Nací en el suroeste de China, en la prefectura autónoma tibetana Ganzi (Garzê) de la provincia de Sichuan. Apenas unos días después de nacer, me enviaron a Chengdu, la capital de la provincia. Mi hermana y yo fuimos criados por nuestra abuela, mientras que mis padres, ambos médicos, fueron enviados por el Partido Comunista a la zona rural de las montañas tibetanas, muy lejos de la ciudad, a un lugar donde los niños no podían recibir una educación decente.
Desde muy niño entendí que tenía que sacar notas sobresalientes para entrar a la universidad y evitar así vivir en la fría y pobre zona de las montañas. Estudié mucho y obtuve resultados sobresalientes en la escuela.
A los 16 años me mudé a Shanghai para estudiar química en la Universidad de Fudan, una de las mejores escuelas de China. Esto fue en la década de 1980, después de que China abriera sus puertas al mundo. En ese momento, las universidades chinas eran bastante liberales y tolerantes con el libre pensamiento, y Fudan era famosa por ser una de las universidades más «occidentalizadas» de la época.
En la universidad, comencé a rebelarme contra el adoctrinamiento en la ideología comunista oficial y quería aprender más sobre el pensamiento y la cultura occidentales. Sin embargo, mi visión del mundo había sido influenciada por años de educación en el ateísmo. Pensaba que yo no creía en nada y no tenía interés en ninguna religión.
Después de graduarme, regresé a Chengdu y comencé a trabajar en un instituto de investigación como científico de polímeros. Después del trabajo, jugaba mahjong y apostaba hasta altas horas de la noche, pero dentro de mi corazón me sentía infeliz. Después de la represión del movimiento estudiantil en la Plaza de Tiananmen en 1989 comencé a sentirme desconsolado y perdido, ya que también fui testigo de formas similares de represión violenta en las calles de Chengdu. Me hundí en una profunda oscuridad y desesperanza. No podía encontrar respuestas para las preguntas que asediaban mi corazón, y finalmente la vida perdió sentido y se volvió insoportablemente dolorosa. Entonces decidí que me iría de China e iría a Estados Unidos para realizar estudios de posgrado, así que comencé a prepararme para los exámenes pertinentes.
Mientras tanto, comencé a leer muchos libros sobre filosofía y religión. La mayoría de los libros que encontré sobre el cristianismo hablaban del mismo de forma negativa, pero también me hice amigo de algunos cristianos en el «rincón inglés» junto al río Jinjiang, en el centro de Chengdu.
De camino a Estados Unidos
Buscando ganar algo de dinero extra, en 1990 acompañé a un equipo de expedición británico al lugar donde nace el río Yangtze en las áreas tibetanas de las provincias de Sichuan, Gansu y Qinghai a fin de servir como intérprete. De 30 personas en el equipo, 27 eran cristianos. Usaban aerodeslizadores para desplazarse sobre el río Yangtze y acceder así a remotas aldeas tibetanas donde buscaban hacer obras de caridad. Pasé más de un mes con ellos en la meseta tibetana.
Viajamos por caminos peligrosos, desafiando tormentas de nieve, deslizamientos de tierra y otras amenazas. La empresa china que servía como anfitriona oficial del equipo (cuyo principal interés era ganar dinero) creó dificultades adicionales, además de los desafíos culturales, políticos y naturales. Pero pude observar cómo los cristianos británicos oraban juntos cuando enfrentaban adversidades y cómo adoraban a Dios con alegría, cantando himnos con guitarras en su tienda. Me conmovió su amor genuino y desinteresado por el pueblo tibetano, y me encontré anhelando tener yo mismo ese tipo de vida y de fe.
En el verano de 1992, recibí una carta de admisión a la escuela de posgrado de la Universidad de Alabama y esperé fuera del consulado de Estados Unidos en Chengdu durante cuatro días y cuatro noches mientras esperaba recibir una visa de estudiante. La forma I-20 que certificaba mi admisión a la universidad se perdió cuando la escuela la envió por correo por primera vez. Tuve que hacer una costosa llamada telefónica internacional para solicitar otra copia, que finalmente recibí al tercer día mientras esperaba en fila frente al consulado.
En agosto de 1992, llegué a Estados Unidos con 42 dólares en el bolsillo (eran todos mis ahorros, ya que uno de mis familiares me había comprado el boleto de avión). Estaba listo para empezar a perseguir el «sueño americano» de libertad, democracia, felicidad y logros científicos.
Sin embargo, lo primero que encontré fue la salvación en Cristo. Me uní a un grupo de estudio bíblico en chino en el campus y poco después me convertí al cristianismo. Como no tenía coche, dependía de amigos chinos para que me llevaran de compras y otras cosas. Los cristianos de la comunidad me ofrecían ayuda y los viernes por la noche me llevaban a su estudio bíblico, aunque honestamente, asistía principalmente porque ahí servían comida china.
Al principio, a menudo debatía con los cristianos sobre las teorías de la creación y la evolución. Sin embargo, cada vez me conmovía más la caridad cristiana que estos amigos me mostraban, especialmente debido al marcado contraste entre el amor cristiano y las enseñanzas que había absorbido de mi educación comunista que decían «debemos odiar al enemigo». Me di cuenta de que su capacidad para representar el amor sacrificial provenía de su fe en Dios, la misma fe que había inspirado el amor de aquellos cristianos británicos por el pueblo tibetano.
También comencé a darme cuenta del odio y otras tinieblas que albergaba en mi propio corazón, y de mi necesidad de salvación. Un domingo de octubre de 1992, estaba sentado en un banco de la Primera Iglesia Bautista de Tuscaloosa. El pastor predicó un sermón evangélico sobre la cruz de Cristo y el amor de Dios. Sus palabras me conmovieron hasta las lágrimas. Cuando el pastor preguntó si alguien quería poner su fe en Cristo y pasar al frente, me puse de pie y comencé a caminar. El pastor tomó mis manos para orar conmigo. Fui bautizado en esa iglesia apenas dos meses después de llegar a Estados Unidos.
Evangelización por internet
Después de terminar mi maestría en 1995, comencé a trabajar en la industria química estadounidense, primero como científico y luego como gerente de investigación y desarrollo. El trabajo me llevó a Arizona, luego a Nueva Jersey y finalmente a Maryland. Mientras tanto, seguí creciendo espiritualmente y sirviendo en iglesias chinas locales.
También fue en 1995 cuando comencé a escribir sobre el cristianismo en el primitivo internet de China. Muy pronto comencé a relacionarme en línea con intelectuales chinos no creyentes, tanto en China como en el extranjero. Esto me convirtió en uno de los primeros apologetas cristianos chinos por internet.
Aunque entonces solo había unos pocos cristianos en línea, el cristianismo fue uno de los temas de debate más candentes en los primeros foros que surgieron en internet en China durante sus primeros años. Los debates sobre «ciencia y cristianismo» aparecieron en una lista de las «10 principales noticias chinas de internet» en 1996 y 1997, y yo fui uno de los pocos cristianos mencionados en la lista.
En 1996, me convertí en uno de los primeros compañeros de trabajo voluntarios del ministerio Chinese Christian Internet Mission. Subíamos materiales de apologética cristiana y evangelización en nuestro sitio web para la gente de China (en aquel tiempo, el gobierno aún no había erigido su «Gran Cortafuegos» de censura). En 1998 también comencé mi propio sitio web personal sobre el evangelio, «Jidian’s Links». (Jidian es mi seudónimo y en chino es el nombre de la figura bíblica de Gedeón).
A finales de la década de 1990, muchos foros chinos en línea se hicieron populares. Los cristianos, incluyéndome, estuvimos activos en esas plataformas dialogando con intelectuales en China sobre la fe cristiana. Muchos intelectuales chinos influyentes participaron en esas conversaciones.
Cuando plataformas de internet más avanzadas tales como Douban, Weibo, Zhihu y WeChat se hicieron populares en las décadas de 2000 y 2010, los cristianos chinos rápidamente las adoptaron con fines evangelísticos. Comencé a escribir blogs, ampliando gradualmente mi enfoque más allá de la apologética para cubrir temas de cultura y actualidad. En 2012, se publicó en China una colección de ensayos de mi blog, The Search and the Return. En un artículo oficial de la Liga Juvenil Comunista China publicado ese año, el autor me llamó uno de los «misioneros en internet» más influyentes, y advertía que la juventud china debía tener cuidado.
Protección y providencia
No obstante, mi evangelización en China no se limitó a escribir en línea. Antes de que el gobierno chino aumentara su control sobre las religiones en 2018, hubo una ventana única de 10 o 15 años en la que la evangelización era posible incluso dentro de la propia nación. Durante este periodo, yo viajaba a China dos o tres veces al año, ofreciendo «seminarios públicos gratuitos» de evangelización en librerías cristianas y cafeterías dirigidas por iglesias locales, mientras me reunía con cristianos y gente interesada en explorar el cristianismo en muchas ciudades chinas.
En 2011, me convertí en trabajador cristiano de tiempo completo. Me uní al ministerio de medios chino Overseas Campus Ministries (OCM), con sede en California, para desempeñarme como director de su división de evangelización y editor en jefe de su revista y plataformas de medios. A través de nuestra cuenta de WeChat, llegamos a más de 70 000 suscriptores antes de que los programas de censura del gobierno la bloquearan y la eliminaran. También organizamos un círculo de blogueros cristianos en China para inspirar y motivar a más autores cristianos. Respondí casi 300 preguntas relacionadas con la fe en la plataforma Zhihu antes de que mi cuenta fuera censurada en enero de 2020.
Mientras estuve en OCM, también serví en iglesias chinas de la diáspora en América del Norte, Asia y Europa como orador y predicador. En 2019, me uní a una organización misionera internacional como «Misionero para la diáspora y los repatriados». En enero de 2022, fui «adscrito» a Christianity Today para desempeñarme como editor para Asia. En mis dos años en CT, publicamos no solo cientos de traducciones del inglés al chino, sino también docenas de artículos escritos originalmente en chino. Continuaré sirviendo a las iglesias chinas globales a través de mi trabajo misionero y de mi ministerio en los medios.
Cuando llegué a Estados Unidos hace 32 años, mis padres esperaban que me convirtiera en un científico destacado. Me fue bien como científico en la industria química, pero mis padres nunca se imaginaron que abandonaría esa carrera para convertirme en un escritor y editor misionero por internet. Muchos de los foros chinos que frecuentaba ya no existen hoy en día, pero de vez en cuando todavía recibo mensajes directos de cristianos chinos que dicen que me conocieron a través de mi trabajo en línea cuando todavía eran ateos. Algunos han llegado a ser ministros o misioneros de tiempo completo. Están asombrados de que sigo evangelizando activamente en internet y a través de los medios cristianos.
Al recordar el viaje de mi vida, hoy más que nunca estoy convencido de que no tengo nada de qué jactarme sino solamente de la gracia de Dios. Él trabajó en mi corazón cuando estaba pasando por dificultades en China. Me llevó al internet, a la apologética y a las misiones, todo en su tiempo. Mi viaje ha estado lleno de su protección y providencia. Como lo expresa un himno, puedo afirmar con todo mi corazón: «con cuánto amor me guía Él».
Sean Cheng es un escritor cristiano, editor de medios y misionero chino de la diáspora que reside en Maryland. En 2022, publicó un libro en chino, Above All Things, sobre el tema de la ciencia y el cristianismo.