El último fin de semana de Octubre, cientos de cristianos hondureños se reunieron en las ciudades principales de su país para orar por Israel.
Los participantes bailaron danzas judías tradicionales y ondearon banderas de Honduras e Israel. Algunos se pusieron de rodillas en medio del Parque Central en la capital hondureña Tegucigalpa y oraron a Dios por la paz, luego de que los ataques del 7 de octubre por parte de Hamás desencadenaran una guerra en la región.
Estas reuniones en Honduras fueron solo una de las muchas otras maneras en que los evangélicos latinoamericanos se han movilizado para expresar su apoyo a Israel. A principios de este mes, más de 10 000 personas marcharon en apoyo a Israel en la Ciudad de Guatemala en un evento donde participaron el televangelista local Cash Luna, un obispo palestino, un imam de Sierra Leona, así como líderes judíos y evangélicos.
Mientras que todos los países latinoamericanos han reconocido a Israel en términos diplomáticos, nueve países —Cuba, Nicaragua, Bolivia, Honduras, El Salvador, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil—, también han reconocido al Estado de Palestina. (En 1973, Cuba puso fin a su relación con Israel, y en 2009, Venezuela y Bolivia cortaron lazos con Israel por lo que el ministro de Asuntos Exteriores de Venezuela llamó «la gravedad de las atrocidades contra el pueblo palestino»).
Sin embargo, mientras que la comunidad evangélica en América Latina creció del 4 % en 1970 a casi el 20 % en la actualidad, la afinidad por parte de los países de la región hacia Israel se ha manifestado de maneras tanto religiosas como políticas. Aun así, en términos generales, los países latinoamericanos y sus ciudadanos sostienen un espectro amplio de opiniones acerca del conflicto en curso.
Miguel Muñoz, hondureño y vocero para el mundo hispanohablante en la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalén (ICEJ, por sus siglas en inglés) dijo que cuando estallaron los ataques del 7 de octubre, líderes evangélicos de países como México, Guatemala, El Salvador, Colombia y Argentina salieron a expresar su apoyo. «Han organizado actos de oración, manifestaciones y campañas en favor de Israel… han enviado cartas y mensajes a los embajadores israelíes para expresarles su respaldo y amistad.
»La guerra entre Israel y Hamás ha generado una ola de solidaridad y apoyo de los evangélicos de Latinoamérica hacia el Estado judío», dijo.
Muchos evangélicos latinoamericanos fundamentan su amor por Israel en Génesis 12:3, donde Dios le dice a Abraham que Él bendecirá a los que bendigan a la nueva nación creada por Él, y que maldecirá a los que la maldigan. Para muchos, el estado moderno de Israel cumple las promesas que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, y también cumplirá un papel fundamental en el fin de los tiempos.
«La mayoría de la iglesia evangélica aquí entiende que de Israel hemos recibido la salvación, y que de Israel nos ha venido el Mesías», dijo Kevin Torres, un pastor en la iglesia Evangelical Fellowship de Tegucigalpa, Honduras. Agregó que su iglesia celebra la Fiesta de los Tabernáculos y que ese día se dedica a Israel.
Los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador, donde los evangélicos representan al menos el 40 por ciento de la población de cada uno de estos países, han mostrado apoyo a Israel de formas significativas en los últimos años.
En 2021, Honduras siguió los pasos de Estados Unidos al trasladar su embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. El presidente de aquel momento, Juan Orlando Hernández, recibió una cálida bienvenida por parte de quien era el primer ministro de Israel en ese entonces, Naftali Bennett. (Históricamente, el consenso internacional ha sugerido que, como tanto palestinos como israelíes afirman que Jerusalén es su capital, ambas partes deben participar al determinar la situación de la ciudad).
Por el contrario, la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro, recientemente retiró al embajador hondureño de Israel a causa de la «grave situación humanitaria» que los civiles palestinos estaban sufriendo.
Guatemala, por su parte, fue el primer país latinoamericano en trasladar su embajada a Jerusalén en 2018.
«Guatemala es uno de los países más distinguidos del planeta en cuanto a su fiel apoyo a Israel desde su memorable voto en las Naciones Unidas en 1947» que llevó a la creación de Israel, dijo Luis Fernando Solares, un pastor que ha servido durante años como embajador de ICEJ en Guatemala. «Muchas ciudades y pueblos guatemaltecos tienen calles, avenidas y parques que llevan por nombre “Jerusalén, Capital Eterna de Israel”».
En septiembre pasado, Bernardo Arévalo ganó las elecciones presidenciales del país. Es, a su vez, hijo de un expresidente que anteriormente sirvió como embajador del país en Israel. Arévalo, quien vivió en Israel por diez años y habla hebreo, habló con afecto del país, aunque también criticó la decisión de su predecesor de trasladar la embajada, y dijo que esa acción «violó las leyes internacionales».
En el país vecino El Salvador, el presidente Nayib Bukele expresó su apoyo a Israel luego de los ataques de Hamás. Aunque Bukele es descendiente de palestinos, se refirió a Hamás como «bestias salvajes», condenó sus actividades terroristas y criticó a la comunidad internacional por no tomar suficientes acciones para apoyar a Israel en su lucha contra el terrorismo.
Muchos evangélicos latinoamericanos admiran los logros que Israel ha alcanzado en las áreas de la ciencia, la tecnología, la agricultura y la defensa militar, y lo ven como un ejemplo de resiliencia e innovación. También se identifican con la lucha de Israel contra el terrorismo y el islam radical, y comparten sus valores de libertad, democracia y derechos humanos.
Este entusiasmo, junto con las convicciones cristianas sionistas, ha motivado a muchas organizaciones y líderes evangélicos en América Latina y Estados Unidos a pronunciarse a favor de Israel. Por ejemplo, la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés) / Conela, que afirma representar a más de 100 millones de evangelistas hispanos en Estados Unidos y América Latina, declaró que su compromiso con el pueblo judío y con Israel «no cederá».
En las últimas décadas, NHCLC/Conela lanzó varias iniciativas para fortalecer los lazos entre evangélicos e Israel, por ejemplo organizando viajes a la Tierra Santa, eventos y conferencias a favor de Israel, charlas para enseñar a pastores e iglesias sobre la historia de Israel y su importancia, así como trabajando para presionar a los gobiernos para que adopten políticas en pro de Israel.
A pesar de que la mayoría de los evangélicos latinoamericanos apoyan a Israel, los latinoamericanos a grandes rasgos mantienen una gran variedad de opiniones y perspectivas. Algunos apoyan la narrativa que posiciona a Israel más como víctima que como agresor. Otros, influenciados por la historia de la Guerra Fría, fueron condicionados para sentir solidaridad hacia los palestinos y sospechan de la agenda de EE. UU. debido al apoyo que Estados Unidos brindó a numerosas dictaduras militares en la región.
Para otros, se trata de una cuestión demográfica. Alrededor de 700 000 latinoamericanos de origen palestino viven en 14 países de la región. La gran mayoría de ellos viven en Chile, país al que huyeron muchos cristianos del imperio otomano a finales del siglo XIX. Actualmente suman más de medio millón de personas. En una celebración navideña de palestinos cristianos el año pasado, el presidente chileno Gabriel Boric anunció que el país abrirá una embajada en Cisjordania.
Así como Honduras, los gobiernos de Chile, Colombia y Bolivia retiraron sus embajadores de Israel a causa de las acciones del país contra los civiles en Gaza.
A medida que la guerra continúa, los evangélicos deben mostrar «amor cristiano sin distingo de raza ni de religión», dijo Muñoz. «Nos vemos como contribuyentes a la paz y a la justicia en el Medio Oriente y en el mundo al apoyar a Israel, la única democracia pluralista y respetuosa de los derechos humanos… en el Medio Oriente. (…) Nuestra adversidad no es contra el pueblo palestino, sino contra los extremistas que no respetan el derecho humano a la libertad de expresión y de religión».