Su madre murió de cáncer. Su padre murió en la guerra. Cuando su casa en Donetsk fue destruida por un misil ruso, las tropas ucranianas en retirada llevaron a la huérfana de ocho años, junto con sus abuelos y su tío, a un grupo de voluntarios que sirven en el Seminario Bíblico de Chernivtsi (en adelante «el Seminario»), a 680 millas (1094 km) hacia el oeste.
No pudieron llevarse nada más que la ropa que traían puesta.
Tras haber sido reubicado en un alojamiento temporal, el mes pasado el tío fue llamado de nuevo al frente de guerra. La niña ha sido enviada a un campamento cristiano, y el seminario, que sirve como centro ministerial para los desplazados internos, está haciendo lo que puede para ayudar.
«No pensábamos que servir a un refugiado fuera un proceso tan complicado», dijo Vasiliy Malyk, presidente del Seminario. «Pero por muy difícil que sea, al menos podemos ayudarles con cierta dignidad».
Se trata de un esfuerzo de equipo, y una vez contadas, las cifras se tambalean y palidecen en comparación con la necesidad.
La Alianza para Ucrania sin Huérfanos (AUWO, por sus siglas en inglés) ha movilizado a 3000 voluntarios para proporcionar alojamiento temporal a 6000 personas, la mayoría mujeres y niños. Ha evacuado a 38 000 personas, de las cuales más de dos tercios son huérfanos. Casi 59 000 personas han recibido algún tipo de ayuda humanitaria.
«Cuando empezó la guerra, todo el mundo se centró en responder», dijo Ruslan Maliuta, expresidente de la AUWO y actual enlace de la red One Hope. «Pero luego nos dimos cuenta de que la guerra continúa, la crisis es enorme y la respuesta requerirá que todos trabajemos juntos».
Para ello, la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) lanzó en abril el Grupo Especial de Respuesta para Ucrania (TRUST, por sus siglas en inglés), con Maliuta como líder. La AUWO se unió a los bautistas ucranianos, a los pentecostales y a otras siete organizaciones eclesiásticas y paraeclesiásticas nacionales para coordinar los esfuerzos de ayuda a los refugiados, junto con diez socios regionales de Polonia, Moldavia, Eslovaquia, Hungría y Rumania [los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés].
«Que las iglesias traspasen las fronteras denominacionales para trabajar juntas ha sido una de las cosas más alentadoras», dijo Chris Guess, pastor rumano. «Tenemos voluntarios que vienen de todo el mundo; el pueblo de Dios se ha sumado a nuestras filas». Por ejemplo, voluntarios de Argentina enviaron 20 000 toneladas de arroz.
Comparando la información de marzo en adelante, la WEA ha movilizado a 64 000 voluntarios. Se ha ofrecido alojamiento temporal a 271 000 personas. Más de 346 000 personas han sido evacuadas, mientras que casi 600 000 han recibido ayuda humanitaria. Se han distribuido más de 1.1 millones de dólares en ayuda entre las redes asociadas en Ucrania y en los países vecinos.
«TRUST se suma a la admirable labor de las agencias humanitarias profesionales, sin intención de competir ni de crear una nueva organización», dijo Thomas Schirrmacher, secretario general de la WEA. «TRUST ofrece un puente de conexión».
Sin embargo, la ONU subraya la sombría realidad: 6.2 millones necesitan alojamiento, 10.2 millones necesitan alimentos y 12.1 millones necesitan asistencia sanitaria.
«La gente está al borde del agotamiento», dijo Rafal Piekarski, quien trabaja con los Ministerios Proem en Polonia. «Nuestros recursos polacos se han acabado. No queremos competir con otros ministerios, sino ser buenos administradores de lo que ustedes puedan aportar desde sus países y sus iglesias».
En mayo, Piekarski fue uno de los 72 líderes de 22 naciones europeas que formaron la Colaboración Cristiana Ucraniana (en adelante CUC) para hacer frente a la abrumadora necesidad. Maliuta también estuvo allí, ya que ambas iniciativas reunieron a personas que nunca habían interactuado antes.
La cooperación inicial entre las redes fue mínima, ya que la CUC se ocupó de la respuesta continental mientras que TRUST se concentró en buscar la forma de operar en Ucrania y en los países circundantes. Pero Maliuta se unió más tarde al liderazgo de CUC con el objetivo de reforzar la coordinación.
Ahora que la guerra está entrando en su sexto mes, las necesidades a largo plazo están cambiando. Pero para muchos, la parálisis continúa.
«Sensaciones físicas de desmoronamiento. Insomnio o, a la inversa, somnolencia persistente. Pesadillas continuas. La mente de uno es incapaz de deshacerse de imágenes horribles», dijo Maryna Ashykhmina, vicerrectora del Instituto Cristiano Tavriski (en adelante ICT) y psicóloga con experiencia en estrés postraumático a la revista Insights de ScholarLeaders. «Cada uno de nosotros se arrodilla en oración».
«La infraestructura de mi vida se ha arruinado y es casi imposible hacer planes a largo plazo o incluso a medio plazo», dijo Tanya Gerasymchuk, asistente de relaciones públicas del Seminario Teológico de Odessa a la misma revista. «La sensación que yo y muchas otras mujeres ucranianas tenemos ahora es incertidumbre sobre el futuro».
La provisión de alimentos, medicinas y refugio siguen siendo vitales, dijo Maliuta. Pero la cooperación es lo que hace posible la visión y la esperanza necesaria para la reconstrucción.
El trauma es un área clave. El Ministerio de Sanidad ucraniano calcula que un tercio de la población necesitará atención de salud mental. Save Ukraine, organización aliada de TRUST, ha proporcionado 12 psicólogos, además de voluntarios médicos y jurídicos para asistir a 32 000 beneficiarios.
Al tercer día de la guerra, la Red Europea por la Libertad (EFN, por sus siglas en inglés), afiliada a TRUST, ya había distribuido 100 000 folletos en los puntos de cruce fronterizos para advertir a los ucranianos sobre el peligro de tráfico de personas. Pero mientras los esfuerzos en materia criminal se dirigen ahora a los recién reasentados, la EFN ha respondido también brindando atención para las personas afectadas por el trauma, buscando fortalecer a los más vulnerables. Su lista de «consejos principales» se han compartido con la ONU y con las iglesias locales.
Pero la mayor necesidad está ahora en los desplazados internos de Ucrania, dijo Oleksandr Zibarov, director nacional de Cru. De los 6 millones de refugiados que hay en Europa, 3.8 millones han recibido asistencia de protección temporal de varios gobiernos nacionales. Cru sigue ayudándolos, pero la mayor parte de sus cajas amarillas —paquetes de ayuda de cuatro semanas de duración— se distribuyen en Kiev y el centro de Ucrania. Estas cajas amarillas llevan también el mensaje del evangelio.
Muchos de los que fueron evacuados anteriormente ahora están regresando. Zibarov resumió la forma en que razonan para tomar esta decisión: «¿Debo quedarme aquí a sufrir con extraños, o mejor regreso para contribuir a mi ciudad natal?».
El conteo de la ONU registra 4.2 millones de cruces de frontera de refugiados de regreso a Ucrania, acerca de lo cual advierte que no es lo mismo que un traslado permanente. Pero los desplazados se trasladan con niños, quienes necesitan algo que hacer.
Por ello, otro logro a mediano plazo ha sido la reapertura de los campamentos de verano tras la COVID-19. Mission Eurasia está proporcionando atención para el trauma a más de 20 000 niños y jóvenes a través de su red de Campamentos de Esperanza.
Otros 1000 estarán en el Campamento Karabin.
«Se les brinda la oportunidad de volver a ser niños y de no oír los sonidos de las sirenas o los bombardeos», dijo Vadym Kulynchenko, de Our Legacy Ucrania, socio de TRUST. «Los niños oyen hablar de la esperanza del evangelio, y son atendidos y cuidados en un lugar seguro».
Además, los campamentos también ayudan a los padres, aligerando su carga temporalmente para que puedan comenzar a reconstruir sus vidas. El ministerio Our Legacy y muchos otros han recaudado fondos para reparar los tejados de las casas dañadas, antes de que lleguen las lluvias y los fríos vientos.
Según Sergey Rakhuba, presidente de Mission Eurasia, esto se está convirtiendo en una necesidad esencial a mediano plazo, debido a los bombardeos rusos. Las centrales eléctricas residenciales que proporcionan calefacción y agua caliente han sido destruidas intencionalmente, dijo. Y también han destruido los almacenes de suministros humanitarios, buscando sembrar miedo y sufrimiento.
«Si la guerra continúa hasta el invierno y no se abordan estos problemas», dijo Rakhuba, «será un desastre para millones de personas en Ucrania».
Y para los pastores que los asisten. Una resolución de junio reconoció el papel del clero en la recuperación de Ucrania a largo plazo .
«Las iglesias son fundamentales para la respuesta, pero las iglesias dependen de sus líderes», dijo Maliuta. «Muchos pastores pasaron por cosas horribles; debemos apoyarlos para que puedan seguir sirviendo».
Pero los pastores siguen adelante. Uno de ellos, en el sur de Ucrania, rompió en llanto cuando llegó un cargamento de papas. No había habido comida en su zona durante muchos días, le dijo a los voluntarios.
«La guerra hace que la presencia de la bondad y la muestra de misericordia sean increíblemente importantes», dijo Valentin Siniy, presidente del ICT, a Insights Journal. «En estas circunstancias, el liderazgo se vuelve importante; no político, sino el liderazgo de pequeños grupos».
Ucrania está montando actualmente una ofensiva para retomar el puerto ocupado de Kherson [Jersón] en el mar Negro, en el cual se encuentra la sede del ICT, así como otros territorios del sur tomados por los rusos. Las armas de largo alcance suministradas por EE. UU. han permitido al ejército ucraniano apuntar a los depósitos de municiones tras las líneas enemigas. Los analistas afirman que estas maniobras están frenando el avance ruso en la región oriental del Donbás, y las próximas semanas pueden resultar decisivas.
Mientras tanto, los evangélicos ucranianos se están uniendo para servir y para pedir ayuda, a fin de que ellos mismos puedan ayudar.
«Nuestras iglesias en estos países están viendo una increíble donación de mano de obra y de pasión por parte de sus congregaciones», dijo Schirrmacher. «Necesitan oraciones y apoyo financiero de todo el mundo».
Y la organización TRUST, ya sea para huérfanos, viviendas o pastores, es el vehículo evangélico recomendado por la WEA para la coordinación.
«La gente no está esperando a que termine la guerra, sino que ya están restaurando sus barrios», dijo Maliuta. «Es hora de responder no solo a las necesidades urgentes, sino de construir una base para la recuperación a largo plazo».
Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.