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Convención Bautista del Sur: ERLC nombra nuevo presidente

Brent Leatherwood se queda al frente de la entidad bautista del sur tras la sentencia «Dobbs» y un importante informe de abusos en la denominación.

Brent Leatherwood en la reunión anual de la SBC en junio de 2022.

Brent Leatherwood en la reunión anual de la SBC en junio de 2022.

Christianity Today September 15, 2022
Adam Covington / Baptist Press

El líder interino de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa (ERLC, por sus siglas en inglés), Brent Leatherwood, será su próximo presidente.

Durante el año pasado, Leatherwood sirvió como presidente interino, dirigiendo el brazo de política pública de la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés) durante un período histórico que incluyó la revocación de la sentencia Roe v. Wade, así como movimientos históricos para la denominación al llevar a cabo reformas en respuesta a los casos de abuso. El consejo de administración de la ERLC aprobó por unanimidad su nombramiento el martes.

Leatherwood, que ha sido miembro del personal de la ERLC durante cinco años, fue jefe de personal bajo el anterior líder interino, Daniel Patterson, y vicepresidente de asuntos externos bajo el expresidente de la comisión, Russell Moore, que dejó su puesto y la SBC en 2021. (Moore es ahora editor en jefe de Christianity Today) [enlace en español].

Al igual que durante el liderazgo de Moore, la ERLC ha seguido siendo un tema de debate en la SBC, cuyas 48 000 iglesias operan de forma independiente y cooperativa. Para algunos bautistas del sur, los esfuerzos de cabildeo y capacitación de la ERLC en torno a cuestiones como la libertad religiosa y la santidad de la vida representan una forma importante de testimonio y compromiso. Los críticos, sin embargo, creen que la ERLC y sus líderes han adoptado posturas que no representan a la denominación en general [enlaces en inglés].

En la reunión anual que tuvo lugar en junio, tal como sucedió en años anteriores, se votó en contra de una propuesta que proponía retirar el financiamiento a la ERLC. El expresidente de la ERLC, Richard Land, dijo a la convención: «No puedo imaginar un momento en el que desfinanciar a la ERLC pudiera ser más dañino para la Convención Bautista del Sur».

Leatherwood también enfrentó oposición cuando presentó una visión para las campañas provida en la era «posterior a Roe», pero no estuvo de acuerdo con una minoría abolicionista que quería criminalizar el aborto. «No van a conseguir que yo diga que quiero ver a las madres detrás de las rejas», dijo desde el escenario.

La ERLC también ha sido parte de la respuesta al problema más destacado al que la SBC se ha enfrentado en los últimos años: su respuesta a los casos de abuso. La ERLC había lanzado la iniciativa y conferencia Caring Well en el año 2018 para ayudar a capacitar a las iglesias sobre cómo responder a los sobrevivientes de abuso.

La investigación externa [enlace en español] sobre el Comité Ejecutivo de la SBC, publicada en un informe de 288 páginas en mayo de este año, reveló cómo sus líderes entraron en colisión con la ERLC con respecto al tema del abuso, incluyendo la censura de materiales producidos por la ERLC que describían una «crisis» de abuso sexual en la SBC.

«Es esencial que resistamos el impulso de reaccionar a la defensiva, o desde una postura de autoprotección, o de protección a una institución, en lugar de [proteger] a preciosos individuos hechos a la imagen de Dios. Ya sea en una iglesia o en una entidad, debemos fomentar un entorno en el que los supervivientes [de abuso] confíen en que serán recibidos, escuchados y apoyados», escribió Leatherwood en mayo.

«Es imperativo que las historias de los sobrevivientes sean recibidas con la misma compasión que Jesús mostró hacia los marginados o vulnerables», argumentó.

El año pasado, la ERLC comenzó una «auditoría y evaluación de los abusos sexuales dentro de la SBC», independiente de la investigación del Comité Ejecutivo.

Leatherwood tiene un historial de trabajo para el Partido Republicano en Tennessee y en el Capitolio en Washington, DC.

Cuando pasó del mundo de la política a la ERLC, dijo: «Me he dado cuenta de que la política fluye río abajo desde la cultura. Así que, si realmente quiero marcar la diferencia, tengo que ser activo río arriba».

En las últimas semanas, Leatherwood ha dirigido la ERLC mientras esta se unió a un informe amicus que defiende los derechos de libertad religiosa de la Universidad Yeshiva, ha alzado la voz sobre el maltrato de los uigures en China y ha aplaudido las restricciones al aborto recientemente promulgadas en Tennessee.

Leatherwood dijo que se sentía «honrado y humilde» de convertirse en el próximo presidente. «El verdadero liderazgo comienza como servicio», dijo en un comunicado. «Ese ha sido el corazón que he traído cada día a la ERLC durante los últimos 12 meses. Y es ese mismo corazón el que seguiré trayendo al comenzar este nuevo capítulo».

En un tuit de Liam Adams se lee: «Los miembros del consejo de administración de la ERLC oran por su nuevo presidente».

También destacó la importancia de la cooperación de la ERLC con las iglesias, las convenciones estatales y otras entidades.

Los bautistas del sur han visto aumentar los niveles de donaciones, fomentando su trabajo misionero en el transcurso de la pandemia; sin embargo, la membresía anual y los bautizos han disminuido año tras año durante más de una década, perdiendo más de un millón de miembros en un lapso de tres años, según los informes de la SBC.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Culture

El mejor ministerio es el que se hace fuera del edificio de la iglesia

Para ver a Dios actuar, tenemos que salir de nuestras cuatro paredes.

Christianity Today September 14, 2022
Charlie Foster / Unsplash

Muchas iglesias pueden relatar experiencias de haber sido expulsadas de su edificio.

A nosotros nos ocurrió lo contrario. A nosotros nos metieron en un edificio.

Nuestra iglesia multiétnica del centro de la ciudad llevaba algún tiempo reuniéndose en torno a las mesas del patio de una escuela pública. Nuestro barrio alberga la escuela más pobre del distrito. Recibíamos a la gente de la calle, comíamos con ellos y celebrábamos nuestro servicio religioso al aire libre.

Sin embargo, un residente de un apartamento cercano empezó a escribirnos cartas, molesto por el ruido. Nos disculpamos, bajamos el volumen y oramos. Unos domingos más tarde, este mismo residente estaba sacando la basura cuando la predicación sobre Romanos 8 cautivó su atención. Se detuvo y escuchó todo el sermón, parado junto a un contenedor de basura en el callejón. Después, dobló la esquina y, llorando, nos dijo que había oído a Dios hablarle al corazón.

Unas semanas más tarde, mientras yo predicaba, alguien gritó por encima de la pared que hacíamos demasiado ruido. Una señora del servicio dijo que él sería el siguiente. Me disculpé por el ruido, le hice una seña a nuestro técnico de sonido y seguí predicando. Sin embargo, al día siguiente, recibimos la noticia del director de la escuela de que finalmente tendríamos que empezar a utilizar el auditorio por el que habíamos venido pagando.

Pero estábamos lejos de dejar de hacer iglesia en espacios públicos.

Aire libre

En un momento dado temí que si nos aventurábamos a ocupar los espacios públicos, nos tacharían de locos o de bichos raros. Nunca me ha gustado hacer que los cristianos parezcamos más locos de lo que estamos, así que evitaba llevar la iglesia fuera de las cuatro paredes. Pero al final decidí que, en lugar de «tener un alcance», el servicio de la iglesia sería el alcance. Es radical y es arriesgado; pero es eficaz, y me ha llevado casi 20 años llegar hasta aquí.

La culpa es de Europa. Al embarcarme hacia Europa quince años atrás como misionero de plantación de iglesias, tuve mi primer contacto con el ministerio al aire libre cuando serví como evangelista en la legendaria iglesia de Martyn-Lloyd Jones. Los ancianos querían que predicara los sábados por la mañana en la plaza pública. Al principio me pareció incómodo, pero no pude quitarme de encima la convicción de que, al igual que Wesley, Whitefield y William Booth, tenía que haber algo para nuestro tiempo que llevara la iglesia a la gente, en lugar de esperar que la gente viniera a la iglesia. A partir de ahí, experimenté con grupos públicos de discusión en campus universitarios y pubs, y finalmente puse en marcha una iglesia en un Starbucks.

Ministrar en las fronteras posmodernas y poscristianas de Europa hizo que el libro de los Hechos cobrara vida para mí. La razón es sencilla: un mundo poscristiano es muy parecido a un mundo precristiano. Hechos 5:42 dice que los apóstoles se reunían «en el templo y de casa en casa». Muchos han interpretado erróneamente que los «patios del templo» son sinónimo de los edificios de la iglesia. Sin embargo, los patios del templo eran mucho más públicos.

Al predicar en los patios del templo, los apóstoles practicaban el arte perdido del ministerio en el espacio público, en lugares abiertos. Yo solía leer el libro de los Hechos y preguntarme por qué lo que yo hacía como ministro a tiempo completo no se parecía en nada a lo que hacían Pablo y los Apóstoles. Los líderes van al seminario, aprenden teología, exégesis de textos y entretejen homilías y, sin embargo, se gradúan sin poder hacer lo que hicieron los Apóstoles: llevar el mensaje del Evangelio a una comunidad. Muchos están llenos de miedo y tienen grandes dificultades al hablar con la gente más allá de los límites del estacionamiento de la iglesia.

De vuelta al futuro

Regresar de Europa para ministrar de nuevo en Estados Unidos fue como desembarcar de una máquina del tiempo. Gran Bretaña está unos 60 o 70 años más avanzada en el camino poscristiano que Estados Unidos. Quizá ésta sea una de las razones por las que C.S. Lewis es tan relevante para los cristianos estadounidenses contemporáneos: estamos respirando la misma atmósfera cultural de decadencia espiritual de la Gran Bretaña de mediados del siglo XX, la época en que Lewis escribió. Lewis escribía para una cultura en la que la cristiandad estaba perdida, las iglesias estaban en declive y la gente necesitaba ser convencida para creer.

Yo capacito a los plantadores de iglesias para que ejerzan su ministerio en espacios públicos, con el fin de prepararlos para un futuro en el que —estoy convencido— el modelo de iglesia que atrae a la gente se tambaleará. Cada vez hay menos gente dispuesta a entrar en el edificio de una iglesia. Antes de ir a Europa, mi versión de la capacitación de líderes para el futuro habría sido ayudarles a hacer más de lo que no funciona, aunque una versión más elegante, más fría y más moderna de lo que no funciona. Los habría capacitado para atraer a más gente o para brindar servicios con mayor excelencia. Todo eso era estupendo para las décadas de 1980 y 1990, pero cada vez es menos eficaz en nuestra cultura.

Muchas iglesias se están preparando para un futuro que no llega. Nuestras estrategias parten del principio de que el día de mañana utilizaremos los edificios que hemos construido hoy. Pero si Europa es un indicio de hacia dónde van las cosas, donde los edificios ornamentales de las iglesias se están convirtiendo en clubes nocturnos, mezquitas y almacenes de alfombras, nuestros edificios también pueden fallar. Al igual que los búnkeres subterráneos de la Guerra Fría enterrados por todo Estados Unidos, muchas de las fortificaciones de la iglesia serán inútiles cuando el futuro que anticipamos no se materialice. En Europa, todos los bastiones de la religión se convirtieron en barreras para la cultura que los rodeaba, y demasiados de nosotros en América vamos por el mismo camino.

Para prepararnos para el mañana debemos hacer lo que hicieron los apóstoles: llevar la iglesia a las calles, a las salas de conciertos, a los cafés, a las cervecerías o a cualquier lugar en el que un areópago esté enclavado en la encrucijada cultural.

No estoy diciendo que reunirse al aire libre sea una bala de plata para todos los males del futuro. Siempre necesitaremos instalaciones tradicionales para atender eficazmente a determinadas personas. Pero el porcentaje de personas a las que se llega con ese enfoque disminuirá. Ya lo ha hecho. El futuro del ministerio pertenece, no a quienes pueden atraer a una multitud, sino a aquellos que pueden penetrar en ella; a aquellos que pueden infiltrarse en una comunidad desde dentro, en lugar de dirigir el tráfico a un edificio ubicado en la parte más alejada de la ciudad.

He aquí algunas formas que he encontrado para escapar de las cuatro paredes de la iglesia y dedicarme al ministerio en mi barrio.

1. Abandona el ministerio de escritorio

Necesitamos más policías de ronda y menos policías de oficina. Charles Spurgeon hablaba de los ministros que estaban desconectados de su cultura como «sintiéndose como en casa entre libros, pero en mar abierto entre los hombres». ¿Cómo iba yo a alcanzar a los perdidos tomando café solo con los cristianos y produciendo homilías?

Dios me sacó de mi estudio poco después de unirme a la iglesia de Martyn-Lloyd Jones, cuando secó mi apoyo misionero tras los eventos del 11 de septiembre. Me vi obligado a aceptar un trabajo de fábrica en una cadena de montaje rodeado de las mismas personas a las que intentaba alcanzar. Después de haber sido comisionado como «el evangelista» durante más de un año, no había visto a una sola persona seguir a Jesús como resultado de algo que yo hubiera hecho. Sin embargo, eso empezó a cambiar en la fábrica. La verdad es que el empleado promedio entra en contacto con más personas antes del mediodía del lunes que el pastor promedio en toda una semana. Así que pronto, yo ya no tenía ese problema.

La necesidad fue la madre de la invención. Tuve que ser creativo y emprender aventuras audaces, tales como visitar pubs y clubes nocturnos armado con una cámara de vídeo y dejar que la gente me contara sus historias. Aquellas calles violentas a altas horas de la noche en la ciudad siderúrgica de Port Talbot, Gales, me enseñaron mucho. La gente contaba sus historias y lloraba mientras yo filmaba. Esa fue mi primera aventura fuera de mi estudio, y desde entonces ha sido difícil regresar a él.

2. Busca espacios públicos

Desde que comenzó este viaje, hemos lanzado ministerios en los parques y proyectos de Long Beach y San Pedro en California. Hemos hecho noches de micrófono abierto en la cafetería gay local. Hemos cometido muchos errores, y la curva de aprendizaje ha sido empinada. Hemos aprendido que antes de hacer una noche de micrófono abierto es necesario comprar una ronda de bebidas a cuenta de la casa. Tampoco es una buena idea poner demasiados cristianos en la mesa.

Seguimos aprendiendo, pero seguimos avanzando hacia lo más profundo. Nuestro liderazgo está debatiendo actualmente la renovación de una gasolinera ubicada en una esquina en el corazón del gueto. Cada iglesia que plantamos en un espacio público tiene un aspecto diferente, porque no somos lo suficientemente inteligentes como para saber qué hacer en cada situación. Tenemos que encontrar el mercado de ese barrio y depender de Dios para que nos guíe.

3. Confía en el Espíritu

La respuesta de la iglesia británica a los cambios traídos por el posmodernismo consistió, en gran medida, en renovar su teología, su moral y su culto, todo ello en vano. En lugar de convertirse en algo más atractivo para aquellos que no van a la iglesia, se quedó estancada de tal forma que no valía la pena escuchar su mensaje. El enfoque laxo con respecto a Dios hizo que la iglesia no mereciera la pena ni la gasolina ni el tiempo. No había experiencia de Dios allí. El festejado había salido de la fiesta.

Durante años me senté en los bancos de la iglesia oyendo a los misioneros hablar de que Dios actuaba poderosamente en el extranjero, pero preguntándome por qué nunca lo veíamos. Ya no me lo pregunto. Los misioneros no deberían tener todas las mejores historias. Ahora, las personas que sirven con nuestros equipos cuentan esas historias. Mi teoría es que cuanto más avanzas en primera línea, más experimentas lo que lees en el libro de los Hechos. Al fin y al cabo, ¿por qué iba a venir el Consolador a los que no necesitan consuelo?

El Espíritu Santo da poder a aquellos que salen de su zona de confort y se ponen en un lugar donde necesitan de su poder. A decir verdad, la iglesia promedio no necesita realmente al Espíritu Santo para gran parte de lo que se hace en una típica mañana de domingo. Salir en la arriesgada empresa de las misiones es deslizarse hacia la obra del Espíritu Santo; es un billete para un asiento en primera fila de lo que Dios está haciendo en el mundo.

Hemos aprendido que hacer iglesia en espacios públicos repele a los consumidores, pero atrae a los discípulos. Esos discípulos se convertirán en la próxima generación de líderes, y seguirán reproduciéndose. La próxima vez que una iglesia sea expulsada de un edificio, debería considerar que tal vez por fin está donde siempre debería haber estado.

Peyton Jones es el fundador de New Breed Church Planting y autor de Church Zero (David C. Cook, 2013).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Review

El autismo se entiende desde dentro

En un relato sincero sobre la vida en el espectro, un profesor de la Universidad de Taylor nos invita a ver sus «deficiencias» como dones.

Christianity Today September 12, 2022
Ilustración por Jianan Liu

Las palabras son poderosas, y a menudo lo son de forma sutil. Las etiquetas, por ejemplo, nos ayudan a distinguir las cosas, y una parte importante de la ciencia consiste en crear etiquetas para características recién descubiertas de la realidad. Pero el etiquetado se complica en el ámbito de las ciencias humanas, especialmente cuando tratamos con diferentes tipos de personas.

On the Spectrum: Autism, Faith, and the Gifts of Neurodiversity

On the Spectrum: Autism, Faith, and the Gifts of Neurodiversity

Brazos Press

256 pages

$12.59

Nunca olvidaré el consejo que recibí de uno de los profesores de mi programa de doctorado en psicología: nunca nos referimos a las personas con esquizofrenia como «esquizofrénicos», dijo, porque eso parece restar a su valor como seres humanos al reducirlas a ser lo mismo que su trastorno. Esto resonó con mi creencia cristiana de que las personas con esquizofrenia están hechas a imagen y semejanza de Dios.

En todo caso, las etiquetas son aún más poderosas en el mundo actual. Para muchos, sirven como marcadores de identidad en un paisaje político y cultural cada vez más fluido. El poeta y profesor de inglés de la Universidad Taylor, Daniel Bowman Jr., ilustra esta dinámica en su libro On the Spectrum: Autism, Faith and the Gifts of Neurodiversity [En el espectro: Autismo, fe y los dones de la neurodiversidad]. El libro, una serie de fascinantes y conmovedoras «memorias en forma de ensayo» escritas por un evangélico inusualmente reflexivo y transparente, pretende replantear nuestro pensamiento sobre el autismo sugiriendo nuevas etiquetas para describirlo. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Bowman desafía ciertos estereotipos que mucha gente asocia con el autismo, lo que hace que el libro sea inusualmente convincente, a riesgo de que esto pueda hacer del autor un portavoz hasta cierto punto controvertido de la comunidad autista. Sin embargo, es precisamente su singular grado de autoconciencia lo que le permite ofrecer algunas descripciones asombrosas de lo que supone ser autista.

Bowman habla con sinceridad acerca de la ansiedad social, las alteraciones de la función ejecutiva, la tendencia a alejar a los demás, las crisis periódicas y la vergüenza. Estos relatos ofrecen una valiosa ventana a los tipos particulares de sufrimiento que padecen, cuando menos, algunas personas con autismo.

Llevar la etiqueta

Los ensayos de Bowman giran en torno a algunos temas comunes. Según él, pertenecer al espectro autista es una forma legítima de ser humano, trágicamente clasificada como patología e incomprendida por la «mayoría neurotípica» (los que no tienen autismo). El libro invita a los lectores a escuchar las voces de los propios autistas para entenderlos realmente, y para entender así el autismo «desde dentro».

Bowman defiende que la belleza, el arte y la literatura contribuyen significativamente al florecimiento humano, especialmente cuando surgen de fuentes inesperadas, como los marginados. El libro, que pone de relieve su propia manera de usar las palabras, experimenta con diferentes géneros, incluyendo algunas entrevistas y una carta que escribió a dos queridos mentores (aunque, lamentablemente, en el libro no hay poesía). Pero Bowman hechiza con sus relatos, que constituyen la mayor parte del libro.

Especialmente conmovedor resulta su relato de cómo se fue dando cuenta de que él podría ser autista (un diagnóstico que no confirmó profesionalmente sino hasta 2015). Bowman sintió un alivio palpable cuando descubrió la verdad, porque esto daba sentido a los patrones de sufrimiento que había experimentado a lo largo de su vida. Desde su diagnóstico, Bowman ha asumido el autismo como una parte fundamental de su identidad.

Creo que él diría que esto le ha permitido ver lo bueno de su condición y percatarse, lo más plenamente posible, del potencial que Dios le ha dado. La alegría que irradia ahora al compartir sobre el autismo es contagiosa, y debería animar a otros como él a compartir sus propias historias.

Esto nos lleva a una de las mayores sorpresas del libro, al menos desde mi punto de vista: Bowman acoge activamente la etiqueta de «autista». De hecho, incluso prefiere hablar de «autistas» en lugar de la designación más general (y, en mi opinión, más respetuosa) de «personas con autismo». Aprecia profundamente que sus amigos tengan en cuenta su autismo, porque significa que le apoyan como autista.

En opinión de Bowman, este tipo de reconocimiento directo va en contra del enfoque dominante del autismo en la actualidad, mismo que él llama «paradigma de la patología». Tal como Bowman lo ve, tendemos a ver a los autistas a través de una lente reductora —un prisma objetivo y científico que magnifica las capacidades físicas, sociales y emocionales de las que pueden carecer—. Esto, argumenta, refleja los prejuicios de la mayoría neurotípica, la cual considera el autismo simplemente como un trastorno psicológico.

Desde dentro de esta mentalidad, el autismo implica un conjunto de síntomas negativos, a menudo definidos y evaluados por observadores insensibles, no autistas, que experimentan malestar al ser expuestos a ellos. También podríamos llamar a esto el «paradigma científico», dado su origen en el estudio empírico y el tratamiento del autismo.

Con toda probabilidad, alguna variante del paradigma científico sigue prevaleciendo entre muchos de los que trabajan con personas con autismo en la actualidad (tal como lo hacía entre la mayoría de mis profesores de psicología). Pero Bowman cree que este enfoque solo agrava la alienación que ya suelen sentir los autistas. Al centrarse en los problemas del autismo y no en las personas autistas en sí, y al esforzarse por gestionar y minimizar los síntomas, bien puede parecer un plan para controlar a los autistas en beneficio de la mayoría neurotípica.

Bowman, por el contrario, prefiere el «paradigma de la neurodiversidad», que parte de la perspectiva de los autistas y considera el autismo como una cuestión de diferencia neurológica, no de anormalidad. Por ejemplo, los defensores de la neurodiversidad interpretarían el balanceo de ciertas partes del cuerpo (que los autistas llaman «stimming») como un mecanismo de afrontamiento calmante y útil. Bowman lamenta la falta de curiosidad y empatía de la mayoría neurotípica hacia los miembros de la comunidad autista.

Muchas de las sugerencias de Bowman son útiles para contrarrestar las pautas arraigadas de sesgo e ignorancia. Pero otras se apoyan en un terreno más inestable. Un profesor contemporáneo que Bowman cita afirma que «el comportamiento de las personas [autistas] no es aleatorio, desviado o extraño». Según otro, «el concepto de “cerebro normal” o de “persona normal” no tiene más validez científica objetiva, y no sirve para nada más, que el concepto de “raza superior”».

Tales declaraciones pueden interpretarse caritativamente como un esfuerzo por socavar el estigma del autismo y contrarrestar los sentimientos de vergüenza entre las personas del espectro. Pero también parecen claramente engañosas, especialmente en lo que respecta a las formas más graves de autismo. El propio Bowman se esfuerza por ayudar a los lectores a comprender los desafíos únicos a los que se enfrenta.

Es importante recordar que el trastorno del espectro autista, tal como lo define la American Psychiatric Association [Asociación Estadounidense de Psiquiatría] en su manual de diagnóstico estándar, varía mucho en sus manifestaciones.

En un extremo del espectro están las personas de «mayor funcionamiento» con «menor necesidad de apoyo». En el otro extremo están las personas de «menor funcionamiento» con «mayor necesidad de apoyo», una categoría que abarca discapacidades intelectuales graves (por ejemplo, adultos con una edad mental inferior a cuatro años), graves dificultades con el lenguaje y la comunicación, y patrones de comportamiento autolesivo (morderse, golpearse la cabeza o arrancarse el pelo) que pueden causar daños corporales permanentes.

La mayoría de los padres de niños que sufren de esta forma se sentirían desconcertados por las apelaciones benignas a la «neurodiversidad». Están agradecidos por los avances terapéuticos, y no tienen ningún problema en calificar el autismo como un trastorno. Pero no parece que sea una cuestión de que un «bando» tenga razón y el otro esté equivocado. Dadas las grandes variaciones entre las personas que se encuentran dentro del espectro, parece natural que algunos de sus defensores se centren en conseguir diagnósticos precisos y tratamientos eficaces para los trastornos más graves, mientras que otros se centren en hacer frente a los estereotipos y estigmas que frenan a algunos autistas.

Debilidad perfeccionada

La fe cristiana desempeña un papel central (si no exclusivo) en la historia de Bowman. Aunque puede relatar numerosos episodios en los que se sintió estigmatizado en la iglesia a causa de su autismo, no duda en afirmar, con Pablo, que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).

Sin embargo, la perspectiva cristiana sobre el sufrimiento y la debilidad humanos contiene riquezas que ni los puntos de vista neurodiversos ni los neurotípicos pueden igualar por sí mismos. La Escritura nos dice que Cristo vino «no para los sanos», sino para «los enfermos» (Lucas 5:31). Prometió descanso a «todos los que están cansados y agobiados» (Mateo 11:28). Jesús declaró que los «pobres de espíritu» son bienaventurados (Mateo 5:3), porque en su reino «muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros» (Marcos 10:31).

Esta inversión de los valores ancla la idea cristiana de la redención. En Cristo, todas nuestras debilidades comparativas se convierten en ocasiones para que su gloria brille aún más, y se nos invita a reinterpretarlas a la luz de su muerte y resurrección. Esto significa que, como cristianos, no negamos la debilidad, y aceptamos que lo normal incluye ciertas capacidades físicas, mentales y emocionales. Sin embargo, también estamos llamados a protestar cuando se privilegia a las personas con estos rasgos por encima de las que no los tienen, especialmente cuando ese tipo de jerarquía se manifiesta dentro de la iglesia. Y estamos llamados a seguir el ejemplo de Dios de elevar lo bajo y lo menospreciado. Como nos recuerda Pablo, «Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos» (1 Corintios 1:27).

Es fácil entender que algunos tengan la tentación de negar sus discapacidades y trastornos, o de disfrazarlos como formas diferentes del bien. Pero verlas desde el punto de vista de Dios nos ayuda a apreciar tanto las cargas reales que imponen como la gloria que revelan.

Aceptar nuestras discapacidades y trastornos lleva tiempo, quizá incluso toda la vida. Y requiere abundante amor y apoyo de los demás. Para mí, aquí es donde el libro de Bowman me envía un mensaje directo y hasta cierto punto incómodo . El hecho de que yo crea que todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios no siempre significa que yo trate a todo el mundo en consecuencia, ni que busque relaciones teniendo en cuenta esta verdad. Me da un poco de vergüenza decir que, a pesar de mi formación psicológica (o tal vez a causa de ella), nunca he considerado realmente el valor de comprender el mundo que habitan los autistas.

Por ello, siento un sentimiento de gratitud hacia Bowman por atraer a este lector neurotípico a su mundo y desafiar algunas de mis ideas preconcebidas. Gracias a su libro, tengo la esperanza de que la próxima vez que me encuentre con un autista, seré un poco más curioso, conectado y compasivo.

Eric L. Johnson es profesor de psicología cristiana en la Universidad Bautista de Houston.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Falleció la reina Isabel II, monarca británica que puso su confianza en Dios

Durante sus siete décadas de reinado, habló regularmente de la importancia de su fe personal.

Christianity Today September 8, 2022
Joe Giddens - by WPA Pool/Getty Images / edits by Mallory Rentsch

La reina Isabel II, la monarca más longeva de la historia británica, falleció a los 96 años [enlaces en inglés].

A lo largo de su reinado sin precedentes, la reina Isabel II habló con frecuencia de su fe cristiana personal. Cuando pronunció su primer discurso de Navidad en 1952 —una tradición iniciada por su abuelo, el rey Jorge V—, la reina pidió oración por su coronación que tendría lugar poco después.

«Quisiera pedirles a todos, sea cual sea su religión, que oren por mí en ese día», dijo, «para que Dios me dé sabiduría y fuerza para cumplir las solemnes promesas que haré, y para que pueda servirle fielmente a Él y a ustedes, todos los días de mi vida».

Como una de las líderes más conocidas y célebres del mundo durante más de siete décadas después de esa Navidad, la reina demostró cómo es posible mantener una fe cristiana personal, privada, inclusiva y compasiva mientras se sirve en un papel público y global que recibe un intenso escrutinio de prácticamente todos los sectores.

La reina Isabel II heredó responsabilidades religiosas como defensora de la fe y gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra, títulos conferidos al monarca británico reinante desde que Enrique VIII renunció al papado en 1534. En su coronación en 1953, Su Majestad juró «mantener y preservar la inviolabilidad del establecimiento de la Iglesia de Inglaterra, así como su doctrina, culto, disciplina y gobierno, tal y como la ley lo establece en Inglaterra».

Entre sus funciones estaba el nombramiento de arzobispos, obispos y decanos de la Iglesia de Inglaterra con la asesoría del primer ministro. En 1970, se convirtió en la primera soberana en inaugurar y dirigirse en persona al sínodo general de la Iglesia, práctica que continuó cada cinco años tras las elecciones diocesanas.

Tres semanas después de su coronación, la reina mantuvo el precedente histórico y juró sostener la Iglesia de Escocia, haciendo honor a su deber de «preservar el asentamiento de la verdadera religión protestante tal y como lo establecen las leyes hechas en Escocia». La Iglesia de Escocia es presbiteriana y solo reconoce a Jesucristo como «Rey y Cabeza de la Iglesia», por lo que la reina carece de título oficial y de participación como miembro regular.

Más que una tradición

Sin embargo, la fe de la reina era más que el producto de una deferencia cortés a la tradición histórica. A lo largo de su reinado, expresó la importancia de su fe y la recomendó a sus súbditos.

«Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios constituyen el marco en el que trato de conducir mi vida», dijo en el año 2000. «Yo, al igual que muchos de ustedes, he obtenido un gran consuelo en tiempos difíciles de las palabras y el ejemplo de Cristo».

En 2002, la reina sufrió un doloroso año de pérdidas personales cuando fallecieron su hermana, la princesa Margarita, y la Reina Madre. En su discurso anual de Navidad de ese año, habló de cómo su fe la había sostenido.

«Sé cuánto confío en mi propia fe para que me guíe en los buenos y en los malos momentos», dijo. «Cada día es un nuevo comienzo. Sé que la única manera de vivir mi vida es tratar de hacer lo que es correcto, tener una visión a largo plazo, dar lo mejor de mí en todo lo que ocurra en el día, y poner mi confianza en Dios».

La reina extendió constantemente su influencia para reconocer y celebrar la diversidad religiosa y la tolerancia en Reino Unido, la Mancomunidad de Naciones y en todo el mundo. Los mensajes de Su Majestad en Navidad y en el día de la Mancomunidad a menudo abordaron el tema de la armonía interconfesional y la tolerancia respetuosa. Líderes de diversas religiones y denominaciones asistieron regularmente a las ceremonias reales, incluidas las bodas y los servicios de acción de gracias, por invitación de la reina y su esposo, el duque de Edimburgo.

Para celebrar su Jubileo de Diamantes en 2012, la reina asistió a una recepción multiconfesional en el placio de Lambeth, presidida por el Arzobispo de Canterbury, en la que participaron los líderes de ocho confesiones de Reino Unido, entre ellas el budismo, el judaísmo, el islam y el hinduismo. En este acto, la reina dijo: «La fe desempeña un papel fundamental en la identidad de millones de personas, ya que proporciona no solo un sistema de creencias, sino también un sentido de pertenencia. Puede actuar como impulso para la acción social. De hecho, los grupos religiosos tienen un significativo historial de asistencia a los más necesitados, como los enfermos, los ancianos, los solitarios y los desamparados. Nos recuerdan las responsabilidades que tenemos más allá de nosotros mismos».

Los esfuerzos de la reina fueron reconocidos en 2007 por Three-Faiths Forum, una organización dedicada a fomentar relaciones tolerantes y duraderas entre personas de todas las confesiones y creencias. Esta organización concedió a Su Majestad el Sternberg Interfaith Gold Medallion, el cual es otorgado a personas que han contribuido a promover la paz y la tolerancia entre personas de distintos credos.

Heredera presuntiva

Nacida el 21 de abril de 1926, Isabel Alejandra María Windsor fue la primogénita de los duques de York y la primera nieta del monarca reinante, el rey Jorge V, quien al parecer estaba encantado con la niña, atenta y bien educada, conocida por la familia como Lilibet. El padre de Isabel accedió al trono en 1936 con el nombre rey Jorge VI cuando su hermano, el rey Eduardo VIII, abdicó para casarse con Wallis Simpson, que estaba divorciada.

Como heredera presuntiva, Isabel recibió clases privadas y sirvió en el Servicio Territorial Auxiliar durante la Segunda Guerra Mundial. En 1947 se casó con Felipe Mountbatten, de linaje real griego y danés. Su unión duró 73 años, hasta el fallecimiento del último en 2021, y tuvieron cuatro hijos: Carlos, príncipe de Gales y heredero natural, Ana, princesa real, Andrés, duque de York, y Eduardo, conde de Wessex. Además de sus hijos, a la reina le sobreviven ocho nietos y doce bisnietos.

Desde el principio de su reinado, la reina citó constantemente referencias de las Escrituras, especialmente en sus transmisiones anuales de Navidad.

«¿A qué mayor inspiración y consejo podemos recurrir», preguntó, «que a la verdad imperecedera que se encuentra en esta casa del tesoro, que es la Biblia?».

En su discurso de 2016, Su Majestad explicó: «Miles de millones de personas hoy siguen las enseñanzas de Cristo y encuentran en Él la luz que guía sus vidas. Yo soy una de ellas porque el ejemplo de Cristo me ayuda a ver el valor de hacer obras pequeñas con gran amor, sin importar quién las haga o cuál sea su confesión de fe».

Su relación con Billy Graham

Su amigo y confidente Billy Graham dio fe del amor de la reina por la Biblia, así como de la fuerza y profundidad de su fe cristiana, en su autobiografía, Just As I Am.

«Nadie en Gran Bretaña ha sido más cordial con nosotros que Su Majestad la reina Isabel II», escribió Graham. «Casi todas las ocasiones en las que he estado con ella han sido en un entorno cálido e informal, como un almuerzo o una cena, ya sea a solas o con algunos miembros de la familia u otros amigos cercanos».

Rara vez divulgaban sus encuentros o usaban su amistad en términos profesionales, pero ambos disfrutaron de una amistad que perduró durante más de 60 años hasta el fallecimiento de Graham en 2018. Él escribió: «Siempre la noté muy interesada en la Biblia y su mensaje».

El amor de la reina por la Biblia y su mensaje del Evangelio la llevó a participar en la publicación de un libro especial en conmemoración de su cumpleaños número noventa. Titulado The Servant Queen and the King She Serves [La reina sirviente y el Rey a quien sirve] y escrito en coautoría por Catherine Butcher y Mark Greene, esta descripción de la fe cristiana de Su Majestad fue publicada por la Sociedad Bíblica Británica, para la cual la reina desempeñaba la función de patrona, junto con las entidades HOPE y el London Institute for Contemporary Christianity (Instituto de Londres para el Cristianismo Contemporáneo, LICC por sus siglas en inglés).

Su Majestad escribió personalmente el prólogo, en el cual agradece a los lectores sus oraciones y buenos deseos. «He estado —y sigo estando— muy agradecida con … Dios por su amor inagotable. Ciertamente he visto su fidelidad», escribió.

El libro fue distribuido en miles de iglesias de todo Reino Unido y en muchos países de la Mancomunidad antes del cumpleaños de la reina en 2016. El libro fue tan popular que Sociedad Bíblica tuvo que imprimir 150 000 ejemplares adicionales para cubrir la demanda.

Cumpliendo su juramento

Parte princesa y parte papa, tutora y bisabuela, diplomática y discípula, la reina se caracterizó siempre por una serenidad perseverante mientras estabilizaba a su nación y a la Mancomunidad durante periodos tumultuosos de cambios históricos y avances tecnológicos.

«En definitiva, la monarquía señala más allá de sí misma a la majestad de Dios», escribió Ian Bradley, profesor de la Facultad de Divinidad de la University of St Andrews. «[La monarquía] promueve las facultades humanas de reverencia, lealtad y adoración, todas ellas dadas por Dios. Recibe su verdadera aprobación y autoridad desde lo alto y no desde abajo».

La reina Isabel II fue una monarca con todas esas características. Mientras tendía un puente entre los siglos XX y XXI, entre la modernidad y la postmodernidad, Su Majestad reconoció su fe personal en Dios y su creencia en Cristo como su ancla en medio de las muchas tormentas por las que atravesó, ya fueran públicas o privadas. Incluso hasta el momento final cumplió sus sagrados votos de coronación delante de Dios, viviendo con fidelidad y sirviendo a los que le fueron confiados.

Dudley Delffs es autor de The Faith of Queen Elizabeth.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Grupo de misioneros compra yate de lujo

Y otras noticias breves de los cristianos de todo el mundo.

Christianity Today September 1, 2022
Imagen de yate cortesía de GBA Ships

La primera línea de cruceros modernos que se centró principalmente en Asia ha cerrado tras las dificultades financieras provocadas por la pandemia de la COVID-19, y ha vendido el último de su flota de yates de lujo a una organización misionera alemana. Los demás barcos de la línea Star Cruises, la cual pertenece a la empresa Genting Hong Kong, fueron vendidos para su desguace. Pero el Taipan, atracado en Malasia, fue adquirido por GBA Ships (anteriormente conocida como Gute Bücher für Alle [Libros buenos para todos]), que opera en colaboración con Operación Movilización (OM). GBA Ships visita entre 15 y 18 ciudades portuarias al año, y proporciona asistencia y acceso a libros cristianos. Se espera que la restauración del yate de 31 años y de 85.5 metros de longitud dure entre 12 y 18 meses. Será rebautizado como Doulos Hope.

China: Cristiano escapa campo de internamiento

Un cristiano de 43 años que estuvo detenido en los campos de internamiento de Xinjiang junto a dos docenas de uigures musulmanes ha escapado del país, y ha llegado a Estados Unidos con su esposa y su hijo. Ovalbek Turdakun, de la etnia kirguís y que trabajaba como traductor de kirguís a mandarín, se convirtió en objetivo del brutal programa de asimilación del gobierno chino después de que se casara con una nativa de Kirguistán. Fue detenido durante 10 meses y luego fue liberado repentinamente. La familia huyó a Estados Unidos con la ayuda de un investigador miembro de la Fundación Memorial de las Víctimas del Comunismo, de un canadiense experto en vigilancia, de un analista de la consultora McKinsey, de una familia de cristianos estadounidenses y del fundador de China Aid, Bob Fu. Abogados de derechos humanos presentarán el relato de primera mano de Ovalvek Turdakun sobre la represión del gobierno chino ante la Corte Penal Internacional.

Australia: Récord de bautismos en levantamiento de cruz

Un récord de 130 aborígenes fueron bautizados por los ancianos de familias y los líderes tribales en una ceremonia del levantamiento de la cruz realizada en la Tierra de Arnhem Occidental, en el extremo noreste del Territorio del Norte de Australia. El levantamiento de la cruz se ha convertido en algo significativo para los cristianos de los pueblos originarios, ya que es considerada como un momento para renovar un pacto entre la tierra y Dios, y para preparar a la gente para la inmersión. La práctica se remonta al movimiento de relocalización de los años setenta, cuando muchas familias aborígenes regresaron a sus tierras ancestrales.

Ghana: Iglesias plantan árboles

La organización cristiana de ayuda humanitaria Compassion International y 17 iglesias se unieron para plantar 4000 árboles a fin de combatir los efectos del cambio climático. El grupo espera plantar 15 000 árboles más de acacia, moringa, aguacate (palta) y otras especies en veinte puntos del país. Abraham Satunia, un líder de las Asambleas de Dios, dijo que la quema de combustibles fósiles ha alterado el orden medioambiental, y que se ha convertido en una amenaza para la vida humana. La temperatura media anual en Ghana ha subido un grado centígrado desde 1960, según el Banco Mundial, y ahora hay unos 48 días más de calor y 12 más de frío cada año. Se prevé que el decurso del cambio climático aumente la temperatura media anual entre uno y tres grados para 2060, lo que provocaría una disminución del 20 por ciento de las lluvias y causaría sequías cíclicas.

Nigeria: Se discute causa de muerte de cantante de gospel

La cantante de gospel Osinachi Nwachukwu falleció repentinamente a los 42 años, y su familia discrepa sobre la causa de su muerte. Su marido y mánager, Peter Nwachukwu, dijo que sufría en secreto de cáncer de garganta. Sus cuatro hijos, sin embargo, dijeron a la policía que era víctima de violencia doméstica. Actualmente Peter Nwachukwu está en la cárcel, enfrentándose a 23 cargos de violencia doméstica y «homicidio culposo». El éxito «Ekwueme» de Osinachi Nwachukwu, una de las cantantes de gospel más conocidas de Nigeria, tiene 77 millones de visitas en YouTube.

Noruega: Cruz iluminada genera conflicto entre vecinos

Un hombre de 72 años afirma que la cruz iluminada de una iglesia evangélica luterana representa un riesgo para la salud porque puede «reabrir viejas heridas» para las personas que asistieron a las escuelas de aquella iglesia entre 1955 y 1990. La Sociedad de la Iglesia Evangélica Luterana, una pequeña denominación con unos 3300 miembros, ha pedido disculpas por los castigos corporales que se realizaban en sus escuelas, y afirmó que ese asunto no tiene nada que ver con la cruz de la iglesia de Skien, que fue construida en 2021.

Italia: Andy Warhol atrae romanos a la iglesia

Una iglesia evangélica en Italia atrajo a cientos de visitantes al exponer una obra menor del difunto artista pop Andy Warhol. La iglesia, Chiesa Evangelica Breccia di Roma, ofreció su espacio para una exposición de arte titulada «Prints & Multiples» como una forma de amar a sus vecinos y atraer la atención de sus vecinos a la activa congregación evangélica que opera en el corazón de Roma. La serigrafía de flores de Warhol —firmada en el reverso con un sello que dice: «Coloque su propia firma», seguido de una línea en blanco— fue vendida en una subasta por unos 10 000 dólares.

República Dominicana: Obispo pentecostal solicita revisión de ley de privacidad de la iglesia

El líder de las iglesias pentecostales de República Dominicana pidió al poder legislativo que expertos de su congregación revisen un proyecto de ley sobre el derecho a la privacidad, el honor, el buen nombre y la imagen. El obispo Reynaldo Franco Aquino dijo que el proyecto de ley no ha sido sometido a una examinación pública adecuada, «por lo que se ha desatado una polémica que parece no tener fin». La legislación propuesta, a la que se oponen los defensores de la libertad de prensa, facilitaría las demandas por difamación. No está claro si se aplicará también a los usuarios y plataformas de redes sociales.

Estados Unidos: Pocas mujeres dirigen iglesias bautistas igualitarias

Las mujeres ordenadas que ocupan puestos de liderazgo representan solo un 7 % de las iglesias de la Cooperative Baptist Fellowship, que se separó de los bautistas del sur en 2002 debido a la discusión acerca de las mujeres y sus cargos en el ministerio. Un estudio presentado en la asamblea general de 2022 mostró que el número total de mujeres en puestos de liderazgo o copastorado en las 1400 congregaciones de la denominación ha disminuido desde 2015. Las mujeres que participaron en el estudio dijeron que se enfrentaron a obstáculos como normas más estrictas, salarios más bajos, acoso sexual, preguntas inapropiadas en las entrevistas y que los hombres obtuvieran crédito por su trabajo. «Después de compartir mi primer sermón», dijo una pastora bautista, «un congregante le preguntó a mi esposo si él lo había escrito por mí».

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Huyeron de Ucrania. Y Ucrania los siguió

Tras escapar de los misiles rusos, algunos creyentes exiliados han encontrado un nuevo propósito al ayudar a los refugiados.

Izquierda: Un cohete incrustado en el asfalto de una carretera rural entre las poblaciones de Piskivka y Kukhari, al noroeste de Kyiv [Kiev]. Derecha: Pasajeros esperando el tren en una estación abarrotada en Lviv [Leópolis], Ucrania.

Izquierda: Un cohete incrustado en el asfalto de una carretera rural entre las poblaciones de Piskivka y Kukhari, al noroeste de Kyiv [Kiev]. Derecha: Pasajeros esperando el tren en una estación abarrotada en Lviv [Leópolis], Ucrania.

Christianity Today August 31, 2022
Fotografías por Joel Carillet

Eran las 2:30 de la madrugada del 24 de febrero cuando Maksym Maliuta se quedó por fin dormido. Aquella noche había estado discutiendo con un compañero de clase que restaba importancia a las advertencias de una invasión de Ucrania por parte de Rusia diciendo que eran simplemente «pánico de los medios occidentales». No, insistió Maksym, las señales eran evidentes: Vladimir Putin estaba preparando una gran operación militar.

Maksym había dormido apenas dos horas cuando sonó el teléfono. Su primo llamó para decirle que llovían los ataques aéreos rusos sobre las ciudades de toda Ucrania. Maksym buscó en internet y encontró un video de misiles haciendo explosión en Kharkiv [Járkov], la segunda ciudad más grande de Ucrania. Luego fue a la habitación de sus padres para despertarlos y contarles la noticia: Putin estaba atacando su país.

Cuando Maksym fue hasta el cuarto de baño para lavarse, el impacto finalmente lo golpeó de lleno en la cara y comenzó a temblar. La posibilidad de una invasión rusa se había cernido sobre su conciencia desde que tenía diez años, cuando Rusia se anexionó Crimea en 2014. Y, aun así, le parecía irreal que estuviera pasando, «como una pesadilla que finalmente se hizo realidad».

Debería haber sido un alivio que los Maliuta se encontraran, de hecho, a medio continente de distancia de su hogar en Kyiv [Kiev].

El padre de Maksym, Ruslan, trabaja para un ministerio evangélico internacional, y siempre que gente fuera de Ucrania le preguntaba lo que pensaba al respecto, Ruslan respondía: «La guerra es posible, pero poco probable».

Sin embargo, a mediados de enero, mientras estaba en una caminata de oración, Ruslan comenzó a preguntarse si, como padre de cinco hijos, debía preparar un plan de evacuación, solo por si acaso. Se puso en contacto con un amigo que tiene un chalet en las montañas suizas. Ese amigo le ofreció el chalet como refugio temporal para su familia, pero le aconsejó: «Si yo fuera tú, pensaría en venir pronto».

Hasta entonces, la idea de dejar Ucrania había sido hipotética. Pero, según Ruslan y su esposa Anya oraban, sintieron una inquietante sensación de que no debían esperar. Tenían que irse pronto.

A los pocos días los Maliuta amontonaron sus pertenencias en la furgoneta familiar y se dirigieron a Suiza con sentimientos encontrados. Ruslan no estaba seguro de qué esperar: podía ser que regresaran a casa al cabo de un mes o que no volvieran a verla nunca más. Anya esperaba regresar en dos semanas.

Maksym, su hijo mayor, con dieciocho años, era el más pesimista: él temía que la guerra estallara en cualquier momento, que las bombas golpearan Ucrania antes incluso de haber salido del país. Cuando finalmente cruzaron la frontera húngara, sintieron alivio, y después tristeza. «Tenía la fuerte sensación de que no íbamos a regresar a casa por mucho tiempo», dijo Maskym.

Ruslan Maliuta (derecha) y su hijo Maksym (izquierda) visitando el refugio en la Iglesia Bautista de Chełm de Polonia.Fotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Ruslan Maliuta (derecha) y su hijo Maksym (izquierda) visitando el refugio en la Iglesia Bautista de Chełm de Polonia.

Un mes después, cuando la invasión comenzó, los Maliuta se habían mudado temporalmente a un piso de alquiler al sur de Francia debido a un conflicto de fechas en el chalet. Habían convertido su estancia en unas minivacaciones al lado del mar, donde hacían excursiones y paseaban por la playa. Pero, desde casi tres mil kilómetros de distancia, llegó la noticia de la guerra como una nube de tormenta que absorbió la belleza y la calidez de la costa francesa.

Durante horas, Ruslan y Maksym estuvieron clavados frente a sus dispositivos, viendo cómo su país se convertía en humo y escombros. Parecía surreal. Ruslan reconoció un edificio que había sido destrozado por un misil: estaba a poca distancia del hospital donde habían nacido sus cinco hijos. Un amigo los llamó para contarles que estaba huyendo de Kyiv con su esposa y su hijo, sin tener ni idea de a dónde iban. Cuando un camión de la basura se detuvo cerca de su casa haciendo un gran ruido, Ruslan saltó de miedo.

Cuando finalmente la familia salió a pasear para tomarse un descanso de las noticias, Ruslan observó a las personas felices en la playa, sin comprender nada, sintiendo que miraba la vida a través de una pantalla. «Teníamos la clara convicción de que la vida había cambiado».

Para decenas de millones de ucranianos, el 24 de febrero partía el tiempo en dos eras: antes y después. Para Ruslan y Maksym, las semanas que siguieron parecieron una pesadilla sin fin. Pero la familia tenía que tomar una decisión: ¿cómo iban a responder? ¿En quiénes se convertirían en esta nueva era?

Ruslan recordó a Viktor Frankl, psiquiatra y superviviente del Holocausto, que una vez dijo que aquellos que encontraban significado y propósito eran capaces de sobrevivir los horrores de los campos de concentración, mientras que, tanto los que se aferraban a un optimismo irreal como los que se entregaban a la desesperación, estaban condenados.

«Estamos viviendo una época de grandes cambios», dice Ruslan. «No sabemos lo que vendrá, pero tenemos que estar preparados en nuestra relación con Dios, nuestras prioridades y las cosas fundamentales: comprender quiénes somos, y lo que significa estar preparados para lo que venga».

Nadie está nunca completamente preparado para la guerra, ni siquiera los que toman precauciones.

Sobre el papel, Julia Sachenko estaba más preparada que la mayoría. Ella lidera la rama ucraniana de A21, una organización global contra el tráfico de personas. Debido a que Sachenko y su equipo trabajan para un grupo internacional, al equipo de seguridad de A21 le preocupaba que, si los rusos ocupaban Ucrania, pudieran argumentar sospechas de que Sachenko y su equipo fueran espías. A21 aconsejó al equipo de Sachenko, incluyendo a sus cónyuges e hijos, que salieran de Kyiv y se reubicaran en una casa de campo a 25 millas (40 km) de la capital.

El 12 de febrero todo el personal se mudó a esa casa y comenzaron a trabajar juntos sin saber qué esperar. Cuando no parecía que algo fuera a suceder, se pusieron nerviosos, echando de menos sus hogares. Sachenko los convenció de quedarse hasta el 25 de febrero. Pero el día 24, las tropas rusas entraron en Ucrania.

Sachenko y su equipo empacaron rápidamente. Ella tenía dos maletas: una llena de ropa para ella y sus hijos; la otra, llena de documentos del trabajo. Su marido la ayudó a llevar a sus dos hijos, de cuatro y seis años, hasta su Volkswagen Tiguan. Veían los misiles volar sobre sus cabezas. Se despidieron con un beso. Ya habían acordado que, si pasaba algo, él, como pastor en Kyiv, se quedaría con su congregación, mientras Sachenko llevaría a los niños a la seguridad de Polonia.

Frente a sus hijos, Sachenko intentó fingir que se trataba de una aventura en carretera. Pero apenas podía ver el camino a través de las lágrimas. Un miembro de su equipo que iba con ella en el vehículo leía el Salmo 91 una y otra vez: «Yo le digo al Señor: “Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío”».

Personas cruzando hacia Polonia desde Ucrania en la frontera de Medyka, Polonia.Fotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Personas cruzando hacia Polonia desde Ucrania en la frontera de Medyka, Polonia.

Más de seis millones de refugiados [enlaces en inglés] han huido de Ucrania, mientras que más de siete millones se han desplazado internamente —alrededor de una cuarta parte de la población entera del país—, una escala de sufrimiento humano y desplazamiento forzado que, según Naciones Unidas, «excede en gran manera el peor escenario planeado».

Sachenko es una entre los más de tres millones de refugiados que han cruzado la frontera hacia Polonia, un país de 38 millones de personas donde los refugiados ucranianos pueden obtener permiso de trabajo, seguridad social gratuita, escuelas y ayudas para familias con hijos. La gran mayoría de ellos son mujeres y niños que llegan traumatizados, sin pertenencias y sin empleo. Muchos dicen que planean regresar a casa. Pero, aunque la guerra terminara hoy, a algunos les llevaría meses y años regresar mientras Ucrania reconstruye su economía y su infraestructura, y retiran los campos de minas que fueron esparcidos como confeti por su territorio.

Incluso cuando ha parecido que la guerra amaina —como ocurrió a principios de abril, cuando los militares rusos se retiraron de las regiones del norte para centrar los ataques en el sur y el este—, muchos refugiados dijeron sentirse atrapados como en un limbo. No saben cuándo será seguro regresar a casa ni qué hacer mientras tanto.

Sachenko todavía estaba en el coche cuando se dio cuenta de lo que iba a hacer exactamente durante su exilio.

Les tomó a ella y a su equipo dos días y dos noches pasar el paso fronterizo de Hrushiv a Budomezh. La fila de coches allá era de más de tres kilómetros de largo. Sachenko estimó que avanzaban cincuenta centímetros cada veinte minutos. Aunque sus hijos dormitaban irregularmente en el asiento trasero, ella se pellizcaba a sí misma para seguir despierta en la oscuridad. Hicieron sus necesidades detrás de unos arbustos que hedían a excrementos humanos, y comieron galletas y chocolate hasta que un hombre de la zona les ofreció sopa de remolacha caliente, té y huevos cocidos.

En el puesto fronterizo, Sachenko se sintió sobrecogida por la enorme y caótica multitud, la mayoría mujeres con niños arrastrando maletas y mochilas. La gente se empujaba, los niños lloraban y gritaban, los maridos y padres se despedían abrazando a sus familias mientras los guardias fronterizos alejaban a los hombres ucranianos, la mayoría de los cuales tenían prohibido abandonar su país en caso de que fueran requeridos para luchar.

Sachenko vio a extranjeros en coches privados ofreciendo viajes hacia toda Europa. Después de diez años trabajando contra el tráfico de personas, estaba entrenada para ver las señales de riesgo. Muchos de esos extranjeros actuaban con amabilidad y compasión, ¿pero cuántos serían unos depredadores lanzándose sobre una camada de víctimas desesperadas y vulnerables dispuestas a aceptar cualquier ayuda?

Ella reconoció en ese momento una necesidad crítica: una que su equipo estaba preparado para suplir de manera única. Sachenko y su equipo hablaban ucraniano y comprendían la mentalidad de los refugiados de guerra, puesto que ellos mismos se habían convertido en refugiados. Ahora se encontraban allí, entrando en un país que estaba recibiendo más refugiados ucranianos que ninguno.

Cuando finalmente cruzaron a Polonia, el rostro de quien los recibía no era extraño: el pastor de la Iglesia Zoe de Varsovia los había esperado en la frontera durante dos días en un clima bajo cero. Cuando el equipo de Sachenko llegó a Varsovia, la Iglesia Zoe había reservado habitaciones de hotel para ellos y pronto les conseguiría un apartamento.

La hija de uno de los miembros del equipo había cumplido ocho años mientras cruzaban la frontera, y el hijo de Sachenko había cumplido siete, así que la familia del pastor preparó una tarta de chocolate, regalos y huevitos de chocolate para los niños: un pequeño gesto que puso alegres tanto a los niños como a los adultos.

Pero la mente de Sachenko no podía dejar de pensar en los refugiados vulnerables que no tendrían un equipo de bienvenida esperándolos. Se comprometió a quedarse en Polonia al menos seis meses para hacer lo que pudiera por ayudarlos.

«No creo que Dios nos trajera a Polonia por casualidad», dijo Sachenko a su equipo. «Estamos aquí para un momento como este».

Tenían trabajo que hacer.

«Para un momento como este».

He escuchado esta frase a menudo durante mi reportaje. Puede que la guerra no tenga sentido, pero la respuesta cristiana tiene implicaciones profundas y eternas. «La iglesia siempre ha predicado: “Ama a Dios, ama a las personas”, dice Czeslaw Kusmider, pastor en Przemyśl, Polonia, cuya congregación trabajó contrarreloj para hospedar a más de cuarenta refugiados por noche. «Ahora Dios está diciendo: “Quiero comprobar el amor que dicen que tienen por mí y las personas”. Ya no lo estamos diciendo: lo estamos haciendo».

Los pastores polacos dicen que no saben de ninguna iglesia en Polonia que no esté ayudando de algún modo a los ucranianos. En muchos pueblos las iglesias han sido las primeras en responder: ellas han recogido a los refugiados en la frontera, los han alimentado, vestido y hospedado; han ayudado a inscribir a sus hijos en las escuelas; los han conectado con las iglesias de otras ciudades; han orado por ellos; y los han bautizado. Aunque a muchas iglesias les faltan los recursos de las agencias gubernamentales y los grupos de ayuda internacionales, cuando se alían entre ciudades, países y denominaciones como si fueran una red de ferrocarriles, son capaces de actuar instantáneamente, prestando sus servicios con suavidad y eficacia, sin sentirse abrumados por la burocracia gubernamental.

Muchas iglesias de Polonia tienen congregaciones pequeñas; algunas apenas pueden permitirse un ministro a tiempo completo. La Iglesia Luz de Dios de Lublin, por ejemplo, solo tiene treinta miembros, la mayoría de ellos estudiantes universitarios o recién graduados. Cuando los visité, estaban hospedando a sesenta refugiados por noche en cuatro lugares diferentes.

¿Cómo puede una iglesia de treinta miembros hospedar a un grupo que les dobla el tamaño? Jan Lukasik, de 22 años, sonríe mientras flexiona su brazo: «Tenemos una fe muy fuerte en Dios». Lukasik y su esposa ucraniana, Ania, se casaron en enero. Desde el 24 de febrero el teléfono celular de Ania no ha dejado de sonar con mensajes de refugiados ucranianos. Ella dejó su trabajo como psiquiatra infantil para servirlos a tiempo completo. El día que conocí a los Lukasik en uno de los refugios dirigidos por la iglesia, el teléfono de Ania sonaba cada pocos minutos. «Putin me arrebató a mi esposa», bromeó Jan un poco en serio.

Una familia en un refugio de la Iglesia Luz de Dios en Lublin, PoloniaFotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Una familia en un refugio de la Iglesia Luz de Dios en Lublin, Polonia

La Iglesia de La Luz de Dios tiene reuniones de oración cada tarde en sus cuatro refugios: habitaciones en edificios de oficinas y un apartamento. Los voluntarios comparten el evangelio u ofrecen oraciones siempre que pueden. Ania dijo que al principio le ponía nerviosa que la gente estuviera resentida con Dios, preguntándose por qué Él había permitido que estas cosas horribles sucedieran. Pero nadie lo ha hecho, y nadie ha rechazado el ofrecimiento de oración.

«En momentos de muerte y sufrimiento», dice ella, «Dios es la única esperanza. Vemos todo el mal que nos rodea, pero también vemos a Dios en las personas: gente que no es rica ni poderosa, pero aun así hace todo lo que puede por compartir el amor de Dios».

En toda Polonia las iglesias han doblado su tamaño. «Todo el mundo es creyente ahora», dice Andrii Kokhtiuk, pastor en Ząbki, una ciudad al norte de Varsovia. «Están clamando a Dios. El terreno está maduro para crecer y plantar».

Algunos cristianos sienten que Dios está utilizando a los refugiados ucranianos para bendecir a los polacos. Menos del 0.1 por ciento de la población polaca se identifica como cristiana evangélica, y aunque la mayoría se identifica como católica romana, menos de la mitad asisten regularmente a misa, y muchos ven el catolicismo solo como parte de la cultura polaca.

Mientras tanto, Ucrania ha sido una incubadora de megaiglesias evangélicas, seminarios, organizaciones de beneficencia y misiones desde la década de 1990, después de la disolución de la Unión Soviética. Aunque muchos países europeos se secularizaron, las iglesias ucranianas enviaron miles de misioneros a Rusia, al centro de Asia y Europa. Ahora muchos de estos evangélicos están siendo dispersados en un éxodo masivo desde Ucrania. «Somos misioneros involuntarios para toda Europa», dijo Kokhtiuk.

Jonasz Skrzypkowski, cuyo padre pastorea la Iglesia Bautista de Chełm en la ciudad de Chełm en Polonia, a 15 millas (25 km) al oeste de la frontera con Ucrania, dijo que le sorprendía la fe de los refugiados. Conoció a una pareja de más de sesenta años que cruzó la frontera desde Irpin con sus dos nietas. Se acababan de comprar una casa con los ahorros de toda su vida, pero el fuego de artillería ruso había destrozado esa casa como si fuera una galleta. La pareja no sabía dónde ir. «Pero Dios conoce nuestro camino», dice Skrzypkowski que le dijeron. «Ellos no dejan de decir “Alabado sea el Señor, alabado sea el Señor”. No tienen resentimiento, ni culpan a Dios. ¿Se lo pueden imaginar?».

La Iglesia Bautista de Chełm fue la primera de su zona en abrir un centro para refugiados. El primer día acudieron veinte personas. El segundo, 120. El tercer día y todos los demás de las siguientes semanas, llegaron 200 personas. Al principio, la congregación de 80 miembros estaba inquieta. Ya era bastante difícil pagar las facturas de la iglesia. ¿Cómo podrían pagar los gastos de cientos de refugiados?

«Así que dimos un paso de fe», dice Skrzypkowski. Utilizó su tarjeta de crédito para comprar colchones nuevos. La pequeña iglesia sirvió 350 comidas calientes al día por medio de la ayuda de restaurantes locales y vecinos. Gracias a las donaciones, la iglesia envió cinco camiones a Ucrania llenos de comida y víveres que tenían un valor de 40 000 dólares cada uno. El presupuesto anual total de la iglesia es de 50 000 dólares.

Bancos amontonados en el santuario de la Iglesia Bautista de Chełm para hacer espacio para las camas.Fotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Bancos amontonados en el santuario de la Iglesia Bautista de Chełm para hacer espacio para las camas.

«Dios nos cambió completamente», dijo Henryk, el padre de Jonasz y pastor de la iglesia. «Despertamos de nuestra vida cómoda. Ahora comprendemos de verdad lo que significa ser el cuerpo de Cristo».

El día que conocí a Jonasz, parecía exhausto. Se dejó caer en los escalones frente al púlpito con un quejido. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sentó. Pero también parecía esperanzado. «Oramos para que Dios use al pueblo de Ucrania», dice, «al igual que Dios usó la diáspora judía de Jerusalén para hacernos llegar el evangelio a nosotros».

Los ucranianos me contaron que están sobrecogidos y animados por la efusión de apoyo y compasión de parte de otros países. Cuando Ruslan y Maksym Maliuta viajaron a Polonia para presentarme a las iglesias y ministerios que ayudan a los ucranianos, miraron a su alrededor con asombro. Allá donde mirasen en el Aeropuerto Chopin de Varsovia veían a personas expresando su apoyo a Ucrania, la bandera nacional amarilla y azul, señales y carteles ofreciendo ayuda a los ucranianos y trabajadores sociales con chalecos brillantes hablando ucraniano. Incluso los asistentes de vuelo de su avión polaco se habían colocado la bandera ucraniana en la solapa. «Se sintió un poco como estar en casa», reflexionó Ruslan.

Además de su trabajo diario con un ministerio infantil y juvenil global llamado OneHope, Ruslan lidera un equipo de trabajo especial sobre Ucrania para la Alianza Evangélica Mundial (AEM). Hasta ahora, la AEM está apoyando económicamente a unas veinte denominaciones y redes de iglesias evangélicas en Ucrania, Polonia, Eslovaquia, Moldavia, Rumanía y Hungría, con base en las conexiones de Ruslan. Esa obra, sabe él, habría sido mucho más difícil, o incluso imposible, si siguieran en Ucrania, preocupados por la supervivencia de su familia bajo el asedio.

Cuando nos encontramos en Polonia, en marzo, estaba allá oficialmente para la AEM. Pero él y Maksym también tenían objetivos personales: anhelaban algo de alivio de su sensación de impotencia y lejanía. «Todo el mundo —todos los ucranianos que no están en Ucrania— sienten la culpabilidad del superviviente», me contó Maksym. «Sientes que todo tu país está sufriendo, y tú no estás ahí».

A lo largo del viaje, lo vi revisar constantemente diversos canales de la aplicación de mensajería Telegram, leyendo silenciosamente acerca de un hospital y una escuela en Mariupol que fueron bombardeados, y acerca del superviviente del Holocausto de 96 años de edad que fue asesinado en Kharkiv [Járkov]. Absorbió la información sintiéndose un tanto insensible. Lógicamente, comprende las calamidades de la guerra, pero la realidad no lo impactó sino hasta que se encontró de pie en un almacén de suministros de emergencia para zonas de guerra en Ucrania.

Allí, los voluntarios que llevaban chalecos amarillos que decían: «Ora por Ucrania» empaquetaban suministros médicos y kits de primeros auxilios que irían para los soldados ucranianos del frente de guerra. Usaban maquinaria para cargar palés de carne enlatada, aceite para cocinar, trigo sarraceno, harina, azúcar y pañales en camiones de tres metros. Casi todos estos voluntarios eran ucranianos, muchos refugiados. Ahí fue cuando Maksym comprendió la magnitud de la guerra: toda esta comida era para personas reales. Para su gente.

Cuando estalló la guerra, la Iglesia Pentecostal para Ucrania en Varsovia, una iglesia de inmigrantes ucranianos, recibió tantas donaciones de la gente local y de otras iglesias en Europa que las cajas y los embalajes se esparcían por todo el espacio del local alquilado de la iglesia. Antes de llegar a enviar un solo camión a Ucrania, Oleksandr Demianenko, el pastor, sabía que tendrían que alquilar un almacén.

Ese almacén es ahora un bullicioso centro de reunión de ucranianos de todas partes del mundo. Refugiados, misioneros, ministros y voluntarios de Ucrania, Norteamérica, Estonia, los Países Bajos y España: una diáspora antes esparcida ahora se congrega en este edificio de Varsovia por medio de una identidad, una fe y una misión comunes.

Los primeros días de la guerra, las oraciones de Demianenko consistieron en gran medida en lágrimas. Lloró durante tres días bajo el peso de la muerte, el sufrimiento y la desesperanza. Canceló los servicios regulares de la iglesia y llamó a su congregación a orar. Era tiempo de prepararse para la acción.

Desde el 24 de febrero, los teléfonos celulares de los miembros de la iglesia no han dejado de sonar con llamadas y mensajes de iglesias de Ucrania pidiendo ayuda. «Ni siquiera podía ir al baño», me dijo un diácono. Ha calculado que ha recibido más de cinco mil mensajes en un mes.

Oleksandr Demianenko ora antes de una comida en su almacén de VarsoviaFotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Oleksandr Demianenko ora antes de una comida en su almacén de Varsovia

La iglesia desarrolló rápidamente un sistema logístico para su almacén. Hicieron un equipo de coordinación. Mantuvieron una lista con las solicitudes que recibían de los líderes de las iglesias, misma que se movía rápidamente mientras respondían a las necesidades enviando víveres y organizando transportes para evacuación. Calcularon el costo de cada camión lleno de suministros y lo redujeron pidiendo los productos directamente a las fábricas. También movilizaron una red de iglesias desde Europa hasta Norteamérica para que enviaran donaciones y víveres al almacén, proporcionaran transporte para las evacuaciones y ofrecieran cobijo a los refugiados. La mayoría de los días, Demianenko está en el almacén desde la mañana hasta la medianoche, reuniéndose con líderes de iglesia y coordinando las rutas de cada día para los camiones de reparto.

«Nunca habíamos visto nada así», dice. «Antes, cada cual peleaba por su propio pan. Ahora, todo el mundo se pelea por dar pan». Esto, declara él, «es extraordinario y sobrenatural. Esto es Dios». Su rostro se ilumina mientras ofrece una gran sonrisa. «Y solo es el comienzo. Seremos diferentes después de esto. Cambiaremos», se golpea el corazón, «aquí».

Demianenko dice que cree que Dios lo llamó a Polonia en preparación para esta crisis. «Yo no me quería mudar a Polonia», recuerda. Estaba cómodo en Ucrania. Era propietario de una casa, tenía un buen ministerio, tres niños pequeños y una esposa que tampoco se querían mudar a Polonia. «Pero Dios me dijo: “Tú no lo entenderás ahora, pero en su momento lo entenderás”. Todo lo que sabía era que teníamos que prepararnos para algo».

Eso fue hace cinco años. Demianenko plantó una iglesia en Varsovia, y después otras 17 más por toda Polonia. Para cuando comenzó la guerra, toda esta red de iglesias «se volvieron hacia el lado correcto», dice Demianenko. «Estábamos preparados porque ya estábamos muy bien conectados».

Pero deja claro que la misión original de su iglesia no ha cambiado: «Seguiremos a Jesucristo. Difundiremos el evangelio hasta que Cristo regrese. Cumpliremos la voluntad de Dios. Amaremos a nuestros enemigos… incluso a los rusos».

Los recordatorios diarios de la guerra perforan la vibrante energía del almacén. El día que conocí a Demianenko le acababan de informar que las fuerzas rusas supuestamente habían bombardeado los camiones que habían salido de su almacén cerca de Borodyanka, al noroeste de Kiev. Un conductor murió; otro estaba herido y finalmente murió después en el hospital, me dijo. Un refugiado, voluntario en el almacén, hacía poco había recibido la noticia de sus familiares en Mariupol: su sobrino había salido para buscar comida para bebés y aparentemente se había cruzado con la artillería rusa. Su familia recogió las partes de su cuerpo y lo enterró en el patio de la casa.

Estas historias y los titulares incesantes golpearon de lleno a los Maliuta cuando recibieron una llamada de un familiar a finales de abril: una prima de la esposa de Ruslan, Anya, había muerto en Mariupol, quizá tras derrumbarse un edificio. También habían muerto dos de los hijos de ella tras recibir disparos de los soldados rusos, según los informes.

Cuando la gente discute sobre los pros y contras de forzar una zona de exclusión aérea o de aplicar sanciones desde Occidente, Ruslan sacude la cabeza: «A mí ya me dan igual las discusiones teóricas».

Cuando se mueve por los sofisticados rascacielos y los gigantes centros comerciales de estilo occidental en Varsovia, Ruslan recuerda lo que su país ha perdido: «Esta podría haber sido Ucrania dentro de unos años».

En la Estación Central de Ferrocarril de Varsovia, Ruslan permanece quieto durante mucho tiempo en un balcón del segundo piso, mirando a las masas de refugiados necesitados. La estación de tren solía evocar la anticipación de la aventura y las vacaciones. «Pero aquí puedes sentir la aprehensión», dice Ruslan. «Ninguno de ellos está aquí por gusto».

Sus necesidades son cruciales y a largo plazo, lo que hace que a algunos les preocupe cómo responderá la sociedad polaca, que ya cruje bajo el peso de casi tres millones de refugiados en el país.

«No soy demasiado optimista», dice el obispo Marek Kaminski, que lidera la Iglesia Pentecostal de Polonia, una denominación de 275 iglesias.

Kaminski fue muy claro al expresar su opinión acerca del apoyo a los refugiados en 2015 durante la crisis de migración, cuando Polonia, junto con Hungría, cerraron sus fronteras a los refugiados que venían de África y Oriente Medio. Las encuestas de opinión mostraban entonces que unas tres cuartas de la población polaca desaprobaban recibir a los refugiados. Hoy están respondiendo de manera muy diferente con los ucranianos, con quienes comparten una cultura, un lenguaje y un trasfondo similares. Actualmente, gran parte de la población polaca y de los líderes se sienten «movidos a compasión», señala Kaminski, pero ¿qué ocurrirá cuando las buenas emociones desaparezcan?

«En un nivel personal y como sociedad, queremos amar a nuestros invitados, pero nuestras vidas han cambiado tanto que no queremos que suceda». Aun así, el evangelio llama a los cristianos a una clase diferente de vida, dice.

En enero, Kaminski predicó un sermón llamando a su iglesia a convertirse en una «iglesia apostólica». Animaba a las iglesias de Polonia a orar globalmente. «Es el momento de que dejemos de preocuparnos solo de nosotros mismos. Es el momento de mirar a otras personas». No se dio cuenta de que estaba siendo profético. Y añadió: «Ahora, dos meses después, todo el mundo está orando por Ucrania. Dos meses después, se han formado millones de relaciones entre las naciones… Nos convertimos en una iglesia apostólica. Esta es nuestra misión apostólica».

En Varsovia, Julia Sachenko también está ocupada con una misión: y su vida ha cambiado para ser algo que ella nunca quiso. Funcionalmente, es una madre soltera, una refugiada que lidera campañas internacionales para la concienciación y la prevención del tráfico de personas para los refugiados ucranianos. A veces, en medio del día, Sachenko se sobresalta con una dosis de surrealismo: ¿Se trata de un sueño? ¿Realmente estoy en Varsovia, separada de mi marido porque mi país está en guerra, mientras hay gente que está muriendo y siendo traficada?

A veces, Sachenko solo quiere una larguísima siesta. «Pero nos damos cuenta de que no podemos descansar justo ahora. No es momento de que descansemos». Ella cree que su equipo tiene las habilidades, la experiencia y la capacidad específicas que Europa necesita ahora mismo. Si el equipo de A21 se tomara un descanso, el alivio y la liberación seguramente vendrían de otros lugares, «¿pero qué pasaría con nosotros?», dice ella, refiriéndose a Ester 4:14. «Dios nos ha preparado para un momento como este, ¿y si no hiciéramos nada? Ni siquiera quiero estar en esa posición».

Una noche, después de leer los informes de violencia indiscriminada en las regiones de alrededor de Kyiv, Sachenko le contó a su marido lo sobrecogida que se sentía. Él le recordó el pasaje en Mateo 24, cuando Jesús les dijo a sus discípulos que no se alarmaran por las guerras o los rumores de guerra. «Nos habíamos acostumbrado a un cristianismo cómodo», le dijo.

Lo que está pasando es terrible, pero hace que su esposo esté más seguro de servir y amar a los que siguen vivos. «Y yo pienso: Tiene razón. Tiene mucha razón», dice Sachenko.

Una madre ucraniana y sus hijas en un refugio de una iglesia pentecostal de Varsovia.Fotografía de Joel Carillet para Christianity Today
Una madre ucraniana y sus hijas en un refugio de una iglesia pentecostal de Varsovia.

Tanto para Ruslan como para Maksym, la vida en la era después del 24 de febrero también ha cambiado. Maksym ha dejado de leer obsesivamente las noticias. Está tratando de encontrar una nueva normalidad: dando paseos diarios, cumpliendo las tareas de la escuela. Está en contacto con amigos de Ucrania, no solo intercambiando hechos y noticias, como se ha dado cuenta de que había estado haciendo, sino que ahora busca escuchar lo que está pasando en sus vidas.

Durante su primer día en Polonia los Maliuta recogieron al primo de Maksym, que acababa de cruzar la frontera ese día. Ruslan había intentado ayudar a la familia de su hermano a salir de Ucrania, pero su sobrino, que cumpliría los 18 en dos semanas, no podía esperar mucho más antes de correr el riesgo de ser encarcelado por marcharse. Ahora comparte habitación con Maksym en Suiza.

Durante la cena, mientras Maksym y su primo charlan con emoción, riéndose y bromeando, me acuerdo de que Maksym solo es un estudiante de 18 años. Es fácil olvidarse de lo joven que es realmente, de cuánto le ha robado la guerra de ese optimismo de la juventud de tener toda la vida por delante. Antes del 24 de febrero, su vida tenía estabilidad. Tenía familia y hogar, una rutina de clases y trabajo, amigos y planes de verano, sueños profesionales. «Pero, ahora, no sé qué pasará mañana», dice. En agosto su familia tendrá que dejar el chalet suizo. Pero ¿adónde irán?

Aunque luchan contra la culpabilidad del superviviente, el duelo y el miedo, tanto Maksym como Ruslan creen que están aquí por una razón. Ruslan dice que le anima ver a los cristianos de Ucrania haciendo lo que debería hacer la iglesia de un país en guerra. Le anima ver a los cristianos de Europa haciendo lo que deberían hacer por los expatriados, los extranjeros, las viudas y los huérfanos. Y le anima saber que él también tiene un papel que jugar: «Estamos donde Dios nos quiere. Es un recordatorio de que Él está al mando… Él decide dónde tenemos que pararnos cada uno de nosotros, y nuestra mejor respuesta es decirle “sí”. Es una pequeña parte de lo que Dios está haciendo en toda la iglesia, pero me siento bendecido de que Maksym y yo seamos capaces de unirnos a otros».

Tal vez esa sea la razón por la que, en el almacén de Varsovia, a pesar de la presencia pesada de la guerra, también sea tangible otra presencia, una de esperanza y anticipación: e incluso de alegría. Mi última noche allí, mientras cenamos Domino’s Pizza y helado napolitano, Demianenko animó a su grupo de voluntarios a que siguieran insistiendo con fe: «El Espíritu Santo nos está haciendo más semejantes a Jesucristo. Cuando nos parecemos a Jesús, estamos mostrando a otros el camino a Jesús. No lo comprendemos todo, pero seguimos confiando en Jesús».

Un voluntario dijo en voz alta: «¡Dios es bueno!».

El grupo le respondió a coro: «¡Todo el tiempo!».

«¡Dios es bueno!».

«¡Todo el tiempo!».

Sophia Lee es escritora global de CT.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Las declaraciones apresuradas sobre temas políticos están fuera de lugar en la iglesia

La elaboración de declaraciones públicas puede desviarnos de nuestro llamado.

Christianity Today August 30, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Stevica Mrdja / EyeEm / Getty

Tras varios acontecimientos políticos, desde 2016 he recibido mensajes de texto tales como:

«¿Va a hacer la iglesia alguna declaración?».

«¿Piensas pronunciarte públicamente?».

«¿Qué tiene que decir la iglesia sobre esto?».

Algunos de estos mensajes me llenaron de emoción (porque sí tenía algo que decir), otros me llenaron de temor (porque no tenía nada que decir), y otros me llenaron de confusión (porque no estaba seguro de lo que estaba pasando).

Hace quince años, cuando empecé en el ministerio pastoral, se esperaba que me abstuviera de comentar asuntos políticos. Ahora, mi congregación espera que comente todos los temas políticos. Si los pastores no hacemos una declaración pública a manera de reacción a las noticias, habrá quien diga que no estamos haciendo nuestro trabajo.

El pastor y la iglesia se encuentran en un lugar extraño. Los pastores suelen funcionar como mediadores de la Palabra para la vida de sus congregantes. Pero esto se ha torcido. En una época de obsesión política, los pastores y las iglesias ya no son «mediadores» de un misterio, sino representantes de relaciones públicas para la iglesia estadounidense.

Muchos esperan que la iglesia ofrezca y mantenga una imagen pública favorable de Dios o que adopte una postura dura en un mundo cada vez más polarizado. Es muy probable que hayamos elegido nuestra iglesia por los valores que compartimos con ella y, por tanto, queremos que nuestros pastores nos digan cómo nos sentimos, que reflejen nuestros propios sentimientos, y que digan lo que nosotros no podemos decir. Muchas de nuestras expectativas proceden de un malentendido de lo que es la iglesia y de cuál debe ser el papel del pastor.

Las relaciones públicas sirven para mantener una imagen y una marca. Los que se dedican a las relaciones públicas están interesados en proporcionar un tipo de lenguaje que satisfaga a un consumidor: el público. Las empresas de relaciones públicas elaboran mensajes sesgados, la mayoría de las veces con la intención de convencer a alguien de que algo no existe, pero debería existir.

En el panorama actual, oímos «lo que el fundador de [la marca de comida rápida] Chipotle tiene que decir sobre la violencia armada» o sobre «el compromiso de Bass Pro Shop contra el racismo». Al igual que las declaraciones políticas de las empresas, miramos las cuentas de redes sociales de nuestra iglesia buscando una declaración finamente elaborada que se ajuste al modelo capitalista que busca aplacar nuestras emociones para impulsar nuestros intereses pecuniarios.

La iglesia es muchas cosas: un cuerpo, una novia y una familia, así como una organización social, una institución religiosa y un centro comunitario. También es mucho más. Pero puede ser importante considerar lo que la iglesia no es en absoluto: un representante de relaciones públicas.

Podemos plantearnos estas preguntas: ¿Qué espero de mi iglesia y por qué? ¿Se requiere que nuestra congregación local articule el momento emocional que nosotros (y millones de personas) estamos viviendo?

Como pastor, respondo a los acontecimientos actuales porque quiero que mi gente sepa que vivo en el mismo mundo confuso y doloroso en el que ellos viven. Para amar y discipular a mi gente, quiero reconocer nuestra realidad compartida y extraña. Sin embargo, también siento que me alejo de mi vocación, ya que a menudo se espera que comente cada noticia que llega a nuestros canales. He aquí algunas maneras en las que he llegado a pensar sobre cómo abordar los titulares desde el púlpito.

En primer lugar, la iglesia da testimonio de la vida y la resurrección de Cristo pero, en última instancia, se presenta a sí misma delante de Cristo (Efesios 5:27). Las iglesias que verdaderamente sirven a los propósitos de Jesús no mantienen una imagen: anuncian las buenas noticias de la resurrección de Cristo. Elaborar mensajes sesgados en una iglesia sería un pecado.

La Resurrección da forma a la manera en que podemos pensar sobre cualquier acontecimiento. Hay acontecimientos nuevos de los que hablaremos, pero no hay nada nuevo que la Iglesia pueda decir que no haya dicho ya durante 2000 años: Cristo murió, Cristo ha resucitado y Cristo volverá.

En segundo lugar, las declaraciones políticas elaboradas pueden alejarnos de nuestro trabajo. Mientras estemos ocupados en la creación de una declaración aceptable para las redes sociales o para el sermón del domingo, no usaremos ese tiempo para la oración, la adoración o para organizar la acción significativa de la iglesia. Sin embargo, en la cultura actual, la apariencia de moralidad es más importante que las acciones morales, y hablar se valora más que orar.

Aunque la iglesia no es una empresa de medios de comunicación, es una comunidad significativa que se reúne para adorar y sentarse a escuchar una prédica. Nos reunimos para clamar a Dios, para buscar su perdón porque vivimos en un país pecador, y para pedir su provisión y sabiduría cuando nos faltan. Y organizamos esfuerzos para bendecir nuestras ciudades con un efecto duradero hacia la justicia, no solo para crear una resonancia temporal.

Los pastores también son diferentes de los famosos y de los influenciadores en redes sociales. Al igual que los jefes de las marcas corporativas, los pastores suelen ser vistos como «líderes del pensamiento» y «representantes» del cristianismo. Cuando los famosos mencionan su disgusto por la violencia policial o el aborto, hace que muchos se pregunten: ¿No debería mi pastor decir algo también? Pero esto malinterpreta fundamentalmente el papel de pastor y de enseñanza del pastor.

El pastor se diferencia de la celebridad en que es un maestro de la Palabra de Dios, un mayordomo de un misterio (1 Corintios 4:1-2). El pastor está para transmitir lo que se le ha dicho (2 Timoteo 1:13; 2:2; 3:14). Los pastores no están en las iglesias principalmente para «ofrecer algunos pensamientos» sobre un tema determinado: están allí para anunciar un mensaje que no es el suyo.

Los pastores no estamos para «decir lo que pensamos» sobre una cosa determinada ni para presentar una idea nueva que hayamos contemplado. Declaramos algo que hemos oído (1 Corintios 15:1-4). Comunicamos una idea que no se ha originado en nuestro cerebro o en internet, sino en las caminos de Judea. Es decir, el modo principal de operación de un pastor es la «entrega» o «dar testimonio» (1 Corintios 11:23; Hechos 1:6-8). La empresa de relaciones públicas masajea su mensaje para hacerlo aceptable. El pastor toma el mensaje y lo entrega de la forma más pura posible.

Ciertamente, el pastor entrega esta palabra a un pueblo concreto en un lugar concreto. Pablo entregó el mensaje a los corintios mientras Santiago daba testimonio en Jerusalén. Las empresas y los famosos elaboran declaraciones para el mundo, pero el pastor habla y enseña a Éfeso o a Antioquía, es decir, un lugar concreto que requiere términos, tonos y énfasis específicos.

Los buenos pastores tardan en hablar, mientras que las personalidades famosas más eficaces son las primeras en demostrar que son perspicaces y conscientes. Para el famoso, no decir nada es permitir que gane el «otro bando», pero el pastor cuidadoso sabe que el silencio es a veces el lenguaje más eficaz de Dios.

Los que nos piden que digamos algo inmediatamente después de un acontecimiento suponen que hablar primero es siempre lo correcto. Pero la Biblia hace varias advertencias contundentes sobre hablar deprisa o antes que otros (Proverbios 18:17; Santiago 1:19) y nos instruye para que seamos «prudentes» (Proverbios 10:19; 12:23; 17:27).

El libro de Eclesiastés dice que todos experimentaremos «un tiempo para callar y un tiempo para hablar» (Eclesiastés 3:7). Como guía de las ovejas, el pastor existe para cuidar del rebaño (1 Pedro 5:2-3), lo que significa que debe escuchar antes de hablar. La empresa de relaciones públicas elabora una declaración inmediatamente. El pastor presta atención y pregunta: «¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es lo que no entiendo?». Este es el tipo de respuesta pastoral ante cualquier acontecimiento, desde las elecciones hasta un divorcio.

Hay, por supuesto, muchos momentos para hablar. La Escritura no tiene reparos en denunciar todo tipo de maldades. La literatura profética está repleta de reprimendas contra la inmoralidad sexual, la idolatría y la opresión de los pobres. Pero los profetas hablaban llenos del Espíritu Santo, impulsados por un «pathos divino», como dice Abraham Heschel, enraizado en la comunión con el Dios vivo. Y a menudo se les dijo que buscaran el silencio, porque el silencio es uno de los dialectos de Dios (Isaías 30:15; 41:1; Habacuc 2:20; Lamentaciones 3:26).

Es desde esta postura de comunión con Dios y con nuestra congregación desde donde nos tomamos en serio nuestro llamado al discipulado. Nuestras iglesias necesitan instrucción sobre cómo responder con fidelidad, pero esto requiere mucho más trabajo que una declaración. Implica enseñar, guiar a nuestra gente en la oración colectiva y exhortarla hacia la rectitud y la humildad como forma de responder a los terrores de este mundo.

Chris Nye es pastor en Silicon Valley, estudiante de doctorado en la Escuela de Divinidad de la Universidad de Duke y autor de varios libros, entre ellos A Captive Mind: Christianity, Ideologies, and Staying Sane in a World Gone Mad (Wipf & Stock, 2022).

Speaking Out es una columna de opinión para invitados de Christianity Today y, a diferencia de un editorial, no necesariamente representa la opinión de la publicación.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.


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Church Life

¿Deberíamos seguir cantando las canciones de Hillsong?

Mientras los expastores de la megaiglesia están en las noticias con acusaciones de escándalo y abuso, la polémica continúa.

Hillsong United en concierto en marzo de 2022, semanas después de la dimisión de Brian Houston.

Hillsong United en concierto en marzo de 2022, semanas después de la dimisión de Brian Houston.

Christianity Today August 30, 2022
Daniel Knighton / Getty Images

Cuando una megaiglesia aparece en los titulares a causa de un escándalo, por lo general la lista de canciones que tu iglesia cantará el domingo por la mañana no se ve afectada. Pero Hillsong no es solo una megaiglesia. Es una fuerza global en la música de adoración.

Desde la explosión de la canción «Shout to the Lord» [«Cante al Señor»] en 1994, el ministerio Hillsong, con sede en Sidney, ha dado forma a la adoración en Estados Unidos, especialmente entre pentecostales y evangélicos. Los sonidos pop y rock de Hillsong United y Hillsong Young and Free llegan a los estadounidenses a través de los servicios dominicales en las iglesias, la radio, los servicios de descarga continua y las giras de conciertos en estadios.

En mayo de 2022, cuatro de las diez canciones de adoración más populares en las iglesias de Estados Unidos provenían de Hillsong («The Goodness of God» [«Bondad de Dios], «What a Beautiful Name» [«Hermoso nombre»], «Who You Say I Am» [«Quien dices que soy»] y «King Of Kings» [«Rey de Reyes»].

Pero a medida que titulares sucesivos relatan revelaciones sobre fallos morales de los dirigentes de Hillsong, acusaciones de abusos, estructuras internas tóxicas, pastores que dimiten y congregaciones que abandonan la denominación, algunos líderes de adoración se cuestionan si el fruto musical de ese ministerio tiene cabida en sus propias iglesias [los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Recientemente, la situación de Hillsong fue presentada en Hillsong: A Megachurch Exposed, una docuserie de Discovery+ relacionada con el despido del pastor de Hillsong en Nueva York, Carl Lentz, en 2020, tras haber admitido que hubo infidelidad en su matrimonio.

«Al principio piensas: “No puede ser que esto esté sucediendo”… pero luego se convierte en ira», dijo Katie Thrush, una exseguidora de Hillsong, líder de adoración y superviviente de abuso. Según ella, seguir las historias de Hillsong fue como pasar por las etapas de un duelo.

Ahora, se pregunta si debe seguir cantando sus canciones favoritas tales «What a Beautiful Name». «Me encanta esa canción. Me dice mucho a mí y a muchas otras personas», dijo Thrush.

Le preocupa que seguir utilizando esa música pueda asociarla a ella o a su iglesia con Hillsong, o incluso que sirva de recordatorio del daño que sus líderes han causado. El fundador de Hillsong, Brian Houston, abandonó la iglesia en marzo, tras un par de investigaciones sobre comportamiento inapropiado, y está a la espera de un juicio por cargos relacionados con haber encubierto los abusos de su padre.

La cuestión de si se debe o no seguir tocando la música de Hillsong durante los servicios de adoración se encuentra en un lugar interesante. Musicólogos y críticos han analizado cómo nos relacionamos con las canciones producidas por compositores problemáticos durante siglos, y las revelaciones en torno a artistas contemporáneos como Michael Jackson y R. Kelly también han puesto en tela de juicio la forma en que los oyentes se relacionan con canciones innovadoras o que encabezan las listas de éxitos.

Por lo general, no evaluamos las composiciones históricas y los éxitos del Billboard del mismo modo que consideramos la música destinada a facilitar el culto de adoración; sin embargo, la cuestión de la separación entre el arte y el artista, o incluso el arte y el sistema que lo generó, es muy relevante.

La conversación en torno a la música de Hillsong también es paralela a las consideraciones en torno a la promoción del trabajo de los pastores caídos que han surgido en los últimos años. Mientras que algunos se apresuran a preguntar: «¿Y qué hay de los salmos de David?» o «Si no podemos cantar canciones escritas por pecadores, ¿qué queda disponible?», otros subrayan la necesidad de evaluar la música de adoración con estándares más altos, precisamente debido a su gran poder formativo.

Incluso antes de las noticias de Hillsong que se han dado a conocer durante los últimos dos años, los líderes de adoración en EE. UU. habían venido examinando los éxitos de la adoración desde una perspectiva teológica. Algunas iglesias ya habían optado por no incluir canciones de Hillsong (o Bethel o Elevation) debido a creencias conflictivas o enfoques ministeriales diferentes.

Cualquiera que desee mantener una conversación matizada sobre el futuro de la música de Hillsong en la iglesia puede beneficiarse de considerar cómo los musicólogos y los críticos hablan de la música importante que conlleva una historia problemática.

«Los musicólogos son muy buenos estableciendo límites en torno a las circunstancias en las que se compuso una pieza musical y a la forma en que se desarrolla la propia música», dijo Peter Mercer-Taylor, profesor de la Universidad de Minnesota.

A veces, esos límites son fáciles de trazar. Franz Joseph Haydn —un influyente compositor austriaco del siglo XVIII— «trabajó para un príncipe increíblemente rico durante 30 años. Creó un gran número de sinfonías que sentaron las bases para el futuro del género, un trabajo simplemente inestimable», dijo Mercer-Taylor. «No me gusta la idea de una corte principesca ni la concentración de riqueza… pero los desafíos morales no perduran en la obra en sí».

Haydn, aunque sea un paralelo lejano, es relevante como ejemplo de un compositor cuya música ha trascendido su procedencia como producto del patrocinio de un sistema injusto o de una organización corrupta. En el caso de Hillsong, las cuestiones de poder, riqueza, proximidad y asociación siguen siendo relevantes.

Los líderes de Hillsong han criticado el documental de Discovery+, afirmando que su presentación sesgada es un intento de perjudicar a la iglesia y no un esfuerzo por presentar un relato verdadero y justo de su labor ministerial. Algunos seguidores han establecido distinciones entre la iglesia Hillsong y la música de Hillsong. Pero ni siquiera los mismos músicos pretenden ser una entidad propia.

En un post de Instagram del 6 de abril, Hillsong Worship anunció su retirada de una gira próxima con Casting Crowns y We The Kingdom: «De forma única, Hillsong Worship no es ni ha sido nunca una banda. Somos una extensión y una expresión de la iglesia Hillsong».

Es cierto que grandes artistas de Hillsong, como Brooke Ligertwood y Joel Houston, tienen sus propias marcas e imágenes, pero siguen siendo empleados de la iglesia, y han reconocido las dificultades a las que se enfrenta Hillsong, aunque en términos relativamente velados o generales.

https://www.instagram.com/p/CcBOJ4sPb9e/

«La pregunta entonces se convierte en: “¿Qué haces cuando tienes equipos de jóvenes que han trabajado muy duro en lo que hacen y son realmente buenos en ello?”» dijo Mercer-Taylor. «[Ellos] han desarrollado una música que mucha gente encuentra pegadiza y espiritualmente nutritiva, que ha salido al mundo y ha servido a mucha gente… pero resulta que la organización a la que sirven es una mala organización».

Hillsong tiene una estructura inusual en torno a los derechos de autor de su música que da a la iglesia los derechos de ejecución además de los que se otorgan a los compositores. Para los líderes religiosos preocupados por la culpabilidad por asociación, la conexión financiera entre Hillsong y su música puede ser irreconciliable.

Para otros, la principal preocupación puede ser la de ser identificados con una organización que ha perdido su autoridad moral.

El legado del compositor Richard Wagner, otro gigante del canon occidental, con frecuencia es puesto en tela de juicio debido a su antisemitismo y a que Hitler adoptó su música como símbolo de la grandeza alemana. Sin embargo, será difícil encontrar un curso universitario sobre la música de la época que no incluya sus obras, aunque deban ir con un asterisco.

A diferencia de los líderes de adoración en el contexto de un servicio de la iglesia, los historiadores de la música tienen la ventaja de enseñar acerca de las obras musicales al tiempo que proporcionan un amplio contexto y facilitan el debate sobre la biografía de un compositor en particular.

El documental de 2019 sobre los presuntos abusos sexuales de Michael Jackson a menores, Leaving Neverland, incitó a los fans a reconsiderar al artista y su legado musical. Alexis Petridis, crítico principal de pop de The Guardian, escribió:

No se puede erradicar fácilmente a Jackson de la historia: demasiada gente tiene gran parte de su vida ligada a su música. Y tal vez no debas [erradicarlo]. Quizá esté bien que se siga escuchando su música, siempre que venga con una advertencia: que nos recuerde que el gran arte puede ser hecho por gente terrible; que el talento puede ser convertido en un arma de la manera más espantosa; que creer que un artista encarna automáticamente la bondad porque nos gusta su trabajo es un terrible error que puede tener consecuencias terribles.

Mercer-Taylor, experto en himnología estadounidense y música popular, sigue incluyento el video «Billie Jean» de Michael Jackson en sus cursos. «Este fue el primer video de un artista de una raza distinta a la raza blanca que fue transmitido por MTV. Es un hecho históricamente muy relevante y Michael Jackson fue una figura muy relevante».

Algunos pueden calificar la expulsión de la música de Hillsong como un ejemplo de cultura de la cancelación y una prisa por deshacerse de una influencia históricamente significativa en la cultura de la música de adoración, y de canciones que han sido significativas y formativas para muchos.

Pero este momento se produce tras un aumento gradual de llamados a proceder, cuando menos con precaución, cuando se trata de cualquier involucramiento con Hillsong, alegando que esa iglesia carismática promueve una especie de evangelio de la prosperidad o una cultura de la celebridad en el cristianismo.

«Si no me atrevería a citar a su pastor ni le permitiría predicar en nuestro púlpito, entonces no utilizaré las canciones que escriben sus grupos», escribió el músico Dan Cogan en un blog en 2016. A diferencia de cantar un himno antiguo que puede ser doctrinalmente sólido pero que ha sido escrito por alguien con una teología cuestionable, cantar canciones de Hillsong o Bethel, argumentó, «da credibilidad» al ministerio activo de dos iglesias influyentes.

La industria estadounidense de la música de adoracón siempre ha existido de forma incómoda bajo las presiones del mercado y de la iglesia. El trato que hacen los músicos cuando lanzan música de adoración es que los mismos impulsos que impulsan los boicots ideológicos se aplicarán a su música.

En el caso de Hillsong, dijo Mercer-Taylor, la música se manejará como una mercancía, sujeta a ser desbancada en el mercado aun cuando tenga valor artístico o espiritual.

«Entra en el mundo como una mercancía; entra en el mundo bajo una marca», dijo. La gente puede decidir que no puede justificar subvencionar la organización que está detrás de la marca.

La realidad, sin embargo, es que «What a Beautiful Name» y otros éxitos de Hillsong muy probablemente seguirán en la rotación musical habitual de muchas iglesias. Hillsong ha producido un conjunto de canciones cantables y contagiosas que son significativas, alentadoras y reconfortantes para muchos creyentes.

El pastor de Oklahoma Sam Storms, expresidente de la Sociedad Teológica Evangélica y miembro del consejo de The Gospel Coalition (Coalición por el Evangelio), defendió el verano pasado el canto de las canciones de Hillsong en un blog. Hizo hincapié en la ortodoxia de la declaración de fe y de las letras de Hillsong.

Escribió: «De ninguna manera respaldo o hago la vista gorda ante los escándalos que han sacudido a Hillsong en los últimos días» y reconoció algunos puntos de desacuerdo sobre enfoques ministeriales. Pero concluyó: «Negarse a cantar canciones de adoración completamente bíblicas que ellos escribieron, a fin de que no seamos manchados o contaminados al hacerlo, es tanto impráctico como absurdo, y solo conducirá a una cultura de iglesia local legalista y farisaica».

Muchos líderes de adoración están de acuerdo. Consideran que el contenido de las propias canciones es prioritario, por no hablar de la familiaridad y la posibilidad de cantarlas, por encima de lo que ocurre en la iglesia que lleva el mismo nombre.

Thrush considera comprensible que muchos líderes de culto sigan utilizando la música de Hillsong. Las canciones «tienen una base bíblica», dijo, «y algunos [líderes de adoración] ni siquiera han oído hablar del documental».

Como líder de adoración, Thrush espera que la atención que rodea a Hillsong empuje a los líderes y a los adoradores a mantener conversaciones difíciles y honestas que reconozcan las asociaciones con su música. Quizá otros líderes también se cuestionen si el uso de sus canciones envía un mensaje de aprobación.

Lyndsey Winship, crítica de baile en The Guardian, escribió sobre Michael Jackson: «Debe ser posible condenar a la persona, incluso archivar sus discos, sin avergonzarnos de la influencia que su música tuvo en nosotros».

Ese sentimiento es extrañamente relevante para esta situación tan diferente. Independientemente de cómo decida cada individuo o congregación reconocer a Hillsong, las profundas experiencias espirituales facilitadas por su música no tienen por qué ser motivo de vergüenza o de bochorno, aunque los recuerdos de esas experiencias estén ahora alterados.

Kelsey Kramer McGinnis es musicóloga, educadora y escritora. Es doctora por la Universidad de Iowa y se dedica a la investigación acerca de la música en las comunidades cristianas.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books

¿Por qué hoy dividimos las iglesias en carismáticas y sacramentales?

Vale la pena recordar que los primeros cristianos no hacían distinción.

Christianity Today August 22, 2022
Ilustración por Rick Szuecs / Source images: Envato

Es una peculiaridad del cristianismo contemporáneo, al menos en Occidente, que las iglesias que ponen un énfasis especial en los sacramentos no suelen hacer hincapié en los dones espirituales, y viceversa.

Este domingo, miles de creyentes entrarán en un santuario en el que todas las miradas estarán puestas en la mesa situada cerca del altar. Pasarán junto a una pila bautismal mientras buscan un asiento, cantarán himnos, recitarán las mismas oraciones que han sostenido a los creyentes durante siglos, confesarán de forma corporativa que creen en una iglesia santa, católica y apostólica, y recibirán el pan y el vino. Sin embargo, es poco probable que los dones espirituales hagan aparición en su reunión, tal vez con la única excepción de la enseñanza bíblica. Presenciar el don de la profecía o el de la sanación de los enfermos sería realmente sorprendente, si no inédito. El don de hablar en lenguas sin duda produciría en un silencio desconcertante y alguna que otra tos forzada en señal de vergüenza.

Sin embargo, otros miles de creyentes entrarán en un espacio de culto muy diferente, en el que todas las miradas se dirigirán al escenario. Esperarán, y tal vez experimentarán, una reunión en la que se practique la imposición de manos, la oración espontánea, la unción con aceite, la profecía, hablar en otras lenguas, sanación y cualquier otro don espiritual descrito en el Nuevo Testamento. Pero es muy probable que en tales reuniones no haya confesión corporativa de pecados, ni credo, ni salmos, ni liturgia compartida. Si se celebra la Cena del Señor, aparecerá en mesas plegables y rápidamente dará lugar a la siguiente parte del servicio sin tomar más tiempo que los anuncios.

En otras palabras, hay iglesias que son eucarísticas e iglesias que son carismáticas (así como un buen número de iglesias que no son ninguna de las dos cosas). Por eso es interesante que la iglesia del Nuevo Testamento de la que más sabemos sobre su culto corporativo, es decir, la iglesia de Corinto, fuera ambas cosas. Al parecer, los corintios no tenían consciencia de que esas dos vertientes del culto cristiano fueran incompatibles, y perseguían alegremente (aunque de forma algo errática) los dones sacramentales y espirituales al mismo tiempo. Tampoco Pablo lo consideró extraño o problemático. De hecho, los animó a seguir celebrando juntos la Comunión (1 Corintios 11:23-26) y a desear con entusiasmo los dones espirituales, especialmente la profecía (14:1, NVI). En ese sentido, Pablo quería que la Iglesia fuera «eucarismática», y esa invitación se extiende también a nosotros.

Carismática sin reservas

Los corintios eran ciertamente eucarísticos. Casi todo lo que sabemos sobre la práctica de la Cena del Señor en la iglesia primitiva procede de la carta de Primera de Corintios. Los diversos nombres que utilizamos para hacer referencia a la misma se originan aquí: «Comunión» (10:16), «partir el pan» (10:16), «la mesa del Señor» (10:21), «la Cena del Señor» (11:20) y «Eucaristía» (de la palabra griega eucharisteō, que significa «agradezco», 11:24). Es necesario admitir que era un desastre, tanto que Pablo llegó a decir que tal vez sus reuniones traían más perjuicio que beneficio (11:17) puesto que había provocado división, discordia, borracheras y demás. Sin embargo, Pablo dejó claro que era fundamental. Es posible que la Eucaristía se celebrara cada vez que la iglesia se reunía: Pablo comienza su reprensión de las reuniones corporativas en Corinto con una sección detallada sobre ellas, y de las siete veces que dice «cuando se reúnen», cinco de ellas lo dice en el contexto de compartir la Comunión. Tanto si la reunión tenía lugar alrededor de la mesa, como sugieren algunos, como si simplemente incluía la Cena como elemento central de la liturgia, está claro que partir el pan era un elemento fundamental.

Como es bien sabido, la reunión era también muy carismática. Las dos referencias restantes a «cuando se reúnen» se producen en el contexto de los dones espirituales; la primera distingue entre los efectos de la profecía y el don de lenguas en los no creyentes, y la segunda se refiere a una gama más amplia de dones: «¿Qué concluimos, hermanos? Que, cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lenguas, o una interpretación. Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia» (1 Corintios 14:26). Esto proporciona una ventana fascinante al culto corporativo en Corinto, tanto en la forma como en el contenido. En cuanto a la forma, porque muestra que un gran número de personas contribuía en la reunión, no solo los líderes reconocidos. En cuanto al contenido, porque incluye el canto, la enseñanza, la profecía, el lenguaje y la interpretación. (A la luz del capítulo 12, en el que también se mencionan los milagros, el discernir espíritus, la sanidad de los enfermos y las palabras de conocimiento y sabiduría, esta lista probablemente no sea exhaustiva). También están las referencias a no carecer de ninguno de los dones espirituales, y a que todos han sido bautizados en un solo Espíritu a fin de formar parte de un solo cuerpo. A pesar de sus muchos defectos, los corintios eran carismáticos sin reservas.

De hecho, sería posible construir una liturgia cristiana bastante completa basada solo en las referencias de Primera de Corintios. Además de proporcionar el material bíblico más extenso que tenemos sobre la Cena del Señor (capítulos 10-11) y la charismata, es decir, los dones carismáticos (12-14), Primera de Corintios también tiene más que decir sobre la predicación (1-2, 9, 15), el bautismo (1, 10), el liderazgo cristiano (3-4) y la disciplina eclesiástica (5) que ninguna otra carta. Tenemos una enseñanza clara sobre la ofrenda económica semanal (16:1-4), una referencia al calendario eclesiástico (16:8) y lo más parecido a un credo en todo el Nuevo Testamento (8:6; 15:3-8). En esta carta también se identifican y corrigen los abusos de ambos sacramentos: el caos en las reuniones con respecto a la Cena del Señor (11:17-34) y el bautismo por los muertos (15:29-34).

Más familiarmente, también tenemos saludos en nombre de Dios (1:3), saludos mutuos (16:19-21), oración (1:4-9), enseñanza ética (gran parte de los capítulos 5-10), la predicación de la cruz (1:18-2:5) y la resurrección (15:1-28), una exhortación basada en una narración del Antiguo Testamento (10:1-13), sabiduría litúrgica (15:54-55), y numerosas citas de las Escrituras (incluida la intrigante 4:6), una cita de los Evangelios (7:10-11), un anatema, un maranatha (16:22) y una bendición (16:23). De la veintena de prácticas litúrgicas que la Iglesia ha utilizado históricamente, quince aparecen en esta carta, y dos de las cinco restantes (a saber, la confesión y la certeza del perdón) aparecen al principio de Segunda de Corintios.

Es cierto que hay muy pocos de estos elementos que los corintios no hayan estropeado. No eran, en ningún sentido, una iglesia modelo. Sin embargo, el hecho de que hicieran estas cosas tan mal, en última instancia ha resultado útil para nosotros. En primer lugar, es la única razón por la que conocemos la mayoría de ellas y, lo que es más importante, nos muestra que Pablo consideraba que eran lo suficientemente importantes para el culto cristiano como para que la práctica de cada una de ellas debiera corregirse en lugar de abandonarse.

Hay quienes hoy en día, al ver que la comunión, el hablar en otras lenguas o la disciplina eclesiástica se hacen mal, resuelven el problema prescindiendo de estas prácticas por completo. Pablo, por el contrario, ve los sacramentos y los dones del Espíritu precisamente como dones, dados por un Dios bueno para nuestra edificación, por lo que su respuesta a tales abusos es muy diferente: «Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas. Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden» (14:39-40). Así que si vemos a la congregación de los corintios, no como era, sino como Pablo quería que fuera, tendremos un excelente ejemplo de cómo debería lucir una iglesia «eucarismática».

Profundidad y rebote

Y eso nos lleva de nuevo a la iglesia contemporánea. No hay ninguna razón, más allá de una serie de accidentes históricos, por la que no podamos tener nuestro propio pastel eclesiológico y disfrutar de él. Es cierto que las iglesias que atesoran los dones espirituales suelen ser sorprendentemente diferentes, en sus tradiciones e historias, de las iglesias que atesoran los dones sacramentales. Pero si la orientación que Pablo nos ofrece como pastor sirve de algo, nada nos impide adorar con las manos levantadas y el rostro inclinado, con liturgia y humor, con oraciones fijas y profecías espontáneas, con danzas en los pasillos y ángeles en la arquitectura.

La perspectiva «eucarismática» tiene el potencial de aumentar tanto la altura como la profundidad de nuestro culto al mismo tiempo. Muchos, si no la mayoría de los cristianos de hoy, optan por pensar en términos de un espectro en lo que respecta a la práctica eclesiástica, con lo histórico, litúrgico, reflexivo y sacramental en un extremo y lo carismático, pentecostal, expresivo y celebratorio en el otro. Por diversas razones históricas, estas dos formas parecen estar en tensión entre sí: si quieres profundidad, ven por aquí, y si quieres rebote, ve por allá. La verdad, sin embargo, es todo lo contrario. Si quieres más altura, necesitas más profundidad. Pregunta a cualquier gimnasta con especialidad en el trampolín. O a un árbol, incluso.

Sin profundidad, la altura es insostenible. Si tenemos una liturgia anémica, los mensajes inspiradores, la música emotiva y las experiencias catárticas podrán llevarnos solo hasta cierto punto; aunque produzcan una respuesta emocional a corto plazo, no pueden construir el tipo de fe que, como la de Habacuc, se regocija en Dios incluso cuando no hay frutos en la vid ni rebaños en los establos (3:17-18). En lugar de intentar dar saltos de pie en el centro del trampolín, lo cual es agotador además de ineficaz, tenemos que sumergirnos en las profundidades de nuestra tradición, para saltar a nuevas alturas. Hacia abajo, en las oraciones históricas. Hacia arriba, en las oraciones espontáneas. Hacia abajo, en la confesión de los pecados. Hacia arriba, en la celebración del perdón. Hacia abajo, en los credos. Hacia arriba, en los coros. Hacia abajo, en el conocimiento de la presencia de Dios en los sacramentos. Hacia arriba, al sentir la presencia de Dios mientras lo adoramos. Llamada y respuesta. Viernes, luego domingo. De rodillas, luego saltando.

Sin embargo, esta metáfora es válida en ambos sentidos. Profundizar también requiere ir más arriba. Somos criaturas encarnadas y emocionales, y es más probable que las personas que bailan de alegría sean las mismas que caigan de rodillas en adoración, en contraposición a aquellos que simplemente se inclinan hacia delante y meten la cabeza entre las rodillas durante unos segundos.

Esto es precisamente lo que vemos en Levítico, cuando el fuego sale de la presencia del Señor al momento de la consagración del sacerdocio: «De la presencia del Señor salió un fuego, que consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra» (Levítico 9:24). Los que ríen en la iglesia son más propensos a llorar también allí. Si la presencia y los dones del Espíritu de Dios te cautivan durante el culto, es probable que la presencia y los dones del mismo Espíritu en los sacramentos te parezcan más maravillosos, no menos. Si vas más arriba, también irás más adentro.

Por tanto, esto es una invitación a ser «eucarismático». Adorar a Dios tanto con los dones sacramentales como con los espirituales puede profundizar nuestra alegría, enriquecer nuestra vida y recordarnos que hay cosas que podemos aprender de las prácticas de culto de otras tradiciones eclesiásticas. No garantizará nuestro crecimiento, madurez o avance espiritual: Primera de Corintios lo demuestra. Pero es casi seguro que ampliará nuestra experiencia en cuanto a los dones de Dios para su pueblo, «de modo que no les falte ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo»(1 Corintios 1:7). Ven a ver.

Andrew Wilson es pastor docente en la King's Church de Londres. Es autor de Spirit and Sacrament: An Invitation to Eucharismatic Worship (Zondervan), del que se ha adaptado este artículo. Traducido y usado con permiso.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books

Seis maneras de inspirar una fe firme y contagiosa en tus hijos

¿Cómo ayudar a los niños y adolescentes a enfrentarse a «las grandes preguntas»? Una apologeta ofrece su opinión.

Christianity Today August 22, 2022
Inbetween / Lightstock

En 2016, en una entrevista con CT, la nadadora Maya DiRado, medallista de oro por primera vez, contó que cuando empezó a «cuestionar [sus] creencias durante su adolescencia», sus padres cristianos «la apoyaron». «A través de algunas investigaciones, mucha lectura y conversando con mentores», dijo, «llegué a conocer y seguir a Cristo, y hacer mía mi fe» [enlaces en inglés].

Según William Wilberforce, «la fe auténtica no se puede heredar», lo que significa que tenemos que ayudar a nuestros hijos a que se apropien plenamente de su fe del mismo modo que lo hicieron los padres de DiRado. A medida que nuestros hijos crecen en una época postcristiana, tenemos que ayudarles a comprender los fundamentos de lo que creemos y también las excelentes razones que tenemos para tener esas creencias.

La pregunta no es si las opiniones de nuestros hijos serán cuestionadas, sino cuándo. Mis hijos se encontraron con objeciones de parte de compañeros de clase no cristianos antes de los 10 años, y es importante mencionar que ambos recibieron educación en casa. Las familias cuyos hijos reciben educación pública me dicen que los niños suelen empezar a hablar de sus creencias religiosas entre el tercer y el quinto grado. ¿Cómo deben responder cuando se encuentran con un escéptico que piensa que la Biblia es una colección de leyendas y fábulas? ¿O que la exclusividad del cristianismo es en realidad intolerancia? ¿O que Jesús nunca existió? ¿O que la ciencia moderna ha refutado el cristianismo de una vez por todas? (Por cierto, mi hijo de nueve años escuchó a un amigo hacer una de estas afirmaciones hace menos de dos semanas).

Las Escrituras dicen, en Primera de Pedro 3:15 que «… Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes». Según este mandato del apóstol Pedro, la apologética —que viene del griego apologia y que significa «hacer una defensa»— no es una práctica opcional, sino algo que se nos ordena hacer en un espíritu de amor y respeto. Aunque a menudo se denigra la apologética como una herramienta demasiado directa y anticuada, puede utilizarse de forma victoriosa y poderosa, a fin de, en palabras de Holly Ordway, «ayudarnos a llevar a la gente a conocer, seguir y amar a nuestro Señor Jesucristo». A su vez, también puede ayudarnos a apuntalar nuestras propias creencias y las de nuestros hijos.

Teniendo esto en cuenta, he aquí cinco sugerencias para padres, educadores cristianos y ministros de jóvenes sobre cómo inspirar y cultivar una fe segura y contagiosa en niños y adolescentes:

1. Empieza pronto

A menudo me preguntan cuándo debemos empezar a incorporar la apologética en la formación espiritual de nuestros hijos. Los niños empiezan a pensar de forma independiente en cuestiones teológicas y filosóficas a una edad mucho más temprana de lo que cabría esperar, incluso antes de la adolescencia o de la universidad, por lo que los primeros años de la escuela primaria parecen ser la época indicada para empezar.

Mi hijo mayor solo tenía siete años la primera vez que se cuestionó la verdad del cristianismo. Un día, de repente, preguntó: «Mamá, ¿cómo sabemos que todas estas cosas de la Biblia no son inventadas? ¿Cómo sabemos que Dios es real?». En respuesta, le di una versión simplificada del argumento cosmológico kalam, que explica que todo lo que tiene un principio debe tener una causa. Puesto que el propio universo tuvo un principio y contiene toda la materia, el espacio y el tiempo, su causa debe haber sido algo inmaterial, atemporal y muy poderoso, una caracterización que encaja perfectamente con la forma en que el cristianismo define a Dios. Mi hijo entendió y apreció esa explicación. También hay que tener en cuenta que él no es una anomalía: la mayoría de los niños preadolescentes pueden comprender la apologética básica.

Cuando te preguntes por dónde empezar, lo primero que debes hacer es prepararte. Busca recursos para principiantes como el libro The Case for Christianity [El Caso del Cristianismo] de Lee Strobel o Christian Apologetics [Apologética Cristiana] de Doug Groothuis, un libro de texto que cubre una amplia gama de temas. Sin embargo, no esperes comprar libros apropiados para la edad de tus hijos y que ellos hagan el trabajo por ti. Es importante que tú, como padre o profesor, tengas un conocimiento más amplio del tema que el que presentan los libros o los planes de estudio, de modo que estés preparado para facilitar y ampliar el debate.

En segundo lugar, anticipa escuchar «grandes preguntas»: ¿Cómo sabemos que Dios existe? ¿Cómo sabemos que la Biblia es fiable? ¿Cómo entendemos el problema del mal y el sufrimiento? ¿Entra la ciencia en conflicto con lo que la Biblia enseña sobre la Creación? ¿Es razonable creer que Jesús resucitó realmente de entre los muertos? ¿Y qué ocurre con las personas que mueren sin haber escuchado hablar de Jesús? Éstas son algunas de las preguntas habituales que se hacen los niños durante los años de educación primaria.

2. Educa, no adoctrines

Como niña y adolescente que creció en la iglesia, durante muchos años creí con todo mi corazón que el cristianismo era verdadero; sin embargo, mi fe era prestada. La había tomado prestada de mis padres, de las iglesias a las que asistía y del mundo bastante aislado en el que había crecido. Me dijeron lo que tenía que creer, pero no por qué debía creer en ello —salvo por miedo a la condenación eterna—. Tampoco me enseñaron a pensar en las afirmaciones de la verdad cristiana desde una perspectiva crítica para que pudiera apropiarme intelectualmente de mi fe.

Estudios recientes indican que este fenómeno de «fe prestada» ha desempeñado un papel en el alarmante ritmo de abandono de la Iglesia por parte de los jóvenes. Sin embargo, el problema de la fe prestada no es nuevo y tampoco lo son sus soluciones.

¿Cómo podemos detener la brecha? En primer lugar, tenemos que equipar a nuestros hijos con pruebas extrabíblicas, como escritos de la antigüedad, pruebas científicas y pruebas arqueológicas. En segundo lugar, tenemos que ayudarlos a desarrollar habilidades de pensamiento crítico, que les ayuden a detectar y evitar los malos razonamientos y a ser capaces de analizar las afirmaciones hechas a favor y en contra del cristianismo. En tercer lugar, tenemos que enseñarles los fundamentos de la argumentación lógica, ya que algunos de los mejores argumentos a favor y en contra de las afirmaciones de la verdad cristiana son filosóficos y a menudo se presentan de forma de argumentación lógica.

Si buscas recursos para el hogar o el aula, recomiendo El caso del Creador y El caso de Cristo de Lee Strobel [ambos disponibles en español], de los cuales hay ediciones disponibles para niños y para estudiantes; The Thinking Toolbox [La caja de herramientas del pensamiento] de Nathaniel y Hans Bluedorn; y Learning Logic [Aprendiendo lógica] de William Lane Craig.

3. Utiliza un enfoque conversacional

Al discipular a nuestros alumnos y niños, el objetivo es estimular su propio pensamiento autónomo, no dándoles un discurso, sino hablando con ellos. Este enfoque —a veces conocido como el método socrático de educación— consiste en hacerles preguntas más profundas con regularidad y darles espacio para que respondan.

Por ejemplo, si estás en el coche volviendo a casa del colegio o del entrenamiento deportivo y tu hijo o hija te cuenta que un amigo del colegio dice que Jesús es «solo un mito inventado por los escritores de la Biblia», podrías responder con preguntas como: «¿Tú qué piensas sobre eso?» o «Después de pensarlo, ¿qué podrías responder la próxima vez?» o «¿Sabes cómo sabemos que Jesús es real?». En lugar de arrojarles toda la información a la vez, proporciónales una o dos buenas pruebas y asegúrate de que logran entender cómo esas pruebas apoyan la afirmación de la verdad.

Para los niños más pequeños y los preadolescentes, a veces utilizo la apologética conversacional en forma de un juego de preguntas verbal. Mientras conducimos en el coche o por la noche antes de nuestras oraciones para dormir, les digo algo como: «¿Quién puede decirme una buena razón para creer que Jesús resucitó de verdad?» o «¿Quién puede darme una razón por la que nuestro universo tuvo que tener un creador?». Aunque a algunos les parezca que este enfoque es demasiado simplista o excesivamente guionizado, he comprobado que a los niños les encanta tener la oportunidad de demostrar sus conocimientos, y fortalece sus músculos intelectuales del mismo modo que la memorización de las Escrituras.

Para obtener recursos sobre apologética conversacional, considera Keeping Your Kids on God's Side: 40 Conversations to Help Them Build a Lasting Faith [Cómo mantener a tus hijos del lado de Dios: 40 conversaciones para ayudarlos a construir una fe duradera] de Natasha Crain y The Defense Never Rests: A Workbook for Budding Apologists [La defensa nunca descansa: Un libro de trabajo para apologetas en ciernes], de William Lane Craig y Joseph Tang.

4. Explícales otras visiones del mundo

Durante mis años de crecimiento, mi conciencia sobre otras religiones era muy vaga, y casi desconocía que algunas personas no creían en absoluto en Dios. Las pocas veces que estuve expuesta a afirmaciones no cristianas, los cristianos que me rodeaban respondían diciendo: «Oh, eso no es cierto, la Biblia dice lo contrario» o «Esa es una de las mentiras de Satanás. No te lo creas». Por tanto, en mi juventud no fui capaz de responder de forma significativa a quienes tenían otras visiones del mundo, incluidos mis amigos y compañeros de trabajo hindúes, musulmanes, agnósticos y universalistas. Perdí varias oportunidades de ser una voz para el reino, y todavía lo lamento.

Ahora, como madre y profesora, estoy convencida de que nuestros hijos deben tener un conocimiento básico de otras religiones del mundo —y de cómo se comparan sus enseñanzas con las enseñanzas cristianas— y también deben conocer el ateísmo y el agnosticismo. Si nuestros hijos, hijas y estudiantes tienen un conocimiento práctico de los puntos de vista opuestos, entonces, cuando llegue el momento, estarán preparados para mantener conversaciones competentes (e incluso amistades) con los no creyentes.

Empezando en la escuela primaria, podemos concientizarlos gradualmente de que otras personas suelen tener puntos de vista diferentes a los nuestros, y que no todo el mundo es cristiano. Los años de secundaria son un buen momento para mantener conversaciones más detalladas sobre otros sistemas de creencias. Sin embargo, ten cuidado al elegir recursos que comparen las religiones del mundo, no solo por el sesgo pluralista que prevalece, sino también por las caracterizaciones erróneas comunes de las distintas creencias.

Si buscas un punto de partida, prueba con World Religions: The Great Faiths Explored and Explained [Religiones del Mundo: Los grandes sistemas de creencias explorados y explicados], de John Bowker, un respetado sacerdote anglicano y estudioso de la Biblia.

5. No te asustes por la duda

No puedo evitar preguntarme si la historia de DiRado habría resultado muy diferente si sus padres no la hubieran apoyado en amor durante su periodo de escepticismo y duda. Tarde o temprano, la mayoría de los niños y adolescentes expresan sus dudas sobre algún aspecto del cristianismo, y aunque nuestros instintos paternales nos lleven al pánico, debemos recordar que es perfectamente normal cuestionar. De hecho, es un muy buen indicador de que nuestros hijos están madurando intelectualmente cuando empiezan a analizar sus propias creencias.

Como padres y profesores, queremos fomentar el pensamiento crítico de nuestros hijos y alumnos respetando sus preguntas. Por ejemplo, puedes responder diciendo: «Vaya, me impresiona mucho que hayas pensado en un punto tan profundo e importante. Hablemos de ello». O si simplemente expresan dudas sobre una afirmación bíblica, podrías preguntarles: «¿Qué crees que es problemático en eso?». Si siguen albergando dudas después de que les hayas dado buenas respuestas, dales tiempo y espacio. Esto les mostrará que respetas su autonomía espiritual e intelectual. Puedes retomar la conversación de vez en cuando y/o indicarles personas, pastores, libros o recursos en línea que les sean útiles. Cuando hablen, intenta evitar que se sientan como si estuvieran obligados a estar de acuerdo con tus conclusiones para no disgustarte.

Mis cuatro consejos básicos para tratar la duda son (1) expresar interés y preocupación con cariño, no con angustia; (2) reconocer y apreciar su pensamiento crítico; (3) discutir con calma las pruebas e ideas; y (4) retomar la conversación cuando hayas orado y leído más profundamente.

6. Apóyate en el Espíritu Santo y en los demás creyentes que te rodean

Recuerda que la carga de construir una fe confiada y contagiosa en tus hijos o alumnos no recae toda en ti. Piensa que eres un emisario obediente del Espíritu Santo: confía en Él para que te guíe en tu proceso de crianza y enseñanza, pero confía también en que haga la obra que es exclusivamente suya. Al fin y al cabo, los niños son individuos con mentes independientes: no podemos obligarlos a creer nada, ni debemos intentarlo. Nuestra mayor confianza debe estar en la agencia del Espíritu Santo.

También es crucial darse cuenta de que una de las mayores bendiciones de vivir en una comunidad de creyentes es que nos «afilamos» unos a otros. A veces nuestros hijos se benefician de escuchar buenas respuestas de mentores espirituales que no son sus padres. Un pastor de confianza o un estudiante mayor que tenga una fe madura e informada pueden ofrecer un valioso estímulo espiritual e intelectual a nuestros hijos. No debemos subestimar la importancia del discipulado basado en la comunidad.

A medida que edificamos a nuestros hijos en la comunidad, también edificamos la iglesia. «Las iglesias que ayudan a los jóvenes a crecer parecen experimentar un crecimiento misional, espiritual, relacional y, a menudo, numérico en todos los ámbitos», escriben Kara Powell, Jake Mulder y Brad Griffin en Growing Young: Six Essential Strategies to Help Young People Discover and Love Your Church.

Discipular a la próxima generación es una de las mayores contribuciones que podemos hacer al cuerpo de Cristo, así que enseñémosles a amar al Señor con todo su corazón, toda su alma y toda su mente. El futuro de la iglesia depende de ello.

Melissa Cain Travis es profesora adjunta de apologética en la Universidad Bautista de Houston. Es autora de la serie de libros de cuentos de apologética para niños Young Defenders (Apologia Press), así como de Science and the Mind of the Maker (Harvest House, 2018).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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