A la entrada de la Iglesia de Dios en el pequeño pueblo de El Rincón, Honduras, cuelga una pancarta que dice: «Seamos parte de la solución, no de la contaminación».
Es un mensaje que el pastor Wilfredo Vásquez colgó tras ser testigo de los efectos nocivos de los plásticos en su comunidad.
«Cada vez entiendo mejor que si queremos ver cambios en cualquier área de la sociedad, nosotros como hijos de Dios debemos tomar la iniciativa de esos cambios, porque la iglesia es la esperanza del mundo», dijo a CT.
Vásquez, que pastorea la congregación wesleyana-arminiana de esta ciudad centroamericana que tiene apenas unos 4000 habitantes, ha empezado a tomar medidas para ayudar a su comunidad. Espera que los líderes mundiales hagan lo mismo y establezcan un tratado internacional sobre el uso del plástico.
Del 23 al 29 de abril, delegados de todo el mundo se reunieron en Ottawa para la cuarta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plástico (INC-4, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas. Se trata de la cuarta de cinco sesiones encaminadas a alcanzar un acuerdo que podría cambiar la forma en que se maneja el plástico en todo el mundo.
Si se aprueba, los expertos creen que podría tener un impacto similar al que tuvo el Protocolo de Montreal de 1987 en productos químicos como el freón.
Aunque la fase final del proceso tendrá lugar en noviembre en Corea del Sur, tras la última ronda de debates celebrada en Canadá, los delegados de más de 150 países acordaron iniciar los trabajos de mediación. Los delegados comenzarán a reunirse con prontitud para desarrollar formas de identificar productos plásticos y sustancias químicas preocupantes.
En El Rincón, a 5000 kilómetros de la última ronda de negociaciones, el pastor Vásquez ora por la aprobación del tratado.
Vásquez sabe muy bien qué es lo que está en juego y la diferencia que pueden traer incluso los pequeños cambios, porque lo ha vivido de primera mano en su pueblo. Hablando con CT a través de un traductor, Vásquez contó cómo hasta hace poco no había reciclaje ni un programa para recoger basura en su comunidad.
«Lo que la gente hace con los residuos sólidos es tirarlos, enterrarlos o quemarlos», explicó.
Las consecuencias negativas eran evidentes. Los patios de recreo y los campos deportivos estaban llenos de basura. El humo de los incendios contaminaba el aire y estaba causando problemas respiratorios en muchas personas, incluida la suegra de Vásquez.
«Estas personas tienen que cerrar las puertas y las ventanas, y se mantienen aisladas», afirma Vásquez. «No pueden salir por culpa del humo».
Obligado por el amor al prójimo y el mandato bíblico de cuidar la creación, Vásquez decidió hacer algo para cambiar esta realidad.
Empezó a animar a los miembros de la iglesia y a la gente de la comunidad a que dejaran de quemar basura. A continuación, la iglesia organizó sesiones de recolección de basura en la comunidad, y animó a sus miembros a utilizar vasos y utensilios reutilizables en lugar de plásticos desechables.
Junto con Tearfund, una organización cristiana de ayuda que colabora con iglesias en poco más de los 50 de los países más pobres del mundo, el pastor habló con los líderes de la comunidad y el gobierno local sobre la necesidad de recoger la basura.
La comunidad cuenta ahora con un servicio semanal de recolección de residuos. Además, los jóvenes de la iglesia de Vásquez recogen y reciclan plástico, mientras que otros residuos reciclables se recogen en puntos de clasificación establecidos en toda la comunidad.
Gracias a estos cambios, el pueblo está más limpio y las personas con enfermedades respiratorias gozan de una mejor salud.
Miriam Moreno, responsable de sostenibilidad medioambiental y económica de Tearfund para América Latina y el Caribe, ha trabajado con Vásquez para ayudar a realizar estos cambios en su comunidad. Una de las cosas que Tearfund hizo fue financiar contenedores para la clasificación de residuos.
«Es muy inspirador contar con líderes como él, que puedan compartir su experiencia y lo que han hecho», afirma.
Al igual que el pastor Vásquez, Moreno dice que es su fe lo que la motiva a realizar este trabajo.
«Creo que es mi responsabilidad como cristiana, y me siento muy inspirada para movilizar a otros y conocer lo que otros están haciendo», dijo.
Ella y Vásquez esperan fomentar cambios similares en otras partes de Centroamérica.
«Aunque los sistemas de recolección de basura y los contenedores que se están instalando en El Rincón traerán un gran cambio para esta comunidad, hay cientos de miles de comunidades como ésta», afirmó.
Miriam Moreno cree que abordar el tema de la contaminación por plásticos mediante un tratado internacional será un paso clave para ayudar a los países más pobres.
«Todo el mundo ha oído hablar de los problemas de los residuos plásticos y la contaminación», afirmó. «Todo el mundo tiene conocimientos técnicos. Pero algo que ha faltado es esa conexión para concientizar a la gente de nuestra responsabilidad como cristianos de cuidar la creación».
Una de las personas que representa a Tearfund en el INC-4 es Rich Gower, economista para la organización sin ánimo de lucro. Como organización que trabaja en poco más de los 50 países más pobres del mundo, han visto de primera mano cómo el plástico afecta desproporcionadamente a los que viven en la pobreza, dijo.
Se calcula que 2000 millones de personas en todo el mundo no cuentan con un método seguro para deshacerse de la basura. Como en El Rincón, en estos lugares no queda más remedio que quemar el plástico y otros residuos, o bien tirarlos en las esquinas y en vertederos abiertos.
«Los resultados [negativos] son variados y extremadamente perjudiciales: provocan humos tóxicos e inundaciones. Además, aumentan el riesgo de cáncer y otras enfermedades graves como cardiopatías, infecciones respiratorias y otras afecciones; y también generan emisiones [con impacto] climático», afirma Gower.
Un documento de investigación de Tearfund, titulado «No hay tiempo que perder», concluye que esta situación provoca la muerte de hasta un millón de personas al año.
El equipo de Tearfund en las negociaciones de la ONU está llamando a los gobiernos a presionar para conseguir un tratado que aborde plenamente el impacto de los residuos en las personas que viven en situación de pobreza, asegurándose de que cuatro cosas sean obligatorias en el acuerdo final:
- Reducción: Metas legalmente vinculantes que busquen reducir la producción de plástico y ampliar las soluciones de reutilización.
- Reciclaje: Acceso universal a la recolección y el reciclaje de residuos.
- Respeto: Apoyo para los recolectores de residuos, incluida una transición justa.
- Respuesta: Mecanismos que garanticen que las empresas y los gobiernos actúen.
Gower cree que los cristianos tienen un importante papel que desempeñar en el proceso.
«Cristianos de todo el mundo se han unido en la campaña de Tearfund contra la basura porque creemos que toda persona creada por Dios debe poder vivir una vida plena libre de basura», dijo. «La creciente crisis de los residuos está teniendo un enorme impacto en las vidas de las personas que viven en pobreza y también está dañando la hermosa creación de Dios».
La quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación sobre la Contaminación por Plástico se celebrará del 25 de noviembre al 1 de diciembre. Si se llega a un acuerdo, el tratado sobre el manejo del plástico podría entrar en vigor en 2025.