Megaiglesias brasileñas se convirtieron en plantadoras de iglesias a nivel global

Sus congregaciones satélite están surgiendo donde sea que han encontrado una masa crítica, ya sea Florida, Portugal o Kazajstán.

Christianity Today February 8, 2024
Ilustración de Christianity Today / Fuente Imágenes: Getty

Si eres un inmigrante brasileño en Orlando y echas de menos tu patria, nada te hará sentir mejor que visitar el barrio Florida Center. Desde bebidas gaseosas de guaraná hasta el mejor brigadeiro, en tiendas y restaurantes de este barrio se puede encontrar todo tipo de mercancías del país sudamericano. Hoy en día también puedes encontrar Alcance Orlando, una iglesia satélite de una congregación con base en Curitiba, ciudad de casi 2 millones de habitantes ubicada al sur de Brasil.

El pastor principal, Paulo Subirá, se mudó a Florida con su esposa y sus tres hijos en edad escolar en 2017.

«Cuando llegamos a Orlando, nos reuníamos en pequeños grupos con la familia y algunos amigos, como hacíamos antes en Brasil», comentó Subirá. Al cabo de un tiempo, la reunión creció hasta incluir a amigos de amigos.

El grupo llegó a ser demasiado numeroso para reunirse en una casa y luego el espacio en un hotel resultó insuficiente. «Entonces comprendimos que debíamos fundar una iglesia a partir de ese grupo», afirmó.

Alcance Orlando tiene ahora dos servicios dominicales en un auditorio que cuenta con 300 asientos. Entre semana, los miembros se reúnen en 31 grupos pequeños repartidos por toda la zona metropolitana de Orlando. Subirá —cuyo hermano Luciano dirige Comunidad Alcance en Curitiba— está preparando actualmente a un joven pastor para iniciar una nueva comunidad en Carolina del Sur con algunas familias brasileñas que abandonaron Florida.

La plantación de iglesias por parte de inmigrantes en Europa y Norteamérica es algo nuevo para el cristianismo brasileño. Por lo general, son iniciadas por ministerios locales bien conocidos que existen al margen de organizaciones denominacionales o agencias misioneras. Estas iglesias son el resultado de la confluencia de dos fenómenos: el crecimiento de la población evangélica y la migración.

El auge de la fe evangélica en Brasil está bien documentado. En un censo de 1980, el 6.6  % de los brasileños se autoidentificaban como evangélicos, cifra que saltó al 22.2 % para 2010. Aún no se han publicado los datos de la encuesta de 2022, pero un estudio de 2020 de la agencia encuestadora Datafolha indica que el 31 % de los brasileños se identificaban como evangélicos. El demógrafo José Eustáquio Diniz Alves calcula que los evangélicos en Brasil pueden llegar a superar en número a los católicos (64.4 % de la población en 2010) para 2023. La población total del país actualmente asciende a los 203 millones de personas.

La migración a otros países, por su parte, ha experimentado altibajos a lo largo de los años; sin embargo, las cifras actuales han alcanzado un máximo. Un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil reveló que en 2022 había 4.6 millones de brasileños viviendo en el extranjero, la cifra más alta registrada desde 2009.

Según el informe, las mayores comunidades brasileñas se encontraban en Estados Unidos (1.9 millones) —tan solo en la zona metropolitana de Orlando viven unos 100 000 brasileños— y Portugal (360 000), donde uno de cada tres inmigrantes extranjeros procede de Brasil.

Los migrantes provenientes del Sur Global también se han convertido en un motor de crecimiento para el cristianismo en Europa.

«Los migrantes latinoamericanos han plantado miles de iglesias en España, Portugal y más allá durante los últimos treinta años. Es difícil encontrar una gran ciudad europea que no tenga una gran congregación hispanohablante y/o brasileña», escribe Jim Memory en un informe reciente.

Sin embargo, en el caso de Brasil, históricamente muchas de estas iglesias formaban parte de las denominaciones conocidas como neopentecostales, como la Igreja Universal do Reino de Deus (Iglesia Universal del Reino de Dios, en adelante IURD), y eran conocidas por sus rituales de exorcismo y su inclinación a predicar el evangelio de la prosperidad. A partir de la década de 1990, la IURD se expandió a Europa, América del Norte y del Sur, y África. En fechas recientes, la denominación ha perdido un gran número de miembros que se han ido a otras denominaciones y ha tenido que cerrar iglesias, muchas en el extranjero, en gran parte debido a causa del escándalo.

En 2017, casi 2000 misioneros brasileños vivían en el extranjero. Un informe de la Associação de Missões Transculturais Brasileiras indica que el número de misioneros transculturales, tanto nacionales como en el extranjero, ha crecido a un ritmo del 6.7 % anual desde 1989, cifra superior al ritmo de crecimiento de la población evangélica en general, que asciende al 5.8 % anual.

En este entorno, muchos líderes de iglesias locales han visto la oportunidad de poner a prueba su modelo de organización y crecimiento en otras partes del mundo, ya que sus miembros se han trasladado a otros países.

Un ejemplo es la Igreja Batista Atitude (IBA), cuya sede principal se encuentra en Río de Janeiro. Hoy cuenta con 15 000 miembros en la sede principal y otros 14 000 en 60 sedes repartidas por seis países.

Conocida nacionalmente por ser la iglesia a la que asistía la exprimera dama Michelle Bolsonaro, Atitude (que forma parte de la Convención Bautista Brasileña) tiene ahora iglesias en Orlando y Deerfield en Florida, Vancouver (Canadá), Lisboa y Oporto (Portugal), Milton Keynes (Reino Unido) y Lamego (Mozambique).

Josué Valandro, pastor principal de IBA, afirma que su estrategia abarca dos tipos de plantación de iglesias. Al primero lo denomina «intencional», como sucedió en el caso de Mozambique. Se trata de lugares tradicionales para la labor misionera brasileña: las comunidades en las riberas de la cuenca del Amazonas, las zonas rurales en el campo al noreste de Brasil y el África subsahariana. Atitude actualmente está capacitando a 17 hombres y mujeres para enviarlos a estos lugares.

El otro es «orgánico», impulsado por las relaciones y los viajes de sus miembros, como aquellos que emigran a otras naciones.

Hace dos años, André Oliveira ayudó a abrir Atitude en Príncipe Real, un barrio artístico de clase media en Lisboa. Desde entonces, Oliveira ha bautizado a 43 personas, una cifra excepcional para los estándares portugueses. Según la Alianza Evangélica Portuguesa (AEP), solo el 3 % de todas las iglesias del país han bautizado a 50 o más personas en el periodo 2021-2022. Pero es necesario notar algo: solo cuatro de los bautizados son portugueses. (Los datos de la AEP muestran que el 29.3 % de las iglesias evangélicas del país tienen un 75 % o más de extranjeros en su congregación).

Llegar a los corazones de la población local también ha sido un problema para la iglesia Onda Dura. La iglesia madre fue fundada en 2007 en Joinville, al sur de Brasil, por Filipe «Lipão» Duque Estrada, bisnieto de Joaquim Osório Duque Estrada, poeta que en el siglo XIX escribió la letra del himno nacional brasileño.

Lipão, que tiene los brazos cubiertos de tatuajes y perforaciones en las orejas, no heredó las dotes poéticas de su antepasado. En cambio, su don es llegar a los jóvenes a través del lenguaje y el culto contemporáneos. El nombre de la iglesia es una especie de declaración en sí misma y resuena con el afecto de su líder por el surf: Onda Dura puede traducirse del portugués como «una ola duradera», reflejando la idea de que «la ola de Dios dura para siempre».

Onda Dura cuenta con 2700 miembros en su campus principal. «Expandirnos estuvo en nuestro corazón desde el principio», dijo Lipão. Tras años plantando iglesias por todo Brasil, Onda Dura abrió oficialmente sedes satélite en otros países después de que los inmigrantes brasileños que vivían en el extranjero comenzaron a pedir algo más que poder ver la transmisión de los servicios en línea.

«La gente viene a nosotros para ser discipulada y pastoreada, porque no encuentran una iglesia sana de la que puedan formar parte», afirma. Onda Dura Online cuenta ahora con un pastor específico y un equipo de voluntarios para llegar a quienes buscan formar parte de esa comunidad, estén donde estén. Organizan cursos semanales de discipulado centrados en la capacitación bíblica y la evangelización.

Después, estos líderes animan a los asistentes a la iglesia online a formar grupos pequeños para que vean juntos el servicio y se reúnan durante la semana. Con el tiempo, Onda Dura envía a un plantador de iglesias o a un pastor regional para que dirija a esa comunidad a fin de que se convierta en una iglesia completa.

«La idea de Onda Dura Online no es crear consumidores para nuestros contenidos, sino utilizar el entorno digital para dar nacimiento a una iglesia física», afirma Lipão.

Este fue el modelo que siguió Onda Dura para establecerse en Charlotte, Carolina del Norte (donde ahora reúne a unas 100 personas cada domingo), Chicago (60 personas) y Oporto, en Portugal (150). Preveen establecer nuevas iglesias en Sines, al sur de Portugal, y en Suzuka, Japón, durante el primer semestre de 2024. Actualmente se están formando grupos pequeños en Italia, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Argentina y Kazajstán.

«Prácticamente todos nuestros miembros han dejado a toda su familia al migrar a otros países», afirma Subirá, de Alcance Orlando. «La iglesia adquiere relevancia porque es la única familia que tienen». Subirá ha oído historias de miembros de la iglesia que se ayudan mutuamente a obtener permisos de conducir o a encontrar trabajo y alojamiento a corto plazo.

Una población creciente en Alcance Orlando son los hijos e hijas estadounidenses de inmigrantes brasileños, quienes dominan el inglés y quieren hablar en la iglesia el mismo idioma que hablan en la escuela. «La iglesia debe seguirlos», afirma.

En el Reino Unido, donde comenzó sus actividades eclesiásticas hace poco más de seis meses, Atitude ya ha iniciado un servicio en inglés, además de sus servicios en portugués.

Los nietos y bisnietos de inmigrantes forman una parte importante de la población brasileña. Muchas comunidades protestantes del país son hoy fruto del trabajo de plantadores de iglesias extranjeros, dice Lipão, como sucedió con los pastores alemanes que inmigraron junto a los agricultores luteranos y que se asentaron en su estado de Santa Catarina a finales del siglo XIX.

«Funcionó una vez», dijo. «¿Por qué no puede volver a ocurrir?».

Franco Iacomini es un periodista brasileño.

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