El domingo, los evangélicos de origen ucraniano de la ciudad de Nueva York se reunieron en sus iglesias, lloraron, se desahogaron y cantaron, mientras sentían, junto con el resto del mundo, la amenaza latente hacia sus seres queridos y su patria.
Cuando el presidente Vladímir Putin puso a sus fuerzas nucleares en alerta máxima, los estadounidenses ucranianos llamaron a sus canciones de alabanza «armas de guerra». Afuera de las iglesias, en una hermosa mañana de cielo azul, los neoyorquinos continuaron las protestas contra la invasión rusa, y algunos fieles se unieron después de sus servicios. [Enlaces en inglés.]
La ciudad de Nueva York tiene la población ucraniana más grande de los Estados Unidos, una comunidad de alrededor de 150 000 habitantes, históricamente concentrada en el East Village de Manhattan y Brighton Beach en Brooklyn. Miles habían llegado a los Estados Unidos como refugiados religiosos, la mayoría de ellos bautistas o pentecostales, bajo un asilo especial para quienes huían de la persecución religiosa en la Unión Soviética.
En East Village, algunos de esos refugiados asisten a la Primera Asamblea Ucraniana de Dios en Cornerstone, donde mujeres ancianas con la cabeza cubierta adoran junto a jóvenes con sudaderas. La congregación pentecostal ahora incluye rusos, nigerianos y bielorrusos, con servicios en una combinación de ucraniano, ruso e inglés.
Muchos en Cornerstone tienen familia en Ucrania y temen sobre su destino mientras la guerra continúa día con día. El domingo, una mujer de cabello blanco lloró en silencio durante todo el servicio.
«¿Qué podemos hacer sino permanecer en oración y clamar a Dios?» dijo el anciano Peter Pristash, quien vivió gran parte de su vida en Ucrania y ahora es ciudadano estadounidense.
A medida que la amenaza nuclear aumentaba las tensiones, las personas en el servicio no podían creer lo rápido que había empeorado la situación.
«Nuestras mentes no entienden: ¿Cómo es esto posible en esta época?», dijo Pristash a la congregación. «Dios permitió que esto sucediera, y no sabemos por qué. Pero sabemos que Dios es soberano y está en su trono. Hay personas que piensan que, si matan a alguien, lograrán un objetivo».
El equipo de adoración de Cornerstone ese día incluyó al saxofonista de jazz ucraniano, Andrey Chmut, quien estaba de gira en los Estados Unidos y se estaba preparando para grabar un álbum con el pianista de jazz estadounidense Bob James cuando estalló la guerra.
Ahora no puede regresar a Ucrania, y su esposa y su hija pequeña están atrapadas allí. Se suponía que su vuelo saldría el lunes, pero con todos los vuelos comerciales a Ucrania cancelados debido a la guerra, llegó al servicio dominical con su saxofón.
«Nuestra esperanza está en el Señor, el que mantiene unidas todas las cosas», dijo Chmut a la iglesia después de compartir su situación y agradecerles por la oración. «No importa cómo se desmoronen las cosas, el Señor creó este mundo y tiene todas las cosas en sus manos». Las personas murmuraban amén mientras sollozaban.
Dos de los músicos amigos de Chmut en Rusia que hablaron públicamente en contra de la invasión ahora están en prisión, dijo después del servicio. La cultura y las artes ucranianas estaban «floreciendo» en los últimos años, pero «ahora están en peligro… No quiero vivir bajo el régimen de Putin».
Tocó entre lágrimas. Estaba tratando de averiguar si podía llegar a Polonia, a pesar de no tener una visa, y de alguna manera reunirse con su esposa e hija allí. Todo lo que podía pensar era en un ataque nuclear. Su esposa e hija «ni siquiera saben cómo pasarán la noche», dijo.
Incluso si ocurre un ataque nuclear, dijo Chmut a la iglesia en ucraniano, «la esperanza que tenemos es que nos iremos a casa. Y estaremos junto con Jesús, el que sabemos que nos ayudará». Uno de los miembros tradujo sus palabras a la congregación en inglés.
Durante el servicio, las personas revisaron en silencio artículos de noticias en sus teléfonos. Paul Oliferchik, uno de los pastores de Cornerstone, reconoció que muchos en la congregación desearían poder estar en Ucrania, ya que no saben cómo ayudar desde los Estados Unidos.
«Sean la presencia de Cristo, esa presencia donde no existe la ansiedad y que trasciende el conflicto humano», les instó. «Quizás todo lo que tienes para ofrecer a Dios es oración con lágrimas… Es importante hacer tiempo para lamentarse delante de Dios».
Pristash, el anciano, dijo que era demasiado mayor para servir en el ejército, pero se había imaginado lo que haría si pudiera [servir]. «Hoy, nuestras armas están aquí», oró. «Podemos invocar a Dios y orarle». Citó Efesios 6:12 que dice que «nuestra lucha no es contra sangre ni carne».
Con una iglesia de personas de diferentes orígenes, Oliferchik dijo después del servicio que los pastores han estado orando en la iglesia contra el conflicto. Dijo que han estado de acuerdo hasta ahora en que «ninguno de nosotros quiere esto».
Oliferchik nació en Moscú y sus padres son de Bielorrusia, pero él creció en los Estados Unidos. Su abuelo fue encarcelado por su fe pentecostal en la Unión Soviética. Dijo que sus padres eran objeto de burlas regulares por su fe. A lo largo del servicio, Oliferchik se levantó para traducir al ucraniano o al ruso. Él y su esposa tienen parientes en Ucrania.
«Esto es pura maldad del régimen de Putin», dijo. Pensando en su abuelo y la persecución de los evangélicos en Rusia, dijo: «No queremos que la historia se repita».
Las comunidades de evangélicos eslavos crecieron en la década de 1990 alrededor de las iglesias de EE. UU., con la mayor población de refugiados evangélicos estableciéndose en Sacramento, California, según la historiadora Catherine Wanner en Communities of the Converted: Ukrainians and Global Evangelism. La Enmienda Lautenberg de 1989, que otorgó asilo especial a quienes huían de la persecución religiosa soviética, continúa vigente hasta el día de hoy.
Cornerstone ha servido como un «oasis» para los inmigrantes, dijo Pristash, y espera que sea un lugar de llegada para cualquiera que huya de Ucrania y venga a los Estados Unidos.
Su iglesia no estaba sola en sus lamentos el domingo. Una congregación coreana con vínculos con esta iglesia se presentó para mostrar su solidaridad y llenó la parte trasera de las bancas. Mientras la iglesia cantaba «Cuán grande es nuestro Dios» en ucraniano, los miembros de la iglesia coreana cantaron en inglés con las manos levantadas.
El pastor les agradeció por asistir y después dijo lo contenta que estaba la congregación de Cornerstone de tener otros cristianos que vinieron a «sentarse con los que están sufriendo».
Traducción por Sergio Salazar.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.