Dios de misericordia y poder

Una lectura de Adviento para el 21 de diciembre.

Lucas 1:68

Lucas 1:68

Christianity Today December 21, 2022
Stephen Crotts

Cuarta semana de Adviento: Emanuel


Mientras viajamos por los acontecimientos que rodean a la Natividad, contemplamos la encarnación. Jesús —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— se hizo carne y habitó entre nosotros. Como nos anunció la profecía de Isaías, Él es «Dios con nosotros». Jesús es Emanuel.

Lea Lucas 1:57–80

Los humanos no manejamos muy bien la tensión entre la misericordia y el poder. Los que obtienen poder a menudo lo disfrutan y tienden a querer más, mientras que aquellos que son compasivos suelen entregar el poder (o les es arrebatado). Sin duda, hay excepciones, pero por lo general sabemos y podemos observar que este equilibrio no es fácil de conseguir. Sin embargo, a diferencia de nosotros, Dios de alguna manera es ambas cosas, el más poderoso y el más compasivo, perfecto en cómo demuestra cada una de ellas.

Vemos el poder compasivo de Dios destacado de varias maneras en esta historia acerca del nacimiento y los primeros días de Juan el Bautista. De hecho, este tema del poder compasivo está escondido a plena vista de quienes leen la Biblia en español. Sabemos que Elisabet quería llamar al niño Juan para mantenerse fiel al mensaje que Gabriel le dio a Zacarías (Lucas 1:13). Aquellos que la escuchan se sorprenden, ya que esto no seguía la costumbre de poner al niño el nombre de alguien de la familia. Entonces ¿por qué Juan (Yohanan en hebreo)? Significa «Dios muestra compasión», y este niño proclamaría las obras de misericordia de Dios en favor de toda la humanidad.

Zacarías había sido incapaz de hablar desde el día en que supo que su mujer tendría un bebé. Pero tan pronto como escribe el nombre del niño, recupera el habla, e irrumpe en alabanzas. Por medio de esta señal, la gente sabe que este niño es especial. Se preguntan unos a otros: ¿Qué llegará a ser este niño?

Sin embargo, Zacarías desvía la mirada en la dirección correcta. Sí, el niño tiene un papel especial, pero es el Señor quien ha de ser adorado. El poderoso Dios de todas las cosas «vendrá a nosotros», dice Zacarías, y estará en medio de su pueblo.

Pero la demostración del poder del Señor no será con opresión. Más bien, será con liberación. El Señor «nos envió un poderoso Salvador… para mostrar misericordia a nuestros padres» y «rescatarnos» (vv. 69, 72, 74).

La idea de Dios mostrando misericordia está asociada a la idea del pueblo de Dios que está en pecado. Al igual que sus ancestros, quienes recibieron profecías similares (1 Samuel 2:10; Miqueas 7:20; Ezequiel 16:60), merecen el castigo, pero han recibido sobreabundancia de gracia.

¿Por qué hace Dios esto? Para que podamos servirle. Es un regalo para que podamos experimentar verdaderamente a «Dios con nosotros». El canto de Zacarías promete perdón por nuestros pecados y luz para guiarnos por «la senda de la paz». A medida que avanza la narración de su evangelio, Lucas regresa a estos temas muchas veces, destacando cómo la venida del Mesías trae consigo restauración y justicia: una paz verdadera y duradera.

Madison N. Pierce es profesora asociada de Nuevo Testamento en el Western Theological Seminary. Entre sus libros se puede mencionar Divine Discourse in the Epistle to the Hebrews.

Reflexione sobre Lucas 1:57–80.


¿En qué lugar de este pasaje siente el gran poder de Dios? ¿Dónde ve usted la misericordia y la gracia de Dios? Ore expresando su respuesta a Dios.

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Los 20 artículos más leídos en 2022 de Christianity Today en español

El contrabandista de Dios, los países donde los cristianos son perseguidos, la lista secreta de pastores acusados de abuso y la respuesta de la iglesia ucraniana ante la guerra.

Christianity Today December 20, 2022
Illustration by Christianity Today

En esta serie

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La invitación de la encarnación

Una lectura de Adviento para el 20 de diciembre.

Lucas 1:45

Lucas 1:45

Christianity Today December 20, 2022
Stephen Crotts

Cuarta semana de Adviento: Emanuel


Mientras viajamos por los acontecimientos que rodean a la Natividad, contemplamos la encarnación. Jesús —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— se hizo carne y habitó entre nosotros. Como nos anunció la profecía de Isaías, Él es «Dios con nosotros». Jesús es Emanuel.

Lea Lucas 1:39–56

Pocas interrupciones en la vida son más disruptivas que viajar, especialmente con la fatiga y las náuseas matutinas que a menudo acompañan los comienzos de un embarazo. El viaje de María desde Nazaret hasta las colinas de Judea no fue fácil ni seguro. Aun así, alentada por su fe, pero también por su necesidad de apoyo, María se aventuró a emprender esta travesía embarazada, pobre y probablemente perpleja. ¿Por qué decidió ir en primer lugar?

Gabriel le había dicho a María que su pariente Elisabet también estaba esperando un hijo: un milagro para una mujer de avanzada edad. Como sabía que Elisabet sería la única persona sobre la tierra capaz de entender lo que ella estaba pasando, María fue a verla. Y cuando llegó, Elisabet le brindó exactamente la afirmación que María necesitaba: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el hijo que darás a luz!». Elisabet elogió a María por su respuesta de fe. Con estas palabras, me puedo imaginar cómo los miedos que María tenía con respecto a su inesperado embarazo y las consecuencias desconocidas para su vida empezaron a desvanecerse para dar paso a una fe aún mayor.

Las palabras de ánimo por parte de Elisabet le recordaron a María que la interrupción que el Señor hizo en sus planes también era una invitación, que consistía no solo en gestar y dar a luz a Emanuel, «Dios con nosotros», sino también en ser parte de una idea de comunidad más profunda, «nosotros con nosotros». Alentada por la bendición de Elisabet, María respondió con un canto de alabanza. Y reflexionó en esta invitación a la interdependencia en las palabras finales de su magníficat: «Acudió en ayuda de su siervo Israel y, cumpliendo su promesa a nuestros padres, mostró su misericordia a Abraham y a su descendencia para siempre». En su regocijo, María meditó sobre cómo el mismo Dios que «habló a nuestros padres» en tiempos de Abraham ahora le había hablado a ella y a Elisabet.

María creyó en «Dios con nosotros», y dijo que sí cuando Gabriel se le apareció. Pero su fe todavía necesitaba ser alimentada. La Encarnación representó una gran interrupción en la vida de María; por supuesto, fue maravillosa, pero también fue pesada. A ella le había ocurrido algo que nunca había ocurrido antes en la historia del mundo, y necesitó apoyo y ayuda para aceptarlo y prepararse para ello.

Así que acudió a la fiel Elisabet. Solo podemos imaginar lo fortalecedoras que fueron para María las palabras de bendición de Elisabet. De hecho, yo me atrevería a argumentar que no tendríamos el magníficat de María sin las palabras de ánimo de Elisabet.

Ese es el poder de la interdependencia, de la fe en comunidad. En nuestra sociedad individualista, a menudo es difícil abrirnos para ser bendecidos por los demás. Estamos condicionados para considerar las posibilidades de salir heridos más que la potencial ayuda de la comunidad. Pero la verdad es que, al igual que María, todos necesitamos palabras como las de Elisabet. La Encarnación es una interrupción y una invitación para conocer a «Dios con nosotros», y también para abrazar el «nosotros con nosotros».

Rasool Berry es el pastor de la iglesia The Bridge en Brooklyn, Nueva York. También es el presentador del pódcast Where Ya From?

Reflexione sobre Lucas 1:39–56.


¿Qué verdades ve en este pasaje acerca de Jesús, Dios con nosotros? ¿De qué modo las palabras de Elisabet y su rol en la vida de María le hablan a usted también acerca de la naturaleza del «nosotros con nosotros» de la fe?

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Jugadores cristianos y sus acciones brillan en la Copa del Mundo

Recordemos las heroicidades y buenas obras de atletas, entrenadores y aficionados.

Christianity Today December 19, 2022
Associated Press

Este tercer domingo de Adviento, mientras millones de cristianos estaban en la iglesia, millones también estaban pegados a una pantalla, mirando ansiosos cuando el mejor jugador argentino de todos los tiempos por fin levantó la Copa del Mundo. Aunque su mejor momento ya ha pasado, Lionel Messi, el capitán del equipo de 35 años de edad, ha tenido una actuación sublime en el campeonato y, con siete goles y cuatro asistencias en el bolsillo, ganó el Balón de Oro en su quinto Mundial.

Si bien el reservado Messi, cuyo brazo derecho lleva un tatuaje de Jesús coronado de espinas, no ha expresado abiertamente su fe más allá de señalar al cielo tras sus goles, este Mundial ha contado con numerosas heroicidades de cristianos confesos. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Liderando la ofensiva francesa contra Argentina estuvo el delantero Olivier Giroud, de 36 años, quien lleva tatuado en el brazo derecho el Salmo 23 en latín: «El Señor es mi pastor, nada me faltará». Durante este Mundial, Giroud se convirtió en el máximo goleador histórico de Francia con cuatro magníficos goles.

FOX Soccer tuiteó: «GIROUD LO CONSIGUE. Con este gol, Olivier Giroud se convierte en el máximo goleador histórico de la selección masculina de Francia».

Aunque el talismán del equipo, Kylian Mbappé, ha estado a la altura de las circunstancias con su velocidad vertiginosa y sus disparos letales, Giroud ha proporcionado un punto de apoyo confiable para el ataque, mientras que su estilo desinteresado de juego ha abierto muchas oportunidades para sus compañeros. «Trato de hablar de mi fe siempre que puedo», declaró tras ganar el Mundial de 2018. «Siento que debo utilizar mi perfil mediático para hablar de mi compromiso con Jesucristo».

Durante la mayor parte de la década pasada, mientras Giroud jugó en dos clubes de Londres, asistió a la iglesia St. Barnabas en Kensington, que pertenece al lado evangélico de la Iglesia de Inglaterra. Durante el partido de cuartos de final de Francia contra Inglaterra, en el que marcó un gol de cabeza para asegurar la victoria 2-1 para Les Bleus, se encontró con una nueva generación de jugadores ingleses que viven su fe cristiana con gracia.

Con tres goles cada uno, Marcus Rashford y Bukayo Saka tuvieron una participación estelar en Catar. Ambos se criaron en iglesias pentecostales negras, y Rashford, de 25 años, ha ganado reconocimiento como activista y filántropo contra el racismo y la falta de vivienda. A sus 21 años, Saka apareció en la portada de Time tras ganar el premio al mejor jugador masculino del año de Inglaterra, y ha compartido que lee la Biblia todas las noches para conseguir «paz y felicidad». Aunque Rashford y Saka recibieron insultos racistas en internet tras fallar los penaltis en la final de la Eurocopa 2020, ambos han sido elogiados por su resiliencia y por fomentar una sana camaradería en la selección inglesa.

Inglaterra se enfrentó a la selección nacional masculina de Estados Unidos en la fase de grupos, y la férrea defensa estadounidense, liderada por Walker Zimmerman, les consiguió un respetable empate a cero contra un oponente que era favorito a todas luces. Zimmerman, natural de Georgia e hijo de un pastor, lleva a su hijo de un año a los entrenamientos y ha sido un líder imponente en la defensa y un defensor del control de armas y de la igualdad racial y de género, especialmente en lo que respecta a la igualdad salarial en la selección estadounidense de soccer femenino.

Zimmerman tiene un correligionario en Christian Pulisic, mejor conocido como «Capitán América», quien marcó el gol de la victoria contra Irán y con el que envió a la selección estadounidense a la fase eliminatoria mientras quedó lesionado en el abdomen tras chocar con el portero [arquero] rival. Pulisic declaró a GQ el año pasado que su fichaje por el Chelsea F.C., por valor de 73 millones de dólares, lo acercó más a Dios a pesar de la fuerte competencia por su posición clave y de las lesiones que sufrió allí. Dos meses antes del Mundial, publicó el Salmo 147:11 como pie de foto en Instagram. El versículo dice: «El Señor favorece a los que le temen, a los que esperan en su misericordia» (NBLA).

En el otro extremo del campo, el guardameta número uno de Brasil, Alisson Becker, ha realizado paradas espectaculares para dejar su portería en cero en dos ocasiones, y concedió tan solo dos goles en cuatro partidos. Aunque un desafortunado gol desviado de Croacia en el minuto 117 eliminó a los favoritos en cuartos de final, Alisson regresará al Liverpool F.C., donde está rodeado de fieles hermanos en Cristo. Su carismático entrenador, Jürgen Klopp, es un cristiano que habla abiertamente de su fe, y Alisson bautizó a Robert Firmino, su compañero de equipo, en la piscina de su casa. Su compañero de equipo Virgil van Dijk incluso ha apodado a Alisson, quien es miembro de la iglesia Hillsong de Liverpool, como «portero [arquero] santo».

A pesar de la decepción que supuso la eliminación en cuartos de final, Tite, el entrenador brasileño saliente, le dio a su equipo muchos motivos para alegrarse. Católico devoto, Tite le concedió minutos de juego a los 26 jugadores de su lista en Catar y bailó con sus jugadores para celebrar la cascada de goles durante el 4-1 de Brasil a Corea del Sur. Durante el Mundial de 2018, asistió a misa en Rusia y se le vio con un rosario durante el entrenamiento en Catar.

En su cuenta de Twitter, @septimusajprime publicó: «Brasil tiene al entrenador haciendo celebraciones de baile».

Quizás el equipo más devoto ha sido Ecuador. Un día antes de que comenzara el torneo, el centrocampista Carlos Gruezo compartió un video en el que se veía cómo oraban él y sus compañeros. «Hoy comienza una nueva historia y quien guía nuestros pasos es Dios», escribió en el pie de foto. «Sin ti no podemos hacer nada. Te damos toda la gloria y el honor».

https://www.instagram.com/p/ClLWSLJvyvb/

Después de que Enner Valencia, compañero de Guerzo, anotara un penalti en el partido inaugural de Ecuador en el Mundial contra el país anfitrión, él y sus compañeros se reunieron de rodillas en círculo, levantando las manos para alabar a Dios.

Mientras que muchos esperaban derribar el dominio de los equipos europeos en los últimos Mundiales, el seleccionador marroquí Walid Regragui saltó a los titulares por llevar a la primera nación árabe o africana a una semifinal. Aunque se desconoce su fe, sin duda encarnó el imperativo bíblico de honrar al padre y a la madre al invitar a las familias de sus jugadores a reunirse con ellos en Catar de forma gratuita. Una de las imágenes más conmovedoras del Mundial fue la del lateral derecho marroquí Achraf Hakimi corriendo hacia su madre en las gradas para darle un beso tras la histórica victoria de Marruecos sobre Bélgica. «Nuestro éxito no es posible sin la felicidad de nuestros padres», dijo Regrarui.

Si bien los hinchas marroquíes se unieron a las filas de los hinchas argentinos y brasileños como algunos de los más fervientes durante este Mundial, los más queridos fueron los hinchas japoneses. Las imágenes de los japoneses limpiando los estadios y llenando bolsas de basura azules tras las sorprendentes victorias de su país sobre dos pesos pesados, Alemania y España, se hizo viral e inspiró actos similares de limpieza. Los Samurai Blues también dejaron sus vestidores impecables después de cada partido, lo que les granjeó el respeto de la FIFA.

El Mundial de Catar no habría sido posible sin los cientos de miles de trabajadores inmigrantes de países del sur de Asia que construyeron el estadio, a menudo con un costo considerable para ellos mismos. Más de 2000 trabajadores nepalíes han muerto en Catar desde 2010 mientras construían extravagantes estadios en condiciones atroces y bajo un calor tórrido. Otros sufrirán dolores crónicos durante el resto de sus vidas, mientras sus familias siguen sumidas en la deuda y la pobreza.

«Sus muertes [las de los trabajadores migrantes] fueron aceptadas y no fueron investigadas. Sus familias no han sido indemnizadas adecuadamente», escribió Philipp Lahm, el cristiano excapitán de Alemania y ganador de la Copa Mundial de 2014, sobre los motivos por los que saboteó su visita a Catar.

Entre las últimas palabras del periodista de fútbol estadounidense Grant Wahl, fallecido durante el Mundial, se encontraba una mordaz reprimenda a la apatía ante el sufrimiento ajeno.

«Simplemente no les importa», escribió, refiriéndose a la muerte de otro trabajador inmigrante ocurrida durante este campeonato en uno de los centros de entrenamiento para los equipos.

Cuando adoremos a Dios tras haber celebrado la victoria de Messi del domingo pasado, quizá podamos detenernos a reflexionar sobre si la acusación de Wahl nos aplica a nosotros también.

J. Y. Lee es estudiante de doctorado en el Seminario de Princeton y escritor independiente que sirvió como reportero desde Brasil durante la Copa del Mundo de 2014.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Una hermosa paradoja

Una lectura de Adviento para el 19 de diciembre.

Lucas 1:31-32

Lucas 1:31-32

Christianity Today December 19, 2022
Stephen Crotts

Cuarta semana de Adviento: Emanuel


Mientras viajamos por los acontecimientos que rodean a la Natividad, contemplamos la encarnación. Jesús —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— se hizo carne y habitó entre nosotros. Como nos anunció la profecía de Isaías, Él es «Dios con nosotros». Jesús es Emanuel.

Lea Lucas 1:26–38

El concepto abstracto de poder nos puede hacer pensar en terremotos y tormentas eléctricas, o quizás en presidentes y multimillonarios. El poder en bruto nos detiene en seco, y nos obliga a prestar atención a aquel o aquello que lo ha ejercido. Pocos de nosotros, sin embargo, asociamos el poder con el vientre materno. No obstante, el vientre de María portó el poder verdadero, oculto en la oscuridad, invisible a la vista, difícil de imaginar.

Aquí nos encontramos con una de las paradojas más hermosas de la fe cristiana: el Espíritu Santo dio vida a un bebé diminuto en el vientre de esta mujer, sangre de su sangre, su primogénito; este mismo bebé no era otro sino el Hijo de Dios, identificado como el «Hijo del Altísimo».

Entonces, ¿Jesús es el hijo de María o el hijo de Dios? ¿Es humano o divino? ¡Así es! Ambas cosas son verdad en una persona, en este bebé. Nos podemos imaginar a Dios trayendo salvación, o podemos describir a un humano heroico haciendo cosas revolucionarias. Pero ¿una sola persona que es al mismo tiempo tanto completamente Dios como completamente humano, sin comprometer la integridad de ninguna de las dos cosas? Esta es verdaderamente una hermosa paradoja: una paradoja en el núcleo de la salvación de la raza humana.

Este poder no es una fuerza simple e infinita aislada del resto de sus definiciones, sino la compasión del Dios eterno, glorioso y santo vestido de carne humana. Su poder toma la forma de la debilidad en solidaridad divina con la humanidad, todo ello provocado por su amor santo.

El ángel anunció a María —y a nosotros— un acontecimiento glorioso. Jesús toma su completa humanidad de María, tomando forma semejante al resto de nosotros en todo aspecto excepto en que Él rehusó el pecado (Hebreos 4:15). Aun así, el hijo de María existía antes que María, porque este es el Hijo eterno de Dios que, como declara el credo de Nicea, es «Dios verdadero de Dios verdadero». Al tener la naturaleza eterna de Dios, el Hijo viene por el Espíritu, del Padre; Él nunca deja de ser Dios Fuerte y aun así se convierte realmente en lo que no era: una humilde criatura humana. Jesús: verdadero Dios y verdadero humano.

Como escribió León I (400–461 d.C.) en una carta hablando acerca de la encarnación del Hijo: «Lo que [Él] hizo fue para enaltecer la humanidad, no disminuir la deidad. Ese vaciarse a sí mismo, por medio del cual el que es invisible se reveló a sí mismo y se hizo visible, y por medio del cual el Creador y Señor de todas las cosas eligió ser contado entre los mortales, fue un acercamiento en misericordia, no una falta de poder». Desde el vientre de María viene el Rey Salvador, cuyo «reino no tendrá fin». Que nosotros, al igual que María, respondamos como los «siervos del Señor», dispuestos a confiar en el Dios Todopoderoso que amó su creación tanto como para habitar en ella convirtiéndose en este humano, y trayendo así vida nueva al mundo. Su completa divinidad y su completa humanidad proclaman su poder y Él nos dice: «No teman».

Kelly M. Kapic es teólogo en el Covenant College y autor o editor de numerosos libros como Embodied Hope y You’re Only Human.

Reflexione sobre Lucas 1:26–38.


¿Qué le impresiona más del mensaje de Gabriel? ¿Cómo desea usted responder a Jesús y a la hermosa paradoja de su encarnación?

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Esperar en una promesa

Una lectura de Adviento para el 18 de diciembre.

Lucas 1:13

Lucas 1:13

Christianity Today December 18, 2022
Stephen Crotts

Cuarta semana de Adviento: Emanuel


Mientras viajamos por los acontecimientos que rodean a la Natividad, contemplamos la encarnación. Jesús —el Dios Fuerte, el Príncipe de Paz, la Luz del mundo— se hizo carne y habitó entre nosotros. Como nos anunció la profecía de Isaías, Él es «Dios con nosotros». Jesús es Emanuel.

Lea Lucas 1:5–25

El Antiguo Testamento culmina con la promesa de Aquel que haría «que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres». Aquellas palabras que concluyen el libro de Malaquías resonaron durante siglos de silencio. Durante el periodo de espera entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, nuestro Dios Fuerte estaba preparando el tumultuoso escenario mundial para la llegada del Príncipe de Paz.

Todo tiene su momento oportuno, y Lucas 1 nos muestra un intrincado tapiz de preceptos divinos. El escenario era un tiempo señalado en la historia: durante el reinado de Herodes. Zacarías fue designado para cumplir con una labor que los sacerdotes podían llevar a cabo solo una vez en la vida. Los largos años de infertilidad de Elisabet eran una situación imposible que precedería a la milagrosa concepción de Juan el Bautista. El linaje sacerdotal de la pareja era una herencia designada para criar a un hijo ungido. Y Gabriel fue el mensajero encargado de anunciar el propósito señalado por Dios para Juan el Bautista.

Seguramente Zacarías y Elisabet estaban llenos de esperanzas sobre su futuro cuando eran jóvenes y comenzaron su vida juntos. Pero cuando los meses de infertilidad se convirtieron en años, menguó la esperanza de tener un hijo y se sintió como una carga de «vergüenza» (Lucas 1:25).

Cuando las Escrituras nos presentan a esta pareja, ya son «de edad avanzada», y sin embargo siguen caminando con Dios. Es su fidelidad lo que amerita nuestro reconocimiento, más que la crítica a Zacarías por su momento de incredulidad. Después de todo, este hombre mayor se había acostumbrado a la decepción.

Zacarías había perseverado en oración a lo largo de años de aparente oscuridad y silencio. Pero aquel día, mientras el sacerdote encendía el fuego para quemar el incienso, Gabriel apareció y le anunció que Dios había escuchado su oración. Dios estaba con Zacarías, incluso cuando el cielo parecía guardar silencio. La Luz del mundo no se había olvidado, sino que estaba preparando soberanamente la historia para el momento señalado.

La historia de Zacarías y Elisabet nos ofrece una perspectiva sobre nuestras propias temporadas de espera. Se nos recuerda que nuestras oraciones no tienen fecha de caducidad. La fidelidad de esta pareja se fue desarrollando hasta llegar a una esperanzadora época de gozo cuando la promesa de Dios se cumplió a través de su hijo, aquel que anunciaría la llegada del Mesías.

Sin embargo, cuando conocemos su historia, no podemos saltarnos sus décadas de infertilidad. Conocemos también la parte dolorosa de sus vidas. Y es precisamente en sus largos años de aflicción donde vemos la fortaleza de su fe.

Elisabet comprendió que Dios le había mostrado un favor especial al obrar este milagro. Muchos héroes bíblicos no recibieron lo que esperaban o lo que se les había prometido en este lado de la eternidad (Hebreos 11:39). El cumplimiento final de su fe estuvo más allá de ellos, al igual que ocurre con nosotros. En este tiempo de Adviento, durante nuestra espera, hay una obra más amplia y trascendente en proceso, y que se desenvuelve en el tiempo señalado por Dios. Emanuel —Dios con nosotros— sigue siendo fiel a sus promesas al día de hoy.

Dorena Williamson es plantadora de iglesias, oradora y autora de ColorFull, The Celebration Place, Crowned with Glory y Brown Baby Jesus.

Reflexione sobre Lucas 1:5–25.


¿De qué modo ve la fidelidad en esta historia? ¿Y la fidelidad de Zacarías y Elisabet? ¿La de Dios? ¿De qué manera ve la soberanía de Dios? ¿Y la presencia de Dios?

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Él brilla en la oscuridad

Una lectura de Adviento para el 17 de diciembre.

Juan 1:14

Juan 1:14

Christianity Today December 17, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Juan 1:1–18

El apóstol Juan contextualiza su relato de las palabras y hechos de su buen amigo Jesús con un prólogo de apertura que crepita con energía y asombro. Jesús, quiere decirnos Juan, es la misma Palabra de Dios. Él estaba con Dios en la creación del mundo. Él es Dios. Él es la vida misma, y ​​esa vida es la luz del mundo.

Luego viene el versículo 5: «Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla». Al menos eso es lo que dice la NVI. Pero aquí hay algo interesante. En la NBLA se lee de manera diferente. Dice: «La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron».

La palabra griega que se traduce alternativamente como «extinguir», «sofocar» y «comprender» es katalambanó, que significa «agarrar» o «asirse de». Necesitamos más de una palabra en español para tratar de insinuar la esencia completa de lo que Juan está diciendo aquí.

Juan había visto la Luz del mundo con sus propios ojos. Él había ido a pescar con Él. Había comido con Él. Había orado con Él. Y lo había visto soportar la muerte más horrible imaginable y luego volver a la vida. Entonces, Juan sabía que no hay oscuridad en el universo que pueda captar y derrotar permanentemente esta luz. La oscuridad no puede vencerlo.

Pero Juan también sabía que nuestras mentes humanas, dejadas a su suerte, no pueden empezar a captar el amor que se nos ofrece en el hecho asombroso de la Encarnación. La oscuridad no puede entenderlo.

El prólogo de Juan culmina con una impresionante meditación sobre los extremos a los que Dios ha llegado para alcanzarnos con Su amor iluminador. «Y el Verbo se hizo hombre», escribe, «y habitó entre nosotros». O, como lo expresa la paráfrasis de la Biblia The Message: la Palabra de carne y hueso «se mudó al vecindario».

El Dios Fuerte vino en la asombrosamente vulnerable forma de un bebé humano. El Príncipe de Paz se permitió nacer en un mundo de pecado y caos: Dios le dio la capacidad de ser abrazado, herido, besado y asesinado.

Solo la Luz del mundo puede darnos el poder de empezar a comprender lo que Dios nos ha ofrecido en el nacimiento de Jesús. Por eso, en este Adviento, oremos por nosotros mismos lo que el apóstol Pablo pidió por los efesios (3:17-18): que «… arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo».

Carolyn Arends es artista discográfica, autora y directora de educación del instituto Renovaré. Su álbum más reciente es In the Morning.

Reflexione sobre Juan 1:1–18.


¿Qué enfatiza este pasaje acerca de la Palabra? ¿Qué enfatiza sobre Jesús como la Luz del mundo? ¿Y sobre la Encarnación? ¿Qué preguntas, pensamientos o sentimientos despierta en usted? Exprese su respuesta a Dios en oración.

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Cristo en diez mil lugares

Una lectura de Adviento para el 16 de diciembre.

2 Corintios 4:6

2 Corintios 4:6

Christianity Today December 16, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea 2 Corintios 4:4–6 y Efesios 1:15–23; 5:8–11

En la famosa alegoría de la caverna de Platón, las personas viven encadenadas en prisión, mirando hacia una pared, mientras un fuego arroja luz detrás de ellos. Sin que ellos lo sepan, los títeres y los objetos en movimiento detrás de ellos están creando las sombras que ven en la pared. Ellos creen que las sombras son la realidad. No tienen idea de que hay un mundo brillante e iluminado por el sol afuera. Incluso cuando otros les cuentan sobre el mundo real, todavía no quieren salir de su cueva.

La alegoría me recuerda las palabras de Pablo: «El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2 Corintios 4:4). En cambio, cuando nacemos de nuevo en Cristo, nos convertimos en hijos de la luz, hijos del mundo iluminado por la luz del sol (Efesios 5:8). Dios ilumina nuestros corazones y mentes a través del evangelio, para que podamos ver a Cristo en su gloria. A medida que fijamos nuestra mirada en Jesús y permanecemos en Él, Dios pone progresivamente todo en su justa perspectiva. El resultado es que la iglesia, colectivamente, y las personas, individualmente, pueden discernir mejor el bien del mal. Crecemos para ver y discernir los detalles de la belleza, la bondad y la verdad, para ver correctamente el mundo y las personas. Sin duda, nos necesitamos unos a otros para permanecer en la luz para experimentar el shalom de Dios: para ver y amar.

Efesios 5:9 revela algo asombrosamente hermoso acerca del fruto que nace de la luz. El fruto es «toda bondad, justicia y verdad». Mirando el rostro de Cristo, empezamos a verlo cada vez más en nuestra vida y en nuestro mundo. Vemos a Jesús aparecer de miles de maneras y en todo tipo de lugares, a veces inesperadamente. Estamos capacitados para encontrar la bondad, la justicia y la verdad, presentes incluso en circunstancias difíciles o dolorosas. Del mismo modo, los demás ven estas virtudes manifestadas en nuestra propia vida y damos gracias a Dios.

El conocimiento que nos fue revelado al momento que Dios iluminó nuestros corazones nos llena de gozo sobreabundante y de esperanza duradera (Efesios 1:18, 19). Es esperanza para el presente debido a la incomparable «grandeza de su poder» que tenemos a través del Espíritu para hacer la voluntad de Dios en el mundo (v. 19). Esta esperanza se ve reforzada por el conocimiento de que Dios está siempre por nosotros. Y también tenemos esperanza para el futuro porque vislumbramos nuestra gloriosa herencia.

De hecho, mientras permanecemos en Cristo y conectados unos con otros, sabemos en un nivel profundo que el mal es una falsificación; es el mundo de las sombras. Como describió Gerard Manley Hopkins en su poema «Kingfishers Catch Fire» [Como los martines pescadores se incendian], llegamos a ver a Cristo «jugando en diez mil lugares» y la gloria de Dios brillando en todas partes. Esta es la luz de Adviento.

Reflexione sobre 2 Corintios 4:4–6 y Efesios 1:15–23; 5:8–11.


¿Cómo describen estos pasajes la iluminación espiritual? ¿Cómo ha iluminado su propia vida la fe en Jesús, quien es la Luz verdadera?

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Liberado de la oscuridad

Una lectura de Adviento para el 15 de diciembre.

1 Pedro 2:9

1 Pedro 2:9

Christianity Today December 15, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Colosenses 1:9–14 y 1 Pedro 2:9

Es un instinto natural temer a la oscuridad. Sabemos que cosas malas suceden al amparo de la oscuridad. Lo mismo es cierto de la oscuridad espiritual. Las Escrituras nos dicen que el dominio de las tinieblas es donde residen las obras infructuosas y donde moran la impiedad y el mal (Efesios 5:8–12). Si estamos bajo el control de las tinieblas, no tenemos comunión con Dios (1 Juan 1:5–7).

Pero Jesús vino a liberar a los que habían sido cegados por las tinieblas, ¡a liberarnos! Ahora, como personas que moramos en la luz de Cristo, nos esforzamos por caminar de una manera propia de aquellos que siguen a Jesús. Caminamos en adoración, dando gracias por la gran herencia que tenemos como coherederos con Cristo.

En el principio, Dios declaró: «¡Que exista la luz!», y así creó el día (Génesis 1:3). Dios también declara: «¡Que exista la luz!» en nuestras propias vidas, refiriéndose no al cosmos, sino a la luz del evangelio en nuestros corazones que nos permite ver la gloria de Cristo (2 Corintios 4:6). La misma Luz del mundo descendió a las tinieblas de este mundo, a las tinieblas de nuestros corazones, y abrió nuestros ojos para que pudiéramos proclamar las alabanzas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. En esa luz, hay justicia, paz y gozo.

Como ciudadanos del reino de luz de Cristo, tenemos redención, perdón y comunión con Dios. Hizo de nosotros, que una vez disfrutamos de la oscuridad, Su preciada posesión.

Dios escogió un pueblo que fuera suyo y reflejara su carácter santo. Él eligió un pueblo que aceptaría y trascendería las distinciones étnicas, declarando sus alabanzas dentro de la hermosa diversidad de su familia. Eligió un pueblo al que daría todos los privilegios y bendiciones del sacerdocio de los creyentes, es decir, acceso directo a la presencia misma de Dios. El velo que una vez nos impedía acercarnos a Dios se rasgó para que se nos abriera «el camino nuevo y vivo» por medio de Cristo (Hebreos 10:20). Escogió un pueblo al que le daría la bienvenida en su presencia en todo momento, un pueblo que declararía sus alabanzas mientras ofrecemos sacrificios espirituales, individuales y colectivos a Dios.

Esta temporada de Adviento, celebramos al Prometido que nos libró de las tinieblas, quien nos llamó a su luz admirable para que podamos regocijarnos en el Hijo y proclamar sus alabanzas.

Kristie Anyabwile es autora de Literarily: How Understanding Bible Genres Transforms Bible Study y editora de His Testimonies, My Heritage (publicado en español como Sus testimonios, mi porción).

Reflexione sobre Colosenses 1:9–14 y 1 Pedro 2:9.


¿Qué significa para usted vivir como parte del reino de la luz? ¿Cómo le ha traído Jesús, quien es la Luz, entendimiento y propósito?

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Una luz aterradora y liberadora

Una lectura de Adviento para el 14 de diciembre.

Juan 3:21

Juan 3:21

Christianity Today December 14, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Juan 3:16–21

«Porque de tal manera amó Dios al mundo que . . .».

Lo más probable es que usted pueda terminar la línea sin pensarlo dos veces. Podría decirse que Juan 3:16 es el versículo más famoso de la Biblia; sin embargo, no viene solo. Aunque el resto del pasaje en este tercer capítulo del evangelio de Juan recibe mucha menos fanfarria, nos ofrece una verdad aleccionadora y esperanzadora:

… que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió la oscuridad a la luz…. el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios. (vv. 19, 21)

La experiencia humana es la mezcla paradójica del amor a la oscuridad y la necesidad de luz. Y esta realidad no es solo cierta allá afuera, entre las masas pecaminosas. Esto es cierto aquí mismo: en mi corazón, mente y alma, así como ​​en los suyos. El apóstol Pablo describe acertadamente esta tensión omnipresente y universal: «No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco» (Romanos 7:15). Todos hemos estado allí. Todavía lo estamos.

La luz puede tanto exponer como iluminar, haciéndola simultáneamente aterradora y liberadora. El físico estadounidense Richard Feynman dijo: «El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y eres la persona más fácil de engañar». Si tenía razón, y creo que la tenía, entonces esta luz aterradora y liberadora es exactamente lo que necesitamos. Esta luz expone nuestro orgullo e ilumina nuestra vergüenza, las cuales nos han golpeado desde el comienzo mismo de la historia humana.

En la narración de la creación del Génesis, Dios creó un mundo bueno y colocó a Adán y Eva en el centro, como portadores de su imagen, llamados a sacar todo el buen potencial de la tierra. Pero cuando los primeros humanos pecaron contra Dios, fue porque llegaron a creer la mentira de que podían ser «como Dios» (Génesis 3:5). Esto es orgullo. ¿Y adónde conduce inevitablemente el orgullo? Directo a la vergüenza. «… tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí», dijo el hombre (3:10).

Jesús, la Luz, ha venido a liberarnos de las tinieblas del orgullo y la vergüenza. La luz ha venido a decirnos la verdad: que somos perdonados, aceptados y amados. La luz ha venido para deshacer la catástrofe de la Caída y promulgar el buen nuevo mundo de Dios, donde todos podemos pertenecer.

Jay Y. Kim es pastor principal en la iglesia WestGate. Es autor de Analog Church y Analog Christian. Vive en Silicon Valley con su familia.

Reflexione sobre Juan 3:16–21.


¿En qué sentido es aterradora la luz de Dios? ¿En qué sentido es liberadora? ¿De qué manera el contexto más amplio del versículo 16 profundiza su comprensión de la identidad y el propósito de Jesús?

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