History

Cómo la arqueología afirmó la importancia histórica de David

Alguna vez, la «casa de David» parecía un cuento popular. Ahora, las rocas dan testimonio de su significado histórico.

Christianity Today September 27, 2023
Ilustración por Tim Peacock

La Biblia describe a David como un hombre conforme al corazón de Dios, y como un rey que reinó durante 40 años, y estableció firmemente la «ciudad de David» y el reino israelita que le heredó a su hijo Salomón (1 Samuel 13:14; 1 Reyes 2:10-12).

Para los arqueólogos, sin embargo, el registro no es tan claro. Al observar la evidencia de las excavaciones en el Israel moderno, algunos expertos han argumentado que la Biblia exageró enormemente el significado histórico de David. Algunos han sugerido incluso que David es solo un mito, una ficción heroica y un cuento popular nacionalista.

«Obviamente, en David encontramos una figura construida sustancialmente de romance, leyenda y una buena elaboración literaria», escribió el erudito británico Philip R. Davies. El erudito danés Niels Peter Lemche afirmó que «es bastante probable» que «las historias sobre él sean tan históricas como las leyendas sobre el Rey Arturo».

Pero después de décadas de debate, hay nuevos descubrimientos que están afirmando la historicidad de David. Este creciente número de evidencias, que van desde inscripciones monumentales hasta restos de construcciones antiguas, respalda con solidez el relato bíblico.

«Ahora tenemos una imagen completamente diferente a la que teníamos hace 50 años», dijo Michael Hasel, profesor de estudios y arqueología del Cercano Oriente en la Southern Adventist University, refiriéndose a la creciente pila de evidencias arqueológicas.

El primer avance se produjo en 1993 con el descubrimiento de la estela de Tel Dan cerca de la frontera con Siria. Una inscripción en una losa, escrita por un rey arameo que celebra una victoria militar, nombra al reino derrotado como la «casa de David». La estela data de unos 140 años después de la muerte de David, lo que convierte a David en el primer personaje bíblico nombrado en el registro arqueológico y, según los estándares del campo, en una persona histórica establecida.

Parte del desafío de establecer evidencia para David fuera del recuento bíblico es que él se ubica en una línea de falla histórica.

«Está justo en el punto de transición entre el periodo en que la Biblia no tiene muchas fuentes externas para confirmar eventos y personas, y el período en el que sí tenemos fuentes», dijo Kyle Keimer, profesor adjunto en Jerusalem University College y coeditor del libro de texto The Ancient Israelite World. La estela de Tel Dan, sin embargo, colocó firmemente a David del lado para el que sí hay fuentes.

Sin embargo, unos años después del descubrimiento, estalló una feroz lucha académica en Israel sobre si David realmente tuvo un imperio. ¿Era el reino, la casa de David, una verdadera fuerza política y militar? Israel Finkelstein, un arqueólogo israelí de gran prestigio, dijo: «No, en realidad no». En un artículo emblemático, afirmó que David no era un monarca importante, sino tal vez una especie de jefe guerrero. Según Finkelstein, el reino conocido como la casa de David fue establecido más tarde, y en realidad era solo un estado vasallo de la casa de Omri en el norte de Israel.

«Alguien para quien la Biblia representa la palabra de Dios ve lo que digo con total sorpresa», dijo Finkelstein más tarde a The New Yorker. «La descripción habla de un reino glorioso, un gran imperio, autores en la corte del rey, un gran ejército, conquistas militares, y luego aparece alguien como yo y dice: “Espera un momento. No eran más que unos pueblerinos”».

Sin embargo, no fue solo la fe lo que provocó que otros eruditos objetaran el argumento de la «baja cronología» de Finkelstein. Su interpretación de las evidencias y las afirmaciones basadas en la falta de pruebas generaron muchas preguntas. También parecía estar haciendo suposiciones muy amplias sobre cómo sería un imperio en el siglo X a. C.

Un monumento conocido como la estela de Tel Dan se jacta de derrotar a «la casa de David».WikiMedia Commons
Un monumento conocido como la estela de Tel Dan se jacta de derrotar a «la casa de David».

Keimer le dijo a CT que el argumento en torno a la falta de arquitectura monumental que date del gobierno de David resultó ser una proposición tergiversada intencionalmente, la cual es fácilmente derribada al mirar lo que la Biblia realmente dice sobre el reino de David, en vez de usar ideas modernas sobre el poder político.

«El mundo antiguo tiene su propio entorno cultural», dijo Keimer. «Permitir que el texto hable por sí mismo nos pone en sintonía con los detalles políticos y sociales que hemos preservado allí».

En esa época, los monumentos eran solo una forma de expresar el poder. Los reyes también usaban la autoridad carismática y relacional, mostrando su fuerza al hacer que las personas los obedecieran. El patrimonialismo, es decir, el modelo en el que todo el poder fluye directamente del líder, no deja el mismo registro de evidencias; sin embargo, eso no significa que no sea poderoso o que no sea un imperio.

Los relatos bíblicos del rey David no enfatizan sus proyectos de construcción; resaltan más bien sus relaciones, razón por la cual su hijo Absalón montó una rebelión casi exitosa cuando buscó socavar la autoridad relacional de su padre. Absalón no erigió una estela; él «fue ganándose el cariño del pueblo» (2 Samuel 15:6).

Keimer sugiere que el reino de David podría haberse extendido desde Dan hasta Beerseba (24:2), mientras que su influencia podría haberse extendido mucho más lejos, incluso hasta Egipto o el río Éufrates, donde habría menos evidencia arqueológica de ese tipo de poder.

Erez Ben-Yosef, profesor de la Universidad de Tel Aviv, ha argumentado recientemente que existe un sesgo arquitectónico en la arqueología bíblica. Sugiere que muchas más personas de las que se pensaba anteriormente todavía vivían en tiendas de campaña hace 3000 años.

«Esta era una sociedad que no estaba construyendo grandes ciudades», dijo Dan Pioske, profesor de teología en la Universidad de St. Thomas. «Tenemos que vigilar nuestras suposiciones sobre cómo se veían las capitales o los reinos».

Los arqueólogos también han encontrado más evidencia del periodo en el que Jerusalén fue importante, incluso si no tenía la arquitectura monumental para competir con otros reinos de esa época. Pioske señala las Cartas de Amarna, una serie de comunicaciones de varias ciudades cananeas a un faraón egipcio, que describen a Jerusalén como una ciudad de cierto prestigio.

«Si sumas todas las pequeñas piezas —algo que tienes que hacer ya que Jerusalén es una ciudad habitada actualmente y no es fácil hacer arqueología allí—, en realidad es un sitio bastante impresionante», dijo. «Tenemos muchos ejemplos de la antigüedad donde un lugar pequeño tuvo una gran influencia».

Sin embargo, los arqueólogos también han encontrado algo de arquitectura monumental cerca del Monte del Templo. La difunta Eilat Mazar descubrió los cimientos de un gran edificio público, lo que corresponde claramente con el relato de un proyecto de construcción mencionado en 2 Samuel 5:17. Ella lo pudo fechar en el siglo X a. C. de forma concluyente. Mazar, quien murió en 2021, le dijo a CT que no era religiosa, pero que era una arqueóloga eficaz porque leía la Biblia como un documento histórico.

«Esta es Jerusalén, misma a la que conocemos mejor por la Biblia», dijo, «y contiene en su interior descripciones de una realidad histórica genuina».

Fuera de Jerusalén, los arqueólogos han encontrado más pruebas que apuntan al poder y la influencia de los primeros reyes israelitas. Hasel, de Southern Adventist University, excavó un sitio llamado Khirbet Qeiyafa con los arqueólogos israelíes Yosef Garfinkel y Saar Ganor. Qeiyafa domina el Valle de Elah, donde David se enfrentó a Goliat.

Los arqueólogos descubrieron fortificaciones masivas en su excavación, con muros construidos con varios cientos de miles de toneladas de piedra.

«No se trataba de alguien que estaba construyendo un corral para sus ovejas por la noche», dijo Hasel. «Esto nos da nueva información para el debate».

No hay evidencia de que dicha estructura fuera cananea o filistea, así que la mejor explicación es que fue construida por el creciente poder político israelita en las colinas de Judea.

Hasel señaló que en años anteriores, los argumentos sobre el imperio de David generalmente se basaban en excavaciones en el norte de Israel. Ahora que se están excavando más sitios en las faldas de las montañas entre las tierras altas de Judea y la costa, los arqueólogos están descubriendo artefactos cuya existencia Finkelstein había negado.

Hasel cree que los resultados de Qeiyafa y otros dos sitios donde su equipo ha trabajado han restablecido sólidamente la «alta cronología» tradicional, y constituyen un registro arqueológico de la importancia histórica de David.

Y es bueno que así sea.

«Si no tienes a David, no tienes muchas cosas», dijo Hasel. David se menciona alrededor de 1000 veces en la Biblia. Se le acredita como el autor de 73 salmos. Su historia está ligada al hecho de que Jerusalén se convirtió en la capital de Israel y en la sede del templo. Y Dios prometió al Mesías a través de la línea de David.

«Sin David, todo eso está en duda», dijo Hasel. «Es una figura muy significativa no solo para Israel sino para la historia del cristianismo y el judaísmo. Todas estas entidades remontan su identidad de vuelta a esa persona».

Los arqueólogos no han terminado aún. Es probable que encuentren más evidencia extrabíblica del reinado de David.

En 2017, la excavación de lo que parece ser una ciudadela en Tel Abel Beth Maacah, al norte de Israel, arrojó una cabeza de cerámica vidriada, una «fayenza» de dos pulgadas de alto que algunos creen que podría representar al rey David. Otros eruditos piensan que es el rey Acab o el rey Jazael de Aram-Damasco, pero no hay forma de saberlo.

La cabeza de cerámica de un rey que terminó entre las ruinas un siglo después del reinado de David.Associated Press
La cabeza de cerámica de un rey que terminó entre las ruinas un siglo después del reinado de David.

«Todo lo que podemos decir con seguridad sobre la cabeza de fayenza es que se encontró en un contexto de finales del siglo IX [a. C.] y representaba a un personaje de élite: un comandante militar, gobernador, rey, etcétera», dijo Robert Mullins, profesor de estudios bíblicos y religiosos en la Universidad Azusa Pacific, quien codirige la excavación. «Nunca descartaría a David como una posibilidad, ya que Abel también era una gran ciudad en ese momento… tal vez se originó en el siglo X [a. C.], pero alguien encontró la cabeza rota en el suelo y la guardó como recuerdo».

En 2022, un equipo de investigadores usó nuevas tecnologías para leer una estela instalada en la actual Jordania por un rey moabita más de 800 años antes del nacimiento de Cristo. La piedra había sido dañada, pero estos eruditos pudieron reconstruir la escritura con una resultado 3D. Solo tiene 34 líneas, pero en la línea 31 vieron las palabras casa de David.

La importancia política de David y la precisión del registro de las Escrituras fueron afirmadas nuevamente, en un testimonio de piedra.

Gordon Govier escribe sobre arqueología bíblica para Christianity Today, presenta el programa de radio de arqueología The Book & The Spade y es el editor de Artifax.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

El terremoto de Marruecos inspira a las iglesias marginadas a la caridad cristiana

Aunque su fe no es reconocida por el gobierno, los creyentes locales sirven a los desplazados que buscan descubrir la voluntad de Dios y encontrar refugio.

Una mujer camina entre los escombros de un edificio dañado por el terremoto en Marruecos.

Una mujer camina entre los escombros de un edificio dañado por el terremoto en Marruecos.

Christianity Today September 25, 2023
Carl Court / Getty

Cristianos locales y extranjeros se han unido a los esfuerzos de rescate y socorro tras el terremoto masivo que tuvo lugar el pasado 8 de septiembre en Marruecos.

Casi 3000 personas perdieron la vida y más de 5000 resultaron heridas. Con una intensidad de 6.8 grados en la escala de Richter, es el sismo más violento que ha sacudido el país norteafricano desde 1969, y el más mortífero desde 1960.

Pero lejos del epicentro, cerca de la histórica ciudad de Marrakech, todos los creyentes reunidos se hacían la misma pregunta.

«Cuando ocurren catástrofes, nadie nunca se pregunta: “¿Por qué les pasó a ellos?”», dijo Youssef Ahmed, miembro de la Iglesia del Norte de Tánger, a 350 millas de distancia. «Pero cuando te golpea a ti, todo el mundo quiere conocer la voluntad de Dios».

El servicio de culto de esta iglesia que se reúne en una casa duró mucho más de lo habitual.

Aunque Marruecos solo reconoce el islam y el judaísmo como confesiones nacionales, los cristianos locales suelen decir que el gobierno les permite celebrar sus reuniones de culto tranquilamente en sus casas, pero no sin una minuciosa protección y vigilancia. El alcohol y el cerdo, prohibidos por la ley sharia, también se pueden adquirir libremente en el país. Alrededor del 15 % de los ciudadanos se declara no religioso, mientras que solo el 25 % expresa confianza en el liderazgo clerical [enlaces en inglés].

«En Marruecos no sufrimos restricciones», afirma Ahmed. «Simplemente no debemos molestar».

El último informe del Departamento de Estado estadounidense sobre Marruecos indica que, aunque «socavar la religión islámica» se castiga con hasta cinco años de cárcel, no se conocen casos de cristianos que hayan infringido dicha ley.

Pero ese domingo, los [cristianos] exmusulmanes tenían otras preocupaciones en mente.

«¿Por qué ocurrió? No podemos saberlo. ¿Fue por culpa del pecado? No podemos saberlo. ¿Fue una prueba, como en el caso de Job? No podemos saberlo», dijo Ahmed, que dirigió el largo debate. «Todo lo que sabemos es que Dios permitió que sucediera, y que sus caminos son justos. Mantenemos nuestra fe en Él».

Animados en su caminar, salieron a servir.

La congregación forma parte de la Unión de Iglesias Cristianas que Ahmed fundó en 2010 y que cuenta con 36 iglesias. Los miembros de la congregación viajaron al sur con suministros para ver qué podían hacer.

Al intentar llegar a algunas aldeas aisladas en la Cordillera del Atlas, donde muchas casas de adobe quedaron destruidas, fueron rechazados por controles de carretera que solo permitían la entrada a familiares. Siguieron hasta la plaza Jemaa al-Fnaa de Marrakech, donde se encontraron con una multitud en un gran campamento por miedo a las réplicas. Rápidamente se unieron a la multitud de marroquíes y turistas que distribuían agua y mantas.

Gran parte del sitio, que data del siglo IX y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, no sufrió daños, incluida la mezquita medieval Kutubía, que mira hacia la plaza. Sin embargo, un alminar menos famoso se había derrumbado, al igual que partes de la muralla que data del siglo XII. La mezquita de Tinmel —construida por el Imperio almohade en un valle del Atlas a 100 km de distancia, antes de que el califato bereber conquistara Marrakech y se trasladara a España— también resultó gravemente dañada.

Un pastor marroquí calcula que el 80 % de la iglesia cristiana del país pertenece a las etnias bereber.

Mientras tanto, desde la ciudad meridional de Agadir, 150 millas al suroeste del epicentro, Rachid Imounan también hacía lo que podía para ayudar. Como líder de una red local de unos 150 cristianos, trabajó con su comunidad para distribuir alimentos, ropa y medicinas, así como para visitar a los heridos en el hospital de la ciudad. Mostrando gran atrevimiento donde consideró adecuado, acompañó su ministerio con un «agradable mensaje espiritual» sobre la salvación.

«Esto es lo que nos enseña la Biblia, estar juntos en el gozo y en la tristeza», dijo Imounan. «No tenemos mucho [materialmente], pero tenemos poder espiritual».

Según el Departamento de Estado de EE. UU., la Asociación Marroquí de Derechos Humanos calcula que hay 25 000 ciudadanos cristianos en el país,, mientras que los líderes extranjeros estiman una comunidad de expatriados de aproximadamente 10 000 protestantes y 30 000 católicos romanos.

El domingo después del terremoto, el Papa Francisco mostró solidaridad y oró por las víctimas del terremoto.

«Estamos con el pueblo de Marruecos», declaró, y ofreció la ayuda del Vaticano.

En 2016, Marruecos recibió a cientos de líderes musulmanes para emitir la Declaración de Marrakech, en la cual se comprometieron a proteger a las minorías cristianas históricas mientras ISIS asolaba Siria e Irak. En 2019, Francisco visitó el país monárquico como parte de su política de acercamiento al mundo musulmán. Y como anfitrión de una conferencia parlamentaria mundial en junio pasado, el rey marroquí Mohammed VI reiteró el compromiso de su nación de garantizar el «libre ejercicio del culto religioso» a todos los cristianos extranjeros.

Unos días después del terremoto, el rey hizo una donación personal de 100 millones de dólares para la ayuda del terremoto.

Ahmed dijo que las iglesias protestantes internacionales de Tánger, Casablanca y Marrakech se han unido al esfuerzo general.

También lo ha hecho PM Internacional, una agencia latinoamericana que trabaja en naciones musulmanas. En comunión con muchos otros colegas, han establecido un campamento base para distribuir suministros de emergencia mientras recaudan fondos para ayudar a los desplazados [enlace en español].

«Estamos tratando de ser las manos y los pies de Jesús, de encarnar su amor», dijo el coordinador de campo de PM Internacional, quien solicitó el anonimato por política de la agencia. «Y en apoyo de la iglesia, día a día vemos más unidad a medida que los expatriados y los creyentes locales trabajan juntos».

Estos últimos no pueden trabajar solos legalmente.

«La iglesia no está registrada, por lo que no puede prestar ayuda oficial», explica Adam Rabati, presidente de la Unión de Cristianos Marroquíes, una agrupación de 65 iglesias que se reúnen en casas. «Siempre hemos sido rechazados por nuestras familias y por la sociedad conservadora».

Rabati, que vive a 200 millas al norte del epicentro, en Rabat, dijo que su pueblo de origen también resultó dañado por el terremoto. Aunque su unión también intenta ayudar a los desplazados, lleva mucho tiempo haciendo campaña para conseguir el reconocimiento oficial de los cristianos locales y los derechos religiosos de matrimonio, entierro y educación de los hijos.

Y aunque la situación de los creyentes se deterioró durante la década anterior bajo el gobierno de políticos islamistas, Rabati declaró que los cristianos tendrán que seguir luchando por sus reivindicaciones bajo el gobierno liberal elegido en 2021.

Puertas Abiertas sitúa a Marruecos en el puesto 29 de su Lista Mundial de Persecución, la cual incluye la naciones donde es más difícil ser cristiano, considerando que la ley prohíbe «sacudir la fe de un musulmán».

Una joven de 25 años de edad, hija de un pastor cristiano de segunda generación, comparte la opinión de Rabati. Cuando era estudiante, le molestaba tener que memorizar el Corán y los rituales de oración islámicos, y nunca le dijo a nadie acerca de su verdadera fe.

«El cristianismo marroquí es muy débil», dice ella sobre el impacto de la falta de reconocimiento. «Vivimos nuestra fe en secreto y hacemos nuestros servicios de culto en la clandestinidad».

Sin embargo, el terremoto puede estar sacando a algunos cristianos de su caparazón.

Su casa en Casablanca se sacudió, pero no sufrió daños materiales. No quiso dar su nombre ni el de su agencia por razones de seguridad, pero con la ayuda de la misma y de otros cristianos ha distribuido alimentos, ropa, tiendas de campaña y otros artículos de primera necesidad.

Dondequiera que va, se encuentra con la muerte de alguna forma. Navegando por las casi infranqueables carreteras de montaña para llegar a los pueblos más aislados, ha sido testigo de cómo otros conductores se desviaban hacia el abismo. Y cuando llega, se topa con una realidad punzante: el hedor de los cuerpos en descomposición atrapados bajo los escombros.

El trabajo de socorro la mantiene despierta hasta las 2 de la mañana, y por una razón muy concreta.

«Es tan importante para nosotros como cristianos tener un impacto positivo en nuestra sociedad», dice, «y mostrarle al mundo quién es Jesús».

La Asociación Al Yassamine existe por la misma razón.

Al Yassamine fue creada en 2007 por Mustafa Soussi, un exactivista islámico convertido, porque quería que su fe en Cristo brillara en el mundo. En aplicación de Santiago 2:26 —la fe sin obras está muerta—, su organización trabaja por el desarrollo sostenible en las mismas zonas marroquíes que fueron devastadas por el terremoto. Soussi es originario de Taroudant, a 150 millas al sur de Marrakech.

Conocida por su liderazgo cristiano, Al Yassamine fue la primera organización en llegar al lugar de los hechos.

Al igual que otros creyentes, Soussi distribuyó alimentos, ropa y medicinas, yendo primero a las zonas remotas a las que aún no había llegado el gobierno ni otras agencias de ayuda. Pero, a diferencia de otros cristianos entrevistados por CT, su grupo está registrado ante las autoridades competentes y, por tanto, es oficial.

«No podemos brindar ayuda tras el terremoto en nombre de la Iglesia», afirma Soussi. «Pero como asociación, tenemos derecho legal a ayudar a los afectados».

Él da empleo tanto a musulmanes como a cristianos, y ayuda a ambos por igual. Menos preocupado por dar testimonio verbal que por encarnar Mateo 7:16 —por sus frutos los conocerán—, Soussi no sirve como creyente en Jesús, sino como ciudadano orgulloso, a la espera de cualquier pregunta acerca de su fe.

Pero tiene una motivación predominante.

«Mi país me convirtió en lo que soy hoy», afirma Soussi. «Quiero que entendamos que Marruecos no es solo para los musulmanes».

Criado en una familia musulmana devota, sus padres y hermanos se negaron a hablar con él tras su conversión al cristianismo en 1994. Nueve años después, él y otras personas bautizaron su iglesia con el nombre del profeta Job, ya que se identificaban con la paciencia del personaje del Antiguo Testamento ante el sufrimiento.

No obstante, en 2009, la familia de Soussi lo aceptó de nuevo y ahora incluso busca su consejo.

Job, por supuesto, es un profeta perfecto para tiempos de desastre nacional. Y cuando los colegas de Ahmed distribuyeron agua a los desplazados en Marrakech, al igual que Soussi, no anunciaron ninguna distinción religiosa particular.

Pero sí buscaban incitar a la gente a reflexionar sobre la voluntad de Dios.

«Lo único que les dijimos fue: Dios te ama», dijo Ahmed. «Pero eso podría abrir conversaciones: Si me ama, ¿por qué ha ocurrido esto?».

Algunos receptores se involucraron en la conversación; otros no. Con todo, los creyentes trataron de actuar con prudencia, sabiendo que el gobierno podría estar vigilando. Pero no hay ninguna ley que prohíba hablar con la gente, dijo, y las acciones hablan más alto que las palabras.

«Los musulmanes son nuestro prójimo», dijo Ahmed. «Puede que ahora no haya impacto, pero estamos plantando una semilla».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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La iglesia es la vida en común o no es nada

Es hora de que los evangélicos redescubran la obra más conocida de Bonhoeffer sobre la naturaleza de la comunidad cristiana.

Dietrich Bonhoeffer

Dietrich Bonhoeffer

Christianity Today September 19, 2023
WikiMedia Commons

En Estados Unidos está teniendo lugar una salida masiva de la iglesia y se han señalado como culpables desde el abuso religioso hasta la apatía y los medios digitales. Este debate ha dado lugar a muchas hipótesis y a otras tantas soluciones inverosímiles. Pero la mayoría de los análisis sobre la salida de la iglesia evangélica pasan por alto el problema más profundo: que a los feligreses se les enseña y se les modela una teología anémica de la iglesia. El llamado a salir de la iglesia puede, de hecho, venir del interior del edificio.

Daniel Williams escribió recientemente para CT que muchas luminarias evangélicas rara vez asistían a la iglesia de manera consistente, y esto iba acompañado de una eclesiología débil. Williams afirma que el problema de la salida de la iglesia en la actualidad no se debe simplemente al mal precedente sentado por los líderes evangélicos. El problema es también el supuesto evangélico básico de que la vida cristiana es, en última instancia, una aventura individual, fundamentalmente entre Dios y el alma.

Dentro de los círculos evangélicos, intencionadamente o no, la iglesia se ha tratado con frecuencia como una faceta opcional de la vida cristiana, principalmente como un medio para ayudar a cada uno de nosotros a vivir una fe personal. La iglesia es algo que existe para facilitar el crecimiento o la experiencia espiritual del individuo. Pero esta interpretación no tiene en cuenta que la Iglesia, como cuerpo de Cristo, es intrínseca a la vida de fe.

Tratar de abordar la crisis de la salida de la iglesia apelando a los beneficios prácticos que la iglesia ofrece para el individuo es, por lo tanto, tratar de revivir los mismos problemas que nos trajeron aquí en primer lugar. Apelar a la experiencia individual no es el camino a seguir. El pecado es, desde el principio, una obra de división y separación; la transformación de un pueblo en individuos dispersos. Y, por supuesto, la cura de Dios no puede tomar la forma de la enfermedad.

Como ha dicho Gerhard Lohfink [enlace en inglés], Dios tendrá un pueblo, no solo un conjunto de individuos. Ser un pueblo es existir colectivamente a través de nuestra oración, nuestra piedad y nuestro propósito, inseparables unos de otros. Cuando las Escrituras nos ordenan reunirnos, es porque así es como Dios nos ha llamado y lo que Dios nos ha llamado a ser: un pueblo nuevo entre los pueblos del mundo, un templo santo en el que se han unido las piedras individuales (Hebreos 10:25; Efesios 2:21).

Entonces, ¿qué deben hacer las iglesias para recuperar su identidad como pueblo? ¿Cómo redimimos, en palabras de Williams, una eclesiología evangélica?

Dietrich Bonhoeffer escribió Vida en comunidad en otra época de crisis eclesiástica, cuando Bonhoeffer ayudaba a fundar un nuevo seminario para la incipiente Iglesia Confesante o Iglesia de la Confesión. La Iglesia Confesante se había establecido como alternativa a la Iglesia Nacional Alemana, la cual había modificado su confesión de fe para incluir una nueva cláusula que ofrecía lealtad al Führer.

Al vincularse plenamente a Adolf Hitler, la Iglesia Nacional intentó establecerse como una verdadera «iglesia del pueblo», sin duda una estrategia para la supervivencia a largo plazo, pero a un costo herético. Aunque el contexto de Bonhoeffer era diferente, los desafíos a la supervivencia cultural de la iglesia nos obligan hoy a plantearnos la misma pregunta: ¿Qué es «la iglesia» que intentamos salvar?

La iglesia, escribe Bonhoeffer, no se centra en la experiencia individual ni en la capacidad de un líder fuerte para proyectar una visión convincente. Esto puede sostener a las iglesias, pero solo durante un tiempo. Por el contrario, la iglesia en todas sus prácticas está destinada a ser una comunidad, un pueblo que se encuentra con Cristo de manera colectiva, y no simplemente un grupo de individuos que viven unos junto a otros.

Esta comunidad debe centrarse en Cristo, quien está presente en medio de ella. Cristo ha llamado a cada persona a ir más allá de sí misma para formar parte de este cuerpo corporativo. Cristo es por quien la iglesia sobrevive y tiene éxito, y Cristo es quien convoca a un cuerpo centrado en ser el pueblo de Dios en el mundo.

Si nos acercamos a Bonhoeffer con la esperanza de que nuestras iglesias tendrán éxito si las convertimos en comunidades, nos estaríamos perdiendo su mensaje central: que la comunidad es lo que hace que sea una iglesia.

Para Bonhoeffer, una vida cristiana individual es imposible. Puesto que el Espíritu de Dios ha reunido un cuerpo, nos encontramos con Cristo a través de las palabras que nos dirigimos unos a otros, a través de la Comunión que comemos juntos, y a través de las Escrituras que leemos y vivimos en comunidad. Las prácticas que recomienda en Vida en comunidad no tienen tanto que ver con el éxito de la iglesia como con hacer de la iglesia una comunidad.

Pero el trabajo de convertirse en un pueblo no significa adoptar un nuevo programa. Significa volver a prestar atención a las prácticas que nos resultan más familiares de la vida cristiana —el canto congregacional, la lectura de las Escrituras, compartir los alimentos— solo que con un fin más profundo en mente: llegar a ser una comunidad. De este modo, aunque Vida en comunidad es un libro totalmente práctico, también es profundamente teológico.

Cuando leemos juntos las Escrituras, por ejemplo, Bonhoeffer aconseja seleccionar pasajes más largos que nos recuerden la obra continua de Dios entre su pueblo, una obra en la que está injertada la iglesia de hoy. Esos pasajes se centran en la historia secular que compartimos con los cristianos a lo largo de la historia, en lugar de centrarse en el contexto individual de una persona. Elogia los Salmos en particular, el libro de oraciones de Israel que dirige nuestra atención a la conexión permanente de la iglesia con Israel y a nuestro llamado a ser un pueblo.

Del mismo modo, cuando cantamos juntos, recomienda cantar al unísono para centrar nuestra atención no en nuestras experiencias individuales, sino en la realidad de que Dios nos ha convertido en un solo pueblo. Y cuando oramos juntos, Bonhoeffer nos aconseja que oremos primero por las cosas que conciernen a nuestra vida común, no por las concernientes al individuo.

Cuando nos dispersamos durante la semana, hay tiempo suficiente para que Cristo hable a nuestras preocupaciones individuales y a nuestras vidas personales a través de las Escrituras. Pero incluso estos tiempos, dice Bonhoeffer, son para la edificación del cuerpo más amplio, para que podamos reinvertir en la iglesia las cosas que Cristo nos ha dado mientras estábamos separados unos de otros.

Un ethos similar se aplica a la forma en que leemos las Escrituras, compartimos los alimentos y pensamos en las misiones. Si el objetivo de la práctica eclesial es que nos unamos como pueblo, entonces no solo importa lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.

Como nos recuerda Bonhoeffer: «La fraternidad cristiana no es una idea que debamos comprender; es más bien una realidad creada por Dios en Cristo en la que podemos participar». Las prácticas de oración, canto y culto no son píldoras mágicas, sino invitaciones de Dios a una realidad más profunda que Cristo ha hecho posible [enlaces en inglés].

Invitamos a todos los creyentes —no solo a los excelentes lectores— a ser lectores de la Escritura. Comemos de tal manera y a tal hora que todos puedan reunirse. Hacemos misiones no para convertir a la gente en individuos religiosamente afiliados, sino para que se conviertan en miembros de una comunidad en la que los dones serán resaltados y en la que podremos recibir las palabras de Cristo por medio de los demás.

Al comentar la naturaleza recíproca de la oración, Bonhoeffer dice que lo que hace posible que un individuo ore por el grupo es «la intercesión de todos los demás por él y por su oración». Se pregunta: «¿Cómo podría una persona elevar la oración de la comunidad sin ser sostenida en la oración por la comunidad misma?».

Cualquiera que sea la vida espiritual que tenga el individuo, esta depende primero de la comunidad que Dios está creando en Cristo. La iglesia aquí no es una ocurrencia tardía: es la presunción. Dios está creando un pueblo cuya vida en común en Cristo hace posibles todas las aventuras individuales de los creyentes para adentrarse en el mundo.

El Espíritu nos atrae de todas partes y va con nosotros a todo el mundo, estemos reunidos o no. Pero este salir tiene como meta que volvamos. Estamos llamados a ser un pueblo que vive unido, no un pueblo que se las arregla solo.

Si hay que abordar la cuestión de la salida de la iglesia, la respuesta no puede ser más de aquello que nos ha traído hasta aquí. Porque la iglesia nos ofrece algo que no puede clasificarse en la jerarquía de necesidades de Maslow: la iglesia nos da a Jesús y nos hace parte del cuerpo de Cristo. Y es en este cuerpo en el que nos convertimos en cristianos, en el que experimentamos la presencia de Cristo y somos transformados.

Al igual que los discípulos aprendieron juntos a escuchar la voz de Jesús, nosotros también debemos hacerlo. No debemos limitarnos a revisar nuestra deficiente eclesiología evangélica que ve a la iglesia como una ayuda adicional a las necesidades de una vida de fe; por el contrario, debemos abandonar por completo esa forma de pensar. Y si la salida de la iglesia trae como resultado el abandono de esta visión errónea de la iglesia, tanto mejor.

Myles Werntz es autor de From Isolation to Community: A Renewed Vision of Christian Life Together. Escribe en Christian Ethics in the Wild y enseña en la Abilene Christian University.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Dejé la iglesia por tres años

Mi soledad espiritual me hizo regresar.

Christianity Today September 19, 2023
Illustration by Christianity Today / Source Images: Getty

La fe y la iglesia han sido difíciles para muchas personas después de la pandemia. Yo soy uno de ellos. Los últimos tres años trajeron para mi esposa y para mí dos cambios de trabajo, una mudanza a través del país y meses encerrados en casa, tratando de mantener a nuestros hijos pequeños sanos y a nosotros mismos cuerdos. Cuando el mundo empezó a reabrirse, muchas cosas se sentían diferentes. [Enlaces en inglés].

Hasta hace poco, podía contar con una mano la cantidad de veces que había asistido físicamente a un servicio religioso desde marzo de 2020. Podría dar muchas razones para nuestra ausencia: un niño pequeño y un recién nacido, la desilusión de una iglesia tradicional que alguna vez fue mi hogar, disfrutar de dos mañanas cada fin de semana, cansancio puro y muchas más.

Pero si soy realmente honesto, destaca una razón: cuanto más me alejo de la iglesia, menos sentido tiene para mí la fe cristiana. El alejamiento físico engendra un alejamiento intelectual.

Aunque pueda parecer un cristiano advenedizo, soy algo así como un pura sangre. Nací y crecí en lo que ahora es una megaiglesia evangélica. Me gradué en religión y filosofía en una destacada universidad cristiana y terminé mis estudios de seminario en otra. Tengo las credenciales.

Pero cuando se trata de creer en mi fe, siempre ha sido lo mismo. Durante cualquier etapa de la vida en la que he estado separado de cristianos de ideas afines, mi fe comienza a parecerme tan ajena como les resultaría a mis amigos no cristianos. Espera, espera, ¿crees que un hombre era Dios? ¿Que realmente resucitó de entre los muertos? ¿Crees que su sangre y sus entrañas se enfriaron y luego su corazón empezó a latir de nuevo? Es ridículo, ¿no?

Parte de mi experiencia de fe (y parte de mi naturaleza) es que siempre he buscado los mejores argumentos contra mis propias posturas. Y con el cristianismo hay muchas buenas críticas. Feuerbach, Nietzsche y Freud ofrecen opiniones sustanciales y describen la fe cristiana como una forma más de hacerse ilusiones. La hipocresía es otro buen motivo para dudar. El pasado y el presente de la iglesia está lleno de cristianos que no son fieles a su mensaje.

Podría decirse que la mejor razón para no creer es el problema del dolor, o la teodicea, como dicen los pensadores. Si Dios es tan grande, ¿por qué hay tanta maldad y sufrimiento en el mundo?

Una historia estremecedora me impactó el año pasado, en medio de mi ausencia de la iglesia: la noticia del fallecimiento de Jonathan Tjarks, redactor de The Ringer que cubría principalmente el baloncesto de la NBA. Había escrito poderosamente sobre cómo enfrentó un diagnóstico de cáncer un año después de la llegada de su primogénito. Nunca conocí a Jon, pero mantuvimos una breve correspondencia sobre la escritura, la fe y los deportes. Jon también era cristiano y yo también soy un fanático de los deportes.

En el sitio web que narra su lucha contra el cáncer, en la entrada final antes de su fallecimiento, la esposa de Jon incluye una foto de Jon en una cama de hospital, claramente exhausto, con su gran cuerpo decaído, mientras lo ayudaban a besar a su hijo Jackson. Después de que la pandemia debilitó mi formidable aislamiento de la muerte, el título de la foto, «Los últimos besos de Jon a Jackson», me destrozó.

Esa noche, lloré junto a la cama de mis propios hijos dormidos, de cinco y dos años, mientras besaba sus cálidas frentes. Lloré por Jon. Lloré por Jackson. Lloré por mis hijos, al pensar en mi propia fragilidad y la de ellos. Realmente lloré por todos nosotros.

En el artículo que había escrito antes de fallecer, Jon había hablado sobre la importancia de vivir la vida intencionalmente junto a los demás, no solo con su familia sino también con su iglesia. Sus amigos le habían preguntado si había tenido mucho cuidado al aislarse durante la pandemia. ¿Su respuesta? No tuvo tiempo para hacerlo.

La historia de Jon me persuadió. Unos meses después de su fallecimiento, mi esposa y yo acordamos que era hora de ir a buscar una iglesia. Queríamos que nuestros hijos crecieran en la iglesia. Y a veces sentíamos un dolor sordo los domingos por la mañana que las donas y el café no podían aliviar.

El proceso fue duro. Entre un título de posgrado en teología y mi inclinación a cuestionarlo todo, yo era un poco como un lastre. Tengo suficientes inquietudes sobre la cultura de la iglesia como para prever que necesitaríamos visitar muchas de ellas.

Uno de los beneficios de la revolución de la transmisión por internet durante la pandemia fue la posibilidad de echar un vistazo a un servicio sin tener que dedicar un domingo entero a cada visita. Algunas mañanas, mi esposa y yo «visitábamos» tres iglesias sin levantarnos del sofá y sin siquiera dejar las donas a un lado. Cuando veíamos algo que no nos parecía, como, por ejemplo, una oración dirigida a la Madre Tierra, o un pastor que dirigía a su congregación al cantar «América la Bella», cerrábamos la página de internet y probábamos la siguiente.

Cuando encontramos una pequeña iglesia cerca de nuestra casa, tomamos a nuestros hijos y la fuimos a conocer. El primer grupo de personas que conocimos fue amable y acogedor, y ninguno de nuestros hijos odió el ministerio para niños. Así que regresamos. Y seguimos regresando, tanto como para sorprendernos a nosotros mismos cuando comenzamos a llamarla «nuestra iglesia» en conversaciones con familiares y amigos.

La iglesia estaba ubicada en el centro de la ciudad y era transparente en cuanto a su servicio a los residentes locales, especialmente a aquellos que sufrían en la comunidad. Los servicios eran bastante cortos, los sermones a veces eran conmovedores y otras veces no, la música no era ofensiva. El micrófono fallaba todos los domingos y todos los domingos el personal se apresuraba a descubrir por qué. Después de pasar años en iglesias donde las máquinas de humo superaban en número a los visitantes sin hogar, la simplicidad de esta iglesia fue un bálsamo.

Nuestra primera visita fue en diciembre pasado y, desde entonces, nuestra familia se ha estado adaptando a una nueva —vieja— rutina de domingo por la mañana. No siempre ha sido divertido que nuestros domingos por la mañana estén siempre ocupados. Pero estar ahí ha sido bueno. Profundamente bueno. Y cuando llegó la Pascua esta primavera, sabíamos dónde íbamos a estar y, de hecho, la estábamos esperando con ansias.

Ese día, al salir de la casa con rumbo a la iglesia con niños pequeños fue toda una escena al estilo kafkiano, y cuando nos estacionamos y entramos, incluso las sillas polvorientas del santuario estaban ocupadas. Algunos serviciales miembros de la iglesia desapilaron las sillas todavía más polvorientas para nosotros. El servicio parecía y sonaba normal, aparte de la multitud y el inconfundible tono eléctrico de las mañanas de Pascua. Celebramos el triunfo de Cristo sobre la muerte y la participación del cristianismo en el terreno de la historia humana. «Locura para los griegos», dijo el apóstol Pablo.

Mientras estaba allí cantando, no pude evitar reflexionar sobre el tiempo que pasé fuera de la iglesia. Extrañaba estar de pie en ese tenue resplandor, inundado por el coro de voces. Me había perdido el ambiente de una mañana de Pascua, la fuerza íntima de la comunión, el León y el Cordero.

Son ilusiones, sigo diciendo en mis días menos fieles.

Pablo oró una vez para que los efesios comprendieran el enorme alcance del amor de Cristo. Sin embargo, añadió una línea adicional: «Me arrodillo delante del Padre… Le pido que… puedan comprender, junto con todos los creyentes, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo» (Efesios 3:14-18).

La fuerza de la unión es una de las cosas que más he notado al regresar a la iglesia. Hoy en día, mi fe se siente menos como un recuento continuo de hechos y más como un interruptor de luz. Volver a estar juntos me ha recordado que el interruptor de la luz no era realmente tan difícil de encender.

Pero tampoco puedo evitar pensar en Jon y Jackson. Mientras Jon luchaba con su diagnóstico, al menos por escrito, nunca llegó a una paz gloriosa sobre su partida. Y ofrecerle (o a cualquier otra persona) respuestas simplistas ante ese tipo de sufrimiento sería, (tomando prestado del autor David Foster Wallace) «grotesco». Jon todavía tuvo que despedirse de su hijo con un beso, y ese dolor tiene su propio peso.

Después de mi primer servicio de Pascua de regreso en la iglesia, todavía estaba pensando en Jon y los pasajes de las Escrituras que él releía a medida que su estabilidad se reducía y su tiempo se acortaba. La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones y conservarse limpio de la corrupción del mundo. Aprender a hacer el bien. Buscar la justicia. Restituir al oprimido. Abogar por el huérfano y defender a la viuda (Santiago 1:27; Isaías 1:17).

Jon estaba pensando en su esposa y su hijo, por supuesto. Pero si hay algo que nos han enseñado los últimos tres años de pandemia es que todos estamos en el mismo predicamento que Jon. Todos nuestros días están medidos. No podemos decidir cuánto tiempo viviremos. Sin embargo, podemos elegir si pasamos esos días juntos y para los demás, incluso en nuestros momentos más oscuros.

Me he dado cuenta de que esto es lo que estaba buscando en una iglesia: una comunidad que tome a Santiago e Isaías tan en serio como toma los escritos de Pablo sobre la Resurrección; una iglesia cuyo cuidado por los que sufren pueda ayudarme a mantener el interruptor de la luz encendido cuando la vida se siente tan insoportablemente fugaz y mortal.

Luke Helm es un escritor y entrenador que trabaja en Grand Rapids, Michigan.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Pastor ruso perdió su iglesia por pronunciarse contra la invasión de Putin

Mikhail Manzurin oraba por Ucrania durante los servicios de culto. Finalmente, tuvo que huir a los Estados Unidos.

Mikhail Manzurin

Mikhail Manzurin

Christianity Today September 14, 2023
Photography by Mike Kane for Christianity Today

En septiembre de 2022, cinco días después de que el presidente ruso Vladimir Putin anunciara la movilización de 300 000 reservistas militares para continuar la invasión de Ucrania, Mikhail Manzurin abordó un autobús en Rusia con destino a Kazajstán y no regresó.

El joven de 25 años estaba navegando por las redes sociales rusas en su teléfono cuando vio una publicación de su expastor: las personas que huyen de Rusia para evitar el reclutamiento son como «ratas que huyen de un barco que se hunde», escribió el pastor. «Son cobardes».

Manzurin comentó en la publicación: «Debe estar hablando de mí. Yo acabo de salir de Rusia también».

Ese pastor había sido «como un padre» para Manzurin y su esposa, Nailia, de 27 años. La había discipulado desde que ella se convirtió por primera vez al cristianismo y había pastoreado a los Manzurin durante años antes de dejar a Mikhail como líder de su iglesia en Moscú para que él pudiera ir a plantar una iglesia en otra ciudad.

Unos meses más tarde, en diciembre, cuando Putin firmó un proyecto de ley que prohibía promover, «alabar» o identificarse con la comunidad LGBT, ese pastor (y muchos otros evangélicos rusos) aplaudieron. Rusia, escribió el pastor de los Manzurin en las redes sociales, iba por mucho mejor camino que el «moribundo Estados Unidos», un país que estaba «promoviendo la oscuridad y el pecado».

Mikhail respondió: «¿Podemos realmente decir eso de toda una nación? Y si dices que Estados Unidos y Europa están propagando la oscuridad y el pecado, ¿qué está propagando Rusia en este momento? ¿Verdad y luz?».

Poco después de ese comentario, el pastor lo bloqueó de todas sus redes sociales.

Fue una de las muchas relaciones valiosas que los Manzurin perdieron debido a sus opiniones contradictorias sobre la guerra de Ucrania. Mikhail dijo que todavía aman al pastor y lo extrañan. «Pero ya no podemos llamarlo nuestro pastor. Nuestras posturas son completamente diferentes».

La división entre los Manzurin y el pastor es un microcosmos de la división más amplia entre los evangélicos en Rusia por la guerra en Ucrania. La crítica pública de los Manzurin contra la guerra no solo les costó relaciones; los llevó a buscar asilo político en Estados Unidos con sus dos hijos, ambos menores de tres años.

Los recuentos iniciales de países que han recibido inmigrantes rusos, incluido Estados Unidos, sugieren que al menos 500 000 rusos han abandonado su país desde la invasión de Ucrania en febrero de 2022. La cifra real puede llegar al millón.

Más difícil de cuantificar es el costo espiritual de la guerra para Rusia. Rompió una relación estrecha de larga duración entre las iglesias ucranianas y rusas. Desde el colapso de la Unión Soviética, Ucrania había enviado más misioneros y plantadores de iglesias a Rusia que cualquier otro país. Más de la mitad de las iglesias evangélicas de Rusia están fundadas y dirigidas por ucranianos.

Las relaciones entre los cristianos de los dos países ya eran tensas después de que Rusia se anexara Crimea en 2014 y respaldara a los separatistas prorrusos en la región de Donbás.

Después de la invasión rusa de 2022, Pavlo Tokarchuk, un pastor bautista ucraniano en Lviv [Leópolis] que creció como un niño hijo de misioneros en Rusia, le dijo a CT que los ucranianos sienten que es casi imposible continuar cualquier relación significativa con las iglesias rusas, muchas de las cuales han guardado silencio o son partidarias de la guerra.

«Nunca había sentido tanta ira en mi vida», dijo. «No veo cómo los ucranianos podrían enviar misioneros a Rusia ahora. Es más fácil enviar misioneros a China que a Rusia. La relación entre las iglesias de Rusia y Ucrania está realmente dañada, y eso durará generaciones».

Dentro de las iglesias evangélicas de Rusia, las diferentes opiniones sobre la guerra —y cómo deberían responder los cristianos— también han fracturado a las congregaciones. Una iglesia llamada Casa del Padre, que tiene menos de 50 miembros, obtuvo más de 130 000 visitas en YouTube cuando publicó un video condenando la guerra como «el mal en forma humana» y acusando a otras iglesias rusas de ser cómplices de la devastación.

«Me dirijo a la iglesia rusa con dolor en el corazón: ustedes son responsables», dijo el pastor en el video, sentado frente al púlpito con otros 21 miembros de la iglesia. Dijo que desde hace años denuncia los actos de injusticia del país, pero «ustedes se quedaron callados, y ahora hay esquirlas (en la iglesia). Si se hubieran puesto de pie, no habría muertos, no habría lágrimas hoy… millones de personas en Ucrania no estarían sufriendo hoy».

Hace poco más de un año, los Manzurin habrían criticado a esta iglesia por volverse «demasiado política». Pero recientemente, Mikhail llamó al pastor de la Casa del Padre y se disculpó por no apoyar a su congregación: «Lo siento. Me equivoqué. Deberíamos ser cristianos en todas partes; no solo en la iglesia, sino también como ciudadanos».

Eso es lo que Mikhail también intentó hacer. Ahora él y su familia están pagando el precio.

Mikhail creció en la misma ciudad donde se encuentra la iglesia Casa del Padre, un pueblo en la frontera entre Rusia y Kazajstán llamado Orsk. Su madre era la única creyente en su familia. Cuando se mudó a Moscú para ir a la universidad, Mikhail se sentía perdido, con profunda nostalgia de su hogar. Comenzó a leer la Biblia y pronto se convirtió al cristianismo.

Nailia ManzurinPhotography by Mike Kane for Christianity Today
Nailia Manzurin

Nailia también buscó a Dios cuando estaba en la universidad en Moscú y se sentía sola y con el corazón vacío. Su hermana, la primera conversa de su familia tártara musulmana, le envió los sermones de un pastor ucranianoestadounidense de habla rusa en Seattle que estaba ganando popularidad en los países post soviéticos. Nailia asistió a un retiro cristiano de tres días en un suburbio de Moscú donde tuvo lo que ella llama una experiencia transformadora: «Llegué al retiro con un vestido ceñido y tacones altos, y salí como una persona completamente diferente».

Mikhail y Nailia se conocieron en la Iglesia Buenas Nuevas de Moscú, una de las iglesias evangélicas más grandes de Rusia, en un servicio de oración temprano en la mañana. Pocos adultos jóvenes estaban dispuestos a levantarse para orar a las 6 de la mañana, y aquellos que lo hacían (generalmente apenas un puñado; a veces solo Mikhail y Nailia) llamaban la atención.

No pasó mucho tiempo antes de que se fijaran el uno en el otro: Mikhail, un rubio alto y de ojos brillantes, y Nailia, una morena de ojos grandes y oscuros. Él la invitó a tomar un café. Después de repetidas citas para tomar café, Mikhail dejó caer la gran pregunta: él había estudiado mandarín en Hohhot, al norte de China. Desde entonces había sentido el llamado a ser misionero en ese país. ¿Iría ella con él?

«¿Por qué no?», dijo Nailia.

Cuando se casaron, Mikhail tenía 21 años y Nailia 23. Eran jóvenes y estaban llenos de sueños. Mikhail tenía un buen ingreso como tutor de inglés y mandarín, y ambos estaban ocupados pastoreando una congregación de Moscú llamada Iglesia Gloria del Reino, que veían como un campo de entrenamiento para futuros trabajos misioneros en China.

Luego, el 24 de febrero de 2022, su país invadió Ucrania.

Los Manzurin, como la mayor parte del mundo, se despertaron esa mañana y vieron las noticias conmocionados. Ya había señales de que algo se estaba gestando. El domingo antes de la invasión, de camino a la iglesia, habían visto tanques en la carretera. Pero nadie que ellos conocieran prestó mucha atención: la atención de todos parecía fijada en los Juegos Olímpicos de Invierno y en el escándalo de dopaje que se estaba desarrollando en torno a la patinadora artística Kamila Valieva.

Según los medios de comunicación estatales rusos, el ataque a Ucrania estaba justificado: dijeron que Ucrania había atacado a Rusia primero y que Rusia estaba desarraigando el nazismo de Ucrania y salvando a los ciudadanos de etnia rusa en Ucrania de la opresión estatal. Dijeron que el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky era un drogadicto y homosexual, y que Ucrania era el último baluarte contra la inmoralidad liberal de Occidente y había que salvarla.

Mientras tanto, los Manzurin escuchaban una versión completamente diferente de los cristianos ucranianos, quienes entre lágrimas publicaron videos en Instagram que mostraban lo que los misiles rusos estaban haciéndole a sus vecindarios. Esto es lo que está pasando, dijeron. Esto es pura maldad. Si eres hermano o hermana en Cristo, di algo.

Los cristianos en Rusia rápidamente se dividieron en facciones. Algunos apoyaron abiertamente a Putin; algunos lo hicieron pasivamente. Otros se opusieron silenciosamente. Una minoría muy pequeña condenó abiertamente la guerra.

A medida que surgían más historias horribles de Ucrania, Mikhail y Nailia se sentían cada vez más inquietos. ¿Deberían hablar? «Para mí era una pregunta muy seria», recuerda Mikhail. Después de orar y ayunar durante una semana, tomó una decisión: «Había algo en mí que no podía quedarse en silencio».

Al principio, Mikhail quería unirse a las protestas contra la guerra en las calles. Pero Nailia, que estaba embarazada de su segundo hijo, se opuso. Entonces Mikhail habló desde el púlpito. Todos los domingos oraba por Ucrania —pero no por la victoria rusa—. Después del servicio, durante la hora del té con los miembros de la iglesia, les dijo que lo que Rusia le estaba haciendo a Ucrania estaba mal.

Los miembros mayores de la iglesia, especialmente aquellos que albergaban una cálida nostalgia por la era soviética, se erizaron. «Oh, eres demasiado joven», le dijeron. «Simplemente no puedes entender».

Algunos miembros intentaron debatirlo usando las Escrituras. Según Mikhail, un miembro de la iglesia le dijo: «Putin es como Josué. Josué también mató gente, pero esa era la voluntad de Dios». Otros argumentaron: «¿No dice la Biblia que se debe bendecir a las autoridades, no maldecirlas? Necesitamos bendecir y orar por nuestro presidente, no criticarlo».

Como nuevo creyente, Mikhail había sentido que los cristianos no deberían involucrarse en temas políticos, sino más bien centrarse en asuntos espirituales. Su expastor, Rick Renner, estadounidense y fundador de la Iglesia Buenas Nuevas de Moscú, modeló esta creencia. En una declaración pública de abril de 2022, por ejemplo, Renner escribió: «Nunca me he permitido hacer una declaración política… Dios me ha llamado a enseñarle a la gente la Palabra de Dios, sin importar dónde vivan o qué idioma hablen. Y si uso mi fama para algún otro propósito, significa que me estoy alejando de cumplir el llamado de Dios».

Mikhail y Nailia Manzurin huyeron de Rusia y ahora viven 40 minutos al sur de Seattle.Photography by Mike Kane for Christianity Today
Mikhail y Nailia Manzurin huyeron de Rusia y ahora viven 40 minutos al sur de Seattle.

Varios meses después, Renner predicó que Dios es un Dios de orden y no tolera el desorden ni la falta de respeto. «En el Nuevo Testamento, nunca, ni una sola vez, podemos encontrar un respaldo [bíblico] para ser irrespetuosos con la autoridad», dijo. «De hecho, me resulta totalmente sorprendente que el Nuevo Testamento, de principio a fin, enseñe respeto y sumisión en todos los ámbitos de la vida». Instó a los cristianos a «abstenerse de hablar palabras feas e irrespetuosas» sobre sus autoridades que «no reflejan la actitud de Jesucristo».

Por lo que Mikhail pudo ver, la mayoría de los evangélicos en Rusia respaldaron abierta o tácitamente a Putin. Incluso su madre y la hermana de Nailia, a quienes los Manzurin atribuyen su conversión al cristianismo, expresaron su apoyo a la guerra. (Poco después su madre cambió de opinión). A veces, Mikhail se preguntaba si se había equivocado al ser tan crítico.

Putin se ha presentado durante mucho tiempo como un defensor de los valores cristianos, criticando a las naciones occidentales por abrazar la cultura LGBT y por deshacerse de sus raíces religiosas y culturales. Muchos evangélicos que percibieron un cambio en la marea global de valores culturales, como el pastor que bloqueó a Mikhail en las redes sociales, vieron a Putin como un líder fuerte para un momento como este.

Cuatro días después de que Putin anunciara el reclutamiento militar en septiembre de 2022, el líder pentecostal Andrey Dirienko dijo que agradeció a Dios cuando escuchó el anuncio. Leyó en voz alta 1 Samuel 8, en el que los israelitas le piden a Samuel un rey, y dijo que el pasaje «señala el derecho del rey a formar un ejército. Este es el derecho bíblico del rey. No se puede discutir con eso». Dirienko, pastor de una megaiglesia al norte de Moscú y asesor religioso del Kremlin, comparó a Putin con Gedeón, quien, según dijo, respondió al llamado de Dios de formar un ejército.

Ilya Fedorov, pastor de la megaiglesia de Moscú Gloria de Dios, dijo en una conferencia: «El mundo yace en el mal, pero Rusia es un país bendito… Putin es el único que se opone al mal».

Mientras tanto, cuanto más hablaban los Manzurin contra la guerra, más se reducía su congregación, hasta que ciertos domingos las únicas personas que se presentaban al servicio eran los Manzurin. Cuando los padres de los estudiantes de Mikhail vieron sus publicaciones contra la guerra en las redes sociales, se quejaron con el director de la escuela de tutoría de idiomas, quien reprendió a Mikhail por ser antipatriótico y anticristiano. Mikhail se sintió obligado a dimitir y se centró en dar clases en línea. Pero incluso allí, al menos los padres de un estudiante se enteraron de sus opiniones sobre la guerra en Ucrania y lo rechazaron como tutor.

Una noche de abril de 2022, un par de meses después de que los soldados rusos entraran en Ucrania, Mikhail tuvo un sueño. En ese sueño, el pastor ucraniano estadounidense de Seattle —cuyos sermones Nailia escuchaba en la universidad— le escribía a los Manzurin, pidiéndoles que vinieran a servir en su iglesia en Seattle. En el sueño, él y su familia estaban en un aeropuerto con boletos de avión a Estados Unidos. Solo tenían tres horas hasta la salida cuando de pronto se daban cuenta de que no tenían visas. Mikhail se despertó asombrado. ¿Quería Dios que se mudaran a Estados Unidos? «Oremos por esto», aconsejó Nailia.

Nailia estaba embarazada de ocho meses en mayo cuando los Manzurin decidieron cerrar su iglesia y regresar a Orsk, la ciudad natal de Mikhail. Necesitaban ayuda de su familia con el cuidado de los niños, pero también sentían que era hora de una nueva faceta, aunque no estaban seguros de qué.

Los Manzurin esperan su primera audiencia para solicitar asilo político, misma que fue programada para julio de 2024.Photography by Mike Kane for Christianity Today
Los Manzurin esperan su primera audiencia para solicitar asilo político, misma que fue programada para julio de 2024.

Luego, el 21 de septiembre de 2022, Putin declaró una «movilización parcial» de reservistas a las fuerzas armadas rusas para apoyar la lucha en Ucrania. En ese momento, las tropas rusas en Ucrania estaban flaqueando después de un feroz contraataque de las fuerzas ucranianas que reclamaron miles de kilómetros cuadrados de territorio. Para entonces, el ministro de Defensa de Rusia había contado más de 5900 bajas rusas en Ucrania (aunque la estimación del Pentágono en ese momento era de 15 000 bajas rusas).

La movilización aterrorizó a muchos rusos. Aunque Putin dijo que solo se reclutarían reservistas que ya hubieran recibido entrenamiento militar, la gente en la región escuchaba algo distinto. Los Manzurin escucharon relatos de autoridades que detenían a conductores al azar, los sacaban a rastras de sus vehículos y los obligaban a alistarse. Mikhail tuvo que dejar de conducir durante el día. ¿Qué pasaría si la policía rusa lo paraba en la calle y hurgaba en sus redes sociales? Había oído hablar de personas arrestadas o desaparecidas por hablar. El reclutamiento era solo una señal más de que las cosas iban a empeorar para personas como él.

Los rusos ya estaban huyendo de la represión de Putin contra quienes tuvieran posturas en contra de la guerra, y de las consecuencias económicas de las sanciones y las pérdidas comerciales relacionadas con la invasión. Una semana después del reclutamiento, más de 200 000 rusos abandonaron el país, cruzaron a Kazajstán, a Georgia, o se dirigieron hacia el oeste, hacia Europa.

En Orsk, los Manzurin vieron kilómetros de vehículos esperando durante días para llegar a Kazajstán, el país vecino.

Al ser un buen conocedor de la zona, Mikhail sabía de una forma más rápida de cruzar la frontera. El 26 de septiembre, pagó 10 dólares por un boleto de autobús y en tan solo cuatro horas llegó a Kazajstán. Una semana más tarde, después de tener todos los documentos necesarios listos, Nailia y los niños (Mark y el pequeño Filip, de cuatro meses) se reunieron con él en Kazajstán. Juntos tomaron un tren a Uzbekistán, donde durante más de un mes compartieron un apartamento de una sola habitación con la familia de otro pastor que había huido de Rusia.

Los Manzurin no se sentían seguros en Uzbekistán, un país postsoviético con profundos vínculos económicos y culturales con Moscú. Consideraron mudarse a Turquía o a Georgia, ambos destinos populares para la creciente diáspora rusa.

Entonces unos amigos les dijeron a los Manzurin que estaban esperando en la frontera entre Estados Unidos y México para ingresar a Estados Unidos.

Mikhail recordó su sueño de ir a Seattle. Decidió buscar la guía de Dios. Para llegar a América del Norte, necesitarían dinero. Solicitó un préstamo a través de su banco en Rusia. Pidió 15 000 dólares, casi seguro de que el banco lo rechazaría; ya le habían negado su última solicitud de solo 1000 dólares.

Para su sorpresa, el banco aprobó el préstamo. Mikhail lo tomó como una señal de Dios. Reservó boletos de avión a la Ciudad de México con escala en Dubái. No tenía idea de cómo llegarían desde la Ciudad de México a la frontera. Pero buscó en Google organizaciones benéficas cristianas y encontró un ministerio llamado Practice Mercy con sede en McAllen, Texas. Se acercó a su fundadora y directora, Alma Ruth, quien lo puso en contacto con amigos en la Ciudad de México y la ciudad fronteriza de Reynosa. A finales de noviembre, estos amigos recibieron a los Manzurin en el aeropuerto y se aseguraron de que estuvieran a salvo, con comida y alojamiento.

Unas semanas antes, los Manzurin nunca habían oído hablar de Reynosa, y ahora eran una de las aproximadamente 150 familias rusas que Ruth estimaba se encontraban ahí esperando pasar a Estados Unidos. Ruth dijo a CT que empezó a ver inmigrantes de habla rusa en la frontera hace unos dos años, pero que, desde la guerra y la movilización militar de Putin, su número ha aumentado. Han surgido nuevas empresas para sacar provecho de su desesperación, con anuncios en ruso que prometen ayuda para ingresar a Estados Unidos a través de México.

Los Manzurin pasaron unos 40 días en un Airbnb en Reynosa, esperando que las autoridades estadounidenses procesaran su solicitud de parole humanitario, un programa de inmigración que permite a ciertos extranjeros vivir temporalmente en Estados Unidos, generalmente debido a una crisis humanitaria. En los meses transcurridos desde que salieron de Rusia, sus hijos solo habían dormido en una carriola y en un asiento de niños para el auto.

El 9 de enero de 2023, los Manzurin finalmente cruzaron el puente hacia McAllen para comenzar su vida en Estados Unidos. Han solicitado asilo político, un estatus migratorio que proporciona un camino seguro hacia la residencia permanente.

La gente en Rusia le había advertido a los Manzurin que nadie en Estados Unidos estaría dispuesto a ayudarlos. En cambio, gracias a las conexiones de Ruth, en cada punto desde la Ciudad de México hasta Seattle, los cristianos locales los recibieron con sonrisas y regalos. La Iglesia del Nazareno de Rio Valley les permitió permanecer en su salón parroquial durante tres semanas. En Austin, el pastor principal de Hope Community Church, Aaron Reyes, los recibió en su casa durante más de una semana.

Cuando llegaron a Seattle, la única pieza de equipaje de los Manzurin se había multiplicado: tres maletas, dos carriolas nuevas, dos asientos nuevos para los niños para el auto y mucha ropa para los niños. La iglesia Transformation Center Church, la iglesia de habla rusa del sueño de Mikhail, les permitió quedarse en una casa de huéspedes durante varias semanas hasta que pudieran mudarse a un hogar más permanente.

(En junio, la fiscalía general rusa calificó a esta iglesia, que está conectada a una red de iglesias en Europa del Este, como «indeseable». Acusó a la iglesia de recolectar donaciones para apoyar al ejército ucraniano e informar sobre «actividades antirrusas». El departamento dijo que la iglesia es «una amenaza» para la seguridad rusa, y cualquier persona en Rusia que los ayude podría enfrentar un proceso judicial).

Cuando encontraron un apartamento de tres habitaciones en Kent, a unos 40 minutos al sur de Seattle, la gente donó un sofá, una cafetera, dos cunas y una habitación llena de juguetes. Cuando se quedaron sin dinero, un extraño que leyó su historia en las publicaciones de Practice Mercy en las redes sociales pagó su alquiler del mes de abril.

«Esperábamos lo peor», dijo Mikhail. Eso es lo que la propaganda rusa le había dicho toda su vida sobre los estadounidenses. «Pero estábamos literalmente en manos de Dios gracias a estas personas de este lugar».

La primera audiencia judicial de los Manzurin para su solicitud de asilo está prevista para julio de 2024. Si el juez de inmigración no les concede asilo, tendrán que abandonar el país. Mientras tanto, cada mes tienen que pagar la renta.

Pero tal vez debido a su juventud —o debido a su fe— siguen siendo la pareja ardiente, visionaria y llena de sueños que se conoció en un servicio de oración matutino en Moscú hace unos años.

No han olvidado su sueño original.

Recientemente, Mikhail consideró postularse para un puesto de camarero en un restaurante chino local, con la esperanza de practicar su mandarín. También planea inscribir a sus hijos en lecciones de tenis de mesa.

«Porque, ¿qué país está loco por el tenis de mesa?».

China.

Sophia Lee es escritora en el equipo global de Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Jesús me salvó el día de mi funeral

Estaba listo para mi entierro cuando Jesús me dio la misión de proclamar su nombre.

Cedric Kanana

Cedric Kanana

Christianity Today September 7, 2023
Fotografía por Tracy Keza para Christianity Today

«Tu sangre me limpia. Te alabo, Salvador». Escuché que la gente cantaba estas palabras mientras me acercaba a la iglesia. Al verme, la muchacha que tocaba el tambor dejó caer sus baquetas y salió corriendo, gritando, como si hubiera visto a un fantasma.

I Once Was Dead

I Once Was Dead

160 pages

$9.99

Vestido únicamente con una túnica de mortaja, entré al servicio de la iglesia como un imán musulmán que proclamaba a Cristo.

Doce horas antes, mi corazón había dejado de latir.

Mi padre, un hutu, fue uno de los primeros jeques musulmanes en el oeste de Ruanda; mi madre, una tutsi, era bruja y sacerdotisa de un dios africano. Mi familia practicaba el islam popular, que fusiona el islam con el animismo tradicional. Quienes practican este tipo de islam defienden vigorosamente el Corán y a Mahoma, y luego recurren a la brujería cuando se sienten amenazados o buscan un beneficio.

Después de tener dos hijas y hacer todos los sacrificios conocidos, y apelar a Alá y a los espíritus africanos por un hijo, mi padre estaba listo para divorciarse de mi madre cuando yo llegué. Me llamaron Swidiq Kanana y desde que nací me dedicaron a Alá con la bendición de ser un líder de la comunidad musulmana de Ruanda.

Estos planes se vieron interrumpidos cuando el país cayó en una guerra civil que fue seguida por un genocidio. El odio étnico que desgarró al país también desgarró a mi familia. Mi padre se divorció de mi madre y se casó con otra bruja, mientras que mi madre y sus hijos quedamos a expensas de la caridad. A falta de comida, me acostumbré a vivir en la calle desde los nueve años.

Cuando era adolescente, aprendí a ahogar mi dolor en las drogas. Pero también aprendí a sacar provecho de ello. Después de ingresar a la escuela, me resultó fácil identificar a aquellos que buscaban escapar de los problemas y el dolor. Y me aproveché de ello. Empecé a hacer viajes mensuales al Congo para adquirir drogas para vender. Primero marihuana, después cocaína. Al convertir a otros estudiantes en adictos, podría exigirles que se convirtieran al Islam si querían seguir consumiendo drogas. Anhelaba la aprobación de mi padre y trataba de recordarle sus esperanzas de que yo me convirtiera en un líder musulmán.

La comunidad musulmana pronto notó el éxito de mi reclutamiento. Debido a que había memorizado el Corán, fui nombrado imán de la escuela musulmana. Incluso cuando era adolescente, obtuve renombre como apologeta musulmán a través del muhadhara, o predicación y debate al aire libre. Pocos cristianos de Ruanda entendían cómo encajaban el Antiguo y el Nuevo Testamento, y era fácil presentar a Mahoma como aquel que cumplía las profecías del Antiguo Testamento de que Dios levantaría otro profeta como Moisés, o de un rey que conquistaría a las naciones. Por fin estaba cumpliendo la bendición que me fue dada el día que nací.

Todo eso cambió un día en mi último año de escuela. Mientras calentaba para un partido de baloncesto, algo en mi cerebro pareció estallar y me sentí abrumado por sonidos e imágenes que daban vueltas. Tropecé varias veces tratando de escapar del rugido. Todos y todo era aterrador. Había perdido la cabeza. Los diagnósticos iban desde psicosis causada por las drogas hasta opresión espiritual.

El sacerdote de un dios local le dijo a mi madre: «Cuando nació, él te fue dado a causa de tus sacrificios [a los dioses], no a causa de este Alá musulmán. Él le pertenece a los dioses, pero ha roto las ataduras. Esta locura es su castigo». Se realizaron ceremonias y sacrificios, pero nada cambió. Luego mi madre me llevó a un hospital psiquiátrico occidental en la capital, donde permanecí varios meses y me dieron un sedante fuerte.

Los líderes musulmanes culparon a los espíritus malignos. Al intentar un exorcismo, colocaron un Corán sobre mi cabeza y comenzaron a recitar la Sura Al-Baqarah, la sección más larga del Corán. De repente me levanté de un salto y comencé a golpearlos hasta que llegaron los policías y me sometieron.

La Biblia personal de Cedric Kanana. Abajo: La iglesia de Cedric Kanana en Kigali, Ruanda.Fotografía por Tracy Keza para Christianity Today
La Biblia personal de Cedric Kanana. Abajo: La iglesia de Cedric Kanana en Kigali, Ruanda.

Después de haber pasado casi un año tomando medicamentos antipsicóticos, un amigo cristiano de mi madre le preguntó: «¿Por qué no probar a Jesús? Lleva a Swidiq a ver a nuestro pastor». Fueron a la iglesia anglicana en la colina cercana. El pastor abrió su Biblia y le mostró a mi madre la historia del hombre que le suplicó a Jesús que sanara a su hijo, diciendo: «¡Sí, creo!… ¡Ayúdame en mi falta de fe!» (Marcos 9:24).

El pastor y cuatro miembros de la iglesia ayunaron y oraron durante siete días, cantando canciones de paz e imponiéndome las manos cada noche. La séptima noche sentí como si estuviera subiendo a través del agua. Escuché el nombre Jesús una y otra vez hasta que comencé a reconocerme a mí mismo nuevamente. Esa noche, mientras iba de camino a casa, creí que Jesús me había restaurado, que Él era más fuerte que los espíritus malignos, más fuerte que la medicina occidental y más fuerte que el Corán. Pero yo no conocía a Jesús.

Lo que siguió fue una situación que enfrentan muchos musulmanes hoy en día. No podía negar el poder en el nombre de Jesús. Pero decir la verdad implicaba el riesgo de avergonzar a mi familia, e incluso de que me mataran. Durante el salaat, o el tiempo de las oraciones diarias, me encontré a mí mismo orando no a Alá, sino a Jesús.

Este dilema duró siete meses mientras intentaba nuevamente terminar mi último año de escuela. Un día, mientras trabajaba en una tarea, un fuerte dolor en el abdomen me paralizó. Sentí que algo me estaba destrozando los órganos, y con cada respiración sentía como que me cortaban con un cuchillo. La maestra se apresuró a buscar ayuda cuando me vio caer al suelo, echando espuma por la boca.

Mi padre me llevó a un famoso médico occidental que había estado en Ruanda durante décadas. Estaba desconcertado. «Las cosas andan mal», dijo, «pero no hay nada que pueda señalar como la causa. No hay una razón médica obvia». Al cabo de una semana, los médicos del mejor hospital de Ruanda comenzaron los cuidados paliativos. Con la primera dosis de analgésico, sentí una sensación de hormigueo que se deslizó desde mi columna hasta mis extremidades. Quedé completamente paralizado, sin forma de comunicarme.

Alrededor de las nueve de la noche, de forma imprevista pasé a un estado de plena y desconcertante conciencia. Al notar el cambio, la gente entró corriendo a mi habitación. Comencé a sentir como si me estiraran el corazón hasta sacarlo por la boca. Fue una sensación extraña, más espiritual que física. Al mismo tiempo, algo como un fuerte viento me arrastró, y de pronto mi corazón se detuvo.

A la mañana siguiente, doce horas después, mientras cavaban mi tumba y lavaban y vestían mi cuerpo para el entierro según la tradición musulmana, de pronto tosí, arrojé la sábana a un lado y me levanté. ¡La gente huyó gritando!

Confundido, miré a mi alrededor y me di cuenta de que alguien había muerto. Al volverme hacia un grupo de personas que me miraba fijamente, vi una cara familiar. Era Jesús. Levantó la mano y me miró con una sonrisa de complicidad.

En un instante, rápidamente recordé lo que había pasado durante las últimas 12 horas. Recordé haber visto en mi mente cuatro figuras con forma de hombre envueltas en túnicas negras empapadas de sangre. Cada uno sostenía un arma en sus manos nudosas y con garras. Me ataron y comenzaron a torturarme, burlándose de mi impotencia para resistir. Creo que eran demonios. Uno había puesto su hacha en mi pecho y la levantó en alto cuando alguien más entró. Supe inmediatamente que era Jesús. En su presencia, los otros retrocedieron consternados, y parecieron evaporarse.

No tengo idea de cuánto tiempo permaneció mirándome, pero tuve una sensación de perfecta satisfacción. Cuando finalmente habló, levantó las manos, mostrando agujeros en cada una, y dijo: «Tú estás entre aquellos por quienes morí, así que no lo niegues más. Debes decírselo a los demás. Revélalo».

Obedecí al Señor Jesús. Ese día fui directamente a una iglesia, todavía con mi sudario puesto. Y durante los últimos 18 años les he estado hablando a otros sobre Él. Aunque mi padre y la comunidad musulmana primero intentaron matarme, tanto él como mi madre, mis hermanos y muchos de esa comunidad musulmana, encontraron a Jesús. Hoy soy un pastor anglicano que predica en toda África, llamando a musulmanes y animistas a Cristo, y llamando a los cristianos a caminar en la luz.

El Señor me ha librado de varios atentados contra mi vida. Los que más se acercaron dejaron cicatrices en mi cuerpo. Pero conozco bien el significado de mi sufrimiento y sé que llevo la bendición del nombre de Jesús.

Cedric Kanana es el autor de I Once Was Dead: How God Rescued Me from Islam, Drugs, Witchcraft, and Even Death. El coautor, Benjamin Fischer, es rector de la Iglesia Anglicana Cristo Redentor en Idaho.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Sarah Young todavía escucha a Jesús llamando

Desde «My Utmost for His Highest», ningún devocionario ha cautivado al mundo evangélico como «Jesús te llama».

Christianity Today September 2, 2023
Illustration by David Brinley

Esta es una revisión del artículo publicado originalmente en noviembre de 2013.

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

El libro Jesús te llama no parecía estar destinado a vender millones de copias. Y luego, inesperadamente, lo hizo.

Durante los primeros tres años después de su publicación en el año 2004, Jesús te llama vendió un total de solo 59 000 copias, un modesto éxito para un devocionario de una autora hasta entonces desconocida. Sin embargo, poco después las ventas crecieron exponencialmente: 220 000 copias tan solo en 2008.

Las ventas del libro se han casi duplicado en cada año sucesivo, dice Laura Minchew, vicepresidenta de Publicaciones Especializadas en Thomas Nelson. Para el verano de 2013, Jesús te llama había vendido 9 millones de copias en 26 idiomas, y Publishers Weekly informó que estaba en la quinta posición de la lista de éxitos de ventas de la primera mitad del 2013; eso entre todos los libros, no solo los libros cristianos: superó en ventas a Cincuenta sombras de Grey.

Pero aun cuando el libro continúa en las listas de éxitos de ventas (junto con sus productos derivados, incluyendo una Biblia devocional, un libro de cuentos, así como ediciones para mujeres, adolescentes y niños), su autora, Sarah Young, sigue siendo prácticamente desconocida. La mayoría de las personas que han leído este libro parecen no saber quién es ella.

Sin embargo, no todo el mundo se siente entusiasmado de que Jesús te llama revigorice el interés en la teología detrás de los escritos de Young —y, por extensión, en ella misma—. Young basa sus obras sobre la importancia de «la oración de escucha» una práctica teológica en la que las personas buscan escuchar mensajes directos de Dios. Los lectores críticos quieren saber: ¿Realmente Young piensa que Jesucristo le está hablando directamente a ella? ¿Es cierto?

Una mujer que practica la ‘oración de escucha’

En una era en la que el tamaño de un contrato para un libro cristiano es directamente proporcional a la «plataforma» del autor, con Young sucedió todo lo contrario. A diferencia de casi todos los autores cristianos conocidos, Young se abstiene de giras de promoción, blogs y conferencias.

De la lista de súperventas de
agosto 2013, Evangelical Christian Publishers Association:

1. Jesus Calling
3. Jesus Calling (edición letra grande de lujo)
8. Jesus Calling (de lujo)
9. Jesus Calling (edición para mujeres)
12. Jesus Today

Pero también, a diferencia de muchos de los escritores más vendidos de la actualidad, Young sufre de problemas serios de salud. Ella dice que sus problemas actuales, que no han sido correctamente diagnosticados, le impiden pasar tiempo frente al público.

En cierto sentido, esto es lo que ella prefiere. Lejos de la fama que un libro de súperventas podría permitirle, dice Minchew, Young pasa su tiempo haciendo lo que le gusta hacer: orar y escuchar.

Después de todos estos años, ella todavía escucha a Jesús llamando.

Sin embargo, Jesucristo es uno de los pocos que llama a Young. Ella no está disponible para entrevistas, ya sea en persona o por teléfono. Después de ofrecerle a CT una entrevista telefónica exclusiva, Young finalmente no pudo participar debido a contratiempos de salud. (Más tarde, aceptó contestar por correo electrónico y a través de Minchew, algunas de las preguntas que CT le envió para esta historia).

La única verdadera entrevista que Young ha dado desde el lanzamiento de Jesús te llama es una entrevista de preguntas y respuestas aprobada por Thomas Nelson con Minchew misma, quien conoce a Young desde el 2008. Fue entonces cuando Minchew asumió el cargo de editora en la división de libros de obsequio de Thomas Nelson, justo antes de que las ventas se dispararan. Durante ese tiempo, Minchew dice que ella y Young se han convertido en «amigas muy cercanas». Se conectan por Skype a menudo y se envían correos electrónicos casi todos los días. (Este tipo de relación con un editor es una más de las rarezas de Young).

«Ella es una mujer de oración», dice Minchew. «Una mujer que ama al Señor».

Ese amor se manifiesta en la práctica de escribir todos los días en su diario, práctica que le ha permitido coleccionar —y luego publicar— mensajes de Dios durante décadas.

Young se convirtió al cristianismo siendo adulta después de estudiar en el instituto L'Abri de Francis Schaeffer en Suiza, donde ella dice que experimentó por primera vez la presencia del «Dulce Jesús». En ese momento, ella ya había obtenido un título de Licenciatura en filosofía en Wellesley College y una Maestría en la Universidad de Tufts. Después de su conversión, obtuvo un grado más en el Covenant Theological Seminary de St. Louis, donde conoció a su esposo, Steve.

Juntos trabajaron ocho años en Japón como misioneros de la Iglesia Presbiteriana en América (PCA, por sus siglas en inglés), durante los cuales Young dio a luz a dos hijos. En 1991, después de que Young obtuviera un grado en Consejería de la Universidad Estatal de Georgia —y poco después de comenzar a escribir su diario—, los Young se trasladaron a Australia para trabajar con los inmigrantes japoneses.

Margaret Thatcher, cuyo marido ministró con el esposo de Young en la Iglesia Presbiteriana Henderson Memorial en Perth, describe a Young como una persona amable, interesante y generosa. Las dos mujeres asistían juntas a desayunos para esposas de ministros y servicios de adoración, pero Thatcher dice que Young permanecía lejos del centro de atención.

Un hombre oró, y al principio pensó que orar era hablar. Pero se volvió más y más callado hasta que al final, se dio cuenta que orar es escuchar. —Soren Kierkegaard

«Cada vez que la veía, [Young] parecía estar animando a otros en lugar de centrarse en sí misma», dice ella. «Uno siempre tenía la sensación de que estaba orando por la iglesia todo el tiempo, aunque ella estuviera aislada físicamente de la iglesia debido a su enfermedad». Para cualquier persona sana, la vida de Young pudiera parecer aislada. En el 2010, Young escribió en una carta de apoyo que a veces sentía como si su piel hubiera «sido pinchada con una aguja o como si alguien le hubiera prendido fuego. El dolor es tan fuerte que me marea».

Ella luchó con dos coinfecciones de la enfermedad de Lyme (incluyendo un diagnóstico erróneo de Síndrome de fatiga crónica que se prolongó por siete años), y también de vértigo severo durante todo su ministerio en Perth. Como resultado, Young relató en un correo electrónico que pasó gran parte de su tiempo «viviendo en una sola habitación de nuestra casa en Perth durante 20 horas al día».

No más. En la primavera de 2013, los Young se mudaron de Perth a la ciudad natal de Young, Nashville, para recibir tratamiento médico. Ahora que ha regresado de forma permanente a los Estados Unidos, Young dijo a CT en un correo electrónico personal que espera pasar más tiempo con sus dos nietos, Elie y John, que viven en Carolina del Norte.

Pero a pesar de que planea mantenerse ocupada como una abuela cariñosa y continuar su trabajo de «escritora que ora», los reveses de salud continúan. Actualmente está escribiendo otro devocional de un año en el mismo formato que Jesús te llama.

Sin embargo, Young también ha escrito que su enfermedad puede ser parte de una lucha espiritual contra el trabajo misionero de su familia y de su labor como escritora. Escribió que ella lucha para superar las «trincheras de la adversidad». Esto fue especialmente cierto mientras escribía Jesús hoy, el libro que siguió a Jesús te llama en 2012. Ella atribuye el libro a que se enfrentó a la desesperanza de una enfermedad grave.

Esa desesperanza es común a muchos estadounidenses, dice Young en la introducción de Jesús hoy. Y es una de las razones por las que muchos lectores dicen que se sienten más conectados con Jesús después de leer sus libros: ayudan a la gente a sentir a Jesús «justo donde estamos».

Minchew dice que por eso ella piensa que las palabras de su amiga provienen de Jesús: «No sé cómo tanta gente puede leer la misma página con necesidades completamente diferentes y sentir cómo [Dios] les está hablando, a menos que sean ellos abriéndose a la palabra del Señor».

¿Una promesa de hablar?

Los cristianos a lo largo de los siglos han aceptado la idea de que Dios se comunica con ellos, pero la disciplina específica de escuchar por medio de la oración (la oración de escucha) no ha sido un punto fuerte de los evangélicos. Si las ventas de libros son una indicación, entonces, Jesús te llama ha vuelto a encender la práctica de este tipo de oración, así como el debate sobre los peligros de la misma.

Los cristianos siempre han sentido que la disciplina de escuchar y de la meditación son disciplinas espirituales importantes, comenta Richard Foster, fundador de Renovaré y autor del libro Celebration of Discipline. Por lo tanto, no hay razón para suponer que Dios no responde cuando uno entra en conversación con Él: esa es la esencia de la oración.

«Escuchar mediante la oración es la parte meditativa de esa conversación», dice Foster. «Hablamos con Dios acerca de nuestras necesidades y [después] escuchamos».

Young le dijo a CT en el correo electrónico que envió a través de Minchew que su método de escuchar implica meditación de las Escrituras y pasar tiempo en silencio orando —«escuchando y luego escribiendo lo que siento que [Jesucristo] está poniendo en mi corazón»—.

«Por supuesto, no tenemos una conversacion audible», dice ella. «Es un momento tranquilo y personal de orar, leer la Biblia y buscar la dirección del Espíritu Santo».

Pero si es tan simple, ¿por qué la perspectiva de Young de escuchar por medio de la oración en su libro Jesus te llama —sobre todo la afirmación de que el libro contiene las palabras reales de Jesús— ha alterado a los teólogos y eruditos?

Debido a que no es tan sencillo como parece.

Ben Witherington, profesor de Nuevo Testamento en el programa doctoral del Seminario Teológico de Asbury, dice que los escritos de Young no son oraciones en lo más mínimo. La Biblia define la oración como una actividad generada por los humanos y que se dirige hacia Dios, dice él. Si los humanos reciben una —genuina— nueva palabra de la revelación de Dios, eso es un don espiritual específico (y por lo general, ese don no se asocia con presbiterianos reformados y teológicamente conservadores). Pero eso no es lo mismo que la oración.

Pudiera ser que Young haya recibido este don especial, pero las palabras tranquilizadoras de Jesús te llama, no parecen tan reveladoras. Los escritos de Young no son «nada que [ella] no pudiera haber obtenido al leer el Nuevo Testamento», dice Witherington.

Michael Horton, Profesor de Teología y Apologética Sistemática en el Seminario Westminster de California, concuerda. Comenta que el énfasis de Young en la relación personal privada de cada lector con Cristo es bien intencionada, pero la práctica puede ser peligrosa, ya que Dios no ha prometido hablarle a cada cristiano de manera individual. Como resultado, dice Horton, los cristianos deben mostrar preocupación respecto al libro en dos niveles diferentes: tanto en términos del método que Young usa, como del contenido de su libro.

Al hablar en «la voz de Dios», Young exhorta a los lectores a que «centren sus pensamientos en Mí» y que «piensen en quién YO SOY, en todo mi poder y gloria, y ponderen también la profundidad y la amplitud de mi amor por ustedes».

«Vengan a mí con un espíritu enseñable, dispuestos a cambiar. Caminar muy cerca de Mí es una vida de novedad continua», escribe Young en Jesús te llama. «Mientras enfocas tus pensamientos en Mí, sé consciente de que estoy plenamente atento a ti».

En otro pasaje, Young escribe que los cristianos que se encuentran «en el fragor de la batalla [deben] invocar mi Nombre: “Jesús, ayúdame!”. En ese instante, la batalla se convierte en mi batalla; el papel de ustedes es sencillamente confiar en Mí mientras yo lucho por ustedes».

«Eso es muy diferente de los Salmos, donde el salmista nos recuerda las grandes obras de Dios», dice Horton. «[En Jesús te llama] no hay mucha proclamación de las obras poderosas de Dios como la base para acercarnos a Él».

Por otra parte, los constantes llamados a obtener más y más confianza forza a los cristianos a centrarse en sí mismos, en lugar de centrarse en Jesús por medio de la Palabra (algo parecido al tipo de instrucciones que un terapeuta occidental moderno daría), dice David Crump, profesor de religión en Calvin College. Eso no es de sorprenderse, dado el trasfondo en consejería y asesoramiento que Young ha tenido a lo largo de su vida, dice Crump. Y no sería mucho problema si Young simplemente estuviera produciendo devocionales desde la perspectiva del pensamiento positivo y de autoayuda.

«Pero ella pone sus pensamientos en primera persona y luego presenta a esa “persona” como el Señor resucitado. Francamente, me parece que esto es indignante», comenta Crump. «Estoy seguro de que es una persona muy dedicada y una mujer piadosa, pero me siento tentado a llamar esto blasfemia».

Tratando de escuchar solo Dios sabe qué

Blasfemia o no, Jesús te llama representa aquella piedad bien intencionada de larga data dentro del movimiento evangélico. Estos movimientos pietistas, que hacen hincapié en los aspectos emocionales y personales de la fe, minimizan los sacramentos como la cena del Señor y el bautismo. Estos últimos son los medios ordinarios de la gracia a través de la cual Jesucristo ha prometido estar presente por medio del Espíritu Santo, señala Horton.

«La gente va a descubrir la presencia de Jesús al escuchar más de su Palabra proclamada y la asistencia regular sobre los medios públicos de gracia», dice Horton. «Sin embargo, la tendencia [del protestantismo] ha sido reducir la predicación y los sacramentos a lecciones objetivas».

Esa reducción es una característica religiosa típicamente americana, dice James Danaher, profesor de filosofía en Nyack College en Nueva York. Y ha dejado a millones de cristianos protestantes diciendo: «Yo quiero más».

Young deja en claro que escuchar a Jesucristo es algo «más», empañando la distinción que hay entre Dios hablando a través de las Escrituras y los cristianos hablando con Dios por medio de la oración. La primera vez que Young comenzó a escuchar por medio de la oración, ella estaba interesada en la comunicación de dos vías.

«Yo sabía que Dios se comunicaba conmigo a través de la Biblia», escribe Young, «pero yo anhelaba más».

De acuerdo con Paul Miller, director ejecutivo de seeJesus y autor de A Praying Life: Connecting With God in a Distracting World, cuando Young usa la palabra «más», esto implica que Dios no era suficiente para ella, a pesar de que meditaba en la Escritura y confiaba en los llamados del Espíritu en medio de su lucha con la enfermedad.

«Sarah ha sufrido mucho, y cuando se sufre durante un largo período de tiempo, el velo entre el cielo y la tierra se adelgaza», dice Miller. «Percibes a Dios, lo sientes, lo experimentas, y hay esta conciencia de Dios que penetra en lo profundo del alma».

Young dice que ha llegado a depender de mensajes personales de Dios en su relación con él. «Cuanto más difícil sean las circunstancias en mi vida, más necesito estas directivas alentadoras de mi Creador», escribe en la introducción de Jesús te llama.

Dentro de las mismas páginas, enfatiza que «continuamente [depende] de la ayuda del Espíritu Santo» para garantizar que los mensajes que escucha sean consistentes con la Biblia, «la única Palabra infalible de Dios».

Del mismo modo, en la introducción de Jesús hoy, Young escribe que ella escucha de manera selectiva y rechaza todo lo que no es bíblico. «Creo que la Biblia es la Palabra infalible de Dios, y me esfuerzo por presentarle a mis lectores solo lo que es coherente con ese estándar inmutable».

Young dijo a CT que sus libros «están diseñados para ayudar a las personas a conectarse no sólo con Jesús, la Palabra viva, sino también con la Biblia, la Palabra escrita». Eso significa que Jesús te llama está diseñado únicamente como una serie de devocionales que apuntan a los lectores hacia la Biblia.

Pero Horton ve las cosas de forma diferente. Young parece afirmar que ella necesitaba «más» que la Escritura para tener una estrecha relación con Dios, y anima a otros a hacer lo mismo». «[Es como si Young dijera:] “Yo quería algo más, así que aquí les doy una colección de ese ‘más’ que recibí de Jesús”», dijo Horton.

No obstante, Foster dice que escuchar a Dios por medio de la oración no es algo «más», es tan solo una disciplina diferente que se dejó de practicar y perdió su popularidad. Escuchar a Dios en la oración era uno de los pilares del pensamiento cristiano sobre la oración durante siglos, pero el surgimiento del racionalismo y el auge del secularismo en la sociedad eliminó la práctica, dice Foster.

Danaher de Nyack, autor de Contemplative Prayer: A Theology for the Twenty-First Century, dice que los místicos cristianos a lo largo de los siglos han experimentado la «presencia innegable e inefable de Dios». Nyack dice: «Lo nuevo dentro del mundo evangélico es el deseo de ligar esa experiencia con palabras… siempre debe haber cierto escepticismo [que se deja ver cuando uno dice]: “Estas son las palabras que uso para describir mi experiencia, pero la experiencia misma es diferente a lo que puedo poner en palabras”».

Las formas modernas de escuchar por medio de la oración aparecieron por primera vez a principios del siglo XX en un libro titulado God Calling. En God Calling, un libro de devocionales diarios que es muy similar a Jesús te llama, dos oyentes anónimas registraron y publicaron las palabras que dicen que Dios les habló. Las llamadas «oyentes» no revelaron su identidad. El editor del libro, AJ Russell (que a menudo es confundido con el autor del mismo), escribió que estaba «seguro de que [Dios] les abrió los ojos [a las oyentes] a muchas cosas que ellas y esta generación enormemente necesitan saber».

Sin embargo, Russell aclaró su respaldo: «Yo no creo en la inspiración verbal de éste o cualquier otro libro, pero creo que estas dos mujeres han sido guiadas y que mucho de lo que está escrito muestra esa guía».

Young se inspiró para comenzar su diario de oración de escucha —escritos que eventualmente se convirtieron en parte de Jesus te llama— un año después de que leyó God Calling. «Empecé a preguntarme si yo también podría recibir mensajes durante mis momentos de comunión con Dios», escribe en Jesús te llama. «Diariamente y cada vez más, quería escuchar lo que Dios tenía que decirme personalmente ese día».

«Empecé a preguntarme si yo también podría recibir mensajes durante mis momentos de comunión con Dios,» escribe en Jesús te llama. «Diariamente y cada vez más, quería escuchar lo que Dios tenía que decirme personalmente ese día». —Sarah Young

Mary Jean Young (no relacionada con Sarah) es una anglicana del área de Chicago y profesora que ha practicado la oración de escucha durante ocho años. Ella es una lectora ávida tanto de Jesus te llama (Jesus Calling) como de God Calling. Ella comenta que los libros le resultan atractivos porque reconoce la voz que habla a través de las palabras: la voz pertenece a Jesús.

No es cuestión de que los libros sean tan similares. Si las palabras realmente provienen de Dios, su voz será la misma, aun cuando dicha voz habla desde distintas generaciones y culturas, dice Mary Jean.

Michael Farley, director de adoración en la Iglesia Central Presbiteriana de St. Louis y profesor adjunto de Teología Práctica en el Seminario Teológico Covenant (donde estudió Young ), cree que el uso de la primera persona que emplea Young es un recurso retórico.

«Parece que lo que está haciendo es iluminar, dando el significado de las Escrituras y su aplicación a nuestra vida», dice Farley. «Ella despliega el significado de las Escrituras cuando reformula, explica y elabora el contenido ya existente de la Palabra».

Una paráfrasis es una forma perfectamente válida de interpretación de las Escrituras, dice Farley. Pero aún más importante, es que este tipo de interpretación encaja bien con la teología reformada de Young.

Del mismo modo, comenta Minchew, «la manera en que Young escucha a través de la oración no es en nada diferente a un predicador que ora sobre un pasaje de la Escritura y luego predica sobre lo que él cree que Dios está diciendo».

«Los escritos de Young se basan en lo que ha leído en las Escrituras y [obtenido en] la oración», dice Minchew. «Si usted realmente se concentra en la Escritura y deja que le hable, teniendo un espíritu dispuesto, el Espíritu le hablará al corazón».

Por lo tanto, si todos los cristianos están de acuerdo en que Dios se comunica con nosotros, el desacuerdo es simplemente en el método que Dios usa, dice Seth Barnes, fundador de Adventures and Missions, y entusiasta partidario de la oración de escucha. La Biblia promete que Dios habla a través del canon ya cerrado de la Escritura. Pero eso no limita a que Dios hable solo a través de la palabra escrita.

«Dios va a hablar como Él escoja», dice Barnes. «Al mismo tiempo, sabemos que Dios es personal y es muy claro en las Escrituras cuando dice: “Mis ovejas oyen mi voz”».

Tanto Foster como Barnes dicen que el escuchar a Dios por medio de la oración es más que escuchar en medio de un silencio tenso. Al contrario, la práctica es solo una mayor conciencia de que Dios está hablando en todo momento.

«Si realmente creemos, como lo hicieron los primeros cristianos, que Jesús es el cumplimiento de Deuteronomio 18:15 [“El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo. A él sí lo escucharás”], la tarea es guardar silencio y escuchar al Señor», dice Foster. «No hay nada misterioso en ello».

Melissa Steffan era residente editorial cuando escribió este reportaje para Christianity Today .

News

Falleció Sarah Young, autora del devocionario ‘Jesús te llama’

Las «oraciones de escucha» de la esposa de un misionero consolaron e inspiraron a millones de personas.

Sarah Young, autora de ‘Jesús te llama’.

Sarah Young, autora de ‘Jesús te llama’.

Christianity Today September 1, 2023
Cortesía de ‘Jesus Calling’ / edición por Rick Szuecs

Sarah Young, autora que escribió devocionales en la voz de Jesús y se convirtió en una de las evangélicas más leídas del siglo XXI, murió a los 77 años [enlaces en inglés].

Esposa de un misionero de la Iglesia Presbiteriana en América (PCA, por sus siglas en inglés) en Japón, Young sufría la enfermedad de Lyme y otras dolencias crónicas que a veces la obligaban a permanecer en su habitación durante veinte horas al día. En su aislamiento, empezó a practicar la «oración de escucha» y a anotar en un diario lo que sentía que el Espíritu Santo le decía.

«Los mensajes empezaron a fluir… y compré una libreta especial para anotar estas palabras», escribió Young más tarde. «He seguido recibiendo mensajes personales de Dios mientras medito en Él».

Algunas páginas de su diario llegaron a las manos de un grupo de oración de mujeres de Nashville a principios de la década de 2000. Una de las mujeres las compartió con su marido, que era vicepresidente de mercadotecnia de Integrity Publishers, e Integrity le preguntó a Young si podía escribir un mensaje de Dios para el lector para cada día del año. Ella aceptó y de esta forma publicaron Jesús te llama [Jesus calling] en 2004.

Con un impulso adicional de mercadotecnia después de que Integrity fuera absorbida por Thomas Nelson, el libro se situó entre los diez más vendidos de la Evangelical Christian Booksellers Association en 2009. Permaneció en lo más alto de la lista, mes tras mes, durante los siguientes 15 años, llegando a vender más de 45 millones de ejemplares. En agosto de 2023, Jesús te llama superó en ventas a T. D. Jakes, Lee Strobel, Rick Warren, Joyce Meyer, Louie Giglio y Max Lucado.

La versión infantil de Jesús te llama también ha vendido más de un millón de ejemplares, al igual que otros dos de los devocionarios de Young, Jesús siempre [Jesus Always] y Jesús hoy [Jesus Today]. Otros dos, Jesús vive [Jesus Lives] y Jesús escucha [Jesus Listens], han vendido medio millón de ejemplares cada uno.

Los devocionarios de Young han suscitado controversia, ya que algunos líderes evangélicos han expresado su preocupación por que sus libros socaven la idea de que la Biblia sea suficiente para los cristianos contemporáneos. Otros han dicho que escribir usando la voz de Jesús roza la blasfemia. Sin embargo, muchísimos creyentes han encontrado consuelo, paz, aliento e inspiración en las palabras de Jesús escritas por Young.

Jesús te llama ha cosechado seguidores tan diversos como el productor de hiphop Metro Boomin, quien publicó fotos de sus páginas completamente resaltadas en redes sociales, y la presentadora de programas de entrevistas Kathie Lee Gifford, quien ha elogiado la guía espiritual de Young en su vida.

«Me maravilla su resistencia y su fe», dijo Gifford. «Su amor por Jesús me da una lección de humildad».

En Goodreads, una red social donde la gente comparte reseñas y valoraciones de libros, el 85 por ciento de los lectores de Jesús te llama le dieron cuatro o cinco estrellas.

«Me encanta este devocional», escribió una mujer de Tennessee. «Lo he leído casi todos los días durante el último año, pero sigo encontrando paz en él incluso ahora. Es hermoso y reconfortante».

Las luchas espirituales que la llevaron a L’Abri

Young nació con el nombre Sarah Jane Kelly en Nashville el 15 de marzo de 1946. Poco se sabe de su infancia, salvo que su padre era profesor universitario y que su familia vivía en el sur de los Estados Unidos. Se graduó del instituto E. C. Glass de Lynchburg en 1964, y asistió al Wellesley College, donde estudió filosofía. En 1974 obtuvo un máster en educación con concentración en estudios de la infancia por la Tufts University.

A pesar de su éxito académico, la futura autora de Jesús te llama estaba batallando en el ámbito espiritual. No era cristiana y sus clases de filosofía la habían convencido de que, en última instancia, la vida carecía de sentido y era absurda. Fue entonces que encontró Escape from Reason, de Francis Schaeffer. El libro le hizo reflexionar que podría haber respuestas a preguntas que había considerado incontestables. Quizá podría llegar a conocer la verdad e incluso confiar en que era absoluta.

Esta esperanza la llevó a viajar a L’Abri, el centro de estudios evangélicos de Schaeffer en los Alpes suizos. Allí, Young tuvo un encuentro con Jesús. Un consejero le preguntó si era cristiana y de qué creía que necesitaba ser perdonada.

«Inmediatamente comprendí que necesitaba a Jesús para salvarme de mis muchos pecados», escribió.

Después de caminar sola por los nevados bosques suizos, Young sintió una Presencia —siempre escribiría sobre ella con P mayúscula— y sintió que era la abrumadora respuesta personal a una pregunta que ella había pensado que era simplemente intelectual. Dijo en voz alta: «Dulce Jesús».

Un año después, sintió la misma Presencia mientras leía el libro de la autora cristiana Catherine Marshall sobre la oración, Beyond Ourselves.

«Ya no me sentía sola», recordó Young más tarde. «Sabía que Jesús estaba conmigo».

Young decidió dedicarse a la consejería cristiana, y fue a obtener un máster en la materia en el Seminario Teológico Covenant, una escuela de la PCA en Missouri. Allí conoció y se casó con Stephen Young, hijo y nieto de misioneros en Japón, que también planeaba ser misionero en Japón. La pareja se casó en 1977 y se trasladó al sur de Yokkaichi para plantar una iglesia con la organización misionera Mission to the World.

En 1991, los Young se trasladaron a Melbourne, Australia, donde Stephen ayudó a fundar la primera iglesia en japonés de la ciudad. Sarah abrió un consultorio de consejería cristiana, ayudando a mujeres que habían sufrido abusos sexuales y espirituales a encontrar sanación en Cristo. Young empezó a meditar sobre la protección de Dios, visualizando a cada miembro de su familia rodeado por el Espíritu Santo. Mientras lo hacía, recordó más tarde, tuvo una experiencia mística. La envolvió la luz y la invadió la paz.

«Yo no había buscado esta poderosa experiencia de la Presencia de Dios», escribió, «pero la recibí agradecida».

Experimentando con un diario de oración

Al año siguiente, Young empezó a experimentar con oraciones de escucha. En su diario, en lugar de escribir lo que ella quería decirle a Dios, escribía lo que sentía que Dios le decía. Se inspiró, al menos en parte, en el teólogo evangélico J. I. Packer, que escribió que Dios «guía nuestras mentes mientras pensamos cosas en su presencia».

De forma más controvertida, Young también se vio influida por God Calling, un registro británico de supuestas revelaciones divinas dadas a dos mujeres anónimas conocidas únicamente como «The Listeners». Fue editado y publicado por un editor de periódicos interesado en espiritualidad, experiencias místicas y autoridades religiosas alternativas.

«Cristo, Cristo, Cristo. Todo debe descansar en Mí», dijo Dios en 1933 según el registro de dichas mujeres. «Sean canales ustedes dos. Mi Espíritu fluirá y, al fluir, barrerá todo el amargo pasado».

Young atesoraba el libro. «Encajaba extraordinariamente bien con mi anhelo de vivir en la presencia de Jesús», dijo. Y la inspiró a empezar a escribir en la voz de Dios en su diario de oración.

Young no creía que su escritura estuviera inspirada por Dios —y desde luego no era inerrante—, pero tampoco creía que fuera un simple proyecto de escritura creativa. No concebía escribir desde la perspectiva de Dios como un recurso retórico. Pensaba en sus diarios como un testamento de la Presencia de Dios.

Cuando padeció varias enfermedades, tales como dos cirugías de melanoma, un diagnóstico erróneo de síndrome de fatiga crónica, la enfermedad de Lyme y un vértigo persistente, las prácticas de oración fueron cobrando cada vez más importancia para ella. Young se preguntó si Dios la estaba llamando a compartirlas con los demás.

«Cuando la gente me abre su corazón», escribió, «descubro que la mayoría también desea el bálsamo de la Paz de Jesús».

Pasó unos tres años preparando un manuscrito, pero no pudo conseguir un contrato editorial. Se dió por vencida en 2001, cuando la familia se trasladó a Perth, una ciudad aislada de Australia Occidental, para que Stephen pudiera establecer allí un ministerio para japoneses. Sus enfermedades, en los años siguientes, se agravaron tanto que apenas podía salir de su habitación. Se concentró todo lo que pudo en escribir, orar y meditar en Dios.

Byron Williamson, fundador de Integrity, recibió una muestra de la obra de Young en 2003. La escritura lo cautivó.

«Pasé los días siguientes reflexionando sobre la voz que oía en los devocionales de Sarah… eran palabras extraordinariamente íntimas, expresadas con calidez», recordó Williamson más tarde. «Me recordó a un libro que había visto en la mesilla de noche de mi propia madre años antes, titulado God Calling».

Sugirió el título Jesús te llama [Jesus calling] y le ofreció a Young un contrato. Ella aceptó y le dijo a su marido que esperaba que el editor no perdiera dinero con su devocionario.

Un milagro editorial

No tenía por qué preocuparse. En sus tres primeros años, Jesús te llama vendió una media de 20 000 ejemplares al año, y mucha gente los compraba como regalo. Los clientes de las librerías cristianas preguntaban si podían comprar el devocionario por cajas.

Thomas Nelson absorbió Integrity en 2006 y, en lugar de tratar el devocionario como un extraño título atrasado, vio el libro como un posible éxito de ventas y lo impulsó. En 2008, vendieron 220 000 ejemplares. En 2009, llegó a las listas de libros más vendidos. En 2013, superó en ventas a Cincuenta sombras de Gray, y Thomas Nelson lo tradujo a más de dos docenas de idiomas.

La propia Young apenas participó en la promoción de sus libros, ganándose una reputación de reclusa incluso después de mudarse a Nashville con su marido. Cuando Christianity Today intentó escribir un perfil sobre ella [enlace en español], solo se comunicaba por correo electrónico a través de un intermediario de Thomas Nelson. A The New York Times y Publishers Weekly también se les negaron entrevistas telefónicas.

Pero su libro siguió vendiéndose. Muchos lectores lo encontraron a través de recomendaciones personales. El músico David Crowder dijo que había perdido la cuenta de cuántas personas le habían preguntado: «¡Hermano!, ¿has leído Jesús te llama?».

La actriz y cantante Kristin Chenoweth, protagonista de la serie de televisión Pushing Daisies y de la producción de Broadway de Wicked, dijo que la actriz Rita Wilson le regaló un ejemplar. Wilson, que está casada con Tom Hanks y ha tenido papeles en las películas Sleepless in Seattle y Runaway Bride, a su vez, recibió un ejemplar de la cantante de música country Faith Hill.

«Es una locura que a veces leas el pasaje de ese día y sea exactamente lo que necesitas oír», dijo Wilson.

El libro también fue promocionado por el candidato republicano a las primarias presidenciales, Scott Walker, y repartido por la Casa Blanca. Sarah Huckabee Sanders dijo que encontró un ejemplar en su despacho poco después de que el presidente Donald Trump la ascendiera a secretaria de prensa.

«Lo tomé», dijo a CBN. «Fui a la otra habitación y lo leí inmediatamente. Me quedé como en paz».

No obstante, a medida que el libro se hizo más popular, también atrajo serias críticas.

«Ella pone sus pensamientos en primera persona y luego presenta a esa “persona” como el Señor resucitado. Francamente, esto me parece indignante», dijo a CT en 2013 David Crump, profesor de teología de la Universidad Calvin. «Estoy seguro de que es una mujer muy devota y piadosa, pero estoy tentado a llamar esto blasfemia».

El bloguero evangélico Tim Challies escribió que era un «libro profundamente preocupante», y que era a la vez peligroso e «indigno de nuestra atención».

Kathy Keller, subdirectora de comunicaciones de la iglesia PCA de Nueva York donde su marido, Tim, era el pastor principal, escribió una reseña explicando por qué la iglesia Redeemer no vendería Jesús te llama, a pesar de que mucha gente lo pedía.

«Young tenía la Biblia, pero le pareció insuficiente», dijo. «Si quieres experimentar a Jesús, aprende a encontrarlo en su Palabra. Su verdadera Palabra».

Los editores de Thomas Nelson objetaron que los críticos estaban siendo obtusos.

«En ningún caso [Young] cree que sus escritos sean sagrados o que tenga nuevas revelaciones», dijo uno de ellos a The New York Times. «Creo que ha intentado ser bastante clara al respecto en las introducciones de sus libros».

También señalaron la larga historia de la escritura devocional, que incluye obras clásicas de Andrew Murray, Oswald Chambers y A. W. Tozer, ampliamente aceptadas en el evangelicalismo. El estilo de escritura de Young tal vez era diferente, pero los lectores estaban muy familiarizados con el género devocional que los críticos parecían malinterpretar desproporcionadamente.

Una ayuda para que los lectores conecten con Jesús

Las acusaciones de posible herejía no perjudicaron las ventas de Jesús te llama. Aunque algunos nuevos lectores se acercaron con cautela al libro y a los siguientes devocionarios, la mayoría se convirtieron en fervientes conversos cuando leyeron las palabras de Jesús escritas por Young.

La autora Dawn Paoletta, por ejemplo, escribió que era escéptica porque el relato de Young sobre la recepción de mensajes divinos le recordaba a los escritos de la Nueva Era. Pero cuando leyó Jesús te llama, se convenció de que venía de Dios.

«Recomiendo sin reservas este libro y ya he comprado media docena de ejemplares para regalar», escribió Paoletta en Goodreads. «También he comprado una copia impresa que llevo en mi bolso… ¡Probablemente acabe regalándosela a la persona que Dios me indique en algún momento!».

Millones de personas respondieron de la misma manera, volviendo a Jesús te llama una y otra vez en busca de sustancia espiritual y regalando copias a cualquiera que pareciera necesitarlo.

Young dijo que estaba asombrada por el éxito comercial de sus escritos, pero que se alegraba de poder ayudar a la gente a conectar con Jesús. A medida que las cifras de ventas crecían astronómicamente, se comprometió a seguir orando por todos sus lectores.

«Recuerda que siempre oro por ti», escribió al publicar Jesús escucha. «Aún más importante, recuerda que Jesús está siempre contigo, escuchando cada una de tus oraciones».

Young falleció en Nashville el 31 de agosto. Le sobreviven su marido, Stephen, su hija Stephanie y su hijo Eric.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Los evangélicos necesitan una teología renovada de la Iglesia

La salida masiva de la Iglesia brinda una oportunidad para que nuestra tradición redescubra una eclesiología más duradera.

Christianity Today September 1, 2023
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Unsplash

La mayoría de las personas que dejaron de asistir a las iglesias evangélicas en los últimos años no son nones [término informal usado en inglés para referirse a las personas que afirman no tener ninguna afiliación religiosa] ni exevangélicos.

De hecho, muchos todavía se identifican como cristianos nacidos de nuevo con creencias cristianas perfectamente ortodoxas, según explican Davis y Michael Graham en su nuevo libro The Great Dechurching. Estos cristianos creen en la Trinidad, la expiación y la realidad de Jesús como su Salvador personal. [Enlaces en inglés].

Simplemente no van a la iglesia.

Podría ser fácil imaginar que los millones de personas que han abandonado la iglesia son una aberración cuyas identidades evangélicas resultan de algún modo sospechosas. A lo mejor no entienden realmente de qué se trata la fe cristiana, podríamos pensar.

Pero, ¿qué pasa si el propio Evangelicalismo es en parte culpable? ¿Qué pasa si el problema con los evangélicos que no asisten a la iglesia no es su comprensión errónea de la fe, sino más bien la propia falta de énfasis en la iglesia por parte de la teología evangélica?

En relación con otras formas de cristianismo, los evangélicos históricamente han mantenido una visión bastante baja de la Iglesia, en comparación con su visión elevada de la relación individual del creyente con Dios.

Mientras que los católicos durante siglos insistieron en que «no hay salvación fuera de la iglesia», los evangélicos tradicionalmente han insistido en que la salvación de una persona no tiene nada que ver con la afiliación a la iglesia o el sacramento de la iglesia. Mientras que algunos protestantes, como los luteranos y los anglicanos, han reservado un papel para el sacramento del bautismo en la salvación, muchos evangélicos han evitado esta teología sacramental.

El evangelicalismo estadounidense nació en avivamientos al aire libre que tuvieron lugar en el siglo XVIII, mismos que denunciaron a los ministros inconversos y llamaron a la gente a experimentar al Espíritu Santo y el don de la salvación fuera de los muros de la iglesia. El evangelista anglicano George Whitefield ministró a miles de personas al aire libre y tenía poca conexión con cualquier denominación establecida.

Whitefield no estaba solo. Aunque los evangelistas del Primer Gran Avivamiento fueron a menudo ministros ordenados (como lo fue Whitefield), su mensaje individualista de salvación personal trascendió y desafió las fronteras denominacionales, enfatizando una relación personal con Dios que no estaba mediada por la iglesia o el credo.

De manera similar, en el siglo XIX, la predicación de avivamiento continuó siendo impartida por evangelistas itinerantes, algunos de los cuales despreciaban abiertamente los ordenamientos de sus denominaciones, o bien, tenían una relación débil con la iglesia establecida.

Barton W. Stone, pastor de la Iglesia Presbiteriana Cane Ridge, donde comenzó el Segundo Gran Avivamiento, dejó su denominación presbiteriana después del avivamiento. Se lanzó por su cuenta, decidido a recuperar el cristianismo del Nuevo Testamento sin la carga de la supervisión denominacional o del credo aceptado.

Charles Finney, el evangelista más famoso del Segundo Gran Avivamiento pasó de iglesia en iglesia en una serie de pastorados que cruzaron líneas denominacionales para encontrar una iglesia que encajara bien con sus «nuevas medidas» y su teología arminiana.

Pero al menos los evangelistas del siglo XIX asistían regularmente a una iglesia local, a pesar de su incomodidad con las limitaciones denominacionales. Ese no fue el caso de muchos líderes evangélicos estadounidenses en el siglo XX.

Algunos se dieron cuenta de que a menudo podían alcanzar a los perdidos de manera más efectiva a través de ministerios paraeclesiásticos que a través de la iglesia local.

El más famoso de estos ministros paraeclesiásticos fue Billy Graham, cuyo ministerio de predicación internacional trascendió las líneas denominacionales. Graham animó a su audiencia a unirse a una iglesia local, pero su propia membresía estaba en una iglesia en Dallas, a casi mil millas de su casa en Montreat, Carolina del Norte.

Asistía con frecuencia a otras iglesias, especialmente a la congregación presbiteriana de la que era miembro su esposa, Ruth Bell, pero rara vez visitaba la de Dallas, de la que fue miembro durante 54 años.

«Si yo perteneciera a una iglesia bautista en mi vecindario [en Carolina del Norte], continuamente me pedirían que trabajara en los asuntos de la iglesia», explicó Graham. «Cuando estoy en casa asisto a la iglesia presbiteriana de mi esposa y, naturalmente, no me piden que haga nada».

Otros líderes evangélicos paraeclesiásticos de esa época expresaron incluso menos interés en asistir y servir activamente en una iglesia local.

Pat Robertson, el locutor de televisión que fundó la Regent University y la Christian Coalition, fue un ministro ordenado bautista del sur. Sin embargo, casi nunca asistió a la iglesia durante el apogeo de su carrera en los años 1980 y principios de los 1990. «Es aburrida», le dijo una vez a un periodista, cuando le preguntaron por qué no asistía a la congregación bautista de la que era miembro. «Nunca disfruté ir ahí».

Robertson creía firmemente en la importancia de la devoción cristiana, leía la Biblia durante una hora todos los días y pasaba mucho tiempo en oración. Pero, en su opinión, la asistencia a la iglesia era opcional.

Hoy en día, algunos evangélicos están poniendo un énfasis renovado en la importancia de la iglesia. Pastores como David Platt y Mark Dever, por ejemplo, insisten en que cada creyente es responsable de convertirse en miembro activo de una iglesia local.

Los evangélicos están leyendo de nuevo textos clásicos sobre el valor de la comunidad cristiana, como Life Together de Dietrich Bonhoeffer, y están escribiendo nuevos libros sobre el tema, como Rediscover Church: Why the Body of Christ Is Essential de Collin Hansen y Jonathan Leeman.

A medida que ir a la iglesia se vuelve más contracultural y menos conveniente en nuestro mundo frenético, estos mensajes son necesarios más que nunca. Como explica Bonnie Kristian, muchos creyentes carecen de un compromiso fundamental con la iglesia, es decir, la convicción de que «la participación rutinaria en la vida cristiana comunitaria es el lugar principal donde tiene lugar nuestra adoración y discipulado».

Pero para lograr que la gente regrese a los bancos, los evangélicos necesitan redescubrir una teología convincente sobre la iglesia, necesitan establecer una respuesta específicamente evangélica a la pregunta «¿Por qué la iglesia?» [enlace en español].

La razón de la existencia de la iglesia no puede ser simplemente la evangelización, ya que los ministerios paraeclesiásticos y los equipos misioneros suelen ser más eficaces en eso. No puede ser simplemente predicar la palabra de Dios, ya que algunas de las mejores predicaciones evangélicas a menudo han ocurrido en servicios de avivamiento no denominacionales y conferencias ministeriales paraeclesiásticas.

Si, la iglesia es la novia de Cristo, a quien Jesús redimió con su sangre, sabemos que es vital. Pero, ¿por qué?

Una respuesta evangélica es que la iglesia existe como una expresión local de la familia de Dios y es el plan de Jesús para entrenar a sus discípulos a amarse unos a otros y llegar a ser más como Él.

El amor no se puede practicar eficazmente en soledad. Podemos orar y leer la Biblia solos. Pero no podemos practicar el amor a otras personas si no tenemos una relación con ellas.

Pablo escribió el capítulo 13 de 1 Corintios a toda una congregación, no a un cristiano solo que vivía aislado. Hubo momentos en la vida de Pablo en los que estuvo aislado de la comunidad de creyentes y no pudo adorar con otros, como cuando estuvo en prisión. Pero incluso en aislamiento, oró fervientemente por otros discípulos y anhelaba reunirse con ellos.

No se pueden leer los primeros capítulos de 1 Tesalonicenses sin darse cuenta de que Pablo era un hombre que anhelaba intensamente estar con otros creyentes, orar con ellos y compartir sus alegrías y tristezas en su caminar con el Señor.

Como bien han señalado los evangélicos, el Espíritu de Dios y el don de la salvación no están definidos por los muros de la iglesia. Pero sin una comunidad corpórea de creyentes, nuestra capacidad para aprender a amar a otros seguidores de Jesús es limitada. Nos vemos obstaculizados en nuestra capacidad de experimentar la unidad con otros cristianos, unidad por la que Jesús oró justo antes de su crucifixión. Y es menos probable que experimentemos las bendiciones que conlleva ser parte de una expresión local de la Esposa de Jesús.

El evangelicalismo estadounidense primitivo puede haber sido una reacción contra los ministros inconversos y las iglesias espiritualmente muertas, pero nunca debió convertirse en un movimiento contra la iglesia misma. Y tal vez ahora, en medio de una salida masiva de la Iglesia, podamos redescubrir una teología evangélica sólida de la misma.

Daniel K. Williams es un historiador en la Universidad de Ashland y autor de The Politics of the Cross: A Christian Alternative to Partisanship.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Mi amigo pastor coincide con la política fronteriza de Trump. También brinda refugio a los migrantes

Es políticamente conveniente tratar a los migrantes como «invasores». Pero aquí, en el oeste de Texas, la realidad es más complicada.

En El Paso, Texas, migrantes recién llegados desde Centroamérica hacen cola para recibir la cena en un refugio administrado por una iglesia.

En El Paso, Texas, migrantes recién llegados desde Centroamérica hacen cola para recibir la cena en un refugio administrado por una iglesia.

Christianity Today August 31, 2023
Mario Tama / Getty

«¿Sabes de algún trabajo para gente como yo?», pregunta Doris*, tecleando la frase en español en la aplicación de traducción de su teléfono.

[Las personas mencionadas en este artículo solicitaron que se protegiera su identidad y aceptaron que se usara solo la primera letra de su nombre. Para facilitar la lectura, se hará uso de nombres cambiados que comiencen con la misma letra.]

Gente como ella. Doris es venezolana, una de los millones de migrantes que han llegado a la frontera sur de Estados Unidos en los últimos años. Llegó con su marido tras un peligroso viaje, desesperada por que sus hijos tuvieran una oportunidad de tener el tipo de vida que yo doy por sentada para mi familia: comida todos los días, educación, electricidad y atención médica. Y ahora está sentada frente a mí en la mesa de mi cocina.

La conocí hace unos meses, poco después de que llegara a la ciudad. Un amigo mío, el pastor Eduardo*, acogía a inmigrantes en su iglesia, una congregación evangélica de Midland, Texas, en la que se habla inglés y español. El pastor Eduardo me contó que los migrantes acogidos por su iglesia habían recibido permiso del gobierno de Estados Unidos para entrar al país y solicitar asilo, pero que normalmente tienen que esperar seis meses o más para obtener un permiso de trabajo.

Mientras esperan, el pastor Eduardo, su esposa y su congregación proporcionan alojamiento y comida a algunos de los inmigrantes que carecen de otros contactos en Estados Unidos, y también les ayudan a encontrar trabajos remunerados con personas confiables para que los traten con justicia.

Escribo la siguiente pregunta para Doris en la aplicación de traducción de mi teléfono, aunque ya sé la respuesta: «¿Tienes permiso para trabajar aquí?». Ella niega con la cabeza. Hasta ahora, todos los inmigrantes a cargo del pastor Eduardo siguen esperando el permiso de trabajo.

Reflexiono sobre su primera pregunta: ¿Sabes de algún trabajo para gente como yo? Sabría cómo ayudar a Doris a encontrar un pediatra o a matricular a su hijo en la escuela. Podría ayudarla a encontrar un profesor de matemáticas o un agente inmobiliario. Pero aunque vivimos en la misma ciudad, vivimos en dos mundos diferentes. Y no sé cómo ayudarla a encontrar un trabajo regular, justo y seguro en el mundo que ella habita.

«Soy bendecida», empiezo a escribir, con mi lenguaje cristiano evangélico burbujeando por reflejo. Pero la palabra se ve sucia en mi pantalla. He escuchado a Doris cantar himnos en español. ¿Es la bendición de Dios la que nos ha puesto a cada una en nuestros respectivos lugares? Retrocedo e intento ser más precisa.

«Soy afortunada», corrijo. «Afortunada», digo en español. «Como nací aquí, no tengo experiencia en encontrar trabajos que no requieran un permiso legal, y no sé muy bien cómo ayudar».

Mientras le acerco el teléfono para mostrarle mi explicación en español, aparece un mensaje. Es un anuncio de campaña política: «Carrie, soy Amber, de Texans for Strong Borders. Texas se enfrenta a una invasión debido a la negativa de la administración Biden a asegurar la frontera».

Una invasión de gente como Doris.

Territorio en disputa. Ahí es donde a veces siento que vivo como seguidora de Cristo, en un lugar saturado tanto de cristianismo cultural como de verdadera y profunda fe en Jesús. En el oeste de Texas, como en gran parte de Estados Unidos, la inclinación política es predecible por el código postal, y las preferencias políticas pueden venir empaquetadas junto con la pertenencia a una iglesia. Puede ser fácil olvidar o ignorar la tensión de los valores en conflicto, incluso cuando la lealtad nacional consume lentamente la lealtad al Reino.

Al igual que yo, el pastor Eduardo nació y se crió en el oeste de Texas; sin embargo, la vida de su familia siempre ha serpenteado de un lado a otro de la frontera con la lánguida facilidad del propio Río Grande. Políticamente conservador, Eduardo es tan republicano de pura cepa como cualquier tejano del oeste. Es capaz de argumentar de forma convincente por qué la inmigración debería reducirse drásticamente y la frontera debería ser más segura.

Y aunque a Eduardo no le gusta la aspereza del expresidente Donald Trump, aprecia su dura postura sobre la inmigración, misma que considera más humana que las políticas de la administración Biden, que dan una bienvenida parcial, pero hacen casi imposible inmigrar de forma segura y legal.

En algún momento de nuestras vidas, Eduardo y yo compartimos una cómoda certeza en el famoso estribillo republicano: «Apoyo la inmigración, pero tienen que entrar legalmente». Parecía trazar una línea de demarcación clara e incluso moral a través de la crisis fronteriza con la precisión de un topógrafo. Blanco y negro. Lo correcto y lo incorrecto. Nosotros y ellos.

Pero ahora que los inmigrantes se sientan a la mesa de nuestra cocina, ambos hemos aprendido que es más complicado que eso. Algunos inmigrantes que Eduardo conoce obtuvieron permiso para entrar en Estados Unidos hace más de dos años y siguen esperando permisos de trabajo.

«Tienen que crear una subcultura para sobrevivir», me dice, describiendo la servidumbre moderna en la que están atrapados algunos inmigrantes. Las palabras de Eduardo penden entre nosotros, porque ambos sabemos que correríamos los mismos riesgos si eso fuera necesario para alimentar a nuestras propias familias.

«La inmigración nunca se ha abordado. Republicanos y demócratas no quieren tocar el tema», me dijo Eduardo, compartiendo que sus frustraciones políticas van en ambas direcciones. De hecho, la labor de ayuda que está llevando a cabo cruza suficientes zonas legales grises como para que los abogados nos aconsejaran a mí y a los editores de CT que mantuviéramos en el anonimato la identidad de Eduardo para protegerlo de posibles repercusiones legales.

El hecho de que un ministerio eclesiástico que ayuda a inmigrantes legales sea motivo de preocupación revela el cruel absurdo del actual proceso de asilo, mismo que muchos inmigrantes persiguen porque es la única vía de inmigración lícita y ampliamente disponible para trabajadores no calificados sin familia en Estados Unidos: permitimos que los inmigrantes entren en el país, pero no les damos permiso para trabajar.

Este limbo legal expone a los inmigrantes a peligros reales, como el tráfico de personas y los abusos laborales. Y al mismo tiempo, los obliga a navegar por un proceso de inmigración ineficaz y a menudo inexplicable, a pesar de que normalmente no hablan inglés, no pueden pagar un abogado, y es posible que ni siquiera sepan leer y escribir.

En lugar de abordar los problemas sistémicos de nuestras políticas de inmigración, los políticos de ambos bandos utilizan a los inmigrantes como forraje político, sin hacer nada por cuidar de estos portadores de la imagen de Dios. La dura realidad es esta: vivimos en un sistema en el que dependemos de la mano de obra ilegal y, sin embargo, demonizamos a quienes la proporcionan. Para tranquilizar nuestras conciencias, fingimos no ver, pasando por el otro lado del camino (Lucas 10:25–37).

El pastor Eduardo ahora ve a los inmigrantes de nuestra ciudad, y se ha comprometido a ayudarles, aunque este acto de lealtad al Reino sea también desobediencia civil. Sin embargo, como él mismo admite, pasó años ignorando a los inmigrantes que pasan por el oeste de Texas, confiado en su política y ocupado en su ministerio.

Entonces, el otoño pasado, Eduardo conducía por Ciudad Juárez, la ciudad mexicana vecina a El Paso, al otro lado del Río Grande, donde ayuda a pastorear otras tres iglesias. Junto al río, se encontró con un gran campamento de inmigrantes. A pocas manzanas del final de la línea de ferrocarril que muchos de ellos recorrieron en dirección hacia el norte, habían reclamado un estrecho trozo de grava entre el agua y una concurrida carretera mexicana. Al otro lado del río se divisaba el moderno perfil de El Paso; cerca, pero imposiblemente lejos de las improvisadas tiendas de lona y cartón de los inmigrantes. Sobre el campamento ondeaba una bandera venezolana.

Normalmente, habría pasado de largo. Pero esta vez, Eduardo se detuvo y se encontró a sí mismo preguntándole a Dios: ¿Cuál es nuestra parte en ayudarles? ¿Cómo nos has llamado para marcar la diferencia? Volvió a su casa en Midland y, durante las dos semanas siguientes, se despertó todas las noches entre las 3 y las 4 de la madrugada tras soñar con ovejas y cabras, migrantes, y el Pastor que protege y clasifica.

Cada noche, se despertaba con las palabras de Mateo 25:35–36 en su mente: «Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; necesité ropa y me vistieron; estuve enfermo y me atendieron; estuve en la cárcel y me visitaron».

Cada noche, intentaba volver a dormirse con una clara instrucción de Dios reverberando en la quietud: No me preguntes por qué vinieron; pregúntame qué hacer ahora que están aquí.

Eduardo estaba cada vez más convencido de que «la Iglesia había quitado la mirada de lo realmente necesario», dijo. De que él había quitado la mirada de lo realmente necesario. «Nos habíamos vuelto tan metódicos en nuestra forma de hacer las cosas para Dios que habíamos perdido de vista su corazón por los que realmente lo necesitan».

Sus opiniones políticas sobre la inmigración siguen siendo las mismas. Pero el corazón de Eduardo ha cambiado. «Dios me dijo: “Quiero que seas mis manos. Mis pies. Mi boca. Mis ojos. Quiero que los ames. Que los abraces. Hazles sentir que tienen un refugio, una familia y un lugar donde aprender sobre mí”».

Con sus congregaciones asociadas en México y sus pastores, Eduardo pronto construyó un refugio en un edificio vacío cerca del campamento. Algunos miembros de la iglesia se ofrecieron para limpiar. Otros para cocinar. El primer día sirvieron espagueti a casi 300 migrantes y desde entonces han servido una comida cada día.

En una semana, los equipos de las iglesias instalaron cinco lavabos con agua potable fuera del edificio, dando a los migrantes un lugar donde bañar a sus bebés, lavarse las manos y cepillarse los dientes. En diez días, las iglesias construyeron duchas y baños; aunque los migrantes seguían viviendo en tiendas de campaña, eran menos los que tenían que defecar al aire libre.

A medida que el clima se volvía más frío, los voluntarios de las iglesias empujaban las mesas y sillas contra las paredes por la noche, llevando a unas 20 personas a dormir dentro a fin de protegerlas del frío. Cuando el gobierno mexicano empezó a tomar medidas enérgicas contra los migrantes que dormían al aire libre, renovaron una parte del edificio donde el tejado se había derrumbado para que más personas pudieran pasar la noche en el interior. Designaron espacios para mujeres solas y niños, familias, y hombres solos. Ahora, el edificio funciona como centro de día para cientos de personas, y como dormitorio para unas 130 personas cada noche.

En los primeros cuatro meses, el pastor Eduardo calcula que pasaron por su refugio casi 15 000 inmigrantes de Venezuela, Nicaragua, Honduras, Guatemala e incluso de países africanos. Y cuando algunos inmigrantes obtuvieron permiso para entrar en Estados Unidos pero no tenían adónde ir tras cruzar la frontera, Eduardo convirtió su iglesia de Midland en otro refugio: extendió colchones inflables en el piso de los salones de la escuela dominical, añadió una ducha a los baños existentes, preparó comidas en la cocina de la iglesia, e intentó ayudar a los inmigrantes a encontrar trabajo. Así conocí a Doris.

«Dudo si es el deber de cualquier persona privada fijar su mente en males que no puede evitar», escribió una vez C.S. Lewis. «Esto puede convertirse incluso en una evasión de las obras de caridad que realmente podemos hacer por aquellos a quienes conocemos».

El poder político de que disponen los cristianos estadounidenses hace que este sea un consejo difícil de seguir. Especialmente en posiciones de liderazgo o influencia, es fácil fijar nuestras mentes en males que no podemos evitar, marcar las plataformas políticas con un sello divino de aprobación y dejar que nuestro politiqueo sustituya —en lugar de complementar— nuestras responsabilidades cristianas concretas. Lo he lamentado muchas veces, especialmente en cuestiones como la inmigración, que parecen totalmente inextricables en la esfera política, pero que pueden abordarse de forma tangible en nuestras comunidades locales.

Pero hay un camino diferente, uno que he visto recorrer al pastor Eduardo este último año. Lo he visto bajar por la escalera del poder en lugar de subirla; lo he visto cambiar su certeza política por una humildad arrepentida; lo he visto amar a sus vecinos en lugar de desear que no estuvieran aquí. En lugar de afinar su postura personal sobre la política de inmigración de Estados Unidos, Eduardo se enfrenta a una cuestión más profunda y complicada: ¿Qué me pide el amor que haga?

Esto no significa que esté contento con nuestra política de inmigración —no lo está— ni que quiera fronteras abiertas —no las quiere—. Pero Eduardo ha llegado a comprender que esas preguntas no son su principal preocupación. Tampoco lo son para mí y, muy probablemente, no deberían serlo para usted. La mayoría de nosotros nunca estaremos en posición de dirigir la política de inmigración de Estados Unidos. Pero sí tendremos oportunidades de amar bien a nuestro prójimo.

En su boletín de despedida para The New York Times, la colaboradora de CT Tish Harrison Warren observaba que todos tenemos tendencia a «dar prioridad a lo lejano sobre lo próximo y a lo grande sobre lo pequeño. Podemos intentar tener todas las opiniones políticas correctas y aun así no amar realmente a nuestros vecinos reales: los que están a nuestro alrededor, en nuestras casas, en nuestros lugares de trabajo o en nuestros barrios».

Cuando nos ocupamos de debates políticos que no podemos resolver y reducimos el llamado de carne y hueso a amar al prójimo a un mero ejercicio filosófico, convertimos nuestras vidas, como escribió Warren, en una «abstracción»: una existencia digitalizada, aislada y deshumanizada. La encarnación de Jesús es diferente. Como dice Eugene Peterson en su versión de Juan 1:14: «La Palabra se hizo carne y sangre, y se trasladó al barrio».

Este es el camino también para nosotros. Debemos abrazar, como concluye Warren, las «realidades encarnadas, complicadas y tocables que nos rodean en nuestros barrios, iglesias, amistades y familias». Eso es lo que hizo el pastor Eduardo y, en el proceso, abrió las puertas para que los que estábamos a su alrededor batalláramos con la misma realidad complicada, a veces en nuestras propias mesas de cocina.

Es fácil etiquetar a Doris de «invasora» al enviar mensajes de texto robotizado para una campaña política. No es tan fácil cuando estás sentado frente a ella, observando cómo se masajea las sienes y descansa los ojos. En ese momento, no sé cómo reformar la ley de inmigración estadounidense. Pero sí sé que ella parece más una hermana que una amenaza.

*Nombres cambiados por motivos de privacidad.

Carrie McKean es una escritora que vive en el oeste de Texas, cuyo trabajo ha sido publicado en The New York Times, The Atlantic y Texas Monthly Magazine.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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