El evangelista Luis Palau ha fallecido a los 86 años de edad por cáncer de pulmón. Inmigrante argentino que hizo su hogar en los Estados Unidos, Palau se convirtió en uno de los más destacados sucesores de Billy Graham y compartió el evangelio en más de 80 países del mundo. Su ministerio llevó a millones de personas a tomar la decisión personal de seguir a Jesús.
Palau predicó el evangelio a jefes de estado de América Latina, y mientras caía la Cortina de Hierro en la URSS, sus cruzadas reunieron a una gran variedad de cristianos, incluyendo protestantes, ortodoxos y católicos. De joven, Palau sirvió como intérprete para Billy Graham, quien más tarde ayudó a financiar la organización de evangelística de Palau cuando esta comenzó oficialmente en 1978.
Palau comenzó a evangelizar en un momento histórico para el evangelismo latinoamericano. El pentecostalismo había llegado por primera vez a la región a principios del siglo XX. En las décadas de 1960 y 1970, el ecuatoriano René Padilla y el peruano Samuel Escobar empezaron a defender la misión integral, desafiando un evangelismo que, en su opinión, se centraba demasiado en la salvación personal individual a expensas de preocupaciones sociales más amplias. Palau no siguió esta trayectoria. Sus escritos en español criticaron la teología de la liberación, y su ministerio se centró en las conversiones personales. Sin embargo, gran parte de la obra que llevó a cabo hacia el final de su vida trató también de involucrar activamente a la comunidad, especialmente en la ciudad donde residía: Portland, Oregón.
«Palau tenía una forma única de predicar el evangelio de una manera accesible, y de establecer prioridades espirituales dirigidas a la salvación personal en Cristo, a la vez que mostraba una cierta conciencia social», dijo el profesor de historia de Notre Dame, Darren Dochuk. «Si bien no predicaba un evangelio social en forma, su mensaje era consciente de las preocupaciones sociales».
En la década de 1990, el ministerio global de Palau comenzó a centrarse en Estados Unidos intencionalmente. Bajo la influencia de sus hijos, quienes asumieron el liderazgo activo del ministerio, sus eventos evangelísticos se caracterizaron cada vez más por conciertos de música cristiana y proyectos de servicio comunitario. En 1999, The New York Times preguntó [enlace en inglés] quién podría suceder a Graham. Palau fue el primer candidato.
A pesar de haber vivido toda su vida adulta en Estados Unidos, Palau seguía conectado a América Latina en gran medida a través de la radio, el mismo medio por el que escuchó predicar a Billy Graham por primera vez cuando era adolescente y que lo inspiró a comenzar a evangelizar. A menudo compraba cobertura simultánea en horario de máxima audiencia para televisar sus cruzadas en esta región. Además de predicar en público, también aparecía en la televisión local del lugar donde llevaba a cabo sus eventos y respondía a las preguntas de los espectadores, guiando a los lugareños hacia el Señor.
Palau creció en Ingeniero Maschwitz, un pueblo pequeño a unos 50 kilómetros de Buenos Aires. Nació en 1934, siendo el único varón de una familia de siete hijos, en una familia bilingüe de un padre cuyos padres emigraron desde España después de la Primera Guerra Mundial y una madre con familia escocesa y francesa. Los padres de Palau, Luis Palau padre y Matilde Balfour de Palau, se convirtieron al cristianismo después de que Edward Rogers, un alto ejecutivo petrolero británico, regalara a la madre de Palau una Biblia. Rogers fue una influencia espiritual clave para Palau durante su infancia, y cuando el padre de Palau murió inesperadamente, Rogers ayudó económicamente a la familia.
La propia experiencia de conversión de Palau tuvo lugar durante un campamento de verano en 1947, cuando un consejero del campamento lo guió a Cristo.
«No tienes que tener una historia asombrosa acerca de cómo recibiste a Jesús. Simplemente debes saber que esa es tu historia», escribió Palau más tarde en sus memorias. «Algunos tienen una experiencia en la que la luz cae del cielo, una experiencia como la del camino a Damasco que los lleva de ser “el peor de los pecadores” a los brazos de Jesús. Otros son como niños que apenas empiezan a comprender lo que significa el pecado, y la luz del cielo parece apenas un débil y tembloroso rayo de linterna sobre la página de la Biblia mientras la lluvia sigue cayendo alrededor. Lo único que importa en nuestra conversión es que sea real».
Palau aprendió inglés a una edad temprana a través de sus padres, que eran bilingües. Gran parte de su educación también fue en inglés, primero en un internado británico y después en una prestigiosa academia asociada a la Universidad de Cambridge.
Tras terminar el colegio y encontrar trabajo en una sucursal del Banco de Londres, Palau se encontró por primera vez con la voz de Billy Graham en la radio cuando era un adolescente en Argentina. Al cabo de varios años, el propio Palau había solicitado a su radio local que le permitiera dar sermones. Después de haber aspirado inicialmente a ser abogado, Palau empezó a soñar con un ministerio de escala global y con evangelización masiva similar a la de las cruzadas de Graham. Al mismo tiempo, asistió a un estudio bíblico dirigido por el pastor y escritor estadounidense Ray Stedman, quien durante los dos meses siguientes instó al argentino a trasladarse a Estados Unidos para recibir educación formal para el ministerio.
Cuando llegó a la zona de la bahía de San Francisco, California, Palau vivió con Stedman, quien al mismo tiempo era mentor del joven Chuck Swindoll. La tutoría de Stedman iba más allá de asignar libros o imponer consejos. Llevaba a Palau a las sesiones de consejería de otros congregantes, bromeaba con él acerca de sus antecedentes legalistas y lo bendecía con historias sorprendentemente francas y que parecían romper con todos los tabúes. Stedman animó a Palau a asistir al Seminario Teológico de Dallas, pero Palau se sintió intimidado por el compromiso de estudiar durante cuatro años y optó por un programa de un año en la Escuela Bíblica Multnomah (ahora Universidad Multnomah).
En Multnomah, Palau conoció a su esposa, Patricia, una residente de Oregón que tenía sus propios sueños de evangelización global. Después de casarse, la pareja se trasladó a Detroit antes de irse a pasar un tiempo en Costa Rica, Colombia y México con la agencia misionera Overseas Crusades. Cuando su familia comenzó a crecer (tuvieron cuatro hijos en total), los Palau decidieron criar a sus hijos en Oregón. Palau siguió viajando mientras Pat se quedaba en casa. Una vez él calculó, a los 57 años de su matrimonio, que habían pasado un total de 15 años separados debido a sus viajes.
«Nunca dejé de notar que muchos de los momentos más preciosos, los tesoros de la vida de mis hijos, llegaron y se fueron sin mí», escribió más tarde Palau. «No me arrepiento de mi elección, pero sí lamento los muchos recuerdos que tuvieron que hacerse sin que yo estuviera allí».
Palau había conocido brevemente a Billy Graham cuando este visitó Argentina, pero sus caminos volvieron a cruzarse cuando Palau se acercaba a los 30 años de edad. Palau admiraba a Graham, y emuló su estrategia centrada en la ciudad: nombró a hombres de negocios de éxito en su junta ministerial, llenó sus sermones con acontecimientos actuales, recurrió a atletas prominentes para que dieran testimonio en sus eventos, y nunca llevó a cabo una cruzada a menos que una coalición diversa de iglesias lo invitara. Al principio de su ministerio sirvió como intérprete para Graham en varios eventos y, a lo largo de sus décadas de ministerio, colaboraron juntos en varias ocasiones.
Las cruzadas de Palau a menudo se realizaban después de décadas de ministerio de las iglesias locales y sociedades bíblicas, muchas de ellas pentecostales. Además de dirigirse a las multitudes, Palau y su equipo evangelizador buscaban reuniones [enlace en inglés] con los líderes de la región. «Una conversación programada para durar doce minutos con el presidente Carlos Arana Osorio de Guatemala en realidad duró una hora; el presidente aceptó una Biblia de Palau y declaró que quería estudiarla», informó CT en 1974.
Tal vez el amigo más famoso de Palau fue el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt (quien contaba con varios líderes evangélicos como amigos), y que posteriormente fue condenado [enlace en inglés] por genocidio. (Finalmente, el veredicto fue anulado). «Es estupendo tener un presidente cristiano como modelo», dijo Palau a CT [enlace en inglés] en 1983. «La mano de Dios parece estar sobre él».
A pesar de su ministerio internacional y de la agitación política por la que atravesó América Latina en la segunda mitad del siglo XX, Palau se ganó la reputación de ser una persona que rara vez comentaba sobre política.
«Los que son llamados a entrar en la arena política deben tomarlo como un ministerio del Señor. No me importa si es de izquierda o de derecha, si es ateo o si es un líder religioso; siempre les digo lo mismo a los políticos: “Su posición es una autoridad delegada por Dios, y usted es un ministro de Dios”», dijo Palau en 1996 [enlace en inglés]. «Así que les animo a pensar en la justicia y la rectitud, y a defender a los pobres y a los necesitados. Ese es el papel de un político».
Más allá de sus conexiones con líderes políticos, Palau también fue amigo durante mucho tiempo del hombre que se convertiría en el argentino más famoso del mundo: Jorge Bergoglio. Cuando ese amigo se convirtió en el Papa Francisco en el año 2013, Palau celebró el nombramiento.
«Fue emocionante por Argentina, por su personalidad y por su apertura hacia los cristianos evangélicos», dijo a CT en 2013 [enlace en inglés]. «Me emocioné un poco simplemente por haberlo conocido».
Este espíritu de colaboración ecuménica también marcó las cruzadas de Palau, que a menudo reflejaban meses de colaboración de campo con las iglesias locales, y el desarrollo de una renovada confianza entre cristianos que habían estado separados por mucho tiempo. Por lo general, estas colaboraciones se extendieron y buscaban llegar más allá de las congregaciones protestantes. En países como Egipto y Rusia, donde los evangélicos y los cristianos ortodoxos habían estado enfrentados durante mucho tiempo, las cruzadas sirvieron de catalizadores para la colaboración. En Centroamérica, católicos y carismáticos asistieron a sus eventos.
Sin embargo, esta camaradería no se extendió al país que lo adoptó. En 1976, Palau canceló una cruzada en Chicago dirigida a los cristianos hispanos a causa de la división entre cristianos pentecostales y no pentecostales.
«Curiosamente, Estados Unidos es el país más difícil del mundo para conseguir que las denominaciones trabajen juntas. Estados Unidos habla del lema “una nación bajo Dios”, pero es pura teoría», dijo Palau a CT [enlace en inglés] en 1996. «El mayor trabajo en una cruzada que abarque a toda la ciudad no es tocar a los no convertidos. Es reunir a las iglesias para tocar a los inconversos».
A pesar de su herencia argentina, cuando salió de Sudamérica, la formación teológica de Palau, sus relaciones y la estructura de su ministerio hicieron que gran parte del mundo lo considerara un estadounidense.
«El adoptó el modelo de Billy Graham. Tiene esta gran organización detrás de él que le solicita rendición de cuentas, experiencia de gestión, recaudación de fondos y legitimidad», dijo Daniel Ramírez, profesor asociado de religión en la Claremont Graduate University. «Eso viene de Estados Unidos. Eso no viene de América Latina».
Con el tiempo, la presencia de Palau en EE.UU. se hizo más fuerte y comenzó a diferenciarse del modelo que habían tomado muchos de sus eventos internacionales. Sus hijos le convencieron de que abandonara la palabra «cruzada» y la sustituyera por «festival», una sugerencia contra la que luchó al principio. Al igual que muchos de sus contemporáneos, empezó a cambiar [enlace en inglés] los lugares de celebración de los estadios deportivos por los parques del centro de la ciudad. Muchos eventos también empezaron a incluir proyectos de servicio a la comunidad. Durante unas vacaciones de primavera [enlace en inglés], retransmitió en docenas de iglesias vía satélite, y animó a las congregaciones a llegar a los estudiantes universitarios a través de fiestas en la playa con bandas locales, oradores y deportes locales.
«Era claramente ortodoxo y, al mismo tiempo, no era odioso», dijo Ed Stetzer, director ejecutivo del Centro Billy Graham del Wheaton College. «Eso es algo que no todo el mundo consigue en un escenario nacional. Él lo hizo».
Varios años después, su ministerio basado en el área de Portland también llamó la atención [enlace en inglés] por establecer relaciones de forma intencionada con el alcalde de la época, que era abiertamente gay, y por colaborar con una ciudad que tenía una reputación secular y progresista. En ocasiones, Palau se sintió preocupado acerca de que el creciente enfoque del ministerio en el servicio a la comunidad pudiera eclipsar el evangelismo al que se sentía llamado.
«Corremos el riesgo de cerrar el círculo y parecernos a los liberales», dijo a CT en 2008. «No debemos diluir el evangelio porque almorcemos con políticos. Yo estoy comprometido a predicar la sangre de Jesús y la cruz de Jesús».
A través de sus festivales americanos, también buscó [enlace en inglés] entablar intencionadamente relaciones con la comunidad latina.
«Los latinos estamos en la mejor posición para llevar el mensaje del evangelio fuera de este país por nuestro alto compromiso con la familia y porque los hispanos tienen un sentido de entregarlo todo por el evangelio», dijo Palau. «¡Solo menciono un versículo de la Biblia y rompen en aplausos!». En los mítines del pabellón de la Universidad de Illinois-Chicago, Palau lanzó la primera parte de un versículo bíblico y el público respondió con un rugido completando el resto del mismo al unísono.
Palau también creía que los latinos podían tender un puente entre las polarizadas comunidades blancas y negras. «No nos hemos aislado como los blancos de los problemas de la ciudad, y no tenemos las mismas heridas históricas que la comunidad afroamericana», afirmó.
«El aumento en la participación de los latinos en el evangelismo también cambiará a la propia iglesia evangélica», dijo Palau. «La iglesia evangélica dominante se ha vuelto demasiado cómoda en esta cultura. Ha perdido su fuego, su sentido de convicción del bien y del mal».
A pesar de la polémica situación política de muchos de los países por los que viajó Palau, buscó en gran medida que nadie se sintiera ofendido, con algunas excepciones. En 1977, Palau habló ante más de 60 000 personas en Gales a lo largo de un mes. Pero en 2005, la ciudad de Cardiff canceló una recepción [enlace en inglés] para Palau a causa de sus «creencias evangélicas extremas». Ese mismo año, Palau instó a las iglesias chinas que se reunían en hogares a registrar oficialmente sus iglesias a fin de «recibir mayor libertad y bendiciones del gobierno». Sus comentarios suscitaron una fuerte contestación [enlace en inglés] por parte de los defensores de la libertad religiosa.
Incluso cuando su ministerio se extendió en los Estados Unidos, Palau lamentó la falta de pasión del occidente por la evangelización.
«En América del Norte y Europa, sin embargo, me parece que, aunque se habla mucho de evangelismo, el verdadero evangelismo es difícil de detectar», dijo a CT [enlace en inglés] en 1998. «Los cristianos evangélicos de Norteamérica pagan alegremente cualquier cantidad por asistir a un concierto. Llenan el centro cívico para asistir a sesiones de adoración e incluso a convenciones de guerra espiritual de intercesión. Pero cuando se trata de la guerra cara a cara, que consiste en hablar a la gente amable pero directamente sobre su necesidad de Cristo, de repente los números disminuyen. En demasiadas iglesias, la respuesta al reto de proclamar el evangelio en su ciudad es: “¿Pero por qué debemos hacerlo?” y “Esto es muy costoso”».
Más de 15 años después, Palau reafirmó [enlace en inglés] sus convicciones.
«Los cristianos, y especialmente los anglosajones, tenemos la idea de que sabemos lo que piensa el otro antes de siquiera empezar a hablar con él. Realmente no es así», dijo Palau. «El Espíritu Santo dijo que convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio. ¿Lo crees? Yo lo creo».
A Palau le sobreviven su esposa, cuatro hijos y muchos nietos.
Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.