Así luce una iglesia bautista ucraniana en tiempos de guerra

Los cristianos en Lviv trabajan y oran por la victoria mientras enfrentan la dura crisis de su nación.

Mujeres bautistas en Lviv cortan telas con el fin de usarlas en la ropa de camuflaje militar.

Mujeres bautistas en Lviv cortan telas con el fin de usarlas en la ropa de camuflaje militar.

Christianity Today April 1, 2022
Joel Carillet

Primero, tuvieron que conseguir un carro.

A medida que la amenaza de una invasión por parte de Rusia crecía en el horizonte, algunos se encogieron de hombros, pensando que era poco probable. Pero Vika Aharkova, quien ministró junto a su esposo Vasyl entre 20 000 estudiantes internacionales en Kharkiv (Járkov), cerca de la frontera con Rusia, «sabía que iba a suceder», dijo.

Es fácil posponer cuando se avecina una crisis. Es fácil pensar en las muchas razones plausibles por las que no sucederá lo peor. Todavía estaban orando por la paz. Pero también sabían que tenían que estar preparados.

Necesitaban un carro.

«Si sabemos que va a haber una guerra, necesitamos comprar un vehículo», dijo Vika. «Para que podamos evacuar rápido».

Vika y Vasyl pidieron fondos a sus simpatizantes para comprar un automóvil y, dos días después, con los fondos en la mano, Vasyl viajó a Lviv, en el oeste de Ucrania, para comprar el vehículo. Inmediatamente comenzó su viaje de 14 horas de regreso a Kharkiv.

La invasión comenzó ocho días después, a las 5 a. m. del 24 de febrero. A las 5:30, Vika y Vasyl estaban en el automóvil, cada uno con una sola mochila.

Para cuando salieron de la ciudad, tenían cinco personas más, con cinco mochilas más: la hermana de Vasyl, una pareja de su iglesia, la hija adolescente de un anciano de la iglesia y un estudiante de la universidad de medicina.

Nadie llevaba equipaje extra, pero alguien llevó consigo un gato.

Condujeron sin escalas hasta Lviv, pero esta vez el viaje tomó 36 horas. Para este momento, muchas personas de todo el país ya habían huido a Lviv. Todos sabían que en el oeste, cerca de la frontera con Polonia, había mayor seguridad.

En Lviv muchas iglesias y muchos evangélicos como los Aharkov se han volcado para enfrentar la crisis de frente.

No había pasado ni una hora desde la invasión por parte de Rusia cuando Vasyl y Vika Aharkova, ministros de campus con la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos en Kharkiv (Járkov), emprendieron su huída hacia el oeste.Joel Carillet
No había pasado ni una hora desde la invasión por parte de Rusia cuando Vasyl y Vika Aharkova, ministros de campus con la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos en Kharkiv (Járkov), emprendieron su huída hacia el oeste.

Ingrese a los terrenos de la Iglesia bautista central, por ejemplo, y el lugar es un hervidero. Estacionado frente a la puerta se encuentra un autobús que llevará a los evacuados a la frontera polaca. En el interior hay varias habitaciones que sirven como refugio temporal para personas desplazadas, como Irina Malko, de 38 años, y su perro, Zaya, que también huyeron de la ciudad de Kharkiv.

Baje las escaleras un par de pisos y encontrará a varias mujeres cortando telas para usarlas como red de camuflaje para el ejército. Camine un poco más, a la cocina de la iglesia, y encontrará mujeres preparando comida para los visitantes que van a viajar en el autobús y para algunos que se quedarán más tiempo.

La iglesia es la nueva sede temporal de la denominación y hogar del personal de la Unión Bautista Ucraniana. La asociación estaba ubicada en Irpin, un suburbio de Kiev que rápidamente se convirtió en un campo de batalla. Ahora se ubica en la Iglesia Bautista Central de Lviv.

Malko, de 38 años de edad, y su perro Zaya huyeron de Kharkiv y encontraron un refugio temporal en la Iglesia Bautista Central en Lviv.Joel Carillet
Malko, de 38 años de edad, y su perro Zaya huyeron de Kharkiv y encontraron un refugio temporal en la Iglesia Bautista Central en Lviv.

En una habitación de la iglesia hay un gran mapa de Ucrania, con tachuelas multicolores que indican los puntos de distribución (iglesias de varias denominaciones, organizaciones misioneras, etc.) a donde se puede enviar la ayuda humanitaria de Haus der Hoffnung, una organización cristiana alemana.

Al final del pasillo, Igor Bandura, vicepresidente de la asociación, está preocupado por lo que sucederá si el ejército ruso logra tomar Ucrania.

«La batalla es enorme, y no se trata solo de Ucrania», dice. «Si Ucrania es controlada, es solo cuestión de tiempo antes de que Putin avance. Polonia entiende esto. Los Estados bálticos entienden esto. Rumania entiende esto».

Él ha dejado de orar por la paz. Ahora ora por la victoria. Ora para que él y otros cristianos, así como el país en su conjunto enfrenten la crisis de frente. Ora para que el pueblo ruso vea la invasión por lo que es.

«La mayoría de las personas simplemente no quieren saber la verdad», dijo en un sermón hace unas semanas. «Son fácilmente atraídos por la propaganda estatal. Incluso nuestros propios hermanos y hermanas cristianos están abrumados por los temores».

Sin embargo, dentro de esta iglesia no parece haber miedo. Estos son los rostros de la determinación. Como tantas personas en Ucrania, los bautistas aquí, en esta única iglesia en Lviv, están dando un paso al frente para enfrentar los desafíos con un sentido de solidaridad y sacrificio. La iglesia, como el resto del país, está operando en un crisol, y se está forjando un sentido de unidad, no en un sentido abstracto, sino en un sentido de sangre, sudor y lágrimas.

Mujeres bautistas organizan la ropa donada para las personas en necesidad. En un almacén cercano, reúnen y organizan la ayuda humanitaria que llegó desde Polonia.Joel Carillet
Mujeres bautistas organizan la ropa donada para las personas en necesidad. En un almacén cercano, reúnen y organizan la ayuda humanitaria que llegó desde Polonia.

Están eligiendo, todos los días, enfrentar la crisis y tomar las decisiones necesarias, desde comprar un automóvil que puede transportar a siete desde Kharkiv hasta clasificar la ropa donada en un depósito en la iglesia de Lviv.

¿Qué pensarán de esta experiencia cuando todo haya terminado?

«Al final, después de la victoria», dijo Bandura, «miraremos hacia atrás y diremos: “Dios, fue doloroso, pero fue tan precioso, tan valioso”».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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History

Arqueólogos están encontrando firmas de reyes bíblicos, antiguos villanos y quizá un profeta

El cribado con agua nos acerca más que nunca al mundo de Jeremías, Isaías y Ezequías.

Voluntarios buscan artefactos en la tierra de la excavación en el Monte del Templo. Fondo de imagen: Cubetas con escombros del Proyecto de Cribado del Monte del Templo.

Voluntarios buscan artefactos en la tierra de la excavación en el Monte del Templo. Fondo de imagen: Cubetas con escombros del Proyecto de Cribado del Monte del Templo.

Christianity Today April 1, 2022
Photo by Menahem Kahana / Staff / AFP / Getty Images

Lo más cerca que me he sentido al profeta Jeremías fue sentado en el fondo de una cisterna vacía. Hace unos veinte años me llevaron a un depósito de agua excavado en Jerusalén y me dijeron que esa podría haber sido la auténtica cisterna descrita en Jeremías 38:6 donde dejaron al profeta para que muriera de hambre cuando cuatro oficiales del gobierno decidieron que no les gustaban sus mensajes de Dios.

Me senté en un banco y levanté la vista hacia las paredes de piedra. Según el relato bíblico, Jeremías comenzó a hundirse en el barro.

Aunque quizá no fue en este lugar. ¿Quién podría asegurar que esta era la cisterna, misma que se había desenterrado en 1998, y no otra que no se había encontrado aún? O quizá nunca se encontraría. Podía imaginar al profeta atrapado en aquel lugar exacto, preguntándose si Dios lo rescataría, pero, sin encontrar «Jeremías» escrito en la pared, nadie podía asegurarlo.

Desde la época en la que yo estuve allí se han planteado varias preguntas acerca de esa cisterna, arrojando dudas sobre su papel en el drama de Jeremías. Sin embargo, no es un yacimiento que la gente visite estos días.

La arqueología puede acercarte muchísimo al mundo bíblico y, aun así, hacerte desear que ojalá alguien hubiera dejado una firma.

Pero cuando la gente sí encuentra firmas, es algo importante. En los últimos años, de hecho, los arqueólogos han venido encontrando impresos muchos sellos de arcilla que los antiguos israelitas utilizaban para asegurar el nudo de la cuerda que ataba un rollo.

En 2005, la arqueóloga israelí Eliat Mazar [enlaces en inglés] dirigió una excavación en la parte más antigua de Jerusalén. Su equipo encontró un sello impreso, y en ese sello de arcilla había un nombre: Jucal, el hijo de Selemías, uno de los hombres que arrojó a Jeremías a la cisterna.

Tres años después, Mazar anunció el descubrimiento de otro «bulla», como se llaman los sellos. Este también tenía un nombre: Gedalías (Guedalías), hijo de Pasur, otro de los oficiales de la historia de Jeremías 38.

Los dos villanos bíblicos parecieron volver a la vida con estos descubrimientos. Ellos habían tocado estos sellos, dejando sus nombres como evidencia física para ser descubiertos miles de años más tarde.

«Nada es más emocionante en una excavación que el descubrimiento de un sello o bulla», dice Scott Stripling, director del Instituto Arqueológico en el Seminario Bíblico de Katy, Texas. «A menudo hay huellas dactilares parciales o completas, lo que nos recuerda la conexión humana. Estas eran personas reales».

Los sellos de arcilla son difíciles de encontrar, pero se han vuelto más frecuentes desde 2005. Son pequeños, a menudo solo del tamaño de la yema del dedo. Y están hechos de arcilla, básicamente el mismo material que los arqueólogos están excavando, lo que los hace muy difíciles de distinguir. En los archivos de la revista de arqueología bíblica que yo edito, Artifax, he encontrado muy pocas menciones de los bullae desde principios de los 1990 hasta 2005.

Desde entonces, sin embargo, ha habido tantos descubrimientos de sellos de arcilla impresos que las noticias se han vuelto bastante comunes. Y algunos de los descubrimientos son tan destacables —incluyendo uno con el nombre del rey Ezequías y otro que puede que perteneciera al profeta Isaías— que a menudo conforman mi lista anual de los diez mejores descubrimientos [enlaces en inglés] en arqueología bíblica para Christianity Today.

El cambio se puede remontar hasta el inicio del desarrollo de la técnica arqueológica del cribado con agua.

Innovación en el valle de Cedrón

Comenzó con nueve mil toneladas de tierra arrojadas sin ningún cuidado en el valle de Cedrón. En 1999 las autoridades musulmanas a cargo del Monte del Templo de Jerusalén decidieron construir una tercera mezquita en el lugar sagrado de los «establos de Salomón» bajo tierra. Excavaron una entrada y retiraron una enorme cantidad de tierra sin supervisión arqueológica.

Las evidencias históricas que se podrían recuperar de ese espacio son de interés vital para los eruditos, así como para muchos cristianos y judíos. Sin embargo, en Israel, donde los reclamos ancestrales se contienden de manera agresiva, la arqueología también tiene un matiz político.

Los eruditos quedaron estupefactos por la escala de este delito contra la arqueología. Algunos, sin embargo, también se dieron cuenta de que era una oportunidad única. Podían mirar dentro de cuatrocientos camiones de tierra. Esto podría suponer una oportunidad de obtener una visión muy poco común del Monte del Templo a una distancia segura de la política incendiaria.

«Se ha perdido el noventa por ciento de su valor científico», dijo el arqueólogo israelí Gabriel Barkay a sus colegas. «Nos queda el diez por ciento. Pero eso es mucho más que el cero por ciento».

En 2004, Barkay y el arqueólogo Zachi Dvira comenzaron el Proyecto de Cribado del Monte del Templo (TMSP, por sus siglas en inglés), para usar la técnica del cribado con agua y ver lo que quedaba entre la tierra.

El proceso funciona así: se vuelca un cubo de tierra en una malla rodeada de un marco de madera que se sostiene a la altura la cintura. Un voluntario toma una manguera y rocía agua, obligando a la tierra a atravesar la malla y dejando pequeños objetos sobre la malla: cerámica, huesos, monedas y otros trozos de metal, cristal, teselas de mosaico y bullae.

«Se nos ocurrió la idea durante los primeros días», contó Dvira a CT, «puesto que era muy difícil diferenciar entre piedras naturales y fragmentos de cerámica. Esto se debe a que el terreno está lleno de polvo… que recubre los objetos».

Dvira y su equipo pronto desarrollaron un método que podían enseñar a los voluntarios. Durante los siguientes diecisiete años, más de 170.000 voluntarios arrojaron cubo tras cubo de material del Monte del Templo en los coladores, se deshacían de la tierra con agua y observaban todo lo que quedaba.

Un sello de arcilla lleva el nombre del Jucal, el hijo de Selemías, uno de los hombres que arrojó a Jeremías a la cisterna como castigo de muerte por haber profetizado sobre la destrucción de Jerusalén.Imagen cortesía de Eilat Mazar.
Un sello de arcilla lleva el nombre del Jucal, el hijo de Selemías, uno de los hombres que arrojó a Jeremías a la cisterna como castigo de muerte por haber profetizado sobre la destrucción de Jerusalén.

Encontraron miles de artefactos originarios de la Edad de Piedra en adelante. Se han recuperado más de seis mil monedas judías, islámicas, romanas y medievales.

También hubo otro importante descubrimiento: un sello de tres mil años de antigüedad del rey Salomón. Los expertos dicen que puede cambiar las teorías de los minimalistas arqueológicos que aseguran que las Escrituras exageran la edad y la importancia del templo de Jerusalén.

«Por esto es por lo que la arqueología es tan fascinante», me contó Mazar una década antes de su muerte en mayo. «Está escrito en la Biblia, y después encontramos estos sellos impresos. Demuestra que esta historia bíblica es muy exacta».

Mazar estaba impresionada por el potencial del cribado con agua y comenzó a mandar tierra de las excavaciones que ella supervisaba al TMSP. Ahí fue donde, en 2004, los voluntarios descubrieron los bullae con los nombres de los oficiales que trataron de matar a Jeremías.

«Los sellos y los bullae han probado en repetidas ocasiones ser un tipo de evidencias muy importante fuera de la Biblia», escribió Larry Mykytiuk, profesor emérito de la Universidad de Purdue, cuya investigación se centra en la historicidad de las Escrituras, en un correo electrónico para CT. «Son extremadamente valiosos porque confirman la existencia y la posición oficial de reyes, sumos sacerdotes y oficiales reales que se mencionan en la Biblia hebrea o el Antiguo Testamento, y los títulos de algunos sellos y bullae muestran que estaban en el cargo que la Biblia dice que tenían».

Los no entendidos a menudo no se dan cuenta de que los textos escritos que han sobrevivido desde tiempos bíblicos son muy escasos. Las Escrituras se preservaron a través de la duplicación, pero subsisten muy pocas de las copias más antiguas de los libros de la ley, los profetas, la poesía y la historia. Comparado con los cientos de papiros jeroglíficos egipcios y las miles de tablas cuneiformes mesopotámicas excavadas en los dos últimos siglos, el corpus de textos judíos antiguos es minúsculo.

«Los sellos y las impresiones son la parte más grande de los objetos con inscripción que hemos descubierto», dice Robert Deutsch, experto y comerciante que ha publicado información sobre numerosos bullae en revistas académicas.

Deutsch ha sido criticado por los arqueólogos por comprar y vender sellos en el mercado de antigüedades. El comercio crea incentivos para los saqueadores y sirve para encubrir a los falsificadores.

Deutsch responde que ignorar todos los objetos que hay en colecciones privadas significa condenarlos a la no existencia. Él defiende que los arqueólogos se benefician de saber acerca de ellos, aunque tengan una historia dudosa.

En 1997, por ejemplo, él publicó información en una revista académica acerca de un sello que llevaba la impresión del rey Ezequías. No se sabía la procedencia y podía tratarse de una falsificación. Pero en 2015 Mazar descubrió un bulla idéntico en Jerusalén. El descubrimiento ya era importante en sí mismo, pero el bulla de la colección privada le añadía contexto.

Hay tan pocos ejemplos de hebreo antiguo, dice él, que todos ellos deben considerarse importantes.

Todavía no es una práctica estandarizada

A pesar del obvio valor del cribado con agua, su uso no se ha convertido en práctica común en los yacimientos de excavación en Israel.

Stripling, que trabajó como supervisor del TMSP en 2008 y 2009 y dirige excavaciones en Khirbet el-Maqatir y Tel Shiloh, piensa que la Autoridad de Antigüedades de Israel debería hacer obligatorio el cribado con agua. Le preocupa lo que los arqueólogos están perdiendo cuando no hacen el cribado con agua en la tierra. En Tel Shiloh hizo que los voluntarios revisaran una pila de tierra que había quedado tras una excavación realizada en la década de 1980. Ahí encontraron cinco amuletos con forma de escarabajo de Egipto.

Hicieron lo mismo en una antigua excavación en el monte Ebal. Stripling encontró una hoja de cuchillo de bronce y una tabla que se podía haber usado para una maldición ceremonial. Se dio cuenta que el monte Ebal se describe como una montaña de maldición en Deuteronomio 27.

«Las pilas de tierra de las excavaciones pasadas contienen una tremenda cantidad de material. Estos son la clase de descubrimientos que se desechan en la mayoría de las excavaciones porque no realizan un cribado con agua», dijo en 2020 durante una presentación en la reunión de la Sociedad Arqueológica de Oriente Próximo.

«El cribado con agua tiene el potencial de revolucionar lo que estamos descubriendo en los yacimientos arqueológicos».

Voluntarios buscan entre los escombros en el Proyecto de Cribado del Monte del Templo.Imagen cortesía de Gordon Govier.
Voluntarios buscan entre los escombros en el Proyecto de Cribado del Monte del Templo.

Otros arqueólogos que trabajan en excavaciones en Israel dicen que el proceso no debería ser obligatorio. Es una labor muy intensiva y gasta mucha agua. Puede requerir un gran número de voluntarios, los cuales no están disponibles para todas las excavaciones, y muchísima agua, que no está disponible en el desierto. Algunos dicen que es mejor usar el método con discreción.

Robert Mullins, director del Departamento de Estudios Bíblicos y Religiosos de la Universad Azusa Pacífico, dice que él utiliza el cribado con agua cuando es determinante para interpretar un yacimiento. En la excavación que él dirige en Aber Beth Maacah, en el norte de Israel, el equipo realizó el cribado con agua en la tierra de un almacén que contenía docenas de jarrones de 2800 años de antigüedad. De ese modo encontraron todo lo que se había dejado dentro de los jarrones o en el suelo.

Daniel Master, que actualmente está dirigiendo una excavación en el valle de Jezreel, dijo que es cuestión de identificar «el método correcto para el contexto correcto».

«Yo tiendo a pensar que usar un método en particular como garantía de una “buena” excavación es no entender de qué se trata todo esto», afirma. «Un arqueólogo, al igual que cualquier investigador, necesita un repertorio de técnicas, herramientas y necesidades para saber cuándo usar cada una de ellas».

Sin embargo, todos los arqueólogos conocen historias de descubrimientos hechos, no por la experiencia, sino por la casualidad, el accidente o la suerte del principiante. Jimmy Hardin, codirector de la excavación de un pequeño yacimiento llamado Khirbet Summeily en el extremo norte del desierto del Néguev, recuerda que hace varios años algunos voluntarios encontraron ocho o nueve sellos de arcilla. No estaban haciendo cribado con agua, y los bullae no se diferenciaban de la tierra que los rodeaba, pero la mirada aguda de los estudiantes los detectó.

Ocurre tan a menudo que hace que los arqueólogos más experimentados se pregunten qué han pasado por alto.

«Una vez has excavado esto, ya está», dijo Hardin. «Es tu responsabilidad recoger todos los datos que puedas».

Los datos sobre los bullae, descubiertos ahora de manera tan habitual con el cribado con agua, son especialmente emocionantes. Portan la autoridad de los antiguos nombres, impresos en arcilla y preservados durante milenios. Hay uno que dice: «Nathan-Melech, siervo del rey Josías». Y otro descubrimiento reciente es un bulla que pertenece a la familia sacerdotal de Immer.

«Cada sello e impresión trae a una persona de vuelta a la vida», dijo Deutsch. «La Biblia cobra vida».

Un tercer bulla, roto casi por la mitad y encontrado en un antiguo vertedero , puede ser que diga: «perteneciente a Isaías el profeta». No está claro, sin embargo, porque la palabra que podría ser «profeta» está rota. Sin el aleph final, ¿quién puede estar seguro?

Es fácil imaginar al profeta presionando su marca en la arcilla, tocando aquel objeto exacto, marcándolo con su nombre. Pero puede ser que no. La arqueología puede acercarte muchísimo al mundo bíblico y, aun así, dejarte con el deseo de que ojalá alguien hubiera dejado una firma.

Gordon Govier es editor de la revista Artifax y escribe sobre arqueología para Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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¿Qué demuestran los estudios sobre la oración?

Cuando un estudio sugiere que la oración de intercesión podría dañar a los pacientes en vez de ayudarlos, debemos pensar dos veces.

Christianity Today April 1, 2022

Esta es una traducción del artículo publicado originalmente en inglés en mayo de 2009.

¿Deberían los médicos prescribir oración como parte del tratamiento? Según un estudio realizado con 1134 médicos en diciembre de 2008 por Health Care Direct Research, la mayoría de los doctores (el 70 por ciento) cree que los milagros son posibles hoy. Aun así, menos del 29 por ciento cree que los resultados de los tratamientos médicos estén relacionados con «fuerzas sobrenaturales» o «acciones de Dios».

Los estudios sobre la oración en medicina tienen un modo de delimitar la línea de batalla entre los santos y los escépticos: los cristianos anhelan una prueba científica de la eficacia de la oración. Los críticos, esperando lo contrario, esperan socavar la fe religiosa. Para bien o mal, hemos visto muchos intentos de medir los efectos sanadores de la oración intercesora. Los primeros estudios conocidos se publicaron en 1873 por el polímata inglés Francis Galton. Él no encontró evidencias estadísticas de que la oración prolongara la vida o redujera las muertes en recién nacidos (aunque sus descubrimientos hoy no cumplirían con los criterios de un estudio prospectivo controlado).

Más recientemente, varios experimentos sobre la oración han captado la atención de los evangélicos, quienes están ansiosos por demostrar una conexión positiva entre la fe y la ciencia. Uno de los que generó un interés particular fue el estudio de Randolph Byrd de 1988, que observó a 393 pacientes ingresados en la unidad de cuidados coronarios del Hospital General de San Francisco. Por la mitad de los pacientes oraron «cristianos nacidos de nuevo que tenían una oración devocional diaria y comunión cristiana activa en una iglesia local». La otra mitad sirvió como grupo de control (nadie oró por ellos). En este estudio, el grupo de personas por las que se oró claramente obtuvo mejores resultados que el grupo de control.

No obstante, el informe que Byrd publicó recibió críticas desde diferentes frentes, incluyendo que tal vez no intencionalmente no se trató de un estudio a ciegas (por ejemplo, el asistente de investigación que sabía qué pacientes recibían las oraciones también recopiló los datos clínicos) y variables de resultado no independientes. Lo último implicaba la observación de que la mayoría de las 6 de 29 variables en las cuales el grupo por el que se oró obtuvo mejores resultados probablemente estaban relacionadas entre sí (lo cual quiere decir que las seis variables podían haberse influido entre sí).

El efecto de este y otros problemas metodológicos ha servido para hacer que el trabajo de Byrd se considere demasiado turbio como para servir como evidencia de la actividad directa de Dios en la sanación. Estas controversias han sido parte del proceso cuando se ha tratado de experimentos sobre la oración: muy pocos pacientes, objetos o investigadores no ciegos; resultados de medidas inválidos; métodos estadísticos inapropiados; aleatoriedad de los problemas; y sospecha de fraude total.

Un estudio celebrado

En 2006, sin embargo, se hicieron públicos los resultados de un estudio de referencia cuidadosamente diseñado para poner fin al debate. El estudio recibió algo de atención en su momento, pero parece ser que escapó del radar de muchos cristianos, probablemente debido a sus sorprendentes —y, para los cristianos, perturbadoras— conclusiones. El Estudio de los efectos terapéuticos de la oración intercesora (STEP, por sus siglas en inglés), dirigido bajo el auspicio de la Facultad de Medicina de Harvard, ha sido por mucho el más completo de su clase. El estudio requirió diez años, 2.4 millones de dólares, y en buena medida fue garantizado por la Fundación John Templeton, defensora de estudios que exploran la intersección entre la religión y la ciencia.

El STEP era simple y elegante, y se ajustaba a las normas estandarizadas y a los protocolos de investigación: 1802 pacientes, todos ingresados por una cirugía de injerto de baipás en la arteria coronaria, divididos en tres grupos al azar. Dos de los grupos recibían oración de cristianos comprometidos con experiencia a la hora de orar por los enfermos. Pero solo los miembros de uno de los grupos sabían que se estaba orando por ellos. El resultado: el grupo cuyos miembros sabían que se estaba orando por ellos tuvo peores resultados en términos de complicaciones postoperatorias que aquellos que no estaban seguros de si se estaba orando o no por ellos. El conocimiento de que un grupo especial de intercesores estaba orando por ellos parecía tener un efecto negativo en su salud.

También se comparó a los dos grupos que no estaban seguros de si se estaba orando por ellos. Uno de los grupos sí recibía oraciones, mientras que el otro no lo sabía. En esta ocasión, el grupo por el que se había orado experimentó más complicaciones graves que el grupo sin oración adicional. En otras palabras, el estudio parecía mostrar que la oración —al menos la oración de los extraños— puede que fuera mala para la salud de una persona. Los resultados fueron decepcionantes para aquellos que esperaban ver los efectos positivos de una oración intercesora adicional. (Puede que los resultados también resultaran sorprendentes para los escépticos que no esperaban ningún efecto en absoluto).

Muchos han cuestionado la validez del estudio, incluso los mismos autores, a quienes les preocupaba que «…ser conscientes de las oraciones de los extraños… quizá les causara a algunos pacientes una especie de ansiedad de desempeño. Puede que los hiciera sentir inseguros, preguntándose: ¿estoy tan enfermo que han tenido que llamar a su grupo de oración?». Las respuestas de los evangélicos han incluido la observación de que muchos de los pacientes, después de todo, o estaban orando por sí mismos o tenían amigos y familiares orando por ellos (el 96 por ciento informó de que había habido otras personas orando por ellos). Esta realidad podría haber socavado cualquier efecto de las oraciones adicionales. Otros cristianos aseguran que las investigaciones sobre la oración intercesora son problemáticas, dados los varios ejemplos del Nuevo Testamento de curaciones físicas a través de las oraciones directas y en persona, un escenario que sería imposible de probar en un estudio doble ciego. Una tercera respuesta ha sido, somo dijo un capellán de hospital de alto perfil: «No se puede someter a Dios a investigaciones científicas».

C. S. Lewis anticipó un estudio sobre la oración cuidadosamente diseñado, pero no pensaba que mostraría ningún «resultado» positivo o medible. «El problema es que no veo cómo podría llevarse a cabo cualquier oración real bajo tales condiciones», dijo Lewis. «Decir oraciones sin más no es orar; de otro modo, un equipo de loros adecuadamente entrenados para orar serviría tanto como los hombres para nuestro experimento». Él defendía que este enfoque hacia la oración la trata «como si fuera algo mágico, o una máquina; algo que funciona automáticamente»… una acusación dirigida sin querer y de manera profética al STEP y a otros bienintencionados intentos de medir los efectos de la oración. Si Lewis tiene razón, estos intentos siempre terminarían intentando medir algo más parecido a la magia que a un movimiento real de Dios.

Irónicamente, el STEP realmente apoya la cosmovisión cristiana. Nuestras oraciones no se parecen en nada a encantamientos mágicos. Nuestro Dios no tiene parecido alguno con una máquina expendedora. El verdadero escándalo del estudio no es que el grupo por el que se oró obtuvo peores resultados, sino que el grupo por el que no se oró recibió la misma bendición de Dios, si no más. En otras palabras, parece que Dios garantizó el favor sin importar la cantidad o siquiera la calidad de las oraciones. Por instinto, puede que egoístamente prefiriéramos que Dios diera un tratamiento preferente a aquellos por los que se ora de manera especial, deliberada y correcta, pero parece ser que él actúa de otra manera.

Fiel a su carácter, Dios parece inclinarse a sanar y bendecir a tantos como sea posible. Es como si apenas pudiera evitar —aunque a menudo lo hace— intervenir de forma sobrenatural e interrumpir la naturaleza del universo para cuidar de aquellos que ama, ya sea que lo reconozcan a Él o no. ¿Respondió Dios a las oraciones de los grupos de oración oficiales del estudio? Sí. Más que eso, respondió a las oraciones de los pacientes, de sus amigos y familiares, y quizá incluso a las de aquellos que no sabían que estaban orando.

¿Por qué orar?

Si esto es cierto acerca de Dios, entonces se nos presenta una pregunta molesta: «¿Por qué poner tanto esfuerzo en orar si Dios ya es generoso?». Es otra manera de hacernos la pregunta que de verdad no nos queremos hacer: «¿Cuál es el mínimo requerido para que mis oraciones sean respondidas?». Estas cuestiones plantean la debilidad de nuestro deseo modernista de saber si la oración «funciona». Al descubrir que Dios, de hecho, está respondiendo constantemente oraciones, trastabillamos con la realidad, más profunda y perturbadora, de que sus oraciones a menudo no nos dan el dónde, el cuándo o el cómo que buscábamos originalmente.

Las Escrituras atestiguan esta realidad. Dios, por ejemplo, respondió las oraciones de Israel para librarlos de la mano del Faraón, pero su respuesta —cuando finalmente llegó— fue inesperada, impredecible y todo menos modesta (como pudo atestiguar una generación que fue dejada en el desierto). Su respuesta a las oraciones de liberación de parte de Israel de manos del césar resultó ser aún más inesperada y, para muchos, simplemente inaceptable. Por lo tanto, no es sorprendente que Jesús nos enseñara a orar: «Hágase tu voluntad», como Él mismo oro de camino a Getsemaní. En todo esto descubrimos que nuestra obsesión por saber si la oración funciona es la pregunta incorrecta. Sabemos que la oración funciona. La pregunta real es si estamos preparados para la respuesta de Dios.

No es de extrañar que aquellos que estaban preparados para la respuesta de Dios a la petición de Israel de un Mesías fueran aquellos que oraban. La profetisa Ana, que pasó gran parte de su vida adorando en el templo, fue una de las primeras en reconocerlo. Lidia, que vio la verdad del evangelio y abrió la puerta de Filipos, estaba en el lugar adecuado en el momento justo, porque estaba orando. Por lo tanto, no oramos solo para que Dios responda a nuestras oraciones. También oramos para poder reconocer y recibir la respuesta de Dios, para saber cómo responder y, quizá, para ver a Dios mismo.

Muchos médicos creen en los milagros, y en la realidad de la causa-efecto de sus trabajos. Los milagros suceden, pero suceden para todos, porque todos son amados por Dios, ya sea que estén o no en rebelión. Lo que les queda por hacer a los médicos, y a nosotros, es saber cómo responderemos. Deberíamos ser sabios para evitar las afirmaciones mágicas o mecánicas acerca del evangelio. El STEP nos anima a creer que Dios está dispuesto a responder nuestras oraciones sin importarle casi nada nuestras credenciales en la oración y, a veces, ni siquiera nuestra ortodoxia. Esto debería darnos confianza para actuar, creer y trabajar junto al buen y generoso Rey, que nos llama a hacer avanzar su reino, a traer sanidad al mundo, y a orar.

Gregory Fung estudió bioquímica en Harvard y actualmente es el director de división de InterVarsity Christian Fellowship. Christopher Fung es patólogo y miembro de LaSalle Street Church, en Chicago. Son padre e hijo, respectivamente.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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History

Nuestro peregrinaje durante la Cuaresma

Una historiadora analiza cómo la tradición medieval puede dar forma a los días que preceden a la Pascua.

Christianity Today April 1, 2022
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Justin Kauffman / Unsplash

Una de las cosas que más me molestan es recibir un correo electrónico durante la última parte de la Cuaresma con la frase de despedida «¡Felices Pascuas!» o «¡Jesús ha resucitado!». Tengo que luchar contra la tentación de responder: «¡Todavía no!». Esas proclamaciones, aunque hechas con buena intención, me apresuran hacia un destino al que todavía no estoy preparada para llegar. Antes de experimentar la alegría de la mañana de Pascua, me espera un largo viaje.

Cada año, durante la Cuaresma, oriento mis pies espirituales en dirección a Jerusalén, y me preparo para dirigirme hacia la cruz y la tumba vacía. El sendero es largo y difícil, atraviesa los montes y los valles de la oración, el reconocimiento personal y el arrepentimiento. Pero es necesario: cada paso que doy prepara mi corazón para la resurrección.

Como historiadora, encuentro guías para la Cuaresma en la vida de cristianos de épocas pasadas que hicieron empatar sus viajes físicos con sus viajes espirituales. En la Edad Media, por ejemplo, los peregrinos viajaban a Jerusalén regularmente para replicar los últimos días de Jesús en la tierra. Para el siglo IV, peregrinar a Jerusalén ya se había convertido en una tradición, puesto que fue entonces que el emperador Constantino («el Grande») erigió una basílica en el lugar donde tuvo lugar la crucifixión —según afirmaban haber descubierto en ese entonces—.

Terminada en el año 335 d.C., esta basílica, conocida como la Basílica del Santo Sepulcro, pronto atrajo a los fieles de todo el mundo. Además de la capilla del Calvario, la iglesia contenía también el sepulcro o la tumba de Cristo. Muchos cristianos se embarcaban en un viaje largo y arduo para llegar a Jerusalén y adorar en estos lugares de la época y vida de Jesús.

En la Edad Media, los peregrinos que iban a Jerusalén desde el norte de Europa e Inglaterra caminaban una asombrosa distancia de 5000 km o 3000 millas (en promedio). La ruta más común llevaba a los peregrinos a la falda de los Alpes, después a través de las montañas, y de ahí a Venecia, desde donde se transportaban en barco por el mar Mediterráneo. Al llegar a Jaffa, una ciudad portuaria en Tierra Santa, los peregrinos se montaban en burros hacia Jerusalén. Cada tramo del viaje tenía su propia aventura, y cada uno los acercaba cada vez más a su objetivo.

Peregrino en su viaje a Tierra Santa.WikiMedia Commons / Ilustración por Mallory Rentsch
Peregrino en su viaje a Tierra Santa.

Estos viajes tenían un carácter cuaresmal y acendraban a los peregrinos espiritualmente mientras realizaban su largo y arduo viaje. Los peregrinos practicaban la disciplina espiritual de la renunciación al dejar atrás las comodidades de su vida cotidiana y familiar. También dedicaban mucho tiempo a la introspección.

Félix Fabri, un fraile del siglo XV, sufrió varios episodios de nostalgia durante su viaje y se esforzó por balancear su angustia emocional con su deseo por llegar a Jerusalén. Tras decidir continuar el camino, tuvo que enfrentarse a uno de sus mayores miedos: el mar. Subió al barco, confiando en que Dios lo ayudaría a llegar a su destino a salvo. Cuando los vientos y las tormentas hicieron zozobrar el barco, él y sus compañeros de viaje rogaron por la misericordia de Dios.

Los peregrinos de la era medieval llegaban a Jerusalén alrededor de 12 semanas después de comenzar su viaje, lo cual equivale a dos temporadas de Cuaresma. Nosotros también hemos experimentado lo que se siente vivir durante una doble Cuaresma —o incluso más— durante el tiempo que duró la pandemia.

Pienso en estos viajes mientras empiezo mi propio lento peregrinaje durante la temporada de la Cuaresma. El esfuerzo que requiere mantener mis prácticas de oración y arrepentimiento se parece un poco a emprender un largo viaje. Persevero por la recompensa, aunque a menudo flaqueo, especialmente cuando veo los senderos de montaña y las aguas tormentosas que se avistan a la distancia.

La tentación de rodear las partes desafiantes de este viaje siempre está presente en mi viaje. No obstante, sé que para estar preparada para entrar a Jerusalén es necesario cruzar las montañas y el mar. Y, ciertamente, no llegaré a mi destino a menos que, como Fabri, clame a Dios. Darme cuenta de mi desesperada necesidad de Dios —y recibir su misericordia— es uno de los regalos de la Cuaresma que no querría sacrificar tomando un atajo durante esta temporada. Así que voy paso a paso y continúo caminando.

Félix Fabri no es el único peregrino que me acompaña en mi viaje. Puedo identificarme con otra compañera de viaje, la lega Margery Kempe. Kempe relata que Dios la llevó a peregrinar a Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. Partió primero hacia Jerusalén en 1413, llena del deseo de «ver aquellos lugares donde [Jesús] nació, sufrió su pasión y murió, así como también visitar otros lugares santos donde estuvo durante su vida y también después de su resurrección».

Kempe se encontró con muchos desafíos durante su peregrinaje. Tuvo conflictos con sus compañeros de viaje, quienes finalmente la abandonaron. Cruzó los Alpes en medio del invierno y esperó trece semanas en Venecia por un barco que la llevase a Tierra Santa.

Aunque nuestras experiencias a la hora de viajar suelen ser mucho más eficientes, quizá podamos sentirnos identificados con el tipo de frustraciones que Kempe enfrentó. El año pasado, que nos vio en gran medida castigados debido a la pandemia, hizo que nuestros viajes se parecieran más a peregrinajes que a vuelos comerciales a gran velocidad. Hemos aprendido por las malas que no se puede correr en algunas travesías.

Esto es particularmente cierto en cuanto al viaje sagrado, que termina cuando el peregrino es capaz de llegar a su destino y ni un momento antes. Es similar a lo que dice Gandalf en La Comunidad del Anillo de Peter Jackson, cuando dice que no llega ni pronto ni tarde, sino «exactamente cuando se lo propone».

Para los peregrinos de la era medieval que se dirigían a Jerusalén, eso significaba un tiempo previsto de llegada de unas doce semanas a partir del comienzo del viaje, lo cual equivale a dos temporadas de Cuaresma. Nosotros también hemos experimentado lo que se siente vivir durante una doble Cuaresma —o incluso más— durante el tiempo que duró la pandemia.

Si los peregrinos medievales se embarcaban en una «Cuaresma doble» para llegar a Jerusalén, un viajero del siglo XVI, Iñigo López de Oñaz y Loyola, realizó un viaje que equivalía a un año entero de Cuaresma. Hoy conocemos a este viajero como Ignacio de Loyola. Después de experimentar una conversión espiritual, Ignacio decidió confirmar su fe recién nacida con un peregrinaje a Jerusalén. A comienzos del año 1522 comenzó a caminar desde Loyola hasta Barcelona, donde planeaba tomar un barco hacia Tierra Santa. Su peregrinaje incluyó desvíos por los pueblos españoles de Montserrat y Manresa, donde se quedó durante once meses.

La causa de este retraso no se conoce con exactitud. Algunos investigadores creen que Ignacio no pudo llegar a Barcelona debido a informes de que había una plaga en la ciudad. Fuera cual fuera la razón, Dios utilizó su larga pausa para formarlo.

Mientras estaba en Manresa, Ignacio pasaba varias horas al día orando, leyendo, escribiendo y profundizando su comprensión de Dios. Más adelante, en su autobiografía [enlaces en inglés], escribió que Dios lo trató «de la misma manera que un maestro de escuela trata a un niño para enseñarle». Su desvío se convirtió en una escuela para el alma y se convirtió en el trabajo de campo para sus Ejercicios espirituales, un influyente libro de formación cristiana publicado en 1548.

Ignacio finalmente llegó a Jerusalén más de un año y medio después de haber partido. Para entonces, él ya no era simplemente un converso. Su fe había madurado y lo había preparado para recibir los dones de la Tierra Santa. Refiriéndose a sí mismo como «el peregrino», Ignacio escribe: «Al ver la ciudad el peregrino sintió un gran consuelo; y, tal como los otros testificaron, el lugar era común a todos ellos, con un gozo que no parecía natural».

Cuando me siento impaciente en el camino hacia Jerusalén, recuerdo el meollo de la historia de Ignacio: un verdadero peregrino debe viajar despacio y parar a menudo para llegar adonde quiere ir. Si Ignacio hubiera corrido con prisa hacia Jerusalén, no habría estado preparado para recibir el gozo sobrenatural de Dios que se le otorgó en Tierra Santa. En cambio, se tomó su tiempo y llegó con un corazón repleto y preparado. Su destino era la resurrección.

Los fieles peregrinos de la historia sugieren que nuestros viajes más importantes son los que se asumen al ritmo de una caminata. Y ciertamente no hay viaje más importante o trascendental que nuestro peregrinaje hacia la tumba vacía. Al dirigir nuestros pies espirituales hacia Jerusalén, podemos tomar como ejemplo a estos peregrinos. Nos invitan a desacelerar y tomarnos nuestro tiempo. Su invitación es que vayamos por el camino largo. Que paremos a menudo. Que clamemos por misericordia. Esta manera de viajar nos permite preparar nuestro corazón y llegar a comprender la profunda necesidad que tenemos del sacrificio de Jesús.

Cuando lleguemos a nuestro destino la mañana de Pascua, nos espera una visión gloriosa: un jardín, una piedra movida, una tumba vacía. Nuestro gozo y consuelo, como testificó Ignacio de Loyola, será inmenso. Estaremos más que preparados para las Buenas Nuevas. Y, finalmente, estaremos preparados para los correos electrónicos con la despedida de «¡Él ha resucitado!».

Lisa Deam tiene un doctorado en Historia del Arte Medieval por la Universidad de Chicago. Este artículo está adaptado de su libro 3000 Miles to Jesus: Pilgrimage as a Way of Life for Spiritual Seekers (Broadleaf, 2021).

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Estudiar las vidas de los grandes evangélicos me hizo ser menos ambicioso

Para evitar dañar a nuestros matrimonios y familias, podemos aprender de nuestros predecesores en la fe.

Christianity Today March 29, 2022
Illustration by Rick Szuecs / Source images: Yagi Studio / Getty / Wikimedia Commons

Allá por 2015, mientras mi esposa jugaba con nuestros tres hijos en el parque de nuestro vecindario, yo los miraba con estupefacción después de leer un desconcertante tuit [enlaces en inglés] del expastor Tullian Tchividjian: «Bienvenidos al valle de sombra de muerte… gracias a Dios que la gracia reina ahí».

Pronto descubrí que su cita se refería a las recientes indiscreciones conyugales reveladas tanto de Tchividjian como de su esposa. A este popular ícono de la resurgencia reformada, al igual que otros muchos, se le descubrió en una serie de desastrosos errores que condujeron a la disolución de su matrimonio.

Cuando la noticia salió a la luz, yo acababa de aceptar un puesto como pastor asociado en la Calvary Memorial Church de Oak Park y me faltaban escasos dos meses para comenzar mis estudios de doctorado en Historia del Cristianismo en la Trinity Evangelical Divinity School.

Durante los siete años siguientes continué estudiando la historia de los evangélicos. Todo el tiempo busqué intencionalmente el mismo patrón histórico, uno que no iba a ignorar en la literatura; especialmente porque su repetición y sus consecuencias seguían estando en juego en el mundo evangélico del siglo XXI que yo habitaba.

El patrón —demasiado— común que descubrí es este: las grandes figuras evangélicas a lo largo de la historia a menudo tuvieron vidas personales y familiares trágicas. Este tema no dejaba de llamar mi atención repetidamente mientras me topaba con él en las biografías y los registros históricos de pastores, evangelistas y activistas.

La historia evangélica proporciona numerosos relatos admonitorios de lo que ocurre cuando se permite que la ambición corra desenfrenada. Y aunque algunos evangélicos preferirían dar la vuelta a estos relatos, o esconderlos, eso sería en nuestro detrimento. Estas advertencias se pueden poner al servicio del futuro de la historia evangélica; y prestarles atención puede que nos impulse a dominar nuestra ambición, establecer límites y expectativas saludables, y prestar atención a la pequeña iglesia de nuestros hogares.

Personalmente, quiero aprender de sus errores para salvaguardar a mi familia y protegerme de tragedias autoprovocadas.

Hace poco, mientras leía Early Evangelicalism [Evangelicalismo temprano] de W. R. Ward, me topé con un segmento de la vida de August Hermann Francke (1663-1727) una figura que fue cabecera de la historia evangélica. A Franke lo orientó el famoso teólogo Philipp Jakob Spener y fue quien abrió el camino para la segunda generación del pietismo alemán a finales del siglo XVII y principios del XVIII.

Su activismo público y su trabajo institucional circularon por la prensa evangélica y la red social por correspondencia, que le hicieron ganar una amplia credibilidad y gran importancia entre los primeros evangélicos. Evangélicos posteriores, tales como John Wesley, repitieron el patrón de Francke en cuanto a su ética del trabajo y la estrategia en sus propios ministerios, tristemente también en detrimento de sus vidas personales.

Mientras que Francke se involucró en una maravillosa obra para el reino, su matrimonio con Anna Magdalena Francke sufrió la decepción que viene con las necesidades no suplidas. A mediana edad, Anna y August se distanciaron, y en 1715 su separación se hizo pública. Ward también indica que August prestó escasa atención a su hija Sophia mientras cumplía con sus ambiciones teológicas.

Aunque el ministerio público de Francke y su activismo florecieron, la salud de su casa languideció. Por supuesto, algo estaba mal ahí, y pensé: tuvo que haber una desconexión entre el ministerio público de Francke y su religión privada interior.

Al leer este relato histórico que hace Ward de Francke, tuiteé: «Como historiador que ha leído mucho acerca de la trágica vida privada de grandes figuras evangélicas de la historia, como resultado me he vuelto mucho menos ambicioso. Ningún logro merece la pena el costo de una familia sana».

Pero la historia de Francke que impulsó mi tuit no fue más que la tragedia más reciente entre una letanía de otras con las que me topé en mi investigación.

Una figura de este movimiento que atrajo mi curiosidad es Abraham Kuyper. Al igual que sucede con el anglicano C. S. Lewis, algunos historiadores serían reticentes a la hora de retratar a Kuyper como alguien consciente de ser un precursor de los primeros evangélicos. Sin embargo, ambas figuras han tenido una enorme influencia en el desarrollo del pensamiento evangélico moderno, incluyéndome a mí mismo.

Abraham Kuyper (1837-1920) fue tanto precoz como ambicioso. Se dio a conocer por su ética laboral protestante y su compromiso con una misión cristiana para transformar la sociedad. Muchos pensadores evangélicos han laureado en sus obras escritas a esta figura crucial en la historia de la iglesia, pero la mayoría de ellos no cuentan toda la historia.

A Kuyper los evangélicos lo suelen recordar por esta cita: «No existe un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre la que Cristo, que es soberano sobre todo, no reclame: “¡Esto es mío!”». Y, aun así, la verdad es que él tuvo problemas en el dominio de su vida personal y familiar.

Kuyper sufrió de ansiedad debilitante y depresión, que a veces lo dejaba postrado en cama. Aprendió a lidiar con los síntomas de estar sobrecargado de trabajo retirándose con frecuencia durante largos periodos de soledad en vacaciones y excursiones. Como resultado, su esposa y sus hijos anhelaban su presencia durante estas largas ausencias mientras se recuperaba de los rigores del trabajo misionero.

Por desgracia, Francke y Kuyper son solo la punta del iceberg cuando se trata del costo que han pagado las familias evangélicas por la ética laboral reformada de sus seres queridos.

Hace poco alguien me preguntó por algunos ejemplos, y a regañadientes di unos pocos nombres: algunos de los cuales conozco de mi propia investigación archivística y otros que he aprendido de la obra de otros historiadores. El problema de dar nombres y sentirse fascinado por el «quién hizo qué» es que puede llevar a una fascinación histórica voyerista o improductiva en vez de a una conversación sana.

Creo que lo que los evangélicos necesitan en realidad es menos fascinación con las partes oscuras de nuestros héroes caídos y más apreciación por la fidelidad diaria de los pastores, profesores, evangelistas y activistas silenciosos que se las arreglan para nadar contra la corriente del poder social y cultural de sus épocas, que a menudo imponen unas demandas irreales sobre sus resultados y su actuación.

Los líderes evangélicos a lo largo de la historia han llevado una gran carga, y continúan soportando expectativas irreales de muchas instituciones, editoriales y ministerios que dominan el mercado evangélico. Con el tiempo, algunos de esos líderes ceden a las tentaciones que vienen con la notoriedad y en última instancia olvidan su buen juicio. Y, tristemente, las organizaciones evangélicas también tienen un historial de ceder a la avaricia en nombre del éxito… y con demasiada presteza comen a expensas de los fracasos privados de sus líderes y eligen mantenerlos ocultos.

Cuando observo el resultado profesional de algunos compañeros evangélicos, oro seriamente para que Dios los proteja a ellos y a sus familias. Aunque estoy asombrado por su éxito, reconozco y temo el costo que viene con decir siempre «¡sí!» a cada oportunidad. Demasiado a menudo prepara a la gente para el fracaso, especialmente si no se hacen responsables de sus cuerpos y de sus familias.

Por mi parte, yo me he vuelto menos ambicioso como resultado de estudiar la historia evangélica. Como he dicho, ningún logro merece el sacrificio de una vida familiar sana. Pero esta convicción no solo se cimenta en mi conocimiento de las caídas pasadas y presentes de los líderes evangélicos.

Mi precaución hacia la ambición también se deriva de mi propia historia. Al igual que la ambición evangélica ha apuñalado la credibilidad de muchos precursores de la fe, recuerdo un tiempo reciente en que se agazapó en mi propia puerta.

Ya he pasado por la experiencia de ser un pastor en la encrucijada y con síndrome de burnout, mirando el posible camino hacia la tragedia privada. He experimentado la agobiante expectativa de crear suficiente contenido para un blog, ganar cierto número de seguidores en redes sociales, publicar más artículos para periódicos, preparar el currículum más perfecto y darme a conocer entre las personas «adecuadas». Me canso solo de pensar cuando recuerdo las muchas tentaciones que experimenté y las diferentes tácticas que empleé para conseguir mis ambiciones.

Hace algunos años tuve una crisis personal mientras intentaba ser pastor a tiempo completo y estudiante de doctorado a tiempo completo. Esta crisis me llevó a reiniciar y reorientar mis ambiciones. Mi esposa y yo fuimos a terapia de pareja y yo estuve yendo a terapia individual durante un año. Reorganicé las prioridades de mi agenda y puse algunos límites profesionales en mi vida. Comencé a buscar maneras de reinvertir en el precioso tiempo con mis hijos, y finalmente volví a aprender cómo valorar el descanso del Sabbath juntos como familia.

Sé que la gente está llamada a hacer sacrificios por la causa de Cristo. Pero incluso el apóstol Pablo defendió que la gente casada, especialmente los que tienen hijos, llevan hasta cierto punto un peso terrenal. Esto les exige que encuentren un equilibrio entre cuánto dejan de lado sus vidas por la causa de Cristo y cuánto tiempo y energía reservan para sus familias.

Es decir, todos deberíamos buscar sopesar nuestro compromiso con la ética laboral protestante y la misión de Dios, a la par de nuestra dedicación a construir pequeñas iglesias en nuestros hogares. Y, en esta área, los evangélicos podemos aprender de los errores de nuestros predecesores aprendiendo a mantener nuestras ambiciones misionales en su justo lugar, y a estimular la devoción a Dios de nuestra familia por medio del servicio desinteresado.

Joey Cochran es el esposo de Kendall y el padre de Chloe, Asher, Adalie y Clara. Actualmente es profesor invitado en Wheaton College y Trinity Evangelical Divinity School. También coordina las redes sociales de la Conference on Faith and History.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Sí, Jesús nos dijo que oráramos en secreto. Pero Él también oró con sus amigos.

Interceder en comunidad es vital para la vida cristiana.

Christianity Today March 28, 2022
WikiArt / Edits by CT

Una joven china con una rara enfermedad crónica pasó gran parte de sus días en la oscuridad a principios del siglo XX. Mientras Christiana Tsai yacía en su habitación a oscuras, mes tras mes y año tras año, aprendió a orar. La historia de su viaje de oración, Queen of the Dark Chamber [La reina de la habitación oscura], dio forma a mi fe y me influyó profundamente cuando era joven. De Christiana aprendí acerca de la perseverancia y la pasión en la oración. Aprendí que la oración muestra amor y apoyo por las personas cuando no podemos estar con ellas. Vi la oración como un llamado de lo alto y lleno de gozo.

Christiana Tsai me inspiró mucho, pero su modelo se limitaba a un escenario único para la oración: el aislamiento, lejos de las distracciones y las responsabilidades de la vida. Ben Patterson describe el énfasis que solemos darle a esta clase de oración: «Crecí en una tradición que creía que el hombre solo de rodillas en su armario es la cima de la gran oración, una persona cara a cara con el Todopoderoso».

Un armario suena como un lugar extraño para orar, a menos que uno esté familiarizado con Mateo 6:6. Jesús insta a cada uno de sus discípulos a entrar en un cuarto (literalmente, un lugar cerrado donde se guardan o almacenan cosas), cerrar la puerta y orar «a tu Padre, que está en lo secreto» (NVI).

La oración a solas es, sin duda, un modelo bíblico de oración; sin embargo, si leemos la Biblia solo a través de la perspectiva de la oración en el armario, nos perderemos gran parte de la rica diversidad de la oración.

Las palabras de Jesús en la oración de Mateo 6, parte del Sermón del Monte, vienen precedidas por la enseñanza acerca de dar dinero y seguidas por las instrucciones acerca del ayuno. Jesús dice acerca de estos tres temas que se hagan «en secreto» o «en privado». En nuestra enseñanza y predicación acerca de la oración a menudo hemos puesto la oración en secreto por encima de otras formas de oración. Como resultado, nos hemos perdido los beneficios y el poder que viene de orar con los demás, y puede que no veamos todas las historias bíblicas en las que diversas personas oran en comunidad.

Comencé a ver el lenguaje de Mateo 6 acerca del dinero, la oración y el ayuno bajo una nueva luz cuando hice entrevistas para mi libro Fasting: Spiritual Freedom Beyond Our Appetites [El ayuno: libertad espiritual más allá de nuestros apetitos]. Entrevisté a docenas de personas que ayunaban y les pedí referencias de otras personas que ayunaran también. La mayoría de mis entrevistados estadounidenses citaron Mateo 6:16-18 como un pasaje fundacional, y hablaron de ayunar en secreto. Muy pocos de los estadounidenses con los que hablé habían ayunado en compañía de otros. Dos o tres habían ayunado con un pequeño grupo de personas y uno lo había hecho con los miembros de la familia para orar por un familiar con cáncer.

También busqué a cristianos de Hong Kong, Colombia y Uganda y tuve largos intercambios por correo electrónico con todos ellos. Todos me contaron que ayunaban con sus congregaciones. De hecho, ninguno de ellos ayunaba a solas. Saqué el tema de Mateo 6 y todos dijeron que la cuestión del pasaje no está en enfatizar el ayuno a solas. La cuestión principal, dijeron, se puede encontrar en Mateo 6:1, la introducción al contenido sobre la generosidad, la oración y el ayuno: «Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa». No hay que dar dinero, orar ni ayunar con el propósito de impresionar a los demás, dijeron los entrevistados.

Todos ellos dijeron que ayunar a solas es difícil. Estaban seguros de que Dios siempre tuvo en mente que nos apoyáramos unos a otros en el ayuno y la oración. Uno de ellos dijo: «Ayunar a solas es demasiado difícil. Dios no quiere que tengamos que esforzarnos tanto para acercarnos a Él».

Yo he llegado a creer que sus palabras se aplican a la oración al igual que al ayuno. En muchos casos, orar con otros es mucho más fácil que orar a solas. Cuando oramos con los demás, oramos más tiempo. Oramos por una amplia variedad de necesidades mientras nuestros compañeros presentan nuevos temas o perspectivas. Podemos hacer oraciones de agradecimiento mucho más largas con los demás porque ellos ven la belleza de Dios en lugares que nosotros no hemos observado, así que nos encontramos a nosotros mismos teniendo más conciencia de los regalos de Dios. Puede que nos sintamos guiados a confesar nuestros pecados en nuevas áreas cuando escuchamos las confesiones de otros.

Las necesidades del mundo —y las necesidades de nuestros familiares y amigos— a veces nos sobrepasan. Sin embargo, cuando oramos haciendo intercesión o lamento junto con otros, no estamos solos en la tristeza que sentimos. Mientras oramos con los demás, afirmamos juntos que Dios es bueno, que Jesús camina con nosotros en nuestro dolor y que el Espíritu Santo nos guía y nos anima.

Las Escrituras presentan una variedad de modelos de oración. Mientras oraba y ayunaba a solas, Jesús se enfrentó a Satanás en el desierto (Mateo 4:1-11). También vemos a Jesús escabulléndose temprano en la mañana para pasar tiempo con su Padre (Marcos 1:35-39). Aunque muchos maestros señalan estos ejemplos de oración, nos olvidamos de que Jesús hace su elocuente oración de Juan 17 en presencia de sus discípulos. En el jardín de Getsemaní, Jesús lucha con su destino a solas en oración, pero solo después de haber pedido a sus amigos que lo acompañaran (Mateo 26:36-46). Jesús, el Hijo de Dios, pide el apoyo de sus amigos en un intenso momento de oración.

En muchísimas otras ocasiones, la Biblia muestra a grupos de personas orando juntas. David y sus hombres se lamentan juntos tras la muerte de Jonatán (2 Samuel 1:11-27). Salomón hace una larga oración en presencia del pueblo de Israel cuando el templo fue dedicado (1 Reyes 8:22-61). Cuando se le pidió a Daniel que interpretara el sueño del rey, él se va a casa con sus tres amigos y les pide «que imploraran la misericordia del Dios del cielo» para ayudarle a interpretar con exactitud el sueño del rey (Daniel 2:17-18).

Una de mis historias favoritas acerca del equilibrio entre la oración comunitaria y la puesta en acción está en Nehemías 4. El pueblo de Israel, recién llegado del exilio, se enfrenta a obstáculos a la hora de reconstruir el muro que rodeaba Jerusalén. Nehemías cuenta: «Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y noche para defendernos de ellos» (v. 9). El uso del «nosotros» implica que, para vigilar la ciudad, el esfuerzo de la oración era comunitario.

Hechos 13:1-3 describe una reunión de los seguidores de Jesús en Antioquía, quienes estaban alabando y ayunando cuando el Espíritu Santo los guió a encomendar a Pablo y a Bernabé para que llevaran el Evangelio a los gentiles. Los cristianos de Antioquía oraron juntos por esta nueva misión de sus amigos, una misión que daría forma a la iglesia de las siguientes generaciones. Hechos describe al menos otras once ocasiones en las que los cristianos oraron juntos, ya sea en parejas o en grupos. Hechos 4:24-30; 12:12 y 16:25 muestran ejemplos particularmente vívidos.

Yo he formado parte de un grupo de apoyo en oración por más de veinte años. Durante la pandemia, nuestras reuniones quincenales pasaron a ser por Zoom, pero nuestro patrón siguió siendo el mismo. Después de compartir lo que teníamos en mente, tanto alabanzas como necesidades, los cinco comenzábamos nuestro tiempo con oraciones de acción de gracias. La mayor parte del tiempo dábamos gracias a Dios por las cosas buenas en las vidas de cada uno. Yo experimento una alegría única cuando expreso gratitud por los dones que Dios le ha dado a estos amigos. Nuestras oraciones de gratitud se prolongan durante mucho más tiempo que cualquier tiempo de oración de gratitud que yo haya experimentado a solas.

En el grupo, nuestras oraciones de intercesión se centran en gran medida en las necesidades de los demás. A menudo me fascina cuando escucho las partes concretas de cada situación urgente por las que los otros miembros del grupo eligen orar.

Han surgido nuevos grupos que oran por la justicia racial y otras necesidades de la sociedad en los tumultuosos meses de 2020 y 2021. Estas reuniones por Zoom en las que nos unimos a orar por misioneros y por otros ministerios que trabajan por personas en necesidad han continuado con tradiciones de años de orar juntos por la participación de los cristianos en la obra de Dios en nuestro mundo. Dios nos pone en comunidades de creyentes porque todos sentimos que, de un modo u otro, seguir a Jesús por nuestra cuenta es desafiante.

A lo largo de la historia, los Salmos se han usado tanto en la alabanza comunitaria como en oraciones individuales. Los Salmos, a los que a menudo se llama «el libro de oración de la Biblia», son un indicador más de que Dios nos llama a orar de muchas maneras diferentes. Algunas de esas oraciones tendrán lugar en nuestros «armarios de oración» o en habitaciones a oscuras, y algunas se harán con otros, ya sea en parejas o grupos. Alabemos al Señor porque hemos sido invitados a acercarnos a Él con todo lo que somos y lo que tenemos.

Lynne M. Baab es autora de numerosos libros y guías de estudio bíblico, incluyendo Sabbath Keeping y Fasting: Spiritual Freedom Beyond our Appetites.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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«Este es mi cuerpo», partido en tres perspectivas de la comunión

La tradición cristiana diverge sobre la naturaleza y el significado de la Cena del Señor.

Christianity Today March 28, 2022
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiArt / James Coleman / Mau Mar / Unsplash

La Cuaresma es una época de preparación en la cual los cristianos se disponen a celebrar los trascendentales eventos de la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo.

Algunos aprovechan esta época como una oportunidad para acercarse a Dios al practicar las disciplinas espirituales de la confesión, el ayuno y la meditación de las Escrituras. Durante mucho tiempo se ha visto la Cena del Señor como una ocasión para tales cosas, si bien este sacramento se ha interpretado en una infinidad de maneras diferentes a través de la tradición cristiana.

La escena en el aposento alto la noche antes de que Jesús fuera crucificado resulta familiar, sin duda. Allí Jesucristo tomó el pan, llamó la atención de sus seguidores y dijo: «Tomen, coman. Este es mi cuerpo». Hizo algo parecido con una copa de vino, diciendo: «Esta es mi sangre».

Me imagino que los discípulos de Jesús pensaron lo mismo que los judíos que escucharon su controvertido sermón de Juan 6 («Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida») y dijeron, en esencia: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?».

Sin duda, la dificultad de esta enseñanza acerca del pan y el cuerpo, el vino y la sangre, se ha demostrado en la diversidad de interpretaciones que han surgido con los años desde que Cristo pronunció por primera vez estas palabras. Y aunque probablemente no nos uniremos en torno a una sola perspectiva, podemos intentar entender un poco mejor el abanico de opciones.

Desde mi punto de vista, los enfoques para entender la Cena del Señor entran dentro de una especie de espectro. Tal y como yo lo veo, hay tres familias principales dentro del espectro, cada una de ellas con varios familiares que son primos conceptuales entre sí.

Llamemos a estas familias según la manera en la cual piensan que Cristo está presente en la eucaristía: en lo corporal, en lo espiritual o en lo normal. Intentaré trazar estos puntos en el espectro como si fueran ciudades de un mapa, según donde residan los proponentes principales de cada familia.

La familia corpórea de puntos de vista cree que cuando Cristo dice que un trozo de pan es su cuerpo, se refiere a que lo es literalmente. Solucionar cómo puede ser esto posible es lo que distingue a los primos dentro de esta familia.

Por ejemplo, la visión oficial de la Iglesia Católica Romana —llamemos a esta la perspectiva «de Roma»— es la «transubstanciación», donde el prefijo trans- indica un «cambio» en la «sustancia» de un objeto. Para los católicos romanos, la sustancia del pan —aquello «en lo que consiste»— cambia para ya no ser pan, sino el cuerpo de Cristo.

Esto sucede, por supuesto, mientras que no hay cambio en la apariencia del objeto en sí: todavía parece, huele y sabe como pan. Los católicos romanos creen que la sustancia de algo se puede separar de su apariencia. Para ellos, el objeto que parece ser pan no lo es, sino que es el cuerpo de Cristo.

La siguiente parada en el espectro conceptual de la familia corpórea son lo que yo llamo las perspectivas alemanas. En este grupo se encuentran los luteranos, por ejemplo, pero también se encuentran los anglicanos y los ortodoxos orientales. Estas perspectivas afirman, junto con sus primos romanos, que Cristo fue literal en su pronunciación; sin embargo, al contrario que los romanos, sostienen que el pan continúa existiendo tal y como aparenta.

Hay (al menos) dos versiones de las perspectivas alemanas, y podemos trazarlas en el mapa como ciudades alemanas. La perspectiva de Wittenberg sostiene que el cuerpo de Cristo está «en, con y bajo» el pan, como dice el sofismo luterano.

En la teología medieval, esta perspectiva se denominó «consubstanciación»; la «sustancia» del pan y la «sustancia» del cuerpo de Cristo existen una con otra. Pero, les aseguro, ¡a la mayoría de los luteranos no les gusta este término!

Otra perspectiva alemana —llamémosla la perspectiva de Nuremberg (por el pastor luterano del siglo XVI Andreas Osiander)— sostiene que el cuerpo de Cristo y el pan de la eucaristía se relacionan igual que las dos naturalezas de Cristo se relacionan en la encarnación.

Si esperas un término para esta perspectiva, el que se suele usar en la tradición es impanación. Al igual que la encarnación se refiere a darle un cuerpo a algo (en + carna– «carne» + -ción), la impanación se refiere a darle forma de pan a algo (im– «en» + panis «pan» + -ción), por así decirlo.

Cuando salimos de la familia corpórea en nuestro espectro, llegamos a la familia espiritual. Esta familia, del mismo modo, sostiene que el pan y el vino siguen siendo lo que son, pero intenta caracterizar la presencia espiritual de Cristo en la eucaristía.

«Geográficamente», nos trasladamos desde las ciudades de Roma, Wittemberg y Nuremberg hasta Amberes, donde nos encontramos con Edward Schillebeeckx, un monje dominico belga del siglo pasado. El nombre de la perspectiva que él propuso es «transignificación».

Aunque era católico romano, Schillebeeckx pensaba que la distinción entre «lo que es» un objeto y «qué apariencia tiene» era una exageración; y él pensaba que lo que era importante, en cambio, era el significado de un objeto. Para su perspectiva, el «cambio» (trans-) del pan y del vino en la comunión está en su significado (-significación).

Según Schillebeeckx, el significado se encuentra en la comunidad. Cuando nuestra comunidad —la iglesia cuya cabeza es Cristo— designa un objeto que parecer ser pan como «el cuerpo de Cristo», los verdaderos participantes de la comunidad adoptarán ese significado. Aunque su punto de vista no permeó en los círculos católico-romanos, aquellos protestantes confundidos por la familia corpórea puede que encuentren en Antwerp una residencia adecuada.

Si pasamos a localidades más propiamente protestantes dentro de la familia espiritual, llegamos a Ginebra, que caracteriza las perspectivas de muchos cristianos contemporáneos, principalmente los reformados y los presbiterianos.

En esta perspectiva, el Espíritu Santo utiliza el pan y el vino como vehículos para catalizar una conexión entre los cristianos y el Cristo resucitado. Es en los lugares celestiales donde toma lugar esta conexión (de ahí el «Levantemos el corazón» del Sursum corda), pero la Cena del Señor es una ocasión en la que ocurre esta unión con Cristo.

Canterbury es la siguiente parada dentro del espectro de la familia espiritual. Allí nos encontramos con la perspectiva de Thomas Cranmer. Aunque su visión de la eucaristía cambió a lo largo de su vida, su perspectiva madura se conoce como un paralelismo sacramental. Es decir, recibimos el cuerpo y la sangre de Jesús en un nivel espiritual que normalmente, pero no siempre, va en paralelo con el hecho de recibir el pan y el vino en un nivel físico.

Para Cranmer, lo importante es que nos alimentemos de Cristo en nuestro corazón. Comer el pan de la eucaristía puede contribuir a ello, pero esta alimentación espiritual puede suceder incluso aunque nunca hayamos probado el pan y el vino.

La familia de perspectivas que llamamos «normales» cree que Cristo está presente en la eucaristía exactamente del mismo modo que lo está normalmente en cualquier localidad del mundo en cualquier momento dado.

En virtud del atributo divino de la omnipresencia, estos cristianos sostienen que el Verbo está en todos los lugares y, por lo tanto, no hay nada especial en el pan y el vino en sí mismos. En cambio, lo que tiene de especial la comunión, según creen ellos, está en aquello en lo que te motiva a meditar.

Otra localidad suiza, Zúrich, sirve como la localidad más popular dentro de la familia de perspectivas normales, y puede que aquí encontremos a muchos de los cristianos contemporáneos dentro de las tradiciones bautista y pentecostal. Aquí el pan y el vino sirven como «palabras visibles», enfatizando el aspecto cognitivo de nuestras acciones asociadas con el pan y el vino.

Uno de mis antiguos profesores bromeaba con que, según la perspectiva de Zúrich, el pan y el vino sirven como tarjetas pedagógicas para Jesús. ¿Ven el pan? ¡Acuérdense de Jesús! ¿Ven el vino? ¡Acuérdense de Jesús! Aquí la Cena del Señor sirve como una oportunidad para recordar y pensar más acerca de Cristo y su obra… pero no necesariamente como una ocasión para un encuentro único con su presencia.

Finalmente, completamos la familia de perspectivas normales con otra ciudad: Filadelfia, un centro para la Sociedad Religiosa de los Amigos o la tradición cuáquera. Según esta perspectiva, no solo es que Cristo no esté exclusivamente presente en la comunión, sino que no se suele realizar la práctica de la comunión. Debemos tomar esta como la localidad más extrema en el espectro, justo antes de salirse de él.

Desde mi punto de vista, la perspectiva más atractiva desde lo bíblico, histórico, teológico e incluso filosófico es Nuremberg: dentro del linaje alemán de la familia corpórea. Me siento especialmente atraído por el modo en que esta localidad del espectro apunta hacia la encarnación.

El evangelio de Mateo nos cuenta que una virgen concibió y dio a luz a un hijo, y que él sería llamado Emmanuel, que significa «Dios con nosotros». Los cristianos sostenemos que cuando el Verbo se hizo carne habitó entre nosotros; un miembro divino de la Trinidad asumió una segunda naturaleza humana. Con respecto a esto, existen dos sustancias únicas, aunque unidas, en la persona de Jesucristo: Él es tan divino como humano.

Este antiguo hilo de interpretación de la eucaristía utiliza la encarnación como un medio para explicar cómo un trozo de pan puede ser el cuerpo de Cristo. Es decir, del mismo modo que Cristo es tanto Dios como humano, el objeto que comemos en la Cena del Señor es tanto pan como el cuerpo de Cristo. De este modo, el pan y el cuerpo se unifican en una unión sacramental en una unión similar a la que ocurre en la encarnación, que es una unión hipostática.

En la encarnación, vemos hasta dónde llegó Dios para estar con nosotros: tan lejos que se convirtió en uno de nosotros. Del mismo modo, en la Cena del Señor vemos a un Dios que continúa estando presente en medio de nosotros. Al ver la eucaristía a través de los lentes de la encarnación, el Verbo que se hizo carne y la carne que se hizo pan dan testimonio de que Dios realmente está con nosotros.

James M. Arcadi enseña en la Trinity Evangelical Divinity School y es el autor de An Incarnational Model of the Eucharist.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

¿Es ‘cristiano’ que Europa reciba a refugiados ucranianos, pero no a refugiados sirios?

Los evangélicos del Medio Oriente y Europa evalúan las enormes diferencias en la respuesta del continente y las enseñanzas de la Biblia sobre los extranjeros.

Izquierda: Sirios desplazados encienden una fogata junto a su tienda en un campo de refugiados. Derecha: Ucranianos en Polonia buscan refugio de la invasión rusa.

Izquierda: Sirios desplazados encienden una fogata junto a su tienda en un campo de refugiados. Derecha: Ucranianos en Polonia buscan refugio de la invasión rusa.

Christianity Today March 25, 2022
Edición por Christianity Today / Source Images: Chris McGrath / Sean Gallup / Getty

Mientras Ucrania continúa siendo azotada por Rusia, los refugiados sirios saben mejor que nadie por qué orar. «Esto es lo que nos pasó a nosotros», dijeron estudiantes refugiados en el centro Together for the Family en Zahlé, Líbano. «No queremos que le pase lo mismo a otras personas».

Nacida en Homs, Siria, e hija de un pastor bautista, Izdihar Kassis se casó con un hombre libanés y fundaron el centro en 2006. Ella cambió el enfoque de su ministerio para cuidar «a su gente» cuando la guerra civil siria comenzó en 2011. Cerca de 50 jóvenes traumatizados han encontrado consejo allí cada año, y 300 se han graduado de los programas vocacionales del centro.

Mientras los refugiados discutían la «horrible» situación en Europa durante el servicio dominical, Kassis sugirió hacer intercesión. Los 40 niños y 30 miembros y voluntarios sirios del equipo inclinaron sus cabezas para orar.

Pero un niño quiso asegurarse de que los ucranianos supieran de su solidaridad. Salío al frío y la nieve del Valle de la Becá, donde la mayoría del millon y medio de refugiados sirios del Líbano se han refugiado.

Su cartel proclamaba: «Orando por la paz».

Un refugiado sirio en Zahlé, Líbano.Together for the Family.
Un refugiado sirio en Zahlé, Líbano.

Desde la invasión, de un total de 43 millones de habitantes en Ucrania, cerca de 4 millones se han convertido en refugiados, mientras que otros 6.5 millones han sido desplazados dentro del mismo país [enlaces en inglés].

Aun después de once años de guerra civil, la mayoría de los 6.8 millones de refugiados provenientes de Siria —de una población total de 20 millones— todavía viven en el limbo. Ya que la mayoría de los países europeos les han cerrado sus puertas, es imposible no hacer comparaciones con la cálida bienvenida a quienes huyen de la agresión rusa.

Esta reacción europea ha ofendido a muchos.

«Hay un doble estándar perpetuo e indignación selectiva en las noticias mundiales, en los gobiernos de Occidente (y, tristemente, también en las iglesias de occidente) cuando reportan guerras, conflictos y las duras condiciones de los refugiados», dijo Vinoth Ramachandra de Sri Lanka, un líder sénior de la International Fellowship of Evangelical Students (IFES), afiliada con InterVarsity.

«Si los ucranianos no fueran rubios y de ojos azules, ¿su situación habría provocado [esta] derrame de compasión?» Es una pregunta legítima. ¿Estamos presenciando la hipocresía —o incluso el racismo— europeos en todo su esplendor?

Los cristianos árabes no son tan prontos para juzgar.

Nacido en Siria, José Kassab lidera hoy el Concilio Supremo de Iglesias Evangélicas en Siria y Líbano con sede en Beirut. Comentó que más de un millón de compatriotas han sido recibidos en Europa (Europa Occidental, principalmente). Las naciones orientales, dijo, todavía se están recuperando de la era comunista y no han desarrollado aún el mismo sentido de los derechos humanos.

No debería haber ninguna discriminación, pero aun así lo comprende. La iglesia primitiva también batalló para abrir sus primeras misiones a los no judíos.

«En cada sociedad hay racismo» dijo Kassab. «Pero los europeos han recibido mejor a los sirios que muchos libaneses».

«Que sean musulmanes es un factor», dijo Elie Haddad, presidente del seminario Teológico Bautista en Beirut. «Pero también es importante que muchos de ellos son agricultores sin educación». Sea válida o no, a la gente le incomoda que se marque una diferencia.

Europa es un poco hipócrita, pero él también.

«Si un miembro de la facultad necesita abrigo, abriría mi casa», dice Haddad. «Pero a un extraño, no necesariamente».

Un mural pintado por artistas sirios en protesta contra la operación milistar rusa en Ucrania, en medio de la destrucción en la localidad de Binish tomada por un grupo de rebeldes, en la provincia Idlib al noroeste de Siria, el 24 de febrero de 2022.Omar Haj Kadour / AFP / Getty Images
Un mural pintado por artistas sirios en protesta contra la operación milistar rusa en Ucrania, en medio de la destrucción en la localidad de Binish tomada por un grupo de rebeldes, en la provincia Idlib al noroeste de Siria, el 24 de febrero de 2022.

Alguien que sí abrió su casa es un francés de ascendencia libanesa en Niza.

Enfermero en un hospital local, en 2018 François Nader era el único hablante de árabe disponible para asistir a una familia de refugiados cuyo hijo en edad de trabajar necesitaba diálisis de emergencia en el hospital. Él los ayudó con el papeleo necesario y por tres meses le dio asilo al sirio en recuperación. Nader incluso le ofreció un sueldo mayor al promedio por su trabajo en el hogar, proveyéndole de un trabajo informal, puesto que la ley francesa le prohibía el empleo formal.

Sin embargo, hoy en día, Francia está permitiendo a los ucranianos hasta tres años de residencia y empleo, de acuerdo a un directivo de la Unión Europea.

Y Nader, que ahora está en Bordeaux y casado con una rusa que tiene familiares ucranianos, aplaude la acción. Una simple llamada telefónica de las autoridades validó la legalidad de cuatro refugiados a los que les abrió su hogar. Como un cristiano no denominacional, él cree que el evangelio llama a las personas a tratar a todos de la misma manera.

Pero no a las naciones.

«Los valores musulmanes son totalmente opuestos a los nuestros», dijo Nader. «Necesitarían generaciones para adaptar su mentalidad a la manera europea». De acuerdo con Nader, el miedo al terrorismo es otro problema. Pero también lo es la adaptación. Los musulmanes se concentran en los banlieues, guetos que refuerzan un separatismo que está dañando a la sociedad francesa, dijo.

Mientras, los turistas ucranianos visitan el Louvre, en donde sus niños saben comportarse. En el tranvía van sentados quietos, leyendo libros. «Es un estereotipo, y es algo cruel», dice Nader. «Siento mucho decir esto, pero también es algo humano».

¿Pero es bíblico?

«Dios creó tanto la similitud como la diferencia», dijo Leonardo De Chirico, presidente de la Comisión Teológica de la Alianza Italiana Evangélica. «De acuerdo con Gálatas 6:10», comenta, «es apropiado mostrar preferencia».

«El principio de proximidad nos llama a dar una atención especial a quienes están cerca de nosotros», dice, «en la fe, en la familia, en la nación, y en nuestro contexto inmediato».

Aunque esto aplica a la etnicidad, no lo hace a la cultura o a la educación, dice Chirico. Todos deberíamos de acoger y ayudar a integrar. Pero, cuando los recursos son limitados y el gobierno se ve abrumado, no está mal discriminar.

Incluso la Biblia lo hace, dice, los hebreos de la Biblia diferenciaban entre «extranjeros». Los gerim (Levítico 19:33-34) debían ser tratados como judíos, pero a los zarim (Éxodo 12:43) se les prohibía participar de la Pascua.

Una distinción moderna es aquella entre el refugiado y el migrante.

«La libertad de movimiento no es absoluta», dijo Marc Jost, secretario general de la Alianza Evangélica Suiza. «Me gusta la diversidad, pero implica un riesgo que debe ser regulado».

La proximidad cultural llevó al gobierno suizo a omitir la examinación caso por caso que sigue siendo requerida para los sirios. Jost niega el privilegio que muchos querían dar a la fe y la etnicidad, pero las autoridades suizas pensaron que la distinción era necesaria para evitar terroristas potenciales.

Con todo, las dificultades de integración son reales, y el gobierno quiere reducir el «factor de estímulo», especialmente para los migrantes que, por cuestiones económicas, buscan una mejor vida. Aquellos que ven amenazada su vida e integridad física deberían ser admitidos sin discriminación.

Pero tales casos son la minoría. Grecia ha aceptado a casi 5000 ucranianos desde que comenzó la guerra y las autoridades dicen que podrían alojar hasta 300 000. La nación mediterránea le ha dado especial atención a Mariupol, repatriando a cerca de 200 connacionales del área que originalmente fue habitada por griegos en el siglo sexto a.C. Pero Grecia ya aloja a 42 mil refugiados de varios países.Muchos otros han sido rechazados en botes. El gobierno griego dice que al procesar las solicitudes,7 de cada 10 no provienen de refugiados.

«No debemos pensar que inmigrante y refugiado son lo mismo», dijo Slavko Hadžić, coordinador de la predicación de Langham para los Balcanes Occidentales, desde Bosnia. «Los migrantes pueden utilizar medios legales para solicitar empleo».

Su nación ha sido criticada por sus campamentos «inhumanos» para migrantes. Pero de acuerdo con un reporte del 2020 hecho por Human Rights Watchers, de 18 mil buscadores de asilo, Siria fue tan solo la quinta nación de origen más común, detrás de Paquistán, Afganistán, Bangladesh e Irak.

«Las iglesias los ayudan a todos», dijo Hadžić, «como debe ser». Pero criticó la idea que se escucha con frecuencia en Europa Oriental sobre la preservación de la «Civilización Cristiana». Mientras los creyentes tienen una responsabilidad especial de ayudar a todos los seguidores de Jesús, esto no incluye el nominal en la fe».

«Sin importar las etiquetas que los gobiernos seculares se pongan», dice, «no hay naciones cristianas en el mundo».

Pero es bueno que haya un legado cristiano, dijo Samuil Petrovski, presidente de la Alianza Evangélica Serbia, y debería ser protegido de las olas de políticas de identidad importadas de Occidente. Pero así como el gobierno debería «llevar la luz a los lugares oscuros», no debe hacerse a expensas de los refugiados o migrantes, sin importar su religión. La Biblia enseña que la asistencia se debería otorgar a todo aquel que la necesita.

Hungría simplemente los define de manera diferente.

El primer ministro Viktor Orbán llamó a su nación una «democracia cristiana» y la mayoría católica del país mantiene un ministerio a nivel de gabinete para apoyar a los cristianos perseguidos en Medio Oriente. Pero, aunque ahora dice que los refugiados ucranianos llegan a un «lugar amigable», dos meses antes de la guerra Orbán declaró: «No vamos a dejar entrar a nadie».

Los europeos orientales se han aferrado a su legado cristiano mucho más que sus vecinos occidentales. Pero es una idea ortodoxa vieja que funde el nacionalismo político con la iglesia étnica y que fue rechazada como herejía en 1872 por el Concilio de Constantinopla. Y dado el argumento de Rusia de que Ucrania le pertenece legítimamente al patriarcado de Moscú, más de 1100 clérigos ortodoxos y académicos condenaron de nuevo el filetismo.

«La batalla se gana en los corazones y mentes de otros, no en leyes restrictivas, aun si son creadas con buenas intenciones», dijo Bradley Nassif, autor de The Evagelical Theology of the Orthodox Chuch y exprofesor de teología de la Universidad de North Park: «La mejor aproximación debería ser que el estado apoye a las iglesias sin imponerles leyes ni políticas contra minorías religiosas».

Jost cree que para defender el legado cristiano de una nación, este debe demostrar lo benéfico que es a la sociedad entera. Los derechos humanos, menciona, se derivaron de la ética cristiana.

Pero otros líderes evangélicos protestaron. De Chirico, originario de Italia, país de mayoría católica romana, dijo que la identidad cristiana de un estado está «plagada de problemas». Kassab dijo que si el Medio Oriente promueve su identidad islámica, eso multiplicaría la miseria de los cristianos.

El estado debería proteger la identidad y legado de todos, dijo Tom Albinson, presidente de la Asociación Internacional para los Refugiados, afiliada a la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés). Hay una buena razón por las que las comunidades sirven a través de redes y relaciones de confianza. Y está dentro de los derechos de una nación proteger sus fronteras y deportar inmigrantes.

Pero no es correcto comparar al migrante con el refugiado.

«Muchas naciones están gastando mucho dinero y energía en encontrar maneras de evitar que los refugiados y buscadores de asilo crucen sus fronteras, en vez de proteger a las personas a quienes se les ha robado su lugar para vivir y que están entre los más vulnerables del planeta», dijo Albinson. «Esto necesita exponerse y confrontarse como lo que es».

La migración mixta complica el asunto, y los traficantes de humanos buscan sacar provecho de todos. Mientras, los refugiados que hay entre ellos son tratados como culpables en vez de inocentes.

Tras haber servido ocho años como embajador de la WEA para los refugiados hasta el año pasado, Albinson aconseja a las naciones invertir en la infraestructura necesaria para procesar los reclamos con justicia. En la actualidad, 86 por ciento de los refugiados en el mundo son alojados por naciones en desarrollo, dijo. Y sin importar el año que revisen, de un total de 26 millones, solo el 1 por ciento son reubicados.

La iglesia, él aconseja, debería llenar los huecos.

«Los servicios gubernamentales y no gubernamentales de agencias humanitarias pueden ofrecer ayuda, pero no pueden fortalecer la esperanza», dijo Albinson. «Damos lo mejor de nosotros cuando cuidamos a quienes son diferentes a nosotros, a aquellos que nos resultan extraños».

¿Y quién es más extraño para un ucraniano que un sirio?

El día de las Madres en el mundo árabe es en marzo. Además de ofrecer una oración, Together for the Family está reuniendo una lista de consejos de esposas sirias y viudas acerca de cómo lidiar con la vida cuando se han perdido esposos e hijos.

Ellas enviarán cartas y el poco dinero del que pueden despojarse. Los graduados del programa de carpintería del centro ganan $2.25 [USD] por semana. Pero debido a la escasez de grano ucraniano importado, su pan diario cuesta ahora 75 céntimos.

«El Señor los ha ayudado aquí y los ha levantado», dijo Kassis. «Ahora quieren animar a las mujeres ucranianas de la misma manera».

Traducido por Hilda Moreno Bonilla.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Review

Cómo estar en desacuerdo amablemente, pero sin perder tus convicciones

No todo es una cuestión bíblica… pero ¿quién decide eso?

Christianity Today March 24, 2022
Ilustración por Jared Boggess / Source Images: Ekely / Sanjeri / Mikroman6 / Getty

Pocos días después de que Bill Clinton fuera elegido, yo (Rick) me encontraba organizando una reunión para un pequeño grupo de líderes. Uno de los líderes, cuyas convicciones políticas se alineaban fuertemente con los republicanos, sugirió que nuestros grupos pequeños necesitaban tener un tiempo de lamento a la luz de las recientes elecciones. Otros cuantos asintieron, estando de acuerdo. Pero, ¿era una buena idea?

Yo pensé que no. Le comenté que cerca del 80 por ciento de los evangélicos habían votado por los republicanos, un hecho del que la mayoría parecía tener conocimiento. Entonces, le pedí a todos los líderes presentes que tomaran una hoja de papel y escribieran los nombres de las dos o tres personas de su grupo que posiblemente habrían votado por los demócratas.

Se hizo un silencio sepulcral. Nadie tomó los lápices.

Finalmente, uno de los líderes habló y dijo que no pensaba que nadie de su grupo hubiera votado por los demócratas. Yo señalé que, si nuestra congregación reflejaba la media nacional de los evangélicos, un grupo pequeño de entre doce y catorce personas debía tener a tres demócratas. Solamente les estaba pidiendo que se detuvieran a pensar en quiénes podían ser estos y cómo se sentirían si empezábamos la reunión del pequeño grupo con un tiempo de lamento. Fue un momento incómodo.

Los líderes se dieron cuenta de que la idea de empezar la reunión con un tiempo de lamento podría no haber sido lo mejor para ciertos miembros del grupo. También se dieron cuenta de que, los momentos de oración de las últimas semanas antes de las elecciones, probablemente habrían sido igual de alienantes. Simplemente habíamos sido ciegos a la diversidad de convicciones políticas que existía dentro de nuestros propios grupos.

La definición habitual para convicción dice algo así: una creencia fijada o firmemente asentada, una creencia a la que no renunciaremos de un momento para otro. Sin embargo, tenemos creencias similares acerca de la aritmética, y no solemos llamarlas convicciones. Las convicciones no consisten en hechos comunes y corrientes, sino en cierta clase particular de creencias. Podríamos decir que las convicciones son creencias religiosas o morales firmemente arraigadas que guían nuestras creencias, acciones o elecciones. Esto deja fuera las creencias que tengamos acerca de cuestiones de gusto (no moral) y también deja fuera creencias que mantenemos pero que no nos importa desechar o ignorar (puesto que no guían nuestras acciones).

Nótese que esta definición abre espacio para dos clases diferentes de convicciones, a las que vamos a llamar convicciones absolutas y convicciones personales. Las absolutas se llaman así no tanto por el celo con las que las sostenemos, sino más bien porque sentimos que se deberían aplicar a todo el mundo «absolutamente». Son universales y se aplican tanto a nosotros mismos como a nuestro prójimo. Los grandes credos cristianos son ejemplos de estos absolutos.

Las convicciones personales, por otro lado, son las cosas que creemos personalmente y que guían nuestra conducta personal, pero que comprendemos que quizá otros no compartan. Puede ser una convicción acerca de rechazar beber alcohol debido a que un miembro de la familia murió por culpa de un conductor alcoholizado. Probablemente sostendríamos con firmeza esta convicción, pero también sabríamos que no todo el mundo la compartiría. Las distinciones que hacemos aquí no son nada nuevo; sin un sencillo reflejo de la famosa máxima: «En lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; y en todas las cosas, caridad».

Entonces, ¿cómo podemos formar convicciones cristianas profundas sin dividir la iglesia? Echemos un vistazo más de cerca a las propias convicciones.

Las convicciones son como la luz: nos llegan de muchos colores y formas dentro de un espectro. Piensa en la creencia de que Dios creó a los seres humanos a su imagen: una verdad teológica imperecedera enraizada en las Escrituras (Génesis 1:26). Esta clase de convicción se debería llamar una creencia confesional: un absoluto que todos los cristianos deberían tener en común.

La gente suele estar de acuerdo en los valores en sí, pero no suele estar de acuerdo en cómo se deberían priorizar esos valores.

Pocos capítulos más adelante, en Génesis 9:5-6, esta verdad toma forma en un mandato moral que prohíbe matar a otro ser humano porque todos los humanos somos hechos a imagen de Dios. Este mandato moral se puede expandir más adelante en un conjunto de afirmaciones positivas que valoran activamente la vida humana. Tras desarrollar esto un poco, podríamos ver que valorar la vida humana probablemente significaría más que solamente ser «provida» en el sentido de ser opuestos al aborto. En cambio, se podría pensar en una «ética de vida coherente», una frase acuñada [enlaces en inglés] por el cardenal Joseph Bernardin. Una ética así evitaría el aborto, así como la eutanasia, la guerra y la violencia. Tendría consecuencias positivas tales como el acceso a las libertades humanas básicas que los portadores de la imagen divina requieren, como la libertad para adorar según la conciencia de cada uno y tener cubiertas necesidades básicas como comida y abrigo.

Estos juicios, que cada vez se refinan más, no surgen porque estemos encontrando enseñanzas cada vez más explícitas en las Escrituras, sino porque cada vez desarrollamos más las implicaciones de nuestra creencia confesional en que los seres humanos han sido creados a imagen de Dios. Estas implicaciones se pueden resumir en una declaración de valores como: «Todo ser humano debe ser protegido de daños que atenten contra su vida y se le debe proporcionar acceso a bienes esenciales necesarios para toda vida humana próspera».

Está claro que nos estamos moviendo dentro de un espectro y que, según avanzamos, nos volvemos cada vez más específicos. Nuestras creencias confesionales y mandatos morales dan forma a valores centrales dentro de nuestras almas: dando forma a nuestros deseos y propósitos. Sin embargo, estos valores centrales todavía no son suficientemente específicos. En última instancia, debemos discernir lineamientos de conducta específicos. Debemos decidir si la prohibición de quitar la vida de un portador de la imagen de Dios significa que nos debemos oponer tanto al aborto como a la pena capital, o solo al aborto.

Nótese que, según nos movemos a lo largo de este espectro, cada paso hace que tus convicciones sean más específicas, pero, según se vuelven más específicas, también se vuelven más disputadas. En un principio, las afirmaciones explícitas de las Escrituras o los credos universales aseguran el acuerdo entre todos los cristianos. Las convicciones sobre estas cuestiones son absolutas y universales. Sin embargo, cuanto más específicos hacemos nuestros juicios, más influyen la cultura, la prudencia, las circunstancias históricas y la sabiduría práctica en nuestras conclusiones y, por lo tanto, más diversas se vuelven nuestras opiniones.

Podemos conectar este espectro con tres tipos diferentes de cuestiones: absolutas, cuestiones discutibles que se incluyen en este espectro y cuestiones de gusto que no se incluyen en el mismo. El espectro comienza con absolutos y poco a poco va abordando cuestiones disputables. En el extremo opuesto estarían las cuestiones de gusto, pero no se incluyen porque no son cuestiones acerca de las cuales formemos convicciones.

En detalle: cuatro tipos de convicciones

Creencias confesionales. Las creencias confesionales definen los límites del cristianismo y fundamentan las creencias y las prácticas de la iglesia y de los creyentes individuales. A menudo se expresan en forma de credos como el Credo de los Apóstoles o el Credo de Nicea. Muchas tradiciones suelen recitar los credos de forma grupal en la adoración pública. Es también común que se expresen en la voz plural «Nosotros creemos», en vez de afirmaciones singulares del tipo «Yo creo».

Claramente, lo que implica esto es que se espera que todos los miembros de la congregación compartan estas creencias. Negar estos credos es una buena razón para dudar de la autenticidad de la fe cristiana de una persona. Estas creencias confesionales sirven como precondiciones para nuestras convicciones. Incluso podríamos llamarlas convicciones cristianas en oposición a las convicciones personales, exactamente porque creemos que estas convicciones son parte integral de la fe cristiana en sí misma. No son simples cuestiones de convicción personal.

Como su nombre implica, las creencias confesionales se centran en la creencia, no en la acción. Se componen en gran medida de afirmaciones teológicas atemporales acerca de la naturaleza de Dios, la humanidad y la salvación. Las iglesias y los discípulos individuales de Cristo tienen que decidir qué exigen de ellos estas creencias, es decir, el honrar a Jesús como Señor en los tiempos y circunstancias culturales particulares en los que se encuentran.

Mandatos morales. Identificar los mandatos morales y espirituales es el primer paso para «poner en funcionamiento» nuestras creencias confesionales: es decir, ponerlas en acción. Al igual que las creencias confesionales, los mandatos morales y espirituales son universales, o casi universales, entre los cristianos. Son la contraparte conductual a las creencias teológicas que se encuentran en nuestras declaraciones confesionales y credos, y se derivan de los mandamientos de las Escrituras, de la misma forma que las creencias confesionales se derivan de las afirmaciones teológicas de las Escrituras.

Un modo práctico de referirse a estos principios de alto nivel que conducen nuestras acciones es «mandatos», pero se debe señalar que el término cubre un amplio rango de conductas. Algunos de estos mandatos abordan cuestiones espirituales relacionadas con una adoración y una devoción adecuadas hacia Dios. Otros mandamientos lidian con cuestiones éticas acerca de cómo tratamos al resto de seres humanos. Utilizaremos la expresión «mandatos morales» como un término paraguas que cubre tanto las cuestiones éticas como las espirituales.

Valores centrales. Los mandatos morales y espirituales casi ruegan de inmediato una explicación que vaya más allá. Hemos etiquetado este siguiente paso por nuestro espectro de convicciones como «valores centrales», refiriéndonos a las cosas que son importantes para nosotros: aquellas cosas que realmente valoramos.

El término valores se suele usar por los psicólogos morales o los sociólogos para identificar motivaciones subyacentes a las acciones. Los valores son fines deseados que nos guían en nuestras decisiones y nos ayudan a evaluar las políticas, las personas y los sucesos. Hace poco, el psicólogo social Jonathan Haidt formuló una «Teoría de los Fundamentos Morales» que identifica seis valores humanos básicos: cuidado, justicia, lealtad, autoridad, santidad y libertad.

¿Cómo puede ser que valores comunes den como resultado lineamientos de acción tan diferentes? La razón es que la gente suele estar de acuerdo en los valores en sí, pero no suele estar de acuerdo en cómo se deberían priorizar esos valores. Los temas más controvertidos convergen en más de un valor, como es el caso de una política que, promoviendo la libertad, pueda disminuir la justicia o fracase a la hora de cuidar de una necesidad humana básica.

Por ejemplo, cuando se discute sobre inmigración, todo el mundo puede estar de acuerdo en que la gente debe obedecer a las autoridades que gobiernan y también tratar a los inmigrantes con amor y dignidad, pero puede que estén en desacuerdo en cómo sopesar esto en casos particulares. Además, la gente no construye una única jerarquía universal de valores, sino que prioriza los valores de manera diferente dependiendo de la situación. En otras palabras, puede que sopesemos estos valores de manera diferente en el caso de los refugiados provenientes de Siria que en el caso de los centroamericanos que cruzan la frontera sur. En resumen, los valores son el lugar donde un punto de partida en común conduce a diferentes fines.

Directrices para la conducta. El paso final dentro del espectro de la convicción es el desarrollo de lineamientos específicos de conducta. Aquí los mandatos morales y los valores centrales encuentran una expresión en las decisiones políticas reales, las respuestas a los dilemas éticos y los planes de acción dentro de un contexto cultural específico. Las directrices de conducta tienen en mente marcos temporales, ubicaciones y audiencias. Responden a la pregunta de cómo puedo honrar mejor a Cristo en el momento, lugar y circunstancia en el que Él me ha puesto.

La sabiduría práctica y el conocimiento juegan un papel extremadamente importante en la formación de los lineamientos de conducta. Tim Keller defiende que cuidar de los pobres es una clara enseñanza bíblica y un mandato moral, pero es una cuestión de sabiduría práctica saber si el mejor modo para hacerlo es a través de la empresa privada, de la redistribución de recursos por parte del gobierno, o cierta combinación de ambas cosas. Del mismo modo, el amor al prójimo y la protección de la vida a imagen de Dios nos instan a aliviar el sufrimiento humano y cuidar de los afligidos. No existe una respuesta «cristiana» única a preguntas como estas. Sin embargo, debemos decidir qué haremos. No podemos elegir todas las opciones a la vez.

En general, no nos resulta poco común tener fuertes intuiciones viscerales acerca de cuestiones morales y políticas. Esto no está mal necesariamente: a menudo nuestra conciencia opera intuitivamente sin que podamos identificar principios que podrían apoyar nuestra intuición. Sin embargo, es valioso refinar y profundizar en nuestras intuiciones por medio de una reflexión razonada iluminada por la sabiduría de los demás. No somos la fuente autosuficiente de toda la verdad.

Jennifer Herdt, especialista en ética cristiana de la Facultad de Divinidades de Yale, señala que una profunda dependencia en Dios es esencial para desarrollar «honradez con respecto al carácter y las capacidades de uno mismo, que capacite la admisión simultánea de la debilidad y la fortaleza, y de la incapacidad y la capacidad».

Perseguimos la verdad juntos, como parte de una comunidad. Una parte esencial de este proceso es, como dice Santiago, tener una sabiduría «pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera». Esas virtudes llevan a «el fruto de la justicia» (Santiago 3:17-18). Una vez que hayamos escuchado a los demás con apertura y sinceridad, estaremos en una mejor situación para buscar el proyecto de Pablo: «Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones» (Romanos 14:5).

Traducido y adaptado de un extracto de Winsome Conviction de Tim Muehlhoff y Richard Langer. Copyright ©2020 por Tim Muehlhoff y Richard Langer. Usado con permiso de InterVarsity Press, P.O. Box 1400, Downers Grove, IL 60515-1426. www.ivpress.com.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Tu predicación no es la obra de Dios. Tú eres la obra de Dios.

Cómo la transformación interior da forma a la proclamación exterior.

Christianity Today March 24, 2022
Giacomo Flisi / Unsplash

Tu predicación no es la obra de Dios. eres la obra de Dios.

Recibí esta visión de una manera peculiar.

Mientras estaba ocupado liderando una fundación que ayudaba a las denominaciones a empezar nuevas iglesias, de forma inesperada un cazatalentos se me acercó preguntando si estaba interesado en liderar la organización Alpha en los EE. UU. Siempre me ha gustado la intersección entre el evangelismo, la iglesia y la cultura. Sentía un gran respeto por los líderes internacionales de Alpha, así que busqué discernimiento con sinceridad antes de aceptar este nuevo papel.

Como parte de esa búsqueda, llamé por teléfono a mi amigo Dallas Willard. Dallas se percató de que yo estaba poniendo mucho énfasis en la elección de un trabajo. Me dijo: «Todd, tu trabajo no es la obra de Dios. eres la obra de Dios. Tu trabajo no es más que un contexto en el cual aprendes a ser como Jesús». He llegado a comprender que lo que aprendí acerca del trabajo aquel día también se aplica a la predicación: Todd, tu predicación no es la obra de Dios. Tú eres la obra de Dios. La predicación fluye desde la obra interna de Dios.

Antes de la proclamación

Proclamar es decir en voz alta algo en público. Los predicadores amamos la proclamación: es activa y enérgica. También nos suele motivar la idea de lo que Dios está haciendo a través de nosotros. Hay cierta emoción en ser usado por Dios. ¡Es emocionante! Esto en sí mismo no es un problema, siempre y cuando reconozcamos que la proclamación requiere «preclamación»: la afirmación tranquila y oculta de nuestros corazones en Dios, para que nuestra motivación central, sin importar el tamaño de la concurrencia, sea predicar para una audiencia donde solo hay Uno.

Esa predicación es la expresión exterior de un viaje interior. La predicación está conectada inevitablemente con la vida interior del predicador. La realidad que uno tiene en su interior es el manantial desde el cual fluye la predicación. Lo que Dios está haciendo en mí se vierte hacia fuera a través de mi predicación.

Existe una estrecha conexión entre la transformación interna y la proclamación externa. La primera, irremediable e inevitablemente, da color a la segunda. Podemos intentar fingirlo, pero es seguro que un corazón vacío producirá una enseñanza vacía. Un corazón irritable se reflejará en un sermón irritable y antipático. Un corazón ansioso irradiará un mensaje que producirá ansiedad. Un corazón lleno de juicio envenenará una homilía. Y un corazón que anhela «Dios, habla a través de mí» en la predicación tendrá graves obstáculos si primero no oramos: «Dios, háblame a mí». Debemos prestar atención a la cuestión crucial: «¿Qué está haciendo Dios en mí?».

Los tesoros de tu corazón

Un trabajo exegético y hermenéutico sólido es crucial. También es buena una forma homilética eficaz. Pero los predicadores anhelamos algo más profundo. Anhelamos que un poder especial fluya en nosotros y se derrame desde nosotros.

¿Qué hace que una predicación sea buena? Los tesoros que uno tiene en el corazón. He descubierto que practicar la sabiduría de Jesús acerca del corazón renueva la predicación: «Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón»; «De la abundancia del corazón habla la boca»; «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón» (Mateo 6:21; 12:34; 22:37, énfasis añadido).

Los afectos de nuestro corazón quedan expuestos en la predicación al igual que nuestro intelecto (o quizá más aún). Mi amigo Dallas deseaba empujarme hacia afectos ordenados correctamente. Al aplicarlo a la predicación, él escribe:

Es posible que los hombres y mujeres en el ministerio que no encuentran satisfacción en Cristo lo demuestren con un esfuerzo y una preparación excesivos a la hora de hablar, y sin paz con respecto a lo que hacen después. Si no hemos llegado a aprender a descansar en Dios, meditaremos en lo dicho en el sermón y pensaremos: Oh, si hubiera hecho esto… o Oh, si hubiera hecho aquello… cuando llegas al espacio en el que bebes intensamente de Dios y confías en que Él actúa contigo, hay paz en lo que has comunicado.

Predicar sin encontrar contentamiento en Jesús es correr el riesgo de convertir una congregación del cuerpo de Cristo en una audiencia de la cual obtenemos energía carnal y una falsa satisfacción de corta duración. La tentación funciona así: No me siento particularmente contento en Cristo, así que, cuando mi sermón tiene una puntuación de 6.5 en vez de 10, me siento inseguro y necesito que la multitud me dé algo para asegurarme de que soy una persona valiosa. Sin embargo, los predicadores que han encontrado su satisfacción más profunda en Jesús no suelen sentirse tentados a utilizar a la concurrencia para que les haga sentir a salvo o seguros.

Desarrollar esta forma de contentamiento es más fácil de decir que de hacer. Puede que lo hagamos bien en algunas épocas de la vida y mal en otras. Sin embargo, las actitudes coherentes y los estados emocionales estables llegarán si cultivamos el corazón descrito arriba por Jesús. Mi paráfrasis de Proverbios 4:23 me ayuda a alinearme con lo que Jesús visualizó: «Pon todo lo que tienes al cuidado de tu corazón —lo más escondido, causativo y motivacional de ti—, porque todo lo que haces fluye de ahí. Esta es la fuente real de tu vida exterior. Determina a qué equivale tu vida».

Los domingos son una molienda

Los domingos y sus demandas de predicación vuelven una y otra vez como la incansable piedra de un molino. Y esa molienda, con el tiempo, puede deformar nuestros espíritus y de esta forma arruinar nuestra predicación. Pablo era consciente de la conexión entre su espíritu y la predicación. De hecho, él dijo: «Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio» (Romanos 1:9, LBLA). En mi espíritu significa, en esencia, «de una manera espiritual». Se refiere a la predicación que viene de algún lugar dentro de él. Es la predicación que no se trata solamente de una actividad mental o corporal, sino que emerge del corazón y del alma de uno.

En medio de la molienda semanal de escribir sermones, ¿cómo protegemos nuestros corazones y almas? ¿qué puede hacer que nuestra predicación siga siendo fresca, liberada y fructífera? Es difícil, pero estoy descubriendo que no tengo que ser la víctima de la molienda. Varios principios me ayudan.

Eugene Peterson, al describir el terreno del que crecen las mejores predicaciones, citó Moby-Dick de Herman Melville: «Para asegurar la mayor eficacia del tiro, los arponeros de este mundo deberían saltar sobre sus pies bien descansados, y no agotados por el trabajo». En vez de descansar siempre de la predicación, estoy aprendiendo a predicar desde un descanso esencial. También paso tiempo en la contemplación y en la recepción de la gracia y la paz. Esto me libera del esfuerzo por controlar los resultados. Me da una ligereza de corazón desde la cual puedo predicar, sabiendo que Dios hace por nosotros, los predicadores, lo que no podemos hacer por nosotros mismos.

La molienda es menos desgastante cuando cultivamos una dependencia cada vez mayor en el Espíritu Santo. Para mí, el acto de hablar en público cada vez se trata más de comunicar aquello que escuché en privado. Un corazón silencioso, que escucha y se encuentra en sintonía con el Espíritu Santo, así como el texto y mi contexto, parecen ser los ingredientes clave para una predicación eficaz.

Una predicación con gracia, generosa y generativa

Como joven predicador, yo solía orar por diferentes clases de éxito: poder hablar bien, obtener más invitaciones para predicar, o tener a montones de personas deseosas de tener una grabación de mi charla. Pero las oraciones de mis últimos años se alinean mucho mejor con las ideas que hemos estado discutiendo.

Ahora, justo antes de ponerme en pie para hablar, pongo mi mano en el lugar del cual Jesús dijo que provienen las palabras: mi corazón. Oro: Dios, ayúdame a estar totalmente presente en este momento y para este grupo de personas. Irradia en mí y a través de mí una presencia llena de gracia, generosa y generativa. El Salmo 23 es muy útil también en estos momentos. Yo me imagino los elementos corporales implícitos en las palabras del salmo: «Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar» (v. 5).

Con el conocimiento de que yo soy la obra de Dios y de que Él ha estado obrando en mí, entonces pido que aquello que Dios ha hecho real en mí sea de beneficio para los demás. Recordando que el Maestro dijo: «De la abundancia del corazón habla la boca», asciendo al púlpito con la intención de predicar desde dentro hacia afuera.

Todd Hunter es obispo de Churches for the Sake of Others de la Iglesia Anglicana de Norteamérica. Es escritor y profesor, y expresidente de Vineyard USA y Alpha USA.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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