargo, las Escrituras hacen evidente que las emociones son de vital importancia para alcanzar la plenitud, e incluso la santidad.

La filósofa Martha Nussbaum escribe que las emociones nos brindan información verdadera sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Ella las llama «cogniciones calientes»: las emociones no son irracionales, sino más bien informativas. Nos muestran lo que valoramos. Nos enseñan cómo vivimos. Aprender a admitir, observar y nombrar nuestras emociones transforma nuestro ser interior, dejando espacio para la amplitud de la sabiduría humana; para el miedo y el dolor, pero también para el amor, la belleza y la bondad.

Sin embargo, las emociones pueden ser fuerzas destructivas si se salen de su cauce: si arrollan todo a su paso, si determinan el curso de nuestras vidas, si dictan la forma en que respondemos a los demás o si se colocan en el centro de nuestra vida como lo único verdadero o real.

Entonces, ¿cómo podemos permanecer en sintonía con nuestro ser interior sin ser arrastrados río abajo por lo que sentimos de un momento a otro? ¿Y cómo podemos, como cristianos, traer todo nuestro ser ante Dios, incluyendo nuestra vida emocional?

Las Escrituras nos brindan una práctica: orar los Salmos. Los Salmos fueron el primer libro de oraciones de la iglesia. Nuestros hermanos y hermanas cristianos de la antigüedad practicaban la oración principalmente por medio de la memorización y recitación diaria de los Salmos. La adopción de esta práctica a través de los años, durante milenios, en casi todos los idiomas y en todos los lugares de la tierra, enseña a la Iglesia, individual y colectivamente, a mantenerse llena de vida y en sintonía con todas las complejas emociones humanas. Mientras oramos los Salmos, aprendemos a celebrar y aprendemos a lamentarnos. Aprendemos a ser honestos con Dios acerca de nuestra ira y nuestro pecado. Aprendemos a llorar y a dudar. Aprendemos a admitir vergüenza y a expresar gratitud.

Orar los Salmos reiteradamente nos permite acercarnos a Dios con honestidad emocional, autenticidad y transparencia. Juan Calvino escribió que los Salmos son «la anatomía de todas las partes del alma». También dijo de ellos que no hay emoción humana que «alguien encuentre en sí mismo cuya imagen no se encuentre reflejada en su espejo. Todas las tristezas, dolores, miedos, recelos, esperanzas, preocupaciones y ansiedades; en resumen, todas las emociones inquietantes en las que la mente de los hombres suele ocuparse, el Espíritu Santo las ha representado aquí con gran precisión». Cuando sentimos el más profundo dolor, podemos orar con el salmista: «Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro. Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido» (Salmo 88:3-4, NVI). Cuando estamos llenos de gozo, podemos orar: «Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra» (Salmo 100:1, RVR1960).

Los Salmos nos enseñan a expresar nuestras emociones delante de Dios, lo cual resulta vital en nuestro proceso de aprendizaje. Dios no es un padre frío y distante al que debamos acercarnos con impecable compostura y gélida obediencia. Los Salmos nos desafían a decirle a Dios nuestras necesidades, anhelos, resentimientos, dolores, tristezas y alegrías más profundas; y al hacerlo, aprendemos a admitir la verdad sobre nosotros mismos.

En una época en la que adormecemos tanto el dolor como la alegría estando siempre distraídos y permanentemente ocupados, ya sea en las redes sociales o en interminables conversaciones sobre temas controversiales, los Salmos nos llaman a las profundidades: las profundidades de la persona humana, las profundidades del dolor y la alegría, y las profundidades del conocimiento de Dios.

Reflexionar, memorizar y orar los Salmos también nos ayuda a encontrar un cauce que guíe nuestras emociones, alejándolas del narcisismo y dirigiéndolas hacia Dios mismo. La práctica de orar los Salmos nos enseña con el tiempo que, junto con nuestra mente y nuestra voluntad, nuestras emociones necesitan ser discipuladas. Este lenguaje emocional en las Escrituras nos instruye con honestidad, y centra nuestras pasiones en Dios y en su obra en el mundo. Orar los Salmos nos permite ubicar nuestra propia historia —y el gozo, la pérdida, la lucha y la maravilla de nuestra propia vida— dentro de la gran historia de redención de Dios.

Orar los Salmos no solamente nos enseña a expresar nuestras emociones delante de Dios: la práctica también moldea nuestras emociones. Le brinda un cauce a las poderosas corrientes en nuestros corazones. Así como el lento proceso de erosión, orar el Salterio completo una y otra vez forma el paisaje de nuestro ser interior. Las Escrituras actúan dentro de nosotros, a través de la oración, determinando lo que creemos y cómo respondemos a las cosas que sentimos. Esto define quienes somos y determina lo que adoramos. En resumen, orar los Salmos nos ayuda a nombrar lo que sentimos, pero también transforma quienes somos.

En su libro Rejoicing in Lament [Regocijo en el lamento], J. Todd Billings escribe: «Orar los Salmos trae todo nuestro corazón ante el rostro de Dios, reorientando nuestra propia visión hacia Dios y sus promesas… Los Salmos nos son dados por Dios para guiar nuestra oración y transformarnos cada vez más para que nuestra identidad se asemeje a la de Cristo, como miembros del cuerpo de Cristo». Finalmente, cuando oramos los Salmos, los oramos en y con Cristo. Jesús mismo aprendió, estudió y oró los Salmos. Citó los Salmos más que cualquier otro libro del Antiguo Testamento y, a la hora de su muerte, los Salmos estaban en sus labios (Mateo 27:46).

Al final, Dios puede tomar todas nuestras emociones y cada experiencia de nuestra vida y usarlas como materia prima por medio de la cual nos transforme en personas que viven como sus amados. Billings escribe: «En y por Jesucristo, con quien los cristianos se han unido por medio del Espíritu Santo, podemos alabar, lamentarnos y expresar nuestras peticiones». Y, a través de esta práctica, descubrimos que las experiencias y las emociones que sentimos —toda nuestra pérdida, alegría, dolor, ira, anhelo y felicidad— no son la parte central de nuestra historia, ni lo que debe definir nuestras vidas.

A medida que usamos los Salmos en oración diaria, nuestras propias historias, llenas hasta el borde tanto de hermosura como de dolor, de dificultades y de belleza, encuentran cauce y dirección. Aprendemos a ser honestos acerca de las veleidosas realidades de nuestro ser interior y, a través de esta práctica que muestra nuestra vulnerabilidad, oramos los Salmos con Jesús y entramos en la realidad más amplia de quién es Dios, y de lo que Él ha hecho.

Finalmente, sucede lo mismo con el cauce de un río. Sus márgenes no son principalmente un medio de control. Su propósito principal no es simplemente limitar o rodear. Los márgenes son los que hacen que un río fluya en la dirección que debe ir. El cauce de un río es lo que le permite llegar a su fin, su objetivo final, su telos. De la misma manera, estas oraciones de los Salmos permiten que nuestro ser interior, con todas sus variadas corrientes, giros y vueltas, encuentre su culminación en el infinito mar del amor de Dios.

Tish Harrison Warren es sacerdote de la Iglesia Anglicana de América del Norte. Es autora de Liturgy of the Ordinary y Prayer in the Night (Inter-Varsity Press, Enero de 2021).

Traducido por Paulina Canchola

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Jesús es la luz en el confinamiento

El 2020 nos ha acercado a nuestra fragilidad humana. Que nos acerque también a la Encarnación.

Christianity Today December 22, 2020
Illustration by Cornelia Li

La Navidad de este año promete ser más que memorable debido a la pandemia por coronavirus. Los adoradores celebrarán la encarnación de Jesús confinados en sus casas, mientras que sus viajes y reuniones familiares se verán restringidos. En Nochebuena, la Plaza del Pesebre en Belén probablemente resonará con una tranquilidad similar a la de innumerables iglesias donde la "noche de paz" tendrá más que ver con la angustia global que con la paz celestial. Los villancicos y sermones serán en línea, al igual que todas las compras de Navidad.

Las esperanzas y temores del 2020 encuentran su respuesta en Jesús en esta Navidad. Dios, hecho carne, nos fue nacido con todos los límites que la Encarnación impone. ¿Podría Jesús haber contraído un virus? Como era completamente humano, podemos presumirlo. Pero, como era completamente Dios, asumimos también que cualquier virus solo habría tenido poder sobre Él si le hubiera sido concedido desde arriba (Juan 19:11). Presumimos también que Jesús podría haber repelido cualquier virus de la misma forma en la que resistió a Satanás; sin embargo, Jesús evitó el uso del poder divino para beneficio personal (Mateo 26:53; Marcos 15:30; Lucas 4:23).

Entre nosotros, meros humanos, la COVID-19 continúa su propagación como fuego en un bosque seco, sin discriminación. Arde junto a acalorados disturbios civiles, agitados discursos públicos, y una situación política profundamente dividida alrededor del mundo. Las pandemias no muestran parcialidad; sin embargo, la discriminación ocurre entre las cenizas. Los pobres en todo el mundo, los que no tienen acceso a buenos servicios de salud, los ancianos y los que ya están enfermos, las minorías y los marginados, los trabajadores esenciales, y los que necesitan trabajos más arriesgados para llegar a fin de mes se hunden bajo las cenizas. Es posible que esta no sea nuestra última Navidad con coronavirus. Una vacuna resulta prometedora, pero no erradicará inmediatamente la amenaza de este virus, especialmente si la disponibilidad o el cumplimiento con la misma no es universal, o si el virus muta en una cepa más mortífera.

Cualquier belleza que surja de las cenizas al final de todo esto, será por obra del Espíritu Santo (Isaías 61:3). Las disparidades exacerbadas por la pandemia entre privilegiados y pobres son aquellas que Jesús nació para confrontar (Isaías 61:1). Tal como María cantó acerca de Dios en la concepción de su Hijo: "… desbarató las intrigas de los soberbios. De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías" (Lucas 1:51–53, NVI).

Aun así, en el espíritu de humildad de la encarnación, Jesús insistió en que cada uno de nosotros debía tomar su propia cruz para seguirlo. La pérdida es el camino seguro a la vida real. Pero el orgullo humano, un vicio viral, empuja enérgicamente contra estas cruces declarando autonomía y control. El orgullo se niega a aceptar la mera humanidad con sus limitaciones y quebrantamiento, afanándose por construir una fachada falsa de soberanía divina, independiente, desprendida y plenamente en control. Trabajamos por la autosuficiencia material y emocional como si quisiéramos eliminar todo rastro de vulnerabilidad. Nos esforzamos por ser como un Dios que en realidad no existe.

El verdadero Dios que nació para nosotros en Navidad, el Dios que adoramos, tomó un cuerpo humano real, uno sujeto al envejecimiento y al error genético, a la flacidez de la piel y a la vista cansada, a las arterias obstruidas, a la pérdida de memoria y a la muerte. La encarnación ocurrió en medio de la pobreza, el escándalo, la opresión y la incertidumbre. Jesús lloró cuando era un bebé y pasó por la adolescencia. Vivió una vida justa y murió una muerte injusta por nosotros, llevando una corona de espinas (la cual, algunos predicadores han mencionado recientemente por su semejanza al coronavirus).

El nacimiento humano de Jesús en Navidad, en toda su indignidad, precedió la resurrección de su cuerpo; pero aun después de haber resucitado, Jesús conserva sus cicatrices (Juan 20:27). Los cristianos creemos que Él es completamente Dios y completamente humano, y en ningún otro aspecto la humanidad queda de manifiesto como en la muerte. La decadencia y el deterioro siempre están trabajando en nosotros, dando testimonio constante de nuestra necesidad.

Al pasar esta Navidad en confinamiento, tengamos una conciencia renovada acerca de los límites que la Encarnación conlleva, mismos que celebramos en Jesús, quien no consideró su igualdad con Dios como algo a qué aferrarse (Filipenses 2:6). Que esta conciencia alimente nuestra preocupación y nos lleve a orar por nuestros hermanos cristianos, así como por todas las personas en el mundo que se encuentran amenazadas y frustradas por esta pandemia. Cada época navideña denuncia su propia comercialización y busca reafirmarse en su verdadero significado. Si perder nuestras vidas y nuestros cómodos estilos de vida nos abre a la verdadera humanidad que compartimos con los más pequeños, los últimos y los perdidos en todo el mundo y, por tanto, nos reconecta significativamente los unos con los otros, entonces digo Feliz Navidad.

Daniel Harrell es el editor jefe de Christianity Today.

Traducción por Jenilee Rebarber

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Christianity Today December 22, 2020

En esta serie

Estas son las 20 historias más leídas de CT en español durante el 2020, en orden descendiente.

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Cuarta semana de Adviento: Ha nacido un Salvador

Lecturas devocionales de Adviento de Christianity Today.

Christianity Today December 19, 2020
Jared Boggess

Ir a la lectura diaria: Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes

Domingo: Acostado en un pesebre

Lectura de hoy: Lucas 2:8-20

Había llegado la hora. Durante miles y miles de años, el pueblo de Dios había estado esperando la llegada del más grande de los hijos de David: el Mesías y Rey de Israel, el Príncipe de Paz prometido. Los sueños de sus profetas, sueños forjados por Dios, finalmente se hicieron realidad cuando los coros de ángeles anunciaron: ¡El Rey ha llegado! Ha nacido en este día.

Nos resulta maravilloso que un ángel del Señor anunciara la llegada del Mesías. Miramos boquiabiertos a todo un ejército de ángeles estallando en extraordinaria alabanza. Podríamos esperar que esta proclamación resonara en los salones reales o en el templo; en cualquier lugar excepto en un oscuro campo cerca de Belén, teniendo a humildes pastores como audiencia.

El hedor animal de sus ropas, su innoble posición social y la suciedad alojada debajo de sus uñas no descalificaron a estos pastores para recibir la palabra del Señor. Después de todo, esta buena noticia de gran gozo era para «todo el pueblo» (Lucas 2:10, NVI) y, como leemos más adelante, especialmente para «los pobres» (4:18).

¿Y qué les dijo el ángel que sería la señal de estas extraordinarias buenas nuevas? Busquen la pobreza del Mesías: encontrarán al niño acostado en un pesebre, un comedero para el ganado. Olerá como ustedes, benditos pastores. Lo encontrarán en circunstancias humildes, como si se tratara de un marginado. De hecho, «dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece» (6:20).

Y bienaventurados somos también nosotros cuando, como los pastores, recibimos estas buenas nuevas y nos apresuramos a encontrarnos con Jesús. ¿No es así como comenzamos nuestro andar con Cristo? No habíamos entendido todo lo que Él es, ni todo lo que Él había hecho, ni cómo esta historia estaba destinada a transformarnos radicalmente. Simplemente sabíamos que necesitábamos verlo y conocerlo. Y cuando por fin lo vimos, ¿cómo podíamos evitar proclamar las buenas nuevas y «glorificar y alabar a Dios por todo lo que habíamos visto y oído» (2:20)?

¿No es la vida de la fe similar a esta cadencia: escuchar el evangelio, apresurarse al encuentro con Jesús, y luego proclamar el evangelio y alabar a Dios? ¿No es así como se ve la vida de fe? ¿No es esta la receta de adoración que alimenta nuestra perseverancia? ¿No es este el suelo donde florece la esperanza?

El reino de Dios está lleno de historias como estas: los humildes pastores se convierten en preciados heraldos de la salvación; los recaudadores de impuestos y las prostitutas se convierten en amigos de Dios; el necio y el débil avergüenzan al sabio y al fuerte. Incluso nuestra Esperanza misma, «el Mesías, el Señor» (2:11, NTV), fue una vez puesto en un pesebre.

—Quina Aragón

Medite en Lucas 2:8-20.

¿Qué enfatiza la humilde audiencia elegida para este anuncio angelical sobre Cristo y su propósito? ¿De qué forma la respuesta de los pastores a Cristo representa para usted un desafío?

Lunes: Alegría de nuestros deseos

Lectura de hoy: Lucas 2:22–38

En el crepúsculo de las vidas de Ana y Simeón, cuando otros podrían haber pensado que el barco de sus sueños y esperanzas había zarpado hace mucho tiempo, Dios hizo su aparición más espectacular. Fue entonces, cuando desde un punto de vista humano toda esperanza parecía perdida, que María y José colocaron suavemente en sus brazos al recién nacido Jesús. Jesús, el Mesías: sus esperanzas y sueños encarnados. Dios es así. Una y otra vez, Dios aparece en la historia y en nuestras vidas en el momento más impredecible e inesperado.

Tal vez, como Simeón, hemos servido y adorado a Dios con alegría durante toda nuestra vida. Y quizás también hemos escuchando a Dios diciendo que lo que estamos experimentando en el presente no es el final: que hay algo más.

Podría ser que, como la profetisa Ana, hayamos pasado toda nuestra vida siguiendo al Señor de cerca, caminando con su pueblo. Tal vez hemos estado haciendo la voluntad de Dios, siendo sacrificiales y amando a las personas, y hemos encontrado también dolor y sufrimiento en el camino. Quizás cada mañana nos despertamos con grandes expectativas, solo para terminar el día decepcionados. Quizás pasen los días sin que nada cambie. La vida misma puede parecer una decepción. Podemos incluso cuestionarnos si realmente escuchamos la voz de Dios.

Para Ana y Simeón, un día normal que empezó como cualquier otro, fue el día en que de repente todo cambió. María y José fueron al templo a ofrecer, en cumplimiento de la ley mosaica, a su hijo primogénito, Jesús, Dios mismo. En ese kairos [término griego para «momento adecuado u oportuno»], el Espíritu Santo guió a Simeón, y luego a Ana, en dirección de la sagrada familia. Aunque ambos estaban al borde de la muerte —su piel flácida mostraba manchas de la edad, sus cuerpos estaban encorvados y sus movimientos eran más lentos y más mesurados—, Dios apareció con el rostro fresco, lleno de vida, con ojos brillantes y piel sublimemente suave: como un bebé recién nacido. Un hecho impredecible e inesperado.

Los testimonios de Ana y Simeón nos recuerdan que Dios sigue apareciendo en nuestras vidas, a menudo de forma inesperada. Él irrumpe, trayendo una alegría inimaginable a nuestros días ordinarios.

Y no solo en esta vida, sino también en la venidera, en la cual nuestras esperanzas y sueños finalmente se harán realidad en Dios mismo.

Así que, con Ana y Simeón, exclamemos el sentimiento del gran himno, «¡Jesús, alegría de nuestros deseos!» Nuestra esperanza y nuestros sueños se ponen de manifiesto en Cristo, desde ahora y para siempre.

—Marlena Graves

Lea Lucas 2:22–38.

Considere las experiencias de Ana y Simeón en este día en comparación con sus largos años de espera. ¿En qué sentido sus historias representan para usted un desafío? ¿Cómo lo inspiran sus testimonios?

Martes: Una alegría perturbadora

Lectura de hoy: Mateo 2:1–12

La gran historia de redención de Dios está llena de ironía. Incluso cuando Mateo enfatiza que Jesús es el Mesías prometido en virtud de su lugar de nacimiento, el cual cumple con las profecías de las Escrituras, también presenta a su audiencia judía a un misterioso grupo de extranjeros: los sabios de oriente [«magos» en algunas traducciones]. ¡Mire al niño Jesús tan pronto haciendo que las naciones «se apresuren hacia Él»! (Isaías 11:10; 60:1–6).

Esta caravana migrante de gentiles entra en la Ciudad Santa, el centro de la vida religiosa judía y la residencia de Herodes (el auto-nombrado «rey de los judíos»), con la intención de encontrar y adorar al verdadero«Rey de los judíos» (Mateo 2:2). La ironía aquí casi provoca risa, hasta que notamos la aparente indiferencia de los principales sacerdotes y escribas ante el nacimiento de Cristo, y la falsa adoración de Herodes, que resulta en la matanza de niños inocentes.

Más que entretenimiento, esta ironía debe producir convicción. Los deseos de los sabios contrastan marcadamente con los de Herodes. Aunque ambos conocían las Escrituras y ambos deseaban conocer el paradero de Cristo, Herodes recurrió a planes secretos para tratar de eliminar esta «amenaza», mientras que los sabios simplemente siguieron la estrella hasta encontrar la Fuente de gozo supremo.

También observamos un evidente contraste entre la respuesta de adoración de los sabios y la aparente inacción de los principales sacerdotes y escribas. Claramente, la proximidad a la verdad no es suficiente. ¿Fue vergonzoso para estos «especialistas en el Mesías» no reconocer su advenimiento antes que estos paganos? ¿Por qué sus vastos conocimientos teológicos no despertaron en ellos una disposición como la que vemos en los sabios? ¿Fue su capacidad de respuesta espiritual embotada por el hambre de poder y la sed de privilegios al aliarse con un rey tiránico?

«Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados», nos dice la Palabra (Mateo 5:6). Esta es la realidad que vemos encarnada en estos sabios gentiles. Su gozo se desbordó y se transformó en adoración cuando vieron ese brillante signo de esperanza reposar sobre el hogar de la Esperanza misma (ver Números 24:17). Viajaron desde muy lejos para doblar gozosos sus rodillas ante el «Rey de los judíos», quien resultó ser también el «Rey de las naciones» (Apocalipsis 15:2-4).

El amor de Dios es un escándalo: demasiado completo para contenerlo, demasiado impactante para predecirlo. Hace de los paganos, adoradores de Cristo y, de los extranjeros, héroes de la fe. ¿Estamos dispuestos a aprender de estos líderes inverosímiles y de su adoración generosa y humilde? Si lo estamos, quizás también nosotros encarnemos una hermosa ironía: una alegría perturbadora, una brillante esperanza que atraviese la oscuridad de nuestro tiempo.

—Quina Aragón

Reflexione sobre Mateo 2:1–12.

(Opcionalmente, lea también Isaías 11:10 y 60:1–10.) ¿Qué le llama la atención acerca de cómo respondieron los sabios al nacimiento de Cristo? ¿Cómo enfatiza la gozosa adoración de los sabios el propósito de Cristo?

Miércoles: Guerra de Navidad

Lectura de hoy: Mateo 2:1-18; 1 Juan 3:8

En la historia del nacimiento de Jesús, hasta este momento todo ha sido canto y gozo. Hemos visto coros angelicales, pastores presurosos y hombres sabios buscando adorarlo. Pero aquí, en Mateo 2:16-18, tenemos el recordatorio brutal y contundente de por qué Jesús vino al mundo en primer lugar. «Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios» (v. 16).

En este pasaje, nos enfrentamos a una realidad cruda e inquietante: hay maldad y perversión en este mundo. El terror del pecado existe y gobierna en los corazones de hombres y mujeres. Abandonados a nuestros propios recursos y bajo la influencia del maligno, los humanos podemos ceder ante el engaño, e incluso, ante mentiras asesinas. Lo vemos claramente en las acciones de Herodes, situadas en la cúspide de la maldad. Aquí mismo, en la historia de Navidad, mientras todavía escuchamos el canto de los ángeles, Satanás y sus secuaces asesinan a un sinnúmero de bebés.

La frustración de Herodes da paso a la furia y desata esta rabia impía. Solo podemos imaginar el horror que se apoderó de Belén cuando Herodes envió a sus escuadrones de la muerte a matar a los bebés varones. Este es el acto brutal y monstruoso de un gobernante sádico bajo la influencia de Satanás. Esta atrocidad en la historia de Navidad es un recordatorio severo y sobrio para nosotros, en medio de nuestro canto, de que la razón por la que Jesús vino es para luchar. Hay una guerra y Jesús vino a vencer nuestro pecado.

La Navidad no se trata de cintas y etiquetas. No se trata de paquetes, cajas o bolsas. Se trata de una guerra espiritual. Primera de Juan 3:8 nos dice que se trata de que: «El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo».

Que podamos celebrar la paz y la belleza de la Navidad. Que podamos celebrar mientras cantamos, «¡Al mundo paz! El Señor ha venido». Pero recordemos también este oscuro acontecimiento de la historia de Navidad, porque la matanza de los bebés de Belén nos recuerda el porqué del nacimiento de Jesús. Cristo vino al mundo para vencer nuestro pecado y para destruir las obras del maligno.

—Anthony Carter

Este artículo es una adaptación de un sermón que Anthony Carter predicó el 24 de diciembre de 2017. Usado con permiso.

Considere Mateo 2:1–18 y 1 Juan 3:8.

En su opinión, ¿cómo el inquietante final de la historia de Herodes y los sabios enfatiza el propósito de Cristo o apunta hacia el evangelio? ¿Cómo puede profundizar nuestra comprensión de la esperanza?

Jueves: Adviento de nuevo

Lectura de hoy: Juan 1:1–18

El Verbo, la fuente de la Creación y la luz verdadera, entró en la humanidad como un bebé indefenso nacido en circunstancias humildes. Desde una perspectiva humana, el nacimiento de Jesús es bastante impactante. ¿Por qué Dios hecho hombre no apareció por primera vez como un joven fornido flexionando sus músculos divinos y realizando hazañas espectaculares para que todos las vieran? ¡Los ángeles podrían haber anunciado su venida a través del mundo entero! Pero no lo hicieron. Un coro de ángeles iluminó el cielo nocturno solo para unos cuantos pastores aislados.

Compare el advenimiento de Jesús con la llegada de los generales romanos del siglo I, quienes regresaban a la ciudad con pompa y fanfarria después de una victoria militar. Querían ser vistos e impresionar mientras demostraban poder y exigían homenaje. Jesús vino en silencio y discretamente, sin exigir nada.

La forma en la que llegó Jesús, su vida entre campesinos judíos y su final ejecución como un criminal ciertamente parecen un plan contradictorio para persuadir al mundo de que él es el Mesías. Sin embargo, Juan afirma: «Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (1:14).

La gloria de la que Juan testifica no concuerda con nuestras concepciones humanas de gloria y poder. Si bien los discípulos fueron testigos de muchos ejemplos milagrosos del poder de Cristo, en el evangelio de Juan la mayor demostración de la gloria de Jesús es la Cruz. Jesús mismo aclara esto: «“Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado… Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo”. Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir» (12:23, 32-33).

La impactante humildad del pesebre apunta hacia la humillación de la Cruz. Esta es nuestra esperanza extraña y de otro mundo: el Verbo, que nació como un niño indefenso, es el Salvador que vino a morir como un criminal, por nosotros. Cuando lo recibimos, dice Juan, recibimos Su Luz y Su Vida.

A veces me encuentro entre los seguidores de Jesús que todavía luchan con preguntas (véase: Mateo 28:17; Marcos 9:24; Juan 20:24-29). Cuando lo hago, vuelvo a Juan 1:14. Los discípulos habían visto a Jesús y habían estado con Él. Habían comido con Él, viajado con Él, pescado con Él, reído con Él y se habían lamentado con Él: con Dios, cara a cara. Con su vida, muerte y resurrección, Jesús los transformó tan profundamente que estuvieron dispuestos a abandonar todo, a sufrir, e incluso a morir por Jesús. Esa realidad apaga mis dudas.

También pienso en el milagro que celebramos esta Nochebuena: Jesús, el niño en el pesebre «quien, siendo por naturaleza Dios», «se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo» por nosotros (Filipenses 2:6–7). Pienso en el niño Jesús, que creció para morir y resucitar por mis pecados, ofrecerme verdadera esperanza y hacer nuevas todas las cosas. En esos momentos, Jesús, el Fiel y Verdadero; el Camino, la Verdad y la Vida, se me aparece de nuevo (Apocalipsis 19:11; Juan 14:6). Entonces, el Adviento sucede de nuevo.

—Marlena Graves

Contemple Juan 1:1–18.

(Opcionalmente, lea también Juan 12:23–36 y Filipenses 2:6–11.) Reflexione sobre el misterio y la gloria de la Encarnación. ¿Qué respuestas espirituales (tales como adoración, confianza o esperanza) se despiertan en usted?

Viernes: La última Navidad

Lectura de hoy: Isaías 9:6–7; Lucas 2:4–7; 1 Pedro 1:3–5, 13

Herodes y el Diablo intentaron evitar que llegara la Navidad porque la venida del Rey de reyes es un pensamiento aterrador. Pero la Navidad llegó de todos modos. Satanás no pudo detener los planes de Dios, los cuales han sido establecidos para siempre. No pudo evitar que Cristo naciera. No pudo evitar que Jesús muriera en la cruz. No pudo evitar que Cristo resucitara de entre los muertos. No pudo evitar que Cristo construyera su iglesia. No pudo evitar que Cristo lo salvara a usted. Y Satanás no puede evitar que Cristo lo lleve a casa. Usted ha puesto su confianza en el Rey que no solo vino, sino que algún día volverá.

Este día de Navidad, mientras celebramos el nacimiento de Cristo, nos enfocamos en el porqué de su venida. Y también recordamos que se acerca otra Navidad. El Señor nuestro Dios aún no ha terminado.

A pesar de lo que dicen los detractores, Jesús vendrá nuevamente. A pesar de las dudas de los que dudan, Jesús vendrá nuevamente. A pesar de lo que dicen los escépticos, Cristo vendrá nuevamente. Como nos lo dicen las Escrituras, «He aquí, viene con las nubes, y todo ojo le verá» (Apocalipsis 1:7, LBLA).

Amados, recordemos: Cada Navidad es una Navidad más cerca de la última Navidad, cuando el Señor mismo descenderá del cielo con un grito y con las voces de los ángeles y las trompetas de Dios (1 Tesalonicenses 4:16). Si piensa que fue ruidoso y glorioso cuando los ángeles anunciaron su nacimiento a los pastores, ¡espere a que llegue su Segundo Adviento!

Para los que no creen, la venida de Cristo será aterradora. Pero para aquellos que confiamos en Cristo, la venida del Señor será un deleite. Decimos: «¡Ven, Señor!» ¡Maranatha! [término griego que significa «el Señor viene»] (1 Corintios 16:22). Aunque no sabemos cuándo ni cómo vendrá, oramos: Ven, Señor Jesús, ven. Nosotros, tu pueblo, te estamos esperando. Queremos ser encontrados fieles. Queremos perseverar. Ven, Señor Jesús.

Este día de Navidad celebramos el milagro de la Encarnación. Nos unimos a los pastores que se apresuraron a ver al niño en el pesebre, glorificando y alabando a Dios. Adoramos con los sabios que se arrodillaron ante el niño Jesús. Nos regocijamos en las Buenas Nuevas de gracia por las cuales Jesús vino, murió y resucitó. Vivimos con esperanza. Y recordamos que esta Navidad es solo una Navidad más cerca de la gloriosa última Navidad que esperamos. Con todo nuestro corazón, cantamos: «Ven, Señor Jesús, ven».

—Anthony Carter

Este artículo es una adaptación de un sermón que Anthony Carter predicó el 24 de diciembre de 2017. Usado con permiso.

Vuelva a visitar Isaías 9:6–7; Lucas 2:4–7; y 1 Pedro 1:3–5, 13.

Reflexione sobre la profecía de Isaías a la luz de la primera venida de Cristo y la segunda venida que esperamos. ¿De qué forma su esperanza en el regreso de Cristo y su reinado eterno profundiza su comprensión de su nacimiento? ¿Cómo puede enriquecer su celebración de la Navidad?

Colaboradores:

Quina Aragón es autora y artista de la palabra hablada. Sus libros infantiles incluyen Love Made y, su próxima publicación, Love Gave (febrero de 2021).

Anthony Carter es el pastor principal de la Iglesia East Point en East Point, Georgia. Sus libros incluyen Running from Mercy y Black and Reformed.

Marlena Graves es escritora y profesora adjunta. Es autora de The Way Up Is Down y A Beautiful Disaster.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

CT tiene más de 50 artículos traducidos al español.

Tercera semana de Adviento: Emanuel, Dios con nosotros

Lecturas devocionales de Adviento de Christianity Today.

Christianity Today December 12, 2020
Illustration by Jared Boggess

Ir a la lectura diaria: Domingo | Lunes | Martes | Miércoles | Jueves | Viernes | Sábado

Domingo: Grandeza y Gracia

Lectura de hoy: Mateo 1:1-17

Durante el Adviento, mientras buscamos encontrarnos con Cristo y adorarlo, a menudo lo buscamos en la estrella brillante que llevó a los magos al milagro del pesebre. Buscamos a Cristo en los regalos de oro, incienso y mirra; lo buscamos en la hueste celestial de ángeles cantando frente a los pastores que cuidaban de sus rebaños en medio de la noche.

No es frecuente que busquemos a Jesús en su genealogía. Allí vemos la mención de grandes hombres como Abraham, el padre de nuestra fe, o el rey David, el guerrero y adorador. Sin embargo, la genealogía del Mesías destaca no solo la grandeza, sino también la gracia. Su linaje nombra no solo a los líderes, sino también a personas innobles: Tamar, una mujer impura; Rut, una moabita; y Rahab, una prostituta.

Una genealogía no es solo una lista de nombres para repasar superficialmente y dar vuelta a la página. Las genealogías incluyen paradojas que apuntan a un Dios de lo imposible. Un Dios que tenía en mente que nuestro Mesías procediera de un linaje de reinos y coronas, así como de criminales y marginados.

La genealogía de «Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» no solo nos invita a reflexionar sobre el hecho de que Dios eligió las personas, lugares y tramas más inesperados para llevar a cabo sus planes para su pueblo, sino que también nos proporciona un registro de promesas y profecías que surgen del corazón de un Dios fiel que cumplió el futuro que Él mismo predijo. Más que un simple resumen lleno de nombres, la genealogía de Jesús en el evangelio de Mateo revela la profecía cumplida de un Mesías que «brotará del tronco de Isaí» (Isaías 11:1, NVI), así como el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham de que a través de él «todas las naciones del mundo serían bendecidas» y que su descendencia sería «multiplicada como las estrellas en el cielo» (Génesis 22:17-18).

Así que le invito a apoyarse sobre esta lista de nombres. Permita que le guíe a una vida santa mientras perseveramos en el tiempo y espacio en el que vivimos, entre el nacimiento de Cristo y su regreso. Permita que le recuerde que podemos confiar en la Palabra de Dios y en su promesa de cumplir sus propósitos de bien en nuestras vidas y, en última instancia, también en este mundo, por más improbable que parezca. Así que le invito a permanecer en el linaje de Cristo, alabando a Dios por todo lo que ha hecho, mientras aguarda lleno de expectativa y con esperanza vehemente todo lo que está por venir.

—Rachel Kang

Medite en Mateo 1:1–17

. También considere reflexionar sobre las historias de Tamar (Génesis 38), Rut (Rut 1:1–5, 4:13–22), Rahab (Josué 2), David (2 Samuel 23:1–4) y Abraham (Génesis 22; Romanos 4:1-3). ¿Cómo apunta la genealogía de Jesús hacia un propósito mayor? ¿Cómo le ayuda a profundizar su confianza en Dios?

Lunes: Espere

Lectura de hoy: Lucas 1:5–25

En una sociedad que opera de forma instantánea, en la que podemos ordenar algo en línea y recibirlo una hora más tarde, a menudo nos cuesta esperar. Sin embargo, como dijo Simone Weil: «Esperar pacientemente y a la expectativa es la base de la vida espiritual».

Zacarías y su esposa Elisabet habían estado esperando durante mucho tiempo. «Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada» (Lucas 1:7). Zacarías significa «aquel a quien el Señor recuerda». Hay una dolorosa ironía aquí, porque aunque su nombre significa «el Señor recuerda», en todos sus largos años de espera, probablemente él sintió como si el Señor lo hubiera olvidado.

Pero en Lucas 1:5–25, todo cambia. El ángel Gabriel se le aparece a Zacarías y le dice: Tendrás un hijo. Esta noticia es tan increíble y tan impactante, que la respuesta de Zacarías es: Eso es imposible. Es difícil para Zacarías creer que realmente va a suceder. Y como no lo cree, Zacarías padece un caso de «laringitis angelical» durante los siguientes nueve meses hasta el nacimiento de su hijo.

La historia de Zacarías y Elisabet nos recuerda que la oración es una respuesta fiel en los tiempos de espera. Gabriel le dijo a Zacarías: «Ha sido escuchada tu oración» (v. 13). Esta declaración nos da una idea acerca de cómo vivieron Zacarías y Elisabet durante sus largos años de decepción: perseverando en la oración. Oraron incluso cuando las cosas no sucedieron como esperaban. Se aferraron a Dios, incluso en medio de la desgracia social, la desilusión y la desesperanza.

Pero, por supuesto, su espera no fue perfecta. Considere el versículo 20: «… como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo…» (énfasis añadido). Aunque a Zacarías le faltó fe, Dios aún realizó el milagro. El Adviento nos recuerda que aunque nuestra fe no siempre es fuerte, Dios es fiel y cumplirá la promesa de su regreso. Podemos dudar, deprimirnos, desanimarnos o querer darnos por vencidos, pero en su gracia, Dios regresará.

La historia de Zacarías y Elisabet es hermosa y frustrante: es hermosa porque su larga espera termina con la respuesta a su oración, pero también es frustrante porque sabemos que no todas nuestras oraciones son respondidas de la misma manera. Esta es la complejidad del Adviento: la coexistencia del sufrimiento humano y la gracia divina. Ya sea en esta vida o en la venidera, sabemos que Dios hará todas las cosas nuevas. Así, junto con Zacarías y Elisabet, esperemos.

—Rich Villodas

Este artículo es una adaptación de un sermón que Rich Villodas predicó el 8 de diciembre de 2019. Usado con permiso.

Reflexione sobre Lucas 1:5–25.

¿De qué manera podría identificarse o sentir empatía por Zacarías? ¿Qué le revela este relato acerca de Dios? ¿Qué le revela sobre el sufrimiento y la espera?

Martes: Parte de la historia

Lectura de hoy: Lucas 1:26–38

María es increíblemente famosa hoy en día, pero hubo una época en que era completamente desconocida. Ella era solo una campesina adolescente de Nazaret, un poblado que, según algunos eruditos, pudo haber tenido menos de 100 habitantes. Como sus congéneres, probablemente María era analfabeta. Dada su condición de vida, se habría esperado que se casara humildemente con un joven pobre de clase trabajadora. Su familia probablemente habría pasado hambre a menudo al no tener lo suficiente para llegar a fin de mes.

Cuando el Dios del universo decidió elegir a su madre, no se acercó a una mujer joven con grandes riquezas y reconocido estatus social. En cambio, Dios se acercó a una campesina analfabeta de un pueblo muy pequeño. La genealogía de Jesús (Mateo 1:1-17) nos muestra que no tenemos que ser de una raza en particular o pertenecer a determinado grupo social para ser parte de la historia de Dios. Y cuando miramos a María, vemos que no tenemos que ser ricos, ni venir de una gran ciudad, ni ser muy educados o importantes en la sociedad. Podemos ser personas ordinarias y, sin embargo, ser parte de esta historia eterna.

¿Cuál es la única calificación que Dios requiere? Cuando el ángel Gabriel se acercó a María y le dijo: Estás a punto de convertirte en la madre del Hijo de Dios, María abrió su corazón y dijo: Sí, que el Señor haga conmigo como me has dicho. Para formar parte de esta historia y experimentar a Dios dando a luz su vida en nosotros, todo lo que necesitamos es un . Necesitamos dar nuestro consentimiento para que el Espíritu Santo de Dios obre dentro de nosotros.

Recientemente, he estado orando algo llamado «La oración de bienvenida». Oro de esta forma: Espíritu Santo, acepto tu obra en mí y hoy rindo delante de ti mi deseo de seguridad, afecto, estima, poder y control. Esta fue la esencia del sí de María a Dios. Dejó ir su seguridad, afecto, estima, poder y control. Como resultado, su reputación quedaría en duda por el resto de su vida. Un día vería a su Hijo burlado, escupido, golpeado y clavado en una cruz romana. Sentiría como si una espada le atravesara el alma (Lucas 2:35). Sin embargo, ella dijo .

Que nosotros, como María, oremos: «Espíritu Santo, digo sí a tu obra en mí». Que la vida de Dios nazca en nosotros. Que nosotros también desempeñemos nuestro papel en la grandiosa y eterna historia de Dios.

—Ken Shigematsu

Este artículo es una adaptación de un sermón que Ken Shigematsu predicó el 25 de diciembre de 2019. Usado con permiso.

Contemple Lucas 1:26–38

. ¿De qué forma podría usted decir que sí como lo hizo María? ¿De qué forma podría dar su consentimiento para permitir la obra del Espíritu Santo dentro de usted? Ore dando la bienvenida a la obra de Dios en su vida.

Miércoles: Esperanza cuando el futuro se desmorona

Lectura de hoy: Mateo 1:18-24

¿Qué esperaba José en la vida? No sabemos mucho sobre este carpintero que vivió hace tanto tiempo. Mateo nos dice que era justo y fiel. Vemos de primera mano que era compasivo y que deseaba proteger a María incluso cuando su futuro parecía derrumbarse. José supo sacrificarse por el deber, convirtiéndose en esposo de María y padre de Jesús en circunstancias inquietantes. Más tarde huyó a Egipto, dejando atrás su familia, su hogar y su trabajo para proteger al pequeño niño que no era suyo (Mateo 2:13-15).

Recibimos un vistazo de José en sus decisiones, pero desearía que supiéramos más. ¿Qué significaron para él las extrañas noticias del ángel y cómo le dio sentido a todo? ¿Anhelaba José tener un matrimonio y una familia? ¿Anhelaba a María, o los padres de ambos habían negociado el compromiso matrimonial? Cuando se enteró por primera vez de su embarazo, ¿estaba desconsolado?, ¿enojado?, ¿o frustrado por los retrasos y trámites que iba a tener que enfrentar para divorciarse de ella?

Nunca sabremos con certeza qué esperaba José de la vida, pero ciertamente no era esto: una prometida embarazada, un hijo por nacer que no era suyo y toda una vida de chismes y calumnias por venir. ¿Quién creería la historia del ángel? ¿La creería usted? ¿La creyó él?

Quizás no la creyó del todo. La mayoría de nosotros no lo haríamos, no podríamos por mucho que quisiéramos. Los bebés se concebían entonces de la misma manera que ahora. Quizás José luchó y oró como lo hizo otro padre que aparece también en la Biblia: «Creo; ¡ayuda mi incredulidad!» (Marcos 9:24, RVR1960).

Independientemente de lo que José esperaba de la vida, el matrimonio y la paternidad, sabemos que se le dio un ascenso más empinado de lo que esperaba. Y, sin embargo, dio un paso adelante. José puso la mira en una esperanza de largo plazo, confiando en que Dios demostraría ser fiel y veraz, y en que una redención futura sería lo suficientemente poderosa como para ser mayor que todo el sufrimiento, la oscuridad y su amarga decepción temporal.

Llamaron al hijo de María, Jesús, un nombre común, con fe en que también llevaba otro nombre, Emanuel, y creyendo que esta escandalosa historia de nacimiento sería redimida por el escándalo divino: «Dios con nosotros». José apostó su vida, su familia, su futuro y su identidad por la posibilidad de que Dios fuera fiel; por la posibilidad de que este niño común, esta fuente de tanta conmoción inicial en la vida de José, fuera de hecho la esperanza del mundo.

—Catherine McNiel

Lea Mateo 1:18–24

y, en oración, utilice su imaginación para adentrarse en la historia de José. Intente ponerse en su lugar. ¿Qué habría pensado o sentido? ¿Qué nos muestra sobre la fidelidad y la esperanza?

Jueves: Una canción de misericordia y justicia

Lectura de hoy: Lucas 1:39–56

En Lucas 1:39–56, María deja su pueblo natal para ir a visitar a su pariente Elisabet. Cuando llega, se entera de que Elisabet también está embarazada. Y cuando Elisabet ve a María, el bebé dentro de su vientre salta de alegría. Elisabet dice: «Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres» (v. 42, NTV). Ella afirma y confirma las palabras que Dios le había enviado a María.

Y a causa de la alegría de este encuentro, María comienza a cantar. Estalla con exuberancia y regocijo, y canta sobre la bondad y la misericordia de Dios, diciendo: «Él muestra misericordia de generación en generación a todos los que le temen» (v. 50), y: «Ayudó a su siervo Israel y no se olvidó de ser misericordioso» (v. 54).

Solemos pensar en la misericordia de una manera limitada, de forma similar al alivio que se brinda a alguien que está sufriendo. Pero en las Escrituras, la misericordia es mucho más profunda y va mucho más allá que eso. Sí, habla de compasión, pero también habla de la lealtad y el incansable amor de Dios por su pueblo.

El canto de María es también un canto de justicia: «¡Su brazo poderoso ha hecho cosas tremendas! Dispersó a los orgullosos y a los altaneros. A príncipes derrocó de sus tronos y exaltó a los humildes. Al hambriento llenó de cosas buenas y a los ricos despidió con las manos vacías» (vv. 51–53). En su canción, María esencialmente está anunciando: Ya viene la justicia de Dios.

La justicia, bíblicamente hablando, consiste en Dios tomando todo lo que está mal en el mundo y corrigiéndolo. En el reino de Dios, las cosas funcionan al revés: los más pequeños son los más grandes y los últimos son los primeros. La justicia de Dios toma lo que está roto y lo hace pleno. En el Adviento, una temporada de anhelo y expectativa, esperamos que Dios arregle las cosas. Y este es un tema clave en la canción de María: Señor, arregla las cosas.

La canción de María nos recuerda que no hay pecado tan profundo que pueda superar la profundidad de la misericordia de Dios. La buena noticia del Adviento es que Dios ha venido y vendrá de nuevo en la persona de Jesús, y ofrece misericordia que va mucho más allá que nuestro pecado. La canción de María también nos recuerda que no hay nada tan malo en el mundo que la justicia de Dios no pueda arreglar algún día. Es por eso que cantamos: por la misericordia de Dios y por la justicia de Dios. Por eso esperamos a que Jesús regrese, porque cuando Él venga, Él hará todas las cosas nuevas.

—Rich Villodas

Este artículo es una adaptación de un sermón que Rich Villodas predicó el 5 de diciembre de 2019. Usado con permiso.

Medite en Lucas 1:39–56

. La canción de María enfatiza la misericordia y la justicia de Dios. ¿De qué forma esta canción habla hoy a su propia vida? ¿Cómo ofrece esperanza a nuestro mundo herido?

Viernes: La luz y el Rey

Lectura de hoy: Isaías 9:2–7, 40:1–5; Lucas 1:57–80, 3:1–6

Zacarías y Elisabet llamaron a su bebé, Juan, que significa «Dios es misericordioso y nos ha mostrado favor». Lleno del Espíritu Santo, Zacarías profetizó sobre su hijo: «… irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados, gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas, en la más terrible oscuridad…» (Lucas 1:76–79, NVI).

Cuando observamos la vida adulta de Juan el Bautista, vemos que justamente eso hace. Lucas registra:

Juan recorría toda la región del Jordán predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. Así está escrito en el libro del profeta Isaías: «Voz de uno que grita en el desierto: «Preparen el camino del Señor, háganle sendas derechas. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina será allanada. Los caminos torcidos se enderezarán, las sendas escabrosas quedarán llanas. Y todo mortal verá la salvación de Dios» (Lucas 3:3-6).

Las ideas que encontramos en el libro de Isaías sobre dar nueva forma a valles, colinas y caminos para preparar el camino, en el mundo antiguo estaban asociadas con la llegada de la realeza. Y, de hecho, el ministerio de Juan se centró en una sola cosa: declarar que un Rey estaba en camino.

La profecía de Zacarías sobre su recién nacido incluye una paráfrasis de otro pasaje de Isaías: «El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido» (9:2). La gente que escuchó a Zacarías profetizar estas palabras habría sabido exactamente de qué se trataba este pasaje de Isaías: la promesa de un Rey venidero. Es parte del mismo pasaje familiar que declara: «Porque nos ha nacido un niño… Gobernará sobre el trono de David» (vv. 6–7).

Esto nos ofrece una inmensa esperanza. Por mucho que nos guste creer que podemos crear la paz y el gozo que tanto anhelamos a través de nuestros propios esfuerzos, la historia de Juan el Bautista y las palabras de Zacarías e Isaías declaran enfáticamente que la paz y el gozo que todo ser humano anhela no serán posibles sino hasta la llegada del Rey. Juan el Bautista literalmente dio su vida para proclamar esta verdad; para ayudar a la gente a ver que una luz estaba a punto de atravesar la oscuridad.

—Jay Y. Kim

Este artículo es una adaptación de un sermón que Jay Y. Kim predicó el 9 de diciembre de 2018. Usado con permiso.

Considere Lucas 1:57–80

junto con

Isaías 9:2–7, 40:1–5

y

Lucas 3:1–6.

¿Qué partes de la profecía de Zacarías le llaman la atención? ¿Cómo transmiten estos pasajes la esperanza del Adviento?

Sábado: Un Dios al que podemos tocar

Lectura de hoy: Lucas 2:1-7

Se decía que los dioses del mundo antiguo vivían fuera del tiempo y el espacio, en un plano diferente al de nuestra existencia mortal. Un plano inalcanzable. En la tierra, con la esperanza de vislumbrar la divinidad, los antiguos establecieron lugares sagrados —un árbol, una montaña, un templo o una ciudad— que, según creían, existían en ambas esferas, como si se trataran de ventanas al cielo. La gente viajaba a estos lugares santos en días santos, creyendo que lo divino y lo mundano casi se traslapaban en un momento sublime.

Lucas se esfuerza por comunicar que esta historia, este Dios y esta mezcla de divinidad y humanidad son completamente diferentes. El Creador estaba llegando aquí, a nuestro mundo fangoso, polvoriento, físico, emocional, hermoso y terrible. Como si se tratara de una partera que anota cuidadosamente la hora y el lugar de nacimiento, Lucas aclara que el nacimiento de Dios interrumpe un evento en particular: el censo romano, en un lugar en particular: la ciudad de Belén, en una familia en particular: la casa de David. Jesús nace en la historia, de una mujer específica, exactamente aquí y exactamente ahora. Podríamos pasar por alto estos detalles locales, pero para los lectores gentiles, la declaración de Lucas sería discordante.

En esta noche, Dios no viene como los dioses de antaño, en una nube o una tormenta, con poder intocable que apenas si puede vislumbrarse a través de un espejo sagrado. No, Dios cae en los brazos de su madre, llegando a esta tierra como lo hacemos todos. Durante meses lo llevó en su vientre; durante horas lo parió con dolor, sangre y lucha, pujando hasta que Dios mismo nació en la tierra, entre nosotros; un bebé vulnerable, arrugado y mojado. Agotado por el esfuerzo, ahora duerme, pero despertará pronto, llorando y hambriento.

Esta es la increíble noticia de Lucas: el Dios verdadero se acercó a nosotros física y tangiblemente, de una manera que podemos ver con nuestros ojos y tocar con nuestras manos. Dios llegó a un pueblo en el que podemos caminar, durante un año que podemos recordar. La divinidad se encarnó en el vientre de una madre, irrumpiendo en un matrimonio, una noche y un pueblo, como sucede con cualquier otro nacimiento. Ya no es necesario encontrarnos con Dios en lugares sagrados y en esferas espirituales. Ahora podemos hacerlo aquí, en la tierra, en nuestras familias, en carne y hueso.

Esta es una idea impactante, incluso para nosotros tantos siglos después. Ya no existe una separación entre lo sagrado y lo mundano. Es en nuestra desordenada vida diaria donde se encuentra Dios, donde Dios está obrando. Este es un Dios al que podemos tocar.

—Catherine McNiel

Reflexione sobre Lucas 2:1–7

, considerando los detalles que usa Lucas para situar este evento en el espacio y en el tiempo. ¿Por qué es esto importante? ¿Qué le dice acerca de Dios? ¿Y qué le dice sobre el Adviento?

Colaboradores:

Rachel Kang es escritora de prosa, poesía y otras piezas, y creadora de Indelible Ink Writers, una comunidad de creativos en línea.

Jay Y. Kim es pastor principal de enseñanza en la iglesia WestGate, profesor residente en Vintage Faith Church y autor de Analog Church. Vive con su familia en Silicon Valley.

Catherine McNiel es escritora y oradora. Es autora de All Shall Be Well y Long Days of Small Things.

Ken Shigematsu es pastor principal de la Décima Iglesia de Vancouver, Columbia Británica en Canadá. Es autor de God in My Everything y Survival Guide for the Soul.

Rich Villodas es pastor principal de New Life Fellowship, una iglesia multirracial en Queens, Nueva York. Es autor de The Deeply Formed Life.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

La depresión me hundió en la oscuridad. Fue ahí donde Dios me encontró.

Aunque ya no podía leer las Escrituras, la Palabra de Dios me seguía alimentando.

Christianity Today December 9, 2020
Illustration by Sarah Gordon

Una mañana, me desperté como de costumbre a preparar el desayuno para mi familia. Al terminar, Rudy, mi copastor y esposo, se ofreció a llevar a nuestras hijas a la escuela. Me despedí de ellas con un abrazo y un beso, y luego fui al baño para terminar de arreglarme. Pero cuando me estaba maquillando los ojos, sentí una fugaz ráfaga de sensaciones por todo el cuerpo, como una mezcla de miedo y náuseas, que casi hizo que me desmayara.

Llamé a la secretaria de nuestra iglesia para decirle que no me estaba sintiendo bien y que llegaría al mediodía. Y entonces, como si se hubiera tratado de una experiencia sobrenatural, me encontré a mí misma llamando de nuevo y diciendo en voz baja: «No. No voy a ir. No voy a regresar. Me voy a tomar un año sabático o tal vez pediré una licencia por razones médicas». Colgué el teléfono, me metí a la cama y tuve lo que mi abuela seguramente habría llamado una crisis nerviosa.

Durante varias semanas dormí entre dieciocho y veinte horas al día. Despertaba solo para lo estrictamente necesario y, a pesar de dormir tanto, aún me sentía muy cansada. Pasada una semana, mi esposo me dijo: «Cariño, creo que deberías ver a un médico». Así que solicité una cita con una psiquiatra. Al concluir la primera cita, la doctora me dio una receta médica y un diagnóstico: «episodio depresivo mayor». Luego dijo algo que me asustó: «sentirás la mejoría en seis semanas». ¿Seis semanas? Dios mío, ¿podré vivir así por seis semanas más?

Cuando toda mi vida se desmoronó tuve que aprender por primera vez a estar conmigo misma y con Dios. Las herramientas y prácticas espirituales sobre las que siempre me había apoyado, tales como la alabanza en grupo, el ayuno y la oración, eran completamente inaccesibles para mí en ese estado mental. Siempre había disfrutado estudiar la Biblia durante horas, pero ahora simplemente no podía concentrarme. No lograba entender nada y me sentía demasiado cansada como para siquiera intentar leer. Ser pastora no lo hizo más fácil.

Varias personas con buenas intenciones le dijeron a mi familia cosas como «díganle que lea la Palabra». Yo anhelaba el consuelo, la sabiduría y el entendimiento que siempre había encontrado en las Escrituras, pero en la profunda oscuridad en la que me encontraba no podía leer los versículos, y las palabras no significaban nada para mí.

Después de seis semanas de terapia, Dios me habló: Te daré los tesoros de la oscuridad. Esas palabras de Dios me llenaron de esperanza. No sentí ningún cambio físicamente; no sentí escalofríos ni una «sensación de amor» recorriendo todo mi cuerpo. Sin embargo, esas palabras hablaron a lo más profundo de mi ser y se convirtieron en una fuente de vida para mí. Sentía como si Dios estuviera a mi lado. Después de varias semanas de confusión, por primera vez comencé a sentir consuelo. En los momentos en los que una inmensa sensación de estar a la deriva me invadía y me desanimaba, esas palabras fueron para mí un ancla en medio de la oscuridad y la desesperación. La palabra que Dios me había hablado aquel día estaba ahora guardada en mi corazón.

Así que le tomé la palabra a Dios. Nada cambió de una manera sustancial: durante meses permanecí letárgica y seguía sintiéndome física y mentalmente agotada, pero ahora tenía algo qué hacer. Estaba lo suficientemente lúcida como para saber que si había un tesoro escondido, entonces tendría que vivir para extraerlo y apropiarme de él.

Cuando comencé a recuperar lentamente mi energía, decidí visitar otras iglesias y asistir a pequeños retiros en los cuales pudiera simplemente participar, sin tener las responsabilidades que conlleva el liderazgo. Asistí sin ninguna expectativa: solo quería estar en un lugar donde se leyera y se meditara la Palabra de Dios. Esas experiencias formaron parte de mi recuperación. Le brindaron a mi corazón un lugar tranquilo donde encontrar reposo.

Me recuperé muy lentamente y gradualmente fui ganando fuerzas. Pasado un año empecé a leer de nuevo. Empecé poco a poco, retomando primero mis devocionales diarios. Haber pasado tanto tiempo lejos de la Palabra hizo que el regreso a ella fuera más dulce que nunca. Esta vez, además del medicamento y la terapia, también podía contar con la presencia de la Palabra de Dios como mi verdadera amiga y guía.

Mientras regresaba poco a poco a las Escrituras, descubrí que esa fuente de vida que Dios me había dado (Te daré los tesoros de la oscuridad) reflejaba la Palabra de Dios en Isaías 45:3: «Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre» (NVI). Este manantial de vida en mi oscuro periodo de prueba transformó mi forma de pensar al meditar en este y en otros pasajes de la Biblia, teniendo los oídos de mi corazón abiertos para escuchar los mensajes que me iban alimentando lentamente, así como los cuervos alimentaron a Elías (1 Reyes 17:6).

Durante ese tiempo volví a retomar una práctica espiritual sobre la que había aprendido antes, pero que nunca había experimentado por completo: lectio divina, una práctica antigua de lectura y contemplación de las Escrituras que es en realidad muy similar a extraer los tesoros de la Palabra.

Volví a aprender que incluso con tal solo internalizar pasajes cortos, las Escrituras pueden ayudarnos a ver lo que Dios ve; pueden sembrar valentía, paciencia, sabiduría y amor dentro de nosotros para ayudarnos a responder a las dificultades, tragedias o celebraciones de nuestras vidas en formas que promuevan el reino de Dios. Durante ese periodo, estuve sumergida en la Palabra y, con el paso del tiempo, esta comenzó a transformar mi manera de creer, pensar, sentir y actuar. Tiempo después, la Palabra también le dio forma a mi reaparición en el mundo como creyente después de la desgracia.

Eso sí, tengo que dejar en claro que tomó tiempo. Aunque fueron dolorosos, los largos periodos de silencio y soledad que experimenté crearon un espacio para que Dios me hablara, y para que yo lo escuchara hablar.

Afortunadamente, esa etapa de mi vida llegó a su fin. Sin embargo, ahora que ya puedo leer de nuevo, le puedo decir con certeza que la Palabra de Dios sigue siendo una fuente constante de gozo, esperanza, sabiduría, consuelo y amor absoluto para mí. Desde mi recuperación y hasta el día de hoy, lectio divina sigue siendo el método que más atesoro a la hora de abordar la Palabra. Esta práctica me ha ayudado a afinar mi oído para escuchar el corazón de Dios, de forma muy similar al día en el que Dios me habló con tanta claridad. Esta forma de leer las Escrituras en realidad me lee a la luz del amor de Dios.

La oscuridad de la depresión se convirtió en una puerta de entrada hacia varios tesoros en mi vida. Uno de los que permanecen es un constante y renovado amor por la Palabra de Dios.

Juanita Campbell Rasmus es autora de Learning to Be: Finding Your Center After the Bottom Falls Out. Es directora espiritual y miembro del equipo ministerial Renovaré, y copastora de la Iglesia Metodista Unida St. John en el centro de Houston junto con su esposo, Rudy.

Traducido por Renzo Farfán.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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