¿Afganistán valió la pena o fue en vano? Los cristianos se lamentan, oran y aprenden mientras los talibanes retoman el poder

Mientras el mundo debate sobre la retirada de Estados Unidos, quince líderes reflexionan sobre cómo están usando su fe para entender cuál es la mejor manera de abogar por la justicia en el presente.

Se pueden ver murales a lo largo de las paredes de una tranquila embajada estadounidense el 30 de julio de 2021 en Kabul, Afganistán.

Se pueden ver murales a lo largo de las paredes de una tranquila embajada estadounidense el 30 de julio de 2021 en Kabul, Afganistán.

Christianity Today August 26, 2021
Paula Bronstein / Getty Images

Será difícil olvidar las imágenes de los afganos tratando de subirse a los aviones en movimiento, algunos aferrándose a ellos con sus manos, en su desesperación por abandonar su país tras la toma de Kabul por los talibanes.

El seguimiento de la retirada de Afganistán que está teniendo lugar bajo el mandato del presidente Joe Biden y planeada por el expresidente Donald Trump, así como la rápida toma de poder por parte de los talibanes, y la aparente falta de coordinación y planificación para evacuar a los traductores y otras personas en riesgo de persecución han provocado una intensa indignación y tristeza en todo el mundo.

Los cristianos, tanto en Estados Unidos como en otros países, discrepan sobre lo que el gobierno y el ejército estadounidenses deberían haber hecho, pero están tratando de enfocar su fe en ayudarles a entender cuál es la mejor manera de abogar por la justicia en el presente.

CT preguntó a quince líderes acerca de lo que lamentan de la retirada estadounidense y la toma de poder de los talibanes, cómo están orando por el futuro de Afganistán, cómo ven el impacto a largo plazo en el campo misionero, y si las décadas de trabajo de las tropas estadounidenses y de los obreros cristianos extranjeros valieron la pena o si fueron en vano.

Nuestros colaboradores:

Chris Seiple

es presidente emérito del Institute for Global Engagement y autor de

The US Military/NGO Relationship in Humanitarian Interventions

[La relación entre las fuerzas armadas y las ONG estadounidenses en el trabajo humanitario].

Paul Miller

es profesor de asuntos internacionales en la School of Foreign Service de la Universidad Georgetown. Anteriormente fue director para Afganistán y Pakistán en el Consejo de Seguridad Nacional.

Mariya Dostzadah Goodbrake

y su familia fueron refugiados afganos. Ahora es directora ejecutiva de Global FC, una organización que atiende a los refugiados en el área de Kansas City.

Eugene

, un trabajador cristiano que sirvió en Afganistán y Pakistán durante décadas y que pidió el anonimato debido a su ministerio en curso.

Jenny Yang

es vicepresidenta de defensa y política de World Relief, el brazo humanitario de la Asociación Nacional de Evangélicos y una de las nueve agencias de reasentamiento de refugiados de Estados Unidos.

Mark Tooley

es el editor de

Providence: Journal of Christianity & American Foreign Policy

y presidente del Institute on Religion and Democracy.

Humphrey Peters

es primado de la Iglesia de Pakistán y obispo de la diócesis de Peshawar, que se extiende hasta Kabul.

Ryan Brasher

pasó siete años (2014-2021) como profesor de Ciencia Política en el Forman Christian College de Lahore (Pakistán).

Mark Morris

es el director de RefugeeMemphis.com y profesor de estudios teológicos urbanos en la Union University.

Mansour Borji

es director de defensa de Article 18, una organización que apoya a los cristianos perseguidos en Irán.

Josh Manley

es el pastor principal de la iglesia de Ras Al Khaimah, en los Emiratos Árabes Unidos, que ha establecido relaciones con pastores afganos.

Fouad Masri

es presidente y director general de Crescent Project y pastor libanés estadounidense.

Hurunnessa Fariad

es un musulmán afgano-estadounidense y director de extensión de Multi-Faith Neighbours Network [Red the Vecinos Multirreligiosos] que establece relaciones entre las comunidades religiosas para reducir las sospechas o el antagonismo.

Otro colaborador es un veterano líder de misiones del sudeste asiático, que pidió el anonimato porque sigue activo en la región afectada.

Una última colaboradora es una afgana residente en Estados Unidos, casada con un pastor afgano, que solicitó el anonimato debido a sus conexiones personales en Afganistán.

Vaya a estos enlaces para navegar por las siguientes preguntas:

¿Qué es lo que más lamenta de la retirada estadounidense y de la toma de posesión de los talibanes?

La esposa del pastor afgano: Sucedió muy rápido y nadie estaba preparado. Se dijo que la fecha sería en septiembre, pero se fueron antes de lo que esperábamos. Mi hermana soltera no pudo escapar.

Hurunnessa Fariad: Lo que más lamento es, en primer lugar, que una nación llena de gente resistente y tenaz va a seguir sufriendo. Más de cuarenta años de derramamiento de sangre y miedo es demasiado y no debería ocurrir en la sociedad actual. Afganistán ha vuelto a la edad oscura, literalmente de la noche a la mañana.

En segundo lugar, lo cobarde que fue el presidente Ghani al abandonar su responsabilidad de servir al pueblo de Afganistán. Vendió y abandonó Afganistán a merced de los lobos. En tercer lugar, el hecho de que la retirada estadounidense fue tan mal planificada y ejecutada. El pánico y el descontrol que se produjeron en el aeropuerto de Kabul podrían haberse evitado. ¿Qué ocurre con los más de 80 000 solicitantes de visados especiales de inmigrante a los que el gobierno estadounidense prometió protección y que, sin embargo, están atrapados en Kabul, temiendo por su vida mientras los talibanes pasan revista?

En cuarto lugar, la violencia y el control que se ejercerá sobre las mujeres de Afganistán. La idea de que se las obligue a llevar de nuevo el burka, que no se les permita salir de sus casas sin un escolta legal, que no se les permita estudiar ni trabajar, y que se les obligue a casarse con miembros talibanes, me hace hervir la sangre y me hace sangrar el corazón por mi pueblo.

Paul Miller: No sé por dónde empezar. Lamento las vidas perdidas, las libertades perdidas, la injusticia rampante, la victoria de la tiranía y el terror. Los malos han ganado. Vivimos en un mundo en el que una coalición de las naciones más ricas y poderosas de la historia se convencieron colectivamente de que eran impotentes para detener el descenso de una nación a la anarquía y la barbarie, y como eran impotentes, se contaron a sí mismos el mito consolador de que era algo inevitable, que no podían hacer nada al respecto. Lamento las mentiras que nos decimos a nosotros mismos y los mitos que tejemos para sentirnos mejor con las decisiones moralmente insensibles y cobardes que tomamos.

Jenny Yang: Me preocupan las consecuencias humanitarias de la retirada de Estados Unidos de Afganistán y la falta de planificación que ha puesto a muchos afganos vulnerables en una situación muy difícil y con opciones limitadas para los que necesitan ser evacuados. Hay muchos grupos de personas que tienen miedo de lo que significará el regreso de los talibanes al poder: los asociados con el ejército estadounidense, los cristianos y otras minorías religiosas, y las mujeres y las niñas, sobre todo las que han aprovechado la oportunidad de estudiar. Nos afligimos con ellos y pedimos que Estados Unidos y otros países presionen a los talibanes para que extiendan el mayor número posible de protecciones para ellos.

Mansour Borji: Los valores de los derechos humanos y la democracia que se conquistaron con tanto esfuerzo están siendo mancillados por la falta de visión y compromiso a largo plazo por parte de las potencias occidentales que tanto defienden estos valores en sus discursos, empoderando de esta forma a regímenes e ideologías despóticas para explotar a los países y denigrar la dignidad de sus pueblos.

Josh Manley: Aunque lamento muchas realidades sobre la toma de poder de Afganistán por parte de los talibanes, lo que más lamento es la peligrosa situación en la que esto coloca a los queridos hermanos y hermanas de la iglesia afgana. Durante algún tiempo habían conocido (relativamente hablando) un grado de estabilidad y seguridad. Lamento lo que las nuevas circunstancias podrían significar para su futuro. Lamento el miedo y la preocupación que están experimentando tan repentinamente.

Mark Tooley: Esta guerra, como todas las guerras, refleja la depravación humana. Es inevitable e ineludible. Y, sin embargo, podemos admirar el sacrificio y la valentía de todo el personal estadounidense, afgano y de varios países de la OTAN, junto con muchas ONG, que trabajaron y se sacrificaron para que Afganistán pudiera escapar de los estragos del pasado. Hubo muchos éxitos a lo largo de veinte años: vidas más largas, más salud, más educación, más libertades. Estas victorias no serán totalmente sofocadas por los talibanes. Y podemos suponer que la iglesia en Afganistán, por más pequeña que sea, ha plantado semillas cuyo fruto será cosechado por las generaciones futuras en formas que no podemos imaginar.

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¿Cómo está orando por el futuro de Afganistán?

La esposa del pastor afgano: Por la libertad de las mujeres.

Chris Seiple: Mi oración es que la iglesia de Afganistán, y el resto de Asia Central, encuentre nuevas formas de estar equipados y de servir. Espero especialmente que las iglesias de todo Afganistán y de la región, así como de Oriente Medio y África del Norte, se conviertan en lugares de atención al trauma —y, por tanto, de reconciliación interna y externa— que sirvan a toda la sociedad.

Mark Morris: Oramos por la salvación de los líderes talibanes. Oramos para que Dios proteja a los más vulnerables de las manos perversas de hombres malvados. Oramos para que el evangelio avance y Cristo refine su iglesia en Afganistán.

Mansour Borji: Que se salven las vidas de las personas, especialmente las que tienen una fe y/o convicciones que grupos intolerantes como los talibanes consideran peligrosas y que van en contra de su dominio totalitario. Que Afganistán resurja de sus cenizas como el ave fénix, esta vez con más fortaleza y más sabiduría. La última vez que los talibanes gobernaron, el pueblo afgano se dio cuenta de la vacuidad de las promesas hechas por los revolucionarios islamistas. Una nueva generación vivirá esa experiencia otra vez.

Paul Miller: Oro por la victoria del reino de Dios, por la paz y la justicia, en este tiempo cuando no hay duda de que es humanamente imposible que esas cosas se produzcan en un futuro previsible.

Obispo Peters: Oramos para que el Espíritu Santo toque a los talibanes para que se ablanden y reconozcan los derechos humanos de todo el pueblo. El cuerpo global de Cristo debe expresar amor cristiano y compasión a los talibanes y compartir la bendición y la alegría que Dios nos ha dado. Si antes de la retirada orábamos una vez al día por Afganistán, ahora deberíamos orar diez veces.

Jenny Yang: Oro con mayor urgencia por los que están desesperados por escapar, para que Dios preserve sus vidas y les abra un camino —ya sea a través del gobierno estadounidense o de otra manera— para encontrar refugio en un lugar seguro donde se respeten plenamente sus derechos y su dignidad. Más allá de eso, oro por el florecimiento del pueblo afgano, sobre todo por los que son especialmente vulnerables, para que experimenten libertad y alegría en medio de un entorno difícil. Y oro para que la comunidad internacional siga presionando a los talibanes para que promuevan los derechos y las libertades de las mujeres y los niños, de las minorías religiosas y étnicas, y de otras personas que a menudo no están de acuerdo y pueden sufrir bajo su gobierno.

Hurunnessa Fariad: Oro para que los niños afganos nunca tengan que irse a dormir bajo el sonido de las bombas y los disparos. Oro por una nación que prospere en todos los ámbitos de la vida —educación, negocios, turismo—, y que promueva y proteja a las mujeres y los derechos humanos de todas las etnias que componen Afganistán. Oro para que Afganistán sea reconocida como una nación de fuerza, dignidad y perseverancia, como lo era antes de la invasión soviética.

Eugene: Que el pueblo afgano comience el proceso de decidir su futuro sin que los militares de otros países estén en su país controlando y hablando de la construcción de la nación, cuando esto es lo que el pueblo de cualquier estado tiene derecho a hacer por sí mismo. Que los talibanes cumplan sus promesas: una sociedad más libre en la que se permita la participación de las mujeres en todos los aspectos de la vida, así como que las niñas y las mujeres puedan asistir a la escuela. Que los seguidores de Jesús crezcan en número y en madurez, y bendigan al país con obras y palabras transformadoras.

Fouad Masri: Oramos por la protección y la multiplicación de los creyentes que mantienen su fe en secreto. Oramos para que los afganos vean que un grupo yihadista no puede liderar legítimamente toda la diversidad del pueblo afgano. Oramos para que los afganos que se encuentran en Estados Unidos se encuentren con amigos cristianos que los reconforten.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Oro específicamente por una generación que tenga valor, resistencia y determinación para levantarse. Creo que la generación que pudo experimentar la liberación y la dignidad básica no lo olvidará. Servimos a un Dios que nos recuerda constantemente que no olvidemos, que recordemos, que reflexionemos sobre el camino que hemos recorrido. Mi mayor petición es que esta generación no olvide la fragancia de la democracia, sino que se levante con valor para derrotar al enemigo. Oro para que se produzca una intervención sobrenatural en los corazones del pueblo afgano, para que los valores y principios del reino sean plantados milagrosamente como semillas en el suelo de Afganistán, que crezcan como árboles y den frutos más allá de nuestra comprensión. Ninguna democracia se construye en veinte años. No hay nada que suceda en vano.

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¿Cómo deberían reflexionar los cristianos estadounidenses sobre esta guerra?

Ryan Brasher: Los cristianos estadounidenses deberían, en primer lugar, estar agradecidos por el periodo de apertura en la historia de Afganistán. Segundo, en lugar de ser acríticamente patrióticos, deberían ser sabios y buscar discernimiento cuando el gobierno de Estados Unidos propone operaciones militares en el extranjero que, si bien pueden estar justificadas, hay muy pocos ejemplos de intervenciones militares después de la Segunda Guerra Mundial que sean exitosas (y éticas), sobre todo en el sur global. Por último, deberían estar abiertos a aceptar refugiados de Afganistán y de otros países devastados por la guerra, e incluso recibirlos en sus propios barrios.

Chris Seiple: La formulación de la pregunta plantea otra: ¿Somos estadounidenses que resultan ser cristianos, o cristianos que resultan ser estadounidenses? En cualquier caso, hay formas seculares y eclesiásticas de reflexionar sobre la guerra, reconociendo que Dios es soberano sobre ambas y que el Espíritu Santo actúa activamente en ellas.

Desde el punto de vista «espiritual», es justo preguntarse si un cristiano debería preocuparse por estas cosas, especialmente porque la «victoria ya está ganada». Creo que la respuesta es sí, sin lugar a dudas, ya que estamos llamados a construir el reino de Dios «tanto en la tierra como en el cielo».

Pero necesitamos trabajar más en una teología de la ciudadanía, así como en una teología del compromiso y una teología del sufrimiento, todo lo cual debe influir y formar la teoría secular del cambio positivo que explique cómo la puesta en práctica de nuestras creencias sirve al bien común. Para ello, debemos ser cristianos creíbles y estadounidenses creíbles. Y para ser creíbles, debemos estar equipados con las habilidades del compromiso. Recordemos: Dios no nos necesita para cumplir su voluntad. Pero anhela que nos unamos a lo que él ya está haciendo, precisamente porque nos comprometemos con el mundo, no para cambiarlo, sino porque él nos ha cambiado a nosotros.

Mansour Borji: Los estadounidenses pagaron esta guerra con sudor y sangre. Sus impuestos fueron destinados al esfuerzo bélico y sus jóvenes cayeron en los campos de batalla. El objetivo de esta guerra era desarraigar una ideología que dio origen al 11 de septiembre, ¡y eso no es como ir de picnic! Los cristianos estadounidenses deberían pedir cuentas a sus gobiernos para que sean ejemplo de los valores por los cuales los estadounidenses quieren ser conocidos, y para que no repitan los mismos desastres de política exterior que solo envalentonan a sus enemigos.

Líder misionero asiático: Los cristianos estadounidenses no se sentirán orgullosos en absoluto (¡y no deberían!) de esta guerra, y mucho menos de la forma en que se llevó a cabo la retirada de Estados Unidos. Tendrán que ser humildes cada vez que se encuentren con cualquier persona afgana y estar preparados para dejar que el afgano hable y simplemente escuchar. No deben tratar de discutir o justificar las acciones de Estados Unidos, sino ser empáticos y mostrar amor a su prójimo afgano.

Hurunnessa Fariad: La guerra y la invasión no deberían ser la primera respuesta. Hay que buscar la diplomacia y el compromiso con los demás hasta el final. Todos somos habitantes de esta Tierra y una guerra en un lugar afectará a todos los demás. Como musulmana, puedo decir que tenemos que levantarnos y luchar por lo que es correcto y moralmente bueno, lo cual es importante también en la fe cristiana. Pero creo que, como estadounidenses, abandonamos la mayoría de nuestros principios sagrados cuando decidimos dejar Afganistán en manos de los talibanes.

Paul Miller: Se supone que la guerra justa tiene como objetivo una paz «mejor», unas condiciones duraderas de shalom, no solo para nosotros, sino también para nuestros enemigos y para aquellos en cuyo país luchamos. Deberíamos reflexionar extensamente sobre cómo nosotros, los votantes, permitimos e hicimos posible que nuestros funcionarios electos ignoraran estos requisitos de justicia a través de nuestra pasividad, negligencia y apatía. Hicimos una guerra de conveniencia, una campaña interminable de «golpear al topo» contra los terroristas sin tener en cuenta la construcción de condiciones duraderas de paz en Afganistán o para nosotros mismos, porque nos dijimos que era demasiado difícil y demasiado caro. Por supuesto, estamos siendo testigos de lo cara que es la alternativa. Y lo peor es esto: construir condiciones de paz duraderas no sería simple caridad; sería una estrategia prudente que, en última instancia, habría sido más eficaz que lo que terminamos haciendo.

Obispo Peters: Millones de pakistaníes celebran el gobierno talibán como la victoria del islam sobre el país estadounidense infiel. La minoría cristiana pakistaní (1,2 % de la población) se ha mostrado aprensiva, cuidadosa en su respuesta. Temen que los talibanes se extiendan por Pakistán.

La iglesia mundial no puede ser crítica y negativa todo el tiempo. El analfabetismo y el desempleo son elevados en esta región, y las superpotencias británica, rusa y estadounidense no han logrado establecer su dominio aquí. Dada esta volatilidad, tenemos que aceptar el gobierno de los talibanes. Esto es aún más importante si comparamos la forma en que los talibanes cometieron atrocidades y derramaron sangre en 1995, pero esta vez, al menos hasta ahora, se han comportado de forma mucho más humana, y esto puede atribuirse a los veinte años de presencia estadounidense en Afganistán.

Eugene: Soy estadounidense y suizo y he vivido entre afganos durante veinticinco años y me he relacionado con ellos durante unos cuarenta años. En cualquier guerra, y especialmente en esta, como estadounidenses tenemos que cargar con una terrible responsabilidad por no permitir que el pueblo sea libre. En primer lugar, proporcionamos suficiente munición a los afganos para derrotar a los rusos, pero no el apoyo suficiente para sustituir la cultura de la guerra por el apoyo a una sociedad civil robusta que la sustituyera y la reemplazara por algo bueno. Ahora nos encontramos en la situación de no poder decir que nos hemos comportado como un pueblo piadoso en ese país.

Ahora es imperativo que oremos para que el pueblo afgano encuentre un camino para establecer su propia sociedad civil y que demos generosamente nuestras oraciones, tiempo y energía para apoyar ese crecimiento. También que seamos humildemente audaces sobre el hecho de que somos seguidores de Jesús y que nos rompe el corazón aquello en lo que nuestro país ha contribuido a la destrucción de Afganistán. Luego, que compartamos y practiquemos el amor de Cristo y respetemos a la población de Afganistán mientras definen el futuro de su país.

Mariya Dostzadah Goodbrake: En nuestra reflexión, queremos mantenernos animados y decir las cosas cristianas correctas: «Dios prevalecerá», «este es un mundo caído», «la justicia no está en este lado de la vida» o «ya tenemos la victoria».

Sí, estos comentarios nos recuerdan que tenemos un Dios que ya ha prevalecido, pero ¿podemos afligirnos por un momento y no decir verdades cristianas? ¿Podemos quedarnos con una ira justa? ¿Podemos decir que por este momento, el mal prevaleció? ¿Podemos sentarnos en el dolor y la injusticia por un momento?

¿Por qué haríamos esto? Porque solo así podemos sentir siquiera una pizca del dolor y la agitación del pueblo afgano y de los que perdieron y se sacrificaron por la guerra. Entonces, cuando hayamos hecho esto, y entendamos el dolor, recordaremos que mañana continuaremos la lucha.

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Si desde un inicio Estados Unidos se involucró en una guerra imprudente, ¿era mejor detenerse y retirarse totalmente, como señal de arrepentimiento?

La esposa del pastor afgano: Fue una mala decisión irse tan rápido, pero al final tenían que irse. Pero no de esta manera.

Mark Morris: Respetuosamente, esa no es realmente una pregunta útil. Todos podemos especular y recalibrar el pasado, pero al final no lograremos cambiar nada. No podemos volver atrás. Sí, los habituales errores egocéntricos, culturalmente ignorantes y egoístas de la política exterior han sido repetidos por ambos partidos cuando cada uno de ellos llevaba las riendas del poder en nuestro país. Pero no espero que Estados Unidos se arrepienta. Más bien, veremos a nuestros líderes señalarse unos a otros y culpar al otro partido. Cada líder, cada partido, tendrá que rendir cuentas ante Dios por las decisiones que ha tomado, y por el daño o el bien hecho a la humanidad por esas decisiones políticas. En este momento debemos decidir cómo vamos a responder en el presente.

Ryan Brasher: Dudo un poco en hablar de «arrepentimiento» cuando se trata de la política exterior o militar de Estados Unidos. El gobierno estadounidense no es el representante de la iglesia o un organismo cristiano. Además, en 2001 no estaba claro que las cosas fueran a terminar como lo hicieron. Parece que fue acertado poner fin a la participación de Estados Unidos en Afganistán, aunque tal vez haya sido imprudente la rapidez con que se hizo.

Jenny Yang: No puedo opinar sobre la cuestión del papel militar de Estados Unidos en Afganistán, pero lo que está claro para mí y para muchos cristianos es que tenemos la obligación de prepararnos y ayudar a los que quedarán en una situación más vulnerable cuando nos vayamos. Cuando nos vayamos, deberíamos hacerlo de una forma que proteja a las personas que han arriesgado sus vidas para apoyar a los Estados Unidos. Abandonar ahora a nuestros aliados, después de haberles prometido durante décadas que les cubriríamos las espaldas, sería una mancha moral para nuestra nación, con repercusiones que durarán décadas. La forma en que dejemos Afganistán será una marca perdurable en la historia de nuestra nación.

Fouad Masri: Esta pregunta es engañosa. Creo que estamos confundiendo el papel de la iglesia y el del gobierno. El papel del gobierno es proteger el país y detener el mal contra sus ciudadanos. El papel de la iglesia es la misericordia y la justicia. Como ministro cristiano, creo que la guerra no resuelve nada. Jesús quiere que seamos pacificadores. Jesús también quiere que hablemos en favor de los más pequeños. Hay que poner fin a la matanza de mujeres hazaras, uzbekas y tayikas por parte de los talibanes. La sharia islámica es directamente opuesta a los mandamientos de Dios. Esta es una guerra ideológica y estamos luchando con las armas equivocadas.

Líder misionero asiático: Si los militares estadounidenses han entrado en una guerra imprudente, deberían haberse retirado solo cuando hubieran podido hacerlo sin causar más repercusiones y daños. Esto significa que deberían haber permanecido más tiempo para ayudar a desarrollar el país y asegurarse de que, cuando se hubieran retirado, el ejército y el gobierno afganos fueran lo suficientemente fuertes y tuvieran la infraestructura y la fuerza necesarias para resistir por sí mismos sin ningún apoyo extranjero. Eso probablemente habría llevado años, pero habría sido el costoso precio que Estados Unidos habría tenido que pagar por entrar en una guerra de forma imprudente.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Estados Unidos entró en Iraq y Afganistán como inconformista. No había vuelta atrás, sin importar la causa. La guerra no fue imprudente, sino que se calculó mal. Estados Unidos no entró en esta guerra con el único propósito de vengarse de los autores del 11 de septiembre, como declaró el presidente Biden. El presidente George W. Bush cautivó los corazones de afganos y estadounidenses con una narrativa mayor para traer dignidad, seguridad y protección al pueblo afgano. Esta justificación de la guerra era mucho más duradera y sostenible. Los soldados estadounidenses no se quedaron en Afganistán durante veinte años para vengarse de los terroristas, se quedaron para liberar los corazones de los afganos hacia una nueva esperanza. Que Biden minimice la guerra a [solo] la venganza es una bofetada a los que perdieron la vida en la guerra, y a las familias de los soldados que ahora deben preguntarse si el sacrificio fue en vano.

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¿Qué tipo de impacto a largo plazo cree que tendrá esto en el campo de las misiones en Afganistán y la región circundante?

Esposa de pastor afgano: Si hay personas débiles en su fe, algunas se apartarán o cederán ante la presión. Los medios de comunicación serán destruidos por los talibanes y esto dificultará que los creyentes puedan ser alentados por mensajes que reciban de afuera del país.

Mark Morris: Una pregunta para la que no hay una buena respuesta es: ¿Dónde están los misioneros? ¿Dónde están las organizaciones caritativas internacionales? Los afganos se sienten abandonados mientras los expatriados publican en Facebook su agradecimiento al transporte militar que los sacó del país. Los cristianos afganos han hablado hoy de lo insensible que es eso. «Celebran su huida, pero ni siquiera mencionan a los que dejaron atrás y que sufrirán». Hace falta mucha prudencia en las palabras que compartimos, porque Occidente no es bien visto ahora mismo por la naturaleza de nuestra salida. Un plan mejor que el que se llevó a cabo podría haber demostrado nuestra humanidad y preocupación de una forma más tangible.

Mansour Borji: Ayer mismo me informaron que algunos cristianos afganos están quemando literatura y otros materiales cristianos en sus casas que podrían delatarlos con los talibanes, quienes ahora buscan casa por casa para identificar a sus víctimas. Muchos de estos creyentes, desesperados por encontrar seguridad fuera de Afganistán, son el fruto de muchos años de oración, discipulado y ministerio fiel en un entorno difícil. Por supuesto, su impacto en sus comunidades todavía puede continuar, pero quizás no con la misma eficacia que antes. Además, el régimen iraní ahora se siente más seguro al no tener fuerzas estadounidenses a ambos lados de su tierra. Sienten que pueden continuar con su reino de terror que ya ha dañado a la iglesia, no solo en Irán, sino también en Iraq, Siria, Yemen y Líbano.

Paul Miller: Afganistán será un país cerrado a las misiones, como lo era antes de 2001. Es probable que el oeste y el sur de Pakistán también estén cerrados en la práctica. Las misiones serán extremadamente peligrosas y difíciles.

Eugene: Siempre ha sido un desafío ganarse el derecho a compartir el evangelio de forma integral con los afganos u otros pueblos de este entorno. Podemos hablar libremente, pero con humildad, acerca de Cristo y de su maravilloso poder transformador; pero ahora tenemos que superar una serie de enormes obstáculos a causa de nuestra intervención deslegitimadora impulsada por la tecnología y su posterior retirada precipitada.

Obispo Peters: China ha expresado interés en mantener relaciones diplomáticas con Afganistán. Así que, si la situación evoluciona en esta dirección, esperamos que las iglesias pakistaníes y chinas puedan desempeñar un papel fundamental para realizar incursiones [evangelísticas] basadas en las enseñanzas islámicas. Los musulmanes tienen un gran respeto y admiración por Jesús y María. Este es el puente para alcanzar a este pueblo.

Líder misionero asiático: Los afganos locales y las regiones circundantes no confiarán tan fácilmente en los occidentales, sobre todo en los estadounidenses, debido al sentimiento de traición por parte de Estados Unidos. Probablemente sean más receptivos o estén más abiertos a personas procedentes de países no occidentales. Es probable que China aproveche la iniciativa «Cinturón y Ruta» (BRI, por sus siglas en inglés) para establecer lazos comerciales y de negocios con Afganistán, lo cual dará oportunidades a los misioneros chinos de entrar como empresarios.

Pero a largo plazo, la difusión del evangelio tendrá que ser realizada principalmente por los creyentes afganos locales, con la ayuda de los creyentes de la diáspora, así como de los creyentes iraníes cuya lengua es cercana al persa darí. La televisión satelital y las tecnologías digitales y multimedia serán también herramientas muy importantes para ayudar a llegar al pueblo afgano, incluso a los desplazados.

Jenny Yang: Según el Center for the Study of Global Christianity [Centro para el Estudio del Cristianismo Global], menos del 3 % de los habitantes de Afganistán conoce personalmente a un cristiano; no solo que casi nadie ha escuchado el evangelio, leído la Biblia o visitado una iglesia, sino que casi nadie conoce a un cristiano. Lamentablemente, con los talibanes en el poder, no es probable que esta situación cambie para mejor.

Sin embargo, mientras nos lamentamos y nos afligimos por una situación terriblemente injusta que obliga a la gente a huir de su país, también he visto cómo Dios ha obrado a través de este tipo de movimiento de la gente para atraer a muchos hacia él, acerca de lo cual Hechos 17:26-27 muestra que es parte del propósito soberano de Dios en la historia: que los hombres y las mujeres «lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros» (NVI). Existe una oportunidad única para que los cristianos de los países vecinos reciban a los refugiados afganos, e incluso en Estados Unidos también. Si la iglesia mundial recibe a los refugiados afganos, creo que llevará a muchos de ellos a comprender y sentir el amor de Cristo.

Mark Tooley: La victoria de los talibanes es un enorme golpe contra cualquier aproximación a la tolerancia religiosa en una región que ya es de por sí muy hostil a las voces no islámicas. Habrá una mayor persecución, pero los tormentos del régimen talibán acabarán por desacreditar su marca del islam, al igual que los teócratas de Irán han creado generaciones de agnósticos y escépticos religiosos con una iglesia aún muy pequeña pero creciente en Irán.

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¿Hasta qué punto las décadas de inversión de las fuerzas estadounidenses y de los trabajadores cristianos extranjeros han merecido la pena o han sido en vano?

La esposa del pastor afgano: Ha valido la pena porque en 2001 muchos recibieron a Cristo y están practicando su fe porque escucharon el evangelio de los extranjeros.

Chris Seiple: Si tu lente es espiritual, y tu definición del éxito no es una métrica secular, sino solo la obediencia, el ministerio práctico de presencia ejercido por los seguidores de Cristo en Afganistán dará frutos de maneras que aún no podemos imaginar. Dicho esto, estos momentos siempre son buenos para que los ministerios cristianos reconsideren y reevalúen su teología del compromiso, así como su teología del sufrimiento, al reflexionar sobre cómo es la «presencia» en la actualidad. En consecuencia, también deberían revisarse los enfoques organizativos del liderazgo y la gobernanza (de la junta directiva), para asegurarse de que las estrategias de compromiso estén arraigadas en las Escrituras y en la cultura (y no necesariamente en el país de origen y sus propios enfoques culturales).

Dicho de otro modo, la iglesia siempre crece cuando se compadece de la población local, cuando sufre con ella. El Nuevo Testamento está lleno de historias de cristianos que no se quejaron de su situación, ni huyeron de ella, sino que vieron cada situación difícil como una oportunidad para compartir el amor de Cristo, de formas prácticas, sirviendo a los que no podían huir de la guerra, del hambre y de la peste. Que seamos dignos del ejemplo de nuestros antepasados espirituales.

Paul Miller: Durante veinte años no hubo ataques terroristas internacionales procedentes del sur de Asia. Esa es una victoria que no deberíamos dar por sentada. En segundo lugar, dimos a una generación de afganos el sabor de una vida mejor, un recuerdo que espero que les sirva de inspiración para trabajar por un futuro mejor. Más allá de eso, es difícil no sentir que todos nuestros esfuerzos se convirtieron en cenizas esta semana por la victoria de los talibanes, ayudados e instigados por la decisión del gobierno de Estados Unidos de abandonar a nuestros aliados, de traicionar nuestro propósito y de hacer vano el sacrificio y las dificultades de incontables miles de personas que trabajaron y sirvieron allí.

Ryan Brasher: La inversión de los trabajadores cristianos extranjeros definitivamente valió la pena. La obra de Cristo no depende de la política ni de los acontecimientos políticos, y siempre vale la pena. En cuanto a la inversión del gobierno y los militares estadounidenses, estoy seguro de que los talibanes aprecian el desarrollo masivo de las infraestructuras del país que se realizó después de que fueran expulsados. Les facilitará el gobierno, ¡para bien o para mal! Afganistán es otro ejemplo de buenas intenciones que se malogran cuando el desarrollo no está impulsado por las condiciones locales, las demandas locales, la asociación local y la propiedad local, sino por los intereses extranjeros y las demandas del ciclo de financiación a corto plazo de los donantes internacionales. Los Estados fuertes y eficaces no pueden importarse; tienen que desarrollarse a partir de las condiciones locales.

Eugene: Esto es un arma de doble filo. El trabajo de una serie de trabajadores y grupos de ONG con ideas afines durará mucho tiempo por todo lo que se ha establecido en una amplia variedad de programas que transforman la vida, como la atención oftalmológica, el desarrollo comunitario, el trabajo entre las personas y las comunidades relacionadas con las personas con discapacidad, la medicina, la agricultura, la economía y otras áreas. También es maravilloso contemplar que hay un número creciente de individuos y familias seguidoras de Jesús, tanto en el país como en la diáspora afgana, que están creciendo en su fe en Cristo. Nadie puede arrebatar estas cosas.

Fouad Masri: Siempre vale la pena cuando la gente tiene libertad para estudiar, ir a la escuela, ser creativa y escuchar las enseñanzas de Jesús. ¡Qué alegría es conocer a los creyentes afganos! ¡Qué alegría ver a Malala ir a la escuela! Siempre vale la pena sacrificarse por la libertad. Pienso en todos mis amigos afganos que han tenido oportunidades de estudiar, viajar, superarse y escuchar las buenas noticias de Jesús. Lo que se ve es una falta de pensamiento a largo plazo por parte de las naciones, de Afganistán, de Estados Unidos y de la comunidad internacional.

Líder misionero asiático: Ha habido frutos espirituales, como lo demuestra el creciente número de creyentes afganos clandestinos en los últimos años. Los creyentes que se han quedado en el país se convertirán en el núcleo de la iglesia clandestina que continuará la labor de evangelización en el futuro. Sin embargo, al ver la cantidad de dinero gastado por el gobierno de Estados Unidos, uno se pregunta cuál podría haber sido el resultado si una gran parte de los gastos se hubiera destinado al desarrollo de infraestructuras, como la construcción de más escuelas y hospitales, la creación de empresas y puestos de trabajo, y la mejora de la vida de la gente.

Mariya Dostzadah Goodbrake: Las semillas de la democracia fueron plantadas en los corazones de la gente. Los trabajadores cristianos han dejado huellas en el país que no se pueden borrar. Sentirse desesperado en este momento no equivale a una derrota. La sangre de los cristianos y de los soldados caídos no puede ser lavada. Nunca se desperdicia nada… lo que no podemos entender ahora mismo todavía tiene el potencial de algo mucho mayor. ¿Valió la pena todo esto? No estoy segura, pero a lo que me aferro es a que la historia de Afganistán no ha terminado. Puede que no veamos la recuperación de la democracia en el país durante nuestra vida, lo que simplemente nos recuerda y nos hace sentir humildes por el hecho de que nuestro papel es apenas pequeño dentro de una historia mucho más grande. Hay un famoso dicho afgano que mi padre me recuerda durante este tiempo: «Dika Dika, Darya Maysha», que se traduce como «gota a gota, se hace un río». Ahora mismo, parece que este río se ha secado o se ha quedado vacío; pero gota a gota, se avanzará.

Mark Morris: Nuestros seguidores afganos de Jesús me dicen que valió la pena.

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¿Le gustaría decir algo más que no le hayamos preguntado?

La esposa del pastor afgano: Acuérdense de los cristianos afganos. Oren por ellos. Anímenlos. Los creyentes se sienten abandonados y están confundidos. Por favor, oren por nosotros.

Chris Seiple: Afganistán no es más que uno de los muchos problemas preocupantes —por ejemplo, la pandemia, la raza, nuestra política, etc.— que deberían desafiar a los cristianos sobre cómo se organizan para dar testimonio de su esperanza interior. Las organizaciones cristianas, tanto locales como globales, deberían preguntarse si su estrategia, su estructura y su personal son apropiados para los tiempos que vivimos, y si su personal ha sido equipado con lo necesario para comprometerse de una manera digna del evangelio.

Líder misionero asiático: Se pueden establecer varias similitudes o paralelismos entre, por un lado, el rápido crecimiento de la iglesia de Irán en los años ochenta y noventa después de la Revolución Islámica, y por el otro, el crecimiento de la iglesia de China en el periodo posterior a la Revolución Cultural. Sería interesante ver si Afganistán también verá un rápido crecimiento paralelo en la iglesia en los próximos diez o veinte años después de esta invasión talibana. Todos ellos tienen muchas similitudes: la existencia de un fuerte trasfondo antioccidental y anticristiano, una larga historia de sufrimiento y pobreza, regímenes gubernamentales extremadamente autoritarios y duros, un gran número de jóvenes desencantados debido a la falta de libertades sociales, y la fe menguante de la gente en su propia religión o ideología, por ejemplo, el comunismo o el islam, por nombrar algunas.

Josh Manley: En la actualidad, nuestros hermanos y hermanas afganos están escondidos. Debemos considerar el costo que están pagando por mantenerse firmes en el evangelio. Aunque la política es importante y ciertamente tiene una importancia real y su lugar apropiado, consideremos lo que debemos aprender de nuestros hermanos y hermanas en Afganistán si descubrimos que hemos puesto demasiada esperanza en la política.

¿Los cristianos estadounidenses han perdido de vista la misión de la iglesia al mirar demasiado a la política estadounidense para cumplir nuestra misión? ¿No son la actual acritud, las rupturas de la unidad y el evidente conflicto entre los cristianos estadounidenses que profesan el mismo evangelio una prueba de que tal vez lo hayamos hecho?

El acceso y la capacidad de participar en el proceso político es una gran bendición para nosotros como cristianos estadounidenses, pero ¿podríamos también aprender de nuestros hermanos y hermanas afganos que no tienen acceso al poder político? Nuestros hermanos y hermanas de allí no están en absoluto confundidos sobre cómo avanzarán en la misión de la iglesia y de quién dependen para avanzar en esa misión.

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Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel

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