Cinco grandes verdades que todo líder de la iglesia hispana en Estados Unidos debe considerar

No creas la mentira de que tu congregación no puede hacer grandes cosas para Dios.

Christianity Today August 8, 2022
Pearl / Lightstock

Esta es una versión revisada y corregida del artículo publicado en febrero de 2017.

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Yo crecí como hijo de un pastor en México. Mis padres, mis hermanos y yo migramos a Estados Unidos y experimentamos todas las bendiciones y los desafíos que implica mudarse a otro país y ministrar en una cultura diferente. El choque cultural afectó mi vida espiritual por algún tiempo, sin embargo, por la gracia de Dios vencí esa batalla y rendí mi vida para seguir el llamado de Dios de servir en el ministerio. Durante 33 años de ministerio, he tenido el privilegio de ser pastor en congregaciones grandes, medianas y pequeñas, tanto en contextos predominantemente hispanos como anglosajones. También el hecho de ser hijo de un pastor inmigrante quien ha ministrado en contextos multiculturales tanto en español como en inglés me ha enseñado mucho. A continuación ofrezco cinco consejos para aquellos que ministran en congregaciones predominantemente hispanas o multiculturales en los Estados Unidos.

1. El gran mandamiento (ser y hacer)

Como evangélico, la gran comisión (Mateo 28:18-20) a menudo ha impulsado mi ministerio. Sin embargo, con el transcurso de los años he aprendido a apreciar la centralidad del gran mandamiento. Si bien creo que la gran comisión es una prioridad, también creo que debe fluir del gran mandamiento: Marcos 12:30-31.

Ya sea que sirvamos en una congregación grande o pequeña, a menudo podemos sentir la presión de hacer más. Sabemos que debemos hacer discípulos y predicar el evangelio, así como liderar y cuidar de nuestra congregación. Pero el peligro es que nos enfoquemos tanto en lo que debemos hacer, que se nos olvide ser. Corremos el riesgo de caer en el síndrome de agotamiento, la sequía espiritual y terminar por producir fruto que no permanece. Enfocarnos en amar a Dios con todo nuestro ser nos ayuda a empezar por ser, y a permitir que el hacer sea el fruto de esa relación de amor (Juan 15:5). Deja que tu ministerio fluya del gran mandamiento. Ama a Dios primero, y a partir de esa relación ama a los demás y sírvelos.

2. La gran tarea (matrimonio y crianza)

¿Cuál consideras que es tu tarea ministerial más importante? Si estás casado, tu tarea más grande es ser un esposo amoroso. Si tienes hijos, la tarea también incluye cuidar bien a tus hijos.

Como hijo de pastor y como alguien que observó a otras familias de pastores, me di cuenta de que algunos líderes de iglesia suponían que «buscar primeramente el reino» significaba sacrificar el cuidado a su familia. Sin embargo, eso es una comprensión equivocada de las prioridades del pastor. Las Escrituras muestran que una de las cualidades más importantes para el pastor es la de ser un buen esposo y padre (1 Timoteo 3:2a, 4-5). La Biblia llama al pastor a liderar desde su ministerio a su propia familia.

Los miembros más importantes en tu congregación son tu esposa y tus hijos. (Si eres un pastor soltero, debes dar prioridad a tus amistades y a tu relación con aquellos que son como familia para ti). He visto ministros que han descuidado sus matrimonios y familias. He visto familias de pastores pasar por el divorcio, y a hijos de pastores que se han apartado de la fe. Cuando eso sucede, todos salen perjudicados: el pastor, la familia y el ministerio. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la familia?

3. La gran falacia (etnocentrismo)

Al observar la obra hispana, creo que uno de los más grandes factores que contribuyen al conflicto es la falta de conciencia transcultural. A menudo las congregaciones dan por sentado que tienen la misma cultura porque comparten la designación «hispana», porque hablan español, o porque tienen apellidos similares. Algunos pastores de primera generación vienen de distintas partes de Latinoamérica pensando que ministrarán en el mismo contexto cultural. He estado en congregaciones donde hay hispanos de segunda y tercera generación, argentinos, puertorriqueños, panameños, cubanos, colombianos y mexicanos de zonas urbanas y rurales. Cuando surgen conflictos, a menudo las personas lo atribuyen a una falta de espiritualidad, respeto o madurez, cuando en realidad no se trata de otra cosa sino de diferencias culturales. Pensamos que nuestra forma de hacer y hablar es la única forma correcta, y hablamos del conflicto como si fuera espiritual.

No obstante, una de las mejores cosas que podemos hacer, sin importar nuestro trasfondo cultural, es tomar conciencia de nuestra propia cultura, respetar la de otros, hacer preguntas con una actitud de aprendizaje, y pedir a otros que nos den observaciones y sugerencias. Necesitamos buscar la ayuda del Espíritu Santo para discernir la diferencia entre convicciones bíblicas y normas culturales. Ya sea que seas hispano de primera, segunda o tercera generación, y sin importar de dónde vengan tus antepasados, si ministras en Estados Unidos, es necesario que te consideres a ti mismo un misionero transcultural. En lugar de esperar que la gente adopte su cultura, un buen misionero adopta la cultura de la gente que desea alcanzar. Al igual que Pablo, hazte «todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles» (1 Corintios 9:22, NVI).

Asimismo, aun cuando tu tarea sea ministrar a una congregación predominantemente hispana, enséñales a ser inclusivos y transculturales. Esto traerá como consecuencia otros desafíos, pero no serán diferentes a los desafíos que la iglesia predominantemente judía enfrentó en el libro de los Hechos.

4. El gran desafío (el idioma)

Ministrar en un contexto hispano a menudo significa ministrar en español. Por supuesto, la etnicidad y el idioma no son exactamente lo mismo. La adoración sucede en forma más profunda cuando se realiza en el contexto del idioma materno. Mientras siga habiendo hispanos de primera generación en EE. UU., habrá necesidad de ministerios llevados a cabo en español. De la misma forma, mientras haya hispanos de segunda, tercera y cuarta generación, y mientras haya matrimonios mixtos, habrá necesidad de ministerios conducidos en inglés.

Recuerda que tu compromiso es con el gran mandamiento y con la gran comisión, y no con un idioma, sea español o inglés. Aprende a adaptarte. Si eres bilingüe, ministra en ambos idiomas. Si todavía no eres bilingüe, forma un equipo de liderazgo bilingüe. Existen distintas formas de cubrir las necesidades de idioma en una congregación en diferentes contextos. El límite de espacio no me permite desarrollar más el tema; sin embargo, baste decir que existe más de una forma correcta de hacerlo.

5. La gran mentira (‘no podemos’)

Aunque ciertamente hay excepciones, las congregaciones hispanas a veces sienten que cuentan con menos recursos materiales que las congregaciones anglosajonas. Muchas iglesias hispanas se sienten más pequeñas y más limitadas tanto económicamente como en términos de oportunidades. Como pastor, quizá notas que las congregaciones a tu alrededor tienen a su disposición edificios más grandes, transporte más nuevo, presupuestos mayores y miembros con más influencia y afluencia. Como consecuencia, al momento de hacer grandes obras, los pastores y las congregaciones piensan, «¡no podemos!». Sin embargo, eso es mentira.

La iglesia del Nuevo Testamento tuvo menos recursos que muchas congregaciones hispanas en Estados Unidos. Las iglesias en casas, que a menudo sufrían persecución, hicieron cosas grandes y poderosas para el avance del evangelio. No contaban con edificios, presupuestos o bibliotecas, pero aun así impulsaron sus esfuerzos en contra de las mismas puertas del infierno con el único recurso que poseían: el Espíritu Santo.

He estudiado el movimiento de envío de misioneros desde Latinoamérica y me ha impresionado lo que Dios ha hecho. A mediados de los años 80, líderes latinoamericanos formaron una red llamada COMIBAM (Cooperación Misionera Iberoamericana). Iglesias pequeñas con recursos económicos limitados tomaron la antorcha del envío de misioneros y movilizaron a miles de hombres y mujeres jóvenes al resto del mundo. Confiaron en el poder del Espíritu Santo y proveyeron liderazgo audaz a la iglesia en Latinoamérica, la península ibérica y la iglesia global. ¡Sí se puede!

No te rindas creyendo la mentira de que tu congregación no puede hacer grandes cosas para Dios. Él no depende de recursos humanos para llevar su obra a cabo. Sin embargo, Dios sí llama a hombres y mujeres fieles a liderar valientemente a otros en la fe. ¿Harás lo mismo?

Julio Guarneri es pastor principal de Calvary Baptist Church en McAllen, Texas.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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News

La iglesia evangélica se une en torno a Ucrania en medio de las dificultades

20 grupos europeos sumaron fuerzas para centrarse en ministrar a los desplazados internos.

Un campamento bíblico para niños ucranianos desplazados

Un campamento bíblico para niños ucranianos desplazados

Christianity Today August 8, 2022
Misión Eurasia

Su madre murió de cáncer. Su padre murió en la guerra. Cuando su casa en Donetsk fue destruida por un misil ruso, las tropas ucranianas en retirada llevaron a la huérfana de ocho años, junto con sus abuelos y su tío, a un grupo de voluntarios que sirven en el Seminario Bíblico de Chernivtsi (en adelante «el Seminario»), a 680 millas (1094 km) hacia el oeste.

No pudieron llevarse nada más que la ropa que traían puesta.

Tras haber sido reubicado en un alojamiento temporal, el mes pasado el tío fue llamado de nuevo al frente de guerra. La niña ha sido enviada a un campamento cristiano, y el seminario, que sirve como centro ministerial para los desplazados internos, está haciendo lo que puede para ayudar.

«No pensábamos que servir a un refugiado fuera un proceso tan complicado», dijo Vasiliy Malyk, presidente del Seminario. «Pero por muy difícil que sea, al menos podemos ayudarles con cierta dignidad».

Se trata de un esfuerzo de equipo, y una vez contadas, las cifras se tambalean y palidecen en comparación con la necesidad.

La Alianza para Ucrania sin Huérfanos (AUWO, por sus siglas en inglés) ha movilizado a 3000 voluntarios para proporcionar alojamiento temporal a 6000 personas, la mayoría mujeres y niños. Ha evacuado a 38 000 personas, de las cuales más de dos tercios son huérfanos. Casi 59 000 personas han recibido algún tipo de ayuda humanitaria.

«Cuando empezó la guerra, todo el mundo se centró en responder», dijo Ruslan Maliuta, expresidente de la AUWO y actual enlace de la red One Hope. «Pero luego nos dimos cuenta de que la guerra continúa, la crisis es enorme y la respuesta requerirá que todos trabajemos juntos».

Para ello, la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) lanzó en abril el Grupo Especial de Respuesta para Ucrania (TRUST, por sus siglas en inglés), con Maliuta como líder. La AUWO se unió a los bautistas ucranianos, a los pentecostales y a otras siete organizaciones eclesiásticas y paraeclesiásticas nacionales para coordinar los esfuerzos de ayuda a los refugiados, junto con diez socios regionales de Polonia, Moldavia, Eslovaquia, Hungría y Rumania [los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés].

«Que las iglesias traspasen las fronteras denominacionales para trabajar juntas ha sido una de las cosas más alentadoras», dijo Chris Guess, pastor rumano. «Tenemos voluntarios que vienen de todo el mundo; el pueblo de Dios se ha sumado a nuestras filas». Por ejemplo, voluntarios de Argentina enviaron 20 000 toneladas de arroz.

Comparando la información de marzo en adelante, la WEA ha movilizado a 64 000 voluntarios. Se ha ofrecido alojamiento temporal a 271 000 personas. Más de 346 000 personas han sido evacuadas, mientras que casi 600 000 han recibido ayuda humanitaria. Se han distribuido más de 1.1 millones de dólares en ayuda entre las redes asociadas en Ucrania y en los países vecinos.

«TRUST se suma a la admirable labor de las agencias humanitarias profesionales, sin intención de competir ni de crear una nueva organización», dijo Thomas Schirrmacher, secretario general de la WEA. «TRUST ofrece un puente de conexión».

Sin embargo, la ONU subraya la sombría realidad: 6.2 millones necesitan alojamiento, 10.2 millones necesitan alimentos y 12.1 millones necesitan asistencia sanitaria.

«La gente está al borde del agotamiento», dijo Rafal Piekarski, quien trabaja con los Ministerios Proem en Polonia. «Nuestros recursos polacos se han acabado. No queremos competir con otros ministerios, sino ser buenos administradores de lo que ustedes puedan aportar desde sus países y sus iglesias».

En mayo, Piekarski fue uno de los 72 líderes de 22 naciones europeas que formaron la Colaboración Cristiana Ucraniana (en adelante CUC) para hacer frente a la abrumadora necesidad. Maliuta también estuvo allí, ya que ambas iniciativas reunieron a personas que nunca habían interactuado antes.

La cooperación inicial entre las redes fue mínima, ya que la CUC se ocupó de la respuesta continental mientras que TRUST se concentró en buscar la forma de operar en Ucrania y en los países circundantes. Pero Maliuta se unió más tarde al liderazgo de CUC con el objetivo de reforzar la coordinación.

Ahora que la guerra está entrando en su sexto mes, las necesidades a largo plazo están cambiando. Pero para muchos, la parálisis continúa.

«Sensaciones físicas de desmoronamiento. Insomnio o, a la inversa, somnolencia persistente. Pesadillas continuas. La mente de uno es incapaz de deshacerse de imágenes horribles», dijo Maryna Ashykhmina, vicerrectora del Instituto Cristiano Tavriski (en adelante ICT) y psicóloga con experiencia en estrés postraumático a la revista Insights de ScholarLeaders. «Cada uno de nosotros se arrodilla en oración».

«La infraestructura de mi vida se ha arruinado y es casi imposible hacer planes a largo plazo o incluso a medio plazo», dijo Tanya Gerasymchuk, asistente de relaciones públicas del Seminario Teológico de Odessa a la misma revista. «La sensación que yo y muchas otras mujeres ucranianas tenemos ahora es incertidumbre sobre el futuro».

La provisión de alimentos, medicinas y refugio siguen siendo vitales, dijo Maliuta. Pero la cooperación es lo que hace posible la visión y la esperanza necesaria para la reconstrucción.

El trauma es un área clave. El Ministerio de Sanidad ucraniano calcula que un tercio de la población necesitará atención de salud mental. Save Ukraine, organización aliada de TRUST, ha proporcionado 12 psicólogos, además de voluntarios médicos y jurídicos para asistir a 32 000 beneficiarios.

Al tercer día de la guerra, la Red Europea por la Libertad (EFN, por sus siglas en inglés), afiliada a TRUST, ya había distribuido 100 000 folletos en los puntos de cruce fronterizos para advertir a los ucranianos sobre el peligro de tráfico de personas. Pero mientras los esfuerzos en materia criminal se dirigen ahora a los recién reasentados, la EFN ha respondido también brindando atención para las personas afectadas por el trauma, buscando fortalecer a los más vulnerables. Su lista de «consejos principales» se han compartido con la ONU y con las iglesias locales.

Pero la mayor necesidad está ahora en los desplazados internos de Ucrania, dijo Oleksandr Zibarov, director nacional de Cru. De los 6 millones de refugiados que hay en Europa, 3.8 millones han recibido asistencia de protección temporal de varios gobiernos nacionales. Cru sigue ayudándolos, pero la mayor parte de sus cajas amarillas —paquetes de ayuda de cuatro semanas de duración— se distribuyen en Kiev y el centro de Ucrania. Estas cajas amarillas llevan también el mensaje del evangelio.

Muchos de los que fueron evacuados anteriormente ahora están regresando. Zibarov resumió la forma en que razonan para tomar esta decisión: «¿Debo quedarme aquí a sufrir con extraños, o mejor regreso para contribuir a mi ciudad natal?».

El conteo de la ONU registra 4.2 millones de cruces de frontera de refugiados de regreso a Ucrania, acerca de lo cual advierte que no es lo mismo que un traslado permanente. Pero los desplazados se trasladan con niños, quienes necesitan algo que hacer.

Por ello, otro logro a mediano plazo ha sido la reapertura de los campamentos de verano tras la COVID-19. Mission Eurasia está proporcionando atención para el trauma a más de 20 000 niños y jóvenes a través de su red de Campamentos de Esperanza.

Otros 1000 estarán en el Campamento Karabin.

«Se les brinda la oportunidad de volver a ser niños y de no oír los sonidos de las sirenas o los bombardeos», dijo Vadym Kulynchenko, de Our Legacy Ucrania, socio de TRUST. «Los niños oyen hablar de la esperanza del evangelio, y son atendidos y cuidados en un lugar seguro».

Además, los campamentos también ayudan a los padres, aligerando su carga temporalmente para que puedan comenzar a reconstruir sus vidas. El ministerio Our Legacy y muchos otros han recaudado fondos para reparar los tejados de las casas dañadas, antes de que lleguen las lluvias y los fríos vientos.

Según Sergey Rakhuba, presidente de Mission Eurasia, esto se está convirtiendo en una necesidad esencial a mediano plazo, debido a los bombardeos rusos. Las centrales eléctricas residenciales que proporcionan calefacción y agua caliente han sido destruidas intencionalmente, dijo. Y también han destruido los almacenes de suministros humanitarios, buscando sembrar miedo y sufrimiento.

«Si la guerra continúa hasta el invierno y no se abordan estos problemas», dijo Rakhuba, «será un desastre para millones de personas en Ucrania».

Y para los pastores que los asisten. Una resolución de junio reconoció el papel del clero en la recuperación de Ucrania a largo plazo .

«Las iglesias son fundamentales para la respuesta, pero las iglesias dependen de sus líderes», dijo Maliuta. «Muchos pastores pasaron por cosas horribles; debemos apoyarlos para que puedan seguir sirviendo».

Pero los pastores siguen adelante. Uno de ellos, en el sur de Ucrania, rompió en llanto cuando llegó un cargamento de papas. No había habido comida en su zona durante muchos días, le dijo a los voluntarios.

«La guerra hace que la presencia de la bondad y la muestra de misericordia sean increíblemente importantes», dijo Valentin Siniy, presidente del ICT, a Insights Journal. «En estas circunstancias, el liderazgo se vuelve importante; no político, sino el liderazgo de pequeños grupos».

Ucrania está montando actualmente una ofensiva para retomar el puerto ocupado de Kherson [Jersón] en el mar Negro, en el cual se encuentra la sede del ICT, así como otros territorios del sur tomados por los rusos. Las armas de largo alcance suministradas por EE. UU. han permitido al ejército ucraniano apuntar a los depósitos de municiones tras las líneas enemigas. Los analistas afirman que estas maniobras están frenando el avance ruso en la región oriental del Donbás, y las próximas semanas pueden resultar decisivas.

Mientras tanto, los evangélicos ucranianos se están uniendo para servir y para pedir ayuda, a fin de que ellos mismos puedan ayudar.

«Nuestras iglesias en estos países están viendo una increíble donación de mano de obra y de pasión por parte de sus congregaciones», dijo Schirrmacher. «Necesitan oraciones y apoyo financiero de todo el mundo».

Y la organización TRUST, ya sea para huérfanos, viviendas o pastores, es el vehículo evangélico recomendado por la WEA para la coordinación.

«La gente no está esperando a que termine la guerra, sino que ya están restaurando sus barrios», dijo Maliuta. «Es hora de responder no solo a las necesidades urgentes, sino de construir una base para la recuperación a largo plazo».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Russell Moore: nuevo editor jefe de Christianity Today

Joy Allmond, ejecutiva con amplia experiencia en el ámbito editorial, también se incorpora para impulsar la visión del ministerio.

Christianity Today August 6, 2022
Eric Brown

Lo que hace grande a una persona en el mundo no es la posesión de un talento extraordinario, sino la aplicación acometida y persistente de ese talento hacia un objetivo digno, guiada por el valor y el carácter. De acuerdo con las palabras de Jesús, lo que hace grande a una persona en el reino de Dios es un espíritu de servicio caracterizado por la humildad (Mateo 20:26).

Por eso me complace tanto anunciar que Russell Moore asumirá el papel de editor jefe de Christianity Today a partir del 1 de septiembre.

El hecho de que Moore es una persona que posee un talento extraordinario es indiscutible. Fue nombrado decano de la Facultad de Teología del Seminario Teológico Bautista del Sur cuando solo tenía 32 años. A través de sus libros, artículos y pódcasts, así como sus discursos públicos y su liderazgo de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur, es posible que Moore haya sido la voz cristiana evangélica más destacada de los Estados Unidos durante la última década. Cualquiera que haya leído sus escritos o escuchado su oratoria dará fe de sus prodigiosos dones naturales.

Pero el talento por sí solo no es la razón de nuestro entusiasmo. En incontables ocasiones, Moore ha demostrado el valor de expresar sus convicciones, así como la integridad para vivir de acuerdo con ellas. A veces, esto ha significado defender verdades bíblicas y teológicas esenciales en el ámbito público; a veces, ha significado declarar a la iglesia verdades tanto desafiantes como persuasivas.

Moore ha trabajado incansablemente para ayudar a hombres y mujeres de convicción evangélica a abordar el pecado dentro de nuestras propias filas, ya sea en relación con la idolatría y los prejuicios, o con el abuso y la negligencia. Moore ha asumido algunos de los objetivos más importantes y urgentes de nuestro tiempo, incluso cuando ello ha supuesto sufrir los tiros de piedra y las flechas incendiarias de los críticos, tanto dentro como fuera del campo.

Sin embargo, lo que más me entusiasma es el modo en que nunca ha perdido de vista nuestro llamado cristiano fundamental de servir a los más pequeños y buscar a los perdidos. Ya sea asesorando a pastores en crisis, acogiendo en su casa a supervivientes de abusos o compartiendo el evangelio con estudiantes universitarios, Moore no es un académico resguardado en una torre de marfil ni un lanzador de bombas en Twitter, sino alguien profundamente comprometido con la vida de la iglesia y con compartir el amor de Dios con los demás. Ministro bautista ordenado que ha desempeñado múltiples funciones pastorales (y aún mantiene una hoy en día), Moore ha servido a la iglesia y al reino incansablemente a lo largo de su carrera.

En Christianity Today aspiramos a hacer avanzar las historias y las ideas del reino de Dios. La pregunta básica que anima nuestro trabajo es: ¿Qué aspecto tiene ser un fiel seguidor de Jesucristo en nuestro tiempo? Esperamos ser para una nueva generación lo que fuimos para el propio Moore cuando conoció Christianity Today a los 15 años: una visión amplia y convincente de la vida cristiana que abre camino a través de un mundo caído hacia el reino de Dios [enlace en inglés].

Por eso es tan importante el nombramiento de Moore para este cargo. Como presidente y director general (CEO) de Christianity Today, he asumido la función de editor jefe durante un breve periodo de tiempo, pero el cargo necesita a alguien que lo habite en plenitud, y Moore exhibe una forma de seguir a Jesús que está profundamente arraigada, es bellamente ortodoxa, reflexiva y compasiva, y está comprometida con el servicio al reino de Dios incluso cuando es necesario asumir un gran costo personal.

Resulta significativo que también se sume a nuestro equipo la editora y comunicadora experimentada Joy Allmond en el cargo de jefa del equipo de redacción. Uno de los principales cometidos de Moore será seguir impulsando el proyecto de Teología Pública. Allmond trabajará junto a él para que ese proyecto prospere. Con una amplia experiencia en la Asociación Evangelística Billy Graham, la revista Decision y la casa editorial Lifeway, Allmond aportará considerables talentos editoriales, ejecutivos e interpersonales al buen funcionamiento de nuestra empresa editorial, así como a los eventos y programas que se avecinan en el futuro próximo.

La nuestra es una época que amalgama un gran peligro y una gran promesa para la iglesia. En Christianity Today estamos decididos a hacer todo lo posible para servir a la iglesia en una época turbulenta y divisiva, y a amar el mundo que Dios hizo. Tuvimos el honor de incorporar a Russell Moore al equipo hace poco más de un año. Ahora anticipamos con gran entusiasmo lo que él, Allmond y nuestro extraordinario equipo editorial lograrán en los próximos años.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Excerpt

Padres cristianos: no es necesario que protejan a sus hijos de las opiniones divergentes

Si lo que enseñamos a nuestros hijos es verdad, permanecerá firme frente a la prueba.

Christianity Today August 3, 2022
Illustration by Rick Szuecs / Source image: Dan Kenyon / Getty

«Abandoné finalmente el cristianismo cuando tenía 15 años», escribió el famoso ateo Richard Dawkins en Outgrowing God: A Beginner’s Guide [Cómo superar a Dios: guía para principiantes]. Dawkins tenía la esperanza de alcanzar a la generación emergente con las buenas noticias de que no necesitan la religión. En las décadas que siguieron al movimiento del Nuevo Ateísmo, uno podría pensar que ese fue el único mensaje que comenzó a escucharse desde el mundo académico. Pero eso nunca sucedió.

10 Questions Every Teen Should Ask (and Answer) about Christianity

10 Questions Every Teen Should Ask (and Answer) about Christianity

Crossway

208 pages

$6.29

Se suponía que la creencia religiosa menguaría a medida que la modernización arrasara el mundo. Pero no sucedió así. Se suponía que ser un académico de clase mundial y a la vez un cristiano ortodoxo serio no sería posible. Pero no es así. Se suponía que abandonar la religión haría a la gente más feliz, saludable y moral. Pero no lo hace. De hecho, aun Dawkins ha tenido que reconocer (reticentemente) la evidencia de que las personas que creen en Dios parecen comportarse mejor que aquellos que no creen.

En términos generales, la creencia y la práctica religiosa parece ser buena para la sociedad y para los niños. En un artículo [enlaces en inglés] para The Wall Street Journal en 2019, la terapeuta Erica Komisar dio este provocador consejo: «¿Usted no cree en Dios? Miéntale a sus hijos».

Komisar no estaba adivinando a ciegas. Cada vez hay más evidencia de que la práctica religiosa regular es considerablemente buena para la salud, la felicidad y benéfica para el comportamiento social de nuestros hijos. En un estudio reciente, la Escuela T. H. Chan de Salud Pública de Harvard descubrió que la práctica religiosa contribuye a un amplio rango de consecuencias en la salud y bienestar en etapas posteriores de la vida. Por supuesto, nada de esto quiere decir en sí mismo que creer en Dios sea lo correcto, o que el cristianismo es cierto. Sin embargo, debería llevarnos a hacer una pausa antes de asumir que nuestros hijos están mejor sin la religión.

Si esta información resulta desafiante para los padres no religiosos, entonces el interés decreciente en la religión (por lo menos en Occidente) debería ser preocupante para los creyentes. Así como la evidencia sobre los beneficios de la crianza en un contexto religioso es abundante, también las corrientes culturales están alejando a los niños del muelle de la religión. Entonces, ¿qué deberían hacer los padres, abuelos y tutores de todas las posturas de estos grandes debates?

Sean cuales sean nuestras creencias acerca de Dios, hay algunas cosas sobre las cuales estoy segura de que estaremos de acuerdo: todos nosotros queremos que nuestros hijos sean felices, que gocen de buena salud, que estén llenos de propósitos y que sean buenos. Pocos de nosotros querríamos mentirle a nuestros hijos, especialmente sobre nuestras creencias más profundas. Queremos que conozcan la verdad. Pero también queremos protegerlos de todas las mentiras que puedan aparentar ser convincentes. En lo más profundo de nuestro interior sabemos que hay una tensión: para mantener a nuestros hijos realmente a salvo en el futuro, debemos dejar que asuman los riesgos ahora. Sabemos bien que esto es cierto cuando se trata de habilidades prácticas. Los bebés no aprenden a caminar a menos que dejemos que se caigan. Los niños no aprenden a montar una bicicleta a menos que los dejemos a merced de un tambaleo o dos. Un adolescente al que no se le confió una bicicleta no estará listo para un carro.

Entonces, ¿cómo se traduce esto al campo de las ideas? Para algunos padres, proteger a sus hijos de ideas peligrosas es algo imprescindible. He escuchado esto tanto de cristianos que no quieren que sus hijos sean expuestos al ateísmo, como de ateos que no quieren que sus hijos sean expuestos al cristianismo. Incluso he escuchado esto de padres que piensan que son de mente abierta cuando animan a sus hijos a explorar diferentes tradiciones religiosas. Para este tipo de personas, la idea verdaderamente peligrosa es que una de estas religiones sea de hecho verdadera. Muchos de nosotros que ahora estamos en la etapa de criar hijos hemos crecido con la enseñanza de que cuestionar las creencias religiosas de una persona es una actitud arrogante, ofensiva e incorrecta.

Quisiera presentar un enfoque diferente. En vez de proteger a mis hijos de ideas divergentes, o de animarlos a afirmar todas las creencias igualitariamente, quiero equiparlos para tener conversaciones reales con personas reales que piensen diferente a lo que ellos creen, o a lo que yo creo. Quiero que aprendan a escuchar bien y cómo cuestionar lo que oyen. Si lo que yo creo es cierto, permanecerá firme después de la prueba.

La fe cristiana surgió en un mundo ferozmente hostil a sus afirmaciones. Pero en vez de extinguir la pequeña chispa de la iglesia primitiva, los vientos de la oposición le dieron oxígeno para que se expandiera. No quiero que mis hijos crean en Jesús solo porque yo lo digo, o solo porque es la religión más grande y étnicamente diversa del mundo, o solo porque ir a la iglesia te hace más feliz, saludable y generoso con otros. Quiero que vean a Jesús por ellos mismos y que crean que lo que Él dice acerca de sí mismo es cierto.

Contenido adaptado de 10 Questions Every Teen Should Ask (and Answer) about Christianity por Rebecca McLaughlin. Copyright © 2021. Usado con permiso de Crossway, un ministerio editorial de Good News Publishers, Wheaton, IL 60187. www.crossway.org.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Segundo concurso internacional de ensayo de Christianity Today

Comparta su sabiduría, perspectivas y entendimiento teológico. Nosotros lo traducimos.

Christianity Today August 3, 2022
Image: Illustration by Rick Szuecs / Source Images: Ron Lach / Pexels / Flickr / CCO

Una vez más, buscamos la sabiduría, perspectiva y comprensión teológica de escritores en español, portugués, francés, chino e indonesio.

En Christianity Today, creemos que la Palabra de Dios contiene verdades que tienen aplicación específica para los retos y las luchas a las que nos enfrentamos en nuestros días. A su vez, cada cultura aborda la Biblia desde su propia perspectiva y tiene el potencial de ofrecer una visión única de la misma. Por todo esto, creemos que tenemos mucho que aprender de las formas en que aquellos que proceden de entornos distintos al nuestro analizan y aplican las Escrituras.

Con esto en mente, anunciamos nuestro segundo concurso internacional de ensayo. Queremos que quienes escriban en portugués, español, francés, indonesio o chino nos envíen sus pensamientos y análisis en ese idioma. Los artículos serán juzgados por un equipo que estará conformado por entre tres y cinco líderes cristianos y teólogos de los países que hablan esa lengua. Los ensayos ganadores se traducirán al inglés y se publicarán en el sitio web de Christianity Today en ambas lenguas.

Este año, pedimos a los participantes que elijan un versículo, un capítulo o una historia de Génesis, Job, Colosenses, Primera o Segunda de Corintios, y que lo apliquen a un problema que usted, su comunidad o su país están enfrentando en su contexto específico. Buscamos artículos que exalten las Escrituras, y a la vez ofrezcan una aplicación fresca y sorprendente de este versículo. El artículo debe exhortar e inspirar a sus vecinos y conciudadanos, y a la vez incluir un mensaje de enseñanza para la iglesia mundial.

Nos interesa leer argumentos únicos que comuniquen la perspectiva del Evangelio sobre un tema específico en un tono generoso y reflexivo, y que hagan que los lectores estén deseosos de abrir su Biblia y aprender más de ella. Los artículos narrados en primera persona deben aplicar su experiencia personal a un concepto más amplio de la fe y la verdad bíblica.

Le sugerimos que lea algunos artículos publicados por CT para obtener una mejor idea del tono y estilo de los artículos que publicamos. Es importante aclarar que no buscamos ensayos académicos y que CT no utiliza notas a pie de página; sin embargo, sí utilizamos hipervínculos cuando es necesario.

Criterios de evaluación

  • Claridad con la que se presenta la idea.
  • Originalidad de las reflexiones, ideas o aportaciones del autor.
  • Estructura argumentativa.
  • Profundidad teológica.
  • Evidencia de investigación sobre el tema.
  • Matiz.
  • Relevancia para la comunidad que habla el idioma objetivo.

Premios

Habrá un ganador en cada idioma participante.

Los ganadores del concurso de este año ganarán 250 dólares (USD) y una suscripción de tres años a Christianity Today en versión impresa y online. El ensayo ganador será publicado en el sitio web de Christianity Today.

Si su artículo no resulta ganador, aún es posible que lo consideremos para publicación. Al enviar su artículo, acepta que los editores de Christianity Today lo consideren para futuras publicaciones.

Información sobre el envío

  • Por favor, envíe su artículo por correo electrónico a ChristianitytodayES@christianitytoday.com antes del 15 de octubre de 2022.
  • El asunto del correo debe decir: «Concurso – [Nombre y apellidos]»
  • Si desea enviar más de un artículo al concurso, sírvase enviar cada uno por separado, en un documento en formato de texto editable (no PDF) [el artículo continúa…].
  • El nombre del documento deberá coincidir con el siguiente formato: Apellido, Nombre – Título del artículo
  • Cada artículo debe ser enviado como archivo adjunto.
  • En el texto del correo electrónico, incluya su nombre completo y una breve biografía (50 palabras o menos), e indique el número total de palabras de su ensayo.

Detalles

  • Todos los envíos deben tener entre 1200 y 1500 palabras.
  • Puede presentar más de un artículo para su consideración, sin embargo, solo un artículo por persona pasará a la etapa final del concurso.
  • No podemos aceptar envíos tardíos para el concurso, pero es posible que los consideremos para su publicación.
  • Todo el contenido debe ser original. En caso de citar a otro autor, indíquelo con comillas y, de ser posible, use un hipervínculo con la fuente.
  • Tome en consideración que todos los ensayos pasan por un exhaustivo proceso de edición antes de su publicación y los títulos pueden ser modificados.

Los artículos que no cumplan con las condiciones aquí mencionadas no serán elegibles para el concurso.

¡Agradecemos su interés en el concurso anual de ensayo de Christianity Today!

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Aunque el sistema de hogares de acogida no me quería, Dios me amaba

Pasé de un hogar a otro antes de encontrar al Padre que mi corazón anhelaba.

Christianity Today August 2, 2022
Fotografía por Chad Holder para Christianity Today

Estados Unidos afirma no tener orfanatos, pero nuestros hogares colectivos son en realidad bastante similares. Durante mi infancia y adolescencia, viví en uno con otras nueve chicas que habían absorbido un mensaje muy negativo del sistema de hogares de acogida: habían llegado a creer que no tenían valor alguno.

Las normas eran estrictas. Las cámaras nos vigilaban desde todos los rincones de la casa, excepto en los dormitorios y los baños. La escuela estaba en la misma propiedad que la casa, lo que significaba que no se nos permitía ir muy lejos con frecuencia. Sin embargo, los domingos nos permitían ir a la iglesia, lo que al menos brindaba un breve respiro del estéril entorno del hogar colectivo.

De hecho, los mensajes del pastor sobre el perdón —combinados con mis sesiones semanales obligatorias de terapia psicológica— me dieron los primeros atisbos de esperanza que puedo recordar. Incluso en alguna ocasión le pedí a Jesús que viniera a vivir a mi corazón, aunque no entendía realmente lo que esa oración significaba. Solo tomé la decisión de subir al altar y hacer la oración porque creí que tal vez sería una forma de escape del hogar colectivo. Pensaba que si seguía los pasos de la fe, encontraría alivio al dolor de ser una más en el sistema de hogares de acogida, y de la continua sensación de sentir que nadie me quería.

‘Problemas de papá’

A medida que pasaba por una sucesión de distintos hogares de acogida, mi corazón se volvía cada vez más insensible a Dios y a otras personas. Durante mi primer año de bachillerato [high school], asistí a una clase de inglés en la que leímos Atlas Shrugged, la novela de Ayn Rand. El libro me pareció intrigante, lo que me impulsó a aprender más sobre la filosofía objetivista de Rand.

Al ver los videos de Rand en los que hablaba y debatía, me pareció más afín que las mujeres cristianas que había conocido. No parecía amable ni abierta. Más bien, parecía bastante enfadada, que era lo que yo sentía. Pensé que yo debía ser atea como ella.

Mis compañeros se burlaban de mí, diciendo que tenía «problemas de papá». En aquella época, creía que, si tan solo hubiera tenido un padre, muchos de mis problemas se habrían resuelto. Quizá alguien habría estado ahí para quererme y calmar a mi mamá cuando entraba en uno de sus episodios maníacos. Quizá no habría entrado en el sistema de hogares de acogida en primer lugar. No podía evitar preguntarme: si Dios es tan bueno, ¿por qué no me concedió un padre?

Durante muchos almuerzos, me gustaba recluirme en el aula de mi profesor de inglés. Para una de mis clases de arte, recibí permiso para pintar un mural en su pared. Mientras pintaba, hablábamos. Nunca rehuyó mis preguntas difíciles ni un buen debate.

Un día me preguntó si creía en Dios. Le contesté que no. Desde mi punto de vista, parecía que la gente afirmaba creer en Dios debido al consenso social más que a una fe genuina. «Si la mayoría de la gente de la sociedad no creyera en Dios», pregunté, «¿la gente seguiría creyendo en Dios?».

Hizo una larga pausa. Pensé que estaba buscando una forma de refutar mi argumento. Pero, en cambio, respondió: «No lo sé». Aprecié su franqueza, poco frecuente entre los cristianos que había conocido. En lugar de decirme qué y cómo creer, admitió que no tenía todas las respuestas.

Yo tampoco las tenía, y mi actitud combativa era una manta que utilizaba para ocultar mi inseguridad. Pero la sincera admisión de incertidumbre de mi profesor me animó a empezar a hacer más preguntas, porque en el fondo de mi corazón buscaba al Padre que siempre había anhelado.

Hacía poco que me había mudado a mi undécimo hogar de acogida, donde los padres proclamaban el nombre de Jesús, me llevaban a la iglesia todos los domingos y hacían devociones en la mesa cada noche. Por aquel entonces, empecé a salir con el hijastro de un pastor pentecostal negro que celebraba servicios vespertinos para las personas que no querían levantarse temprano por la mañana.

La Biblia personal de Tori Hope Petersen abierta en un pasaje de Juan.Foto de Chad Holder para Christianity Today
La Biblia personal de Tori Hope Petersen abierta en un pasaje de Juan.

Entre los padres de mi hogar de acogida y mi novio, pasaba unas cinco horas en la iglesia cada domingo. Una vez más, me sentí atraída por la vida de Jesús. Tocó a los leprosos que no debían ser tocados, y se encontró con la mujer del pozo aunque su propia cultura la había rechazado.

Mi corazón se sintió tan atraído por el carácter de Jesús que publiqué un vídeo en YouTube en el que le pedía a la gente que me perdonara por ser una persona mezquina y enfadada. Me esforcé por ser amable y cariñosa con mis compañeros, porque comprendí que no debía herir a los demás como otros me habían herido a mí.

Una noche, mi novio vino a cenar a la casa de mi familia de acogida. Comimos al aire libre, y el Rottweiler corría por el patio. Todos nos reímos cuando mi madre de acogida le dijo a mi hermano de acogida que se pusiera la capucha y corriera por ahí, animando al perro a atacarlo.

Después, mientras recogíamos los platos y volvíamos a entrar, mi novio me detuvo, con la cara más seria de lo habitual. Mis padres de acogida se estaban comportando de forma abusiva, me dijo.

Me encogí de hombros, sugiriendo que era algo que hacíamos por diversión. Además, mi madre de acogida era una trabajadora social licenciada, ¿cómo iba a abusar de alguien? (Y de entre toda la gente, yo sabía lo que era el abuso. Lo había experimentado. Golpes, patadas, bofetadas, tirones, puñetazos).

Aun así, mi novio me abrió los ojos a una realidad más oscura. Justo antes de tener que confrontarme a la realidad del abuso y la manipulación de parte de personas que proclamaban a Jesús, había estado a punto de aceptar tener una relación con Él. Ahora, estaba más lejos que nunca. Cada vez más parecía que el cristianismo y el discurso de Jesús eran máscaras que la gente usaba para ocultar su pecado.

Y yo no quería una máscara. Quería que me vieran, me conocieran y me amaran tal y como era.

El regalo del dolor

Una vez más, cambié de casa de acogida. Mi madre de acogida esta vez era una mujer soltera que me llevaba a la iglesia todos los domingos, y mis oídos se estremecían al escuchar los sermones. Aprecié que la iglesia se esforzara por apoyar a las familias de acogida y a sus hijos.

Además, mi madre de acogida cambió su estilo de vida para adaptarse a mis sueños y esperanzas. Me encantaba el atletismo, y mi entrenador de atletismo creía que tenía talento para ganar una beca universitaria. Ella hizo muchos sacrificios tales como asistir a mis entrenamientos, comprarme los mejores zapatos de clavos para atletismo y modificar su dieta para adaptarla a mis necesidades nutricionales.

Iglesia en Defiance, Ohio, donde Tori Hope Petersen llegó a la fe.Foto de Reagan Williams para Christianity Today
Iglesia en Defiance, Ohio, donde Tori Hope Petersen llegó a la fe.

Más o menos al mismo tiempo, una líder juvenil a la que apenas había visto desde la escuela secundaria volvió a entrar en mi vida. Empecé a hacerles preguntas a ella y a mi madre de acogida sobre Dios, mismas que respondieron con paciencia y amabilidad. La única pregunta que no podía sacarme de la mente giraba en torno a los niños inocentes: si Dios es tan bueno, ¿por qué sufren? Lo único que ellas podían responder era: «No lo sé».

Yo tampoco lo sabía. Pero sí sabía que, cuando miraba las Escrituras, veía a un Dios que no temía ni rehuía el dolor, sino que lo abrazaba para que otros conocieran el amor. Y cuando miraba las vidas de aquellos que más me recordaban a Jesús, podía ver cómo se habían sacrificado por mi. No quería desperdiciar su sufrimiento, ni el mío propio, sino que quería recibirlo todo como un regalo, como un llamado a amar a los demás como ellos me habían amado a mí.

Mi salvación no se produjo en un único y grandioso momento, sino a través de pequeños milagros que fueron levantando lentamente las muchas capas de mi escepticismo. Cuanto más tiempo pasaba rodeado de personas que buscaban vivir una vida que agrada a Dios, cuanto más escuchaba a personas que me decían quién era en Cristo a pesar de todo lo malo que yo había hecho y que me habían hecho, sentí como si mis ojos se ajustaran gradualmente para ver a Dios con más claridad.

Al final, el padre que siempre había querido resultó ser el Padre que siempre estuvo ahí: el Padre que se me reveló en su propio tiempo.

Tori Hope Petersen es la autora de Fostered: One Woman's Powerful Story of Finding Faith and Family through Foster Care (agosto de 2022).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Falleció Ron Sider, evangélico que impulsó la acción social

El autor de Cristianos ricos en la era del hambre defendió que la pobreza era una cuestión moral.

Ron Sider.

Ron Sider.

Christianity Today July 29, 2022
Edición por Mallory Rentsch.

Ronald J. Sider, organizador de la izquierda evangélica y autor de Rich Christians in an Age of Hunger (Cristianos ricos en la era del hambre), murió el miércoles a los 82 años. Su hijo le informó a sus seguidores que Sider sufrió un paro cardíaco repentino [enlaces en inglés].

Durante casi 50 años, Sider llamó a los evangélicos a preocuparse por los pobres y a considerar la pobreza como una cuestión moral. Defendió una comprensión amplia del pecado para incluir las estructuras sociales que perpetúan la desigualdad y la injusticia, e instó a los cristianos a ver cómo su salvación debería obligarles a cuidar de su prójimo.

«La salvación es mucho más que una nueva relación correcta con Dios mediante el perdón de los pecados. Es un estilo de vida nuevo y transformado, visible en el cuerpo de los creyentes», dijo. «El pecado es una categoría bíblica. Teniendo en cuenta una lectura cuidadosa del mundo, de la Biblia y de nuestros patrones de donación, ¿cómo podemos llegar a otra conclusión que no sea la de decir que estamos desobedeciendo rotundamente lo que dice el Dios de la Biblia sobre la forma en que quiere que su pueblo se ocupe de los pobres?».

Sider fue un facilitador clave de la izquierda «nacida de nuevo» que surgió en la década de 1970, pero vivió lo suficiente para ver cómo los evangélicos estadounidenses se apartaban en gran medida de las preocupaciones sobre la guerra, el racismo y la desigualdad. Sin embargo, siguió alzando la voz y se convirtió, como lo describió una vez un escritor de Christianity Today, en la «espina en la montura ética» del caballo blanco evangélico.

Su libro de referencia, Cristianos ricos en la era del hambre, inspiró a generaciones de jóvenes cristianos, tras haber vendido 400 000 ejemplares en nueve idiomas. CT lo clasificó como uno de los títulos evangélicos más influyentes del siglo XX, justo después de Knowing God de J. I. Packer y The Living Bible de Kenneth Taylor.

Rich Stearns, presidente emérito de World Vision, llamó a Sider «una gran alma cristiana y un apasionado guerrero de la justicia». Adam Russell Taylor, presidente de Sojourners, dijo que era «un amigo y aliado desde hace mucho tiempo» y «un incansable defensor de la paz y la justicia». Ambos hicieron referencia al impacto del libro de Sider en sus vidas.

Sider nació en Fort Erie, Ontario, en septiembre de 1939. Criado en una granja de 275 acres, su padre era agricultor y pastor de la Iglesia de los Hermanos en Cristo, una tradición anabaptista y wesleyana que combinaba la preocupación por la santidad, el compromiso con la paz y una lectura literal del Sermón de la Montaña.

Sider fue el primero de su familia en cursar estudios superiores, pero llevaba consigo la convicción de que la fe cristiana no era un mero asentimiento intelectual: la verdadera fe debe conformar toda tu vida.

Estudió historia con el apologeta cristiano John Warwick Montgomery en la Universidad Luterana de Waterloo, en Ontario, y luego fue a la Universidad de Yale para estudiar la Reforma con el historiador Jaroslav Pelikan. Sider escribió su tesis sobre Andreas Karlstadt, un contemporáneo de Martín Lutero que renunció a los títulos académicos, vistió ropas de campesino y predicó la sencillez en la iglesia.

Sider estaba aprendiendo a adoptar un radicalismo similar en su propia vida. En lugar de vivir con los demás estudiantes de posgrado de Yale, encontró un hogar para su joven familia en el límite de un barrio negro de New Haven, Connecticut. Luego se trasladó al centro de la comunidad afroamericana, donde lloró con sus vecinos el asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968 y se involucró en la lucha local por los derechos civiles. Cuando no estaba leyendo latín y alemán para su disertación, Sider ayudaba a los activistas negros a registrar votantes y reclutó estudiantes de la comunidad InterVarsity de Yale para que se unieran a él.

Tras obtener su grado, Sider aceptó un puesto como profesor en el campus de Filadelfia del Messiah College y luego en el Seminario Teológico Palmer de la Eastern University. Se trasladó al barrio afroamericano de Germantown y centró sus clases en el racismo, la guerra y la pobreza.

Sider también se volvió más activo políticamente. Hizo campaña a favor de George McGovern y fundó Evangélicos por McGovern para recabar apoyo para el senador antibélico de Dakota del Sur, que fue calumniado por sus numerosos oponentes como el candidato del «ácido, la amnistía y el aborto».

Según el historiador David Swartz, Evangélicos por McGovern fue el primer grupo evangélico después de 1945 que apoyó a un candidato presidencial. Los grupos de la Derecha Religiosa, como la Mayoría Moral y la Coalición Cristiana, aún no se habían organizado, y aunque muchos líderes destacados como Billy Graham apoyaban al presidente Richard Nixon, la política evangélica en ese momento parecía estar «disponible y en juego». Sider, junto con personas como Tom Skinner, Jim Wallace y Richard Mouw, querían apoderarse de ella. Creían que los cristianos que amaban a Jesús y odiaban el pecado debían ejercer su voluntad política para oponerse a la guerra de Vietnam, a la política de la ley y el orden, y a las políticas económicas que empeoraban la pobreza.

Tras la aplastante derrota de McGovern, Sider organizó un grupo de unas 50 personas para reunirse en un sótano de la YMCA en Chicago antes del Día de Acción de Gracias de 1973 y redactaron juntos una declaración de «preocupación social evangélica».

«Reconocemos nuestras responsabilidades cristianas de ciudadanía», decía. «Por lo tanto, debemos desafiar la confianza que la nación ha puesto equivocadamente en el poderío económico y militar, una confianza orgullosa que promueve una patología nacional de guerra y violencia con la que se victimiza a nuestros vecinos tanto dentro como fuera del país. Debemos resistir la tentación de hacer de la nación y sus instituciones objetos de una lealtad casi religiosa».

En 1977, Sider publicó Rich Christians [Cristianos ricos], argumentando que la pobreza es una cuestión moral y no solo económica. Los cristianos que se toman la Biblia en serio deberían oponerse a la distribución desigual de la riqueza, decía, y ver la injusticia que hay detrás de las estructuras sociales que benefician a los poderosos a costa de los pobres.

«La hambruna y la inanición acechan la tierra», escribió. «Sabemos que el problema es que los recursos del mundo no están distribuidos uniformemente. Los norteamericanos viven en una isla de prosperidad en medio de un mar de humanidad hambrienta».

Los cristianos evangélicos habían predicado durante mucho tiempo contra algunos de los pecados que conducen a la pobreza, como el abuso del alcohol. Pero habían ignorado otros, especialmente cuando la condena suponía una responsabilidad corporativa.

«Si la palabra de Dios es cierta, entonces todos los que habitamos en las naciones ricas estamos atrapados en el pecado. Nos hemos beneficiado de la injusticia sistémica», escribió Sider. «Somos culpables de una escandalosa ofensa a Dios y al prójimo».

El libro fue duramente criticado por el reconstruccionista cristiano Gary North, que acusó a Sider de ser un «manipulador de la culpa», y por el filósofo de la cosmovisión cristiana Francis Schaeffer, quien dijo que Sider había sucumbido al humanismo secular y se había centrado demasiado en los problemas materiales de la sociedad.

No obstante, el libro encontró un público entusiasta entre muchos evangélicos. Fue especialmente popular entre los estudiantes de InterVarsity y en los ministerios universitarios de Estados Unidos y del extranjero. Rich Christians se tradujo al alemán, al holandés, al portugués, al japonés y al coreano, y siguió circulando entre los evangélicos de izquierda durante décadas.

«Sider se convirtió en una bujía», según un perfil de CT de 1992, «en medio de un pequeño grupo de evangélicos interesados en cuestiones sociales y políticas, la mayoría de los cuales eran jóvenes, bien educados, muy idealistas y compartían la preocupación por la justicia social y racial, así como por una vida sencilla».

Sider fundó Evangelicals for Social Action (ahora Christians for Social Action) en 1978. Sin embargo, las esperanzas de un fuerte movimiento evangélico progresista se vieron pronto anegadas por la popularidad de Ronald Reagan y los éxitos de la Derecha Religiosa. Los líderes republicanos cortejaron activamente a los evangélicos blancos, encontrando causas comunes, desde la Corte Suprema hasta el consejo escolar local. Mientras tanto, los principales demócratas —muchos de los cuales consideraban que el moralismo de Jimmy Carter era juicioso y ofensivo— evitaban o desechaban las preocupaciones religiosas y a los votantes religiosos.

No obstante, Sider continuó hablando y escribiendo sobre las preocupaciones morales evangélicas, incluyendo libros populares sobre la vida sencilla y estudios históricos sobre las enseñanzas holísticas de la iglesia primitiva a favor de la vida. Su organización Evangelicals for Social Action presionó para que se impusieran sanciones a la Sudáfrica del apartheid, puso en marcha una red evangélica a favor del medio ambiente, e hizo campaña a favor de normas más estrictas de eficiencia del combustible en los automóviles.

Sider también protestó por el apoyo estadounidense a los dictadores latinoamericanos en la década de 1980 y se opuso a la Guerra del Golfo en 1991 y a la invasión estadounidense de Irak en 2003.

«Sider se negó a aislar el aborto de las cuestiones de violencia e injusticia, instando a los evangélicos conservadores a ser “completamente pro-vida”», escribió el historiador Brantley Gasaway. «La carrera de Sider parece agridulce… un amargo recordatorio de lo que la política evangélica moderna podría haber sido, pero no llegó a ser».

Sider siguió proclamando a voz en cuello desde el desierto a los evangélicos hasta las elecciones de 2020, cuando editó una colección de ensayos políticos cristianos titulada The Spiritual Danger of Donald Trump [El peligro espiritual de Donald Trump].

Dijo que publicó el libro «con profunda tristeza y persistente esperanza», llamando a los cristianos estadounidenses de todo el espectro político a demostrar su «compromiso con la verdad, el respeto a los oponentes y la voluntad de negociar un compromiso bipartidista razonable». Entre los escritores de la colección se encuentran el ex editor jefe de CT, Mark Galli, el filósofo evangélico Michael Austin, el teólogo Samuel Escobar y el ex congresista republicano Reid Ribble.

«Creemos que los cristianos pueden contribuir enormemente a preservar un buen futuro para nuestros hijos y nietos», escribió Sider, «orando para que Dios nos guíe, sometiéndonos incondicionalmente a los principios bíblicos sobre la verdad, la justicia y la integridad moral, y aplicando fielmente estos principios bíblicos en todas nuestras decisiones políticas».

En marzo de 2021, anunció que padecía una forma agresiva de cáncer de vejiga y que iba a iniciar tratamientos de radiología y quimioterapia. Sider dijo que oraba para tener 10 años más de vida, pero también seguía cantando un himno de su infancia:

Paz, paz, maravillosa paz,
¡que viene del Padre de lo alto!
Desciende sobre mi espíritu para siempre, te lo ruego,
¡En insondables oleadas de amor!

«En Christians for Social Action sentimos la pérdida de este hombre humilde, amable y profético», dijo Nikki Toyama-Szeto, directora ejecutiva de la organización. «Mientras pasa la sorpresa inicial, guardamos una profunda gratitud por las formas grandes y pequeñas en que Ron dio testimonio del corazón de Dios, y por cómo siempre nos mostró una imagen más completa de lo que significa seguir a Jesús».

Toyama-Szeto dijo en un comunicado que, mientras Sider trabajaba en su autobiografía, «no temía a la muerte, seguro de que le esperaba una historia aún mejor».

El 28 de julio, el hijo de Sider, Ted, compartió en Facebook y en Substack que su padre había muerto repentinamente de un paro cardíaco y pidió a sus seguidores: «por favor, únanse a nuestra familia en duelo por él».

Le sobreviven su esposa de 59 años, Arbutus Lichti Sider, y tres hijos.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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¿Quién pagará las facturas médicas de África?

Los lugareños cada vez abren más hospitales misioneros en África. El siguiente desafío: conservar donantes extranjeros.

Christianity Today July 29, 2022
Ilustración por Sarah Gordon / Source Images: Wikimedia Commons

Un día de marzo, Yowati Nthenga, el jefe de contabilidad del Hospital Misionero de Nkhoma, estaba sentado en su escritorio preguntándose de dónde sacaría el dinero para pagar las horas extra y las bonificaciones que se debían a los casi cuatrocientos empleados del hospital. Afortunadamente, ya había pagado los salarios, pero el personal contaba con esa prestación adicional que debería haberse entregado hace algunos días.

La oficina de Nthenga está junto a la puerta del hospital rural de 250 camas, que ofrece sus servicios a una región con una población de cerca de 460 000 personas en el centro de Malawi. Aquel día los pacientes llegaban en motocicleta, a pie y en minibuses: mujeres en trabajo de parto, ancianos con hipertensión, un niño con daño renal, etc. El hospital cuidó de ellos y les brindó los servicios necesarios; después, Nthenga y otros administradores tendrían que averiguar cómo pagarlo. Si los pacientes no pueden pagar las bajos costos subsidiados por el hospital —una consulta cuesta alrededor de 90 centavos de dólar estadounidense—, el personal de Nkhoma calcula una cantidad que los pacientes puedan pagar, o encuentran algún programa de caridad que cubra el costo. Su política es no negarle a nadie el tratamiento. Pero, al final, la atención se debe pagar de algún modo.

La Iglesia Presbiteriana de África Central, una denominación malauí, dirige el hospital. Puesto que es el único hospital que funciona en el distrito rural de Nkhoma, el gobierno malauí ayuda a financiar los salarios del personal. Sin embargo, el sistema de salud del condado recae en gran medida en recursos del extranjero, al igual que el hospital misionero. Y Nthenga ha observado cómo las donaciones del extranjero van a la baja.

Esto está ocurriendo en hospitales misioneros de toda África que atienden a poblaciones rurales y pobres. Las donaciones de las iglesias y organizaciones occidentales han disminuido, mientras que la necesidad de atención médica va creciendo conforme lo hace la población. La pandemia empeoró esta tendencia, dicen los administradores del hospital misionero, porque las iglesias de Estados Unidos se centraron en sus propias necesidades y las necesidades de sus comunidades inmediatas.

Mientras el mundo de las misiones médicas celebra [enlaces en inglés] que los hospitales misioneros están pasando cada vez más a ser dirigidos por iglesias africanas, con médicos y administradores africanos, muchos de estos hospitales enfrentan una paradoja: dejar de depender de médicos extranjeros ha sido el sueño durante mucho tiempo, pero alcanzar ese sueño a veces significa perder recursos que vienen del extranjero.

Nthenga está acostumbrado al estrés monetario: el hospital debe encontrar cerca de cuarenta mil dólares al mes en algún lado para cubrir los gastos de funcionamiento. El personal se reúne cada dos semanas para revisar los libros de cuentas y decidir qué pagos son prioridad.

Nthenga lleva doce años trabajando en Nkhoma, y de alguna manera los déficits mensuales siempre se solucionan. Los hospitales de la iglesia, históricamente, conseguían sus fondos de las denominaciones estadounidenses, pero ahora suelen buscar ayuda de organizaciones internacionales como Samaritan’s Purse y, en el caso de Nkhoma, African Mission Healthcare.

Aun así, los dos años de la pandemia han sido los más duros que él y otros administradores del Hospital de Nkhoma recuerdan. Los proveedores comenzaron a pedir dinero en efectivo por adelantado porque el hospital se retrasaba con sus pagos. El hospital ha estado trabajando en ideas para generar ingresos, pero hasta ahora ha estado funcionando en déficit.

«La realidad es que no podemos funcionar sin donantes», dice Nthenga.

Frank Dimmock ha trabajado con Nkhoma y en Malawi durante años y sirve como enlace entre el histórico hospital presbiteriano y la Iglesia Presbiteriana de EE. UU. (PCUSA, por sus siglas en inglés). Dice que las donaciones de la PCUSA para los gastos operativos del hospital se estancaron durante la pandemia, aunque unos cuantos presbiterios dieron cantidades importantes para que el hospital pudiera responder a la crisis de la COVID-19.

Los hospitales misioneros «están todos sufriendo, a menos que sus iglesias hermanas del extranjero sigan cubriéndolos», dice Dimmock. Pero el número de socios extranjeros disminuye. En 2011, él llevó a cabo una investigación con asociaciones médicas cristianas de toda África. Grupos desde Togo hasta Malawi informaron que las donaciones extranjeras estaban cayendo. Una asociación en Chad le dijo a Dimmock: «[Los europeos] nos piden que nos centremos en las oportunidades locales de recaudación de fondos».

Desde entonces, dice Dimmock, las iglesias extranjeras no mandan tantos misioneros —expatriados que a menudo traen con ellos visitantes y dinero— como solían.

Los hospitales misioneros son clave para el sistema de salud del África subsahariana, donde la mayor parte de la población es rural, pero las infraestructuras médicas se suelen concentrar en las ciudades capitales. Los hospitales religiosos como Nkhoma tienden a operar en áreas más remotas. En Malawi, el 70 por ciento del cuidado de la salud rural viene de clínicas y hospitales de la iglesia. Nkhoma también es un hospital universitario que forma a enfermeros, estudiantes de medicina, médicos de familia y cirujanos malauís.

Sin embargo, proporcionar personal capacitado y una infraestructura hospitalaria en lugares remotos es caro, y las poblaciones a las que atienden los hospitales misioneros no tienen el dinero para financiarlo. Una compilación de encuestas domiciliarias de catorce naciones africanas publicada en la revista médica The Lancet en 2015 mostraba que las instalaciones médicas religiosas tenían el mayor porcentaje de pacientes provenientes del quintil económico más bajo.

Una pintura del Hospital de Nkhoma de un artista local.Pintura por Eddie Amtonyo
Una pintura del Hospital de Nkhoma de un artista local.

En Nkhoma, la economía de la población para la que trabaja el personal era evidente: algunos pacientes venían descalzos, y una madre trajo a su frágil bebé de tres meses con el pelo cobrizo y las lesiones cutáneas características de la malnutrición, así como a su hijo de tres años que pesaba menos que un niño de uno. El hospital rehabilitó a los niños durante once días y después les dio el alta. En un control médico tres semanas más tarde, el bebé al que se le veían los huesos había ganado un kilo de peso (dos libras), y estaba rollizo y saludable.

En los últimos años, los desafíos económicos se han agravado y han puesto a prueba el temple de Nkhoma.

Durante la pandemia, las hospitalizaciones de corta estancia descendieron un ochenta por ciento. Según el personal del hospital, los pacientes tenían miedo de contagiarse de coronavirus en el hospital, y debido a los confinamientos tampoco tenían dinero para los servicios.

El kwacha malauí también se devaluó durante la pandemia, haciendo que los suministros fueran aún más caros. El personal del hospital también esperaba que la guerra en Ucrania afectara a su balance, haciendo que fuera más difícil obtener productos.

El precio de las medicinas, la partida presupuestaria más cara después de los salarios, ha subido. Hubo escasez de sulfato de magnesio, que el hospital utiliza para tratar la preeclampsia, y de diazepam, utilizado para tratar convulsiones. Decidir qué medicamentos tener a mano es difícil. Algunos son demasiado caros como para tener existencias de dicho medicamento para enfermedades poco comunes, y algunos caducan demasiado rápido para un hospital rural con un presupuesto limitado.

«Cada vez que vamos a pedir presupuesto para un mes o dos meses de medicamentos, siempre tienen nuevos precios. Los precios no solo suben un diez o un veinte [por ciento], sino un cuarenta, un cincuenta por ciento», dice Agness Nyanda, administradora del hospital. Pero los precios de las consultas y los tratamientos permanecen iguales.

Para recortar costos, el hospital comenzó a limitar el uso de sus vehículos, lo cual incluía a veces cancelar visitas que no fueran de urgencia a pacientes en aldeas. Intentaron reutilizar las batas protectoras sumergiéndolas en cloro (lejía), pero eso no funcionó, así que cambiaron a tejidos lavables.

En enero y febrero, los ciclones se sumaron a los problemas del hospital. Dejaron fuera de funcionamiento una de las cuatro plantas hidroeléctricas que proporcionan energía al país, desatando apagones continuos que duraban horas y continuaron durante meses. Las lluvias persistentes dañaron el cableado subterráneo que conectaba con uno de los generadores del hospital, obligando al hospital a confiar durante varios días en un generador de refuerzo demasiado pequeño.

Durante su noveno día en funcionamiento, el generador de refuerzo se apagó. El hospital se apresuró a traer tanques de oxígeno para los pacientes de COVID-19 y generadores portátiles para apoyar a los bebés prematuros de la sala de neonatología. Evacuaron un caso de cirugía urgente a otro hospital. Hubo mujeres que dieron a luz bajo la linterna de los celulares.

Por fortuna, ningún paciente murió. Pero Nyanda dice que reparar el cableado subterráneo le costó al hospital cerca de seis mil dólares. Cuando se presente otra emergencia como esta, es posible que el hospital tenga que retrasar otros pagos, como los pagos a los trabajadores. Aunque el personal es consciente de que hay que hacer sacrificios al trabajar en un hospital rural, donde puede ser que sus familias no tengan tantas oportunidades laborales o educativas, los retrasos en los salarios se suman a un estado de ánimo ya agotado.

Pero entonces, algo nuevo —algo esperanzador— ocurrió durante la pandemia, a principios de 2021.

El hospital hizo una llamada de emergencia a las iglesias locales, diciendo que estaba en problemas y necesitaba ayuda. Las iglesias respondieron con la mayor cantidad que hayan dado jamás: reunieron un total de 13 000 dólares estadounidenses. Fue muy significativo, aunque fuera suficiente para cubrir apenas una pequeña parte de los gastos mensuales del hospital.

«Dios nos ha ayudado», dice Nyanda.

El día que Nthenga trataba de averiguar qué hacer con los pagos del personal, el hospital recibió dos donaciones sin designar expedidas desde Estados Unidos. Una era por 12 000 dólares, proveniente de una iglesia presbiteriana de Seattle. Su problema estaba resuelto. Si los fondos hubieran estado designados, no podría haber pagado los salarios. Ordenó una transferencia de dichas donaciones directamente hacia la cuenta bancaria del hospital, que sumó el dinero suficiente para permitir los pagos al personal.

«Así que la cuestión es: ¡¿Qué pasará el mes que viene?!», dice Nthenga con una risa sincera. «Avanzamos por la gracia de Dios, y los años pasan. A veces me hace gracia y me sorprende: ¿Qué nos hizo superar el 2019? ¿Qué nos hizo superar el 2020? ¿El 2021, 2022? La gracia de Dios está sobre nosotros, pero nosotros también hacemos nuestra parte».

Emily Belz es reportera para Christianity Today. Reside en Nueva York.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

Los cristianos deberían abrir camino en materia de diversidad e igualdad

Nuestra fe nos llama a recibir a otros con los brazos abiertos, de la misma forma en que nosotros fuimos recibidos.

Christianity Today July 28, 2022
Edición por Christianity Today / Source Image: Juan Moyano / Getty

Para aquellos que creemos ser salvos por la fe y a quienes nos importan los demás como un elemento fundamental de lo que creemos, sabemos que lo primero debe preceder a lo último; sin embargo, aun así es fácil dejar que las tareas y los deberes se conviertan en las estrellas que guían nuestro camino.

Con un perfil de personalidad 3 en el eneagrama, entiendo muy bien con qué facilidad la búsqueda del progreso y los logros hacen que olvidemos por qué siquiera estamos en el camino. El reto viene cuando permitimos que nuestro qué y nuestro cómo sustituyan nuestro porqué, y rápidamente podemos comenzar a sentir la carga de la presión por completar nuestra «lista de tareas».

Al hacerlo, descuidamos la profunda transformación del corazón que se necesita para atender el quebrantamiento y el sufrimiento presente en nuestros vecindarios, nuestras comunidades y la sociedad en general.

Este es el problema al que se enfrentan hoy en día los que trabajan en áreas de diversidad, igualdad e inclusión (en adelante DII). Por ejemplo, un artículo [enlaces en inglés] sobre liderazgo de Forbes presentó cuatro razones por las cuales los programas de DII fallan: todos ellos están centrados en las tareas. Sin embargo, como cristianos, sabemos que hay mucho más en esta cuestión.

La diversidad, la igualdad y la inclusión deberían importarnos porque son la realización de una verdad importantísima arraigada en lo profundo de la fe cristiana. La verdad es que, a pesar de nuestras diferencias, todos hemos sido hechos iguales a imagen y semejanza de Dios y, en última instancia, le pertenecemos a Dios y nos pertenecemos mutuamente. Este es el porqué detrás de todo lo que hacemos, el combustible que mantiene nuestros ministerios en movimiento.

Sin embargo, el enfoque no solo debería estar en la DII, sino en la diversidad, la igualdad y la pertenencia (DIP), donde la palabra «inclusión» se reemplaza por un sentido más integral de pertenencia, algo que yo creo que es el eje central sobre el cual deben girar la diversidad y la igualdad.

Creo que los cristianos están en la mejor posición para hacer avanzar iniciativas DIP y movimientos que sobrevivirán al paso del tiempo y servirán como testimonio ante el mundo. Pero no podremos hacerlo sino hasta que hayamos asumido las dos realidades centrales de por qué debemos ver y elevar las voces y las vidas de los que no son como nosotros.

Primero, pertenecemos a Dios

Durante varios años, la comunidad a la que pertenezco ha tenido que mirarse seriamente al espejo para comprender de qué modo estábamos transmitiendo un sentido de pertenencia a aquellos llamados a servir bajo nuestro estandarte. Nuestro objetivo es introducir a personas provenientes de muy diversos ámbitos de la vida y ayudarlos a crecer en su fe, de tal modo que sientan y sepan que pueden prosperar en su llamado individual.

Para ese fin, hemos buscado establecer el fundamento para lo que esperamos que sea un trabajo sostenible a la hora de elevar e incluir a quienes provienen de diferentes trasfondos y experiencias. Yo tengo una profunda convicción al hacer esto porque creo que las iniciativas DIP están en el centro mismo del evangelio.

La razón es sencilla: hacemos este trabajo porque Cristo murió para que cada uno de nosotros —sin importar nuestras diferencias— pudiéramos pertenecer de nuevo al reino de Dios. Las Escrituras no dicen que Cristo murió por algunos según cierta jerarquía (p. ej.: por los blancos más que por los no blancos, por los ricos más que por los pobres, por los hombres más que por las mujeres, etc.).

En su bondad, Dios nos ofrece a todos una pertenencia verdadera: una sensación familiar de comunidad y la comprensión de que pertenecemos a Él y nunca tendremos que estar solos. El corazón de nuestro deseo de asegurar que la gente sea vista y escuchada no es que sintamos la urgencia de unirnos al momento cultural, sino reflejar la verdadera naturaleza de un Dios que ama a todo el mundo y que, por lo tanto, ama la diversidad.

Dios quiere que confiemos en Él, que nos acerquemos a Él y que seamos parte de su familia. Somos sus hijos. Cuando Él puso su impronta sobre nosotros, estaba afirmando que le pertenecemos.

¿Cuántos de nosotros necesitamos escuchar ese mensaje hoy? ¿Cuántos en nuestro prójimo, gente de piel negra y marrón, mujeres, discapacitados, pobres y abandonados necesitan saber que le pertenecen a Alguien que, en vez de juzgarlos y burlarse de ellos por lo que son, por cómo se ven, o por lo que la sociedad piensa de ellos, busca en cambio abrazarlos en Cristo?

Dios sabe algo que nosotros no sabemos (¿en serio?): las diferencias que vemos en los demás —y que a veces despreciamos— son un recordatorio de lo extravagantemente intencional, creativo, hermoso, generoso y desprendido que es nuestro Dios. La semejanza no es una virtud en la economía de Dios. Por el contrario, la semejanza en realidad limita nuestra capacidad para ver y apreciar toda la magnitud de la belleza del mosaico de diversidad que es la creación de Dios.

En The Next Evangelicalism [El próximo evangelicalismo], Soong-Chan Rah escribe: «Aunque nuestro individualismo occidental centra nuestra atención en el reflejo de la imago Dei en el individuo, necesitamos ver la imagen de Dios expresada como un reflejo colectivo». Es solo en nuestra diversidad que manifestamos la totalidad de la belleza de la imagen de Dios.

¿Cuál es la conclusión? Los brazos abiertos de Dios en señal de bienvenida no tienen límites. Como cristianos, nosotros mismos hemos experimentado la pertenencia a Dios y, por lo tanto, debe ser nuestro deseo que todas las personas lo experimenten: de parte de Dios y de parte de las personas.

Segundo, nos pertenecemos unos a otros

Los lemas existen por una razón. Cuando la pandemia golpeó en 2020, ¿cuántos escuchamos la expresión «nueva normalidad» hasta que ya no aguantábamos más? Y, aun así, esa era la expresión que necesitábamos en ese momento. Hoy en día, un término que he escuchado mucho es «proximidad»: la importancia de la cercanía en el espacio, el tiempo o las relaciones.

Creo que, simplemente, nunca conseguiremos que las iniciativas DII salgan bien sino hasta que cultivemos una sensación de proximidad entre nosotros y aquellos que nos rodean: cerrando las brechas de entendimiento entre nuestras experiencias y las personas de diferentes trasfondos (p. ej. étnico, racial, económico, generacional, etc.).

Aun a riesgo de sonar controvertido, a veces me pregunto si los creyentes convertimos ciertos temas o ideas en monstruos sin cabeza solo porque estamos buscando una manera sencilla de deshacernos de las conversaciones difíciles y de las tensiones. ¿Cuántos de nosotros hemos visto cómo se termina una conversación en cuanto aparecen términos como «teoría crítica de la raza» o «progresismo»?

La verdad es que ciertos aspectos de la teología estadounidense occidental no han conseguido darnos las herramientas para aceptar la tensión y la incomodidad. Esto puede hacer que seamos tristemente incapaces de apoyarnos en la dura realidad que la búsqueda de pertenencia requiere que veamos e integremos. Es mucho más difícil para nosotros ahondar en nuestros puntos de conflicto y explorar juntos nuestras diferencias.

En su libro Think Again [Piensa de nuevo], el psicólogo Adam Grant explica que a menudo escuchamos los puntos de vista «que nos hacen sentir bien, en vez de ideas que nos hacen pensar más» y «favorecemos la comodidad de la convicción por encima de la incomodidad de la duda». Vaya.

La realidad del reino de Dios es que todos nos pertenecemos unos a otros y, por lo tanto, no podemos ignorar las conversaciones difíciles que buscan honrar la imago Dei en todos nosotros. Ocurre demasiado a menudo que nos vemos a nosotros mismos y a los demás solo como individuos. Pero la obra de Dios en nosotros también es algo colectivo y comunitario: Él nos ha colocado en el contexto de una familia en el cuerpo de Cristo.

Por esto es que pensar en términos de DIP importa: porque el hecho de que todos trabajemos y vivamos juntos es importante para Dios. Él nos ha creado para vivir en comunidad con los demás y así reflejar su imagen en este mundo.

Extiendo una invitación a que reflexionemos no solo en el qué y el cómo de la diversidad, la igualdad, la inclusión y la pertenencia, sino también en el porqué elevamos estos valores. Como cristianos, debemos comenzar nuestra búsqueda de iniciativas DIP mientras permanecemos firmes sobre el fundamento que Dios ya ha establecido para nosotros.

Somos un pueblo que le pertenece a Él, y a su vez nos pertenecemos unos a otros, y Dios desea que esto sea cierto para todas las personas, en todos los lugares. Las Buenas Nuevas consisten en que Dios nos invita a participar en ayudar a que los que nos rodean experimenten esta verdad y descubran que también ellos pertenecen a su reino.

Arthur L. Satterwhite III es el vicepresidente de diversidad, pertenencia y estrategia de Young Life.

Speaking Out es una columna de opinión para invitados de Christianity Today y (a diferencia de un editorial) no necesariamente representa la opinión de la publicación.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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History

La evangelización en China comienza con el Big Bang

Mirar al pasado puede ayudar a los cristianos a entender y practicar la apologética de mejor forma.

Matteo Ricci (izquierda) y Xu Guangqi (en chino: 徐光啓) (derecha).

Matteo Ricci (izquierda) y Xu Guangqi (en chino: 徐光啓) (derecha).

Christianity Today July 26, 2022
WikiMedia Commons

En la primavera de este año, un ministerio canadiense organizó un bu dao hui o «encuentro de evangelización» para la diáspora china. Su tema: la ciencia y la fe. Durante una hora, los asistentes aprendieron a través de una transmisión en línea cómo la teoría del Big Bang demuestra el comienzo del tiempo y el espacio, y cómo la extrema complejidad de los sistemas biológicos y de codificación genética indican claramente la existencia de un creador y diseñador del universo y de la vida humana. Escucharon una explicación sobre la «revelación general» y la «revelación especial». Y recibieron una invitación a creer en el Evangelio.

Al final de la conferencia por Zoom, se le pidió a los más de 200 espectadores que indicaran cuál era su condición colocando una letra en la pantalla. Aparecieron numerosas «C», que indicaban «ya soy cristiano». Sin embargo, también hubo varias «A», que significaban «He aceptado a Cristo como mi salvador y Señor esta noche».

El uso de la ciencia como un imán para compartir el evangelio ha sido durante mucho tiempo una forma común en que los cristianos chinos de Norteamérica comparten su fe con sus amigos no creyentes. Un número importante de los evangelistas chinos más conocidos tienen una formación científica y suelen hablar en las iglesias sobre la relación entre la ciencia y el cristianismo. Muchas iglesias creen que las conferencias y debates relacionados con la ciencia atraen la atención de quienes buscan respuestas, convicción a la que han llegado tras una larga historia de cambios en los sentimientos de los intelectuales chinos sobre la relación entre la ciencia y la fe cristiana en el país.

La llegada de los misioneros

Mucho antes de que la Iglesia Católica Romana comenzara a enviar misioneros a China en el siglo XVI, la filosofía y la visión del mundo en ese país estaban dominadas por el confucianismo, el budismo (con características chinas) y el taoísmo. Los intelectuales y funcionarios chinos no valoraban la ciencia y la tecnología, y la ciencia estaba especialmente subdesarrollada [enlaces en inglés]. Aunque había habido avances significativos en algunas áreas de la tecnología en la historia primitiva del país, por ejemplo, en la dinastía Tang (618-907 d.C.), China se había quedado muy atrás en materia de ciencia y tecnología antes de la dinastía Ming (en el siglo XIV).

Cuando Matteo Ricci y sus compañeros misioneros jesuitas llegaron a China por primera vez en 1583, se hicieron rápidamente conocidos por su celo en la introducción de los conocimientos científicos en China. Los misioneros católicos (los más conocidos, además de Ricci, son Adam Schall y Ferdinand Verbiest) utilizaron esta estrategia para conseguir abrirse paso entre la élite china (que deseaba fortalecer a China aprendiendo de Occidente) y a la vez lograr el objetivo final de difundir su fe.

Entablaron amistad con los oficiales de alto rango de la corte del emperador y dialogaron con los eruditos oficiales confucionistas chinos que contaban con un alto nivel educativo (el más famoso de los cuales fue Xu Guangqi, que posteriormente se convirtió al catolicismo). Se ganaron el respeto por sus impresionantes conocimientos de astronomía, calendarios, matemáticas, hidráulica y geografía, y entraron como expertos en comisiones imperiales especiales en campos científicos y tecnológicos. Su contribución al desarrollo de China hizo que muchos simpatizaran con el cristianismo, y su influencia positiva en la sociedad y la cultura chinas sigue siendo recordada por los intelectuales chinos en la actualidad.

De izquierda a derecha: Ferdinand Verbiest, Matteo Ricci y Adam Schall.WikiMedia Commons
De izquierda a derecha: Ferdinand Verbiest, Matteo Ricci y Adam Schall.

Los misioneros protestantes empezaron a llegar a China a principios del siglo XIX y rápidamente comenzaron a construir hospitales y universidades. Por su creencia en una estrategia de misión holística, ayudaron al desarrollo de la ciencia y la tecnología en la China de las dinastías Ming y Qing, especialmente en la ciencia médica y la educación científica. Muchas de las mejores universidades y hospitales en China hoy en día tienen sus raíces en universidades y hospitales históricos establecidos por misioneros protestantes.

Oposición y persecución

A pesar de estas contribuciones, durante las dinastías Ming (1388-1644) y Qing (1644-1912), los intelectuales chinos, en su mayoría, consideraban al cristianismo como una «religión extranjera» perjudicial para la cultura y las creencias tradicionales chinas, y a los misioneros como «herramientas de la invasión cultural imperialista occidental» con una agenda oculta. En tiempos de agitación política, los gobernantes podían atizar los movimientos nacionalistas y fomentar la hostilidad hacia los misioneros occidentales. En la «Rebelión de los Bóxers» de 1900, decenas de misioneros occidentales protestantes, católicos y ortodoxos y miles de cristianos chinos fueron masacrados en todo el norte de China.

En la década de 1920 estalló en China el Movimiento Anticristiano, provocado por la adopción de las ideas occidentales de democracia y ciencia por parte del Movimiento del 4 de mayo de 1919. Influidos por el marxismo y otros pensamientos occidentales no cristianos, muchos intelectuales progresistas consideraban que el cristianismo era antidemocrático y anticientífico.

Después de que el Partido Comunista Chino (PCC), dirigido por Mao Zedong, tomara el poder en 1949, el gobierno comunista creó las llamadas iglesias de las «Tres Autonomías» (autogobierno, autosuficiencia y autopropagación) que estaban dispuestas a separarse de las fuerzas «imperialistas» y a cooperar con el PCC. Las iglesias de las Tres Autonomías se convirtieron en las iglesias sancionadas por el gobierno, y este persiguió y encarceló a los pastores y líderes eclesiásticos que se negaron a unirse al sistema.

Las iglesias que no se conformaron a las nuevas reglas terminaron por convertirse en iglesias clandestinas que se reunían en casas. Durante la Revolución Cultural (1966-1976), tanto las iglesias que se reunían en hogares como las iglesias de las Tres Autonomías fueron prohibidas y destruidas bajo el argumento de que eran «vieja basura imperialista». El cristianismo fue criticado y tachado de imperialista y anticientífico e, irónicamente, incluso la «ciencia capitalista occidental» fue considerada «reaccionaria». Para la iglesia perseguida china de esta época, la ciencia no era, comprensiblemente, una cuestión prioritaria.

Tras la muerte de Mao, China abrió sus puertas a Occidente. Las iglesias que se reunían en casas comenzaron a crecer a un ritmo asombrosamente rápido en las décadas de 1980 y 1990 y se expandieron desde el campo a las ciudades que estaban pasando por un rápido proceso de desarrollo. Las iglesias urbanas tenían una proporción significativamente mayor de intelectuales y profesionales entre sus miembros. Los cristianos de estas iglesias heredaron el pietismo y el fundamentalismo de los cristianos tradicionales de las iglesias rurales, pero al mismo tiempo tenían mucho más contacto con el mundo exterior (especialmente después de que se popularizara el internet) y fueron fuertemente influenciados por la teología y la filosofía occidentales.

La llegada del internet

Tras la represión del movimiento democrático de la Plaza de Tiananmen de 1989 por parte del PCC, muchos jóvenes intelectuales chinos desilusionados y desanimados emigraron a EE. UU. y Canadá, y un número importante de ellos se convirtió al cristianismo. La mayoría de estos inmigrantes eran estudiantes de posgrado y eruditos en ciencias naturales, por lo que tenían un interés específico en la relación entre la ciencia y el cristianismo.

Cuando el acceso a internet se generalizó en la década de 1990 (y antes de la creación del Great Firewall), los sistemas BBS y los foros en línea se convirtieron en un destino popular que los cristianos chinos de todo el mundo utilizaron para dialogar con los no creyentes y practicar la evangelización y la apologética por internet. Los debates más acalorados giraban en torno a la ciencia frente al cristianismo, especialmente en torno a la evolución frente a la creación, y la cuestión de si «la ciencia ha refutado a Dios». La controversia no es sorprendente si se tiene en cuenta que la ideología oficial de China ha sido el marxismo-maoísmo (el cual también fue conocido como «socialismo científico») y que la educación oficial en China había adoctrinado a los estudiantes con dogmas antirreligiosos.

Durante las dos últimas décadas, el libro de apologética más influyente en la iglesia china ha sido Song of a Wanderer [Canción de un viajero] (You Zi Yin), escrito por Li Cheng, un evangelista con un doctorado en biología. El libro contiene notablemente muchas discusiones sobre la ciencia y la fe, especialmente la crítica a la teoría de la evolución, y ha servido como la primera elección en materia de apologética cuando las iglesias chinas y los cristianos buscan un libro para regalar a amigos que se encuentran en busca de la verdad, muchos de los cuales tienen una formación científica.

Apologética y evangelización en la actualidad

En la actualidad, las iglesias urbanas de China que se reúnen en hogares (que ahora enfrentan una persecución aún mayor) y las iglesias chinas de la diáspora fuera de China siguen enfrentándose a los desafíos del secularismo y el materialismo. En su evangelización y apologética, los cristianos chinos siguen encontrando a menudo la oposición del cientificismo y otros pensamientos modernistas, así como del posmodernismo.

En la sociedad en general, la mayoría de los científicos de China siguen considerando el creacionismo cristiano (especialmente el creacionismo que defiende la teoría de la Tierra Joven) como un disparate religioso anticientífico que niega la verdad de la evolución. Sin embargo, la actitud hacia la apologética cristiana relacionada con la ciencia entre los intelectuales chinos actuales no es del todo hostil.

En julio de 2021, se publicó en internet la transcripción de un video del famoso físico Chen-Ning Yang, uno de los pocos chinos galardonados con el Premio Nobel y uno de los científicos más respetados entre los chinos. En el video, Yang respondía a una pregunta del público: «¿Existe Dios?».

«Si te refieres a un “dios” antropomorfo, no creo que tal ser exista. Pero si me preguntas si existe un Creador del Universo, creo que sí», dijo. «Porque no es casualidad que el mundo tenga una estructura tan delicada… Las leyes de la naturaleza están perfectamente ordenadas, pero las combinaciones son aleatorias, por lo que cualquier producto creado con un propósito debe ser producto de un diseño inteligente».

Aunque no hay ninguna otra prueba que indique que Yang se haya convertido al cristianismo, parece que se ha convertido en teísta o deísta debido a los nuevos descubrimientos científicos.

Dentro de las iglesias chinas, nacionales o de la diáspora, hay diversidad de opiniones de los cristianos chinos sobre la creación frente a la evolución. El creacionismo de la Tierra Joven sigue siendo el más aceptado por los cristianos chinos en China y en el extranjero. El año pasado, ReFrame Ministries tradujo al chino dos libros que discuten el debate creación vs. evolución. Un libro presenta las diversas perspectivas cristianas sobre la cuestión, y otro se centra más en el Diseño Inteligente.

En julio de 2022, la organización publicará otro libro, Above All Things: The Romance and War of Christianity and Science [Sobre todas las cosas: el romance y la guerra entre el cristianismo y la ciencia], escrito en chino en coautoría por Xiao Zao y Jidian (yo mismo), ambos evangelistas chinos con formación científica (química y física).

Todavía queda trabajo por hacer para que los cristianos chinos superen la mentalidad anticientífica (en su mayoría arraigada en el fundamentalismo) y para que el campo de la apologética aprenda a aprovechar los propósitos modernos de evangelización científica. La apologética y la evangelización cristiana deben ser específicas para cada persona y ser especialmente sensibles a los antecedentes culturales e históricos de aquel que está buscando respuestas. A su vez, los argumentos estratégicos de la apologética científica pueden tener un peso especial, específicamente cuando se trata de atraer a los intelectuales chinos. Espero que reflexionar sobre la historia narrada en este artículo pueda beneficiar a los cristianos a la hora de contextualizar sus esfuerzos apologéticos y de evangelización.

Sean Cheng es editor de CT Asia.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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