Steve Oh remonta la herencia cristiana de su familia a los misioneros protestantes que llegaron a Corea en el siglo XIX.
«Mi familia ha sido bendecida por el movimiento misionero mundial», afirma Oh, pastor australiano de origen coreano que dirige la iglesia Living Hope Community Church en Sídney.
Esta semana, Oh es uno de los 5200 cristianos de más de 200 países que se reúnen en Incheon, Corea del Sur, para el Cuarto Congreso de Lausana para la Evangelización Mundial. La reunión llega como un «momento de consumación» que conmemora los frutos individuales y colectivos de la evangelización mundial en el último medio siglo.
Cincuenta años después de que Billy Graham y John Stott hicieran historia al reunir a 2700 evangélicos de 150 países, los líderes del movimiento creen que esta colaboración puede ir aún más lejos.
«Las palabras más peligrosas en la iglesia mundial de hoy son: “No te necesito”», dijo el director ejecutivo y CEO mundial del Movimiento de Lausana, Michael Oh (sin parentesco con Steve Oh). Michael Oh, miembro de la diáspora coreana, llevaba puesto un hanbok tradicional durante su discurso inaugural del domingo.
En los 15 años transcurridos desde que Lausana lanzó su convocatoria para el Congreso en Ciudad del Cabo en Sudáfrica, el movimiento ha tratado de ampliar a quiénes incluye como socios esenciales en la Gran Comisión. Organizó eventos para líderes menores de 40 años en Yakarta en 2016, y para cristianos «de mercado» [es decir, aquellos que tienen empleos seculares], o aquellos que no trabajan en el ministerio de manera profesional en Manila en 2019.
Desde su evento inaugural en 1974, Lausana ha ayudado a profundizar la cooperación entre los evangélicos de todo el mundo, dicen los líderes que CT entrevistó in situ durante el congreso. A medida que el movimiento presta atención al desarrollo de líderes más jóvenes y a la ampliación de sus redes, ha publicado un informe masivo sobre el Estado de la Gran Comisión y la Declaración de Seúl, dos documentos que reafirman el compromiso del movimiento de liderar el pensamiento en materia de evangelización y teología.
En los preparativos para el evento, Lausana comenzó a desafiar a las iglesias locales a adoptar una postura de cooperación.
En 2014, la Alianza Evangélica Mundial canceló su asamblea general prevista en la capital surcoreana debido a las divisiones entre los evangélicos del país.
Al principio del proceso de planificación del Congreso de Lausana de este año, la Iglesia Onnuri, una de las mayores congregaciones presbiterianas de Corea, reunió a más de 430 iglesias para orar. Alrededor de 200 congregaciones comenzaron a predicar colectivamente a través del libro de los Hechos. Muchas recaudaron fondos para cubrir los costos de la conferencia. Unos 4000 cristianos locales continúan orando por el evento.
La iglesia coreana contribuyó de forma significativa a sufragar los gastos del centro de convenciones, las comidas, el transporte y la producción.
Forjar la confianza entre los líderes cristianos coreanos no ha sido fácil, según Yoo Kisung, organizador local que dirige la Iglesia del Buen Pastor de Seúl. Pero reconoce la preparación como una oportunidad para la reflexión y para inspirar a la próxima generación: «Los jóvenes que trabajaron con Lausana son los futuros líderes de la Iglesia coreana».
Los líderes de Lausana que viajaron para el evento, como Menchit Wong, miembro de la junta directiva y originario de Filipinas, también destacaron el impacto generacional.
«Ahora que soy mucho, mucho mayor, mi tarea es ver cómo líderes cada vez más jóvenes ocupan un lugar para llevar a los niños a Jesús», afirmó.
El Congreso de Seúl presenta un porcentaje sin precedentes de delegadas del sexo femenino (29 %) y de delegados menores de 40 años (16 %). Más de 1450 asistentes no trabajan en el ministerio a tiempo completo. El martes se celebró una cena para los líderes más jóvenes, que abarrotaron el enorme salón del centro de convenciones, y a finales de esta semana se celebrará en Lausana una ceremonia de entrega de comisiones para los asistentes «de mercado» (28 %).
Aunque en un principio los organizadores del Cuarto Congreso de Lausana planearon que solo el 5 % del total de delegados vinieran de América del Norte, hoy los residentes en esa región representan el 25.5 % del total de quienes se encuentran presencialmente en el Congreso. (Las estadísticas de Lausana se basan en el lugar de residencia del delegado). Si esta cifra se suma a la de los europeos (13 %), ambos grupos representan el 38.5 % del total de delegados.
Cerca de un tercio (36.9 %) de los delegados residen en países asiáticos, frente al 12.8 % de África y el 7.7 % de América Latina. Los representantes que viven en Oceanía representan el 3 % y los del Caribe, el 1.1 %.
Para Casely B. Essamuah, ghanés que ahora vive en Estados Unidos y sirve como secretario del Foro Cristiano Mundial, pasar la semana con esta población diversa y dispar le recuerda que «la iglesia es más grande y más vasta y más extensa que cualquiera de nuestras denominaciones o cualquiera de nuestros enclaves».
«Cuando vienes aquí, no puedes sino sentirte inspirado al ver lo que Dios está haciendo en todo el mundo», afirmó. «También se te rompe el corazón por la persecución que sufren otros, y eso influye en tu vida de oración. Ves a la gente y eres capaz de relacionarte con ellos por el bien mayor de la iglesia mundial».
Escuchar a cristianos de todo el mundo contar sus historias de persecución y de la gracia de Dios de primera mano es una experiencia única, dice Christian Maureira, director y profesor del Seminario Martín Bucer de Chile. «Escuchar lo que Dios está haciendo en Pakistán, Malasia, Europa, en el mundo musulmán... es muy impactante».
Para Claudia Charlot, decana de negocios de la Universidad Emmaüs de Cabo Haitiano en Haití, la conferencia le ha permitido conectar con misioneros asiáticos de la One Mission Society, la organización que fundó la escuela en la que trabaja.
«Nunca habría conocido a esa gente sin Lausana», afirma.
Cada uno de los congresos anteriores de Lausana ha publicado un documento evangélico de referencia: el Pacto de Lausana (1974), el Manifiesto de Manila (1989) y el Compromiso de Ciudad del Cabo (2010). Siguiendo la tendencia literaria de las dos publicaciones más recientes, Lausana anunció el domingo que había publicado la Declaración de Seúl, un tratado en siete partes que expone posiciones teológicas sobre el Evangelio, la Biblia, la Iglesia, la «persona humana», el discipulado, la «familia de naciones» y la tecnología.
La Declaración de Seúl «fue diseñada para llenar algunas lagunas, para ser un suplemento en siete temas clave sobre los que no hemos pensado lo suficiente o no hemos reflexionado o escrito lo suficiente dentro del Movimiento de Lausana», dijo David Bennett, director asociado global de Lausana.
«No pretendíamos crear un cuarto documento que sustituyera o dejara obsoletos los tres anteriores», añadió.
La declaración, un texto de 97 puntos y 13 000 palabras, se publicó el domingo. Su publicación sorprendió a algunos delegados, que esperaban tener la oportunidad de hacer aportaciones, ya que los congresos anteriores habían elaborado declaraciones colectivamente en el transcurso de una semana.
«Sobre la base de una historia rica y diversa, esta declaración del @LausanneMovement tiene mucho de bueno, y estoy agradecido por la claridad teológica [que ofrece] para este momento», escribió Ed Stetzer, director regional de Lausana para América del Norte en Instagram. «Sin embargo, me gustaría que tuviera un mayor llamado a priorizar la evangelización».
Al menos un grupo, el Korean Evangelicals Embracing Integral Mission (KEEIM), organizó una reunión el martes para que los delegados recopilaran sus preocupaciones.
Algunas partes de la Declaración de Seúl sobre el tema de la homosexualidad fueron modificadas tras su publicación, según observó un informe de Christian Daily International.
Los líderes cristianos coreanos expresaron sus objeciones a las versiones originales, sobre todo en la forma en que podían haber retratado que «muchas iglesias locales y comunidades cristianas hicieron mal, aunque la mayoría de las iglesias locales y comunidades cristianas no lo hicieron».
En el párrafo 69, en lugar de describir cómo los cristianos que se sienten atraídos por personas del mismo sexo se enfrentan a desafíos «en muchas iglesias locales debido a la ignorancia y los prejuicios», ahora se afirma que esto ocurre «incluso en las comunidades cristianas». En lugar de decir que la iglesia se arrepiente de sus «fracasos», la línea ahora dice que se arrepiente de «nuestra falta de amor».
La palabra «fieles», que se utilizaba para describir a los creyentes que experimentan atracción por personas del mismo sexo, también se eliminó en el párrafo siguiente. Estas ediciones estaban previstas para antes de la publicación de la Declaración de Seúl, dijo el martes un portavoz de Lausana.
Ivor Poobalan, director del Seminario Teológico de Colombo, Sri Lanka, y Victor Nakah, director internacional para el África subsahariana de Mission to the World, dirigieron conjuntamente el grupo de trabajo de teología de Lausana, que dedicó unos 18 meses a la redacción de la declaración.
Según Bennett, quienes redactaron el documento se preguntaban:
- ¿Qué hay que hacer?
- ¿Hay áreas en las que no hemos escuchado con suficiente atención el deseo de Dios para las naciones, su deseo para su Iglesia, o en las que nuestro mundo cambiante está planteando nuevas cuestiones que no se respondieron de manera suficiente en nuestros tres documentos fundacionales?
Este documento sigue los pasos del informe Estado de la Gran Comisión, publicado hace varias semanas. El informe, de 500 páginas, exploraba el estado actual de la evangelización mundial a través de datos e investigaciones, y ofrecía ideas y oportunidades para que los líderes de diversas regiones continúen ministrando con eficacia.
«Hay cientos de miles de congregaciones eclesiásticas con cientos de millones de seguidores de Jesucristo», escribieron Poobalan y Nakah, que también trabajaron en este informe, en su introducción. «Pero para ejecutar con éxito la Gran Comisión, necesitamos una iglesia adecuada, con corazones y mentes [centrados] en la Gran Comisión».
Este compromiso con una profunda labor teológica atrae a Tom Lin, presidente de la organización estadounidense InterVarsity Christian Fellowship.
«Podría ser un concepto que surgiera de Lausana y que se extendiera a lo largo de los años a muchos lugares del mundo», afirmó.
Kim Jongho, de KEEIM, leyó los documentos de Lausana en su primer año de universidad. «Su compromiso con la misión integral me inspiró la idea de que podía ser cristiano de forma responsable en la sociedad», dijo. «Fueron un signo de esperanza para mí».
Aunque Lausana ha demostrado este grado de influencia en el mundo evangélico durante 50 años, un movimiento como éste tiene que tener cuidado de no dormirse en los laureles de su propia historia, dice Ruslan Maliuta, estratega de redes de OneHope en Ucrania.
«En los años 70, reunir a [miles de] personas de todo el mundo era, en sí mismo, un logro asombroso y enorme», afirma. «Sigue siendo un logro, pero una red de megaiglesias puede hacerlo. Aunque sigue siendo un gran esfuerzo, no es algo que destaque».
En cambio, en un mundo cambiante, las organizaciones con capacidad de convocatoria a este nivel deberían reflexionar sobre el tipo de reuniones que organizan.
«Todos los grupos mundiales importantes, incluido Lausana, deben ser muy intencionales al replantear su imagen en esta época», afirmó Maliuta.
Con este fin, Lausana ha creado un Centro de Descubrimiento Digital, una serie de exposiciones interactivas para ayudar a los asistentes a aprender más sobre todos los puntos de coincidencia entre la evangelización y la tecnología. Las sesiones de la tarde tratan temas como la inteligencia artificial y el transhumanismo.
Y Michael Oh, durante su discurso del martes por la noche, en el que se conmemoró el 50 aniversario de Lausana, recordó a los delegados que el movimiento estaba «apasionadamente comprometido con las tres D: hacer Discípulos en el mundo, el crecimiento en madurez de los Discípulos en la iglesia y lo Digital».
«Estamos en un momento decisivo en el cuerpo de Cristo», dijo Paul Okumu, del Centro de Transformación Bíblica de Kenia. «Por un lado, hay mucha emoción y mucha celebración por lo que Dios está haciendo. Pero, por otro lado, hay una preocupación excepcional por la persecución y la intolerancia religiosa que se avecinan».
«Estoy aquí para solidarizarme con la iglesia evangélica mundial, abrazando tanto su belleza y resistencia como sus imperfecciones y desorden», dijo Lisman Komaladi, que trabaja en Singapur como secretario regional de IFES para Asia Oriental. «Confío en que juntos podamos ser un testimonio más fiel de Cristo al mundo, dondequiera que estemos».