El Dios que sufre

Una lectura de Adviento para el 12 de diciembre.

Christianity Today December 12, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Tercera semana de Adviento: Sacrificio y salvación


En el Antiguo Testamento Dios habló a través de los profetas utilizando palabras e imágenes poéticas para describir la esperanza de la salvación. Esta semana, observamos las profecías que apuntan al Mesías: el siervo, la luz, la promesa que el pueblo de Dios anhelaba.

Lea Isaías 52:13 – 53:12

Durante el Adviento, es fácil sentimentalizar la Encarnación. Nos imaginamos al Dios-hombre como un bebé con su madre; anticipamos su ministerio como «Consejero admirable» y «Príncipe de paz» (Isaías 9:6). Estos son aspectos reales de la identidad y la humanidad de Jesús, y ciertamente son temas bíblicos apropiados para esta época del año. Pero las palabras proféticas de Isaías en este último de sus Cantos del Siervo —los cuales describen a un siervo del Señor que vendrá y será fiel para guiar a las naciones— aumenta nuestra comprensión de la vida encarnada de Cristo: Jesús nació para sufrir y morir.

El camino de Jesús hacia la gloria no fue sencillo. En lugar de ser aceptado por el mundo, fue despreciado y rechazado (53:3). En lugar de ser exaltado como rey, fue torturado y asesinado (53:5,9). No se trata de una mera tragedia humana, sino de una historia que forma parte del plan divino (53:10). El sufrimiento voluntario de Cristo revela su voluntad de ser, no solo nuestro Sumo Sacerdote, sino también el Cordero del sacrificio.

Esta profunda verdad es más que un concepto teológico. Jesús sufrió como un ser humano en un cuerpo físico, y compartió los aspectos más dolorosos y oscuros de la experiencia humana. Él sabe lo que es ser tratado brutalmente y humillado (52:14), oprimido y abandonado (53:8). En la Encarnación, Jesús se identifica con nosotros incluso en nuestros peores sufrimientos. Para quienes experimentan las fiestas como un tiempo de dolor o soledad, este aspecto de la vida de Jesús puede ser extrañamente reconfortante. Ninguna tragedia humana va más allá de su comprensión o de su solidaridad.

Pero Isaías también deja claro que la historia de Jesús no termina en el sufrimiento y la muerte. Más bien, su aflicción es el medio a través del cual logra su victoria: «Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho» (53:11). Esto es más que una reivindicación personal. Como siervo justo de Dios, Jesús establece la justicia y la redención para las naciones de la tierra. En otras palabras, Jesús comparte nuestro sufrimiento para que podamos compartir su resurrección. Sus heridas redimen las nuestras y se convierten en la fuente misma de nuestra curación (53:5).

Al contemplar la Encarnación en toda su belleza, también podemos dar gracias por su firmeza. Jesús bajó del cielo y fue aún más lejos, hasta lo más profundo de la vergüenza y el sufrimiento humanos. Lo hizo por nosotros. Y cuando nos encontremos con Él en nuestro propio sufrimiento, pecado y vergüenza, podemos confiar en que no nos dejará allí, porque por sus heridas somos sanados.

Hannah King es sacerdote y escritora en la Iglesia Anglicana de Norteamérica. Trabaja como pastora asociada en la iglesia Village en Greenville, Carolina del Sur.

Medite en Isaías 52:13 – 53:12.

¿Qué es lo que más le llama la atención? ¿Cómo profundiza esta profecía poética su compromiso con el Evangelio? Ore reflexionando sobre cómo estas oscuras descripciones de lo que sufriría el siervo son cruciales en nuestra celebración de Adviento.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

He aquí el Cordero

Una lectura de Adviento para el 11 de diciembre.

Christianity Today December 11, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Juan 1:29-34

El Antiguo Testamento está lleno de pastores. Abraham fue pastor, al igual que Jacob y Raquel, así como Moisés, el rey David y el profeta Amós. El pastoreo era un trabajo importante porque la comunidad del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento necesitaba ovejas. Necesitaban corderos, muchos corderos, para cumplir con el requisito de los sacrificios a Dios.

La idea de una matanza aparentemente interminable de corderos a muchos de nosotros nos puede parecer inquietante. Imagínese lo inquietante que debe haber sido para los que participaron en estas ofrendas sangrientas. Sin embargo, a causa del pecado, Dios exigía un sacrificio. Él requería un cordero, pero no cualquier cordero. El cordero tenía que ser inmaculado, sin manchas ni defectos (Levítico 22:21-22). En otras palabras, tenía que ser perfecto.

Aunque el pueblo de Dios tenía la tarea de elegir los corderos más perfectos, esos corderos nunca eran lo suficientemente perfectos. Su sacrificio cubría el pecado, pero nunca podía quitarlo realmente (Hebreos 10:4). Cada alarido de un cordero sacrificado en el Antiguo Testamento era, en cierto modo, un clamor que anhelaba y esperaba al Cordero de Dios verdaderamente perfecto.

Este clamor continuó a través de las generaciones hasta que un día, Juan el Bautista vio a Jesús caminando hacia él y declaró: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!». (Juan 1:29). En esa ocasión, Juan el Bautista estaba ofreciendo una respuesta a la punzante pregunta que Isaac había hecho a su padre Abraham muchos años antes, y que resonó a lo largo de los siglos: «¿Dónde está el cordero?». Abraham había respondido a Isaac: «El cordero … lo proveerá Dios» (Génesis 22:7-8).

Allí, junto al río, Juan el Bautista declaró que Jesús era el cordero que Dios había prometido que proveería. He aquí el Cordero de Dios, perfecto, sin mancha y sin defecto (véase 1 Pedro 1:18-19).

Ya no estamos buscando al cordero. Él ha venido. Jesucristo es ese cordero que fue sacrificado —crucificado— en nuestro lugar (1 Corintios 5:7). Él es el cordero «traspasado por nuestras rebeliones» y «molido por nuestras iniquidades» (Isaías 53:5). Jesús es el cordero, el único cordero, que de una vez por todas cumplió el sacrificio por nuestros pecados (Hebreos 10:12).

Juan dio testimonio de que Jesús era el «Elegido de Dios» (Juan 1:34, NTV). El niño que nació, que Juan declaró, era también «el Cordero que fue inmolado» (Apocalipsis 13:8, LBLA). Hoy, cuando adoramos al Señor, podemos repetir las palabras proféticas de Juan: ¡He aquí el Cordero!

Anthony J. Carter es el pastor principal de la Iglesia de East Point en East Point, Georgia. Es autor de varios libros, entre ellos Dying to Speak y Running from Mercy.

Lea Juan 1:29-34. (Opcional: reflexione también sobre Juan 1:6-8; 1 Corintios 5:7; 1 Pedro 1:18-19).

¿Cómo se conectan las enseñanzas de Juan el Bautista sobre el pecado y el arrepentimiento con el testimonio que dio sobre Jesús? ¿Cómo desea responder a Jesús al contemplar su identidad como Cordero de Dios?

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Gracia asombrosa y purificadora

Una lectura de Adviento para el 10 de diciembre.

Christianity Today December 10, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Mateo 3:1-12

El escritor del evangelio, Mateo, preserva el escenario histórico del ministerio de Juan el Bautista con una simple marca de tiempo: «En aquellos días» (v. 1). Al leer el capítulo anterior (así como Lucas 3) se comprende que eran los días de gobernantes megalómanos, como Herodes el Grande, quien, con una furia sanguinaria, mandó a matar a los niños de Belén. Tras la muerte de Herodes y el ascenso de su hijo al poder, José siguió temiendo por su familia y la trasladó a Nazaret «para que se cumpliera lo que fue dicho por medio de los profetas: Será llamado nazareno» (2:23, LBLA).

El evangelio de Mateo insiste en el cumplimiento de las promesas proféticas de Dios. «Dios dijo, y se cumplió», subraya Mateo una y otra vez. Por supuesto, esta noción no debe tratarse como algo evidente, no cuando la realidad visible sugiere que el mal está ganando. Cuando los bebés mueren a manos de un rey malvado, por ejemplo, ¿podemos confiar realmente en que el cielo se ha acercado, como predicó Juan el Bautista (3:2)?

Juan el Bautista nos recuerda a Elías en el Antiguo Testamento, vestido con pelo de camello, comiendo langostas y miel silvestre. Elías fue otro profeta que ejerció su ministerio bajo un régimen malvado. El rey Acab, al igual que Herodes, también mató por ambición. Después de la dramática victoria de Elías sobre los profetas de Baal, su reina Jezabel puso precio a la cabeza de Elías.

Arrepiéntase, porque el reino de los cielos está cerca. Este es esencialmente el mensaje predicado por todos los profetas de Dios, y por la gracia de Dios, es un mensaje que llega en la oscuridad. Es un mensaje de buenas nuevas: ha habido un cambio de administración. Este anuncio, predicado tanto por Juan como por Jesús, anticipa que otro Rey subirá al trono. Como el mismo profeta Isaías ya había declarado muchos siglos atrás, el gobierno de este Rey, a diferencia del gobierno del rey Acab o del rey Herodes, será uno de paz (Isaías 9:6-7).

Seguir al Rey Jesús no es simplemente ser salvado por Él, es ser cambiado por Él. Según Pablo, el Evangelio nos dice que Jesús «se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien» (Tito 2:14).

Conocemos la obra de la gracia asombrosa, salvadora y purificadora cuando el pueblo de Dios se aparta del pecado y se entrega totalmente a Dios. Si el Adviento es el amanecer de la luz, el arrepentimiento es el hábito diario de caminar en ella.

Jen Pollock Michel es escritora, presentadora de podcasts y conferencista que vive en Toronto. Es autora de cuatro libros, entre ellos A Habit Called Faith y Surprised by Paradox.

Reflexione sobre Mateo 3:1-12.

¿De qué manera la idea de que el reino «está cerca» (v. 2) o «se ha acercado» (LBLA) añade contexto al llamado de Juan al arrepentimiento? ¿Qué revela esta afirmación sobre Jesús? ¿Cómo enriquece su comprensión del Evangelio? ¿Cómo enriquece su comprensión de la gracia purificadora?

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Buenas Nuevas y severas

Una lectura de Adviento para el 9 de diciembre.

Christianity Today December 9, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Lucas 3:7-18

El enérgico sermón de arrepentimiento de Juan el Bautista no es el «curso de introducción» de muchas iglesias evangélicas. Juan no quería que la gente simplemente admitiera su pecado, creyera en Jesús y confesara su fe en Él. Según el profeta que bautizaba, el arrepentimiento inicia un cambio de vida. ¡Amen a los pobres! Sean honestos. Manejen su negocio con integridad. No hay lugar para la tibieza religiosa. Decidir pasar por el bautismo de Juan era someterse a la limpieza espiritual y moral y, según Lucas, estas eran palabras que traían «buenas nuevas» (v. 18).

La obediencia a Dios siempre había sido fundamental para la vocación del llamado de Israel. El estatus familiar no dependía del desempeño religioso. Más bien, su identidad como posesión preciada de Dios constituía el fundamento de su vocación de obediencia. A través de la familia de Abraham, el pueblo de Dios representaría a Dios en el mundo: su santidad, su misericordia, su amor constante y su fidelidad. «Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa», le dijo Dios a Moisés antes de entregarle los Diez Mandamientos (Éxodo 19:6). Pero Israel fracasó en obedecer ese llamado, cayó en la idolatría y fue expulsado de la Tierra Prometida.

Aunque el pueblo de Dios regresó finalmente a la tierra, la ocupación romana seguía marcando el exilio. Por eso, cuando Juan hablaba de arrepentimiento y de volverse, traía a la memoria del pueblo las bendiciones de Dios y su vocación, y las multitudes acudían a escucharlo.

La respuesta entusiasta al lenguaje cáustico de Juan parece sorprendente. El profeta no era un televangelista hábil. Las notas de sus sermones no contenían trivialidades para suavizar el tono del mensaje. No vendía evasivas morales ni jugaba con el «castigo que se acerca» de Dios (Lucas 3:7). Decía claramente: cada uno de ustedes es culpable de pecado, y el pecado será juzgado. Dada nuestra cultura de la autoestima, podríamos preguntarnos quién se habría apuntado a esta charla espiritual directa. Pero, como ya se sabe, si el cáncer invadió los pulmones, uno quiere que lo encuentren y lo extirpen. O, como diría Juan el Bautista, no es posible tener salud espiritual sin un hacha (v. 9).

Este mensaje no es una advertencia sin amor, ni habla con dureza y sin compasión. También hay esperanza más allá del esfuerzo propio. Dios estaba enviando a otro que bautizaría (v. 16) y que haría posible el verdadero arrepentimiento. «Si se me dice, una y otra vez, que me arrepienta, que cambie, que oriente mi vida hacia Dios, nunca ocurrirá nada», escribió Fleming Rutledge en Advent [Adviento]. «No necesito escuchar exhortaciones para arrepentirme. Necesito un poder externo que venga sobre mí para cambiarme». Cuando el Mesías viniera, Él bautizaría a sus seguidores con su Espíritu, y no dejaría a ninguno igual.

Jen Pollock Michel es escritora, presentadora de podcasts y conferencista que vive en Toronto. Es autora de cuatro libros, entre ellos A Habit Called Faith y Surprised by Paradox.

Reflexione sobre Lucas 3:7-18.

¿En qué sentido el mensaje de confrontación de Juan el Bautista son «buenas nuevas»? ¿A qué debería prestarle mayor atención en las palabras de Juan? Ore pidiendo al Espíritu Santo que actúe en usted y produzca un fruto en su vida que refleje arrepentimiento.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

El arrepentimiento hecho posible

Una lectura de Adviento para el 8 de diciembre.

Christianity Today December 8, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Lucas 3:1-6

Somos tentados a imaginar el mundo antiguo de la Biblia como algo mucho más extraño y desconocido que familiar.

En frases como: «En el año quince del reinado de Tiberio César» (Lucas 3:1), nos parece que podemos oír el parloteo de nuestro profesor de Historia en la escuela. Pero el evangelio de Lucas nos presenta un mundo reconocible. Un mundo en el que reinaba la sed de poder, celebridad y riqueza. En ese mundo, el poder político hacía el derecho. En el año 19 d.C., por ejemplo, Tiberio César exilió a la comunidad judía de Roma solo porque le dio la gana. En ese mundo, las lealtades religiosas estaban corrompidas por las concesiones políticas. Los arqueólogos creen haber encontrado la casa de Caifás, con sus múltiples pisos, instalaciones de agua y suelos de mosaico, lo cual atestigua la complicidad del sumo sacerdote con el partido gobernante. Al igual que el nuestro, ese mundo esperaba ser rescatado.

Es posible que Juan el Bautista haya sido miembro de una de las pequeñas comunidades de santidad que huyeron de Jerusalén a causa de la corrupción. Desde el desierto, Juan predicó su «bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados» (v. 3) y anunció un fuerte grito de salvación (v. 6). Como precursor de Jesús, Juan estaba abriendo un camino para que la gente viera aquello que Roma, a pesar de sus promesas, nunca podría proporcionar.

Para la mente judía, el arrepentimiento era un medio para restaurar la bendición de Dios. Aunque el arrepentimiento le recordaba a la gente su pecado, era, a pesar de todo, una buena noticia. Esto lo vemos claramente en el Libro de Deuteronomio. Cuando Moisés repitió los términos del pacto que Dios hizo con Israel, le recordó al pueblo de Dios que el pecado siempre sería su ruina. Dijo que, para su propio riesgo, «… se cree bueno y piensa: “Todo me saldrá bien, aunque persista yo en hacer lo que me plazca”» (29:19, NVI). Sin embargo, a pesar del placer que la gente pueda pensar que el pecado le proporciona, este siempre es causa de una eventual catástrofe, tal como lo aprendió Israel por las malas.

El arrepentimiento es un llamado a dejar el pecado y volverse hacia Dios. En otras palabras, el arrepentimiento es un llamado a dejar de dañarse a sí mismo y volverse hacia la autopreservación. El arrepentimiento es una medida para salvar la vida.

Pero como nos recuerda el mensaje de Juan el Bautista, este giro solo es posible porque Dios envió una «palabra… a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto» (Lucas 3:2, NBLA). El anuncio de la buena noticia es que Dios mismo ha preparado el camino para que el pueblo de Dios vuelva a Él. Durante el Adviento, recordamos que el arrepentimiento es posible porque el Verbo era Dios y Dios lo envió a hablar, a servir y a salvar.

Jen Pollock Michel es escritora, presentadora de podcasts y conferencista que vive en Toronto. Es autora de cuatro libros, entre ellos A Habit Called Faith y Surprised by Paradox.

Reflexione sobre Lucas 3:1-6.

¿De qué manera el énfasis que hacía Juan el Bautista en el arrepentimiento es esencial para preparar el camino de Jesús? ¿Cuándo ha experimentado el arrepentimiento como «una medida de salvación»? Pídale a Dios en oración que profundice su comprensión y puesta en práctica del arrepentimiento.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

El Hijo resucitado

Una lectura de Adviento para el 7 de diciembre.

Christianity Today December 7, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Lucas 1:67-79

En mi denominación, oramos las palabras del cántico de Zacarías cada día durante el servicio de oración matutina. Al comenzar el nuevo día, decimos o cantamos: «La Aurora nos visitará desde lo alto, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pies en el camino de paz» (vv. 78-79, LBLA).

Cualquiera que haya hecho el esfuerzo de levantarse temprano y subir a una colina o a una torre para contemplar la corona ardiente del sol aparecer y convertirse en una esfera brillante y refulgente en el horizonte, sabrá lo fácil que es considerar un amanecer como una metáfora de esperanza. El sol naciente dice: «Sea lo que sea que pasó ayer, ahora comienza un día de nuevas posibilidades. Hay vida más allá de la oscuridad y paz más allá de la lucha».

Tal vez el uso más famoso de la metáfora proviene del profeta Malaquías del Antiguo Testamento, que imagina al sol como un pájaro pacífico cuyo vuelo extiende misericordia sobre aquellos que miran hacia arriba para verlo. En la memorable paráfrasis de Eugene Peterson, Malaquías 4:2 dice: «¡Pero ustedes verán el amanecer! El sol de justicia amanecerá sobre los que honran mi nombre, irradiando sanidad desde sus alas» (MSG) [traducción propia].

Lo que esperamos cuando decimos estas palabras mañana tras mañana es que la cálida luz del sol simplemente nos recuerde la luz de Dios que brilla en nuestros corazones con una gracia renovada para el día que tenemos por delante (2 Corintios 4:6).

Sin embargo, una de las cosas que siempre me resulta un poco discordante cuando oro el cántico de Zacarías es que el símbolo un tanto difuso y universalmente reconocible del sol naciente se encuentra junto a la clara referencia a un niño en particular de la historia: el primo de Jesús, a quien conocemos como Juan el Bautista. «Y tú, hijito mío», canta Zacarías, desprendiéndose de su grandiosa metáfora para centrarse en un ser humano específico, «serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino» (Lucas 1:76, NVI).

Ahora puedo ver lo que esto significa para mi vida de oración: que todas las conversaciones hermosas, aunque en ocasiones indeterminadas, sobre la luz divina, la salud, la paz y demás se centran en los acontecimientos que rodean a un profeta israelita del primer siglo que un día, señalando lejos de sí mismo, declaró sobre Jesús: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Juan 1:29). Sí, es cierto que el sol nos recuerda la esperanza, pero, sobre todo, nos recuerda la esperanza del propio Hijo.

Wesley Hill es sacerdote en la Catedral Episcopal de la Trinidad, en Pittsburgh, Pensilvania, y profesor asociado de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Western, en Holland, Michigan.

Medite en Lucas 1:67-79.

¿Cómo llama Dios su atención en la profecía de Zacarías? ¿Qué destaca este cántico sobre Dios? ¿Qué destaca sobre la humanidad? ¿Y sobre el propósito de Juan el Bautista y el plan de Dios?

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Esta Navidad, aferrémonos a las cosas correctas

Asir nuestras posesiones y seres queridos con soltura hace que nuestra esperanza crezca.

Christianity Today December 7, 2021
CottonBro / Pexels

En la mayoría de las temporadas navideñas, unos cuantos juguetes o accesorios «imprescindibles» del año aparecen anunciados en los programas de televisión y en las promociones pagadas en las redes sociales. Pero la gran historia de las compras navideñas de este año ha sido la ansiedad por los precios y el flujo de las cadenas de suministro [enlaces en inglés], y por saber si recibiremos todas las cosas que queremos a tiempo para desenvolverlas el 25 de diciembre.

Como cristianos, sabemos que no deberíamos dejar que las cosas que deseamos tengan tanta influencia sobre nosotros. A menudo dejo las cosas que mi familia ya no usa en los contenedores de donaciones de Goodwill, alejándome cada vez con las palabras «nada me faltará» resonando en mi cabeza. Y, sin embargo, en cuanto el cartel del centro de donaciones aparece en mi espejo retrovisor, vuelvo a adquirir el hábito de comprar cosas que realmente no necesito.

Mi mente se aclara de nuevo en los momentos en que me concentro más en la primera parte de esa línea del Salmo 23:1: «El Señor es mi pastor». Esta lucidez es como el primer día en casa después de un viaje de campamento o de una visita a un lugar lejano.

Tengo todo lo que necesito. Y me acompaña adondequiera que voy.

Cada vez que cierro una pestaña de compras en línea, pienso en lo que Wendell Berry describe como la «alegría de la resistencia a las compras», decidiendo prescindir de las cosas que ya había puesto en mi carrito. Cuando la temporada de rebajas y el estrés nos presionan, esta resistencia requiere un esfuerzo. Pero la esencia de nuestra verdadera esperanza permanece y nos ayuda a seguir adelante.

La esperanza, sin embargo, requiere práctica. Sigo olvidando que debo desprenderme de todo tipo de cosas. Me pongo sentimental con los viejos zapatitos de bebé, con los pantalones que digo que me pondré algún día y con los utensilios de cocina que dicen que ahorran tiempo y que, en realidad, solo ocupan tiempo y espacio. ¿Cómo podemos liberarnos de las cosas que nos poseen y, en cambio, fortalecer nuestra capacidad de tener esperanza?

Podemos practicar la satisfacción y el agradecimiento, por supuesto. Si todo lo que tenemos pertenece a Dios, entonces es necesario hacer un inventario honesto de lo que ya se nos ha dado. Y si ya pertenecemos a Dios, entonces no tenemos que adquirir más cosas para encontrar nuestra importancia o seguridad.

Si aprender a desprenderse de las cosas es bastante difícil, es aún más difícil aprender que el «nada me faltará» a menudo también significa dejar de aferrarnos a las personas que amamos.

Nuestra familia se extiende desde Oregón hasta California, desde Colorado hasta Misuri y Florida. Desearía que viviéramos más cerca. Y cuando mis hijos mayores están en un campamento de verano y sus habitaciones están en silencio, su ausencia llama mi atención y me hace observar los artefactos que me hablan de quiénes son: su helado favorito, cierta canción en la radio, la gorra de béisbol aplastada bajo el sofá o los zapatos enlodados junto a la puerta trasera.

Siempre oro por mis hijos y familiares cuando los echo de menos. Pero también celebro la forma en que estas personas que amo están viviendo las vidas que Dios les ha dado para vivir, exactamente en el lugar a donde han sido llamadas. Cuando abro mi corazón a los grandes planes de Dios, me hago una idea más completa de las distintas formas en que Él obra en este mundo. Soltar y dejar ir es parte de lo que hace esto posible.

En el matrimonio, la amistad y la vida familiar, el amor se construye sobre una trayectoria de trampolín. Amar es recibir, soltar, lanzar y entregar. Cualquier don que los hijos reciben de sus padres, aunque sea imperfecto, está arraigado en la valentía fundamental de amar y soltar; en la confianza de que, sea cual sea el espacio que se alquile, Dios lo llenará con su presencia.

Cuando Jesús ascendió a las nubes tras su tiempo en la tierra, sus amigos se sintieron confundidos por su partida. Pero en su ascensión, Jesús dijo: «No te aferres a mí» (Juan 20:17, NTV). Jesús tuvo que irse, dejando espacio para enviar a un compañero aún más cercano. Envió al Espíritu Santo para que estuviera no solo a nuestro lado, sino en nosotros. El nuevo Regalo era uno que no habríamos sabido pedir.

El cambio es una constante. Los niños pequeños no se quedan pequeños. Nuestros suéteres favoritos se desgastan. Hasta los cielos se desgastarán un día. Por eso seguimos trabajando para no depositar nuestra esperanza en nada que vuelva al polvo o a los contenedores de donaciones de Goodwill. Podemos desprendernos de ellos, porque cada vez que lo hacemos, hacemos espacio para que el Dios que sigue siendo el mismo nos ofrezca más de sí mismo.

Y cuanto más recibimos de su presencia, mayor es nuestra capacidad de amar sin apegos pegajosos y obstinados a los demás o a las cosas que tenemos.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Consuelen a mi pueblo

Una lectura de Adviento para el 6 de diciembre.

Christianity Today December 6, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Isaías 40:1-5

Para comprender mejor este hermoso pasaje, un vistazo a su significado en la comunidad judía puede ayudarnos a entender mejor su contexto e importancia. El pueblo judío de todo el mundo sigue un ciclo de lectura bíblica semanal similar al leccionario cristiano. Las semanas más oscuras del ciclo caen en pleno verano y conducen al Tisha B'Av, el día más triste del calendario judío, el cual conmemora la destrucción del primer y segundo templo de Jerusalén. El Tisha B'Av también recuerda otras numerosas tragedias a lo largo de la historia judía. Es un día de ayuno y luto en el que se lee públicamente el Libro de las Lamentaciones y se pone al descubierto el pecado de Israel delante de Dios.

Pero ahí no acaba la historia. Inmediatamente después del Tisha B'Av, el ciclo de lectura pasa a un periodo de siete semanas de consuelo, que conducen al Rosh Hashanah, el Año Nuevo judío. Isaías 40:1-26 es la lectura designada para la semana después del Tisha B'Av, y ofrece un recordatorio de que el juicio no es la palabra final. Cada año, el pueblo judío atraviesa las tinieblas de la amonestación divina y luego se le recuerda que la gracia y el perdón de Dios son las que prevalecen. Salen de un tiempo de cenizas y desesperanza para entrar en una nueva promesa del amor inquebrantable de Dios.

Isaías escribió durante la expansión del Imperio asirio y la caída del reino de Israel (y finalmente de Judá). Fue una época tumultuosa y trágica, que Isaías pintó con imágenes inquietantes. Sin embargo, Isaías sabía que este no sería el destino final de Israel. Su descripción de la restauración es igualmente visionaria, ya que infunde esperanza y perseverancia a un pueblo asediado por las batallas que dudaba de la presencia de Dios entre ellos.

Las palabras de Isaías apuntan también a la cumbre de la revelación divina en el Nuevo Testamento y al papel desempeñado por Juan el Bautista, quien es identificado como «uno que grita en el desierto» (Mateo 3:3). La afirmación de que el duro servicio de Jerusalén había sido completado y su pecado había sido pagado (Isaías 40:2) se haría realidad un día para todas las naciones, porque Jesús proclamó que todos los pueblos de la tierra ahora están invitados a tener una relación de pacto con Dios.

Los contornos de este nuevo pacto inaugurado por la vida, la muerte y la resurrección de Jesús reflejan el pacto que Israel conocía desde hacía tiempo. Aunque el pecado sigue teniendo consecuencias, el perdón y el compromiso de Dios con su pueblo se renuevan una y otra vez, como las olas que rompen contra la costa. Que en este tiempo nos aferremos al consuelo de la presencia y las promesas de Dios mientras esperamos la plena revelación de su gloria, como profetizó Isaías.

Jen Rosner es profesora asistente afiliada de teología sistemática en el Seminario Teológico Fuller y autora de Finding Messiah: A Journey Into the Jewishness of the Gospel.

Reflexione sobre Isaías 40:1-5. (Opcional: lea también los vv. 6-26)


¿De qué manera el contexto de tragedia y dolor, tanto en la época de Isaías como en el ciclo de lectura de las escrituras judías, enriquece su lectura de este pasaje y el consuelo que ofrece? ¿Cómo podría profundizar su comprensión del propósito que tenía Juan el Bautista?

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

El Señor no nos dejará solos

Una lectura de Adviento para el 5 de diciembre.

Christianity Today December 5, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Segunda semana de Adviento: Pecado y redención


Juan el Bautista desempeñó un papel crucial en la preparación del pueblo para la venida del Mesías. Esta semana consideramos lo que dicen las Escrituras sobre el propósito de Juan. Reflexionamos acerca de cómo sus enseñanzas sobre el pecado y el arrepentimiento pueden hablar a nuestras propias vidas como discípulos de Cristo.

Lea Malaquías 3:1-4

Hoy leeremos el último libro del Antiguo Testamento, justo antes de pasar la página al primer capítulo de Mateo. Los israelitas han regresado del exilio en Babilonia y el templo de Jerusalén ha sido reconstruido, sin embargo, su relación con Dios sigue siendo… complicada.

El Libro de Malaquías está estructurado en torno a una serie de declaraciones hechas por Dios, a las que el pueblo de Israel responde con preguntas y acusaciones. A medida que se desarrollan estos diálogos, el pecado y la rebelión de Israel quedan al descubierto, al igual que el carácter firme del Dios de Israel. Nuestro pasaje del capítulo 3 inicia con la súplica de Israel para que el Dios de toda justicia se manifieste (2:17), y con la promesa de Dios de enviar un mensajero que preparará el camino del Señor (3:1). Después, Dios mismo vendrá al templo. ¡Qué promesa tan esperanzadora! El Dios que ha elegido a los israelitas como su pueblo predilecto finalmente vendrá, demostrando una vez más su compromiso con su pueblo.

Esta esperanza, sin embargo, lleva una punta afilada en el siguiente versículo. Sí, Dios vendrá, pero ¿quién podrá soportar el día de su venida? Dios no les va a dar una palmadita en la espalda a los israelitas por su tibio servicio en el Templo o por negarse a honrar plenamente a Dios. De hecho, el Dios que viene es como el fuego de un refinador y el jabón de un lavandero, que pone a prueba a los israelitas por sus injusticias y su desobediencia rebelde.

Durante el Adviento, mientras esperamos el nacimiento del Mesías y anhelamos que Dios venga de nuevo, el anhelo es palpable. Nuestro mundo está caído y necesitamos un salvador. Pero, al igual que los israelitas, el salvador que esperamos puede no ser exactamente como esperamos. Puede que tampoco nos dé una palmadita en la espalda. Más bien, nuestras fallas quedarán al descubierto, y nosotros también seremos llamados a arrepentirnos y a volvernos de nuestros caminos.

Pero ese es precisamente el punto. Nuestro Dios no es un Dios que nos deja en paz y nos permite seguir siendo como somos. Él es un Dios que nos cambia, y este cambio solo puede producirse a través de un despertar de esas áreas de nuestra vida que necesitan desesperadamente ser reordenadas. Es este reordenamiento, esta apertura a la obra purificadora de Dios, lo que nos acercará a Dios y a ser las personas que estamos destinados a ser.

Que en este tiempo tengamos un corazón abierto para que Dios entre en nuestras vidas, y para aceptar que la forma en que Dios se acerca a nosotros y la manera en que Él obra puede no coincidir exactamente con la forma que habíamos imaginado. En lo que podemos confiar es en la bondad y la dulzura de este gran Dios, el Dios de toda fidelidad, el Dios que no nos dejará solos.

Jen Rosner es profesora asistente afiliada de teología sistemática en el Seminario Teológico Fuller y autora de Finding Messiah: A Journey Into the Jewishness of the Gospel.

Lea Malaquías 3:1-4.

Reflexione sobre el mensaje de estos versículos con respecto a diferentes niveles posibles: su contexto histórico y cultural original, la venida de Juan el Bautista y de Jesús, y el regreso de Cristo. ¿Qué revela esta profecía sobre el carácter y el amor de Dios? Ore con un corazón dispuesto a recibir la obra purificadora de Dios en su vida.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

La vida del Evangelio en persona

Una lectura de Adviento para el 4 de diciembre.

Christianity Today December 4, 2021

Para descargar nuestro devocional «El Evangelio de Adviento» completo, ingrese en este enlace.

Primera semana de Adviento: El regreso de Cristo y el reino eterno


Esta semana nos centramos en el Segundo Adviento: nuestra esperanza segura en el regreso de Cristo. Exploramos la descripción que hacen las Escrituras acerca del poder de Cristo, su juicio justo y el glorioso futuro que esperamos con Dios en la nueva creación.

Lea Primera de Tesalonicenses 3:9-13

¿Alguna vez ha echado mucho de menos a alguien y ha querido volver a verlo? En estos largos y aparentemente interminables meses de pandemia, hay muchos seres queridos a quienes no hemos podido ver, saludar o abrazar en persona. Las llamadas por Zoom y FaceTime simplemente no son suficientes. Deseamos estar en el mismo espacio, en la misma habitación, en el mismo lugar. Anhelamos verlos cara a cara.

El apóstol Pablo también anhelaba ver a los creyentes de Tesalónica en persona. Se alegra de que Timoteo le informa que están representando el Evangelio, viviéndolo en acción, «firmes en el Señor» (3:8). Desea visitarlos en persona, pero por ahora debe contentarse con esta carta. ¿Cuál es su mensaje para ellos? Que las Buenas Nuevas deben vivirse en persona hasta que veamos a Jesús cara a cara. ¿Qué significa esto? Las mismas Buenas Nuevas del amor de Jesús deben «crecer para que se amen más y más unos a otros, y a todos» (v. 12).

Este tipo de amor no es fácil de encarnar en nuestro mundo dividido. Hoy en día, muchos han permitido que los valores mundanos se infiltren y suplanten el amor cristiano y el testimonio del Evangelio. Puede que estemos más divididos que nunca como iglesia.

Este oportuno recordatorio de Pablo de hacer aumentar y desbordar el amor por los demás no es algo que podamos lograr por nosotros mismos. Más bien, Pablo dice: «Que el Señor los haga crecer para que se amen más y más» (v. 12).

Los efectos del Evangelio son vividos a través de nuestro amor que es como el de Cristo, en especial hacia aquellos que consideramos que están en la categoría de «todos». ¡No podemos afirmar que esperamos ansiosamente ver a Jesús en su Segunda Venida —la consumación de la historia del Evangelio— cuando ni siquiera podemos soportar ver a nuestros hermanos y hermanas en el Señor hoy!

Mientras esperamos el regreso de Jesús, Pablo insta a los creyentes diciéndoles: que «la santidad de ustedes sea intachable» (v. 13) en una sociedad que celebra la transigencia y el pecado. Nuestra anticipación llena de esperanza de la Segunda Venida nos desafía a buscar vivir siempre una vida santa para la gloria de Dios. Esto incluye soportarnos unos a otros y ser pacientes con aquellos con los que no estamos de acuerdo, confiando en el poder de Dios para hacerlo.

Pablo instó a los tesalonicenses a vivir de esta manera a la luz del regreso de Jesús: a dejar que su discipulado presente sea moldeado por su esperanza futura. Al igual que ellos, anhelamos ver a Jesús cara a cara. El Adviento nos recuerda que un día lo veremos. Que en este tiempo, mientras esperamos, nos esforcemos por ser personas de amor y santidad. ¡Ven pronto, Señor Jesús!

Matthew D. Kim es profesor de la cátedra George F. Bennett de Predicación y Teología Práctica en el Seminario Teológico Gordon-Conwell y autor de Preaching to People in Pain.

Reflexione sobre Primera de Tesalonicenses 3:9-13.

¿Cómo influye en su vida diaria la anticipación del regreso de Cristo? ¿Cómo desea vivir la vida del Evangelio en persona? Ore invitando a Dios a fortalecer su corazón y a profundizar su amor por los demás mientras espera el regreso de Cristo.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Para recibir notificaciones sobre nuevas traducciones en español, síganos en Facebook, Twitter, Instagram o Telegram.

Apple PodcastsDown ArrowDown ArrowDown Arrowarrow_left_altLeft ArrowLeft ArrowRight ArrowRight ArrowRight Arrowarrow_up_altUp ArrowUp ArrowAvailable at Amazoncaret-downCloseCloseEmailEmailExpandExpandExternalExternalFacebookfacebook-squareGiftGiftGooglegoogleGoogle KeephamburgerInstagraminstagram-squareLinkLinklinkedin-squareListenListenListenChristianity TodayCT Creative Studio Logologo_orgMegaphoneMenuMenupausePinterestPlayPlayPocketPodcastRSSRSSSaveSaveSaveSearchSearchsearchSpotifyStitcherTelegramTable of ContentsTable of Contentstwitter-squareWhatsAppXYouTubeYouTube