Church Life

En vez de ser pastor, mi ministerio consiste en arreglar tuberías

Al orar y operar llaves inglesas descubrí una vida cristiana abundante.

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Christianity Today September 5, 2024

Hace diez años, me topé con una disyuntiva vocacional.

Había pasado años orando y soñando con pastorear una iglesia: estudiar teología, escribir sermones, visitar hospitales e interceder junto a otros.

Pero, al igual que muchos de mi generación, mis recursos eran limitados. Con una familia que cada vez crecía más, tuve que pensar con franqueza en la viabilidad del seminario, lo poco que ganaría como pastor y el escaso progreso que sentiría que estaría haciendo en la vida cristiana. ¿Cómo iba yo a guiar a otros por un camino que yo aún tenía que recorrer? 

Un pastor de la iglesia a la que asistía, sabiendo que buscaba trabajo, sugirió que me pusiera en contacto con uno de los feligreses que lideraba un negocio de fontanería (plomería).

Con la posibilidad de un trabajo que no requería estudios avanzados y que podía proveer seguridad económica inmediata para mi familia, elegí dedicarme a reparar tuberías con una oración: Dios, transfórmame en la clase de persona que un día pueda ser pastor en tu iglesia.

Una década después, sigo trabajando en el mismo negocio. Resulta que no había considerado que un trabajo común —el trabajo manual en particular— podría ser la ruta más directa para aprender las habilidades necesarias para servir como líder en la iglesia. Sospecho que no soy el único. Cualquiera de nosotros puede llegar a ser un mejor seguidor de Jesús al concentrarse en las demandas y en la realidad espiritual de nuestros trabajos. Bien entendido, el trabajo es el campo de entrenamiento en el que se forman los buenos cristianos. 

¿De qué modo el trabajo nos hace mejores cristianos? ¿Cómo podemos «redimir el tiempo» que pasamos trabajando?

Si la vida cristiana se puede resumir como aquello que nos lleva «a tener parte en la naturaleza divina» en Cristo y a través de Él (2 Pedro 1:4, NVI), entonces creo que también se podría decir que la actividad central del cristiano es la oración.

Como la definió un ministro de la Iglesia de Inglaterra del siglo XIX, la oración es «el alma acercándose a Dios» y el alma que se acerca a Dios adopta las características de Dios. Es similar a un tubo de cobre: es frío al tacto y refleja la luz externa, sin embargo, eventualmente asume las características de la llama cuando está listo para la soldadura.

En su carta a los cristianos de Tesalónica, Pablo dice: «Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:16-18).

¿Cuándo oramos? Siempre. ¿Con qué frecuencia? Constantemente. ¿Incluso cuando estamos usando una llave inglesa para arreglar tuberías? En toda situación. 

Basilio el Grande, obispo del siglo IV y uno de los famosos padres de Capadocia, ayudó a reformar las comunidades monásticas de su zona en el mundo antiguo, y escribió una plantilla para la vida ascética —una vida disciplinada junto a Dios, una vida de oración— para todos los cristianos.

Para Basilio, el comienzo, el centro y el final de la vida cristiana es el amor: amor a Dios y amor al prójimo, como Jesús le enseñó a sus seguidores. Cristo también enseñó que el servicio que se presta con amor a nuestro prójimo es servicio que Él acepta como si fuera hacia sí mismo.

«El que ama al Señor ama a su prójimo en consecuencia», explica Basilio en su Regla. «“Si alguno me ama”, dijo el Señor, “guardará mis mandamientos”; y, de nuevo, dice: “Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como yo los he amado”. Por otro lado, aquel que ama a su prójimo cumple con el amor que le debe a Dios, porque él acepta este favor como si fuera mostrado hacía sí mismo».

Hacer nuestro trabajo por el bien del prójimo puede considerarse, en sí mismo, una forma de oración, tanto porque Cristo está junto a nuestro prójimo al recibir el servicio como debido a la disposición de nuestro corazón de complacer a Dios en ese servicio.

Basilio dijo más adelante:

… en medio de nuestro trabajo debemos cumplir con el deber de la oración, dándole gracias a Aquel que le ha otorgado fuerza a nuestras manos para realizar las tareas e inteligencia a nuestras mentes para adquirir conocimiento… orando para que el trabajo de nuestras manos esté dirigido hacia este fin: complacer a Dios.

¿Por qué el trabajo manual en particular? Otro famoso monje que vivió un par de siglos más tarde nos ayudará: Benito de Nursia. A menudo se le considera el padre de la monástica occidental y, como estudiante de Basilio, Benito acuñó la frase Ora et labora («Ora y trabaja»), e instruyó a sus monjes a vivir en una amable alternancia de trabajo manual interrumpida por momentos de oración. 

Para Benito, el trabajo manual era de extrema importancia, lo cual podemos saber por el hecho de que era lo único en toda su Regla a lo que llama explícitamente «monástico». Si los monjes no podían trabajar bien, entonces no podrían orar bien. Para el monje, así como para todos los cristianos, la oración es el trabajo; el descuido de una clase de labor significa también el descuido de las otras clases.

Pero, yendo un poco más allá, el trabajo manual y la oración tienen algo más en común: el reclutamiento de todo tu ser.

Cuando estoy instalando un calentador de agua debo juntar mi voluntad, mi intelecto, mi cuerpo, todas mis facultades: cada faceta de mi ser está implicada en la ejecución y la realización del trabajo. El trabajo manual sirve como una oportunidad para reintegrar lo que de otro modo serían partes desintegradas de mi ser, dispersas por todas partes.

Lo que yo practico en el trabajo manual, entonces, uniendo varias partes de mi yo en un todo integrado, lo aplico a mis momentos de oración, exponiendo la mente, el cuerpo, el alma y la fuerza para estar con Dios y ofrecerle adoración. Esta es otra respuesta a la pregunta que plantea la enseñanza de Pablo, al igual que muchas otras respuestas más que descubrir. 

Durante la última década como obrero, sin querer he encontrado un modo de vida que, lejos de mantener la oración a raya e impedirme que esté con Dios debido a mis tareas, me ha puesto en medio de un experimento devoto de siglos de duración que me enseña al menos dos cosas: en Cristo, oro precisamente porque estoy trabajando, y aprendo a orar mejor porque soy un trabajador.

Mis manos participan en la obra de traer orden al mundo que me rodea y también hojean obras teológicas; traen paz entre los propietarios y sus hogares y también construyen el Reino; han aprendido a utilizar llaves inglesas y también he aprendido a orar sin cesar. 

He descubierto que practicar el estar en la presencia de Dios y crecer en la vida cristiana es algo que cualquiera de nosotros puede hacer prácticamente en cualquier clase de trabajo, no solo como pastores o líderes de iglesia. Mi vocación en la fontanería no es realmente la vida que esperaba, pero ha resultado ser la vida por la cual oraba.

Nathaniel Marshall es fontanero (plomero) oficial licenciado. También es oblato benedictino y es miembro de la Iglesia Anglicana de Cristo Rey en Marietta, Georgia, con su esposa y sus dos hijas.

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Hay ocasiones en que la provisión de Dios viene en forma de Prozac

Mi batalla contra la ansiedad posparto me llevó a entender que Dios puede sanarnos de otras maneras.

Christianity Today August 21, 2024
Ilustración por Christianity Today / Fuente de imágenes: Unsplash

Las hormonas que vienen durante y después del embarazo hacen que el mundo gire: pueden crear vidas y sostenerlas, pero también pueden hacer que las madres se sientan como monstruos.

Las hormonas son las guardianas de nuestra cordura, y la mía se fue por el desagüe después de haber dado a luz a mis dos hijas. El desafío de criar a un recién nacido sería considerable para quienes tienen niveles normales de estrógenos y progesterona, pero puede ser demasiado para quien tiene las hormonas fuera de equilibrio.

Mis dos hijas, Elaine y Olivia, son las niñas de mis ojos, pero traerlas al mundo me dejó hecha polvo. Durante las 24 horas posteriores a cada parto me invadió la ansiedad y comencé a perder el contacto con la realidad. Un pánico paralizante atravesaba mi cuerpo cada hora. Me sentía exiliada del mundo en el que los ritmos son banales y placenteros.

No recuerdo haberme parado una sola vez junto a la cuna de mis recién nacidas para admirarlas mientras dormían. Solo me preocupaba mi propio sueño, o la falta de él. Daba vueltas en la cama, escuchando con envidia la respiración fuerte de mi esposo. Me sentía completamente aislada, abandonada. Trataba de dormir en todas partes, en cualquier sitio. Bajo mi escritorio. En el suelo. Lejos de la cuna. Fuera de la casa, en mi pequeño auto.

Conseguía sacar unas cuantas horas aquí y allá, pero cada noche, a la puesta de sol, mi ansiedad se disparaba como si el monstruo de los «y si» se hubiera sentado encima de mi cerebro: ¿Y si no puedo dormir y colapso y ataco a mis seres queridos y fracaso a la hora de cuidar de mi recién nacida y defraudo a todo el mundo? Cada hora me preguntaba si alguna vez vería a mis niñas reír, tirarse del pelo y correr juntas por la hierba.

La primera vez no sabía lo que me estaba ocurriendo: había escuchado hablar de la depresión postparto, pero no de la ansiedad. Había tenido un embarazo tranquilo y un parto natural que habían dado como resultado a un sano angelito rosado. Mi hija no tenía cólicos, mi marido estaba presente y me apoyaba, y nuestra familia extendida estaba entusiasmada con esta nueva vida. ¿Por qué me sentía tan consumida por el terror? Para hacerlo peor, reflexionaba sobre todas estas razones por las que debía estar llena de felicidad y me sentía culpable por no estarlo.

Por supuesto, mi propio pasado tenía un trasfondo más oscuro y complicado que me ayudaba a explicar las cosas: tuve una complicada relación con mi madre, lo que aumentaba mis miedos de convertirme en una madre inestable. Pero, por mucho que esto predijera mi insomnio postparto y los ataques de pánico, eso por sí solo no explicaba completamente mis circunstancias. Tenía que haber algo más agitándose bajo la superficie psicológica, formando una colisión entre el cerebro y el espíritu que parecía empeñado en obligarme a elegir entre cuidar de esta nueva vida o terminar con la mía.

Necesitaba ayuda médica, pero había un problema: para mí, hacer que un compuesto químico hiciera lo que se suponía que la cruz debía hacer demostraba mi falta de confianza en Jesús. Mi fe había florecido en una iglesia que prohibía beber alcohol y tomar drogas que alteraban el juicio. Recuerdo sermones centrados en la importancia de «una vida cristiana limpia» y advertencias de que el alcohol y la marihuana estaban en contra de las cosas de Dios.

En esos momentos era común escuchar Efesios 5:18 y siempre,al menos en mi memoria, se citaba en lenguaje antiguo: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu» (RVR1960). Esto encajaba bien conmigo, porque había crecido a la sombra del alcoholismo, con un abuelo cuyos periodos de sobriedad regulares solo fueron posibles debido a la constante vigilancia de mi abuela.

Durante gran parte de mi vida, la respuesta obvia a las adicciones había sido una teología fundamentalista. Estos habían sido los lentes que llevaba puestos cuando me encontré por primera vez con el tristemente famoso trabajo de Damien Hirst estando de vacaciones en Italia. En cierto lugar de Venecia visitamos una pequeña galería de arte abierta al público: y allí, en una ciudad llena de iconos religiosos, entramos en lo que parecía ser el santuario de los medicamentos.

Por todos lados había símbolos cristianos decorados con píldoras de toda forma y color. En las paredes había pósteres del Via Crucis cubiertos con frases que recordaban momentos específicos de la narrativa bíblica, con versículos citados junto a botellas de recetas médicas representadas en varias concentraciones. En cada pieza de arte, la devoción se fusionaba visualmente con la promoción de marcas de medicamentos. Y en medio de esta exposición había una variedad de calaveras humanas lacadas en colores brillantes.

Pero una de las piezas, relativamente discreta, fue la que más me impactó, y sigue fija en mi recuerdo: una simple cruz de madera de cedro con pastillas fijadas con resina en el centro de sus postes.

En ese momento de mi historia personal —años antes de mi doble encuentro con los problemas de salud mental relacionados con el parto— podía ver dos maneras diferentes, pero igualmente válidas, de interpretar esa obra. La primera era la más obvia: era una declaración acerca del poder adictivo de la religión, una representación artística de la afirmación de Karl Marx de que la religión es «el opio del pueblo».

Cuando Dios se convierte en una idea o en un sistema de creencias en vez de un ser amoroso y activo, terminamos usando a ese dios para protegernos de la realidad. En ese sentido, sentía que esa obra de arte me atacaba. Había sido culpable de ello en mis primeros años de fe, cuando la religión me ofreció una manera de distanciarme del dolor causado por mi familia.

La otra interpretación hablaba más bien de cómo las sustancias, tanto las prescripciones médicas legales como las sustancias médicamente necesarias que alteran la mente, se habían convertido en un reemplazo de Dios en la sociedad contemporánea. Después de todo, quién necesita oración, comunidad y una entrega ciega por medio de la fe cuando el Valium puede llevarse tu trauma y tu soledad. ¿Quién necesita el sacrificio de Cristo cuando tienes pastillas para la ansiedad?

Y aunque en ese punto de mi vida cognitivamente comprendía que había razones médicas legítimas para tomar analgésicos, sedantes y antidepresivos, no podía separarlo del abuso del alcohol que había presenciado en mi infancia. ¿Cuál es la diferencia entre alguien que abre una botella de licor en momentos de ansiedad a alguien que acude a un bote de pastillas?, me preguntaba.

Sin embargo, hoy veo el crucifijo de Damien Hirst de manera bastante diferente. Más que una acusación o una advertencia, se ha convertido en un símbolo de esperanza. Pero no fue sino hasta que pasé por un inmenso sufrimiento y hasta que el Espíritu Santo me transformó que mi percepción cambió. No fue sino hasta que experimenté la clase de implosión interna que conduce a la gente a beber y a anestesiarse.

Recuerdo una noche, en lo profundo de mi ansiedad postparto, en la que intentaba mantener a raya los pensamientos de autolesión centrándome en una imagen mental. Lo mejor con lo que pude dar fue una imagen de mi propia mano cortando pequeñas cruces en mi carne. Una y otra vez hacía el símbolo de la cruz y finalmente fui capaz de caer dormida: una extraña victoria.

Todo lo que quería era algo de bendito descanso: porque con él, pensaba, podría ser una madre capaz y no fallarle a mi pequeña. Pero, al igual que la propia gracia, el sueño se escapa cuanto más intentamos capturarlo. Y su búsqueda es sencillamente enloquecedora.

No sabía cómo ayudarme a mí misma. Lo que sí sabía, lo que me habían enseñado en mi infancia, era a lidiar con la vergüenza. Pero la vergüenza es a la ansiedad lo que la gasolina es al fuego. Y cuando echo la vista atrás veo la triste ironía de que eso mismo que temía —fallar como madre— era lo que habría pasado si hubiera escuchado la voz de la desesperanza y hubiera acabado con mi vida.

Pasé días enteros en oración: oraciones que eran más sentidas que nunca y en ocasiones suficientemente fuertes como para molestar a los vecinos. Estaba rodeada por mi comunidad y me apoyaba en mi familia como no lo había hecho nunca. También descubrí a un maravilloso terapeuta cristiano y comencé a poner en práctica disciplinadas técnicas de terapia cognitiva conductual. Incluso encontré a un naturópata cristiano que me ayudó a revitalizar mi cuerpo exhausto con suplementos.

Después de semanas de insomnio y ataques de pánico, había ganado algunas batallas significativas. Pero, después de todo, estaba perdiendo la guerra. Seguía necesitando ayuda farmacológica.

En última instancia, mi batalla contra el problema de salud mental de la ansiedad postparto se convirtió en una invitación a una vida espiritual más profunda. Tenía que enfrentarme a mi gran miedo de un mundo material en el que las sustancias químicas podían destruirnos. Pero lo que no había considerado era que lo material, lo químico y lo físico también podían salvarnos.

Había crecido leyendo pasajes de la Biblia que afirman la encarnación de Jesús y su importancia para nuestra salvación, pero no conseguí integrarlo en mi propia experiencia sino hasta que fui adulta.

La iglesia siempre ha batallado con la idea de que Dios haya abrazado el mundo material por medio del Cristo encarnado. Esto se hace evidente en las controversias cristológicas del siglo IV. Por ejemplo, a Ario y Apolinar les costó aceptar el hecho de que Jesús fuera «de carne y hueso» (Hebreos 2:14-17).

En respuesta a esto y a otras herejías de su época, Gregorio Naciaceno explicó que solo la humanidad holística de Cristo podía expiar nuestro pecado y todos sus efectos: porque «lo que no se asume no se sana». En otras palabras, Jesús se tenía que volver un humano completo para sanar completamente nuestra humanidad caída.

En esos momentos de crisis, yo no necesitaba que Jesús solamente fortaleciera mi espíritu: necesitaba que también sanara mi cuerpo. Y ya sea que esa sanación venga por medios sobrenaturales o naturales, sabemos que toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto (Santiago 1:17).

Lentamente, con la iluminación del Espíritu santo, comencé a ver mis brillantes píldoras ansiolíticas como parte de la buena provisión de Dios para el buen cuerpo que él había creado, no como una señal de una fe débil. Porque igual que Jesús había abrazado su cuerpo físico, así también debía hacerlo yo.

Hoy cepillo el cabello de mis hijas y superviso que se laven los dientes. No consiguen quedarse quietas durante el ritual, y en seguida se escapan para jugar algo nuevo. Desde el cuarto de baño las escucho reír mientras lleno un vaso de agua para tomar mi Prozac.

Me lo trago y parece una especie de sacramento bendecido: una afirmación del cuerpo que Jesús creó, que un día será totalmente sano, igual que su cuerpo resucitado.

Katherine Lee es poeta y madre. Escribe memorias acerca del modo en que su maternidad ha sido definida por las mujeres de su familia. Su maestría en teología ha dado forma a esta búsqueda de maneras sorprendentes.

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Por qué ambos partidos quieren a los evangélicos hispanos en 2024

Los ojos están puestos sobre el bloque de votantes que está dando una nueva forma a la contienda presidencial… y a la Iglesia.

Monet Bacs es la directora estratégica de la Iniciativa Libre [Libre Initiative] en Arizona.

Monet Bacs es la directora estratégica de la Iniciativa Libre [Libre Initiative] en Arizona.

Christianity Today August 19, 2024
Fotografía de Hannah Yoon para Christianity Today

La congregación que se reúne en Alliance Church no necesita que le recuerden que deben salir a saludar a sus vecinos. Con algunos toques del estilo del oeste de Texas —botas de vaquero, hebillas de cinturón brillantes y peinados con volumen— llegan con los brazos abiertos.

Juntos, elevan alabanzas sobre la salvación y la sanación de Dios: «Ahora, soy ciudadano del cielo», cantan en español mientras proclaman al unísono una identidad como ciudadanos del cielo. [Los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Las iglesias evangélicas hispanas de Estados Unidos, que han crecido con conversos del catolicismo y nuevos inmigrantes, son conocidas por este tipo de comunión familiar. Sus pastores tienden a ser bivocacionales, lo suficientemente ocupados como para centrarse más en las necesidades de sus congregaciones que en las guerras culturales que se libran en el exterior.

«Hace cinco o diez años, la mayoría de las congregaciones bautistas hispanas… e incluso las iglesias hispanas de las Asambleas de Dios, giraban en torno al evangelio», dice Jesse Rincones, pastor principal de Alliance. Las conversaciones políticas «nunca llegaron a nuestros púlpitos».

Pero los temas políticos surgen cada vez más en los bancos hispanos en los años transcurridos desde la presidencia de Donald Trump. Trump ha ganado un mayor apoyo hispano con cada carrera a la Casa Blanca —ha tenido el mejor desempeño en este grupo demográfico que cualquier candidato republicano en décadas— y los evangélicos hispanos han sido un objetivo clave al buscar el voto de los creyentes.

Rincones, que también lidera la Convención Bautista Hispana de Texas, dijo que los republicanos «probablemente han visto cierto éxito al hacer eso en el espacio [evangélico blanco] y ahora están buscando expandirse» a las comunidades hispanas.

Jesse Rincones es el pastor principal de la iglesia Alliance Church en Lubbock, Texas.Fotografía de Hannah Yoon para Christianity Today
Jesse Rincones es el pastor principal de la iglesia Alliance Church en Lubbock, Texas.

Los votantes hispanos son el grupo a seguir este año electoral. Su participación eclesiástica y política influirá tanto en las filas de la iglesia como en las urnas. Aunque ambos partidos políticos están buscando llegar a este grupo demográfico con nuevos esfuerzos de alcance, ganar su voto será difícil.

Dada la diversidad dentro de sus congregaciones, los evangélicos hispanos son evidencia de lo difícil que es captar a un grupo que abarca posiciones marcadamente diferentes entre generaciones, orígenes y creencias teológicas.

Gabriel Salguero, pastor de la iglesia The Gathering Place, una iglesia de las Asambleas de Dios en Orlando, Florida, cree que los evangélicos hispanos son «los votantes indecisos por excelencia».

Los miembros de la congregación de Salguero proceden de ambos bandos políticos, y él opta por identificarse como independiente en lugar de apoyar a uno de los partidos mayoritarios.

De sus feligreses de la Generación Z y de la Generación del Milenio oye hablar con frecuencia del hartazgo ante el liderazgo polarizado e hiperpartidista de los partidos.

«[Existen] las suposiciones de que porque somos evangélicos, somos republicanos; que porque somos latinos, somos demócratas», dijo Salguero, quien también se desempeña como presidente de la Coalición Nacional Evangélica Latina [National Latino Evangelical Coalition]. «Creo que es un error asumir que cualquiera de los partidos puede darnos por sentado».

En Alliance Church, una gorra roja con la leyenda «Make America Great Again» (MAGA) comenzó a aparecer regularmente entre los sombreros de vaquero de la multitud.

«La política… trae cierta división», dijo David Ramírez, un pastor de ministerios en español en la iglesia Alliance, quien se trasladó a Estados Unidos desde la Ciudad de México hace 16 años para estudiar en la universidad. Ha tenido congregantes que le dicen que anime a la gente a votar por Trump «porque él es el que tiene una agenda cristiana».

Ramírez entiende el atractivo, pero no ve que le corresponda hacer un endoso. Más bien, quiere animar a su iglesia a ser respetuosa y a mostrar el amor de Cristo aun en el cruce de las posturas políticas.

El hombre con el sombrero MAGA, un tejano de ascendencia mexicana, le dijo al pastor que conoció a gente en la iglesia que hizo que cambiara sus propios puntos de vista. Ramírez leyó entre líneas: «Sé que se refería a los inmigrantes.

»Me dijo: “Esas personas se han convertido en algunos de mis mejores amigos, algunas de las personas que más quiero”», dijo Ramírez. «Y es partidario de Trump, cien por ciento».

David Ramírez es pastor de ministerios en español en la iglesia Alliance Church.Fotografía de Hannah Yoon para Christianity Today
David Ramírez es pastor de ministerios en español en la iglesia Alliance Church.

En la actualidad, uno de cada siete votantes con derecho a voto en Estados Unidos es hispano, la minoría demográfica más numerosa del país. Tradicionalmente, los hispanos han votado por los demócratas, pero el control del partido se está debilitando. Los votantes hispanos se decantaron por Barack Obama con una mayoría del 71 % en 2012, por Hillary Clinton con un 66 % en 2016 y por Joe Biden con un 59 % en las pasadas elecciones.

Mientras tanto, Trump aumentó su apoyo entre los votantes hispanos en 10 puntos porcentuales —pasó del 28 % en 2016 al 38 % en 2020—, reduciendo el margen en bastiones demócratas como Miami, e incluso dándole a la vuelta a un distrito de mayoría hispana en la frontera de Texas.

Su campaña designó a pastores hispanos para que realizaran una labor de divulgación religiosa explícita, reuniéndose con ellos durante la campaña y pidiéndoles que oraran en los mítines. Las promesas de Trump de defender el cristianismo, proteger la libertad religiosa y promover la causa provida han calado entre los hispanos que comparten esos valores con sus correligionarios evangélicos.

Ese llamado está marcando la diferencia: desde que Trump entró en la escena política en 2016, ha habido un aumento promedio de 4 puntos en el porcentaje de protestantes hispanos que se alinean con los republicanos y una disminución de casi 6 puntos en los protestantes hispanos que se alinean con los demócratas, según un análisis de los datos de la encuesta del Pew Research Center. Los cambios en ambas direcciones son dos veces mayores entre los votantes protestantes hispanos que entre los votantes hispanos en general.

En los círculos carismáticos es donde los hispanos han captado realmente el mensaje de Trump, quienes se han unido a un coro de adoradores, profetas y pastores famosos que ven a Trump como el elegido de Dios.

Más de la mitad de los protestantes hispanos se identifican como pentecostales o carismáticos, y creen en los dones espirituales, desde la sanación divina hasta hablar en lenguas.

«Muchos cristianos hispanos protestantes son formal o informalmente pentecostales», dijo Robert Chao Romero, pastor y profesor de la Universidad de California en Los Ángeles.

Cuando las personas, especialmente en las comunidades de inmigrantes, experimentan dificultades, «Jesús sale a nuestro encuentro con tanta fuerza», explicó Romero. Contó la historia de uno de sus primos, que tenía problemas de corazón. «Están orando y orando, y al día siguiente el médico dice: “Usted no tiene problemas de corazón”».

«Todos tenemos historias así», dijo Romero. «Experimentamos a Dios de esas formas activas».

Esta conciencia de la acción de Dios en el mundo y la sensibilidad hacia el ámbito espiritual pueden cambiar las reglas de la participación política. Orar por determinados candidatos y políticas, implicarse en el activismo, así como esperar milagros y un avivamiento político se convierten en responsabilidades cristianas permeadas con un sentido de llamado.

Nilsa Álvarez es la directora hispana de la Coalición Fe y Libertad [Faith & Freedom Coalition].Fotografía de Hannah Yoon para Christianity Today
Nilsa Álvarez es la directora hispana de la Coalición Fe y Libertad [Faith & Freedom Coalition].

Nilsa Álvarez dice que su llamado a la política sonó por primera vez como una cascada de «pequeños, pequeñísimos gritos» que resonaban en sus oídos mientras oraba en el banco de un parque. Sintió que Dios le decía que defendiera a las víctimas del aborto. Más tarde, dijo, tuvo una visión de Jesús llevándola y sacándola de reuniones en la Casa Blanca. En la visión, le dijo a Jesús que ella no pertenecía allí, pero dijo que Jesús la animó a estar en la sala.

«Nunca podría identificarme con ninguno de los profetas que ministraron en mi iglesia, porque son profetas que Dios ha ungido para edificar el cuerpo. Pero los hay que están llamados a edificar el gobierno», dijo Álvarez. Ella se involucró por primera vez en la política antes de la carrera de 2016, inspirada por la idea de elegir a un republicano que pudiera nombrar jueces de la Corte Suprema para anular Roe v. Wade.

Álvarez era líder de alabanza y adoración en una iglesia hispana en los suburbios de Miami en ese momento. Pronto conoció al director de fe del Partido Republicano de Florida y empezó a trabajar como voluntaria en campañas de registro de votantes en iglesias.

Su siguiente trabajo fue el de directora regional de fe del Partido Republicano. Ella dijo que sabía dentro de su espíritu que era ahí donde su don profético estaba destinado a ser utilizado. Cuando Trump asumió el cargo, se encontró, junto con otros líderes religiosos, «entrando y saliendo de la Casa Blanca. Tal como lo vi».

Álvarez, que ahora se desempeña como directora hispana de la Coalición Fe y Libertad [Faith & Freedom Coalition], describió su activismo político como parte de un movimiento más amplio «para cambiar la cultura en la dirección de Dios» llevando la influencia cristiana al gobierno. Entre los carismáticos, el concepto de que los cristianos están llamados a influir en diversos ámbitos de la sociedad se denomina el Mandato de las Siete Montañas.

El movimiento comenzó hace décadas como una forma de estimular la participación evangélica en lugar de retirarse de siete áreas: medios de comunicación, gobierno, educación, economía, familia, religión y entretenimiento.

En la actualidad, es más comúnmente citado por líderes carismáticos y apostólicos que piden una toma de poder cristiana en estos espacios o dominios como preparación para la segunda venida de Cristo. Los profetas autoproclamados han incorporado a Trump a la ideología de las Siete Montañas, proclamando que Dios lo eligió para usar su influencia para reclamar ciertas áreas de la cultura.

«En muy poco tiempo, creo que debido a que había algunas celebridades carismáticas de alto perfil que apoyaban a Trump y que eran muy abiertas con su celebración del Mandato de las Siete Montañas —una idea que antes había sido bastante oscura en los círculos carismáticos— de repente estaba en todas partes», dijo Leah Payne, historiadora de la religión en el Seminario de Portland.

No todos los evangélicos hispanos de tendencia carismática o pentecostal se inclinan hacia la derecha, señaló Payne, aunque sí lo hacen algunos famosos. El televangelista estadounidense de origen hondureño Guillermo Maldonado hizo campaña a favor de Trump en su megaiglesia apostólica de Miami, El Rey Jesús. Fue el pistoletazo de salida de la campaña del presidente «Evangélicos por Trump» en 2020.

«Te pedimos, Padre, que él pueda ser el Ciro que traiga la reforma, que traiga el cambio a esta nación», oró Maldonado mientras los asesores de fe de Trump le imponían las manos al presidente. «Declaro, Dios, que lo usas para cambiar la atmósfera espiritual de esta nación».

Más allá de los fundamentos teológicos que atraen a los carismáticos hispanos hacia el expresidente, sus antecedentes nacionales también pueden jugar un factor importante.

Los hispanoamericanos que huyeron de lugares con gobiernos opresivos de izquierdas o autoritarios —pensemos en Venezuela, Nicaragua o Cuba— tienden a oponerse a lo que consideran son posiciones más socialistas de parte de los demócratas. También son más propensos a abrazar iglesias y pastores que hablan abiertamente de política.

«Debido a los países de los que proceden, no quieren convertirse en socialistas», explica Romero. «En ese contexto se da esa natural inclinación más republicana».

Pero las tendencias entre los hispanos son mucho más matizadas que un simple giro a la derecha en la participación electoral a favor de Trump.

Alexia Salvatierra, decana académica del programa en español del Seminario Teológico Fuller, Centro Latino, y profesora asociada de misión y transformación global, habla de las generaciones más jóvenes de cristianos hispanos que están haciendo crecer la iglesia.

Alrededor de un tercio de los fieles de las congregaciones protestantes hispanas de Estados Unidos tienen menos de 30 años, según las encuestas, y sus líderes también son más jóvenes. Al igual que otros miembros de la Generación Z, los jóvenes creyentes hispanos están más interesados que sus parientes de mayor edad (cristianos de tendencia conservadora) al abordar los males de la sociedad y al abogar por la justicia penal, el acceso a la educación, la búsqueda de soluciones a la violencia doméstica y la reforma migratoria.

Cuando Salvatierra habla de justicia y misericordia en las clases de teología del Centro Latino, más de una vez ha visto a estudiantes hispanos comenzar a llorar «porque por fin les he dado permiso para hacer lo que quieren hacer», dice.

Los hispanos representan el mayor grupo de inmigrantes de Estados Unidos. Ya sea que lleven aquí generaciones o que acaben de llegar, la mayoría cree que el sistema de inmigración debe cambiar. Los votantes hispanos están a favor de extender el estatus legal a los «Dreamers», es decir, el grupo de inmigrantes indocumentados traídos a Estados Unidos durante su infancia, y a los inmigrantes que han vivido en Estados Unidos durante mucho tiempo; no obstante, muchos también ven la necesidad de aumentar la seguridad fronteriza.

El Libre Institute, una organización sin ánimo de lucro centrada en los latinos en Estados Unidos, encontró en una encuesta dirigida a votantes hispanos que dos tercios estaban de acuerdo en que el país debería hacer lo necesario para «detener el flujo de la inmigración ilegal» en la frontera sur.

Para los inmigrantes que ya tienen su ciudadanía, la dura retórica sobre las medidas enérgicas contra la inmigración por parte del bando de Trump puede no inquietarles por otra razón práctica.

«Las deportaciones masivas… es algo realmente difícil de llevar a cabo», dijo José Mallea, un designado presidencial de la Casa Blanca con George W. Bush que también asesoró a Jeb Bush sobre el alcance hispano durante su campaña presidencial de 2016. Dijo que los votantes podrían estar pensando: «Voy a votar por [Trump] de todos modos porque creo en todo lo demás».

Los evangélicos se han vuelto más belicosos sobre la inmigración ilegal en las últimas dos décadas. También han abogado por una reforma en materia de migración y por el asilo para los inmigrantes que huyen de la violencia y la persecución en sus países de origen, y han ampliado los ministerios para ayudar a los recién llegados. La mayoría de las iglesias hispanas en Estados Unidos tienen programas para ayudar de alguna manera a los inmigrantes recién llegados, como proporcionar información, ofrecer transporte o brindar clases de inglés.

Este año, Trump ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal un componente clave de su campaña, y las encuestas que muestran una creciente preocupación pública por el tema han hecho que sus oponentes se apresuren a abordarlo también. En el lanzamiento de la iniciativa «Latinos con Biden-Harris» en marzo de este año en Phoenix, Biden le dijo a la multitud: «ustedes son la razón» por la que vencí a Trump y «los necesito mucho».

Samuel Rodríguez, que lidera la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano [National Hispanic Christian Leadership Conference], le dijo a CT que cree que el Partido Republicano necesita un cambio de mentalidad en lo que respecta a la inmigración. «El Partido Republicano necesita ver a los inmigrantes como una bendición», dijo. «Y necesitan ser explícitos y decir que la inmigración legal es una bendición».

Rodríguez condenó la retórica racista sobre los inmigrantes del lado Trump, pero dijo que las prioridades como la seguridad económica, los derechos de los padres en la educación y la libertad religiosa impulsarán a los hispanoamericanos hacia el Partido Republicano en mayor número.

Rodríguez cree que los líderes religiosos, tanto liberales como conservadores, no rehuirán las conversaciones políticas este ciclo electoral.

«Mi predicción es que este año los pastores animarán a sus miembros a votar más que nunca en la historia de Estados Unidos», dijo Rodríguez, que también es pastor de New Season, una megaiglesia pentecostal con sede en Sacramento, California.

La Iniciativa Libre (organización hermana del Instituto Libre), un grupo de tendencia libertaria financiado por los hermanos Koch, se centra en llegar a los votantes hispanos y centra su mensaje en la reforma migratoria, la economía, la educación y las políticas de salud pública. Ahora está dirigido por Mallea, que aporta su formación política y su experiencia como empresario en Miami.

Durante dos décadas, ha respondido a la misma pregunta una y otra vez: «Si los votantes hispanos dan tanta importancia a la fe y la familia, ¿por qué no se afilian más al Partido Republicano?». La respuesta de Mallea a los republicanos: «Porque ni siquiera han intentado entrar en la comunidad».

Mallea cree que los recientes esfuerzos de acercamiento están dando por fin sus frutos. «Este va a ser un año histórico», predijo.

Libre se mantiene al margen de los debates culturales sobre cuestiones como el aborto y la libertad religiosa, y adopta un enfoque pragmático. En su oficina de Phoenix, un atrevido cartel en una pared dice: «Bidenomics is bad economics» (La Bidenomía es mala economía) en mayúsculas.

Tras una temporada trabajando para el Partido Republicano, Monet Bacs acabó desanimada por la política partidista, pero aun así quiso encontrar la manera de llenar el vacío existente en el alcance a su comunidad.

«Sinceramente, por la gracia de Dios, estaba trabajando con una amiga y me invitó a un evento de Libre», me dijo Bacs, una veinteañera cristiana cuyo atuendo informal de negocios no desentonaría en el Capitolio.

«Enseguida me quedé con la boca abierta». En lugar de la «fría y normal escena política», los voluntarios intercambiaban abrazos. Había calidez.

Como directora estratégica de Libre en Arizona, Bacs coordina clases de inglés, distribución de alimentos y eventos de redes y networking para empresarios. «Me da mucha sensación de sentido cada mañana. Cuando me levanto, me pongo a trabajar», dice. «Siento que estoy destinada a estar aquí. Es donde Dios me guió».

Su padre, que llegó a Estados Unidos de Guatemala en un programa de intercambio cuando era adolescente, inculcó a Bacs que la participación cívica y el compromiso político no podían darse por sentados.

«En Guatemala, ni siquiera era una opción pensar realmente en esas conversaciones», dijo. «Lo más cívico que podías hacer era votar, y eso era muy emocionante para él. Así que cuando llegó a Estados Unidos, fue un total cambio de mentalidad para él, por lo que se enamoró absolutamente de este país. Así que esa es mi pasión, compartir eso con otras personas».

Bacs cree que las comunidades hispanas como la suya son el gigante dormido de la política. «Al fin y al cabo, todos en esta sección sabemos lo importante que es que nuestra comunidad participe. Constantemente se nos deja fuera de la conversación».

A principios de este año, Libre llevó a un grupo de estudiantes hispanos de secundaria a visitar el capitolio del estado en Phoenix. Allí, la representante republicana Michele Peña —que ganó un distrito de tendencia demócrata en 2022— habló con el grupo, pasando de español a inglés. Explicó, al estilo de Schoolhouse Rock, cómo los proyectos de ley se convierten en leyes y les instó a permanecer en la escuela.

Bacs cree que centrarse en la política y en los procedimientos prácticos tiene resonancia entre los votantes, que se preocupan más por las oportunidades y el costo de la vida que por los gestos políticos.

Los latinos tienen, por mucho, las más altas tasas de creación y liderazgo de nuevas empresas que cualquier otro grupo racial o étnico de Estados Unidos. Mallea dijo que este espíritu emprendedor, junto con la percepción de que los republicanos son más fuertes en cuestiones económicas, ganará algunos votantes hispanos con el tiempo. Como el Partido Demócrata «empezó a alejarse de algunos de esos valores… de repente, los hispanos están abiertos a alguien más».

Yahaira Félix, directora de participación en campo de Libre, tras obtener su residencia permanente, se sorprendió al enterarse de lo «fácil que es abrir un negocio aquí en Estados Unidos».

Félix, que trabajaba en ingeniería en México, montó una empresa de limpieza en 2022 después de haber sido rechazada de muchos empleos de salario mínimo por estar sobrecalificada. Unos meses después, Libre la reclutó.

«La libertad que tienes en tu país es tan diferente a la libertad que tienes aquí en este país», dijo. «Cuando realmente aprendes esas cosas, de verdad quieres conservarlo».

A medida que se acerca noviembre, los desacuerdos sobre la mejor manera de preservar esas libertades darán lugar a algunas amargas divisiones, dejando a las iglesias luchando sobre cómo responder. Pero la fricción puede dar lugar a un menor desgaste en el tejido social de las iglesias con fuertes conexiones entre sus miembros, como la iglesia Alliance Church.

Jorge Vázquez es director de la Iniciativa Pastoral Conexión [Conexión Pastors Initiative] en Texas.Fotografía de Hannah Yoon para Christianity Today
Jorge Vázquez es director de la Iniciativa Pastoral Conexión [Conexión Pastors Initiative] en Texas.

El año pasado, Jorge Vázquez, pastor administrativo de Alliance y director en Texas de la Iniciativa Pastoral Conexión [Conexión Pastors Initiative], dirigió a una docena de miembros de la iglesia en un estudio bíblico sobre la política y la Cruz, después de que algunos expresaran su interés en inclinarse hacia las conversaciones políticas, en lugar de alejarse de ellas.

Durante ocho semanas discutieron temas típicos del año electoral: pobreza y economía, aborto, relaciones raciales y matrimonio entre personas del mismo sexo. «Hubo algunos desacuerdos saludables», admitió Vázquez. Pero, al final, nadie abandonó sus relaciones ni la Iglesia.

Salvatierra no cree que la polémica política de este año vaya a dividir a las comunidades religiosas hispanas.

Aunque considera que las generaciones más jóvenes son más progresistas que sus parientes de mayor edad, no cree que se produzcan divisiones en la Iglesia «porque somos una cultura orientada a la familia… Eso significa que no se puede decir que el otro es el enemigo.

»La realidad es que la comunidad evangélica latina es diversa en todo el espectro político», añadió. «Tendemos a tener relaciones a pesar de estar a ambos lados de la división política».

A medida que se presta más atención a los hispanos como bloque electoral clave, los estrategas y comentaristas políticos tratarán de captar y predecir su enfoque de la carrera presidencial.

Pero los miembros de las iglesias hispanas lo saben mejor que nadie: han visto las variadas y matizadas perspectivas, incluso entre correligionarios. Han oído a su prójimo expresar diferentes prioridades y llamados a través de diversos orígenes, edades, estados y niveles de ingresos. Y siguen siendo familia.

Harvest Prude es corresponsal político nacional de CT.

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Alabar a Dios es un acto de rebelión política

El Libro de los Salmos nos enseña que la adoración requiere nuestra devoción y lealtad absolutas.

Christianity Today August 19, 2024
Ilustración de Mallory Rentsch Tlapek / Fuente de imágenes: WikiMedia Commons / Unsplash

Los Salmos capturan toda la gama de la experiencia humana: personal y colectiva; triste y de regocijo; y nos recuerda de la fidelidad de Dios a la vez que nos hace preguntarnos qué ha sido de ella. El libro bíblico, que ha sido elevado en oración por generaciones de creyentes, nos invita a entrar en la presencia de Dios con una honestidad penetrante.

Para aquellos de nosotros criados en la positividad del evangelicalismo moderno, los salmos de lamento pueden resultar sorprendentes. La autenticidad de su angustia traspasa los límites de lo que hemos presenciado en la oración colectiva, y nos llama a rechazar la positividad tóxica y a abrazar el dolor santo. Y si bien este llamado de atención para abrazar los salmos de lamento todavía es muy necesario, sospecho que necesitamos un análisis similar cuando se trata de los salmos de alabanza.

La afirmación de los salmos de alabanza es sorprendentemente única en su contexto y poderosamente relevante en el nuestro, especialmente en un año electoral cargado de energía política. Mientras los candidatos compiten por nuestros votos, los cristianos debaten acaloradamente qué contendiente refleja mejor nuestros valores y qué temas merecen más nuestra atención. Además de esto, como señaló Jared Stacy en un artículo reciente para CT, estamos experimentando un aumento de la violencia por motivos políticos.

Si bien el lamento es ciertamente apropiado en tiempos como estos, ¡tal vez lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a alabar audazmente!

A menudo pienso que los salmos de alabanza se sienten como lo hace una madre que recibe una tarjeta del Día de la Madre comprada en una tienda que dice en letras mayúsculas que ella es la MEJOR MAMÁ DE TODAS. Sabemos que la imprenta ha hecho miles de estas tarjetas —y soy la única madre que mis hijos han conocido—, así que, ¿cómo podrían saberlo?

Pero cuando Israel exclamó: «¡Alabado sea el Señor!» estaban haciendo afirmaciones mucho más audaces que las de una tarjeta de felicitación genérica. Como señala el estudioso del Antiguo Testamento Walter Brueggemann en su excelente libro From Whom No Secrets Are Hid, «un acto de alabanza no es un acto “espiritual” inocuo. Es más bien tomar partido por este Dios contra todos los demás dioses». Él explica que «los himnos de alabanza son actos de devoción con connotaciones políticas y polémicas… [y] actos de desafío al mundo que tenemos frente a nosotros». [En adelante, los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Una razón por la que a menudo no apreciamos el poder de la alabanza presentada en los Salmos es que la mayoría de las traducciones al español traducen el nombre divino único, Yahvé o Yahweh, como SEÑOR (en mayúsculas). «Señor» en minúscula no es un nombre, sino un título que hace referencia a una persona de estatus. La mayoría de los lectores de la Biblia pasan por alto esta distinción. Y así, en nuestro intento de honrar el nombre de Dios llamándolo Señor, no nos damos cuenta y borramos su nombre divino, Yahvé. Entonces, la frase «Alabado sea el Señor» termina sonando como una tarjeta Hallmark, o una versión cristiana del credo que dice «vive, ríe, ama».

Una segunda razón por la que el impacto de la invitación de los Salmos a «Alabar a Yahvé» a menudo se diluye es que, en contextos monoteístas, donde muchos de nosotros crecemos siendo instruidos (con razón) en que hay un solo Dios, alabar al Señor puede parecer como afirmar lo obvio. Por supuesto que Él es el único digno de ser elogiado, porque, ¿qué otra criatura podría competir?

Pero los salmos de Israel eran mucho más osados de lo que creemos. Cada vez que cantaban un salmo, estaban haciendo una afirmación audaz que estaba simultáneamente a favor de Yahvé y en contra de los otros dioses.

Esto es significativo, porque los israelitas vivían en un mundo lleno de otras deidades a las que podían adorar. Varios libros gruesos en los estantes de mi oficina catalogan a estos dioses alfabéticamente, explicando por qué era conocido cada uno. En Egipto estaba Re, el dios sol; Isis, la diosa de la protección y la sanidad; Hathor, diosa de la fertilidad; Osiris, cuyo torrente sanguíneo se pensaba que era el Nilo; y muchas decenas más. En Canaán se adoraba a Baal y Asera, el dios y la diosa de la fertilidad, junto con El, el Dios supremo, y todo un panteón de opciones más. Los dioses de Mesopotamia incluían a Marduk, Isis, Ashur, Enlil, Ea, Tiamat y Adad, por nombrar algunos.

Más que eso, las culturas antiguas no adoraban a estas deidades para expresar afecto sino por necesidad. Creían que los dioses eran responsables del éxito de sus cosechas y de la supervivencia de sus hijos. Creían que los reyes gobernaban bajo el patrocinio divino y que la tarea de los gobernantes era cumplir las órdenes de los dioses y mantener el orden en su reino. La mayoría de los dioses del antiguo Cercano Oriente no eran dioses absolutos, sino que tenían una especialidad particular o una jurisdicción específica.

Cuando leemos los salmos de alabanza en ese contexto, se nos abre un mundo completamente nuevo: un mundo con el potencial de remodelar el nuestro. Consideremos el Salmo 96 como ejemplo. Hemos citado la NVI en español aquí, pero reemplacé «SEÑOR» con el nombre divino Yahvé para ayudarnos a experimentar el poder del hebreo original en su contexto:

¡Canten a Yahvé un cántico nuevo!
¡Canten a Yahvé, habitantes de toda la tierra!
¡Canten a Yahvé, alaben su nombre!
¡Proclamen día tras día su salvación!
Anuncien su gloria entre las naciones,
sus maravillas a todos los pueblos. (vv. 1–3)

El Salmo 96 no es genérico. No puede usarse en cualquier contexto de adoración, sino solo para adorar a Yahvé, el Dios de Israel. Pero eso es lo que hace que este salmo sea tan radical: ¡llama a «toda la tierra» a alabar a Yahvé, no solo a los israelitas! Todas las naciones deben escuchar la historia de «su salvación».

La salvación de Yahvé no es algo que Israel esperaba en el futuro sino algo que ya habían experimentado cuando Yahvé derrotó al faraón en el mar y los puso a salvo. La salvación de Yahvé no ofrece simplemente una sensación individual de tranquilidad, sino la derrota decisiva de Egipto y sus dioses en el escenario mundial (Éxodo 12:12; 15:2). El Salmo 96 continúa:

¡Grande es Yahvé y digno de alabanza,
más temible que todos los dioses!
Todos los dioses de las naciones son ídolos,
pero Yahvé ha hecho los cielos.
El esplendor y la majestad son sus heraldos;
hay poder y belleza en su santuario. (vv. 4–6)

El énfasis de este salmo es deliberado y obvio, una vez que lo conoces debes buscarlo. Exaltar a Yahvé es degradar a cualquier otro pretendiente a la prerrogativa divina. Yahvé tiene todo el esplendor, mientras que los dioses de las naciones no son más que objetos mudos. Cantar esto es negar la validez de los mitos fundacionales de todos los vecinos de Israel.

¡Tributen a Yahvé, pueblos todos!
¡Tributen a Yahvé la gloria y el poder!
¡Tributen a Yahvé la gloria que merece su nombre!
¡Traigan sus ofrendas y entren en sus atrios!
¡Póstrense ante Yahvé en la hermosura de su santidad!
¡Tiemble delante de él toda la tierra!
Digan las naciones:
«¡Yahvé reina!».
Ha establecido el mundo con firmeza;
jamás será removido.
Él juzga a los pueblos con equidad. (vv. 7–10)

Lo notable de estos versículos del Salmo 96 es que llaman a las naciones a adorar en el templo de Jerusalén. No les basta con admitir desde lejos el poder de Yahvé. Su reconocimiento tendría que traducirse en una acción de máxima humildad: hacer una peregrinación a una tierra extranjera supervisada por otro gobernante y ocupada por otro pueblo.

Decir que Yahvé reina no solo socava la autoridad de todos los demás dioses en los antiguos panteones de los vecinos de Israel, sino que también pone en duda la legitimidad de todo monarca humano que no sea el ungido por Yahvé. Dado que ningún rey gobernaba excepto por nombramiento divino, una de las primeras prioridades de cualquier rey era establecer la legitimidad de su gobierno mostrando cómo lo habían elegido los dioses. Si esos dioses fueron desbancados de sus tronos celestiales, entonces los reyes que se identificaban con ellos también eran ilegítimos. El Salmo 96 concluye con estas palabras:

¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra!
¡Brame el mar y todo lo que él contiene!
¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos!
¡Que canten alegres todos los árboles del bosque!
¡Canten delante de Yahvé porque ya viene!
¡Ya viene a juzgar la tierra!
Y juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con fidelidad. (v. 11-13)

Los vecinos de Israel representaban a sus dioses usando símbolos de animales y veían representaciones divinas en árboles y océanos, mientras que el Salmo 96 retrata cada cosa creada celebrando la autoridad de Yahvé y permaneciendo ante Él como el juez supremo. Al final, todos responderán ante Yahvé. ¡Estas son palabras de batalla!

Quizás una ilustración nos ayude a apreciar la audacia de los salmos de alabanza. La película clásica de 1965 The Sound of Music[La novicia rebelde] ofrece una analogía. El Capitán von Trapp es un oficial naval retirado en Austria que cría a sus siete hijos con la ayuda de una institutriz tras otra. Los niños son duros con estas madres sustitutas, por lo que el capitán recurre a un convento cercano en busca de ayuda. ¡Tal vez una monja pueda mantener a sus hijos a raya! El convento le envía una novicia, Fräulein María, que se gana el corazón de los niños y también el de su padre.

El romance del Capitán von Trapp y María tiene como telón de fondo una creciente amenaza de ocupación por parte de la Alemania nazi en 1938. Regresan a casa de su luna de miel y ven una bandera nazi ondeando sobre la puerta de su casa, junto con una convocatoria para servir en la marina de Hitler y una invitación (sin remitente) para que la familia de músicos actúe en el Festival de Salzburgo. Al intentar escapar a la neutral Suiza esa misma noche al amparo de la oscuridad, la familia es sorprendida en el acto. Pero, pensando rápidamente, fingen que se dirigen a actuar al festival de música.

Esa alegre velada musical se ve tensa por la presencia de soldados nazis custodiando las salidas. En primera fila se sienta el oficial que fue enviado para escoltar al capitán von Trapp a su nuevo puesto en la marina de Hitler. Mientras los jueces evalúan los resultados de la competencia, el capitán von Trapp canta solo bajo los reflectores, deleitando a la multitud que espera, con una sencilla canción que describe una flor blanca alpina originaria de Austria.

La letra no es en sí misma sediciosa, pero al ser cantada en este contexto, su audacia es evidente. La melodiosa melodía de «Edelweiss» evoca en la multitud el anhelo por la independencia de Austria de la Alemania nazi. El capitán se siente abrumado por la emoción y se ve incapaz de terminar la canción. María, los niños y todo el público se unen a él en las últimas estrofas, que terminan con una oración de esperanza: «¡Bendice mi patria para siempre!»

Los Salmos se parecen mucho al cántico del capitán. Por sí solos, no suenan rebeldes, pero en el contexto del dominio asirio o persa, representan una forma de insurrección espiritual, una especie de protesta activa ante los poderes dominantes. Los salmos de alabanza exaltan a Yahvé por encima de todos los gobernantes humanos y dioses rivales, disminuyendo su derecho a la soberanía. Tal como los leemos hoy, nos llaman a reimaginar nuestra ciudadanía fundamental, recordándonos que incluso nuestros funcionarios gubernamentales electos algún día deben doblar la rodilla ante Yahvé y que toda nuestra lealtad le pertenece solo a Él.

Durante este año electoral en los Estados Unidos, o dondequiera que nos encontremos, volvamos a escuchar los salmos de alabanza de la Biblia con los ojos bien abiertos, reconociendo su inquebrantable llamado a inclinarnos ante nuestro rey soberano.

Carmen Joy Imes es profesora asociada de Antiguo Testamento en la Universidad de Biola y autora de Portadores de su Nombre: La Importancia del Sinaí y Being God’s Image. Actualmente está escribiendo su próximo libro, Becoming God’s Family: Why the Church Still Matters.

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Theology

Un monumento teológico a la unidad en medio de la diversidad

Ante la división rampante entre los evangélicos, el Pacto de Lausana ve el plan de Dios detrás de las diferencias.

Christianity Today August 14, 2024
Illustration by Ibrahim Rayintakath

En la película Memento, del año 2000, el protagonista Leonard Shelby tiene una lesión cerebral específica que le impide formar nuevos recuerdos a largo plazo. Puede recordar información durante 30 segundos o un minuto como máximo, pero luego lo olvida todo.

La desconexión de Leonard con su pasado lo deja en un perpetuo estado de desconcierto sobre cómo ha llegado a su situación actual: ¿De qué enemigo huyo y por qué? ¿Por qué llevo una pistola? Su confusión es consecuencia de la amnesia: la incapacidad de recordar su propia historia. Si Leonard pudiera reaprender y recordar las partes más importantes de su pasado, podría por fin volver a tener una existencia estable, con una comprensión sana de sí mismo y de la gente que lo rodea.

Ser evangélico hoy en día es similar a esto. Nosotros también estamos desconectados de nuestro pasado, aunque por razones más reversibles que una lesión cerebral. Como resultado, los evangélicos están ahora más divididos que nunca, y muchos de nosotros luchamos contra enemigos que una vez fueron amigos.

Pero, ¿y si nos detuviéramos a recordar nuestra historia? No solo recordaríamos quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí, sino que incluso podríamos redescubrir lo mejor que el evangelicalismo ha sido, es y puede volver a ser.

Por supuesto, uno de los mayores problemas hoy en día es que casi no parece haber consenso sobre lo que significa la palabra evangélico. Ojalá los evangélicos de todo el mundo pudieran ponerse de acuerdo sobre los parámetros básicos del evangelicalismo: algo lo suficientemente mínimo como para fomentar una sana diversidad, pero lo suficientemente sustancial como para garantizar la integridad doctrinal.

¿Y si ya existiera algo así?

Hace cincuenta años, en julio de 1974, unos 2700 líderes cristianos de 150 países viajaron a Lausana (Suiza) por iniciativa del evangelista estadounidense Billy Graham y el teólogo británico John Stott.

La conferencia se tituló oficialmente «Primer Congreso Internacional de Evangelización Mundial», pero pasó a conocerse como el primer encuentro de Lausana del 74. Y aunque solo incluyó a una parte de la iglesia mundial, la revista Time informó célebremente en su momento que el congreso era «posiblemente la reunión de cristianos de mayor alcance jamás celebrada».

Arriba: Los participantes llegan al Palacio de Beaulieu en Lausana, Suiza, en 1974. Abajo: Intérpretes traducen las sesiones plenarias de Lausana a las seis lenguas oficiales del congreso.Cortesía de la Billy Graham Evangelistic Association
Arriba: Los participantes llegan al Palacio de Beaulieu en Lausana, Suiza, en 1974. Abajo: Intérpretes traducen las sesiones plenarias de Lausana a las seis lenguas oficiales del congreso.

Quizá el resultado más importante y duradero de esta reunión fue el Pacto de Lausana, que con el tiempo se convertiría en uno de los documentos más influyentes del evangelicalismo moderno. El propósito del documento era responder a una pregunta clave: ¿Hasta qué punto debemos estar de acuerdo unos con otros para trabajar juntos en la tarea de las misiones mundiales?

En aquella época, como ahora, el evangelicalismo estaba sintiendo los efectos de la controversia fundamentalista-modernista, que provocó profundas escisiones en casi todas las principales instituciones y denominaciones cristianas. El enfoque fundamentalista buscaba resolver las diferencias por medio de rigurosas pruebas de fuego y rigidez doctrinal. La perspectiva progresista evitaba los límites doctrinales, arriesgándose a apartarse sustancialmente del cristianismo histórico.

El enfoque evangélico de la diversidad ejemplificado en Lausana se caracteriza tanto por (1) una cuidadosa negociación de la unidad por encima de las diferencias que se fundamenta en confesiones en común del cristianismo histórico como por (2) la celebración de la diversidad en sí misma como un bien intrínseco, e incluso como prueba de una expresión del plan previsto por Dios para la iglesia global y universal de todos los creyentes.

El Pacto de Lausana ofrecía una definición teológica de la palabra evangélico y evitaba intencionadamente cualquier elemento sociopolítico asociado al movimiento. Tampoco se pronunció sobre una serie de cuestiones importantes, aunque secundarias, relacionadas con la teología, la doctrina y la praxis. Por ejemplo, no habla del bautismo, de los roles de género en el ministerio, ni de la edad de la Tierra y la evolución.

Al mantenerse al margen de este tipo de cuestiones, el Pacto de Lausana incluyó a cristianos de ambos lados de las líneas de desacuerdo que, de otro modo, podrían estar divididos. En su lugar, los líderes del congreso trataron de crear una comunidad unida en torno a un pacto que pasara por encima de tales diferencias, al servicio de una misión compartida para que «toda la Iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo».

En cierto sentido, el pacto es una declaración corporativa de creencias compuesta por 15 artículos, una introducción y una conclusión. Con poco más de 3100 palabras, el documento es lo suficientemente corto como para ser mecanografiado de forma legible en dos caras de una sola página. Stott, presidente del comité de redacción, explicó en su exposición el razonamiento que subyace a cada artículo, y es una lectura obligada que acompaña al pacto.

Sería un error considerar este documento como una mera declaración de fe, ya que se concibió como un pacto, escribe Stott, un «contrato vinculante» que compromete a sus firmantes a un propósito y una asociación comunes. Tras 10 días de debate, discusión y negociación, la mayoría de los asistentes (2300 en total) firmaron el documento. Como explicó Stott: «No queríamos limitarnos a declarar algo, sino hacer algo: comprometernos en la tarea de la evangelización mundial».

Incluso ahora, el pacto está destinado a ser firmado por quienes lo lean y estén de acuerdo con él, y al hacerlo, nos comprometemos a cooperar unos con otros en la misión de Dios.

Como la mayoría de los evangélicos, nunca había oído hablar del Pacto de Lausana durante mis años de formación, ni me pidieron que lo firmara sino hasta que fui adulto. Soy indio de piel oscura y nací en el sur de California en 1978, hijo de inmigrantes de primera generación que ya eran cristianos. Mi padre estudió en la Universidad de Biola.

Y mientras los que estudiaban en instituciones cristianas en ocasiones llegaban a estar familiarizados con el Pacto de Lausana, yo estudié la secundaria en una escuela pública y asistí a una universidad estatal laica. Las iglesias a las que crecí eran no denominacionales, lo que tenía sus ventajas, pero también cierta amnesia sobre la historia del cristianismo.

Conocí acerca del Pacto a finales del año 2000, hace 24 años, cuando era estudiante de posgrado y estudiaba para ser médico científico. Me aceptaron en la Harvey Fellowship (una beca ofrecida a cristianos que se incorporan a campos poco representados) y todos los solicitantes debían firmar el Pacto de Lausana. El verano siguiente fui a Washington, DC, a un evento de una semana de duración para reunirme con un pequeño grupo de otros nuevos becarios Harvey.

Ese evento amplió sustancialmente mi experiencia de la diversidad evangélica. Ben Sasse, historiador de Yale y presbiteriano reformado, fue el primer cristiano que conocí que era capaz de presentar un argumento plausible acerca del bautismo de niños, aunque él y yo no estuviéramos de acuerdo. Mac Alford, especialista en Botánica de Cornell, fue el primer cristiano que conocí que afirmaba la evolución, algo que yo rechazaba en aquel momento.

Y aunque estos desacuerdos eran incómodos, al menos para mí, todos habíamos firmado el Pacto de Lausana (que no se pronuncia sobre ninguna de estas cuestiones) y, por tanto, ya nos habíamos comprometido a cooperar.

El Pacto de Lausana ofrece una explicación teológica de nuestras diferencias, basada en la creencia subyacente de que estas diferencias pueden ser intrínsecamente valiosas. Los líderes del congreso no estaban satisfechos con una reducida comunidad que estuviera de acuerdo, sino que buscaban una comunidad expansiva a través de nuestras diferencias.

El pacto explica, utilizando lo que Stott llamó «una traducción literal de Efesios 3:10», que nuestros diferentes puntos de vista sobre las Escrituras son un mecanismo por el que se nos revela la sabiduría de Dios:

La revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inmutable. A través de ella, el Espíritu Santo sigue hablando hoy. Ilumina las mentes del pueblo de Dios en todas las culturas para que perciban su verdad de una manera fresca, a través de sus propios ojos, y así revela a toda la Iglesia cada vez más de la sabiduría multicolor de Dios.

En lugar de reducir los límites doctrinales para lograr una paz falsa, la invitación evangélica nos llama a leer la Biblia juntos, a resolver nuestras diferencias y a negociar, y estos instintos estaban claramente presentes en la forma en que se llegó al Pacto de Lausana.

Aunque la conferencia en sí solo duró 10 días, el proceso de redacción del pacto llevó meses de diálogo y negociación. Pero con 2700 delegados en la conferencia, ¿qué tanta cooperación fue posible? Bastante, según parece. En la valoración de Stott: «Puede decirse verdaderamente, entonces, que el Pacto de Lausana expresa un consenso de la mente y el estado de ánimo del Congreso de Lausana».

La redacción del documento fue asignada a un pequeño comité que incluía a Stott; al entonces presidente del Wheaton College, Hudson Armerding; y a Samuel Escobar, un teólogo peruano de la InterVarsity Christian Fellowship.

Meses antes de la reunión de julio, se enviaron a los asistentes documentos de todos los ponentes de la reunión y se les pidió que enviaran sus comentarios por escrito. Redactado por J. D. Douglas, quien en aquel momento era editor de Christianity Today, el borrador preliminar se basó en los temas clave y las ideas de estas ponencias.

En su exposición, Stott explica: «Ya puede decirse verdaderamente que este documento surgió del Congreso (aunque el Congreso aún no se había reunido), porque reflejaba las aportaciones de los principales oradores cuyas ponencias se habían publicado con antelación».

Antes del Congreso, se envió un primer borrador a varios asesores, cuyos comentarios sirvieron para orientar la primera revisión del documento. A continuación, el comité supervisó una segunda revisión.

Pero los redactores también querían participar, escuchar y aprender de los propios asistentes. Así, a mediados de la reunión de julio, se entregó a cada asistente una copia del tercer borrador del pacto y se les pidió que enviaran sus respuestas y las debatieran en pequeños grupos que se organizaron cada día.

A partir de esta retroalimentación, se presentaron las objeciones y enmiendas sugeridas para que el comité de redacción las considerara. Según Stott, el congreso:

… respondió con gran diligencia. Se recibieron cientos de propuestas (en las lenguas oficiales), se tradujeron al inglés, se clasificaron y se estudiaron. Algunas enmiendas propuestas se anulaban entre sí, pero el comité de redacción incorporó todas las que pudo.

En última instancia, esta negociación influyó sustancialmente en el documento final en torno a tres temas principales. En primer lugar, se añadió una declaración cuidadosamente negociada sobre la inerrancia bíblica. En segundo lugar, se reforzó la declaración del pacto sobre la responsabilidad social. En tercer lugar, se introdujeron varios cambios para reflejar las preocupaciones y la sabiduría de la iglesia global fuera del mundo occidental. Creo que estos tres temas resumen las lecciones de Lausana para nuestro momento actual.

I. El artículo sobre la autoridad de las Escrituras se reforzó para incluir una declaración cuidadosamente negociada sobre la inerrancia, influida por las aportaciones de Francis Schaeffer y otros, que decía que la Biblia es «sin error en todo lo que afirma». Este cambio específico fue muy discutido, lo que supuso un reto importante para el comité de redacción.

Por un lado, las razones para incluir una declaración sobre la inerrancia eran poderosas. Una visión diferente de las Escrituras era la causa de muchos desacuerdos profundos entre evangélicos y cristianos progresistas. La afirmación modernista, impulsada por la alta crítica, era que la Biblia tenía «autoridad», pero que su mensaje estaba siempre sujeto a cambios debido a sus numerosos errores.

Junto con esta afirmación, muchos cristianos liberales rechazaban la creencia en la Resurrección, el Nacimiento Virginal y la historicidad de Adán y Eva. Y aunque estas tres afirmaciones clásicas del cristianismo no tienen la misma importancia, rechazar cualquiera de ellas supone una importante revisión con consecuencias de largo alcance.

Aclarar la naturaleza de este desacuerdo sobre las Escrituras estaba en el punto de mira de los organizadores de la conferencia. Por una buena razón, los evangélicos no podían colaborar fácilmente en las misiones mundiales con aquellos cuya interpretación del Evangelio no incluyera, por ejemplo, la resurrección corporal de Jesús, ya que se trataría de un Evangelio totalmente distinto (Gálatas 1:6-9). Como dijo el apóstol Pablo: «Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados» (1 Corintios 15:17, NVI).

Pero también, en el contexto inmediato, la conferencia de Lausana fue una respuesta a la Conferencia de Bangkok sobre la Salvación Hoy, convocada el año anterior (1973) por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Incluso el lugar se eligió en parte por la proximidad de Lausana a Ginebra, donde tiene su sede el CMI.

En la Conferencia de Bangkok habían participado delegados evangélicos, así como cristianos liberales y convencionales, muchos de los cuales se habían alejado de la ortodoxia. Y aunque su informe final incluye una concesión a los evangélicos, afirmando con Hechos 4:12 que «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres [excepto Jesús] mediante el cual podamos ser salvos», otras peticiones para reforzar la teología del Evangelio, haciendo eco de la Declaración de Frankfurt de 1970, en la que los cristianos alemanes se opusieron al «giro humanista» de las misiones en el CMI, fueron rechazadas como contribuciones occidentales que no hablaban en nombre de todos.

Además, el informe de Bangkok incluía declaraciones que calificaban cualquier liberación de la opresión social como una forma de salvación, incluyendo «la paz del pueblo en Vietnam, la independencia en Angola, la justicia y la reconciliación en Irlanda del Norte y la liberación del cautiverio del poder». En Christianity Today, Peter Beyerhaus escribió:

Aquí, bajo una cobertura aparentemente bíblica, el concepto de salvación se ha ampliado tanto y se ha despojado de su carácter distintivo cristiano que cualquier experiencia libertadora puede ser llamada «salvación». En consecuencia, cualquier participación en esfuerzos libertarios se llamaría «misión».

Beyerhaus añadió que la conferencia también presentó el maoísmo, es decir, el comunismo de China, como una alternativa aceptable al cristianismo. Del mismo modo, que la iglesia del profeta Simón Kimbangu, quien afirmaba ser la venida encarnada de Dios Padre y que su hijo era la segunda encarnación de Jesús, se presentó como un ejemplo loable de un ministerio indígena.

Más que comentarios improvisados, se trataba de atractivos presentados intencionalmente por los dirigentes del CMI a las iglesias asiáticas y africanas, y cualquier objeción teológica se desestimaba como un intento inútil de asimilar las iglesias indígenas al pensamiento occidental.

Aunque nadie puede dictar a quién se le permite autoidentificarse con el término cristiano o incluso evangélico, el Pacto de Lausana fundamenta la unidad cristiana en la misión compartida de proclamar todo el Evangelio a todo el mundo. Esta misión es la razón por la que nos unimos a esta comunidad, a menudo incómoda, conocida como la Iglesia, a pesar de nuestras diferencias.

Los serios desacuerdos sobre la naturaleza del Evangelio a menudo se remontan a dos formas fundamentalmente diferentes de entender las Escrituras. Todo el mundo en este debate podía estar de acuerdo en que la Escritura era «autorizada», pero ¿eran sus enseñanzas siempre cambiantes y llenas de errores?

Por otra parte, incluso para muchos cristianos ortodoxos, el término inerrancia seguía siendo un punto de fricción. Inerrancia era una palabra cargada, puesto que algunos fundamentalistas ya la utilizaban como prueba de fuego doctrinal. Para agravar el problema, el término estaba mal definido, ya que aún faltaban años para que se redactaran las declaraciones de Chicago sobre la inerrancia y la hermenéutica en 1978 y 1982, respectivamente. No es de extrañar, por tanto, que muchos asistentes se opusieran firmemente a que el pacto utilizara el término inerrancia en su declaración sobre las Escrituras.

La solución de Stott a este callejón sin salida se fraguó en el proceso de negociación y fue una solución sabia. En lugar de exigir la palabra inerrancia, la sustituyó por una definición concisa y destacada del término diciendo que la Escritura es «sin error en todo lo que afirma». Los evangélicos que se oponen al término inerrancia podrían afirmar esto, pero muchos progresistas no lo harían.

II.El congreso también reforzó el artículo del pacto sobre la responsabilidad social. Una vez más, los redactores se distinguieron tanto de los progresistas del CMI como de la reacción exagerada de los fundamentalistas al evangelio social del liberalismo.

Trazar el camino que Billy Graham siguió en cuestión de la justicia social proporciona algunos antecedentes importantes. En 1953, rompiendo con su educación tradicional del sur de los Estados Unidos, Graham empezó a insistir en que sus audiencias fueran «integradas», es decir, con negros y blancos sentados uno al lado del otro.

En 1960, Graham predicó en reuniones de avivamiento ampliamente publicitadas en varios países de África, en las que predicó el Evangelio a multitudes gigantescas en estadios abarrotados, pero no estuvo dispuesto a predicar el Evangelio a multitudes segregadas por el apartheid sudafricano.

Las acciones deliberadas de Graham fueron claras declaraciones sociopolíticas sobre la integración racial en la iglesia, lo que enfureció a muchos fundamentalistas, incluidos los de su propia denominación: los bautistas del sur.

Una semana después del desplante de Graham al apartheid en Sudáfrica, el evangelista fundamentalista y locutor Bob Jones padre respondió en un mensaje radiofónico de Pascua titulado «¿Es la segregación bíblica?». Con un argumento basado en una lectura torturada de Hechos 17:26, Jones enseñó que la respuesta era sí. Los esfuerzos por integrar las razas y acabar con la segregación, sostenía, iban en contra del orden creado por Dios y desviaban la atención de la tarea de compartir el Evangelio. En esto, Jones hacía eco de las opiniones de muchos cristianos del sur de Estados Unidos.

Aunque el apartheid continuó hasta la década de 1990, Graham predicó finalmente en Sudáfrica en 1973, justo un año antes de Lausana, quizá en una de las primeras grandes reuniones del país en las que se sentaron juntos negros, blancos y morenos. Ante una multitud integrada de 100 000 personas, el predicador sureño clamó: «El cristianismo no es una religión de blancos… Cristo le pertenece a todas las personas».

Arriba a la izquierda: A. Jack Dain y Billy Graham firman el Pacto de Lausana en la ceremonia de clausura de Lausana, 1974. Abajo a la izquierda: Los líderes del congreso de Lausana durante una rueda de prensa en 1974. Derecha: Martin Luther King Jr. y Billy Graham.Cortesía de la Billy Graham Evangelistic Association.
Arriba a la izquierda: A. Jack Dain y Billy Graham firman el Pacto de Lausana en la ceremonia de clausura de Lausana, 1974. Abajo a la izquierda: Los líderes del congreso de Lausana durante una rueda de prensa en 1974. Derecha: Martin Luther King Jr. y Billy Graham.

Graham era amigo de Martin Luther King Jr. y a veces un aliado público de la causa de King, y siguió creciendo en su deseo de ver la justicia racial a lo largo de su vida. Pero Graham se preguntaba si había hecho lo suficiente, y en 2005 expresó su arrepentimiento por no haber impulsado los derechos civiles con más fuerza, deseando haber protestado con King en las calles.

Este contexto da vida a la versión final del texto del pacto, que distingue la labor de proclamar el Evangelio —centrándose en el mensaje de Dios para nosotros específicamente en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo— de la tarea de la justicia social:

Aquí también expresamos arrepentimiento tanto por nuestra negligencia como por haber considerado a veces que la evangelización y la preocupación social se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es la reconciliación con Dios, ni la acción social es evangelización, ni la liberación política es salvación, no obstante afirmamos que tanto la evangelización como involucrarse en materia sociopolítica forman parte de nuestro deber cristiano.

En respuesta a la Conferencia de Bangkok, el Pacto de Lausana deja claro que la liberación de la opresión no es sinónimo del concepto bíblico de salvación. Sin embargo, el Pacto también evitó el error fundamentalista de descuidar la justicia social e incluso pidió a los evangélicos que se arrepintieran de disociar el cristianismo de su legítima preocupación por el orden social.

Estas son lecciones fundamentales para nosotros hoy. Las dificultades que enfrentamos en el presente para hablar y pensar sobre la raza, la diversidad y la justicia social no son nuevas. El debate teológico sobre el evangelio y la justicia social es al menos tan antiguo como la controversia entre modernistas y fundamentalistas. Los evangélicos rechazaron con razón el evangelio social y las formas particulares de la teología de la liberación que se apartaron de la enseñanza cristiana histórica. Sin embargo, a menudo hemos sido demasiado condescendientes —y no nos hemos preocupado por ello— en nuestra búsqueda de la justicia.

En la actualidad, la teoría crítica de la raza (CRT, por sus siglas en inglés) y las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) son objeto de una polémica batalla. Hay muchas maneras de definir y aplicar la CRT y la DEI, algunas de las cuales se aproximan a versiones secularizadas de la teología de la liberación. Sin embargo, el deseo motivado por incluir y fomentar la diversidad en la sociedad es admirable y, en última instancia, refleja el anhelo del reino de Dios. Esta es la razón por la que muchos llamados cristianos en favor de la justicia racial están impulsados por el lenguaje y las preocupaciones de las Escrituras e incluso se basan en la persona de Jesucristo.

Al menos a un alto nivel, los objetivos declarados de la CRT y la DEI no son el problema, si bien tememos que muchos enfoques para alcanzar esos fines sean erróneos o destructivos. Para aquellos de nosotros preocupados por las versiones antibíblicas de la CRT, el mejor antídoto podría ser seguir el ejemplo del Pacto de Lausana. Que articulemos una sólida teología de la justicia y la llevemos a la práctica en nuestras acciones, y que nos arrepintamos de nuestros fracasos pasados en la búsqueda de la justicia.

III.Al estudiar el Movimiento de Lausana, siempre me sorprende el orgullo, la alegría y el amor de sus miembros por la diversidad de la Iglesia mundial no occidental y su deseo de amplificar su voz. La conferencia está estructurada para incluir a personas de los países más remotos, menos representados y con menos recursos. Ofrece tarifas escalonadas para garantizar que los participantes con menos medios puedan asistir. Aunque los organizadores reúnen en cada encuentro al grupo de cristianos más diverso y global de la historia, siempre expresan su tristeza por los rincones de la Iglesia que no pueden asistir.

Dicho esto, el compromiso de Lausana con la participación mundial se enfrentó a varios obstáculos al principio de su historia, empezando por su primera reunión, en la que más de 1000 de los 2700 asistentes procedían de países en desarrollo.

Antes de Lausana, algunos líderes africanos pidieron una «moratoria» para los misioneros occidentales y el dinero recaudado a través de sus redes. Esto se debía en parte a que muchos se oponían a los modelos paternalistas que veían en las misiones, a menudo alimentados por grandes desequilibrios de riqueza.

Las misiones occidentales, aunque bienintencionadas, han sido a veces explotadoras y no han logrado crear relaciones sanas y de colaboración que beneficien a los países no occidentales. Y sin duda, la asociación de la cultura occidental con el cristianismo por parte del movimiento misionero distorsionó el Evangelio y a menudo fue un obstáculo para el resto del mundo.

Los organizadores de Lausana invitaron al congreso a cristianos de todos los bandos en cuanto a este debate, incluido el teólogo keniano John Gatu, autor de la moratoria. En el congreso, el grupo de la Estrategia Nacional para África Oriental, formado por unos 60 africanos, se ocupó de esta petición. Se produjo un debate sólido y razonable entre Gatu, que defendía la moratoria, y Festo Kivengere, un obispo anglicano de Uganda que argumentaba en contra. Al final de la semana, ambas partes habían limado sus diferencias lo suficiente como para ofrecer una declaración consensuada al congreso:

La idea que subyace a la moratoria se refiere a la excesiva dependencia de los recursos extranjeros, tanto de personal como financieros, que a veces obstaculiza la iniciativa y el desarrollo de la responsabilidad local. [Nuestro] grupo considera que la aplicación del concepto de moratoria debe considerarse en situaciones específicas y no de forma general.

Con la retirada efectiva de la moratoria, el resto del congreso —y el comité de redacción, mayoritariamente occidental— podría haber respondido triunfalmente evitando el tema por completo. Pero en lugar de eso, el comité reconoció la legitimidad de las preocupaciones africanas y modificó el borrador para que dijera: «También reconocemos que algunas de nuestras misiones han sido demasiado lentas a la hora de equipar y animar a los líderes nacionales a asumir las responsabilidades que les corresponden».

En otra parte, en su artículo sobre «Evangelización y cultura», el pacto también incluye el reconocimiento de que, aunque «el Evangelio no presupone la superioridad de ninguna cultura sobre otra», las «misiones mundiales han exportado con demasiada frecuencia con el Evangelio una cultura ajena».

El pacto distribuido por el Comité de Lausana para la Evangelización Mundial en la década de 1970.
El pacto distribuido por el Comité de Lausana para la Evangelización Mundial en la década de 1970.

En estas declaraciones, la Iglesia no occidental corrigió acertadamente a la occidental, y esta respondió con arrepentimiento. Una vez más, la «sabiduría multicolor de Dios», por recordar la frase del pacto, surgió, no a pesar de los desacuerdos, sino a causa de los que era necesario resolver.

En la raíz de esta cuestión estaba el deseo común de los cristianos no occidentales de ser acogidos como iguales. Y el Pacto de Lausana saludó abiertamente la belleza de esta visión:

Nos alegramos de que haya amanecido una nueva era en las misiones. El papel dominante de las misiones occidentales está desapareciendo rápidamente… demostrando que la responsabilidad de evangelizar pertenece a todo el cuerpo de Cristo.

Hace cincuenta años, los evangélicos empezaban a ser conscientes de cómo sufrían las iglesias no occidentales cuando el evangelio se vinculaba demasiado estrechamente a las culturas y países occidentales. Y en nuestros días, estamos viendo de primera mano los peligros y el daño que esta vinculación ha causado también en las iglesias occidentales.

Cuando identificamos el cristianismo con Occidente, Estados Unidos o cualquier otra entidad sociopolítica, nuestro testimonio y nuestra comprensión del evangelio se distorsionan. Y cuando ignoramos toda la diversidad de voces de la iglesia mundial, descuidamos la «sabiduría multicolor» de Dios.

Arriba a la izquierda: Festo Kivengere. Arriba a la derecha: John Stott. Abajo: Asistentes a Lausana II en 1989.Cortesía de Wheaton Archives & Special Collections, Wheaton College, IL.
Arriba a la izquierda: Festo Kivengere. Arriba a la derecha: John Stott. Abajo: Asistentes a Lausana II en 1989.

El Pacto de Lausana creó un tipo de movimiento inusual: una red de cristianos de todo el mundo procedentes de diversas denominaciones y organizaciones. Y aunque el propio congreso estaba compuesto exclusivamente por protestantes, el pacto que adoptaron estaba intencionadamente alineado con otras ramas del cristianismo. Al menos entre los compañeros de Harvey, muchos católicos y cristianos ortodoxos también lo han firmado.

Un cristiano de China me contó una vez que le pidieron que firmara el pacto, lo que le produjo verdadero temor y preocupación. En China, las firmas eran pruebas físicas que el gobierno utilizaba para identificar a los cristianos y perseguirlos, por lo que le habían enseñado a no firmar nunca algo que lo implicara tan profundamente. Aun así, tras mucho pensarlo, decidió firmar el pacto, la única declaración de fe que ha firmado nunca. Muchos de nosotros nunca sufriremos una persecución como la que él sufrió, pero al firmar el pacto nos solidarizamos con él y con tantos otros como él.

Especialmente fuera de Estados Unidos, la comunidad de Lausana ha seguido creciendo y, aunque sigue estando llena de desacuerdos, ha mantenido a la vista la misión de Aquel que es más grande que todas nuestras diferencias.

Arriba: Los asistentes discuten el programa de Lausana II, 1989. Abajo: Una sesión principal durante Lausana II.Cortesía de Wheaton Archives & Special Collections, Wheaton College, IL.
Arriba: Los asistentes discuten el programa de Lausana II, 1989. Abajo: Una sesión principal durante Lausana II.

La comunidad de Lausana sigue reuniendo a nuevas generaciones de líderes. Quince años después del congreso de 1974, en 1989, se celebró en Manila la Segunda Conferencia Internacional para la Evangelización Mundial, conocida como Lausana II. En este congreso participaron 4300 delegados de 173 países, incluida la Unión Soviética. Y en 2010, 21 años después, el Tercer Congreso de Lausana se reunió en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En esta ocasión, 4000 delegados de 198 países se reunieron en persona, pero muchos más participaron virtualmente.

En septiembre de este año, se celebrará en Seúl el cuarto congreso, al que asistirán 5000 delegados en persona–entre los que me incluyo– y otros 5000 virtualmente. Decenas de miles más asistirán a reuniones satélite en todo el mundo.

Mucho ha cambiado desde la última reunión en 2010. Nuevas guerras asolan el mundo y hay rumores de guerra incluso en Corea, donde nos reuniremos. Estados Unidos se prepara para otras polémicas elecciones presidenciales, al igual que muchos otros países, y varias convenciones denominacionales siguen divididas por las tensiones entre el fundamentalismo y el progresismo.

Aún así, mi esperanza es que los evangélicos tengamos una vez más la oportunidad de recordar quiénes somos, de dónde venimos y por qué es vital que trabajemos para superar nuestras diferencias en lugar de ignorarlas, reprimirlas o dividirnos por ellas. Y tal vez, al reorientarnos hacia el trabajo de la misión global de Dios, podamos recuperar la mejor versión de lo que ha significado ser evangélico.

De cara a Seúl este año, insto a todos los creyentes –evangélicos o no– a que lean, discutan y consideren la posibilidad de firmar el Pacto de Lausana. Que los líderes de las iglesias lo enseñen desde el púlpito para que las congregaciones puedan luchar con lo que nos exige. Que nos recuerde la hermosa y querida comunidad de diferencias y desacuerdos a la que hemos sido llamados.

Hagamos juntos un pacto, una vez más, para asumir la gran tarea de las misiones mundiales, para que toda la Iglesia de Dios pueda llevar todo el evangelio a todo el mundo.

S. Joshua Swamidass es médico científico, profesor asociado de laboratorio y medicina genómica en la Universidad Washington de San Luis, fundador de Peaceful Science y autor de The Genealogical Adam and Eve.

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La foto más icónica de los Juegos Olímpicos tiene un mensaje cristiano

El dedo índice levantado del surfista que parece estar flotando en el aire pone en alto el testimonio público de los atletas evangélicos brasileños.

El brasileño Gabriel Medina reacciona tras conseguir una gran ola en surf masculino durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

El brasileño Gabriel Medina reacciona tras conseguir una gran ola en surf masculino durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

Christianity Today August 12, 2024
Jerome Brouillet / Colaborador / Getty

Un mensaje cristiano se oculta detrás de la que podría ser la imagen más célebre de los Juegos Olímpicos de 2024.

El 29 de julio, en la tercera ronda de las competencias de surf de tabla corta, el brasileño Gabriel Medina se enfrentó al japonés Kanoa Igarashi, quien eliminó a Medina en las últimas Olimpiadas. En su segunda ola, Medina salió exultante de un tubo, con los dedos de ambas manos en alto, sugiriendo que los jueces debían ofrecerle un diez por su actuación. (Dos de los cinco jueces estuvieron de acuerdo; su puntuación final promedió 9.9).

Medina giró entonces hacia la izquierda, hacia el oleaje, y saltó de su tabla, levantando la mano derecha y señalando con el dedo índice hacia arriba. Esta fue la imagen que captó el fotógrafo de Agence France-Presse Jérôme Brouillet.

Los evangélicos brasileños reconocieron inmediatamente la señal.

«Es como si dijera: “No es a mí a quien deben mirar, es a Dios. Este momento de gloria no es mío, sino suyo”», afirmó João Guilherme Züge, historiador de la religión residente en el Museu Paranaense de Curitiba.

https://www.youtube.com/watch?v=JdNDuAy-Bfo&t

A diferencia de Estados Unidos, donde los jugadores de béisbol suelen señalar al cielo después de batear un jonrón por diferentes motivos —algunos para expresar gratitud a Dios, otros para honrar a sus seres queridos fallecidos—, el gesto de los atletas brasileños se ha asociado estrechamente con los jugadores cristianos.

El dedo levantado, señalando al cielo, ha sido la marca registrada de los atletas evangélicos brasileños durante más de 40 años, una de las numerosas muestras públicas de fe tras la gloria competitiva que ha ayudado a afirmar y establecer la identidad evangélica, especialmente cuando el movimiento cristiano evangélico estaba apenas en sus inicios.

Nadie parece recordar quién usó inicialmente el gesto, pero ganó popularidad en la década de 1990, principalmente a través de jugadores de fútbol, como Kaká, que levantaban el dedo índice después de sus proezas en el campo, sabiendo que la cámara los enfocaría después de marcar un gol.

A pesar de su omnipresencia, la intención espiritual del mensaje no ha trascendido necesariamente de los círculos evangélicos.

Renata Vasconcellos, presentadora del Jornal Nacional de TV Globo, el noticiario más visto de Brasil, comentó en antena la semana pasada que «Medina realmente tiene el derecho y la autoridad de considerarse el número uno», con lo que interpretó el dedo levantado de una manera muy diferente.

Por su parte, el carácter discreto de este gesto, casi genérico, también ha contribuido a su popularidad. Al igual que la Copa Mundial de Fútbol y otras competencias internacionales, los Juegos Olímpicos prohíben cualquier «tipo de manifestación o propaganda política, religiosa o racial… en cualquiera de las ubicaciones, sedes y otras áreas olímpicas».

Esta normativa ha obligado a los atletas que buscan una plataforma para compartir su fe a hacerlo discretamente, o a expresar su gratitud a Dios en entrevistas o publicaciones en las redes sociales. Por su parte, Medina subió la foto de Brouillet acompañada del texto de Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».

Los atletas evangélicos brasileños han sido creativos en sus expresiones de fe durante los Juegos Olímpicos de este año. La medallista de bronce en monopatín Rayssa Leal y el medallista de plata en marcha Caio Bonfim utilizaron el lenguaje de signos para referirse a Jesús.

Medina, tras perder en semifinales contra el australiano Jack Robinson, compartió una foto suya en blanco y negro con el subtítulo «Josué 1», con lo que hizo referencia al capítulo de la Biblia en el que Josué amonesta a los israelitas a ser «fuertes y valientes» al menos cuatro veces, y acompañó el mensaje con la canción «Ousado Amor», una versión en portugués de «Reckless Love» [conocida en español como «Amor sin condición»] de Cory Asbury. El 7 de agosto, subió una foto suya en el exterior del Louvre recreando su icónica foto, una vez más levantando el dedo índice.

En la década de 1980, cuando los evangélicos representaban solo el 6.5 % de la población brasileña, el «portero de Dios» João Leite y el delantero Baltazar fundaron Atletas de Cristo, un ministerio cuyo objetivo era movilizar a los atletas para que compartieran el Evangelio en todo el mundo. Desde el principio —y de forma espontánea, dice Züge— el dedo señalando al cielo en las celebraciones de los goles se convirtió en una marca del movimiento.

Atletas de Cristo capacitó a los atletas para que se vieran a sí mismos como embajadores de su fe y los animó a predicar y compartir sus testimonios dondequiera que fueran. (Esta estrategia dio como fruto, por ejemplo, que el portero brasileño Alisson Becker bautizara a su compañero del Liverpool Roberto Firmino en 2020).

Atletas de Cristo también tuvo un enorme éxito al elevar la autoestima de los evangélicos brasileños. Un momento clave se produjo durante la final Brasil-Italia de la Copa Mundial de la FIFA 1994. Cuando ninguno de los dos equipos marcó un gol en el tiempo reglamentario ni en el tiempo extra, el partido se fue a una tanda de penaltis. Brasil ganó en el último lanzamiento.

«La mejor imagen de aquel Mundial fue cuando la estrella italiana Roberto Baggio falló su lanzamiento y el guardameta brasileño Taffarel, que había parado un tiro anterior, cayó de rodillas en oración, señalando hacia el cielo», explica Züge.

El guardameta brasileño Taffarel (derecha) celebra después de que Roberto Baggio de Italia (izquierda) fallara su tiro penal en la Copa Mundial de la FIFA.Getty / Editado por CT
El guardameta brasileño Taffarel (derecha) celebra después de que Roberto Baggio de Italia (izquierda) fallara su tiro penal en la Copa Mundial de la FIFA.

Tales testimonios impactaron a los evangélicos brasileños.

«Cuando los cristianos veían al jugador hacer una gran jugada, marcar un gol en un partido importante y luego celebrarlo con el dedo señalando al cielo, se sentían representados», afirma Reinaldo Olécio Aguiar, sociólogo y pastor de la Primeira Igreja Presbiteriana Unida de Vitória. «Aun sabiendo que formaban parte de una minoría [en aquella época], podían verse victoriosos».

Probablemente, Taffarel había recibido algunas instrucciones sobre cómo utilizar este logro de triunfo atlético como una oportunidad misional.

«Desde el principio, Atletas de Cristo supo cómo utilizar los medios de comunicación», afirma Züge. «Los atletas recibieron capacitación sobre cómo dar un testimonio en 30 segundos y cómo aprovechar una entrevista en vivo por televisión».

Este momento también cambió la forma en que los atletas evangélicos eran percibidos por sus compañeros de equipo.

«Antes de eso, todos se burlaban de nosotros», dijo Anselmo Reichardt Alves, un exjugador que se convirtió en pastor y capellán del equipo brasileño. «Decían que éramos bebés porque no tomábamos [alcohol] con ellos. También cuestionaban nuestra masculinidad porque no salíamos con varias mujeres a la vez».

Ver a las superestrellas expresar abiertamente su fe también inspiró a los evangélicos que enfrentaban críticas por intentar vivir su propia fe y evitar tradiciones populares como el Carnaval.

«Nuestras acciones eran como un espejo para otros cristianos; viendo los partidos, ellos también aprendían a demostrar su fe sin miedo», afirma Züge. «La gente se abrió más a hablar de Dios. [Decían:] “Si los jugadores pueden hacerlo, ¿por qué yo no?”».

Esta audacia también puede haber inspirado a los atletas contemporáneos a ser audaces en su fe.

«Los deportistas que dan gracias a Dios por sus victorias no son nada nuevo, pero el gran número que lo ha hecho en estas Olimpiadas es digno de mención, especialmente en Francia, que ha insistido en que sus propios atletas respeten las leyes laicistas del país», escribió la comentarista de The Guardian Emma John.

Atletas de Cristo ha sido criticado en ocasiones por animar a los atletas victoriosos a compartir su fe de manera que puede insinuar que sus logros son el resultado de tener más fe que los demás. Algunos han señalado que suelen pasar por alto las historias de los perdedores, muchos de los cuales también tienen una relación personal con Dios.

«¿Qué diría yo si hay cristianos fieles en ambos bandos [en un partido]?», dijo Aguiar.

Este fue el caso en los Juegos Olímpicos de París durante un combate por la medalla de bronce en judo femenino de 52 kilos entre la brasileña Larissa Pimenta y la italiana Odette Giuffrida. (CT destacó su historia en su cobertura de lo más destacado de los Juegos Olímpicos).

Tras ganar el combate y hacerse con el bronce, Pimenta se quedó llorando en la lona. Giuffrida se acercó y la abrazó. «Levántate», le dijo a Pimenta, según contaron ambas atletas más tarde, «todo el honor y toda la gloria se la tienes que dar a Él».

Giuffrida compartió más tarde en las redes sociales que recordaba la noche en que Pimenta la llevó por primera vez a un servicio de culto de la iglesia después de que empezaran a entrenar juntas. «Desde ese día, nuestras vidas han cambiado. Y hoy, estamos aquí, independientemente de lo que pasara en aquel tatami, independientemente de la victoria o la derrota, dándole las gracias a Él en una final olímpica, delante del mundo, por todo», escribió.

«Y eso es lo bonito. Puedo sentirme sincera, puedo sentir que Él está a mi lado».

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Theology

Estudiar la Biblia es conocer a Dios

Lejos de ser poco práctico, el estudio teológico cuidadoso es crucial para la vida cristiana en el día a día.

Christianity Today August 9, 2024
Illustration by Miriam Martincic

Este es un extracto y traducción del libro Knowing God’s Truth, que ganó el Premio al Mérito en la categoría de Jóvenes Adultos de los Premios del Libro 2024 de CT.

Probablemente la mayor crítica a la disciplina de la teología, incluso por parte de los cristianos, es que no es práctica.

No es de extrañar que las personas que no conocen a Jesús no quieran estudiar teología. Lo que a menudo resulta bastante decepcionante es que muchos cristianos ven la teología como algo inútil o como algo que realmente no importa en la vida cotidiana. Quizás aún no hayas oído esto, ¡pero lo oirás!

Hay un sentimiento muy real entre algunos cristianos de que el pensamiento y el estudio teológico cuidadoso son una pérdida de tiempo. Estas personas piensan que los cristianos deberían ayudar a la gente, predicar el evangelio y obedecer a Dios activamente en lugar de aprender acerca de Él y la Biblia.

Entonces, ¿por qué es importante la teología? ¿Por qué dedicar muchas horas a su estudio?

La razón más básica por la que la teología es importante es que se trata de Dios: es el estudio de nuestro Creador, Salvador y Rey. Entonces, en un sentido muy real, el estudio de la teología es el mejor y más importante estudio en el que jamás podamos participar.

No es una pérdida de tiempo aprender más sobre el Dios del universo. De hecho, es probablemente la cosa más valiosa a la que podríamos dedicar nuestro tiempo. Por supuesto, estudiar teología no debería impedirnos ayudar a las personas, compartir el evangelio y obedecer activamente a Jesús; en realidad, debería ayudarnos a realizar estas actividades con más conocimiento y con un amor aún mayor por Dios y por los seres humanos que Él ha creado.

La teología también afecta la forma en que vivimos. Mucha gente no se da cuenta de que cada decisión que tomamos es, en última instancia, una decisión teológica. Todo lo que hacemos es un reflejo de nuestras creencias, especialmente nuestras creencias acerca de Dios. Lo que decimos, cómo pensamos, la forma en que usamos nuestro tiempo, todo esto refleja en última instancia lo que realmente creemos que es cierto sobre el universo y el significado de la vida. Entonces, en este sentido, nuestra teología realmente afecta la forma en que vivimos. Lo que creemos acerca de Dios tiene un impacto en las decisiones que tomamos todos los días —incluso en las más pequeñas—.

Finalmente, una visión teológica del mundo basada en la Biblia nos ayuda a darle sentido al mundo que nos rodea. Dios, en su Palabra, nos revela las realidades más profundas de nuestro mundo: su papel en la creación, la pecaminosidad de la humanidad, su propósito y plan soberano, y la salvación que está disponible solo a través de Cristo Jesús, su Hijo. Entonces, el trabajo teológico cuidadoso es importante porque nos ofrece una manera de comprender y dar sentido al mundo.

Cuando estudiamos teología, llegamos a ver nuestro propósito al comprender el papel de Dios en el mundo al escuchar su Palabra. La teología sistemática comienza con un estudio de la doctrina de las Escrituras porque sin la revelación de Dios, no podemos saber nada acerca de Dios. Pero, ¿por qué no empezar examinando la existencia, el carácter y las acciones de Dios, ya que Dios obviamente ha existido durante (infinitamente) más tiempo que la Biblia?

Comenzamos con el estudio de las Escrituras porque somos criaturas débiles y finitas que no podemos confiar simplemente en la razón y el pensamiento cuidadoso para conducirnos a la verdad sobre el Dios del universo. Ciertamente se nos podrían ocurrir algunas buenas ideas acerca de Dios, pero no podemos empezar a recorrer este camino de la manera correcta sino hasta que hayamos sentado una base sólida para estudiarlo, discutirlo y pensar en Él. Las Escrituras son ese fundamento.

Podemos llegar a cierto punto en nuestra comprensión de Dios sin la Biblia; podemos ver que Él existe y que es poderoso. No obstante, necesitamos su Palabra para mostrarnos el resto de lo que podemos saber de Él: el resto de las verdades sobre su carácter, sus acciones y la vía de salvación que Él ofrece a través de su Hijo.

Nuestro punto de partida consiste en examinar lo que la existencia misma de las Escrituras nos dice sobre el Dios que creó este mundo: Él es un Dios que habla. Esto tiene implicaciones importantes para la forma en que abordamos las Escrituras. No nos acercamos a la Biblia como a un libro «muerto» en el que buscamos información, sino como la Palabra viva de Dios que tiene cosas importantes que decir sobre cada área de nuestras vidas.

Hay mucho que podemos aprender del simple hecho de que Dios, el Dios de la Biblia, es un Dios que le habla a la gente. Cuando nos referimos a la Biblia como la «Palabra» de Dios, estamos diciendo que el único Dios verdadero del universo es un Dios «que habla». Él no guarda silencio. Él no ha dejado a los seres humanos completamente a oscuras en cuanto a cómo pueden conocerlo, amarlo, adorarlo y servirlo. Él ha hablado a través de su Palabra.

Entonces, ¿qué aprendemos de la existencia misma de la Biblia? Primero, aprendemos que el Dios del universo quiere ser conocido.

Este es un punto clave que debemos considerar. El Dios que nos creó se ha esforzado por comunicarse con los seres humanos. Él se revela a las personas a través de su Palabra. Les enseña sobre su carácter, sus caminos y su plan. Les muestra cómo pueden entablar una relación adecuada con Él. Nuestro Dios habla porque está comprometido a invitar a las personas a tener una relación con Él, ¡para que realmente puedan conocer al Dios que los creó!

Además, Dios quiere relacionarse con su gente a través de su Palabra. A lo largo de la historia, desde las primeras palabras de Dios hasta Adán y Eva, vemos que la forma principal de Dios de relacionarse con los seres humanos es por medio de palabras. Dios le habló a Abraham, le dio la Ley a Moisés y se comunicó con su pueblo por medio de los profetas. Según Juan 1:14, «el Verbo se hizo hombre», y ese Verbo es Jesús, el Hijo de Dios.

Ahora, las Escrituras, su Palabra, guían a los cristianos a medida que lo siguen y se relacionan con Él. La Palabra de Dios es su forma principal de relacionarse con las personas. Por eso el pueblo de Dios siempre ha sido gente fiel a su Palabra.

Finalmente, desde la existencia de las Escrituras, aprendemos que debemos escuchar la Palabra de Dios. Dado que es la comunicación y revelación de nuestro Creador, el único Dios verdadero del universo, ¡la Biblia es la palabra más importante que podemos escuchar! Deberíamos esforzarnos por escuchar el mensaje de la Biblia porque el Dios que nos creó realmente ha hablado en ella.

Esto es lo que Pablo escribe sobre la Palabra de Dios:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17).

Esta frase inspirada de Pablo ayuda a formar nuestra comprensión de la inspiración divina. La Biblia, según Pablo, en realidad es «exhalada» por Dios. En otras palabras, ¡la Biblia que leemos y estudiamos está tan estrechamente ligada a Dios como las palabras que hablamos están ligadas a nosotros!

¿Cómo exhaló Dios las Escrituras? Lo hizo por el poder de su Espíritu Santo. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de Dios inspirando a autores humanos a escribir los libros de la Biblia. Su Espíritu Santo estaba obrando activa y poderosamente en y a través de ellos mientras escribían. Hombres como Moisés, Samuel, David, Pablo, Pedro y Juan escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Ahora bien, debemos hacer una distinción entre inspiración y dictado. ¡La inspiración no significa que Dios dictó cada palabra a los autores bíblicos o que de alguna manera mágicamente tomó sus manos y los obligó a escribir ciertas palabras sin que sus mentes estuvieran ocupadas en absoluto! La propia naturaleza de la Biblia nos dice que este no es el caso: fue escrita por medio de distintas personalidades humanas, con estilos y tonos que son representativos de los autores.

Sin embargo, la verdad de la inspiración nos dice que el Espíritu Santo de Dios estaba supervisando poderosamente cada parte escrita de las Escrituras, de modo que cuando Pablo escribió (desde su propia experiencia y con su propio estilo), estaba escribiendo palabras y verdades que completa y verdaderamente se alineaban con lo que Dios quería decir a los seres humanos.

Otro pasaje que debemos considerar aquí proviene de la segunda carta del apóstol Pedro. Pedro habla de los profetas, que escribieron y hablaron al pueblo de Dios, diciendo que fueron «impulsados» por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21). Esta es solo otra imagen que la Biblia nos da para dar a entender la inspiración divina.

Estos hombres hablaron y escribieron por su propio poder, pero fueron «impulsados» por el Espíritu Santo de una manera poderosa, de modo que sus palabras estaban perfectamente unidas con la Palabra que Él habló a su pueblo, tal como Él lo planeó.

Entonces, ¿qué significa inspiración cuando hablamos de la Biblia? Significa que Dios está directamente detrás de las palabras de las Escrituras. Él supervisó soberanamente su narrativa por el poder de su Espíritu Santo. Él «impulsó» a los autores bíblicos y «exhaló» su Palabra a través de sus escritos. Por esto, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Podemos decir que cuando la Biblia habla, ¡Dios habla!

Gracias a la doctrina de la inspiración, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Sabemos que, en las Escrituras, tenemos una fuente de verdad que proviene directamente del Dios soberano que inspiró poderosamente sus palabras.

Dios hizo esto a través de autores humanos, que escribieron a partir de sus propias situaciones y con sus propios estilos y personalidades. Podemos decir con precisión que la Biblia es totalmente humana (escrita por autores humanos) y también totalmente divina (inspirada por Dios el Espíritu Santo en cada palabra).

Si hay una realidad simple que observamos en cada parte de la Biblia, es esta: Dios gobierna a su pueblo por medio de su Palabra. Para decirlo de una manera ligeramente diferente, la Palabra de Dios siempre está ligada a la autoridad de Dios, a su gobierno sobre su pueblo, con poder y protección, y con instrucciones y mandatos. De hecho, siempre que Dios habla, habla con autoridad.

La doctrina de la inspiración necesariamente debe conducir a la doctrina de la autoridad de las Escrituras. Si la Biblia realmente está inspirada por Dios, si se trata de «Dios hablando» por el poder de su Espíritu Santo, entonces la Biblia es un libro con gran autoridad. Es la verdadera Palabra de Dios.

Esto significa, simplemente, que no existe palabra con mayor autoridad en todo el mundo que la Biblia. Debido a que es verdaderamente la Palabra de Dios, es una palabra de autoridad y poder; debemos escucharla, y debemos responder con fe y obediencia. El Dios del universo ha hablado, y hacemos bien al escuchar y obedecer.

Jon Nielson es pastor principal de la iglesia Christ Presbyterian Church of Wheaton en Wheaton, Illinois, y coeditor de Gospel-Centered Youth Ministry: A Practical Guide.

Contenido adaptado de Knowing God’s Truth by Jon Nielson, ©2023. Utilizado y traducido con permiso de Crossway, un ministerio de publicaciones de Good News Publishers.

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Una invitación renovada a buscar su Reino

En estos tiempos de división, queremos centrarnos en el llamado de Jesús a perseguir su voluntad.

Christianity Today August 2, 2024
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente de imágenes: Unsplash

Piensa en esto como una reintroducción.

En nuestro número de marzo, expliqué que 2024 sería un año de transformación para Christianity Today. Nuestro número de julio y agosto es el primer depósito de esa promesa. Todo, desde el logotipo hasta los colores, las fuentes, el diseño y la estructura, ha sido reimaginado y remodelado. Esperamos que nuestros lectores coincidan con nosotros en que estos cambios ofrecen una experiencia más atractiva. Queremos que cada número sea una joya, una obra de arte: un festín de historias e ideas que transmita la riqueza de vivir y pensar con Cristo y su Iglesia.

A lo largo de lo que queda del año, explicaré por qué estamos trazando este rumbo. Por ahora, me gustaría explicar el lenguaje que verán a menudo junto a nuestro nombre de marca.

Antes de llegar a Christianity Today, dirigí una agencia creativa que ayudó a cientos de organizaciones a perfeccionar su marca y sus mensajes. Sin embargo, nunca he pensado en Christianity Today como una marca. Es un esfuerzo por iluminar lo que significa seguir fielmente a Jesús en nuestro tiempo.

No obstante, sí tenemos una invitación fundamental. No es un eslogan ni un lema, sino una invitación: Busca su Reino.

Hablaré más sobre el llamado al reino de Dios en números posteriores. Por ahora, quiero decir algo muy sencillo.

El reino de Dios es difícil de capturar y difícil de entender. Jesús lo compara con una semilla, una perla, un tesoro, un viñedo y un banquete. Habla de «los misterios del reino de los cielos» (Mateo 13:11) y nos llama a no perseguir las cosas del mundo, sino a «buscar primeramente el reino de Dios y su justicia» (6:33).

La primera canción que recuerdo haber cantado decía «Busca primero». Fue antes de mi bautizo, antes de conocer a Jesús, antes de saber lo hermosos y quebrantados que podrían ser tanto el mundo como la Iglesia. Pero, en su sencillez, esa canción fue la invitación que me llamó a Cristo y a servir al reino del amor de Cristo en el mundo.

Quizá no siempre reconozcamos el reino cuando lo vemos. Pero deberíamos saber lo que no es. El mundo actual está dividido por las guerras y el odio, la opresión y el abuso, y el desprecio por la verdad y la virtud. Nuestra imagen de portada de julio y agosto muestra una iglesia dividida por el poder y el beneficio propio, de la misma manera en que el manto de Jesús fue dividido al pie de la cruz. Ese no es el reino de Dios.

Pero te invitamos a buscarlo con nosotros. En las Escrituras. En la obra de Dios en todo el planeta. En las vidas de personas y familias, cercanas y lejanas, que llevan a Jesús a lugares quebrantados. Busca la esperanza, busca a Jesús, busca su Reino. Quizá juntos lo encontremos.

Timothy Dalrymple es presidente y director ejecutivo de Christianity Today.

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News

Iglesias venezolanas anticipan nueva ola migratoria tras dudosa elección de Maduro

Los evangélicos hacen un llamado a la paz en medio de la violenta represión contra los manifestantes opositores.

Manifestantes protestan en Venezuela contra la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales tras el anuncio oficial de su triunfo.

Manifestantes protestan en Venezuela contra la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales tras el anuncio oficial de su triunfo.

Christianity Today August 2, 2024
Jesús Vargas / Stringer / Getty

El pasado domingo, el pastor César Mermejo predicó sobre la esperanza en tiempos difíciles a los miembros de su iglesia en Maracay, una ciudad de 1.3 millones de habitantes situada cerca de la costa caribeña.

Pero lo hizo a través de un archivo de audio pregrabado que distribuyó por WhatsApp, siguiendo la advertencia del gobierno venezolano contra las reuniones presenciales el día de las elecciones del 28 de julio.

En su transmisión digital a los miembros de la iglesia Comunidad Cristiana Mizpa Dios de Esperanza, Mermejo les recordó el Salmo 98:1, que afirma que el Señor «ha hecho maravillas», mientras reconocía que algunos miembros de su congregación probablemente se sentían más como el orador del Salmo 43:5, que preguntaba: «¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada?».

Muchos venezolanos estaban ansiosos esa noche, esperando un cambio que pusiera fin a los casi 12 años de gobierno de Nicolás Maduro y a los 26 años de gobierno socialista desde que Hugo Chávez subió al poder con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Pero otros estaban temerosos, ya que Maduro había advertido que el país podría enfrentarse a un «baño de sangre» si no ganaba las elecciones [enlaces en inglés].

Tras un retraso en la divulgación de los resultados parciales, el Consejo Nacional Electoral, cerca de la 1 de la madrugada del lunes, declaró que Maduro era el ganador.

El candidato opositor Edmundo González Urrutia no admitió su derrota, sino que afirmó que se había cometido un fraude electoral y se declaró presidente electo. El lunes por la noche, la gente salió a las calles en ciudades de todo el país, exigiendo un recuento.

A lo largo de la semana han continuado las manifestaciones, y el gobierno ha resistido las protestas con gas lacrimógeno. También han aparecido informes de personas no identificadas que le han disparado a los manifestantes. Hasta el 1 de agosto, al menos 11 personas han muerto y más de 1000 han sido detenidas.

Muchas iglesias evangélicas venezolanas se han unido al coro de voces que rechazan el resultado proclamado por las autoridades electorales y sospechan que se cometió un fraude. Algunas, por el contrario, apoyan a Maduro, agradecidas por sus esfuerzos al proporcionar recursos tangibles a sus miembros.

En primer lugar, los líderes evangélicos han hecho un llamado a la paz. En su papel de presidente del Consejo Evangélico de Venezuela, Mermejo aconsejó a las iglesias locales cancelar los servicios de culto en el futuro previsible «por la seguridad de sus miembros».

El consejo también instó a los cristianos a orar por el país con «calma y cordura» y pidió «se produzca la revisión de las actas de escrutinio de las elecciones presidenciales en un proceso transparente, de acuerdo a lo previsto en la legislación».

Las protestas electorales suponen un reto más para un país que tuvo que hacer frente a un grave colapso económico, hiperinflación, inestabilidad política y una crisis humanitaria, a pesar de albergar las mayores reservas de petróleo del mundo. La Organización de las Naciones Unidas calcula que 7.7 millones de venezolanos viven actualmente fuera del país, una cifra que ha desestabilizado aún más a la nación y a sus iglesias. (La población que permanece en el país es de 29.4 millones).

La pérdida de tantos conciudadanos ha afectado personalmente a José de los Santos Rodríguez, expastor de la Primera Iglesia Evangélica Libre de Maracaibo. Su congregación, de apenas unos 50 miembros, estaba situada a 130 kilómetros de la frontera colombiana, en lo que fue una ciudad floreciente y un centro de negocios para las compañías petroleras.

Pero Maracaibo «se convirtió en un montón de basura», dijo. «Las personas comenzaron a salir casa por casa a pedir comida».

Hace dos años, la iglesia cerró sus puertas después de que todos sus miembros abandonaran la ciudad.

«La mayoría de las personas se fue del país sin ningún plan, sin siquiera consultar a Dios», dijo. «Se fueron porque no tenían trabajo y porque lo que ganaban no alcanzaba ni siquiera para pagar sus pasajes».

Rodríguez se mantiene en contacto con los antiguos miembros de su iglesia, y les graba y envía devocionales diarios de 20 minutos.

«Tengo gente en Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, México, Estados Unidos, España y Perú», dijo.

Hoy, los miembros de su iglesia forman parte de los casi tres millones de migrantes venezolanos en Colombia, el millón y medio en Perú, y el medio millón en Brasil y Chile, respectivamente. Para muchos de estos inmigrantes, las organizaciones cristianas han desempeñado un papel clave al ayudarles a construir sus nuevas vidas.

Entre ellos está Darvin Delnardo Tehn, líder juvenil de Encuentro con Cristo, una iglesia evangélica de Santiago de Chile fundada por inmigrantes alemanes y que dirige una organización sin ánimo de lucro que ofrece alojamiento a corto plazo a familias migrantes. En 2017, a los 27 años, Delnardo, graduado universitario, dejó un trabajo sin futuro y su ciudad natal de Colonia Tovar, cerca de Caracas, para comenzar una nueva vida en Chile.

Muchos apoyaron el salto de fe de Delnardo.

«Me fui de Venezuela con la bendición de mi familia y mi iglesia», dijo. «Mi pastor siempre intercede por mí».

El pastor de Delnardo, Ender Urribarrí, confirmó que Delnardo le confió su plan de emigrar. Urribarrí no trató de disuadir a Delnardo, pero le pidió que se preparara para entender los retos culturales de un nuevo país. Y lo bendijo, no sin antes darle un mensaje: «No te olvides de quién eres en Cristo. Tienes una misión allá».

«Dios nos da la alegría de exportar líderes de la iglesia a otros países. ¿No es maravilloso?», dijo Urribarrí.

Como sus feligreses han empezado a emigrar, Urribarrí, que dirige la Iglesia Evangélica Encuentro con Dios en Colonia Tovar, ha ideado un plan para ayudarles a mantener una presencia pastoral en sus vidas mientras afrontan la incertidumbre y las dificultades. Durante los dos primeros años, se comunica constantemente con los emigrantes. Después de eso, espera que ya estén bien conectados en una nueva iglesia local y su comunicación disminuye a un llamado cada tres meses. Luego, les llama dos veces al año.

Su estrategia ha funcionado hasta ahora, afirma. «Cuando visitan Venezuela, vienen a nosotros. Siguen diciendo “esta es mi iglesia”», afirma.

Ahora Urribarrí está emocionado por el futuro: «Quiero seguir viendo lo que Dios hará en la iglesia y en mi país».

Rodríguez da gracias a Dios porque, a pesar de que su antigua congregación se dispersó, ha podido seguir sirviendo en el ministerio a tiempo completo. Él y su esposa reciben pensiones (aunque suman menos de 10 dólares al mes), y también recibe el bono de guerra, un subsidio que paga el gobierno a los jubilados y que añade 100 dólares a los ingresos mensuales de la familia. Sin él, se vería obligado a gastar todo su dinero en medicamentos para la hipertensión.

«Cada vez que necesitamos algo, hay alguien que nos ayuda», afirma.

Rodríguez no cree que el cambio en su país llegará por la presión ejercida por entidades extranjeras, tales como el gobierno estadounidense, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. (El 1 de agosto, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, emitió una nota felicitando a González por su triunfo en las elecciones en Venezuela y afirmando que la pretensión de una victoria de Maduro no representa la voluntad del pueblo venezolano).

«El Señor y su justicia cambiarán el país», dijo Rodríguez. «No sé cuándo sucederá, pero sé que llegará».

Hasta entonces, los cristianos de Venezuela tendrán que seguir buscando formas de sobrevivir y ayudar a sus conciudadanos.

«Lo que nos mantiene aquí en este país, luchando, es el amor que le tenemos a esta tierra y la fe que tenemos en el Señor de que él puede traer una respuesta para Venezuela», dijo Yosleiker Pérez, pastor del Ministerio Extendiendo el Reino de Dios, una iglesia pentecostal en el norte de Caracas. «Y para los que creen, todo es posible».

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Las lecciones de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París

Como director artístico, creo que los Juegos Olímpicos no consideraron a su público. Pero como cristiano, no me sorprende el desdén de quienes no pertenecen a la iglesia.

'La última cena' de Da Vinci y 'La fiesta de los dioses' de Jan van Bijlert

'La última cena' de Da Vinci y 'La fiesta de los dioses' de Jan van Bijlert

Christianity Today August 2, 2024
Ilustración por Christianity Today

Antes de los Juegos Olímpicos de París 2024, Thomas Jolly parecía seguro de lo que había preparado para las largas ceremonias de inauguración y clausura. El director artístico no dio a conocer los detalles de las actuaciones que había estado planeando durante dos años, pero en los días previos a los Juegos reveló que anticipaba que el espectáculo sería «muy significativo para los artistas» que actuarían. [Los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Ahora, con la ceremonia inaugural a sus espaldas, a Jolly no le queda más remedio que defender su visión.

Un segmento ha suscitado especial controversia: un retablo de activistas LGBTQ, artistas drag y bailarines lascivos sobre el que muchos espectadores interpretaron que recreaba sutilmente La última cena de Leonardo da Vinci. «Mi deseo no es ser subversivo, ni burlarme, ni escandalizar», dijo Jolly en respuesta al alboroto. «Más que nada, quería enviar un mensaje de amor, un mensaje de inclusión, y en absoluto causar división». Y sin embargo, la escena ha causado división, recibida con desdén por quienes la vieron como una parodia burlona de Cristo y sus discípulos.

Hay una gran disparidad entre lo que Jolly afirma que fueron sus intenciones artísticas y la forma en que su arte fue percibida.

Yo, como artista y director artístico en Christianity Today, batallo constantemente con lo que las imágenes comunican. Cuando reviso las propuestas de nuestros artistas colaboradores, evalúo no solo la ejecución técnica de sus imágenes, sino también cómo nuestros lectores podrían interpretar su significado. En una libreta, escribo notas y esbozo ideas mientras busco la forma correcta de transmitir una idea sin palabras. ¿Debe ser evidente el simbolismo? ¿Esta escena merece matices y ambigüedad? ¿Cómo podría el uso del color o de las formas ofrecer una nueva perspectiva?

En todo mi trabajo creativo, tengo intenciones con respecto a lo que deseo transmitir. Y luego miro hacia el futuro, intentando anticipar cómo esas intenciones serán percibidas en realidad.

Todos los creadores están sujetos a su público, ya sea la forma en que el lector percibe una novela, el oyente escucha un disco o el visitante de un museo entiende y experimenta su obra. El arte no existe de forma aislada: siempre es comunitaria. Y eso es una bendición, no una maldición. En el momento en que contamos una historia, lanzamos una canción o representamos una obra de teatro, ya no es exclusivamente nuestra. Esta es la hermosa, maravillosa y arriesgada forma en que todo arte es una colaboración entre el artista y el resto del mundo.

Al defender la polémica actuación olímpica, Jolly explica que sus intenciones eran distintas de la ofensa que se llevaron algunos espectadores. En otras palabras, argumenta, no es culpa suya. El público ofendido no interpretó correctamente su arte.

Jolly sostiene que la escena no está inspirada en Da Vinci, sino en Le Festin des Dieux (El festín de los dioses), un cuadro de Jan van Bijlert que representa un banquete en el Monte Olimpo. Apolo, el dios del sol, está de frente al espectador; Dioniso, desnudo, come uvas en primer plano. Es bastante plausible que esta obra haya sido su verdadera inspiración.

'Le Festin des Dieux' ('El banquete de los dioses') es un cuadro del pintor holandés Jan van Bijlert (1635-1640).Fuente: Wikimedia
‘Le Festin des Dieux’ (‘El banquete de los dioses’) es un cuadro del pintor holandés Jan van Bijlert (1635-1640).

Pero esa respuesta («No interpretaste correctamente mi arte») no absuelve al artista. Ese tipo de respuesta es perezosa y pretenciosa. Procede de un ego que asume que la perspectiva del artista es la única lectura adecuada de lo que se ha comunicado.

Al culpar al espectador de una interpretación errónea, el artista afirma que su intención prevalece sobre lo que su obra ha comunicado. Niega la realidad objetiva de cómo se sitúa su arte en el tiempo y el espacio, su contexto en la historia y la cultura.

Como dijo un historiador del arte y profesor emérito a The New York Times: «La idea de la figura central con un halo y un grupo de seguidores a ambos lados es tan típica de la iconografía de La última cena que leerla de otro modo sería un poco temerario».

Nuestras intenciones importan, pero no garantizan cómo reaccionarán los demás. Cuando Pablo advierte: «No den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican», no ordena a los romanos que se defiendan (Romanos 14:16). Les dice que cambien sus acciones, a fin de «no poner tropiezos ni obstáculos al hermano» (v. 13).

Nuestras intenciones no definen la realidad. Somos responsables de formar cuidadosamente nuestras creaciones. Y debemos ser lo bastante humildes para reconocer cuando no hemos acertado.

Los artistas son personas muy perspicaces. Como director artístico, Jolly debe haber considerado cuidadosamente las implicaciones de cada detalle de esta representación. No tener en cuenta las percepciones de 2000 millones de cristianos de todo el mundo fue, como mínimo, un descuido, y muy posiblemente una indiferencia intencionada.

A veces el arte debe ser escandalosa y provocadora. El arte debe llamar la atención y trastornar las suposiciones por buenas razones. Pero Jolly dice que ese no era su objetivo. Si pretendía comunicar inclusión, lo hizo por medio de la exclusión de cristianos y grupos religiosos que terminaron consternados por la representación. Al final, el mensaje que quería comunicar solo fue recibido de esa manera por una parte de los espectadores.

Así que los cristianos no se equivocan al sentirse ofendidos. Sin embargo, lo que hacemos con nuestra ofensa también importa.

Tanto si Jolly y los artistas en escena se arriesgaron, como si intencionalmente aprovecharon la oportunidad de escandalizar, es comprensible que los cristianos encuentren particularmente áspera una puesta en escena que recuerda a La última cena. Pero, más allá de las decisiones artísticas descuidadas, ¿debería sorprenderse la Iglesia por una afrenta como ésta, y eso por no mencionar la obscenidad del resto de la ceremonia inaugural?

En medio de un debate sobre la inmoralidad, Pablo le dice a la iglesia de Corinto que no pueden aislarse de la pecaminosidad de la sociedad secular. Tendrían que apartarse del mundo mismo para lograr tal inoculación (1 Corintios 5:10). Sí, deberían esforzarse por proteger la integridad del cuerpo de la iglesia, como deberíamos hacer nosotros también. Si hay alguien dentro de la iglesia que se niega a apartarse de su pecaminosidad, Pablo exhorta a los corintios a que no se relacionen con esa persona, a fin de mantener una norma moral dentro de su comunidad.

Pero esta no es la norma que Pablo espera de aquellos que están en el mundo y fuera de la Iglesia. Les recuerda a los corintios que solo a Dios le corresponde juzgar a «los de fuera», no a ellos, incluso en el contexto del pecado sexual más escandaloso (1 Corintios 5:13). Al parecer, la iglesia corintia se había distanciado del mundo, evitando cualquier interacción con los no creyentes de la ciudad de Corinto. Pero Pablo les dice que eso no está bien.

Este es el mismo patrón que llevó a los fariseos a cuestionar a Jesús por compartir la mesa con los recaudadores de impuestos (Mateo 9:10-13). ¿Compartiría Jesús la mesa con travestis, o con gente que podría ridiculizar a la Iglesia y sus símbolos sagrados? No debemos dudar de que lo habría hecho, ni de que nos llama a hacer lo mismo.

Tampoco deberíamos dudar de que Jesús llama a todos los pecadores al arrepentimiento. Su respuesta al pecado no fue rechazar o condenar, sino proclamar su perdón e invitar a la gente a seguirlo. Y esta sigue siendo su invitación para todos.

No debemos esperar que los no creyentes comprendan o respeten la solemnidad de una escena como la de la Última Cena. No debería sorprendernos la obscenidad de las representaciones en toda la ceremonia inaugural. Pero tampoco debemos permanecer indiferentes. Nuestra reacción debería ser de dolor y compasión. Nuestro mundo está caído. Nosotros también estamos caídos, y somos afortunados de haber escuchado y recibido la obra redentora de Jesús.

Y así, como un artista reflexivo que se debate sobre las implicaciones de su obra, debemos considerar lo que comunican nuestras acciones. ¿Cuál es nuestro mensaje? Cuando los cristianos condenamos y boicoteamos públicamente los Juegos Olímpicos en respuesta a la ceremonia de apertura, difícilmente transmitimos nuestra convicción de que Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores.

Y cuando Barbara Butch, la DJ en el centro de la actuación del retablo, recibe amenazas de muerte y acoso después de su actuación, nuestro silencio sobre la santidad de su vida, como alguien que también fue hecho a imagen de Dios, tiene mucho significado.

En vez de esto, ¿podríamos compartir la mesa? ¿Y quizás dar un paseo por los pasillos de un museo conversando acerca de lo que las obras en las paredes parecen comunicar? En ese precioso espacio compartido, podemos expresar cómo nuestra fe está en una esperanza que no nos avergüenza. No importa qué tanto seamos ridiculizados, nada supera el amor real que ha sido derramado en nuestros corazones por la gracia de Dios (Romanos 5:5).

Jared Boggess es el director de arte de CT.

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