¿Afganistán valió la pena o fue en vano? Los cristianos se lamentan, oran y aprenden mientras los talibanes retoman el poder

Mientras el mundo debate sobre la retirada de Estados Unidos, quince líderes reflexionan sobre cómo están usando su fe para entender cuál es la mejor manera de abogar por la justicia en el presente.

Se pueden ver murales a lo largo de las paredes de una tranquila embajada estadounidense el 30 de julio de 2021 en Kabul, Afganistán.

Se pueden ver murales a lo largo de las paredes de una tranquila embajada estadounidense el 30 de julio de 2021 en Kabul, Afganistán.

Christianity Today August 26, 2021
Paula Bronstein / Getty Images

Será difícil olvidar las imágenes de los afganos tratando de subirse a los aviones en movimiento, algunos aferrándose a ellos con sus manos, en su desesperación por abandonar su país tras la toma de Kabul por los talibanes.

El seguimiento de la retirada de Afganistán que está teniendo lugar bajo el mandato del presidente Joe Biden y planeada por el expresidente Donald Trump, así como la rápida toma de poder por parte de los talibanes, y la aparente falta de coordinación y planificación para evacuar a los traductores y otras personas en riesgo de persecución han provocado una intensa indignación y tristeza en todo el mundo.

Los cristianos, tanto en Estados Unidos como en otros países, discrepan sobre lo que el gobierno y el ejército estadounidenses deberían haber hecho, pero están tratando de enfocar su fe en ayudarles a entender cuál es la mejor manera de abogar por la justicia en el presente.

CT preguntó a quince líderes acerca de lo que lamentan de la retirada estadounidense y la toma de poder de los talibanes, cómo están orando por el futuro de Afganistán, cómo ven el impacto a largo plazo en el campo misionero, y si las décadas de trabajo de las tropas estadounidenses y de los obreros cristianos extranjeros valieron la pena o si fueron en vano.

Nuestros colaboradores:

Chris Seiple

es presidente emérito del Institute for Global Engagement y autor de

The US Military/NGO Relationship in Humanitarian Interventions

[La relación entre las fuerzas armadas y las ONG estadounidenses en el trabajo humanitario].

Paul Miller

es profesor de asuntos internacionales en la School of Foreign Service de la Universidad Georgetown. Anteriormente fue director para Afganistán y Pakistán en el Consejo de Seguridad Nacional.

Mariya Dostzadah Goodbrake

y su familia fueron refugiados afganos. Ahora es directora ejecutiva de Global FC, una organización que atiende a los refugiados en el área de Kansas City.

Eugene

, un trabajador cristiano que sirvió en Afganistán y Pakistán durante décadas y que pidió el anonimato debido a su ministerio en curso.

Jenny Yang

es vicepresidenta de defensa y política de World Relief, el brazo humanitario de la Asociación Nacional de Evangélicos y una de las nueve agencias de reasentamiento de refugiados de Estados Unidos.

Mark Tooley

es el editor de

Providence: Journal of Christianity & American Foreign Policy

y presidente del Institute on Religion and Democracy.

Humphrey Peters

es primado de la Iglesia de Pakistán y obispo de la diócesis de Peshawar, que se extiende hasta Kabul.

Ryan Brasher

pasó siete años (2014-2021) como profesor de Ciencia Política en el Forman Christian College de Lahore (Pakistán).

Mark Morris

es el director de RefugeeMemphis.com y profesor de estudios teológicos urbanos en la Union University.

Mansour Borji

es director de defensa de Article 18, una organización que apoya a los cristianos perseguidos en Irán.

Josh Manley

es el pastor principal de la iglesia de Ras Al Khaimah, en los Emiratos Árabes Unidos, que ha establecido relaciones con pastores afganos.

Fouad Masri

es presidente y director general de Crescent Project y pastor libanés estadounidense.

Hurunnessa Fariad

es un musulmán afgano-estadounidense y director de extensión de Multi-Faith Neighbours Network [Red the Vecinos Multirreligiosos] que establece relaciones entre las comunidades religiosas para reducir las sospechas o el antagonismo.

Otro colaborador es un veterano líder de misiones del sudeste asiático, que pidió el anonimato porque sigue activo en la región afectada.

Una última colaboradora es una afgana residente en Estados Unidos, casada con un pastor afgano, que solicitó el anonimato debido a sus conexiones personales en Afganistán.

Vaya a estos enlaces para navegar por las siguientes preguntas:

¿Qué es lo que más lamenta de la retirada estadounidense y de la toma de posesión de los talibanes?

La esposa del pastor afgano: Sucedió muy rápido y nadie estaba preparado. Se dijo que la fecha sería en septiembre, pero se fueron antes de lo que esperábamos. Mi hermana soltera no pudo escapar.

Hurunnessa Fariad: Lo que más lamento es, en primer lugar, que una nación llena de gente resistente y tenaz va a seguir sufriendo. Más de cuarenta años de derramamiento de sangre y miedo es demasiado y no debería ocurrir en la sociedad actual. Afganistán ha vuelto a la edad oscura, literalmente de la noche a la mañana.

En segundo lugar, lo cobarde que fue el presidente Ghani al abandonar su responsabilidad de servir al pueblo de Afganistán. Vendió y abandonó Afganistán a merced de los lobos. En tercer lugar, el hecho de que la retirada estadounidense fue tan mal planificada y ejecutada. El pánico y el descontrol que se produjeron en el aeropuerto de Kabul podrían haberse evitado. ¿Qué ocurre con los más de 80 000 solicitantes de visados especiales de inmigrante a los que el gobierno estadounidense prometió protección y que, sin embargo, están atrapados en Kabul, temiendo por su vida mientras los talibanes pasan revista?

En cuarto lugar, la violencia y el control que se ejercerá sobre las mujeres de Afganistán. La idea de que se las obligue a llevar de nuevo el burka, que no se les permita salir de sus casas sin un escolta legal, que no se les permita estudiar ni trabajar, y que se les obligue a casarse con miembros talibanes, me hace hervir la sangre y me hace sangrar el corazón por mi pueblo.

Paul Miller: No sé por dónde empezar. Lamento las vidas perdidas, las libertades perdidas, la injusticia rampante, la victoria de la tiranía y el terror. Los malos han ganado. Vivimos en un mundo en el que una coalición de las naciones más ricas y poderosas de la historia se convencieron colectivamente de que eran impotentes para detener el descenso de una nación a la anarquía y la barbarie, y como eran impotentes, se contaron a sí mismos el mito consolador de que era algo inevitable, que no podían hacer nada al respecto. Lamento las mentiras que nos decimos a nosotros mismos y los mitos que tejemos para sentirnos mejor con las decisiones moralmente insensibles y cobardes que tomamos.

Jenny Yang: Me preocupan las consecuencias humanitarias de la retirada de Estados Unidos de Afganistán y la falta de planificación que ha puesto a muchos afganos vulnerables en una situación muy difícil y con opciones limitadas para los que necesitan ser evacuados. Hay muchos grupos de personas que tienen miedo de lo que significará el regreso de los talibanes al poder: los asociados con el ejército estadounidense, los cristianos y otras minorías religiosas, y las mujeres y las niñas, sobre todo las que han aprovechado la oportunidad de estudiar. Nos afligimos con ellos y pedimos que Estados Unidos y otros países presionen a los talibanes para que extiendan el mayor número posible de protecciones para ellos.

Mansour Borji: Los valores de los derechos humanos y la democracia que se conquistaron con tanto esfuerzo están siendo mancillados por la falta de visión y compromiso a largo plazo por parte de las potencias occidentales que tanto defienden estos valores en sus discursos, empoderando de esta forma a regímenes e ideologías despóticas para explotar a los países y denigrar la dignidad de sus pueblos.

Josh Manley: Aunque lamento muchas realidades sobre la toma de poder de Afganistán por parte de los talibanes, lo que más lamento es la peligrosa situación en la que esto coloca a los queridos hermanos y hermanas de la iglesia afgana. Durante algún tiempo habían conocido (relativamente hablando) un grado de estabilidad y seguridad. Lamento lo que las nuevas circunstancias podrían significar para su futuro. Lamento el miedo y la preocupación que están experimentando tan repentinamente.

Mark Tooley: Esta guerra, como todas las guerras, refleja la depravación humana. Es inevitable e ineludible. Y, sin embargo, podemos admirar el sacrificio y la valentía de todo el personal estadounidense, afgano y de varios países de la OTAN, junto con muchas ONG, que trabajaron y se sacrificaron para que Afganistán pudiera escapar de los estragos del pasado. Hubo muchos éxitos a lo largo de veinte años: vidas más largas, más salud, más educación, más libertades. Estas victorias no serán totalmente sofocadas por los talibanes. Y podemos suponer que la iglesia en Afganistán, por más pequeña que sea, ha plantado semillas cuyo fruto será cosechado por las generaciones futuras en formas que no podemos imaginar.

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¿Cómo está orando por el futuro de Afganistán?

La esposa del pastor afgano: Por la libertad de las mujeres.

Chris Seiple: Mi oración es que la iglesia de Afganistán, y el resto de Asia Central, encuentre nuevas formas de estar equipados y de servir. Espero especialmente que las iglesias de todo Afganistán y de la región, así como de Oriente Medio y África del Norte, se conviertan en lugares de atención al trauma —y, por tanto, de reconciliación interna y externa— que sirvan a toda la sociedad.

Mark Morris: Oramos por la salvación de los líderes talibanes. Oramos para que Dios proteja a los más vulnerables de las manos perversas de hombres malvados. Oramos para que el evangelio avance y Cristo refine su iglesia en Afganistán.

Mansour Borji: Que se salven las vidas de las personas, especialmente las que tienen una fe y/o convicciones que grupos intolerantes como los talibanes consideran peligrosas y que van en contra de su dominio totalitario. Que Afganistán resurja de sus cenizas como el ave fénix, esta vez con más fortaleza y más sabiduría. La última vez que los talibanes gobernaron, el pueblo afgano se dio cuenta de la vacuidad de las promesas hechas por los revolucionarios islamistas. Una nueva generación vivirá esa experiencia otra vez.

Paul Miller: Oro por la victoria del reino de Dios, por la paz y la justicia, en este tiempo cuando no hay duda de que es humanamente imposible que esas cosas se produzcan en un futuro previsible.

Obispo Peters: Oramos para que el Espíritu Santo toque a los talibanes para que se ablanden y reconozcan los derechos humanos de todo el pueblo. El cuerpo global de Cristo debe expresar amor cristiano y compasión a los talibanes y compartir la bendición y la alegría que Dios nos ha dado. Si antes de la retirada orábamos una vez al día por Afganistán, ahora deberíamos orar diez veces.

Jenny Yang: Oro con mayor urgencia por los que están desesperados por escapar, para que Dios preserve sus vidas y les abra un camino —ya sea a través del gobierno estadounidense o de otra manera— para encontrar refugio en un lugar seguro donde se respeten plenamente sus derechos y su dignidad. Más allá de eso, oro por el florecimiento del pueblo afgano, sobre todo por los que son especialmente vulnerables, para que experimenten libertad y alegría en medio de un entorno difícil. Y oro para que la comunidad internacional siga presionando a los talibanes para que promuevan los derechos y las libertades de las mujeres y los niños, de las minorías religiosas y étnicas, y de otras personas que a menudo no están de acuerdo y pueden sufrir bajo su gobierno.

Hurunnessa Fariad: Oro para que los niños afganos nunca tengan que irse a dormir bajo el sonido de las bombas y los disparos. Oro por una nación que prospere en todos los ámbitos de la vida —educación, negocios, turismo—, y que promueva y proteja a las mujeres y los derechos humanos de todas las etnias que componen Afganistán. Oro para que Afganistán sea reconocida como una nación de fuerza, dignidad y perseverancia, como lo era antes de la invasión soviética.

Eugene: Que el pueblo afgano comience el proceso de decidir su futuro sin que los militares de otros países estén en su país controlando y hablando de la construcción de la nación, cuando esto es lo que el pueblo de cualquier estado tiene derecho a hacer por sí mismo. Que los talibanes cumplan sus promesas: una sociedad más libre en la que se permita la participación de las mujeres en todos los aspectos de la vida, así como que las niñas y las mujeres puedan asistir a la escuela. Que los seguidores de Jesús crezcan en número y en madurez, y bendigan al país con obras y palabras transformadoras.

Fouad Masri: Oramos por la protección y la multiplicación de los creyentes que mantienen su fe en secreto. Oramos para que los afganos vean que un grupo yihadista no puede liderar legítimamente toda la diversidad del pueblo afgano. Oramos para que los afganos que se encuentran en Estados Unidos se encuentren con amigos cristianos que los reconforten.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Oro específicamente por una generación que tenga valor, resistencia y determinación para levantarse. Creo que la generación que pudo experimentar la liberación y la dignidad básica no lo olvidará. Servimos a un Dios que nos recuerda constantemente que no olvidemos, que recordemos, que reflexionemos sobre el camino que hemos recorrido. Mi mayor petición es que esta generación no olvide la fragancia de la democracia, sino que se levante con valor para derrotar al enemigo. Oro para que se produzca una intervención sobrenatural en los corazones del pueblo afgano, para que los valores y principios del reino sean plantados milagrosamente como semillas en el suelo de Afganistán, que crezcan como árboles y den frutos más allá de nuestra comprensión. Ninguna democracia se construye en veinte años. No hay nada que suceda en vano.

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¿Cómo deberían reflexionar los cristianos estadounidenses sobre esta guerra?

Ryan Brasher: Los cristianos estadounidenses deberían, en primer lugar, estar agradecidos por el periodo de apertura en la historia de Afganistán. Segundo, en lugar de ser acríticamente patrióticos, deberían ser sabios y buscar discernimiento cuando el gobierno de Estados Unidos propone operaciones militares en el extranjero que, si bien pueden estar justificadas, hay muy pocos ejemplos de intervenciones militares después de la Segunda Guerra Mundial que sean exitosas (y éticas), sobre todo en el sur global. Por último, deberían estar abiertos a aceptar refugiados de Afganistán y de otros países devastados por la guerra, e incluso recibirlos en sus propios barrios.

Chris Seiple: La formulación de la pregunta plantea otra: ¿Somos estadounidenses que resultan ser cristianos, o cristianos que resultan ser estadounidenses? En cualquier caso, hay formas seculares y eclesiásticas de reflexionar sobre la guerra, reconociendo que Dios es soberano sobre ambas y que el Espíritu Santo actúa activamente en ellas.

Desde el punto de vista «espiritual», es justo preguntarse si un cristiano debería preocuparse por estas cosas, especialmente porque la «victoria ya está ganada». Creo que la respuesta es sí, sin lugar a dudas, ya que estamos llamados a construir el reino de Dios «tanto en la tierra como en el cielo».

Pero necesitamos trabajar más en una teología de la ciudadanía, así como en una teología del compromiso y una teología del sufrimiento, todo lo cual debe influir y formar la teoría secular del cambio positivo que explique cómo la puesta en práctica de nuestras creencias sirve al bien común. Para ello, debemos ser cristianos creíbles y estadounidenses creíbles. Y para ser creíbles, debemos estar equipados con las habilidades del compromiso. Recordemos: Dios no nos necesita para cumplir su voluntad. Pero anhela que nos unamos a lo que él ya está haciendo, precisamente porque nos comprometemos con el mundo, no para cambiarlo, sino porque él nos ha cambiado a nosotros.

Mansour Borji: Los estadounidenses pagaron esta guerra con sudor y sangre. Sus impuestos fueron destinados al esfuerzo bélico y sus jóvenes cayeron en los campos de batalla. El objetivo de esta guerra era desarraigar una ideología que dio origen al 11 de septiembre, ¡y eso no es como ir de picnic! Los cristianos estadounidenses deberían pedir cuentas a sus gobiernos para que sean ejemplo de los valores por los cuales los estadounidenses quieren ser conocidos, y para que no repitan los mismos desastres de política exterior que solo envalentonan a sus enemigos.

Líder misionero asiático: Los cristianos estadounidenses no se sentirán orgullosos en absoluto (¡y no deberían!) de esta guerra, y mucho menos de la forma en que se llevó a cabo la retirada de Estados Unidos. Tendrán que ser humildes cada vez que se encuentren con cualquier persona afgana y estar preparados para dejar que el afgano hable y simplemente escuchar. No deben tratar de discutir o justificar las acciones de Estados Unidos, sino ser empáticos y mostrar amor a su prójimo afgano.

Hurunnessa Fariad: La guerra y la invasión no deberían ser la primera respuesta. Hay que buscar la diplomacia y el compromiso con los demás hasta el final. Todos somos habitantes de esta Tierra y una guerra en un lugar afectará a todos los demás. Como musulmana, puedo decir que tenemos que levantarnos y luchar por lo que es correcto y moralmente bueno, lo cual es importante también en la fe cristiana. Pero creo que, como estadounidenses, abandonamos la mayoría de nuestros principios sagrados cuando decidimos dejar Afganistán en manos de los talibanes.

Paul Miller: Se supone que la guerra justa tiene como objetivo una paz «mejor», unas condiciones duraderas de shalom, no solo para nosotros, sino también para nuestros enemigos y para aquellos en cuyo país luchamos. Deberíamos reflexionar extensamente sobre cómo nosotros, los votantes, permitimos e hicimos posible que nuestros funcionarios electos ignoraran estos requisitos de justicia a través de nuestra pasividad, negligencia y apatía. Hicimos una guerra de conveniencia, una campaña interminable de «golpear al topo» contra los terroristas sin tener en cuenta la construcción de condiciones duraderas de paz en Afganistán o para nosotros mismos, porque nos dijimos que era demasiado difícil y demasiado caro. Por supuesto, estamos siendo testigos de lo cara que es la alternativa. Y lo peor es esto: construir condiciones de paz duraderas no sería simple caridad; sería una estrategia prudente que, en última instancia, habría sido más eficaz que lo que terminamos haciendo.

Obispo Peters: Millones de pakistaníes celebran el gobierno talibán como la victoria del islam sobre el país estadounidense infiel. La minoría cristiana pakistaní (1,2 % de la población) se ha mostrado aprensiva, cuidadosa en su respuesta. Temen que los talibanes se extiendan por Pakistán.

La iglesia mundial no puede ser crítica y negativa todo el tiempo. El analfabetismo y el desempleo son elevados en esta región, y las superpotencias británica, rusa y estadounidense no han logrado establecer su dominio aquí. Dada esta volatilidad, tenemos que aceptar el gobierno de los talibanes. Esto es aún más importante si comparamos la forma en que los talibanes cometieron atrocidades y derramaron sangre en 1995, pero esta vez, al menos hasta ahora, se han comportado de forma mucho más humana, y esto puede atribuirse a los veinte años de presencia estadounidense en Afganistán.

Eugene: Soy estadounidense y suizo y he vivido entre afganos durante veinticinco años y me he relacionado con ellos durante unos cuarenta años. En cualquier guerra, y especialmente en esta, como estadounidenses tenemos que cargar con una terrible responsabilidad por no permitir que el pueblo sea libre. En primer lugar, proporcionamos suficiente munición a los afganos para derrotar a los rusos, pero no el apoyo suficiente para sustituir la cultura de la guerra por el apoyo a una sociedad civil robusta que la sustituyera y la reemplazara por algo bueno. Ahora nos encontramos en la situación de no poder decir que nos hemos comportado como un pueblo piadoso en ese país.

Ahora es imperativo que oremos para que el pueblo afgano encuentre un camino para establecer su propia sociedad civil y que demos generosamente nuestras oraciones, tiempo y energía para apoyar ese crecimiento. También que seamos humildemente audaces sobre el hecho de que somos seguidores de Jesús y que nos rompe el corazón aquello en lo que nuestro país ha contribuido a la destrucción de Afganistán. Luego, que compartamos y practiquemos el amor de Cristo y respetemos a la población de Afganistán mientras definen el futuro de su país.

Mariya Dostzadah Goodbrake: En nuestra reflexión, queremos mantenernos animados y decir las cosas cristianas correctas: «Dios prevalecerá», «este es un mundo caído», «la justicia no está en este lado de la vida» o «ya tenemos la victoria».

Sí, estos comentarios nos recuerdan que tenemos un Dios que ya ha prevalecido, pero ¿podemos afligirnos por un momento y no decir verdades cristianas? ¿Podemos quedarnos con una ira justa? ¿Podemos decir que por este momento, el mal prevaleció? ¿Podemos sentarnos en el dolor y la injusticia por un momento?

¿Por qué haríamos esto? Porque solo así podemos sentir siquiera una pizca del dolor y la agitación del pueblo afgano y de los que perdieron y se sacrificaron por la guerra. Entonces, cuando hayamos hecho esto, y entendamos el dolor, recordaremos que mañana continuaremos la lucha.

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Si desde un inicio Estados Unidos se involucró en una guerra imprudente, ¿era mejor detenerse y retirarse totalmente, como señal de arrepentimiento?

La esposa del pastor afgano: Fue una mala decisión irse tan rápido, pero al final tenían que irse. Pero no de esta manera.

Mark Morris: Respetuosamente, esa no es realmente una pregunta útil. Todos podemos especular y recalibrar el pasado, pero al final no lograremos cambiar nada. No podemos volver atrás. Sí, los habituales errores egocéntricos, culturalmente ignorantes y egoístas de la política exterior han sido repetidos por ambos partidos cuando cada uno de ellos llevaba las riendas del poder en nuestro país. Pero no espero que Estados Unidos se arrepienta. Más bien, veremos a nuestros líderes señalarse unos a otros y culpar al otro partido. Cada líder, cada partido, tendrá que rendir cuentas ante Dios por las decisiones que ha tomado, y por el daño o el bien hecho a la humanidad por esas decisiones políticas. En este momento debemos decidir cómo vamos a responder en el presente.

Ryan Brasher: Dudo un poco en hablar de «arrepentimiento» cuando se trata de la política exterior o militar de Estados Unidos. El gobierno estadounidense no es el representante de la iglesia o un organismo cristiano. Además, en 2001 no estaba claro que las cosas fueran a terminar como lo hicieron. Parece que fue acertado poner fin a la participación de Estados Unidos en Afganistán, aunque tal vez haya sido imprudente la rapidez con que se hizo.

Jenny Yang: No puedo opinar sobre la cuestión del papel militar de Estados Unidos en Afganistán, pero lo que está claro para mí y para muchos cristianos es que tenemos la obligación de prepararnos y ayudar a los que quedarán en una situación más vulnerable cuando nos vayamos. Cuando nos vayamos, deberíamos hacerlo de una forma que proteja a las personas que han arriesgado sus vidas para apoyar a los Estados Unidos. Abandonar ahora a nuestros aliados, después de haberles prometido durante décadas que les cubriríamos las espaldas, sería una mancha moral para nuestra nación, con repercusiones que durarán décadas. La forma en que dejemos Afganistán será una marca perdurable en la historia de nuestra nación.

Fouad Masri: Esta pregunta es engañosa. Creo que estamos confundiendo el papel de la iglesia y el del gobierno. El papel del gobierno es proteger el país y detener el mal contra sus ciudadanos. El papel de la iglesia es la misericordia y la justicia. Como ministro cristiano, creo que la guerra no resuelve nada. Jesús quiere que seamos pacificadores. Jesús también quiere que hablemos en favor de los más pequeños. Hay que poner fin a la matanza de mujeres hazaras, uzbekas y tayikas por parte de los talibanes. La sharia islámica es directamente opuesta a los mandamientos de Dios. Esta es una guerra ideológica y estamos luchando con las armas equivocadas.

Líder misionero asiático: Si los militares estadounidenses han entrado en una guerra imprudente, deberían haberse retirado solo cuando hubieran podido hacerlo sin causar más repercusiones y daños. Esto significa que deberían haber permanecido más tiempo para ayudar a desarrollar el país y asegurarse de que, cuando se hubieran retirado, el ejército y el gobierno afganos fueran lo suficientemente fuertes y tuvieran la infraestructura y la fuerza necesarias para resistir por sí mismos sin ningún apoyo extranjero. Eso probablemente habría llevado años, pero habría sido el costoso precio que Estados Unidos habría tenido que pagar por entrar en una guerra de forma imprudente.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Estados Unidos entró en Iraq y Afganistán como inconformista. No había vuelta atrás, sin importar la causa. La guerra no fue imprudente, sino que se calculó mal. Estados Unidos no entró en esta guerra con el único propósito de vengarse de los autores del 11 de septiembre, como declaró el presidente Biden. El presidente George W. Bush cautivó los corazones de afganos y estadounidenses con una narrativa mayor para traer dignidad, seguridad y protección al pueblo afgano. Esta justificación de la guerra era mucho más duradera y sostenible. Los soldados estadounidenses no se quedaron en Afganistán durante veinte años para vengarse de los terroristas, se quedaron para liberar los corazones de los afganos hacia una nueva esperanza. Que Biden minimice la guerra a [solo] la venganza es una bofetada a los que perdieron la vida en la guerra, y a las familias de los soldados que ahora deben preguntarse si el sacrificio fue en vano.

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¿Qué tipo de impacto a largo plazo cree que tendrá esto en el campo de las misiones en Afganistán y la región circundante?

Esposa de pastor afgano: Si hay personas débiles en su fe, algunas se apartarán o cederán ante la presión. Los medios de comunicación serán destruidos por los talibanes y esto dificultará que los creyentes puedan ser alentados por mensajes que reciban de afuera del país.

Mark Morris: Una pregunta para la que no hay una buena respuesta es: ¿Dónde están los misioneros? ¿Dónde están las organizaciones caritativas internacionales? Los afganos se sienten abandonados mientras los expatriados publican en Facebook su agradecimiento al transporte militar que los sacó del país. Los cristianos afganos han hablado hoy de lo insensible que es eso. «Celebran su huida, pero ni siquiera mencionan a los que dejaron atrás y que sufrirán». Hace falta mucha prudencia en las palabras que compartimos, porque Occidente no es bien visto ahora mismo por la naturaleza de nuestra salida. Un plan mejor que el que se llevó a cabo podría haber demostrado nuestra humanidad y preocupación de una forma más tangible.

Mansour Borji: Ayer mismo me informaron que algunos cristianos afganos están quemando literatura y otros materiales cristianos en sus casas que podrían delatarlos con los talibanes, quienes ahora buscan casa por casa para identificar a sus víctimas. Muchos de estos creyentes, desesperados por encontrar seguridad fuera de Afganistán, son el fruto de muchos años de oración, discipulado y ministerio fiel en un entorno difícil. Por supuesto, su impacto en sus comunidades todavía puede continuar, pero quizás no con la misma eficacia que antes. Además, el régimen iraní ahora se siente más seguro al no tener fuerzas estadounidenses a ambos lados de su tierra. Sienten que pueden continuar con su reino de terror que ya ha dañado a la iglesia, no solo en Irán, sino también en Iraq, Siria, Yemen y Líbano.

Paul Miller: Afganistán será un país cerrado a las misiones, como lo era antes de 2001. Es probable que el oeste y el sur de Pakistán también estén cerrados en la práctica. Las misiones serán extremadamente peligrosas y difíciles.

Eugene: Siempre ha sido un desafío ganarse el derecho a compartir el evangelio de forma integral con los afganos u otros pueblos de este entorno. Podemos hablar libremente, pero con humildad, acerca de Cristo y de su maravilloso poder transformador; pero ahora tenemos que superar una serie de enormes obstáculos a causa de nuestra intervención deslegitimadora impulsada por la tecnología y su posterior retirada precipitada.

Obispo Peters: China ha expresado interés en mantener relaciones diplomáticas con Afganistán. Así que, si la situación evoluciona en esta dirección, esperamos que las iglesias pakistaníes y chinas puedan desempeñar un papel fundamental para realizar incursiones [evangelísticas] basadas en las enseñanzas islámicas. Los musulmanes tienen un gran respeto y admiración por Jesús y María. Este es el puente para alcanzar a este pueblo.

Líder misionero asiático: Los afganos locales y las regiones circundantes no confiarán tan fácilmente en los occidentales, sobre todo en los estadounidenses, debido al sentimiento de traición por parte de Estados Unidos. Probablemente sean más receptivos o estén más abiertos a personas procedentes de países no occidentales. Es probable que China aproveche la iniciativa «Cinturón y Ruta» (BRI, por sus siglas en inglés) para establecer lazos comerciales y de negocios con Afganistán, lo cual dará oportunidades a los misioneros chinos de entrar como empresarios.

Pero a largo plazo, la difusión del evangelio tendrá que ser realizada principalmente por los creyentes afganos locales, con la ayuda de los creyentes de la diáspora, así como de los creyentes iraníes cuya lengua es cercana al persa darí. La televisión satelital y las tecnologías digitales y multimedia serán también herramientas muy importantes para ayudar a llegar al pueblo afgano, incluso a los desplazados.

Jenny Yang: Según el Center for the Study of Global Christianity [Centro para el Estudio del Cristianismo Global], menos del 3 % de los habitantes de Afganistán conoce personalmente a un cristiano; no solo que casi nadie ha escuchado el evangelio, leído la Biblia o visitado una iglesia, sino que casi nadie conoce a un cristiano. Lamentablemente, con los talibanes en el poder, no es probable que esta situación cambie para mejor.

Sin embargo, mientras nos lamentamos y nos afligimos por una situación terriblemente injusta que obliga a la gente a huir de su país, también he visto cómo Dios ha obrado a través de este tipo de movimiento de la gente para atraer a muchos hacia él, acerca de lo cual Hechos 17:26-27 muestra que es parte del propósito soberano de Dios en la historia: que los hombres y las mujeres «lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros» (NVI). Existe una oportunidad única para que los cristianos de los países vecinos reciban a los refugiados afganos, e incluso en Estados Unidos también. Si la iglesia mundial recibe a los refugiados afganos, creo que llevará a muchos de ellos a comprender y sentir el amor de Cristo.

Mark Tooley: La victoria de los talibanes es un enorme golpe contra cualquier aproximación a la tolerancia religiosa en una región que ya es de por sí muy hostil a las voces no islámicas. Habrá una mayor persecución, pero los tormentos del régimen talibán acabarán por desacreditar su marca del islam, al igual que los teócratas de Irán han creado generaciones de agnósticos y escépticos religiosos con una iglesia aún muy pequeña pero creciente en Irán.

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¿Hasta qué punto las décadas de inversión de las fuerzas estadounidenses y de los trabajadores cristianos extranjeros han merecido la pena o han sido en vano?

La esposa del pastor afgano: Ha valido la pena porque en 2001 muchos recibieron a Cristo y están practicando su fe porque escucharon el evangelio de los extranjeros.

Chris Seiple: Si tu lente es espiritual, y tu definición del éxito no es una métrica secular, sino solo la obediencia, el ministerio práctico de presencia ejercido por los seguidores de Cristo en Afganistán dará frutos de maneras que aún no podemos imaginar. Dicho esto, estos momentos siempre son buenos para que los ministerios cristianos reconsideren y reevalúen su teología del compromiso, así como su teología del sufrimiento, al reflexionar sobre cómo es la «presencia» en la actualidad. En consecuencia, también deberían revisarse los enfoques organizativos del liderazgo y la gobernanza (de la junta directiva), para asegurarse de que las estrategias de compromiso estén arraigadas en las Escrituras y en la cultura (y no necesariamente en el país de origen y sus propios enfoques culturales).

Dicho de otro modo, la iglesia siempre crece cuando se compadece de la población local, cuando sufre con ella. El Nuevo Testamento está lleno de historias de cristianos que no se quejaron de su situación, ni huyeron de ella, sino que vieron cada situación difícil como una oportunidad para compartir el amor de Cristo, de formas prácticas, sirviendo a los que no podían huir de la guerra, del hambre y de la peste. Que seamos dignos del ejemplo de nuestros antepasados espirituales.

Paul Miller: Durante veinte años no hubo ataques terroristas internacionales procedentes del sur de Asia. Esa es una victoria que no deberíamos dar por sentada. En segundo lugar, dimos a una generación de afganos el sabor de una vida mejor, un recuerdo que espero que les sirva de inspiración para trabajar por un futuro mejor. Más allá de eso, es difícil no sentir que todos nuestros esfuerzos se convirtieron en cenizas esta semana por la victoria de los talibanes, ayudados e instigados por la decisión del gobierno de Estados Unidos de abandonar a nuestros aliados, de traicionar nuestro propósito y de hacer vano el sacrificio y las dificultades de incontables miles de personas que trabajaron y sirvieron allí.

Ryan Brasher: La inversión de los trabajadores cristianos extranjeros definitivamente valió la pena. La obra de Cristo no depende de la política ni de los acontecimientos políticos, y siempre vale la pena. En cuanto a la inversión del gobierno y los militares estadounidenses, estoy seguro de que los talibanes aprecian el desarrollo masivo de las infraestructuras del país que se realizó después de que fueran expulsados. Les facilitará el gobierno, ¡para bien o para mal! Afganistán es otro ejemplo de buenas intenciones que se malogran cuando el desarrollo no está impulsado por las condiciones locales, las demandas locales, la asociación local y la propiedad local, sino por los intereses extranjeros y las demandas del ciclo de financiación a corto plazo de los donantes internacionales. Los Estados fuertes y eficaces no pueden importarse; tienen que desarrollarse a partir de las condiciones locales.

Eugene: Esto es un arma de doble filo. El trabajo de una serie de trabajadores y grupos de ONG con ideas afines durará mucho tiempo por todo lo que se ha establecido en una amplia variedad de programas que transforman la vida, como la atención oftalmológica, el desarrollo comunitario, el trabajo entre las personas y las comunidades relacionadas con las personas con discapacidad, la medicina, la agricultura, la economía y otras áreas. También es maravilloso contemplar que hay un número creciente de individuos y familias seguidoras de Jesús, tanto en el país como en la diáspora afgana, que están creciendo en su fe en Cristo. Nadie puede arrebatar estas cosas.

Fouad Masri: Siempre vale la pena cuando la gente tiene libertad para estudiar, ir a la escuela, ser creativa y escuchar las enseñanzas de Jesús. ¡Qué alegría es conocer a los creyentes afganos! ¡Qué alegría ver a Malala ir a la escuela! Siempre vale la pena sacrificarse por la libertad. Pienso en todos mis amigos afganos que han tenido oportunidades de estudiar, viajar, superarse y escuchar las buenas noticias de Jesús. Lo que se ve es una falta de pensamiento a largo plazo por parte de las naciones, de Afganistán, de Estados Unidos y de la comunidad internacional.

Líder misionero asiático: Ha habido frutos espirituales, como lo demuestra el creciente número de creyentes afganos clandestinos en los últimos años. Los creyentes que se han quedado en el país se convertirán en el núcleo de la iglesia clandestina que continuará la labor de evangelización en el futuro. Sin embargo, al ver la cantidad de dinero gastado por el gobierno de Estados Unidos, uno se pregunta cuál podría haber sido el resultado si una gran parte de los gastos se hubiera destinado al desarrollo de infraestructuras, como la construcción de más escuelas y hospitales, la creación de empresas y puestos de trabajo, y la mejora de la vida de la gente.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Las semillas de la democracia fueron plantadas en los corazones de la gente. Los trabajadores cristianos han dejado huellas en el país que no se pueden borrar. Sentirse desesperado en este momento no equivale a una derrota. La sangre de los cristianos y de los soldados caídos no puede ser lavada. Nunca se desperdicia nada… lo que no podemos entender ahora mismo todavía tiene el potencial de algo mucho mayor. ¿Valió la pena todo esto? No estoy segura, pero a lo que me aferro es a que la historia de Afganistán no ha terminado. Puede que no veamos la recuperación de la democracia en el país durante nuestra vida, lo que simplemente nos recuerda y nos hace sentir humildes por el hecho de que nuestro papel es apenas pequeño dentro de una historia mucho más grande. Hay un famoso dicho afgano que mi padre me recuerda durante este tiempo: «Dika Dika, Darya Maysha», que se traduce como «gota a gota, se hace un río». Ahora mismo, parece que este río se ha secado o se ha quedado vacío; pero gota a gota, se avanzará.

Mark Morris: Nuestros seguidores afganos de Jesús me dicen que valió la pena.

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¿Le gustaría decir algo más que no le hayamos preguntado?

La esposa del pastor afgano: Acuérdense de los cristianos afganos. Oren por ellos. Anímenlos. Los creyentes se sienten abandonados y están confundidos. Por favor, oren por nosotros.

Chris Seiple: Afganistán no es más que uno de los muchos problemas preocupantes —por ejemplo, la pandemia, la raza, nuestra política, etc.— que deberían desafiar a los cristianos sobre cómo se organizan para dar testimonio de su esperanza interior. Las organizaciones cristianas, tanto locales como globales, deberían preguntarse si su estrategia, su estructura y su personal son apropiados para los tiempos que vivimos, y si su personal ha sido equipado con lo necesario para comprometerse de una manera digna del evangelio.

Líder misionero asiático: Se pueden establecer varias similitudes o paralelismos entre, por un lado, el rápido crecimiento de la iglesia de Irán en los años ochenta y noventa después de la Revolución Islámica, y por el otro, el crecimiento de la iglesia de China en el periodo posterior a la Revolución Cultural. Sería interesante ver si Afganistán también verá un rápido crecimiento paralelo en la iglesia en los próximos diez o veinte años después de esta invasión talibana. Todos ellos tienen muchas similitudes: la existencia de un fuerte trasfondo antioccidental y anticristiano, una larga historia de sufrimiento y pobreza, regímenes gubernamentales extremadamente autoritarios y duros, un gran número de jóvenes desencantados debido a la falta de libertades sociales, y la fe menguante de la gente en su propia religión o ideología, por ejemplo, el comunismo o el islam, por nombrar algunas.

Josh Manley: En la actualidad, nuestros hermanos y hermanas afganos están escondidos. Debemos considerar el costo que están pagando por mantenerse firmes en el evangelio. Aunque la política es importante y ciertamente tiene una importancia real y su lugar apropiado, consideremos lo que debemos aprender de nuestros hermanos y hermanas en Afganistán si descubrimos que hemos puesto demasiada esperanza en la política.

¿Los cristianos estadounidenses han perdido de vista la misión de la iglesia al mirar demasiado a la política estadounidense para cumplir nuestra misión? ¿No son la actual acritud, las rupturas de la unidad y el evidente conflicto entre los cristianos estadounidenses que profesan el mismo evangelio una prueba de que tal vez lo hayamos hecho?

El acceso y la capacidad de participar en el proceso político es una gran bendición para nosotros como cristianos estadounidenses, pero ¿podríamos también aprender de nuestros hermanos y hermanas afganos que no tienen acceso al poder político? Nuestros hermanos y hermanas de allí no están en absoluto confundidos sobre cómo avanzarán en la misión de la iglesia y de quién dependen para avanzar en esa misión.

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Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel

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Consejos prácticos de Escrutopo para afrontar el presente

Lo que el demonio mayor de la obra de C. S. Lewis recomendaría en respuesta a la pandemia de COVID-19.

Christianity Today August 24, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Pedro Lastra / CDC / Unsplash / Run Studio / Getty Images

Lo que usted debe hacer es imaginar todas las cosas malas que podrían suceder. Imagine cada una de las aterradoras posibilidades mientras permanece despierto a las tres de la mañana, dejando que imagen tras imagen inunde su mente. Piense en cómo podría soportarlo si estuviera enfermo por el coronavirus, o si la COVID-19 afectara a algún ser querido.

Eso es lo que aconsejaría Escrutopo. Mucha gente busca consejos prácticos en la actualidad, y un recurso excelente es una serie de cartas «escritas por Escrutopo» y publicadas por C. S. Lewis. Por supuesto, el autor de la serie The Screwtape Letters [publicado en español como Cartas del diablo a su sobrino], que cayó en manos de Lewis en algún momento durante el implacable bombardeo de los nazis en Londres entre 1940 y 1941, no habla específicamente sobre nuestra situación. Escrutopo no dijo nada sobre el coronavirus en sus consejos a su sobrino Orugario, un demonio novato cuya tarea era tentar a un humano en particular durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, podemos aprender varias cosas del demonio mayor, y las lecciones pueden aplicarse a nuestra situación actual.

Por ejemplo, Escrutopo tiene sugerencias sobre lo que podríamos pensar cuando no podemos dormir por la noche. Le dice a Orugario que anime a la mente del humano a divagar. «Nos conviene que esté en la máxima incertidumbre, para que su mente se llene de visiones contradictorias del futuro, cada una de las cuales suscita esperanza o temor». A los humanos les encanta tener «valor». Les gusta imaginarse cómo «serían fuertes» y ejercerían control sobre el universo en numerosos futuros hipotéticos diferentes. «Déjale olvidar», escribe Escrutopo, «que, puesto que dichos futuros hipotéticos son incompatibles, no todos le pueden sobrevenir. Y déjale practicar la fortaleza y la paciencia necesarias en esas situaciones por anticipado».

Lewis, que era un cristiano bastante anticuado, trató de disuadir a la gente de escuchar este sabio consejo. «Se aconseja a los lectores que recuerden que el diablo es un mentiroso», escribió en el prefacio de Cartas del diablo a su sobrino en 1942. «No todo lo que dice Escrutopo debe asumirse como cierto, ni siquiera desde su propio punto de vista».

Lewis diría que lo que tenemos que hacer en esta situación es «aceptar con paciencia la tribulación que [nos] ha caído en suerte, el suspenso y la ansiedad actuales». Para él, la ansiedad que sentimos por nuestro futuro es nuestra cruz presente. El desafío para el cristiano es tomarla, así como Jesús tomó su cruz. Debemos reconocer nuestro miedo, pedir ayuda a Dios, y luego orar como Cristo nos enseñó: «Hágase tu voluntad». Cuando hacemos esto, algo sorprendente comienza a suceder: el poder que el miedo ejercía sobre nosotros, si bien no es eliminado, al menos disminuye, y encontramos la fuerza para seguir adelante.

Sin embargo, basta con permanecer despierto durante una o dos horas reflexionando sobre los datos de aquel artículo informativo sobre los primeros síntomas de la COVID-19 para saber que el consejo de Escrutopo es mucho más convincente. ¡No es difícil elegir entre la oración confiada y la preocupación insomne!

Enfóquese en las relaciones personales

Escrutopo ofrece más consejos. Nos aconseja que alimentemos la hostilidad interpersonal en estos tiempos, lo cual es fácil de hacer cuando nos desborda la ansiedad. En una crisis, los demás pueden convertirse en una amenaza o, al menos, en fuentes de irritación. Es lo que sentimos cuando vamos al supermercado en busca de desinfectante y papel higiénico y solo encontramos estantes vacíos. Al instante nos invade la irritación e incluso la ira hacia las personas que compraron más de lo que necesitaban. Empezamos a ver a todos los demás en la tienda a través de una lente de juicio. Aliente ese proceso, dice Escrutopo. Quéjese de que los demás son estúpidos. Busque el GIF perfecto para transmitir su desprecio. Puede que le lleve un rato encontrarlo, pero está bien. Tómese ese tiempo para embeberse en esos sentimientos hostiles.

Una vez que se sienta profundamente molesto con extraños que no conoce, puede dirigir su atención a la gente más cercana. Escrutopo recomienda cultivar «una costumbre sólidamente establecida y consistente en que se fastidien mutuamente, pinchándose todos los días».

En el caso particular tratado en Cartas del diablo a su sobrino, el demonio experimentado da consejos sobre la relación entre madre e hijo. Pero podemos adaptar fácilmente el consejo a nuestras circunstancias particulares: ¡funciona entre cónyuges, compañeros de cuarto o hermanos, igual que entre padre e hijo! Quienquiera que sea esa persona con quien tenga que convivir, fíjese en su comportamiento más irritante. Piense en por qué hace esas cosas. Recuérdese con frecuencia que usted nunca haría esas cosas y especule sobre las posibles motivaciones de la otra persona.

Es especialmente importante en este punto limitar su imaginación para evitar alimentar la compasión. No piense, bajo ninguna circunstancia, en los miedos e inseguridades que pueden haber llevado a la otra persona a este momento. Si lo hace, podría vislumbrar a la persona real en medio de su propia lucha, y entonces perdería la oportunidad de despreciarlos adecuadamente.

La importancia de mantenerse ocupado

Otro consejo en esta época de cuarentena: Escrutopo nos exhorta a evitar los simples placeres y bellezas que nos rodean. Está bien pensar en la belleza como una abstracción, por supuesto. Lo que no debe hacer es salir a pasear y empezar a decirse a sí mismo cosas estúpidas como «eso es un pájaro» cuando ve un pájaro, o «esa es la brisa» cuando sopla el viento.

El problema son las ráfagas sensoriales de placer que nos distraen de nuestro plato lleno de ansiedades. Lewis defendía la vieja y aburrida noción tradicionalista de que el propósito de la vida humana es glorificar a Dios y disfrutar de él para siempre. Pensaba que los humanos tienen la capacidad distintiva de percibir esa gloria a través del regalo de la retina y el paladar. Los pequeños e intrascendentes placeres se convierten en adoración si son percibidos en el momento en que se producen.

«Experimentar la menuda teofanía es, en sí misma, adorar», escribió en otro libro, Letters to Malcolm [publicado en español como Si Dios no escuchase: Cartas a Malcolm]. «Estamos siendo tocados por el dedo de una mano derecha en la que hay placeres por siempre jamás».

Qué tontería. Escrutopo nos enseña una forma útil de cómo evitar esto: manteniéndonos ocupados. Esto puede ser difícil, por supuesto, en una época en la que las tiendas están cerradas, los eventos son cancelados y la gente se ve obligada a quedarse en casa y pasar tiempo a solas o con sus familias, pero con un poco de esfuerzo todavía es posible. Hay un montón de videos que ver, estados en las redes sociales que actualizar y diversas formas de entretenimiento a las que unirse. Todo lo que tenga ruido es bueno, ya que el ruido «nos defiende de dudas tontas, de escrúpulos desesperantes y de deseos imposibles».

La preocupación también demanda mucha atención, al igual que la ambición. Piense en cómo puede anticiparse a los tiempos, ya que todo está en constante cambio en esta situación actual, y elabore una estrategia para lograr sus futuros éxitos.

Los detalles precisos de su preocupación no son importantes, según Escrutopo. Si el tiempo pasa y no se da cuenta, significa que lo está haciendo bien.

Finalmente, Escrutopo querría que ignoráramos cualquier conciencia dolorosa de nuestro estado precario como humanos que existen en el tiempo. Normalmente, no es algo que nos cueste hacer. Pero en momentos como estos, cuando nuestras vidas se ven alteradas por un virus, existe un riesgo real de que nos enfrentemos a nuestra mortalidad, a nuestras limitaciones y a nuestra falta de control. Pero eso puede evitarse.

Una buena idea, en este caso, es recurrir a cuestiones técnicas. Escrutopo escribe que el mejor método es concentrarse en las formas en que «la Tierra puede ser convertida en el Cielo en alguna fecha futura por la política o la eugenesia o la ‘ciencia’ o la psicología o cualquier cosa». La ciencia es complicada, porque puede hacer que uno empiece a imaginar que no sabe algunas cosas, y a pensar en las grandes extensiones de tiempo y espacio que están más allá de la comprensión humana. Pero mientras se centre en la parte que le da una sensación de dominio, probablemente estará bien.

La idea es evitar la exposición a pensamientos de peligro. Cuando hay una guerra, como cuando Escrutopo escribía, o una pandemia, como en nuestro presente, puede ser muy difícil porque «ni siquiera un humano puede creer que va a vivir para siempre».

El problema con ese pensamiento inquietante es que puede despertar pensamientos de lo que hay más allá de esta vida, y suscitar un «apetito del Cielo». Ese apetito es terriblemente incómodo para aquellos lo suficientemente desafortunados como para adquirirlo, ya que no puede satisfacerse con nada de lo que uno haga.

Según Escrutopo, el escenario ideal sería que los humanos se enfrenten a la muerte solo cuando estén rodeados de «doctores que mienten, enfermeras que mienten, amigos que mienten, tal y como les hemos enseñado, prometiendo vida a los agonizantes, estimulando la creencia de que la enfermedad excusa toda indulgencia e incluso, si nuestros trabajadores saben hacer su tarea, omitiendo toda alusión a un sacerdote, no sea que revelase al enfermo su verdadero estado».

No hay tiempo como el presente

Como bien saben los cristianos, solo en el presente tenemos la libertad de actuar: de obedecer la «presente voz de la conciencia», tomar «la cruz presente», recibir «la gracia presente» o dar gracias «por el placer presente». Lewis añadiría que solo en el presente podemos recordar el pasado, cuando Dios fue fiel, o mirar al futuro, cuando Dios restaurará y cumplirá todas las cosas.

Afortunadamente, podemos ahorrarnos ese desorden si elegimos vivir en el pasado, y nos centramos en los remordimientos que no podemos enmendar. O mejor aún: mientras nos enfrentamos a la amenaza de esta pandemia actual, podemos obsesionarnos con el futuro, jugando interminablemente con escenarios de «qué pasaría si», en lugar de pensar en lo que está por venir «solo lo necesario para planear ahora los actos de justicia o caridad que serán probablemente [nuestro] deber mañana».

Sea lo que sea lo que depare el futuro, debemos hacer lo posible por evitar el momento en que «el tiempo coincide con la eternidad». Porque es allí, escribe Escrutopo, «y solo allí, donde residen todos los deberes, toda la gracia, todo la sabiduría y todo el placer». ¡Menos mal que tenemos un demonio mayor tan sabio para darnos consejos prácticos sobre cómo afrontar el presente!

Gary S. Selby es profesor de formación ministerial en el Seminario Cristiano Emmanuel de Milligan y autor de Pursuing an Earthly Spirituality: CS Lewis and Incarnational Faith.

Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Cómo orar por Haití después de otro terremoto letal

Líderes cristianos en Haití comparten qué es distinto entre el terremoto de 2010 y el más reciente, cuyo número de víctimas supera ya los 1900.

Un hombre camina frente a una iglesia en Les Anglais, Haití, destrozada el pasado 14 de agosto en un terremoto.

Un hombre camina frente a una iglesia en Les Anglais, Haití, destrozada el pasado 14 de agosto en un terremoto.

Christianity Today August 23, 2021
Reginald Louissaint Jr. / AFP / Getty Images

El mes pasado, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado [enlaces en inglés]. Este sábado, un terremoto de magnitud 7,2 golpeó el país caribeño, dejando al menos 2 100 muertos y miles de personas heridas y evacuadas de sus hogares.

Los grupos humanitarios cristianos están tratando de equilibrar la urgente necesidad de abastecer la zona del desastre mientras vigilan la tormenta tropical Grace, sin perder de vista la situación de Haití frente a la COVID-19 y sorteando sus graves preocupaciones por la seguridad.

World Vision ha señalado que está trabajando con la policía y el gobierno local para evitar robos y saqueos a las familias después del terremoto. La organización cristiana humanitaria, que ya contaba con suministros listos para seis mil personas, está en el proceso de movilizar personal y suministros a la zona de Los Cayos, donde se originó el terremoto, al igual que otras organizaciones como Operation Blessing y ADRA Internacional. La organización Samaritan’s Purse desplegó su avión DC-8 el domingo 15 de agosto para llevar 31 toneladas de suministros de emergencia, así como también una unidad móvil de traumatología de segundo nivel. El martes anunciaron que abrieron un hospital móvil con treinta y seis camas.

El terremoto tiene similitudes con el temblor de magnitud 7,0 que golpeó la isla en 2010 y cobró la vida de más de trescientas mil personas según el gobierno haitiano, y dejó casi el mismo número de heridos. En aquel sismo, el teólogo haitiano Dieumeme Noelliste le contó a CT en 2010 que no esperaba que la crisis pudiera causar que el pueblo abandonara su fe:

Esta no es la primera vez que nos sobreviene un desastre. Puede que sea el más brutal, pero hace dos años tuvimos cuatro huracanes devastadores y ni siquiera entonces la gente le dio la espalda a Dios. Han sufrido muchas cosas por parte de sus conciudadanos y no han dejado de aferrarse a Dios. Incluso durante la época de la esclavitud, aunque los haitianos fueron tratados con crueldad, se mostraron receptivos hacia la versión del cristianismo que los propietarios de esclavos predicaban. ¡Los esclavos incluso pedían más! Veo a la iglesia creciendo sin parar. En estas situaciones la gente suele volverse a Dios. Es su única esperanza.

Más de una década después del primer terremoto, ¿qué ha cambiado para los cristianos de Haití ahora que se enfrentan a las consecuencias de un segundo temblor devastador? En medio de tales dificultades, ¿han mantenido la fe? ¿Cómo?

CT ha pedido a líderes y misioneros haitianos que compartan lo que están viendo sobre el terreno; entre ellos se encuentran:

  • Edner Jeanty, director ejecutivo del Barnabas Christian Leadership Center
  • Lesly Jules, apologeta y autor de Objections Rejetées: L'Approche Apologétique Classique [Objeciones rechazadas: el enfoque apologético clásico]
  • Dieumeme Noelliste, profesor de ética teológica en el Seminario de Denver
  • Luker Perkins, asistente del presidente del Seminario de Teología Evangélica de Puerto Príncipe
  • Magda Victor, secretaria general de la Sociedad Bíblica de Haití.

¿Está la iglesia mejor preparada para procesar este terremoto en comparación con el anterior? ¿Qué han aprendido los líderes cristianos de Haití con respecto a la teodicea, así como el ministerio y el testimonio?

Jeanty: En términos de respuesta a la crisis, la iglesia está mejor preparada hoy, puesto que tiene el vívido recuerdo de las experiencias previas. Convoqué una reunión entre varios grupos que estuvieron involucrados en los trabajos de asistencia tras el huracán Matthew e identificamos las mejores prácticas y errores que debemos evitar. Hemos compartido este documento con varios grupos mientras consideramos las intervenciones para esta nueva crisis.

En cuanto a la teodicea, probablemente haya menos personas que digan que esto es un juicio divino provocado por un supuesto pacto con Satanás realizado por nuestros antepasados. Puede que esto sea por presión de la sociedad o porque ya no estamos convencidos de que haya una explicación simplista para el mal en nuestra sociedad. Afortunadamente, la gente sigue clamando a Dios y cree que, a pesar de los desastres naturales, Él sigue siendo un Dios bueno.

Sobre el ministerio y el testimonio, una de las lecciones que aprendimos del terremoto anterior y del confinamiento por la COVID es que el ministerio de la iglesia no se restringe a las cuatro paredes del edificio de la iglesia. Por ejemplo, el ministerio se puede hacer en línea y las reuniones pueden ser estratégicas en los hogares. Por desgracia, en su mayoría las iglesias continúan haciendo el ministerio a la vieja usanza, alcanzando a las mismas personas, usando los mismos métodos y cegados ante las mismas oportunidades y desafíos. Sin embargo, los líderes cristianos tienen la gran aspiración de obtener posiciones políticas nacionales. Pero es necesario que haya una enseñanza generalizada sobre el compromiso cívico para que la comunidad evangélica no siga siendo ingenua acerca de la realidad de la política.

En menor grado, hay nuevas iniciativas para promover el desarrollo económico. En nuestro tiempo, el nivel de pobreza entre el movimiento cristiano de Haití es una importante limitación del testimonio de la iglesia, aunque la comunidad cristiana tiene la oportunidad de aprovechar la confianza de los hermanos y hermanas en la fe, los valores cristianos que compartimos, la guía del Espíritu Santo, el espíritu emprendedor haitiano y el número de líderes que están disponibles para consejería. Creo que trabajar y hacer negocios con una ética cristiana es el camino sostenible hacia un discipulado dinámico y hacia una vida más abundante en este país.

Jules: Por desgracia, desde el terremoto anterior no se ha cumplido con los códigos de construcción por parte del gobierno haitiano. Las iglesias no han enfatizado la necesidad de usar la sabiduría cuando se trata de la edificación. No se ha percibido de manera literal la parábola del necio que construyó su casa sobre la arena en relación con un terremoto.

La teodicea no ha evolucionado mucho. Muchos cristianos aún creen que los desastres naturales son un castigo de Dios, que está enojado debido a nuestros pecados. En este contexto, no nos debería sorprender que los desastres naturales sigan cobrando vidas en Haití. La idea de cuidar de la creación como un mandato de parte de Dios debería enseñarse y aplicarse si queremos afrontar de manera eficaz los desastres naturales.

Noelliste: En términos generales, la iglesia haitiana debería ser más consciente de su responsabilidad ahora que hace once años. Después del terremoto de 2010, varios líderes importantes de diferentes iglesias se unieron y formaron una organización que tenía como tarea movilizar y preparar a la iglesia haitiana para el ejercicio de su rol profético en la sociedad. El movimiento produjo una serie de reflexiones teológicas sobre valores clave que se consideran esenciales para conseguir una calidad de vida en cualquier sociedad: integridad, justicia, buen gobierno y cuidado medioambiental. Se llevaron a cabo seminarios y simposios por todo el país para difundir los descubrimientos de estos estudios. Incluso se desarrollaron materiales de predicación sobre estos temas para abastecer los púlpitos haitianos en un esfuerzo por hacer que la predicación fuera más pertinente al contexto del país.

El propósito de ese esfuerzo era mostrar que la tarea de construir una nación decente no solo le pertenece a Dios. Las personas en general —y el pueblo de Dios en particular— desempeñan un importante papel en todo esto. En ese proyecto, el carácter moral es un recurso que resulta irreemplazable. Si un pueblo no está preparado y dispuesto a hacer esta contribución, no se puede hacer responsable a Dios de las calamidades que le suceden.

Perkins: Después del terremoto de 2010, nuestro seminario observó un aumento de nuevos solicitantes. La gente que venía al seminario decía: «Dios tuvo la bondad de perdonarme, así que quiero prepararme para servirle mejor».

Victor: Ambos terremotos —el que golpeó Haití en 2010 y el que ocurrió hace tres días— nos tomaron a todos por sorpresa, pero por diferentes razones. El terremoto del 12 de enero de 2010 nos sorprendió porque los haitianos nos habíamos desacostumbrado a la idea de los terremotos. Antes de 2010, el mayor terremoto que había golpeado Haití databa de 1842. La gente había olvidado cómo es un terremoto. Tan solo eso provocó que muchos fallecieran en el terremoto de 2010.

El reciente terremoto nos sorprendió de un modo diferente: nadie esperaba que el país volviera a ser golpeado en tan breve espacio de tiempo. En un momento en que la nación se está recuperando de sus heridas —heridas infligidas por la emergencia de la variante delta de la COVID-19, por la inestabilidad política que ha permeado en la nación por el reciente asesinato del presidente Jovenel Moïse y por toda clase de disturbios políticos y sociales—, ¡que ocurriera otro terremoto devastador once años después del de 2010 era lo último que esperábamos que ocurriera en Haití!

Pero los haitianos somos muy resilientes. A pesar de todo lo que nos ha ocurrido, el haitiano promedio sigue firme en su creencia de que «Bondye bon» («Dios es bueno»). Eso hace relativamente fácil que la iglesia siga firme en el hecho de que Dios es perfectamente bueno, poderoso y omnisciente, aunque al mismo tiempo permite el mal y el sufrimiento en el mundo.

Pero la iglesia es consciente de la verdad de este dicho: «A la gente no le importa cuánto sabes hasta que demuestras cuánto te importa». De ahí el énfasis que pone la iglesia en ministrar al pueblo haitiano en medio de los desastres más extremos que han golpeado el país. Incluso aquellos que han sido más hostiles hacia la iglesia reconocen su impacto positivo en la sociedad haitiana, especialmente en tiempos de catástrofe nacional.

¿De qué manera las respuestas son diferentes para la iglesia y la sociedad cuando el desastre es natural frente a un desastre provocado por la acción humana?

Jeanty: En un desastre natural:

  • No hay nadie a quien culpar
  • No hay discriminación entre las víctimas
  • La solución es la ayuda humanitaria y la reconstrucción
  • Se llama a que otros muestren compasión
  • Hay un interés global por ayudar
  • La política no es la preocupación principal

En un desastre provocado por la acción humana:

  • La culpa se va pasando entre diferentes grupos
  • Normalmente, las víctimas son seleccionadas intencionalmente
  • La solución incluye una intervención social (negociación, etc.)
  • Se exige justicia
  • Los intereses extranjeros por ayudar son limitados
  • Los intereses políticos están en juego

Jules: La sociedad haitiana es animista. Sea cual sea la situación que enfrentemos, la responsabilidad se le atribuye a Dios o al diablo. Cualquier cosa buena que ocurra es obra de Dios. Cualquier cosa mala que suceda es consecuencia del diablo. Con una mentalidad así es difícil concebir la responsabilidad humana o el papel de la iglesia cuando se trata de abordar el mal moral y la maldad natural en la sociedad.

Por lo tanto, para algunos ha sido difícil comprender que no ha sido el terremoto el que ha matado a las personas, sino más bien nuestra negación a cumplir con los códigos de construcción. En general, la gente entiende que Dios tiene un plan para Haití. A su debido tiempo, Él hará que Haití vuelva a ser llamada la perla del Caribe como antes. Ya sea que Dios tenga un plan para Haití o no, eso no nos exime de nuestra responsabilidad como administradores.

Noelliste: Tanto los desastres naturales como los morales causan dolor y sufrimiento a las personas. Ambos hacen que nos lamentemos. En el caso de Haití, ambos provocan que exclamemos: «¡Hasta cuándo, Señor! ¡Hasta cuándo!». Pero, más allá del lamento, cuando el desastre nos golpea, nuestra mente regresa a la pregunta: «¿Por qué?». Nuestra tendencia es localizar la causa del desastre moral en los humanos, y recurrir al misterio cuando se trata de encontrar una explicación para los desastres naturales. A veces los llamamos «actos de Dios».

En una reflexión más profunda, he llegado a creer que una gran parte de los desastres naturales también pueden atribuirse a nosotros. Hay varias razones que respaldan esta posición. Por ejemplo, la caída tuvo un efecto adverso en la creación. La tierra fue maldita como consecuencia de ello, y hasta hoy la creación está en un estado de frustración, esperando el momento de su liberación. Pero la caída fue un problema humano, no un error natural. Más que eso, ahora se sabe que nuestra conducta está teniendo un efecto nocivo en la creación. Nuestro uso, o mal uso, de la tierra la está afectando de forma negativa. Eso también es nuestra culpa. Por último, los efectos de los desastres naturales como los terremotos y los huracanes dependen del modo en que gestionamos el medioambiente. Los efectos de los terremotos y huracanes que han golpeado Haití serían mucho menos graves y desastrosos si el paisaje haitiano no fuera tan frágil. Los mismos desastres ocurren en otros países y provocan mucho menos daño, menos destrucción y menos pérdida de vidas.

Perkins: Los últimos tres años han sido especialmente complicados porque es difícil saber quién o qué es la causa. ¿Es el gobierno, la oposición, los oligarcas, o alguna combinación de estos? Si le preguntas a diez personas, tendrás diez opiniones diferentes. Pero con un sismo, o un huracán, el enemigo es fácil de identificar y no puedes hacer nada al respecto. Así que la gente se junta y trabaja para ayudarse mutuamente. Para la iglesia, la respuesta es la misma en cualquier caso: mantener la mirada en Jesús y amar al prójimo.

Victor: Los desastres naturales son repentinos. El alcance de la devastación que provocan es sobrecogedor e impresionante. Sin embargo, suelen unir a las personas y sacar lo mejor de nosotros. Los videos que nos llegan de los lugares golpeados por el terremoto nos hicieron llorar y nos trajeron consuelo cuando vimos el esfuerzo que hizo la población para rescatar a los que estaban atrapados bajo los escombros nada más que con sus manos. Y estos no son necesariamente miembros de su familia o amigos, sino, en muchos casos, vecinos y extraños que se sintieron obligados a salvar a otros. Estas muestras espontáneas de compasión y heroísmo traen consuelo y esperanza a los corazones.

Es más difícil lidiar con los desastres provocados por la acción humana. En esta categoría hay asesinatos, masacres, violencia social y política, golpes de estado y otras calamidades provocadas en una nación por enemigos extranjeros o internos. Haití sufre de ambas clases de desastres. Nuestra historia está repleta de caos político, de violencia (masacres, asesinatos, matanzas sin sentido, etc.) lejos de toda esperanza de que los culpables sean llevados a la justicia. Gran parte de la población se siente traicionada y abandonada por los «amigos de Haití» de la comunidad internacional que apoyan a los líderes políticos que solamente perpetúan el sufrimiento del pueblo haitiano.

¿Cómo debería orar la iglesia global por ustedes en Haití en este tiempo?

Jeanty: Por favor, oren por:

  • Un transporte seguro de la ayuda humanitaria y una distribución equitativa de los recursos para todas las víctimas.
  • Un testimonio poderoso de la compasión cristiana durante la crisis.
  • Que lleguen contribuciones generosas de manera oportuna para reconstruir, incluyendo las iglesias dañadas.
  • Que se limite la codicia y el mal uso de los fondos y de los suministros de emergencia.
  • Que las autoridades locales tengan visión y voluntad política para buscar primeramente el bienestar de la población.
  • Un tiempo de paz y estabilidad política. Que se logren negociaciones significativas entre los grupos políticos y la sociedad civil para que la nación pueda salir adelante tras el asesinato del presidente.
  • Que ciudadanos creíbles y experimentados de dentro del país y de la diáspora se levanten y ganen visibilidad como potenciales líderes políticos para la nación.
  • Protección de la temporada de tormentas tropicales y huracanes.

Por favor, den gracias por:

  • Las vidas que se salvaron porque el terremoto sucedió durante el día.
  • Las redes de comunicación, que no se cayeron y fue posible llegar al mundo exterior rápidamente.
  • Las grandes organizaciones cristianas como Compassion, World Vision, Mission Aviation Fellowship (MAF, por sus siglas en inglés), la Federación de Iglesias Protestantes y la Alianza de Iglesias Evangélicas de Haití.

Noelliste: Este desastre no podría haber golpeado a Haití en un momento más crítico. El asesinato del presidente Jovenel Moïse creó un vacío en el liderazgo que el país está luchando por llenar. El vacío se hace más difícil por el hecho de que el país está enfrentando una crisis constitucional real. Nadie, ni siquiera el presidente interino, tiene un mandato constitucional sancionado para asumir el poder y ejercer autoridad. Nadie satisface los términos de la cláusula establecida en la constitución actual para asumir el poder.

Una petición urgente de oración es que se pueda avanzar en la búsqueda de una salida de la crisis constitucional. El país necesita desesperadamente un liderazgo que sea legítimo y que tenga autoridad. Se ha establecido una comisión que consiste en personas que provienen de la sociedad civil, de la iglesia y de los partidos políticos para encontrar un modo de salir del atolladero, pero no parecen capaces de llegar a un acuerdo sobre el enfoque que se debe tomar para realizar la tarea que se les ha asignado.

Además del vacío de liderazgo, el país se ha enfrentado a serios problemas de seguridad. En diferentes partes de Puerto Príncipe las bandas gobiernan sin oposición. La principal arteria de la ciudad de Puerto Príncipe, la ruta nacional núm. 2, que atraviesa la ciudad y conecta la parte sur del país con la norte, se ha vuelto intransitable debido a la violencia por las bandas enemigas. La ley y el orden se han derrumbado. La gente no puede ir a trabajar debido al miedo a perder la vida. Las grandes instituciones se han reubicado en áreas más seguras, dejando abandonados los espacios que ocuparon durante años. Hace poco, a una mujer embarazada que intentaba atravesar esta peligrosa autopista la asesinaron a disparos ¡con el bebé en su vientre! Se necesita oración urgente para volver a un mínimo de seguridad y que la gente pueda continuar con sus vidas.

Después del asesinato de Moïse, un importante experto en derecho constitucional de Haití escribió un artículo analizando la situación en la que se encontraba el país. Él llegó a la conclusión de que no había una solución constitucional. En cambio, sugirió que la única solución es moral. Con eso se refería a que la única manera de salir de esta crisis es que haya una entidad con suficiente autoridad y calidad moral como para levantarse y liderar en este momento tan crítico de la historia del país. Ese es un papel que la iglesia debería ejercer. Pero, desgraciadamente, es dudoso que la iglesia tenga el peso moral y la credibilidad necesarios para proveer un servicio tan vital. La iglesia parece estar escondiéndose. Una de las tres personas implicadas en el asesinato del presidente es un pastor que ha sido encarcelado por participar, supuestamente, en este acto deleznable.

Por favor, oren por la fortaleza del testimonio de la iglesia haitiana. El país tiene una necesidad urgente de una iglesia que cumpla el papel de ser la sal y la luz.

Perkins: Hay una preocupación real acerca de brindar la ayuda necesaria para las áreas afectadas. La única carretera que conecta esa área con el resto del país requiere pasar por Martissant, una pequeña área al oeste de la capital, Puerto Príncipe, que ha permanecido bajo el control de las bandas durante meses. [Nota del editor: a la luz de esta violencia, la ONU y el gobierno haitiano han hecho un llamado para el establecimiento de un «corredor humanitario»]. Hace pocos días esas bandas abrieron fuego contra vehículos que intentaban pasar. Esa misma banda, por cierto, tomó el control del campus de nuestro seminario a finales del año pasado.

Oren para que Dios despeje un pasaje a través de todo esto para que la ayuda pueda fluir libremente. Una organización asociada, Missionary Flights International, está enviando un avión desde Florida esta semana para ayudar a la organización MAF y proveer un «puente aéreo» que lleve ayuda a esta zona. Esto ayudará, pero eventualmente esa carretera tendrá que ser despejada.

Además, los haitianos están exhaustos. Desde julio de 2018 el país ha experimentado la mayor agitación política de su generación. En diferentes momentos la gente ha tenido miedo de dejar sus hogares por miedo a ser capturados en disturbios o a ser secuestrados. La gente ya estaba agotada en ese entonces, y ahora hay que añadir el trauma del desastre natural.

Victor: Nuestra nación tiene una necesidad urgente de oración en este momento decisivo de su existencia. Necesitamos justicia, paz y unidad nacional sin las cuales no se puede conseguir nada: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie» (Mateo 12:25). Por favor, oren para que esos tres elementos se cumplan en la vida de nuestra nación.

Oren también para que nuestra nación se arrepienta y Dios pueda así cumplir su promesa de Segunda de Crónicas 7:14 de «restaurar nuestra tierra» de todos sus males. Oren por las víctimas del terremoto. Oren para que Dios nos continúe mostrando su misericordia y compasión. Porque sin el gran amor del Señor, ya habríamos sido consumidos. A pesar de todas las calamidades que han sucedido en nuestra nación, podemos decir: «El Señor no ha dejado de ayudarnos; su compasión jamás se agota» (1 Samuel 7:12; Lamentaciones 3:22).

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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La meditación bíblica promete algo mejor que la meditación Zen

Los cristianos no necesitan el misticismo o el vacío silencioso para la iluminación que viene a través de la repetición.

Christianity Today August 23, 2021
Jurica Koletic / Unsplash / Edits by Rick Szuecs

Cuando piensa en la práctica de la meditación, ¿qué imagen le viene a la mente? Al igual que muchos, es posible que se imagine la caricatura de alguien sentado en la posición de loto, con los ojos cerrados y las manos extendidas, murmurando una serie constante de sonidos «om».

Es una caricatura con la que muchos cristianos no se identifican o incluso la rechazan abiertamente. El sentimiento predominante es que la meditación es para místicos y yoguis, no para los hijos de Dios.

Pero la meditación es, de hecho, una disciplina cristiana. No solo eso, sino que es una disciplina que debería caracterizarnos. Pero antes de que se ponga los pantalones elásticos y adopte la posición de loto para su tiempo de silencio, distingamos la práctica mística de la práctica de la meditación indicada en la Biblia. ¿Cuál es el objeto de la meditación cristiana? ¿Por qué debemos practicarla? ¿Y cómo podemos hacerlo?

En el Salmo 1, se nos dice que el que es llamado bienaventurado se caracteriza por deleitarse en la ley del Señor, «y en [ella] medita día y noche» (v. 2, LBLA). Cuando el salmista habla de meditar, el objeto de su reflexión es la ley de Dios (la Torá), las promesas de Dios, las obras de Dios y los caminos de Dios. El registro de estas cosas se encuentra en los escritos sagrados que actualmente conocemos como el Antiguo Testamento. Los seguidores modernos del único Dios verdadero entienden que el objeto de nuestra meditación incluye toda la Escritura, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

Así pues, el «objeto» de nuestra meditación son las Escrituras. Pero el «por qué» también es importante, y es diferente al porqué de la meditación de los yoguis. La meditación mística es el vaciado de la mente con el propósito de cesar. A los que buscan los beneficios de este tipo de meditación se les dice que se concentren en su respiración y aquieten sus pensamientos con el propósito de aliviar el estrés, la ansiedad u otras formas de angustia o confusión mental.

Por el contrario, la meditación cristiana es el llenado de la mente con el propósito de actuar. Es un medio de aprendizaje mediante la exposición repetida a las mismas ideas. Implica estudiar, reflexionar y contemplar. A diferencia de la meditación mística, la meditación cristiana ve el entendimiento como el resultado de pensar en todo lo que es virtuoso (Filipenses 4:8, NVI). La meditación cristiana no es un fin en sí misma, sino que pretende dar el fruto de una vida correcta. En Josué 1:8, Dios le dice a Josué: «Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito».

Pero, ¿qué hay del «cómo» de la meditación cristiana? Los métodos de meditación mística a veces se introducen en la práctica cristiana: «Si leo un versículo y mantengo mi mente muy quieta y serena, el Espíritu llenará el espacio vacío con conocimiento». Aunque bien intencionado, este enfoque puede llevar a menudo a una interpretación errónea a gran escala. Tiende a omitir cualquier reflexión sobre el contexto de un pasaje, y promete en cambio un resultado inmediato a través de la aplicación o el estímulo.

Sí, las Escrituras tienen un significado claro que el Espíritu ilumina, pero también despliegan niveles de comprensión cada vez más profundos cuando hacemos de ellas el objeto frecuente de nuestra reflexión. Dicho de otro modo, la contemplación engendra iluminación. El Espíritu responde a la ocupación diligente de la mente dándole conocimiento, sabiduría y entendimiento.

La meditación cristiana se adhiere a la bien conocida máxima de que la repetición es la madre del aprendizaje. Meditamos las palabras de Dios leyendo y releyendo.

Como tenemos el privilegio de vivir en una época de acceso sin precedentes a las Escrituras, podemos hacerlo de muchas maneras. Podemos leer primero en una traducción y luego en otra. Podemos escuchar la lectura de las Escrituras a través de una aplicación. Podemos escuchar las Escrituras cantadas y aprender a cantarlas nosotros mismos. Podemos copiarlas línea por línea en un diario, orando mientras escribimos. Podemos ilustrar lo que estamos leyendo en un margen. Podemos leerlas en voz alta en un grupo comunitario o en un entorno familiar, como una forma de «[hablar] de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (Deuteronomio 6:7).

Piense. Estudie. Reflexione. Contemple. Meditar en la ley de Dios, en sus promesas, en sus obras y en sus caminos nos capacita para pensar de acuerdo con ellos. Y nos impulsa a actuar como debemos. Puede que no prometa un estado Zen, pero promete algo aún mejor: la paz que sobrepasa el entendimiento, el fruto de una mente que se concentra en las cosas de Dios.

Jen Wilkin es autora y profesora de Biblia. Como defensora de la alfabetización bíblica, su pasión es ver a otros convertirse en seguidores de Cristo comprometidos y capaces de hablar de su fe. Puedes encontrarla en JenWilkin.net y en el podcast Knowing Faith.

Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Lo que los obreros cristianos quieren que sepamos sobre Afganistán

Las fuerzas estadounidenses se retiran después de 20 años, pero la historia de la asistencia cristiana va mucho más allá del conflicto militar.

Christianity Today August 19, 2021
Andrew Quilty

Nuestro número de septiembre se imprimió antes de la rápida caída del gobierno de Afganistán. La portada de este mes rinde homenaje a la historia de servicio fiel e invisible de los creyentes locales y de los obreros cristianos en Afganistán. Ahora que las tropas estadounidenses han abandonado el país y que los talibanes han tomado firmemente el control [los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés], es fácil olvidar que la iglesia ya trabajaba allí mucho antes de que comenzara la «guerra eterna» de Estados Unidos, y que seguirá trabajando allí, de la forma que sea, ahora que la guerra ha terminado.

Como muchos, Arley Loewen sabe exactamente dónde estaba cuando sucedieron los trágicos eventos del 11 de septiembre. Estaba en Islamabad, Pakistán, trabajando con refugiados afganos como educador, y tuvo que evacuar la zona por seguridad.

Pero como trabajador humanitario extranjero, también hay otras fechas en las que piensa: fechas que conmemoran otras muertes. Los que han pasado tiempo en el trabajo humanitario en Afganistán en los últimos veinte años muestran tristeza al recordar a amigos, compañeros y vecinos que murieron, tanto afganos como extranjeros.

El 27 de marzo de 2003, un ingeniero de la Cruz Roja fue ejecutado por francotiradores desconocidos.

El 2 de junio de 2004, cinco miembros del personal de Médicos Sin Fronteras fueron asesinados en la carretera entre Khair Khana y Qala-e-Naw.

El 14 de enero de 2008, un atentado contra el Hotel Serena de Kabul cobró la vida de seis personas.

El 24 de julio de 2014, dos mujeres finlandesas de la International Assistance Mission [Misión de Asistencia Internacional] fueron fusiladas y asesinadas.

El 3 de octubre de 2015, un ataque aéreo estadounidense alcanzó un hospital de Médicos Sin Fronteras y mató a 42 personas.

El 24 de noviembre de 2019, una bomba de carretera mató a un californiano del Programa de Desarrollo de la ONU e hirió a otros cinco.

Hay otras fechas oscuras, y Loewen, quien actualmente vive en Manitoba y da clases de Biblia y relaciones cristiano-musulmanas en una pequeña universidad cristiana, revisa regularmente su teléfono para ver si sus amigos en Afganistán están bien.

«Tendemos a enfocarnos solo en la historia de la violencia, y esta es muy real con los talibanes tomando un distrito tras otro», dijo Loewen. «Pero luego está la otra historia, la de la sociedad civil: me encanta esa historia».

Según un informe reciente de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, hay alrededor de 140 organizaciones caritativas no gubernamentales, muchas de ellas cristianas, que realizan labores de asistencia en Afganistán. También hay otra docena de organizaciones de la ONU. Proveen alimentos, atención médica, transferencias de dinero en efectivo, educación, así como herramientas y semillas para los agricultores. Fomentan la música, el arte, la literatura y el deporte. En medio de la guerra y el conflicto, han fomentado la comunidad y la sociedad civil.

Sobre todo, han formado profundos vínculos con el pueblo afgano.

La transformación que aporta el pueblo afgano

«Los obreros solo están ahí para la gente», dijo Patrick Krayer, que vivió y trabajó en Kabul con su mujer y sus hijos. «Solo somos facilitadores. … No somos mesías. No queremos entrar en la dinámica de poder que dice: “venimos a salvarlos”».

Krayer señaló la oftalmología como un ejemplo de cómo ayudan los obreros. A partir de la década de 1960, una organización de asistencia cristiana ayudó a crear un departamento de oftalmología en la Universidad de Kabul, en donde se capacitaron oftalmólogos afganos. Luego esos médicos formaron a otros, y hoy toda la atención oftalmológica la realizan los afganos entre sí.

«El cien por ciento de la atención oftalmológica del país salió de ese departamento», dijo.

Krayer y otros se apresuran a señalar que, aunque han proporcionado recursos y apoyo, las verdaderas transformaciones que se han producido en el país han sido producidas por los propios afganos.

«Solo los capacitamos para que hagan lo que quieren hacer por servir a su propio pueblo», dijo Krayer, que ahora enseña en la Universidad Internacional de Dallas.

Recuerda cuando llegó a Kabul en 2002 y vio un edificio tras otro bombardeado. Para el 2012, la ciudad de más de cuatro millones de habitantes había sido completamente reconstruida. También hubo otro tipo de transformaciones. Los artistas volvieron a crear. Pronto, las mujeres compitieron en atletismo y participaron en deportes de equipo, y en 2008, Afganistán tuvo su primer medallista olímpico. Se produjo una explosión de cultura popular. Afghan Star, un programa de concursos de canto que reunía a aspirantes de todo el país, se convirtió en el programa más popular de la televisión afgana.

Los afganos hicieron casi todo el trabajo de transformación, dijo Krayer. Pero no se les reconoce el mérito, y la historia de la violencia pasa por alto mucho de lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo en Afganistán.

«Fui un invitado en su país», dijo. «Me permitieron entrar en sus comunidades. Me permitieron entrar en sus casas. Son muy hospitalarios y amables. Es un privilegio increíble trabajar y vivir entre la gente».

Krayer recuerda una vez que se le pinchó una llanta en un pequeño pueblo a unas cuatro horas de Kabul. Ya había sustituido una llanta pinchada en el viaje y no tenía otra de repuesto. Un desconocido tomó la llanta, se subió a un taxi que pasaba por allí y fue a repararla.

Una calle en Kabul cerca de la casa de la familia Loewen cuando llegaron en 2003 (arriba) y reconstruida diez años después (abajo).Photos Courtesy of Arley Loewen
Una calle en Kabul cerca de la casa de la familia Loewen cuando llegaron en 2003 (arriba) y reconstruida diez años después (abajo).

La labor de ayuda no terminará con la retirada

Mientras el ejército estadounidense se retira del país, los obreros extranjeros se preparan para la cambiante realidad política de Afganistán. El presidente Joe Biden, el tercer presidente de EE.UU. que promete la retirada completa de lo que se ha conocido como la «guerra eterna» de Estados Unidos, dijo que la seguridad de la región debía ser entregada a las fuerzas afganas para el 20º aniversario de los atentados del 11 de septiembre. El presidente expresó su confianza en que los soldados afganos tienen la «capacidad de sostener el gobierno», pero también reconoció que el país tendrá que hacer frente a los «problemas internos» en curso.

Los observadores afirman que los talibanes están ganando poder en muchos distritos y que el conflicto puede convertirse en una guerra civil tras la retirada de las fuerzas estadounidenses.

Los trabajadores humanitarios cristianos, que han visto un aumento de la violencia contra los grupos humanitarios en los últimos años, están preocupados por el futuro incierto. Pero también dicen que están haciendo un trabajo que no empezó con la invasión estadounidense y que no terminará con la retirada de Estados Unidos. Están haciendo algo diferente a lo que hacen los militares.

«Queremos que la gente sepa que Dios los ama», dijo Krayer. «Y el amor tiene que ser práctico y tangible».

La asistencia proporciona estabilidad en un país y, al menos para los obreros cristianos, es explícitamente apolítica. En tiempos de transición, eso puede ser aún más importante. Krayer dijo que en la guerra civil afgana de las décadas de 1980 y 1990 hubo muchos obreros que se quedaron en la región.

En un futuro próximo, es posible que muchos obreros se marchen por motivos de seguridad. Otros encontrarán la manera de quedarse, dijo una autora y obrera que, por razones de seguridad, utiliza el seudónimo de Anna Hampton.

«Hay una historia moderna de cien años de presencia del extranjero cristiano en Afganistán», dijo Hampton. «Esta presencia volverá a ser pequeña, pero seguirá estando ahí».

El motivo, según Hampton, es sencillo: «Amamos a Jesús y amamos al pueblo afgano».

Eso no significa que no habrá peligros. En los últimos veinte años, los obreros han corrido muchos riesgos. Ellos y sus familias han tenido que tomar decisiones cuidadosas y calculadas sobre qué hacer y cuán vulnerables están dispuestos a estar.

La casa de la familia de Hampton fue asaltada una vez por hombres armados, un amigo cercano de la familia fue secuestrado y asesinado, y se vieron obligados a abandonar el país. Hampton dice que todavía sufre las consecuencias del trauma causado por el ataque a su familia. Pero el peligro es también una oportunidad para vivir su fe.

Hampton escribe ahora sobre la teología del riesgo y enseña a los futuros obreros a discernir el miedo sano y a desarrollar un valor maduro. Muchos cristianos tienen una idea de la valentía que se parece a la de un hombre solitario que muere en un campo de batalla, dijo, pero esa no es una imagen bíblica.

«Tanto Jesús como Pablo huyeron de situaciones de riesgo», dijo. «Los obreros necesitan ver dónde está Dios hablándoles, y si los está guiando a continuar moviéndose hacia una situación de mayor riesgo, o a retirarse por un tiempo». En su libro Facing Danger: A Guide Through Risk [publicado en español como Haz frente al peligro: Una guía a través del riesgo], Hampton habla de lo que para ella significó, como cristiana y madre en Afganistán, tratar de mostrar a sus hijos una imagen de cómo Jesús respondería a las necesidades de la gente y también al peligro humano.

Loewen dijo que la gente les preguntaban a él y a su esposa sobre los riesgos de llevar a sus dos hijas pequeñas a la región. Y hubo riesgos. Pero también hubo una riqueza increíble, criar una familia en esa cultura y ver a sus hijas aprender a cruzar las líneas culturales como si fuera algo normal.

«Atesoraron sus vidas en Pakistán y Afganistán», dijo. «En la escuela, nuestras hijas podían relacionarse con niños y niñas afganos como amigos».

Por supuesto, no son solo los trabajadores humanitarios y los extranjeros cristianos los que se enfrentan a las amenazas. El conflicto ha sido peligroso para muchos en Afganistán, y un pequeño pero vibrante grupo de cristianos afganos ora y alaba tras un velo protector de privacidad.

Según el Pew Research Center, menos del 0,3 % de los 34 millones de afganos pertenecen a un grupo religioso minoritario, ya sea cristiano, hindú, sij o bahaí. Pero es difícil obtener cifras exactas. La población es predominantemente musulmana suní, y la constitución establece que el islam es la religión del Estado. Las minorías pueden practicar su fe, pero no se considera culturalmente aceptable en los espacios públicos.

Muchos afganos —algunos por razones religiosas, otros por razones políticas— están sopesando actualmente si deben abandonar el país en esta época de transición. Según un reciente informe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, desde abril, cerca de mil afganos han abandonado el país cada mes. Se unirán a los millones de desplazados de sus hogares en los últimos cuarenta años.

Janice Loewen con una amiga afgana.Courtesy of Arley Loewen
Janice Loewen con una amiga afgana.

Los afganos fuera de Afganistán

Actualmente, 42 000 afganos viven en Toronto, y miles más en otras ciudades norteamericanas. En Nueva York viven 18 000 y en Los Ángeles, 12 000, según estimaciones de Global Gates.

Negin Ponce fue una de esas refugiadas, quien llegó a Nueva York en la década de 1990 y donde vivió cinco años hasta que se trasladó con sus padres a California. Estaba estudiando el bachillerato [high school] en California cuando ocurrieron los atentados del 11 de septiembre. Su primera preocupación fue por una tía que trabajaba en el World Trade Center. Solo más tarde se dio cuenta de que, por ser musulmana y por ser de Afganistán, algunos de los que la rodeaban la asociarían con los responsables y no con las víctimas de la violencia.

«Quería taparme la cabeza, que la gente no supiera de dónde venía», dijo. «Fue la acción de la gente radical y del extremismo radical, no de los musulmanes amables, pacientes y cariñosos».

Más tarde, Ponce se convirtió en seguidora de Cristo, después de tener una visión de tres cruces, de encontrar una Biblia y de visitar una iglesia. Ahora, debido a su fe y a sus propias experiencias de niña, apoya a los refugiados musulmanes en California e insta a sus compañeros cristianos a acercarse a sus vecinos musulmanes.

«Es una cultura muy cálida y cariñosa que realmente se basa en la unidad familiar», dijo. «Nos encanta nuestra comida étnica. Y nunca te atrevas a entrar en la casa de una mujer afgana que es ama de casa y a decir: “Traigo comida rápida”».

Los estadounidenses pueden atender a los afganos estando entre ellos,escuchando sus historias, enseñándoles inglés proveyendo para sus necesidades prácticas, tales como la atención médica y la ayuda para conseguir empleo, dijo Jamie Coleman, pastor de la Nexus Community Church de Dallas. La iglesia se reúne en el centro comunitario de un gran complejo de apartamentos lleno de refugiados. Calcula que unas quinientas familias de afganos viven en un radio de tres kilómetros de distancia de la iglesia.

Los miembros de la iglesia están estableciendo relaciones, están llegando a conocer a los afganos como personas.

«Tener un amigo para poder escuchar cómo están experimentando la vida aquí en contraste con cómo es la vida en Afganistán. Les encanta compartir eso», dijo. «En Afganistán, los hermanos y los padres viven juntos en grandes casas, tienen una vida comunitaria. Aquí es extremadamente diferente, con mucha presión para pagar las facturas y trabajar, trabajar, trabajar».

Las mujeres afganas que llevan la cabeza cubierta se sienten como si fueran objetivos cuando salen en público en Estados Unidos, dijo Coleman. Muchas de ellas son analfabetas y no tienen educación, no saben conducir y luchan contra el aislamiento y las barreras culturales. Los estadounidenses pueden brindarles una comunidad segura.

«Conocemos sus historias. Tomamos té con ellas», dijo. «Es muy natural y relacional. Simplemente se trata de escuchar bien».

Coleman saca un té de azafrán que le regaló un amigo afgano refugiado en Dallas. Un bonito regalo, pero más importante por su potencial.

«Hay cientos de conversaciones con afganos en este paquete de té», dice Coleman. «He ofrecido este paquete de té al Señor».

Según Loewen, hay una palabra griega para esto. Es philoxenos, o «amar al extranjero». Así es como se supone que los cristianos deben tratar a sus vecinos, y también es la clave, dijo, de la obra de asistencia extranjera.

La historia real

También es la forma en que muchos afganos lo recibieron a él y a otros obreros extranjeros: con hospitalidad. Mientras Loewen revisa su teléfono en busca de actualizaciones de sus amigos, en esta época tumultuosa, también está planeando su próximo viaje de regreso.

Se perdió la visita del año pasado debido a la pandemia de COVID-19. Tampoco sabe cuándo podrá ir la próxima vez, pero habla de los amigos que visitará, las conversaciones que tendrá, la poesía que disfrutará y la deliciosa comida que comerá.

Recuerda que aceptó una invitación para llevar a unos visitantes a la casa de un afgano en 2006. Loewen empezó a preocuparse por la presión económica que una comida copiosa podría suponer para su anfitrión.

«Le dije: “Por favor, tómatelo con calma, no te pases con la comida”», cuenta Loewen. «Me ignoró como si dijera: “No es asunto tuyo” … y luego dijo: “El estómago es tuyo; los invitados son míos”. En otras palabras, puedes comer tan poco como quieras, pero yo voy a disfrutar de los invitados».

Aquella noche partieron el pan juntos, a menudo comiendo de los mismos platos, compartiendo algunas de las mejores carnes que los visitantes habían comido jamás, junto con ravioles al estilo afgano y otras delicias que Loewen, si piensa en ellas, aún puede saborear.

Hubo muchas comidas como aquella, compartidas por muchos afganos y por muchos obreros extranjeros. También habrá muchas más.

Y esa es la historia que quieren contar los cristianos que trabajan con afganos en Estados Unidos y en Afganistán: una historia de hospitalidad y amistad.

Rebecca Hopkins es una periodista que vive en Colorado. Pasó catorce años en Indonesia y escribe sobre el trabajo internacional sin ánimo de lucro.

Traducción en español por Sofía Castillo.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Permitamos que los cubanos vengan a Estados Unidos, por tierra o por mar

La necesidad de libertad religiosa (y de otras clases) de los solicitantes de asilo es más urgente que nunca.

Christianity Today August 19, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Oliver Cole / Christopher Sardegna / Paul Ekman / Ian Schneider / Unsplash

A mediados de julio, después de que miles de cubanos en varias ciudades se manifestaran contra su gobierno en una escala que no se ha visto en el país comunista en las últimas décadas, el secretario de seguridad nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, les dijo que no acudieran a Estados Unidos en busca de refugio. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés.]

«Nunca es el momento oportuno para intentar una migración por mar», dijo en una conferencia de prensa. «Para aquellos que arriesgan sus vidas haciéndolo, no merece la pena asumir este riesgo. Voy a ser claro: si se lanzan al mar, no llegarán a los Estados Unidos». «El pasaje caribeño es peligroso, particularmente durante la época de huracanes», continuó Mayorkas, quien a su vez es inmigrante cubano. Cualquier cubano que lo intente, insistió, se arriesgará a morir por nada.

Esta política no es nueva. Tampoco es buena. Mayorkas tiene razón en el peligro del viaje, y quizá de manera práctica su consejo en contra de intentarlo es sabio. Pero, en cuanto a la política y los principios, Estados Unidos debería estar preparado para recibir a los cubanos que huyen de su país en esta dirección.

La clase de refugio seguro que Mayorkas les niega a los cubanos se llama asilo. Los solicitantes de asilo cumplen los requerimientos para ser refugiados, pero siguen un proceso distinto de admisión a los Estados Unidos. Un refugiado, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), es una persona «incapaz o reticente a regresar a su país de nacionalidad debido a la persecución, o a un miedo bien fundado a sufrir persecución por cuestión de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política». Los refugiados solicitan la entrada a los Estados Unidos fuera de las fronteras, y entonces se someten a un proceso de investigación que tarda cerca de dos años.

Los solicitantes de asilo son una categoría más pequeña. Un asilado, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), es alguien que cumple con la definición de refugiado antes referida y, o bien ya está presente en los Estados Unidos, como los atletas olímpicos que entraron con visas legales y después solicitaron asilo, o bien se encuentran en un puerto de entrada, como un aeropuerto o un paso fronterizo.

La ley estadounidense dice que los residentes extranjeros tienen derecho a pedir asilo si logran llegar al país, aun si en principio ingresan al territorio estadounidense ilegalmente: como es el caso de alguien que llega a una playa de Florida después de un viaje en bote desde Cuba. Existen unas cuantas excepciones a ese derecho. La mayoría consisten en la historia del individuo, pero una de ellas se puede aplicar en términos más generales: a los solicitantes de asilo se les puede rechazar si el fiscal general determina que se les puede enviar a un tercer país seguro con el consentimiento de ese país. Ese es el vacío legal que Mayorkas busca aplicar para los cubanos. (Él no especificó qué terceros países se podrían usar).

Sobre el papel, el asilo puede que parezca controvertido. Si alguien que huye, por ejemplo, de la persecución religiosa —que sigue dándose en Cuba, a pesar de cierta liberalización desde la caída de la Unión Soviética— y logra llegar a los Estados Unidos, ¿no se le debería dejar entrar? Después de todo, la búsqueda de la libertad religiosa es una de las razones por las que este país existe, y si podemos compartir esa bendición con personas que no pueden conseguirla en sus países de origen, sin duda estaríamos a la altura de la mayor de las aspiraciones de la nación.

El problema es que muchos inmigrantes que piden asilo al llegar a los Estados Unidos no cumplen con la definición de refugiados. No es que no hayan experimentado dificultades, sino que a menudo se les clasifica mejor como migrantes económicos que como verdaderos asilados. Es decir, no piden asilo porque crean sinceramente que están calificados para ello, sino porque sin aptitudes profesionales especiales, planes educativos o conexiones familiares en los Estados Unidos que pudieran ayudarles a conseguir una visa, el asilo es su única manera remotamente plausible de inmigrar aquí de forma legal. Es este mal uso del sistema el que ha hecho que el asilo sea una cuestión realmente polémica.

Para los que huyen de Cuba, las dificultades que han enfrentado siempre han tenido un elemento político que nuestro país debería considerar. Como dijo el presidente Joe Biden en julio pasado (pocos días después de que Mayorkas les dijera a los cubanos que se marcharan), Cuba ha sufrido «sesenta y dos años de represión bajo un régimen comunista». La Habana es un estado policial totalitario, una dictadura que no estima los derechos humanos más básicos, incluyendo la libertad religiosa. Busque en los archivos de CT sobre Cuba y encontrará relatos del mal institucionalizado de su gobierno, de las vidas transformadas tras escapar de Cuba hacia los Estados Unidos, y de los pastores detenidos, vigilados y acosados.

«Es como una guerra fría», comentó un pastor cubano con CT para un informe que se publicó en 2009. «Es un bombardeo psicológico». En las recientes protestas, la policía lanzó perros contra un pastor bautista que grabó la violencia con su celular. No se ha sabido nada de él ni de otro pastor arrestado junto con él desde que fueron llevados a prisión. No es algo inusual para este régimen. Las tácticas del gobierno contra los críticos incluyen «golpizas, denigración pública, restricciones a la posibilidad de viajar, detenciones por períodos breves, multas, acoso en línea, vigilancia y despidos de los puestos de trabajo», informa [enlace en español] Human Rights Watch.

Esta es una situación distinta a la de otras personas que piden asilo provenientes de la mayoría de los países de Latinoamérica y los países caribeños (con la excepción de Venezuela y, quizá, Nicaragua, que son los otros estados del hemisferio occidental que normalmente se encuentran junto a Cuba en la parte más baja de las clasificaciones internacionales de libertad). Las personas que provienen de México, por ejemplo, puede que estén huyendo de la pobreza extrema, de la violencia de bandas o grupos criminales y/o de la disfunción del gobierno. Pero no huyen de un régimen explícitamente comunista que apenas intenta garantizar la libertad de culto y la libertad de conciencia.

Cuba sigue siendo el país con más opresión política cerca de las fronteras de los Estados Unidos. Esa combinación de política y proximidad debería dar a los cubanos una consideración especial. Tal parece que los políticos estadounidenses, tanto de derecha como de izquierda, que condenan el brutal régimen comunista de La Habana, parecen otorgarle esa consideración. Pero cuando los cubanos intentan escapar a través de una valiente travesía hacia los Estados Unidos, donde nos gusta considerarnos la flor y nata de la libertad, muchos de esos mismos políticos los rechazan. Se trata de un doble discurso que desacredita los grandes principios que afirmamos (Mateo 5:37; Santiago 3:10).

Lo que sugiero aquí no es algo extravagante. De hecho, la admisión prioritaria de migrantes cubanos exactamente en estos términos fue la política estadounidense durante casi una mitad de siglo. Desde la década de 1960 hasta 1995, cualquier cubano que entraba en las aguas territoriales de Estados Unidos podía pedir la residencia permanente. Después, hasta principios de 2017, la política de «pies secos, pies mojados» [enlace en español] sostenía que los cubanos tenían que alcanzar el suelo estadounidense para que se les permitiera permanecer. La administración de Obama terminó con esa política, la Casa Blanca de Trump entorpeció aún más la entrada de cubanos, y la administración de Biden ha respondido a la actual agitación de Cuba sancionando a los oficiales cubanos, aunque al mismo tiempo le niega la entrada a sus víctimas.

Las políticas de inmigración son un extenso desastre en el cual muchas personas razonables pueden estar en desacuerdo incluso con buenas intenciones. Yo estoy a favor de leyes migratorias más suaves por una cuestión de libertad individual, pero comprendo y tomo con seriedad muchas de las objeciones que plantean aquellos que quieren más restricciones.

Pienso, no obstante, que Cuba es un caso relativamente simple, puesto que está muy cerca, y su gobierno es muy opresor.

Muchos cubanos, por supuesto, querrán quedarse donde están, particularmente si estas protestas resultan ser el comienzo de un cambio duradero en la vida cubana. Pero para cualquiera que quiera venir a los Estados Unidos en busca de la libertad, especialmente cuando buscan libertad religiosa, la puerta debería estar abierta.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Cuatro verdades espirituales probadas por la ciencia para desarrollar resiliencia

La situación actual de la pandemia nos lleva a hacernos preguntas difíciles. Estos consejos nos guían hacia Aquel que tiene las respuestas.

Christianity Today August 16, 2021
Vonecia Carswell / Unsplash

La pandemia de la COVID-19 no solo ha puesto a prueba la resiliencia y la fe personal de muchas personas, sino que ha llevado a muchas al límite. Una de las formas en que la investigación ha encontrado que la iglesia es una fuente poderosa de resiliencia es a través de la comunidad. Sin embargo, debido a la COVID-19, justo cuando más hemos necesitado a la comunidad, más difícil nos ha sido experimentarla. Esto no solo ha afectado la salud mental de las personas, sino también su salud espiritual. Aquí hay algunas verdades espirituales que es importante recordar, de acuerdo con las Escrituras y la ciencia, para cultivar la resiliencia a medida que continuamos navegando por la adversidad de la COVID-19.

No intente hacer esto solo

Todos necesitamos comunidad. Dios nos dio el regalo de su iglesia por una razón. De hecho, la ciencia confirma esto: en un estudio que realicé con colegas después de las inundaciones del 2015 en Carolina del Sur, descubrimos que las personas que tenían apoyo espiritual positivo tenían más probabilidades de demostrar resistencia a los desastres. Cuando tratamos de hacerlo todo por nuestra cuenta y buscamos dar la impresión de que todo está bien, nos cerramos a los dones que Dios quiere darnos a través de los demás. Cuando buscamos una comunidad espiritual, podemos experimentar la presencia, la provisión y el amor de Dios de una manera tangible. Podemos elegir entre permitir que el dolor nos aísle de los demás o nos una.

Acepte aquello sobre lo que tiene control y lo que no

En otro estudio que dirigí después del huracán Katrina, encontramos que las personas que demostraron altos niveles de «entrega espiritual» tendían a recuperarse mejor. Esto no tenía sentido para mí en ese momento; la idea de «rendirse» parecía demasiado pasiva para ser una respuesta eficaz. Pero ahora mis propias experiencias de desastre me han demostrado cuán poderosa es esta idea. Cuando realmente entendemos y aceptamos aquello sobre lo que tenemos control y lo que no, estamos demostrando una obediencia voluntaria a Dios.

Busque un significado positivo en su pérdida

Desastres como la presente pandemia nos llevan a hacernos preguntas difíciles, tales como por qué suceden cosas malas. En entrevistas con sobrevivientes de desastres, mis colegas y yo hemos descubierto que dos personas que atraviesan el mismo tipo de pérdida pueden interpretar sus experiencias de manera muy diferente. Uno puede creer que Dios lo está castigando, mientras que el otro cree que Dios lo salvó. Nuestra investigación encontró que la persona que atribuye un significado negativo probablemente tendrá más dificultades que la persona que atribuye un significado positivo a su pérdida. Encontrar significado a nuestra pérdida nos permite seguir adelante.

Confíe en que Dios puede redimir su dolor

Cuando se encuentra en medio de una situación difícil, puede parecer que nada bueno podría salir del dolor que está experimentando. Pero el fundamento de nuestra fe es la promesa de que Dios finalmente redimirá todas las cosas, y Él a menudo nos ofrece muestras de esto aquí en la tierra.

En otro estudio que hicimos con sobrevivientes de desastres, descubrimos que poder confiar en Dios en medio de las dificultades conducía a resultados espirituales positivos. Cuando estaba ayudando a sobrevivientes de violencia de género en la República Democrática del Congo, supe de un grupo de personas cuyas casas habían sido destruidas por un volcán. Regresaron al área y construyeron casas nuevas con la ceniza y la roca de lava que quedaron tras la erupción. Esta fue una imagen conmovedora de cómo Dios puede incluso usar nuestro quebrantamiento para ayudarnos a volver a juntar las piezas de nuestras vidas.

Kent Annan es director de Liderazgo Humanitario y Desastres en Wheaton College, donde dirige un programa de maestría como parte del Humanitarian Disaster Institute. Jamie Aten es el fundador y director ejecutivo del Humanitarian Disaster Institute y Blanchard Chair of Humanitarian and Disaster Leadership en Wheaton College.

Los estudiantes del programa de Maestría en Liderazgo Humanitario en Desastres de Wheaton College dedican tiempo a explorar temas de trauma y resiliencia. Para obtener más información, visite nuestro sitio web.

The Better Samaritan es parte del Blog Forum de CT. Apoya el trabajo de CT. Suscríbete y obtén un año gratis. Las opiniones del bloguero no necesariamente reflejan las de Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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¿Por qué algunas personas piensan que Jesús era racista?

Toman su conversación con la mujer sirofenicia como referencia, pero la historia muestra lo contrario de lo que afirman.

Christianity Today August 16, 2021
Wikimedia Commons / Edits by Rick Szuecs

De vez en cuando, aparece un nuevo artículo que afirma que Jesús era racista.

La afirmación se basa en la historia de Jesús sanando a la hija de una mujer sirofenicia (Mateo 15:21-28; Marcos 7:24-30). Cuando la mujer le pide a Jesús que sane a su hija endemoniada, él le responde: «No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros». La mujer responde: «pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos», y entonces Jesús elogia su fe y sana a su hija al instante. Hasta este momento, prosigue el argumento, Jesús ha sido racista al tratar a los extranjeros como «perros». Supuestamente, este encuentro señala el error de sus caminos.

Podríamos responder a este argumento en varios niveles. Teológicamente, sabemos que Jesús nunca cometió pecado (Hebreos 4:15). A nivel exegético, el encuentro con la mujer sirofenicia es similar a muchas otras historias de sanación en los Evangelios que toman la misma estructura general: una petición de sanidad, seguida de un diálogo en el que Jesús hace una pregunta decisiva («¿Crees que puedo sanarlos?», «¿Quién me ha tocado?», «¿Está permitido o no sanar en sábado?»), seguido del milagro que completa la secuencia.

Canónicamente, debemos considerar que Cristo ya había sanado a muchos gentiles (Mateo 8:5-13, 28-34), sin mencionar su conversación con una mujer samaritana, la cual escandalizó a sus discípulos (Juan 4:1-42). E históricamente, hablar de «raza» en este periodo en primer lugar es anacrónico. También es inverosímil que Mateo, quien comienza su relato con los magos gentiles adorando al Rey recién nacido y termina con una comisión de ir y hacer discípulos en todas las naciones, incluya una historia destinada a mostrar a Jesús motivado por prejuicios étnicos.

Estos son argumentos sólidos en contra de la posibilidad de considerar a Jesús como un racista. Sin embargo, en última instancia, el mejor fundamento para refutar esta opinión es contextual. Cuando consideramos el encuentro de la mujer sirofenicia dentro del relato de Mateo (y Marcos) como un todo, nos damos cuenta de que la respuesta aparentemente áspera de Jesús está revelando un aspecto crucial sobre el alcance de su misión.

Gran parte de los capítulos 13 a 16 de Mateo trata sobre el pan. Hay parábolas sobre semillas, trigo, levadura y harina (13:1-43), seguidas de Jesús proveyendo pan para cinco mil personas (14:13-21) y un debate sobre lavarse las manos para comer (15:1-20). Luego viene la historia de liberación de la hija de la mujer sirofenicia, con sus imágenes de «pan» y «migas». A partir de ahí tenemos otra historia de Jesús proveyendo pan, esta vez para cuatro mil personas (15:32-39), y otro debate sobre el pan y la «levadura» de los fariseos y saduceos (16:5-12).

Juntos, estos pasajes utilizan la comida para explorar los límites del pueblo de Dios. ¿Están los gentiles contaminados por no guardar las leyes judías sobre los alimentos? ¿Son bienvenidos a comer las «migajas» que caen de la mesa judía? Las respuestas a ambas preguntas revelan el alcance cada vez mayor de la bienvenida que Dios brinda. Lo que limpia a las personas no es la comida que entra en el hombre, sino el comportamiento que sale de él (15:11). Y los gentiles que se acercan a Cristo con fe reciben lo que desean (15:28).

Las dos historias del pan milagroso ilustran los planes de Dios para un reino multiétnico. Los cinco mil en la primera comida eran israelitas y sobraron doce cestas, una para cada tribu. Por el contrario, la alimentación de los cuatro mil, que ocurre inmediatamente después de que Jesús sanara a la hija de la mujer sirofenicia, sucede en Decápolis, que es un territorio gentil (Marcos 7:31). Aunque Israel come primero, los gentiles también se alimentan. Se provee a los «hijos», pero los «perros» también reciben pan. Esto coincide con el mensaje de Mateo en su totalidad: la misión de Cristo es primero para los judíos (Mateo 10:5-6) y luego para los gentiles (28:19).

Vale la pena mencionar otro lado de esta historia. Jesús es el segundo ejemplo en las Escrituras de un profeta que huye del rey y la reina oficiales de Israel, que se encuentra con una mujer gentil desesperada, que tiene una conversación con ella sobre la comida, y que sana a su hijo. En el caso de Elías (1 Reyes 17:7-24), la mujer da alimento al profeta. Pero el Pan de Vida es diferente: Él mismo provee la comida, y no solo para una persona (o grupo de personas), sino para miles de personas hambrientas y, en efecto, para todo el mundo.

Andrew Wilson es pastor y maestro en King's Church London y autor de God of All Things . Síguelo en Twitter @AJWTheology.

Traducido por Sergio Salazar

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel

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Theology

Philip Yancey: Seguimos viviendo con miedo, seguimos necesitando la sublime gracia

En una época de divisiones políticas, el popular autor anima a sus hermanos creyentes a «recordar por qué estamos aquí».

Christianity Today August 12, 2021
Randal Olsson / via Religion News Service

Cuando se mudó por primera vez a las Montañas Rocallosas a principios de la década de 1990, Philip Yancey, conferencista y autor de éxitos editoriales, se propuso el objetivo de escalar las 58 cimas de Colorado que superan los cuatro mil metros de altura.

Ahora, con 71 años, Yancey ha cumplido ese objetivo. Él y su esposa, Janet, siguen disfrutando el senderismo y el alpinismo. Pero su enfoque ha cambiado.

«Hemos pasado de intentar alcanzar las cumbres a disfrutar de las flores silvestres que hay en el camino», dijo Yancey. «Quizá eso sea parte del proceso de madurar».

Muchos tal vez conozcan a Yancey por su famoso libro de 1997 What’s So Amazing About Grace [publicado en español como Gracia divina vs. condena humana], una mirada a las enseñanzas cristianas sobre el perdón y sobre cómo la gracia se manifiesta en la vida de las personas. Se acaba de publicar un nuevo plan de estudio bíblico basado en el libro (con videos en inglés), con una actualización de las historias y una serie de charlas de Yancey. Una nueva autobiografía de Yancey, titulada Where the Light Fell [Donde cayó la luz], está programada para publicación en otoño de este año.

Los libros de Yancey, que incluyen Dónde está Dios cuando duele, El Jesús que nunca conocí, Una iglesia, ¿para qué?: Mi peregrinaje personal y Encuentre a Dios en lugares inesperados, han vendido millones de copias desde 1970, atrayendo a los lectores hacia sus profundas reflexiones acerca de la vida cristiana. Dichas reflexiones abarcan su largo proceso de crecimiento espiritual, tras haber crecido en una iglesia fundamentalista cerca de Atlanta que solo aceptaba la versión King James de la Biblia [para los lectores hispanohablantes sería algo similar a la versión Reina Valera más tradicional], y que a menudo veía el mundo exterior con miedo.

Casi veinticinco años después de que se publicara por primera vez Gracia divina vs. condena humana, su mensaje sigue siendo relevante, dijo Yancey.

«Todos hemos entendido que, si hay un momento para el mensaje de la gracia, ese momento es ahora», dijo. «Estamos en un país muy dividido, y la iglesia no ha sido de ayuda en todo esto».

El escritor Bob Smietana, de Religion News Service, habló recientemente con Yancey a través de Zoom. Esta entrevista se ha editado por motivos de longitud y claridad.

¿En qué piensa usted que se está equivocando ahora mismo la gente con respecto a la gracia?

En el libro utilicé el término »falta de gracia». A mí me parece que la «falta de gracia» siempre está presente de formas distintas. Cuando era pequeño, en la iglesia en la que crecí, fundamentalista, rígida, legalista y en la que todo era azufre del fuego del infierno, la falta de gracia consistía más que nada en la conducta. Teníamos todas esas reglas: no ir a piscinas mixtas, no ir a jugar a los bolos, no ir a bailar, no ir al cine… todo eso. Era una forma de ausencia de gracia con la que me encontré en la adolescencia y la infancia.

Y después cambió. Ahora tiene un cariz político, donde la falta de gracia está dirigida más bien hacia cómo tratas a la gente que no está de acuerdo contigo. Porque la política es un deporte de contrincantes. Y en cuanto te involucras, la tentación es jugar a los juegos de poder.

¿Qué piensa usted que impide que la gente crea en la gracia, y que se la ofrezca a los demás?

Sigo volviendo a la palabra «miedo». En el movimiento evangélico en el que crecí estaba el miedo al infierno, por supuesto. Y miedo al mundo. Y después, miedo a que fuera elegido un presidente católico, y a John Kennedy, y miedo a la serie Dejados atrás, miedo a los homosexuales, miedo al humanismo secular, miedo al comunismo.

Sin embargo, seguimos viviendo en esa especie de entorno basado en el miedo. Me parece que es una especie de error trágico de nuestro movimiento.

¿Qué le sorprende a usted en estos días?

A menudo me acuerdo del sentido del humor de Dios. Teníamos un comedero para pájaros en el exterior de nuestra casa y alrededor de él se desarrolló todo un ecosistema. Las leyes de la naturaleza son bastante sólidas. Se reducen a esto: los animales grandes se comen a los pequeños. Sin embargo, en nuestro comedero había dos excepciones a esta regla: una mofeta [zorrillo] y un puercoespín.

Cuando observas a estos animales, notas que son realmente hermosos, son impresionantes obras de arte. Pero también son bastante cómicos. Me encanta ese aspecto de Dios. Nunca había pensado que Dios tuviera sentido del humor, pero sin duda el mundo animal lo muestra.

Si pudiera hablar a los líderes evangélicos ahora mismo o a los feligreses que están en las bancas de la iglesia, ¿qué les diría?

Volvería al precioso discurso en el libro de Juan en los capítulos 13 al 17, que son las últimas horas de Jesús con sus discípulos. Ahí, Jesús les explica todo de nuevo. Y hasta este punto ellos aún no han demostrado nada. De hecho, han demostrado que no se puede confiar en ellos. Y entonces, ¿qué hizo él? Les lavó los pies. Y les dijo que esa debía ser su actitud con el mundo. Ustedes son siervos, no líderes. Después les dijo que se les debía conocer por su amor. Y por su unidad. Estas tres cosas.

No obstante, a menudo la iglesia parece estar más interesada en «limpiar» la sociedad, en regresar al prístino Estados Unidos de los años cincuenta. Ese es el mito que tenemos: que estamos haciendo que nuestro país vuelva a ser puro, que lo estamos limpiando.

Jesús vivió bajo el Imperio romano, Pablo vivió bajo el Imperio romano, que moralmente era muchísimo peor que cualquier cosa que esté sucediendo en los Estados Unidos. Ellos no dijeron una palabra acerca de limpiar el Imperio romano, ni una palabra. Simplemente lo ignoraron.

Entonces, ¿por qué estamos aquí? Estamos aquí para formar la clase de comunidad que hace que la gente diga: «Oh, eso era lo que Dios tenía en mente». Estamos aquí para formar asentamientos pioneros del reino de Dios, como propone N. T. Wright. Se trata de demostrarle al mundo de qué se trata todo este experimento del ser humano.

Recordemos por qué estamos aquí. Nosotros amamos a las personas, les servimos y les mostramos por qué el camino de Dios es mejor. Concentrémonos en eso en vez de intentar derribar, rechazar o denigrar a las personas de una u otra manera. Estamos aquí para traer placer a Dios, y creo que lo logramos al vivir del modo en que el Hijo de Dios nos enseñó a hacerlo mientras estaba en la tierra.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel

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Tener poliomielitis era un privilegio, no un castigo

Cómo un pasaje del evangelio de Juan transformó mi perspectiva sobre Dios y el sufrimiento.

Christianity Today August 9, 2021
Tyler Northrup

Al crecer, estaba enojada con Dios. Para mí, era desalmado o distante, si es que siquiera existía. De cualquier forma, no quería tener nada que ver con él.

Mi historia comienza en India, donde contraje polio antes de recibir la vacuna cuando era bebé. Por error, los médicos me dieron cortisona para bajar mi fiebre alta, permitiendo que el virus se extendiera por todo mi cuerpo, lo que me dejó paralizada en cuestión de días. Los médicos alentaron a mis padres a salir de la India en busca de mejor atención médica, así que nos mudamos a Inglaterra y luego a Canadá. Mi primera cirugía fue a los dos años y pasé por un total de 21 cirugías importantes durante mi niñez. No aprendí a caminar sino hasta que tenía siete años.

Lo que en aquel entonces era el Hospital Shriners para Niños Lisiados en Montreal fue para mí como un segundo hogar. Mis estancias allí se extendieron durante meses en varias ocasiones, una de las cuales se extendió por nueve meses, en los que estuve en una escayola de yeso corporal. Aproximadamente una docena de otras niñas vivían en la misma sección del hospital. Solo podíamos ver a nuestras familias los fines de semana durante las breves horas de visita.

Sin padres alrededor para guiarnos, crecimos solas, inventando nuestras propias reglas y suposiciones sobre la vida. Aprendimos a hacer lo que nos pidieran las enfermeras, todo con tal de no recibir comida fría, el último baño de esponja, o que nos dejaran de hablar. Como no había nadie que escuchara nuestras quejas, todas aprendimos a reprimir nuestros sentimientos y a hacer lo que se nos decía.

Una oportunidad a Dios

Recuerdo vívidamente a mi amiga Belva, una de las pocas chicas de la sala que podía moverse y que jugaba a las Barbies conmigo en mi cama. Un día se enfermó y permaneció así durante algunas semanas. Luego, desapareció de repente. Al día siguiente, sacaron sus cosas de su mesita de noche y rehicieron su cama. Cuando pregunté dónde estaba Belva, me dijeron con dureza que me ocupara de mis propios asuntos. Nadie volvió a mencionarla. Quizás era demasiado joven para entender lo que había sucedido, pero la pérdida me endureció por dentro.

La vida fuera del hospital era aún más dura. Los niños se burlaban de mi pronunciada cojera, imitando mi forma de caminar. Mis compañeros de clase me acosaban con frecuencia. Una vez, un grupo de niños me arrojó piedras hasta que me derribaron mientras me llamaban «lisiada». Me acostumbré a esa palabra.

En cuarto grado, finalmente hice una buena amiga. Una tarde, accidentalmente la escuché hablar con la maestra sobre mí. «¿Tengo que quedarme con Vaneetha en la excursión?» Ella susurró. «No quiero empujarla en la silla de ruedas o caminar lentamente con ella todo el día. ¿No puede alguien más ser su amigo por una vez?».

Después de eso, procuré mantener mi distancia de los demás, hasta que descubrí A Christmas Carol [Un cuento de Navidad] de Charles Dickens y noté cómo todos amaban a Tiny Tim, el pobre chico «lisiado». Cuando estaba alegre y sin quejas, la gente me elogiaba, al igual que a Tiny Tim. Muy pronto se convirtió en el nuevo rostro de mi personaje. La gente empezó a verme como una niña dulce y valiente, con excepción de mi hermana, la única persona a la que sometía a sarcasmo mordaz y comentarios despectivos. Ella sola soportó la peor parte de mi ira y amargura.

En la escuela secundaria, comencé a asistir a las reuniones de la Comunidad de Atletas Cristianos [Fellowship of Christian Athletes, FCA por sus siglas en inglés] porque todos los chicos populares estaban allí. Una amiga y yo nos sentábamos en la parte de atrás y hablábamos de los chicos. A ninguna de las dos le importaba mucho Dios. Pero un fin de semana ella se fue de retiro y cuando regresó, me dijo emocionada que Dios era real. Indiferente, le pedí que dejara de hablar de Dios.

Pero mi petición no logró mucho. Ella continuó diciéndome lo que estaba aprendiendo acerca de Dios y me preguntaba qué pensaba sobre las reuniones de la FCA. No me importaban los mensajes, apenas si prestaba atención, pero sí me preocupaba que ella se estaba volviendo más popular que yo. Y me preguntaba por qué todos hablaban de Dios como si lo conocieran. Así que una noche, mientras me dormía, simplemente dije: «Dios, si eres real, por favor muéstramelo».

A la mañana siguiente, me desperté y decidí darle una oportunidad a este Dios. Al abrir la Biblia por mi cuenta por primera vez, comencé a leer Levítico, preguntándome qué importancia podría tener ese libro para alguien.

Antes de cerrar la Biblia, le hice una pregunta a Dios: «¿Por qué? ¿Por qué me pasó esto a mí, si es que eres real y se supone que eres bueno?». Volví a abrir la Biblia al azar en Juan 9 y leí: «A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: —Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida» (vv. 1-3, NVI).

Me senté en mi cama, sorprendida. Los discípulos estaban haciendo las mismas preguntas que yo. Pero Jesús cambió el enfoque de quién tenía la culpa al propósito para el que servía, lo que significaba que la ceguera del hombre era un privilegio, no un castigo. Parecía que Dios me estaba animando a aceptar mi discapacidad como una oportunidad para que Él mostrara sus obras.

La Biblia finalmente tenía sentido, así que seguí leyendo, ansiosa por ver si había algo más que pudiera ser relevante para mí. La historia de Lázaro me intrigó, y Juan 12:43 trajo mi pecado a la luz cuando Jesús dijo que los fariseos «preferían recibir honores de los hombres más que de parte de Dios». Jesús estaba hablando de mí: la alabanza que recibía con mi acto de Tiny Tim me llenaba el alma. Todo el mundo pensaba que yo era amable y afable.

Pero Dios veía más allá de mi angelical exterior. Me sentí conocida, comprendida y amada incondicionalmente, una combinación que me consoló y a la vez me aterrorizó. Sobrecogida por la emoción y el sentimiento, me arrodillé al lado de mi cama y entregué mi vida a Cristo. Tenía 16 años.

Verdadera sanación

No le conté a mi familia sobre mi conversión porque pensé que no lo entenderían. Aunque había crecido en una familia que iba a la iglesia, nunca había hablado de mis dudas o mi enojo con Dios con nadie, así que asumí que nadie lo sabía.

Fue un momento conmovedor cuando, dos años después, mi madre me pidió que diera mi testimonio a la clase de escuela dominical que ella estaba enseñando. Mientras hablaba, las lágrimas corrían por su rostro, y luego me dijo tres cosas que nunca olvidaré. Primero, ella y mi hermana sabían que había entregado mi vida a Cristo porque yo había cambiado radicalmente. Mi hermana lo notó primero, al ver que mis bromas crueles fueron reemplazadas por amabilidad genuina.

En segundo lugar, mi madre me dijo que cuando contraje polio estaba devastada y se culpaba a sí misma. Preguntándose qué había hecho mal, encontró gran consuelo en ese mismo relato de Juan sobre el hombre ciego de nacimiento.

Y por último, recordó que durante un período de desesperación acerca de mi futuro, sintió que Dios le dijo que me sanaría a los 16 años. Había asumido que esto implicaría una curación física milagrosa, pero mi testimonio le había recordado que la verdadera sanación viene a través de conocer a Cristo.

Esa mañana cuando lo conocí, en realidad no entendí completamente todo lo que Dios me había mostrado. Pero la convicción de que Dios puede usar mi sufrimiento para su gloria me ha sostenido desde entonces. Como adulta, he soportado la pérdida de un hijo pequeño después de que un médico le retiró el medicamento que lo mantenía con vida. Mi salud ha seguido deteriorándose con síndrome pospoliomielítico, el cual podría dejarme tetrapléjica. Perdí un matrimonio de 20 años cuando mi primer esposo me dejó por otra persona.

Aunque le supliqué a Dios que me quitara estas pruebas, Él me ha dado algo inconmensurablemente mayor: el tesoro de su presencia. Con cada dolor en el corazón, Él se acerca aún más, usando mi debilidad para mostrar su fuerza.

Vaneetha Rendall Risner es una escritora que vive en Raleigh, Carolina del Norte. Es la autora de Walking Through Fire: A Memoir of Loss and Redemption.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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