El antídoto para la iglesia de celebridades es la mera iglesia

Necesitamos redescubrir una alabanza que funcione sin nuestra ayuda.

Christianity Today January 4, 2022
Illustration by Chanelle Nibbelink

Una vez, Chris Rock compartió [enlaces en inglés] en una entrevista la forma en la que desarrolla nuevo material de comedia. Como muchos comediantes ya establecidos, aparece en pequeños clubs de comedia y sube al escenario con cinco o diez minutos de chistes, desarrollando uno o dos a la vez, y después une aquellos que funcionan en su siguiente gira.

Rock sabe que es posible que la audiencia reaccione tanto al hecho de que se trate de Chris Rock, como a los chistes en sí. Por eso, cuando hace estas apariciones no planeadas, cuenta los chistes mostrando lo menos posible de su personalidad. Quiere creer que «se podrían hacer detrás de una cortina», dijo. Si estos funcionan, sabe que una vez que los refuerce con su personaje sobre el escenario, serán mortales.

A menudo pensaba en esto mientras trabajaba en el pódcast de CT The Rise and Fall of Mars Hill [El ascenso y caída de Mars Hill]. Es la historia de la megaiglesia de Seattle que subió al estrellato a principios de los 2000, atrajo a 15 000 personas en 15 locaciones, y finalmente cerró sus puertas después de que su fundador, Mark Driscoll, renunciara en 2014. De muchas maneras, Mars Hill era un caso aparte. De muchas otras importantes maneras, no lo era.

Driscoll era un comunicador y un provocador excepcionalmente dotado, pero el fenómeno del pastor celebridad ahora es endémico en las megaiglesias. Mars Hill innovó en el uso de la música, la producción de video, la tecnología y las redes sociales, pero aquello en lo que fue pionera ha sido ampliamente adoptado y hoy define en gran medida a las iglesias influyentes.

Las herramientas de la tecnología y la celebridad que construyeron Mars Hill continúan expandiéndose y siguen siendo una tentación tanto en las pequeñas como en las grandes congregaciones. No hemos aprendido la lección de que estas herramientas conformaban una frágil arquitectura: la iglesia no pudo sobrevivir a la salida de Driscoll.

El hecho de que estas herramientas sean tan seductoras es comprensible. Le ponen un broche al ministerio del mismo modo que Chris Rock lo hace con su —poco eclesiástico— personaje. Y, aunque la tecnología no es necesariamente malvada —la imprenta llevó la Biblia, el Libro de Oración Común y los himnarios a miles de millones de personas comunes—, tampoco es neutral. Puede penetrar en nuestros cuerpos y nuestra imaginación de tal manera que socave un mensaje del Evangelio que consiste en morir a nosotros mismos y humildemente poner las necesidades de los demás por delante de las nuestras.

Así pues, incorporamos los videos que magnifican la imagen para proyectar a pastores y a líderes de alabanza exuberantes, sin preguntarnos nunca qué otros mensajes puede estar comunicando una tecnología que se utiliza mayormente en conciertos de rock y mítines políticos. Importamos subwoofers que nos hacen vibrar el pecho y máquinas de humo. En el escenario, los líderes leen en teléfonos inteligentes y tabletas. Los ministerios de alabanza distribuyen guías de estilo para la ropa que deben llevar puesta los miembros de la banda sobre el escenario (no me lo estoy inventando), y nos reunimos en entornos sin ventanas, climatizados, que detienen el tiempo igual que los cines o los casinos.

En ese contexto, si la mayoría de líderes cristianos que tenemos a la vista son hombres y mujeres jóvenes, carismáticos y de dentadura perfecta, ¿qué ocurre cuando nos encontramos con alguien modesto, de voz suave y que no tiene madera para brillar en Instagram? ¿Alguien que no posee ni la presencia de la celebridad ni una impactante historia de conversión? ¿Alguien con la clase de autoridad espiritual que confundió al mundo del primer siglo, cuando Jesús no demandó poder ni lo demostró poniéndose al mando?

Me temo que nos pasaría de largo. Puede que incluso lo rechazáramos y lo condenáramos directamente. Quizá ya lo hayamos hecho.

Driscoll a menudo decía que odiaba escuchar a la mayoría de los predicadores porque eran aburridos y no conseguían enganchar a su público. En cambio, aprendía de los cómicos de stand-up, incluyendo a Chris Rock. Resultó ser, sin embargo, que se le escapó aplicar la ética más profunda del oficio de Rock: que la sustancia del material era más importante que la presentación. Se supone que debía funcionar sin él.

Chip Stam, quien fue mi mentor hasta su muerte en 2011, me dijo: «Un creyente maduro se edifica fácilmente». Quería decir que, si los cristianos se encontraban en un lugar donde se predicaba la Palabra de Dios, se alababa a Jesús y el Espíritu estaba presente en los corazones de su gente, entonces ellos saldrían animados, aun si la experiencia resultara superficial, ruidosa, silenciosa o desconocida.

He llegado a pensar en esto como una invitación a la «mera iglesia», una postura que reconoce que las cosas más significativas de una reunión de iglesia son aquellas que pueden soportar el derrumbamiento de una iglesia o de una civilización: como ya ha ocurrido.

En medio de las secuelas de una década de derrumbamiento moral de parte de varios líderes cristianos, ¿qué sucedería si la iglesia renovara su compromiso con algo como esta visión de una mera iglesia? Si en vez de manufacturar experiencias de reuniones dominicales con una gran producción, nos reuniéramos alrededor de la Palabra y el Espíritu, la confesión y la seguridad, el pan y el vino.

Puede que parezca una época desértica, pero la iglesia ya ha superado cosas así antes. Espero —y creo— que lo podemos hacer de nuevo.

Mike Cosper es el director de pódcast de CT.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Ella no creía, pero Dios escuchó su lamento

Yo tuve el privilegio de ser parte de su respuesta.

Christianity Today December 30, 2021
Illustration by Cassandra Roberts / Source images: We are / Getty

He escuchado decir a cristianos a los que amo y respeto que la oración no cambia nada. «Oramos para que Dios nos cambie a nosotros», dicen. Entiendo por qué lo dicen. Y también creo que cuando oro y le pido a Dios que su voluntad se anteponga a la mía, mi corazón cambia. Lentamente, con suavidad y a veces con dolor, siento cómo se transforman mis deseos. Pero no creo que eso sea todo lo que hace la oración. Sé que la oración también cambia nuestras circunstancias. Lo he experimentado.

Hace muchos años daba clases en un curso de comunicación en la Universidad de Michigan. Una estudiante en particular, Shatina, siempre se sentaba en la parte de atrás del aula. La mayoría de los días agachaba la cabeza hacia la mesa y se esforzaba por no hacer contacto visual conmigo en los noventa minutos de clase. En términos generales, yo tenía una relación positiva con mis estudiantes, pero Shatina nunca mostró interés alguno. No se reía de mis chistes. No alzaba la mano. Se sentaba al fondo del aula y cuando la clase terminaba, se marchaba.

Un día, cuando vi a Shatina entrar en el aula, apareció un pensamiento en mi cabeza: «Dale a Shatina el dinero que tienes en la cartera».

Me pregunté si este pensamiento venía del Espíritu Santo. Pero no crecí en una tradición eclesial que tuviera un fuerte enfoque en el Espíritu Santo, así que, con el tiempo, creo que me acostumbré a ignorar estas intuiciones.

No puedo darle a los estudiantes dinero de mi cartera, pensé dentro de mí. De hecho, sería inapropiado. Así que deseché el pensamiento como cosa mía y di la clase como siempre. Cuando la clase terminó los estudiantes se marcharon, y Shatina también. Apenas ella salió del salón de clase, surgió de nuevo un pensamiento en mi mente: «No dejas de pedirme que te dé grandes oportunidades, y no has sido fiel en esta tan pequeña».

Todavía no estaba segura de si estaba discutiendo con Dios o conmigo misma, pero sabía que esa afirmación era convincente. que había estado orando a Dios pidiéndole que me usara, y quizá ahora él lo estaba haciendo y yo ignoraba la oportunidad. Revisé mi cartera rápidamente y vi que tenía un billete de veinte dólares. Corrí buscando a Shatina por todo el campus, pero no la encontré. Le dije al Señor que, si esto venía de Él, yo estaba tratando de ser fiel, pero aparentemente era muy poco y demasiado tarde.

Todo esto pasó el viernes anterior a las vacaciones de primavera. Mi esposo y yo salimos de vacaciones al día siguiente. Me gustaría decir que la pena por haberme negado a obedecer lo que percibí que era la voz de Dios me arruinó el viaje. Pero no fue así. Durante las vacaciones ni siquiera pensé en la situación.

Sin embargo, cuando regresé al trabajo una semana más tarde, tan pronto como Shatina entró en mi aula el pensamiento inundó mi mente de nuevo: Heather, dale a Shatina el dinero que tienes en la cartera.

Revisé de nuevo. En esta ocasión tenía 40 dólares allí dentro. Muy bien, pensé, seré fiel.

Cuando la clase terminó le pedí a Shatina que se quedara un momento. Ella se me quedó mirando muy nerviosa. No teníamos relación, y la situación estaba a punto de tornarse incómoda para las dos.

«Sé que esto te va a sonar extraño…», comencé a decirle mientras buscaba a tientas mi cartera, «… pero soy cristiana. Cuando entraste aquí hoy, Dios me dijo que te diera estos 40 dólares. Lo siento mucho si te estoy haciendo sentir incómoda. Este dinero no viene de mí. Esto es algo entre tú y Él».

Aunque me sentía muy nerviosa, le puse el dinero en la mano, esperando que ella no presentara una queja. Su rostro cambió de la confusión hasta una expresión de total sorpresa. «Soy madre soltera», me dijo. Yo no lo sabía. Solo tenía 19 años.

«Antes de entrar en esta clase, hice algo que no había hecho en años», susurró, ahora con lágrimas en el rostro. «Oré».

Shatina me contó que justo antes de entrar en mi clase le pidió dinero a una amiga para que la ayudara a comprar un paquete de pañales para su bebé de seis meses. Su amiga no tenía nada, así que llamaron al padre de ella a ver si le podía prestar algo de dinero. También él les dijo que no tenía. Cuando colgaron, la amiga de Shatina le dijo: «Creo que deberíamos orar».

Shatina se ofendió; no le veía ninguna utilidad a la oración. Aunque existiera un Dios, no se iba a molestar en atender sus oraciones. Shatina había crecido dentro del sistema de adopciones del gobierno estadounidense y había experimentado abuso sexual. Luego quedó embarazada y tuvo un bebé.

Shatina no creía realmente en Dios, pero cuando su amiga le dijo que oraran, ella decidió ser amable. Las dos chicas, sentadas justo fuera de mi clase, oraron a Dios. No oraron por una casa, ni por riqueza o fama. Oraron por una caja de pañales. Y ahora aquí estaba yo, apenas noventa minutos después, entregándole cuarenta dólares.

Nunca he vuelto a ignorar la voz del Espíritu Santo. Si no hubiera respondido a esa voz, susurrando una segunda vez que abriera mi cartera, quizá Dios habría encontrado otro modo de ayudar a Shatina. O quizá la respuesta de Dios a esta madre de 19 años que apenas era capaz de orar, realmente descansaba, de una manera misteriosa, en mi voluntad de responder al estímulo del Espíritu.

Con los años, Shatina y yo hemos seguido en contacto. Dios ha seguido obrando en su vida y ella ahora es una creyente en Jesús. Sin embargo, incluso entonces —cuando apenas creía en Dios y ni siquiera quería orar— su oración fue importante. Este es el Dios al que servimos. Y este es un Dios con el que quiero hacer mi parte y colaborar.

Sí, creo que nuestras oraciones nos cambian. Pero también creo que Dios obra a través de la oración para cambiar nuestras circunstancias: porque tuve el privilegio de ser parte de la respuesta de Dios a una madre adolescente del sistema de adopciones que necesitaba un paquete de pañales. Vi a Dios respondiendo al lamento de una chica que no creía siquiera en la oración.

Heather Thompson Day es la autora de It’s Not Your Turn, la presentadora del podcast de CT Viral Jesus y profesora adjunta de comunicación en la Universidad Cristiana de Colorado.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Los 20 artículos más leídos de Christianity Today en español

Afganistán y motivos de oración por la iglesia perseguida, las investigaciones sobre Ravi Zacharias, preguntas bioéticas sobre las vacunas contra el COVID-19, y más.

Christianity Today December 30, 2021

En esta serie

Estas son las 20 historias más leídas de CT en español durante el 2021, en orden descendiente.

20.

19.

18.

17.

16.

15.

14.

13.

12.

11.

10.

9.

8.

7.

6.

5.

4.

3.

2.

1.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos por correo electrónico, Facebook, Twitter o Telegram.

Gran alegría para todo el pueblo

Una lectura de Adviento para la Navidad.

Christianity Today December 25, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Cuarta semana de Adviento: Encarnación y Natividad


Esta semana, nos adentramos en los acontecimientos de la Natividad y consideramos el milagro de la entrada del Verbo eterno en el mundo como un niño humano. Aprendemos lecciones de fe de las personas que Dios eligió para participar en estos acontecimientos. ¡Y celebramos las Buenas Nuevas de gran gozo para todos los pueblos!

Día de Navidad

Lea Lucas 2:8-20

El tono abrumador de este pasaje transmite alegría. Dios había enviado a su Hijo a la tierra, y la celebración del cielo se derramó sobre el mundo con alabanzas y una gloria impresionante. ¿Y a quién llegó el anuncio de la alegría? No llegó a la humanidad más gloriosa, sino a la más normal, mundana e incluso terrenal. Cuando leemos el texto podemos imaginarnos los olores del pesebre, desde las ovejas vigiladas por los pastores, hasta el comedero que acunaba a Jesús. La Navidad es una imagen impresionante del Evangelio: Dios no abandonó a su creación, sino que llegó hasta donde estaba, a un alto precio, para redimirla personalmente.

Lucas registra una variedad de respuestas a la proclamación de las huestes celestiales. Es comprensible que el primer sentimiento de los pastores sea de temor al verse frente a criaturas tan distintas a ellos. Pero su temor fue pronto sustituido por el entusiasmo. Al fin y al cabo, esta primera venida no es como la segunda. Mientras que la segunda venida de Cristo traerá el juicio de todos, esta primera fue una invitación de alegría para todos los pueblos, que daría lugar a una paz verdadera y duradera para los que respondieran a ella (vv. 10, 14).

La diligencia de los pastores para buscar la señal fue recompensada con el hallazgo de la familia, tal como habían dicho los ángeles. Pero los pastores no callaron las nuevas que habían recibido. Fueron tan diligentes en informar acerca de lo que se les había dicho como lo fueron en buscar al niño. Esta es la esencia de la proclamación del Evangelio: oírlo por nosotros mismos, experimentar que Dios ha cumplido su palabra, y compartir las Buenas Nuevas de salvación segura con otros.

Los que escucharon el testimonio de los pastores se asombraron (v. 18). Esto no significa necesariamente que comprendieran verdaderamente lo que los ángeles habían dicho a los pastores sobre el niño: Salvador, Mesías, Señor. Tal vez, al escuchar solo a los pastores comunes (y no a una hueste de ángeles) y ver solo a un recién nacido común, la gloria quedó demasiado oscurecida para algunos. Sin embargo, Dios nos llama a vivir por la fe en Él, no por vista.

María, por su parte, creyó todo en su corazón, y lo trasladó a su mente. Y los pastores completaron su espontáneo viaje misionero alabando y glorificando a Dios. Cristo el Señor, nuestro Salvador, tomó la naturaleza humana por nosotros y vino a ser nuestra paz. ¡Que nuestra respuesta hoy —tal como la de los pastores— resuene con alegría, alabanza y gloria!

Rachel Gilson forma parte del equipo de liderazgo de Cru para el desarrollo teológico y la cultura. Es autora de Born Again This Way: Coming Out, Coming to Faith, and What Comes Next.

Lea Lucas 2:8-20.

Reflexione sobre todo lo que ha leído y considerado durante el Adviento. ¿Cómo desea responder en alabanza a Dios? ¿Cómo podría, al igual que los pastores, compartir estas Buenas Nuevas con los demás? ¡Ore y alégrese!

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Siempre es ‘Festivus’ y nunca Navidad

En vez de ira y resentimiento, esta temporada exige reconciliación.

Christianity Today December 24, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Sean Locke / EyeEm / Getty

Este artículo fue adaptado del boletín [en inglés] de Russell Moore. Suscríbase aquí.

En mis años más jóvenes, celebraba Festivus. Esto no era por elección, sino porque trabajaba en un lugar donde todos los años, en cualquier fiesta de celebración, siempre sabíamos que un tipo que se pasaría todo el tiempo «ventilando quejas» con el resto de nosotros. Uno de mis compañeros de trabajo me decía: «¿Ya estás listo para el Festivus de este año?».

Por supuesto, se refería a la famosa historia de la vieja comedia de televisión Seinfeld, en la que el padre de George Costanza, Frank, celebraba su propia festividad inventada, con un poste de aluminio, demostraciones de fuerza y, por supuesto, la ventilación de agravios. Siempre me reía de la broma de mi compañero de trabajo porque, después de todo, Festivus era divertido, producto de la imaginación de Jerry Seinfeld o de algún escritor de comedia.

Excepto que no era el caso.

The Daily Beast grabó un episodio de su podcast, Fever Dreams, en el que el exescritor de Seinfeld, Dan O’Keefe, explicó los orígenes de Festivus en la vida real. (Tenga cuidado con el lenguaje usado en el episodio). Ahí compartió que la festividad no era ficticia —al menos no en la casa donde creció—, y que era todo menos divertida.

O'Keefe dijo que su padre, editor de Reader's Digest y «alcohólico severo y bipolar no diagnosticado», inventó Festivus. Lo hizo con un reloj en una bolsa colgada en la pared. El famoso poste de aluminio no formaba parte de la celebración, pero la ventilación de agravios definitivamente lo era.

«Era simplemente un escenario formal para gritarnos», dijo en Fever Dreams. «Sí; mientras crecíamos, mis dos hermanos y yo sufrimos un tipo de abuso infantil que aún no era reconocido como tal por el estado de Nueva York, y que incluía rituales estacionales».

O'Keefe habló sobre su infancia con algunos compañeros escritores, quienes le dijeron que ellos, junto con Jerry Seinfeld, querían adaptar el ritual de Festivus para Frank Costanza, pero sin el comportamiento abusivo y el trauma infantil.

Mi primer pensamiento fue: «Eso es tan sombrío». Pero después pensé: «¿Cómo es que nunca escuché esa historia hasta ahora?» Me pregunté cuántos otros de mis momentos favoritos de las series cómicas habrían comenzado de esta manera. ¿Hubo una historia de terror detrás de los premios Dundie o los funerales de los adorados mini caballos? No quería saberlo. Pero luego me pregunté si Festivus es la fiesta de este momento cultural.

Hace más de una década, James Davison Hunter advirtió que el involucramiento cristiano en la cultura y la política había fracasado en parte debido a lo que Friedrich Nietzsche llamó ressentiment. Es una palabra francesa que va más allá del resentimiento, argumentó Hunter, e incluye «ira, envidia, odio, rabia y venganza como los motivos centrales de la acción política».

El ressentiment, escribió Hunter, se basa «en una narrativa de daño o, al menos, de daño percibido; una fuerte creencia de que uno ha sido o está siendo agraviado». Esto es especialmente cierto, sostuvo, cuando el grupo tiene un sentido de derecho a un mayor respeto, a un mayor poder, a un lugar en el grupo mayoritario. Esta postura, advirtió, es una psicología política que se expresa a sí misma con «la condena y denigración de los enemigos en el esfuerzo por subyugar y dominar a los culpables».

En la explicación de Hunter, la Iglesia (al menos en su papel de activista en la guerra cultural) no resistió esta tendencia, sino que se lanzó dentro de ella de cabeza. Por lo tanto, terminamos con el lenguaje de «recuperar» a los Estados Unidos o «recuperar el control de la cultura». Resulta que todo se reduce a ventilar agravios y hacer demostraciones de fuerza.

Antes de decir: «No hay nada de malo en eso», debemos considerar lo que nos ha hecho, no solo como país sino, lo que es aún más importante, como Iglesia.

En Lucas 4:20-30 (NVI), encontramos ese momento crucial en el que Jesús anuncia su misión. [Debemos preguntarnos], para el resto del mundo, para nuestros propios hijos, ¿nos parecemos más al que pregona las buenas nuevas del «año del favor del Señor», o a las multitudes indignadas ante la sugerencia de que el reino era más grande que su etnia y fronteras nacionales? ¿Nos parecemos más a las turbas que «se enfurecieron» y buscaron venganza al borde del acantilado, o a Aquel que «pasó por en medio de ellos», caminando tranquilamente hacia adelante, con el rostro firme mirando hacia la cruz?

Las acciones de Cristo no tienen sentido en un mundo donde las «demostraciones de fuerza» son necesarias para protegerse de las amenazas. Para una persona que no cree en el Dios viviente, el Sermón del Monte parece débil y la protección de Faraón parece fuerte (Isaías 30:1–2). Si no hay un tribunal, entonces «ventilar los agravios» (apresurándose con estridencia y teatralidad) es la manera de asegurarse de que «Mía es la venganza; yo pagaré» (Romanos 12:19).

Todo lo que tenemos que hacer es redefinir lo que significa «venganza» y a quien se refiere «yo». Entonces podremos evitar nuestro llamado como embajadores de la reconciliación (2 Corintios 5:18-21) y abrazar una misión diferente: una que se sienta mejor, intimide más, recaude más dinero y movilice más multitudes.

Seguro, termina en el camino a la muerte (Proverbios 14:12), pero falta mucho para llegar a la muerte.

¿No es así?

Y, sin embargo, aquí estamos con las Escrituras que se abren paso incluso en algunos de los villancicos que suenan en la tienda de comestibles o en el centro comercial. Herodes es el que «se turbó, y toda Jerusalén con él» (Mateo 2:3). Su rabia y resentimiento no era un signo de fuerza, sino de lo amenazado que se sintió, y de lo asustado, enojado y miserable que se sentía. Él, como el viejo espíritu del Edén, avanzaba «lleno de furor» porque sabía que le quedaba «poco tiempo» (Apocalipsis 12:12). El viejo Herodes todavía habla hoy, con la misma ira y miedo, y con la misma hambre de poder, todavía dice: «ven y sígueme».

Pero nosotros tenemos algo diferente. Se nos ha transmitido una palabra que nos dice: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo» (Lucas 2:10). Y la señal está en un comedero. La señal está en la mesa de las palomas en los patios del templo (vv. 22–35). La señal es un cuerpo presente en una estaca de ejecución imperial y un cuerpo ausente de una tumba prestada. La señal es lo que parece débil, tonto e «irreal». Ahí es donde está la sabiduría, el poder y la realidad.

Pero eso requerirá un tipo de poder diferente al de la fuerza darwiniana que nos haga llamar la atención del faraón o césar que queremos que nos proteja. Requerirá un tipo de pertenencia diferente al que surge de odiar a aquellos a quienes las personas de nuestros círculos más cercanos nos dicen que odiemos. Requerirá que seamos personas que realmente crean que lo que llevamos son noticias, que son buenas y que son para todas las personas.

Las demostraciones de fuerza y la ventilación de agravios son agotadoras y desmoralizadoras. Miremos los frutos. ¿Estamos más conectados o más s

olos? ¿Es la luz del evangelio más o menos visible? David Foster Wallace nos advirtió sobre esto: «Adora el poder y te sentirás débil y asustado, y necesitarás cada vez más poder sobre los demás para mantener el miedo a raya».

Tal como sucede con el Festivus, todo parece divertido hasta que observamos el trauma detrás de ello.

Quizás lo que necesitamos no sea una nueva festividad (real o metafórica) para «el resto de nosotros». Quizás lo que necesitemos sea descanso. Quizás lo que anhelamos es el tipo de descanso que no necesita demostrar su capacidad por su autoprotección e influencia. Quizás lo que necesitamos es un testimonio diferente, uno más antiguo, uno que realmente sea buenas nuevas en un mundo donde siempre es Festivus y nunca es Navidad.

Russell Moore dirige el Proyecto de Teología Pública en Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Oculto en silencio

Una lectura de Adviento para Nochebuena.

Christianity Today December 24, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Cuarta semana de Adviento: Encarnación y Natividad


Esta semana, nos adentramos en los acontecimientos de la Natividad y consideramos el milagro de la entrada del Verbo eterno en el mundo como un niño humano. Aprendemos lecciones de fe de las personas que Dios eligió para participar en estos acontecimientos. ¡Y celebramos las Buenas Nuevas de gran gozo para todos los pueblos!

Nochebuena

Lea Lucas 2:1-7

El emperador Augusto promulgó un amplio decreto para que todos los habitantes del mundo romano fueran registrados en un censo. Muchos de nosotros estamos familiarizados con este detalle de la historia del nacimiento de Jesús porque es lo que llevó a María y a José a Belén, en cumplimiento de la profecía de Miqueas 5:2-5. Pero también es notable porque demuestra el gran poder de Augusto como emperador. Cuando él decía algo, todos debían obedecer. No era alguien que podía ser ignorado.

A diferencia del emperador, era fácil pasar por alto a Jesús. Su nacimiento, profetizado y por mucho tiempo esperado, contrasta fuertemente con el poder de Augusto. Jesús nació en circunstancias humildes y sombrías, fáciles de ser pasadas por alto. A medida que se desarrolla el relato evangélico, hay personas que son capaces de reconocer a Jesús como Dios en medio de ellos, pero son unos pocos elegidos. Resulta que la Encarnación es algo fácil de ignorar, y la mayoría lo hace sin siquiera saberlo.

Si queremos ser personas que ven y reconocen la presencia encarnada de Dios en nuestras vidas y en nuestro mundo, ¿qué debemos hacer? Me recuerda a una vez que perdí una lente de contacto en el vestíbulo de un gran hotel. Parpadeé, sentí una sensación extraña en el ojo y, antes de que me diera cuenta, mi lente de contacto había caído en algún lugar de la alfombra brillante y estampada.

Me quedé inmóvil, la busqué y traté de evitar que otros la aplastaran por accidente. Un par de empleados del hotel se apiadaron de mí y me ayudaron. Para mi alivio, finalmente la encontramos escondida debajo de una silla cercana. Aquella experiencia me enseñó que, cuando intentas fijarte en algo que puede pasar fácilmente desapercibido, es útil detenerse, mirar de cerca y pedir ayuda a los demás.

¿Qué pasaría si nosotros, como pueblo de Dios, nos detuviéramos y redujéramos la velocidad para mirar de cerca y asimilar la belleza de la Encarnación? El Verbo que se hizo carne y vino a nuestro mundo como un niño para vivir «entre nosotros» es una noticia de gozo para un mundo agobiado (Juan 1:14). Pero si no tomamos la decisión intencional de detenernos y mirar con atención, también podríamos perdernos la oportunidad ver a Jesús, escondido en silencio pero presente en cada momento de nuestras vidas, un poco como una pequeña lente de contacto que pasa desapercibida en el ajetreo de la gente que se dirige a otros asuntos.

¿Qué pasaría si eligiéramos aumentar la conciencia de la presencia encarnada de Dios a nuestro alrededor? ¿Qué pasaría si nos ayudáramos mutuamente a hacerlo como comunidad? Que anhelemos el tipo de vida que nos permite notar la Encarnación, detenernos y ver la nueva vida y la esperanza, incluso cuando aparece en un pesebre.

Tracey Gee es entrenadora y consultora de desarrollo de liderazgo. Es autora de Mark (Alabaster Guided Meditations) y coautora de More Than Serving Tea.

Reflexione sobre Lucas 2:1-7. (Opcional: lea también Miqueas 5:2-5 y Juan 1:1-18.)

¿Qué transmite la sencilla descripción del nacimiento de Jesús en Lucas 2:1-7? ¿En qué sentido puede ser sorprendente? ¿En qué sentido es adecuada? Ore expresando su respuesta al humilde nacimiento de Jesús y a la belleza de la Encarnación.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

La anticipación del Evangelio

Una lectura de Adviento para el 23 de diciembre.

Christianity Today December 23, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Cuarta semana de Adviento: Encarnación y Natividad


Esta semana, nos adentramos en los acontecimientos de la Natividad y consideramos el milagro de la entrada del Verbo eterno en el mundo como un niño humano. Aprendemos lecciones de fe de las personas que Dios eligió para participar en estos acontecimientos. ¡Y celebramos las Buenas Nuevas de gran gozo para todos los pueblos!

Lea Mateo 1:18-25

Cuando pensamos en la historia de la Navidad, a menudo nos imaginamos una imagen prolija y bien presentada en una vitrina de un bebé Jesús acostado en un pesebre con María y José serenamente a su lado. Sin embargo, los acontecimientos que condujeron al nacimiento de Jesús distaron mucho de ser agradables. De hecho, rebosaban de desorden y controversia. Se puede sentir la tensión en la voz narrativa de Mateo en 1:18-19 cuando describe el embarazo de María antes de su matrimonio y la consideración de José de divorciarse.

Podemos imaginar el grado de conmoción de José —y quizá incluso de vergüenza— ante la noticia del embarazo de María. Pero entonces, al igual que María, recibió la visita de un ángel. José respondió a las noticias del ángel con gran humildad y anticipación de que este niño que iba a nacer «salvaría a su pueblo de sus pecados» (v. 21). Esta noticia de salvación también habría sido impactante —maravillosamente impactante— para José.

En nuestro mundo abatido, hay momentos en los que el mensaje del Evangelio de salvación puede perder su factor de sorpresa para los cristianos. Podemos dar fácilmente por sentado que Jesús vino a salvar a los pecadores, lo cual incluye tanto a los inconversos como a los regenerados, es decir, a nosotros. Que en este Adviento y en esta Navidad, la conmoción por el acontecimiento tan esperado del nacimiento de Cristo (especialmente para José y María) no pierda su impacto en nosotros. Que nos asombremos y nos maravillemos de nuevo ante la decisión voluntaria de Jesús de ser el cordero del sacrificio que vino a salvar a su pueblo de sus pecados.

Mateo señala otro detalle que puede llevarnos a maravillarnos: en el nacimiento de Cristo Jesús, somos testigos del cumplimiento profético de Isaías 7:14: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel». Jesús es la Encarnación, Emanuel, que es «Dios con nosotros» (Mateo 1:22-23).

En esta época de agitación mundial, la Encarnación de Jesús nos anima al menos de dos maneras. Puede impulsar a los creyentes hacia una fe profundamente arraigada en un Salvador que habita en su pueblo a través del Espíritu Santo. Dios está con nosotros. Podemos vivir con confianza y en victoria, no como víctimas sino como vencedores en la vida cristiana.

Y, para aquellos de nosotros que pueden haberse vuelto apáticos en nuestra fe, se nos recuerda que la historia del Evangelio despierta vitalidad y propósito, especialmente para que compartamos estas Buenas Nuevas con otros. Jesús vino como un bebé indefenso, pero volverá como un Señor justo y recto ante cuyo nombre toda rodilla se doblará y toda lengua confesará (Filipenses 2:10). Que compartamos estas Buenas Nuevas con libertad y generosidad. Este es el día de la salvación.

Matthew D. Kim es profesor de la cátedra George F. Bennett de Predicación y Teología Práctica en el Seminario Teológico Gordon-Conwell y autor de Preaching to People in Pain.

Lea Mateo 1:18-25.


Imagine estos acontecimientos desde la perspectiva de José: ¿Con qué emociones o preguntas podría haber luchado? ¿Cómo fue desafiada y cambiada su fe? Ahora considere su propia perspectiva: ¿Cómo enfatiza este pasaje las verdades clave del Evangelio?

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

La mayoría de los estadounidenses y muchos cristianos no creen que el Hijo de Dios existiera antes del pesebre

Existe un acuerdo generalizado acerca de que la Navidad es un evento histórico, pero una encuesta reciente muestra que las personas están confundidas acerca de la Trinidad.

Christianity Today December 22, 2021
Journey Box Media / Lightstock

La Navidad es la celebración de un evento real, según la mayoría de los estadounidenses. Pero no espere que sepan exactamente por qué Jesús nació y vino a la tierra.

Un nuevo estudio de Lifeway Research descubrió que cerca de 3 de cada 4 estadounidenses creen que Jesús nació en Belén hace más de 2000 años. Aún más dicen que Jesús es el hijo de Dios el Padre, sin embargo, menos de la mitad considera que Jesús ya existía antes de nacer en esa primera Navidad.

«La mayoría de los estadounidenses consideran el nacimiento de Jesús como un hecho histórico», dijo Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research. «Puede ser fácil evaluar a Jesús como lo harías con cualquier otra figura histórica, pensando en cuándo vivió y qué hizo. Sin embargo, la Biblia también describe a Jesús de tal manera que cada quien debe evaluar quién cree que Él es. La mayoría de los estadounidenses creen que Él vino de Dios el Padre, sin embargo, solo la mitad creen que Él existía antes de su nacimiento».

Más de 9 de cada 10 estadounidenses (91 %) celebran la Navidad, según un estudio anterior de Lifeway Research publicado este año [todos los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés]. Para la mayoría de los que celebran, la Navidad se trata de un hecho histórico. Más de 7 de cada 10 (72 %) dicen que el Jesús en el que creen los cristianos nació en Belén hace más de 2000 años, incluido un 49 % que está totalmente de acuerdo con esa afirmación. Pocos (9 %) no están de acuerdo, mientras que el 18 % no están seguros.

https://datawrapper.dwcdn.net/rn4FH

La mayoría de los estadounidenses (80 %) están de acuerdo en que Jesucristo es el Hijo de Dios Padre, mientras que el 10 % no está de acuerdo y otro 10 % no está seguro.

La persona promedio no está tan segura de la existencia del Hijo de Dios antes del nacimiento de Jesús. Aproximadamente 2 de cada 5 (41 %) dicen que el hijo de Dios existía desde antes de que Jesús naciera en Belén. Casi 1 de cada 3 estadounidenses (32%) no está de acuerdo y el 28% dice que no está seguro.

«El estudio sobre el estado de la teología en el 2020 mostró que el 72 % de los estadounidenses creen que hay un Dios verdadero en tres personas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo», dijo McConnell. «Profecías como las de Isaías 9 reflejan que el Mesías sería el Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz. Si bien estos títulos reflejan la Trinidad, algunos estadounidenses no relacionan al Jesús nacido en Belén con el Mesías que ya existía como Dios y que un día se hizo carne».

Es menos probable que las personas sin afiliación religiosa estén de acuerdo con cualquiera de las declaraciones sobre el nacimiento y la identidad de Jesús, pero algunos todavía creen a pesar de su desconexión declarada de la religión organizada. Casi la mitad (48 %) cree que Jesucristo es el hijo de Dios Padre. Un tercio (33 %) dice que Jesús realmente nació en Belén hace más de 2000 años. Y un pequeño número (15 %) cree que el Hijo de Dios existió antes de que naciera Jesús.

Entre los cristianos, los que asisten a la iglesia cuatro veces al mes o más, son más propensos a creer cada una de las declaraciones sobre Jesús y Su nacimiento: el 98 % cree que es el Hijo de Dios el Padre, el 95 % dice que nació hace 2000 años en Belén, y el 63 % está de acuerdo en que el Hijo de Dios existía antes de que Jesús naciera.

¿Por qué Navidad?

Los estadounidenses no siempre están seguros acerca de las motivaciones que Jesús habló de sí mismo y de su venida a la tierra. Cuando se les ofrecieron a los entrevistados siete opciones, cuatro correctas y tres incorrectas, acerca de las razones que la Biblia registra de lo que Jesús dijo acerca de su venida, solo una opción obtuvo una pequeña mayoría.

Es más probable que los estadounidenses elijan una respuesta correcta que una falsa. La mitad (51 %) afirmó que la Biblia dice que Jesús dijo que vino a dar su vida por muchos, lo cual Jesús sí dice en Marcos 10:45 («Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos»).

Aproximadamente 3 de cada 10 estadounidenses (31 %) dicen con razón que Jesús vino a dar vida en abundancia («… yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia», Juan 10:10) y testificar de la verdad («Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad», Juan 18:37).

Un número significativamente menor (9 %) cree que la Biblia registra que Jesús dijo que vino para traer división en lugar de paz, a pesar de que sí hizo esa afirmación en Lucas 12:51. En total, solo el 3 % de los estadounidenses reconoció las cuatro opciones en la lista que coinciden con las citas bíblicas de Jesús.

Menos de 1 de cada 10 estadounidenses identificó falsamente otras razones para la venida de Jesús a la tierra: el 9 % cree que Jesús dijo que vino para ser servido (lo que contradice Marcos 10:45), el 8 % cree que Él dijo que quería abolir la ley del Antiguo Testamento y los profetas (lo que contradice Mateo 5:17), y el 8 % dice que Jesús vino a condenar a los pecadores (lo que contradice Juan 3:17).

«A pesar de la creencia generalizada de que Jesús realmente vino a la tierra como un bebé, hay mucha menos familiaridad con las razones por las que Jesús dijo que vino», dijo McConnell. «Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses cree que Jesús vino a dar su vida por muchos, lo cual se refleja en las palabras del ángel a José en Mateo 1:21: “Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Una promesa de concepción

Una lectura de Adviento para el 22 de diciembre.

Christianity Today December 22, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Cuarta semana de Adviento: Encarnación y Natividad


Esta semana, nos adentramos en los acontecimientos de la Natividad y consideramos el milagro de la entrada del Verbo eterno en el mundo como un niño humano. Aprendemos lecciones de fe de las personas que Dios eligió para participar en estos acontecimientos. ¡Y celebramos las Buenas Nuevas de gran gozo para todos los pueblos!

Lea Lucas 1:39-56

La primera actividad registrada de María durante su embarazo fue visitar a su prima Elisabet. Ambas mujeres recibieron un embarazo milagroso, y Lucas enlaza sus historias para que las leamos como una sola unidad narrativa. Esto nos recuerda que las experiencias personales de estas dos familias están integradas en la misma historia de redención.

Algunos ven ecos de Segunda de Samuel 6 en la visita de María a Elisabet. En ese pasaje leemos que el Arca del Pacto permaneció en la región montañosa de Judea durante tres meses; que David se preguntaba: «¿Cómo podrá venir a mí el arca del Señor?» (v. 9, NBLA); y que David acabó saltando y danzando en su presencia (véase también Lucas 1:39,41,43,56). Estas similitudes llevaron a muchos padres fundadores de la iglesia a considerar que el Arca del Pacto (que representaba la presencia de Dios) prefiguraba en cierto modo a María (que llevaba al Hijo de Dios en su propio vientre). La presencia del Señor, que una vez cubrió el arca en el tabernáculo (Éxodo 40:35), ahora había venido a reposar sobre una humilde virgen (Lucas 1:35). María es honrada a lo largo de la historia de la Iglesia porque la Encarnación comenzó dentro de ella.

María recibió esta bendición bendiciendo a Dios. Su cántico de alabanza expresa la gratitud por el favor de Dios (vv. 47-49), pero inmediatamente amplía su alcance para describir la misericordia de Dios hacia todos los que le temen (v. 50). Retoma muchos temas bíblicos, mostrando que los actos de Dios hacia ella están en continuidad con la gran narrativa bíblica. Dios no solo ha hecho grandes cosas por una mujer, sino que ha cumplido su promesa de rescatar a su pueblo de la opresión.

El cántico de María fue también profético. Al declarar los actos poderosos de Dios, utilizó de forma exclusivamente el tiempo pretérito perfecto: ha hecho proezas, ha esparcido a los soberbios, ha exaltado a los humildes. La llegada de Jesús garantiza la victoria de Dios. Aunque todavía no la veamos en su plenitud, Dios ya ha asegurado nuestra salvación y la redención de nuestro mundo.

Aunque el papel de María es único, es un ejemplo para todos los cristianos. Podemos imitar su respuesta de adoración y esperanza a las promesas de Dios, incluso cuando parezcan invisibles. También podemos recordar su cántico como la demostración del cumplimiento de la misma promesa que ella proclama: los humildes serán exaltados (vv. 48, 52). Dios la eligió a ella, una joven pobre y desconocida, para llevar la bendición y la presencia del Mesías. Este privilegio comienza con María, pero le pertenece a todos los que temen a Dios, a todos los que tienen hambre y sed de justicia.

Hannah King es sacerdote y escritora en la Iglesia Anglicana de Norteamérica. Trabaja como pastora asociada en la iglesia Village en Greenville, Carolina del Sur.

Medite en Lucas 1:39-56. (Opcional: lea también 2 Samuel 6.)

¿Qué conclusiones saca de la comparación entre María y el Arca del Pacto? ¿Cómo le hablan las reacciones de Elisabet y María ante estos acontecimientos? Reflexione sobre el cántico de María y luego exprese sus propias palabras de alabanza a Dios.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

¿Por qué el 25 de diciembre?

Durante los tres primeros siglos de la Iglesia, la Navidad no se celebró en diciembre ni en ningún otro momento del calendario.

Christianity Today December 21, 2021
Enciktepstudio / Shutterstock

Es muy duro para nosotros, los norteamericanos, imaginarnos a María y a José caminando fatigosamente hacia Belén en medio de, tal y como describió Christina Rosetti, «el pleno invierno más desolador», rodeados de «nieve, nieve y más nieve». Para nosotros, la Navidad y diciembre son inseparables. Pero durante los tres primeros siglos del cristianismo la Navidad no se celebró en diciembre… ni en ningún otro momento del calendario.

Si acaso se celebraba, el nacimiento de Cristo normalmente se agrupaba con el día de la Epifanía (el 6 de enero), una de las primeras fiestas establecidas de la iglesia. Algunos líderes incluso se oponían a la idea de celebrar el nacimiento de Jesús. Orígenes de Alejandría [enlaces en inglés] (c. 185 d.C. – c. 254 d.C.) predicó que estaba mal honrar a Cristo del mismo modo que se honraba al faraón o a Herodes. Los cumpleaños eran para dioses paganos.

No todos los contemporáneos de Orígenes estaban de acuerdo en que no se debía celebrar el nacimiento de Cristo, y algunos comenzaron a especular sobre la fecha (los registros reales, por lo visto, llevaban mucho tiempo perdidos). Clemente de Alejandría (c. 150 d.C. – c. 215 d.C.) sentía preferencia por el 20 de mayo, pero señaló que otros habían defendido el 18 o 19 de abril, y algunos otros el 28 de mayo. Hipólito (c. 170 d.C. – c. 236 d.C.) abogaba por el 2 de enero. El 17 y el 20 de noviembre, así como el 25 de marzo también tenían seguidores. Un tratado latino escrito alrededor del 243 d.C. afirmaba que el 21 de marzo sería la fecha idónea porque se creía que era la fecha en la que Dios había creado el sol. Policarpo (c. 69 d.C. – c. 155 d.C.) había seguido una línea de razonamiento similar para llegar a la conclusión de que el nacimiento y el bautismo de Cristo posiblemente habían tenido lugar en miércoles, puesto que el sol fue creado en el cuarto día.

La elección final del 25 de diciembre, realizada quizá tan temprano en la historia como el año 273 d.C., refleja una convergencia, tanto de la preocupación de Orígenes sobre los dioses paganos, como de la identificación del hijo de Dios como el sol celestial de parte de la iglesia. El 25 de diciembre ya se celebraban otros dos festivos relacionados: natalis solis invicti (el «nacimiento del sol invicto» romano) y el nacimiento de Mitras, el «sol de justicia» persa cuya adoración era muy popular entre los soldados romanos. El solsticio de invierno, otra celebración relacionada con el sol, caía unos cuantos días antes. Viendo que los paganos ya estaban exaltando a deidades con ciertos paralelos con la deidad real, los líderes de la iglesia decidieron tomar control sobre la fecha e introducir un nuevo día festivo.

Los cristianos occidentales celebraron la Navidad por primera vez el 25 de diciembre de 336 d.C. después de que el emperador Constantino declarara el cristianismo la religión oficial del imperio. Los cristianos orientales, sin embargo, mantuvieron el 6 de enero como la fecha del nacimiento y el bautismo de Jesús. La mayoría de los orientales finalmente adoptaron el 25 de diciembre, celebrando el nacimiento de Cristo antes y su bautismo en una fecha posterior, pero la iglesia armenia sigue celebrando su nacimiento el 6 de enero. La iglesia occidental celebra la Epifanía el 6 de enero, pero como el día de la llegada de los sabios de Oriente —los Reyes Magos—, en vez de la fecha del bautismo de Cristo.

En el siglo XVI se le añadió otro giro, cuando el papa Gregorio legalizó otro calendario que fue adoptado de manera desigual. Los ortodoxos orientales y algunos protestantes mantuvieron el calendario juliano, lo que significó que celebraban la Navidad 13 días antes que sus homólogos gregorianos. La mayoría —pero no todo— el mundo cristiano ahora está de acuerdo con el calendario gregoriano y la fecha del 25 de diciembre.

Los orígenes paganos de la fecha de Navidad, así como los orígenes paganos de muchas de las costumbres navideñas (los regalos y la celebración de la Saturnalia romana; las decoraciones con ramas o árboles de hoja perenne, las luces y la caridad del nuevo año romano; los troncos de Navidad y otras comidas de los festivos teutónicos) siempre han alimentado argumentos contra esta festividad. «Solo es paganismo envuelto con un moño cristiano», dicen los detractores. Pero, aunque el postrarse ante la mundanalidad siempre debe ser una preocupación para los cristianos, la iglesia generalmente ha visto los esfuerzos por reformar la cultura —incluyendo las festividades— de manera positiva. Como afirmaba un teólogo en 320 d.C.: «Nosotros hacemos santo este día, no como los paganos que celebraban el nacimiento del sol, sino porque celebramos a Aquel que lo creó».

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Apple PodcastsDown ArrowDown ArrowDown Arrowarrow_left_altLeft ArrowLeft ArrowRight ArrowRight ArrowRight Arrowarrow_up_altUp ArrowUp ArrowAvailable at Amazoncaret-downCloseCloseEmailEmailExpandExpandExternalExternalFacebookfacebook-squareGiftGiftGooglegoogleGoogle KeephamburgerInstagraminstagram-squareLinkLinklinkedin-squareListenListenListenChristianity TodayCT Creative Studio Logologo_orgMegaphoneMenuMenupausePinterestPlayPlayPocketPodcastRSSRSSSaveSaveSaveSearchSearchsearchSpotifyStitcherTelegramTable of ContentsTable of Contentstwitter-squareWhatsAppXYouTubeYouTube