Los sermones rusos, en la medida de lo legalmente posible, reflejan el estado de ánimo nacional.
«¡Honren al zar!», predicó Alexey Novikov de la iglesia pentecostal Tierra de Libertad en Moscú dos días después de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, citando 1 Pedro 2:17. Si bien no estaba a favor de la guerra, ciertamente era pro-Rusia. Una vez que un presidente elegido legalmente envía tropas, dijo, es el deber de un cristiano apoyarlas [enlaces en inglés].
Un mes después, Mikhail Belyaev de la iglesia bautista Fuente de Agua Viva en Voronezh, Rusia, preguntó: «¿Por qué las iglesias están en silencio?».
Muchos evangélicos ucranianos están furiosos con sus colegas del otro lado de la frontera por no hablar en contra de la guerra. También citan al apóstol Pedro, dando prioridad al mandato anterior del mismo versículo: «amen a los hermanos».
Pero el sermón de Belyaev no fue pro-Ucrania. Su congregación a 320 millas (514 kilómetros) al sur de Moscú ofrece una respuesta diferente.
Las iglesias no están en silencio, dijo. Están predicando el evangelio y orando por la paz.
«Los rusos se toman en serio la denuncia de Ucrania», dijo Andrey Shirin, profesor asociado de divinidad en el Centro de Estudios Teológicos John Leland, un seminario bautista en Virginia. «Pero anteponen a Dios a la nación, y creen que muchos ucranianos dan demasiada importancia a su nacionalidad».
Shirin salió de Rusia hace 30 años y dijo que, entonces como ahora, la mayoría de los creyentes desconfían de la política. Y aunque algunos pastores han criticado la guerra, sería difícil encontrar un sermón pro-Ucrania.
A lo largo de la guerra, las encuestas han mostrado un fuerte apoyo a lo que Rusia ordenó legalmente se le llame una «operación militar especial». Entre el 65 por ciento y el 89 por ciento han señalado su aprobación; el 71 por ciento dijo que siente «orgullo» y «alegría».
Algunos analistas han sugerido que la propaganda está en juego: tres de cada cuatro rusos dependen de la televisión para recibir noticias y dos de cada tres de los canales provistos por el estado. Solo el 5 por ciento tiene acceso a una VPN para recibir informes externos.
Otros han sugerido falsificación: un «experimento tipo lista» en el que los rusos no tenían que responder directamente a la pregunta de la guerra resultó en un índice de aprobación del 53 por ciento.
No existen encuestas específicas para evangélicos.
Shirin, notando la dificultad de la precisión, estimó que el sentimiento pro-Rusia como el de Novikov registraría solo el 20 por ciento. Pero estima que el sentimiento pro-Ucrania y una clara posición contra la guerra tendría un resultado aún peor, registrando quizá solo el 10 por ciento. La «mayoría silenciosa» de su estimado, un 70 por ciento, como Belyaev, se caracterizaría como «pro-oración», que en el contexto ruso significa abstenerse de emitir juicio alguno.
«Ser evangélico marca una gran diferencia en la actitud», dijo Shirin. «Es una postura más neutral».
Pero esto no satisface a los evangélicos ucranianos.
«Condenamos enérgicamente el silencio, el desapego y el apoyo abierto a la guerra con Ucrania exhibido por los cristianos rusos», escribió un grupo de siete líderes de seminarios en una carta abierta en abril que reunió casi 300 firmas. «El sufrimiento de los hermanos y hermanas en Cristo requiere una identificación pública con ellos».
Entre los principales presuntos ofensores se encuentra Sergey Ryakhovsky, jefe del sindicato pentecostal más grande de Rusia, quien habló en una conferencia parlamentaria el 29 de marzo para pronunciarse en contra del nazismo, postura que el presidente Vladímir Putin ha identificado como la ideología del liderazgo ucraniano.
«Estamos juntos y somos más fuertes», dijo sobre la participación ecuménica. «Hoy tenemos una clara misión cristiana para nuestros pueblos, en Rusia y Ucrania».
La iglesia de Novikov pertenece a la denominación de Ryakhovsky.
Pero la queja ucraniana es anterior a la actual invasión. En 2014, Rusia anexó Crimea y comenzó a respaldar movimientos separatistas en la región oriental de Donbás en Ucrania. Desde entonces, los líderes bautistas se han presentado con Putin en el Día de la Unidad Nacional de Rusia y han enviado saludos de cumpleaños al presidente ruso.
Otros se han pronunciado claramente y desde el principio.
Cuando Putin anunció su divorcio en 2013, Victor Shlenkin, un pastor bautista de San Petersburgo, resaltó el error de algunos de sus hermanos creyentes.
«Algunos líderes protestantes compararon a Putin con el sabio Salomón», dijo. «¿Pero han olvidado cómo terminó Salomón?».
Y desde la guerra, otros han invocado al diablo.
«Hasta ahora, Satanás ha ganado dos veces», dijo Evgeny Bakhmutsky, exvicepresidente de la Unión Bautista, el 27 de febrero. «Ayudó a desencadenar una guerra en el territorio de Ucrania con la participación de tropas rusas, y sembró discordia y enemistad. Incluso entre los cristianos».
Aleksey Markevich estuvo de acuerdo.
«Necesitamos arrepentirnos por el mal que nuestro país está causando a otros», dijo el pastor bautista de Moscú el 18 de marzo. «¿Qué está más cerca de nosotros, nuestra fidelidad a la hermandad en Cristo, o nuestra sumisión a las autoridades impías?».
Y Yuri Sipko, después de ver imágenes de Biblias quemadas en la sede de Mission Eurasia en Irpin, Ucrania, eligió con cuidado las palabras que expresó para sus compatriotas.
«Los cristianos rusos aprueban tal actividad», dijo el expresidente de la Unión Bautista. «[Pero] yo vi a Cristo llorando viendo esta barbarie. Yo también estoy llorando».
Estos no son casos aislados, dijo Ponomarev, un líder ortodoxo ruso que trabaja en la red de agencias evangélicas Faith2Share, quien pidió que no se usara su nombre completo por razones de seguridad. Pero ellos, y cientos de otros que, como ellos, firmaron en marzo una carta abierta [enlace en español] dirigida por pastores evangélicos que se oponen a la guerra, son «valientes».
Sorprendido por las encuestas nacionales, cree que la mayoría de los evangélicos rusos están de acuerdo con la carta de protesta, cuya emisión calificó de «milagro». La ley Yarovaya de 2016, que a menudo se dirige a los evangélicos, trajo aún más cautela a una comunidad acostumbrada a no hablar.
Como pacifistas, tienden a evitar la política, pero están en contra de la guerra.
Sin embargo, como rusos, algunos se dejan llevar por la marea. Las sanciones occidentales han endurecido las actitudes, mientras que muchas familias e iglesias están divididas.
Pero los evangélicos ucranianos no están ayudando a su propia causa, dijo. Se ha exigido demasiado de la condenación.
«Hay casi una sensación de fatiga», dijo Ponomarev sobre las relaciones transfronterizas. «Después de ocho años de ser llamados ‘agentes del Kremlin’, no les queda mucha paciencia en el tanque».
Andrey Dirienko puede ser un ejemplo.
Ofendido cuando se llama a Rusia un «imperio del mal», el obispo pentecostal de Yaroslavl, 170 millas (273 kilómetros) al noreste de Moscú, deseaba comprensión.
«A veces [los líderes] tienen que elegir el menor de varios males», dijo el 27 de febrero, pidiendo oración para que Dios les dé sabiduría a los políticos rusos. «Dios tiene la respuesta… que la paz vendrá».
Pero a los ucranianos, les pidió: No se esfuercen por buscar enemigos en las personas.
Sin embargo, la carta abierta de los líderes del seminario de este mes, titulada «Voces desde las ruinas», no se consuela con declaraciones tan genéricas. Acusa a los líderes de cambiar la unidad compasiva con el cuerpo «crucificado» de Cristo por la proximidad a la élite política.
Dirienko es un representante autorizado de Ryakhovsky, quien actualmente se desempeña como uno de los dos miembros evangélicos en el consejo religioso rotativo del presidente ruso.
«Muchos de los que dicen, incluso en voz alta: “No a la guerra”, apoyan la integración de Ucrania bajo la influencia mundial rusa», dijo Taras Dyatlik, director regional del Consejo de Ultramar para Europa del Este y Asia Central, quien firmó la carta. «La cosmovisión cristiana rusa debe ser limpiada del imperialismo religioso».
Más de 280 sacerdotes y diáconos ortodoxos rusos están de acuerdo y firmaron su propia carta abierta.
Simplemente no exagere su influencia.
«Su declaración fue una vergüenza, un esfuerzo impulsado por los medios para criticar la autoridad», dijo Alexander Webster, un arcipreste estadounidense y decano jubilado del seminario de la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia. «Su número palidece ante los más de 40 000 obispos y otros clérigos importantes que no están involucrados en ese pequeño movimiento de protesta».
Hay un lugar para la disidencia, dijo Webster, quien se sintió ofendido principalmente por la insinuación de la carta sobre la condenación eterna del patriarca Kirill. Durante la Guerra Fría, criticó a los clérigos que cooperaban con la KGB. Y esta guerra, dijo, es condenada como «moralmente injustificable».
Pero las pocas figuras ortodoxas rusas que han roto con su liderazgo, algunas de ellas alguna vez prominentes, están «ventilando nuestros trapos sucios ante el mundo».
Webster saluda, en cambio, al Onufriy metropolitano, primado de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, afiliada a Moscú, quien el primer día de la guerra expresó su apoyo a los soldados que defienden su tierra y pidió a Putin que detuviera el fratricidio.
«Él es un profeta moderno que se enfrenta al poder», dijo Webster. «Lo hace con calma y con cierto riesgo».
Lo que el Onufriy también enfrenta en su propio gobierno, habiendo criticado al expresidente ucraniano Petro Poroshenko y las «políticas de izquierda» del actual presidente Volodímir Zelenski. Un proyecto de ley actualmente en el parlamento ucraniano pide efectivamente prohibir la UOC y nacionalizar sus propiedades, lo que Ryakhovsky, entre otros, ha condenado como una ofensa contra la libertad religiosa.
Webster habría apoyado una intervención militar limitada en apoyo de los «rusos étnicos perseguidos» en Donbás.
Nadie tiene las manos limpias, dijo, rastreando la interferencia occidental en Ucrania hasta las protestas de Maidán de 2014 que expulsaron a un presidente prorruso de su cargo y la «campaña de autocefalia» de 2018, que culminó con el reconocimiento de la independencia de una iglesia ortodoxa con sede en Kyiv [Kiev] por el Patriarcado Ecuménico en Constantinopla.
En septiembre de 2021, continuó Webster, la OTAN y Ucrania realizaron ejercicios de defensa conjuntos. En enero de este año, la OTAN rechazó la demanda de Rusia de retener la membresía de Ucrania. Y una semana antes de la guerra, Zelenski cuestionó el marco diplomático en el que Ucrania intercambió sus armas nucleares por garantías de seguridad, lo que llevó a Moscú a acusar a Kyiv de planes de desarrollar una bomba atómica.
La seguridad nacional, dada la amenaza de la expansión de la OTAN, es citada como la principal justificación de la guerra por 7 de cada 10 rusos, mientras que la mitad menciona el objetivo de proteger a los ucranianos de habla rusa en Donbás. Solo 2 de cada 5 creen que el objetivo principal es cambiar el liderazgo ucraniano, y solo 1 de cada 10 el sometimiento de la nación por completo.
Cuando se le pidió que estimara las diversas actitudes entre los ortodoxos rusos, Webster cuestionó las encuestas en Rusia en general y criticó su uso por parte de los medios occidentales para promover la guerra.
«Todo el enfoque es defectuoso», dijo, y señaló la incapacidad de obtener información confiable. «No creemos en gobernar la iglesia, según la opinión popular. Creemos que el Espíritu Santo y la santa tradición guían e inspiran a los líderes de la iglesia y a los fieles creyentes».
Sin embargo, Roman Lunkin, director del Centro de Estudios Religiosos del Instituto de Europa de la Academia Rusa de Ciencias, hizo todo lo que pudo. Aproximadamente la mitad del pueblo ruso apoya la operación militar, dijo, mientras que alrededor del 10 por ciento apoya a Ucrania. Él estima que la «mayoría silenciosa» de Shirin es solo del 40 por ciento.
Es lo mismo entre los creyentes evangélicos de base.
«Es natural defender a tu nación», dijo. «Las iglesias protestantes se han convertido en comunidades nacionales, lo que refleja el estado de ánimo de la población en general».
El mes pasado, Lunkin, un creyente ortodoxo, publicó un cuadro para delinear las posiciones expresadas por las principales figuras religiosas rusas, desde el apoyo directo hasta la condena. En todo caso, dijo, hay más diversidad entre los clérigos.
Lunkin, sociólogo, realizó entrevistas posteriores entre pastores evangélicos, muchos de los cuales fueron capacitados por ucranianos. El apoyo a la política rusa cae al 30 por ciento, estimó, igual a la postura en favor de la oración. Pone el apoyo a Ucrania en un 40 por ciento, la mitad de los cuales lo diría públicamente.
Pero la mayoría carece de experiencia política, dijo, y guarda silencio como rehén de la opinión pública.
Esto no es diferente al clero ortodoxo.
«La mayor parte defiende la paz y es posible que no esté contento con la operación especial», dijo Lunkin, aunque reconocen las razones detrás de esto. «Pero ¿por qué dividirían sus parroquias?»
No son solo los evangélicos los que se mantienen al margen de la política rusa.
Las fuentes indicaron que, aunque el gobierno continúa reprimiendo a la oposición, Rusia ya no es la Unión Soviética. Expresar un punto de vista, a menos que llame a protestar, no necesariamente resultará en multas o cárcel.
Entonces, hable, decía la carta abierta ucraniana.
«Busquen el poder del Espíritu Santo», instaron los líderes del seminario, «para dar pasos prácticos que puedan impactar la opinión pública en Rusia, sobre la guerra contra Ucrania y sobre los principales líderes del país».
Es más fácil desde Estados Unidos.
Si bien Shirin nunca pudo imaginar que algo «tan horrible» podría suceder, también puede pedir libremente que termine el «conflicto fratricida».
«La postura de la mayoría de los protestantes rusos ha sido moldeada por décadas de ser una minoría perseguida», dijo. «Mantenerse al margen de la política ha sido su estrategia de supervivencia».
Traducción por Sergio Salazar.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.