La pandemia ha cambiado la forma en que los cristianos italianos oran y viven su fe, en medio de una nación que se recupera de más de 13 000 muertes y 110 500 casos confirmados, superados solo por los Estados Unidos [al 2 de abril de este año].
Durante este periodo de aislamiento, ya no podemos reunirnos los domingos o en grupos semanales. Las reuniones sociales, los viajes y las bodas han sido suspendidos, así como la mayoría de las actividades. Si alguien es descubierto fuera de su casa sin una razón válida, puede recibir una multa muy alta.
Pero esta temporada de exilio nos ha ayudado a descubrir tres facetas de la oración que a menudo descuidamos en tiempos de abundancia.
1) Oraciones de lamento
Los salmos de lamento a menudo se sentían como una exageración apenas hace un mes. Por ejemplo, la queja de Asaf de que Dios ha hecho que su pueblo “beba lágrimas en abundancia” podría haber parecido excesivamente dramática; El grito de David a Dios de “¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?” era un sentimiento distante.
Pero a medida que la humanidad lucha por contener una pandemia que provoca miedo y ansiedad, el lamento parece tener una nueva relevancia para todos nosotros. En marzo de 2020, el Salmo 44 parece resonar perfecto:
¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?Estamos abatidos hasta el polvo;
nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.
Levántate, ven a ayudarnos,
y por tu gran amor, ¡rescátanos![Salmo 44: 23-26, NVI]
Pocos cristianos occidentales han experimentado pobreza, injusticia o persecución. En consecuencia, nuestra adoración generalmente refleja los estados de ánimo de individuos talentosos en tiempos de prosperidad y paz: tradicionales y con compostura. Es verdad que sufrimos individualmente; sin embargo, rara vez nuestra adoración corporativa se alimenta de protestas y luto delante de Dios.
El lamento es sufrimiento convertido en oración. Es la oración de las personas que se sienten perdidas y desorientadas. Históricamente, ha sido la oración de las minorías, los pobres y los perseguidos —la oración de los pastores chinos en las celdas de la prisión y la de los esclavos negros cantando sobre la justicia y la venida de Cristo.
Si el lamento se sentía ajeno para la mayoría de los italianos hace un mes, los pastores han encontrado ecos inquietantes de historias bíblicas en lo que está ocurriendo actualmente en su propio país. “Ver esposas que no pueden realizar ritos, o despedirse de sus maridos moribundos, me recuerda cómo Jesús fue enterrado apresuradamente y las mujeres regresaron a la tumba para ungir su cuerpo”, me dijo Gaetano di Francia, director de la Unión de Iglesias Bíblicas Cristianas en Italia. “No haber podido despedirse producirá un dolor aún más profundo”.
El lenguaje del lamento será tal vez una de las lecciones que los cristianos aprendan de esta crisis. Puede ayudar a los creyentes a desaprender una espiritualidad del centro y aprender una espiritualidad de los márgenes (como nos recuerda el pastor Abraham Cho).
2) Oraciones de intercesión
Nunca he pasado tanto tiempo en oración intercediendo por los demás. Me da vergüenza confesar que, en el pasado, a menudo le decía a la gente: “Voy a orar por ti”, pero luego olvidaba hacerlo.
Ahora que el virus asola Italia, me han conmovido las imágenes de médicos exhaustos de trabajar de más, y personas que yacen en hospitales improvisados. Un miembro de nuestra iglesia cayó gravemente enfermo, pero la sala de emergencias lo rechazó porque está atendiendo demasiados casos del nuevo coronavirus.
No puedo reunirme con él ni imponerle manos debido al encierro obligatorio a nivel nacional, pero he estado orando por su recuperación. Como iglesia, oramos por los médicos, creamos un fondo común para ayudar a las personas con necesidades económicas y ayunamos por nuestro país.
La crisis causada por el coronavirus ha unido a los evangélicos italianos, quienes observaron un Día Nacional de Oración el domingo del 22 de marzo. “Pentecostales, reformados, wesleyanos, bautistas, congregacionalistas y otros se encontraron a los pies del Señor, unidos por el Espíritu Santo”, me dijo Giacomo Ciccone, presidente de la Alianza Evangélica Italiana.
“Es como si Dios hubiera preparado a líderes y denominaciones en todo el país para unirse en oración por la nación y por la iglesia”, me dijo Leonardo de Chirico, vicepresidente de la alianza. “Fue el evento más fácil de organizar: nadie necesitaba convencimiento; todos ya estaban ansiosos por participar”.
Mila Palozzi, una pastora en mi congregación, la Iglesia Hopera en Roma, está de acuerdo en que los evangélicos desean unirse.
“En la Tierra Prometida, Israel se entendía a sí mismo como una colección de tribus, pero en el exilio, como una sola nación”, me dijo. “También Italia: esta crisis está uniendo iglesias y denominaciones para orar como un solo cuerpo por nuestro país”.
Es un anticipo del espíritu de unidad e intercesión que se extiende por todo el mundo. Por ejemplo, el domingo del 29 de marzo, la Alianza Evangélica Mundial convocó un Día mundial de ayuno y oración.
3) Oraciones de silencio
Sin embargo, las noticias son tan sombrías y el sufrimiento tan global en estos días que podemos sentirnos abrumados en la oración. ¿Cómo pueden mis oraciones enfrentar este momento? Nuestra respuesta honesta puede ser: “Señor, estoy estupefacto. No sé qué decir”.
Cuando vi camiones del ejército conduciendo cadáveres para ser incinerados porque ya no hay espacio en los cementerios en algunas partes de Italia, me quedé sin palabras.
Pero esperar en el Señor es válido. Poner nuestra confianza en Él, ahora sin palabras, es una oración legítima. Cuando Pablo escribe sobre nuestra debilidad y sufrimiento presentes, agrega:
“No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios”. (Romanos 8: 26-27, NVI)
Cuando las palabras nos fallan, podemos quedarnos quietos y saber que Dios es Dios.
“Como familia, hemos elegido llenar nuestro silencio lleno de dudas con las promesas seguras de Dios”, me dijo Stefano Picciani, un predicador de la Iglesia Stadera en Milán. “La declaración de confianza de Asaf en el Salmo 73: ‘Pero yo siempre estoy contigo’, proporciona palabras para nuestras oraciones”.
Con derecho anhelamos volver a la normalidad y al culto corporativo. ¡Imagina las fiestas de la victoria y la unión de manos!
Cuando esta pandemia sea derrotada, muchos resonarán con la sensación de alivio del Salmo 126 (“El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha”) y la alegría del Salmo 150 (“Que todo lo que respira alabe al Señor”).
Pero junto con las celebraciones, seremos sabios al recordar las oraciones que pronunciamos en este momento de enfermedad. Que esta pandemia humille nuestros corazones y nos enseñe las oraciones de los débiles, los preocupados y los que no tienen palabras.
René Breuel es pastor fundador de Hopera, una iglesia en Roma, Italia, y autor de La Paradoja de la Felicidad.
Traducción por Livia Giselle Seidel