Church Life

El mayor error que la iglesia puede cometer

Cómo las restricciones del gobierno trajeron un avivamiento a Argelia.

Fotografía por Daoud Abismail

Christianity Today April 7, 2022

La sala se quedó en silencio. El pastor Rachid Seighir se enderezó, esperando el veredicto sobre su última apelación.

Su librería en la ciudad de Orán, Argelia, llevaba cerrada desde 2017, cuando la policía confiscó su equipo de impresión. En aquel momento se le acusó de imprimir y distribuir literatura cristiana. Aunque el juez había dictaminado en su favor y se le devolvió el equipo, no había conseguido reabrir su tienda. En 2021, la acusación resurgió. Alguien había deslizado un documento con los cargos por debajo de la puerta de la iglesia que Rachid pastoreaba. Tendría que pagar una multa y cumplir una sentencia de dos años de prisión. Además, su iglesia quedaba clausurada a partir de ese momento por orden del gobierno argelino.

El mundo de Rachid colgaba de un hilo. Con un breve ademán, el juez pronunció el veredicto de una multa y la suspensión temporal de la sentencia de cárcel. Rachid soltó un largo suspiro de alivio y dejó la sala profundamente agradecido por estar dirigiéndose a su casa con su esposa y sus dos hijos adolescentes en vez de a prisión.

Con hermanos y hermanas sosteniéndolo en oración alrededor de todo el mundo, Rachid va a continuar apelando la acusación de ser necesario, pero no ha sido la primera vez que ha sido llevado a juicio. Confrontado con la posibilidad de perder su libertad, Rachid comprendió el costo de compartir activamente el amor de Dios en su país.

En octubre de 2017, algunos años antes de la audiencia de apelación de Rachid y antes de que el gobierno ordenara duras restricciones sobre las reuniones de iglesia, los seguidores de Jesús argelinos de las afueras de la ciudad costera de Orán se enfrentaron a un sello rojo de cera que cubría la cerradura y goteaba sobre el pomo de la puerta de La Casa de la Esperanza, una importante iglesia protestante y centro ministerial. Según una orden del gobernador de Orán, todas las actividades y reuniones debían cesar inmediatamente en La Casa de la Esperanza y en muchas otras iglesias repartidas por el país. 

En septiembre de 2018 los creyentes de Argelia, unidos bajo la Iglesia Protestante Argelina (EPA), se organizaron para llevar a cabo un año entero de oración y ayuno constante. Los dos años siguientes trajeron más problemas: más cierres de iglesias, más presión sobre quienes alquilaban espacios a los cristianos, más persecución hacia los creyentes individuales y sentencias de prisión para aquellos acusados de proselitismo. Entonces llegó la pandemia y esta le dio al gobierno argelino una razón más para suprimir las reuniones de los creyentes protestantes. 

El pastor Youssef Ourahmane, vicepresidente de la EPA y su esposa, Hie Tee, son pioneros en la capacitación para misiones y el movimiento discipular en Argelia, así como fundadores de La Casa de la Esperanza. Consideran las últimas formas de persecución «algo normal», dicen. «Seguimos adelante porque tenemos que continuar estando firmes y permitir que el Señor pelee por nosotros».

Los Ourahmane hablaron conmigo por teléfono desde su hogar en el sur de España, donde esperaban a causa de las restricciones de viaje. Mantenían un apartamento en Argelia, el cual, junto con La Casa de la Esperanza, fue sellado en los primeros días de cierres de iglesias. «Convertimos una ventana en puerta», dice Hie Tee. «El Señor nos dio la valentía y la paz para hacer lo que necesitábamos hacer».

La persecución, por supuesto, no es nada nuevo para el cristianismo. A Jesús mismo lo maldijeron, criticaron, condenaron y en última instancia crucificaron: antes de levantarse de los muertos y dar paso a la esperanza, la paz y la seguridad del amor de Dios que los creyentes afirman hoy. A pesar de enfrentarse a amenazas y ataques físicos, Hie Tee dice: «Los discípulos también continuaron compartiendo el evangelio, y esto no se ha detenido desde entonces. Del mismo modo, nosotros solo seguimos adelante, confiando en la protección de Dios, su gracia, su fuerza y su Espíritu Santo que nos capacitan. A Él sea la gloria».

Youssef asiente. «El mayor error que puede cometer la iglesia es ceder ante el miedo», particularmente en Medio Oriente y el norte de África, donde los seguidores de Jesús a menudo se enfrentan a la violencia social y a la persecución por su fe. «Muchas iglesias han cedido ante el miedo», cuenta él, «y no han hecho lo que Dios les ha pedido que hagan». 

Khaled Hamoud

Antes de las severas medidas del gobierno contra las reuniones cristianas, los adoradores de una de las iglesias más grandes situadas entre las montañas nevadas de Cabilia —el lugar de nacimiento del avivamiento argelino— solían llegar con una hora de antelación a los servicios para asegurarse de encontrar asientos. Los creyentes se reunían en silencio y se preparaban para adorar a Dios y recibir la presencia del Espíritu Santo. Normalmente, los servicios se extendían durante tres horas. Después, la gente seguía sin querer marcharse, así que se quedaban y socializaban.

Desde las primeras conversiones en la región en 1981, cuando cerca de treinta jóvenes decidieron seguir a Jesús durante un torneo de fútbol, la luz de Cristo ha dado vida a cientos de miles de argelinos, y a innumerables iglesias y grupos en casa. La iglesia novicia, aunque reconocida por el gobierno, ha atraído la persecución desde su concepción. Al igual que Rachid, los primeros creyentes argelinos memorizaban versículos sobre cómo superar el miedo, en plena conciencia de que podían perder sus hogares e incluso sus vidas por decidir seguir a Jesús. 

Las restricciones para acceder a las iglesias y a lugares como el Centro Emmanuel, un gran núcleo de formación misional en Cabilia, también han impactado las capacitaciones en materia de evangelización. Youssef y Hie Tee habían soñado con enviar a mil creyentes argelinos a compartir el amor de Dios por otros países para 2025. «Debido al cierre de la iglesia, hemos aprendido una lección de humildad de muchas maneras», dice Hie Tee. El discipulado y la formación han perseverado, aunque a menor escala. «El gran cambió por el que vamos a orar es que, a través de todo esto, dentro de la iglesia de Cristo en Argelia haya personas que sientan el llamado a las misiones», dice ella. «Dios está en control, y Dios está purificando la iglesia y haciendo que la gente lo busque». 

Al permanecer firme, la iglesia argelina se ha convertido en un ejemplo para otros cristianos en la región, especialmente para aquellos de trasfondo musulmán. Los creyentes argelinos son «todos convertidos del islam, pero no tienen miedo; están resistiendo», dice Youssef. «No solo están dispuestos a creer, sino que también están dispuestos a sufrir». 

Ese sufrimiento también ha cosechado el apoyo internacional. Líderes de Estados Unidos, Francia y Suiza han intervenido a favor de los creyentes argelinos. Debido a la persecución, el mundo ha aprendido más acerca de las circunstancias y la valentía de la iglesia argelina.

Y aunque los cristianos de Argelia siguen teniendo prohibido reunirse en grupos grandes en edificios de iglesia, siguen esparciendo el evangelio en línea por medio de extensos ministerios en las redes sociales y programas de televisión por internet que se difunden en árabe, cabilio y francés. 

Reunirse es un regalo, pero incluso cuando está prohibido, Dios sigue obrando. «Aun en medio de todo esto», dice Youssef, «la gente sigue viniendo a la fe».

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