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Alistair Begg mantiene su consejo con respecto a las bodas LGBTQ con un sermón sobre la compasión de Jesús

A pesar de su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, el consejo pastoral de Begg le costó su puesto en American Family Radio y en una conferencia para pastores.

Alistair Begg

Alistair Begg

Christianity Today February 13, 2024
Parkside Church / screengrab

Durante las últimas semanas, Alistair Begg, pastor de la Iglesia Parkside de Chagrin Falls, Ohio, y presentador del programa radiofónico Truth for Life, se ha visto envuelto en lo que él llama «una tormenta en una taza de té» por un consejo que dio sobre asistir a una boda LGBTQ.

Ese consejo, dijo en un sermón el último fin de semana de enero, tenía como base el mandato de Jesús a los cristianos de amar incluso a aquellos con quienes no están de acuerdo o a quienes desaprueban [enlaces en inglés].

«Jesús dijo que debes amar a tus enemigos», dijo Begg, basándose en una serie de textos bíblicos para afirmar que los cristianos deben mostrar compasión —y no condena— por quienes se han descarriado.

El sermón fue una respuesta a la polémica suscitada por los comentarios que Begg hizo durante una entrevista promocional de un libro el pasado otoño, que recientemente se hicieron virales en las redes sociales. Durante la entrevista, Begg habló con una mujer cuyo nieto se iba a casar con una persona transgénero. Begg, que se opone a las bodas entre personas del mismo sexo, le sugirió que fuera a la boda y llevara un regalo. Al hacerlo, demostraría su amor por su nieto, aunque no aprobara la boda.

«Puede que tu amor por ellos los pille desprevenidos, pero tu ausencia simplemente reforzará el hecho de que digan: “Esta gente es lo que siempre he pensado: sentenciosos, críticos, y no están preparados para tolerar nada”», dijo el pastor evangélico. Añadió que los cristianos tienen que asumir riesgos al mostrar amor a quienes los rodean.

Los comentarios de Begg desataron una tormenta entre algunos de sus seguidores y partidarios, sobre todo entre los calvinistas conservadores y otras comunidades evangélicas. Los evangélicos blancos siguen siendo uno de los grupos religiosos estadounidenses con menos probabilidades de apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo, según el Public Religion Research Institute (PRRI).

El 38 % de los evangélicos blancos dicen apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo, según el PRRI. En cambio, el 87 % de quienes afirman no tener una afiliación religiosa, el 81 % de los judíos, el 77 % de los budistas, el 77 % de los protestantes blancos de denominaciones tradicionales y cerca de tres cuartas partes de los católicos aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Begg tenía previsto hablar en marzo en la Shepherds Conference [Conferencia de Pastores], una importante reunión de pastores evangélicos reformados dirigida por el pastor y escritor californiano John MacArthur. Después de que los comentarios de Begg se hicieran públicos, él y MacArthur hablaron y decidieron que la controversia sería «una distracción innecesaria», según un portavoz de Grace to You, uno de los patrocinadores de la conferencia.

«El consejo del pastor MacArthur sobre esa cuestión sería completamente distinto del consejo que Alistair Begg dijo haber dado a esa abuela», dijo Phil Johnson, director ejecutivo de Grace to You a Religion News Service en un correo electrónico. «Así que ambos estuvieron de acuerdo en que era necesario que el pastor Begg se retirara [de la conferencia]».

American Family Radio (AFR), una cadena de emisoras evangélicas, retiró la semana pasada Truth for Life, el programa radial basado en los sermones de Begg, después de que sus consejos resurgieran y se hicieran virales.

También dio lugar a una serie de artículos de otros líderes cristianos, en los que se decía que los cristianos no debían asistir a las bodas LGBTQ. «Después de todo, asistir para mostrar “amor” o evitar ofender es una forma de bendición, solo que sin el nombre», escribió Carl Trueman, profesor de estudios bíblicos y religiosos del Grove City College, para la publicación católica First Things.

Tim Wildmon, presidente de la American Family Association, presentó una emisión especial en la que explicó por qué el grupo se separó de Begg. Wildmon dijo que el ministerio recibió llamadas quejándose de la emisión y se puso en contacto con Begg, cuyo programa de radio había aparecido en AFR durante más de una década.

«El objetivo de la llamada era la reconciliación, pero la reconciliación con la verdad», declaró Walker Wildmon, vicepresidente de la AFA. Añadió que Begg se negó a retractarse de sus comentarios, mismos que Walker Wildmon comparó con un padre que se ofrece a llevar a su hijo alcohólico a un bar.

Un miembro del personal de la Iglesia Parkside dijo a Religion News Service que Begg no ha hecho ningún comentario sobre el hecho de que su programa radial haya salido de AFR.

Begg, quien nació en Escocia y ha vivido en Estados Unidos durante cuatro décadas, declaró que lleva mucho tiempo enseñando que el sexo fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer está mal, por lo que le sorprendió la polémica suscitada por sus comentarios y las acusaciones de que había abandonado la enseñanza cristiana.

«Ahora, podemos discrepar sobre si le di un buen consejo a esa abuela, o no», dijo. «No todos los miembros del equipo pastoral piensan que le di un buen consejo».

Durante el sermón, se basó en la parábola del hijo pródigo —que destaca el perdón sobre el juicio— y en la parábola del buen samaritano, que destaca la compasión sobre las pretensiones de santidad. Ambas historias, dijo, muestran el poder de la gracia de Dios.

También se basó en la historia que Jesús contó de un pastor que tenía 100 ovejas y perdió una de ellas, y dejó a las 99 para encontrar a la que se había perdido.

«Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse», dice Jesús en Lucas 15.

Begg invitó a su congregación a tener cuidado con los cristianos que no parecen dispuestos a mostrar gracia o perdón hacia los demás, y les dijo que desconfiaran de los pastores deseosos de condenar en voz alta a los pecadores. Begg dijo que cuando dio ese consejo estaba pensando con su «sombrero de abuelo», con la esperanza de ayudar a esa abuela a mostrar el amor de Dios

«Solo pensaba: ¿cómo puedo ayudar a esta abuela?», dijo Begg, añadiendo que no quería que perdiera a su nieto.

A otra persona en otras circunstancias, dijo, quizá le habría dado un consejo distinto. Sin embargo, no piensa arrepentirse de su consejo, pase lo que pase en las redes sociales.

Begg también dijo que se alegraba de que su consejo a esta abuela —y no sus otros sermones sobre sexualidad— se hubiera hecho viral.

«Porque si tengo que caer de un lado o del otro, caeré de este lado», dijo. «Caeré del lado de la compasión».

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Una investigación puso a prueba los cinco lenguajes del amor

Incluso Gary Chapman aclara que no se trata de elegir solo uno.

Christianity Today February 13, 2024
RgStudio / Getty Images

Cuando Katie Frugé y su esposo, Lafayette, decidieron casarse en 2007, tenían 21 años y no sabían lo mucho que desconocían.

«Éramos demasiado jóvenes para casarnos y realmente demasiado jóvenes como para que nos importara», dijo Frugé, quien ahora es directora del Centro para la Participación Cultural de la Convención General Bautista de Texas.

En busca de orientación, la joven pareja recurrió a Los cinco lenguajes del amor, un popular libro del autor y pastor de Carolina del Norte, Gary Chapman. Publicado por primera vez en 1992, el libro explora cinco distintas formas de expresar el amor (palabras de afirmación, contacto físico, tiempo de calidad, actos de servicio y regalos) con la esperanza de ayudar a las parejas a encontrar la felicidad.

El libro afirma que comprender el lenguaje del amor del otro puede ayudar a crear matrimonios sanos. Frugé recuerda que pensó que el libro sería la clave para un futuro brillante.

«Pensamos que aprenderíamos el lenguaje del amor del otro y todo iría de maravilla», dijo. «Nunca tendríamos peleas y ambos nos sentiríamos plenamente satisfechos todo el tiempo».

Sin embargo, la vida conyugal resultó más complicada.

Frugé dijo que ella y su esposo siguen felizmente casados 17 años después, pero que hubo muchos baches, incluidas varias crisis de salud: «Nos tocó la parte de la salud y la enfermedad», dijo. Y por el camino necesitaron más amor del que una fórmula podría proporcionarles.

«Cuando me diagnosticaron con cáncer, no necesitaba que mi esposo saliera a comprarme un regalo en ese momento», dijo.

Los cinco lenguajes del amor, antes popular sobre todo en los círculos cristianos evangélicos, se ha convertido en un fenómeno de la cultura pop. La aplicación de citas en línea Bumble ofrece un cuestionario sobre los cinco lenguajes del amor, el concepto ha aparecido en programas de televisión como The Bachelorette y en los principales medios de comunicación, mientras que el canal Five Love Languages de TikTok ha atraído decenas de millones de visitas. Chapman ha vendido más de 20 millones de ejemplares de sus libros y ha puesto en marcha una pequeña industria de conferencias, libros relacionados y un test en línea que se ha realizado decenas de millones de veces.

Toda esta atención ha llevado a investigadores como Emily Impett, profesora de psicología y directora del Laboratorio de Relaciones y Bienestar de la Universidad de Toronto Mississauga, a preguntarse si las afirmaciones de Los cinco lenguajes del amor resisten el escrutinio científico y, lo que es casi igual de importante, qué pueden aprender los estudiosos de la popularidad de la obra de Chapman.

El nuevo artículo, publicado en Current Directions in Psychological Science sugiere que la teoría de Chapman sobre el funcionamiento del amor no es del todo correcta. Para el artículo, Impett y un par de colegas analizaron una serie de estudios que intentaban probar tres ideas clave sobre los cinco lenguajes del amor: que las personas tienen un lenguaje primario del amor, que existen cinco lenguajes del amor y que las personas son más felices con una pareja que hable su lenguaje primario del amor.

Los estudios, según Impett y sus colegas, no apoyan esa teoría.

Por ejemplo, la gente elegirá un lenguaje preferido si se le empuja a hacerlo en un cuestionario. Sin embargo, los investigadores descubrieron que si se les pregunta por los cinco lenguajes del amor de forma individual, las personas los valoran todos muy positivamente. Los investigadores también descubrieron que algunas ideas importantes, como apoyar los objetivos o metas de la pareja o cónyuge, no encajan en el modelo de los cinco lenguajes del amor, y que las parejas que tienen los mismos lenguajes del amor no son más felices que otras parejas.

«El amor no se parece a un idioma que hay que aprender a hablar, sino puede entenderse más adecuadamente como una dieta equilibrada en la que las personas necesitan una gama completa de nutrientes esenciales para cultivar un amor duradero», escribieron Impett y sus colegas.

No obstante, sí sugirieron que el libro de Chapman ha satisfecho una necesidad de las parejas en tanto que «ofrece a los miembros de la pareja la oportunidad de reflexionar, debatir y responder a las necesidades del otro».

En un correo electrónico de seguimiento, Impett dijo que leer el libro de Los cinco lenguajes del amor —que incluye ejemplos de cómo demostrar amor de distintas maneras— es mucho más útil que utilizar el cuestionario en línea. Esto se debe, en parte, a que centrarse en encontrar el principal lenguaje del amor de cada miembro de la pareja puede resultar demasiado restrictivo y acaba por encasillar a las personas.

Por el contrario, dijo Impett a Religion News Service en un correo electrónico, «todos los comportamientos que Chapman identificó son importantes».

«No estamos sugiriendo que las personas sean necesariamente multilingües (es decir, hábiles en los cinco comportamientos), sino que deberían aprender a serlo, ya que los cinco comportamientos que Chapman identifica son cosas realmente importantes que las personas pueden hacer para mantener sus relaciones».

En este punto, Chapman está de acuerdo.

El autor de 86 años de edad, que recientemente dejó su cargo tras 50 años como parte del personal de la iglesia Calvary Baptist Church en Winston-Salem, Carolina del Norte, afirmó que todos los lenguajes del amor son importantes.

«No cabe duda de que lo que hace que una persona se sienta amada no tiene por qué hacer que otra persona se sienta amada», dijo en una entrevista. «Pero no quiero transmitir que solo se habla el principal lenguaje del amor de la persona».

Chapman, que sigue viajando y hablando en conferencias para matrimonios y otros eventos, dijo que le sorprendieron algunas de las conclusiones del estudio de investigación, pero agradece que los investigadores se tomen en serio su trabajo. Cuanta más investigación, dijo, mejor.

Dijo que le sigue sorprendiendo lo popular que ha sido la idea de los lenguajes del amor. Chapman desarrolló la idea del libro mientras asesoraba a parejas con problemas en su iglesia. Esas parejas, dijo, a menudo no sabían qué hacer, porque cada uno pensaba que actuaba de maneras que demostraban amor, pero el otro se sentía poco amado.

Chapman, un narrador magistral, recordaba a un esposo que decía que preparaba la cena casi todas las noches, compartía las tareas domésticas, podaba el césped y hacía todo lo que podía para mantener a la familia. Pero su mujer se sentía distante porque él estaba tan ocupado ayudando en casa que nunca tenían tiempo para hablar.

Repasando sus apuntes de consejería, Chapman empezó a buscar patrones y al final se le ocurrieron los cinco lenguajes del amor.

«Es un concepto sencillo», dijo. «Pero sabía por mi consejería y mi trabajo con parejas que lograr captar ese concepto realmente ayudaría a la gente. En todos mis escritos, he intentado poner las galletas en el estante inferior, para que la gente pueda entenderlo todo con facilidad».

Los investigadores dicen que pueden aprender de ese enfoque.

En su estudio de investigación sobre los lenguajes del amor, afirmaron que el libro de Chapman ha conectado con la gente porque utiliza «metáforas intuitivas que pueden resonar con la gente y transmitir un mensaje fácilmente digerible, libre de jerga científica».

Impett también dijo que el hecho de centrarse en encontrar un lenguaje primario del amor puede eclipsar la razón por la que tanta gente encuentra útil el libro de Chapman. El libro, dijo en un correo electrónico, «hace que la gente identifique cualquier necesidad actualmente insatisfecha (áreas que necesitan mejoría) en su relación y abre líneas de comunicación para abordar esas necesidades».

Chapman, que lleva 62 años casado, dijo que de eso se trata. Afirmó que el amor empieza con una emoción, pero se mantiene al tener la actitud correcta y al actuar de tal forma que pongas a tu cónyuge o pareja romántica en primer lugar.

Esa actitud correcta, dijo, puede resumirse así: «Quiero hacer todo lo que esté en mi mano para ayudarte a convertirte en la persona que quieres ser. Quiero hacer todo lo que sea bueno para ti».

Meleah Smith, una mujer soltera de Chattanooga, Tennessee, de poco más de 40 años de edad y que asesora a marcas y grupos musicales en materia de mercadotecnia, dijo que la idea de los cinco lenguajes del amor nunca conectó realmente con ella. Sabe que el libro ha funcionado para otras personas, pero para ella es demasiado simplista.

Smith dijo que tiene mucho amor en su vida, con sus amigos, su iglesia y su familia. Ayuda a dirigir la banda de su hermano, pero no tiene ninguna relación romántica. Dijo que los lenguajes del amor pueden ser a veces demasiado fáciles, tentando a la gente a evitar el duro trabajo de conocer a alguien y prestarle atención.

«Si tengo que darte una lista de las cosas que tienes que hacer por mí, quizá no seamos el uno para el otro», dijo.

Tras 17 años de matrimonio, Frugé ofreció algunos consejos para quienes utilizan los cinco lenguajes del amor: recuerda que las personas necesitan todo tipo de amor, no solo uno; préstale atención a tu pareja antes de correr a un libro esperando encontrar en él todas las respuestas.

A veces las respuestas que necesitas están justo delante de ti.

«Las relaciones prósperas se producen cuando tienes una pareja que te comprende y te conoce, ve cuál es tu necesidad y busca satisfacerla en ese momento».

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La iglesia en Chile busca ‘reconstrucción espiritual’ tras mortales incendios forestales

Múltiples incendios calcinaron al menos ocho iglesias evangélicas. Sus líderes lloran la pérdida de sus miembros.

Los restos de una bandera chilena cuelgan de una casa consumida por las llamas durante los incendios forestales.

Los restos de una bandera chilena cuelgan de una casa consumida por las llamas durante los incendios forestales.

Christianity Today February 11, 2024
Javier Torres / Colaborador / Getty

El pasado mes de enero, el pastor chileno Alex Ugarte cumplió 24 años en la iglesia evangélica bautista Esperanza Viva de Viña del Mar, un hito que lo llevó a preguntarse si debía cambiar de rumbo.

Su momento de reflexión duró poco. El viernes pasado, incendios forestales comenzaron en al menos cuatro lugares de la región de Valparaíso. En cuestión de horas, habían alcanzado el barrio de Ugarte. Pronto incendiaron su casa y su iglesia, y se cobraron la vida de su suegro. La tragedia llevó a Ugarte a reconsiderar su plan vocacional.

«Dios, al mostrarme esta calamidad y las necesidades de su pueblo, me ayudó a comprender que había llegado el momento de empezar de nuevo», dijo a CT.

Los incendios forestales estivales suceden con relativa frecuencia en este país sudamericano de la costa del Pacífico. Este año, sin embargo, una ola de calor especialmente intensa ha coincidido con una prolongada sequía. Los fuertes vientos hicieron que las llamas se extendieran rápidamente hacia algunas de las zonas más pobladas de Chile, incluidas ciudades históricas como Valparaíso y la capital turística del país, Viña del Mar.

Hasta el 9 de febrero, los incendios habían cobrado la vida de 131 personas y dañado o destruido más de 5000 viviendas.

Entre las víctimas se encuentran ocho miembros de la iglesia Esperanza Viva, que perdieron la vida cuando las llamas alcanzaron su barrio residencial de Villa Independencia. El viernes, Ugarte predicó en dos funerales: uno por una pareja de ancianos y otro por dos hermanos de 5 y 7 años.

«Hay mucho dolor», dijo. «Muchas personas están desesperadas porque sus familias se han quedado en la calle. Mas nuestro corazón sigue firme y estamos expectantes para ver lo que Dios va a hacer».

Atribulados en todo

Esperanza Viva es una de las ocho iglesias que han sufrido daños importantes, según dijo a CT la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos de Chile. Pero los líderes eclesiásticos de la zona estiman que el número real podría ser el doble. Además, al menos nueve pastores perdieron sus casas, según un conteo realizado por un grupo de líderes de varias iglesias que intentan organizar un plan de respuesta ante la catástrofe.

El pastor Magno Rodríguez y su esposa, María Angélica Cubillos Álvarez, se encuentran entre los afectados. Dirigen la Corporación Internacional de Restauración, una iglesia pentecostal independiente de Quilpué, una ciudad más alejada de la costa dentro de la región de Valparaíso, donde viven.

«Podíamos ver el incendio [forestal] desde muy lejos», dijo Cubillos. «Pero entonces una vecina nos llamó gritando, diciendo: “Se está quemando tu casa”».

Magno y uno de sus hijos intentaron apagarlo, pero desistieron cuando las llamas se intensificaron. La familia huyó en una camioneta mientras las llamas y el humo los rodeaban.

«Era como conducir con los ojos cerrados», dijo.

Cubillos tiene quemaduras en el cuello, y tanto su esposo como uno de sus hijos se lastimaron un brazo al intentar extinguir las llamas.

«Es un milagro que no muriera nadie de la congregación», dijo.

Aun así, la tragedia los golpeó muy de cerca. Aunque el fuego no afectó la casa contigua, sus vecinos perecieron por inhalación de humo al intentar escapar.

«Murieron asfixiados en nuestro patio trasero».

‘Parece como si nos hubieran bombardeado’

Ahora, una semana después del inicio de los incendios, el gobierno ha seguido emitiendo alertas de emergencia por nuevos incendios en Valparaíso, Viña del Mar y Quilpué. (Aunque la mayoría de los incendios ya están controlados, el clima caluroso y otros factores siguen causando nuevos incendios).

«Nuestro enfoque está ahora en ayudar a las personas», dijo el pastor Dionicio Viana, director de Juventud con una misión (JUCUM; YWAM, por sus siglas en inglés) en Viña del Mar. La sede se salvó del incendio porque una avenida cercana creó una especie de corredor de viento entre dos colinas, que alejó las llamas del edificio.

En barrios como Villa Independencia, Achupallas (en Viña del Mar) y Pompeya (en Quilpué), quedan pocas viviendas.

«Cuando miras nuestro barrio [Achupallas], parece como si nos hubieran bombardeado, como una [zona de] guerra», dijo Viana.

Durante la última semana, los residentes han estado sin agua ni electricidad. Hay rumores de que al menos algunos de los incendios fueron provocados intencionadamente.

«Ha surgido una psicosis colectiva y ahora todo el mundo tiene miedo de nuevos incendios», dijo Viana.

«Hay gente que está robando lo poco que tenemos», dijo Cubillos. Explicó que los saqueadores están buscando objetos de valor entre los escombros. Para protegerse de nuevos saqueos, los residentes están construyendo vallas alrededor de las casas; «pero no hay ni siquiera un martillo, no hay tablas, ni luz para hacer el trabajo cuando oscurece. Tenemos que usar los teléfonos para alumbrar».

En la última semana, voluntarios de iglesias de todo el país se han reunido en Viña del Mar para ayudar. Con fondos de Operación Bendición, cuatro bases de JUCUM han enviado personas fpara unirse a Viana en la remoción de escombros de las calles y casas. En algunos casos, han comenzado a reconstruir.

«Esta semana hemos empezado a construir una casa para un hermano de aquí. El suelo ya está listo», dijo.

Aunque las víctimas del incendio forestal han recibido mucha atención de los medios de comunicación y del gobierno, esto no durará más de dos o tres semanas, dice Viana. Pero entonces empezará el costoso trabajo de reconstrucción.

Derribados, pero no destruidos

En 1982, un grupo de misioneros suecos abrió una iglesia independiente de las Asambleas de Dios en Villa Dulce, un barrio de Viña del Mar. La semana pasada, el fuego consumió totalmente el edificio de la misma.

Sin embargo, para Gonzalo Ramírez, pastor asistente, su mayor preocupación es el impacto que el desastre tendrá en la fe de los miembros de la congregación.

«Antes de la reconstrucción de las paredes de la iglesia, necesitaremos una reconstrucción espiritual», dijo. «La parte material de la iglesia se puede reconstruir. Pero la historia, las misiones que comenzaron en ese lugar, las almas que se salvaron ahí… ¿Cuántos milagros hemos visto en ese lugar?».

Con toda esta carga emocional, tuvo que predicar el primer servicio tras el desastre, dos días después de que la iglesia se redujera a cenizas.

Ramírez llegó por primera vez a Villa Dulce para estudiar en el instituto bíblico de la iglesia (que ahora funciona solo en línea), donde conoció a su futura esposa.

«Mi hija, que hoy tiene 15 años, casi nació en esos bancos», dijo.

Normalmente, entre 80 y 100 personas acuden a Villa Dulce los domingos. Pero con muchas carreteras cerradas y personas desplazadas, solo la mitad de ese número consiguió llegar. El pequeño grupo de feligreses se reunió en uno de los edificios de la iglesia que el incendio dejó prácticamente intacto.

Ramírez predicó un sermón sobre 2 Corintios 4:7-18, con el que le recordó a su iglesia que, como seguidores de Cristo, tienen «este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de [ellos mismos]», y que han sido llamados a perseverar en medio de la tribulación.

Como aún no había electricidad, el servicio no se transmitió en línea. Pero varios días después, predicó un mensaje similar en Facebook.

«Con mucho respeto y mucha humildad los invito, mis queridos hermanos y hermanas, a mirar las cosas eternas que van más allá de lo evidente… a mantener nuestra esperanza en Dios, porque ésas son las cosas que permanecerán», dijo.

En Esperanza Viva, Ugarte dice que su congregación se reunirá este domingo en los terrenos del edificio de la iglesia para celebrar un servicio al aire libre, por primera vez desde el incendio. (El lugar era inaccesible la semana pasada).

«Durante 24 años, Dios nos bendijo con un hermoso edificio, con salones para la educación [cristiana], talleres y una cocina en la que se prepararon 8500 comidas durante la pandemia», dijo. «Ahora nuestros vecinos dicen que vamos a construir una iglesia aún más hermosa que la anterior».

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Cómo los cristianos llegaron al centro de los conflictos indígenas en Chile

Los atentados de los mapuches contra el gobierno y las empresas ecologistas han incluido también incendios provocados contra numerosas iglesias.

Comunidades mapuches huilliches tomaron indefinidamente la catedral de Osorno en Chile.

Comunidades mapuches huilliches tomaron indefinidamente la catedral de Osorno en Chile.

Christianity Today February 9, 2024
NurPhoto / Colaborador / Getty

La semana pasada, el gobierno argentino atribuyó las causas del incendio que ha consumido más de 2000 hectáreas de un parque nacional de la Patagonia a un incendio provocado por un grupo indígena armado conocido como Resistencia Ancestral Mapuche (RAM).

Los mapuches, una comunidad indígena que ha vivido durante generaciones en un territorio que ahora pertenece a Argentina y Chile, llevan mucho tiempo enfrentados a gobiernos y empresas, casi siempre a causa de conflictos por derechos sobre la tierra, preocupaciones medioambientales y el temor a la asimilación forzosa.

A pesar de la presencia de cristianos mapuches, durante varios años, algunos de los miembros de grupos como Weichán Auca Mapu (WAM) y la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) atacaron numerosas iglesias. Más de 80 congregaciones fueron incendiadas, mientras que los gobiernos enfrentaron dificultades para detener y procesar a los atacantes.

Pero tras varios años intensos de terror, parece que la situación ha venido mejorando poco a poco.

«Seguiremos dando testimonio del Evangelio», dijo en 2017 Abelino Apeleo, obispo anglicano en la Araucanía y también de etnia mapuche, en el punto álgido del conflicto. «Tenemos que aplicar las enseñanzas de Jesús: perdonar, tener misericordia y amar a nuestros enemigos. En algún momento pueden necesitar nuestra ayuda, y nosotros estaremos ahí para ellos».

¿Oraciones respondidas?

En 2016, Elías Fuentealba presenció cómo miembros del grupo WAM incendiaban la pequeña iglesia pentecostal que pastoreaba en Niágara, ciudad de la zona sur de la Araucanía.

«El día del incendio, nos reunimos y oramos afuera de la iglesia: “Señor, tú das y tú quitas. Bendito sea tu nombre”», dijo Fuentealba a CT. «Cuando terminamos de orar, la policía nos dijo que por ahí cerca habían capturado a algunos sospechosos del crimen».

Los cinco pistoleros fueron acusados de ser miembros de WAM. En ese momento, el grupo ya había reconocido la autoría de varios ataques incendiarios contra iglesias y escuelas católicas y evangélicas en la región de la Araucanía. Los ataques de WAM contra iglesias solían ir acompañados de exigencias, si bien se trataba de peticiones que la mayoría de las congregaciones eran incapaces de resolver, tales como la liberación de presos mapuches o la devolución de tierras mapuches que el gobierno chileno se había anexionado en el siglo XIX.

La detención de los sospechosos de Niágara fue la única intervención de este tipo en todos los casos de incendios provocados en iglesias, y estas acciones animaron inicialmente al rebaño de Fuentealba. Pero el gobierno no procesó con la dureza que Fuentealba había deseado: retiró los cargos de terrorismo y condenó solo a dos de los cinco detenidos inicialmente a diez años de cárcel por «incendio común».

En 2021, tras cumplir solo dos años de prisión, se les concedió la libertad condicional anticipada.

«Somos ciudadanos respetuosos de la ley, pero es duro darse cuenta que el Gobierno se juntó solo con los responsables, y la justicia no funciona para nosotros que somos las víctimas», dijo Fuentealba, quien añadió que él y algunos miembros de la iglesia fueron amenazados e intimidados durante el juicio.

‘Porque viene del extranjero’

De las 16 regiones del país, la Araucanía, en el sur de Chile, tiene el mayor porcentaje de mapuches (una cuarta parte de todas las personas mayores de 14 años). Durante más de 300 años, los mapuches controlaron la ribera sur del segundo río más grande del país, el Biobío, que atraviesa la región. A excepción de unas cuantas misiones franciscanas que tuvieron gran aceptación por parte de los indígenas durante el periodo del dominio español de esa zona, los mapuches comenzaron a resistirse contra la colonización occidental cuando Chile obtuvo su independencia en 1818. Cuando el nuevo gobierno buscó tener un control más centralizado, empezó a asimilar por la fuerza y a desplazar a muchos miembros de las comunidades indígenas.

Aunque la mayoría de los mapuches se convirtieron al catolicismo en el pasado, hoy los evangélicos representan el 35 % de la población de la Araucanía, en gran parte debido a los esfuerzos de los misioneros anglicanos y metodistas del siglo XIX, quienes llevaron asistencia médica y sanitaria, educación y el evangelio a las comunidades indígenas. Muchos también se convirtieron a raíz del movimiento pentecostal chileno de principios del siglo XX.

Aunque la mayoría de los mapuches viven pacíficamente entre los chilenos no indígenas, WAM y CAM han protagonizado distintas protestas con respecto a la ocupación de tierras, tales como bloqueos de carreteras, ataques a empresas forestales y quema de maquinaria. Sin embargo, en 2016, comenzaron a atacar iglesias, las cuales, más allá de sus fines religiosos, también servían a menudo como escuelas, lugares de reunión y refugio para quienes huían de las catástrofes naturales. Muchas pertenecían a los sectores más pobres de la región más pobre de Chile y a ellas acudían los propios mapuches.

«Lo que quieren es el control territorial», dijo a CT Patricio Santibáñez, presidente de la asociación Multigremial de la Araucanía. «No quieren que los niños vayan a la escuela, así que queman las escuelas. No quieren que la gente vaya a la iglesia, así que queman las iglesias. Es para someter a la población de esa zona».

El Instituto para la Economía y la Paz situó a Chile en el puesto 17 de su Índice Global de Terrorismo 2023.

«Para medir la gravedad del conflicto en esta zona, estamos hablando de al menos 25 actos delictivos de alta gravedad al mes. A veces hemos llegado casi a 60», dijo Santibáñez.

Muchos mapuches creen que son los legítimos propietarios de las tierras que ahora pertenecen a empresas y al gobierno. También están resentidos por lo que consideran una implacable infiltración de la cultura extranjera, que ha coincidido con el declive de la identidad mapuche tradicional.

Según los líderes comunitarios, muchas de estas tensiones llegaron a su punto álgido en 2015, cuando el gobierno desalojó por la fuerza a una comunidad mapuche que ocupaba tierras pertenecientes a un monasterio católico cerca del lago Budi. En represalia, «[los radicales] empezaron a decir: ¡Vamos a quemar todas las iglesias!», dijo Fuentealba. «Pero también hay una cuestión más profunda, y es que a veces se considera a los cristianos evangélicos como enemigos de la cultura mapuche tradicional».

Los líderes cristianos a menudo prohibían a los mapuches conversos participar en prácticas o ceremonias religiosas indígenas, y condenaban abiertamente los aspectos culturales que sentían que respaldaban el ocultismo o se oponían a la Biblia. Aunque estas medidas pretendían ayudar a los nuevos cristianos a crecer en su fe, muchos mapuches que se aferraban a sus creencias tradicionales consideraban que estas restricciones dividían a la comunidad y apartaban a los cristianos mapuches de su herencia cultural.

Para los grupos mapuches radicales, todo lo que procede del exterior es una «invasión» a su cultura, religión y territorio, afirma Joel Millanguir, cristiano mapuche que ejerce como obispo anglicano de la Araucanía.

«Ven el evangelio como una intrusión; y como viene del extranjero, lo rechazan», dijo. «Quienes llevan a cabo estos ataques son una nueva generación de líderes mapuches que desconocen la gran labor que las iglesias han realizado en esta zona».

Esta polarización ha dificultado a los cristianos mapuches tanto la práctica de su fe como la participación en su cultura.

«Las iglesias están asentadas en comunidades mapuches donde operan grupos terroristas», afirma Stephan Schubert, evangélico y miembro de la Cámara de Diputados de Chile cuyo distrito representa a parte de la Araucanía. «Esto ha contenido parte de la violencia más extrema, pero plantea un desafío para quienes son cristianos evangélicos, porque no participan en algunas de sus prácticas paganas».

Sin embargo, no toda la animadversión hacia los cristianos es injustificada, dijo Omar Cortés, expastor protestante que ahora dirige la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos.

Las organizaciones cristianas tienen una «carga de colonización» y una «historia de demonización» de la espiritualidad mapuche.

«Los grupos radicalizados que buscan llamar más la atención hacia sus demandas recurren a atacar iglesias», explicó.

‘Cara a cara’

Actualmente, Santibáñez ve un paralelismo entre la situación de su país y la de otros países de América Latina.

«Encuentro similitudes con lo que ocurrió en Colombia, con las FARC. En el aspecto ideológico, también se parece al extremismo de Sendero Luminoso en Perú. Pero, finalmente, se mezcla con el crimen organizado como el narcotráfico, el robo de madera, el tráfico de animales y el robo de vehículos», dijo Santibáñez.

En respuesta a estos ataques, el gobierno federal ha decretado el estado de emergencia en la Araucanía y ha enviado soldados para vigilar las carreteras principales. Santibáñez señala que, en los últimos años, los delitos de usurpación de tierras han disminuido significativamente.

«Pero no los ataques armados ni los incendios provocados», afirma.

No obstante, Chile nunca ha aparecido en la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas, que identifica a los principales países en los que es más difícil ser cristiano. Y en los últimos años, aunque las protestas y la violencia han continuado en términos generales, los ataques contra iglesias se han hecho mucho menos frecuentes, gracias a la mediación de líderes cristianos. El último ataque incendiario contra una iglesia en la Araucanía se produjo en agosto del año pasado, cuando un grupo provocó un incendio que destruyó numerosas partes de una localidad.

Sin embargo, a pesar de la disminución general de los ataques, «muy pocas personas han sido detenidas y condenadas», afirmó Millanguir, el obispo anglicano.

A Schubert le gustaría que el Congreso Nacional chileno asignara más recursos a la seguridad en la Araucanía.

«Nos enfrentamos a una violación del derecho humano a la libertad religiosa», afirmó. «Y el Estado chileno no ha hecho casi nada para impedirlo».

Los fondos del presupuesto nacional asignados a las regiones para atender a las víctimas del terrorismo podrían utilizarse para reconstruir iglesias, afirma Cortés, de la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos. Pero eso no sucedió en el caso de la iglesia pentecostal de Fuentealba en Niágara, la cual tuvo que recurrir a los fondos de los miembros de la comunidad y de organizaciones cristianas internacionales para su reconstrucción, misma que intentó hacer lo antes posible.

«Nos aseguramos de que nuestro nuevo edificio estuviera totalmente construido con materiales sólidos y a prueba de fuego», le dijo Fuentealba a CT.

Y a pesar del terror al que se enfrentaron en 2016, afirma que su congregación no se ha atemorizado por la violencia.

«No sentimos odio contra ellos», dijo, refiriéndose a los atacantes mapuches. «Queremos que ellos se conviertan. Y algún día hablarles de Cristo cara a cara».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Megaiglesias brasileñas se convirtieron en plantadoras de iglesias a nivel global

Sus congregaciones satélite están surgiendo donde sea que han encontrado una masa crítica, ya sea Florida, Portugal o Kazajstán.

Christianity Today February 8, 2024
Ilustración de Christianity Today / Fuente Imágenes: Getty

Si eres un inmigrante brasileño en Orlando y echas de menos tu patria, nada te hará sentir mejor que visitar el barrio Florida Center. Desde bebidas gaseosas de guaraná hasta el mejor brigadeiro, en tiendas y restaurantes de este barrio se puede encontrar todo tipo de mercancías del país sudamericano. Hoy en día también puedes encontrar Alcance Orlando, una iglesia satélite de una congregación con base en Curitiba, ciudad de casi 2 millones de habitantes ubicada al sur de Brasil.

El pastor principal, Paulo Subirá, se mudó a Florida con su esposa y sus tres hijos en edad escolar en 2017.

«Cuando llegamos a Orlando, nos reuníamos en pequeños grupos con la familia y algunos amigos, como hacíamos antes en Brasil», comentó Subirá. Al cabo de un tiempo, la reunión creció hasta incluir a amigos de amigos.

El grupo llegó a ser demasiado numeroso para reunirse en una casa y luego el espacio en un hotel resultó insuficiente. «Entonces comprendimos que debíamos fundar una iglesia a partir de ese grupo», afirmó.

Alcance Orlando tiene ahora dos servicios dominicales en un auditorio que cuenta con 300 asientos. Entre semana, los miembros se reúnen en 31 grupos pequeños repartidos por toda la zona metropolitana de Orlando. Subirá —cuyo hermano Luciano dirige Comunidad Alcance en Curitiba— está preparando actualmente a un joven pastor para iniciar una nueva comunidad en Carolina del Sur con algunas familias brasileñas que abandonaron Florida.

La plantación de iglesias por parte de inmigrantes en Europa y Norteamérica es algo nuevo para el cristianismo brasileño. Por lo general, son iniciadas por ministerios locales bien conocidos que existen al margen de organizaciones denominacionales o agencias misioneras. Estas iglesias son el resultado de la confluencia de dos fenómenos: el crecimiento de la población evangélica y la migración.

El auge de la fe evangélica en Brasil está bien documentado. En un censo de 1980, el 6.6  % de los brasileños se autoidentificaban como evangélicos, cifra que saltó al 22.2 % para 2010. Aún no se han publicado los datos de la encuesta de 2022, pero un estudio de 2020 de la agencia encuestadora Datafolha indica que el 31 % de los brasileños se identificaban como evangélicos. El demógrafo José Eustáquio Diniz Alves calcula que los evangélicos en Brasil pueden llegar a superar en número a los católicos (64.4 % de la población en 2010) para 2023. La población total del país actualmente asciende a los 203 millones de personas.

La migración a otros países, por su parte, ha experimentado altibajos a lo largo de los años; sin embargo, las cifras actuales han alcanzado un máximo. Un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil reveló que en 2022 había 4.6 millones de brasileños viviendo en el extranjero, la cifra más alta registrada desde 2009.

Según el informe, las mayores comunidades brasileñas se encontraban en Estados Unidos (1.9 millones) —tan solo en la zona metropolitana de Orlando viven unos 100 000 brasileños— y Portugal (360 000), donde uno de cada tres inmigrantes extranjeros procede de Brasil.

Los migrantes provenientes del Sur Global también se han convertido en un motor de crecimiento para el cristianismo en Europa.

«Los migrantes latinoamericanos han plantado miles de iglesias en España, Portugal y más allá durante los últimos treinta años. Es difícil encontrar una gran ciudad europea que no tenga una gran congregación hispanohablante y/o brasileña», escribe Jim Memory en un informe reciente.

Sin embargo, en el caso de Brasil, históricamente muchas de estas iglesias formaban parte de las denominaciones conocidas como neopentecostales, como la Igreja Universal do Reino de Deus (Iglesia Universal del Reino de Dios, en adelante IURD), y eran conocidas por sus rituales de exorcismo y su inclinación a predicar el evangelio de la prosperidad. A partir de la década de 1990, la IURD se expandió a Europa, América del Norte y del Sur, y África. En fechas recientes, la denominación ha perdido un gran número de miembros que se han ido a otras denominaciones y ha tenido que cerrar iglesias, muchas en el extranjero, en gran parte debido a causa del escándalo.

En 2017, casi 2000 misioneros brasileños vivían en el extranjero. Un informe de la Associação de Missões Transculturais Brasileiras indica que el número de misioneros transculturales, tanto nacionales como en el extranjero, ha crecido a un ritmo del 6.7 % anual desde 1989, cifra superior al ritmo de crecimiento de la población evangélica en general, que asciende al 5.8 % anual.

En este entorno, muchos líderes de iglesias locales han visto la oportunidad de poner a prueba su modelo de organización y crecimiento en otras partes del mundo, ya que sus miembros se han trasladado a otros países.

Un ejemplo es la Igreja Batista Atitude (IBA), cuya sede principal se encuentra en Río de Janeiro. Hoy cuenta con 15 000 miembros en la sede principal y otros 14 000 en 60 sedes repartidas por seis países.

Conocida nacionalmente por ser la iglesia a la que asistía la exprimera dama Michelle Bolsonaro, Atitude (que forma parte de la Convención Bautista Brasileña) tiene ahora iglesias en Orlando y Deerfield en Florida, Vancouver (Canadá), Lisboa y Oporto (Portugal), Milton Keynes (Reino Unido) y Lamego (Mozambique).

Josué Valandro, pastor principal de IBA, afirma que su estrategia abarca dos tipos de plantación de iglesias. Al primero lo denomina «intencional», como sucedió en el caso de Mozambique. Se trata de lugares tradicionales para la labor misionera brasileña: las comunidades en las riberas de la cuenca del Amazonas, las zonas rurales en el campo al noreste de Brasil y el África subsahariana. Atitude actualmente está capacitando a 17 hombres y mujeres para enviarlos a estos lugares.

El otro es «orgánico», impulsado por las relaciones y los viajes de sus miembros, como aquellos que emigran a otras naciones.

Hace dos años, André Oliveira ayudó a abrir Atitude en Príncipe Real, un barrio artístico de clase media en Lisboa. Desde entonces, Oliveira ha bautizado a 43 personas, una cifra excepcional para los estándares portugueses. Según la Alianza Evangélica Portuguesa (AEP), solo el 3 % de todas las iglesias del país han bautizado a 50 o más personas en el periodo 2021-2022. Pero es necesario notar algo: solo cuatro de los bautizados son portugueses. (Los datos de la AEP muestran que el 29.3 % de las iglesias evangélicas del país tienen un 75 % o más de extranjeros en su congregación).

Llegar a los corazones de la población local también ha sido un problema para la iglesia Onda Dura. La iglesia madre fue fundada en 2007 en Joinville, al sur de Brasil, por Filipe «Lipão» Duque Estrada, bisnieto de Joaquim Osório Duque Estrada, poeta que en el siglo XIX escribió la letra del himno nacional brasileño.

Lipão, que tiene los brazos cubiertos de tatuajes y perforaciones en las orejas, no heredó las dotes poéticas de su antepasado. En cambio, su don es llegar a los jóvenes a través del lenguaje y el culto contemporáneos. El nombre de la iglesia es una especie de declaración en sí misma y resuena con el afecto de su líder por el surf: Onda Dura puede traducirse del portugués como «una ola duradera», reflejando la idea de que «la ola de Dios dura para siempre».

Onda Dura cuenta con 2700 miembros en su campus principal. «Expandirnos estuvo en nuestro corazón desde el principio», dijo Lipão. Tras años plantando iglesias por todo Brasil, Onda Dura abrió oficialmente sedes satélite en otros países después de que los inmigrantes brasileños que vivían en el extranjero comenzaron a pedir algo más que poder ver la transmisión de los servicios en línea.

«La gente viene a nosotros para ser discipulada y pastoreada, porque no encuentran una iglesia sana de la que puedan formar parte», afirma. Onda Dura Online cuenta ahora con un pastor específico y un equipo de voluntarios para llegar a quienes buscan formar parte de esa comunidad, estén donde estén. Organizan cursos semanales de discipulado centrados en la capacitación bíblica y la evangelización.

Después, estos líderes animan a los asistentes a la iglesia online a formar grupos pequeños para que vean juntos el servicio y se reúnan durante la semana. Con el tiempo, Onda Dura envía a un plantador de iglesias o a un pastor regional para que dirija a esa comunidad a fin de que se convierta en una iglesia completa.

«La idea de Onda Dura Online no es crear consumidores para nuestros contenidos, sino utilizar el entorno digital para dar nacimiento a una iglesia física», afirma Lipão.

Este fue el modelo que siguió Onda Dura para establecerse en Charlotte, Carolina del Norte (donde ahora reúne a unas 100 personas cada domingo), Chicago (60 personas) y Oporto, en Portugal (150). Preveen establecer nuevas iglesias en Sines, al sur de Portugal, y en Suzuka, Japón, durante el primer semestre de 2024. Actualmente se están formando grupos pequeños en Italia, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Argentina y Kazajstán.

«Prácticamente todos nuestros miembros han dejado a toda su familia al migrar a otros países», afirma Subirá, de Alcance Orlando. «La iglesia adquiere relevancia porque es la única familia que tienen». Subirá ha oído historias de miembros de la iglesia que se ayudan mutuamente a obtener permisos de conducir o a encontrar trabajo y alojamiento a corto plazo.

Una población creciente en Alcance Orlando son los hijos e hijas estadounidenses de inmigrantes brasileños, quienes dominan el inglés y quieren hablar en la iglesia el mismo idioma que hablan en la escuela. «La iglesia debe seguirlos», afirma.

En el Reino Unido, donde comenzó sus actividades eclesiásticas hace poco más de seis meses, Atitude ya ha iniciado un servicio en inglés, además de sus servicios en portugués.

Los nietos y bisnietos de inmigrantes forman una parte importante de la población brasileña. Muchas comunidades protestantes del país son hoy fruto del trabajo de plantadores de iglesias extranjeros, dice Lipão, como sucedió con los pastores alemanes que inmigraron junto a los agricultores luteranos y que se asentaron en su estado de Santa Catarina a finales del siglo XIX.

«Funcionó una vez», dijo. «¿Por qué no puede volver a ocurrir?».

Franco Iacomini es un periodista brasileño.

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Cuando la misericordia de Dios parece una mala noticia

Cuando nos sintamos abrumados por la oscuridad que nos rodea, recordemos que nuestro Dios es paciente.

Christianity Today February 7, 2024
Forgiven Photography / Lightstock

Moisés conocía bien la paciencia de Dios. Imploró por Israel cuando ellos traicionaron al Señor con el becerro de oro. Durante años bregó con las quejas y la obstinación de los israelitas en el desierto. Ellos «provocaban al Santo de Israel» (Salmo 78:41), y aun así Dios los toleró, conteniendo su ira y negándose a aniquilarlos (Isaías 48:9). La paciencia de Dios es un distintivo definitorio y central de su carácter.

Sin embargo, esto no siempre fue un consuelo para Moisés. En vez de tener que seguir luchando con las quejas y los pecados de su pueblo, le pidió a Dios que lo matara de una vez (Números 11:15).

Moisés no está solo al sentir esta frustración. Enervado por el éxito de los que quebrantan la ley, los ladrones y los idólatras, el salmista pregunta: «¿Hasta cuándo habrán de ufanarse los malvados?» (Salmo 94:3). David exclama un lamento similar frente a las burlas de sus enemigos (Salmos 13:1). Abrumado por la oposición, se pregunta si acaso Dios saldrá a defenderlo. En las Escrituras, el pueblo de Dios encuentra consuelo en la paciencia de Dios con la misma frecuencia con la que se encuentran sorprendidos y molestos a causa de la misma.

Mi propia impaciencia con la paciencia de Dios bien podría ser una de las características que definen mi vida. Me preocupo y me pongo nervioso cuando veo una falsa enseñanza en la iglesia, ya sea el evangelio de la prosperidad o las herejías gnósticas modernas. Me obsesiono con las disputas que hay en medio de nosotros, así como la lucha continua por la reconciliación racial y la santidad. Me pregunto: ¿Por qué Dios permite que este desorden persista?

La sabiduría de Dios en la cruz a menudo nos parece locura (1 Corintios 1:18). En esencia, la cruz es una señal de la paciencia de Dios. Él no cuenta nuestros pecados, y no nos condena como nos merecemos (Romanos 3:25).

De hecho, la paciencia está conectada lingüística y conceptualmente a la pasión (passio). En la pasión de Jesucristo en la cruz, vemos la paciencia concreta de nuestro Dios trino encarnado en la historia.

Cuando las congregaciones locales se sintieron tentadas a llevar vidas licenciosas, animadas por falsos maestros que les enseñaban que Cristo no regresaría, Pedro les recuerda:

Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.
(2 Pedro 3:8-9, NVI)

Puede que Dios sea paciente, pero no se retrasa. Como Señor trascendente de todo el tiempo, Él ha declarado desde tiempos antiguos lo que está por venir (Isaías 46:10). Solo sus ojos observan todo el tapiz de la historia. Como seres regidos por el tiempo, a nosotros nos parecerá como si viéramos solo la parte de atrás: un tapiz deshilachado. Pero sus tiempos son perfectos.

Porque Dios es misericordioso, Él espera. Él no traerá el juicio de los últimos días sino hasta que el evangelio haya sido predicado a todas las naciones (Mateo 24:14). Y por eso, como explica Hermann Cremer: «La historia del mundo avanza bajo la paciencia de Dios» probada en la pasión de Jesucristo.

Pero Cristo no soportó pacientemente la cruz solo para llevar al mundo a la iglesia. También buscaba santificar a la iglesia en medio del mundo (1 Pedro 2:24). A su tiempo, Cristo cumplirá su promesa de presentar a su iglesia sin mancha y radiante a pesar de todas las apariencias externas (Efesios 5:25-27).

Tal vez sea por esto que Pablo fue capaz de perseverar en pro de la iglesia, de no rendirse frente a la calumnia, el rechazo y el pecado flagrante de diferentes congregaciones. A veces perdía la esperanza incluso de la vida misma (2 Corintios 1:8). Pero Pablo comprendía que su tarea era regar y plantar: solo Dios puede traer el crecimiento (1 Corintios 3:9).

A la luz de la resurrección, Pablo anima a la iglesia: «Manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano» (1 Corintios 15:58). Su mandato no es una rara incongruencia, sino la aplicación práctica de todo lo que ya ha sido antes: la resurrección está llegando, ¡no se rindan!

La fe en la resurrección nos infunde confianza en que nuestro Dios paciente —Aquel que esperó tres días en la tumba— tiene el poder de traer una cosecha de vida incluso cuando todo lo que vemos es un campo sembrado de muerte (1 Corintios 15:42-43).

Derek Rishmawy es doctorando en teología sistemática en la Trinity Evangelical Divinity School. Escribe en línea en derekzrishmawy.com.

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La fama es una falsificación de la amistad

Deseamos ser conocidos y amados, pero no conseguiremos ese resultado con una comunidad falsa.

Christianity Today February 5, 2024
Illustration by Mallory Rentsch

Este fragmento está adaptado del boletín de Russell Moore. Puede suscribirse aquí [en inglés].

A diferencia de Macaulay Culkin, el niño de diez años que protagonizó la famosa película navideña Mi pobre angelito [en inglés Home Alone (Solo en casa)], su hermano menor Kieran Culkin rechazó muchas oportunidades para convertirse en un niño estrella. Aprendió por observación que no quería una vida de fama, sabiendo que podía conducir a cosas como el abuso de sustancias, batallas legales por custodia y otras similares [enlaces en inglés].

Es posible que nos sintamos tentados a ver las decisiones que famosos como los hermanos Culkin tomaron para sus vidas desde cierta distancia. Pero quizá estemos mirando más bien a un espejo colectivo. Hoy la fama no es algo que solo les sucede a las estrellas, sean niños o no. Gracias a la era de las redes sociales, muchos de nosotros nos estamos convirtiendo en «miniestrellas», con la única diferencia real del tamaño de nuestra audiencia.

Los «Archivos de Facebook» que se filtraron hace poco y que hablan de cómo opera la red social de forma interna, incluyen datos sobre el daño que el uso de Instagram inflige en la autoimagen de los adolescentes, especialmente de las chicas. Todo niño o adolescente se enfrenta al miedo a ser juzgado por sus compañeros. También temen sentirse excluidos de su grupo social. (Por esto mismo, pocos de nosotros alguna vez deseamos viajar en el tiempo a nuestros días en la escuela secundaria).

Sin embargo, el mundo de las redes sociales parece aumentar estas dinámicas, donde casi todo el mundo es seguido por una especie de paparazzi que nos expone y somete a la aprobación o la desaprobación de nuestros compañeros y conocidos y, a menudo, incluso de completos extraños.

El filósofo Alain de Botton defendía en su libro The School of Life [La escuela de la vida] que un modo de medir tu paternidad es preguntarle a tus hijos si aspiran a ser famosos. Él dice que la búsqueda de la fama es diferente a otras aspiraciones (también arriesgadas) de conseguir riqueza, poder o placer. El deseo de ser conocido, argumenta él, está ligado «al íntimo deseo de gustar y ser tratado con justicia y amabilidad por desconocidos».

«La fama es profundamente atractiva porque parece ofrecer beneficios muy significativos», escribe. «La fantasía funciona así: cuando eres famoso, allá donde vayas tu buena reputación te precederá. La gente pensará bien de ti porque tus méritos se han explicado de forma extraordinaria por adelantado».

De Botton dice después que «el deseo de fama tiene sus raíces en la experiencia del abandono: una herida», y añade que: «nadie querría ser famoso si, en algún momento del pasado, no le hubieran hecho sentir extremadamente insignificante».

Si soy famoso, continúa el argumento subconsciente, no tendré que enfrentar juicio o rechazo alguno. No solo mis padres me admirarán, sino que tendré una comunidad instantánea y segura. Sin embargo, dice de Botton, lo contrario es cierto: «La fama hace a la gente más vulnerable, no menos, porque los expone a un juicio ilimitado».

La fama siempre ha sido un atractivo, al menos para algunos seres humanos. No se necesita mirar más allá de las pirámides para llegar a esa conclusión. Sin embargo, la mayoría de las personas a lo largo de la historia humana comienzan su viaje de autodescubrimiento en presencia de una «audiencia» muy limitada: familia extendida, una tribu o una comunidad local.

Sin embargo, hoy en día, niños fácilmente impresionables están formando su identidad a través de los canales de las redes sociales, que abarcan a un público mucho más amplio. Los estudios muestran que aplicaciones como Instagram son un riesgo para la salud psicológica de los adolescentes, y no solo porque los niños pueden ser acosados en línea (aunque eso también ocurre). Aunque estos jóvenes reciban afirmación de parte de una colección de extraños en línea, casi siempre buscarán mantener esa atención en el futuro.

Es decir, incluso cuando alguien esté «ganando» en el juego de las redes sociales, el miedo al fracaso lo hace todo más intenso: como una estrella infantil con adorables hoyuelos en las mejillas que se preocupa por no volver a ser contratado cuando se convierta en un adulto desgarbado. Esta clase de presión ya es suficientemente mala cuando se está buscando hacer carrera en el cine, pero puede ser mucho peor cuando se trata de la vida de alguien fuera de la pantalla.

El peligro está ahí no solo para los que se sienten aplastados bajo el peso del juicio ajeno, sino quizá incluso más para las personas que han aprendido mecanismos de defensa para protegerse del juicio social. Algunos terminan como trols, atacando de manera preventiva a los que tienen el potencial de hacerles daño, mientras que otros pueden convertirse casi en sociópatas en cuanto a su insensibilidad con respecto a las opiniones de los demás. Con el tiempo, construyen un duro exoesqueleto de cinismo con el que pueden filtrar no solo el juicio de los extraños en línea, sino también el consejo de los amigos en la vida real.

No hay respuestas fáciles aquí, especialmente mientras avanzamos hacia la siguiente fase de la conectividad en el «metaverso» o sus equivalentes. Pero, como ocurre con la mayoría de cosas, creo que la respuesta correcta a la amenaza de la influencia de las redes sociales es tanto individual como colectiva.

Cada uno de nosotros necesita aprender cómo desarrollar un individualismo bíblico correcto, es decir, que Dios nos recibe en su reino, no de colectivo en colectivo, de nación en nación o de grupo en grupo, sino de uno en uno.

El mensaje de «debes nacer de nuevo» no solo fue dirigido de manera genérica a la humanidad o a los fariseos, sino de manera individual a un fariseo en particular llamado Nicodemo —quien tenía tanto miedo de perder su estatus frente a sus compañeros que se acercó a Jesús de noche (Juan 3)—. Cuando nos damos cuenta de que personalmente estamos delante del rostro de Dios —y que cada uno de nosotros rendirá cuentas ante el tribunal de Cristo—, solo entonces podemos ser liberados de los incontables minitribunales que se forman en torno a nuestras vidas diariamente.

Lo que nos libera no es solo la visión de un único tribunal, sino también la visión de Aquel que está sentado en ese tribunal. Es el tribunal exclusivo de Cristo. Él no es alguien que nos juzga según nuestros impresionantes logros, nuestras imágenes editadas o nuestro estatus según cierto sistema en las redes sociales. Jesús es el único que vino a buscarnos cuando estábamos perdidos… y después hizo una fiesta de celebración cuando nos encontró (Lucas 15:3-7).

Por eso es que Pablo pudo escribir a los corintios: «muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier tribunal humano» (1 Corintios 4:3, NVI). (No le preocupaba siquiera su propio juicio). En cambio, se entregaba con confianza al juicio de un Cristo que realmente sabía quién era —un asesino en serie con celo religioso—, y lo amaba de todas maneras.

El lado comunitario de la solución es darse cuenta de que la amabilidad y la comunidad no pueden encontrarse de manera universal o genérica. En cambio, debemos buscar —como Seth Godin expone desde una perspectiva de mercado— «la audiencia más pequeña viable». Por eso Jesús nos colocó a todos en el contexto de un cuerpo de iglesia: un grupo de personas que realmente se reúnen alrededor de una mesa.

Alain de Botton bien señala que «no hay atajos para la amistad, que es lo que la persona famosa está buscando en realidad». En verdad no los hay. Como cristianos, sabemos que la verdadera compañía ocurre cuando nos reunimos alrededor del pan y el vino, la confesión y el arrepentimiento, la misión y el servicio; cuando nos reunimos con un grupo tangible de personas en cuya presencia uno puede aprender a amar y ser amado. No hay atajos para eso.

Quizá eso es lo que la iglesia tiene para ofrecer al mundo ahora mismo y de forma única: el mensaje de que no tienes que ser famoso para ser conocido. No tienes que ser perfecto para ser amado. No necesitas tener la razón para ser justificado. Quizá incluso los niños estrella pueden volver a ser de nuevo como niños pequeños. E incluso en un metaverso, ninguno de nosotros está solo en casa.

Russell Moore lidera el Proyecto de Teología Pública de Christianity Today.

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La iglesia puede reconocer y ayudar a quienes sufren depresión

Tres maneras en las que nuestras comunidades pueden brindar apoyo a quienes batallan con problemas de salud mental.

Christianity Today January 30, 2024
Milos Kreckovic / iStock

Al hablar en la Convención Nacional de los Demócratas en 2016, la cantante Demi Lovato aprovechó la poderosa plataforma para llamar la atención acerca de la necesidad del cuidado de la salud mental en Estados Unidos. «Al igual que millones de estadounidenses, yo vivo con una enfermedad mental», dijo [enlaces en inglés]. «Demasiados estadounidenses de todas las clases sociales no reciben ayuda, ya sea porque temen al estigma o porque no pueden permitirse el costo del tratamiento». [Enlaces en inglés].

«Enfermedad mental» es una categoría que suena aterradora y que abarca una amplia diversidad de luchas invisibles. Mira a tu alrededor un domingo. Lo más probable es que haya cristianos junto a ti que estén sufriendo silenciosamente un trastorno de ansiedad o de pánico, un trastorno bipolar (como el que Lovato padece), distimia o un cuadro depresivo mayor (como el que yo he sufrido). Ya sea por experiencia personal, o por medio de alguien que conozcamos, aquellos de nosotros que hemos padecido a causa de una batalla con la salud mental sabemos que recibir ayuda puede ser la parte más difícil.

En términos generales, las mujeres tienen el doble de probabilidades de experimentar problemas de salud mental debido a los grandes cambios hormonales que se producen en el embarazo y la menstruación. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el 30 % de las mujeres de entre 18 y 44 años de edad padecen depresión, y muchas de ellas no reciben la ayuda que necesitan. (Durante casi seis meses yo no recibí ayuda médica ni terapia a falta de un diagnóstico apropiado. E incluso después, mi proceso de recuperación se complicó por malos consejos, maltrato y malas decisiones acerca de en quién podía confiar).

Por desgracia, a muchos de los que hemos levantado la voz dentro de la comunidad de la iglesia se nos ha dicho que «debíamos orar más» o que «tuviéramos más fe». Estas sugerencias pueden parecen bienintencionadas, pero a menudo desmotivan y aíslan a los que tienen una necesidad desesperada de apoyo. «Es una reacción casi instintiva juzgar a las personas cuando se muestran vulnerables», escribió la actriz Kristen Bell acerca de su propia historia. «Pero no hay nada de debilidad en batallar contra una enfermedad mental. Es solo que vivir dentro de tu propio cerebro te resulta mucho más difícil que a otras personas».

Ella tiene razón: luchar contra una enfermedad de cualquier clase hace vulnerable a una persona, y un cerebro enfermo pone a esa persona en un estado particularmente vulnerable, debido a que a menudo es imposible discernir el problema desde dentro. El cerebro enfermo no puede ver el cerebro enfermo. Lo más común es que alguien que se encuentra en medio de un episodio depresivo o un ataque de pánico apenas si puede emitir un grito de ayuda.

Como personas que viven en una comunidad cristiana, deberíamos estar dispuestos a ofrecer un conocimiento práctico y un apoyo misericordioso a las personas que están experimentando una crisis de salud mental. Con eso en mente, aquí explico tres maneras en las que creo que cada iglesia se coloca en una mejor posición para ayudar:

1. Fe en algo mejor.

«Ten fe en que al otro lado de tu dolor hay algo bueno», dijo Dwayne Johnson «La Roca», en Oprah Presents Master Class. Expresó que deseaba que alguien le hubiera transmitido esta idea durante un momento bajo de su vida en el que «lloraba constantemente». Su mensaje es similar al de la campaña «It gets better» [«Todo mejora»]; sin embargo, muchas personas que sufren depresión u otras enfermedades mentales saben que a veces todo empeora. Todo el mundo necesita una razón para seguir intentándolo. He estado en suficientes grupos de terapia y consultas médicas como para saber que la única razón por la que la gente sigue buscando respuestas frente a la desesperanza incapacitante es porque creen que algo ayudará: los medicamentos, los doctores, las relaciones, la terapia, o a veces la pura libertad de vivir en lo más bajo del abismo.

Sin embargo, he visto los mejores resultados cuando las personas ponemos nuestra fe no solo en los doctores, la medicación o las terapias, que tienen sus límites, sino también en Dios. Él es la razón de que yo todavía crea que hay «algo bueno» al otro lado de mi dolor.

Si sabes de alguna persona en tu iglesia que está sufriendo como me sucedió a mí, acompáñala. Ora por ella. Evita clichés baratos como «ten fe» y ofrece en cambio apoyo práctico: contacta a esa persona regularmente, recuérdale que no está sola, o pregúntale por su tratamiento, ya que es un modo de reconocer ante ella que su enfermedad es real.

2. Resiliencia.

Los mileniales consumen más antidepresivos que cualquier otra generación. Según los CDC, a más del seis por ciento de las personas de entre 18 y 39 años se les han prescrito antidepresivos. Los de mi generación bien nos podríamos definir como los que estamos «atrasados» en nuestras carreras (el 40 por ciento de los desempleados son mileniales), en los salarios y en nuestras vidas personales (nos casamos tarde y algunos volvemos a mudarnos con nuestros padres). No es de extrañar que estemos deprimidos. Además de todo eso, las horas que pasamos en terapias, en consulta con psiquiatras o lidiando con los síntomas de un trastorno (o con los efectos secundarios de la medicación) a menudo parecen tiempo «perdido». Para luchar con mis problemas de salud mental he gastado mucho tiempo y dinero, así como capital emocional y relacional: todos ellos recursos que creo que podría haber empleado mejor en otra parte. Encuentro consuelo al saber que el cristianismo ofrece una promesa de restauración mayor que cualquier pérdida (Joel 2:25; Job 42:10-17). En la Biblia a menudo las personas caen, sus vidas se caen a pedazos y, aun así, Dios las levanta de nuevo.

Con esto en mente, si te encuentras con alguien de tu iglesia que esté batallando con pensamientos suicidas o cualquier otra forma de desesperanza, lo primero es afirmar su dolor, y después ofrecerle la gracia del optimismo.

3. La perspectiva ‘estacional’.

«Por ahora» es el mantra que mi terapeuta me dio para superar los episodios depresivos y los días difíciles. Eclesiastés 3 proporciona un mantra similar: «Hay un tiempo para todo». La salud mental también se compone de temporadas. Yo estoy ahora mismo en una temporada de antidepresivos y, aunque puede que sea cíclico, espero que finalmente termine. Para la mayoría de las personas, las circunstancias cambian, las reacciones del cerebro cambian, y la terapia apropiada también cambia junto con la situación. Con los problemas de salud mental, mantener una perspectiva de largo alcance es clave para sobrevivir. Lo más difícil y lo más importante que hay que hacer es, simplemente, perseverar.

Si alguien cerca de ti está pasando por un episodio de salud mental aislado o por un problema crónico, anima a esa persona a dar nombre a la temporada en la que se encuentra, recuérdale que las temporadas cambian, y camina a su lado cuando se enfrente al día a día.

«No creo que [mi problema] esté arreglado», compartió Lovato en el documental de MTV sobre su «recuperación» en un centro de tratamiento. «La gente cree que eres como un coche en un taller. Vas, te arreglan y te vas. Esto conlleva un arreglo continuo».

Así como en la salud espiritual, la salud mental es una necesidad constante para todo ser humano. Aunque los que batallamos con ello somos cada uno responsables de nosotros mismos, también descansamos en el poderoso apoyo de nuestra comunidad para estar seguros de que podemos obtener el cuidado que necesitamos. Comienza con la concientización dentro de cada iglesia local. Del mismo modo que cada vez más personajes seculares se atreven a hablar públicamente, los cristianos deberían dar un paso al frente para ser, como dice Lovato, «la prueba de que puedes vivir una vida normal y empoderada [aun] con una enfermedad mental».

La Biblia está llena de exhortaciones a cuidar de los más vulnerables entre nosotros: aquellos que claman por misericordia y sienten que no tienen dónde ir. Los que nos enfrentamos a una crisis de salud mental estamos entre los más vulnerables. Necesitamos su reconocimiento. Necesitamos sus oraciones. Necesitamos su presencia. Y necesitamos ser parte de la comunidad de la iglesia, especialmente mientras luchamos por encontrar una medida adicional de gracia.

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Apocalipsis tiene buenas noticias para hoy, no un plan estratégico para el futuro

Para conseguir una imagen más clara de este misterioso libro, cambiemos el enfoque de la predicción a la misión.

Christianity Today January 29, 2024
Ilustración por Jeffrey Kam

Durante gran parte de mi vida traté el libro de Apocalipsis como si fuera una medicina de mal sabor. Sabía que probablemente tenía algo bueno para mí, pero lo esquivaba siempre que encontraba oportunidad.

Foretaste of the Future: Reading Revelation in Light of God's Mission

Foretaste of the Future: Reading Revelation in Light of God's Mission

InterVarsity Press

256 pages

$26.96

Esto se debe, en gran medida, al modo en que aprendí a leer Apocalipsis. De adolescente, junto con mi grupo de jóvenes, vi una película que mostraba gráficamente los horrores de ser dejados atrás en la tierra después de que los verdaderos cristianos escaparan al cielo. Me aterrorizó. Más tarde exploré libros de profecía que intentaban unir los puntos entre los sucesos actuales en Oriente Medio y las descripciones de la Biblia del fin de los tiempos. Me confundieron. Así que dejé de intentar entender el Apocalipsis. De hecho, se convirtió en el apéndice del cuerpo de mi Biblia. La mayor parte del tiempo, lo ignoraba con alegría; pero si en algún momento me causaba muchos problemas, podría prescindir de él.

Incluso después de estudiar para el ministerio cristiano, me faltaba seguridad para predicar o enseñar sobre el Apocalipsis. Era demasiado místico, demasiado violento, demasiado raro. Sus visiones fantasiosas parecían tener poco que decir ante los problemas prácticos de la vida cristiana diaria. A lo sumo, advertían: «Más vale que estés preparado, ¡porque el fin puede llegar en cualquier momento!».

No era el único. A lo largo de los años solo he escuchado pequeños fragmentos de predicaciones sobre Apocalipsis, con excepción, de vez en cuando, sobre las partes «seguras», tales como los mensajes de Cristo a las iglesias en los capítulos 2 y 3. En gran medida, el mensaje vivificador de Apocalipsis permanece en silencio para la iglesia.

Una lente distinta

Al igual que ocurre con alguien que intenta usar las gafas equivocadas, mi problema estaba en la lente que estaba usando. Mi configuración predeterminada implicaba leer Apocalipsis a través de la predicción. Como muchos cristianos, veía Apocalipsis más que nada como un libro de presagios sobre lo que va a pasar en el futuro. Las visiones de Juan servían como una especie de escenario para los eventos del fin de los tiempos, como la batalla de Armagedón o el gobierno del anticristo en la tierra. Al leer a través de esa lente, me resultaba difícil encontrar las buenas nuevas de Apocalipsis para el pueblo de Dios en el presente.

Pero ¿y si leyéramos Apocalipsis a través de una lente distinta? ¿Y si, en vez de usar la lente de la predicción, lo leyéramos a través de la lente de la misión?

Voy a explicarlo. Leer las Escrituras a través de una lente misional no consiste básicamente en localizar pasajes individuales que apoyen una misión transcultural de la iglesia. En cambio, consiste en lo que Dios está haciendo en el mundo para dar lugar a la salvación y la sanidad en todos los niveles, y en cómo el pueblo de Dios participa en ese amplio propósito.

Aplicar este principio a Apocalipsis significa que, en vez de intentar descifrar un plan estratégico para el fin de los tiempos, necesitamos descubrir de qué modo Apocalipsis testifica acerca de la enorme misión de Dios de redimir y restaurar a toda la creación —incluyendo a las personas— a través de Cristo, el Cordero sacrificado y resucitado. El Apocalipsis nos muestra el objetivo definitivo del amoroso propósito de Dios para el mundo que es hacer «nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5).

Pero eso no es todo. Apocalipsis también busca capacitar y motivar al pueblo de Dios para cautivarnos con lo que Dios está haciendo para traer integridad y redención al mundo. En vez de predecir el futuro en primer lugar, Apocalipsis nos llama a anticipar el futuro aquí y ahora. Permite que las comunidades cristianas encarnen la misión amorosa de Dios dentro de nuestras peculiares circunstancias de vida, a la vez que anticipamos el momento en que Dios finalmente haga nuevas todas las cosas.

Como explica el experto en Nuevo Testamento Michael Gorman, necesitamos leer Apocalipsis «no como un guion para el futuro, sino como un guion para la iglesia». Durante el resto de este artículo intentaré demostrar que una lectura misional de Apocalipsis es más fiel a la forma en la cual se presenta, al contexto al cual se dirige, al mensaje que proclama y a la esperanza que promete.

Una nueva visión del mundo

En primer lugar, consideremos la forma en que recibimos el libro de Apocalipsis. Al igual que con cualquier otro libro de la Biblia, tenemos que preguntarnos: «¿Qué clase de escrito es este?». Aunque Apocalipsis comparte aspectos tanto con la profecía bíblica (ver Apocalipsis 1:3) como con las cartas (1:4,9), sobre todo pertenece a una forma antigua de escritos conocida como literatura apocalíptica. Mucho más familiar para los primeros lectores de Juan que para nosotros, la literatura apocalíptica está repleta de visiones, símbolos e historias. Nos obliga a usar la imaginación, algo que a muchos de nosotros en Occidente, incluyéndome a mí mismo, nos cuesta mucho hacer.

Esta es la cuestión: las imágenes y los símbolos del Apocalipsis no fueron escritos para ser leídos literalmente. Esto expone una de las principales debilidades de usar una lente predictiva para interpretar el Apocalipsis. Aquellos que usan esta perspectiva pueden asumir, por ejemplo, que la infame «marca de la bestia» (Apocalipsis 13:16-17) debe referirse a alguna clase de implante físico o señal.

Pero, en Apocalipsis, la marca de la bestia en la mano o en la frente representa lo opuesto al sello de Dios en las frentes de sus siervos (Apocalipsis 7:3; 9:4). Ambas son señales de pertenencia, y simbolizan nuestra alianza con Dios y el Cordero, o con Satanás y la bestia. En vez de una marca visible a la vista, nuestras lealtades y estilos de vida muestran de qué nombre damos testimonio.

Las visiones poéticas de Apocalipsis tienen menos que ver con describir los sucesos del fin de los tiempos y más con llamar a las comunidades cristianas a reimaginar su mundo. A partir de los símbolos apocalípticos populares de su tiempo, Juan ofrece a los cristianos una visión transformada del mundo que habitan. Esta nueva forma de ver revela lo que Dios está haciendo en el mundo (la misión de Dios) y cómo podemos participar en ello (la misión de la iglesia). Richard Bauckham, erudito en el Apocalipsis, explica sabiamente que las visiones de Juan revelan el propósito final de Dios para la historia humana, de tal modo que el pueblo de Dios, tanto entonces como ahora, puediera reimaginar el presente a partir de esa perspectiva. En efecto, Juan dice: «Así es como son realmente las cosas, desde el punto de vista del futuro fin de los tiempos de Dios y de su trono celestial».

Veamos un ejemplo. En el capítulo 7, Juan visualiza una vasta multitud de personas de toda tribu, lengua y nación de pie frente al trono de Dios, alabándole día y noche (vv. 9-17). No se trata solo de una proyección de cómo será algún día «cuando todos lleguemos al cielo». Es una imagen que da forma a quiénes somos y por qué estamos aquí en el presente. Llama a la iglesia a convertirse en una comunidad en la cual las barreras que separan naciones, tribus, razas y culturas se disuelven, a pesar de las fuerzas polarizadoras que nos rodean. También nos da la vocación de invitar a personas de toda lengua y nación a unirse al coro de adoradores de Dios y del Cordero, en anticipación de lo que algún día seremos. Vivimos en un adelanto del futuro de Dios ahora.

Leer en su contexto

Si Juan invitó a sus lectores a ver el mundo de manera diferente, entonces tenemos que tomarnos en serio el contexto al cual se dirigía. En primer lugar, Apocalipsis apareció como una palabra dirigida a las iglesias locales en escenarios misionales específicos en Asia Menor y bajo el gobierno romano. El Apocalipsis las llama a encarnar las buenas nuevas del Cordero sacrificado y resucitado dondequiera que estén.

Y hacer eso donde estaban no era tarea fácil. Estos cristianos vivían en un mundo dominado por un Imperio romano que demandaba una lealtad radical, un mundo saturado con la religión civil del culto al emperador y la alabanza a los dioses locales que le daban legitimidad al césar. Todo, desde los festivales locales hasta las fiestas privadas de cumpleaños, se convertían en oportunidades para honrar al emperador. El culto imperial funcionaba como un contrato con la población de Asia Menor: den al césar lo que es del césar y los dioses les garantizarán paz, seguridad y prosperidad. No conformarse a esta norma era considerado «antipatriótico» y desleal. Los cristianos que se resistían se enfrentaban a la posibilidad de persecución, que iba desde la exclusión social y económica hasta una muerte violenta (Apocalipsis 2:10, 13).

Pero una amenaza aún mayor surgía desde dentro: la tentación a acomodarse a las normas y prácticas del imperio, quizá para evitar las consecuencias. No todas las iglesias respondieron a estas presiones externas e internas del mismo modo. Algunas permanecieron fieles ante al sufrimiento (Esmirna y Filadelfia), mientras que la mayoría no lo hizo. Por ejemplo, los cristianos de Pérgamo y Tiatira se involucraron en las prácticas idolátricas de la cultura romana predominante (2:14-15; 20-21). Los de Sardis y Laodicea eran culpables de autocomplacencia, debido a su orgullo y su prosperidad («Soy rico… y no me hace falta nada», Apocalipsis 3:17).

Cada una de estas iglesias, pues, debía leer el resto del Apocalipsis a la luz de su situación. Algunas necesitaban la seguridad de que Dios derrotaría al final todos los poderes que se les opusieran. Pero, para otras comunidades que habían cedido ante la presión, el recordatorio de Apocalipsis los sacudió como una descarga eléctrica. Juan les advierte que se arrepientan y abracen el camino del Cordero sufriente, o que se arriesguen a enfrentarse a «la ira del Cordero» (6:16).

Ocurre lo mismo con nosotros. El modo en que escuchamos Apocalipsis depende en parte de nuestra condición y de nuestra necesidad espiritual. Apocalipsis todavía llama a las comunidades cristianas de todo el mundo a renunciar a los caminos de los imperios terrenales y a ser testigos fieles de Dios y de su amorosa misión.

Babilonia, el provocador símbolo al que Juan hace referencia en los capítulos 17 y 18, ofrece un excelente ejemplo de cómo Apocalipsis habla una palabra específica para su mundo. Juan utiliza este símbolo para fijar su punto de mira en Roma con determinación. Babilonia, al igual que Roma, descansa sobre «siete colinas» (17:9), y encaja en el perfil de «gran ciudad» que gobierna sobre la tierra (17:18). En el capítulo 18, Juan visualiza la explotación económica del imperio de Roma para satisfacer los costosos gustos de las élites. Al final de una lista de productos romanos de importación, Juan nombra «hasta de seres humanos, vendidos como esclavos» (18:13). Roma se hizo rica al comerciar con seres humanos como meras mercancías. No es de extrañar que Dios llame a su pueblo a que «salgan de [Babilonia]» (18:4), y dejen atrás el modo de pensar y vivir de Babilonia.

Babilonia, no obstante, de ninguna manera está encadenada a la antigua Roma. No menos que los ricos y arrogantes de Laodicea, debemos preguntarnos: «¿Dónde está Babilonia hoy?» y «¿Qué significa para nosotros salir de Babilonia?». ¿Dónde nos inclinamos ante el ídolo del consumismo o participamos en sistemas que explotan a los débiles para beneficio de los poderosos? No son simples cuestiones de ética; también son parte de nuestro testimonio frente a un mundo que mira.

Mantener el enfoque correcto

Leer Apocalipsis a la luz de la misión de Dios nos quita la carga de tener que ponernos el «sombrero pronosticador» e imaginarnos cómo las visiones de Juan encajan en alguna clase de guion del fin de los tiempos. En cambio, podemos centrarnos en los grandes temas de la historia de Apocalipsis sobre los inspiradores propósitos de Dios para el mundo. Estos incluyen los más grandes símbolos de Apocalipsis: el trono celestial y el Cordero sacrificado.

Ambos símbolos encuentran su enfoque más acertado en el núcleo teológico del libro, los capítulos 4 y 5. Allá, el trono de Dios representa, en palabras del experto en Nuevo Testamento Eugene Boring, «el control de misión del universo». Si Dios gobierna sobre cada rincón de la creación, entonces ningún otro poder, humano o espiritual, puede sabotear el propósito redentor de Dios para todos los pueblos y para todo el mundo.

¿De qué manera consigue Dios esta misión universal? Contra todo pronóstico, ¡por medio de un Cordero herido! El Cordero sacrificado se convierte en el símbolo definitorio de Apocalipsis y la lente mediante la cual hemos de entender el libro entero, incluyendo sus visiones del juicio. El Cordero desbloquea el magnífico plan de Dios de redimir a toda tribu y nación precisamente porque Él sufrió y murió (Apocalipsis 5:9-10).

Este símbolo no nos habla simplemente de que Dios trae restauración a toda la creación a través del Cristo resucitado. También nos muestra cómo sucede. La misión de Dios tiene forma de cordero. Dios desafía a todos los poderes de la oposición no por la fuerza bruta y la violencia, como el césar, sino a través de un amor sacrificial (Apocalipsis 12:11). Hoy los cristianos puede que se sientan tentados a cumplir los propósitos de Dios a través de la coerción y de «discriminar» a los demás: por ejemplo, al «reconquistar nuestro país para Dios». Pero esas técnicas de presión siguen siendo irreconciliables con un libro que hace del centro de la adoración universal a un Cordero ensangrentado.

Allá donde reside la esperanza

Tiroteos masivos. Un planeta en crisis. Ataques motivados por el racismo. Una pandemia mortal. Oleadas de refugiados de guerras sin sentido. No es de extrañar que muchos cristianos se sientan tentados a ser pesimistas con respecto al futuro.

Apocalipsis ofrece una esperanza genuina en medio de circunstancias sobrecogedoras. Pero esa esperanza no reside en escapar de este mundo y sus tribulaciones siendo raptados hacia el cielo, ni a través de la simple promesa de «un hogar en el cielo cuando morimos». Si leemos la visión culminante de Juan de la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21-22) a la luz de la misión de Dios, vemos un futuro que da forma al presente de manera profunda, trayendo esperanza a un mundo quebrantado.

La imagen de Juan de la Nueva Jerusalén revela el propósito definitivo de Dios para el mundo: el florecimiento de la humanidad y de toda la creación cuando la presencia de Dios empape toda la tierra. Pero la nueva creación arroja su luz hacia el presente, llamándonos a encarnar la vida de la Nueva Jerusalén en las mismas calles de Babilonia. ¿A qué se parece la esperanza de la Nueva Jerusalén? Veamos dos ejemplos.

Primero, la Nueva Jerusalén representa una comunidad sanadora. La misión de la nueva creación es traer «la salud de las naciones» (Apocalipsis 22:2). Esa plenitud toca cada herida que el pecado y el mal han infligido sobre la humanidad. Pero vivir como si fuéramos un avance del futuro nos llama a convertirnos en comunidades de esperanza y sanación en medio de las naciones del mundo hoy. He visto a uno de mis antiguos estudiantes ayudar a comenzar una red de estas comunidades en su área local en Alemania. Traen esperanza en una multitud de maneras a los refugiados, los jóvenes urbanos, los mayores, las personas sin hogar y los no religiosos. Recientemente intervinieron a favor de una trabajadora sexual llamada Emanuela, ayudándola a completar unos formularios que necesitaba con desesperación para obtener su seguro de salud, poniéndola en contacto con un gestor de deudas y dándole algo aún mayor: amor incondicional y amistad. En actos como este, la nueva creación irrumpe en la ciudad.

Segundo, Juan imagina una creación restaurada. Apocalipsis describe una Nueva Jerusalén que baja para unirse con una tierra transformada (Apocalipsis 21:2, 10). La ciudad que viene representa la armonía ecológica y el florecimiento de toda la creación. Si Dios tiene un futuro para la tierra, no podemos ignorar las grandes amenazas para el medio ambiente y el daño que provocan a la población más vulnerable del mundo.

Nuestra respuesta sin duda no solo incluye repensar nuestro estilo de vida en vistas de su efecto sobre la tierra de Dios, sino también reconocer que defender la creación representa un llamado misional legítimo, que merece nuestras oraciones y nuestro apoyo. La organización A Rocha International, por ejemplo, está marcando una diferencia en lugares como el bosque de Atewa en Ghana, donde la minería, la tala ilegal y la intrusión de la ganadería amenazan la gran biodiversidad de la región. Al mismo tiempo, la organización ayuda a asegurar el acceso a agua potable segura para cinco millones de ghaneses. El Apocalipsis nos invita a ser agentes de esperanza para las personas y para la creación.

Necesitamos quitarle el silenciador al libro de Apocalipsis. Si nos conformamos con leer a través de una lente predictiva, es probable que enturbiemos el penetrante y esperanzador mensaje que este libro tiene para la iglesia en su misión, tanto entonces como ahora. Leer Apocalipsis a la luz de la misión amorosa de Dios nos ayuda a escuchar el llamado del libro para nuestra época: un llamado a convertirnos en comunidades de contraste por medio de la alabanza y el testimonio; poniendo en práctica el ejemplo del Cordero sacrificado. Un llamado a olvidarnos de nuestra comodidad con el consumismo, la injusticia y las idolatrías de Babilonia. Un llamado a vivir como en un anticipo del futuro, cautivados por el propósito de Dios de hacer nuevas todas las cosas.

Dean Flemming es profesor emérito de Nuevo Testamento y misiones en la MidAmerica Nazarene University. Es el autor de Foretaste of the Future: Reading Revelation in Light of God’s Mission.

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Theology

Leer por amor al mundo

La mayoría de los cristianos se sienten cómodos con los clásicos. No obstante, la literatura contemporánea nos da señales de que nuestro prójimo está buscando redención y esperanza.

Christianity Today January 23, 2024
Ilustración por Mallory Rentsch / Fuente de imagen: WikiMedia Commons

En su introducción a La encarnación del Verbo [On the Incarnation] de Atanasio, C. S. Lewis afirma que los creyentes deberían leer «libros antiguos» con tanta frecuencia como los nuevos. «Si te unes a las once en punto a una conversación que comenzó a las ocho, a menudo no verás el verdadero significado de lo que se dice», escribe. Si bien los libros antiguos pueden ayudarnos a entender mejor nuestras realidades presentes al ofrecer perspectivas contrastantes del pasado, un libro nuevo que «todavía está a prueba», dice, aún debe ser «probado contra el gran cúmulo del pensamiento cristiano a lo largo de los siglos». [Enlaces en inglés].

En la línea argumentativa de Lewis, mucho se ha escrito sobre cómo y por qué los cristianos deberían leer literatura clásica de ficción. Jessica Hooten Wilson (Reading for the Love of God), Leland Ryken (A Christian Guide to the Classics) y Karen Swallow Prior (On Reading Well) abogan por la lectura de grandes libros, aquellos de la talla de Fyodor Dostoyevski, Jane Austen, y Charles Dickens, para una edificación tanto espiritual como intelectual.

«La lectura», dice Wilson, «debe ser una práctica espiritual diaria para el cristiano», y no solo la lectura de las Escrituras. A diferencia de nuestra —a menudo más superficial— relación con las pantallas, la lectura «nos pide algo», explica Wilson. «Cultiva» nuestra imaginación y «aumenta [nuestra] visión del mundo».

Leer los clásicos es, sin duda, una forma de beneficiarnos de los libros; pero, ¿hay también una ventaja en leer libros nuevos? ¿Qué valor espiritual podemos obtener del último ganador del Premio Pulitzer o Booker, o de las obras del premio Nobel del año?

Llegar demasiado tarde a una conversación es una forma de perderse algo. Pero también lo es elegir escuchar solo la primera parte de la conversación. Si un libro nuevo todavía está «en juicio», entonces la historia muestra que los cristianos, desde el apóstol Pablo hasta Eugene Peterson, ayudaron activamente a emitir veredictos sobre las obras de sus generaciones, no como jueces de rostro sombrío, sino como un jurado respetuoso y comprometido de sus colegas contemporáneos. En nuestros días, no debemos abdicar de nuestras posiciones.

La poeta Emily Dickinson, aunque famosa por ser cristiana y reclusa, tenía hábitos literarios que eran muy «del mundo». Vivió a finales del siglo XIX y, a pesar de la desaprobación de su padre, leyó con deleite a sus contemporáneos victorianos y románticos como Brontës, Dickens Walter Scott, William Wordsworth, Alfred Tennyson y Nathaniel Hawthorne. Muchos de estos autores, también cristianos, leyeron y también interactuaron con las obras de los demás.

Cuando leemos ficción contemporánea, —irónicamente— estamos en buena compañía histórica. En casi todas las épocas de la historia, los líderes del pensamiento cristiano han sido lectores lúcidos de las obras recién publicadas, y no solo de volúmenes abiertamente cristianos.

La escritora católica Flannery O’Connor, que vivió en la primera mitad del siglo XX en el sur de Estados Unidos, llenó sus cartas con comentarios sobre la ficción literaria de su época. Tuvo palabras concisas para sus contemporáneos en ambos lados del Atlántico, incluidos Henry Miller, Eudora Welty e Iris Murdoch. Sus críticas no siempre fueron positivas. Le resultaba difícil leer a Franz Kafka, por ejemplo, pero señaló con cierto aire caritativo que «leer un poco de él quizás te convierta en un escritor más audaz». Sin embargo, detestaba rotundamente a Ayn Rand, cuyo trabajo recomendaba tirar «en el bote de la basura más cercano».

¿Por qué escritores cristianos como Dickinson y O’Connor se sumergieron con tanta frecuencia en las corrientes de la ficción literaria contemporánea? O’Connor explica en su ensayo «Novelist and Believer» que la literatura «generalmente se fundamenta en el principio del pecado original, ya sea que el escritor piense en términos teológicos o no». Las obras de ficción, sin importar qué tan «seculares» fueran, la invitaban a pisar terreno teológico. También la invitaban a ver «la tragedia particular» de su época, algo que sentía que solo podía extraer de la ficción contemporánea.

Muchos otros académicos y escritores se han hecho eco de esa postura. El pastor y autor Eugene Peterson relata que William Faulkner, probablemente agnóstico, era «muy importante» para él por la forma en que Faulkner expuso «tanto el pecado como la redención con tanta habilidad». Marilynne Robinson, congregacionalista y autora de Gilead, por su parte, escribe sobre la conexión inquebrantable entre la literatura y la religión en When I Was a Child I Read Books. Ambas «parecen haber surgido juntas», reflexiona. Ambas «ponen en relación la vida humana, la causalidad y el significado, [haciendo] que cada uno de ellos sea en cierto grado inteligible en términos del otro».

De esta manera, la ficción contemporánea puede sacar a la teología de las cajas en las que la metimos, dándonos ojos para ver a Dios donde menos lo esperamos y restaurando nuestro sentido de misterio en el presente. «Las novelas aparentemente seculares pueden ser profundamente teológicas», como dice Andrew Tate en Contemporary Fiction and Christianity.

Esto no debería sorprendernos: si Dios ha puesto eternidad en el corazón de la humanidad (Eclesiastés 3:11) y ha hecho que todo en el mundo apunte hacia su gloria (Colosenses 1:16), entonces los grandes escritores pueden ayudarnos a ver su rostro con mayor claridad, aunque no sepan la verdad hacia la que dirigen nuestra mirada. El Verbo se hizo carne y, sorprendentemente, podemos vislumbrar recordatorios de su morada entre nosotros incluso en las páginas de los libros seculares recién impresos.

«Estoy harto de Flannery O’Connor», escribe Randy Boyagoda de la Universidad de Toronto en la revista First Things. «También estoy harto de Walker Percy, G. K. Chesterton, J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, T. S. Eliot, Gerard Manley Hopkins y Dostoyevski».

Cuando le pregunta a lectores cristianos reflexivos qué literatura les gusta, dice Boyagoda, de alguna manera estos se han convertido en «los únicos autores que mencionan». Los cristianos deberían ir más allá de este canon literario aceptado, insta, «dejar de lado a Flannery y sus amigos por un tiempo y dar un salto de fe hacia la ficción contemporánea», pero ¿qué nos encontraremos una vez que hayamos saltado?

Parte de la respuesta reside en la calidad de la ficción que elegimos. Las grandes obras literarias pueden tocar no solo la teología sino también la filosofía, la psicología, la cultura pop, la política, la sociología, la ciencia, la economía y todo lo que sustenta la sociedad humana. Aunque una obra de ficción puede hacer esto fuera de su época original (pensemos en la perdurable relevancia de William Shakespeare), una novela de nuestro tiempo puede abordar cuestiones actuales con una franqueza que los libros más antiguos no pueden igualar.

Esto es particularmente valioso ahora que llegamos al final del posmodernismo, un cambio cultural que el fallecido novelista David Foster Wallace anticipó hace casi 30 años. «La ironía y el sarcasmo son fantásticos para hacer estallar la hipocresía y exponer lo que está mal en los valores existentes», dijo Wallace en una entrevista de radio en 1997. «Son notablemente menos buenos a la hora de erigir valores de reemplazo o de acercarse a la verdad». No necesitamos solo «una avidez para diagnosticar y ridiculizar», como lo hace gran parte del posmodernismo, dijo Wallace, sino también un deseo de «redimir».

Décadas más tarde, está surgiendo un nuevo movimiento filosófico con miras a la redención que describió Wallace: el metamodernismo. Como se explica en «Notes on Metamodernism», un ensayo de 2010 de los teóricos culturales Timotheus Vermeulen y Robin van den Akker, este marco es una síntesis, por una parte, del idealismo del modernismo y, por otra, de la apatía y el escepticismo del posmodernismo. La actitud metamoderna es «una especie de ingenuidad informada, un idealismo pragmático».

En otras palabras, si la posmodernidad es la bola de demolición de la modernidad, entonces la metamodernidad es el individuo simultáneamente irónico y sincero que mira los escombros y se pregunta: ¿Adónde vamos a partir de aquí? El metamodernismo utiliza herramientas posmodernas como el cinismo para deconstruir y cuestionar el mundo, pero también señala la posibilidad de conexión y significado, lo que conduce a algo parecido a la esperanza.

Es posible que el metamodernismo solo imite vagamente el Evangelio y, por supuesto, es posible que la mayoría de la gente nunca sepa qué es el metamodernismo. Pero este tipo de etiqueta filosófica de alto nivel a menudo captura algo real e importante sobre nuestra sociedad y las preguntas más profundas que se plantean los individuos dentro de ella. Decir que estamos entrando en la metamodernidad es otra forma de decir que nuestro prójimo está buscando señales de redención y anhelan esperanza. La lectura de la literatura contemporánea nos da una visión general de esos anhelos; una visión a gran escala de las preguntas fundamentales para las cuales nuestra fe tiene la respuesta definitiva.

La literatura contemporánea también nos ayuda a escuchar más a nuestro prójimo. Los estadounidenses se encuentran cada vez más en grupos, aislados de personas diferentes a ellos. El periodista Bill Bishop escribe en The Big Sort que hemos pasado décadas organizándonos en comunidades demográficamente homogéneas, viviendo cada vez más entre personas que adoran, gastan, aprenden, votan y lucen como nosotros. Y una encuesta de 2022 realizada por el Public Religion Research Institute descubrió que los amigos más cercanos de los estadounidenses son, en su abrumadora mayoría, personas de su propia raza.

Ficción literaria contemporánea


Recomendaciones del equipo de CT



Original Prin by Randy Boyagoda
Trust by Hernán Díaz [En español, Fortuna]
All the Light We Cannot See by Anthony Doerr [La luz que no puedes ver]
LaRose by Louise Erdrich
Crossroads by Jonathan Franzen [Encrucijadas]
Homegoing by Yaa Gyasi [Volver a casa]
Exit West by Mohsin Hamid [Bienvenidos a occidente]
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Klara and the Sun by Kazuo Ishiguro [Klara y el Sol]
Demon Copperhead by Barbara Kingsolver [Demon Copperhead]
Pachinko by Min Jin Lee [Pachinko]
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Family Furnishings by Alice Munro
The Overstory by Richard Powers [El clamor de los bosques]
The Covenant of Water by Abraham Verghese [El pacto del agua]
Sing, Unburied, Sing by Jesmyn Ward [La canción de los vivos y los muertos]
The Nickel Boys by Colson Whitehead [Los chicos de la Nickel]

*Los títulos disponibles en español aparecen entre corchetes.


De los editores:

Al igual que otras formas de arte y entretenimiento contemporáneos, algunos de estos títulos incluyen lenguaje, sexo, violencia, prejuicios raciales u otros elementos de maneras que no se alinean ni reflejan los puntos de vista de Christianity Today o de su personal. Recomendamos estos libros no como un respaldo a todos los elementos que contienen, sino como obras de arte que ayudan al lector a involucrarse con cuestiones culturales cruciales de nuestros días, así como con preguntas permanentes sobre la condición humana y la verdad eterna de Dios. Para obtener más información sobre nuestra filosofía hacia el contenido de este tipo de literatura, consulte «Why We Review R-Rated Films» de Alissa Wilkinson.

El canon occidental ha estado históricamente dominado por autores masculinos blancos, lo que significa que los clásicos, en este sentido, no ampliarán las conversaciones actuales de muchos cristianos. Pero las aulas seculares y las editoriales están trabajando activamente para poner en el centro a voces históricamente marginadas, ampliando así la gama de autores e historias que llenan los estantes de las librerías y bibliotecas.

Para el creyente, elevar voces diversas y previamente silenciadas puede ser un acto constructivo de esperanza, una prefiguración de lo que Apocalipsis describe como «… una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero» (7:9), y un reflejo de la enfática preocupación de la Biblia por los marginados. De este modo, leer literatura contemporánea es comprender mejor el corazón de Dios, amante de las naciones y de los oprimidos, que levanta a los débiles y se preocupa con ternura por los marginados.

«Solo puedo responder a la pregunta “¿Qué debo hacer?”», escribe el filósofo Alasdair MacIntyre en After Virtue, «si puedo responder a la pregunta previa: “¿De qué historia o historias formo parte?”». Nuestras historias no solo están arraigadas en el pasado; se están desarrollando incluso ahora. Leer literatura contemporánea nos ayuda a involucrarnos con las historias del mundo en que vivimos, dar sentido a las polaridades que nos rodean, y escuchar las voces de aquellos que Dios tiene cerca de su corazón (Isaías 40:11). En las páginas de libros nuevos, nuestro amor por Dios (y su amor por nosotros) puede cruzarse con las tragedias particulares de nuestros días y con posibilidades particulares de redención.

«Las historias, personajes, motivos y referencias bíblicas impregnan toda la literatura [occidental]», escriben los eruditos literarios Jo Carruthers, Mark Knight y Andrew Tate en Literature and the Bible.

¿Pero es esto cierto también para la ficción literaria contemporánea?

Si las tendencias demográficas actuales se mantienen, los cristianos serán una minoría en Estados Unidos dentro de un par de décadas, y ese único dato no incluye el panorama completo del declive del cristianismo en Occidente. Muchas universidades cristianas están ahora en crisis; las denominaciones se están fracturando por cuestiones como el matrimonio homosexual; y las tasas de asistencia a la iglesia están cayendo, especialmente entre los jóvenes, los solteros y los liberales.

En 1900, casi el 95 por ciento de Europa profesaba ser cristiano, pero en 2022, por primera vez en siglos, menos de la mitad de la población de Inglaterra y Gales se autoidentificó como creyente. Y según datos de 2018 del Pew Research Center, los cristianos no practicantes y los no afiliados religiosamente superan con creces a los cristianos que asisten a la iglesia en todos los países de Europa occidental.

En este contexto, no sorprende que el cristianismo sea retratado de manera menos obvia o positiva en gran parte de la literatura occidental contemporánea.

La fe cristiana, que «durante siglos se filtró en todos los rincones de nuestra sociedad», ahora figura en la ficción literaria como «algo entre una lengua muerta y una resaca», sostiene el escritor Paul Elie en The New York Times. Es como «estatuas dejadas en un edificio antiguo, desconcertando a los nuevos ocupantes» o «un país para los viejos».

«Si se puede decir que algún fragmento de nuestra cultura es poscristiano, es la literatura», continúa Elie. «¿Adónde se ha ido la novela de fe?».

Este cambio puede facilitar que los cristianos promuevan la lectura de «libros antiguos», muchos de los cuales fueron escritos en culturas que, al menos superficialmente, estaban alineadas con los valores, la cosmovisión y la cultura cristiana. (Aunque, como me comentó recientemente un profesor de literatura clásica, los libros antiguos tampoco son «seguros»).

Pero si bien la «novela de fe» ya no tiene el mismo aspecto que en el pasado, no ha desaparecido por completo. Como nos recuerda Robinson, la conexión entre religión y literatura no se rompe fácilmente. La literatura actual puede abordar nuestras cuestiones teológicas y ontológicas sobre Dios, el pecado y la redención de manera indirecta, tal vez a través de la crítica u omisión de las creencias cristianas tradicionales, o bien, transmitiendo un incipiente anhelo por lo divino.

No debemos tomar ese anhelo a la ligera; el apóstol Pablo, quien describió a toda la creación como «gimiendo» por Dios, ciertamente no lo hizo (Romanos 8:22). Aprender de la ficción literaria contemporánea es similar a que Pablo hablara en el Areópago usando líneas de poetas paganos (Hechos 17). Él también se dirigía a una cultura que ignoraba los símbolos y motivos cristianos.

Al igual que Pablo, podemos ser llamados a viajar fuera de Jerusalén y hacia el corazón de Grecia, como peregrinos y extranjeros en una cultura donde las historias cristianas se están desvaneciendo lentamente o ya están olvidadas; una cultura que desarrolla amnesia hacia Dios. Como lectores, podemos responder a la pregunta de Elie sobre dónde se puede encontrar la fe en las novelas actuales de la misma manera que él finalmente lo hace: las encontramos donde podemos.

Cuando estaba en la universidad, mis compañeros y yo hablábamos de Vladimir Nabokov, Virginia Woolf, Chang-Rae Lee y Chinua Achebe. Aunque yo era creyente, no muchos de mis profesores o compañeros de clase (o los autores de los libros que leíamos) se identificaban como tales. Aun así, había algo religioso en la intensidad con la que estudiábamos estos textos. Al igual que Robinson, creíamos que a través de la literatura podríamos de alguna manera encontrar significado, así como nuestro lugar en el mundo. A menudo sentí la presencia de Dios presionando sobre nosotros: la realidad más allá de las verdades que entreveíamos en esas páginas.

Incluso ahora, cada vez que leo, pienso en esos amigos y profesores, junto con todos los que han probado la belleza, la verdad y la bondad, pero aún no conocen su fuente. Escucho la voz del Pastor que dice: «Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas» (Juan 10:16), y estoy agradecida de que Dios nos atrae a Él no solo con [prédicas de] fuego y azufre, sino también con belleza y bondad. Estoy agradecida de que Dios extienda su gracia hacia las palabras ficticias con su verdad y gloria.

Leer libros nuevos es una manera de acercarnos al latido del corazón de nuestro Dios, quien ha llenado su mundo de cosas hermosas y nos hizo a su imagen para apreciar todo lo bello.

Cuando se hace con oración y ojos de fe, la lectura de la literatura contemporánea puede ser un ejercicio para aguardar el día en que la esperanza eclipse la oscuridad actual. Puede ser un ejercicio de búsqueda de nuestro Señor.

Sara Kyoungah White es correctora de textos en Christianity Today.

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