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Falleció la reina Isabel II, monarca británica que puso su confianza en Dios

Durante sus siete décadas de reinado, habló regularmente de la importancia de su fe personal.

Christianity Today September 8, 2022
Joe Giddens - by WPA Pool/Getty Images / edits by Mallory Rentsch

La reina Isabel II, la monarca más longeva de la historia británica, falleció a los 96 años [enlaces en inglés].

A lo largo de su reinado sin precedentes, la reina Isabel II habló con frecuencia de su fe cristiana personal. Cuando pronunció su primer discurso de Navidad en 1952 —una tradición iniciada por su abuelo, el rey Jorge V—, la reina pidió oración por su coronación que tendría lugar poco después.

«Quisiera pedirles a todos, sea cual sea su religión, que oren por mí en ese día», dijo, «para que Dios me dé sabiduría y fuerza para cumplir las solemnes promesas que haré, y para que pueda servirle fielmente a Él y a ustedes, todos los días de mi vida».

Como una de las líderes más conocidas y célebres del mundo durante más de siete décadas después de esa Navidad, la reina demostró cómo es posible mantener una fe cristiana personal, privada, inclusiva y compasiva mientras se sirve en un papel público y global que recibe un intenso escrutinio de prácticamente todos los sectores.

La reina Isabel II heredó responsabilidades religiosas como defensora de la fe y gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra, títulos conferidos al monarca británico reinante desde que Enrique VIII renunció al papado en 1534. En su coronación en 1953, Su Majestad juró «mantener y preservar la inviolabilidad del establecimiento de la Iglesia de Inglaterra, así como su doctrina, culto, disciplina y gobierno, tal y como la ley lo establece en Inglaterra».

Entre sus funciones estaba el nombramiento de arzobispos, obispos y decanos de la Iglesia de Inglaterra con la asesoría del primer ministro. En 1970, se convirtió en la primera soberana en inaugurar y dirigirse en persona al sínodo general de la Iglesia, práctica que continuó cada cinco años tras las elecciones diocesanas.

Tres semanas después de su coronación, la reina mantuvo el precedente histórico y juró sostener la Iglesia de Escocia, haciendo honor a su deber de «preservar el asentamiento de la verdadera religión protestante tal y como lo establecen las leyes hechas en Escocia». La Iglesia de Escocia es presbiteriana y solo reconoce a Jesucristo como «Rey y Cabeza de la Iglesia», por lo que la reina carece de título oficial y de participación como miembro regular.

Más que una tradición

Sin embargo, la fe de la reina era más que el producto de una deferencia cortés a la tradición histórica. A lo largo de su reinado, expresó la importancia de su fe y la recomendó a sus súbditos.

«Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios constituyen el marco en el que trato de conducir mi vida», dijo en el año 2000. «Yo, al igual que muchos de ustedes, he obtenido un gran consuelo en tiempos difíciles de las palabras y el ejemplo de Cristo».

En 2002, la reina sufrió un doloroso año de pérdidas personales cuando fallecieron su hermana, la princesa Margarita, y la Reina Madre. En su discurso anual de Navidad de ese año, habló de cómo su fe la había sostenido.

«Sé cuánto confío en mi propia fe para que me guíe en los buenos y en los malos momentos», dijo. «Cada día es un nuevo comienzo. Sé que la única manera de vivir mi vida es tratar de hacer lo que es correcto, tener una visión a largo plazo, dar lo mejor de mí en todo lo que ocurra en el día, y poner mi confianza en Dios».

La reina extendió constantemente su influencia para reconocer y celebrar la diversidad religiosa y la tolerancia en Reino Unido, la Mancomunidad de Naciones y en todo el mundo. Los mensajes de Su Majestad en Navidad y en el día de la Mancomunidad a menudo abordaron el tema de la armonía interconfesional y la tolerancia respetuosa. Líderes de diversas religiones y denominaciones asistieron regularmente a las ceremonias reales, incluidas las bodas y los servicios de acción de gracias, por invitación de la reina y su esposo, el duque de Edimburgo.

Para celebrar su Jubileo de Diamantes en 2012, la reina asistió a una recepción multiconfesional en el placio de Lambeth, presidida por el Arzobispo de Canterbury, en la que participaron los líderes de ocho confesiones de Reino Unido, entre ellas el budismo, el judaísmo, el islam y el hinduismo. En este acto, la reina dijo: «La fe desempeña un papel fundamental en la identidad de millones de personas, ya que proporciona no solo un sistema de creencias, sino también un sentido de pertenencia. Puede actuar como impulso para la acción social. De hecho, los grupos religiosos tienen un significativo historial de asistencia a los más necesitados, como los enfermos, los ancianos, los solitarios y los desamparados. Nos recuerdan las responsabilidades que tenemos más allá de nosotros mismos».

Los esfuerzos de la reina fueron reconocidos en 2007 por Three-Faiths Forum, una organización dedicada a fomentar relaciones tolerantes y duraderas entre personas de todas las confesiones y creencias. Esta organización concedió a Su Majestad el Sternberg Interfaith Gold Medallion, el cual es otorgado a personas que han contribuido a promover la paz y la tolerancia entre personas de distintos credos.

Heredera presuntiva

Nacida el 21 de abril de 1926, Isabel Alejandra María Windsor fue la primogénita de los duques de York y la primera nieta del monarca reinante, el rey Jorge V, quien al parecer estaba encantado con la niña, atenta y bien educada, conocida por la familia como Lilibet. El padre de Isabel accedió al trono en 1936 con el nombre rey Jorge VI cuando su hermano, el rey Eduardo VIII, abdicó para casarse con Wallis Simpson, que estaba divorciada.

Como heredera presuntiva, Isabel recibió clases privadas y sirvió en el Servicio Territorial Auxiliar durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947 se casó con Felipe Mountbatten, de linaje real griego y danés. Su unión duró 73 años, hasta el fallecimiento del último en 2021, y tuvieron cuatro hijos: Carlos, príncipe de Gales y heredero natural, Ana, princesa real, Andrés, duque de York, y Eduardo, conde de Wessex. Además de sus hijos, a la reina le sobreviven ocho nietos y doce bisnietos.

Desde el principio de su reinado, la reina citó constantemente referencias de las Escrituras, especialmente en sus transmisiones anuales de Navidad.

«¿A qué mayor inspiración y consejo podemos recurrir», preguntó, «que a la verdad imperecedera que se encuentra en esta casa del tesoro, que es la Biblia?».

En su discurso de 2016, Su Majestad explicó: «Miles de millones de personas hoy siguen las enseñanzas de Cristo y encuentran en Él la luz que guía sus vidas. Yo soy una de ellas porque el ejemplo de Cristo me ayuda a ver el valor de hacer obras pequeñas con gran amor, sin importar quién las haga o cuál sea su confesión de fe».

Su relación con Billy Graham

Su amigo y confidente Billy Graham dio fe del amor de la reina por la Biblia, así como de la fuerza y profundidad de su fe cristiana, en su autobiografía, Just As I Am.

«Nadie en Gran Bretaña ha sido más cordial con nosotros que Su Majestad la reina Isabel II», escribió Graham. «Casi todas las ocasiones en las que he estado con ella han sido en un entorno cálido e informal, como un almuerzo o una cena, ya sea a solas o con algunos miembros de la familia u otros amigos cercanos».

Rara vez divulgaban sus encuentros o usaban su amistad en términos profesionales, pero ambos disfrutaron de una amistad que perduró durante más de 60 años hasta el fallecimiento de Graham en 2018. Él escribió: «Siempre la noté muy interesada en la Biblia y su mensaje».

El amor de la reina por la Biblia y su mensaje del Evangelio la llevó a participar en la publicación de un libro especial en conmemoración de su cumpleaños número noventa. Titulado The Servant Queen and the King She Serves [La reina sirviente y el Rey a quien sirve] y escrito en coautoría por Catherine Butcher y Mark Greene, esta descripción de la fe cristiana de Su Majestad fue publicada por la Sociedad Bíblica Británica, para la cual la reina desempeñaba la función de patrona, junto con las entidades HOPE y el London Institute for Contemporary Christianity (Instituto de Londres para el Cristianismo Contemporáneo, LICC por sus siglas en inglés).

Su Majestad escribió personalmente el prólogo, en el cual agradece a los lectores sus oraciones y buenos deseos. «He estado —y sigo estando— muy agradecida con … Dios por su amor inagotable. Ciertamente he visto su fidelidad», escribió.

El libro fue distribuido en miles de iglesias de todo Reino Unido y en muchos países de la Mancomunidad antes del cumpleaños de la reina en 2016. El libro fue tan popular que Sociedad Bíblica tuvo que imprimir 150 000 ejemplares adicionales para cubrir la demanda.

Cumpliendo su juramento

Parte princesa y parte papa, tutora y bisabuela, diplomática y discípula, la reina se caracterizó siempre por una serenidad perseverante mientras estabilizaba a su nación y a la Mancomunidad durante periodos tumultuosos de cambios históricos y avances tecnológicos.

«En definitiva, la monarquía señala más allá de sí misma a la majestad de Dios», escribió Ian Bradley, profesor de la Facultad de Divinidad de la University of St Andrews. «[La monarquía] promueve las facultades humanas de reverencia, lealtad y adoración, todas ellas dadas por Dios. Recibe su verdadera aprobación y autoridad desde lo alto y no desde abajo».

La reina Isabel II fue una monarca con todas esas características. Mientras tendía un puente entre los siglos XX y XXI, entre la modernidad y la postmodernidad, Su Majestad reconoció su fe personal en Dios y su creencia en Cristo como su ancla en medio de las muchas tormentas por las que atravesó, ya fueran públicas o privadas. Incluso hasta el momento final cumplió sus sagrados votos de coronación delante de Dios, viviendo con fidelidad y sirviendo a los que le fueron confiados.

Dudley Delffs es autor de The Faith of Queen Elizabeth.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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