“Si solo hubieras podido estar aquí”

Aun cuando pensamos que Dios no está con nosotros, sí lo está.

Christianity Today June 1, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

La muerte es siempre un tema sobre el cual no nos sentimos cómodos de hablar. Algunos tenemos miedo de nuestra propia muerte y de la nuestros seres queridos. Como capellán de hospital, me senté con muchas personas al pasar de esta vida. Algunos resisten la muerte amargamente mientras que otros encuentran consuelo pensando que ya se van a encontrar con su Salvador. Estos creyentes se dan cuenta que Dios siempre está con nosotros incluso en la muerte.

A menudo me he preguntado lo que Marta y María deben haber sentido cuando Lázaro murió. Después de todo, eran amigas muy cercanas de Jesús. Él había visitado su casa para compartir su mesa y para enseñar. Por lo tanto, le enviaron un mensaje diciéndole que Lázaro —su hermano y amigo— estaba gravemente enfermo. Y luego, esperaron. Un día. Dos días. Tres días. Cuatro días. Y para entonces ya era demasiado tarde. El funeral ya había terminado.

De hecho, ya habían pasado más de la mitad de los siete días de intenso luto que se acostumbraban en la tradición judía. Por cierto, para cuando Jesús decidió ir a Betania para visitarlos, ya había pasado el punto de no retorno. Sin duda, las hermanas se sentían miserables.

Cuando Marta oyó que Jesús estaba cerca, silenciosamente y discretamente dejó su casa y a su hermana. Sus amigos y otros dolientes habían venido a consolarlos. Sólo puedo imaginarme el estado de Marta mientras corría. ¡Oh, sí! Estoy seguro de que ella corrió para encontrar a Jesús. Su corazón estaba adolorido y casi a punto de estallar. Marta quería atacar con palabras amargas. Y lo hizo. En cuanto vio al Señor, preguntó apresuradamente: “¿Dónde estabas, Jesús? Tú sabes que si hubieras estado aquí, Lázaro no habría muerto.”

Sus palabras eran punzantes. Había estado reprimiendo su dolor. Jesús con calma y con cariño le dijo: “Tu hermano se levantará otra vez.” A lo que ella sarcásticamente respondió: “¡Sí, sí, lo sé!” Pero con cada latido de su corazón, ella realmente estaba diciendo, “quería que estuvieses aquí para prevenir este horrible evento.”

Mientras tanto, Jesús respondió: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Entonces Jesús le hace una pregunta directa: “Marta, ¿crees esto?” A lo que Marta respondió, “Sí, señor. Yo creo.”

En la escena siguiente, Marta está susurrando al oído de María. Le dice a su hermana que acaba de encontrarse con Jesús y que pedía verla. Sin decir una palabra, María salta y se pone de pie y corre fuera de la casa. Esto es lo que había estado esperando. No es que María fuese desconsiderada con sus amigos que estaban en su casa. Simplemente, su corazón y su alma —preocupada como estaba— necesitaban cuidado. Necesitaban alivio. María necesitaba ver a Jesús. Sus amigos naturalmente asumieron que María había salido para ir a la tumba. Así que, la siguieron.

Cuando María se encontró con Jesús cayó de rodillas delante de él. Sólo me puedo imaginar sus lágrimas corriendo por sus mejillas ya agrietadas cuando mira a Jesús y audazmente declara: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. En su dolor, culpó a Jesús por la muerte de Lázaro. Tanto ella como su hermana creían que se hubiera podido evitar la muerte de su hermano. Murió, así que María dejó salir sus palabras atropelladoras.

El Dr. Tomás Rivera, uno de los amigos de mi padre, escribió mucho sobre su vida de migrante durante las décadas de los 40s y 50s. Cuando era joven, Tomás y su familia viajaban desde nuestra ciudad de Crystal City a buscar trabajo en “las piscas”. A pesar de su éxito posterior como profesor, nunca olvidó sus años formativos. En su libro, Y no se lo tragó la tierra, Tomás habló en una manera muy personal sobre el tema de la muerte en su familia.

Tomás culpaba a Dios por sus problemas. De hecho, maldijo a Dios cuando su padre casi muere por insolación debido a los soles intensos. Cuando su padre estaba en recuperación, Tomas se negó obstinadamente a arrepentirse. “Miró hacia el suelo y le dio una fuerte patada y dijo: ‘¡Todavía no, todavía no me puedes tragar!’”

Tomás, María y Marta no se dieron cuenta que Dios está presente con nosotros en todo momento, incluso durante momentos de dolor y duelo. El Evangelio de Juan dice que Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro. Jesús se entristeció al ver a sus amigos en tanta agonía. Él hizo la pregunta que cualquiera de nosotros hace cuando un buen amigo ha muerto. “¿Dónde se le puso? ¿Dónde está?” Mientras Jesús caminaba con Marta y María a la tumba se turbo y se conmovió profundamente. Los espectadores declararon abiertamente, “¡Mira cómo lo amaba!”

La tumba era tan solo una cueva con una piedra muy grande en la entrada. Jesús les mandó: “Quiten la piedra.” Marta, la hermana práctica, se comienza a inquietar y a preocupar. Cuando ya no puede guardar silencio, le dice a Jesús, “¿Realmente piensas que deberíamos hacerlo? Señor, va a oler mal.”

¡Hay tanta vida en esa cueva como en el valle de los huesos secos de Ezequiel! Sin embargo, Jesús habla palabras de vida con una potente voz. “¡Lázaro, ven adelante!”

Tengo plena confianza de que María y Marta guardaron el aliento sin saber qué decir. Sin siquiera pestañear, deben haber fijado sus ojos sobre la apertura de la cueva. ¿Era posible? ¿Las engañaban sus oídos? ¿Escuchan verdaderamente el arrastrar de los pies vendados? Algunos de los espectadores se deben haber desmayado. Otros se deben haber quedado con las bocas abiertas —los ojos tan grandes como platillos— mientras que otros gritaban con alegría al ser testigos de que su amigo, que había muerto, salía de la oscuridad de la cueva a la luz del sol.

Me puedo imaginar las primeras palabras de Lázaro resonando desde la boca de la cueva: “¡De lo profundo, oh Jehová, he clamado a ti!” Lo que sucedió después dejó a todos en estado de shock. Nadie pensó en liberarlo de sus lazos. ¡Qué escena debe haber sido! La muerte, por mandato de Jesús, retiró el reclamo que tenía sobre Lázaro, y este fue restaurado a la vida! ¡La tierra no se lo tragó!

En nuestros momentos más oscuros, podemos responder con resentimiento dando patadas al suelo y agitando los puños delante de Dios. O podemos poner nuestra fe en el Mesías —el Señor sobre la vida y la muerte. No tenemos que ser testigos de una resurrección, como María y Marta. Tenemos la certeza de que Dios siempre está con nosotros. Podemos poner nuestra confianza en las palabras de Jesús quien prometido: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Rev. Thelma Herrera Flores, MAR, es una diaconisa ordenada de la Iglesia Metodista Unida. Enseña sobre las religiones del mundo a nivel universitario en el departamento de filosofía del Tarrant County College en Fort Worth, Texas.

Tres disciplinas que hacen (o deshacen) a la líder latina

Como los corredores que se preparan para un maratón, las líderes latinas necesitan entrenarse para ser eficaces.

Christianity Today June 1, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Imagínese que alguien quiere correr en un maratón, sin embargo, no está en condición física. Lo mejor que podemos hacer es comenzar a entrenar para perfeccionar nuestras habilidades físicas y mentales, y así aumentar nuestra posibilidad de tener éxito en el maratón. En otras palabras, este corredor necesita practicar la disciplina —la preparación para realizar una tarea— para lograr el objetivo.

La misma idea se aplica en el contexto del liderazgo en la iglesia. He estado en muchos puestos de liderazgo, y he descubierto que las siguientes disciplinas son vitales para ser una líder eficaz y exitosa.

¿Disciplinas? Desafortunadamente, a menudo esta palabra tiene connotaciones negativas. Por ejemplo, el diccionario Merriam-Webster define disciplina de seis maneras, y tres de ellas tienen connotaciones negativas, tales como el castigo, el control o una regla. Dos de las otras definiciones hablan de la disciplina de estudio o instrucción, y otra menciona que la disciplina es “entrenamiento que corrige, moldea o perfecciona las facultades mentales o el carácter moral”. Esta última definición comunica el significado más positivo, y es la que se aplica a la vida de la líder latina.

En particular, hay tres áreas de la vida en que la disciplina es clave:

1. La disciplina espiritual

Para la líder cristiana, la disciplina espiritual es la base para el resto de su vida. Esta disciplina la lleva a someterse a Jesús como la fuente de vida y energía. Él dijo que aparte de él no podremos hacer nada, ni dar ningún fruto (Juan 15:4-5). Además, el Espíritu Santo es quien nos sostiene y empodera para cumplir nuestro llamado (Hechos 1:8 y Juan 14). Asimismo, el fruto del Espíritu Santo es el que nos permite vivir la vida cotidiana con la actitud correcta (Gálatas 5:22).

El someterse a la sabiduría, dirección, y poder de la Trinidad es el único camino al éxito.

No debemos “usar” a Dios con el fin de garantizar nuestro éxito. No, es una relación que se moldea de acuerdo a Mateo 6:33 “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” Es una disciplina motivada por la alegría de relacionarse con Dios, y el resto es una consecuencia. ¿Cómo cultivamos esta disciplina? La oración, la lectura de la Biblia y la meditación son los pasos a seguir.

Pero en el caso de las mujeres, la disciplina espiritual implica también tener una relación con una Santa Trinidad que está a favor de las mujeres y no en contra de ellas. Desafortunadamente, algunas iglesias exaltan el liderazgo masculino, y los dones de liderazgo de las mujeres son subestimados. Una buena disciplina espiritual debe llevarnos a reconocer que Dios levantó muchas mujeres líderes en la Biblia, y que Él ha creado a las mujeres con habilidades de liderazgo.

Como por ejemplo, está Deborah, una jueza en Israel, que le dijo a Barak que el Señor Dios de Israel le ordenó dirigir un ataque contra las fuerzas de Jabín, rey de Canaán y su comandante militar Sísara (Jueces 4:6-7). O la reina Ester, cuyo valor e iniciativa salvaron a su pueblo de la destrucción (vea el libro de Ester).

El Espíritu Santo reparte los dones según le place, y no se basa en categorías de género. (1 Corintios 12:11).

2. La disciplina personal

Normalmente las vidas cotidianas de las mujeres están llenas de ocupaciones. Pasan el tiempo cuidando de sus familias, laborando en trabajos seculares y sirviendo en la iglesia y organizaciones comunitarias. Dado que la comunidad latina está centrada en la familia, las mujeres de este grupo muchas veces cuidan no tan sólo de la familia nuclear sino también de la extendida. Este estilo de vida tan ocupado puede conducirlas a sentirse exhaustas. Por lo tanto, en este contexto, la disciplina personal implica al menos dos cosas: conocerse a sí misma y sus límites, y aprender a cuidarse mejor.

Cada mujer es diferente. El conocerse a sí misma le llevará a ser capaz de cuidarse a sí misma de una manera adecuada y óptima. ¿Es usted extrovertida o introvertida? Basándose en este conocimiento, ¿qué necesita para renovar su energía? ¿Tiempo a solas (introvertida) o tiempo con otras personas (extrovertida)? ¿Qué es lo óptimo en relación a su peso, comida, horas de sueño y rutina de ejercicios? ¿Qué consejos médicos tiene que seguir para mantenerse saludable? ¿Qué tipo de límites físicos y emocionales necesita establecer para ser una líder satisfecha y productiva?

El conocerse y cuidarse a sí misma son disciplinas fundamentales que le permitirán ser una mejor líder. ¿Por qué? Dios nos ha dado un solo cuerpo, por lo que debemos ser buenas mayordomas de éste. Además, cuando este cuerpo está dispuesto a cooperar con nosotras para alcanzar estas grandes metas de liderazgo, tendremos el éxito que Dios quiere.

3. La disciplina financiera

Una buena líder debe tener una economía saludable tanto en sus finanzas personales como organizacionales. Éste es un reto para toda mujer, pero lo es especialmente para la líder latina porque la comunidad latina tiende a tener muchos desafíos en esta área. Además de esto, la cultura común nos anima a vivir muy por encima de nuestro nivel y que lo hagamos pidiendo dinero prestado.

Sin embargo, una buena líder debe reconocer que el estrés financiero le roba mucha energía creativa y la distrae de las verdaderas tareas que está llamada a realizar. Por lo tanto, la disciplina financiera es un requisito para un liderazgo exitoso. Aquí no estoy hablando de ser rica, sino de tener una economía saludable para que las preocupaciones por el dinero no interfieran en el desempeño del liderazgo.

Frecuentemente se supone que nuestra vida privada no tiene nada que ver con nuestra vida pública, sin embargo, no es así. Si nuestras vidas privadas están en orden, no a la perfección, pero en el mayor orden posible, hay más posibilidades de que podamos convertirnos en líderes exitosas.

Qué Dios nos ayude a ser disciplinadas en las áreas espiritual, personal y financiera de nuestras vidas, para así de esta manera construir una base sólida y llegar a ser líderes exitosas. ¡Amén!

La Dra. Nora O. Lozano es directora ejecutiva del Instituto de Liderazgo para Latinas (Latina Leadership Institute – www.latinaleadershipinstitute.org), y profesora de estudios teológicos en la Universidad Bautista de las Américas (Baptist University of the Américas) en San Antonio, Texas.

Ayudando a los estudiantes a superar la ansiedad y la inseguridad

El enemigo quiere que nuestros hijos sientan vergüenza: aquí encontrará maneras para defenderse contra ella.

Christianity Today June 1, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Yvette Santana es apasionada por el ministerio y la educación. Tiene una maestría en psicología educativa y ha servido como consejera para jóvenes en alto riesgo en un ambiente de escuela pública urbana. Hoy la hermana Santana sirve como coordinadora de discipulado de mujeres para la región del suroeste de la Iglesia de Dios y como asesora de liderazgo para la Coalición de Fe y Educación.?

Andrea Ramírez, directora ejecutiva de la Coalición de Fe y Educación-NHCLC, entrevistó recientemente a Santana sobre el tema que es un desafío común para los estudiantes: superar la inseguridad.

¿Por qué es importante como cristianos, abordar el tema de la inseguridad, en lo que se refiere a la educación??

El tema de la vergüenza ha plagado a los hijos de Dios desde Génesis, cuando Adán y Eva se escondieron de Dios en el huerto. Tal vez sea la manera del adversario de destruirnos, no permitiéndonos avanzar hacia nuestros propósitos en Dios.

Podemos ayudar a los niños pequeños a sobreponerse a lo que empieza como inseguridad, pero que se convierte en un problema de vergüenza más tarde. Tal vez no leen tan bien como otros alumnos de primer año, o tal vez un niño puede no ser tan alto como otros niños del jardín de niños. Pero si podemos ayudarles a entender su valor en los primeros años, entonces su inseguridad puede transformarse en seguridad duradera. Al equipar a los estudiantes para reconocer su valor en Cristo, conquistamos un área donde el enemigo quiere ganar terreno.

Por ejemplo, si un niño aprende a sentir vergüenza por su tamaño físico, comienza a compararse con los demás, lo que daña su relación con otros niños. Puede evitar que reconozcan la intimidación y mantengan su terreno. Los maestros están a menudo en la línea de frente para observar cuándo y cómo sus estudiantes comienzan a caer en estos patrones.

¿Cómo podrían los padres ver esto manifestarse en casa?

Cuando su hijo dice que no quiere ir a la escuela, tiene un dolor de estómago constante por la mañana, algo inusual y repetitivo, es aconsejable investigar un poco más. Consulte a su pediatra si sospecha un problema médico. Pero a menudo, especialmente para los estudiantes de edad de escuela primaria, simplemente no saben cómo articular lo que están sintiendo. Por lo tanto, sus emociones pueden expresarse como una molestia física.

También puede preguntarle al maestro si su estudiante tiene alguna dificultad en el salón o con otros estudiantes. Usted puede darse cuenta que algo le está causando estrés en la escuela, y entonces podría tratar en casa esa ansiedad o inseguridad.

Otra manera en que los padres pueden abordar el tema es a través de compartir con los niños lo que a ellos personalmente les causó temor o inseguridad en la niñez. Al compartir cómo Dios le ayudó a superar el miedo, su hijo puede pensar: "¡Si mamá y papá lo hicieron, tal vez yo también lo pueda lograr!"?

¡Absolutamente! Y usted puede orar con ellos sobre sus áreas de inseguridad y miedo. Soy gran creyente en la oración antes de acostarse. Lea esa historia de la hora de acostarse y luego haga la oración por ellos: "Padre, hoy te agradecemos por cuidarnos, y mañana permite que Jimmy tenga un gran día, que confíe en ti con todo su corazón. Qué pueda estar atento cuando esté en clase." La oración es esencial.

Los niños que se quejan de dolores de estómago, o lo que sea, cada día de escuela ¿cómo puede usted investigar un poco más?

Encuentro que las conversaciones grandes con los niños pequeños ocurren mientras que usted está jugando un juego de mesa o cuando está en el automóvil. Los niños bajan la guardia cuando juegan y usted puede preguntar: “M’hijo, cuéntame sobre tu amigo Kevin, te vi en el patio de recreo después de la escuela hoy, y parecía que quizá estaban discutiendo. ¿Está todo bien? Esas conversaciones suaves les ayudan a sentirse seguros.

Incluso mientras estén en el asiento trasero del automóvil cuando usted conduce, las conversaciones son un poco más fáciles, ya que no están cara a cara. Haga preguntas abiertas en vez de "¿Cómo te fue?" Este tipo de pregunta ofrece una respuesta de una sola palabra: "Bien". Tal vez usted pueda preguntar "¿Qué fue lo mejor que pasó hoy?" ¿Qué fue lo peor que pasó hoy? ¡Esos tipos de preguntas requieren una respuesta que sea por lo menos una oración larga!

¿Qué inseguridades ve usted como un patrón para las niñas en particular??

Bueno, para las jovencitas, la inseguridad normalmente aumenta alrededor de los años de la escuela intermedia, del sexto año para arriba. Usted necesita observar los problemas de figura y autoconcepto de su hija. Nuestra cultura y nuestra sociedad ofrecen una imagen de belleza que refleja al 2% de nuestra población.

Puede abordar con sus hijas estas ideas sobre las imágenes distorsionadas de la belleza. Muéstreles el proceso que se usa en las revistas y carteleras para editar y retocar las fotos para que las modelos se vean mejor. Ayúdelas a valorar sus propios cuerpos y corazón y dones. Ayúdelas a sentirse seguras en su valor como hijas del Rey.

Una vez más, puede comenzar con un tiempo de oración, en conversaciones tranquilas donde usted dice, "tu valor no está en lo que otros piensan de ti. Tu valor está en lo que Cristo piensa de ti". Dígales tantas veces como pueda lo hermosas que son, no tan sólo a sus ojos, sino también a los ojos de su Padre Celestial.

¿Qué otras inseguridades son comunes para la mayoría de los estudiantes?

Una vez que salen de la escuela primaria, a menudo se encuentran en aulas más grandes, sintiéndose que pasan desapercibidos. Tienen varios maestros en lugar de uno solo, esto hace más difícil que realmente lleguen a conocerlos y amarlos.

Puede haber mucha inseguridad en tomar las pruebas. ¡Tan sólo la palabra tiende a aumentar la presión arterial! Sugiero descomprimir la ansiedad sobre la prueba por adelantado —y en línea. La Internet puede ser la mejor amiga de los padres. Recomiendo mucho los recursos como los consejos de "Listo para la prueba" en www.LearningHeroes.com.

Los estudiantes pueden sentirse inseguros sobre si encajan. Desde la vida académica hasta la vida social, la escuela intermedia y secundaria pueden ser lugares difíciles para encajar. Si hay un momento en que sus hijos necesitan oración, será en esos años de la adolescencia cuando las opciones para las amistades positivas pueden ser limitadas.

Eso me parece muy interesante, porque los aspectos emocionales y sociales realmente afectan la forma en que un niño aprende en la clase. A medida que los niños crecen, ¿cómo pueden los padres continuar involucrados en el ambiente escolar de sus estudiantes?

Cada padre tiene que ir a su escuela a preguntar cómo pueden ayudar mejor. La mayoría de las escuelas secundarias e intermedias, necesitan ayuda. Los fondos son limitados, y si le gustaría ser voluntario todos los lunes, les encantaría tener su ayuda quizás para cortar papel, hacer carteles, ir al correo, etc. Hágase amigo de su escuela. Vaya y diga: "¿Qué puedo hacer? Tengo un par de horas, ¿dónde me necesita?"

¿Qué pensamientos le gustaría ofrecer para concluir?

A los padres cristianos les diría: el enemigo quiere robarnos nuestra identidad de hijos de Dios, así que es importante tener conversaciones diarias con sus hijos o hijas. Obsérvelos. Sea sensible y permita que el Espíritu Santo le dé discernimiento si su hija o hijo no puede verbalizar sus inseguridades. Creo que el Señor nos lo revelará también a los padres.

Y animaría a estos padres a decirles a sus hijos: Busca sólo la aprobación de Dios. No se trata de lo que está haciendo el estudiante en el escritorio que está a tu lado. Se trata de ti y el Señor. Haz lo mejor que puedas. Trabaja arduamente.

No importa nuestra edad, nuestra identidad está enraizada en el amor de Dios por nosotros y en nuestra relación como sus hijos e hijas. El descansar en nuestra verdadera identidad es la mejor defensa contra los pensamientos ansiosos e inseguridades.

El ministerio de mujeres no es sólo para “hermanas”

Las mujeres jóvenes, casadas o solteras, necesitan un lugar en la mesa junto a las mujeres mayores en la iglesia.

Christianity Today May 4, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Cuando le dije “lo prometo” a mi esposo, yo estaba consciente de los nuevos títulos de esposa, nuera, y cuñada; pero nadie me advirtió que llevaría el nuevo título de “hermana” en la iglesia. Crecí con la norma cultural de dirigirme a las mujeres mayores de la iglesia por “hermana.” Antes de que levanten sus cejas, permítanme establecer que “mayor” no significa anciana en edad, sino con más experiencia o madurez en la fe. Las “hermanas” eran las que estaban encargadas de los estudios bíblicos de mujeres, retiros de fines de semana, y en hacer comidas para los enfermos. Yo no esperaba que al casarme calificaría como “hermana.” Aunque el que me llamaran "hermana" era algo nuevo para mí, servir en el ministerio de las mujeres no lo era. Estoy agradecida por las mujeres en mi vida que entendieron el modelo de discipulado en Tito 2 y me invitaron a formar parte del liderazgo en el ministerio de mujeres cuando todavía era soltera. Incluso en aquel entonces, este fue un cambio cultural para mí, ya que creía que el ministerio de las mujeres era para las "hermanas".

No hay una forma exacta de cómo se recibe este título; sin embargo, parece existir una clasificación cultural de una mujer madura cuando uno llega a ser esposa. Una niña se gradúa del ministerio de niños al ministerio de jóvenes basado en su nivel escolar. Sin embargo, cuando una mujer joven se recibe de la escuela preparatoria, muchas veces se le sigue considerando parte del grupo de “jóvenes” hasta que se casa. Algunas iglesias hispanas tienen ministerios para adultos jóvenes, pero este ministerio muchas veces se combina con el ministerio de jóvenes. Esta perspectiva cultural envía el mensaje de que el ministerio de las mujeres es para las casadas o las que son madres. Los desafíos surgen cuando las mujeres jóvenes no tienen un lugar en la mesa del ministerio de las mujeres. Frecuentemente vemos que las mujeres jóvenes dejan la iglesia hispana en busca de una iglesia con un ministerio universitario y profesional, o abandonan la iglesia por completo. Las oportunidades limitadas para ministrar a las mujeres jóvenes contribuyen a la brecha generacional en las iglesias hispanas. Las mujeres jóvenes, casadas o solteras, necesitan un lugar en la mesa junto a las mujeres mayores. Cuando esto sucede, compartimos el gozo del salmista David: “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmo 133:1). Fui testigo de tres cambios importantes que transformaron mi perspectiva sobre cómo las mujeres hispanas se involucran juntas en el ministerio de las mujeres.

1. Invitar a las mujeres jóvenes al equipo de liderazgo

Una iglesia que ministra a las mujeres de todas las edades debe incluir a mujeres jóvenes y mayores en el liderazgo. Cuando se acercaron a mí por primera para servir en el liderazgo del ministerio de mujeres, dudé en aceptar porque sentí que todavía no era mi lugar. Aunque crecí en la iglesia y dirigí la Escuela Dominical de los adultos jóvenes, pensé que serviría en el ministerio de las mujeres más adelante en la vida. Lo que las otras mujeres en el liderazgo vieron fue la necesidad de que las mujeres jóvenes participaran en el ministerio. Ellas querían enseñar y aconsejar a las mujeres jóvenes (Tito 2:4).

Cuando existe este tipo de liderazgo en la iglesia, las que lideran a las jovencitas no deben dirigirse exclusivamente a las mujeres jóvenes, ni las que lideran a las mujeres mayores deben dirigirse exclusivamente a las mujeres mayores. El propósito y objetivo final es la unidad entre todas las mujeres en la iglesia. La representación más joven no tan sólo trae una perspectiva generacional diferente a la mesa, sino que también provee una oportunidad para enseñar a las mujeres jóvenes las cualidades de la sana doctrina.

2. Afirmar los dones de las mujeres jóvenes

Pablo entendió las dificultades que su hijo en la fe, Timoteo, encontraría debido a su juventud espiritual. Sin embargo, Pablo aun así animó a Timoteo a usar sus dones y a no permitir “que nadie te menosprecie por ser joven” (1 Timoteo 4:12). Como hombre mayor en la fe, Pablo afirmó los dones de Timoteo, un hombre más joven en la fe. Así mismo, cuando Pablo escribe a Tito con respecto al ministerio en Creta, habla de la relación de enseñanza que debe existir entre las mujeres mayores y aquellas que son más jóvenes en la fe (Tito 2:3-4).

Es posible que las mujeres jóvenes necesiten ayuda en cómo usar sus dones espirituales. Las mujeres mayores en la fe tienen la oportunidad de acercarse a las mujeres jóvenes y mostrarles cómo usar sus dones. Tanto mi madre como la esposa del pastor vieron el don de liderazgo en mí. Estas dos mujeres estaban a mi lado para hacer la tarea de discipulado y enseñarme cómo usar ese don para la gloria de Dios. Las mujeres jóvenes que nos rodean necesitan escuchar la afirmación de sus dones espirituales y tener oportunidades para que los practiquen.

3. Cultivar la comunidad entre todas las mujeres

Cuando María, por conducto del ángel Gabriel, se enteró de su embarazo, fue de prisa a Elisabet y se quedó con ella unos tres meses (Lucas 1:39, 56). ¿Por qué esta mujer joven tenía urgencia en ir a una mujer que era avanzada en años? Porque María sabía las palabras de bendición y enseñanza que recibiría de Elisabet. Este es el tipo de comunidad que necesitamos en nuestras iglesias. Necesitamos mujeres mayores con buena voluntad y capacidad para enseñar a las mujeres jóvenes. También necesitamos mujeres jóvenes con una disposición para aprender. Esta relación de maestro-estudiante provee gran edificación y unidad en la iglesia.

Mi oración es que el modelo de discipulado que se encuentra en Tito 2 opere hoy en nuestras iglesias hispanas. Agradezco a las "hermanas" que me invitaron por primera vez al liderazgo del ministerio de las mujeres, afirmaron mi don de liderazgo, y cultivaron un sentido de comunidad en mí. Qué gozo sería ver a más mujeres jóvenes experimentar este tipo de discipulado para que todos continuemos en la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12).

Irene Gallegos es la directora del ministerio de mujeres en la Iglesia Bautista Getsemaní en Fort Worth, TX.

Ya tenía once años, y todavía no sabía leer

‘¡Le pedí a Dios que me enseñara a leer y lo hizo!’

Christianity Today May 4, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Bianca Juárez Olthoff es Narradora Principal para The A21 Campaign, Directora Creativa para Propel Women, oradora popular y autora de Play with Fire. Bianca ha pasado los últimos diez años movilizando el pueblo de Dios al lado de su esposo Matt Olthoff, Director Ejecutivo y pastor del Proyecto Europa.

La Dra. Andrea Ramírez, Directora Ejecutiva de la Coalición de Fe y Educación – NHCLC, escuchó a Bianca hablar en la Reunión IF 2017: Reunión sobre el poder de Dios para cambiar vidas. Esta conversación con la Dra. Ramírez relata cómo Dios contestó la oración de Bianca, de once años de edad, de aprender a leer. La repuesta de Dios a esa petición ha abierto puertas a un ministerio internacional como oradora y autora.

¿Cómo formaron su niñez la pobreza y la fe?

Me crie en la jungla urbana del este de Los Ángeles, pero mis padres creían en la oración y en los milagros cuando se trataba de nuestra educación. Comprometido a nuestra familia y comunidad, mi padre, un inmigrante mexicano, dirigió grupos misioneros y trabajó varios empleos para darle de comer a su familia de seis. Mi madre puertorriqueña nos enseñó a todos en casa. Cuando no había comida, con mucha confianza orábamos por comida y Dios proveía.

Cada noche mi padre pedía bendiciones sobre su familia antes de que nos acostara. Al besarnos la frente y apagar la luz, nos decía que éramos bellas y amadas. Así como yo creía en mi padre biológico, sabía que tenía que confiar en mi Padre celestial.

Sabía que Dios me amaba y que tenía un plan para mi vida aunque mi infancia no era tradicional. Toda nuestra familia compartía una casa pequeña, sin aire acondicionado, al lado de un vecino esquizofrénico que vendía drogas desde su patio. Comprábamos en las segundas y en las tiendas que tenían contenedores de gangas. A nuestra casa se metieron a robar varias veces, personas adictas a las drogas buscando robar algo para su próxima necesidad. Pero aun así, sabía que era escogida. Sabía que se me había prometido una vida que era diferente a la que veía.

¿Específicamente, como impactó la Escritura su perspectiva de la vida?

Los hijos de Israel confiaban en las promesas de Dios incluso cuando las situaciones no tenían sentido —así es como mi maestro de Escuela Dominical, el señor Charles, lo explicaba. Bajo el dedo de Faraón, el adorado gobernante de Egipto, los israelitas soportaron más de 400 años de esclavitud. Trabajaron sin parar y fueron maltratados y no valorados. Pero, como nos enseñó el señor Charles, el libro de Deuteronomio detalla la vida de los israelitas, el pueblo escogido por Dios para ser su pueblo elegido.

El ser escogido no necesariamente quería decir estar cómodo. La opresión que sufrieron los israelitas, los abusos que sufrieron, y el abandono que debieron sentir, penetró profundamente sus corazones. Pero esto es lo que sé ahora: el pueblo escogido de Dios clamó a Dios para que los rescatara. Pidieron lo que necesitaban. Empecé a creer que las promesas en la Biblia no eran sólo para gente bonita, pulida y perfecta. Eran para mí también.

¿Y cómo es que esta verdad se aplicó a la vida de una niña de 11 años?

Es fácil verlo ahora; cuando yo clamé a Dios, Él me escuchó. No experimenté un sacudir, ni una luz del cielo, pero sentí algo dentro de mí como lo sentí cuando mi maestro de Escuela Domincal habló sobre la libertad —era un sentir profundo en mi corazón y muy dentro de mis huesos.

A los 11 años era obesa y analfabeta. Oré una gran oración —la más grande oración que esta niña de once años pudo haber hecho. Le prometí a Dios que si Él me daba las palabras, yo le daría mi voz. No tenía idea de lo que eso realmente significaba, pero se oía bonito. Le confesé que no quería ser esa niña tonta y gorda, y creí sencilla y honestamente que Dios podía ayudarme.

¿Cómo contestó Dios su petición?

En los próximos meses, mi mamá quedó sorprendida al ver el cambio repentino en lo que yo comprendía y retenía de la lectura. No me malentienda: no era un genio, pero mi habilidad en la lectura aumentó rápidamente. En las noches me quedaba despierta tarde leyendo con una linterna en la cama, llevaba libros conmigo cuando mi mamá hacía sus mandados, y escogía leer en casa en vez de jugar con los otros niños del vecindario.

Ya que supe que podía leer, me sentí empoderada. Un mundo nuevo se me abrió y descubrí que si lo podía leer, lo podía aprender. El conocimiento se convirtió en poder, y consumía los libros como si fueran pan calientito. Iba a cambiar mi vida. Ya no iba a ser la niña tonta.

¿Cómo cambió esto su vida?

Aunque nuestra madre tomó nuestra educación muy en serio, los métodos formales de la educación no eran su énfasis. Una "hippie" de corazón, mi mamá se basaba en las creencias del Dr. Raymond Moore y su libro: Más vale tarde que temprano. No se preocupaba de los exámenes estatales cuando nos enseñaba utilizando proyectos de arte y experimentos científicos prácticos.

La primera vez que tomamos los exámenes estatales, mi hermana y yo recibimos calificaciones vergonzosamente bajas, sin embargo, no estoy segura de que mi mamá se preocupaba porque sus gemelas de 11 años no sabían leer.

Cuando meses después llegó el momento de tomar los exámenes estatales otra vez, me senté nerviosamente en un pequeño escritorio en un cuarto grande, con otros 40 niños que habían sido educados en casa. Miré a los otros niños en el cuarto y traté de no preocuparme que parecieran más inteligentes que yo. Le pegaba al escritorio con mi lápiz —un escape para mi ansiedad— y oré rápidamente. Desesperadamente, puse lo que había aprendido y el examen mismo en las manos de Dios. Todavía con mis ojos cerrados, escuché a la maestra decir, “empiecen clase”, le pedí a Dios que continuara la obra que había empezado en mí, y empecé con el examen.

Semanas después llegaron los resultados por correo y esperamos a que llegara mi papá para abrir los dos sobres con nuestros resultados. Ansiosamente abrí el primer sobre y les leí los resultados a mis padres. Confundida, mi mama pidió ver la carta para leer ella misma lo que decía. No tan sólo había mejoras en la comprensión y retención, sino que mi nivel de puntuación estaba a la par de los estudiantes en el grado 11. Con mucho orgullo y gozo, mi mamá me dio los resultados y sentí que estaba tomando en mis manos una carta directa de Dios, una prueba tangible de que Dios había escuchado mi oración. Tal como escuchó el clamor de los Israelitas cuando estuvieron oprimidos por los egipcios, Él escuchó a una niña con grandes sueños.

Me di vueltas, descalza en la cocina y le di un gran abrazo a mi sonriente madre diciéndole, “¡Le pedí a Dios que Él me enseñara a leer y lo hizo!” Oí las palabras del señor Charles resonar en mi mente, “Así es. No hay nada que nuestro gran Dios no pueda hacer.”

“Si Tú me das las palabras,” le había prometido, “yo te daré mi voz.” Y allí en esa cocina, dancé en agradecimiento por la fidelidad de Dios y alabé Su santo nombre.

Ese examen reveló su crecimiento en la lectura, y su corazón reveló su crecimiento espiritual. ¿Qué le gustaría compartir con otros estudiantes que se sienten ansiosos a causa de la lectura o los exámenes?

Les diría que oren grandes oraciones —que le pidan a Dios lo que necesitan. Ya sea ayuda con la lectura o las matemáticas o por comida sobre la mesa. ¡USTED le importa, así que pídale ayuda! También animaría a los que luchan a pedir ayuda; no tan sólo de Dios, sino de adultos dispuestos a ayudarles. No hay vergüenza en pedir ayuda. Por último, empiece a mantener prueba de la fidelidad de Dios (¡escriba cómo Dios ha contestado!). Si tiene fecha y tiempo de cuándo Dios suplió su necesidad, le recordará que Él puede y quiere —y lo hará otra vez.

El llamado del clarín a ser luz

Se hace un llamado para que cada creyentes individualmente y la iglesia se levanten y confronten la oscuridad en cada aspecto de sus vidas.

Christianity Today May 4, 2017
Josh Boot / UpSplash

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Mientras el presidente Trump se aproxima a sus primeros cien días en el cargo, hablamos con el Dr. Rdo. Samuel Rodríguez sobre su lectura bíblica en la investidura presidencial y lo que él describe como el llamado del clarín para que cada creyentes individualmente y la iglesia se levanten y confronten la oscuridad en cada aspecto de sus vidas, que es el mensaje de su exitoso libro, Ser luz.

Ya que el Rdo. Rodríguez es el primer pastor evangélico hispano que ha sido invitado a participar en una investidura presidencial, escogió leer sobre el Sermón del Monte, y concluyó con el llamado de Cristo a Sus seguidores para ser la luz del mundo.

Con solounos minutos para hablar en la investidura, ¿qué lo motivó a leer del capítulo cinco de Mateo?

De una manera muy real, vi esta oportunidad, este honor, de ser invitado a ser parte de la plataforma política por excelencia del planeta como un momento distintivo en la historia, para que la Palabra de Dios traspasara el ruido y la confusión y hacer un llamado una vez más a cada creyente para ser luz —en nuestras familias, comunidades, nación y el mundo.

Creo que nuestra nación está al borde de otro Gran Despertamiento. Aunque debemos participar políticamente, debemos hacerlo como un acto de testimonio profético. El cristianismo holístico no sacrifica la verdad en el altar de la conveniencia política. Dios me recalcó de que le recordara a todos lo que Él verdaderamente considera que es la forma de compartir nuestra luz y ser una bendición para tantos que están bajo el manto de la desilusión que se cierne en nuestros días.

Nuestra nación se enfrenta a tantos problemas y amenazas internas y del exterior, y todo pinta un cuadro oscuro. ¿Cómo podemos ser luz en estos tiempos y qué lo llevó a escribir Ser luz?

No podemos negar que vivimos en tiempos oscuros. Como creyentes, es muy fácil perder de vista la verdad de que la batalla en los Estados Unidos no es entre republicanos y demócratas o liberales y conservadores. A pesar de la tentación de involucrarnos en estas disputas sin importancia, sabemos que la verdadera batalla es entre el cielo y el infierno, las tinieblas y la luz.

Hace algún tiempo, estuve predicando, escribiendo y teniendo conversaciones sobre la creciente oscuridad que invade y amenaza nuestra sociedad y cultura. Como tantos de nosotros, vi ataques en un número creciente de frentes. Pero hubo un momento en mi sala cuando Dios cambió mi energía y mi enfoque de criticar la oscuridad —incluso maldecirla— a simplemente encender la luz. Ese cambio fue el génesis de la jornada que me condujo a escribir Ser luz.

Sabemos que Cristo nos llama a ser luz, pero ¿qué implica ser luz?

Ser luz es una frase engañosamente simple, pero contiene una increíble profundidad y riqueza para ser explorada conforme al mandato divino. La primera declaración poderosa la encontramos en Génesis 1:3, cuando Dios dice: “¡Que exista la luz!”. Luego la encontramos en Mateo 5:14, donde Jesús nos dice que somos la luz del mundo. Esto no es una analogía casual.

Cómo nos definimos a nosotros mismos tiene mucho que ver con la forma en que reflejamos a Jesús, la luz del mundo. En una sociedad que quiere definir quiénes somos —ya sea simplemente otra institución religiosa o un anticuado sistema de creencias que ya no es aplicable a un mundo de redes sociales— debemos tener la claridad, la convicción y el valor para levantarnos y declarar que somos la luz del mundo. Somos esa ciudad en una colina.

Cuando exploramos conceptos como refracción, difracción, interferencia y dispersión, estamos más cerca de entender nuestra identidad como personas de luz. Dios siempre empieza encendiendo las luces.

En Ser luz, usted proporciona una jornada de 30 días para los lectores. Descríbanos esa jornada.

En el libro, invito al lector a tomar 30 días para profundizarse en lo que significa ser llamados a reflejar la luz de Dios. Es una oportunidad para descubrir y comprometerse con los pasos prácticos, espirituales, emocionales y relacionales necesarios para responder a Su llamado.

La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el qué de ser luz. Quería exponer el cómo, los principios que nos guían para ser luz. ¡Cuando la luz se enfrenta a la oscuridad, la luz siempre triunfa!

Emitimos lo que absorbemos. La vida requiere luz. Nuestra fe requiere luz, y es transparente, trascendente y transformadora. El problema número uno en América hoy es una iglesia apática. Dios quiere encender la luz en nuestra vida, no tan sólo para revelar nuestros fracasos, sino también para traer sanidad. Creo que estamos al borde de otro Gran Despertamiento.

Cuéntenos sobre lo que usted llama la rúbrica de Ser luz.

Estas son cinco verdades que me encienden el corazón cada día, seguidas de preguntas clave que me impulsan.

Primero, la complacencia de hoy es el cautiverio de mañana. ¿Cuáles son esas cosas que estoy permitiendo hoy en mi vida que debo repudiar?

En segundo lugar, eres lo que toleras. Cuando reconozco que estoy tolerando algo —un hábito, una actitud, una idea o una inclinación negativa —tengo el poder para decir que no.

En tercer lugar, no hay tal cosa como un “cristianismo de conveniencia”. Debo ser un cristiano por convicción, no por conveniencia. Debo ser transformado por la obra expiatoria de Cristo.

En cuarto lugar, nunca debemos sacrificar la verdad en el altar de la oportunidad política. No importa la naturaleza de la tentación, la verdad debe triunfar.

Y quinto, necesitamos alinear nuestra escatología con nuestra “misionología”. Mientras la iglesia está esperando que Jesús descienda, Cristo está esperando a que la iglesia se levante.

Si nos sometemos a una auditoría diaria para determinar cuánta oscuridad hemos estado acomodando, a qué y quiénes hemos permitido que nos definan, y reconocer que la adversidad a la cual nos hemos enfrentado podría convertirse en la unción que Dios usa, entonces la luz que emitimos será magnificada exponencialmente.

Puede ser que estemos viviendo en la hora más oscura, pero también puede ser la mejor hora para ser luz si deseamos servir bajo el manto de gloria y luz al cual Dios nos ha llamado.

Es hora de que el Cuerpo de Cristo encienda su luz.

El Dr. Samuel Rodríguez sirve como Presidente/CEO de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC).

Joel Ceballo es escritor y consultor para editoriales de libros cristianos. Es miembro de la Junta de la NHCLC.

News

El mensaje de Pedro a los cristianos en pánico político: hablar de algo más

Un extracto de ‘This Is Our Time’ [‘Este es nuestro tiempo’].

Christianity Today April 6, 2017
Image: Pearl / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

En octubre de 2015, un pistolero solitario entró en Umpqua Community College en Roseburg, Oregón, y creó una escena de carnicería y desesperación antes de volver su arma contra sí mismo. En cuestión de horas, el fuego político de nuestro país estaba en su mayor intensidad. Algunos culparon la falta de leyes de control de armas. Sin importar su posición política, todas las voces tenían una cosa en común: su imaginación se mantuvo cautiva a la idea de que el único lugar donde el cambio puede ocurrir es en la legislatura o el palacio de justicia. Todo el mundo suponía que, o el gobierno era culpable, o el gobierno era nuestra única esperanza.

El evangelio desafía este mito. Nos dice que la esfera política es sólo un área en la que el cambio puede tener lugar.

“No todas las olas de entusiasmo político merecen la atención de la iglesia”, dice el estudioso británico Oliver O'Donovan. “La adoración que los principados y los poderes buscan sacar de la humanidad es una especie de excitación febril. La primer tarea de la iglesia es negarles esa adoración. Hay muchas veces … cuando la crítica política más acertada es hablar de otra cosa”.

Veo ese tipo de crítica en la carta de Pedro a la iglesia primitiva. Imagínese que usted está escribiendo una carta para alentar y exhortar a los cristianos en apuros. Sus lectores ocupan los márgenes de la sociedad; son calumniados y falsamente acusados. Algunos de ellos enfrentan encarcelamiento, y algunos han muerto como mártires. ¿Qué diría usted? “Queridos hermanos”, escribe Pedro, “les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida”.

Ahora imagínese su sorpresa cuando descubre que el enfoque de Pedro no está en la batalla que libran contra ellos las autoridades incrédulas. Pedro comienza con la lucha diaria en sus corazones. Pedro no dice: “¡La guerra ha empezado! ¡Defiéndanse del mundo!”

En lugar de eso, dice: “Absténgase de los deseos de la carne que están librando la guerra contra su alma”. En otras palabras, “Estoy menos preocupado por lo que los incrédulos harán a su cuerpo que lo que el pecado hará a su alma.” Para actualizar ese mensaje para los cristianos en pánico en el siglo veintiuno: “Estoy menos preocupado por lo que el gobierno puede hacer con los impuestos de su iglesia que lo que el compromiso y la complacencia harán con su congregación”.

Pedro enfoca nuestras expectativas. Deberíamos estar más preocupados por esta guerra que por cualquier guerra cultural. Eso no quiere decir que no haya problemas reales que nos presionan y requieren nuestra atención. Es simplemente para recordarnos la espantosa perspectiva de los cristianos que podrían ganar la guerra cultural y perder sus almas. Nuestro enfoque en el florecimiento humano y el bien común es de poco valor si, mientras nos centramos en la moralidad en el mundo, dejamos de perseguir la santidad en nuestros propios corazones.

El secreto del arco romano en el liderazgo pastoral

Las ventajas que se consiguen por incluir los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Zvonimir Atletic / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace unos años mi esposa y yo viajamos a la Tierra Santa con varios pastores de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC por sus siglas en inglés). Nos trataron amablemente como invitados especiales del Ministerio de Turismo de Israel. Además de visitar los lugares tradicionales de peregrinación, nos dieron acceso a algunos lugares fuera de la red.

Uno de los lugares más increíbles que visitamos fue Caesarea Marítima, la estación balnearia de Herodes en el Mediterráneo. En el paisaje se destaca el magnífico acueducto romano que data aproximadamente de la época de Jesús de Nazaret. El objetivo era llevar agua dulce varias millas a lo largo de la carretera desde el Monte Carmelo hasta Caesarea Marítima.

Fue emocionante caminar al lado de este antiguo canal artificial que ha resistido los duros asaltos del tiempo, de la naturaleza y de la humanidad. Más tarde, nuestro grupo fue al parque arqueológico de Jerusalén, cerca del Monte del Templo. “El Arco de Robinson” fue construido para ayudar a los peatones a cruzar una carretera pavimentada cerca del Monte del Templo.

El Señor Jesucristo, en uno de sus discursos más famosos, señala hacia el templo diciendo: “No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mateo 24.2; Marcos 13.2). Esta profecía se cumplió cuando el general Tito saqueó a Jerusalén en el año 70 de nuestra era. En un acto final de arrogancia, el emperador Domiciano erigió el Arco de Tito en Roma, para conmemorar su victoria sobre Israel.

Hoy día, el templo de Herodes –junto con todas sus glorias pasadas– es poco más que un montón de piedras. Sin embargo, el Arco de Robinson permanece casi intacto. Aunque estas estructuras se construyeron por diferentes razones y con distintos materiales, comparten el mismo componente estructural básico –el Arco Romano. Aunque me siento triste por la destrucción de la Ciudad Santa, no puedo dejar de maravillarme del genio de la ingeniería romana.

Comencé a hacerme esta pregunta: ¿Cuál es el secreto del arco?

En un edificio típico, las paredes y puentes de apoyo están construidos de dos columnas perpendiculares conectadas en la parte superior por una viga horizontal llamada dintel. Como todas las cargas físicas son verticales, la carga de peso descansa directamente sobre el dintel. Mucho antes de los romanos, los arquitectos antiguos aprendieron que podían fortalecer sus estructuras reemplazando la viga horizontal por una que es una viga o arco ascendente. El beneficio de este diseño es que “las cargas inducen tanto el esfuerzo de flexión como el de compresión directa” (“Arch”, Enciclopedia Científica de Van Nostrand, pp. 316-317). En otras palabras, el trabajo de carga en un arco se comparte horizontal y verticalmente. Esto da lugar a uno de los dispositivos estructurales arquitectónicos más fuertes conocidos al mundo antiguo. De repente me di cuenta de que el arco romano es la ilustración ideal para una organización sana. Permítame explicarle.

En muchas de nuestras iglesias el pastor es la persona clave de la organización. Esto es análogo con la estructura tipo dintel. El pastor propone la visión y la congregación sostiene la programación contribuyendo en alcanzar los objetivos que se han propuesto. Esto puede ser de mucha satisfacción para los pastores que prosperan logrando una victoria tras otra.

En cambio, cuando surgen problemas, la mayor parte del peso descansa sobre los hombros del pastor. La mayoría de los pastores aguantan estas tormentas con éxito, pero incluso el pastor más fuerte puede ser sometido a una prueba que está más allá de sus fuerzas. Tristemente, vemos a algunos pastores que han claudicado y han dejado el ministerio.

En casos extremos, la incapacidad de hacer frente a una situación puede manifestarse como una forma de fracaso psicológico o moral. Todos hemos presenciado a muchas congregaciones que se desmoronan al tener divisiones y se disuelven eventualmente.

Ahora, tomemos una visión bíblica, y retrospectiva del liderazgo. ¿Recuerda lo que pasó cuando Moisés estaba siendo abrumado? Jetro, su suegro, le sugirió un sistema de gerentes para manejar los problemas menores (Éxodo 18:24).

Ahora vamos a avanzar rápidamente al tiempo después del exilio de Jerusalén. Después de que Nehemías reconstruyó la ciudad, Esdras se puso a leer del Libro de la Ley de Moisés delante de su congregación. Pero antes de que él presidiera, sabiamente formó un grupo de líderes con varios representantes del pueblo. Como una salvaguardia adicional contra ser mal interpretado, él empleó un equipo de levitas para explicar su mensaje (Nehemías 8). ¿Ve usted un patrón aquí?

Tanto Moisés como Esdras utilizaron a miembros laicos para fortalecer su ministerio compartiendo la carga. Nosotros también podemos usar el principio del arco de la misma manera. Los laicos son invitados a formar parte del liderazgo pastoral. El lado ascendente del "arco" representa el liderazgo laico compartiendo la responsabilidad de la traducción y la implementación de la visión que tengamos a una realidad posible. Ellos comparten tanto en los éxitos como en los fracasos.

El siguiente punto es vital para el éxito de este modelo. La pieza central que une ambos lados a la cima se llama la piedra angular.

A diferencia de las otras partes del arco continuo, esta no es cuadrada. Es un trapezoide invertido, o sea una figura de cuatro lados con un lado corto en la parte inferior. Por sí sola, no llama mucho la atención. Sin embargo, cuando se monta correctamente en el arco, se transforma en un poderoso mecanismo que asegura la estructura. Este es el secreto del arco.

Ahora, apliquemos el principio del arco al liderazgo. El pastor es la piedra angular que unifica la organización, mientras que los laicos proveen apoyo al pastor. El liderazgo laico comparte el peso vertical normativo del ministerio y lo protege de posibles ataques inesperados. Ambos lados de la columna desde su nivel superior hasta la base hacen su parte para mantener la estabilidad y la continuidad de la visión y la misión. No hay una garantía de que las iglesias que usen el “principio o sistema del arco” nunca fallen. Sin embargo, las ventajas que se consiguen por incluir a los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

¿Qué clase de estructura organizacional representa mejor a su congregación? ¿Está su pastor llevando la carga más pesada del ministerio? ¿O están los laicos compartiendo la responsabilidad? Recuerde el secreto del Arco.

El Dr. Daniel F. Flores es un ministro ordenado, presbítero, de la Iglesia Metodista Unida nombrado para el ministerio educativo en Tarrant County College en Fort-Worth, Texas. Con frecuencia imparte cursos teológicos para Pastores en el Caribe y las Américas.

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Desafíos que enfrenta una mujer hispana al liderar una organización ministerial

Hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Kamira / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Soy mujer y latina. Dirijo un ministerio cristiano internacional que sirve en todos los lugares en donde se habla español. Porque soy mujer miro la vida desde la perspectiva femenina, lo que significa que a veces lloro, que me enternece un bebé, que me gusta tener flores cerca de mí, que mis decisiones generalmente son más guiadas por mis emociones que por mi racionalidad, en fin, no puedo dejar de lado quien soy al expresarme y desenvolverme en la vida. Pero, también soy latina lo que significa que disfruto la música nuestra, los colores nuestros y especialmente relacionarme a través de largas conversaciones que sabemos cuándo empiezan, pero nunca cuando terminan. Soy mujer y latina viviendo y sirviendo en un ministerio que se radica en un país que no es el mío. Acá he aprendido que además soy hispana y eso me hace diferente de otras mujeres aun sin serlo. El ser hispana me da un “apellido” que me identifica con una cultura, idioma e incluso conexiones que quiero que se preserven para las futuras generaciones.

El ser hispana en un país que no es latino y ejercer un liderazgo en un ministerio multinacional trae tremendos desafíos. Estos desafíos son a veces culturales asociados al machismo propio de ser latinos, a veces son de género pues existe la idea de que la mujer por su femineidad no puede ejercer funciones propias de un jefe sobre hombres y mujeres, e incluso a veces son desafíos culturales internos producto de la manera en que fuimos formadas en nuestro hogar pues la mujer latina/hispana aprende que es ella la que sirve la mesa y calienta las tortillas mientras que el hombre espera para ser servido.

Muchas veces en el ejercicio profesional dentro de este ministerio donde el Señor me ha puesto como mujer hispana, en un país que no es el mío me hace identificarme con la historia de la reina Ester en el Antiguo Testamento. Ella también era mujer ejerciendo un tremendo liderazgo que no buscó, en un país que no era el suyo. El color de su piel, las costumbres, el idioma, las comidas e incluso la ropa que se usaba en su país de adopción eran distintos al del país donde ella creció y se formó como mujer.

Pero estaba en este lugar “para un tiempo como este”. Ester 4:14

Creo que hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro. Algunas de ellas, las puedo enumerar así:

Primero: Debemos reconocer que Dios tiene un plan para nuestras vidas, no importa donde estemos ni cuán diferente nuestro entorno sea a lo que reconocemos como nuestro. Dios quiere usarnos para su gloria no importa donde estemos ni cual sea nuestro trasfondo.

Segundo: Debemos tener fuerza para responder a los desafíos que se nos presentan. Ester dijo luego de que se le presentara el gran desafío de defender a su pueblo: “Y si perezco, que perezca”. Ester 4:16. A veces estos desafíos están relacionados con nuestra cultura o con nuestra condición de mujer, pero cualquiera que sea debemos ser fuertes y valientes para responder sabiendo que Dios nos llama y capacita para ejercer lo que Él espera de nosotras.

Tercero: La oración y el ayuno traen claridad a nuestras decisiones. Es interesante que la palabra Dios nunca es mencionada en el libro de Ester, sin embargo, Su presencia es visible a través de toda su narración. Ester necesitaba tomar una decisión muy importante y luego actuar conforme a ella, por lo que llama a quienes la conocían a acompañarla en estas disciplinas espirituales tan necesarias cuando se ejerce liderazgo. En mi propia experiencia sé que no podría seguir adelante si no tomara tiempo para detenerme y venir ante el Señor frente a las decisiones pequeñas y grandes que debo tomar para el bien de nuestro ministerio. La realidad es que estas decisiones pueden afectar las vidas de las personas que interactúan conmigo directamente, pero también a personas que no conozco y que quizás nunca conoceré. Por lo que lo único que me da tranquilidad es saber que puedo orar y depender del Señor.

Cuarto: Dios nos usa a todos para cumplir sus propósitos. No importa donde estemos, el color de nuestra piel ni menos nuestro género. Esto me emociona mucho pues me muestra a un Dios todopoderoso que toma a alguien como yo para ponerlo en el lugar que él piensa que pueda servir mejor y usarlo para su Gloria.

Ester fue una muchacha que fue sacada de su país y llevada a otro lugar lejos de su familia, donde su color de piel, idioma y comidas eran tan diferentes, para ser usada por Dios “en un tiempo como este”. ¡Que parecida a nuestra propia historia como mujeres hispanas!

Creo que nosotras también somos llamadas a preservar nuestra diversidad cultural, a tomar los grandes y pequeños desafíos con fuerza, a confiar en nuestras habilidades y ayudar a las generaciones que vienen detrás nuestro a conocer nuestra historia y por, sobre todo, también a depender de Dios por sobre todas las cosas.

Raquel Contreras es chilena, abogada y desde hace tres años directora general de Editorial Mundo Hispano/Casa Bautista de Publicaciones.

4 Cosas que Beth Moore me enseñó sobre escribir

Lo que la escritora de estudios bíblicos para mujeres más famosa quiere que la próxima generación sepa.

Christianity Today April 6, 2017
Por cortesía de Beth Moore

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

En casi todas las medidas, Beth Moore es una potencia en nuestro mundo evangélico. Es prolífica y popular, con docenas de libros y estudios bíblicos que terminaron en listas de bestsellers. Ha hablado en cientos de conferencias y ha organizado un programa semanal de televisión.

Ella es Beth Moore.

Cuando alguien tiene ese nivel de éxito (por no hablar de su pelo perfecto), estamos obligados a preguntarnos si realmente ella podría ser tan sabia y maravillosa como parece. Así que estaba escéptica pero esperanzada al llegar a la conferencia de escritoras organizado por su Living Proof Ministries hace unas semanas.

La autora de 59 años lanzó el nuevo evento como una forma de llegar a un grupo que veía subutilizado en la iglesia y que necesitaba aliento: mujeres de entre 20 y 30 años que son escritoras, maestras y conferencistas. Ella reunió a una docena de mujeres a quienes ella había servido de mentora para que le ayudarán a instruir a las 800 mujeres presentes. Yo era uno de ellas, y esto es lo que aprendí.

1. Cada idea tiene su vida útil o fecha de caducidad.

Moore compara la longevidad de una idea con un tren en las vías. La primera parada son los medios de comunicación social. A veces usted está irritada por algo que exige una respuesta inmediata, por lo que dispara un tweet o un comentario en Facebook, y eso es todo. Pero los medios de comunicación social podría alimentar su pasión, y la discusión resultante alimenta la idea que se convierte en una entrada en un blog. Si la idea aún tiene más facetas que explorar, esa entrada en un blog podría convertirse en un sermón o una sesión en un discurso. Por último, cuando las ideas continúan ganando impulso a través de los medios sociales, artículos en línea y enseñanzas, se convierten en proyectos más largos como libros o estudios bíblicos.

Algunas ideas no deberían encontrar cabida más allá de las redes sociales, pocos libros podrían –o deberían– ser destilados a un solo tweet, y muchas ideas sirven un mejor propósito como sermones o entradas de blog. El truco, como Moore dijo, es tener el discernimiento de saber hasta dónde llegar con una idea. El concepto mismo, la discusión que lo rodea, y la propia competencia del escritor para abordarlo juegan un factor.

En Bird by Bird: Some Instructions on Writing and Life [Pájaro por pájaro: algunas instrucciones sobre escribir y la vida], Anne Lamott secunda este consejo para los escritores de ficción: “Si descubre que comienza una serie de historias o piezas que ni siquiera se molesta en terminar, que pierde interés o fe en ellas a lo largo del camino, puede ser que no haya nada en su centro que le apasiona”.

Cuando empecé a escribir un libro sobre la soltería, quería incluir un capítulo entero sobre citas a ciegas. He tenido una serie horrible de citas a ciegas, alrededor de 15 seguidas, pero cuando llegó el momento de escribir sobre ellas, me di cuenta que citas a ciegas funcionó para tweets ingeniosos y comentarios de Facebook, pero no dio resultado como un capítulo de libro. Así que me vi obligada a “matar a mis queridos”, como dice Stephen King, y mi libro es mejor por haberlo hecho. Cultivar conciencia de uno mismo para evaluar sus propias ideas es algo crucial.

2. Usted debe saber más de lo que escribe.

Para que nadie dudara de la investigación de Beth Moore, sacó grandes carpetas de 4 y 5 pulgadas llenas de material y las apiló sobre una mesa en el escenario. Una de ellas contenía más de 400 páginas de información de fondo y se convirtió en un libro de 150 páginas. Otra se convirtió en un libro de 100 páginas. Otra, una clase de vídeo de 4 sesiones. Moore argumentó que como escritora, tiene la obligación de saber mucho más de lo que está compartiendo. Usted debe saber todo alrededor de su tema –no solo el tema en sí– de tal manera que cuando le cuestionen sobre algo de lo que escribió, usted ha pensado las cosas cuidadosamente.

Mi hermano, que ahora trabaja en su doctorado en el Antiguo Testamento, ha compartido consejos similares. Alienta a los pastores a obtener una maestría en divinidades porque aunque ese nivel de educación no es necesario para el empleo, es útil para el servicio. Él lo llama la brecha del educador: “Para comunicar un hecho básico a través de la educación, usted necesita tener dominio de ese hecho, lo cual requiere un mayor nivel de conocimiento. Para enseñar álgebra I, necesita saber álgebra II. Para enseñar álgebra II, es necesario dominar el cálculo. Si los pastores tienen la tarea de enseñar doctrina y teología, debe haber un nivel de maestría que sea más alto que lo que ellos comunican y esperan de aquellos a quienes enseñan”.

Incluso si usted nunca va a ser una experta en un campo en particular, tiene una responsabilidad para con sus lectores de estar bien informada sobre el tema que está tratando, ya sea un sermón sobre la paz o un libro sobre la soltería. Aprendí que Jessica Simpson y Selena Gomez llevaban anillos de promesa y que el manifiesto de la relación cristiana “I Kissed Dating Goodbye” [“Le dije adiós a las citas”] vendió 1.2 millones de copias. Estos datos nunca aparecerán en mi libro, pero informan lo que escribo sobre las consecuencias de la cultura de la pureza. En resumen, saber más sobre mi tema me ayudó a hablar de ello menos y mejor.

3. Busque la retroalimentación o la retroalimentación la encontrará a usted.

Moore estructuró la conferencia para destacar los beneficios de la tutoría. Para aquellas de nosotras en la generación más joven, tales relaciones requieren que escuchemos y consideremos opiniones distintas, aunque puede ser más fácil despedir dichas opiniones como anticuadas o que no reflejan la realidad actual. Buscar mentoría significa poner mi orgullo a un lado y agarrar una pluma para tomar notas.

Su consejo: encuentre a la gente que alimenta sus ideas, que las hace mejores y que le hace a usted una mejor persona. Encuentre a aquellas personas que cuentan el éxito suyo como si fuese de ellas. Busque retroalimentación que mejore su trabajo, aunque golpee su orgullo, y encuentre a personas que estén dispuestas a darle el tipo de comentarios que le duelen al principio.

Los capítulos más sensibles de mi próximo libro tratan sobre la soltería y la sexualidad. Esta es la parte que inicialmente envío a un puñado de personas que leen con cuidado y amabilidad, pero también con un buen ojo. Limitar las críticas a las personas en las que confío me permitió escuchar sus comentarios sin ser defensiva u orgullosa. Sus notas me obligaron en última instancia a cortar párrafos, aclarar frases, y afilar mi mensaje.

Es humillante pedir ayuda, pero prefiero pedirla a aquellos que estoy seguro que la darán de buena voluntad más que a aquellos que la proporcionarán –sin que los tenga que animar– desde una perspectiva de ignorancia o inseguridad. Podemos buscar proactivamente mentores y mentoras que dan buenos consejos, incluso cuando no nos gusta.

4. Conozca su lugar y sea lo suficientemente valiente como para tomarlo.

En su TEDWomen Talk, Sheryl Sandberg describe la escasez de mujeres en la cima. De los 190 jefes de estado, 9 son mujeres. De todas las organizaciones sin fines de lucro, sólo el 20 por ciento están encabezadas por mujeres. El sector evangélico es aún menos prometedor. Las listas dominadas por hombres de influencias evangélicas nos llevan a suponer que el mundo cristiano sólo tiene espacio para unas pocas mujeres excepcionales para enseñar y dirigir. Tal vez por eso vemos a otras mujeres como competencia; convertirse en una mujer prominente en el mundo evangélico norteamericano parece ser un juego de suma cero.

En su escrito, Ann Voskamp rechaza esta idea: “Las niñas pueden competir entre sí, pero las verdaderas mujeres se avivan las unas a las otras, las niñas pueden empalarse, pero las verdaderas mujeres se empoderan mutuamente. Las chicas se pueden comparar entre sí, pero las verdaderas mujeres se defienden las unas a las otras”. En última instancia, Moore y Voskamp –tanto con sus palabras como con su amistad– apuntan hacia el principio del brillo: si brilla usted, brillo yo. Al discutir esta idea, Kate Shellnutt escribe: “No basta simplemente con resistirse a ver a otras mujeres como una amenaza y querer verlas triunfar. También nos servimos bien cuando buscamos una relación por genuina admiración (no meramente por la adulación ni por nuestra propia ambición)”.

Las amistades íntimas de Moore con otras mujeres exitosas también la convierten en un modelo importante. No muchas mujeres verán ventas de libros o conferencias llenas como Moore's o como Christine Caine o Priscilla Shirer. Durante una sesión, les dijeron a los asistentes que las probabilidades son que sólo un puñado de nosotras alguna vez recibiría un contrato tradicional de autora, y el resto de nosotras, si eso es lo que queríamos, íbamos a terminar decepcionadas. Por lo tanto, o necesitamos trabajar duro para ser una de las pocas o cambiar nuestras expectativas. De cualquier manera, no importa en qué campamento caiga yo, espero seguir celebrando el bien que hace al reino con cada acuerdo de libro, artículo, diseño y programa de amigas y compañeras, porque cuando ellas brillan, brillo yo también.

Antes de escribir mi libro, pensé que la parte más difícil sería escribir el libro –es decir, sentarse y dejar salir todo. Pero esos meses pasaron rápidamente, y me encantó el proceso. Me quedé pensando en la idea durante tanto tiempo que fue más catártico que doloroso, algo que Moore describió en la conferencia. De hecho, el momento “después del parto” de mi escrito está demostrando ser mucho más difícil para mí. ¡El libro está escrito, ¡Viva! Pero ahora viene el frenesí de finalizar el producto y planear la promoción.

Mientras continúo trabajando en mi primer libro, estoy agradecida por las escritoras que modelan el arte de ser una autora el día de hoy. Más allá del arte de escribir, una carrera exitosa y que honra a Dios requiere una manera de conducirse y de construir relaciones con otros. Independientemente de si alguna vez llegue yo a ser una persona de fama o que he escrito un bestseller, espero poder reflejar en mi obra un poco sobre la sabiduría y el corazón de Beth Moore –y aprender algunas de mis propias lecciones en el camino.

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