Theology

Estudiar las Escrituras conlleva riesgos. Todos ellos valen la pena

Como profesor de Biblia en una institución evangélica, siento la tensión de enseñar verdades que podrían ofender.

Christianity Today March 14, 2024
Ilustración por Elizabeth Kaye / Source Images: Lightstock

Cuando comencé mis estudios en el Seminario Teológico Wesley, varios estudiantes de último año me advirtieron que no tomara los cursos ofrecidos por George Wesley Buchanan, un profesor que no se andaba con rodeos, exigía excelencia de sus alumnos y los calificaba en consecuencia. Un miembro de la facultad acusó burlonamente a Buchanan de interpretar las Escrituras según el judaísmo en lugar del cristianismo. Como era joven e ingenuo, y deseaba concluir con éxito mi primer año de estudios, evitaba al Dr. B. como la peste.

Cuarenta y cinco años después, me topé con la autobiografía de George Buchanan, donde relata sus difíciles años en Wesley y cómo sus colegas a menudo malinterpretaban su investigación y, en ocasiones, lo difamaban. Su libro se titula An Academic Hound Dog Off the Leash, y Buchanan, que ahora tiene 90 años, quería dejar las cosas claras antes de irse a la gloria.

Sus memorias capturaron mi imaginación y finalmente llegué a respetar al hombre al que una vez rechacé. Descubrí que Buchanan se ganó una reputación en círculos académicos más amplios como un erudito de primer nivel, especialmente entre los miembros electos de Studiorum Novi Testamenti Societas, una prestigiosa sociedad bíblica cuyos presidentes anteriores incluían figuras veneradas como CH Dodd, Rudolf Bultmann, Joachim Jeremias, CK Barrett., Oscar Cullmann y John Barclay.

Usando un lenguaje metafórico, Buchanan comparó a sus compañeros de facultad con «perros pastores escoceses» que pasaban su tiempo manteniendo a las ovejas dentro del redil y acorralándolas cada vez que se descarriaban. Su tarea principal era proteger las fronteras teológicas de su pasto institucional. En comparación, Buchanan se identificó a sí mismo como un «perro de caza» que seguía el rastro de la verdad bíblica adondequiera que lo llevara su rastro.

Después de leer la historia de Buchanan me di cuenta de que en ese momento yo era un perro pastor. Como pastor, profesor, apologista y destructor de sectas, trazaba líneas gruesas en torno a las interpretaciones convencionales de la teología bíblica y advertía a la gente sobre los peligros que acechan más allá de esas fronteras aceptables. El problema es que, especialmente en el protestantismo, hay más fronteras que denominaciones, y cada frontera actúa como un recinto para envolver a sus ovejas y requiere perros pastores para protegerlas.

En una ocasión, la universidad cristiana conservadora donde yo enseñaba invitó a Richard Bauckham, un destacado erudito bíblico británico, a dar una conferencia para el estudiantado. Durante la sesión de preguntas y respuestas, un colega mío le hizo una pregunta sobre sus puntos de vista sobre la escatología, y la respuesta de Bauckham no se alineaba completamente con la posición de la institución. Inmediatamente surgió la expectativa sobrentendida de que nosotros, los profesores, abordaríamos este tema en cuanto los estudiantes regresaran a clase. ¡Esto es lo que hacen los perros pastores!

En 2005, me concedieron un año sabático y comencé a trabajar en un segundo doctorado. Mi primer doctorado fue de una escuela que se especializaba en entrenar perros pastores, por así decirlo, pero la Universidad de Gales, en el Reino Unido, era diferente. Bill Campbell, mi supervisor, tenía la paciencia de un santo. Habiendo trabajado con otros estudiantes evangélicos estadounidenses, me sugirió ampliar mis horizontes académicos, leer fuera de mi zona de confort y entablar conversaciones con otros académicos en mi campo.

Con ansiedad y temor, di los primeros pasos más allá de mis cómodas fronteras eclesiásticas para descubrir un extenso mundo nuevo. Fue aterrador, emocionante y esclarecedor. Comencé a leer literatura del Segundo Templo y fuentes primarias antiguas acerca del mundo romano. Al poco tiempo, conocí académicos amables que se interesaron por mis estudios y me ofrecieron críticas constructivas. Y cuando completé mi tesis doctoral, ¡era un perro de caza hecho y derecho!

Estaba ansioso por llevar mis nuevos conocimientos al aula y enseñar a mis alumnos a pensar de manera similar, fuera de lo común. Sin embargo, al igual que George Wesley Buchanan, pronto descubrí que esto llamó la atención de algunos de mis colegas.

Por ejemplo, hubo preocupación cuando enseñé que Jesús hablaba en arameo y que los autores de los Evangelios habían traducido los dichos de Jesús al griego. Algunos pensaron que estaba argumentando que había un «texto detrás del texto griego», aunque les aseguré que no era así. Le expliqué que hay algunos dichos arameos que los escritores de los Evangelios tuvieron que traducir y explicar en detalle para audiencias que no sabían arameo. Sin embargo, el decano académico de la escuela todavía me llamó a su oficina para interrogarme y tuve que asegurarle que me mantenía fiel a los credos históricos de la iglesia. Toda esta controversia comenzó porque simplemente estaba tratando de utilizar todos los recursos a mi disposición para ayudar a los estudiantes a interpretar las Escrituras correctamente.

Como teólogo bíblico, estoy capacitado para estudiar cada libro de la Biblia por separado, para examinarlo en sus contextos literarios, históricos y sociales únicos. Los eruditos bíblicos no intentan armonizar los Evangelios, por ejemplo, porque sabemos que cada libro es único. Sus autores escribieron en diferentes momentos para diferentes audiencias ubicadas en diferentes partes del imperio, vivieron bajo diferentes líderes y experimentaron diferentes niveles de persecución. Los autores escribieron por distintas razones y tenían distintos objetivos en mente, seleccionando solo las historias sobre Jesús y sus enseñanzas que fueran útiles y pertinentes para sus respectivas audiencias.

Los teólogos bíblicos también utilizan materiales complementarios como literatura, epigramas y prácticas culturales antiguas romanas y judías. Y contrariamente a lo que algunos podrían pensar, esta información «externa» no se considera una fuente de «revelación extrabíblica», pero nos ayuda a interpretar las Escrituras con mayor precisión. Cuanto más familiarizados estemos con las costumbres antiguas, mejor comprenderemos el texto bíblico.

Por ejemplo, en mi libro Subversive Meals, explico que los banquetes romanos del siglo I incluían la comida propiamente dicha, así como actividades tipo simposio (entretenimiento después de la comida, debates, música, discursos, etc.), que estaban unidas por una ofrenda que consistía en la ofrenda de una bebida (se derramaba una copa de vino al emperador y a los dioses en señal de lealtad al imperio). La Cena del Señor siguió el mismo patrón (comida y simposio), pero los creyentes alzaban una copa en honor de Cristo y su reino. De ahí que, en aquel entonces, la Cena del Señor fuera vista como un acto de subversión contra el imperio.

Saber esto nos ayuda a comprender mejor el contexto histórico de esta celebración cristiana y el costo que algunos creyentes del primer siglo pagaron por participar en ella. Cada dato nuevo nos ayuda a acercarnos al significado original de un texto en el contexto del siglo I, y dado que conseguir el texto correcto es el nombre del juego, debemos utilizar todas las herramientas a nuestra disposición.

Ocasionalmente, una nueva idea histórica puede llevarnos a repensar interpretaciones arraigadas de ciertos conceptos y pasajes bíblicos, que en última instancia pueden cambiar nuestra comprensión teológica establecida de una doctrina determinada.

Vimos este proceso en acción cuando E.P. Sanders, después de estudiar los Rollos del Mar Muerto, descubrió que la mayoría de los judíos del siglo I, de hecho, no creían en una salvación basada en obras, como muchos estudiosos habían pensado anteriormente. Más bien, la mayoría de los judíos entendían que la salvación era el resultado de la elección divina: que Dios los había escogido para establecer un pacto con ellos, y que guardar la Ley era simplemente visto como una evidencia de que eran el pueblo del pacto de Dios.

Esta innovadora visión bíblica cambió la forma en que muchos interpretaban la relación de Pablo con el judaísmo, así como su carta a los Gálatas y sus argumentos teológicos sobre la doctrina de la salvación. Académicos como N.T. Wright, James D.G. Dunn y Scott McKnight, entre otros, gravitaron hacia esta nueva perspectiva, lo que dio lugar a una controversia sobre la naturaleza de la justificación que continúa incluso ahora. Como resultado de este descubrimiento, algunos teólogos sistemáticos y otros están planteando cuestiones sobre el abandono de la teología de la reforma tradicional por completo.

Esto no quiere decir que las interpretaciones tradicionales de ciertas doctrinas deban dejarse de lado por capricho. Pero tampoco debemos dudar, basándonos en una investigación sólida, en buscar más luz sobre un tema determinado. Después de todo, fue la reexaminación de las Escrituras, en comparación con los credos católicos establecidos, lo que finalmente condujo a la Reforma Protestante y su distribución generalizada de la Biblia entre el creyente común.

Algunos teólogos sistemáticos centran su enfoque en los concilios eclesiásticos y el desarrollo histórico de los credos, muchos de los cuales fueron formulados en respuesta a herejías específicas (como el docetismo y el adopcionismo) y han sido sostenidos y defendidos durante siglos. Y si bien los eruditos bíblicos pueden repetir y afirmar los Credos de Nicea y de los Apóstoles sin reservas (en unidad con la iglesia universal), nuestra tarea es diferente a la de los teólogos sistemáticos.

La pregunta principal que nos preocupa es: ¿Qué significó el texto para la audiencia original? Nos centramos en el texto del siglo I y buscamos adquirir más conocimientos históricos y culturales. De lo contrario, todo el campo de los estudios bíblicos permanecería estático y no surgirían nuevas lecturas o análisis. En otras palabras, nuestra tarea principal como eruditos bíblicos es interpretar el texto correctamente; y a menudo dejamos las implicaciones doctrinales en manos de los teólogos sistemáticos con alegría.

Dicho esto, incluso los mejores perros de caza pueden encontrarse ocasionalmente ladrando bajo el árbol equivocado. Pero no debemos permitir que esa posibilidad nos impida cumplir nuestra tarea primordial. Por eso, insto a mis compañeros perros de caza a que mantengan la nariz pegada al suelo y sigan el rastro de la verdad bíblica. Ya que los descubrimientos asombrosos y emocionantes, que conducirán a una mejor comprensión de las Escrituras, están más allá del horizonte.

R. Alan Streett es profesor emérito de teología bíblica en Criswell College en Dallas.

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Wire Story

Más evangélicos ven a los inmigrantes como una amenaza y una pérdida económica

Encuesta: A pesar de que las preocupaciones han crecido en los últimos dos años, la mayoría todavía está a favor de una reforma migratoria y dice que la iglesia tiene la responsabilidad de ayudar.

Christianity Today March 13, 2024
John Moore / Getty Images

Los evangélicos estadounidenses tienen perspectivas complejas sobre la inmigración y quieren una respuesta política matizada; sin embargo, la mayoría quiere que el Congreso actúe pronto.

Un estudio de Lifeway Research patrocinado por Evangelical Immigration Table encontró que los evangélicos están cada vez más preocupados por el número de inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos recientemente, pero aún creen que los cristianos tienen la responsabilidad de cuidar de aquellos que se encuentran en el país ilegalmente. Si bien la mayoría quiere reforzar la seguridad en la frontera para evitar una mayor inmigración ilegal, los evangélicos también abogan por un camino hacia la ciudadanía para quienes ya se encuentran en el país.

«Si bien muchos evangélicos temen que nuestra nación se vea perjudicada por el número de inmigrantes que han llegado recientemente, muchos más sienten la responsabilidad de mostrar compasión», dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research. «La [sensación] de urgencia sigue creciendo entre los evangélicos de que el Congreso actúe este año para mejorar las leyes en materia de inmigración».

Muchos evangélicos tienen una percepción negativa con respecto al número de inmigrantes que han ingresado en los Estados Unidos recientemente. La mitad (50 %) dice que los inmigrantes representan una pérdida de recursos económicos. Más de un tercio (37 %) ve la cifra como una amenaza a la seguridad de los ciudadanos, un 37 % como una amenaza a la ley y el orden, mientras que un 28 % dice que son una amenaza a las costumbres y la cultura tradicionales estadounidenses.

Sin embargo, un gran porcentaje de evangélicos ve a los inmigrantes que llegan al país como una oportunidad o incluso como una mejora. Dos de cada cinco evangélicos, dicen que el número de inmigrantes presenta una oportunidad para presentarles a Jesucristo (40 %) y mostrarles amor (39 %). Alrededor de una cuarta parte (26 %) cree que los inmigrantes representan una mejora para la diversidad cultural de Estados Unidos, y el 14 % dice que son un impulso para la actividad empresarial.

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«No es sorprendente que haya aumentado la proporción de evangélicos que creen que la llegada de inmigrantes presenta un desafío económico o una amenaza a la seguridad y el orden, en vista tanto de los problemas muy reales en la frontera entre Estados Unidos y México en los últimos años, como del gran número de inmigrantes que llegan a ciudades estadounidenses donde se les prohíbe trabajar legalmente, mantenerse a sí mismos y contribuir económicamente», dijo Matthew Soerens, coordinador nacional de la Evangelical Immigration Table.

«Pero también es importante señalar que las respuestas de “amenaza” y “oportunidad” no son mutuamente excluyentes. Hay muchos evangélicos que creen que existen desafíos económicos relacionados con la inmigración, pero también ven la llegada de inmigrantes como una oportunidad para la evangelización».

El estudio encuestó tanto a quienes se autoidentifican como evangélicos como a aquellos que califican como evangélicos con base en creencias teológicas clave. Quienes se autoidentifican como evangélicos están cada vez más preocupados por el número de inmigrantes que han ingresado al país recientemente.

Si bien el 33 % los veía como una carga económica en un estudio de Lifeway Research de 2022, ahora el 49 % expresó esta opinión. El porcentaje de personas que ve las cifras recientes como amenazantes también está aumentando: el porcentaje de quienes dicen que los inmigrantes son una amenaza para la seguridad aumentó del 32 % al 38 %, y el porcentaje de quienes dicen que los inmigrantes son una amenaza para la ley y el orden creció del 30 % al 37 %.

Además, el porcentaje de personas que ven a los inmigrantes como una oportunidad para mostrar amor se redujo del 46 % a 38 %, quienes los ven como una mejora de la diversidad cultural del 33 % a 26 %, y quienes los ven como un impulso al espíritu empresarial del 18 % a 14 %.

Aun así, cuando se les pregunta sobre la inmigración legal, el 80 % de los evangélicos creen que es útil, y alrededor de 3 de cada 5 dicen que al menos deberíamos mantener el número vigente de inmigrantes legales aprobados. Específicamente, el 23 % dice que la inmigración legal es útil para Estados Unidos y que deberíamos aumentar el número de inmigrantes legales que se permiten por año.

Más de un tercio (36 %) cree que la inmigración legal es útil, pero que deberíamos mantener el número de inmigrantes legales que se permiten por año. Otro 21 % dice que es útil pero que deberíamos reducir el número de inmigrantes legales que se permiten por año. Mientras tanto, alrededor de 1 de cada 5 cree que la inmigración legal es perjudicial, incluido un 13 % que dice que deberíamos reducir el número de inmigrantes aprobados y un 7 % que cree que deberíamos dejar de aprobar la inmigración por completo.

«Pocos evangélicos están interesados en cerrarle las puertas a los inmigrantes. Más bien, una gran mayoría apoya la inmigración legal», dijo McConnell. «Los crecientes temores sobre el reciente volumen de inmigrantes se expresaron un mes después de que los medios informaran sobre cifras extremadamente altas de inmigración en diciembre».

Respuesta personal y política

Los evangélicos creen que tanto ellos (individualmente), como Estados Unidos en su conjunto, tienen responsabilidades con respecto a los inmigrantes que ingresan a nuestro país. Más de la mitad (55 %) dice que los cristianos tienen la responsabilidad de ayudar a los inmigrantes incluso si están aquí ilegalmente, mientras que el 70 % dice que los seguidores de Jesús tienen la responsabilidad de ser sacrificiales al brindar cuidado a los refugiados y otros extranjeros. Además, los evangélicos creen que Estados Unidos tiene la responsabilidad moral de aceptar refugiados (71 %) y específicamente a los refugiados que huyen de la persecución el (72 %). Un número similar (75 %) apoya la idea de una legislación que permita a los aliados afganos evacuados por el ejército estadounidense solicitar la residencia permanente en el país si se someten a una investigación de antecedentes.

«Un gran número de evangélicos aceptan la responsabilidad de la comunidad cristiana de cuidar a los refugiados, y la mayoría siente lo mismo acerca de cuidar a los inmigrantes que están aquí ilegalmente», dijo McConnell. «Muchos evangélicos no creen que nuestra nación tenga la opción de darles la espalda a quienes huyen de la persecución».

Pensando en las responsabilidades nacionales, más de 3 de cada 4 evangélicos (77 %) dicen que es importante que el Congreso apruebe una nueva y significativa legislación en materia de inmigración en 2024. Entre quienes se autoidentifican como evangélicos, el porcentaje de aquellos que creen que es importante que el Congreso apruebe una nueva legislación en materia de inmigración este año es más alta ahora (78 %) que los que dijeron lo mismo en 2022 (71 %) y en 2015 (68 %).

Dentro de esa legislación, los evangélicos tienen prioridades que creen que deberían reflejarse. Alrededor de 9 de cada 10 dicen que apoyarían una posible legislación en materia de inmigración que respete el estado de derecho (93 %), que garantice justicia para los contribuyentes (93 %), que respete la dignidad dada por Dios a cada persona (91 %), que proteja la unidad de la familia inmediata (91 %), y que garantice la seguridad de las fronteras nacionales (91 %).

Además, 3 de cada 4 (75 %) apoyan una legislación que establezca una vía para que aquellos que están aquí ilegalmente puedan obtener la ciudadanía, si están interesados y cumplen con ciertos requisitos para la misma. Estas ideas tienen niveles similares de apoyo entre los autoidentificados como evangélicos en comparación con 2022, pero niveles más altos que en un estudio realizado por Lifeway Research en 2015.

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Cuando se les preguntó sobre los cambios a la ley de inmigración actual, el 78 % de los evangélicos dicen que apoyarían cambios a las leyes de inmigración que aumenten la seguridad fronteriza y establezcan un proceso para que aquellos que actualmente se encuentran ilegalmente en los Estados Unidos puedan obtener un estatus legal y solicitar la ciudadanía si pagan una multa, pasan por una verificación de antecedentes penales y completan otros requisitos durante un período de prueba. Alrededor de 2 de cada 3 (65 %) dicen que sería más probable que votaran por un candidato que apoyara una ley de inmigración que hiciera ambas cosas.

Además, el 80 % apoyaría específicamente una reforma migratoria bipartidista que fortalezca la seguridad fronteriza, establezca un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados que llegaron a los Estados Unidos siendo niños (comúnmente conocidos como «Dreamers») y que provea de un número confiable de trabajadores agrícolas legales con buenos antecedentes.

«El enfoque de los evangélicos hacia las soluciones de políticas públicas no ha cambiado significativamente», dijo Soerens, quien también se desempeña como vicepresidente de promoción y políticas en World Relief. «La gran mayoría quiere políticas que garanticen fronteras seguras, traten a todas las personas con dignidad, protejan la unidad familiar, permitan a los inmigrantes que están presentes ilegalmente obtener un estatus legal permanente y eventualmente la ciudadanía, y garanticen que Estados Unidos siga siendo un refugio para quienes huyen de la persecución».

Fuentes de influencia en las perspectivas sobre la inmigración

Dos de cada tres evangélicos estadounidenses (66 %) dicen estar familiarizados con lo que enseña la Biblia sobre cómo se debe tratar a los inmigrantes. También señalan la Biblia como una de las principales influencias en su perspectiva sobre la inmigración.

Una cuarta parte de los evangélicos (26 %) dice que la Biblia ha influido en su perspectiva sobre el tema más que cualquier otra fuente. Menos señalan a los medios de comunicación (15 %), a los inmigrantes que han observado (13 %), a amigos y familiares (12 %) y a los inmigrantes con los que han interactuado (11 %). Un porcentaje aún menor dice que sus perspectivas sobre la inmigración están más altamente influenciadas por las opiniones de los funcionarios electos (6 %), su iglesia local (4 %), líderes cristianos nacionales (2 %) y maestros o profesores (2 %).

Cuando se les pide que identifiquen sus tres influencias principales, los amigos y familiares, acumulan el 45 %. Un poco menos señalan la Biblia (43 %) y los inmigrantes que han observado (40 %). Alrededor de un tercio menciona los medios de comunicación (36 %) y a los inmigrantes con los que han interactuado (32 %) entre sus tres principales fuentes de influencia. Mencionan menos las opiniones de los funcionarios electos (28 %), su iglesia local (22 %), líderes cristianos nacionales (14 %) y los maestros o profesores (10 %).

Ha habido muchos cambios en las fuentes de influencia sobre las opiniones de los evangélicos sobre la inmigración. El mayor crecimiento entre los autoidentificados evangélicos ha sido el número que indica que la Biblia ha sido su principal influencia, porcentaje que aumentó del 12 % en 2015, al 21 % en 2022, y hasta el 26 % en 2024.

La mitad de los evangélicos dijeron haber tenido la oportunidad de interactuar y observar a los inmigrantes dentro de su congregación, ya que el 51 % dice que su iglesia tiene al menos algunos inmigrantes de primera generación. Además, algunos evangélicos son ellos mismos inmigrantes. Uno de cada cinco es inmigrante de primera o segunda generación. Casi 1 de cada 10 evangélicos estadounidenses, es decir, el 8 % nació fuera de los Estados Unidos, y el 12 % son hijos de al menos un padre nacido fuera del país.

Participación de la iglesia

Para algunos evangélicos, la iglesia les brindó una experiencia personal al conocer y servir a inmigrantes. Tres de cada 10, es decir, el 31 % dicen haber escuchado hablar sobre inmigración en su iglesia local de una manera que fomente el acercamiento a los inmigrantes en su comunidad. El doble (60 %) dice que no fue así.

Alrededor de 1 de cada 3 (32 %) dice que su iglesia tiene actualmente un ministerio o alcance que sirve a refugiados u otros inmigrantes, mientras que el 39 % dice que no lo tiene, y el 29 % no está seguro. Además, el 34 % dice haber estado involucrado en dicho ministerio, el 13 % actualmente está involucrado y el 21 % estuvo involucrado en el pasado. Un 66 % dijo no haber participado.

Ya sea que participen activamente o no en el ministerio con los inmigrantes, a los evangélicos les gustaría saber más sobre esto en sus iglesias. Más de 4 de cada 5 (82 %) dicen que valorarían escuchar un sermón que enseñe cómo se pueden aplicar los principios y ejemplos bíblicos a la inmigración en los Estados Unidos. Entre los autoidentificados como evangélicos, el 81 % valoraría escuchar un sermón de este tipo. Esta cifra es más alta que en 2022 (77 %) y en 2015 (68 %).

«Mientras que menos de un tercio de los evangélicos dicen haber escuchado hablar sobre inmigración en el contexto de su iglesia, el 82 % dice que les gustaría escuchar un sermón centrado en la Biblia sobre este tema tan actual», dijo Soerens. «Los pastores que tienen temor de que un mensaje bíblico sobre el tema de la inmigración pueda causar división en un año electoral deben saber que su gente tiene hambre de discipulado. Sin embargo, en ausencia de liderazgo pastoral, la mayoría todavía está influenciada principalmente por fuentes externas a la Biblia».

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Cómo buscar una iglesia como los primeros cristianos

En este tiempo donde abundan los servicios de adoración virtuales, algunas cosas no deben cambiar.

Christianity Today March 12, 2024
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Unsplash / Thibault Renard / Getty

Es innegable que la pandemia provocó muchos cambios en la iglesia, y que muchos de sus efectos siguen en pie en la actualidad.

Muchos creyentes todavía están teniendo dificultades para encontrar un equilibrio en su participación presencial o virtual en la iglesia. Otros están buscando cambiar de iglesia o incluso de denominación, mientras que algunos han dejado de asistir a la iglesia por completo [enlaces en inglés].

Hay creyentes que no asisten a una sola iglesia, sino a varias, a menudo a través de plataformas virtuales, lo cual representa una práctica que se intensificó en años recientes.

A mediados de 2020, algunos meses después del comienzo de la pandemia, más de uno de cada tres cristianos practicantes —es decir, aquellos que priorizan formar parte de una iglesia— se conectaban a transmisiones en vivo de los servicios de iglesias distintas a las que asistían formalmente.

Y aunque esta tendencia es relativamente reciente desde un punto de vista histórico, el fenómeno de saltar de una iglesia a otra y de «probar» iglesias comenzó mucho antes de la pandemia: en 2019, casi dos de cada cinco congregantes declararon asistir regularmente a más de una iglesia.

Hace poco, una amiga me contó que cuando la pandemia obligó a las iglesias a tener reuniones en línea, ella comenzó a ver las transmisiones de los servicios de una iglesia del otro lado del país porque siempre había disfrutado el estilo del predicador y sus libros. Sin embargo, una vez que las reuniones presenciales volvieron a estar permitidas en su condado, volvió a asistir presencialmente a su iglesia de origen. Cuando le pregunté por qué, me dijo que se había dado cuenta de que «ver un servicio es estupendo, pero no es lo mismo que ir a la iglesia».

Aun si no todos estamos de acuerdo con esta afirmación, vale la pena que discutamos qué define la «iglesia», qué la distingue, así como la razón por los que hemos sido llamados a comprometernos fielmente con una iglesia en particular y cómo debe lucir este compromiso. Ya sea conscientemente o no, algunos cristianos analizan los siguientes tres aspectos cuando se trata de considerar su compromiso con la iglesia:

1. ¿Qué es lo más cómodo?

2. ¿Qué es lo más agradable?

3. ¿Qué es lo más entretenido?

Lamentablemente, las fuerzas subyacentes que impulsan algunas búsquedas de iglesia son los principios básicos del consumismo individualista, los cuales surgen de la suposición de que la iglesia es principalmente un paquete de bienes y servicios, diseñado y promocionado para lograr la satisfacción del cliente.

El problema hoy en día, como señala Carl Trueman, es que «todos vivimos en un mundo en el que es cada vez más fácil imaginar que la realidad es algo que podemos manipular según nuestras propias voluntades y deseos». Por desgracia, esta mentalidad moderna se ha filtrado en nuestra eclesiología, es decir, en la forma en que entendemos y encarnamos lo que significa ser la iglesia. No obstante, esta forma de pensar no es nueva.

Hace un par de décadas, el teólogo Dietrich Bonhoeffer escribió que «aquellos que aman su sueño de una comunidad cristiana más que la comunidad cristiana en sí misma se convierten en destructores de esa comunidad cristiana, por más honestas, sinceras y sacrificiales que sean sus intenciones personales» (énfasis añadido).

Puede resultar provechoso buscar en oración y de forma meditada una comunidad de fe a la que pertenezcamos de forma significativa; no obstante, cuando esto se convierte en la búsqueda de una iglesia según un ideal perfecto o hipotético, probablemente vamos en la dirección equivocada.

Una iglesia local sana, argumenta Mark Sayers, debería verse a sí misma como «un grupo disparejo y diverso de personas muy ordinarias, que claman a Dios (…) que caen a los pies de Cristo y son llenos de su presencia, que se convierten en agentes contagiosos del Reino en el mundo».

Podemos observar esta dinámica en acción en la historia de los primeros cristianos, un modelo que puede guiarnos para plantear mejores preguntas en nuestra búsqueda de una comunidad eclesial.

En primer lugar, los primeros cristianos «se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración» (Hechos 2:42, NBLA). Según la Concordancia Strong, la palabra griega para se dedicaban se define como «persistencia devota; voluntad de permanecer y mantenerse leal».

Cuando buscamos una comunidad de fe a la que podamos pertenecer, primero debemos preguntarnos «¿Es esta una iglesia con la que me puedo comprometer?», en vez de preguntarnos «¿Es esta una iglesia cómoda?». Anteponer nuestra comodidad al compromiso valora a la iglesia como una simple forma de ocio, lo cual puede conducir a nuestro estancamiento espiritual, enmascarado por una fina capa de comodidad.

En contraste, ofrecer nuestro compromiso devoto a una iglesia local —a pesar de sus inevitables defectos y carencias— puede ayudarnos a enfrentar las tormentas de la vida y de la fe a largo plazo. En definitiva, este es el tipo de consuelo genuino que todos anhelamos y realmente necesitamos.

En segundo lugar, los primeros cristianos «tenían todo en común» (Hechos 2:44, NVI, énfasis añadido). La comunión no era simplemente un concepto hipotético: era un valor vivido y encarnado para estos primeros creyentes. Sin embargo, hoy en día, cuando nos preguntamos «¿Qué tengo en común con estas personas?», estamos preguntando esencialmente: «¿Estas personas piensan igual que yo?». La diferencia es muy evidente.

En el libro de los Hechos, tener algo en común significaba compartir las cargas de la vida cotidiana. Los creyentes vendían «sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno» (2:45). En otras palabras, las necesidades tangibles de los demás impulsaban a la iglesia hacia la verdadera comunión.

Hoy en día, algunas personas buscan tener algo en común en términos de alinearse o coincidir en ciertas cuestiones sociales y políticas —sobre todo si consideramos la politización de nuestra cultura actual—, en lugar de ofrecer sus habilidades, talentos y recursos para el bien común de la comunidad.

En otras palabras, nuestra expectativa es descubrir una comunión perfecta por lo que ya tenemos en común con otras personas, en lugar de esforzarnos para lograr tener verdaderamente algo en común, es decir, conseguir una comunión real a través del servicio. En palabras de Edwin Freidman, nos estamos convirtiendo en «una [sociedad] de “desnatadores” que constantemente toman lo que quieren o necesitan de la superficie sin añadir nada significativo a su esencia ».

No obstante, algo extraño y maravilloso sucede cuando nos damos a nosotros mismos por el bien de los necesitados. Cuando sorprendemos a los que están en el lado opuesto del pasillo con actos de atención desinteresada y una voluntad de ir más allá para servir a los demás en tiempos de necesidad, podemos conectar a pesar de nuestras diferencias y forjar una unidad inesperada.

Por eso, la iglesia, en su máxima expresión, es lo que el teólogo Scot McKnight llama una «comunidad de diferentes». Cuando centramos nuestras fuerzas en atender las necesidades de la congregación en lugar de tratar de influir en las opiniones de otros, es mucho más probable que encontremos un verdadero sentido de pertenencia.

Por último, los primeros creyentes «no dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad» (Hechos 2:46). La palabra alegría en griego es mucho más pletórica que su homóloga en español. Una mejor manera de entenderla sería «lleno de gozo». La iglesia primitiva se reunía con gozo genuino.

Lo que siempre me ha fascinado es la sencillez del entorno de los servicios de la iglesia del primer siglo. Los creyentes se reunían en torno a las Escrituras, la enseñanza, la oración y la comida. Nada llamativo ni novedoso. De hecho, la Concordancia Strong indica que la palabra generosidad en realidad significa «sencillez» [en otras versiones se traduce como «sencillez de corazón»]. En esencia, la iglesia primitiva se reunía diariamente con «gozo y sencillez».

Así pues, en lugar de preguntar: «¿Es esta iglesia entretenida?», podríamos comenzar con una pregunta diferente: «¿Es esta iglesia una comunidad llena de alegría y generosidad?».

En otras palabras, ¿esta comunidad encarna una alegre sencillez —nacida del anhelo de reunirse en torno a las Escrituras, la enseñanza, la oración y la conexión genuina de unos con otros— independientemente de lo espectaculares que parezcan sus adornos externos?

Ningún tipo de entretenimiento o popularidad puede brindar la relación significativa que se forma cuando las personas realizan el arduo trabajo de desarrollar relaciones reales entre sí. Si los primeros cristianos se reunían todos los días y partían el pan en las casas de los demás, ¿qué nos hace pensar que podemos generar relaciones dinámicas solo por medio de programas?

A pesar de la tendencia actual de cambiar constantemente de iglesia y de «probar» otras congregaciones, la búsqueda de una comunidad eclesial sana puede ser a menudo una búsqueda válida y noble. De hecho, muchos de nosotros tenemos buenas razones para dejar una iglesia y buscar otra. En las peores situaciones, algunos han experimentado dolor, trauma y abuso a manos de líderes que se han corrompido.

He escuchado y encontrado muchas historias de este tipo a lo largo de mi tiempo en la iglesia local; sin embargo, siempre me conmueve profundamente ver que aquellos que han sido heridos siguen creyendo que pertenecer a la iglesia como un espacio donde podemos buscar juntos la santidad y la integridad, todavía es posible.

Podemos reescribir la historia de nuestra propia familia de fe —a pesar del dolor causado por tantas iglesias y líderes de hoy— recordando y encarnando lo que la iglesia local siempre debió ser en su máxima expresión.

Por muy rotos, pecadores, inseguros, frágiles e imperfectos que seamos, tú y yo podemos hacer este trabajo juntos, confiando en la gracia de Dios y en su inmenso poder y fuerza para simplemente ser la iglesia, con plenitud, gracia y sacrificio.

Jay Y. Kim es el pastor principal de la Iglesia WestGate. Es el autor de Analog Church y Analog Christian y vive en Silicon Valley con su esposa y sus dos hijos pequeños. Puedes encontrarlo en Twitter en @jaykimthinks.

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Las tormentas son necesarias para sobrevivir

La Cuaresma nos ayuda a ver las pruebas de la vida a través de una nueva lente.

Christianity Today March 10, 2024
The Storm de Joel Sheesley. 40 x 50

Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce perseverancia. —Santiago 1:2-3

«Casi te mueres, hermano».

Apenas había procesado esas palabras cuando mi hermano mayor se desplomó en una silla junto a mi cama de hospital.

Llevaba días languideciendo después de que una operación relativamente rutinaria se convirtiera en una peligrosa infección de todo el cuerpo. Mi hermano, cirujano general, no es de los que se andan con rodeos. Su desgastada postura era prueba suficiente de que no estaba exagerando.

Llevaba días dándole vueltas a mis historiales médicos, pidiendo una prueba tras otra en un intento desesperado de identificar la bacteria que intentaba matarme. Aunque su estado de ánimo parecía francamente irritado, fue él quien me salvó la vida mediante una última operación correctiva. «Te vas a poner bien, hermano. Te vas a poner bien».

Aquella noche, mientras yacía en la cama del hospital, una tormenta comenzó a caer sobre la ciudad. El relajante sonido de la lluvia me sacó de la cama por primera vez en días, y me acerqué como un anciano a una silla junto a la ventana para escuchar cómo caían las gotas de lluvia y ver luego cómo corrían en riachuelos serpenteantes hasta el alféizar de la ventana. Cerrando los ojos, reflexioné sobre el misterio de las pruebas mientras un versículo bíblico resonaba en mi cabeza:

«Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce perseverancia. Y la perseverancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros sin que les falte nada» (Santiago 1:2-4).

Este pasaje a menudo me había parecido un sádico anhelo de dolor. Como alguien que había vivido gran parte de su vida decidido a huir de la incomodidad, la idea de gozarme en las dificultades era un anatema. ¿Acaso ser creyente no era una invitación a la bendición? ¿Cómo podrían el dolor y el sufrimiento de las pruebas considerarse gozo?

En la década de 1980, un centro de investigación llamado Biosphere 2 construyó un ecosistema cerrado para comprobar qué se necesitaría para colonizar el espacio. Todo estaba cuidadosamente cuidado y provisto, y los árboles plantados en su interior brotaron y parecieron prosperar. Luego empezaron a flaquear.

Imagino que los botánicos debieron observar la escena consternados, sin encontrar pruebas de enfermedad, ácaro o gorgojo. No había nada que pudiera hacer que los árboles comenzaran a decaer: las condiciones eran perfectas. Y entonces se dieron cuenta de lo que faltaba, algo muy simple, pero ausente en el confinamiento de la estructura: el viento.

El aire estaba demasiado quieto, demasiado sereno, una tranquilidad que garantizaba que los árboles estarían condenados a morir. Es la presión y la variación del viento natural lo que hace que los árboles se fortalezcan y sus raíces crezcan. Aunque los árboles dentro de Biosphere 2 tenían todo el sol, la tierra y el agua que necesitaban, en ausencia de vientos cambiantes no desarrollaron resistencia y terminaron por caer bajo el peso de su propia abundancia.

¿Podría ser que nuestras dificultades, más que nuestro deleite, sean las que nos acercan a Dios? Nos recuerdan nuestra desesperación y nos conducen de nuevo a la única fuente de vida abundante. Romanos 5:3-5 nos anima:

«Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado».

Pasé la mayor parte de la noche junto a aquella ventana mientras seguía lloviendo. Al entrar y salir del sueño mientras mi cuerpo sanaba, sentí la paz de Dios como un cálido abrazo que me recordaba que había estado conmigo en cada paso de mi viaje cercano a la muerte, guiando las manos de mi hermano mientras me salvaba la vida, y ahora estaba allí, llenando aquella habitación de hospital con su Espíritu.

Al pasar por la temporada de Cuaresma llenos de luchas, podemos empezar a ver las pruebas y las tormentas a través de una nueva lente. Aunque aún tengamos una fuerte aversión al dolor, podemos ver la mano de Dios cuando los vientos de la prueba vienen a azotarnos. Podemos consolarnos con el hecho de que gracias a ellos nuestras raíces crecerán más profundamente.

Reflexiona



1. A menudo es difícil tener una visión positiva de las pruebas mientras estamos en medio de ellas. Al repasar tu pasado, ¿qué cambio positivo trajo Dios a tu vida por medio de las experiencias difíciles? ¿Qué has aprendido?

2. En tus momentos más oscuros, ¿qué te enseñó Dios sobre sí mismo? ¿Cómo te consoló y te ayudó? ¿Hay alguien en tu vida, ya sean amigos o familiares, a quien podrías animar hoy al compartir tu historia?

Robert L. Fuller es un escritor y cineasta que reside en Waco, Texas, junto con su esposa y sus tres hijos adolescentes. Es autor de una novela de ciencia ficción para niños y adolescentes que será publicada próximamente.

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Una temporada sin respuestas

Cómo esperar calladamente en medio del dolor.

Christianity Today March 3, 2024
Evening Romance por Cherith Lundin. Óleo sobre panel. 30 x 48”. 2010.

Bueno es el Señor con quienes esperan en él, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente la salvación del Señor. —Lamentaciones 3:25-26

Este año estoy aprendiendo a esperar calladamente: a tener una esperanza silenciosa. Mi hija de ocho años tiene síndrome de Down. Su camino, ya de por sí tortuoso, dio un giro inesperado cuando tenía seis meses, cuando una implacable tormenta de convulsiones causó estragos en su cerebro y en su cuerpo. Las discapacidades y retrasos provocados por las convulsiones afectaron cada área de su vida.

Mientras mi esposo y yo procesábamos su diagnóstico, la vida de nuestra familia se convirtió en una lenta y constante peregrinación hacia lo desconocido. Cada semana, mi esposo y yo nos sentábamos sobre la esterilla de fisioterapia con nuestra hija, deseando que sus músculos despertaran del letargo y orando para que la estática de su cerebro se calmara. En medio de estas dificultades, amigos y familiares con buenas intenciones nos preguntaban cuándo daría sus primeros pasos o cuándo pronunciaría sus primeras palabras. Pero no teníamos respuestas.

Cada progreso era dolorosamente lento y había momentos en que nuestros esfuerzos parecían una causa perdida. Durante la pandemia, cambiamos a sesiones de terapia virtual y nos aferramos a la pantalla de la computadora como si en ella estuviera la respuesta para salvar el potencial de nuestra hija. A medida que el aislamiento se alargó y nuestros corazones se llenaban de incertidumbre, llegué a un punto en el que mi esperanza parecía tan frágil como el cuerpo de mi hija, que podría lastimarse al menor contacto. Mi esposo perseveró cuando yo no pude. Cuando cerré la pantalla de la computadora de golpe al ver que los pequeños susurros de esperanza ya no eran más que silencio, él siguió conectándose a esas sesiones de terapia virtual. Él continuó nutriendo ese destello de esperanza incluso cuando yo casi me había rendido ante la desesperanza.

A medida que pasaba el tiempo y el mundo salía de su letargo, reanudamos nuestras travesías semanales a hospitales y clínicas, aparcando nuestro abarrotado vehículo en plazas reservadas para discapacitados. Hoy está en segundo grado y aún no puede levantarse sola, pero con un poco de ayuda o con un andador, sus pies son capaces de encontrar suelo firme. Con algo de ayuda y seguridad, da un paso adelante, mientras la esperanza se despliega al compás de sus pasos.

Amigos, familiares e incluso conocidos han tenido sueños recurrentes en los que la ven caminando. La primera vez que yo misma tuve este sueño, desperté sintiéndome tonta por imaginar algo tan audaz. Volví a envolver mi tierna esperanza en varias capas de una armadura de autoprotección.

Sin embargo, los escudos que he sostenido cuidadosamente durante tanto tiempo se vinieron abajo hace poco mientras sujetaba las manos de mi hija que estaba de pie delante de mí, balanceándose al son de la melodía de la banda de alabanza. Mientras cantábamos, ella se impulsó hacia delante, con los refuerzos ortopédicos rodeando sus piernas y sus zapatos deportivos rosas tirando de mí, dirigiéndose hacia la parte delantera del santuario a una velocidad cada vez mayor. La tomé en mis brazos y pude ver lo que no había visto antes: la profunda verdad de que corría hacia los brazos amorosos de un Salvador que se preocupa por ella.

Aquel que comprende las profundidades de nuestra humanidad —que conoce bien nuestros huesos cansados y nuestros corazones doloridos— ve a mi hija y dice que ella es amada, la adora y, en un giro misterioso, también me ama a mí —la escéptica, la cínica; la madre que a veces apenas puede susurrar la palabra esperanza—.

Dios no desecha los deseos que acunamos en los rincones más silenciosos de nuestro corazón. El Dios que le habló a Elías tanto en el silencio como en la tormenta sostiene nuestras frágiles esperanzas y, como vemos en Lamentaciones 3, dice que nuestra paciencia y nuestra perseverancia son buenas.

Puede que no sepa si mi hija llegará a correr con desenfreno en este lado de la eternidad, pero sí sé esto: el Señor es bueno con aquellos cuya esperanza está en Él (v. 25). La Cuaresma nos invita a contemplar nuestra fragilidad. Nos recuerda que incluso la anticipación de la esperanza es un don precioso en esta época de reflexión en la que atravesamos este mundo cansado. Cuando todo lo que puedas ver sean oraciones sin respuesta, no desprecies los destellos de esperanza mientras continúas esperando.

Cuando te preguntes si incluso tus más débiles gritos de ayuda son en vano, recuerda esto: «Bueno es el Señor con quienes esperan en él… Bueno es esperar calladamente la salvación del Señor» (Lamentaciones 3:25-26). Que nuestros corazones se llenen de esperanza tranquila como un don sagrado. Que los débiles ecos de esta esperanza nos sostengan mientras damos pasos vacilantes y titubeantes con Dios hacia la espera, la oscuridad y lo desconocido.

Reflexiona



1. ¿Alguna vez has sentido que apenas te queda un susurro de esperanza en tu vida? ¿Qué ha ocurrido?

2. ¿Cómo cambia tu definición de esperanza cuando consideras no solo la divinidad, sino también la humanidad de Jesús?

Kayla Craig es autora y fundadora de Liturgies for Parents. Kayla vive en Iowa con su esposo y sus cuatro hijos.

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Continúa la implacable represión contra la iglesia en Nicaragua

Incluso tras la reciente liberación de sacerdotes encarcelados, el régimen de Ortega continúa atacando a las organizaciones cristianas con una «intolerancia absoluta hacia la disidencia».

Un grupo de nicaragüenses realizan una manifestación frente a la Catedral de San José en Costa Rica para protestar por la detención del obispo Rolando Álvarez en 2022.

Un grupo de nicaragüenses realizan una manifestación frente a la Catedral de San José en Costa Rica para protestar por la detención del obispo Rolando Álvarez en 2022.

Christianity Today March 1, 2024
Ezequiel Becerra / Getty Images

Las malas noticias han sido la norma para los católicos en Nicaragua, donde el clero y los grupos eclesiásticos han sido blanco frecuente de una amplia represión durante años. Pero el 14 de enero de 2024 recibieron una feliz sorpresa cuando el gobierno liberó inesperadamente de prisión a dos obispos, quince sacerdotes y dos seminaristas, y los expulsó al Vaticano.

Entre los liberados se encontraba el obispo Rolando Álvarez, un preso político de alto perfil que fue detenido en 2022 por criticar al gobierno y luego sentenciado a 26 años de prisión por presunta traición.

También incluían a sacerdotes detenidos por el gobierno del presidente Daniel Ortega a finales de diciembre de 2023 por expresar solidaridad con Álvarez y otros presos políticos. Días después, el Papa Francisco criticó al régimen en su mensaje de Año Nuevo y luego llamó a un «diálogo diplomático respetuoso».

Casi seis años después de que las protestas masivas estallaran contra Ortega y luego fueran brutalmente reprimidas, la liberación de prisioneros ofrece cierta esperanza a la oposición de Nicaragua. Sin embargo, mi investigación ha demostrado que el régimen de Ortega es implacable al intentar retener el poder, lo que sugiere que esto no es necesariamente un momento de cambio. De hecho, el gobierno fue acusado de detener a otro sacerdote el 16 de enero.

¿Por qué la iglesia está en la mira?

Ortega dirigió Nicaragua por primera vez de 1979 a 1990, después de que su organización revolucionaria de izquierda, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), encabezara el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza Debayle. En la década de 1980, el FSLN entró en conflicto con el Vaticano y la jerarquía eclesiástica por las políticas socialistas del grupo, incluso cuando muchos de los católicos nicaragüenses más pobres las aceptaron.

Sin embargo, cuando Ortega asumió nuevamente el poder en 2007, lo hizo con la bendición de los líderes cristianos. Durante las elecciones de 2006, había recurrido a alianzas con élites católicas y protestantes para regresar al poder a cambio de adoptar políticas sociales conservadoras como la prohibición del aborto.

Durante la siguiente década, Ortega siguió siendo popular, liderando el crecimiento económico en colaboración con líderes empresariales y desarrollando nueva infraestructura y servicios públicos.

Sin embargo, él y el partido FSLN que controlaba también estaban consolidando el poder y gobernando de una manera cada vez más autoritaria. Ortega ganó la reelección en 2011 y luego retuvo el poder tras las elecciones fraudulentas de 2016. Los candidatos de la oposición fueron descalificados y la compañera de fórmula de Ortega fue su esposa, Rosario Murillo.

Inesperadamente, la popularidad de Ortega y su relación con la iglesia se derrumbaron en abril de 2018, cuando el gobierno anunció recortes en los beneficios de la seguridad social para los jubilados. Nicaragüenses de todos los orígenes salieron a las calles, y Ortega y Murillo respondieron con una furiosa represión, desatando policías y paramilitares progubernamentales armados con armas de grado militar.

Catedrales e iglesias trataron de ofrecer refugio a los manifestantes, sin embargo, más de 300 personas murieron. Los líderes de la Iglesia facilitaron un diálogo nacional entre el gobierno y una coalición de oposición, pero se retiró a medida que la represión continuaba.

Cuando algunos líderes católicos populares criticaron la violencia contra los manifestantes, el régimen comenzó a ver a la iglesia como un rival que amenazaba la menguante legitimidad de Ortega. La policía, los paramilitares y los partidarios del FSLN comenzaron a acosar y atacar al clero y las instituciones católicas.

En 2019, el Papa llamó a Roma a Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua y destacado crítico de Ortega. Sin embargo, otros obispos y sacerdotes todavía se encontraban en la mira del régimen.

Algunos huyeron al exilio o se les impidió regresar a Nicaragua si viajaban al extranjero. Otros que se quedaron en el país fueron mantenidos bajo vigilancia. Los sacerdotes que expresaran su apoyo a los presos políticos o continuaran criticando al régimen, incluso en términos vagos, podían ser arrestados o golpeados.

El gobierno expulsó al Vaticano a 12 sacerdotes anteriormente detenidos en octubre de 2023 después de lo que el régimen llamó «conversaciones fructíferas». Pero Álvarez, el preso político de más alto perfil, todavía estaba detenido por el gobierno y fue despojado de su ciudadanía tras negarse a exiliarse en febrero de 2023.

Patrones más amplios de represión

Los ataques contra la iglesia son un síntoma de la absoluta intolerancia del régimen de Ortega hacia la disidencia.

Con más de 3000 organizaciones no gubernamentales cerradas desde 2018, la iglesia se ha convertido en la única institución no estatal importante de Nicaragua con alcance a nivel nacional.

[Nota del editor de CT: Este año, Nicaragua experimentó el aumento más pronunciado en la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas debido a las restricciones contra la libertad religiosa, la incautación de propiedades de iglesias y ministerios, y el arresto o exilio de líderes cristianos.

El gobierno de Nicaragua ha cerrado al menos 256 organizaciones evangélicas en los últimos dos años. Si bien más de un tercio de los nicaragüenses se identifican como evangélicos, los expertos dicen que la persecución de los evangélicos ha sido «más silenciosa» porque algunos de sus líderes todavía apoyan al gobierno de Ortega y los críticos no hablan por temor a represalias].

En un país donde más del 40 por ciento de la gente se identifica como católica, muchos normalmente recurren a la iglesia en momentos de necesidad. Suprimir las instituciones católicas significa que los nicaragüenses deben recurrir al Estado en busca de ayuda, por medio de la cual se monitorea a los ciudadanos y ha sido acusada de negar servicios si se percibe cierta deslealtad.

Al menos 27 universidades católicas y laicas también han sido cerradas o confiscadas por el gobierno, al igual que más de 50 medios de comunicación.

La decisión del gobierno de expulsar al clero el 14 de enero también está en línea con su tendencia a bloquear el reingreso de los opositores a Nicaragua o forzarlos al exilio. En muchos casos, Nicaragua luego revocó la ciudadanía de sus críticos, como cuando expulsó a 222 presos políticos en febrero de 2023 a Estados Unidos.

Cuando el encarcelamiento o las amenazas no han debilitado la voluntad de los críticos, Ortega y Murillo parecen haber decidido que lo mejor es mantenerlos en el extranjero. Esto no solo reduce los riesgos de una acción contra el régimen en Nicaragua, sino que también puede disminuir el escrutinio internacional sobre el maltrato a los prisioneros políticos.

Crítica cautelosa

Desde 2018, la represión en Nicaragua ha llegado en oleadas, y la violencia brutal que reprimió las protestas se ha convertido en un entorno de vigilancia constante, acciones legales contra instituciones independientes y opositores, y arrestos frecuentes. Sin embargo, los momentos de aparente calma a menudo han sido seguidos por duras medidas represivas, como una serie de arrestos que tuvo lugar de cara a las elecciones de 2021.

Incluso cuando la represión ha aumentado, el Vaticano ha sido cauteloso a la hora de criticar a Ortega y Murillo, mientras que algunos nicaragüenses y católicos en el extranjero han instado al Papa a hacer más. Sin embargo, la moderación del Vaticano no parece disminuir las amenazas contra el clero o las limitaciones a actividades como las procesiones religiosas.

Sin embargo, en enero de 2024, Francisco llamó deliberadamente la atención sobre la crisis durante dos discursos, días después de que una docena de sacerdotes fueran arrestados. Una semana después llegó la liberación de Álvarez y sus colegas, a quienes se les otorgó la libertad de salir de Nicaragua, pero no de regresar.

Los líderes católicos siguen siendo las figuras más populares de Nicaragua, según encuestas independientes. Esto los convierte en una amenaza continua para la búsqueda de control total de Ortega y Murillo. Ezequiel Buenfil Batún, el sacerdote detenido el 16 de enero, pertenecía a una orden religiosa cuya personería jurídica fue revocada ese mismo día, junto con la de varias otras organizaciones no gubernamentales.

Mientras muchos nicaragüenses pierden la esperanza de que las condiciones mejoren y decenas de presos políticos siguen encarcelados, cualquier noticia positiva como la liberación de los sacerdotes es bienvenida. No obstante, no ofrece garantías de un cambio más amplio en el futuro.

Kai M. Thaler es profesor asistente de estudios globales en la Universidad de California, Santa Bárbara. Este artículo apareció originalmente en The Conversation.

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News

En medio de represión contra católicos, Nicaragua cierra 250 ministerios evangélicos

Mountain Gateway se convirtió en el último ministerio cristiano en entrar en conflicto con el régimen de Ortega.

Cruces sobre una bandera de Nicaragua.

Cruces sobre una bandera de Nicaragua.

Christianity Today February 28, 2024
Jose Cordero / Contributor / Getty

Cuando los huracanes Hilary e Idalia inundaron las costas de Nicaragua en agosto y septiembre de 2023, los ministerios evangélicos en el país hicieron lo que han sido llamados a hacer: dar un paso al frente y servir.

El presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, habían expulsado a la Cruz Roja del país en julio pasado, después de que la organización criticara al país por su trato inhumano a los prisioneros. Su partida había dejado un vacío en la ayuda humanitaria en el país.

Una de las organizaciones cristianas que dieron un paso al frente fue Mountain Gateway. La agencia estadounidense de misiones y desarrollo fue una de las muchas que ayudaron a organizar un importante evento que comenzó con la provisión de ayuda de emergencia como comida, ropa y medicinas, y que después continuó durante varios días como una campaña evangelística en la que miles escucharon la proclamación del evangelio.

El evento, llamado Buenas Nuevas Nicaragua, unió a más de 1300 iglesias evangélicas de 13 de los 15 departamentos de Nicaragua en un evento evangelístico masivo de dos días en la capital, Managua, en noviembre pasado. Las noticias locales estimaron que hasta 300 000 personas asistieron a los eventos y, a pesar de las tensiones actuales entre la administración Ortega y las iglesias, una publicación progubernamental incluso destacó el evento.

Pero el éxito de la campaña humanitaria y evangelística finalmente tuvo escaso impacto en calmar la más reciente cruzada del gobierno contra los ministerios cristianos.

Desde 2018, el gobierno de Ortega ha encarcelado y exiliado a los sacerdotes católicos que han criticado al régimen. Y, a medida que la población de evangélicos nicaragüenses ha crecido, también lo ha hecho la persecución contra la iglesia evangélica. Un informe publicado recientemente por Christian Solidarity Worldwide (CSW) registró 310 violaciones graves a la libertad de religión o de creencias entre noviembre de 2022 y enero de 2024, y según la organización Nicaragua Nunca Más, desde 2018, el gobierno ha cerrado un total de 256 organizaciones evangélicas, la mayoría de ellas en 2022.

Semanas después del evento Buenas Nuevas Nicaragua, el gobierno ordenó el cierre de las diez iglesias de Mountain Gateway y arrestó a once de sus pastores, acusándolos de lavado de dinero.

Las autoridades nicaragüenses han citado esta razón en numerosas ocasiones en el pasado. Desde 2018, el gobierno ha cerrado 3390 organizaciones no gubernamentales (el 10 % de las cuales son de origen extranjero) por «lavado de dinero», según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y en 2022, el gobierno cerró 20 iglesias evangélicas por motivos similares.

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Ante el aumento de la persecución y las falsas acusaciones, muchos pastores protestantes locales y líderes de ministerios evangelísticos internacionales han optado por guardar silencio.

No obstante, para Britt Hancock, quien fundó Mountain Gateway en 2009, estas acusaciones no tienen sentido.

«No nos han entregado ningún documento legal para establecer de qué están siendo acusados ​​nuestros pastores estadounidenses y nicaragüenses, por lo que no tenemos ninguna explicación de lo que está sucediendo», dijo Hancock a CT. «No entendemos la complejidad de todo esto, especialmente porque hemos trabajado para mantener una relación respetuosa con el gobierno, cumpliendo con sus políticas y leyes.

»El año pasado, mientras trabajábamos con nuestros pastores, todos ellos manifestaron que necesitábamos demostrar extrema precaución al predicar el evangelio», añadió Hancock.

Posiciones encontradas

El caso de Mountain Gateway es solo uno de los ejemplos más recientes de represión gubernamental contra los evangélicos, que ahora representan el 38 % de la población de 6.4 millones de Nicaragua. Uno de los primeros ejemplos fue el de Rudy Palacios, cuya iglesia en La Roca tenía 1500 miembros y seis sedes diferentes. Pero tras acompañar a sus hijos a una protesta en 2018, el gobierno lo acusó de terrorismo y lo obligó a exiliarse.

En 2023, Puertas Abiertas clasificó a Nicaragua en el puesto 50 en su lista anual de los países más peligrosos para ser cristiano. Para 2024, el país centroamericano había saltado al puesto 30.

A pesar de estos informes, no todos los evangélicos opinan lo mismo respecto a las acciones del gobierno.

«No hay persecución contra los evangélicos en mi Nicaragua», dijo a CT Douglas Valerio, pastor que dirige una pequeña iglesia pentecostal de la red Iglesias Care en Jinotepe, a 45 kilómetros (28 millas) de Managua. «Después de las marchas y bloqueos de carreteras que desestabilizaron al país en 2018, el gobierno del comandante Ortega tomó medidas para reducir la injerencia extranjera en la política».

Una de estas medidas fue una ley aprobada en 2022 que busca evitar que las organizaciones sean utilizadas para «lavado de dinero y financiación del terrorismo». Según Valerio, Mountain Gateway violó esta normativa.

«Está demostrado que en 2018 entró mucho dinero a través de varias ONG para financiar a quienes protestaban y bloqueaban las carreteras», dijo. «Cuando Mountain Gateway no pudo explicar el origen de tanto dinero utilizado en la campaña de Buenas Nuevas Nicaragua, las autoridades hicieron cumplir la ley».

Isaías Martínez, pastor presbiteriano y coordinador para Centroamérica del Seminario Reformado Latinoamericano (SRL), coincide con Valerio.

«Tenemos libertad de creencia y religión en Nicaragua», dijo. «Pero desde 2018, si un pastor habla en contra del gobierno, especialmente en las redes sociales, podría haber consecuencias. Es mejor que nos dediquemos a predicar la Palabra de Dios y no nos metamos en política».

Los pastores que creen que el gobierno está tratando injustamente a las organizaciones cristianas tienen miedo de hablar o prefieren mantener una distancia entre su ministerio y la situación política del país.

Al pastor de una pequeña congregación en Managua le congelaron la cuenta bancaria de su iglesia y recibió amenazas violentas por no promover eventos a favor del gobierno.

«Aquellos que dicen que no hay persecución no entienden lo que es la persecución», afirmó. «Los pastores evitamos hablar de política en nuestros sermones porque sabemos que entre las personas que nos escuchan puede haber agentes del Estado que nos acusen después de violar la ley».

Para el pastor radicado en Managua, la situación de Mountain Gateway muestra que el gobierno teme perder el poder en las próximas elecciones. Las regionales se celebrarán el 3 de marzo y las presidenciales a finales de 2026.

«El gobierno teme que la Iglesia se unifique y produzca un candidato que gane las elecciones», afirmó. «Por eso tuvieron miedo cuando Mountain Gateway reunió a cientos de miles de personas en un solo evento».

Antes de 2018, algunos pastores evangélicos hicieron campaña a favor de Ortega, quien los consideraba aliados, ofreciéndoles un trato burocrático preferencial.

Este cambio de actitud del régimen de Ortega y Murillo hacia católicos y evangélicos ha sido estudiado por Teresa Flores, directora del Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina.

«Como la iglesia evangélica no tiene un liderazgo unificado, la persecución es diferente y más difícil de percibir que la de la iglesia católica. Es una comunidad más diversa», explicó a CT desde Perú.

«En cuanto a los evangélicos, también sabemos que hay un subregistro de persecución. Muchos pastores que han sido amenazados o agredidos prefieren no denunciar, porque saben que si lo hacen, las consecuencias pueden ser peores», dijo, agregando que «esto no significa que sean libres. Simplemente no quieren involucrarse más por miedo a la hostilidad del gobierno».

«El régimen ha tratado de manera diferente a la jerarquía católica y a la jerarquía evangélica», dijo a CT el activista y galardonado caricaturista nicaragüense Pedro Molina. «Los líderes políticos evangélicos habían sido [aquietados] al otorgarles privilegios, como permisos para realizar eventos y abrir escuelas, además de obtener licencias para canales de televisión y estaciones de radio».

Molina, que ahora vive en Nueva York y está exiliado desde 2018, acusó en sus caricaturas a estos pastores metidos en la política de recibir un «diezmo sangriento».

https://www.instagram.com/p/CqJPtYrvelY/

Uno de los probables protagonistas de sus caricaturas habría dio el pastor Guillermo Osorno Molina (sin parentesco), quien en algún momento tuvo sus propias estaciones de radio, un canal de televisión e incluso un partido político llamado Camino Cristiano Nicaragüense (CCN).

Sin embargo, en 2022 Osorno decidió desafiar a Ortega y se postuló como candidato presidencial de su partido. En respuesta, el gobierno cerró su canal, Enlace Canal 21, luego de que una transmisión afirmara que había habido fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2022. Además, a Osorno se le prohibió salir del país y el gobierno declaró su partido político como ilegal.

Aumenta la represión

Nicaragua tiene una larga historia de gobiernos represivos. La familia Somoza gobernó el país bajo una dictadura militar de 1947 a 1979, hasta que el grupo guerrillero comunista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, en el cual Daniel Ortega sirvió como uno de los principales comandantes) organizó con éxito un golpe de Estado.

Ortega se encuentra actualmente en su quinto mandato como presidente. Primero ocupó el cargo entre 1985 y 1990, luego regresó al poder en 2007. Desde entonces, ha sido reelegido tres veces más, aunque algunos han afirmado ha habido fraude electoral.

La Iglesia católica tiene una larga historia de participación en la política nicaragüense, incluido el apoyo a los sandinistas cuando tomaron el poder por primera vez en los años 1980. En el actual mandato, Ortega gozó de relativa popularidad y de una relación más o menos cordial tanto con católicos como con evangélicos hasta 2018.

Las cosas cambiaron en abril de ese año, cuando el gobierno anunció cambios no deseados en el sistema público de pensiones. La policía y los grupos paramilitares respondieron a muchas de las decenas de miles que salieron a las calles con gases lacrimógenos, balas de goma y cosas peores, con un saldo de al menos 350 personas asesinadas. Los líderes religiosos pasaron de ser mediadores del conflicto a convertirse en protectores de los jóvenes que huían de represiones violentas y encontraban refugio en las iglesias, como describió Flores en un artículo para el International Journal of Religion Freedom.

Pero el gobierno consideró estas acciones como traición, lo que le dio motivos para arrestar a sacerdotes y pastores. Cuando algunos clérigos católicos se manifestaron en contra del gobierno, Ortega comenzó a cerrar organizaciones y a arrestar o exiliar a líderes religiosos.

Esta creciente ola de persecución religiosa ha sido bien documentada desde 2018 por la abogada nicaragüense Martha Patricia Molina Montenegro, ganadora en 2024 del Premio Internacional a la Libertad Religiosa otorgado por el Departamento de Estado de Estados Unidos.

«En Nicaragua hay odio por parte de la dictadura Ortega-Murillo hacia la labor pastoral que realizan tanto los sacerdotes católicos como los pastores evangélicos», dijo Molina Montenegro a CT. «El régimen necesita una iglesia que se arrodille ante ellos. Como no lo han conseguido, persiguen a los cristianos».

Molina, que está exiliada desde 2021 y ahora vive en Texas, ha documentado 667 ataques contra iglesias católicas y 70 más contra iglesias evangélicas entre 2018 y 2023. Estos ataques incluyen ataques físicos a la infraestructura de las iglesias, incluyendo mensajes con grafitis y vandalismo, prohibiciones de algunas actividades religiosas como procesiones y misas, y amenazas de muerte o exilio forzado contra nacionales religiosos y trabajadores extranjeros.

Aunque Ortega es el presidente y su esposa es la vicepresidenta, son esencialmente codictadores, dice Molina, el caricaturista.

Para él, la pareja presidencial aspira a otro nivel de autoridad sobre la población. «[Ella y su marido] quieren que la gente los escuche no solo como líderes políticos sino también como líderes divinos», añadió. «Quieren que la gente no solo los obedezca sino que también los adore».

Aunque el culto a la personalidad de Ortega y Murillo ha atraído a pocos evangélicos, las acciones de su gobierno han dificultado cada vez más que la creciente comunidad encuentre la unidad.

«El objetivo del gobierno no es simplemente silenciar la voz de los cristianos sino, dada su influencia en el país, obstaculizar su credibilidad e impedir que su mensaje se difunda», afirma el informe de Puertas Abiertas 2024 . «Cabe señalar que, si bien muchos cristianos están en la línea de fuego, hay una minoría de creyentes que, ya sea por miedo o por convicción, optan por guardar silencio. Entre algunas comunidades eclesiales, esto está provocando división».

A pesar de los ataques contra la iglesia en Nicaragua, la población de ese país sigue siendo receptiva al mensaje de Jesús.

«El clima espiritual en Nicaragua durante las campañas de evangelización masiva que realizamos fue uno de los ejemplos más extraordinarios de la unidad de la que habla Juan 17 entre todas las denominaciones y movimientos que jamás haya visto», dijo Hancock, fundador de Mountain Gateway.

«Cada pastor con el que interactuamos estaba entusiasmado por el hecho de que había tantos nuevos creyentes en sus iglesias. Los miembros de sus iglesias estaban motivados para compartir su fe como nunca lo habían estado, y sus templos no tenían espacio para albergar a tanta gente nueva que llegaba inmediatamente después de cada campaña».

Hernán Restrepo es un periodista colombiano que vive en Bogotá. Desde 2021, gestiona las cuentas de redes sociales de Christianity Today en español.

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El celibato como elección

Dejemos de pensar en la soltería como un problema.

Christianity Today February 26, 2024
Cottonbro Studio / Pexels

Un martes común y corriente de la primavera pasada, la decana de vida estudiantil de una universidad cristiana evangélica en el Medio Oeste de los Estados Unidos me dijo a mí, su asistente de posgrado: «Marcy, la cultura evangélica de nuestro campus hace mucho para preparar a los estudiantes para la inevitabilidad del matrimonio, pero hacemos poco para prepararlos para la soltería. Necesitamos hacer algo al respecto. Deberías ser tú quien hable con ellos», decidió, «y el título de tu charla debería ser “Soltero por elección”».

Esta decana era una persona provocativa, con instintos agudos. La declaración del título que eligió era más bien el bosquejo de un ultimátum: reconsiderar los supuestos sobre la soltería y el matrimonio que la tradición de nuestro campus cristiano nos había transmitido; y un ultimátum para mí, representante de la generación más reciente de adultos jóvenes, la mayoría de los cuales, según los datos del censo de Estados Unidos, no nos casaremos hasta que tengamos al menos 27 años. Las estadísticas también indican que una quinta parte de nosotros nunca nos casaremos.

Hay varias razones para esta tendencia hacia la soltería prolongada. Sociólogos como Robert Wuthnow y Christian Smith señalan un mercado laboral cambiante que requiere más años de educación, que normalmente van más allá de un grado de licenciatura tradicional de cuatro años. Muchos adultos jóvenes dedican sus años posteriores a la universidad al voluntariado o al servicio mal remunerado. Pocas carreras disponibles para una persona de veintitantos años cuentan con la solidez de un trabajo de 9 a 5 que solía hacer que uno pensara en formar una familia.

En este clima de iniciativa y ambición, pocos adultos jóvenes experimentan la soltería como una condición digna de atención o preocupación. Cuando le pregunté a mi amiga de 28 años por qué nunca asistía a ninguno de nuestros eventos para solteros patrocinados por la iglesia, respondió que no sabía que debía hacerlo. De hecho, aunque la iglesia a la que asisto está ubicada en una ciudad universitaria y cuenta con más de 120 adultos solteros en su directorio de 500 miembros, su ministerio para solteros ha fracasado por falta de interés. La soltería, al parecer, no es tanto un heraldo de identidad para estos jóvenes adultos, sino más bien el camino preestablecido para sus años de juventud.

Sin embargo, ¿qué cambia en la experiencia de estos adultos jóvenes cuando llegan a los 30 años y siguen solteros? ¿Cómo activan su deseo de llegar a la adultez sin un organizador de bodas que guíe esta transformación y sin una ceremonia para anunciarlo? ¿Cómo logran que su comunidad los vea como adultos sin haber pasado por un rito de iniciación parecido al matrimonio? ¿Quiénes son ellos como adultos si se quedan solteros —cargados de tiempo, dinero y experiencia— pero en el limbo y solos?

Esta es esencialmente la pregunta que mi supervisora me estaba planteando a mí, una mujer de 35 años, en transición de la soltería no meditada de cuando tenía veintitantos a los impulsos de inversión a largo plazo que llegaron cuando pasé de los treinta. Reflexioné sobre su pregunta durante seis meses o más. En una cultura evangélica que ha tendido a ver el matrimonio y la familia como modelo normativo de la edad adulta, ¿cómo concebiría yo mi identidad como soltera?

La respuesta que ha llegado a adquirir mayor forma para mí reside en el modo de vida con propósito que evoca el celibato. No estoy respaldando aquí un retorno total a las órdenes religiosas tradicionales de por vida, pero creo que es hora de preguntar: «¿Por qué no?».

¿Por qué no pedir un compromiso vocacional y entregado con la iglesia? ¿Qué cambiaría en nuestra cultura de la soltería si la iglesia recupera una tradición que invoque la memoria de que vivimos en el tiempo entre el primer anuncio del evangelio y su cumplimiento final; un tiempo en el que sin duda se celebra el matrimonio, pero en el que el celibato presenta un signo radical de fidelidad a Cristo y a su cuerpo?

¿Y qué cambiaría en el tejido social de la iglesia si llenáramos nuestra imaginación comunitaria con el canon de santos célibes que muestran un retrato de la soltería atractivo, deliberado y lleno de propósito? ¿Cómo podrían los solteros pensar diferente de sí mismos si la iglesia los clasificara no con el lenguaje de lo que les falta (solteros), sino con el lenguaje de una fidelidad asumida libremente (célibes)?

Los cristianos están familiarizados con las Escrituras como Mateo 19, donde Jesús habla de «eunucos» que han renunciado al matrimonio «por causa del reino de los cielos», o 1 Corintios 7, donde Pablo escribe: «preferiría que todos fueran como yo (solteros)». El soltero, dijo Pablo, se «preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarlo». Los pastores evangélicos justifican la vida célibe con esos pasajes, pero casi nunca la promueven como un llamado deseable. Por tanto, tuve que empezar por redescubrir una imagen del celibato.

El «sueño de la familia americana», es decir, el ícono de la edad adulta madura que típicamente nos llega a través de la cultura verbal y visual de nuestras iglesias, incluye una boda y un grupo de niños bien arreglados frente a una casa de dos pisos con un aro de baloncesto en el frente.

Dibujé esta caricatura solo para reiterar la precaución de Rodney Clapp en Families at the Crossroads: Beyond Traditional and Modern Options. La imagen de familia heredada por la tradición evangélica, dice Clapp, no es bíblica, sino más bien burguesa; un refugio sentimental diseñado para servir como «refugio y oasis, un estabilizador emocional y cargador de baterías para sus miembros». Clapp no niega que estas funciones sean parte del diseño de la familia para servir a un gran bien humano, pero cuando estos valores insulares se convierten en fines en sí mismos, el sueño de una familia cristiana se vuelve demasiado pequeño. Al igual que la persona soltera, la familia se convierte en un cuerpo en sí misma, preparada para la vida, pero en soledad.

Una propuesta modesta

La imagen que es necesario restaurar en la conciencia evangélica, sugirió Clapp, es la imagen de «la iglesia como primera familia». Escribe: «Con la venida del reino, un reino que se manifiesta tanto física como espiritualmente, social e individualmente, y tanto en el presente como en el futuro, Jesús crea una nueva familia de seguidores que ahora exige una atención primaria que es la lealtad».

En Cristo, Pablo tenía un marco narrativo para su soltería. Pablo se proclamó un hombre célibe. Enamorado de la misión de la iglesia, nunca dudó de su apuesta. No estaba soltero «porque sí» y no estaba soltero solo. Más bien, Pablo se veía a sí mismo como un hombre excepcionalmente libre para simpatizar con la humanidad de todas las personas y unirlas como sus madres, hermanos, hermanas e hijos. La tradición que surgió en torno a esta realización suprafamiliar del reino es el celibato.

Animado por una comprensión de la iglesia como primera familia, durante dos milenios el celibato ha venido a la par del matrimonio como encarnación de una narrativa vocacional que es más amplia que la ambición individual y más duradera que el sueño americano.

«He aquí una visión mostrada por la bondad de Dios a una mujer devota… dicha visión contiene muchas palabras de consuelo, muy conmovedoras para todos aquellos que desean ser amantes de Cristo», escribió Juliana de Norwich, una anacoreta inglesa del siglo XIV. El diseño de su cobertizo adosado a la parte trasera de una iglesia fue el diseño de su vida: durante el día, oraba la liturgia de las horas, entre oraciones, permanecía en el frente abierto de su refugio, intercambiando noticias, bromas, consejos y oraciones con los comerciantes que pasaban por el camino.

Leí las memorias espirituales de Juliana el verano pasado, apoyada sobre la encimera de la cocina de mi apartamento cuya ventana occidental se abre a las aceras de nuestro campus y cuya puerta trasera apunta hacia mi iglesia. En la vida célibe de Juliana me fue dada una imagen de lo que, de hecho, ya amaba ser.

Como resultaron las cosas, nunca di la charla titulada «Soltero por elección». Sin embargo, organicé algunas discusiones al respecto en mi iglesia. A mitad de la serie de debates, me junté con una de mis mejores amigas solteras para almorzar. Después de hablar durante media hora de la energía general de la clase, me incliné hacia ella y le pregunté: «¿Qué opinas de tu soltería?».

Mi amiga no es pasiva. Es una artista, una líder y sus ojos tienen la mirada de alguien que ve el mundo con significado. Pero en esta ocasión, sus ojos miraron hacia abajo. Cuando los levantó, estaban llenos de lágrimas. «Quiero casarme», dijo, y luego volvió a mirar hacia abajo.

Estoy convencida de que el enfoque pasivo o paliativo con respecto a la soltería que se exhibe en la mayoría de las iglesias evangélicas carece de sustancia para sostener una vocación de vida seria y comprometida; sin embargo, la solución no es romantizar algo que, en realidad, es difícil.

Desde la época de Pablo, las órdenes célibes formales dentro de la iglesia han mostrado episodios de locura y exceso. No me atrevería a demoler el mito burgués de la revista Brides solo para reemplazarlo con otra imagen falsamente idealizada y envuelta en un recubrimiento espiritual.

Somos célibes, pero somos humanos. Estamos casados, pero somos humanos. La historia cristiana adorna ambos estados con un gozo atractivo, pero también nos suaviza con la sensación de que nuestro amor anhela aún más. La honesta respuesta de mi amiga borró el triunfo de mi voz y me recordó que el mayor testimonio de la comunidad célibe podría ser su resolución no resuelta.

En la tradición católica, cuando los candidatos a órdenes religiosas son llevados ante el obispo para expresar su voto de permanecer comprometidos en el celibato con Cristo y su iglesia, el obispo les dice:

«Debes considerar ansiosamente una y otra vez qué clase de carga es la que estás asumiendo por tu propia voluntad. Hasta aquí eres libre. Aún puedes, si así lo deseas, volverte hacia los objetivos y deseos del mundo. Pero si recibes esta orden ya no te será lícito apartarte de tu propósito. Se te exigirá que perseveres en el servicio de Dios, y que con su ayuda guardes castidad y estés obligado para siempre a los ministerios del Altar, para servir a quien ha de reinar».

El celibato hoy

Los términos que ofrece ese voto formal de celibato son tan aterradores como atractivos y, curiosamente, no son diferentes de los términos que plantea el matrimonio. Si bien la castidad vincula a las parejas casadas a una intimidad compartida y a los solteros a abstenerse de tener relaciones sexuales, ambos llamados implican entrega y abnegación, y ambos surgen de un compromiso de amor y de fe.

Dicho esto, el celibato no es necesariamente una vocación terminal. Ciertamente Dios podría llamar a un adulto solo a una nueva manera de vivir en el mundo. Pero eso supone que él o ella estuvo primero en plena posesión de una identidad anterior. En otras palabras, nuestra atención al matrimonio como un llamado santo (un llamado que «no debe tomarse a la ligera», como lo expresa el libro de los servicios anglicano) se proclama con más fuerza cuando lo asumen dos personas que primero han llegado a entenderse a sí mismos como célibes.

Aunque algunas iglesias pueden dudar con respecto a ordenar un voto de celibato, todavía podríamos usar la palabra celibato para honrar y nombrar correctamente la vida contracultural a la que los solteros han sido llamados. Al hacerlo, fomentamos algo más que la simple abstinencia sexual. Bendecimos la vocación única. Recordamos la historia de la iglesia y recordamos a nuestra verdadera familia. Bautizamos a los solteros como personas con un llamado; con dones familiares que amplifican la iglesia y su misión orientada hacia el exterior.

El retorno a una cultura que acoge con agrado el celibato podría ocurrir simplemente a través de un aumento en el número de solteros cristianos que muestren una imagen interesante del atractivo comunitario del celibato. Quienquiera que haya leído las memorias espirituales de Donald Miller, Blue Like Jazz, escuchará en su narrativa de pubs y cafeterías, campus universitarios y furgonetas Volkswagen la historia de un hombre célibe que, como Francisco de Asís, andaba descalzo, siempre en marcha para encontrarse con el rostro de Jesús en todos.

Junto a Donald Miller se encuentran otros como Shane Claiborne, el joven cuya comunidad Simple Way en Filadelfia ha unido tanto a parejas casadas como a solteros en una comunidad comprometida con la pobreza, la castidad y la obediencia, un patrón primero modelado por la iglesia primitiva y luego ordenado por San Benito.

La soltería no es una anomalía social; el celibato tampoco debería parecernos así. La vida posmoderna, la Madre Teresa y el nuevo movimiento monástico han presentado ante la Iglesia el santo desafío del celibato.

La oportunidad de la iglesia en esto es simplemente nombrar lo que ve: una explosión en el número de adultos jóvenes altamente educados, creativos, emprendedores, espiritualmente intuitivos y aptos para invertir en un llamado que tiene amplias raíces, incluyendo a personas como los monjes que iluminaron el Libro de Kells y salvaron efectivamente el texto transmitido de las Escrituras. O los primeros padres de la iglesia como Atanasio y madres de la iglesia como Macrina, teólogos como Tomás de Aquino, videntes como Teresa de Ávila y sabias como la madre del desierto Sinclética.

«Soltero» no hace justicia a la inteligencia vital que impulsó a estos santos a casar su afecto a la siempre floreciente familia de la iglesia. «Célibe», por otro lado, es una palabra que me dice que sabían exactamente lo que estaban haciendo. La suya era una forma de vida elegida deliberadamente teniendo en cuenta a su comunidad de forma integral.

Somos una comunidad de intérpretes que continuamente nos reflejamos mutuamente nuestro papel en la historia del reino de Dios. Al restaurar el lenguaje del celibato en el léxico de la iglesia, también restauraremos una tradición que históricamente ha producido mucha vida. Más importante aún, restauraremos una historia cristológica de la familia en la que el celibato es una opción viable, un compromiso digno y una relación sagrada.

Marcy Hintz es miembro de la Iglesia de la Resurrección en Glen Ellyn, Illinois, y graduada del Programa de Ministerio y Formación Cristiana de la Escuela de Graduados de Wheaton College.

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Quietud en medio de la batalla

¿Cómo podemos seguir el consejo del salmista cuando hay tanto en juego?

Christianity Today February 25, 2024
Hometown Hills por Caroline Greb. Óleo sobre panel. 5 x 7”. 2021

«Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Seré exaltado entre las naciones! ¡Seré enaltecido en la tierra!». —Salmo 46:10

En una noche húmeda del verano pasado, me senté en el pórtico trasero de mi casa en la oscuridad y me quedé observando un cactus larguirucho que había dejado olvidado en una maceta. Este Epiphyllum oxypetalum, comúnmente conocido como «dama de noche», fue un regalo que recibí de un amigo jardinero de avanzada edad. Cuando me lo dio, aseguró que el cactus tendría flores nocturnas espectaculares, aunque no durarían mucho tiempo. «Y es muy fácil de cuidar», me aseguró. «Mi planta produce siete u ocho flores al mismo tiempo». Y, sin embargo, tras cinco años de espera, solo había visto una sola deslucida flor colgando entre los ondulados tallos como un globo desinflado. Y no fue a causa de mi poco esfuerzo. Lo regaba con regularidad, pero no demasiado seguido. Lo cambié de lugar para que recibiera luz indirecta. Le puse fertilizante, lo podé, y le encontré un buen lugar dentro de la casa antes de que bajara la temperatura exterior. Sus tallos crecieron en todas direcciones y se hicieron largos como tentáculos. Aun así, los brotes de fin de verano que mi amigo había prometido nunca aparecieron.

Entonces, la primavera pasada, mientras mi familia se tambaleaba en medio de oleada tras oleada de pérdidas traumáticas, dejé la planta en la esquina del porche y me dediqué a atender otras necesidades más urgentes. Así que, aquella noche a fines del verano, me llevé una gran sorpresa al encontrar dos capullos hinchados, envueltos en sépalos rosados, listos para florecer.

La bien conocida instrucción del Salmo 46:10: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios», se ha convertido en una frase popular. Aparece en pegatinas, carteles escritos a mano y gráficos para redes sociales. Lo invocamos como estímulo para frenar nuestro ritmo frenético y confiar en que Dios cuida de nosotros. Pero otra traducción bíblica ofrece una postura ligeramente distinta: «Dejen de pelear y acepten que yo soy Dios» (PDT).

El Salmo 46 comienza describiendo un contexto de cataclismo. El salmista declara que Dios es nuestro refugio, fortaleza y ayuda, y se aferra a esta verdad incluso cuando «se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes» (v. 2-3). El texto presenta imágenes de destrucción mundial y conflictos violentos; tanto catástrofes naturales como caos político.

En la tercera y última sección del salmo, el salmista describe la intervención de Dios utilizando imágenes bélicas: «Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego» (v. 9). Si miramos el salmo como un todo, parece que el versículo 10 no nos está diciendo simplemente que nos tomemos un descanso del ajetreo y el bullicio de la vida. Por el contrario, es una orden contraintuitiva de dejar de luchar desesperadamente por nuestra propia seguridad y supervivencia.

El año pasado, a mi familia y a mí nos pareció que nuestro mundo realmente estaba cayendo a las profundidades del mar. La repentina muerte de dos jóvenes amigos y las secuelas de aquellos traumas trastocaron todo en nuestras vidas. Todos los días luchaba desesperadamente por encontrar seguridad y proteger a mis hijos de la oscuridad que amenazaba con hundirlos. Temblaba y me enfurecía, y sentía una profunda necesidad de refugio.

¿Cómo podía seguir el mandato del salmista y dejar de luchar cuando había tanto en juego? Y sin embargo, el Salmo 46:10 insiste en que cuando nos encontramos en medio de una batalla, ese es precisamente el momento de quedarnos quietos. El mandato aparece junto a un llamado a la meditación: «reconozcan que yo soy Dios».

Dios no promete mantenernos alejados de la tragedia y la catástrofe (si tal fuera el caso, no necesitaríamos una fortaleza). En cambio, Él promete ser la torre fuerte que nos mantiene seguros en medio de las batallas feroces y las aguas turbulentas. Cuando tenemos la seguridad sobre esto, ya no necesitamos pelear, esforzarnos y batallar solos.

La Cuaresma no niega nuestra realidad, que nos atraviesa el corazón, nos cansa los huesos y nos oprime el pecho. Nos pide que dejemos de pelear, no porque nos rindamos, sino porque optamos por dar testimonio de la promesa de Dios a sus hijos.

En aquella húmeda noche de verano, me senté en silencio y observé cómo los sépalos de color rosado del cactus se arqueaban hacia arriba y hacia atrás, y luego se extendían como rayos de sol alrededor de los suaves pétalos que protegían. En la oscuridad, las pálidas flores brillaban como estrellas, y me guiaron de vuelta al Dios que dice: «Quédate quieto».

Reflexiona



1. ¿En qué contextos has escuchado antes el Salmo 46:10 y el mandato a quedarte quieto? ¿Cómo cambia tu interpretación de este versículo la versión que dice «dejen de pelear»?

2. ¿En qué área de tu vida sientes que estás peleando o batallando? ¿Cómo sería dejar de pelear por ti mismo? ¿Qué promesas de Dios pueden salir a tu encuentro si te mantienes quieto?

La Dra. Elissa Yukiko Weichbrodt es autora y profesora asociada de arte e historia del arte en Covenant College de Lookout Mountain, Georgia.

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Ser como Jesús

Siempre hay recursos divinos disponibles para cambiar nuestras vidas.

Christianity Today February 20, 2024
Wellcome Collection / CCO

Este artículo de los archivos de CT fue publicado por primera vez en inglés en agosto de 1990.

Hace algún tiempo llegué a la conclusión de que no amaba a mis vecinos de al lado. Eran, a todas luces, personas peligrosas y desagradables: exmoteros que se ganaban la vida vendiendo drogas.

Nunca habían intentado hacerle daño a mi familia, pero el tráfico constante de quienes les compraban drogas —muchos de los cuales se sentaban en el patio para consumirlas— comenzó a colmarme la paciencia. Mientras le daba vueltas al asunto en mi mente un día tras otro, dando alas a mi irritación, el Señor me ayudó a ver que en realidad no sentía ningún amor por ellos; que después de «sufrirlos» durante muchos años, me alegraría en secreto de su muerte si con ello consiguiera deshacerme de ellos. Me di cuenta también de lo poco que me importaban en realidad casi todas las personas con las que trataba a lo largo del día, incluso cuando se trataba de «asuntos religiosos». Tengo que admitir que nunca había buscado ser poseído fervientemente por la clase de amor con la que Dios ama, o por ser más como Jesús. No obstante, el tiempo de buscarlo había llegado.

Pero, ¿es posible ser como Jesús? ¿Realmente podemos tener el carácter del Padre celestial? Sabemos que Dios muestra amor sincero por cada uno y es amable de forma constante, incluso con los ingratos. Del mismo modo, Jesús demostró ser misericordioso, rápido a la hora de perdonar agravios y siempre feliz de dar, sin más, sin esperar nada a cambio.

Ahora creo que es posible revestirse del Señor Jesucristo (Romanos 13:14). La gente normal, en un entorno común, puede vivir de la abundancia del reino de Dios, dejando que el espíritu y las acciones de Jesús sean el flujo natural que salga de sus vidas. El «árbol» puede hacerse bueno, y entonces el fruto será bueno, como es de esperar (Mateo 12:33).

No obstante, esta nueva vida que Dios imparte implica tanto un objetivo como un método.

Su corazón, nuestro corazón

Como discípulos (literalmente, estudiantes) de Jesús, nuestro objetivo es aprender a ser como Él. El primer paso es confiar en que Él nos recibe tal cual somos. Pero nuestra confianza en Él nos conduce hacia la misma clase de fe que Él tenía, una fe que hizo posible que actuara como lo hizo. La fe de Jesús estaba enraizada en su evangelio del orden celestial, la buena noticia del «reino de los cielos» (Mateo 4:17). Cielo es una palabra con mucho significado. Desde Abraham (Génesis 24:7) en adelante, para el pueblo de Israel significaba la disponibilidad directa de Dios para con sus hijos, así como su supremacía sobre todo lo que nos afecta. Desde el cielo «los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones» (Salmo 34:15; 1 Pedro 3:12).

Jesús se encargó de transmitir a sus seguidores esta realidad del orden celestial que sustentaba su vida. Cuando envió a sus doce amigos en una primera misión, les dijo que los enviaba «como ovejas en medio de lobos». Serían como mariposas contra armas automáticas. Sin embargo, —¡imagina a las ovejas escuchando esto!— no había necesidad de temer. Dos pajarillos cuestan una moneda. Aun así, ni uno solo de ellos cae a tierra «sin que lo permita el Padre». El cielo está tan cerca que incluso los cabellos de nuestra cabeza están contados. «No tengan miedo», nos dice Jesús; «ustedes valen más que muchos gorriones» (Mateo 10:16, 29-31).

Evitemos tristes sustitutos

Vivir bajo el gobierno del cielo nos libera y nos empodera para amar como Dios lo hace. Sin embargo, fuera de la seguridad y la suficiencia del orden celestial, estamos demasiado asustados y furiosos como para amar de verdad a los demás, o incluso a nosotros mismos, y por eso establecemos tristes sustitutos. Una formulación contemporánea de la comparación que hace Jesús de la clase de amor de Dios, agapē, y que normalmente pasa por amor, podría ser: ¿Qué tiene de grande amar a aquellos que los aman a ustedes? ¡Los terroristas lo hacen! Si eso es todo a lo que equivale su «amor», ciertamente Dios no está implicado. O supongan que solo son amistosos con «los de su misma clase». ¡También lo hace la mafia! (Mateo 5:46-47).

Ahora, reflexiona: ¿has derramado tu corazón en una generosa bendición hacia alguien que te haya insultado o humillado? ¿Puedes trabajar, sin pensar en tu propia ganancia, por el bienestar de alguien que te desprecia abiertamente, o que quizá haya deseado que caigas muerto? ¿Estás esforzándote con entusiasmo por el éxito de alguien que compite contigo para conseguir favor, posición o beneficio económico?

Muchos letreros en las puertas de las casas dicen: «¡Bienvenidos, amigos!». ¿Podría el tuyo sinceramente dar la bienvenida a tus enemigos? Cuando prestas un traje, un equipo de música, un coche, herramientas o libros, ¿eres capaz de dejarlos ir sin esperar verlos de nuevo, como sugiere Lucas 6:35 que deberíamos hacer? Yo realizo buena parte de mis reparaciones mecánicas o de carpintería, y tengo un buen suministro de herramientas, cosa que mis vecinos pronto descubrieron. Estoy agradecido de tener oportunidades de prestar una sierra eléctrica, un hacha, una llave o unas pinzas, porque lo veo como un auténtico ejercicio espiritual de abandono delante de Dios. Estoy aprendiendo a amar a los demás en las cosas pequeñas, y esto me ayuda a estar preparado para confiar en Él en cosas que verdaderamente importan.

El triángulo de oro

Si esta vida de fe y amor desde el cielo es el objetivo del discípulo de Jesús, el cumplimiento natural de la nueva vida en Cristo, ¿cómo podemos entrar en ella? Aunque en un sentido es el resultado de la presencia de Dios en nosotros, el Nuevo Testamento también describe un proceso detrás de nuestro «revestimiento» del Señor Jesucristo. Se habla de ello repetidas veces en la Biblia bajo tres aspectos esenciales, cada uno de ellos inseparable del otro, y todos interrelacionados. A este proceso se le podría llamar «el triángulo de oro» de la transformación espiritual, porque resulta tan precioso como el oro para el discípulo, y cada uno de sus aspectos es tan esencial para el conjunto como los tres lados de un triángulo.

Un aspecto, o lado, de nuestro triángulo es la fiel aceptación de los problemas de cada día. Al soportar las dificultades con paciencia podemos alcanzar la certeza de la plenitud del orden celestial en nuestras vidas.

Santiago, el hermano del Señor, comenzó su mensaje a la iglesia instruyéndonos sobre estar «muy dichosos» cuando aparecieran los problemas: «Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia» (1:2-3, NVI). Cuando se permite que la constancia o la paciencia actúen libremente en los detalles de la existencia cotidiana, eso nos hará «perfectos e íntegros, sin que [nos] falte nada» (v. 4).

Ciertamente Santiago aprendió esto de Jesús, su hermano mayor, durante más de veinte años de vida familiar que a veces implicó resentimientos (Juan 7:2-8). Nunca debemos olvidar que, durante la mayor parte de su vida, Jesús fue lo que hoy llamaríamos un obrero, un artesano, un contratista independiente. Sus manos tenían callos por usar los equivalentes del primer siglo de los martillos, los taladros, las hachas, las sierras y los planos. Era conocido en su pueblo simplemente como «el carpintero».

En ese contexto, Santiago lo vio practicando lo que Él más tarde predicaría. Sabemos lo que es «tratar con el público». Jesús también lo sabía. Cada pequeña cosa que Jesús nos enseñó a hacer era algo que Él había puesto en práctica en el día a día. En las pruebas de su existencia cotidiana, en la vida familiar y del pueblo, Él comprobó la suficiencia del cuidado de Dios hacia aquellos que simplemente confiaban en Él y le obedecían. Y, al menos en retrospectiva, Santiago lo entendió. Una vez que vio quién era su hermano mayor en realidad, se dio cuenta del poder de la paciencia en los sucesos cotidianos —manifestados sobre todo por una lengua inofensiva (Santiago 3:2)— como el camino en el cual el carácter de Dios se completa en nuestras vidas.

Abramos nuestras vidas al Espíritu

El segundo lado de nuestro triángulo es la interacción con el Espíritu de Dios en y alrededor de nosotros. Como señala Pablo, el Espíritu nos permite «caminar» en el Espíritu (Gálatas 5:25). Esta personalidad creativa y todopoderosa, el «fortalecedor» prometido, el paraclētus de Juan 14, espera amablemente a que lo invitemos a actuar sobre nosotros, con nosotros y por nosotros.

La presencia del Espíritu Santo siempre puede reconocerse en el modo en que nos mueve hacia lo que Jesús sería y haría (Juan 16:7-15). Cuando experimentamos por dentro la dulzura celestial y el poder de la vida —el amor, la alegría y la paz— que Jesús conocía, esa es la obra del Espíritu en nosotros.

Por fuera, la vida en Espíritu se manifiesta de dos maneras. Los dones del Espíritu nos permitirán realizar cierta función específica —como un servicio, una sanación o liderar la alabanza— con efectos que irán claramente más allá de lo que conseguiríamos por nosotros mismos. Estos dones sirven para los propósitos de Dios entre su pueblo, pero no indican necesariamente el estado de nuestro corazón.

El fruto del Espíritu, por el contrario, ofrece una señal segura de un carácter transformado. Cuando nuestras actitudes y disposiciones más profundas son las de Jesús, es porque hemos aprendido a dejar que el Espíritu infunda su vida en nosotros. Pablo confesó: «He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gálatas 2:20). El fruto es el resultado de que Cristo viva dentro de nosotros a través del Espíritu: amor, gozo, paz paciencia, amabilidad, fidelidad, benignidad, dominio propio (Gálatas 5:22-23).

Tanto los dones como el fruto son el resultado, no la realidad, de la presencia del Espíritu en nuestras vidas. Lo que ocasiona que seamos transformados a imagen de Cristo es nuestra interacción directa y personal con Él a través del Espíritu. El Espíritu hace que Cristo esté presente en nuestras vidas y nos atrae a buscar su semejanza. Es así como nosotros «reflejamos la gloria del Señor» y somos constantemente «transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» (2 Corintios 3:18).

Las disciplinas de la semejanza a Cristo

El tercer lado de nuestro triángulo consiste en las disciplinas espirituales. Consisten en actividades especiales, muchas de las cuales Jesús mismo practicó, como la soledad y el estudio, el servicio y la discreción, el ayuno y la alabanza. Son maneras en las que nos comprometemos a seguir el mandato del Nuevo Testamento de dejar morir o «no proveer» para los aspectos meramente terrenales de nuestras vidas, y vestirnos de la nueva persona (Colosenses 3).

El énfasis en esta dimensión de la transformación espiritual recae en nuestro esfuerzo. Es verdad, se nos ha dado mucho, y sin gracia no podemos hacer nada; pero también hacen falta nuestras acciones. «Esfuércense», nos dice Pedro (2 Pedro 1:5). Debemos esforzarnos por añadir a nuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, agapē (vv. 5-7).

En Colosenses 3, Pablo nos anima «como escogidos de Dios, santos y amados» a renovar nuestro ser interior con órganos («entrañas», dice la RVA) de misericordia, amabilidad, humildad de mente, mansedumbre, tolerancia, paciencia, perdón y agapē (vv. 12-14). No solo deberíamos tratar de ser personas misericordiosas, amables, modestas y pacientes, también tenemos que hacer planes para convertirnos en eso. Es decir, debemos averiguar lo que impide y lo que promueve la misericordia, la bondad y la paciencia en nuestras almas, y hemos de retirar los obstáculos para estas cosas tanto como sea posible, sustituyéndolo cuidadosamente con lo que nos ayude a asemejarnos a Cristo.

Muchas personas bienintencionadas, por dar un ejemplo, no tienen éxito a la hora de ser amables porque viven apresurados haciendo cosas. La prisa tiene a la preocupación, al miedo y a la ira como socios cercanos; además, es un enemigo mortal de la bondad y, por lo tanto, del amor. Si este es nuestro problema, puede que nos ayude en gran medida un retiro diario de soledad y silencio, en el cual descubramos que el mundo sobrevive aunque nosotros estemos inactivos. Ahí podremos meditar en oración para ver con claridad el daño hecho por nuestra falta de bondad, y compararlo honestamente con lo que, si acaso, se consigue de verdad con nuestras prisas. Llegaremos a entender que la mayor parte del tiempo nuestra prisa en realidad está basada en el orgullo, la prepotencia, el miedo y la falta de fe, y rara vez en la producción de nada que tenga verdadero valor para nadie.

Tal vez acabemos haciendo planes para orar diariamente por las personas con las que tratamos con regularidad. O puede que decidamos pedir a nuestros conocidos que nos perdonen por perjuicios pasados. Sea lo que sea que surja de esa reflexión en oración, podemos estar absolutamente seguros de que nuestras vidas nunca serán las mismas, y de que disfrutaremos de una riqueza mucho mayor de la realidad de Dios en nuestras vidas.

En general, pues, nos «revestimos» de la nueva persona por medio de actividades regulares que están bajo nuestro poder, y nos convertimos en lo que no podríamos ser simplemente con un esfuerzo directo. Si tomamos nota y seguimos a Jesús en lo que hizo cuando no estaba atendiendo o enseñando, encontraremos la guía y el poder para comportarnos como Él lo hacía cuando estaba en medio de cualquier circunstancia.

El rasgo más obvio de aquellos que profesan a Cristo pero no llegan a ser semejantes a Él es su negación a llevar a cabo las medidas razonables y comprobadas para el crecimiento espiritual. Casi nunca me encuentro con alguien que se encuentre en frialdad, confusión y aflicción espirituales que sea metódico en el uso de aquellos ejercicios espirituales que serían obvios para cualquiera familiarizado con los contenidos del Nuevo Testamento.

Como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta

Los tres lados del triángulo de oro de la transformación espiritual deben estar juntos. Ninguno de los tres nos dará un corazón como el de Cristo sin los otros dos. Ninguno de ellos puede ocupar el lugar del otro. No obstante, cada uno de ellos, conectado con los demás, ciertamente nos acercará a ser cada vez más como Cristo.

En Filipenses 2 el apóstol junta los tres lados en una gran declaración: «Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor. Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada. Hagan todo sin quejarse y sin discutir, para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta» (vv. 12-15, NTV).

Cuando aceptamos que los sucesos y las tribulaciones inmediatas son el lugar donde recibimos la provisión de Dios, pacientemente anticipamos la acción de su Espíritu en nuestras vidas. Con esperanza hacemos lo mejor que podemos para encontrar las maneras en las que nuestro ser interior puede asumir un carácter digno de los hijos del Altísimo. Este es el camino para un cambio radical: un cambio que sea suficiente para suplir las necesidades del mundo y para preparar a las personas para que sean la morada de Dios.

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