Cómo leer el Antiguo Testamento a través de los ojos del antiguo Egipto

Aprender sobre la tierra del Faraón nos ayuda a comprender al pueblo de Israel en su contexto.

Christianity Today April 27, 2024
pgaborphotos / Getty

Todos sabemos que la Biblia no fue escrita en una pizarra en blanco. Nos presenta un recuento de la vida y la época de pueblos antiguos, incrustados en un contexto histórico y cultural único, que fue influenciado en gran parte por su geografía.

Fuera de la Tierra Prometida, uno de los lugares de mayor importancia para los israelitas fue Egipto. El pueblo de Dios vivió allí durante unos 400 años, y Abraham y el profeta Jeremías viajaron allí. Incluso Jesús pasó sus primeros años en Egipto, llevado allí por sus padres cuando huyeron de Herodes. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Durante los últimos cuatro años, mientras escribía un comentario sobre el Libro del Éxodo, leí mucho sobre Egipto y me di cuenta de cuánto pueden enseñarnos los antiguos egipcios sobre cómo leer y comprender la Biblia en su contexto adecuado. Esto fue puesto de relieve durante el viaje de estudios que realicé el mes pasado con el Dr. James Hoffmeier, un renombrado egiptólogo. Visitar pirámides, templos, museos y tumbas en persona hizo que muchos pasajes familiares cobraran vida.

El Libro del Éxodo está lleno de referencias a la vida de los israelitas en Egipto, incluidas algunas palabras tomadas prestadas del egipcio y figuras particulares que resuenan en ese contexto.

Durante su larga estancia en Egipto, generaciones de israelitas habrían estado expuestas a ciertos elementos una y otra vez, y muchas de estas representaciones pictóricas influyeron en las imágenes propias de la Biblia. Después de todo, los autores bíblicos eligieron medios convencionales para comunicar verdades eternas sobre Yahvé [Jehová]. Estos conceptos visuales habrían tenido sentido para su audiencia y ahora, después de haber visto algunos de ellos con mis propios ojos, también tienen más sentido para mí.

A continuación se muestran seis ejemplos que me parecieron especialmente reveladores.

El templo del jardín

He leído anteriormente que la gente del antiguo Cercano Oriente diseñaba sus templos para que se vieran como jardines, pero durante mi viaje pude presenciar este fenómeno con mis propios ojos.

Muchos de los templos que visitamos presentaban pilares con forma de plantas de papiro. La famosa Sala Hipóstila del templo de Amón-Ra en Karnack tenía 134 enormes pilares en forma de papiro, tan grandes que siete personas apenas podían rodear con los brazos un solo pilar. En un extremo del pasillo, los capullos de papiro estaban cerrados, pero en el otro extremo, los pétalos de la planta estaban abiertos en plena floración. Cada pilar estaba decorado con relieves de colores brillantes (tallados en la piedra) con tintas hechas con polvos vegetales.

Los techos de los templos —o las secciones que se preservan— invariablemente presentaban pinturas de un cielo azul profundo con estrellas amarillas. Y aunque los templos estaban hechos enteramente de piedra, buscaban dar la impresión de ser jardines exuberantes, con representaciones de árboles y plantas como papiros y lotos comunes en todas partes.

No es de extrañar que el propio templo de Israel tuviera un techo de color azul intenso sostenido por sujetadores de oro que reflejaban la luz del candelabro (Éxodo 26:1-2, 6, 31-32). No es de extrañar que el candelabro dentro del templo tuviera el diseño de un árbol con ramas y capullos, y que del manto del sumo sacerdote de Israel colgaran granadas (Éxodo 25:31–40; 28:31–33). Un templo adornado como un jardín reconoce a Dios como Creador y reconoce el papel de Dios en el florecimiento del mundo natural.

Las alas de la protección

En los templos de Egipto, vimos criaturas aladas por doquier, a veces serafines y a veces otras deidades con alas extendidas que le ofrecían protección al faraón. La barca sagrada que llevaba la imagen divina estaba invariablemente flanqueada por protectores alados.

Estas imágenes me recordaron a los querubines bordados en las cortinas del tabernáculo y del templo de Israel (Éxodo 26:31) y los querubines de oro con las alas extendidas sobre el arca del pacto en el Lugar Santísimo (Éxodo 37:9, 1 Reyes 6:27). También tengo una idea más clara de por qué Booz dijo que Rut había buscado protección bajo las alas de Yahvé (Rut 2:12) y por qué el salmista hablaba de las personas que se refugiaban bajo las alas de Dios (Salmo 17:8; 36:7; 91:4).

El don del Espíritu

Quizás hayas notado que a la mayoría de las estatuas egipcias antiguas les falta la nariz. Si bien esto puede explicarse en parte porque la nariz es la porción más vulnerable de una estatua si esta se vuelca, también es cierto que la forma más rápida de desmantelar una estatua (e indicar que un faraón ya no tiene derecho a gobernar) es romperle la nariz.

El faraón Ramsés II recibe la vida.Cortesía de Carmen Imes.
El faraón Ramsés II recibe la vida.

Los egipcios creían que las almas entraban y salían por la nariz. Un faraón muerto sin nariz estaría doblemente muerto, no solo físicamente, sino espiritualmente; es decir, sin esperanza de resucitar. Los faraones hacían todo lo posible para proteger sus cuerpos a fin de que estuvieran intactos y, por lo tanto, fueran viables en la otra vida. Solían colocar sus momias en un ataúd que se colocaba dentro de un ataúd que se colocaba dentro de otro ataúd, como las muñecas rusas.

En muchas de las tumbas y templos funerarios que visitamos, vimos escenas talladas en piedra en las que una deidad ofrecía el ankh, o el símbolo de la vida al faraón, acercándolo a su nariz. Al recibir vida de la deidad después de su muerte, el faraón estaría espiritualmente animado para llevar a cabo la voluntad de los dioses.

Estas escenas en las que los faraones «recibían la vida» me recuerdan a Génesis 2, donde Dios sopló vida en el primer ser humano. Hoffmeier también señaló que cuando David oró en el Salmo 51:11 diciendo: «… ni me quites tu santo Espíritu» (NVI), probablemente no estaba preocupado por perder su salvación sino más bien por perder la legitimidad divina que sustentaba su gobierno. Recordemos que Dios había retirado su Espíritu de Saúl para quitarle así el reino (1 Samuel 15:23; 16:14); David no quería que le pasara lo mismo.

El brazo fuerte del faraón

Durante miles de años, los artefactos egipcios representaban a los faraones en su «postura de golpe», favorita para indicar su poder militar. Podemos ver un buen ejemplo de ello en la famosa Paleta de Narmer, de 3100 a. C. En ella, el faraón está de pie con una mano extendida detrás de la cabeza sosteniendo un mazo, y con la otra extendida al frente, sosteniendo el cabello de su enemigo derrotado.

Paleta de NarmerCortesía de Carmen Imes.
Paleta de Narmer

De lo que no me había percatado es de lo omnipresente que era esta imagen. La vimos en todos los templos, a veces decenas de veces. En el templo de Ramsés III, el primer pilar (muro de entrada) y cada pilar de la primera cámara muestran al faraón en esta pose, cada uno de los cuales representa a un enemigo diferente derrotado en sus manos. En esencia, la sala funciona como un resumen visual de los éxitos militares de Ramsés.

La representación no es solo pictórica, sino textual. En una de las paredes exteriores hay una inscripción sobre la escena que dice «el del brazo fuerte», indicando uno de los títulos preferidos del faraón: «El de los brazos fuertes».

¿Te suena familiar? A lo largo del Antiguo Testamento, Yahvé se refiere a Sí mismo como alguien con «mano fuerte y con brazo extendido», generalmente usado en referencia a las acciones de Dios durante el Éxodo. De hecho, la frase que se refiere al «brazo extendido» de Dios está reservada casi exclusivamente para contextos egipcios (Éxodo 6:6; Deuteronomio 4:34; 5:15; 2 Reyes 17:36; Jeremías 32:21).

En otras palabras, Yahvé planteó un desafío directo al Faraón y a sus adoradores, como si dijera: «¿Crees que tienes un brazo fuerte? ¡Solo mira lo que Yo puedo hacer!».

La vida cotidiana en el antiguo Egipto

Aparte de cómo estas imágenes simbólicas traen luz al texto bíblico, aprendí mucho de las obras de arte sobre la vida diaria, el trabajo y los roles de género de hombres y mujeres en el antiguo Egipto.

En las tumbas de los nobles y trabajadores, así como en los museos que albergaban los artefactos encontrados en esas tumbas, vi estatuas, pinturas y esculturas que representaban la fabricación de pan, cerveza, ladrillos, escultura y escritura, plantación y cosecha, curtido de cuero, escenas que representan el parto y más. Vi peines, paletas de maquillaje y joyas, herramientas para hilar y teñir lana y lino, así como modelos de telares antiguos. Vi herramientas de carpintero y cuchillos de pedernal, azadones y piedras de moler, una tienda de campaña cosida a mano, camas y sillas.

Los antiguos egipcios creían que una persona necesitaría en el más allá todo lo que necesitaba en esta vida. Esperaban trabajar en los campos del dios Osiris, por lo que abastecieron sus tumbas con una variedad de implementos prácticos como arados y palas, además de una cama, una silla y ropa. Por el contrario, los hebreos de aquella época se preocupaban principalmente por cómo se recordaría su «nombre» o reputación después de su muerte, y no decían casi nada sobre la vida después de la muerte, es decir, hasta los últimos períodos del Antiguo Testamento.

Mirando hacia el pasado, los egipcios tenían una fuerte convicción sobre la continuación de la vocación humana en la otra vida, similar en algunos aspectos a cómo concebimos ahora la Nueva Jerusalén, pero pasarían muchos cientos de años antes de que Dios revelara algún detalle al pueblo judío.

Estas son ideas que se pierden cuando ignoramos el contexto geográfico del Antiguo Testamento, y, sin embargo, gracias al clima seco y arenoso de Egipto, tenemos el privilegio de viajar más de 3000 años en el tiempo para vislumbrar una cultura bien conservada que moldeó profundamente a los israelitas y a todo el pueblo de Dios que vino después.

Carmen Joy Imes es profesora asociada de Antiguo Testamento en Biola University. Es autora de varios libros, incluido Portadores de su Nombre: La Importancia del Sinaí (disponible en español). Actualmente está escribiendo un comentario sobre el libro del Éxodo para Baker Academic.

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