Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).
Agustín "Gus" Reyes sabe cuán importante es la educación superior para la prosperidad de los cristianos. Comenzó cuando era niño con su madre rigurosamente repasando con él cuatro horas al día para prepararlo para ingresar a una escuela primaria de California. Hoy, es el director ejecutivo de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC), la red cristiana hispana más grande de los Estados Unidos, y se desempeña como director ejecutivo interino de la Coalición de Fe y Educación, una rama de la NHCLC que apoya la equidad y la calidad en la educación pública.
Cuando hablé con Reyes, descubrimos que ambos somos graduados universitarios de primera generación en nuestras familias hispanas. Habló sobre su experiencia en la escuela primaria, los obstáculos que enfrentan muchos estudiantes y lo que las iglesias hispanas pueden hacer para empoderar a los jóvenes.
KG: ¿Cómo se interesó en la educación?
Crecí en el sur de Texas, en Corpus Christi. Mi padre nos mudó a California cuando yo tenía siete años. En el primer año escolar, obtuve excelentes calificaciones, incluso dijeron que estaba avanzado, pero cuando me mudé a California, le dijeron a mi madre que no estaba calificado para ingresar al segundo año. Ni siquiera estaban seguros de que pasaría el primer año. Los estándares en Texas eran muy diferentes de los de California. Así que, aunque mi familia tenía recursos económicos muy limitados, mi madre no trabajó durante meses, y durante dos horas por la mañana y dos horas por la tarde repasaba conmigo todo lo que debería haber aprendido según los estándares de California.
Recuerdo que mi madre lloraba porque sólo tenía educación de preparatoria y estaba haciendo lo mejor que podía. También sabía que nuestra familia necesitaba los recursos económicos que podía proveer. Fue un tiempo difícil para nosotros. Debido a esto, creo firmemente en la consistencia en los estándares de calidad en todo el país.
KG: ¿Cómo contribuyó esta experiencia a su interés en la educación superior?
Uno no empieza preparándose para la universidad en su último año de la escuela preparatoria. Uno comienza cuando es preescolar. Pero si los estándares académicos son inconsistentes y usted es una familia hispana que viaja siguiendo los trabajos, entonces tiene otro obstáculo adicional que superar. Esta es una gran desventaja para nuestros hijos.
Uno de nuestros versículos clave es 2 Corintios 5:20: “Así que somos embajadores en nombre Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. Como pueblo de Dios —pueblo de fe— somos llamados a ser embajadores de Cristo, llevando su luz a dondequiera que vayamos. Pero es difícil ser embajador cuando no se puede leer o escribir bien.
KG: ¿Qué pueden hacer las iglesias para apoyar a los estudiantes mientras asisten a la universidad?
Todos en la comunidad tienen un papel que desempeñar independientemente de su nivel educativo. El orar por los estudiantes mientras crecen en la iglesia es un papel. También lo es tener una visión para los niños y ayudarlos a verse a sí mismos como graduados universitarios. Es útil para el pastor tomar un curso en el community college para que pueda experimentar lo mismo que los estudiantes. Animamos a los niños a que pongan sus boletas de calificaciones en el platillo de la ofrenda, porque es el fruto de sus esfuerzos y toda la comunidad los apoya. Las iglesias pueden conectar a los niños con tutores; hay inmigrantes de segunda generación en todas nuestras iglesias a los que les encantaría ayudar.
KG: ¿Cómo pueden los padres ayudar a los niños a prepararse para la educación superior?
Cuando los padres son de primera o segunda generación, necesitan estar informados sobre el sistema educativo. Necesitan leerles a sus hijos para que sepan que el aprendizaje es importante. También necesitan buscar ayuda cuando la necesiten: a la gente de segunda generación en las iglesias le encantaría ser tutora.
Los padres pueden llevar a sus hijas y a sus hijos a visitar la universidad para que puedan imaginarse un día llegar como estudiantes al campus. Si mamá y papá no pueden nombrar cinco universidades, esa no es una buena situación para sus hijos. Pero también pueden hacer cosas tan sencillas como mandar a sus hijos a dormir temprano y a la escuela bien alimentados.
KG: ¿Cómo ha visto el valor latino por la familia afectar cómo los padres intentan influir en la decisión de la universidad de sus hijas y sus hijos?
El sueño de muchas familias hispanas es que sus hijos se casen y vivan en un apartamento arriba de la cochera con su cónyuge; no quieren que los niños se vayan de casa jamás. Uno de los mayores desafíos que enfrentamos es ayudar a los padres a dejar que sus hijos dejen la comunidad para ir a la universidad. A veces, cuando los padres quieren que sus hijos solo vayan al community college, puede ser debido a esa predisposición de la cultura a querer que nuestros hijos se queden siempre en nuestra comunidad.
KG: ¿Qué obstáculos enfrentan los estudiantes hispanos en la educación superior?
La academia tiene su propia cultura, y es distinta de nuestra cultura. Las enseñanzas en el hogar están en conflicto con lo que la academia espera. Por ejemplo, el desafiar a la autoridad no es parte de nuestra cultura. También somos más cooperativos que competitivos, lo que puede ser difícil en los entornos académicos estadounidenses. Nuestros sólidos valores familiares también pueden ser un obstáculo: cuando se es estudiante universitario, no se puede faltar una semana de escuela por la enfermedad de Abuelita.
KG: ¿Qué pueden hacer los que están fuera de la comunidad latina para apoyar a aquellos en la educación superior?
Lo más importante es ayudar a que haya igualdad de condiciones: abogar por una educación de calidad y altos estándares consistentes en todo el país para que todos los estudiantes reciban una buena educación. Empleen hispanas e hispanos en las universidades para que los estudiantes tengan personas que se les parecen en las instituciones. Nuestros hijos y nuestras hijas necesitan modelos a seguir para animarles en su educación. Todos nosotros tenemos un papel que desempeñar al tratar de servirles.