Kay Warren: Un año de duelo peligroso

Un año después del suicidio de su hijo, ella comparte su historia de dolor, misterio y esperanza.

Matthew Warren during a recent visit to Africa.

Matthew Warren during a recent visit to Africa.

Christianity Today March 28, 2014
Kay Warren

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace como dos semanas, el enojo de Kay Warren se desbordó. La cofundadora de la iglesia de Saddleback escribió en Facebook: "Conforme se aproxima el aniversario de la muerte de Matthew estoy sorprendida por algunos comentarios sutiles, y no tan sutiles, indicando que quizás yo debía estar preparada para "dejar eso atrás." …Yo tengo que decirles—que el Rick y Kay de antes, se han ido. Ellos nunca regresarán. Nosotros nunca seremos los mismos otra vez."

En el espacio de siete días, la pequeña carta de ochocientas palabras se difundió como un virus a 3.75 millones de lectores y produjo 10.000 comentarios. Miles de personas compartieron historias de pérdida de miembros de familia debido a enfermedades, suicidios o accidentes. Ellos relataron la insensibilidad de familiares y amigos, su sentido de humillación propia, y los sentimientos de culpa que les agobiaban por el dolor aplastante de la pérdida del ser amado.

La enfermedad mental y la depresión están vinculadas al suicidio y Mathew sufría de una enfermedad mental. El 28 de marzo de este año, el Pastor de la iglesia Saddleback, Rick Warren, y Kay, convocaron uno de los más grandes eventos, una reunión de líderes cristianos, un día completo enfocado en el papel que deben desempeñar las iglesias al abordar el tema de las enfermedades mentales. El evento se agotó. Kay Warren concedió su primera entrevista a fondo acerca del suicidio de su hijo—entrevista concedida a Timothy C. Morgan, editor principal de períodismo global de CT.

La respuesta a lo que usted escribió en Facebook ha sido asombrosa. Lo que usted escribió, ¿fue algo espontáneo?

En el último mes, hubieron cuatro casos en los que yo fui—en una manera sútil o no tanto—encaminada en la dirección que tomé. Fui a comer con una joven madre quien estuvo recientemente de luto. Había perdido a un ser querido 14 meses atrás. Yo le pregunté: "¿Te sucedió que antes de que pasara un año de la pérdida te topaste con personas que te decían o te insinuaban que ya debías dejar atrás el sentido de pérdida?" Les pregunté a otras personas quienes habían perdido hijos o hijas. Fui escuchando la misma historia. Simplemente, eso me hizo enojar. Escribí apresuradamente una pequeña nota en Facebook y quedé completamente sorprendida por la respuesta: 3.780.000 visitas y más de 10.000 comentarios.

¿Eran la mayoría de los cometarios palabras de apoyo?

Alguien escribió: "Yo quiero imprimir un letrero alrededor de mi cuello que diga: 'por favor, le pido que solamente lea lo que Kay Warren escribió en su página de Facebook.'"

Quiero honrar a aquellas personas quienes me contaron sus historias. Me identifico con ellas. Sufro con ellas. Lloro con ellas. Personas que sienten culpa y vergüenza. Sienten culpa porque la pérdida las ha derrumbado tan terriblemente y sienten vergüenza por no haber podido todavía acallar ese sitio de intenso dolor. Rick y yo fuimos los beneficiarios de una extraordinaria efusión de amor y de simpatía y empatía y compasión.

¿Qué esperanza tiene la gente que ha perdido hijos o hijas por suicidio?

Yo estoy diciendo: "No me obligues a moverme más rápido de lo que yo puedo ir." En muchas maneras has cambiado para siempre. Jerry Sittser dice en Grace Disguised [Gracia Disfrazada] "no tiene sentido comparar un sufrimiento a otro." Cuando mi padre pasó los últimos 6 de sus 86 años con cáncer, yo sufrí, me lamenté y lloré, y todavía toca mi corazón. Por otro lado, mi padre, a los 86 años, había vivido una vida muy completa y abundante, había visto el cumplimiento de sus sueños y había disfrutado de un matrimonio enriquecedor.

Yo puedo contarle a usted que la experiencia de haber perdido hace un año a mi hijo de 27 años de edad (quién sufría de una enfermedad mental) no se parece en nada a la pérdida de mi padre. Mi hijo murió joven, se quitó su propia vida y lo hizo de una forma violenta. Quedamos con cicatrices. Tenemos dos décadas de estar viviendo con una persona afectada por una severa enfermedad mental, experiencia que nos traumatizó. No es un dolor limpio. Va cargado de culpa. De remordimiento. De horror.

El dolor de mi amiga, cuya hija fue asesinada, tiene un aspecto que es incluso diferente al mío. Yo no he tenido que caminar en sus zapatos. Nosotros estamos prestos para decir, "Oh, yo sé como usted se siente" y, generalmente añadimos las palabras exactamente: "yo sé exactamente como usted se siente." Yo quiero decirle: "No. Perdóneme. Usted no lo sabe." Lo mejor que podemos hacer es decir "mi corazón está quebrantado por usted, yo he experimentado dolor y mi corazón se aflije por usted."

Y nunca empiece una frase con las palabras "Al menos." En el momento que escucho que alguien me dice las palabras al menos, yo sé que me van a decir una frase que me va a enojar: "Al menos usted tuvo a su hijo por 27 años." "Al menos usted tiene otros hijos."

Al mirar hacia atrás, ¿cómo describiría usted al Rick y Kay "de antes"?

De nuestro amor nosotros concebimos un hijo juntos. Él nació de mi cuerpo. Él fue una parte de mí. Una parte de mí ya no está aquí. ¿Cómo puedo yo ser la misma? Para nosotros como pareja, como una familia, donde éramos cinco antes, ahora somos cuatro. Nuestro hijo se asesinó a sí mismo en la forma más cruda que le pueda yo contar. El suicidio es asesinarse a uno mismo. Nuestro hijo fue su propio asesino. El trauma de saber lo que él se hizo a sí mismo, como destruyó el cuerpo de este hijo que nosotros amábamos. Él hizo esto para parar el dolor. ¿Cómo podemos seguir siendo los mismos? El trauma te cambia. Nunca más podré regresar a ser quien yo fui.

En CNN usted dijo: "Yo estoy terrible pero no estoy Okay. Vamos a sobrevivir y algún día volverémos a estar bien." ¿Es esto cierto todavía?

Yo dije en el servicio memorial de Matthew, "Nosotros estamos devastados, pero no destruidos." No sé si llegará el momento en que uno no se sienta devastado por una pérdida catastrófica. En el último año y medio de la vida de nuestro hijo, nosotros vivimos justo al borde del precipicio cada día. Hablaba sobre eso con mis amigos más cercanos y les decía, "es como estar sentado al borde del precipicio del infierno."

Yo decidí hace algún tiempo atrás que no iba a permitir que ninguna cosa me destruyera. Por años le dije al Señor: "Tú estuviste trabajando en la vida de Matthew ayer, hoy, y tú estarás trabajando en mi vida cada día hasta que nos reunamos otra vez con él."

Yo escuché un sermón increíble por Brian Houston de la iglesia Hillsong, el verano pasado, llamado "ruinas gloriosas." Él habló acerca de Lamentaciones, Ezequiel, Jeremías, y todo lo que le sucedió a Israel. Ezequiel, capítulos 36 y 37, habla acerca de como Israel fue arruinada. Dios dijo en Ezequiel 36:33-34 "haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron" (Ez. 36:33-34).

Esto tiene relación con un texto favorito de Erick Liddell, el corredor Olímpico. Lidell dijo: "las circunstancias pueden parecer que arruinan nuestra vida y los planes de Dios, pero Dios no está impotente entre las ruinas." Esa frase—"Dios no está impotente entre las ruinas"—me ha sustentado de tal manera que puedo decir: sí, devastada, pero no destruida. Mi vida ha sido quebrantada hasta su fundamento, arruinada; sin embargo, al mismo tiempo, Dios tiene un plan para nosotros.

Usted ha compartido antes acerca de su cajita de esperanza y la maceta misteriosa. ¿Le son útiles todavía?

La cajita y la pequeña maceta están sobre mi mesa, al lado de donde tengo mis devocionales cada día. Cada vez que leía un versículo de las Escrituras que me daba esperanza lo escribía y lo ponía dentro de la cajita.

Ya tarde en la noche del 4 de abril, tuve una conversación vía texto con Matthew. Yo sabía que él estaba amenazando con suicidarse. De repente, dejó de textear. Yo estaba muy asustada. Rick estaba enfermo con neumonía y yo lo saqué de la cama y nos fuimos juntos a la casa de Matthew. Di golpes a la puerta, toqué el timbre, pero no respondió. El había amenazado con que si nosotros llamábamos a la policía, él se quitaría la vida, si es que ellos se acercaban. Nosotros descubrimos más tarde que se había quitado la vida.

Después de esto, ya no podía mirar la cajita. Se burlaba de mí. Yo saqué todos los versículos y los tiré a la basura. La caja se quedó vacía. Aunque Romanos 5:4-5 dice "y la esperanza no nos defrauda," yo me sentía totalmente defraudada por la esperanza.

Mi hijo no debió haberse quitado la vida. Yo seguía gritando esa noche, "no es así como debió haber terminado." ¿Qué es lo que yo gané al haber creído tan apasionadamente? yo pude haberme convertido en una atea amargada. No sabía como creer otra vez. Le pedí a Dios que empezara a mostrarme versículos que pudieran reconstruir mi esperanza para lo que vendría después en nuestras vidas.

Lentamente, he estado rellenando esa cajita con versos. El primero que Dios me dio fue 1 Corintios 15:43: "se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder." Cuando yo me paro, me arrodillo, o me recuesto sobre la tumba de Matthew, digo: "Dios, el cuerpo de Matthew fue sembrado en deshonra y en debilidad, pero tú lo harás resucitar en gloria y poder."

La esperanza volvió a renacer otra vez en mí. Me he quedado con preguntas. ¿Por qué oraba yo tan apasionadamente y creía con todo mi corazón que Dios iba a sanar a Matthew solamente para dejarlo morir? Una amiga me escuchó hablando sobre esto y me compró una pequeña maceta de cerámica, y yo he estado escribiendo las preguntas en pequeñas tiras de papel y todas están dentro de esa pequeña maceta.

Esta es la esencia de nuestra fe. Esto es, vivir con esperanza frente a lo desconocido. Vivimos una vida de fe completamente llena de esperanza, mirando al misterio fijamente a los ojos. No puedes tener la una sin la otra. Tu fe no sobrevivirá sin tu esperanza, y tu esperanza no sobrevivirá sin que te des cuenta que hay misterios que no van a ser contestados. Si puedes abrazar ambas—la fe y la esperanza—puedes tener una fe vibrante.

¿Por qué somos tan malos expresando el dolor?

Yo crecí en una iglesia evangélica, dónde mi papá era el pastor; él no expresaba sus emociones negativas. Todo era solamente felicidad, felicidad, gozo y gozo. Simplemente no hablabas de eso. Mi hermano era un adicto a la heroína y ellos no le dijeron a nadie en la iglesia por lo que estaban pasando. Yo no conocí a nadie, mientras crecía, que hablaba acerca de sus sentimientos.

Durante mi niñez, abusaron sexualmente de mí, pero nunca lidié con eso. Cuando Rick y yo nos casamos, le dije a él en forma sencilla y sin emoción: "el abuso nada tuvo que ver conmigo." Fue en el pasado. A los pocos días de habernos casado, nuestra luna de miel fue un desastre y los dos eramos personas quebrantadas.

Empezamos una consejería matrimonial, y yo empecé a ver el modelo erróneo con el que había vivido. Recuerdo que al llegar a casa después de una sesión de consejería, tendida en nuestra cama, con mi mirada fija en el techo, por primera vez en mi vida sentí el amor y la aceptación de Dios. Mi espíritu se encumbró.

Yo le dije a Rick: "Cuando nosotros seamos pastores de una iglesia, aunque tenga que pararme sobre un techo, le diré a la gente que somos iguales que ellos. Nosotros somos pecadores. Nosotros estamos quebrantados. Hay algunos días en los que yo no estoy segura de que Dios existe. Algunas veces siento que todo esto es una gran burla cósmica. Necesitamos de Dios para poder sobrevivir cada día." Así que, hemos tomado la determinación de hacer eso.

¿Qué otros recursos han sido de ayuda?

Ann Weems tiene un libro llamado Psalmos of lament [Salmos de lamento]. Ella ha escrito estos salmos de lamento que expresan en una de las formas más poderosas que yo he visto lo que se siente cuando alguien ha perdido a un ser amado y simplemente quiere clamar, gritar, y lamentarse y algunas veces a acusar a Dios de no amarnos, o de no amar a aquellos que nosotros amamos, o de abandonarnos. Sin embargo, ella nos regresa a ese lugar de confianza. Otro recurso que me ha ayudado es el CD de Steven Curtis Chapman Beauty Will Rise [La belleza surgirá].

Usted tiene un aniversario acercándose—abril 5. ¿Tiene alguna cosa clara en mente que usted vaya a hacer?

Quiero estar con las personas que amo. Voy a ir al cementerio. El cementerio me conforta. Para mí, esto me ayuda a aceptar la realidad, porque una parte de mí espera que mi hijo entre por la puerta en cualquier momento. El cementerio me regresa a la realidad. Y me vuelvo a conectar con Dios en ese lugar de esperanza. Este no es el fin de esta historia. Todavía hay más en esta historia.

Las personas se sintieron muy conmovidas por los comentarios de Rick, "en el jardín de la gracia de Dios hasta un árbol quebrado produce fruto." ¿Cómo influye esto en su manera de pensar?

En dos niveles: Primero, hablá del tipo de persona que era Matthew. Era este muchacho chistoso, poco convencional, dado a tonterías divertidas. Me hacía reir. Siempre fue exquisitamente delicado y tierno—algunas veces dolorosamente—con la gente y las cosas que lo rodeaban.

Pusimos en su lápida "guerrero compasivo." Él peleó por otros, aunque él mismo estaba quebrantado y supo de su quebrantamiento. Cuando viajó conmigo alrededor del mundo, se le quebró el corazón por lo que vió. Pero él era tan sensible y quebrantado que lo llevó en la otra dirección. Se volvió amargado. Era un árbol quebrado, pero siguió produciendo hermoso fruto.

Hay personas quienes me han dicho que Matthew les salvó la vida después de su muerte. Ellos me dijeron: "Yo no quiero hacerle eso a mi familia." Otros dicen "he eliminado el suicidio como una alternativa para mí pues no quiero que eso le pase a mi familia." Un muchacho joven me dijo: "Escuché la historia de Matthew después de que falleció. Yo he sido un suicida por largo tiempo, pero esto me atrajo a su iglesia. Aquí he aprendido lo mucho que Dios me ama, así que, Matthew me salvó la vida." El árbol continua dando fruto.

¿En qué manera la vida de Matthew ha cambiado la perspectiva de ustedes sobre el sistema de salud mental?

El sistema de salud mental en Estados Unidos está simplemente quebrado. Y no digo esto lo suficientemente fuerte. No digo que no haya personas tratando y que no haya personas maravillosas y compasivas en el campo de la salud mental. Pero esto es tan complicado. Y muchos de los intentos de ayuda, realmente, no siempre ayudan.

La conferencia que nosotros estamos llevando a cabo, es como una pequeña piedrecita en medio del gigante lago de la enfermedad mental. Pero la iglesia tiene un rol que jugar. los seguidores de Cristo debemos estar en estas conversaciones y no lo estamos. Y debemos estar.

Cuando te das cuenta de que una gran cantidad de personas van primero con el sacerdote, o el pastor o el rabino, antes de ir a un profesional de la salud mental, esto hace que sea más urgente que nunca que los líderes espirituales estén equipados. Pero no todos están bien equipados. Los pastores están tratando con personas con problemas de salud mental todos los días.

¿Piensa usted en una manera diferente sobre la vida y el sacrificio de Cristo?

Esa es una pregunta difícil. Yo he experimentado cada persona de la trinidad en el año pasado en varias maneras que no recuerdo haberlo hecho antes. Todo es acerca de Dios. Él es soberano. Él pudo haber salvado a mi hijo. El pudo haberlo sanado. Él pudo haberle impedido que se quitara la vida. Al final del día, todo queda en el portón de Dios.

Cuando Matthew ya no pudo enfrentar otro día más aquí y acabó con su vida, él cayó en los brazos de Jesús. Las palabras de un viejo himno dicen: "desde mi esclavitud, mi pesar, mi oscura noche, vengo a ti Jesús." Me imagino a Matthew diciendo estas palabras en el momento en que su espíritu dejó su cuerpo y Jesús lo recogió. Me puedo imaginar a Matthew diciendo: "Jesús vengo a tu libertad, tu gozo y tu luz." Mi encuentro con Jesús es un encuentro con mi Salvador quien me recibe y me abraza.

¿El Espíritu Santo? He encontrado su consuelo y la verdad es que Él nos ha sellado. La fe de Matthew en Jesucristo es un niño que fue sellado, y nada ni nadie podrá quitarle ese sello. Nada puede quitarle su salvación.

Yo he experimentado la Trinidad—en formas en que me han ayudado a seguir adelante.

Timothy C. Morgan es editor principal de CT, periodismo global. Sígalo en Twitter @tmorgan815

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