Antes de que la revuelta del 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos pusiera de manifiesto el acentuado malestar en el país, muchos líderes evangélicos pudieron notar señales de la escalada de tensiones desde sus propios púlpitos, y sintieron un llamado aún más profundo a predicar y enseñar un evangelio que ponga a Dios por encima del país.
Hace nueve meses, el pastor texano Brian Haynes recibió un mensaje de texto de un miembro de su congregación, en el cual decía que había notado cómo otros creyentes compartían teorías conspirativas en internet y se sentía "abrumado por el nivel de miedo y la falta de unidad".
Haynes, pastor principal de la iglesia Bay Area Church, ubicada a las afueras de Houston, escribió una respuesta de 500 palabras y la publicó en su blog [enlace en español]. Cuando el post obtuvo 200 000 visitas en cuestión de días, se dio cuenta de la magnitud del asunto.
"Realmente he tenido que buscar sabiduría en este tema. Como pastor, ¿cómo puedo mostrar amor por estas personas que creo que creen algo que es una mentira?", dijo Haynes. "Ha sido muy agotador para los pastores. O bien dices: 'No voy a hablar del asunto', o te acercas a la gente para hablar del asunto. Yo opté por hacer lo segundo".
El pastor Haynes ha tenido conversaciones con los miembros de su congregación de aproximadamente 1 500 personas acerca del COVID-19, las mascarillas y el Dr. Anthony Fauci; el liderazgo de la Convención Bautista del Sur y Russell Moore; QAnon y la presidencia. También ha hablado con ellos acerca de malos entendidos acerca de su prédicas y enseñanzas.
A lo largo del último año, el enfoque de Haynes con respecto a su rol como pastor se ha transformado. Las convicciones básicas en las que siempre había creído acerca de liderar a personas que están de acuerdo en lo esencial aunque difieran en otros temas, así como la importancia de dar prioridad a una perspectiva eterna, pasaron a ser primordiales.
"El Reino de Dios ha pasado a primer plano para mí. Siempre había visto con agrado el tipo de pensamiento que da prioridad al Reino, pero ahora me doy cuenta de que realmente tenemos que tener los ojos puestos en el Rey Jesús", dijo. "Si estamos centrados en el Reino, y tenemos un Rey que reinará por siempre y un trono que durará por siempre. Entonces las transiciones de poder y la política, y el uso de mascarillas y todas esas cosas no deberían confundirnos. Puede que nos molesten o nos causen frustración, pero deberíamos ser la calma en medio del conflicto".
Los pastores le dirán que ministrar a través de las divisiones políticas —algo que se le ha encargado a la iglesia desde los días del Apóstol Pablo— es prácticamente parte de la descripción de su puesto. Pero esa responsabilidad adquirió un nuevo peso y urgencia cuando el panorama político de los Estados Unidos cambió el año pasado.
En la Iglesia Cristiana Reformada de Washington, DC, el cambio en el tenor político toca muy de cerca a una congregación llena de cristianos que trabajan con y para el gobierno. La pastora Meg Jenista Kuykendall pasó la tarde del 6 de enero poniéndose en contacto con los miembros de su iglesia que viven y trabajan en el Capitolio para asegurarse de que estaban a salvo. Ha pasado muchas mañanas haciendo llamadas y orando por miembros cuyos empleos o agencias se vieron amenazados por los cambios de la administración anterior.
Aunque Jenista Kuykendall no ha tenido que enfrentarse a las teorías de la conspiración dentro de su iglesia, su arraigo dentro del cuerpo de Cristo en general sigue siendo doloroso. Es difícil escuchar a la gente difamar o tergiversar el trabajo del gobierno cuando ella puede ver de primera mano a fieles servidores públicos que se sienten llamados a Washington para servir al bien común.
"No somos inmunes a la fractura de las relaciones a través de la división ideológica, y me pongo a la defensiva cuando veo comentarios sarcásticos y despectivos emitidos por cristianos de otras partes del país contra los cristianos de mi congregación", dijo.
La reciente preocupación por el nacionalismo cristiano y su papel en el atentado del Capitolio se centra en el rencor político a nivel nacional, llamando a la iglesia y al país en general a trabajar por la palabra de moda "unidad" [en inglés]. Pero las divisiones no se manifiestan de manera uniforme en las congregaciones, lo cual pone a los pastores en la posición de evaluar cómo responder.
"Los pastores tienen la responsabilidad de mantener esas conversaciones con los miembros de la iglesia. Lo que los miembros de mi iglesia necesitan oír puede ser diferente de lo que su iglesia necesita", dijo Jonathan Leeman, director editorial de 9Marks, con sede en Washington, DC, y autor de How the Nations Rage. "Jesús así lo dispuso".
Leeman dijo que las fuerzas que alimentaron el ataque contra el Capitolio fueron una "versión aumentada" del tipo de división política que la Iglesia siempre ha enfrentado y se ha esforzado por superar. "Esto está en el corazón mismo del desacuerdo político entre los santos en general. [Debemos preguntarnos:] ¿Es este un tema en el que podemos no estar en desacuerdo y aún así seguir viniendo a la mesa del Señor juntos? Los desacuerdos entre cristianos se vuelven divisivos cuando no distinguimos cuáles son las cosas esenciales e importantes. A Satanás le encanta decirnos que las cosas políticas que nos dividen son las más importantes del mundo."
La polarización en Estados Unidos y en sus iglesias ha ido creciendo desde hace décadas, y la presidencia de Trump y la pandemia de coronavirus se han sumado a las tensiones en las "iglesias púrpura"[en inglés], cuyos miembros abarcan todos los partidos políticos. Asistir a una iglesia de este tipo no hace que uno automáticamente cambie de forma de pensar ni que superemos las divisiones inmediatamente, pero los expertos dicen que es útil para tender puentes a largo plazo.
"No se trata sólo de [abordar temas políticos] en una serie de sermones o en una clase de escuela dominical", dijo Kaitlyn Schiess, autora de Liturgy of Politics [Liturgia de la política]. "Se pueden mantener conversaciones en un entorno de bajo tempo, centrado en las Escrituras, en lugar de en un contexto político acalorado. Podrías esperar un año para tener esa conversación".
Rick Langer, expastor de la Iglesia Evangélica Libre y director del proyecto Winsome Conviction de la Universidad de Biola, ve la existencia de diferentes convicciones en el cuerpo de Cristo "no como un error, sino como una cualidad" y parte de la intención de Dios para su pueblo.
El proyecto enseña a los cristianos a "rastrear" y "engrosar" sus convicciones, buscando un terreno común en el centro de las cuestiones y comprendiendo mejor por qué otros llegan a conclusiones diferentes. Pero últimamente, ciertos pensamientos conspirativos y visiones distorsionadas de la verdad y la realidad han planteado un nuevo desafío.
"El proyecto Winsome Conviction se ocupa más de cómo hablamos acerca de nuestras diferentes convicciones que de pronunciar una palabra profética contra un tipo concreto de persuasión personal, así que esto me resulta un poco contradictorio", dijo. "Pero siento que en este momento es necesario decir: 'Mira, esto no es solo un punto de vista diferente: hay algo que se está saliendo de control'".
Le preocupan particularmente la desconfianza, el sesgo de confirmación y la pérdida de autoridad de la verdad absoluta. Se ha vuelto aún más crucial que los cristianos de ideología de centro trabajen para llevarse mejor entre ellos, y que a la vez estén dispuestos a abordar las afirmaciones distorsionadas que se hacen en los márgenes.
"Primero hay un llamado y luego hay un enorme ámbito para ocupar el territorio del respeto mutuo", dijo.
Las afirmaciones en cuestión incluyen creencias sobre la amenaza del coronavirus, el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 y la validez de QAnon (un movimiento que cree que el ex presidente Donald Trump recuperará el poder gubernamental de manos de políticos y celebridades liberales que son en realidad traficantes sexuales).
"Nosotros somos los que deberíamos ser capaces de decir cuándo algunas cosas son verdaderas y falsas", dijo Schiess. "Podemos tener desacuerdos sobre los presidentes y las políticas públicas, pero ¿[Cómo podemos] actuar como si una narrativa totalizadora sobre el bien y el mal en el mundo no fuera una amenaza para el evangelio y la comunidad cristiana?".
En las semanas posteriores a las elecciones, Schiess recordó que la principal petición de oración de las mujeres de su comunidad había sido la de poder mantener conversaciones políticas difíciles con sus familias. "Estoy muy orgullosa de ellas por haber entablado conversaciones difíciles porque saben que vale la pena, y por hacerlo con gracia", dijo.
La influencia de las teorías conspirativas surgió en las preguntas a los líderes, en las peticiones de oración y en las publicaciones en las redes sociales, sobre todo durante el año pasado, hasta el punto de que la mitad de los pastores de Estados Unidos dicen que escuchan con frecuencia teorías de la conspiración en sus propias congregaciones, según una encuesta de Lifeway Research.
Los resultados de esta encuesta se mantienen sin diferencias significativas entre las tradiciones eclesiásticas y las regiones de Estados Unidos. Sin embargo, los pastores de congregaciones grandes, son los más propensos a notar el tema: el 61 por ciento de los pastores que dirigen congregaciones de más de 250 personas dicen que se enteran de las teorías conspirativas, en comparación con el 49 por ciento de los pastores en general.
Debido a su tamaño, las congregaciones más grandes son también más diversas políticamente y, por tanto, menos propensas a hablar de política[en inglés], según el investigador de megaiglesias y sociólogo del Seminario de Hartford, Scott Thumma.
Es una dinámica complicada. Para algunos pastores, alejarse de las cuestiones políticas explícitas es una forma de evitar confundir la fe con un determinado partido o posición, desafiando a los feligreses a centrarse en su identidad en Cristo más que en las posturas políticas. Pero los cristianos también han visto cómo la falta de discipulado en torno a las cuestiones políticas ha dado paso a influencias externas que pueden distorsionar la visión de Dios.
"Un reto importante en el futuro será conseguir que los pastores dejen de abdicar de su responsabilidad de discipular la vida pública de los miembros de su iglesia. Demasiados pastores se enorgullecen de decir: 'Yo no predico sobre política'", dijo Jenista Kuykendall en DC. "Pero lo que escucho en eso es una abdicación a asumir la responsabilidad del discipulado de los cristianos que votan y protestan y firman peticiones y sirven en las juntas escolares locales … si no hablamos de lo que significa amar a Dios en público, hay canales de 24 horas y blogs y conspiraciones que con gusto hablarán por encima de nuestro silencio".
En la Iglesia Grace de Dover, Delaware, el pastor principal Kenneth Foster está de acuerdo en que no se puede ignorar la política. Su congregación de 350 personas que forma parte de la Iglesia Presbiteriana de América abarca conservadores, liberales y libertarios.
También es una iglesia intencionadamente multiétnica. Foster cree que su sólida teología en torno al ministerio de la reconciliación ha ayudado a mantener a su iglesia en un terreno espiritual común, incluso cuando no están de acuerdo en asuntos políticos.
"Nuestra fe descansa en Jesucristo. De lo que trato de hablar es de la unidad por la que murió Cristo y de que fue Él quien eliminó la hostilidad al derribar el muro entre judíos y gentiles", dijo Foster, quien se convirtió en el primer pastor principal de raza negra de la Iglesia Grace el año pasado. "La mayoría de nuestra gente entiende la visión de la iglesia lo suficientemente bien como para no verla como algo que debamos sacrificar" por la política.
Él también se apoya en la liturgia para guiar a su congregación en el lamento cuando lloran por los incidentes de violencia en el país, y oran por la labor de los políticos del país. "Una de las cosas que ha ayudado a responder sin demasiado coraje y sin extremo nacionalismo es precisamente que estamos en constante oración por nuestros líderes", dijo.
La liturgia, la historia de la Iglesia, y principalmente las Escrituras le recuerdan a Foster que la unidad y la paz en Dios tienen el poder de cambiar a un pueblo. Recurre a ejemplos del Libro de los Romanos y al testimonio de Lemuel Haynes, Harriet Beecher Stowe y Martin Luther King Jr.
"Aunque la situación ha empeorado", dijo, "hay una mayor oportunidad de proyectar esperanza".
El pastor Brian Haynes, en Texas, se centra en el papel de la iglesia como pacificadora, embajadora del cielo llamada a ser un agente de paz aquí en la tierra. Pero antes de que los cristianos puedan convertirse en un modelo de construcción de puentes y de unidad, tienen que volver a centrar su atención y su prioridad última en Aquel que los une.
Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel