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Falleció Charles Stanley, el predicador de obstinada fe de Ministerios En Contacto

El pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta vivió bajo el lema «obedece a Dios y déjale a Él todas las consecuencias».

Charles Stanley

Charles Stanley

Christianity Today April 18, 2023
Ilustración por Christianity Today / Source Images: Cortesía de In Touch Ministries

Charles Stanley recibió una vez un puñetazo en la cara por su iglesia. El pastor de larga trayectoria y predicador elogiado que falleció el martes a los 90 años, luchó denodadamente por liderar su congregación bautista del sur, lo que le ganó una reputación de fiel obstinación, de compromiso con seguir la voluntad de Dios y de una vida de devota oración.

Repetía con frecuencia el lema de su vida, que aprendió de su abuelo: «Obedece a Dios y déjale a Él todas las consecuencias». Ese tipo de obediencia no se logra sin un costo, decía Stanley, pero Dios recompensa la fe obstinada.

«El abuelo me dijo: “Charles, si Dios te dice que atravieses con la cabeza un muro de ladrillos, dirígete al muro”», escribió en sus memorias de 2016, “‘y cuando llegues, Dios hará un hueco en él’” [enlaces en inglés].

Stanley fue pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta durante 51 años. Comenzó como ministro asociado en 1969, cuando la megaiglesia tenía 5000 miembros, y permaneció en el púlpito hasta 2020, cuando tenía unos 15 000 miembros. También predicaba a diario por radio y televisión a través de Ministerios En Contacto (In Touch Ministries), que fundó en 1972, y fue considerado por muchos como uno de los mejores predicadores de su generación, junto con Charles Swindoll y Billy Graham.

El hijo de Stanley, Andy, es también pastor de una megaiglesia en Atlanta y un predicador muy reconocido. Ambos fueron el único dúo padre-hijo que clasificó en las listas de Lifeway Research y del Seminario Teológico George W. Truest de los predicadores en vida con mayor influencia.

Stanley fue uno de los miembros fundadores tanto del Moral Majority como de la Christian Coalition, sirvió como presidente de la Southern Baptist Convention (SBC) en un momento clave durante la tensión entre conservadores y moderados, y escribió más de 50 libros.

El predicador nació en 1932 en Dry Fork, Virginia, del que más tarde diría que era un pueblo tan pequeño que no aparecía en el mapa. Su padre, también llamado Charles, murió cuando Stanley tenía solo nueve meses.

Su madre, Rebecca Hardy Stanley, consiguió trabajo en una fábrica textil en plena Gran Depresión, con el que ganaba unos 9 dólares a la semana. Cuando no tenía que trabajar, llevaba a su hijo a una iglesia pentecostal y le enseñaba a leer la Biblia y a orar.

«Todavía puedo oír su voz diciendo mi nombre a Dios, y diciéndole que quería que yo lo siguiera en lo que Él me llamara a hacer», dijo Stanley.

A los 12 años, Stanley aceptó a Jesús como su salvador. Dos años después, discernió que Dios lo estaba llamando a predicar y decidió dedicarse al ministerio.

Rebecca se volvió a casar cuando Stanley era adolescente. Su segundo marido era alcohólico y abusivo. El joven Stanley intentó pelearse con su padrastro, e incluso una vez le sacó un cuchillo. Le suplicó a su madre que se divorciara, pero ella siguió comprometida con la unión debido a su fe.

Esta experiencia con la violencia tuvo un impacto en el resto de la vida de Stanley, según recordó más tarde.

«Me sentía muy, muy incómodo a menos que estuviera al mando», dijo. «Era muy, muy combativo y muy, muy competitivo. Llevé a mi ministerio el espíritu de supervivencia. Lo haces o mueres. Haces lo que sea necesario para ganar, sin importar de lo que se trate».

Stanley asistió a la Universidad de Richmond con una beca por la que su madre había orado, donde conoció y se casó con una estudiante de arte de Carolina del Norte, Anna Margaret Johnson. Se casaron en 1955.

Tras graduarse del Southwestern Baptist Theological Seminary, Stanley se hizo cargo de una iglesia bautista en el estado natal de su nueva esposa, predicaba en la Fruitland Baptist Church y enseñaba en el Fruitland Baptist Bible Institute (ahora Fruitland Baptist Bible College). Se trasladó a Fairborn, Ohio; Miami, Florida; y a Bartow, Florida, antes de aceptar el llamado para ser ministro asociado en la prominente megaiglesia bautista del centro de Atlanta en 1969.

El pastor principal dimitió dos años después, y se le pidió a Stanley que asumiera la responsabilidad hasta que se encontrara un sustituto. Él mismo solicitó el puesto, pero el comité de búsqueda votó 5-2 en su contra.

Sin embargo, a medida que avanzaba la búsqueda, la asistencia dominical empezó a aumentar, las donaciones también, y cada vez más miembros de la iglesia sugerían que Stanley asumiera el pastorado. Varios diáconos —sutilmente y luego no tan sutilmente— presionaron a Stanley para que dimitiera.

Stanley se negó.

«Había gente que quería deshacerse de mí», dijo. «No podían darme una razón. Solo decían que lo único que predicaba era sobre cómo obtener la salvación, la venida de Jesús y cómo ser lleno del Espíritu Santo. Me reí y pensé: “¡Dios, espero que eso sea verdad!”».

Stanley provocó más conflictos cuando destituyó a algunos maestros de la escuela dominical ante las objeciones del superintendente de la escuela dominical, quien dijo que el pastor no tenía autoridad para tomar esa decisión.

Un diácono denunció la «desnuda hambre de poder» de Stanley, según la información publicada en el Atlanta Constitution, y varios líderes dijeron que se sentían «inquietos» por la «pasión desmedida del pastor por el poder político» y la «extravagante confianza en su comprensión de la voluntad de Dios».

En una acalorada reunión de la iglesia, a uno de los miembros de la junta se le escapó una mala palabra.

Stanley le dijo: «Debes tener cuidado con tu lenguaje».

El miembro de la junta le respondió: «No, tú tienes que contenerte», y luego golpeó con el puño a Stanley en la cara.

Andy, que tenía 13 años en ese momento, estaba mirando desde un banco delantero. Dijo que su padre no se inmutó al recibir el golpe. Tampoco tomó represalias, ganando así la discusión y obteniendo una victoria moral.

«Vi a mi padre poner la otra mejilla», escribió más tarde Andy Stanley, «pero nunca se dio la media vuelta y echó a correr».

Cuando los miembros de la iglesia celebraron una reunión de tres horas para decidir si mantenían a Stanley, la mayoría votó que sí. La iglesia votó entonces a favor de nombrar a Stanley pastor principal.

Esperó una semana para anunciar si aceptaba o no el cargo. Un total de 36 de los 59 diáconos de la iglesia dimitieron.

Stanley llevó su misma tenacidad a la Southern Baptist Convention cuando fue elegido presidente en 1984. Sus partidarios esperaban que fuera él quien resolviera la lucha entre los conservadores y los moderados de la denominación. Sus oponentes temían lo mismo. Incluso un presidente de un seminario llegó a pedir una «guerra santa» contra los conservadores, incluido Stanley, que insistían en una mayor uniformidad teológica en la denominación, en detrimento de la autonomía de las congregaciones.

Los conservadores dijeron que estaban deteniendo el decaimiento liberal, especialmente en los seminarios y en las organizaciones de política pública de la denominación. En su primer año como presidente, Stanley apoyó medidas que impedían a las congregaciones ordenar mujeres. En aquel momento, había 13 pastoras en la SBC y más de 220 ordenadas.

El segundo año, tras superar la oposición para ser reelegido con el 55 % de los votos, Stanley utilizó su poder presidencial y su habilidad para las maniobras parlamentarias para nombrar a una lista de conservadores en importantes juntas bautistas.

Sin embargo, la mayor lucha del ministerio de Stanley fue la de salvar su matrimonio y permanecer en el púlpito tras su divorcio.

Anna Stanley solicitó el divorcio en 1993, sin dar explicaciones y utilizando solo las iniciales de la pareja, A. S. y C. S. La noticia se conoció de todos modos y causó un alboroto en la Primera Iglesia Bautista. La congregación nunca había permitido que un hombre divorciado sirviera en el ministerio, y Stanley había enseñado que los hombres divorciados estaban descalificados para el ministerio.

Stanley anunció desde el púlpito que la pareja no se estaba divorciando, sino que estaban separados y trabajando en su matrimonio. Anna modificó la demanda una semana después para pedir la separación formal en lugar del divorcio, y luego abandonó el caso.

Volvió a presentar la demanda en 1995.

«Estoy consternada por la negativa de mi marido a aceptar el estado crítico de nuestro matrimonio», declaró Anna Stanley al Atlanta Constitution. «En lugar de eso, ha hecho repetidos anuncios desde el púlpito de que se estaba avanzando hacia nuestra reconciliación, cuando en realidad ocurría todo lo contrario. No elijo contribuir a esta farsa».

No hubo acusaciones de infidelidad o comportamiento inmoral. Anna dijo que su marido hacía tiempo que había dejado claras sus prioridades, y ella no era una de ellas.

Varios líderes de la iglesia —que ahora tenía una asistencia semanal regular de unos 13 000 fieles— querían que Stanley dejara el cargo, al menos temporalmente. Otros le presionaron para que dimitiera. Uno de ellos era Andy Stanley, quien pastoreaba un campus satélite de rápido crecimiento y era visto como el heredero aparente de First Baptist.

En años posteriores, el joven Stanley dijo que solo quería que su padre ofreciera su renuncia, dando a la iglesia la oportunidad de elegir mantener a su amado pastor. Su padre, dijo, no escuchó nada después de la palabra «dimitir».

Charles reaccionó con dureza y declaró a su hijo como enemigo. Andy abandonó First Baptist, se distanció de su padre, y pasó a fundar North Point Community Church, una megaiglesia sensible a aquellos que se encuentran en proceso de búsqueda y que llegaría a tener más de 40 000 fieles.

Charles Stanley describió este periodo como la época más dura y solitaria de su vida.

«Las primeras veces que fui al supermercado por la noche yo solo, a casa yo solo, a la casa vacía yo solo, fue duro. Pero pensé, bueno, Dios, aquí es donde estoy», dijo Stanley. «Mi mujer se marchó. Para un pastor, eso es un desastre. La iglesia te va a despedir porque siempre piensan lo peor. Bueno, mi iglesia no hizo eso. Dijeron: “Bueno, has estado aquí cuando te hemos necesitado. Ahora vamos a estar aquí para ti”».

La iglesia votó a favor de mantener a Stanley, aun si el proceso de separación continuaba. Cuando Anna solicitó el divorcio por tercera vez en el año 2000 y consiguió poner fin al matrimonio, un miembro de la junta anunció que Stanley continuaría como pastor titular. La congregación respondió a la noticia con una gran ovación.

Aunque algunos líderes evangélicos condenaron la decisión de Stanley de continuar en el ministerio como divorciado, diciendo que estaba socavando el testimonio moral de los evangélicos, en realidad poco cambió en la Primera Iglesia Bautista. En todo caso, dijo Stanley, su divorcio le hizo un ministro más eficaz.

«Fue Romanos 8:28. Dios sabía lo que hacía», dijo Stanley. «La gente me decía: “Antes no podía mirarte. Qué sabes tú de la soledad, el dolor, el sufrimiento y la pérdida. Ahora puedo mirarte porque ahora sé que sabes cómo me siento”».

Stanley se reconcilió con su hijo a través de consejería cuando los dos pastores de la megaiglesia fueron juntos a terapia. El mayor de los Stanley habló de la muerte de su padre, de la traumática relación con su padrastro y de su necesidad de mantener el control. Invitó a Andy a predicar en la Primera Iglesia Bautista en 2007. El sermón del joven Stanley giró en torno a un tema conocido: «El costo de seguir a Cristo».

La predicación de Charles Stanley fue muy elogiada en sus últimos años, especialmente por su sencillez, practicidad y eficacia. También hablaba con frecuencia de la importancia de la oración y de su propia práctica de arrodillarse a diario para hablar con Dios.

«Para mí, esa es la clave», dijo a Christianity Today. «Es la clave de todo. Porque lo que haces es reconocer a Dios en ese momento: necesitas su ayuda, su visión, su comprensión, su valor, su fe, lo que sea [que necesites]».

Cuando se le preguntó qué consejo daría a sus nietos, si se dedicaran al ministerio, o qué pondría en su lápida cuando muriera, Stanley volvió al lema sobre la fe inquebrantable: «Obedece a Dios y déjale a Él todas las consecuencias».

Le sobreviven su hijo, Andy; su hija, Becky Stanley Brodersen; y seis nietos. Anna Stanley falleció en 2014.

Traducción y edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Falleció George Verwer, quien dejó una pregunta para todos los cristianos: ‘¿Estás listo para ir?’

El fundador de Operación Movilización inspiró a un número incalculable de personas a proclamar el amor de Dios en todo el mundo.

George Verwer, Operación Movilización (OM)

George Verwer, Operación Movilización (OM)

Christianity Today April 15, 2023
Cortesía de Operación Movilización / edición por Rick Szuecs

George Verwer tenía una pregunta.

Cuando el joven de 18 años y su amigo terminaron de orar en un dormitorio en Maryville, Tennessee, Verwer miró a su compañero de universidad y le preguntó: «¿Y bien? ¿Estás listo para ir?».

Dale Rhoton se sobresaltó. Acababa de escuchar la idea de Verwer de que debían vender todo lo que tenían y usar el dinero para comprar un camión ese verano, llenarlo de ediciones en español del Evangelio de Juan y conducir hasta México, donde el 70 % de la gente no tenía acceso a las Escrituras. Acababan de orar al respecto.

«George», dijo, «lleva más tiempo que eso».

Verwer no veía por qué. El futuro fundador de Operación Movilización (OM) vio una necesidad espiritual. Ellos podían satisfacer esa necesidad. El resto no le importaba.

«Su única pasión en la vida ha sido ser un canal por medio del cual la gente se convierta en amigos de Jesús a largo plazo», escribió Rhoton más tarde. «Su zona de confort es salir de su zona de confort. Solo se siente realmente seguro cuando lo arriesga todo».

Ese «fervor Verwer» por las misiones, que lo acompañó el resto de su vida, movió a un número incalculable de cristianos a cruzar fronteras, culturas y continentes para proclamar las buenas nuevas del amor de Dios. OM se convirtió en una de las mayores organizaciones misioneras del siglo XX, enviando a miles de personas cada año en viajes de corta y larga duración. En la actualidad, OM cuenta con unos 3300 obreros de 134 países que actualmente están trabajando en 146 países. Se estima que otras 300 agencias misioneras se crearon a raíz de contactos con OM o por iniciativa de antiguos miembros de OM.

Verwer falleció el viernes a los 84 años de edad.

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Lindsay Brown, quien dirigió la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos durante 40 años, lo recordó como un destacado líder misionero.

«Creo que OM no tiene parangón en cuanto a la variedad de actividades, agencias y líderes que ha engendrado», afirmó. «Y creo que George es el estadista misionero norteamericano más importante de los últimos 60 años. Ha tenido un ministerio extraordinario».

Verwer nació el 3 de julio de 1938, hijo de Eleanor Caddell Verwer y George Verwer Sr., un inmigrante holandés que trabajaba como electricista. Se crió en Wyckoff, Nueva Jersey, a las afueras de Nueva York. La familia pertenecía a una congregación de la Iglesia Reformada en América, pero el Sr. George Verwer asistía poco y, para el pequeño Verwer, la iglesia no era más que un club social.

El joven Verwer era atleta y Boy Scout, pero pasaba mucho tiempo detrás de las chicas y metiéndose en líos. Para los estándares de la época, la mayoría se consideraban «travesuras», pero Verwer también provocó un incendio en los bosques del condado de Bergen y, cuando aún era adolescente, entró en casa de alguien y fue capturado por la policía.

La noticia del incidente hizo que una cristiana local llamada Dorothea Clapp empezara a orar por Verwer, para que encontrara la fe en Jesús. Como él lo describió más tarde, ella lo puso en su «lista del Espíritu Santo» [lista negra].

Clapp también le envió a Verwer un Evangelio de Juan por correo. El libro no tuvo un impacto inmediato, pero tres años más tarde, Verwer sintió un impulso irresistible de asistir a una cruzada de Billy Graham en el Madison Square Garden. El 5 de marzo de 1955, él y unos cuantos amigos viajaron 30 millas (50 km) en autobús para escuchar el sermón de Graham. Al escuchar la invitación a entregar su vida a Cristo, Verwer pasó al frente. El mensaje de que Dios lo amaba y podía usarlo lo conmovió profundamente.

«Descubrí que Él podía usarme, no aplastando mi temperamento, ni exponiéndome como el miserable que era», escribió Verwer más tarde, «sino ofreciéndome amor y obrando a través del Espíritu Santo».

De vuelta en Nueva Jersey, inmediatamente se puso a trabajar para hablarle a otros de Jesús. Distribuyó mil ejemplares del Evangelio de Juan en su escuela y organizó una cruzada evangelística. Más de 100 personas se acercaron para entregar sus vidas a Cristo, según los informes de los periódicos locales de la época, entre ellas una persona muy importante para Verwer: su propio padre.

El joven Verwer no se dio cuenta en aquel momento, pero estaba claro que tenía un don para organizar y movilizar a los cristianos. Consiguió que cinco estudiantes de bachillerato [high school] compartieran sus testimonios y predicaran en su evento evangelístico. También consiguió que más de 30 adolescentes de su iglesia reformada holandesa participaran en un maratón de lectura de la Biblia, a pesar del escepticismo del pastor, quien le dijo a un periodista que al principio le preocupaba que los jóvenes no leyeran con el decoro adecuado.

Unos años más tarde, en la universidad, Verwer no solo vendió sus cosas para financiar un viaje misionero a México. Convenció a dos amigos, Rhoton y Walter Borchard, para que hicieran lo mismo.

Verwer, por supuesto, no sabía realmente lo que estaba haciendo, repartiendo tratados y Escrituras, e intentando montar una escuela bíblica por correspondencia en Monterrey. Cometió, como recordaría más tarde, algunos «errores bastante graves». Decidió que necesitaba más educación, por lo que se trasladó al Instituto Bíblico Moody de Chicago. Allí, cuando pensaba renunciar por completo a las misiones, escuchó al ministro evangélico Oswald J. Smith hablar en la capilla. Smith hizo hincapié en la importancia de estar donde Dios quiere que estés y dedicarte plenamente a Cristo.

Verwer se sintió convencido. Corrió por el pasillo —«casi como un loco»— y se arrepintió de su falta de amor.

«Dios me rompió el corazón», dijo. «Vi que las cosas en mi corazón no estaban bien, y supe que tenía que responder… Debo estar dispuesto a correr riesgos por el reino».

Más tarde, cuando instaba a los jóvenes a irse al extranjero durante un verano o unos años, hacía hincapié en su reticencia —y la persistencia de Dios— en hacer reír al público.

«Dios me vio», decía. «Un holandés testarudo. Y me dio una patada misionera. Desde entonces estoy en órbita».

George Verwer y el OM LogosOperación Movilización
George Verwer y el OM Logos

Verwer organizó un segundo viaje a México en 1958, y cuando conoció a su futura esposa, Drena Knecht, y se casó en 1960, su «luna de miel» fue también un viaje misionero a México. La pareja de recién casados estaba tan comprometida con su aventura evangélica que Verwer intentó ahorrar dinero para el campo misionero al intercambiar su tarta [o pastel] de bodas a cambio de un tanque lleno de gasolina en el viaje hacia el sur. El primer empleado de la gasolinera no pudo aceptarlo y simplemente les dio el combustible gratis. El segundo aceptó el intercambio.

Los Verwer pasaron seis meses en México y luego se trasladaron a España, que en aquella época estaba controlada por el dictador fascista Francisco Franco. El dictador había expulsado a los pastores protestantes, prohibido toda actividad de culto público y anuncios, y confiscado las Biblias protestantes. Sin embargo, Verwer se metió en problemas cuando emprendió un viaje a otro régimen totalitario, conduciendo hasta la Unión Soviética con un coche lleno de Biblias para distribuir. Las autoridades lo detuvieron y lo expulsaron del país.

Mientras Verwer era deportado a Austria y oraba sobre lo que debía hacer a continuación, le asaltó la idea de que no era un buen misionero, pero era bueno movilizando a otros. Observó cómo un grupo de turistas europeos abordaban un autobús rumbo a la URSS y se le ocurrió que eso era lo que él debía hacer: enviar a otros.

Al año siguiente, el ministerio, que entonces se llamaba Send the Light, organizó unos 2000 viajes misioneros de corta duración a países controlados por los comunistas. En 1963 se expandieron a países musulmanes y luego empezaron a movilizar misioneros a la India.

Peter Dance, uno de los jóvenes ingleses que llevó un camión lleno de literatura evangélica a Europa del Este y la India, recuerda que fue aterrador y estimulante.

«Tuve la sensación de que ya no había nadie que pudiera ayudarme, excepto Jesús», dijo. «Antes de cruzar esa frontera, tenía todo lo que necesitaba; incluso mi madre estaba allí si la necesitaba. Fui a la India muchas veces, y a pesar de los contratiempos y las dificultades, el Señor siempre me ayudó».

Christianity Today describió a aquellos primeros reclutas como «jóvenes contraculturales abiertos a la aventura», «peregrinos evangélicos» que eran «incluyentes, evangelizadores e itinerantes».

Veinticinco de ellos redactaron un manifiesto que Verwer publicó y distribuyó en iglesias, grupos juveniles y librerías cristianas de Estados Unidos y Europa.

«El Señor Jesucristo fue un revolucionario», decía. «¡Y nosotros somos revolucionarios! (…) En la esfera de la obediencia absoluta y literal a sus mandamientos reside el poder que evangelizará el mundo».

Verwer combinó el llamado a un compromiso total y radical con Cristo con la idea de una misión a corto plazo, rebajando las expectativas de servicio y facilitando que la gente se pusiera en marcha. Creía que Dios utilizaría a quienes estuvieran dispuestos, incluyendo a quienes no estuvieran listos para comprometerse durante años, a quienes no hubieran asistido a un instituto bíblico, e incluso a quienes hubieran arruinado sus vidas. Dios, después de todo, redimía los desastres. Dios actúa no solo a pesar de los errores humanos, sino en ellos y a través de ellos.

Siempre se mostró crítico con respecto a los «expertos en misiones» con teorías y métodos bien desarrollados. Verwer acabaría llamando a su enfoque «messiology» [un juego de palabras entre ‘missiology’, el estudio de las misiones; y ‘mess’, situación o estado de cosas confuso o lleno de dificultades]. Los cristianos siempre deben intentar evitar provocar confusión y caos, y algunos errores pueden ser espiritualmente devastadores. Pero, dijo, los que ponen su fe en Jesús no deben olvidar que Dios salva a los pecadores.

«Me encuentro con personas a las que, humanamente hablando, no les ha ido bien en la vida», escribió. «No están en el Plan A ni en el Plan B, sino en el Plan M. Cuando hablo con ellos, les recuerdo el gran alfabeto y les insto a abrazar la gracia radical y seguir adelante».

También sostenía que no había solo una forma correcta de proclamar el Evangelio. Los cristianos con mentalidad misionera necesitan experimentar, contextualizar y reevaluar continuamente lo que funciona.

«¿No tenemos 2000 años de pruebas de que Dios actúa de diversas maneras?», escribió. «¿No podemos aceptar que Dios obra de diferentes maneras entre diferentes grupos de personas? La obra de Dios es más grande que cualquier fraternidad u organización».

En ocasiones, Verwer se vio obligado a experimentar y cambiar rápidamente el modelo de OM. En 1968, cuando se vio obligado a salir de la India, OM decidió ceder el liderazgo a los indios y crear Operación Movilización India como una organización única que llegó a plantar miles de iglesias.

Otras veces, Verwer dio saltos de fe que no parecían necesarios en absoluto. En 1970, la organización misionera compró un barco. La historia oficial de OM señala que la idea de comprar un barco era «descabellada» y nadie en la organización tenía ni idea de cómo hacer esa compra —mucho menos de navegar con un barco a puertos de todo el mundo, donde pudieran regalar libros cristianos y hablar a la gente de Jesús—.

«Algunos pensaron que había perdido la cabeza», recordó Verwer más tarde.

Pero OM compró un barco holandés llamado Umanak, lo rebautizó Logos, y finalmente navegó 230 000 millas náuticas, a 250 puertos diferentes, ministrando a 6.5 millones de personas. El ministerio añadió un segundo barco en 1977.

Este enfoque «duro y siempre listo» del ministerio no siempre funcionó. El Logos encalló en 1988, con una carga de 125 000 dólares en libros cristianos. Para mayor disgusto de Verwer, varios misioneros de OM resultaron heridos o murieron en accidentes de tráfico vehicular en todo el mundo. A veces tenían problemas con las autoridades locales. Y algunas de las ideas de Verwer eran malas.

«Tengo demasiadas ideas, me desborda la creatividad», dijo a un grupo de estudiantes de Moody. «Nuestra visión en el ministerio cristiano se mezcla con el ego… Les diré que me he metido en algunas situaciones embarazosas».

Verwer también luchó contra el pecado y la duda. Se llamaba a sí mismo un «reincidente natural». Pero al final, su amor por Jesús y su pasión por hablarle a la gente de todo el mundo del amor de Dios por ellos superó todo lo demás. Uno de sus ayudantes, que llegó a ser pastor en Chicago, dijo que Verwer encarnaba el tipo de amor divino descrito en Juan 3:16.

George VerwerOperación Movilización
George Verwer

«No sé si hay alguien que ame a todo el mundo tanto como George —al menos en lo que se refiere a los seres humanos— y que desee que tengan una relación con Jesús», dijo Mark Soderquist.

Verwer, por su parte, pensaba que la parte más importante de la vida cristiana era el amor.

«No hay más enseñanza bíblica que el amor, y aparte del amor no hay enseñanza bíblica», escribió. «No eres ortodoxo si no eres humilde. No eres “creyente en la Biblia” si no amas».

Verwer dimitió como director de OM en 2003, cediendo el liderazgo a Peter Maiden. Sin embargo, siguió hablando a grupos de jóvenes cristianos de todo el mundo. Sacaba un globo terráqueo inflable gigante, se ponía su característica chaqueta de globo terráqueo y les hacía, una y otra vez, una versión de la pregunta que le hizo a su amigo de la universidad cuando solo tenía 18 años.

«¿Y bien? ¿Estás listo para ir?».

«Si pasas dos años en el extranjero», decía Verwer, «es muy probable que nunca vuelvas a ser el mismo cuando regreses. Habrás visto cómo Dios responde a la oración y cómo el Espíritu Santo cambia vidas, y habrás vislumbrado lo que Dios está haciendo en todo el mundo».

A Verwer le sobreviven su esposa, Drena, y sus tres hijos, Ben, Daniel y Christa.

https://vimeo.com/816046979

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

‘¿Por qué necesitamos la Iglesia?’ es la pregunta equivocada

La congregación local no tiene como propósito el servicio a la comunidad, la devoción privada ni el entretenimiento.

Christianity Today April 12, 2023
Fotografía e ilustración por Mitchell McCleary

Quien hace las preguntas equivocadas, obtiene las respuestas equivocadas. En mi disciplina, la teología, quizá el error más común sea dar la respuesta correcta a la pregunta equivocada.

Quizá sea injusto llamar «preguntas equivocadas» a los debates habituales sobre cosmología, teodicea y milagros. En la medida en que se formulen de buena fe, esas preguntas pueden generar perspicacia. Pero a menudo animan a los humanos a seguir haciendo y respondiendo preguntas humanas sobre Dios.

La teología propiamente dicha debería incitar a los seres humanos a pensar, como dijo Tomás de Aquino, en pos de Dios; a tratar de hablar de Dios como Dios es, a buscar las «incalculables riquezas de Cristo» (Efesios 3:8).

Es decir, la teología no significa otra cosa que familiarizarse, a través de las Escrituras y el culto de la Iglesia, con el Dios que solo puede conocerse «por un espejo, veladamente» (1 Corintios 13:12, NBLA).

Buscar el conocimiento de Dios y de la fe cristiana a través de la lente de la incognoscibilidad de Dios no es el punto de partida más cómodo, ni tampoco el más común. Algunos lo sienten como una evasiva; otros, como si yo estuviera sugiriendo que hay incertidumbre en su fe. A otros les parece demasiado flácido, incluso perezoso, cuando hay miles y miles de palabras que se han escrito sobre la doctrina cristiana que insinúan: ¿No es mejor intentar resolver todos los problemas potenciales de la fe cristiana?

Mi respuesta es que el objetivo de la teología cristiana, al menos para mí, es la creencia cristiana, no una conclusión de lo que se puede decir o de lo que se puede indagar. La comprensión total y la creencia no son lo mismo.

Al final del libro de Juan, Jesús se aparece a sus discípulos tras su resurrección. Han vuelto al mar de Tiberíades para dedicarse a la pesca. Este hecho es desgarrador en sí mismo. En otro tiempo fueron pescadores que abandonaron su profesión para seguir al Señor, el que salvaría a Israel. Lo siguieron renunciando a su medio de subsistencia por un tiempo, pero esta fidelidad pareció terminar con la muerte de Aquel a quien amaban.

Este tiempo entre la muerte de Cristo y la Ascensión representa una pausa significativa en la tradición cristiana. Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, pero lo que esto significa para los discípulos aún no se ha revelado del todo. Llegados a este punto, se plantean interrogantes sobre el significado de la presencia del resucitado entre ellos: ¿Cuál será el poder, o la agencia, por la que llevarán el mensaje de Cristo?

Así que vuelven a su antigua profesión —la pesca— y pasan toda la noche en el mar. No pescan nada. Pueden imaginarse la tristeza, incluso la desesperación, de una noche así. Han visto morir a su Señor, y con él sus esperanzas de la renovación de Israel. Algunos de ellos lo han visto resucitado, pero aun así, el Cristo resucitado estuvo con ellos solo brevemente, y de una forma bastante diferente. Y ahora, sus intentos de volver a su antigua fuente de provisión también se ven frustrados. ¿Qué mensaje proclamarán? ¿Qué tienen para ofrecer al mundo? ¿Cómo se alimentarán siquiera? Todas estas preguntas están, por el momento, sin respuesta.

Podemos imaginar su confusión. Habían creído que el Señor era el Mesías prometido. Los judíos de la época de los discípulos creían que el Mesías volvería y traería un reino mesiánico terrenal. Creían que esto tendría ramificaciones políticas inmediatas para sus vidas en el imperio romano. Cuando, por el contrario, Jesús fue crucificado como enemigo del Estado, su marco de referencia se hizo añicos. Los ecos de esta angustia pueden oírse en las palabras de los hombres de Emaús: «… nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel» (Lucas 24:21).

Esperábamos.

La decepción en esta afirmación está cargada de significado, a punto de estallar en un sentimiento de pérdida, e incluso de dolor. Es cierto que la muerte de Cristo había defraudado las expectativas de muchos que esperaban que su vida diera paso a una nueva teocracia, a un nuevo reino de Dios en la tierra. Pero esa pregunta —¿Cómo puede salvar a Israel el que ha muerto?—, era, por el momento, la pregunta equivocada.

Una pregunta que escucho a menudo estos días es por qué la iglesia local es importante. Creo que es la pregunta equivocada.

Los cristianos desafectos quieren saber por qué deben asistir a la iglesia cuando ha encubierto tanto daño. Pastores y líderes quieren saber cómo comunicar, especialmente a los adultos jóvenes, todo lo bueno que la iglesia tiene que ofrecer.

Estamos en un crisol que debería quemar las respuestas erróneas sobre la iglesia. Dos años de confinamiento y cierres de iglesias a causa de la pandemia llevaron a muchas congregaciones a trasladar sus servicios de culto a internet. Los servicios religiosos se transmitían en vivo y se podía acceder a ellos desde la sala de casa. La comunión a veces se tomaba en la mesa de la cocina, o no se tomaba en absoluto. La música se transmitía virtualmente. Y los cristianos se reunían —si lo hacían— con sus familiares más cercanos para celebrar el culto.

Sería erróneo sugerir que tales adaptaciones no constituyen un servicio de culto. De hecho, el salmista dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios», y el Señor mismo afirma: «Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Salmo 19:1; Mateo 18:20, NVI). El instinto de que Dios puede encontrarse en las salas de estar, en la naturaleza e incluso en un televisor no es erróneo. Toda la tradición cristiana insiste en que a Dios no le estorba nada y puede estar cerca de la gente a través de la materia, incluso cuando se transmite por paquetes de datos a una pantalla. En efecto, Dios habita con su pueblo, reunido en los hogares de todo el mundo.

Pero también sería incorrecto llamar a esa presencia «iglesia». La Iglesia no es la presencia guiadora y consoladora de Dios en el corazón de cada uno, ni tampoco es el consuelo y la corrección tan reales que pueden llegar cuando un grupo de cristianos se reúne para orar. Tampoco es lo que llamamos la reunión ocasional de cristianos para cantar y estudiar en casas o alrededor de mesas en todo el mundo.

En la Biblia, la preocupación de Dios al crear la Iglesia no es formar personas, sino formar un pueblo. Dios llamó a Abraham para ser una bendición para las naciones; Dios llamó a David para ser rey de Israel, no simplemente a ser un hombre según el corazón de Dios. De la misma forma, los jueces condenaron el pecado de los líderes de Israel para que la nación pudiera ser conducida a la santidad.

Este modelo en el que vemos a Dios hablando, instruyendo y corrigiendo a individuos para el servicio de un pueblo santo es la historia de la obra de Dios en medio del pueblo de Dios. Todo tipo de encuentros cristianos y reuniones de cristianos pueden ser vías para la obra de gracia de Dios entre su pueblo; sin embargo, no todas estas reuniones son «iglesia».

La principal tentación a la hora de definir la iglesia es articular sus fines. La pregunta equivocada que solemos hacernos sobre la Iglesia es por qué es importante. Pero puede que no «importe» de la manera que esperamos.

En cuanto preguntamos por qué la iglesia «importa», caemos en la tentación de identificar sus beneficios concretos o su contribución a la sociedad. El sociólogo de la religión Peter Berger sostiene en The Sacred Canopy que las religiones se ofrecen ahora en el mercado de experiencias entre las que los individuos pueden elegir. Si Berger tiene razón, las religiones son una de las muchas opciones que los estadounidenses y otros habitantes de sociedades igualmente secularizadas pueden elegir para aliviar su conciencia, calmar su ansiedad o producir resultados morales. Ésos serían los objetivos de la iglesia. Pero el alma es una realidad notablemente ineficaz, y a medida que el cuidado de la misma se vuelve opcional, la prioridad de su cuidado disminuye.

Si funciona en una especie de mercado, la iglesia debe presentarse en el mercado como algo que la gente pueda desear. Una vez hecho esto, resulta muy difícil imaginar a la iglesia (o a cualquier religión) como algo distinto de un bien que produce resultados y que la gente puede elegir [entre otras opciones].

También se hace muy difícil para los líderes religiosos no comportarse como si estuvieran mercadeando estos resultados a los individuos. Quizá la iglesia esté llena de gente más moral que otros clubes. Quizá tenga mejor música. Tal vez tenga líderes muy jóvenes y modernos.

Pero, ¿qué ocurre cuando la iglesia no es más moral, más entretenida o más atractiva? ¿Qué ocurre cuando muestra una profunda pecaminosidad, formas de culto anticuadas y personas que se cansan unas de otras? A menudo, las personas disponen de otras opciones mejores si lo que buscan es buena compañía o entretenimiento.

A veces, las iglesias intentan demostrar que son importantes al aportar algo bueno a una comunidad o al atender un problema. El problema aquí no es que el servicio voluntario sea malo: es, por supuesto, un verdadero fruto del evangelio. El problema es que si se considera que el objetivo de la iglesia es la transformación social, el voluntariado para United Way podría ser igual de eficaz —si no más—.

Si el producto de la iglesia se identifica como el beneficio social, sería sensato que un cristiano decidiera ser voluntario un martes por la noche y saliera a almorzar en lugar de ir a la iglesia el domingo. Al fin y al cabo, United Way tiene resultados más claros, y el café también podría ser mejor.

Servir a la comunidad local y atender los problemas de injusticia es una vocación grande e importante. Pero uno no necesita a Jesús para hacerlo.

Si el éxito se mide por el crecimiento, a la iglesia le va bastante mal. Las iglesias se están reduciendo, y la asistencia a la iglesia —especialmente entre los adultos jóvenes— ha disminuido significativamente.

¿Y quién podría culparlos? Si el éxito consiste en mantener un conjunto de valores, muchos perciben que los líderes y miembros de la iglesia violan dichos valores repetidamente. Hemos dicho a nuestra sociedad que la Iglesia debe ser una fuerza del bien en el mundo y que los cristianos deben ser personas moralmente superiores. La Biblia dice que los cristianos serán identificables por su amor (Juan 13:35).

Incluso los líderes de la iglesia parecen decepcionados por ella. Una proporción elevada y creciente de pastores reportan importantes niveles de agotamiento y, tras gestionar las presiones de los últimos años, citan un inmenso estrés, soledad, divisiones políticas, desesperanza y conflicto sobre el futuro de sus iglesias.

Si ni la iglesia ni sus líderes son los mejores en ninguna de las cosas que hacen, podría parecer que la iglesia rara vez es necesaria: es redundante.

Cuando nos preguntamos qué bien social puede proporcionar la iglesia, o cómo podemos posicionarnos en el mercado del mundo, estamos haciendo las preguntas equivocadas.

Hace más de 30 años, Stanley Hauerwas y William H. Willimon escribieron un libro titulado Resident Aliens. En él, su preocupación era que la Iglesia estaba perdiendo la oportunidad de una nueva aventura: una aventura como cristianos radicalmente peculiares que viven en el exilio.

Los autores afirmaban que, como el cristianismo formaba parte de la experiencia americana, resultaba difícil discernir qué era lo que la Iglesia tenía de exclusivamente cristiano. Las iglesias exhortaban a la gente ser «buenas personas», a no mentir ni defraudar en los impuestos y a ayudar al prójimo cuando estuviera en apuros. Ninguna de estas amonestaciones exigía creer en la Resurrección.

Lo que Dios pedía, sin embargo, no era un pueblo moral o poderoso, sino peculiar. Ahora bien, es cierto que parte de la peculiaridad de la Iglesia debe manifestarse en una cierta moralidad. Pero la moralidad en sí no es peculiar de esta manera en particular. Lo que hace peculiar a la Iglesia es su conocimiento de sí misma como llamada por Dios a ser su representante en la tierra, a estar marcada por prácticas poco manejables e inconvenientes como el perdón, la hospitalidad, la humildad y el arrepentimiento. La iglesia está marcada de tal manera por sus reuniones congregacionales, así como en el bautismo y la comunión, recordando la muerte del Señor y proclamándola hasta que venga.

Una Iglesia peculiar es aquella que se da cuenta de que existe para dar testimonio de otro mundo, uno en el que la Ascensión no es solo un lamento, sino una invitación a vivir un momento nuevo en el que el Hijo está realmente sentado a la derecha del Padre. Su testimonio de otro reino, una mancomunidad en el cielo (Filipenses 3:20-21), es lo que justifica su existencia.

Esto no quiere decir que las iglesias deban poner toda su preocupación en sí mismas y distanciarse de sus comunidades. La iglesia tiene una ética social implícita, como analiza Hauerwas, y se guía por el llamado de Jesús a imitarlo en el amor al prójimo y la preocupación sacrificial.

Pero la comunidad de la iglesia toma forma a partir de su culto de adoración, que da testimonio de otro mundo en el que el Señor es Rey. Los autores concluyen: «La iglesia, como el conjunto de quienes han sido llamados por Dios, encarna una alternativa social que el mundo no puede conocer por sí mismo».

Hablé con mi amiga Sarah Hinlicky Wilson, pastora luterana estadounidense que ahora sirve en Japón. Sarah es teóloga de formación, pastora y expatriada. Servir en Japón le ha dado un punto de vista único sobre los desafíos del ministerio de la iglesia en un contexto secular. Según Wilson, Estados Unidos es «ignorantemente cristiano». Existe un consenso cultural de que cuidar de los pobres es bueno (aunque sigue habiendo diferencias sobre cómo hacerlo), se valora a los débiles y marginados, y hay un amplio consenso en que toda vida es valiosa: ideas cristianas que no todas las sociedades comparten.

«Japón no es postcristiano», afirma Wilson. «Nunca ha sido cristiano». Dice que los pobres y los indigentes a menudo pueden depender totalmente de los servicios gubernamentales para obtener ayuda. «Desde mi punto de vista, en Japón, todas las necesidades básicas de un diácono han sido cubiertas desde hace mucho tiempo».

Pero ella nota los signos de pobreza espiritual en una sociedad consumista: «Me parece que la gente está sola, tiene muy pocas relaciones significativas, [y] ninguna relación seria con ningún poder superior», dice Wilson. «Lo que la gente necesita es a Dios». Esto es algo que solo la iglesia puede proporcionar.

Sin embargo, esto no hace que la evangelización sea una tarea fácil en Japón. De hecho, la crisis de soledad de Japón precedió a la de Estados Unidos. El aislamiento de las personas, la falta de lazos familiares y la obsesión por el trabajo son epidémicos.

«Pero es difícil conseguir que consideren la posibilidad de ir a la iglesia o incluso que noten cuál es el problema», afirma Wilson. Así de desatendida está la idea de la atención espiritual.

Si las iglesias estadounidenses sienten el reto de demostrar su valor a una cultura preocupada por las necesidades sociales y materiales, el reto de Wilson en Japón es demostrar el valor del espíritu humano. Está respondiendo a la pregunta correcta. No es que las necesidades espirituales sean las únicas que tiene la gente. Es que las necesidades espirituales son las que solo la iglesia puede satisfacer. En sus palabras: «¿Cómo persuadir a la gente de que todo lo que tienes que ofrecer es el Evangelio?».

Las observaciones de Wilson encajan bien con las preocupaciones de Willimon y Hauerwas. En ambos países, la atención de la gente se desvía de las realidades espirituales. La «reivindicación de la realidad» de la Iglesia no niega que los retos del mundo sean apremiantes, que el mal sea real o que esté ganando terreno. No se retrae, ni es ignorante, ni se desentiende políticamente. Pero dice que el Señor es Rey mientras las naciones se enfurecen y los pueblos conspiran en vano (Salmos 2:1).

No es que las necesidades espirituales sean las únicas que tiene la gente. Es que las necesidades espirituales son las que solo la iglesia puede satisfacer.

En The Great Passion, Eberhard Busch hace referencia a un suceso en la vida de Karl Barth, cuando una granada hizo explosión en el techo de una iglesia durante un servicio. A pesar de ello, siguieron cantando el «Magnificat». Barth alabó este hecho y dijo que la iglesia tenía claras sus prioridades.

A menudo me preguntan si estoy «pidiendo demasiado» al insistir en que el culto de la iglesia forme a las personas de esta manera tan rigurosa. Pero me parece que este tipo de exigencia es lo único que, en última instancia, hace que el cristianismo sea creíble. Si el cristianismo es verdad, merece la pena jugarse la vida. Si no lo es, es mejor elegir otra cosa.

Cuando la Iglesia se preocupa por defenderse del mundo, acaba por volverse incoherente. La única manera de ser la Iglesia es hablar el peculiar lenguaje de la paz, del perdón, del arrepentimiento y de la resurrección.

Cuando no hacemos nuestro trabajo, la Iglesia se vuelve comprensible para el mundo, pero pierde su misión. Deja de ser peculiar, aunque ahora sea coherente con una cultura que es cualquier cosa menos cristiana. Necesitamos esa fricción, esa pregunta imposible sobre cómo funciona la iglesia, ese desconcierto sobre lo que hace la iglesia, porque lo que hace es a menudo inconcebible para los que están fuera de ella.

Hoy en día, la Iglesia corre el riesgo de limitarse a reinstaurar las políticas y los resultados sociales favorecidos por el mundo. Seguirá haciendo girar sus ruedas para anunciarse y reclutar a personas que esperan algo similar a formar parte de la junta de una organización local sin ánimo de lucro. A menos que recuerde su tarea —perpetuar el culto de adoración a Dios— perderá por completo su identidad.

Debemos resistir la tentación de hacer las preguntas equivocadas sobre la iglesia. Debemos negarnos a justificar la existencia de la iglesia afirmando qué bien ofrecemos, cuál es nuestra contribución, o si podemos prometer que nuestra gente resistirá la tentación, si rechazará el uso indebido del poder o si su gente nunca se hará daño mutuamente.

La iglesia importa porque solo allí se dice la verdad sobre el mundo; porque solo allí se proclama al Señor como Rey.

A veces los pastores locales me preguntan qué pueden hacer para atraer a los jóvenes a su iglesia. Yo les digo que no hay buenas ideas para tal fin; de hecho, incluso formular la pregunta significa que malinterpretarían mi respuesta.

El único que atraerá a la gente a la iglesia es el Espíritu. La iglesia debe ocuparse de definir con claridad cuáles son las fronteras del mundo al ser un pueblo llamado por el Espíritu.

Como escribió Emmanuel Célestin Suhard: «Ser testigo no consiste en hacer propaganda, ni siquiera en agitar a la gente, sino en ser un misterio viviente. Significa vivir de tal manera que la propia vida no tendría sentido si Dios no existiera». Significa ser peculiar frente a un mundo que busca la próxima solución o medida provisional. Significa entonar un canto de alabanza cuando el peligro está cerca.

Los discípulos en el mar de Tiberíades habían terminado una larga noche de pesca. No habían pescado nada. Jesús salió a su encuentro, aunque al principio no lo reconocieron.

Tiren la red a la derecha de la barca, les dijo. Lo hicieron y recibieron abundancia de peces. Jesús había hecho un fuego a la orilla y les dio de desayunar (Juan 21:1-14).

En aquel momento, lo que importaba no era el cómo de la Resurrección, ni el por qué de su dolor, ni el qué hacer con su situación. Lo que importaba era alimentarse de Cristo, como amigos suyos.

En ese momento, los discípulos no se hicieron la pregunta equivocada. En lugar de eso, comieron y dieron testimonio de aquel cuyas obras registradas no tendrían cabida en el mundo entero (v. 25).

Pescaron porque obedecieron sus mandatos. Esta es la única justificación de la Iglesia que merece la pena.

Kirsten Sanders (doctora por la Universidad de Emory) es teóloga y fundadora de Kinisi Theology Collective.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

¿Por qué la resurrección de Jesús es tan importante para los cristianos palestinos en Israel?

El amanecer de un nuevo reino anuncia la esperanza de reconciliación y el alivio de la opresión.

Christianity Today April 10, 2023
Source images: Toa Heftiba / Unsplash / Statens Museum for Kunst / CCO / Edición por CT

Durante la Semana Santa, consideramos cómo la cruz de Cristo reconcilia a la humanidad con Dios. Pero para los cristianos palestinos que viven en Israel y que enfrentan opresión y discriminación de manera regular, la Resurrección y su poder para reconciliar a judíos y gentiles ofrece una esperanza suprema.

«La resurrección de Cristo es la prueba definitiva de que el mundo puede cambiar», dijo el teólogo palestino israelí Yohanna Katanacho.

Los cristianos palestinos celebran la Pascua tanto en fechas orientales como occidentales. Aproximadamente 160 000 cristianos palestinos actualmente tienen ciudadanía israelí, y alrededor de un tercio de ellos vive en Cisjordania y Gaza [enlaces en inglés].

Katanacho nació en 1967 y creció en medio de la guerra árabe-israelí que duró décadas y que avivó el odio y la enemistad entre judíos y árabes. Tras haber sido un defensor del ateísmo, Katanacho aceptó a Cristo a la edad de 19 años y ahora es decano académico y profesor de estudios bíblicos en Nazareth Evangelical College en Israel.

El libro de Katanacho, Reading the Gospel of John through Palestinian Eyes, explora las reinterpretaciones que hizo Juan del judaísmo tradicional a la luz de Cristo. «Juan ve que tener a Cristo es la bendición más grande que jamás haya existido, y sin Cristo, no tenemos nada (Juan 3:36). Como resultado, el espacio, el tiempo, la historia, la identidad y la tierra se releen a la luz de la centralidad de Cristo», dijo Katanacho.

Geethanjali Tupps, editora de libros globales, habló con Katanacho sobre el significado de la resurrección de Jesús en la Pascua para los creyentes palestinos y cómo su lectura del evangelio de Juan desafía a la iglesia mundial.

¿Cómo llegó usted a la fe cristiana?

Mi familia era católica romana, pero me volví ateo cuando era adolescente. Cuando tenía 19 años, tuve una experiencia con Dios que me cambió la vida. A las 3 a. m., escuché el sonido de campanas sonando. Cuando me desperté, no podía mover las manos ni las piernas. Estaba aterrado. Traté de liberarme con todas las ideas que me pasaron por la mente, pero no funcionó. A las 5 a. m. le dije a Dios: «Si esto es de ti, te prometo que te buscaré». En el momento en que dije eso, pude moverme de nuevo.

Después de esta experiencia, comencé a visitar una pequeña iglesia de la Alianza Cristiana y Misionera en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Mientras estaba allí, le dije a Dios: «¿Cómo es que eres el Dios de Israel y no el Dios de los palestinos?». Oré para entregarle a Dios mi mente y mi corazón, y luego soñé con un rostro que llenó mi corazón de paz y tranquilidad. Cuando desperté, sentí que alguien susurraba en mis oídos: «Yohanna, esta es la diferencia entre la gracia y las obras. Si quieres seguirme por tu propio esfuerzo, no puedes. Pero si estás en Cristo, estás protegido y Él es mi regalo para ti».

Las barreras en mi mente comenzaron a derrumbarse y así comenzó mi viaje espiritual. En vez [seguir] defendiendo el ateísmo, comencé un estudio bíblico en la Universidad de Belén y, a partir de entonces, otros ministerios cristianos comenzaron a aparecer en otras universidades palestinas.

¿Qué lo llevó a enfocar su erudición en el Evangelio de Juan?

Cuando las personas de todo el mundo leen el Evangelio de Juan, lo ven como un antisemita. Eso es injusto porque, en primer lugar, Juan era judío. Este es un debate judío interno entre los judíos que siguieron a Jesucristo y los judíos que no lo hicieron. Juan necesita ser vindicado en esa área, y su mensaje necesita ser escuchado más claramente.

La idea detrás de mi libro surgió cuando hice la pregunta: «¿Cómo batalla Juan con su propia identidad? Noté que el Evangelio de Juan tiene un gran enfoque en cuestiones relacionadas con la identidad en las declaraciones «Yo soy» (Juan 6:35; 8:12; 10:7,11; 11:25; 14:6; 15:1).

Como palestino con ciudadanía israelí, lucho con mi identidad en medio de una mayoría judía. Quiero celebrar las múltiples identidades que Dios ha diseñado para mí. Sin embargo, en realidad, estas identidades están en conflicto debido a agendas políticas y valores culturales que son incompatibles con las Escrituras. Mis múltiples identidades como palestino, israelí y seguidor de Jesús hacen que algunas personas se sientan incómodas y, en consecuencia, buscan silenciar las partes de mi identidad que no les gustan.

Estudiar el Evangelio de Juan les brinda a los cristianos palestinos como yo la oportunidad de explorar los estratos de complejidad inherentes a nuestras identidades. Juan era un seguidor de Jesucristo en un contexto mayoritariamente judío. Yo soy un cristiano que vive en medio de una mayoría judía en Israel. Ambos luchamos con nuestra identidad y cómo llevar vidas misioneras en nuestros contextos particulares, lo que implica desarrollar relaciones arraigadas en amar a Dios y al prójimo, y llevar el reino del amor a un mundo lleno de odio.

¿Qué eventos de la Semana Santa explora en su libro?

Escribo sobre las realidades sociopolíticas de la Crucifixión en el Viernes Santo. En muchos círculos evangélicos, la Cruz representa la redención. Pero la Cruz también tiene otras dimensiones teológicas importantes, como la forma en que sirve como símbolo de pacificación.

Donde Roma trató de marcar el comienzo de la paz con la espada durante la Pax Romana (en latín, que significa «paz romana»), Cristo lo hizo al morir en la cruz. Donde Roma introdujo la paz al silenciar las voces proféticas y perpetuar la injusticia, la paz de Cristo ofrece el perdón al transformar los corazones de los opresores y abrir las puertas para la reconciliación con Dios (Lucas 23:34,47).

¿Qué formas de opresión enfrentan los palestinos que viven en Israel?

Somos tratados como ciudadanos de segunda clase. Enfrentamos leyes opresivas e injusticia estructural. Si usted es un ciudadano israelí palestino y se casa con un palestino de los territorios palestinos, su cónyuge no puede adquirir la ciudadanía israelí; ni siquiera una tarjeta de identificación. Esto hace que sea extremadamente difícil para ellos trabajar u obtener cobertura médica del gobierno israelí.

Israel no ha establecido un solo pueblo o ciudad árabe desde su fundación. Algunas de estas ciudades en la región del Negev no han sido reconocidas por el gobierno israelí desde que se fundó Israel en 1948. Las ciudades palestinas-israelíes reciben fondos limitados, aunque la gente paga impuestos en su totalidad. Como resultado, la infraestructura de las ciudades palestinas-israelíes es deficiente. No cuentan con servicios médicos, educativos o gubernamentales. Las casas de las personas son demolidas con frecuencia porque son vistas como viviendas ilegales.

Al pensar en los eventos de la Semana Santa, ¿qué mensaje tienen para su realidad actual?

Jesús trató con el Imperio romano al sacar a la luz su inclinación por la violencia en la cruz. Él mostró la maldad de ellos al sufrir con los que sufren, como se ve con los ladrones que fueron crucificados junto a Él (Lucas 23:32-43).

Jesús apoyó a las mujeres, los pobres y los marginados no solo empoderándolos o sanándolos, sino también creando un mundo nuevo. El poder de este nuevo mundo es la resurrección. A través del sufrimiento de Cristo en la cruz llegamos a este momento de resurrección. Vemos que la esperanza y la transformación son posibles.

La Resurrección puso fin a la enemistad entre judíos y gentiles. El amanecer de esta nueva «civilización» terminó con un reino en el que hay ciudadanos de segunda clase y creó un reino donde todos los habitantes son ciudadanos de primera clase. Tanto los judíos como los gentiles son iguales en Cristo.

La resurrección de Jesús me anima a ver cómo el amor, la misericordia y la igualdad apuntan a esta nueva «civilización», de la cual los cristianos son misioneros. ¿Cómo podemos ofrecer justicia y perdón verdadero para allanar el camino hacia la reconciliación? Lo hacemos sufriendo con los que sufren injustamente y luchando contra la injusticia porque lastima tanto a los judíos como a los palestinos.

¿Por qué su libro es importante para la iglesia mundial?

Mi libro invita a la iglesia global a reflexionar no solo sobre el Evangelio de Juan sino también sobre la teología contextual de los ciudadanos palestinos de Israel, particularmente en los temas de igualdad e identidad.

Las discusiones geopolíticas a menudo se centran en la creación de dos estados separados, uno para los árabes palestinos y otro para los judíos israelíes. Pero más del 20 por ciento de los ciudadanos israelíes son palestinos. Cuando hablo hebreo con mis vecinos judíos, mi acento revela que soy un ciudadano palestino de Israel. Si surgiera una amenaza de bomba en Israel, yo también estaría bajo amenaza, pero no sería considerado ciudadano israelí sino palestino. Parte de mi identidad estaría bajo ataque.

La misma situación sucede con Pedro. Cuando Pedro va a Jerusalén, su acento revela sus raíces galileas (Mateo 26:73). Pedro siente la tensión de ser galileo entre los judíos de Jerusalén. Entonces, niega su identidad cultural y lingüística, lo que lo lleva a negar sus normas éticas y, en consecuencia, a negar a Cristo.

Esto tiene un valor contextual y misional: ¿cómo podemos afirmar nuestras identidades lingüísticas y culturales, y afirmar a Cristo al mismo tiempo? ¿Qué debo hacer como ciudadano palestino de Israel y cómo puedo evitar que mi fe cristiana sea marginada? Estas son preguntas legítimas para mí.

¿Por qué su libro es importante también para los lectores palestinos?

Los judíos quieren que Jesús sea judío. Los palestinos quieren que Jesús sea palestino. Creo que ambos enfoques son nacionalistas y nos impiden adorar a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

Prevalece la creencia de que el estado de Israel es para personas étnicamente judías. Esto excluye a las personas que no son judías, incluso si son ciudadanos israelíes. Esta no es la visión del Evangelio con respecto al judaísmo de Jesús.

El judaísmo de Jesús puede entenderse escatológicamente. Él redefine el judaísmo de manera inclusiva y encarna sus esperanzas más profundas. Él es el ser humano perfecto que representa una humanidad amorosa y acogedora, en lugar de una exclusivamente etnocéntrica.

El Antiguo Testamento soñaba con tener la ley escrita en el corazón de Israel (Jeremías 31:33), lo que se refiere a conocer a Dios profunda y personalmente. Este sueño está encarnado en Jesús. Los autores del Nuevo Testamento como Pablo entendieron que el judaísmo de Jesús es escatológico cuando dijo que la circuncisión no es «meramente externa y física», sino que requiere una transformación interna donde nuestros corazones sean circuncidados por el Espíritu (Romanos 2:28-29).

El judaísmo escatológico de Jesús no es una amenaza para los palestinos. Es un judaísmo que invita a palestinos e israelíes a ser uno en Cristo, en lugar de un judaísmo exclusivo que expulsa a personas de otras etnias. Esto es lo que la iglesia necesita proclamar desesperadamente.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Junia, la mujer apóstol encarcelada por el evangelio

Lo que las Escrituras nos dicen sobre la historia de esta «sobresaliente» mujer judía.

Christianity Today April 6, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

Hace aproximadamente una década, cuando mi familia estaba de vacaciones en Roma, Italia, visitamos la Basílica de San Pietro in Vincoli («San Pedro encadenado»), donde los turistas y peregrinos cristianos acuden a ver la famosa estatua de Moisés de Miguel Ángel y unas cadenas de prisión que, según la tradición, pertenecieron al apóstol Simón Pedro durante su encarcelamiento (Hechos 12:3-19).

Sin embargo, no fueron solo los apóstoles varones quienes fueron privilegiados con el regalo no deseado de los grilletes. Pablo nos dice en Romanos 16:7 que Andrónico y su esposa, Junia o Junias, ambos fueron encarcelados por causa de Jesús: «Saluden a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisiones, quienes son muy estimados por los apóstoles y también fueron antes de mí en Cristo» (Romanos 16:7, RV2015) [La Reina Valera Antigua y otras traducciones hacen uso del nombre «Junia»].

Dos elementos de este versículo han sido objeto de un profundo escrutinio y un vigoroso debate: ¿Era Junia una mujer? Y, ¿era ella realmente una «apóstol»?

Con respecto a la primera pregunta, durante un lapso de varios cientos de años, las traducciones de la Biblia han tratado a esta persona como hombre (con el nombre de Junias, nótese la s), principalmente porque era impensable que Pablo pudiera referirse a una mujer como «apóstol». Pero los eruditos bíblicos han redescubierto su identidad femenina en las últimas décadas por varias razones, incluido el hecho de que Junia era un nombre femenino popular en la época romana, mientras que no hay registro alguno del nombre Junias.

Con respecto a la segunda pregunta, Pablo reconoce que la pareja casada era judía como él y que siguieron a Jesús antes que él. Como sabemos que Pablo llegó a creer en Jesús poco después de la Resurrección (digamos, alrededor del año 33 d. C.), Andrónico y Junia se encontraban entre la «primera generación» de líderes apostólicos cristianos.

De hecho, la mayoría de los primeros padres de la iglesia y teólogos de los siglos segundo, tercero y cuarto dieron por sentado dos hechos: que Junia era una mujer y que Junia era una apóstol.

Como escribió el teólogo y predicador del siglo IV Juan Crisóstomo: «Ser apóstol es algo grande. Pero para sobresalir entre los apóstoles, ¡piensa en qué maravilloso canto de alabanza es ese!… De hecho, cuán grande debe haber sido la sabiduría de esta mujer que incluso fue considerada digna del título de apóstol».

Orígenes, otro padre de la iglesia primitiva, se preguntaba si esta pareja había formado parte de los 72 discípulos enviados por el mismo Jesús (Lucas 10:1; apóstol significa «uno que es enviado»).

Pero lo que a menudo se deja de lado en la discusión sobre Junia es su encarcelamiento y lo que esto nos dice sobre ella. La mención de Pablo de Junia y Andrónico en Romanos es mucho más que un simple saludo a la distancia. Pablo estaba destacando intencionalmente a esta pareja casada, a quienes consideraba cristianos modelo, de fe intrépida, y un ejemplo para la iglesia en Roma.

La cultura romana promovía el ideal de una mujer tranquila, obediente, encantadora y dulce, que permanece en casa, trabaja la lana, atiende a los niños y cuida de su hogar. Y aunque los primeros cristianos también creían en un hogar cálido y estable, líderes como Pablo elogiaron con entusiasmo a Junia y a su esposo, por su servicio y sacrificio en la primera línea del ministerio evangélico.

Pablo también celebra a otra pareja casada, Priscila y Aquila, líderes de iglesias que se reunían en casas y que arriesgaron sus vidas por el evangelio; así como a Febe, una diaconisa de la iglesia. También nombra y elogia a Epeneto como el primer converso asiático. Pablo eleva a estas y otras figuras por su fe valiente y, en algunos casos, aplaude su fidelidad a pesar de su aprisionamiento.

Mirando las propias experiencias de Pablo, vemos que reconoce numerosos encarcelamientos y menciona de paso también la tortura (2 Corintios 6:5; 11:23). Las prisiones eran algunos de los lugares más oscuros y feos de la sociedad romana, así que, ¿cómo llegó ahí una mujer como Junia?

Entre los muchos miles de textos griegos y romanos que se preservan de la antigüedad, casi no tenemos registro de mujeres en las prisiones romanas. Esas prisiones fueron diseñadas para retener a presuntos infractores de la ley acusados de delitos graves como asesinato y traición. Por delitos menores, un hombre recibía una multa o una paliza. Las mujeres, por su parte, con frecuencia eran enviadas a casa y castigadas por su familia.

Para las muy pocas mujeres que fueron enviadas a prisión, las condiciones eran horribles: hacinamiento, falta de aire fresco, oscuridad y grilletes de metal pesados y afilados que a menudo cortaban la piel. Además de eso, los sonidos de tortura resonaban por los pasillos, y la amenaza de la violencia sexual habría sido un temor constante para las pocas mujeres encarceladas.

Roma usaba las prisiones como lugares de detención hasta el juicio y la sentencia, pero sus prisiones eran notoriamente brutales. Los presos no tenían derechos ni protecciones como los que existen hoy en día. Muchos murieron antes de ver a un juez; algunos incluso por su propia mano.

Pero Pablo habla del encarcelamiento de Junia como una insignia de honor, describiéndola a ella y a Andrónico como compañeros de prisión. En este texto, utiliza un término específico para prisionero: synaichmalōtos, que técnicamente significa «prisionero de guerra» o «cautivo de guerra». Dado que los cristianos no estaban políticamente en guerra con Roma en un sentido literal, este término es usado más bien en sentido metafórico. Pablo está diciendo que estos cristianos están encadenados a causa del evangelio, es decir, a causa de su testimonio público acerca de Jesucristo.

Roma no era el verdadero enemigo en esta guerra: Pablo tiende a enfocarse en el pecado, la muerte y Satanás como los archienemigos del evangelio. Pablo entendió tales encarcelamientos como una forma de guerra espiritual. Pero, ¿por qué exactamente estaban Andrónico y Junia en prisión en primer lugar? ¿De qué delitos fueron acusados?

Dado el elogio de Pablo hacia ellos como héroes de la fe, podemos suponer que no fue por algo como asesinato o violencia. La opción más probable es que este dúo apostólico haya sido detenido por provocar un disturbio mientras predicaban el evangelio en un lugar público. Mi mente va al incidente de Éfeso en Hechos, donde el ministerio de Pablo provocó una revuelta. Un líder local calmó a la multitud y les advirtió del riesgo de la intervención romana (Hechos 19:21-41).

De la misma forma, me imagino a apóstoles como Andrónico y Junia yendo de ciudad en ciudad, predicando el evangelio en lugares públicos y privados, haciendo milagros, liberando a los cautivos y enfrentando las consecuencias de trastornar al mundo, como dice Hechos 17:6. Junto con esta pareja, Pablo también llamó a Aristarco y Epafras «compañeros prisioneros de guerra» (Colosenses 4:10; Filemón 1:23). Lo que todos comparten es la insignia ilustre de ser prisioneros por causa del evangelio de Jesucristo.

En sus famosas homilías bíblicas, Juan Crisóstomo argumentó que las cartas de los apóstoles escritas mientras estaban en prisión son más preciosas que las que escribieron cuando estaban libres. Él escribe: «¡Ay! ¡Esos benditos lazos! ¡Oh! ¡Esas manos benditas que las cadenas adornaron!». Y poco después dice que ningún milagro de sanidad en las Escrituras se compara con la gloria de esas cadenas.

¿Por qué tanta reverencia por los grilletes de metal de la prisión?

Primero, los creyentes que están encarcelados por su fe se ven obligados a pensar más profunda y claramente sobre la vida y la muerte, y sobre la importancia de las cosas eternas. Pero Filipenses 3:10 nos lleva aún más allá, donde Pablo escribe: «Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte».

Los primeros líderes cristianos como Junia tuvieron el privilegio distintivo de ser parte de esta comunión de sufrimiento en sus encarcelamientos a causa del evangelio. Aquellos que sufrieron tales degradaciones con y por Jesús demostraron la potencia de su fe, la verdad de su convicción y la amplitud de su amor por Cristo, quien primero dio su vida por ellos.

Para Pablo, no había resultado más grande que una nueva fe en el evangelio, ni señal más grande de perseverancia que ser un prisionero encadenado a causa del evangelio. Crisóstomo tenía razón: esas cadenas son preciosas, no como reliquias sagradas, sino como evidencia de haber contado y pagado el costo de obedecer la comisión de dar testimonio público.

Nijay K. Gupta es profesor de Nuevo Testamento en Northern Seminary y autor de Tell Her Story: How Women Led, Taught, and Ministrated in the Early Church.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Los seres humanos somos mayordomos, no esclavos de Dios

El concepto bíblico de imago Dei distingue la narrativa judeocristiana de otras historias antiguas sobre el origen de las cosas.

Christianity Today April 4, 2023
Ilustración por Christianity Today / Source Images: WikiMedia Commons

Recientemente, se han tenido discusiones sobre la identidad más fundamental de la humanidad, sobre si somos ante todo pecadores que necesitan un Salvador, o si Dios nos ha creado con una naturaleza que es fundamentalmente buena. Este es un tema profundamente teológico con implicaciones para casi todos los aspectos de nuestras vidas y la sociedad en general.

¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué significa ser humano? Estas son preguntas que prácticamente todas las sociedades humanas se han hecho y han respondido a través de historias sobre el origen de las cosas, las cuales son narrativas religiosas o culturales que hablan del propósito y el destino de la humanidad.

Estuve explorando muchas historias diferentes sobre el origen en todo el mundo mientras hacía una serie de videos llamada «Storytelling and the Human Condition» para The Teaching Company y Wondrium (anteriormente The Great Courses). Y aunque crecí en un hogar cristiano evangélico, me sorprendió mucho lo que yo misma daba por sentado en la antropología judeocristiana al compararla con otras historias.

En la cosmovisión judeocristiana, la historia del origen de la humanidad está definida por la imago Dei: la noción de que Dios creó a los seres humanos a su imagen. Y cuando comparé la narrativa de la creación en Génesis con otras historias antiguas de la región mesopotámica, tuve una comprensión renovada de este concepto.

Génesis revela información importante sobre el carácter del Dios judeocristiano. Hay un solo Creador que actúa sobre el mundo con intención y trae orden del caos. Hay un propósito para todo. Todo se hace en un ambiente pacífico: al crearlo todo, que Dios dijera «Que exista» fue suficiente para llevar a cabo una creación completamente nueva.

Después de la creación del cosmos, la tierra y los animales, Dios creó a Adán y Eva, y esto sugiere que la humanidad es el pináculo del mundo creado. Los seres humanos llevan la huella de lo divino, ya que compartimos la naturaleza del Dios que nos creó. El concepto de imago Dei significa que tenemos dignidad, así como la responsabilidad de administrar el resto del mundo creado.

En contraste, veamos la que a menudo se considera la historia de la creación más antigua del mundo: el Enuma Elish de la antigua Babilonia alrededor del año 1100 a.C. Esta narrativa violenta puede parecernos extraña hoy en día, pero revela cómo la antigua civilización babilónica entendió cómo el mundo, los dioses y los seres humanos llegaron a existir.

Al principio de los tiempos, solo existen dos seres primordiales: Apsu y Tiamat. Dan a luz a otros dioses. Cuando sus hijos se portan mal, comienza una guerra intergeneracional bastante sangrienta.

Después de un gran tumulto, Marduk, el hijo de Apsu y Tiamat, crea los cielos con la mitad del cuerpo de su madre, y la Tierra con la otra mitad. Marduk hace que algunos dioses de entre sus compañeros sean mayordomos sobre los cielos, el aire y el agua, y pone en movimiento los planetas y el tiempo.

El resto de los dioses —todavía amargados contra la generación anterior de dioses— exigen más venganza, por lo que Marduk mata a su padrastro, Kingu, y de su sangre, Marduk crea la humanidad.

Marduk entonces da a conocer cuál es su propósito al crear a la humanidad: «Traeré a la existencia una humilde criatura primitiva… para que los dioses descansen» (énfasis añadido).

El cosmos ahora está establecido. Marduk es el gobernante supremo sobre el universo, el cual incluye a los otros dioses y la humanidad. Los seres humanos fueron creados como una ocurrencia tardía, solo después de que los otros dioses se quejaron de su trabajo y anhelaron más venganza, y el propósito de la existencia de la humanidad es «liberar a los dioses» de los trabajos diarios de su existencia.

La narrativa del Génesis y el Enuma Elish comparten algunas similitudes.

Por ejemplo, ambas historias se basan en la idea de que la humanidad de alguna manera participa en la naturaleza de lo divino. En Génesis, el hombre es creado a imagen de Dios, y Dios sopla vida en Adán. En el Enuma Elish, la humanidad emerge de la sangre de un dios. Aún así, la humanidad sigue siendo distinta de Dios en ambas historias.

De forma similar, tanto Génesis como el Enuma Elish afirman que la humanidad fue creada para el trabajo. Dios le ordenó a Adán y Eva que cultivaran la tierra y que tuvieran mayordomía sobre ella. En la historia babilónica, la humanidad estaba destinada a trabajar al servicio de los dioses por toda la eternidad.

Pero hay una diferencia entre la mayordomía del Génesis y la servidumbre del Enuma Elish. En Génesis, no fuimos simplemente creados para trabajar. Nosotros, y la creación en general, tenemos también un propósito no utilitario: deleitar a Dios y deleitarnos en Él.

El estribillo que viene después de cada acto de la creación: «Y Dios consideró que esto era bueno», muestra que Dios se complació en su mundo creado. Un superlativo se agrega a esta declaración después de que los seres humanos son creados, cuando «Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno» (Génesis 1:31, énfasis agregado).

Génesis nos dice que hay belleza y abundancia que se puede encontrar y disfrutar en el mundo que Él creó para que lo habitemos. La belleza y el regocijo no son utilitarios. Tenemos trabajo que hacer aquí en la Tierra, pero disfrutar de nuestra vida en el cumplimiento de nuestros deberes afirma la forma de vida para la que Dios nos creó. También hay un orden, un diseño y un propósito para el mundo del cual somos parte.

En Génesis, los seres humanos son únicos entre la creación. No fuimos creados como una ocurrencia tardía en medio de una guerra cósmica intergeneracional, ni de la sangre de un dios asesinado para liberar a otros dioses del trabajo, como sucede en el caso en el Enuma Elish. En la narrativa babilónica, no hubo un «primer hombre» creado, no hubo un Adán, sino que la humanidad fue creada de forma anónima y en masa.

El Nuevo Testamento también nos dice que los seres humanos fueron creados para llevar vidas de gozo y plenitud. Como dice Jesús en la segunda mitad de Juan 10:10, «yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (NVI).

En la historia judeocristiana, ninguna otra criatura fue creada a imagen de Dios. Los seres humanos son distintiva e intrínsecamente valiosos. Esta tradición ha sido integral en el desarrollo de los conceptos de la dignidad humana y de los derechos humanos que a menudo damos por sentado en nuestro mundo moderno de hoy.

Como argumenta el clasicista secular Tom Holland en su reciente libro Dominion: How the Christian Revolution Remade the World, los derechos humanos universales, o un concepto de la cualidad de los seres humanos como personas, eran completamente ajenos al mundo pagano grecorromano. Fue el cristianismo y la imago Dei los que forjaron y construyeron nuestra ética actual de respeto básico por otros seres humanos.

La idea de que todos los seres humanos tienen el mismo valor ante los ojos de Dios es una anomalía histórica. La mayor parte de la historia humana ha rechazado esta idea: se creía que solo la tribu y la familia de uno importaban. Todos los demás eran menos valiosos o menos que humanos —especialmente los enemigos—.

Las historias que contamos reflejan y dan forma a cómo vemos el mundo y nuestro lugar en él. Las narrativas que aceptamos sobre nuestros orígenes, junto con lo que creemos acerca de Dios y la relación de la humanidad con Dios, invariablemente colorean la forma en que vemos nuestro papel y propósito en el mundo. Explorar visiones del mundo que difieren de las nuestras nos permite ver lo que damos por sentado: nos aclaran y nos ayudan a apreciar mejor nuestras propias historias.

Comparar la historia del origen babilónico con la narrativa de la creación del Génesis renueva mi gratitud de que no soy simplemente un siervo sin gloria para la divinidad, ni mi destino está sujeto al capricho de sus antojos. En cambio, sirvo a un Dios justo y benevolente que es fundamentalmente afectuoso hacia su creación, y especialmente hacia los seres humanos, a quienes creó para deleitarse y ostentar su propia imagen.

Nos volvemos más plenamente humanos, y más verdaderamente nosotros mismos [enlace en español] cuando reflejamos su imagen al crear y participar en el mundo que nos rodea, embelleciendo y ennobleciendo nuestro trabajo como «pequeños creadores», incluso cuando contamos y volvemos a contar historias llenas de significado.

Alexandra Hudson es la fundadora de Civic Renaissance, ex becaria de periodismo Novak y creadora de una nueva serie con The Teaching Company, llamada Storytelling and the Human Condition. Su libro, The Soul of Civility: Timeless Principles to Heal Society and Ourselves, se publicará próximamente en St. Martin's Press.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Este Domingo de Ramos, reflexiona sobre burros, no sobre ramas

Para su entrada en Jerusalén, Jesús escogió un símbolo de humildad, no de poder militar.

Christianity Today March 31, 2023
WikiMedia Commons / Edición por Christianity Today

Las iglesias cristianas de todo el mundo comienzan la semana más santa del año con lo que popularmente se conoce como Domingo de Ramos, el cual conmemora uno de los pocos eventos en la vida de Jesús registrados en cada uno de los cuatro Evangelios: su entrada en Jerusalén, seguida de una estridente y cálida bienvenida con muchas ramas ondeando (solo Juan 12:13 menciona que eran palmas). En Israel hoy en día, las iglesias aún recrean el viaje desde el Monte de los Olivos hasta Jerusalén, la ruta supuestamente tomada por Jesús hace tantos siglos.

Cuando era niño, incluso en el mundo poco litúrgico de la tradición bautista negra, recuerdo cómo recibía una rama de palma y marchaba obedientemente al santuario con una palma en una mano y mi ininteligible Biblia King James en la otra. Este año, el Domingo de Ramos, seré un adulto tratando de asegurarme de que mis hijos no usen las palmas como armas para hacer cosquillas y molestar a sus hermanos.

Mientras estudio esta historia en las Escrituras, me sorprende el hecho de que el símbolo principal de este día, es decir, la palma, no fue elegido por Jesús.

Juan escribe: «… tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo…» (Juan 12:13). ¿Por qué la multitud eligió ramas de palma? Podría haber sido simplemente porque las palmeras estaban cerca. Pero la historia nos dice que podría haber una razón más profunda: esas plantas estaban vinculadas simbólicamente a las victorias militares y al Mesianismo.

Según uno de los textos deuterocanónicos, una generación antes de Jesús, cuando Simón Macabeo expulsó a los enemigos de Israel de Jerusalén, la gente celebró agitando ramas de palma:

«El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, entró Simón en la ciudadela entre cantos de alabanza, con palmas y al son de arpas, platillos y cítaras, con himnos y cantos, porque Israel se había visto libre de un terrible enemigo» (1 Macabeos 13:51, DHH).

El Testamento de Neftalí, otro libro escrito por judíos de ese período también analiza las ramas de palma en el contexto de la expectativa mesiánica [enlaces en inglés]. Entonces, cuando Jesús entró en Jerusalén, la gente usó las ramas de palma como una forma de interpretar su identidad. Él era otro Simón Macabeo, es decir, un rey largamente esperado que expulsaría a los gentiles.

Todos los evangelios son claros en que Jesús eligió un símbolo, una manera para que su pueblo le diera sentido a su reinado. Pero era el burrito, no la rama de palma (Juan 12:14). Juan ve correctamente el burro de la forma en que Jesús quería. Era el cumplimiento de Zacarías 9:9, que dice: «¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, Salvador y humilde. Viene montado en un asno en un pollino, cría de asna».

Jesús escogió un símbolo que enfatizaba la mansedumbre y la humildad, no la fuerza militar. Este hecho debe ayudarnos a entender cómo debemos celebrar y recordar su entrada a Jerusalén. Por supuesto, no sería práctico para todas las iglesias del mundo encontrar un burro y jalarlo dentro y fuera del santuario. Pero podemos usar el Domingo de Ramos para reflexionar sobre lo que significa seguir a un rey que rechazó el camino de la violencia.

Mientras centramos nuestra atención en el burro y no en la palma, ¿qué prácticas podría inspirarnos? ¿Qué aspectos de la cultura cristiana estadounidense podría criticar?

No estoy argumentando que todas las expresiones públicas del cristianismo deban ser pasivas y no asertivas. En la plaza pública, por ejemplo, me doy cuenta de que algunos cristianos «controlan el tono» de otros y se sienten incómodos con las demostraciones de emoción. Su objetivo es una fe reservada que nunca habla claramente sobre los males que acechan en los corazones de las personas o de la sociedad en general. Los cristianos pueden y deben usar palabras fuertes, especialmente cuando se relacionan con la injusticia estructural o la injusticia personal.

Por otro lado, he notado que algunos de nosotros nos hemos vuelto demasiado confiados en nuestro propio discernimiento. Estamos convencidos de que tenemos razón, y nuestros enemigos no solo están equivocados, sino que son malvados. Seguramente Jesús odia las cosas que nosotros odiamos, ¿no es así?

Seguramente, Él quiere establecer su gobierno a través de nosotros ahora mismo, y quiere hacerlo con un tuit furioso y un comentario feroz a la vez. Levantamos nuestras ramas de palma y levantamos nuestros gritos en apoyo del Jesús que hemos creado en nuestras mentes, no del Mesías crucificado cuyo gobierno está arraigado y cimentado en el amor. Él se ha convertido en un grito de guerra para nuestra agenda, no la suya.

Como escribe Russell Moore, «Jesús tiene razón al decir que este tipo de odio y violencia nunca conduce a donde pensamos que lo hará: a la derrota de todos nuestros enemigos y a la victoria de “nosotros”, quienquiera que seamos “nosotros”».

Hemos olvidado que el mundo es a la vez el objeto del afecto de Dios y un lugar que se encuentra en rebeldía contra su creador. La fidelidad cristiana implica mantener estas cosas en tensión. Hemos concedido tantas excepciones al mandato del amor que casi lo hemos vaciado de significado. Hemos acumulado la gracia de Dios para nosotros mismos, pero nos negamos a ofrecérsela a otros. Todos estamos gritando acerca de Jesús, pero no prestamos atención a sus propias palabras y acciones.

Para ser claro, no soy un aguafiestas. No tengo ningún deseo de arrebatar las palmas de las manos de niños felices, ni de poner fin a la larga tradición de procesiones e himnos que marcan este día. En cambio, espero que, durante las celebraciones de la Semana Santa, podamos reducir la velocidad de nuestras vidas lo suficiente como para pensar en los mensajes contradictorios del Domingo de Ramos.

La afirmación de Jesús acerca de que Él era el Mesías no se trataba simplemente de la meta de poner el gobierno de Dios sobre todas las cosas. Él y la multitud estuvieron de acuerdo en ese punto. Sin embargo, su vida y ministerio en la tierra también giraron en torno a los medios para lograr esa meta: a saber, el amor sacrificial. Jesús nos dio no solo el don del perdón que fluye a través de su Pasión y Resurrección, sino también un camino a seguir. De esa manera se necesita dar testimonio tanto en público como en privado.

Dicho de otra manera, me preocupa que, en nuestro deseo de derrotar a nuestros enemigos, estemos perdiendo las virtudes cristianas y el fruto del Espíritu.

Si nos esforzamos por establecer el gobierno de Dios colocando la autoafirmación sobre el cuidado del prójimo, el pragmatismo sobre los principios y la malicia sobre el amor, entonces, sin importar lo que logremos, ya no estaremos siguiendo el camino de Jesús. Dios escogió la mansedumbre, la integridad y el amor para reunir a su pueblo. Ese es el mensaje del Domingo de Ramos. A pesar de todos los gritos de aclamación, Jesús nunca perdió de vista la cruz.

Esta Semana Santa, pues, sigamos a Aquel que va montado sobre el burro, a fin de que nos recuerde de nuevo el camino de la vida eterna.

Esau McCaulley es profesor asociado de Nuevo Testamento en Wheaton College. Es teólogo residente en la Iglesia Bautista Progresista, una congregación históricamente negra en Chicago, y autor de las próximas memorias, How Far to the Promised Land: One Black Family's Story of Hope and Survival in the American South.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

John Stott: ‘Las tradiciones evangélicas no son infalibles’

Los sermones del difunto teólogo se están digitalizando gracias a uno de los amigos de su familia.

John Stott

John Stott

Christianity Today March 31, 2023
Ilustración por Christianity Today / Source Images: Getty / Fotografía cortesía de johnstott.org

El público pronto tendrá acceso a la colección digital de cientos de sermones grabados y transcripciones de John Stott, mismos que abarcan cinco décadas de su ministerio.

El influyente teólogo del movimiento evangélico moderno se adhería al principio de lo que él llamaba (23:53) «la doble obligación» de los expositores bíblicos: «Hacer accesible el texto de las Escrituras con fidelidad a la palabra antigua y sensibilidad para el mundo moderno» [enlaces en inglés].

«John estaba muy involucrado con lo que él llamaba la doble escucha: escuchar las Escrituras y escuchar al mundo. Y [él enseñaba] que cuando predicas, necesitas tener ambas», contó a CT Mark Hunt, un albacea del patrimonio literario de Stott.

Hunt fue el coordinador principal de un pequeño grupo encargado del proyecto a largo plazo de organizar los sermones de Stott. Su trabajo principal fue escuchar y editar cerca de 650 grabaciones realizadas durante las décadas en que Stott trabajó como predicador en la iglesia All Souls Church de Londres y viajó por el mundo dando conferencias.

Stott influyó mucho en la vida y la carrera de Hunt, y como amigo de la familia convertido en mentor, lo invitó a trabajar en las juntas directivas de sus organizaciones sin fines de lucro y a acompañarlo en viajes por todo el mundo.

Faithlife, la compañía conocida por el software bíblico Logos, se puso en contacto con los albaceas literarios de John R. W. Stott con respecto al proyecto de los sermones por primera vez en 2016. Sin embargo, no fue hasta 2020 que Hunt comenzó el proceso de refinar los registros de audio del difunto líder evangélico. Esto incluyó cortar el sonido de la tos, las pausas largas y los crujidos del papel. También incrementó la velocidad del audio.

«John era muy intencionado en su predicación, misma que era maravillosa y le daba a la gente la posibilidad de reflexionar. Pero [las grabaciones originales] no brindaban la mejor experiencia al escuchar el audio», explica Hunt.

Finalmente terminó de editar en diciembre de 2022 y pasó el proyecto a manos de Faithlife. La compañía tiene ahora el archivo de sermones de John Stott disponible para preventa, aunque siguen trabajando para completar el proyecto.

«Actualmente no tenemos una fecha de lanzamiento», le dijo a CT Ben Amundgaard, director de productos de estudio bíblico de Faithlife. «Aunque el audio está completo, estamos creando transcripciones de todos los sermones en audio».

En general, Hunt describe esta experiencia de escuchar durante dos años como un trabajo de amor.

«Espero que resulte ser un regalo para la iglesia y un pequeño símbolo de mi gratitud por el impacto de Stott en mi vida», dijo.

En una entrevista con CT, Hunt compartió lo que ha aprendido tras escuchar cientos de sermones de Stott. La transcripción de la entrevista se ha editado para fines de claridad y extensión.

¿Cómo fue escuchar a John Stott predicar a través de las décadas, particularmente en los comienzos de la COVID-19, cuando gran parte de Estados Unidos estaba confinado?

El problema con la edición de cualquier clase es que, como cuando estás lijando una puerta, no puedes dejar de ver imperfecciones. A veces alguien tiene que venir y quitártelo de las manos.

Y tenía la sensación de: «Tengo una fecha de entrega; tengo que hacerlo. Y aun así quiero tratarlo con cuidado». Además de todo eso, mientras me empujaba a mí mismo a seguir avanzando, también estaba esta sensación de estar escuchando a John, y de escuchar la verdad que él hablaba desde las Escrituras, y algunos días a veces solo sentía como: «Ya está. No puedo más».

Bajaba a ver a mi esposa y ella me escuchaba pacientemente mientras repasaba lo que había visto de nuevo en el trabajo de ese día. Así que sí, ha sido un proceso demandante y bastante emocional. Cuando terminé, tuve una sensación de alivio y tristeza.

¿Hubo algún momento especialmente transformador para ti mientras escuchabas?

Creo que, antes que nada, la profundidad de las Escrituras y de la teología era asombrosa. Había veces en las que paraba y decía: «Vaya, esta iglesia tuvo décadas de enseñanza a este nivel». Esta inmersión sobresale en su predicación todo el tiempo. Él veía el cuadro completo.

Él veía cómo las cosas iban de la mano a un nivel de profundidad con el que tú dirías: «Eso no es profundo». Pero la profundidad es que él unía todas las piezas. Da la sensación de que él no estaba predicando, sino… que estaba parado a tu lado y que juntos estaban aprendiendo bajo la autoridad de las Escrituras.

En uno de los sermones dice: «Creo que la gran dificultad que tiene hoy cualquier comunicador o predicador cristiano es tener la valentía de enfrentar las [diversas] formas en que las Escrituras aplican en su propia vida». Él aplicaba las Escrituras a sí mismo antes que a nadie.

Después, en otro sermón, habla de las marcas del auténtico evangelicalismo. Y sería curioso saber cómo John trataría ese tema hoy, considerando lo que le ha sucedido al término. Pero en aquel entonces se trataba de una gran visión de las Escrituras aplicadas a las realidades del mundo actual.

Él decía: «La marca del auténtico evangelicalismo no es que mantengamos las tradiciones de los ancestros evangélicos. Más bien es que nos preparemos para reexaminar incluso las tradiciones más antiguas a la luz de las Escrituras, para permitir que sean ellas, si es necesario, las que juzguen y reformen nuestras tradiciones. Las tradiciones evangélicas no son infalibles; tienen que ser examinadas nuevamente. Tienen que ser juzgadas. Tienen que reformarse». Bueno, esa es una declaración que creo que suena como verdad hoy.

Lo tercero que me impresionó fue su idea de la generosidad de Dios. Él dice: «Nuestro Dios es un Dios generoso. Así que la generosidad debe ser la marca de todos los seguidores de Cristo». Estas son cosas que no aparecen en una serie de sermones, sino que las oyes venir como las olas del océano, siempre repitiéndose.

¿De qué modo Stott te impresiona, no solo como mentor y amigo, sino como pastor, líder evangélico y como hombre?

Lo primero que me impresiona al mirarlo es su disciplina. Era casi legendario que él se levantaba por la mañana y pasaba mucho tiempo con las Escrituras y en oración. Pero lo hacía incluso cuando había atravesado varias zonas horarias. Quiero decir, tenía esa clase de impulso, la manera en la que apartaba regularmente un tiempo para pensar en las estrategias para las prioridades de su trabajo en la iglesia y después para su trabajo como conferencista internacional.

Después está su inmersión en las Escrituras. Que para él en verdad esa era la fuente de lo que Dios le llamaba a hacer a él y a la iglesia, y si las Escrituras lo dicen, entonces será mejor alinearse con ellas. Esa era una fuerza impulsora. No era solamente una formalidad: «Voy a tener “mi tiempo en silencio con el Señor” hoy». Realmente pasaba tiempo ahí. Su vida de oración se construía alrededor de las Escrituras. Cada mañana oraba por los frutos del Espíritu y le pedía a Dios que estuviera activo en su vida ese día, haciendo realidad estos frutos.

Por último, me impresiona su deseo inmutable e inquebrantable de ver a la persona de Cristo glorificada. De hecho, casi todos los sermones terminan con esa frase: «Estoy orando todo esto para que el nombre de Cristo sea glorificado». Así que es una impresionante combinación de cosas para un solo individuo. Y él no debía distraerse; no estaba casado ni tenía una familia física. Tenía esta enorme familia espiritual. Pero también centró su vida en conseguir aquello a lo que sentía que había sido llamado.

¿Qué esperas que la gente reciba al tener acceso de este modo a los sermones de Stott?

Mi esperanza es que este sea un proyecto que no solo sirva para beneficio devocional, sino que pueda ser útil para los interesados en toda la cuestión de la preparación de sermones y la homilética, y más aún: «¿Cómo estructuro las series [de sermones] y qué clase de temas serían útiles?».

También espero que sea útil por el aspecto histórico. Sé de dos o tres personas que están haciendo sus trabajos de doctorado sobre la teología de John. Esto proporciona una oportunidad de abordar no solo lo que él escribió, sino de acceder fácilmente a sus sermones y obtener claridad con respecto a lo que él pensaba sobre ciertos temas.

Nicola A. Menzie es periodista de religión y ha escrito para Religion News Service, CBS News, Vibe.com y otras publicaciones. También es la editora jefe de faithfullymagazine.com.

Traducción por Noa Alarcón y Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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‘El alma evangélica no está a la venta’ en Venezuela

Y otras noticias breves de cristianos de todo el mundo.

El presidente de Venezuela Nicolás Maduro.

El presidente de Venezuela Nicolás Maduro.

Christianity Today March 31, 2023
Getty / Carolina Cabral

El presidente Nicolás Maduro está recompensando a las iglesias evangélicas que lo apoyan con fondos gubernamentales para la renovación de sus edificios. El Consejo Evangélico de Venezuela, miembro de la Alianza Evangélica Mundial, emitió un comunicado en el que criticó el quid pro quo y se distanció del Movimiento Evangélico Cristiano de Venezuela, grupo que se ha aliado estrechamente con Maduro. «Nos oponemos a que las actividades de culto se pongan al servicio de la visibilidad de funcionarios o representantes públicos», dijo el Consejo. «El alma evangélica no está a la venta. Ya fue comprada a un precio infinito».

Brasil: Evangélicos vinculados a la insurrección

Cuatro pastores evangélicos se encontraban entre las 1800 personas detenidas por la policía durante el ataque que tuvo lugar en la capital de Brasil el 8 de enero de este año, en la que los manifestantes afirmaron sin pruebas que la estrecha derrota electoral del presidente Jair Bolsonaro había sido un fraude, y exigieron a las fuerzas militares que destituyeran al recién elegido Luiz Inácio Lula da Silva. Videos en las redes sociales mostraban a algunos manifestantes orando, cantando himnos y gritando: «¡Brasil pertenece al Señor Jesús!». Según una encuesta, el 64 % de los evangélicos brasileños apoyan un golpe militar.

Estados Unidos: Subvención para que las iglesias obtengan paneles solares

El gobierno federal concede un crédito fiscal del 30 % a las organizaciones sin ánimo de lucro que instalen sistemas de energía solar entre 2023 y 2032, incluyendo iglesias y ministerios cristianos. Los créditos fiscales han respaldado la expansión de las energías limpias en Estados Unidos desde 2006, y actualmente más del 3.5 % de todas las viviendas unifamiliares y el 1.5 % de los edificios comerciales cuentan con sistemas de energía solar. La Ley de Reducción de la Inflación amplía el incentivo para beneficiar a las organizaciones que no pagan impuestos.

Nigeria: Pastor acusado de secuestrarse a sí mismo dos veces

Un pastor de la iglesia evangélica Winning All fue detenido y acusado de haber fingido su propio secuestro en dos ocasiones. Albarka Bitrus Sukuya, de Jenta Apata, en la ciudad de Jos, cobró supuestamente un rescate de 400 000 nairas (unos 900 dólares) de su congregación a mediados de noviembre de 2022, pero levantó sospechas cuando simuló un segundo secuestro con una segunda nota de rescate quince días después. Cuando fue interrogado por la policía, Sukuya confesó y admitió también haber incendiado los coches de otro pastor. Los miembros de la iglesia dijeron que la revelación les hizo desconfiar de los ministros, pero aumentó su confianza en el poder de la oración, ya que cuando recibieron la primera nota de rescate, oraron para que se revelaran los secretos de los secuestradores.

Kenia: Surgen discusiones sobre la ropa de las mujeres

Los líderes cristianos de Kenia están debatiendo los códigos de vestimenta de las iglesias, después de que una iglesia católica en el sur de Nairobi colgara una pancarta con imágenes de prendas prohibidas, entre ellas jeans con agujeros, pantalones cortos, faldas por encima de la rodilla, telas transparentes y tacones altos. Los metodistas y las Iglesias de Cristo afirman haber instituido normas similares, y un ministro afirma que la intervención fue necesaria porque las mujeres en minifalda se sientan de forma inapropiada en la primera fila de los bancos de la iglesia. Un destacado imán ha atribuido la inmodestia cristiana a las influencias occidentales. «No nos sentimos cómodos con la cultura occidental», afirmó. «La desnudez… es el camino hacia las abominaciones y los males».

Suecia: Alza en el precio de alquiler amenaza librería

La única librería protestante en Estocolmo se enfrenta al cierre tras cuatro décadas de funcionamiento en la capital. La librería Proklama [Proclama] abrió sus puertas en los años setenta y fue dirigida por jóvenes evangélicos que habían regresado a Suecia de misiones en el extranjero y se sentían frustrados por la falta de acceso a la literatura cristiana. El propietario va a subir el precio del alquiler 21 000 coronas (unos 2000 dólares) al mes.

Países Bajos: Líder del Parlamento dimite de su cargo

Un destacado evangélico renuncia al liderazgo del partido Unión Cristiana y abandona el Parlamento después de 10 años, diciendo: «He dado lo que tenía que dar». Gert-Jan Segers fue misionero y periodista radiofónico evangélico antes de presentarse a las elecciones como representante del partido que continúa el legado del líder reformado holandés Abraham Kuyper. Segers luchó por aumentar la asistencia a los ancianos y mejorar la atención a las mujeres que abandonan la prostitución.

Ucrania: Pentecostal acusado de apoyar el terrorismo ruso

Ucrania ha sancionado a un líder pentecostal ruso por «apoyo al terror y a la política genocida» bajo una «apariencia de espiritualidad». Sergey Ryakhovsky, obispo de la Asociación Rusa de Cristianos de la Fe Evangélica (de denominación pentecostal), mantenía estrechas relaciones con las iglesias ucranianas antes de la guerra, pero provocó ira cuando repitió las justificaciones que Vladímir Putin dio para la invasión y le dijo a los cristianos que debían evitar todo comentario sobre el conflicto.

Turquía: Un terremoto destruye Antioquía

La parte más antigua de la ciudad de Antakya, donde los seguidores de Jesús fueron llamados «cristianos» por primera vez (Hechos 11:26), fue completamente destruida por un par de terremotos masivos. Más de 6000 edificios se derrumbaron en toda Turquía y un número desconocido sufrió daños en Siria. Al final de las dos primeras semanas de misiones de búsqueda y rescate, el número de muertos había superado las 47 000 personas. La región se encuentra en la confluencia de tres placas tectónicas y pocos edificios pueden resistir terremotos de magnitud 7.8 y 7.5. «Perdí a mis amigos», dijo el propietario de un hotel a The New York Times. «Perdí los edificios donde solía comer y beber con mis amigos. Perdí todos mis recuerdos».

Israel: Crece la comunidad cristiana

La población cristiana de Israel ha aumentado a unas 182 000 personas, según un informe censal de la oficina de estadísticas del gobierno. Los cristianos representan el 1.9 % de los ciudadanos. Casi 13 000 viven en Jerusalén, pero las mayores comunidades cristianas están en Nazaret (21 100) y Haifa (16 700). Más de tres cuartas partes de los cristianos son árabes. La mayor denominación confesional es la Iglesia greco-católica de rito bizantino, pero se calcula que hay 20 000 judíos mesiánicos, 7000 anglicanos y 900 bautistas. Sin embargo, pocos pasaron por un proceso de conversión. Casi todos los cristianos de Israel, salvo el 1 %, se criaron en hogares cristianos.

Mongolia: Ordenación de los dos primeros ancianos

La Iglesia Metodista Unida nombró a sus dos primeros ancianos locales en Mongolia 20 años después de que los coreanos enviaran por primera vez misioneros al país. El obispo Jeremiah Park impuso las manos sobre dos mujeres llamadas Munkhnaran y Urjinkhand, para ordenarlas para el ministerio. Munkhnaran oyó hablar de Jesús por primera vez en una misión médica donde los médicos le dijeron que no podían curar su enfermedad crónica. Hoy dice: «Doy gracias a Dios por mi mala salud porque me hace confiar plenamente en el poder de Dios». Urjinkhand, conserje de una iglesia, fue llamada al ministerio en dos sueños en los que era seguida por una oveja que no paraba de decir baa baa. En Mongolia, solo el 2 % de la población es cristiana, sin embargo, los misioneros coreanos esperan que la creciente urbanización pueda crear más oportunidades para compartir el Evangelio.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Informe: 500 iglesias y lugares religiosos ucranianos dañados por militares rusos

Uno de cada tres edificios destruidos o saqueados contabilizados por el Instituto para la Libertad Religiosa pertenecen a evangélicos, quienes fueron acusados de ser «espías estadounidenses».

Una cúpula caída yace cerca de la Iglesia de la Santa Madre de Dios («Alegría de todos los que lloran»), destruida por una bomba aérea rusa la primavera pasada, fotografiada el 18 de enero de 2023 en Bohorodychne, Ucrania.

Una cúpula caída yace cerca de la Iglesia de la Santa Madre de Dios («Alegría de todos los que lloran»), destruida por una bomba aérea rusa la primavera pasada, fotografiada el 18 de enero de 2023 en Bohorodychne, Ucrania.

Christianity Today March 30, 2023
Serhii Mykhalchuk / Global Images Ukraine / Getty Images

El ejército ruso ha atacado de forma desproporcionada a los cristianos evangélicos y «destruyó, dañó o saqueó» al menos 494 edificios religiosos, instituciones teológicas y lugares sagrados en Ucrania desde que invadió la nación vecina hace casi un año, según el Instituto para la Libertad Religiosa (IRF, por sus siglas en inglés), con sede en Kyiv.

El instituto independiente de investigación presentó su último informe [enlaces en inglés] a principios de febrero durante la tercera cumbre internacional sobre libertad religiosa que tuvo lugar en Washington, EE. UU.

El IRF tiene como objetivo catalogar las pruebas de los crímenes de guerra rusos contra las comunidades religiosas ucranianas. La destrucción de lugares religiosos es a menudo intencional y se produce paralelamente a los ataques contra creyentes y pastores civiles, afirmó el director ejecutivo del IRF, Maksym Vasin.

Los soldados rusos han amenazado en repetidas ocasiones con destruir a los cristianos evangélicos en Ucrania, etiquetándolos como «espías estadounidenses», «sectarios» y «enemigos del pueblo ortodoxo ruso», afirmó Valentyn Siniy, rector del Instituto Cristiano Tavriski con sede en Kherson, el cual fue uno de los muchos lugares pertenecientes a grupos evangélicos que resultaron dañados.

Las fuerzas rusas tomaron el edificio del seminario para usarlo como sede, lo saquearon y luego lo dejaron destruido, dijo.

«Un oficial ruso le dijo a un empleado de nuestro instituto: “Los creyentes evangélicos como ustedes deben ser completamente destruidos… un simple tiroteo será demasiado fácil para ustedes. Deberían ser enterrados vivos”», dijo Siniy, según el informe del IRF. En un video traducido que se reprodujo durante el panel, detalló: «Durante una conversación telefónica, a uno de nuestros empleados le dijeron: “Enterraremos a los sectarios [bautistas] como ustedes”».

https://www.youtube.com/watch?v=lXVCx0G57b0&ab_channel=IRFUkraine

El informe del IRF concluyó que «la escala de destrucción de las casas de oración de las iglesias evangélicas es inmensa». Se contabilizaron al menos 170 lugares evangélicos dañados, mismos que incluyen 75 iglesias pentecostales, 49 iglesias bautistas, 24 iglesias adventistas del séptimo día y 22 «otras» iglesias evangélicas, lo que representa un tercio del total, a pesar de que los evangélicos representan menos del 5 % de la población de Ucrania.

Entre los cristianos ortodoxos, que representan alrededor del 80 %, al menos 143 edificios dañados pertenecen a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, afiliada desde hace tiempo al Patriarcado de Moscú de la Iglesia Ortodoxa Rusa, mientras que 34 de los edificios dañados pertenecen a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, que es más reciente y más pequeña, e independiente del Patriarcado de Moscú. (La propia Iglesia Ortodoxa Ucraniana contabilizó 300 iglesias dañadas por los bombardeos, de las cuales 75 fueron «destruidas»).

El IRF también contabilizó daños en 94 lugares religiosos de los Testigos de Jehová, 29 sitios católicos, 12 judíos, 8 musulmanes y 4 mormones. El instituto anticipa que el ritmo de destrucción aumentará pronto en el este y sur de Ucrania en medio de las hostilidades actualmente en curso.

El informe del IRF documenta bombardeos selectivos, ataques con misiles, vandalismo y saqueo de edificios religiosos, así como la tortura y el asesinato de líderes religiosos y creyentes de muchas confesiones. En muchos casos, los miembros de las iglesias destruidas también descubrieron que las fuerzas rusas quemaron todas sus Biblias, libros y tratados en idioma ucraniano.

Durante su discurso, Vasin declaró que las autoridades rusas suelen atacar al clero y a los creyentes comunes por hablar ucraniano, mostrar identidad ucraniana o por pertenecer a una confesión diferente a la del Patriarcado de Moscú. Vasin espera que las pruebas reunidas por su instituto animen a organismos internacionales como la Corte Penal Internacional a que investiguen y acusen a las autoridades rusas, no solo del crimen de guerra de atacar lugares religiosos, sino también de crímenes de lesa humanidad y genocidio.

«En conjunto, los crímenes de guerra cometidos en Ucrania por parte de los rusos pueden indicar la existencia de una intención genocida especial dirigida a destruir al pueblo ucraniano, lo que constituye un delito distinto según el derecho internacional humanitario», declaró Vasin.

El informe del IRF concluye que los ejemplos de destrucción masiva en Bucha, Irpin, Mariupol y Kharkiv demuestran que Rusia prefiere eliminar ciudades enteras y destruir el patrimonio histórico y espiritual de Ucrania antes que aceptar el derecho del pueblo ucraniano a la autodeterminación y la soberanía. El informe recomienda que Estados Unidos y otras naciones creen un organismo internacional que investigue de forma independiente los crímenes de guerra cometidos en Ucrania, así como que exijan el acceso a los territorios ucranianos ocupados por Rusia, incluida Crimea, para monitorear la forma en que son salvaguardados los derechos humanos y la libertad religiosa en aquellos lugares.

El pastor Dmitry Bodyu, de la iglesia Word of Life de Melitópol, en la región sudoriental de Zaporiyia que fue ocupada por Rusia en marzo de 2022, relató a los asistentes a la cumbre cómo sobrevivió al cautiverio ruso. Dijo que los militares rusos tomaron el edificio de su iglesia, y a él lo encarcelaron y le dijeron que lo matarían. El informe del IRF señala que Bodyu escapó de prisión, pero que los evangélicos locales continúan sufriendo amenazas de muerte. Además, dos sacerdotes greco-católicos ucranianos han sido encarcelados durante tres meses en Melitópol y torturados regularmente, dijo.

Las fuerzas rusas también han secuestrado a pastores ucranianos y han intentado reclutarlos como espías y propagandistas rusos, según el informe del IRF. Entre el 24 de febrero y el 15 de julio de 2022, el instituto registró 20 casos de encarcelamiento ilegal de líderes religiosos ucranianos, acompañados de intentos de violación, simulacros de ejecución, privación de agua y alimentos, falta de acceso a un baño, y amenazas de violencia contra sus familiares.

A finales del año pasado, Ucrania intensificó sus esfuerzos para recuperar Melitópol, un enlace vital de Rusia con Crimea. Se espera que el intento de expulsar a las fuerzas rusas del sur de Ucrania sea la siguiente fase importante de la guerra, y depende en gran medida de retomar la ciudad del sureste, con una población anterior a la guerra de 150 000 habitantes.

Maksym Vasin, director ejecutivo del Instituto para la Libertad Religiosa (IRF, por sus siglas en inglés), con sede en Kyiv, presenta su discurso en la Cumbre 2023 del IRF en Washington DC.Institute for Religious Freedom (IRF)
Maksym Vasin, director ejecutivo del Instituto para la Libertad Religiosa (IRF, por sus siglas en inglés), con sede en Kyiv, presenta su discurso en la Cumbre 2023 del IRF en Washington DC.

En un acto realizado en paralelo a la cumbre y que giró en torno a Ucrania exclusivamente, los panelistas, entre los que se encontraban Vasin y Siniy, así como Igor Bandura, vicepresidente primero de la Unión Bautista, y Andriy Dudchenko, arcipreste de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania y profesor de la Academia Teológica Ortodoxa de Kyiv, instaron a mantener el apoyo militar a Ucrania. Según los panelistas, en cualquier lugar donde Rusia controle el territorio ucraniano, todas las organizaciones religiosas quedan bajo el control de homólogos leales a Moscú, o bien son disueltas o destruidas.

El gobierno ucraniano ha tomado medidas para restringir las actividades de las iglesias ortodoxas afiliadas al Patriarcado de Moscú debido al apoyo mostrado por la Iglesia Ortodoxa Rusa a la invasión rusa, y a su colaboración con el gobierno ruso, declaró Lauren Homer, presidenta de Law & Liberty International y moderadora del panel.

En diciembre, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, respaldó un proyecto de ley en el que llamaba a los miembros del parlamento a que «imposibilitaran el funcionamiento en Ucrania de organizaciones religiosas afiliadas a centros de influencia de la Federación Rusa». De aprobarse, la ley podría paralizar las actividades de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana.

En mayo, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana tomó medidas para distanciarse del Patriarcado de Moscú, por ejemplo pidió que la mirra sagrada producida en Ucrania sustituyera al aceite de santificación procedente de Moscú en los servicios. Sin embargo, esta semana, las autoridades ucranianas han llegado a la conclusión de que la Iglesia Ortodoxa Ucraniana no es lo bastante autónoma como para evitar sanciones, ya que no buscó la autocefalia, como sí lo hizo la Iglesia Ortodoxa de Ucrania.

El proyecto de ley de Zelenski fue presentado después de que se produjeran las redadas del servicio de seguridad ucraniano en 350 edificios de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, incluido el Kyiv-Pechersk Lavra, del siglo XI, un lugar de la UNESCO conocido como el Monasterio de las Cuevas que tanto Rusia como Ucrania reclaman como patrimonio espiritual.

El Vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia y asesor del Presidente Vladímir Putin, Dmitri Medvédev, reaccionó a la propuesta de Zelenski calificando a las autoridades ucranianas de «enemigos de Cristo y de la fe ortodoxa» en una declaración publicada en Telegram.

Mientras tanto, los evangélicos ucranianos esperan que haya paz y libertad religiosa para las minorías, como promete la Constitución de Ucrania.

«La gente está devastada allí [en Melitópol]», dijo Bodyu en un testimonio grabado desde Polonia, donde se ha reubicado con su familia. «Estamos esperando que el ejército ucraniano recupere esos territorios para poder recuperar los edificios de nuestra iglesia y nuestro ministerio, y estamos orando para que esto suceda».

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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