Ayuda idónea: la interpretación más común de estas palabras es imprecisa

Leer correctamente estas palabras proporciona un buen lugar para iniciar la conversación sobre los roles de género en la Iglesia.

Christianity Today October 10, 2022
Ilustración por Christianity Today / Source Images: WikiMedia Commons / Getty

En un reciente estudio, LifeWay Research preguntó a los pastores protestantes estadounidenses si sus congregaciones permitían a las mujeres asumir seis funciones específicas de liderazgo [enlaces en inglés].

Las opiniones sobre la predicación estaban previsiblemente divididas, pero aproximadamente «9 de cada 10 pastores dicen que las mujeres pueden servir en el ministerio de niños (94 %), como líderes de comités (92 %), en el ministerio de adolescentes (89 %) o compartir espacios como maestras de estudios bíblicos para adultos (85 %) en sus iglesias», según Aaron Earls. Un porcentaje menor (64 %) dijo que las mujeres podían servir como diaconisas.

La cuestión de dónde puede servir una mujer en la iglesia «se ha debatido durante siglos con eruditos bíblicos de distintas denominaciones que han llegado a conclusiones diferentes sobre lo que significan las Escrituras», dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research.

En particular, la primera parte de la Biblia desempeña un papel clave. Generaciones de cristianos han considerado los relatos de la creación de Génesis 1 a 3 como el paradigma de los roles de género. «Todo el debate bíblico gira en torno a Génesis 1–3», dice Raymond C. Ortlund Jr.

Las palabras «ayuda idónea» de Génesis 2:18 han sido durante mucho tiempo un punto de inflexión en estos debates. Algunos las utilizan para argumentar que el papel principal de la esposa es apoyar el liderazgo de su marido. Otros usan este argumento para justificar fuertes opiniones sobre la sumisión y el servicio femeninos. Y otros han interpretado la idea de la forma más suave posible, diciendo: «Dios hizo al hombre como un líder con gracia y a la mujer como una ayudante esencial en el matrimonio».

Pero, ¿y si nos hemos equivocado al interpretar esas palabras? El matiz de servilismo que a menudo conllevan no se encuentra en ninguna parte de las Escrituras. Y nuestra interpretación errónea nos ha metido en problemas en la forma en que vemos los roles masculino y femenino.

El punto de vista más exacto, al menos como yo lo veo, es significativo tanto para los que se encuentran en el campo complementario como en el campo igualitario. Todos tienen algo que ganar de prestar una mirada más cercana y cuidadosa al texto del Génesis y a lo que dice, a saber, que la «ayuda idónea» es, de hecho, una socia de pleno derecho en la obra que Dios le asignó a los humanos.

Es posible argumentar que el pasaje más importante para entender la condición de persona es Génesis 1:26-28. Dios crea al hombre y a la mujer como corona de la creación. Se nos designa como «imagen de Dios», un estatus que en un contexto del antiguo Cercano Oriente significa que los humanos representan físicamente la presencia de Dios en la tierra.

En Génesis 1, ese estatus se expresa a través del dominio, una tarea que se otorga al ser humano sin tener en cuenta el género. Los hombres y las mujeres deben dominar o gobernar juntos en nombre de Dios, manteniendo el orden y asegurando el florecimiento de la creación.

Resulta sorprendente, sin embargo, que Dios no le diga a los humanos que se dominen unos a otros. El trabajo en equipo es el modelo establecido.

Es esencial tener presente esta base al pasar la página de Génesis 2, donde se vuelve a contar la creación de los humanos de una forma más íntima. Al hombre colocado en el jardín de Dios se le asigna un trabajo: cultivarlo y cuidarlo (Génesis 2:15).

Pero ese hombre tiene un problema: está solo. Aunque muchos animales pueblan el jardín, ninguno de ellos es adecuado para brindarle compañía. Si el hombre hubiera necesitado a alguien que recibiera órdenes, podría haber elegido un buey o una mula. Si hubiera necesitado una sombra, podría haber elegido un perro. Pero ninguno de ellos puede ayudarle a cumplir sus responsabilidades en calidad de compañero de pleno derecho, y ninguno de ellos puede hacerle rendir cuentas con respecto a mantener los límites que Dios ha establecido.

Lo que le falta al hombre es, pues, un ʿēzer kenegdô, «una ayuda adecuada».

Entra la mujer en escena. Ella resuelve el conflicto argumental de Génesis 2 ofreciendo lo que ningún animal del jardín podía ofrecer: una compañía plena. Para algunos cristianos, esta sección ofrece evidencia para dos afirmaciones clave:

Primero: Dios designó a los hombres para dirigir y tener autoridad sobre las mujeres.

Segundo: Las mujeres están hechas para apoyar el liderazgo de los hombres al seguirlos.

Sin embargo, estas suposiciones comunes no resisten el escrutinio. El aspecto central de la historia no son las diferencias entre el hombre y la mujer —si bien son importantes— sino su similitud esencial y su condición de igualdad ante Dios.

La mujer es como el hombre de una manera que ninguna otra criatura lo es. Ella procede de su propio cuerpo —así como todo hombre futuro procederá del cuerpo de una mujer—, lo que sugiere su misteriosa conexión. Ella «es adecuada» para él (hebreo kenegdô, Génesis 2:18, 20). Y ella cumple el papel de compañera para apoyar lo que Dios le encargó al hombre hacer. Juntos poblarán la tierra y juntos la gobernarán.

Entonces, ¿por qué llamarla «ayuda» del hombre? ¿No implica eso que él es el jefe?

En las traducciones al inglés de Génesis 2:18 (NIV, NLT, ESV, NRSV, NASB), la palabra usada es «ayudante», y sugiere que el hombre toma la iniciativa y la mujer está presente en un papel de apoyo. Es la recepcionista del director general, la animadora del quarterback o la enfermera del cirujano.

A lo largo de la historia, a menudo las mujeres han desempeñado papeles como estos, y han aportado mucho al hacerlo. Sin embargo, este modelo pasa por alto algo de la palabra hebrea ʿēzer.

¿Qué tipo de ayuda ofrece ʿēzer? ¿Quiénes son los ʿēzers en la Biblia?

El resto del Antiguo Testamento utiliza la palabra ʿēzer principalmente de dos maneras. En primer lugar, se refiere a los soldados aliados que ayudan en la batalla. (Véase, por ejemplo, Josué 1:14 o 1 Crónicas 12:1-22.) En segundo lugar, se refiere a Dios como la ayuda de Israel. (Véase Génesis 49:25; 2 Crónicas 32:8; Salmo 10:14; Isaías 41:10-14).

Claramente, en esos pasajes, aquel que «ayuda» no tiene un papel servil. En todo caso, es lo contrario. Dios suministra lo que le falta a Israel. Como explica la estudiosa del Antiguo Testamento Mary Conway, «la frase kenegdo se traduce mejor como “correspondiente a él”, un término que implica habilidad e igualdad, más que subordinación o inferioridad».

De hecho, la palabra ʿēzer aparece como sustantivo común más de 90 veces en el Antiguo Testamento, pero nunca se refiere a lo que los siervos o subordinados hacen por sus amos.

Si estás en peligro de perder una batalla, lo que necesitas es un ʿēzer, es decir, otro escuadrón de tropas o una intervención divina que venga a ponerse a tu lado para reforzar a tu debilitado ejército.

¿Qué significa esto para las mujeres? El hombre no necesita una secretaria, una compañera o alguien que cumpla sus órdenes. Más bien necesita una compañera de pleno derecho en el trabajo de dominar la creación, así como para dar mantenimiento al jardín y protegerlo de los intrusos. Él necesita una mujer.

La palabra «ayudante» no hace justicia al papel que Dios diseñó para la mujer en Génesis 2. «Aliada necesaria» o «compañera esencial» podrían ser mejores formas de traducir esta palabra.

Como miembro de pleno derecho del movimiento evangélico, es un misterio para mí cómo muchos segmentos de nuestra comunidad han arraigado en general su doctrina sobre los roles de género de Génesis 3 y no en Génesis 2. Es cierto que Génesis 3 presenta la jerarquía de género: «… tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti» (Génesis 3:16, NBLA).

Pero esa dinámica proviene de las terribles consecuencias de la rebelión humana. Eva fracasó en su tarea de ayudar a Adán a cumplir su encargo de cuidar y vigilar el jardín. Un intruso astuto puso en duda la idoneidad de las órdenes de Dios, y marido y mujer se tragaron la mentira: anzuelo, sedal y plomada. El resultado fue una relación con Dios gravemente fracturada, al igual que su relación de pareja y su relación con la tierra que debían cuidar.

Sin embargo, nótese que la mujer era totalmente responsable de su propio pecado, y el hombre del suyo. Si Eva fuera una mera comparsa, Dios no se dirigiría a ella como agente moral pleno, responsable de su propia obediencia al mandato de Dios. Y si la culpa fuera únicamente de ella, el hombre no cargaría también con la culpa.

Mi punto es este: es un error ver Génesis 3 como un paradigma de las relaciones humanas y, especialmente, de las relaciones entre hombre y mujer. Este texto describe las consecuencias de la rebelión humana, no la intención original de Dios.

Dios anuncia que la mujer lo pasará mal porque su marido tendrá el dominio, no porque las cosas deban ser así, sino porque el pecado los llevó a un lugar de disfunción. Decidieron confiar en su propia sabiduría y no en la de Dios, y el resultado de ese error no fue nada bueno.

Dios no deseaba espinas, cardos y dominación masculina, como tampoco los futuros padres diseñan cuidadosamente un rincón de castigo para sus hijos antes de que nazcan. Por tanto, si queremos recuperar la visión de Dios sobre la creación, tenemos que apoyarnos en Génesis 1 y 2, donde hombres y mujeres están codo con codo como aliados en el trabajo que Dios diseñó.

¿Pero no fue Adán quien le dio su nombre a Eva? ¿Y nombrar no implica una jerarquía? No tengo plena certeza de que nombrar implique jerarquía. (Por ejemplo, Agar le da un nombre a Dios en Génesis 16:13.) Pero incluso si lo hace, como lo señala el profesor de teología Glenn Kreider, Adán nombra a Eva después de la caída, no antes (Génesis 3:20).

Con todo esto en mente, revisemos las dos suposiciones comunes sobre lo que enseñan estos capítulos:

Dios designó a los hombres y a las mujeres para dirigir juntos.

Las mujeres están hechas para apoyar el liderazgo de los hombres liderando con ellos.

No escuches lo que no estoy diciendo. No estoy negando que las mujeres deban ser siervas. La Biblia es muy clara al afirmar que todos nosotros, independientemente del sexo, debemos adoptar una postura de servicio en relación con los demás. Jesús fue el servidor de todos, y nos llama a todos a imitarlo.

Según el Libro del Éxodo, el servicio es la expresión esencial de la vocación de Israel. Toda esa historia se enmarca en el cambio significativo de pasar de servir al Faraón a servir a Yaveh (Éxodo 7:16).

Si pensamos en nuestra vida actual, esa vocación no ha caducado. El problema viene cuando volvemos a leer «servicio» en la palabra «ayuda» de Génesis 2:18 y lo aplicamos de forma desigual en función del género. Eso no se encuentra en Génesis 2. Decir lo contrario es violentar el texto.

Aunque estas ideas no son la última palabra de la Biblia sobre los roles de género, proporcionan un buen lugar para iniciar la conversación. Y es un lugar muy útil para empezar.

Carmen Joy Imes es profesora asociada de Antiguo Testamento en la Escuela de Teología Talbot de la Universidad de Biola y autora de Bearing God’s Name: Why Sinai Still Matters.

Partes de este artículo han sido adaptadas de Being God’s Image: Why Creation Still Matters de Carmen Joy Imes (InterVarsity Academic, 2023). Copyright © por Carmen Joy Imes. Publicado y traducido con permiso de InterVarsity Press, P.O. Box 1400,Downers Grove, IL 60515-1426. www.ivpress.com.

Speaking Out es una columna de opinión para invitados de Christianity Today y (a diferencia de un editorial) no representa necesariamente la opinión de la publicación.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Church Life

Cuando el español deja de ser la ‘lengua del corazón’ de los hispanos de EE. UU.

Al ministrar a los hispanos nacidos en EE. UU., pastores y líderes afirman que la prioridad de la iglesia debe ser la formación espiritual sobre el aprendizaje del idioma.

Christianity Today October 7, 2022
Nicolas Castro / Lightstock

Cuando Job González tenía 21 años, sintió el llamado de Dios a dedicar su vida al ministerio de adoración. Criado en una iglesia y en una familia de habla hispana en Texas, pensó que siempre cantaría las alabanzas del Señor en español.

Desde 1980, los cristianos en el mundo hablan español más que cualquier otro idioma. Gracias al crecimiento de la iglesia en América Latina, más de 413 millones de creyentes tienen hoy el español como lengua materna, frente a 250 millones que tienen el inglés, según World Christian Database [enlaces en inglés].

Pero en EE. UU., los hispanos nacidos en Estados Unidos cada vez prefieren más el inglés sobre el español en los servicios de la iglesia. Para sorpresa de González, llegó el día en el que fue llamado a servir en una iglesia bautista hispana que tenía todos sus servicios en inglés.

En su ciudad natal, en el Valle del Río Grande de Texas, «Baptist Temple McAllen es una iglesia en la que la gran mayoría es gente hispana que, con el paso de las generaciones, dejó de usar el español», dijo González. «Cuando el Señor me llamó a servir allí, eso me asustó, porque yo jamás lo había hecho. Nunca antes había dirigido la alabanza en inglés».

En los estados del Sur con poblaciones hispanas consolidadas que abarcan cuatro o más generaciones de descendientes nacidos en los Estados Unidos, es más habitual ver que las iglesias hispanas como la de McAllen lleven a cabo sus servicios solo en inglés. Entre los inmigrantes recién llegados, las congregaciones se ciñen al español. Otras iglesias ofrecen el culto en un espectro que abarca iglesias bilingües, multilingües y multiétnicas, con traducción simultánea, o con servicios separados en inglés y español.

Los líderes de las iglesias hispanas difieren en cuanto a si la iglesia tiene un papel que desempeñar en la preservación del culto en español como distintivo de su cultura. Algunos creen que el culto en español es fundamental para su fe y sus servicios, mientras que otros creen que es un factor secundario que nunca debería causar división.

«El español es nuestra lengua materna, y está en el centro de nuestras raíces. El español es la segunda lengua [más hablada] en este país», dijo el pastor Jorge Ramos. «La verdad es que en el futuro previsible seguirá habiendo inmigración de personas que solo hablan español, y si queremos alcanzarlos, tenemos que estar aquí para ellos».

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Ramos, originario de Cuba, dirige una pequeña iglesia en Hickory, Carolina del Norte, que sirve principalmente a hispanos de primera generación, y considera que los servicios en español son parte de la misión de las iglesias hispanas.

Muchos pastores de habla hispana, junto con los miembros de su iglesia, se identifican con este llamado.

«Tenemos padres en la iglesia que se acercan a nosotros diciendo: “Tenemos hijos que tienen que seguir practicando el español, así que, por favor, hagan que tomen sus lecciones bíblicas en español”», dijo Sergio Villanueva, pastor de campus de una megaiglesia urbana de Chicago.

Villanueva se crió en Torreón, México. Tras visitar Chicago a principios de los años 90, pasó un verano sirviendo en una iglesia pentecostal hispana de la ciudad, donde le ofrecieron la oportunidad de trasladarse a Chicago y ocupar un puesto a tiempo completo en el equipo de adoración. Pero la adoración en español en los Estados Unidos no había despegado en ese momento, mientras que atravesaba un gran avivamiento en América Latina. Por este motivo, Villanueva no quiso quedarse.

«El Señor había soplado nueva vida en la música de adoración en español con todo lo que hizo con Marcos Witt y Jesús Adrián Romero en México, Danilo Montero en Costa Rica, Jaime Murrel en Panamá, Marcos Vidal en España y muchos otros. Fue enorme», dijo. «Cuando llegué a Chicago, descubrí que la adoración en español en Estados Unidos no había experimentado eso todavía».

Cuando Villanueva volvió a Chicago en 1998, empezó a soñar con llevar ese espíritu de adoración a los feligreses hispanos de allí.

«Observé a los jóvenes hispanos en las iglesias. Observé cómo no se sentían ni americanos ni hispanos; se sentían atrapados en medio, casi como en una crisis de identidad», dijo Villanueva. «También vi cómo no habían experimentado ese avivamiento de la alabanza que nosotros habíamos vivido en América Latina. Y empecé a soñar con llevarles toda esa pasión. El Señor me dio un gran amor y compasión por ellos».

La congregación de Villanueva, la Iglesia Bíblica de Wheaton, fue fundada originalmente en 1929 y empezó a ofrecer servicios en español en 1990. En 2008, abrió su sede en español con el nombre Iglesia del Pueblo.

Villanueva ha visto cómo el culto en español ha profundizado su propia fe y ha bendecido a la iglesia, pero no cree que las iglesias deban tener como objetivo preservar el idioma o las prácticas culturales.

«Después de vivir un tiempo en Estados Unidos, pude observar que la iglesia hispana se había atrincherado, por un lado pensando que el trabajo era la máxima prioridad de sus vidas y, por otro, tratando de vivir en una burbuja para preservar su lengua y su cultura», dijo. «Pero esa no es la vocación de la iglesia; no se trata de preservar ninguna lengua ni ninguna cultura, sino de encontrar formas de impactar en la cultura que nos rodea con el evangelio».

Históricamente, los migrantes en general, y los que cruzan la frontera sur procedentes de distintos países de Centroamérica y Latinoamérica en particular, han sido un importante campo de misión dentro de Estados Unidos [últimos dos enlaces en español].

Los hispanos de segunda generación, como los miembros de la congregación de Villanueva en Chicago, muchas veces luchan por encontrar su propia identidad al estar rodeados de una comunidad hispana, aunque a la vez sean estadounidenses de nacimiento y asistan a escuelas de habla inglesa. Sin embargo, con el paso de cada generación, los hispanos son menos propensos a hablar español y a considerar este idioma como una parte importante de su identidad hispana.

«Muchos padres de origen hispano prefieren que sus hijos se centren en el aprendizaje del inglés —incluso los que no lo hablan o no lo hablan tan bien— porque quieren que sus hijos sean absorbidos por la cultura estadounidense», dijo González. «Los padres se preocupan tanto por el futuro de sus hijos que están dispuestos a asumir el sacrificio de no poder comunicarse con ellos en su propia lengua».

Desde 2012, González dirige los servicios de culto en inglés y en español, y cree que la iglesia tiene que ser flexible en lo que respecta al idioma.

La iglesia donde sirve ahora, Champion Forest Baptist Church de Houston, ofrece servicios para jóvenes en inglés y en español. «Les permitimos elegir», dijo. «La verdad es que solo ellos saben qué idioma conecta mejor con ellos, y lo mejor que podemos hacer como iglesia es ofrecerles la oportunidad de que ellos mismos elijan».

De 2012 a 2018, González fue líder de adoración en español en la iglesia Lakewood de Houston, sirviendo durante un tiempo en colaboración con Coalo Zamorano. Él comenzó a servir ahí poco antes de que Marcos Witt dejara el pastorado de la parte hispana. Como muchas megaiglesias que cuentan con múltiples líderes y servicios, Lakewood tiene una clara división entre los servicios en inglés y en español.

«El idioma en el que se dirige la adoración es secundario, no es doctrinal. La iglesia tiene que ser flexible y abierta en este asunto, porque la gente solo puede alabar al Señor en la lengua de su corazón», dijo González.

Villanueva cree que, al igual que con otras causas de división, todo se reduce a volver al llamado central de la iglesia.

«Tanto el esfuerzo por ser absorbido por la cultura estadounidense como el esfuerzo por promover la herencia de la cultura hispana pueden convertirse rápidamente en idolatría», dijo. «Los cristianos debemos comprender que nuestra cultura y nuestra verdadera identidad están en Cristo, independientemente de la lengua y la cultura. Antes de ser latino, soy un hijo de Dios.

»Creo que transmitir el idioma español a las próximas generaciones es muy valioso, y es algo hermoso. Pero es una decisión que hay que tomar en casa. Es una elección y una responsabilidad de los padres, no es el llamado de la iglesia».

Villanueva advierte a los padres y a los líderes de la iglesia sobre la conveniencia de poner a los niños en clases y servicios bíblicos en español con el único propósito de preservar el idioma.

«La iglesia hispana tiene que ser consciente de que su crecimiento procede principalmente de los hispanos de segunda generación, y para la mayoría de ellos el español no es la lengua de su preferencia», dijo. «Si están en una iglesia en la que su corazón no es alimentado espiritualmente en su propia lengua, nunca van a crecer».

Aunque está claro que las iglesias no deben hacer de la conservación de una lengua su principal objetivo, mientras los hispanos sigan emigrando a Estados Unidos, la necesidad de servicios en español dentro de los Estados Unidos no desaparecerá.

«Las Escrituras están llenas de migrantes. Moisés, José, Daniel, Nehemías. Incluso Jesús creció en Egipto y luego regresó a Israel», dijo Villanueva. «Los hispanos de Estados Unidos necesitan oír que su doble identidad e incluso la lucha con dos idiomas no es un problema, sino algo que Dios va a utilizar para su gloria».

Theology

Bienaventurados los que lamentan el suicidio

Cuidar de las personas que pasan por un dolor profundo requiere una sólida teología del sufrimiento.

Christianity Today October 5, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Pexels

Según la Organización Mundial de la Salud, cada año se suicidan 703 000 personas.

En 2020, «el suicidio fue la duodécima causa de muerte en general en Estados Unidos… [Además, el suicidio] fue la segunda causa de muerte entre las personas de 10 a 14 años y de 25 a 34 años, … y la cuarta causa de muerte entre las personas de 35 a 44 años».

Aunque las iglesias son cada vez más sensibles a las cuestiones relacionadas con el suicidio, el tema se ha limitado a veces a la preocupación por la salvación y la condenación. Si una persona se quita la vida, ¿irá al cielo?

Por supuesto, no estamos equipados para responder plenamente a esa pregunta. Jesús es el único que tiene el poder del juicio divino. Y lo que es más importante, al limitarnos a debatir el destino eterno de alguien, perdemos una oportunidad aún mayor. El suicidio es el grito desgarrador que dice: «Padre mío, ¿por qué me has abandonado?». Como creyentes, tenemos la oportunidad de encontrarnos con los que se sienten abandonados y ser Cristo para ellos.

Dicho de otro modo: nuestra teología de la salvación es importante. Pero, al menos en principio, nuestra teología del sufrimiento es aún más importante si la abordamos desde la perspectiva de brindar la atención necesaria a los miembros de nuestras congregaciones que están considerando poner fin a sus propias vidas.

Como aspirante a socióloga, pasé cuatro meses de licenciatura estudiando esta cuestión para un proyecto de investigación en la Universidad de Oxford. Una de las preguntas clave que quería plantear era: «¿Cómo debería la teodicea —entendida como la comprensión del sufrimiento desde una perspectiva cristiana— informar la forma en que abordamos el suicidio?».

«Al analizar la preponderancia de los casos de suicidio más allá de la muerte asistida por un médico, uno se enfrenta al formidable papel de la enfermedad mental, un factor al que, a menudo, los teólogos cristianos han restado importancia», escribe Elizabeth Antus, una académica pionera en el análisis de la intersección del suicidio y la teología [enlaces en inglés].

En su estudio, recurre en parte al teólogo alemán Johann Baptist Metz, quien ofrece una perspectiva prometedora para un diálogo teológico que también pone a la persona en el centro del análisis. Su teodicea consiste en aprender a vivir en solidaridad con los que sufren.

«En mi opinión», escribe Metz en A Passion for God: The Mystical-Political Dimensions of Christianity [Una pasión por Dios: Las dimensiones místico-políticas del cristianismo], «hay una autoridad reconocida por todas las grandes culturas y religiones: la autoridad de los que sufren. Respetar el sufrimiento de los extraños es una condición previa para toda cultura; articular el sufrimiento de los demás es el presupuesto de todas las pretensiones de verdad. Incluso las presentadas por la teología».

Metz quiere que la gente de la iglesia adopte una postura abierta que les permita lamentarse y estar en comunidad con quienes se enfrentan al suicidio. Considera que esta teodicea sensible a las víctimas es una práctica liberadora que permite a los cristianos plantearle a Dios sus preguntas crudas y llenas de ira.

«Ni siquiera la teología cristiana, basándose en su doctrina de la creación, puede eliminar el grito apocalíptico: “¿Qué está esperando Dios?”», escribe Metz. «Ni siquiera la teología cristiana puede permitir que la pregunta de Job a Dios, “¿Hasta cuándo?”, sea acallada con una respuesta tranquilizadora. Incluso la esperanza cristiana sigue rindiendo cuentas a una conciencia apocalíptica».

Antus, que enseña en el departamento de teología del Boston College, sostiene que Metz ofrece una «teología más acogedora para las víctimas del suicidio».

En Cristo, todos somos libres de clamar a Dios y preguntar por qué, tanto si nuestros propios pensamientos nos atormentan, como si conocemos a otra persona que ha estado sufriendo. Al fin y al cabo, en el centro mismo de la historia del Evangelio hay un Dios que experimenta el sufrimiento.

«Para el cristiano, aquel que cree en el Mesías crucificado y resucitado, el sufrimiento siempre tiene sentido», escribe Kathryn Greene-McCreight, autora de Darkness Is My Only Companion: A Christian Response to Mental Illness [La oscuridad es mi única compañía: una respuesta cristiana a la enfermedad mental]. «Tiene sentido a causa de Aquel en cuyo sufrimiento participamos: Jesús».

Así pues, al pensar en el suicidio en el contexto de la vida cristiana, podemos consolarnos sabiendo que Dios se compadece de la angustia humana.

Nos llama a hacer lo mismo con los que nos rodean. Como embajadores suyos, lo peor que podemos hacer es rehuir las conversaciones difíciles y perpetuar los relatos anclados en la vergüenza y la culpa. Lo mejor que podemos hacer es aprender sobre el suicidio, proporcionar recursos a los que luchan y lamentarnos con ellos en su dolor.

Una teodicea centrada en la persona nos libera para escuchar los gritos de angustia más profundos, especialmente en el contexto del suicidio. Cuanto más humanicemos esta cuestión dentro de la Iglesia, más podremos parecernos a quien vino a sufrir entre nosotros: Cristo mismo.

Mia Staub es la directora de contenidos de Christianity Today. Este artículo ha sido adaptado de un ensayo publicado originalmente en inglés en el sitio web Scholarship and Christianity in Oxford. Publicado con permiso.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Excerpt

‘Envíame a mí’: una lección de humildad

Isaías 6 me llenó de un celo capaz de cambiar el mundo. Pero necesitaba considerar todo el pasaje.

Christianity Today September 30, 2022
Ilustración por Abigail Erickson / Source Images: Unsplash

Yo soy parte de la generación que escuchó: «¡No desperdicies tu vida!», una generación de jóvenes en la iglesia que creían que su principal llamado era no conformarse con una vida cristiana mediocre.

Curious Faith

Curious Faith

Baker Pub Group/Baker Books

192 pages

$5.49

Nunca olvidaré una conferencia para adultos jóvenes a la que asistí cuando tenía poco más de 20 años. En ella escuchamos un mensaje basado en Isaías 6 predicado con tal fervor que, incluso los que ya éramos salvos, volvimos a ser salvos. La pasión fue la prueba de nuestra salvación; el celo fue la evidencia de nuestra fe. «¡Envíame a mí!» era nuestro mantra, mientras que «transformadores del mundo» era nuestra identidad. Todos queríamos ser usados ​​por Dios, pero ninguno de nosotros quería doblar las sillas después del servicio.

Para cuando me estaba acercando a los 30, estaba tan agotada de tanto esforzarme por ser usada por Dios que me sentí, literalmente, usada por Dios. Usada y tan vaciada por Él que no me quedaba nada para dar a nadie, ni siquiera a mí misma. Golpeé mis puños contra el volante, gritándole improperios a Dios, mientras iba de camino a mi trabajo en una iglesia. Sollocé en el piso de mi habitación por la noche y aun así me presenté para servir en nuestro ministerio universitario. Le escribí a Dios pregunta tras pregunta en mis cuadernos y luego fingí haber encontrado las respuestas en estudios bíblicos. Yo era la definición de las tumbas blanqueadas de las que habló Jesús en Mateo 23:27, fingiendo estar limpias por fuera, pero pudriéndose por dentro.

Nos encanta la parte de Isaías 6 que dice: «Aquí estoy. ¡Envíame a mí!» (v. 8). Incluso amamos la visión de la sala del trono, los querubines y serafines volando de un lado a otro, cantando eternamente las alabanzas del Santo. Por supuesto que queremos servir al Señor Dios Todopoderoso. Por supuesto que queremos ser enviados por Él. Por supuesto que no nos atreveríamos a decir nada más al tener tal santidad a la vista.

Excepto que Isaías sí lo hace. Y si nos perdemos lo que dice Isaías justo antes de responder la pregunta del Señor, nos perderemos todo. Isaías se pone de pie ante la gloria divina y tiene un colapso: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!» (v. 5).

Cuando llegamos al final de nosotros mismos, comenzamos a ver que una fe construida sobre nuestras habilidades, dones, carisma o buenas obras es tan inestable como un castillo de naipes. Si no lo vemos, simplemente no podremos llegar al momento en el que decimos: «¡Envíame a mí!». Al menos, no de forma verdadera ni sostenible.

En algún momento en el camino chocamos con una pared en nuestra fe, un momento en el que nuestras preguntas y dudas se apilan de tal forma que parecen insuperables porque nuestro trabajo deja de parecer tan grandioso o gratificante.

Ahí es cuando vemos que la gloria que estábamos tratando de capturar era principalmente para nosotros. Y descubrimos que servir al Señor es más parecido a llevar una cruz que a estar de pie en un escenario.

Lore Ferguson Wilbert, A Curious Faith, Brazos, una división de Baker Publishing Group, © 2022. Usado con permiso del editor. http://www.bakerpublishinggroup.com/

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Falleció el hermano Andrés, quien llevó Biblias de contrabando a los países comunistas

El fundador de Puertas Abiertas dijo que no era un «evangélico de doble riesgo», sino un cristiano fiel que siguió la guía del Espíritu Santo.

El hermano Andrés (Anne van der Bijl), conocido como «el contrabandista de Dios».

El hermano Andrés (Anne van der Bijl), conocido como «el contrabandista de Dios».

Christianity Today September 27, 2022
Cortesía de Puertas Abiertas / ediciones por Mallory Rentsch

Anne van der Bijl, evangélico holandés conocido por los cristianos de todo el mundo como «el hermano Andrés» y quien introdujo Biblias de contrabando en los países comunistas más herméticos, falleció a la edad de 94 años [enlaces en inglés].

Van der Bijl se hizo famoso como «el contrabandista de Dios» cuando en 1967 fue publicado el relato en primera persona de sus aventuras misioneras, en las que relata cómo consiguió pasar los puestos de control de las guardias fronterizas con Biblias escondidas en su redondeado Volkswagen azul. El libro titulado God’s Smuggler (publicado en español como El contrabandista de Dios) fue escrito con la colaboración de los periodistas evangélicos John y Elizabeth Sherrill, y publicado bajo su nombre clave «Hermano Andrés». El libro vendió más de 10 millones de ejemplares y fue traducido a 35 idiomas.

El libro inspiró a muchos otros misioneros contrabandistas, atrajo fondos para Puertas Abiertas, el ministerio de Van der Bilj, y llamó la atención de los evangélicos sobre las penurias de los creyentes en países donde la fe y la práctica del cristianismo eran penalizadas. Sin embargo, Van der Bijl protestaba que la gente no entendía realmente su verdadero objetivo cuando se le presentaba como un héroe extraordinario. «No soy un evangélico de doble riesgo», solía decir. «Solo soy un hombre común y corriente. Lo que hice lo puede hacer cualquiera».

Nadie sabe cuántas Biblias llevó Van der Bijl a Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Alemania del Este, Bulgaria y otros países del bloque soviético en la década anterior al éxito de El contrabandista de Dios, mismo que le obligó a convertirse en líder y recaudador de fondos para Puertas Abiertas. Hay quienes estiman el número de Biblias en el rango de los millones. Un chiste holandés muy popular a finales de los años 60 decía: «¿Qué encontrarán los rusos si llegan primero a la Luna? Al hermano Andrés con un montón de Biblias».

El hermano Andrés.Open Doors International
El hermano Andrés.

Van der Bijl, por su parte, no llevó la cuenta y no creía que el número exacto fuera importante.

«No me importan las estadísticas», dijo en una entrevista de 2005. «No hacemos cuentas… Pero Dios es el contador perfecto. Él sí sabe».

Van der Bijl nació en los Países Bajos en 1928, hijo de un herrero pobre y una madre inválida. Tenía doce años cuando el ejército alemán invadió el país neutral en la Segunda Guerra Mundial, y pasó la ocupación, según contó a John y Elizabeth Sherrill, escondiéndose en zanjas para evitar ser obligado a servir en la guerra por los soldados nazis. Cuando la hambruna asoló el país en 1944, Van der Bijl, al igual que muchos holandeses, comió bulbos de tulipán para sobrevivir.

Después de la guerra, Van der Bijl se alistó en el ejército holandés y fue enviado a Indonesia como parte de las fuerzas coloniales que intentaban sofocar la lucha indonesia por la independencia. Estaba entusiasmado con la aventura hasta que empezaron los disparos y tuvo que matar a otros seres humanos. Según su propio relato, Van der Bijl participó en la masacre de un pueblo indonesio, matando indiscriminadamente a todos los que vivían allí.

Tras esa experiencia, le persiguió la visión de una joven madre y su niño lactante muertos por la misma bala. Empezó a llevar un extraño sombrero de paja en la selva, con la esperanza de que lo mataran. Van der Bijl adoptó el lema: «Hazte el listo y pierde la cabeza».

No consiguió que le dispararan en la cabeza, pero sí en el tobillo y, durante su convalecencia, empezó a leer una Biblia que su madre le había regalado. Cuando regresó a los Países Bajos, empezó a ir a la iglesia asiduamente y, a principios de 1950, entregó su vida a Dios.

«No había mucha fe en mi oración», dijo Van der Bijl. «Solo dije: “Señor, si me muestras el camino, te seguiré. Amén”».

Van der Bijl entregó su vida al ministerio y se fue a Escocia a estudiar en la escuela misionera de la Cruzada Mundial de Evangelización en 1953. En una entrevista con Christianity Today en 2013, recordó una lección esencial que aprendió de un oficial del Ejército de Salvación que enseñaba sobre la evangelización en las calles. El hombre mayor dijo que la mayoría de los aspirantes a convertirse en evangelistas se dan por vencidos demasiado pronto, ya que el Espíritu Santo solo ha preparado el corazón de una persona entre mil.

«Al instante mi corazón se rebeló. Pensé: “Qué desperdicio”», recordó Van der Bijl. «¿Por qué gastar mi energía en 999 personas que no iban a responder? Dios lo sabe y el diablo lo sabe y se ríe porque después de las primeras 1000 personas, me rindo desesperado».

Entonces decidió que le pediría a Dios que lo guiara hasta la única persona que estaba preparada para el evangelio. En lugar de gastar su tiempo calculando y trazando estrategias, seguiría la guía del Espíritu.

Poco después, sintió que Dios le hablaba a través de Apocalipsis 3:2: «¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable». Van der Bijl comprendió que debía ir a apoyar a la iglesia en los países controlados por el comunismo. En 1955, realizó un viaje controlado por el gobierno a Polonia, pero consiguió escabullirse de su grupo para visitar algunos grupos de creyentes que se reunían de forma clandestina. En un segundo viaje a Checoslovaquia, notó que las iglesias de los países comunistas necesitaban Biblias.

«Le prometí a Dios que siempre que pudiera tomar una Biblia en mis manos, se la llevaría a estos hijos suyos detrás del muro que los hombres construyeron», recordó más tarde Van der Bijl, «a cada… país en el que Dios abriera la puerta durante el tiempo suficiente para que yo pudiera colarme».

El hermano Andrés en Yugoslavia.Open Doors International
El hermano Andrés en Yugoslavia.

En 1957, hizo su primer viaje de contrabando a través de la frontera de un país comunista, entrando en Yugoslavia con folletos, Biblias y porciones de la Biblia escondidas en su Volkswagen azul. Mientras observaba cómo los guardias registraban los coches delante de él, oró lo que más tarde llamaría «la oración del contrabandista de Dios»:

«Señor, en mi equipaje tengo Escrituras que quiero llevar a tus hijos al otro lado de esta frontera. Cuando estabas en la Tierra, hiciste que ojos ciegos vieran. Ahora, te ruego, haz que los ojos que ven sean ciegos. No dejes que los guardias vean las cosas que no quieres que vean».

Después de su éxito inicial en Yugoslavia, Van der Bijl siguió con más viajes y, finalmente, incluso contrabandeó Biblias al interior de la Unión Soviética. Reclutó a otros cristianos para que le ayudaran, y juntos desarrollaron estrategias para evitar la atención de los guardias fronterizos y la policía secreta. A veces los contrabandistas viajaban en parejas, disfrazados de recién casados que iban de luna de miel. A veces utilizaban cruces fronterizos alejados. Experimentaban con diferentes formas de ocultar las Escrituras en sus pequeños y discretos coches. Siempre seguían la guía del Espíritu Santo, y nunca nadie fue arrestado.

El contrabando de Biblias fue criticado por varias organizaciones cristianas, como la Alianza Mundial Bautista, la Junta de Misiones Extranjeras de los Bautistas del Sur y la Sociedad Bíblica Americana. Lo consideraron peligroso —especialmente para los cristianos que vivían en los países comunistas— e ineficaz. Las historias sensacionalistas eran buenas para recaudar dinero, alegaron los críticos, pero nada más que eso.

Los historiadores de la Guerra Fría han debatido el impacto del contrabando de Biblias en los regímenes comunistas. Francis D. Raška escribió que «probablemente fue importante», pero «la evidencia de las hazañas son poco sólidas y propensas a la exageración y al engrandecimiento personal». Según Raška, hay al menos algunas pruebas de que el KGB vigilaba de cerca la actividad de Van der Bijl y podría haber tenido informantes dentro de su red.

El hermano Andrés.Open Doors International
El hermano Andrés.

Tras el éxito de El contrabandista de Dios, Van der Bijl dejó el contrabando en manos de otros cristianos menos famosos. Redirigió su atención a la recaudación de fondos para Puertas Abiertas y a las oportunidades de ministerio en países musulmanes. Cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001 e Irak en 2003, se convirtió en un crítico abierto del apoyo de los evangélicos estadounidenses a la guerra contra el terrorismo. Afirmó que los cristianos solo podían poner su confianza en las intervenciones militares si habían renunciado a la fe en las misiones.

A principios de la década de 2000, Van der Bijl preguntaba a los cristianos si habían orado por Osama bin Laden, líder de Al Qaeda. Cuando las fuerzas estadounidenses mataron a Bin Laden en 2011, expresó su tristeza.

«Creo que no hay nadie que sea inalcanzable. La gente nunca es el enemigo, solo el diablo», dijo Van der Bijl. «Bin Laden estaba en mi lista de oración. Quería reunirme con él. Quería decirle quién es el verdadero jefe del mundo».

Al momento de su muerte, el ministerio que Van der Bijl fundó ayudaba a los cristianos en más de 60 países. Puertas Abiertas distribuye cada año 300 000 Biblias y 1.5 millones de libros cristianos, material de capacitación y manuales de discipulado. El grupo también proporciona ayuda, desarrollo comunitario y terapias de consejería para el trauma, a la vez que aboga por los cristianos perseguidos en todo el mundo.

Cuando se le preguntó si había algo de lo que se arrepentía con respecto a la obra de su vida, Van der Bijl dijo: «Si pudiera volver a vivir mi vida, sería mucho más radical».

Traducción y edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Theology

Los exiliados ucranianos me mostraron la paz de Cristo

Descubrí en ellos una milagrosa perseverancia en medio de la tribulación.

Sophia Lee durante el reportaje en Polonia.

Sophia Lee durante el reportaje en Polonia.

Christianity Today September 27, 2022
Fotografías de Joel Carillet

Seis meses antes de que yo volara a Polonia con el objetivo de escribir un reportaje sobre los refugiados ucranianos, una camioneta atropelló a mi suegra, quien murió instantáneamente. Seis semanas antes de volar a Polonia, descubrí que tenía 23 semanas de embarazo.

Tenía un montón de cosas en la cabeza cuando me embarqué en el avión hacia Varsovia. Acababa de empezar un trabajo nuevo. El duelo de mi marido seguía en carne viva y a veces lo escuchaba llorar entre sueños con vívidos recuerdos de su madre. Ni mi esposo ni yo nos sentíamos preparados para convertirnos en padres en menos de tres meses. Y ahí estaba un pequeño bebé dando vueltas en mi panza, con giros y patadas tan turbulentos como mis pensamientos y emociones. Intenté orar en ese momento, pero todo lo que podía expresar era: «Oh, Señor, cuánto te necesito».

En tiempos de guerra y dificultades, buscamos historias de valor extraordinario y resiliencia. Como periodista cristiana, nunca estoy segura de qué esperar en mis investigaciones, pero sabía lo que anhelaba encontrar: testimonios poderosos, imágenes inspiradoras del evangelio en acción y declaraciones de fe dignas de ser citadas.

Me encontré con todas estas cosas cuando visité iglesias, centros de refugiados, estaciones de tren y pasos fronterizos. No fue difícil encontrar historias reconfortantes de los fieles: un pastor ucraniano de Zabki, una ciudad a las afueras de Varsovia, invitó a más de diez refugiados a quedarse con él y su familia en su casa diminuta. El día que visité el refugio de su iglesia, los niños refugiados ucranianos se reunieron en las escaleras para cantar un tierno himno ucraniano acerca de la protección, el perdón y la misericordia de Dios.

También vi pasos gigantes de fe. Prácticamente todas las iglesias de Polonia están ayudando a los refugiados ucranianos, pero la mayoría de ellas solo pueden ofrecer estancias a corto plazo. La iglesia de la ciudad de Cracovia se dio cuenta de que necesitaban una estrategia a largo plazo. Al principio, la iglesia comenzó a orar para albergar a 700 refugiados durante seis meses. Pero el pastor principal, Zbigniew Marzec, se preguntó: «¿Por qué solo 700? ¿Por qué no orar por 1000? ¿Por qué no expandir nuestra fe e ir a más, sin limitar a Dios?». Albergar a mil refugiados durante seis meses costaría cinco millones de dólares. Sin embargo, la iglesia decidió orar por los mil. Marzec se reía cuando me contaba su visión: «¡Y pensar que hace tres semanas luchábamos por comprar un equipo de sonido que costaba trescientos dólares!».

Sentí calidez en el corazón al escuchar declaraciones de fe seguras y precisas, al ver el sacrificio de cristianos orientados hacia su propósito mientras trabajaban en el frente de la guerra. Anhelaba esa expresión de fe para mí misma, especialmente cuando había tantas cosas inciertas y pesadas en mi propia vida.

Pero esa no fue la única expresión de fe de la que fui testigo en Polonia. No todos los cristianos con los que me encontré tenían un testimonio bien definido, particularmente los refugiados cuyas vidas habían quedado destrozadas por la guerra, por las pérdidas, y por un futuro amenazante de incertidumbre e inestabilidad.

Uno de los refugiados que conocí, Daniell, no pudo contener las lágrimas cuando recordó su horrible año antes de la guerra. Su primera hija había nacido con daño cerebral permanente a causa de negligencia en el parto. A veces ella sufría hasta trescientas convulsiones al día, y Daniell y su esposa habían pasado incontables noches sin dormir en un esfuerzo por mantener viva a su bebé. Debido a la enfermedad de su hija, evacuar Ucrania era prácticamente imposible, aun cuando el fuego de artillería y los bombardeos sacudían su casa. Gracias a la ayuda de otros cristianos, al menos fueron capaces de huir a Varsovia.

Daniell no me citó versículos de la Biblia acerca de que Dios haría que todas las cosas fueran para bien ni testificó sobre encontrar propósito en su sufrimiento aún presente. Él recordaba el año anterior con ojos demacrados: «Vivíamos como si ya estuviéramos muertos».

Sin embargo, también Daniell tiene una expresión de fe: una fe real y viva. Él continúa orando. No hace oraciones que sean «saltos de fe» declarando sanidad sobre su hija; sus labios se consumieron hace tiempo con oraciones que rogaban milagros. Y, aun así, él ora. Hay un nombre al que clama, aunque sus oraciones no sean apasionadas ni estén sazonadas con declaraciones de una profunda convicción y pasajes bíblicos. Ora porque, explica con sencillez: «No me puedo imaginar otro modo de vida». Su fe no está anclada en la misión, en un propósito o en lo milagroso. Es más bien como respirar, incluso cuando esa respiración a veces se convierte en sollozos.

Mientras yo entrevistaba refugiados, allá en Los Ángeles, mi marido se despertó una mañana solo y llorando. Era el cumpleaños de su madre. Ella amaba los cumpleaños. Siempre hacía todo lo posible para asegurarse de que todos se sintieran especiales en sus cumpleaños, y también le gustaba que pasara lo mismo con el de ella. Si hubiera estado viva, mi marido habría recibido un correo electrónico de su parte recordándole su cumpleaños. Esa mañana no llegó ningún correo.

Una de las luchas más difíciles para mi marido era la falta de sentido y lo repentino de la muerte. «Tu madre está en un lugar mejor con Jesús», murmuraba la gente. Palabras que no traían consuelo, sino ira y confusión. Pero ¿por qué? ¿Por qué ocurrió? ¿Por qué de este modo, sin una despedida ni un gran significado?

Esa era la expresión de fe de mi marido: él peleaba no solo con el duelo, sino con Dios mismo. No podía realizar su devocional diario acostumbrado. Todo lo que podía hacer era poner música de alabanza y escuchar palabras de alabanza y alegría para las que no tenía fuerza ni corazón para cantar él mismo.

En los meses que siguieron a la muerte de su madre, vi evolucionar la fe de mi marido. Su fe ya no es tan entusiasta ni tan segura como antes. Ahora es más simple, tranquila y humilde, pero, de muchas maneras, mucho más auténtica. Vi una expresión de fe similar en las historias de algunos refugiados. Una refugiada me contó que solía orar fervientemente en voz alta para que Dios detuviera la guerra. Había creído que la guerra se detendría en una semana o dos, pero cuando las semanas se convirtieron en meses y aumentó el número de cadáveres, su oración cambió. Ahora carga con las heridas de todo el dolor, y su tono y expectativas no son los mismos. Y, no obstante, sigue orando. Al igual que Daniell, al igual que mi marido, ella ora, aunque sea de manera corta y sencilla, porque Él está escuchando.

Durante mi último día en Polonia, visité el almacén de una iglesia en Varsovia que enviaba provisiones a las zonas de guerra de Ucrania. Fue un día tenso. Los rusos acababan de bombardear un importante puente hacia Cherníhiv, bloqueando el único paso a través del río. Mientras tanto, ellos tenían ocho camiones, cada uno de ellos lleno con cerca de 40 000 dólares de provisiones de emergencia, varados en una orilla del río. El equipo del almacén decidió construir balsas con 50 barriles que serían suficientemente robustas como para transportar a 160 refugiados y varias toneladas de comida hasta el otro lado del río.

Los voluntarios seguían discutiendo sobre esto cuando un misionero ucraniano de pelo blanco señaló a mi panza de siete meses de embarazo con una sonrisa: «¿Niño o niña?». Sonrió y después preguntó: «¿Podemos orar por ti y por el bebé? Nos encantaría orar. Es muy importante orar por una nueva vida».

Me tomó desprevenida. No esperaba que un ocupado grupo de ucranianos, asediados por el estrés y la logística de la guerra, detuvieran su día para orar por una extraña estadounidense. El misionero reunió a todo el mundo inmediatamente a su alrededor e hicieron un círculo, colocando sus manos sobre mis hombros, y comenzaron a orar al unísono en ucraniano, con voces en alto, manos alzadas y puños al aire. No tenía ni idea de lo que estaban diciendo, pero entendí sus corazones, y me empapé de todo ello: hermosas palabras de fe en una lengua extranjera, palabras de bendición, de amor y alegría por una nueva vida que hacían colisión con la presencia de la muerte y el duelo.

Me costó toda mi fuerza de voluntad no estallar en lágrimas. No había tenido mucho espacio mental y emocional para permanecer en silencio y orar. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba esto: una expresión de fe declarada por otra persona sobre mí, para mí, a mí.

En el vuelo de regreso a Los Ángeles, sentí como si se hubiera roto un dique. Me había marchado con el corazón atribulado, pero ahora iba de regreso con el corazón lleno. Lo que había presenciado eran diversas expresiones de fe en el cuerpo de Cristo; cada una de ellas era rica, poderosa y viva a su propio modo, pero al entretejerse, retrataban la imagen de Cristo en toda su gloria y belleza. Y ahora, contemplando la gloria del Señor, ¿qué otra respuesta podía tener salvo ponerme a llorar?

Así que lo hice. En mi asiento de avión, oré: «Oh, Señor, tú eres bueno». Un lloro, y una alabanza. Y, en mi vientre, el bebé bailó. Se movió, se meneó, dio saltos y volteretas: su propia expresión de fe, supongo.

Sophia Lee es redactora global en Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Una pequeña introducción moral a los ‘Los anillos de poder’ de Amazon

Que la historia de Tolkien acerca del reino de Númenor sirva de advertencia para nosotros hoy.

Christianity Today September 26, 2022
Copyright Amazon Studios / Photo by Ben Rothstein / Prime Video

Un demagogo carismático seduce a un poderoso imperio y gana poder con la promesa de restaurar la gloria pasada. Un pueblo traiciona sus principios fundacionales, apostatando de la fe de sus padres para perseguir sueños de inmortalidad. Su gran ciudad se tambalea al borde de la guerra civil. Un remanente fiel es perseguido y acusado de traición por una multitud empeñada en alcanzar la ruina.

No es un resumen de los profetas del Antiguo Testamento ni del New York Times de ayer, estas son algunas de las historias de El Silmarillion de J. R. R. Tolkien, la biblia del saber de la Tierra Media. Pasadas por alto durante mucho tiempo, las historias finalmente han encontrado su momento en el centro de atención.

El señor de los anillos: Los anillos de poder de Amazon ha llegado.

Con la reputación de ser el programa de televisión más caro jamás producido, el proyecto de mil millones de dólares es una adaptación de una parte muy pequeña de la obra de Tolkien. En la línea de tiempo ficcional creada por el autor, la historia de la Tierra Media se desarrolla a lo largo de tres eras. La mayor parte de El Silmarillion se refiere a la Primera Edad, mientras que la trilogía de libros y películas más famosa y querida, El señor de los anillos, cubre el final de la Tercera Edad. El nuevo programa de televisión de Amazon se establece justo en medio.

Tolkien no escribió casi nada sobre este periodo. Sin embargo, lo poco que elaboró ​​vibra con resonancia política. En las 23 páginas cortas de «Akallabêth», un capítulo de El Silmarillion, Tolkien habla de la gloria del reino de Númenor y también de su arrogancia y locura.

En la mitad del siguiente capítulo, «Los anillos de poder», Tolkien escribe sobre los anillos del mismo nombre y describe esencialmente la Tercera Guerra Mundial, un conflicto catastrófico tan destructivo que, aunque los buenos ganaron, el mundo nunca se recuperó.

Es una narrativa extraordinaria (y extraordinariamente relevante): una de pasión política, ambición, manipulación y engaño; intriga geopolítica; guerra religiosa; teodicea; y apocalipsis. Es una historia sobre aquellos que se abren camino hacia el liderazgo mediante el honor, el engaño o la conquista, y una historia de advertencia sobre la destrucción que pueden causar los hombres y mujeres ambiciosos cuando se les otorga un poder asombroso.

Si planea ver la serie, esto es lo que necesita saber sobre la historia en la que se basa y, si me lo permite, qué lecciones vale la pena extraer de ella.

El reino de Númenor

En el texto original de Tolkien, los numenoreanos eran marineros famosos, «sabios y gloriosos», altos y longevos. Aprendieron a hablar élfico, el idioma del aprendizaje, y «escribieron cartas, pergaminos y libros» en los que escribieron «muchas cosas de maravilla y sabiduría durante la marea alta de su reino».

Númenor es el reino original, del cual Gondor — mejor conocido por los lectores y espectadores de El señor de los anillos—, es la copia. Númenor es el centro imperial, mientras que Gondor es el reino en el exilio.

Los hombres y mujeres que luego se convirtieron en el reino de Númenor son famosos por su fidelidad a los dioses. Como recompensa, se les da un hogar, un reino insular frente a la costa de la Tierra Media, así como una era dorada de prosperidad y sabiduría.

En su grandeza, los numenoreanos visitan la Tierra Media. Al ver la pobreza y la ignorancia del «mundo abandonado», les dan a los hombres inferiores el regalo del imperialismo benévolo de Númenor, una intervención humanitaria que pretende elevar su condición y ayudar «en el orden de su vida».

Númenor, entonces, es la visión idealizada de un gran poder que hace uso de su grandeza para hacer justicia.

Pero la grandeza del reino se convierte en la fuente de su tentación. Después de miles de años de dicha y gloria, algunos de los numenoreanos comienzan a codiciar lo único que no tienen. «El deseo de la vida eterna, de escapar de la muerte y del final del deleite se hizo fuerte en ellos; y cada vez que su poder y gloria crecían, su inquietud aumentaba».

Caen presa del clásico pecado de la arrogancia.

Con el pueblo dividido, la mayoría de los numenoreanos y sus líderes se alejan de los dioses, aunque un pequeño remanente permanece fiel. El más grande de sus reyes está «lleno del deseo de poder ilimitado y del dominio exclusivo de su voluntad».

Aquí, la historia de Tolkien se desarrolla con el mismo ritmo de 1 y 2 Reyes, donde el pueblo cae cuando caen sus líderes.

Númenor comienza a despilfarrar su riqueza y poder, ya que «aquellos que vivieron se volcaron más ansiosamente hacia el placer y el desenfreno». En su orgullo y hedonismo, el imperio se vuelve rapaz, escribe Tolkien, «y ahora deseaban riqueza y dominio» (puesto que se les había negado la vida eterna) y «aparecían ahora más como señores, amos y recolectores de tributos que como ayudantes y maestros».

No es difícil ver la intención de Tolkien en este juego de moralidad política. El Reino Unido, así como Númenor, era un reino insular que se veía a sí mismo como un imperio benévolo. Pero cuando Tolkien elaboró ​​El Silmarillion en el siglo XX, el imperio decaía día a día y la sociedad occidental parecía cada vez más materialista y secular.

Fue una época de pesimismo para miembros de la élite occidental como Tolkien, quien veía un mundo cada vez más hostil a la herencia cultural con la que había crecido. Una nostalgia por la gloria pasada impregna su obra.

La historia de Sauron

Si eso fuera todo, el «Akallabêth» no sería extraordinario, no sería apto para una adaptación televisiva de mil millones de dólares, y sería indigno del otro trabajo de Tolkien. Pero la imaginación católica de Tolkien le dio más perspicacia psicológica y ambición espiritual.

La historia no es un llamado neoreaccionario para la renovación de la civilización occidental o el imperialismo británico. Es mucho más pesimista que eso. Tolkien tiene un personaje en la historia que llama a la renovación y la grandeza nacional. Sin embargo, quizás con la Segunda Guerra Mundial todavía fresca en la memoria, pone ese llamado en boca de su villano.

En la historia de declive cultural y espiritual de Númenor entra un demagogo engañoso: nada menos que el propio Sauron. Aunque se le representa como un ojo en llamas en lo alto de su torre en El señor de los anillos, en este cuento anterior es un personaje que camina y habla, «astuto de mente y boca», con «adulación dulce como la miel… siempre en su lengua».

Dicho de otra manera, Sauron es un influenciador profesional. Con la ayuda de los anillos de poder, se abre camino en los consejos del rey a través de promesas de «riquezas incontables… para que el aumento de su poder no tenga límite».

Sauron juega hábilmente con el miedo a la muerte de los numenoreanos, prometiéndoles alturas de poder cada vez mayores al tomar de los dioses lo que es legítimamente suyo. El rey numenoreano se aparta «totalmente de la lealtad de sus padres» y trata a los numenoreanos que permanecen fieles como rebeldes, ofreciéndolos como sacrificios humanos en el templo recién construido de Sauron. El imperio numenoreano, ya rapaz, ahora es brutal y violento.

En esta parte de la historia, Tolkien parece transmitir una conexión natural entre el poder, la demagogia y la violencia. Un gran poder atrae naturalmente al estafador, que gana influencia halagando a la mafia y apelando a sus instintos básicos. A su debido tiempo, el poder aliado a la demagogia siempre conduce al derramamiento de sangre, tanto en casa como en el extranjero.

Las lecciones de Númenor

El final de «Akallabêth» es impactante y apocalíptico, contado más como una parábola o un mito que como una simple ficción. Sauron persuade al rey numenoreano para que le declare la guerra a los dioses, invada su morada y les arrebate la vida eterna por fuerza de las armas.

El rey, que se ha vuelto loco por la vejez y la arrogancia, conduce su armada a través del mar. En respuesta, los dioses parten el mar por la mitad y ahogan la armada, el propio reino de Númenor y la mitad de la Tierra Media. Es el apocalipsis contado por los condenados. (Reto a Amazon a poner eso en la pantalla).

La combinación de alusiones paganas y bíblicas (Atlántida y Faraón, el Imperio romano y los reinos de Israel y Judá) es típica de Tolkien. Al basarse en fuentes dispares en el canon occidental, toma prestado un sentido de peso histórico e importancia religiosa. También pinta en un lienzo tan vasto que la historia se siente importante y vigorosamente trágica.

En este paisaje oscuro, Tolkien ofrece un rayo de esperanza. En «Los anillos de poder» (el capítulo final de El Silmarillion), el remanente fiel huye de Númenor antes de su destrucción, establece Gondor y lidera la última alianza de elfos y hombres en una desesperada guerra final contra Sauron. (Como referencia, esta es la gran batalla desde el prólogo hasta la versión cinematográfica de El señor de los anillos y es probable que sea la escena final de Los anillos de poder dentro de cinco temporadas).

Los buenos ganan, pero es demasiado tarde para que cualquier victoria valga ese nombre. Sauron es derrotado, pero casi todos los héroes mueren, el mundo queda arrasado y el anillo de Sauron sobrevive.

¿Fue inútil el esfuerzo? Conocemos el final de la historia: después de una larga demora, Sauron y su anillo finalmente son vencidos, aunque los fieles numenoreanos nunca lo ven.

Aquí, entonces, está la lección final de Tolkien, y la que debemos tener en cuenta al ver Los anillos de poder en el contexto de la iglesia de hoy:

En cualquier era de hedonismo, demagogia, rapacidad y violencia (incluida la nuestra), es posible que aquellos en el remanente fiel nunca vean su victoria final o los frutos de su sacrificio. Pero siguen luchando, porque saben que, al final de la historia, la providencia reivindicará sus esfuerzos. A la luz de eso, solo podemos preguntarnos si estaremos entre el remanente o entre los condenados.

«Es un cuento de hadas, aunque triste, como todos los cuentos de la Tierra Media», les dice Aragorn a los hobbits en La comunidad del anillo.

Como veterano de la Primera Guerra Mundial, Tolkien entendió la caída del mundo, el orgullo del género humano, y las tentaciones del poder de forma tan profunda que sabía que no debía darle un final feliz a ninguno de sus cuentos.

La brillantez de Peter Jackson fue mantenerse fiel a Tolkien y terminar su trilogía de El señor de los anillos más como una tragedia que como una fantasía. Cuando la mayor parte del entretenimiento comercial sigue la demanda de resoluciones completas, es atrevido contar una historia madura sobre un mundo quebrantado y condenado al juicio, donde todos los héroes tienen fallas y cada victoria terrenal es condicional.

También es inspirador porque es realista, incluso si viene vestido con elfos y magos. Cuanto más se adhiera Los anillos de poder de Amazon a estas verdades, mayor será su contribución, no solo para nuestro entretenimiento, sino también para nuestra edificación.

Paul D. Miller es profesor en la Universidad de Georgetown y miembro investigador de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Convención Bautista del Sur: ERLC nombra nuevo presidente

Brent Leatherwood se queda al frente de la entidad bautista del sur tras la sentencia «Dobbs» y un importante informe de abusos en la denominación.

Brent Leatherwood en la reunión anual de la SBC en junio de 2022.

Brent Leatherwood en la reunión anual de la SBC en junio de 2022.

Christianity Today September 15, 2022
Adam Covington / Baptist Press

El líder interino de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa (ERLC, por sus siglas en inglés), Brent Leatherwood, será su próximo presidente.

Durante el año pasado, Leatherwood sirvió como presidente interino, dirigiendo el brazo de política pública de la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés) durante un período histórico que incluyó la revocación de la sentencia Roe v. Wade, así como movimientos históricos para la denominación al llevar a cabo reformas en respuesta a los casos de abuso. El consejo de administración de la ERLC aprobó por unanimidad su nombramiento el martes.

Leatherwood, que ha sido miembro del personal de la ERLC durante cinco años, fue jefe de personal bajo el anterior líder interino, Daniel Patterson, y vicepresidente de asuntos externos bajo el expresidente de la comisión, Russell Moore, que dejó su puesto y la SBC en 2021. (Moore es ahora editor en jefe de Christianity Today) [enlace en español].

Al igual que durante el liderazgo de Moore, la ERLC ha seguido siendo un tema de debate en la SBC, cuyas 48 000 iglesias operan de forma independiente y cooperativa. Para algunos bautistas del sur, los esfuerzos de cabildeo y capacitación de la ERLC en torno a cuestiones como la libertad religiosa y la santidad de la vida representan una forma importante de testimonio y compromiso. Los críticos, sin embargo, creen que la ERLC y sus líderes han adoptado posturas que no representan a la denominación en general [enlaces en inglés].

En la reunión anual que tuvo lugar en junio, tal como sucedió en años anteriores, se votó en contra de una propuesta que proponía retirar el financiamiento a la ERLC. El expresidente de la ERLC, Richard Land, dijo a la convención: «No puedo imaginar un momento en el que desfinanciar a la ERLC pudiera ser más dañino para la Convención Bautista del Sur».

Leatherwood también enfrentó oposición cuando presentó una visión para las campañas provida en la era «posterior a Roe», pero no estuvo de acuerdo con una minoría abolicionista que quería criminalizar el aborto. «No van a conseguir que yo diga que quiero ver a las madres detrás de las rejas», dijo desde el escenario.

La ERLC también ha sido parte de la respuesta al problema más destacado al que la SBC se ha enfrentado en los últimos años: su respuesta a los casos de abuso. La ERLC había lanzado la iniciativa y conferencia Caring Well en el año 2018 para ayudar a capacitar a las iglesias sobre cómo responder a los sobrevivientes de abuso.

La investigación externa [enlace en español] sobre el Comité Ejecutivo de la SBC, publicada en un informe de 288 páginas en mayo de este año, reveló cómo sus líderes entraron en colisión con la ERLC con respecto al tema del abuso, incluyendo la censura de materiales producidos por la ERLC que describían una «crisis» de abuso sexual en la SBC.

«Es esencial que resistamos el impulso de reaccionar a la defensiva, o desde una postura de autoprotección, o de protección a una institución, en lugar de [proteger] a preciosos individuos hechos a la imagen de Dios. Ya sea en una iglesia o en una entidad, debemos fomentar un entorno en el que los supervivientes [de abuso] confíen en que serán recibidos, escuchados y apoyados», escribió Leatherwood en mayo.

«Es imperativo que las historias de los sobrevivientes sean recibidas con la misma compasión que Jesús mostró hacia los marginados o vulnerables», argumentó.

El año pasado, la ERLC comenzó una «auditoría y evaluación de los abusos sexuales dentro de la SBC», independiente de la investigación del Comité Ejecutivo.

Leatherwood tiene un historial de trabajo para el Partido Republicano en Tennessee y en el Capitolio en Washington, DC.

Cuando pasó del mundo de la política a la ERLC, dijo: «Me he dado cuenta de que la política fluye río abajo desde la cultura. Así que, si realmente quiero marcar la diferencia, tengo que ser activo río arriba».

En las últimas semanas, Leatherwood ha dirigido la ERLC mientras esta se unió a un informe amicus que defiende los derechos de libertad religiosa de la Universidad Yeshiva, ha alzado la voz sobre el maltrato de los uigures en China y ha aplaudido las restricciones al aborto recientemente promulgadas en Tennessee.

Leatherwood dijo que se sentía «honrado y humilde» de convertirse en el próximo presidente. «El verdadero liderazgo comienza como servicio», dijo en un comunicado. «Ese ha sido el corazón que he traído cada día a la ERLC durante los últimos 12 meses. Y es ese mismo corazón el que seguiré trayendo al comenzar este nuevo capítulo».

En un tuit de Liam Adams se lee: «Los miembros del consejo de administración de la ERLC oran por su nuevo presidente».

También destacó la importancia de la cooperación de la ERLC con las iglesias, las convenciones estatales y otras entidades.

Los bautistas del sur han visto aumentar los niveles de donaciones, fomentando su trabajo misionero en el transcurso de la pandemia; sin embargo, la membresía anual y los bautizos han disminuido año tras año durante más de una década, perdiendo más de un millón de miembros en un lapso de tres años, según los informes de la SBC.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Culture

El mejor ministerio es el que se hace fuera del edificio de la iglesia

Para ver a Dios actuar, tenemos que salir de nuestras cuatro paredes.

Christianity Today September 14, 2022
Charlie Foster / Unsplash

Muchas iglesias pueden relatar experiencias de haber sido expulsadas de su edificio.

A nosotros nos ocurrió lo contrario. A nosotros nos metieron en un edificio.

Nuestra iglesia multiétnica del centro de la ciudad llevaba algún tiempo reuniéndose en torno a las mesas del patio de una escuela pública. Nuestro barrio alberga la escuela más pobre del distrito. Recibíamos a la gente de la calle, comíamos con ellos y celebrábamos nuestro servicio religioso al aire libre.

Sin embargo, un residente de un apartamento cercano empezó a escribirnos cartas, molesto por el ruido. Nos disculpamos, bajamos el volumen y oramos. Unos domingos más tarde, este mismo residente estaba sacando la basura cuando la predicación sobre Romanos 8 cautivó su atención. Se detuvo y escuchó todo el sermón, parado junto a un contenedor de basura en el callejón. Después, dobló la esquina y, llorando, nos dijo que había oído a Dios hablarle al corazón.

Unas semanas más tarde, mientras yo predicaba, alguien gritó por encima de la pared que hacíamos demasiado ruido. Una señora del servicio dijo que él sería el siguiente. Me disculpé por el ruido, le hice una seña a nuestro técnico de sonido y seguí predicando. Sin embargo, al día siguiente, recibimos la noticia del director de la escuela de que finalmente tendríamos que empezar a utilizar el auditorio por el que habíamos venido pagando.

Pero estábamos lejos de dejar de hacer iglesia en espacios públicos.

Aire libre

En un momento dado temí que si nos aventurábamos a ocupar los espacios públicos, nos tacharían de locos o de bichos raros. Nunca me ha gustado hacer que los cristianos parezcamos más locos de lo que estamos, así que evitaba llevar la iglesia fuera de las cuatro paredes. Pero al final decidí que, en lugar de «tener un alcance», el servicio de la iglesia sería el alcance. Es radical y es arriesgado; pero es eficaz, y me ha llevado casi 20 años llegar hasta aquí.

La culpa es de Europa. Al embarcarme hacia Europa quince años atrás como misionero de plantación de iglesias, tuve mi primer contacto con el ministerio al aire libre cuando serví como evangelista en la legendaria iglesia de Martyn-Lloyd Jones. Los ancianos querían que predicara los sábados por la mañana en la plaza pública. Al principio me pareció incómodo, pero no pude quitarme de encima la convicción de que, al igual que Wesley, Whitefield y William Booth, tenía que haber algo para nuestro tiempo que llevara la iglesia a la gente, en lugar de esperar que la gente viniera a la iglesia. A partir de ahí, experimenté con grupos públicos de discusión en campus universitarios y pubs, y finalmente puse en marcha una iglesia en un Starbucks.

Ministrar en las fronteras posmodernas y poscristianas de Europa hizo que el libro de los Hechos cobrara vida para mí. La razón es sencilla: un mundo poscristiano es muy parecido a un mundo precristiano. Hechos 5:42 dice que los apóstoles se reunían «en el templo y de casa en casa». Muchos han interpretado erróneamente que los «patios del templo» son sinónimo de los edificios de la iglesia. Sin embargo, los patios del templo eran mucho más públicos.

Al predicar en los patios del templo, los apóstoles practicaban el arte perdido del ministerio en el espacio público, en lugares abiertos. Yo solía leer el libro de los Hechos y preguntarme por qué lo que yo hacía como ministro a tiempo completo no se parecía en nada a lo que hacían Pablo y los Apóstoles. Los líderes van al seminario, aprenden teología, exégesis de textos y entretejen homilías y, sin embargo, se gradúan sin poder hacer lo que hicieron los Apóstoles: llevar el mensaje del Evangelio a una comunidad. Muchos están llenos de miedo y tienen grandes dificultades al hablar con la gente más allá de los límites del estacionamiento de la iglesia.

De vuelta al futuro

Regresar de Europa para ministrar de nuevo en Estados Unidos fue como desembarcar de una máquina del tiempo. Gran Bretaña está unos 60 o 70 años más avanzada en el camino poscristiano que Estados Unidos. Quizá ésta sea una de las razones por las que C.S. Lewis es tan relevante para los cristianos estadounidenses contemporáneos: estamos respirando la misma atmósfera cultural de decadencia espiritual de la Gran Bretaña de mediados del siglo XX, la época en que Lewis escribió. Lewis escribía para una cultura en la que la cristiandad estaba perdida, las iglesias estaban en declive y la gente necesitaba ser convencida para creer.

Yo capacito a los plantadores de iglesias para que ejerzan su ministerio en espacios públicos, con el fin de prepararlos para un futuro en el que —estoy convencido— el modelo de iglesia que atrae a la gente se tambaleará. Cada vez hay menos gente dispuesta a entrar en el edificio de una iglesia. Antes de ir a Europa, mi versión de la capacitación de líderes para el futuro habría sido ayudarles a hacer más de lo que no funciona, aunque una versión más elegante, más fría y más moderna de lo que no funciona. Los habría capacitado para atraer a más gente o para brindar servicios con mayor excelencia. Todo eso era estupendo para las décadas de 1980 y 1990, pero cada vez es menos eficaz en nuestra cultura.

Muchas iglesias se están preparando para un futuro que no llega. Nuestras estrategias parten del principio de que el día de mañana utilizaremos los edificios que hemos construido hoy. Pero si Europa es un indicio de hacia dónde van las cosas, donde los edificios ornamentales de las iglesias se están convirtiendo en clubes nocturnos, mezquitas y almacenes de alfombras, nuestros edificios también pueden fallar. Al igual que los búnkeres subterráneos de la Guerra Fría enterrados por todo Estados Unidos, muchas de las fortificaciones de la iglesia serán inútiles cuando el futuro que anticipamos no se materialice. En Europa, todos los bastiones de la religión se convirtieron en barreras para la cultura que los rodeaba, y demasiados de nosotros en América vamos por el mismo camino.

Para prepararnos para el mañana debemos hacer lo que hicieron los apóstoles: llevar la iglesia a las calles, a las salas de conciertos, a los cafés, a las cervecerías o a cualquier lugar en el que un areópago esté enclavado en la encrucijada cultural.

No estoy diciendo que reunirse al aire libre sea una bala de plata para todos los males del futuro. Siempre necesitaremos instalaciones tradicionales para atender eficazmente a determinadas personas. Pero el porcentaje de personas a las que se llega con ese enfoque disminuirá. Ya lo ha hecho. El futuro del ministerio pertenece, no a quienes pueden atraer a una multitud, sino a aquellos que pueden penetrar en ella; a aquellos que pueden infiltrarse en una comunidad desde dentro, en lugar de dirigir el tráfico a un edificio ubicado en la parte más alejada de la ciudad.

He aquí algunas formas que he encontrado para escapar de las cuatro paredes de la iglesia y dedicarme al ministerio en mi barrio.

1. Abandona el ministerio de escritorio

Necesitamos más policías de ronda y menos policías de oficina. Charles Spurgeon hablaba de los ministros que estaban desconectados de su cultura como «sintiéndose como en casa entre libros, pero en mar abierto entre los hombres». ¿Cómo iba yo a alcanzar a los perdidos tomando café solo con los cristianos y produciendo homilías?

Dios me sacó de mi estudio poco después de unirme a la iglesia de Martyn-Lloyd Jones, cuando secó mi apoyo misionero tras los eventos del 11 de septiembre. Me vi obligado a aceptar un trabajo de fábrica en una cadena de montaje rodeado de las mismas personas a las que intentaba alcanzar. Después de haber sido comisionado como «el evangelista» durante más de un año, no había visto a una sola persona seguir a Jesús como resultado de algo que yo hubiera hecho. Sin embargo, eso empezó a cambiar en la fábrica. La verdad es que el empleado promedio entra en contacto con más personas antes del mediodía del lunes que el pastor promedio en toda una semana. Así que pronto, yo ya no tenía ese problema.

La necesidad fue la madre de la invención. Tuve que ser creativo y emprender aventuras audaces, tales como visitar pubs y clubes nocturnos armado con una cámara de vídeo y dejar que la gente me contara sus historias. Aquellas calles violentas a altas horas de la noche en la ciudad siderúrgica de Port Talbot, Gales, me enseñaron mucho. La gente contaba sus historias y lloraba mientras yo filmaba. Esa fue mi primera aventura fuera de mi estudio, y desde entonces ha sido difícil regresar a él.

2. Busca espacios públicos

Desde que comenzó este viaje, hemos lanzado ministerios en los parques y proyectos de Long Beach y San Pedro en California. Hemos hecho noches de micrófono abierto en la cafetería gay local. Hemos cometido muchos errores, y la curva de aprendizaje ha sido empinada. Hemos aprendido que antes de hacer una noche de micrófono abierto es necesario comprar una ronda de bebidas a cuenta de la casa. Tampoco es una buena idea poner demasiados cristianos en la mesa.

Seguimos aprendiendo, pero seguimos avanzando hacia lo más profundo. Nuestro liderazgo está debatiendo actualmente la renovación de una gasolinera ubicada en una esquina en el corazón del gueto. Cada iglesia que plantamos en un espacio público tiene un aspecto diferente, porque no somos lo suficientemente inteligentes como para saber qué hacer en cada situación. Tenemos que encontrar el mercado de ese barrio y depender de Dios para que nos guíe.

3. Confía en el Espíritu

La respuesta de la iglesia británica a los cambios traídos por el posmodernismo consistió, en gran medida, en renovar su teología, su moral y su culto, todo ello en vano. En lugar de convertirse en algo más atractivo para aquellos que no van a la iglesia, se quedó estancada de tal forma que no valía la pena escuchar su mensaje. El enfoque laxo con respecto a Dios hizo que la iglesia no mereciera la pena ni la gasolina ni el tiempo. No había experiencia de Dios allí. El festejado había salido de la fiesta.

Durante años me senté en los bancos de la iglesia oyendo a los misioneros hablar de que Dios actuaba poderosamente en el extranjero, pero preguntándome por qué nunca lo veíamos. Ya no me lo pregunto. Los misioneros no deberían tener todas las mejores historias. Ahora, las personas que sirven con nuestros equipos cuentan esas historias. Mi teoría es que cuanto más avanzas en primera línea, más experimentas lo que lees en el libro de los Hechos. Al fin y al cabo, ¿por qué iba a venir el Consolador a los que no necesitan consuelo?

El Espíritu Santo da poder a aquellos que salen de su zona de confort y se ponen en un lugar donde necesitan de su poder. A decir verdad, la iglesia promedio no necesita realmente al Espíritu Santo para gran parte de lo que se hace en una típica mañana de domingo. Salir en la arriesgada empresa de las misiones es deslizarse hacia la obra del Espíritu Santo; es un billete para un asiento en primera fila de lo que Dios está haciendo en el mundo.

Hemos aprendido que hacer iglesia en espacios públicos repele a los consumidores, pero atrae a los discípulos. Esos discípulos se convertirán en la próxima generación de líderes, y seguirán reproduciéndose. La próxima vez que una iglesia sea expulsada de un edificio, debería considerar que tal vez por fin está donde siempre debería haber estado.

Peyton Jones es el fundador de New Breed Church Planting y autor de Church Zero (David C. Cook, 2013).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Review

El autismo se entiende desde dentro

En un relato sincero sobre la vida en el espectro, un profesor de la Universidad de Taylor nos invita a ver sus «deficiencias» como dones.

Christianity Today September 12, 2022
Ilustración por Jianan Liu

Las palabras son poderosas, y a menudo lo son de forma sutil. Las etiquetas, por ejemplo, nos ayudan a distinguir las cosas, y una parte importante de la ciencia consiste en crear etiquetas para características recién descubiertas de la realidad. Pero el etiquetado se complica en el ámbito de las ciencias humanas, especialmente cuando tratamos con diferentes tipos de personas.

On the Spectrum: Autism, Faith, and the Gifts of Neurodiversity

On the Spectrum: Autism, Faith, and the Gifts of Neurodiversity

Brazos Press

256 pages

$12.59

Nunca olvidaré el consejo que recibí de uno de los profesores de mi programa de doctorado en psicología: nunca nos referimos a las personas con esquizofrenia como «esquizofrénicos», dijo, porque eso parece restar a su valor como seres humanos al reducirlas a ser lo mismo que su trastorno. Esto resonó con mi creencia cristiana de que las personas con esquizofrenia están hechas a imagen y semejanza de Dios.

En todo caso, las etiquetas son aún más poderosas en el mundo actual. Para muchos, sirven como marcadores de identidad en un paisaje político y cultural cada vez más fluido. El poeta y profesor de inglés de la Universidad Taylor, Daniel Bowman Jr., ilustra esta dinámica en su libro On the Spectrum: Autism, Faith and the Gifts of Neurodiversity [En el espectro: Autismo, fe y los dones de la neurodiversidad]. El libro, una serie de fascinantes y conmovedoras «memorias en forma de ensayo» escritas por un evangélico inusualmente reflexivo y transparente, pretende replantear nuestro pensamiento sobre el autismo sugiriendo nuevas etiquetas para describirlo. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Bowman desafía ciertos estereotipos que mucha gente asocia con el autismo, lo que hace que el libro sea inusualmente convincente, a riesgo de que esto pueda hacer del autor un portavoz hasta cierto punto controvertido de la comunidad autista. Sin embargo, es precisamente su singular grado de autoconciencia lo que le permite ofrecer algunas descripciones asombrosas de lo que supone ser autista.

Bowman habla con sinceridad acerca de la ansiedad social, las alteraciones de la función ejecutiva, la tendencia a alejar a los demás, las crisis periódicas y la vergüenza. Estos relatos ofrecen una valiosa ventana a los tipos particulares de sufrimiento que padecen, cuando menos, algunas personas con autismo.

Llevar la etiqueta

Los ensayos de Bowman giran en torno a algunos temas comunes. Según él, pertenecer al espectro autista es una forma legítima de ser humano, trágicamente clasificada como patología e incomprendida por la «mayoría neurotípica» (los que no tienen autismo). El libro invita a los lectores a escuchar las voces de los propios autistas para entenderlos realmente, y para entender así el autismo «desde dentro».

Bowman defiende que la belleza, el arte y la literatura contribuyen significativamente al florecimiento humano, especialmente cuando surgen de fuentes inesperadas, como los marginados. El libro, que pone de relieve su propia manera de usar las palabras, experimenta con diferentes géneros, incluyendo algunas entrevistas y una carta que escribió a dos queridos mentores (aunque, lamentablemente, en el libro no hay poesía). Pero Bowman hechiza con sus relatos, que constituyen la mayor parte del libro.

Especialmente conmovedor resulta su relato de cómo se fue dando cuenta de que él podría ser autista (un diagnóstico que no confirmó profesionalmente sino hasta 2015). Bowman sintió un alivio palpable cuando descubrió la verdad, porque esto daba sentido a los patrones de sufrimiento que había experimentado a lo largo de su vida. Desde su diagnóstico, Bowman ha asumido el autismo como una parte fundamental de su identidad.

Creo que él diría que esto le ha permitido ver lo bueno de su condición y percatarse, lo más plenamente posible, del potencial que Dios le ha dado. La alegría que irradia ahora al compartir sobre el autismo es contagiosa, y debería animar a otros como él a compartir sus propias historias.

Esto nos lleva a una de las mayores sorpresas del libro, al menos desde mi punto de vista: Bowman acoge activamente la etiqueta de «autista». De hecho, incluso prefiere hablar de «autistas» en lugar de la designación más general (y, en mi opinión, más respetuosa) de «personas con autismo». Aprecia profundamente que sus amigos tengan en cuenta su autismo, porque significa que le apoyan como autista.

En opinión de Bowman, este tipo de reconocimiento directo va en contra del enfoque dominante del autismo en la actualidad, mismo que él llama «paradigma de la patología». Tal como Bowman lo ve, tendemos a ver a los autistas a través de una lente reductora —un prisma objetivo y científico que magnifica las capacidades físicas, sociales y emocionales de las que pueden carecer—. Esto, argumenta, refleja los prejuicios de la mayoría neurotípica, la cual considera el autismo simplemente como un trastorno psicológico.

Desde dentro de esta mentalidad, el autismo implica un conjunto de síntomas negativos, a menudo definidos y evaluados por observadores insensibles, no autistas, que experimentan malestar al ser expuestos a ellos. También podríamos llamar a esto el «paradigma científico», dado su origen en el estudio empírico y el tratamiento del autismo.

Con toda probabilidad, alguna variante del paradigma científico sigue prevaleciendo entre muchos de los que trabajan con personas con autismo en la actualidad (tal como lo hacía entre la mayoría de mis profesores de psicología). Pero Bowman cree que este enfoque solo agrava la alienación que ya suelen sentir los autistas. Al centrarse en los problemas del autismo y no en las personas autistas en sí, y al esforzarse por gestionar y minimizar los síntomas, bien puede parecer un plan para controlar a los autistas en beneficio de la mayoría neurotípica.

Bowman, por el contrario, prefiere el «paradigma de la neurodiversidad», que parte de la perspectiva de los autistas y considera el autismo como una cuestión de diferencia neurológica, no de anormalidad. Por ejemplo, los defensores de la neurodiversidad interpretarían el balanceo de ciertas partes del cuerpo (que los autistas llaman «stimming») como un mecanismo de afrontamiento calmante y útil. Bowman lamenta la falta de curiosidad y empatía de la mayoría neurotípica hacia los miembros de la comunidad autista.

Muchas de las sugerencias de Bowman son útiles para contrarrestar las pautas arraigadas de sesgo e ignorancia. Pero otras se apoyan en un terreno más inestable. Un profesor contemporáneo que Bowman cita afirma que «el comportamiento de las personas [autistas] no es aleatorio, desviado o extraño». Según otro, «el concepto de “cerebro normal” o de “persona normal” no tiene más validez científica objetiva, y no sirve para nada más, que el concepto de “raza superior”».

Tales declaraciones pueden interpretarse caritativamente como un esfuerzo por socavar el estigma del autismo y contrarrestar los sentimientos de vergüenza entre las personas del espectro. Pero también parecen claramente engañosas, especialmente en lo que respecta a las formas más graves de autismo. El propio Bowman se esfuerza por ayudar a los lectores a comprender los desafíos únicos a los que se enfrenta.

Es importante recordar que el trastorno del espectro autista, tal como lo define la American Psychiatric Association [Asociación Estadounidense de Psiquiatría] en su manual de diagnóstico estándar, varía mucho en sus manifestaciones.

En un extremo del espectro están las personas de «mayor funcionamiento» con «menor necesidad de apoyo». En el otro extremo están las personas de «menor funcionamiento» con «mayor necesidad de apoyo», una categoría que abarca discapacidades intelectuales graves (por ejemplo, adultos con una edad mental inferior a cuatro años), graves dificultades con el lenguaje y la comunicación, y patrones de comportamiento autolesivo (morderse, golpearse la cabeza o arrancarse el pelo) que pueden causar daños corporales permanentes.

La mayoría de los padres de niños que sufren de esta forma se sentirían desconcertados por las apelaciones benignas a la «neurodiversidad». Están agradecidos por los avances terapéuticos, y no tienen ningún problema en calificar el autismo como un trastorno. Pero no parece que sea una cuestión de que un «bando» tenga razón y el otro esté equivocado. Dadas las grandes variaciones entre las personas que se encuentran dentro del espectro, parece natural que algunos de sus defensores se centren en conseguir diagnósticos precisos y tratamientos eficaces para los trastornos más graves, mientras que otros se centren en hacer frente a los estereotipos y estigmas que frenan a algunos autistas.

Debilidad perfeccionada

La fe cristiana desempeña un papel central (si no exclusivo) en la historia de Bowman. Aunque puede relatar numerosos episodios en los que se sintió estigmatizado en la iglesia a causa de su autismo, no duda en afirmar, con Pablo, que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).

Sin embargo, la perspectiva cristiana sobre el sufrimiento y la debilidad humanos contiene riquezas que ni los puntos de vista neurodiversos ni los neurotípicos pueden igualar por sí mismos. La Escritura nos dice que Cristo vino «no para los sanos», sino para «los enfermos» (Lucas 5:31). Prometió descanso a «todos los que están cansados y agobiados» (Mateo 11:28). Jesús declaró que los «pobres de espíritu» son bienaventurados (Mateo 5:3), porque en su reino «muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros» (Marcos 10:31).

Esta inversión de los valores ancla la idea cristiana de la redención. En Cristo, todas nuestras debilidades comparativas se convierten en ocasiones para que su gloria brille aún más, y se nos invita a reinterpretarlas a la luz de su muerte y resurrección. Esto significa que, como cristianos, no negamos la debilidad, y aceptamos que lo normal incluye ciertas capacidades físicas, mentales y emocionales. Sin embargo, también estamos llamados a protestar cuando se privilegia a las personas con estos rasgos por encima de las que no los tienen, especialmente cuando ese tipo de jerarquía se manifiesta dentro de la iglesia. Y estamos llamados a seguir el ejemplo de Dios de elevar lo bajo y lo menospreciado. Como nos recuerda Pablo, «Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos» (1 Corintios 1:27).

Es fácil entender que algunos tengan la tentación de negar sus discapacidades y trastornos, o de disfrazarlos como formas diferentes del bien. Pero verlas desde el punto de vista de Dios nos ayuda a apreciar tanto las cargas reales que imponen como la gloria que revelan.

Aceptar nuestras discapacidades y trastornos lleva tiempo, quizá incluso toda la vida. Y requiere abundante amor y apoyo de los demás. Para mí, aquí es donde el libro de Bowman me envía un mensaje directo y hasta cierto punto incómodo . El hecho de que yo crea que todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios no siempre significa que yo trate a todo el mundo en consecuencia, ni que busque relaciones teniendo en cuenta esta verdad. Me da un poco de vergüenza decir que, a pesar de mi formación psicológica (o tal vez a causa de ella), nunca he considerado realmente el valor de comprender el mundo que habitan los autistas.

Por ello, siento un sentimiento de gratitud hacia Bowman por atraer a este lector neurotípico a su mundo y desafiar algunas de mis ideas preconcebidas. Gracias a su libro, tengo la esperanza de que la próxima vez que me encuentre con un autista, seré un poco más curioso, conectado y compasivo.

Eric L. Johnson es profesor de psicología cristiana en la Universidad Bautista de Houston.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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