¿En qué altar estamos sacrificando a nuestros hijos?

Sin darnos cuenta, tal vez estamos ofreciendo a nuestros hijos ante ídolos modernos.

Christianity Today January 26, 2023
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Getty / Unsplash

En 2021, el equipo editorial de

Christianity Today

tuvo la iniciativa de lanzar un concurso de ensayo en cuatro idiomas a fin de llevar la sabiduría, perspectiva y comprensión teológica escrita originalmente esos idiomas, y traspasar la barrera del lenguaje a fin de bendecir a la iglesia global.

En enero del año pasado, tuvimos el gusto de anunciar al ganador del primer concurso de ensayo de

Christianity Today

en español.

Gracias al éxito de ese primer esfuerzo y al buen recibimiento que tuvo entre nuestra audiencia, CT decidió anunciar un segundo concurso, esta vez en cinco idiomas: español, portugués, francés, chino e indonesio.

Para la edición en español de este concurso, en esta ocasión recibimos ensayos de un total de 14 países. Estamos profundamente agradecidos con todos aquellos que nutrieron este certamen con sus valiosas ideas.

Los ensayos recibidos fueron evaluados minuciosamente por nuestro equipo editorial, y después pasaron por un proceso de evaluación anónima por parte de un equipo de jueces.

Hoy nos complace compartir el ensayo ganador. ¡Felicidades a

Rebeca Martínez Gómez

!

Si quiere saber más sobre cómo escribir para nosotros, conozca nuestros requisitos en nuestra guía.

Editora y gerente global:

Morgan Lee

(Hawái, EE. UU.)
Coordinadora de proyectos:

Sofía Castillo

(Argentina)
Directora editorial:

Livia Giselle Seidel

(México, EE. UU.)

Ofrecemos nuestro sincero agradecimiento a los jueces de este proyecto:

Luis Fajardo Vaquero

, España: director general de la Sociedad Bíblica, anciano de la Asamblea de Hermanos de Valladolid y profesor de hebreo bíblico.

Wendy Bello

, Cuba/Estados Unidos: autora y conferencista internacional. Colabora con LifeWay Mujeres y actualmente cursa una maestría en el Southern Baptist Theological Seminary.

Harold Segura

, Colombia/Costa Rica: pastor, teólogo y director del Departamento de Fe y Desarrollo de Visión Mundial para América Latina y el Caribe.

Daniel Puerto

, Honduras/México: coordinador editorial de Poiema Publicaciones y director ejecutivo de Soldados de Jesucristo. Estudió en el Instituto Bíblico Río Grande y actualmente cursa una maestría en el Southern Baptist Theological Seminary.

Sergio Villanueva

, México/Estados Unidos: autor, compositor y artista gráfico, es pastor de la Iglesia del Pueblo en Chicago, Illinois.

Noa Alarcón

, España: escritora y traductora especializada en teología y textos bíblicos, con estudios de filología hispánica y hebraica.

Óscar Fernández H.

, Costa Rica: teólogo y doctorando en estudios sociorreligiosos; coordinador para América Latina y el Caribe de las Academias de Proclamación Global; miembro del Core Global Team en el ministerio RREACH (Ramesh Richard Evangelism and Church Health).

Sin duda, uno de los momentos más dramáticos del Génesis tiene lugar cuando Abraham extiende su mano para tomar el cuchillo, dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac en obediencia al Señor (Génesis 22:10). Considerando las costumbres de la época con respecto a los sacrificios, tal vez a Abraham no le pareció tan descabellada la petición del Señor. Con excepción, claro, de que el Señor le había prometido que por medio de ese hijo, multiplicaría su «descendencia como las estrellas del cielo» (21:12; 26:4, NBLA).

Sin embargo, de acuerdo con Hebreos 11:19, Abraham obedeció a Dios puesto que «… consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos…». Y como sabemos, el Señor no dejó que Abraham dañara a Isaac, sino que proveyó un carnero para el sacrificio (Génesis 22:12-13). Y tras esta muestra de reverencia y temor a Dios, el Señor prometió bendecirlo al punto de que también todas las naciones serían bendecidas por medio de su descendencia (v.18).

Este pasaje marca un contraste radical frente a la práctica de las otras naciones de la época de Abraham (y posteriores, que sí sacrificaban a sus hijos a dioses paganos). Incluso los israelitas llegaron a hacerlo en total desobediencia a Dios (2 Reyes 16:3).

En la actualidad, nos resulta casi imposible identificarnos con este suceso en las vidas de Abraham e Isaac. Nos parece impensable la idea de ofrecer a nuestros hijos en sacrificio físico y vivo delante de Dios; mucho menos sacrificarlos a dioses paganos.

Pero, ¿es verdad que los días de ofrecer a nuestros hijos en sacrificio están tan lejos de nosotros? ¿O es posible que tal vez no nos hemos dado cuenta de cuáles son los ídolos y dioses que hemos levantado en nuestros días? ¿Cómo se vería ofrecerle nuestros hijos a Dios en el siglo XXI?

Un ídolo moderno

Hace varios años, mi esposo y yo nos mudamos a Estados Unidos para estudiar posgrados y durante ese tiempo tuvimos a nuestro único hijo. Desde que estaba en el vientre, la planeación de su educación se volvió una prioridad tanto para mí como para mi esposo. En particular, yo quería que él tuviera las oportunidades que yo no tuve durante mis años de formación.

Al ingresar a mi programa de posgrado en Estados Unidos, muy pronto noté que tenía notables desventajas en comparación con mis compañeros. Yo había crecido en México como hija de una madre soltera que no tuvo la oportunidad de asistir a la universidad y tuvo que esforzarse mucho para asegurar que yo completara mi educación. Yo no tuve la oportunidad de aprender música y artes como muchos de mis compañeros, y muchas veces me sentí fuera de lugar al no poder participar de sus conversaciones. Ellos habían tenido experiencias que habían ampliado sus conocimientos en ámbitos de la cultura a los que yo nunca tuve acceso.

Por este motivo, decidí no permitir que mi hijo pasara por una experiencia similar. Sentía que era mi responsabilidad brindarle las oportunidades educativas y culturales que yo no tuve. Por eso, cuando tenía apenas cuatro años, nuestro hijo ya estudiaba violín en las clases para niños de la universidad, y yo planeaba sus veranos con clases y actividades de arte, deportes, ciencia y tecnología.

Tal vez es importante aclarar que mi esposo y yo nos considerábamos seguidores de Cristo desde hacía varios años, y en este punto en nuestra historia asistíamos a una megaiglesia evangélica donde mi esposo servía como intérprete y yo daba clases a los niños.

Nos llamábamos cristianos y estábamos involucrados activamente en la vida de la iglesia. Sin embargo, seguíamos amando lo que la Biblia llama «el mundo»: su perspectiva, sus valores, y evidentemente, sus ídolos.

Sin saberlo, estábamos dispuestos a llevar a nuestro hijo al altar del mundo y entregarlo delante de otro dios: la educación encaminada a conseguir el éxito y un mejor estatus social.

El mundo según las Escrituras

En el Nuevo Testamento, el apóstol Juan advierte a los cristianos que «no amen al mundo ni las cosas que están en el mundo» (1 Juan 2:15). Y Juan divide en tres partes aquello a lo que se refiere cuando habla del mundo: «los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida» (v. 16, RVR60).

Para expresar el significado de «vanagloria» otras traducciones de la Biblia usan las palabras ostentación, soberbia o arrogancia. El punto que Juan desea transmitir es que todo aquello que es atractivo para la carne, toda codicia que nace de la vista, y toda cosa deseable que nos lleva a vanagloriarnos una vez que la hemos obtenido, es del mundo. Y lo que pone a prueba que algo sea o no del mundo es si es contrario a los deseos del Espíritu de Dios (Gálatas 5:16-17).

Los seguidores de Cristo somos, por definición, aquellos que hemos sido transformados por el Espíritu de Dios para buscar por sobre todas las cosas el Reino de Dios. Aunque nacimos en el mundo y por naturaleza perseguíamos los deseos de la carne, los cristianos hemos encontrado algo cuyo valor es infinitamente superior a todo lo que el mundo y los placeres de la carne nos puedan ofrecer. Somos quienes encontramos «una perla de gran valor» y estuvimos dispuestos a dejar todo atrás, a «vender todo lo que teníamos» con tal de comprarla (Mateo 13:46, NBLA).

Juan sugiere que podemos determinar incluso nuestra propia salvación tomando como referencia si buscamos las cosas del mundo o las cosas de Dios. «Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). Según este argumento, el amor del mundo repele el amor del Padre y viceversa; es decir, no pueden coexistir.

Un pie en el mundo, un pie en el Reino

La tentación de mantener un pie en el mundo suele ser sobrecogedora. Nos decimos a nosotros mismos que es necesario adaptarnos al marco de referencia de los valores del mundo, aunque sea parcialmente. Muchas veces nos parece lógico enseñar a nuestros hijos que el objetivo de sus años de formación es prepararse para que cuando sean adultos puedan intercambiar su trabajo por la mayor suma de dinero posible, y conseguir llegar más allá que los demás en la carrera por el éxito. Pero al hacer esto, ¿no los estamos preparando para el altar del mundo?

Del mismo modo, pocos padres crían a sus hijos enseñándoles a contentarse con tener comida y ropa para cubrirse. De acuerdo con los valores de nuestra sociedad occidental, al enseñarle esto a nuestros hijos los estaríamos preparando para la mediocridad. Sin embargo, esto es justamente lo que enseña el Nuevo Testamento (1 Timoteo 6:8-9).

Si somos honestos, todos los padres cristianos batallamos en este aspecto. Nuestro instinto y deseo natural es hacer todo lo que esté en nuestro poder para garantizar el bienestar de nuestros hijos.

Pero con gran frecuencia, queremos tener el control sobre el futuro de nuestros hijos en lugar de confiar y depender de Dios. Y como sabemos, siempre que hagamos las cosas conforme a nuestro propio entendimiento, las cosas no saldrán bien. «Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte» (Proverbios 16:25).

Si criamos a nuestros hijos diciéndoles que deben buscar más educación, dinero y estatus a fin de garantizar un mejor futuro, los estamos impulsando en el camino del mundo. Y Dios no puede ser burlado: «… todo lo que el hombre siembre, eso también segará» (Gálatas 6:7).

Es común escuchar a padres cristianos decir que envían a sus hijos a la escuela no solo a aprender, sino también a ser la luz y la sal, pero si no nos detenemos a analizar nuestras motivaciones, bien podríamos buscar la educación de nuestros hijos con la misma motivación de los padres no creyentes.

Según una investigación de Barna, entre 2011 y 2018 «el porcentaje de jóvenes adultos que abandonan la iglesia ha aumentado del 59 % al 64 %. Casi dos tercios de los jóvenes estadounidenses de 18 a 29 años que crecieron en la iglesia dicen a Barna que han dejado de participar en la iglesia como adultos después de haber sido activos de niños o adolescentes».

Cuando los padres cristianos vemos a los hijos que creímos haber criado dentro de la iglesia apartarse de la fe al llegar a la adultez, ¿es posible que sea en parte porque en realidad los estábamos formando de acuerdo a los valores del mundo?

Examinando nuestras motivaciones

En este punto es importante aclarar que aunque el enfoque que ve a la educación como un medio para conseguir el éxito es, sin duda, parte de las trampas de este mundo, eso no significa que la educación en sí sea necesariamente del mundo. Dios nos dio la capacidad de aprender y muchos han argumentado bíblicamente el valor de la educación.

Más bien, lo que debemos examinar son nuestras motivaciones. Dios ve nuestros corazones (1 Samuel 16:7). Debemos preguntarnos: ¿Por qué quiero que mi hijo reciba la mejor educación posible? ¿Por qué quiero que mi hijo o hija pertenezca a un club deportivo? La diferencia entre una respuesta que glorifique a Dios o una respuesta que glorifique al mundo determinará si amamos a Dios por sobre todas las cosas.

¿Deseo que mi hijo practique un deporte para que alcance un mejor estatus social o para que glorifique a Dios en su cuerpo haciendo ejercicio? ¿Quiero que toque un instrumento musical para que alabe al Señor, o simplemente porque los niños «bien educados» saben tocar música? ¿Deseo que obtenga un buen trabajo para que use sus conocimientos y habilidades para el reino de Dios, o simplemente para que tenga una vida de abundancia y un buen nivel socioeconómico?

Un sacrificio vivo

¿Cómo se vería, entonces, ofrecer nuestros hijos a Dios en nuestros días? Haremos bien en comenzar por imitar el ejemplo de Abraham: escuchar la instrucción de Dios y obedecer aun cuando el llamado de Dios parezca ir en contra de la promesa de éxito.

Así como Abraham, debemos creer que Dios cumplirá sus promesas sin importar nuestras circunstancias, pues el éxito está asegurado para los que aman a Dios (Romanos 8:28). Ofrecer nuestros hijos a Dios es aceptar soltar las riendas y darle el espacio a Dios para que Él cumpla su promesa de éxito. Sin embargo, debemos recordar que la prosperidad y el éxito que Dios promete siempre vendrá en los términos de Dios y no de acuerdo a interpretaciones mundanas de estos conceptos.

Nuestro hijo ahora tiene trece años, y durante los últimos años hemos caminado de la mano del Señor, aprendiendo paso a paso a vivir una vida más sencilla y de contentamiento con la provisión de Dios. También hemos aprendido a orar que la voluntad de Dios se cumpla en su vida, y no la nuestra.

Finalmente, nuestro llamado como pueblo redimido por Dios es buscar su gloria en todo momento (1 Corintios 10:31). El objetivo de los hijos de Dios es agradarle y servirle a Él — no hacer nada por vanagloria (Filipenses 2:3) o como para los hombres sino para Dios (Colosenses 3:23)—.

Pidamos perdón a Dios si en ignorancia hemos enseñado a nuestros hijos a adorar a los ídolos y valores del mundo en lugar de ser sacrificios vivos para Dios. Descansemos en las promesas de Dios, pues la Palabra dice: «… mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).

Rebeca Martínez Gómez es originaria de Guadalajara, México, y es doctora en Lingüística por la Universidad de Nuevo México. Vive con su esposo e hijo en Albuquerque, donde el Señor los llamó a evangelizar y plantar una iglesia.

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Esta tierra antigua no es tu tierra

¿Por qué Abraham fue un arameo errante?

Christianity Today January 23, 2023
Edición por Christianity Today / Source Image: WikiMedia Commons

Este es el tercer artículo de la serie «Génesis en enero», que busca ayudar a la gente a explorar la complejidad de la Biblia al comienzo de un nuevo año.

Vivimos en una generación inquieta. Mi marido y yo nos hemos mudado 15 veces en 24 años de matrimonio. Y aunque esa cifra es superior a la media, no somos los únicos. En nuestra cultura, no es habitual permanecer en la misma comunidad y en el mismo trabajo durante más de 10 años. [Enlaces en inglés].

Hoy en día, la gente se muda por oportunidades educativas o de trabajo, a causa del matrimonio o para vivir más cerca de otros familiares. Algunos nos mudamos de un lugar a otro buscando simplemente una comunidad que se adapte mejor a nuestros presupuestos o ideales. A veces nuestras migraciones se ven precipitadas por un conflicto o una preocupación: un divorcio, una crisis de salud, un declive relacionado con la edad o porque deseamos huir de la violencia.

En el Antiguo Testamento encontramos temas similares. Abraham, Isaac y Jacob se mudaron con mucha frecuencia junto con sus familias. Si estás leyendo el Génesis este mes, probablemente te habrás dado cuenta. Sus motivos para mudarse son distintos de los nuestros, pero aun así pueden enseñarnos algo sobre cómo vivir bien.

A menos que hayas huido con tus pertenencias de una zona asolada por la guerra, te resultará difícil imaginar el arduo viaje al que se enfrentó la familia de Abraham al atravesar la antigua Mesopotamia. No podían alquilar un camión de mudanzas. Viajaban en tiendas, llevando todo lo que poseían y conduciendo rebaños de ovejas y cabras. Estos rebaños eran la clave de su supervivencia, ya que les proporcionaban leche, carne y pieles de animales para hacer tiendas resistentes al agua. Mantener estos rebaños con vida era un reto perpetuo en una región con poca vegetación y escasas masas de agua dulce, mismas que dependían casi totalmente de la lluvia. Siento cansancio solo de pensarlo.

No podían ir a un almacén en busca de provisiones. Todo lo que necesitaban tenían que hacerlo ellos mismos o hacer trueque con quienes encontraban en el camino. Vivir de la tierra es una cosa cuando puedes levantar una cerca para delimitar tu terreno y cultivar tus propios campos. Pero es algo muy distinto cuando vives como invitado en tierras que pertenecen a otros. Para Abraham y su familia, estar en buenos términos con los grupos vecinos era esencial.

Acabo de regresar de un viaje a Israel, donde recorrimos el país en un autobús turístico con temperatura controlada, asientos acolchados y —lo más importante— con conexión a internet. Siempre que teníamos sed, disponíamos de agua embotellada. Como alguien que enseña y escribe sobre la Torá —los primeros cinco libros de la Biblia— recordé una vez más cuán pocas de estas narraciones tienen lugar en la tierra que ahora se conoce como Israel. Con una excepción en Números 13, todo el Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio tienen lugar fuera de la Tierra Prometida.

Queda entonces el libro de Génesis, para el que la tierra de Canaán apenas parece más que una estación de paso. Abraham llega allí y se marcha de nuevo en el capítulo 12 del Génesis. Regresa en el capítulo 13, y lo hallamos haciendo un acuerdo con su sobrino sobre dónde deberían vivir ambos «… porque sus posesiones eran tantas que ya no podían habitar juntos» y «hubo problema entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot…» (vv.6-7, NBLA). Esta es la primera de muchas disputas que leemos sobre el uso de los pastizales y los derechos del agua.

En Génesis 14:14, nos enteramos de que Abraham tiene 318 combatientes en su casa, así que si hasta la fecha te has imaginado a Abraham y Sara solos con unas cuantas ovejas en el desierto, tendrás que recalibrar tu imaginación. Si contamos a las mujeres y a los niños, Abraham preside un campamento de al menos mil personas. Sin duda, posee muchos miles de animales para satisfacer las necesidades de todos ellos.

En el capítulo 20, Abraham y su séquito se han trasladado de nuevo por razones no especificadas. Solo podemos suponer que está buscando suficiente tierra y agua para sus rebaños y tiendas. A pesar de su gran riqueza, Abraham sigue siendo un visitante en Canaán. Cuando Sara muere en el capítulo 23, Abraham compra una cueva para enterrarla y, al final de su vida, esa tumba sigue siendo la única tierra que posee.

Isaac enfrentó problemas similares a los de su padre. Su creciente riqueza crea conflictos con los filisteos entre los que vive. Envidiosos de su éxito, le obstruyen los pozos (Génesis 26:14-15). Quien controla el agua controla la tierra. Isaac se traslada y encuentra agua una y otra vez, pero los lugareños siguen reclamándola para sí (vv.17-22). Encontrar un lugar pacífico para vivir es un reto perpetuo.

Jacob, el hijo de Isaac, abandona Canaán para ir a buscar una esposa y permanece muchos años en Mesopotamia. Regresa a esa tierra en Génesis 32 con su propio séquito: dos mujeres, dos concubinas, once hijos varones, numerosos criados y considerables rebaños de vacas, burros, ovejas y cabras (vv.4-5). Declina la invitación a vivir cerca de su hermano Esaú, lo que parece bastante sensato, dado lo que sabemos sobre la dificultad de vivir uno al lado del otro en una tierra de recursos limitados.

Los hijos de Jacob experimentan su propia rivalidad entre hermanos, aunque esta vez el problema no es el agua, sino el favoritismo, como revela la historia de José. Después de que José va a Egipto tras ser vendido como esclavo, el resto de la familia lo sigue debido a la hambruna en Canaán (de nuevo, problemas a causa de la escasez de agua). El libro del Génesis termina aquí: en Egipto.

Sorprendentemente, todos estos traslados son una característica, no un defecto, de la familia de Abraham. Les convierte en lo que son. La transitoriedad de Abraham se convierte en parte de su legado.

Hacia el final del Deuteronomio, en el último discurso de Moisés a los israelitas antes de su entrada en Canaán, les ordena que traigan a Dios la primera de sus cosechas como ofrenda de agradecimiento (Deuteronomio 26). Y al hacerlo, les dice que deben recitar su historia, comenzando con esta declaración: «Mi padre fue un arameo errante» (v.5).

Las mudanzas de Abraham son una parte tan importante de la historia de los israelitas que se les ordena recordarlas y contarlas cada año. Después de haber sido nómadas, deben apreciar la tierra con gratitud, pero no usarla solo para sí mismos. Moisés les ordena destinar un diezmo de sus productos cada tercer año para los que no tienen tierra: «… se lo darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que puedan comer en tus ciudades y sean saciados» (v.12).

La ley de Israel está llena de recordatorios de su condición de inmigrantes. «No oprimirás al extranjero, porque ustedes conocen los sentimientos del extranjero, ya que ustedes también fueron extranjeros en la tierra de Egipto» (Éxodo 23:9).

Su experiencia como forasteros que vivieron en el límite de la supervivencia tenía como objetivo moldear su ética fomentando la empatía.

Los que nos hemos mudado sabemos lo que cuesta empezar de nuevo en una nueva comunidad. Trasladarse conlleva una letanía de pérdidas y un importante gasto de energía, pero las ganancias pueden ser mucho mayores. Nuestras razones para mudarnos son distintas de las de Abraham, pero esas experiencias pueden influir en la compasión que le mostremos a los recién llegados a nuestros barrios, lugares de trabajo, escuelas e iglesias. Y, como los israelitas, estamos llamados a mostrar una amable hospitalidad a otros que andan errantes.

Carmen Joy Imes es profesora asociada de Antiguo Testamento en la Facultad de Teología Talbot de la Universidad Biola y autora de Bearing God's Name: Why Sinai Still Matters.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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¿Por qué hay escenas de sexo extraño en la Biblia?

Las escenas sexuales del libro de Génesis están ahí por una razón.

Christianity Today January 20, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

Este es el segundo artículo de la serie «Génesis en enero», que busca ayudar a la gente a explorar la complejidad de la Biblia al comienzo de un nuevo año.

¿Planea empezar un plan de lectura bíblica en el libro de Génesis? Pues abróchese el cinturón, porque el Génesis podría ser el libro más sexualmente salvaje del Antiguo Testamento. Por supuesto, no solemos pensar así del Génesis, pero las escenas de sexo están ahí. Desde las ligeramente espeluznantes hasta las extremadamente perturbadoras, el sexo aparece con y sin eufemismos en estas historias del origen de Israel.

Aún recuerdo las primeras veces que leí el libro del Génesis siendo un nuevo cristiano. No sabía gran cosa de él, más allá de algunas vagas nociones sobre un diluvio y un individuo llamado Abraham. Era un lector totalmente nuevo. Nunca esperé encontrar escenas no aptas para la televisión, tan salaces como los primeros episodios de una serie de la HBO. Pero, por supuesto, no se trata de escenas de excitación erótica diseñadas para enganchar al público. Ocurre algo mucho más extraño. Según aprendemos en el primer libro de nuestras Escrituras, el sexo es fundamental para nuestra participación en la obra de Dios.

El tema surge ordinaria y tempranamente en el libro del Génesis. Ambos relatos de la creación terminan con seres humanos sexualizados. En Génesis 1, leemos: «Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (v. 27, NBLA). La imagen masculina-femenina de Dios ya contiene el potencial para el sexo. Y los dos sexos tienen al menos una finalidad: la procreación. El relato de la segunda creación termina con el hombre y la mujer convertidos en «una sola carne» (2:24).

Tras su exilio del jardín del Edén, la pareja engendra tres hijos. Pero el narrador no se limita a decirnos que tuvieron tres hijos. En lugar de ello, Génesis 4 está salpicado de una descripción formulista del sexo: El hombre conoció a su mujer y ella concibió y dio a luz un hijo. Luego, el hombre conoció a su mujer [de nuevo] y ella concibió y dio a luz un hijo. Luego, vuelve a ocurrir, y termina con la amarga celebración de Eva del nacimiento de Set: «Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, pues Caín lo mató» (4:25).

Estos pasajes asignan más atención de la estrictamente necesaria al sexo y, por supuesto, el Génesis apenas va empezando. Gran parte de la trama del libro gira en torno a una actividad sexual implícita, oscurecida por el hecho de que simplemente no pensamos en lo que se presume. Pero luego, el narrador nos habla de una mujer estéril llamada Sarai (16:1), de una mujer estéril llamada Rebeca (25:21), de una mujer estéril llamada Raquel (30:1-2) y de una mujer que de pronto se volvió estéril llamada Lea (30:9). Además de estas, hay más mujeres en la misma condición que juegan un papel menos central en la narración. A las mujeres de Siquem, por ejemplo, la Biblia dice que Dios les había cerrado la matriz (20:18).

Podríamos pasar por alto que, hasta hace muy poco, solo había una forma de saber que una mujer era infértil: la participación regular en relaciones sexuales que buscaban la procreación con un hombre. Por supuesto, siempre es posible que el hombre sea infértil, pero el libro de Génesis deja claro que, al menos en algunos casos, es Dios quien causa la infertilidad. Y esto lo saben las mujeres y sus maridos solo de una manera. El sexo implícito es importante para la historia que nos quiere contar el Génesis.

Cualquiera que lea la Biblia hoy en día puede tener la tentación de pasar por alto el sexo. Puede parecer demasiado crudo, demasiado descortés, o al menos no espiritualmente edificante para nuestras devociones matutinas. Pero quiero argumentar que deberíamos leer la Biblia que tenemos y tomarla con seriedad. Incluso las partes con contenido «solo para adultos». Cuando lea el libro de Génesis, preste atención a los detalles del sexo, puesto que buscan enseñarnos sobre la naturaleza de nuestros cuerpos y de nuestras comunidades delante de Dios.

Cuando el sexo nos destruye

Consideremos las formas en que el sexo en el libro de Génesis destruye tanto a personas como a instituciones. Incluso hoy, las personas que han sobrevivido en tierras sin ley y en zonas de guerra saben que la violencia sexual degrada a la persona, a la familia y a la sociedad en general. Como escribe Jacob Onyumbe Wenyi en Piles of Slain, Heaps of Corpses, «… los acontecimientos traumáticos no solo destrozan a los individuos; también rompen las creencias y costumbres sociales, a la vez que alteran las memorias e identidades colectivas de las comunidades».

Esto es lo que vemos en el Génesis. Cuando los extranjeros entraron en la ciudad de Sodoma, «… los hombres de Sodoma… tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo sin excepción», descendieron sobre la casa de Lot para cometer violencia sexual contra los extranjeros y marcar la memoria y la identidad colectivas de las comunidades (19:4). Tal violencia traumatiza a todos los implicados, incluidos los que la infligen. Lot le ruega a todos los hombres de la ciudad que no violen la santidad del refugio de su techo. En un extraño giro, Lot intenta extender su protección sobre los vulnerables extranjeros al ofrecer a sus dos hijas para que sean violadas sexualmente por la turba. Cuando el Génesis desciende al género del terror, entrelaza las atrocidades de la violencia sexual con la penuria de los vulnerables, tal como en el relato de Sodoma.

Al leer lo que le sucedió a la hija de Jacob, nos encontramos con otro caso en el que la violencia sexual destruye una comunidad. La violencia sexual en su contra es usada como herramienta de negociación política. El príncipe de Siquem viola a Dina, lo que lleva al padre del príncipe a negociar un tratado político con Jacob y sus hijos. El precio que se pide aquí es el cuerpo de Dina. El narrador nunca expresa las preocupaciones de Dina, pero sus hermanos están indignados por las acciones del príncipe, y observan que sus actos rompen sus costumbres, su memoria colectiva y la identidad de su comunidad (34:1-31). En retribución por el cuerpo de su hermana, algunos de los hermanos de Dina buscan redimirla —a su juicio— llevando a cabo una masacre.

Incluso cuando el sexo no es violento, el Génesis nos muestra la forma en que puede desestabilizar sociedades y perjudicar a las personas durante generaciones. Como norma general en las Escrituras, cuando un hombre mantiene relaciones sexuales con varias mujeres que están vivas al mismo tiempo, los hijos de esos enlaces muestran los signos de comunidades e identidades fracturadas. El narrador no comenta la moralidad de las relaciones sexuales, pero vemos que Dios interviene para cuidar a los niños perjudicados por las relaciones familiares fracturadas, desde Ismael hasta José.

A veces las consecuencias son sutiles, pero si prestamos atención, están siempre presentes. Consideremos la única frase que señala que Rubén tuvo relaciones sexuales con su madrastra Bilha (35:22). Ese detalle se menciona rápidamente y parece desvanecerse, pero Jacob se da cuenta de la traición y la recuerda en su lecho de muerte. «Incontrolable como el agua», le dice a su hijo, «no tendrás preeminencia, porque subiste a la cama de tu padre, y la profanaste…» (49:4).

El sexo, al parecer, puede desbaratar a una comunidad. Hay muchos más ejemplos, desde los Nefilim hasta Onán, que demuestran una salvaje variedad de formas en que el sexo usado como arma destroza más que a los individuos.

Toma y daca en el sexo

Pero hay toda otra categoría de sexo extraño en el Génesis que todo lector atento debería observar. El texto también muestra a mujeres dirigiendo sexualmente los cuerpos de los hombres, y a veces los cuerpos de las mujeres bajo su poder, con fines aparentemente nobles. Sus esfuerzos se describen con simpatía, aunque sus acciones traspasen todo tipo de límites morales establecidos posteriormente en la Torá.

Sarai pone en marcha un plan con respecto a su marido, Abram. Presenta su caso delante de su marido: «Mira, el Señor me ha impedido tener hijos. Llégate, te ruego, a mi sierva; quizá por medio de ella yo tenga hijos» (16:2). Los sentimientos de la esclava con respecto a esta propuesta quedan en el espacio entre las palabras. Sarai tiene poder para hacer lo que quiera, así que toma a Agar y se la da a Abram, quien, según se nos dice, «escuchó la voz de Sarai». Cabe resaltar que esta no es la primera vez en el texto que una esposa toma algo y se lo da a su marido, y que el marido escucha a su mujer. Aquí hay un claro eco de Eva (3:6,17).

Tampoco es ese el final del toma y daca sexual. Dos generaciones más tarde, Raquel y Lea emplean a sus sirvientas como sustitutas sexuales cuando creen que Dios ha cerrado sus úteros. Se trata de una carrera por hacer bebés entre un hombre (Jacob) y cuatro mujeres: Raquel, su sirvienta Bilha, Lea y su sirvienta Zilpa. Es difícil no ver todo este lío como el único factor impulsor de esta prohibición sexual posterior en el libro de Levítico: «No tomarás mujer junto con su hermana, para que sea rival suya, descubriendo su desnudez mientras está viva» (18:18). Pero si la ley se lee como una respuesta explícita a las relaciones sexuales rotativas de Jacob y estas cuatro mujeres, observa que el Levítico no condena a las sustitutas sexuales esclavizadas; ni siquiera a las hermanas competidoras. Es al hombre a quien se ordena que no tome a la hermana de su mujer.

En mi opinión, las mandrágoras acentúan la historia más extraña de este ménage à cinq que crea a las doce tribus de Israel. Rubén, el hijo de Lea, el que más tarde tiene relaciones sexuales con su madrastra, cultiva mandrágoras, una planta de la familia de las solanáceas. Raquel quiere mandrágoras. Lea, siempre emprendedora, hace un trato: sexo con Jacob a cambio de algunas de las mandrágoras de Rubén. Raquel acepta. «Cuando Jacob vino del campo por la tarde, Lea salió a su encuentro y le dijo: “Debes llegarte a mí, porque ciertamente te he alquilado por las mandrágoras de mi hijo”…» (Génesis 30:16). Jacob acepta. Juntos engendran a Isacar, cuyo nombre podría traducirse en el contexto como «el salario de quien se prostituye». En este caso, el Génesis sugiere sutilmente quién «se prostituyó». (Es Jacob).

Por último, llegamos a una historia mixta de sexo concertado y coaccionado por causas nobles. Dios le quita la vida a Er, hijo de Judá, a causa de su incalculable maldad. Pero la ejecución divina de Er deja a Tamar como una viuda abandonada que anhela la propagación de la tribu de Judá a través de sus hijos (38:6). Judá envía a su siguiente hijo, Onán, a tener relaciones sexuales con Tamar en sustitución de su hermano, quizá siguiendo un protocolo codificado posteriormente como matrimonio por levirato en Deuteronomio 25:5-10. Onán tiene relaciones sexuales con Tamar, pero eyacula en el suelo. Dios considera este crimen contra Tamar y contra el linaje de Judá como un acto tan atroz que le quitó la vida a Onán (38:10). Judá, comprensiblemente, vacila con respecto a enviar a su siguiente hijo para que le dé hijos a Tamar. Ahora, Judá es cómplice del crimen contra sus propias generaciones venideras.

Tamar se pone creativa. Se viste como una prostituta de culto y espera a Judá, su suegro, suponiendo que llegará y querrá acostarse con ella. Y lo hace. El Génesis describe casi con indiferencia el encuentro sexual de este hombre con una (supuesta) prostituta, y parece mostrar con deleite la representación en la que Judá va descubriendo, capa a capa, la revelación de su propio pecado (de forma muy similar a la revelación de Natán a David sobre el bebé fruto de relaciones sexuales descritas con indiferencia, pero que terminan en asesinato y calamidad, según 2 Samuel 12:1-15).

La importancia de hablar de sexo

Toda esta temática sexual es un poco desconcertante, incluso extraña en algunos momentos. Pero, como cristianos, no debemos acercarnos a las Escrituras con demasiada delicadeza. Así que preguntémonos: ¿qué está pasando? En algunos casos, como con Sodoma, Onán y Rubén, hay condenas explícitas en el texto. Pero más a menudo, la moralidad pasa desapercibida, lo que sugiere que, mientras otros textos bíblicos hacen del aspecto moral su objetivo central, el libro del Génesis está tramando algo que va más allá.

Desde las historias de procreación directa hasta los relatos de infertilidad, pasando por múltiples variedades de violencia, sustitución sexual e incluso negación sexual, el Génesis es una narración que desarrolla ideas sobre el cuerpo, la explotación, la procreación y el papel inextricable del sexo tanto en las familias como en los imperios.

Al leer el Génesis, observamos muchas líneas argumentales entrelazadas, breves apariciones, así como curiosas descripciones de las acciones y el conocimiento de Dios. No tenga miedo de meditar en esas escenas. Pueden resultar extrañas, pero eso no significa que no sean importantes. Dios está obrando. Y el Génesis está estableciendo una teología fundamental y coherente sobre el cuerpo, la familia y la narración de la redención y la restauración. El resto de las Escrituras, incluidas las enseñanzas de Jesús sobre los cuerpos y las relaciones humanas, dependen de esta conversación sexual.

Dru Johnson es profesor de estudios bíblicos y teológicos en The King's College de Nueva York, director del Centro de Pensamiento Hebraico, editor en The Biblical Mind y presentador del pódcast The Biblical Mind.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Cómo leerte a ti mismo en Génesis

Eres parte de la historia de esta familia disfuncional. ¡Y eso es algo bueno!

Christianity Today January 19, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Unsplash

Este es el primer artículo de la serie «Génesis en enero», que busca ayudar a la gente a explorar la complejidad de la Biblia al comienzo de un nuevo año.

La compañera de habitación de mi esposa en la universidad a veces le decía a la gente: «¡Soy descendiente de George Washington!». Sin duda, era un modo interesante de comenzar una conversación en una fiesta, pero más allá de eso, creo que ella reclamaba esa conexión con el padre fundador con un deseo de ser parte de la historia de su país. Ella podía decir que la historia de Estados Unidos era su historia al intentar establecer conexiones algo dudosas con ese linaje.

Cuando leemos el libro de Génesis, hacemos algo similar. La mejor manera de leer el primer libro de la Biblia, con su extensa historia de una familia disfuncional, es leernos a nosotros mismos en el texto. Necesitamos encontrar maneras de hallarnos como parte de la narrativa.

Para la mayoría de nosotros es natural tener una sensación extraña al leer Génesis, porque nos acercamos como extraños que han sido invitados a mirar lo que sucede dentro de la historia. Como dijo el apóstol Pablo, hemos sido injertados a través de Jesús (Romanos 11:17-24). Hemos sido adoptados en esta narrativa sobre la familia de Dios y nos hemos convertido en hijos de Abraham, para que sea cierto lo de: «por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra» (Génesis 12:3, NVI).

Si la lees por primera vez, o por primera vez en mucho tiempo, en seguida verás que la historia de Abraham es una historia de una profunda disfunción familiar. Es fácil encontrar nuestro lugar en la narrativa porque esa familia está muy fracturada. Pero luego se convierte también en la historia de una promesa de restauración: una historia en la que se cuenta de nuevo nuestra historia, se nos narra otra vez y se nos restaura. Ese es el poder y la promesa de Génesis.

Pero, cuando leemos, verdaderamente tenemos que prepararnos para la disfunción. Piensa quizá en el pasaje más perturbador sobre la paternidad en Génesis: cuando Abraham intenta sacrificar a su hijo Isaac. Si el padre de uno de los amigos de tu hijo te dijera en confidencia: «Dios me está diciendo que mate a mi hijo», lo más seguro es que llamarías a la policía. Entonces ¿qué hemos de hacer con el mandato de Dios de que Abraham sacrifique a su hijo? ¿Qué clase de Dios haría esa petición? ¿Qué clase de padre aceptaría? El texto ofrece nada más que una exigua explicación: «Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham» (Génesis 22:1, RVR60, énfasis añadido). ¿Qué cosas?

Décadas antes y en obediencia al llamado del Señor, Abraham se había encontrado a sí mismo en un viaje a Egipto. Temiendo que los egipcios lo mataran para tomar a su esposa, Abraham les dijo que Sara era su hermana.

El faraón, conocido por tomar lo que le placía, como era de esperar lleva a Sara a su casa. A Abraham lo cubren de regalos, pero entonces el faraón comienza a ser afligido por plagas. Todo parecía indicar que hasta ahí había llegado la promesa de Dios de hacer de Abraham una bendición para todas las familias de la tierra.

Se podría esperar que este episodio fuera un momento de aprendizaje para Abraham. Podría haber aprendido a confiar en Dios y a no inventarse extrañas mentiras sobre que su esposa era su hermana. Pero algunos capítulos después, con la misma ineficacia, intenta engañar del mismo modo a otra autoridad. Le dice al rey Abimelec de Gerar que Sara es su hermana.

Y para que no pensemos que esto es solo un problema de Abraham, Génesis nos informa que Isaac, el hijo de Abraham, hace exactamente lo mismo. ¡Esta extraña disfunción familiar sucede tres veces en dos matrimonios en el primer libro de la Biblia!

Esta triple repetición es una invitación a que nos detengamos a considerar este hecho. ¿Podemos descubrirnos a nosotros mismos en esta rara repetición en el texto? ¿De qué modo tomamos cartas en el asunto con ciertos temas cuando el miedo nos lleva a dudar de la promesa de Dios?

Todo el asunto de ella es mi hermana no es lo único que posiblemente llevó a Dios a probar a Abraham. Otra de «estas cosas» puede que fuera el episodio en el que Abraham consiente en el plan de Sara a fin de acelerar la promesa y conseguir un hijo por medio de una mujer que tenían como esclava, Hagar. El texto deja poco margen de duda de que fue una terrible idea que conllevó conflicto y confusión en vez de la bendición prometida.

Al final Dios tiene que explicar las cosas con detalle, y le informa a la anciana pareja que la promesa se cumplirá con el hijo que ellos tendrán juntos. Ambos responden con una risa incrédula. ¡Tienen noventa años o más! Una cosa es creer en las promesas de Dios cuando encajan dentro de lo posible. Pero otra cosa es cuando las promesas son simplemente ridículas. Y en esta familia, ya sea que las promesas sean creíbles o no, les gusta tener un plan B disponible solo por si acaso; es decir, un modo alternativo de hacer las cosas por su cuenta.

La pregunta para nosotros, al leer esta historia, es si nos sentimos identificados. Incredulidad. Cobardía. Conspiración. ¿Nos suena familiar? ¿Esta disfunción nos parece cercana?

Si sí, entonces estamos preparados para ver que la redención de Abraham y Sara por parte de Dios también puede ser nuestra. Al igual que ellos, podemos ver que hemos tenido «estas cosas», en las que pasamos a nuestro plan B en vez de confiar en Dios.

Pero, lo que es más importante, es observar que el Dios de Génesis es la clase de Dios que no desiste al encontrarse con una familia humana disfuncional. En cambio, pone la lealtad de Abraham a prueba en el monte Moria. ¿Confiará Abraham en la promesa de Dios aunque la única evidencia tangible de su cumplimiento —su único hijo Isaac— deba morir? ¿O recurrirá una vez más al plan B?

La historia de Abraham y Sara nos invita a vernos y a conectarnos con la esperanza de una promesa que va más allá de los escombros de nuestras malas decisiones, nuestro fracaso a la hora de confiar en Dios y las familias que hemos arruinado. Llegamos a ser hijos de Abraham.

Por supuesto, la historia del hijo inmediato de Abraham, y de los hijos de sus hijos, nos advierte sobre el hecho de que nuestra disfunción sigue siendo un problema. Por increíble que parezca, cuando José, bisnieto de Abraham, es adolescente, la dinámica relacional dentro de su familia empeora.

Los hermanos mayores de José conspiran para asesinarlo, pero en el camino se conforman con un plan apresurado para venderlo como esclavo a Egipto. Los efectos colaterales de esta traición conforman el arco narrativo final de Génesis. Después de casi 15 años, José y sus hermanos se reúnen. Llegados a este punto José había venido ascendiendo hasta llegar a ser el virrey del faraón, ante quien aparecen sus hermanos en un desesperado intento por comprar grano durante una hambruna. José reconoce al instante a sus hermanos, pero finge ser un extraño. Durante los siguientes capítulos, José ingenia un elaborado juego del gato y el ratón, acusando a sus hermanos de espionaje, colocando dos veces bienes robados en sus bolsas, encarcelando a su hermano Simeón y amenazando con encarcelar a su hermano pequeño Benjamín.

Al final, José revela su identidad, abrazando entre lágrimas a sus hermanos traidores. ¿A qué viene toda esta trama? ¿Acaso José pretendía hacer que sus hermanos confrontaran primero su culpa para preparar el camino para la reconciliación? ¿O el objetivo de este drama todo el tiempo fue la simple venganza? Cuando llega la reconciliación en el clímax de la narración, ¿acaso está José tan sorprendido como sus hermanos?

No se nos dice, pero una cosa está clara: el perdón frente a una traición devastadora de este tipo no es fácil. José había sido traicionado por aquellos que deberían haberlo amado y protegido. Sin embargo, los lectores podemos ver que la cruda realidad de esta traición tiene lugar dentro de la realidad más amplia de la clemente provisión de Dios.

Como José explica a sus hermanos en las páginas finales: «Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente» (50:20, NVI). La historia individual de José, de este modo, se vuelve a narrar como una historia más grande de la buena obra de Dios.

La pregunta para nosotros es, entonces, ¿cómo podemos invitar a Dios para que vuelva a narrar la historia de nuestra propia disfunción familiar? Los primeros capítulos de Génesis nos ofrecen dos verdades prácticas que nos ayudarán en esta tarea.

Aunque podamos sentir, como observó una vez León Tolstoi, que nuestra disfunción familiar nos hace únicos, Génesis nos invita a ver cómo el dolor y el quebrantamiento de la historia en la que hemos nacido puede ser parte de una narrativa mayor de promesas cumplidas.

Puede que estemos convencidos de que somos un producto dañado, parte de una familia herida, rota y sin posibilidad de restauración, pero Génesis 1 nos recuerda que nuestra historia no comienza con nuestro nacimiento. En cambio, hemos sido escritos dentro de una historia que comienza de esta manera: «Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno» (1:31). Dios habla para que la bondad llegue a ser. Y tú y yo somos parte de esa bondad.

La primera verdad práctica es esta: nuestra disfunción no nos define. Portamos la imagen del Dios de poder y amor ilimitados. Nuestra historia no comienza en el pecado, sino en la bondad. No basta simplemente con saber esta verdad; debemos recordarla diariamente. Este acto diario de recuerdo tendrá éxito si comenzamos nuestro día en silencio y quietud, en oración, adoración y gratitud.

Cuando llegamos a Génesis 2, vemos que el Dios que habla para que la creación exista, también es el Dios que se arrodilla y se ensucia las manos. Somos criaturas formadas por las propias manos de Dios, humanos hechos de humus (en hebreo, adam de adamah). Tras insuflar su propio aliento en esta criatura de barro, Dios procede a trabajar con el humano para que —juntos— resuelvan uno de los problemas más básicos de la humanidad: la soledad.

Observamos que el primer intento no sale muy bien: tras haber nombrado a todos los animales, tal como le había mandado Dios, el hombre todavía no ha encontrado una pareja. No importa. Dios intenta una nueva estrategia, haciendo nacer desde el mismo hombre una «fuerza correspondiente» (en hebreo, ezer kenegdo). «Esta sí», clama el hombre, «es hueso de mis huesos y carne de mi carne (…) mujer» (2:23).

Entonces, la segunda verdad práctica es esta: no importa el problema en que nos encontremos, Dios está preparado para arrodillarse a nuestro lado. No importa lo arruinadas que estén nuestras familias (o lo mucho que nos hayan arruinado), Dios está preparado para ensuciarse con el desorden y la suciedad de nuestra vida. Debemos mantener juntas estas verdades. Dios es el único que hace que la bondad sea. Y Dios es el único que, cuando nosotros fallamos o la vida nos falla, se queda a nuestro lado y trabaja con otros para hacernos completos.

Y la manera de Dios de hacernos completos, de restaurarnos, es volver a contar nuestra historia; volverla a narrar envolviéndola en su propia historia, una historia extraña y maravillosa que se extiende desde la bondad de la creación hasta la gloria resplandeciente de la nueva creación.

Por extraño que parezca, Génesis es nuestra historia, puesto que trata cuestiones de importancia fundamental para la humanidad. En él descubrimos que somos criaturas hechas a la imagen de Dios, llenas del aliento de Dios, llamadas a representar fielmente el amoroso gobierno de Dios sobre la tierra. Descubrimos nuestra fatídica decisión de escuchar a la serpiente engañosa, volviéndonos nosotros mismos engañosos como resultado de escondernos de Dios en nuestra vergüenza. Descubrimos los desastrosos resultados de nuestra decisión que aún persisten: la muerte, el caos y la confusión.

Pero, sobre todo, descubrimos el plan de Dios para enderezar las cosas, un plan para convertir la maldición en bendición, un plan al que nosotros también hemos sido llamados a sumarnos.

Julien Smith es profesor adjunto de humanidades y teología en la Universidad de Valparaíso en Indiana. Es autor de Christ the Ideal King: Cultural Context, Rhetorical Strategy y Paul and The Good Life: Transformation and Citizenship in the Commonwealth of God.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Restablecer la confianza en la Iglesia requiere toda la verdad

Las instituciones cristianas no podrán reconstruir su credibilidad si ocultamos nuestros errores.

Christianity Today January 19, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

Este artículo ha sido adaptado del boletín de Russell Moore. Suscríbase aquí. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

«La gente ya no confía en sus líderes», me dijo el hombre. «Creo que The Rise and Fall of Mars Hill es el problema».

Se refería a la serie de pódcasts documentales de mi colega Mike Cosper. Le dije: «Estoy de acuerdo contigo, siempre y cuando le quitemos la cursiva a esa afirmación». El problema es la situación que condujo al auge y la caída de Mars Hill y otros incidentes similares, no quienes contaron la historia de lo ocurrido.

El lamento de este hombre no es irracional. ¿Quién de nosotros no está agotado por las constantes revelaciones de escándalos, abusos, estafas y encubrimientos dentro de la Iglesia, especialmente dentro de su ala evangélica? En ese hastío, algunos dirían: «¿Por qué no hablamos de todo lo bueno que hace la iglesia en lugar de lo malo?». El problema de este enfoque es que nos dejaría sin Buenas Nuevas que contar.

«La Iglesia es gloriosa», dirán algunos. «¿Por qué no mostramos esa gloria en lugar de machacar a la iglesia hablando de todas esas cosas malas?». Estoy de acuerdo en que la Iglesia es portadora de la gloria de Dios y en que debemos darla a conocer para que el mundo pueda contemplar su gloria. Pero mostrar la gloria y decir la verdad son parte de la misma tarea.

El apóstol Pablo le escribió extensamente a la iglesia de Corinto, sobre la gloria, refiriéndose concretamente al encuentro de Moisés con el resplandor de la gloria de Dios en la montaña. Era una gloria tan brillante que Moisés se cubrió la cara con un velo para que el pueblo no se sintiera abrumado por ella.

Pero lo que tenemos ahora en el Evangelio, afirma Pablo, es aún mayor: «Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2 Corintios 3:18, NBLA).

Pablo continuó diciendo en esa carta que «el resplandor del evangelio» que anunciamos es, de hecho, «la gloria de Cristo» (4:4). Escribió: «Pues Dios, que dijo: “De las tinieblas resplandecerá la luz”, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo» (v. 6).

Ahora fíjate en lo que Pablo incluyó justo en medio de ese hilo sobre la luz y la gloria: «Más bien hemos renunciado a lo oculto y vergonzoso», escribió, «no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino que, mediante la manifestación de la verdad, nos recomendamos a la conciencia de todo hombre en la presencia de Dios» (4:2).

En medio de la descripción de la gloria de Cristo, que Jesús ha confiado desde entonces a su Iglesia, el apóstol renuncia a las formas engañosas, «ocultas y vergonzosas». Pablo contrasta estas cosas negativas —mismas que denuncia en casi todas sus cartas— con una proclamación abierta de la verdad dirigida a la conciencia humana.

Pablo escribió así porque mostrar la gloria de la Iglesia no niega ni contradice decir la verdad sobre ella. Esto es especialmente cierto, como nos dice Pablo en otros lugares, cuando se trata de quienes manipulan la Palabra de Dios para satisfacer sus propios apetitos de poder, posición o placer —a expensas de personas vulnerables, fácilmente silenciables y aparentemente prescindibles—.

La tarea de mostrar la gloria y decir la verdad al mismo tiempo no es más contradictoria que el mensaje que nos llevó a Cristo en primer lugar: un mensaje tanto de juicio como de misericordia, un mensaje que revela el pecado pero que ofrece misericordia.

¿Puede este mensaje ser interpretado de forma desequilibrada? Sin duda alguna. Todos conocemos al tipo de persona que, tras desfalcar su negocio o engañar a su cónyuge, dirá: «Para eso está Dios: para perdonar». Y todos conocemos al tipo de persona que predica un mensaje del fuego del infierno y el azufre hasta tal punto que los pecadores no pueden oír el mensaje de que Dios envió a Jesús al mundo no para condenar, sino para salvar (Juan 3:17).

Para los que nos describimos como «evangélicos», esto debería quedar especialmente claro. Al fin y al cabo, somos herederos de aquellos que hicieron hincapié en que el Evangelio de la gloria no consiste en las instituciones muertas en las que nace una persona. Debemos ser —y realmente podemos ser— «nacidos de nuevo». Somos las personas que predican un evangelio que hace hincapié en que Dios realmente ama al mundo y realmente juzgará el pecado.

Hace más de un siglo, en su libro The Varieties of Religious Experience [Las variedades de la experiencia religiosa], el filósofo pragmatista William James contrastó la «mentalidad sana» de los «nacidos una vez» con las «almas enfermas» de los «nacidos dos veces». Antes de leer el libro por mí mismo, durante años pensé que este argumento sugería que los que nacemos de nuevo somos personas enfermas que necesitamos una muleta psíquica. Pero, en cierto modo, su argumento era justo el contrario.

Para él, los «nacidos una vez» son los que ven principalmente armonía y bondad en el mundo y en el corazón humano. Los «nacidos dos veces» tienen una visión más oscura —tanto de la naturaleza como de sí mismos— y no se quedan tranquilos con el simple mensaje de que el mundo es un lugar feliz y que al final todo estará bien. Saben que no es así. Su único consuelo no consiste en ignorar las malas noticias de la oscuridad, sino en ofrecer el tipo de evangelio que ve las cosas tal como son, y responde en consecuencia.

Rechazo, por supuesto, el concepto naturalista de la religión de James. Pero en este punto tenía razón en algo importante. Hace casi una generación, el teórico social Christopher Lasch argumentó que el reconocimiento de la oscuridad es precisamente lo que falta.

«Al no tener conciencia del mal, el tipo de experiencia religiosa de los que creen que en nacer solo una vez no puede hacer frente a la adversidad», escribió Lasch. «Solo ofrece sustento mientras no encuentre “humillaciones venenosas”».

En otras palabras, como nos muestra Jesús en Juan 9, el problema no reside en el ciego que clama por recibir la vista, sino en aquellos que no reconocen su ceguera: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado; pero ahora, porque dicen: “Vemos”, su pecado permanece» (v. 41).

Para quienes realmente prestan atención —al mundo, a la Iglesia y a sí mismos—, describir solo las «cosas buenas» no contribuye mucho a tranquilizar ni a generar confianza. Las personas para las que la religión es solo un vehículo de consuelo y florecimiento pueden ser totalmente ajenas a esto, pero su tipo de religión no ofrece nada a quienes se preguntan si alguien puede ver qué es lo que los está matando.

Una palabra que no da respuesta a los problemas más profundos no es proclamación, sino propaganda. La propaganda puede funcionar para las relaciones públicas, pero no tiene la autoridad [divina] para expulsar la oscuridad.

Sí, estos son tiempos de cinismo. La forma en que las instituciones han abusado del poder puede hacer que algunas personas se pregunten si todas las instituciones son iguales. Este cinismo no es exacto, pero tampoco es una locura, si consideramos todo lo que hemos visto.

Los argumentos sobre los hechos de las instituciones y las personas no solo son legítimos, sino necesarios. Argumentar que un acusado de asesinato no estaba en la escena del crimen es distinto de decir: «Hablar de asesinatos aquí perjudica al turismo, así que si hablas de ello, estás mostrando deslealtad para con tu ciudad».

Russell Moore dirige el Proyecto de Teología Pública de Christianity Today.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Los 50 países donde es más difícil seguir a Jesús en 2023

Según el último informe sobre la persecución de los cristianos, Nigeria y el África subsahariana son el epicentro de la violencia yihadista, mientras que China lidera los esfuerzos por redefinir los derechos religiosos.

La más grave persecución de cristianos tiene lugar en estos 50 países, según la Lista Mundial de la Persecución 2023 de Puertas Abiertas, la cual marca 30 años de este informe.

La más grave persecución de cristianos tiene lugar en estos 50 países, según la Lista Mundial de la Persecución 2023 de Puertas Abiertas, la cual marca 30 años de este informe.

Christianity Today January 17, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Image: Benne Ochs / Getty Images

Más de 5600 cristianos fueron asesinados por su fe el año pasado. Más de 2100 iglesias fueron atacadas o cerradas.

Más de 124 000 cristianos fueron desplazados a la fuerza de sus hogares a causa de su fe, y casi 15 000 se convirtieron en refugiados.

El África subsahariana, que hoy en día es el epicentro del cristianismo global, es ahora también el epicentro de la violencia contra los cristianos, ya que el extremismo islamista se ha extendido mucho más allá de Nigeria.

Por su parte, Corea del Norte vuelve a ocupar el primer puesto de la Lista Mundial de la Persecución 2023 (LMP), el más reciente recuento anual de Puertas Abiertas que enlista los 50 países donde es más peligroso y difícil ser cristiano.

Las preocupantes cifras de cristianos asesinados por su fe y de ataques a iglesias son en realidad inferiores a las del informe del año pasado. Sin embargo, Puertas Abiertas subraya que son «la cifra mínima absoluta», y una de las primeras observaciones que hace es que el descenso sugerido por los datos no debe malinterpretarse como una mejora real en la libertad religiosa en esos países.

Por ejemplo, el movimiento a la baja de las cifras en China se debió «en gran parte» a que las autoridades chinas cerraron casi 7000 iglesias en los dos años anteriores. Y el desplazamiento de Afganistán de la primera posición el año pasado a la 9 este año «ofrece poco aliento», ya que se debe a que la mayoría de los cristianos afganos «se escondieron en las profundidades o huyeron al extranjero» tras la toma del poder por parte de los talibanes.

En total, y al igual que el año pasado, las naciones de la lista incluyen un total de 360 millones de cristianos que viven en naciones con niveles de persecución o discriminación muy altos, es decir, 1 de cada 7 cristianos en todo el mundo. En otras palabras, 1 de cada 5 creyentes en África, 2 de cada 5 en Asia y 1 de cada 15 en América Latina.

Y por tercera vez en los 30 años de seguimiento, las 50 naciones que integran la lista obtuvieron una puntuación lo suficientemente alta como para registrar niveles de persecución «muy altos» en la matriz de 84 preguntas de Puertas Abiertas. También lo hicieron otros 5 países que quedaron justo por debajo de la lista de los 50.

El extremismo islámico sigue siendo una de las fuentes de mayor persecución (en 31 países), especialmente en el África subsahariana, donde Puertas Abiertas teme que Nigeria desencadene pronto «una enorme catástrofe humanitaria» en todo el continente. Los investigadores también señalaron cómo China ha aumentado las restricciones digitales y la vigilancia de los cristianos, y está «forjando una red de naciones que buscan redefinir los derechos humanos, alejándose de las normas universales y las libertades religiosas». Y esta vez, un cuarto país latinoamericano (Nicaragua) entró en la lista a medida que crece la percepción de que los cristianos son voces de oposición de los gobiernos autoritarios.

El propósito de la clasificación anual de la LMP —que ha relatado cronológicamente cómo Corea del Norte cada vez tiene más competidores a medida que la persecución empeora— es servir como guía para las oraciones, provocar una ira más efectiva, y mostrar a los creyentes perseguidos que no están olvidados [todos los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés].

La versión 2023 de la lista abarca el periodo de tiempo comprendido entre el 1 de octubre de 2021 y el 30 de septiembre de 2022, y se ha recopilado a partir de informes de base de más de 4000 trabajadores de Puertas Abiertas en más de 60 países.

El informe de este año también marca el 30.º aniversario de la lista, creada por primera vez en 1993 tras la caída de la Cortina de Hierro. ¿Qué ha aprendido Puertas Abiertas en estos años?

En primer lugar, está claro que la persecución sigue empeorando. El número de países que alcanzan el umbral de la LMP para ser incluidos en la lista ha aumentado de 40 en 1993 a 76 en la actualidad, y la puntuación media de los países ha aumentado un 25 %.

Sin embargo, según concluye Frans Veerman, director general de investigación de Puertas Abiertas, la mayor amenaza para la iglesia no es externa, sino interna. Y las Escrituras afirman en 1 Corintios 12 que ningún creyente debe sufrir solo.

«La mayor amenaza para el cristianismo», dijo, «es que la persecución conlleva aislamiento, y cuando se prolonga incesantemente puede causar la pérdida de la esperanza».

Aunque la violencia y la presión provocan traumas y pérdidas importantes, Veerman señaló cómo «sorprendentemente, muchos de los que respondieron a nuestros cuestionarios siguen diciendo que la mayor amenaza no viene de fuera, sino de dentro de la iglesia: “¿Estará preparada la próxima generación para el tipo de persecución que estamos presenciando? ¿Son fuertes en su fe y en su conocimiento de Cristo y del evangelio?”».

«Esto demuestra que el nivel de resiliencia de la iglesia es tan definitorio para el futuro de la iglesia como lo es el nivel de persecución [en un país]», afirmó. «Así que la mayor amenaza para la iglesia en países donde hay persecución es la disminución de la resiliencia a causa del asedio incesante, y el sentimiento de haber sido abandonados por el resto del cuerpo de Cristo».

Después de treinta años de investigación, Puertas Abiertas ha aprendido que esa resiliencia tan necesaria solo puede encontrarse al permanecer «anclados en la Palabra de Dios y en la oración», dijo Veerman. También siendo «valientes», ya que la iglesia perseguida suele ser más «activa en la difusión del Evangelio», así como más «llena de vida, creciendo contra viento y marea».

En resumen, la iglesia perseguida ha enseñado a Puertas Abiertas la verdad de lo que dicen las Escrituras: «Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y, si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él» (1 Corintios 12:26, NVI).

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¿Dónde se persigue más a los cristianos hoy en día?

Afganistán no representa el único cambio sustancial en la clasificación de este año. Cuba pasó del puesto 37 al 27, debido a la intensificación de las tácticas represivas contra líderes y activistas cristianos que se oponen a los principios comunistas. Antes de las manifestaciones generalizadas de 2021, ni siquiera figuraba en la clasificación. Burkina Faso pasó del puesto 32 al 23, debido al aumento de la actividad yihadista, exacerbada por una inestabilidad similar en las naciones vecinas del Sahel. Mozambique pasó del puesto 41 al 32, debido a la militancia islámica en su región septentrional. Y Colombia pasó del puesto 30 al 22, debido a la violencia selectiva contra los cristianos por parte de bandas criminales.

La Unión de las Comoras [en la lista aparece como Comoras] se unió a la lista en el puesto 42, subiendo 11 posiciones debido al aumento de la paranoia gubernamental (allí solo se concede la libertad religiosa a los extranjeros). Y Nicaragua se unió a la lista por primera vez, subiendo 11 puestos hasta la posición 50 debido a la creciente represión dictatorial, especialmente contra la Iglesia Católica Romana.

Dónde es más difícil seguir a Jesús:



1. Corea del Norte
2. Somalia
3. Yemen
4. Eritrea
5. Libia
6. Nigeria
7. Pakistán
8. Irán
9. Afganistán
10. Sudán
11. India

Sin considerar a Afganistán, que bajó ocho puestos en la lista, los 10 países más perseguidos simplemente intercambiaron sus posiciones con respecto al año pasado [véase el recuadro]. Sudán se reincorporó al grupo en el puesto 10, desplazando a la India, que a pesar de estar en el puesto 11, sigue estando dentro del nivel de persecución «más extrema» de Puertas Abiertas.

Sorprendentemente eliminada en 2021 de la lista anual de Países de Especial Preocupación del Departamento de Estado de Estados Unidos, tras haber sido añadida finalmente en 2020, Nigeria volvió a recibir especial atención en el informe de Puertas Abiertas, el cual señala que:

La violencia contra los cristianos… es extrema en Nigeria, donde militantes fulani, de Boko Haram, de la Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP, por sus siglas en inglés) y otros grupos llevan a cabo incursiones en comunidades cristianas, matando, mutilando, violando y secuestrando a las personas para pedir rescate o para usarlos como esclavos sexuales.

Este año esta violencia se ha extendido también al sur de la nación, de mayoría cristiana… El gobierno de Nigeria sigue negando que se trate de persecución religiosa, por lo que las violaciones de los derechos de los cristianos se llevan a cabo con impunidad.

Repitiendo los resultados del año pasado, la nación más poblada de África también ocupó el primer puesto en las subcategorías de la LMP del número de cristianos asesinados, secuestrados, agredidos o acosados sexualmente, casados a la fuerza o maltratados física o mentalmente, así como el primer puesto en cuanto al número de hogares y negocios atacados por motivos religiosos. Volvió a ocupar el segundo puesto en las subcategorías de ataques a iglesias y desplazamientos internos.

Las violaciones contra la libertad religiosa en Nigeria son emblemáticas del rápido crecimiento de la presencia islamista en el África subsahariana. Malí pasó del puesto 24 al 17. Burkina Faso pasó del puesto 32 al 23, y Níger del puesto 33 al 28. Más al sur, la República Centroafricana (RCA) subió del puesto 31 al puesto 24, Mozambique subió del puesto 41 al puesto 32, y la RDC subió del puesto 40 al 37.

Los países con mayoría cristiana ocupan puestos relativamente bajos entre los 50 primeros, e incluyen a Colombia (puesto 22), la República Centroafricana (puesto 24), Cuba (puesto 27), Mozambique (puesto 32), la República Democrática del Congo o RDC (puesto 37), México (puesto 38), Etiopía (puesto 39), Camerún (puesto 45) y Nicaragua (puesto 50). (Kenia y Tanzania se quedaron muy cerca de entrar en la lista de 2023).

En cuanto a América Latina, Puertas Abiertas señaló:

La opresión gubernamental directa contra los cristianos considerados voces de la oposición está muy extendida en Nicaragua (puesto 50), Venezuela (puesto 64) y Cuba (puesto 27), donde se encarceló sin juicio previo a dirigentes cristianos por su participación en las manifestaciones del año pasado. En muchos países de América Latina, la delincuencia organizada se ha apoderado —sobre todo en las zonas rurales— de los cristianos que denuncian las actividades de los cárteles.

De las 50 naciones de la lista:

  • 11 tienen niveles «extremos» de persecución y 39 tienen niveles «muy altos». Otras cinco naciones fuera de las 50 primeras también clasifican con niveles «muy altos» de persecución: Kenia, Kuwait, Tanzania, Emiratos Árabes Unidos y Nepal. (Luego, Puertas Abiertas sigue a otros 21 con niveles «altos». Las únicas naciones que subieron a un peor nivel de persecución fueron Nicaragua y Sudán, mientras que Arabia Saudita y Sri Lanka fueron las únicas que tuvieron un menor nivel).
  • 19 están en África, 27 en Asia y 4 en América Latina.
  • 34 tienen el islam como religión principal, 4 el budismo, 1 el hinduismo, 1 el ateísmo, 1 el agnosticismo y 10 el cristianismo. (Nigeria es mitad musulmana y mitad cristiana).

La lista de 2023 incluyó dos nuevos países: La Unión de las Comoras y Nicaragua. Dos países salieron de la lista: Kuwait y Nepal.

Donde los cristianos se enfrentan a más violencia:



1. Nigeria
2. Pakistán
3. Camerún
4. India
5. Burkina Faso
6. República Centroafricana
7. Mozambique
8. República Democrática del Congo
9. Tanzania
10. Myanmar
11. Colombia
12. Níger

Periodo que cubre la LMP de Puertas Abiertas: oct. 2021 a sept. 2022.

Otros aumentos dignos de mención incluyen a Mali que pasó del puesto 24 al puesto 17, debido a las amenazas de combatientes yihadistas y mercenarios en el contexto de un gobierno débil que vincula a algunos cristianos con intereses occidentales. Del mismo modo, Níger, otro país del Sahel, subió del puesto 33 al puesto 28, debido a los continuos ataques de militantes islamistas. Y en Norteamérica, México ascendió del puesto 43 al puesto 38, debido a la violencia criminal contra los cristianos percibidos como una amenaza para las actividades ilegales, así como a las presiones sociales a las que se enfrentan los creyentes indígenas que se niegan a seguir las costumbres ancestrales.

No todos los movimientos dignos de mención fueron negativos. Puertas Abiertas señaló la «promoción de una mayor tolerancia» en varios países de Oriente Medio, entre ellos Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos. Qatar descendió 16 puestos, del puesto 18 al 34, debido a que el año pasado no se cerró ninguna iglesia. (Muchas iglesias cerradas previamente permanecieron cerradas). Egipto descendió 15 puestos, del puesto 20 al 35, debido al menor número de denuncias de ataques contra propiedades cristianas. Omán descendió por razones similares, del puesto 36 al 47, y Jordania bajó del puesto 39 al 49, debido a que no hubo informes de cristianos expulsados de sus hogares.

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¿Cómo se persigue a los cristianos en estos países?

Puertas Abiertas hace un seguimiento de la persecución en seis categorías —incluida la presión social y gubernamental sobre individuos, familias y congregaciones— y se centra especialmente en las mujeres. Muchas categorías han disminuido este año, aunque algunas han alcanzado máximos históricos.

Cuando la violencia se aísla como categoría, los 10 principales perseguidores cambian drásticamente: solo Nigeria, Pakistán e India permanecen [véase el recuadro]. De hecho, 15 países son más mortales para los cristianos que Corea del Norte. (Uganda registró el mayor aumento de la violencia, 3.1 puntos más que Honduras, pero ninguno de ellos entró en la lista de los 50. Tras el descenso de 10 puntos de Afganistán, Qatar experimentó el mayor descenso de la violencia, seguido de Sri Lanka y Egipto. Del total de naciones analizadas, 12 no experimentaron ningún cambio en la puntuación de violencia, 27 bajaron de nivel y 37 aumentaron).

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Hubo 275 martirios menos en comparación con el año anterior, ya que Puertas Abiertas contabilizó 5621 cristianos asesinados por su fe durante el periodo del informe. Esta cifra, que representa un descenso del 5 %, sigue siendo la segunda más alta desde el récord de 2016 de 7106 muertes. El 89 % del total correspondió a Nigeria.

Dónde fueron martirizados más cristianos:



1. Nigeria: 5014
2. Nombre no revelado: 100*
3. Mozambique: 100*
4. República Democrática del Congo: 100*
5. República Centroafricana: 61
6. Myanmar: 42
7. Colombia: 21
8. India: 17
9. México: 14
10. Honduras: 14
11. Pakistán: 12

*Estimación | Periodo que cubre la LMP de Puertas Abiertas: oct. 2021 a sept. 2022.

Puertas Abiertas es conocida por favorecer una estimación más conservadora que otros grupos de defensa, que a menudo cuentan el número de martirios en cifras que rondan los 100 000 al año.

Cuando las cifras no pueden verificarse, las estimaciones se dan en números redondos de 10, 100, 1000 o 10 000, mismos que se supone son más altos en realidad. Asimismo, es posible que no se proporcionen algunas tabulaciones nacionales por motivos de seguridad, lo que da lugar a una designación «NN» para Afganistán, Maldivas, Corea del Norte, Somalia y Yemen.

Bajo esta rúbrica, una nación cuyo nombre no fue revelado, Mozambique y la RDC siguen a Nigeria con un recuento simbólico de 100 mártires. Le siguen la RCA, con 61 asesinatos registrados, Myanmar, con 42, Colombia, con 21, e India, con 17.

Una segunda categoría registra los ataques contra iglesias y otros edificios cristianos, como hospitales, escuelas y cementerios, ya sean destruidos, clausurados o confiscados. La cifra de 2110 representa un descenso del 59 % respecto al año pasado, y es solo una quinta parte del máximo alcanzado en el informe de 2020, que fue de 9488.

China (n.º 16), que volvió a figurar entre los 20 primeros en 2021 por primera vez en una década, encabezó la lista con la mitad de los ataques a iglesias denunciados, aunque con un recuento simbólico de 1000. A continuación, Nigeria, Myanmar, Mozambique, la RDC, Ruanda y Angola recibieron una cifra simbólica de 100 ataques. A continuación, India registró 67 incidentes concretos, seguida de México con 42, Colombia con 37 y Nicaragua con 31.

Dónde se atacaron o cerraron más iglesias:



1. China: 1000*
2. Nigeria: 100*
3. Myanmar: 100*
4. Mozambique: 100*
5. República Democrática del Congo: 100*
6. Ruanda: 100*
7. Angola: 100*
8. India: 67
9. México: 42
10. Colombia: 37
11. Nicaragua: 31

*Estimación | Periodo que cubre la LMP de Puertas Abiertas: oct. 2021 a sept. 2022.

La categoría de cristianos detenidos sin juicio, arrestados, condenados y encarcelados disminuyó a 4542, una cuarta parte menos que la cifra récord de 6175 registrada en el informe del año pasado, pero sigue siendo el segundo total más alto desde que se hace un seguimiento de esta categoría.

Puertas Abiertas divide esta cifra en dos subcategorías, con 3154 creyentes detenidos, lo que representa un descenso del 34 %. India se situó a la cabeza con 1711 casos y representó el 54 % del total. Le siguieron Eritrea con 244 casos y Rusia con 200; luego una nación cuyo nombre no fue revelado, Myanmar, China y Ruanda con un simbólico 100 cada una; después Cuba con 80, El Salvador con 63 y Nigeria con 54.

Sin embargo, la cifra de 1388 creyentes encarcelados se mantuvo relativamente estable con respecto a los 1410 del periodo anterior. Una nación cuyo nombre no fue revelado, Eritrea, China e India representaron casi el 90 % del total.

Se registró otro nuevo máximo en el número de cristianos secuestrados, con un total de 5259 que representa un aumento del 37 % respecto al periodo anterior. Nigeria representó el 90 por ciento del total, es decir, 4726 secuestros, seguida de Mozambique y la RDC, con 100 incidentes simbólicos cada uno, luego Irak, con 63, la RCA, con 35, y Camerún, con 25.

La categoría más numerosa por una considerable diferencia fue el desplazamiento, con 124 310 cristianos obligados a abandonar sus hogares o a esconderse por motivos relacionados con la fe, un 43 % menos que los 218 709 del año pasado. Otros 14 997 cristianos se vieron obligados a abandonar sus países, frente a los 25 038 del año pasado. En Myanmar se produjeron 4 de cada 5 desplazamientos internos (seguido de Nigeria y Burkina Faso), así como 2 de cada 3 refugiados contabilizados (seguido de Irán).

Puertas Abiertas declaró que varias categorías eran especialmente difíciles de contabilizar con precisión, siendo la más alta los 29 411 casos de malos tratos físicos y mentales, incluidas palizas y amenazas de muerte. (El recuento del año pasado fue de 24 678 incidentes.) De las 72 naciones evaluadas, a 45 se les asignaron números simbólicos. Nigeria e India fueron los más afectados (dos tercios del total), seguidos de un país cuyo nombre no fue revelado, Myanmar, Mozambique, Indonesia, RDC y Ruanda.

Se calcula que en 2022 fueron atacados un total de 4547 hogares y propiedades de cristianos, además de 2210 tiendas y negocios. De estos últimos, 27 de los 42 países recibieron cifras simbólicas, y el recuento de 1000 de Nigeria superó al de los nueve países siguientes combinados (cuyos recuentos fueron de 100 cada uno). Nigeria, Myanmar y la República Centroafricana registraron las cifras más altas en la primera categoría (1000 simbólicos cada uno), y solo Indonesia e India pudieron registrar casos reales (211 y 180, respectivamente). Eritrea, Siria, Irak, Burkina Faso, Níger, Mozambique, RDC y Camerún completaron y sobrepasaron el top 10, cada uno con un recuento simbólico de 100 agresiones.

Las categorías específicas para mujeres también fueron difíciles de contabilizar con precisión para los investigadores de Puertas Abiertas. Los casos de violación y acoso sexual disminuyeron de 3147 a 2126 contabilizados, encabezados por Nigeria con casi la mitad del total, con 34 de los 47 países puntuados simbólicamente. Los matrimonios forzados con no cristianos disminuyeron de 1588 a 717 contabilizados, liderados de nuevo por Nigeria, con 22 de los 34 países puntuados simbólicamente.

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¿Por qué se persigue a los cristianos en estos países?

La motivación principal varía según el país, y comprender mejor las diferencias puede ayudar a los cristianos de otras naciones a orar y abogar más eficazmente por sus asediados hermanos y hermanas en Cristo.

Puertas Abiertas clasifica las principales fuentes de persecución cristiana en ocho grupos:

Opresión islámica (31 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en más de la mitad de los países de la lista de vigilancia, incluidos 8 de los 10 primeros en total. La mayoría de los 31 son naciones oficialmente musulmanas o de mayoría musulmana; sin embargo, 5 tienen en realidad mayoría cristiana: Nigeria, RCA (puesto 24), RDC (puesto 37), Mozambique (puesto 32) y Camerún (puesto 45). (Además, este es el principal factor de persecución en 15 naciones con suficiente persecución para ser rastreadas por Puertas Abiertas, pero que se sitúan por debajo del umbral de la lista de vigilancia, incluidas Kenia y Tanzania, de mayoría cristiana).

Paranoia dictatorial (9 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en nueve países, principalmente en naciones de mayoría musulmana: Siria (n.º 12), Uzbekistán (n.º 21), Turkmenistán (n.º 26), Bangladesh (n.º 30), Tayikistán (n.º 44) y Kazajstán (n.º 48), así como también en Eritrea (n.º 4), Cuba (n.º 27) y Nicaragua (n.º 50). (También en seis naciones objeto de seguimiento: Angola, Azerbaiyán, Bielorrusia, Burundi, Ruanda y Venezuela).

Opresión comunista y poscomunista (4 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en cuatro países, todos ellos de Asia: Corea del Norte (puesto 1), China (puesto 16), Vietnam (puesto 25) y Laos (puesto 31).

Nacionalismo religioso (3 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en tres naciones, todas ellas de Asia. Los cristianos son el principal objeto de ataque de los nacionalistas hindúes en India (puesto 11) y de los nacionalistas budistas en Myanmar (puesto 14) y Bután (puesto 40). (También en tres naciones objeto de seguimiento: Israel, Nepal y Sri Lanka).

Delincuencia organizada y corrupción (2 países): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en Colombia (puesto 22) y México (puesto 38). (También en tres naciones objeto de seguimiento: El Salvador, Honduras y Sudán del Sur).

Proteccionismo de denominaciones cristianas (1 país): Esta es la principal fuente de persecución a la que se enfrentan los cristianos en Etiopía (puesto 39).

Intolerancia secular (0 países) y opresión de clanes (0 países): Puertas Abiertas hace un seguimiento de estas fuentes de persecución, pero ninguna de ellas es la causa principal de persecución en los 50 países de la lista 2023.

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¿Cómo se compara la Lista Mundial de la Persecución con otros informes sobre persecución religiosa?

Puertas Abiertas considera razonable calificar al cristianismo como la religión más gravemente perseguida del mundo. Al mismo tiempo, señala que no existe documentación comparable para la población musulmana a nivel mundial.

Otras evaluaciones de la libertad religiosa en el mundo corroboran muchas de las conclusiones de Puertas Abiertas. Por ejemplo, el último análisis del Pew Research Center sobre las hostilidades gubernamentales y sociales hacia la religión reveló que los cristianos fueron acosados en 155 países en 2020, más que cualquier otro grupo religioso. Los musulmanes fueron acosados en 145 países, seguidos de los judíos en 94 países.

El desglose corresponde a los datos de Puertas Abiertas. China, Eritrea e Irán se situaron entre los 10 primeros países de listado de Pew de naciones que llevan a cabo acoso gubernamental, mientras que India, Nigeria y Pakistán se situaron entre los 10 primeros en los que se experimentó hostilidad social. Afganistán y Egipto clasificaron en ambos.

La mayoría de las naciones de la lista de Puertas Abiertas aparecen también en la lista anual del Departamento de Estado estadounidense que nombra y avergüenza a los gobiernos que han «participado o tolerado violaciones sistemáticas, continuas y atroces de la libertad religiosa».

Su lista de primer nivel de Países Especialmente Preocupantes (CPC, por sus siglas en inglés) incluye a Myanmar (n.º 14 de la Lista Mundial 2023), China (n.º 16), Cuba (n.º 27), Eritrea (n.º 4), Irán (n.º 8), Corea del Norte (n.º 1), Nicaragua (n.º 50), Pakistán (n.º 7), Rusia (que salió de la Lista Mundial el año pasado), Arabia Saudí (n.º 13), Tayikistán (n.º 44) y Turkmenistán (n.º 26). Su lista de segundo nivel incluye a Argelia (puesto 19), la República Centroafricana (puesto 24), la Unión de las Comoras (puesto 42) y Vietnam (puesto 25).

El Departamento de Estado también enumera las Entidades de Especial Preocupación, o actores no gubernamentales que producen persecución, todos ellos activos en países de la lista de Puertas Abiertas. Entre ellas se encuentran Boko Haram e ISWAP en Nigeria (n.º 6 de la WWL), los talibanes en Afganistán (n.º 9), Al-Shabaab en Somalia (n.º 2), Hayat Tahrir al-Sham en Siria (n.º 12), los houthis en Yemen (n.º 3), el Grupo Wagner por sus actividades en la República Centroafricana (n.º 24), e ISIS-Gran Sahara y Jamaat Nasr al-Islam wal Muslimin en el Sahel.

Mientras tanto, la Comisión Estadounidense para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por sus siglas en inglés), en su informe de 2022, recomendó las mismas naciones para la lista CPC, con la adición de Nigeria (puesto 6), India (puesto 11), Siria (puesto 12) y Vietnam (puesto 25). Para la lista de vigilancia del Departamento de Estado, el USCIRF recomendó las mismas naciones excepto la Unión de las Comoras, con la adición de Azerbaiyán (no clasificado pero vigilado por Puertas Abiertas), Egipto (puesto 35), Indonesia (puesto 33), Irak (puesto 18), Kazajstán (puesto 48), Malasia (puesto 43), Turquía (puesto 41) y Uzbekistán (puesto 21).

Todas las naciones del mundo son objeto de seguimiento por parte de los investigadores y el personal de campo de Puertas Abiertas, pero se presta atención superior a 100 naciones, y atención especial a las 76 que registran niveles «elevados» de persecución (puntuaciones superiores a 40 en la escala de 100 puntos de Puertas Abiertas).

CT informó anteriormente de las clasificaciones de la WWL para 2022, 2021 [enlaces en español], 2020, 2019, 2018, 2017, 2016, 2015, 2014, 2013 y 2012 [enlaces en inglés], incluyendo un artículo destacado sobre dónde es más difícil creer. CT también preguntó a los expertos si Estados Unidos debería figurar en las listas de persecución, y recopiló las historias más leídas sobre la Iglesia perseguida en 2019, 2018, 2017, 2016 y 2015.

Lee el informe completo de Puertas Abiertas sobre la Lista Mundial de la Persecución 2023 aquí [enlace en español].

Traducción y edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Lo que Pedro le diría a los cristianos que asaltaron la capital de Brasil

El apasionado apóstol comprendía el celo religioso. Pero el cambio en su corazón sobre cómo canalizarlo cambió el mundo.

Manifestantes, partidarios del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, se arrodillan para orar mientras asaltan el Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil.

Manifestantes, partidarios del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro, se arrodillan para orar mientras asaltan el Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil.

Christianity Today January 11, 2023
Edición por Christianity Today / Source Image: Eraldo Peres / AP Images

Como brasileño, recordaré el 8 de enero de 2023 como uno de los peores días para la democracia de mi país. Como evangélico, lo recordaré como uno de los días más oscuros para la iglesia de mi país.

Este domingo, decenas de ciudadanos enfurecidos llegaron a Brasilia e irrumpieron en el Congreso Nacional, el Tribunal Federal Supremo y el Palacio del Planalto, destrozando muebles, dañando obras de arte, rompiendo ventanas y golpeando a periodistas. Los extremistas son partidarios del expresidente Jair Bolsonaro y creen erróneamente que las elecciones de 2022 fueron amañadas. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en portugués e inglés].

Los videos del ataque del domingo muestran la violencia de estos vándalos. Pero también muestran a algunos manifestantes llevando Biblias, orando antes de entrar en el Congreso y cantando himnos mientras eran detenidos por la policía federal, acciones que sugieren que muchos eran evangélicos, quienes fueron una importante base electoral para el expresidente.

«Brasil pertenece al Señor Jesús. El Congreso es nuestra iglesia. El Congreso es la iglesia del pueblo de Dios. Si eres cristiano, ven al Congreso. El Congreso es nuestro, del pueblo de Dios, hasta la intervención militar». Transcripción de un vídeo filmado en el Congreso Nacional publicado originalmente por Clayton Nunes.

Por desgracia, la semilla de este extremismo que alcanzó su punto álgido el domingo fue plantada y cultivada, en parte, por las iglesias evangélicas que apoyaron e hicieron campaña por Bolsonaro en las últimas elecciones, amplificando la polarización, el discurso del odio y la radicalización. En su extravagante campaña a favor de Bolsonaro, algunos líderes evangélicos bautizaron a un político grosero, violento y codicioso como «hombre de Dios».

Más allá de las formas en que muchos en la iglesia evangélica cultivaron una relación inapropiadamente íntima con Bolsonaro a lo largo de su presidencia y campaña de reelección, muchos líderes cristianos han luchado por demostrar un fruto significativo del Espíritu al involucrarse en política. Mientras llaman públicamente a la iglesia a defender los valores familiares, demasiados pastores batallan en sí mismos contra el odio, el rencor, la violencia, la división y el orgullo hacia los oponentes políticos, obras de la carne que, según Pablo, impiden heredar el reino de Dios (Gálatas 5:19-21).

En los últimos años, las iglesias han tenido una relación laxa con la verdad y, con demasiada frecuencia, han compartido irresponsablemente teorías conspirativas. El año pasado, algunos cristianos afirmaron que los grupos de izquierda luchaban por la legalización de la pedofilia. Desde que Lula se proclamó vencedor en la segunda vuelta de octubre, los cristianos se han unido a muchos de sus compatriotas para sugerir que la segunda vuelta de las elecciones fue el resultado de un fraude electoral.

Tras el atentado del domingo, una encuesta realizada el 10 de enero por el Instituto Atlas reveló que el 67.9 % de los evangélicos de Brasil cree que Lula no ganó realmente las elecciones, el 64.4 % cree que el atentado estaba justificado y el 73.8 % piensa que Bolsonaro no es responsable del mismo.

Tras las elecciones, los bolsonaristas montaron campamentos frente a cuarteles militares de todo el país, pidiendo que los militares intervengan y saquen a Lula del poder. Hace unos días, mientras la policía de Belo Horizonte desmantelaba uno de estos campamentos, un hombre oraba a Dios en hebreo mal pronunciado: «Yauh, Yauh, por favor, no lo permitas, Yauh».

La oración era ferviente y desesperada. También sonaba sincera y revelaba una teología que había cultivado la desesperación, el fanatismo y una postura revolucionaria, quizá alentada por alguien desde un púlpito. Los ingredientes para demoler una democracia y para empañar el testimonio cristiano estaban a la vista. Un presagio de la tragedia que se avecinaba.

Me temo que este domingo vimos los frutos de las peores tendencias de la iglesia, tales como el resentimiento hacia el presidente y los brasileños, la aversión a la verdad y la voluntad de adoptar el uso de la fuerza en lugar de las manifestaciones no violentas cuando las cosas no salen como uno desea.

Pero evitar este tipo de resultados en futuras elecciones tensas no se conseguirá simplemente desviando los resultados hacia un partido diferente. Más bien, para los cristianos de todas las convicciones políticas, empezará por vernos a nosotros mismos en la vida y el ejemplo del apóstol Pedro, y por seguir sus consejos cuando debemos vivir nuestra fe en circunstancias adversas o en contextos en los que no siempre estamos de acuerdo.

La pasión y el cambio de corazón de Pedro

La Biblia está repleta de historias de seres humanos que cometieron errores y pecaron y, a pesar de ello, fueron llamados por Dios al arrepentimiento y a la conversión. El apóstol Pedro es una de esas personas.

Pedro aparece en los Evangelios como alguien que amaba ferozmente a Jesús, pero era propenso a hacer anuncios precipitados, declaraciones egoístas y, a veces, a tomar decisiones violentas. Pedro se equivocó frecuente y apasionadamente, se peleó con Santiago sobre quién se sentaría un día a la derecha de Jesús, le aseguró a Jesús que nunca lo negaría y le cortó la oreja a un hombre durante el arresto de Jesús. Incluso después de que Jesús lo perdonara por su negación y después de que Pedro comenzara a difundir el Evangelio durante el primer Pentecostés, continuó luchando por superar su xenofobia a la hora de compartir a Jesús con los gentiles.

Siempre cercano a sus emociones y algunos años después de sus arrebatos emocionales equivocados, Pedro escribió su consejo para los cristianos a fin de que pudieran vivir audazmente su fe.

«… sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia, teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo» (1 Pedro 3:15-16, NBLA).

La exhortación «santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones» pone en orden nuestras prioridades de forma inmediata y nos pide que comprobemos si somos idólatras. Pedro le está escribiendo a personas que afirman creer en Jesús, y aun así le pide a los cristianos que se aseguren de que se han centrado en el Señor. Esto incluye no solo creer en Jesús, sino también seguir su palabra y su ejemplo en nuestras acciones.

En relación con nuestra situación actual, Jesús no aprobaba el nacionalismo ni la sedición, dos tendencias políticas que en la época se esperaban del Mesías. Al contrario, Jesús no solo alabó a los samaritanos, sino que también añadió entre sus discípulos a zelotes y recaudadores de impuestos: a colonialistas y enemigos del imperio por igual.

Hablando a los cristianos que vivían en un mundo hostil, el apóstol Pedro —el mismo Pedro que antes había demostrado una fe agresiva y cobarde al cortarle la oreja a Malco y negar a Jesús tres veces— explica cómo debemos responder a las personas que nos preguntan la razón de nuestra esperanza. Pedro utiliza dos sustantivos: mansedumbre (πραότητα), que significa «humildad» y «gentileza», y reverencia (φόβου), que significa «respeto» o «temor». Cuando se utiliza para referirse a las personas, la mansedumbre transmite una actitud de humildad o sumisión. Del mismo modo, la reverencia se refiere a un sentimiento de profunda consideración hacia el otro.

Tener la conciencia tranquila es un tema habitual en la Primera Epístola de Pedro. La palabra «conciencia» aparece en algunas versiones de 1 Pedro 2:19 y de nuevo en 3:21. En ambos casos, el contexto es la actitud de sumisión y respeto que deben tener los cristianos, incluso cuando son maltratados o perseguidos.

Cuando nos sentimos agraviados, a menudo podemos sentirnos justificados para torcer las reglas, distorsionar la verdad o adoptar el mantra que dice «el fin justifica los medios». Pero si nos tomamos un momento para reflexionar, veremos rápidamente que éstas son precisamente las acciones que desacreditan a los cristianos ante el resto del mundo. De hecho, Pedro quiere que nuestro carácter sea tan íntegro que —vale la pena repetir estas palabras— «sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo».

Entonces, ¿cuál es la relación entre Pedro y los cristianos que saquearon la capital de Brasil el domingo o que tienen alguna responsabilidad en el atentado debido a su influencia? Las vidas de ambos revelan que el celo religioso puede asumir proporciones exageradas y convertirse en idolatría, ocupando el lugar que solo le pertenece al Señor.

Como nos enseña Pedro, vivir según las enseñanzas de Jesús significa colocarlo en el trono como Señor supremo en nuestras vidas. Incluso aquellos de nosotros, cristianos, que podemos creer (ingenuamente) que nunca participaríamos en algo como el atentado del domingo pasado, podemos reconocer que fallamos en este aspecto con frecuencia.

Los evangélicos necesitamos experimentar la misma metanoia o conversión espiritual por la que pasó el apóstol Pedro. Quizá esta transformación ocurrió cuando empezó a seguir dos instrucciones de su Maestro: en vez de cortar orejas, «mete la espada en la vaina» (Juan 18:11), y en vez de negar a Jesús por miedo o cobardía, «pastorea mis ovejas» (Juan 21:16).

Guiterres Fernandes Siqueira es teólogo y periodista. Es autor de cinco libros, entre ellos Quem tem medo dos evangélicos? [¿Quién teme a los evangélicos?] Vive en São Paulo y es miembro de la Asamblea de Dios (Ministério do Belém) de la misma ciudad.

Con información adicional de Marisa Lopes y Mariana Albuquerque.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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10 formas nuevas de leer su Biblia este año

La necesidad de grabar la Palabra en nuestros corazones se siente más urgente este año.

Christianity Today January 10, 2023
Neely Wang / Lightstock

Acudir a las Escrituras debería ser la reacción inmediata de los cristianos cuando el mundo en el que vivimos nos genera ansiedad. Sin embargo, el informe anual State of the Bible 2020 [Estado de la Biblia 2020] producido por la American Bible Society [Sociedad Bíblica de Estados Unidos; ABS, por sus siglas en inglés] mostró una tendencia alarmante: solo el 9 % de los estadounidenses leyeron su Biblia diariamente en 2019, la cifra más baja en los diez años de investigación de la ABS, y descendió aún más durante los primeros meses de la pandemia. Pero si este año trae consigo aunque sea una fracción de la incertidumbre que experimentamos el año pasado, entonces necesitamos la Palabra aún más para encontrar guía y consuelo. En mis años de experiencia como líder de estudios bíblicos presenciales, así como de un grupo de lectura bíblica en línea, me he dado cuenta de que a veces necesitamos ideas prácticas para comenzar o retomar la lectura de la Biblia. A continuación, encontrará diez maneras de leer la Biblia con ojos renovados en este nuevo año.

1. Añada una nueva traducción a su biblioteca

Si ha leído una sola versión o traducción de la Biblia durante muchos años, comience a leer otra. Recientemente decidí incluir en mi estudio bíblico dos nuevas versiones después de años de haber sido fiel a la misma versión. Los versículos que me son conocidos cobran un nuevo significado a medida que la traducción diferente de una o dos palabras me hacen detenerme a meditar en ellas. Las Biblias paralelas en las cuales se pueden leer de dos a cuatro traducciones comparadas también son excelentes para leer la Biblia de esta nueva forma.

2. Lea la Palabra en voz alta

Aunque parezca algo muy simple, es posible que leer la Biblia en voz alta sea la forma más cercana de recibir la Palabra de Dios en la forma en la que la recibieron sus primeros oyentes. Muchas iglesias siguen esta metodología y recorren la Biblia de comienzo a fin en un lapso de tres años. Cuando leemos las Escrituras en voz alta, damos énfasis a las frases y podemos percibir mejor el ritmo de un pasaje (aunque siempre se pierde parte de la cadencia en la traducción). La lectura de las Escrituras en voz alta dentro de un pequeño grupo también suma a la diversidad, y las diferentes formas de leer o incluso las diferentes traducciones pueden fomentar buenas discusiones acerca de la elección de palabras. La primera vez que intentamos esto en mi estudio bíblico, escogí Isaías 1: “Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre” (v. 15, NVI). La ira y la frustración de Dios comunicadas a través del profeta cobraron vida para las mujeres de mi estudio de una forma poderosa. Para mejorar este método, puede invitar a personas de diversas creencias y tradiciones eclesiásticas a que lean con usted.

3. Escuche la Palabra mientras viaja, cocina o camina

Este método es especialmente bueno para aquellas personas a las que les resulta difícil leer o establecer un horario fijo para leer la Biblia cada día. Es sorprendente cómo uno puede avanzar en la lectura de la Biblia cuando se usa un recurso de audio. El internet y las aplicaciones móviles de la Biblia ofrecen un gran número de traducciones e incluso diversos acentos, lo cual hace que este método resulte más agradable para muchas personas. Una advertencia para los que traten de adoptar este método: cuando mi esposo y yo comenzamos a escuchar audiolibros durante viajes largos por carretera, me resultó difícil escuchar a un narrador sin que mi mente divagara. Si se distrae, intente concentrarse en uno o dos puntos clave del pasaje y medite en ellos.

4. Dedique un año a la lectura cronológica de la Biblia

Varios años atrás, por recomendación de una amiga, comencé a leer una Biblia cronológica. Decidimos leerla en simultáneo e invitamos a otros a unirse a nuestro grupo privado de Facebook. Hasta el día de hoy, seguimos leyendo toda la Biblia anualmente en el orden en que ocurrieron los hechos según deducen los eruditos. Este método ha impactado profundamente mi entendimiento de las Escrituras. Los versículos y pasajes que más aprecio se han incorporado a la historia en curso del plan de redención de Dios para toda su creación. La lectura sobre los reyes a la par de los profetas, la comparación de las distintas narraciones de los evangelios, y la comprensión de los sucesos del libro de Hechos junto con las epístolas a las iglesias me han ayudado a llenar vacíos en mi comprensión.

5. Utilice un comentario bíblico o herramientas de estudio

Comience a utilizar un comentario bíblico que no haya usado antes para estudiar mejor el pasaje o libro que está leyendo. Los comentarios profundizan más que un estudio bíblico porque brindan más información sobre el contexto histórico y cultural, y ayudan a conectar la narrativa de las Escrituras de forma integral. Otros recursos multimedia, tales como los cursos gratis de la Coalición por el Evangelio, o los videos y estudios de BibleProject en español pueden complementar nuestra lectura diaria de la Palabra.

6. Lea un libro de principio a fin sin detenerse

Si la idea de leer un libro entero de la Biblia le parece intimidante, intente comenzar con un libro corto como Filipenses. La lectura completa de una epístola paulina ayuda a entender mejor lo que estaba sucediendo durante esa época en la ciudad a la que fue dirigida. Nos da una idea de todas las personas que Pablo conoció en estas iglesias, y de cuán parecidas son a personas de nuestras propias iglesias. Una tarde de verano terminé el evangelio de Marcos de una sola leída y pude percibir con mayor claridad el sentido de urgencia que tenía por el avance del evangelio. Una variante de esta idea es leer todos los libros de un mismo autor de forma consecutiva; por ejemplo, para comprender mejor a Juan, lea su evangelio, sus tres epístolas y Apocalipsis.

7. Utilice una Biblia del Lector

La Biblia del Lector no marca los capítulos y versículos, por lo que se lee más como una novela con un único cuerpo de texto y pocas distracciones. Para algunos, este formato resulta útil para leer durante más tiempo. El manuscrito original no tenía separaciones, y eso le da al individuo una idea de cómo los primeros cristianos leían las Escrituras. Algunos de mis amigos que usan la Biblia del Lector me han comentado que disfrutan más la poesía y la profecía en esta versión.

8. Medite en un salmo por semana

En vez de leer un salmo diferente cada día, escoja uno para leerlo todos los días durante una semana. A medida que lee, note qué frases en el salmo le llaman más la atención y le brindan una mejor idea de las emociones que el autor quería expresar. A menudo, leo el Salmo 51 como una oración diaria, y me sorprende ver que los versículos que llaman más mi atención muchas veces están relacionados a lo que estoy atravesando en mi vida. Todavía no encuentro una manera mejor de empezar mi día que pedirle a Dios: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu” (Salmo 51:10).

9. Lea las parábolas de Jesús una seguida de la otra

Lea las parábolas de Jesús omitiendo cualquier texto antes o después de ellas. Deje que Él sea el narrador por excelencia que es. Jesús sabía que la mejor manera en que su audiencia podría entender una enseñanza espiritual era por medio de una historia. En su libro Reading the Bible with Rabbi Jesus [Leyendo la Biblia con el rabino Jesús], Lois Tverberg señala que “las parábolas de Jesús, que con frecuencia hablaban acerca de pescadores y agricultores, no evocan una respuesta tan profunda en nosotros como lo hacían en su contexto rural”. Podemos distinguir mejor las enseñanzas de estas historias si nos adentramos en ellas. ¿Quiénes formaban parte de su primera audiencia? ¿Cómo era su vida cotidiana? ¿En qué se diferencia de la nuestra? ¿Qué enseñanzas podemos poner en práctica en nuestro mundo hoy? Si consideramos el contexto cultural y social de las parábolas, podremos apreciar el texto de una forma nueva.

10. Copie libros enteros

Copiar pasajes le ayudará a leer la Biblia de una manera nueva. Quizás comience a notar patrones, o cómo se repiten las palabras o frases para hacer énfasis. Días, meses o incluso años más tarde, podrá volver a esas páginas escritas con su propia letra y encontrará una conexión aún más profunda con las Escrituras. La primera vez que copié un libro de la Biblia de esta forma fue el libro de Santiago. Me sorprendió cómo las palabras de Santiago apuntaban con frecuencia a las enseñanzas de Jesús. Santiago escribió sobre la fe como una forma de vida, y pude notar esto como nunca lo había notado antes de copiarlo.

La Biblia es la Palabra inspirada de Dios para nosotros. Mientras nos proponemos resoluciones para el Año Nuevo y comenzamos planes de estudio bíblico, volvamos primero a la Palabra. Como escribió Jen Wilkin: “Las palabras inspiradoras de los humanos son un insignificante sustituto de las palabras inspiradas por Dios”. Sea lo que sea que traiga el 2021, la Palabra es una fuente rica de reflexión y esperanza a medida que la leemos, escuchamos y meditamos en ella.

Traci Rhoades es autora de Not All Who Wander (Spiritually) Are Lost. Escribe en la página tracesoffaith.com.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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10 oraciones por el año nuevo

2022 fue un año lleno de pruebas y dificultades para muchos. Aquí algunas ideas para orar por un mejor 2023.

Christianity Today January 10, 2023
Annie Otzen / Getty

1. Una oración para un nuevo comienzo:

Señor, gracias por otro año de vida y por tu fiel provisión durante 2022. Traemos ante ti todas las decepciones y el trabajo inacabado, y te pedimos tu misericordia, tu paz y tu gozo al mirar hacia el año 2023. Que nos deleitemos con el regalo de tu presencia mientras discernimos el camino que tienes preparado para nosotros.

2. Una oración por nuestros hábitos:

Señor, confesamos que pasamos gran parte del día distraídos, consumiendo las cosas que nos rodean. Nuestros hábitos a menudo carecen de intención y nos conducen a vivir vidas distraídas y centradas en nosotros mismos. Te pedimos que llames nuestra atención sobre las formas poco saludables en que invertimos nuestro tiempo, energía, pensamientos, talentos y dinero. Muéstranos los viejos hábitos que debemos abandonar y los nuevos que debemos poner en práctica. Por medio de tu Espíritu, conviértenos en personas más misericordiosas que te amemos a ti y a nuestro prójimo con mayor intencionalidad.

3. Una oración para sanar las relaciones:

Señor, hay muchas formas en las que fallamos en nuestras relaciones. Nos olvidamos de llevar las cargas del otro, recordamos las ofensas y juzgamos los motivos del otro. Ayúdanos a confesar los pecados que hemos cometido contra otros. Ayúdanos a perdonar y a buscar el perdón de los demás. Que tu Espíritu sane las heridas y traiga unidad a las relaciones dañadas, para que nos amemos unos a otros como tú nos amas.

4. Una oración por los que están cansados:

Señor, los últimos años han estado colmados de enfermedad, muerte, pérdida de empleos, aislamiento, ansiedad, miedo y división. Estamos cansados. En nuestro cansancio, confesamos nuestro cinismo y nuestro escepticismo y te pedimos que nos renueves. Danos ojos para ver la vida del reino que Cristo ha prometido, y llénanos de una esperanza que nos permita vivir cada día con generosidad, templanza y gozo.

5. Una oración por los solitarios:

Señor, tú eres el padre de los huérfanos y colocas a los solitarios en familias. Este año, ayúdanos a unirnos a ti en esa obra. Danos ojos para ver a los que se sienten solos entre los que nos rodean. Ayúdanos a fijarnos en los huérfanos, en las familias monoparentales, en los ancianos, en los encarcelados, en los que no tienen un hogar y en los refugiados que habitan entre nosotros. Amplía nuestra capacidad de ser hospitalarios con aquellos que anhelan un sentido de pertenencia y formar parte de una familia.

6. Una oración por los que sufren:

Señor, ayúdanos a recordar a aquellos que sufren entre nosotros y ayúdanos a ser fieles en nuestras oraciones por ellos y en el servicio a ellos. También te pedimos que fortalezcas a tus siervos, quienes se encuentran en diferentes partes del mundo, para que sean las manos y los pies de Jesús, especialmente en los lugares donde la guerra, la violencia, el hambre y la enfermedad están devastando a las familias y a las comunidades.

7. Una oración por nuestro prójimo:

Señor, ayúdanos a prestar mayor atención a nuestro prójimo este año. Que nos aprendamos los nombres de nuestros vecinos, de las personas que nos sirven el café y la gasolina cada semana, y de las familias con quienes nos encontramos en el parque. Recuérdanos ser una fuente de bendición, incluso en las formas más ordinarias y sencillas, mientras aprendemos a permanecer en tu amor y a extenderlo hacia nuestro prójimo.

8. Una oración por nuestro trabajo:

Señor, tú has colocado cristianos en todas las industrias y ciudades. Ayúdanos a administrar bien nuestro trabajo este año, no solo para el bienestar de nuestras familias, sino también para el florecimiento de los demás. Permítenos ser una presencia restauradora en nuestros lugares de trabajo. Ordena nuestras organizaciones para que reflejen tu creatividad, tu bondad y tu justicia. Ayúdanos a actuar con rectitud y generosidad con aquellos cuyo trabajo es a menudo marginado por la sociedad.

9. Una oración por la comunidad cristiana:

Señor, ayúdanos a no ser consumidores en nuestras iglesias locales, ni a pensar de forma transaccional sobre nuestros hermanos y hermanas en la fe. En cambio, muéstranos cómo nutrir una verdadera comunidad cristiana este año. Danos la iniciativa y la perspicacia para saber cómo cultivar un mayor amor por el pueblo de Dios. Ayúdanos a compartir nuestras vidas con los demás de tal manera que las personas que conozcamos sean atraídas a ti.

10. Una oración por nuestras manos y pies:

Señor, bendice nuestras manos para que te sirvan con mayor fidelidad. Guía nuestros pies para que sigan tus pasos, imitando el ejemplo que nos diste durante tu tiempo en la tierra. Ayúdanos a seguirte y a obedecerte. Capacítanos por medio de tu Espíritu para amarnos los unos a los otros con amor constante e intencional.

Dennae Pierre es codirectora de The Crete Collective, Surge Network y City to City North America. Sirve en Roosevelt Community Church en el centro de Phoenix, Arizona. Dennae y su esposo Vermon tienen cinco hijos.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Luz del mundo, esperanza para las naciones

Epifanía | Una lectura de Adviento para el 6 de enero.

Mateo 2:10-11

Mateo 2:10-11

Christianity Today January 6, 2023
Stephen Crotts

Lea Mateo 2:1–12 e Isaías 49:6; 60:3

A lo largo de la historia, los humanos han levantado la mirada al cielo nocturno para buscar las señales de lo alto. Esa tendencia ha llevado a muchos a adorar las estrellas y los cuerpos celestes. En Génesis 1 no se utilizan los términos sol y luna; en cambio, son descritos como el astro mayor y el menor (v. 16), probablemente para evitar nombres que normalmente se evocaban en la adoración a los ídolos en el antiguo Cercano Oriente.

No obstante, Dios pronto usaría esa misma búsqueda humana de señales en las estrellas para revelar su pacto: le ordenó a Abraham que mirara y fuera testigo de las innumerables estrellas, presagiando la bendición de su descendencia a las naciones. Cientos de años después, sin embargo, cuando los hijos de Abraham fueron llevados al exilio en Babilonia, parecía que la oscuridad de las naciones había devorado la luz. Parecía que se había perdido la esperanza.

Pero en Mateo 2 encontramos un giro inesperado de redención. Nos encontramos con los magos —de una clase alta conocida por la astrología (y la idolatría) y que probablemente provenían de la misma región en donde había sido exiliado el pueblo de Dios—, cuyo estudio de los cielos les había conducido a la fe en la promesa de Abraham. ¿Se habían cumplido finalmente las historias transmitidas por Daniel y por los exiliados en Babilonia? Al aventurarse, posiblemente, al mismo viaje de 1500 kilómetros (900 millas) desde la antigua Babilonia hasta Jerusalén que los exiliados que regresaron habían recorrido tantos años antes, los magos buscaban respuesta a una sola pregunta: «¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos?» (v. 2).

Su búsqueda reveló un profundo anhelo espiritual: «Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo». Su viaje fue un cumplimiento de la visión profética de Isaías y un presagio de lo que iba a suceder: «Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra» (49:6). El «astro menor» de la estrella dirigía a los magos hacia el «astro mayor» en el pequeño pueblo de Belén, lo suficientemente brillante como para iluminar a las naciones. La luz había venido al mundo, y la oscuridad no podría vencerla.

La luz de la Epifanía —la aparición de Dios en la llegada de Jesús— sigue ofreciendo esperanza a todas las naciones que andan a tientas por la oscuridad en busca de la verdad divina. Como nos demostraron los magos, ¡estas nuevas son demasiado buenas como para no compartirlas! Estos sabios de Oriente siguen enseñándonos que debemos viajar a lo largo y a lo ancho para compartir la noticia de que Jesús es la Luz del mundo y la esperanza para las naciones. Como nos dicen las Escrituras: «Ustedes son descendencia escogida, sacerdocio regio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).

Rasool Berry es el pastor de la iglesia The Bridge en Brooklyn, Nueva York. También es el presentador del pódcast Where Ya From?

Reflexione sobre Mateo 2:1–12 e Isaías 49:6; 60:3.


¿Qué revela la visita de los magos acerca de la identidad y el propósito de Jesús? ¿De qué manera el Espíritu de Dios le anima a usted a responder a Jesús, la Luz del mundo?

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