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Colombia se convirtió en el país sudamericano donde es más difícil ser cristiano

Oficialmente, el país protege las libertades religiosas mejor que la mayoría de la región. Pero la realidad es más compleja.

Guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional patrullan cerca del río Baudo, en Colombia.

Guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional patrullan cerca del río Baudo, en Colombia.

Christianity Today January 18, 2024
Daniel Muñoz / Colaborador / Getty

Rodrigo es un pescador cristiano que vive con su esposa en el departamento del Chocó, una región selvática próxima a la frontera que Colombia comparte con Panamá y que es conocida por ser uno de los lugares donde más llueve en el planeta.

El poblado en el que habitan es tan remoto que no tiene calles pavimentadas, y la presencia de la policía y otras autoridades colombianas es escasa. Los habitantes recorren los caudalosos ríos Atrato, Baudó y San Juan principalmente en lancha motora, y Rodrigo mantiene a su familia vendiendo gasolina, según relató a Puertas Abiertas, quien contó su historia por primera vez.

A pesar de la aparente necesidad de un negocio como el suyo en la zona, Rodrigo y su familia están aislados. Su comunidad, mayoritariamente indígena, los ha rechazado a causa de su fe, y los ha excluido social y económicamente por negarse a participar en los rituales animistas habituales entre los nativos. Este aislamiento también ha puesto a Rodrigo en una situación más vulnerable ante los grupos guerrilleros y paramilitares que dominan la región, quienes amenazan periódicamente con cerrar su negocio si no paga extorsiones, un delito presente en todo el país, pero que afecta de manera especial a los cristianos.

La historia de Rodrigo refleja dos de las principales razones por las que Colombia ha sido el país más peligroso de Sudamérica para ser cristiano en los últimos cinco años, según la Lista Mundial de la Persecución (LMP) de Puertas Abiertas. En la lista de este año de los países donde es más difícil ser cristiano, el país ocupa el puesto 34 a nivel mundial. ¿Cómo se ha convertido un país de larga tradición democrática y mayoría católica en uno de los lugares más peligrosos para los creyentes en el hemisferio occidental?

Gran parte de la bien conocida violencia de Colombia se remonta a 1948, cuando el candidato presidencial liberal Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado, desencadenando una tragedia nacional conocida como «El Bogotazo» y un recrudecimiento de la violencia política. Tras la muerte del candidato, surgieron grupos guerrilleros liberales —alimentados por la ideología comunista de la Revolución Cubana— que sembraron terror en las zonas rurales.

En la década de 1980, con el auge del narcotráfico, los grupos guerrilleros se convirtieron en aliados de los narcotraficantes. Pero tras la caída de capos de la droga como Pablo Escobar en la década de 1990, tanto estos grupos como sus oponentes, los grupos paramilitares, tomaron control total del negocio del narcotráfico. Como informó Christianity Today en 1998, no pocas veces los líderes cristianos fueron víctimas de secuestros, asesinatos y desplazamientos.

«Colombia es un país en el que existen dos realidades. Por un lado, hay mucha libertad en las grandes ciudades, y los cristianos de allí ni siquiera son conscientes de la persecución que se produce en las zonas rurales del país», dijo Ted Blake, director de Puertas Abiertas en España. «[Pero] en esas zonas rurales hay grupos armados —guerrilleros o paramilitares— que no permiten que se haga nada sin su aprobación, misma que se obtiene con el pago de “vacunas” [dinero de extorsión]».

La segunda forma de persecución en las zonas rurales de Colombia, según Puertas Abiertas, la llevan a cabo los grupos indígenas que tienen autonomía para establecer sus propias normas en los territorios que les han sido cedidos. Con frecuencia, estas normas prohíben la conversión a la fe cristiana, y se castiga con la expulsión de la comunidad, la expropiación de tierras o la exclusión económica.

La persecución de los cristianos en las comunidades indígenas es más evidente en el departamento del Cauca, al sur del país, cerca de la frontera con Ecuador. La población indígena mayoritaria en esa región supera las 200 000 personas. Los que se atreven a abrazar la fe cristiana (aproximadamente unos 14 000), han sufrido el despido de sus trabajos, desplazamiento forzado y otros tipos de exclusión social. «Como no masticamos la hoja de coca, ni participamos en los bloqueos de carreteras organizados para protestar contra el gobierno colombiano, ni hacemos conjuros con hierbas, nos desplazan», explicó el pastor evangélico Rogelio Yonda Trochez a la BBC en 2012.

Pero la violencia ejercida por los grupos de narcotraficantes y la opresión de las comunidades indígenas no son los únicos elementos que contribuyen al ambiente tóxico que viven los cristianos colombianos. Según Puertas Abiertas, la intolerancia secular ha aumentado y ha impedido que algunos cristianos compartan sus convicciones sobre el aborto, el matrimonio y la libertad religiosa.

En 2021, miles de colombianos de todo el país salieron a la calle para protestar por el aumento de los impuestos y el retraso en la distribución de la vacuna contra el COVID-19. Cuando los líderes cristianos se negaron a protestar o se pronunciaron en su contra, algunos manifestantes vandalizaron iglesias, entre ellas la megaiglesia de Bogotá El Lugar de Su Presencia.

¿«Inconsistencias en la metodología»?

Desde 1991, cuando la Constitución reconoció por primera vez las libertades de religión, conciencia y culto como derechos fundamentales en el país históricamente católico, la legislación colombiana en la materia ha sido considerada una de las más avanzadas en la región.

En consecuencia, las autoridades nacionales han visto con escepticismo los informes más recientes de Puertas Abiertas.

«La violencia en Colombia ha afectado a múltiples iglesias y creyentes», declaró a CT Lorena Ríos, exdirectora de la Oficina de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior (y ahora senadora por el partido cristiano Colombia Justa Libres). «Sin embargo, la causa de la violencia no siempre se ha debido a cuestiones de fe, sino más bien a situaciones del entorno, ya sean políticas (participación o apoyo a un candidato), de liderazgo social (pastores que denuncian la corrupción o amenazas de grupos), o cuestiones personales (negocios y deudas). Pero no se debe exclusivamente a una cuestión de persecución por ser cristianos».

De hecho, en 2021, bajo el mandato de Ríos, la Oficina de Asuntos Religiosos, publicó una refutación formal contra las afirmaciones de Puertas Abiertas, expresando su preocupación por lo que describió como «inconsistencias en la metodología» de Puertas Abiertas a la hora de evaluar los niveles de persecución religiosa en Colombia. En ese informe, el gobierno colombiano cuestionaba por qué el país había pasado del puesto 41 al puesto 30 en la LMP de 2021.

«Esta brusca variación no tenía sentido, porque 2020, debido a la pandemia, fue un año en el que se produjeron menos ataques contra los cristianos en el país», afirmó Ríos, y añadió que «incluso [Puertas Abiertas] admitió que, debido a las restricciones impuestas por COVID-19, 2020 no había sido un año típico en la recolección de datos».

La metodología de Puertas Abiertas ha evolucionado desde 1993, año en que comenzó la medición. Actualmente se basa en una serie de cuestionarios que se aplican tanto a la población cristiana como a la no cristiana de cada país, y luego la información se puntúa en una escala de 100 puntos en función de los niveles de persecución y es auditada de forma independiente por el International Institute for Religious Freedom [Instituto Internacional para la Libertad Religiosa].

«Medimos los niveles de opresión de los cristianos en cinco ámbitos: vida privada, esfera familiar, esfera social, esfera nacional y esfera eclesiástica. También tenemos en cuenta la violencia corporal o material que sufren los cristianos», declaró Blake.

Colombia no está en la lista a causa de sus leyes. Está en la lista porque cristianos han sido asesinados a causa de su fe y porque las iglesias han sufrido ataques, afirma.

Persecución en América Latina

Tras entrar en la lista de los 50 países con mayores niveles de persecución en 2019 (en el puesto 47), Colombia llegó a ocupar el puesto 22 en la LMP de 2023, con lo que se convirtió en la nación más peligrosa para los cristianos de toda América Latina. Aunque este año el país ocupa el puesto 34, su puntuación solo ha bajado de 71 puntos en 2023 a 68 puntos en 2024.

El país latinoamericano más peligroso según la LMP 2024 es Cuba (puesto 22, con una puntuación de 73), seguido de Nicaragua (puesto 30, con una puntuación de 70), debido a la obsesión del dictador Daniel Ortega con la Iglesia católica, a cuyos líderes califica de opositores a su régimen. Después de Colombia se encuentra México (puesto 37, con una puntuación de 68).

«Las formas de persecución en Colombia y México son muy similares», afirma Blake. «Los grupos de narcotraficantes extorsionan, secuestran y asesinan a líderes cristianos en ambos países, mientras que los grupos indígenas ejercen presión excluyendo económica y socialmente a los cristianos».

Venezuela (puesto 67, con una puntuación de 53) ya no está entre los 50 primeros, a pesar de las suposiciones que puedan tenerse sobre el hecho de que su gobierno autoritario y socialista haga más difícil profesar libremente la fe cristiana.

Mientras florece la persecución, incluso en países históricamente cristianos, ¿qué puede hacer la iglesia mundial?

Hablar claro, dice Blake.

«Jesús nos enseñó que quien lo siga será perseguido. Es algo que debemos esperar que ocurra», afirma. «Más bien, alza tu voz en dos sentidos: pide a Dios que fortalezca a los cristianos de tal modo que se mantengan firmes en medio de la adversidad; también, levanta tu voz ante los gobernantes, para que intervengan en defensa de los derechos de los cristianos que sufren tantas injusticias».

Hernán Restrepo es un periodista colombiano que vive en Bogotá. Desde 2021, gestiona las cuentas de redes sociales de Christianity Today en español.

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