Theology

Cómo debe responder la iglesia ante la crisis de ansiedad

La iglesia ha tenido dificultades al abordar adecuadamente las enfermedades mentales. ¿Cómo podemos servir mejor a quienes lo necesitan?

Christianity Today January 13, 2025
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente de imágenes: Wikimedia Commons, Unsplash

Hace casi cinco años, un pastor de alto perfil, que había compartido con valentía y en público su lucha contra la depresión, se quitó la vida. En los días posteriores a su muerte, circuló ampliamente en las plataformas de redes sociales un llamado para que los clérigos con problemas de salud mental dejaran sus puestos.

Entiendo la motivación. El argumento surgió con la buena intención de prevenir tragedias similares. Sin embargo, como pastor que ha sufrido tormento mental crónico, este argumento simplista me pareció un ejemplo de la torpeza generalizada dentro de la iglesia cuando se trata de abordar el tema de las enfermedades mentales. Maestros cristianos prominentes, incluido recientemente el autor y pastor californiano John MacArthur, han negado que existan trastornos diagnosticables como el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) y el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

En mi propio ministerio, mis luchas con la ansiedad y el TOC han demostrado ser un terreno fértil para conectar con la gente. Abrirme a hablar de mis problemas de salud mental me ha llevado a establecer relaciones más profundas, ya que Dios tomó la aflicción que inicialmente sentí como una debilidad y la puso en acción. Su fortaleza, como Él dice, se manifiesta en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9).

Por eso, me resulta alentador ver que en nuestra cultura se presta cada vez más atención a la salud mental y se muestra compasión a las personas que sufren de enfermedades mentales. También están proliferando los recursos cristianos que abordan la intersección entre la fe y las enfermedades mentales, y que ofrecen opciones con un fundamento teológico para brindar una mejor atención. Y hay innumerables ejemplos de congregaciones que demuestran el amor de Cristo a quienes sufren angustia mental.

Sin embargo, el estigma que acompaña a las enfermedades mentales persiste y, en el ámbito eclesial, el problema suele complicarse aún más a causa de la ignorancia o de una teología equivocada. Los líderes de las iglesias suelen ser los «socorristas» de los cristianos que sufren a causa de problemas psicológicos, pero muchos pastores no están bien preparados para reconocer o tratar las enfermedades mentales.

Menos del 10 por ciento de las personas que buscan el consejo de un pastor son encaminadas a visitar a un profesional de la salud mental, incluso cuando sus síntomas lo justifican. Y la necesidad es apremiante: según el Instituto Nacional de Salud Mental, aproximadamente uno de cada cinco adultos estadounidenses padece una enfermedad mental diagnosticable (de gravedad variable), y la cifra aumenta a uno de cada dos entre los adolescentes.

En mis primeros años como pastor, no estaba preparado para afrontar el torrente de necesidades humanas que encontraría en el trabajo. La limitada formación que había recibido en el seminario en materia de salud mental no hizo más que darme algunas nociones superficiales que me hicieron sentir más preparado de lo que estaba.

Chocar con mi propio muro mental alteró drásticamente mi comprensión y me dio mayor compasión. Resulta que los mismos versículos que le citamos a los congregantes ansiosos suenan muy diferentes cuando eres tú el que está paralizado por la ansiedad.

Hay un consuelo y una fortaleza incomparables en Aquel que cargó con todos nuestros dolores y enfermedades, incluso los del alma y la mente. Pero la persona de fe que está sumida en una crisis mental a menudo debe enfrentarse a una comunidad que se muestra muy incómoda cuando alguien padece dolor continuo e irresoluble.

Hace poco escuché en la radio a un conocido orador cristiano que afirmaba con contundencia que las personas que se encuentran en estado de depresión y ansiedad no están experimentando la unción del Señor. El mensaje era claro: si tienes sentimientos equivocados, no vas a recibir la bendición de Dios. Tal manera de pensar puede sonar bíblica, no obstante, promueve un evangelio sin gracia.

¿Cómo debería responder la Iglesia a las enfermedades mentales? ¿Cómo podemos cuidar mejor a los demás? Le pedí a un grupo de destacados autores cristianos, expertos y compañeros de sufrimiento que compartieran su opinión.

Estas entrevistas han sido editadas y condensadas.

¿Qué es una buena salud mental?

Steve Cuss, autor y presentador del pódcast Being Human de CT: Esa es una gran pregunta. La salud mental es el modo en que te ves a ti mismo, a los demás, al mundo y a Dios, que es coherente con la realidad. Es cuando tienes la capacidad de pensar con claridad y tienes acceso a una amplia gama de emociones, pero no te dejas consumir por ellas.

Aundrea Paxton, copresentadora del pódcast Rise and Form, psicóloga clínica y fundadora de Take Heart Counseling: La Biblia nos da una idea de cómo son el bienestar y la salud perfectos. En Génesis 2, vemos que los humanos prosperan cuando tienen una relación sólida con Dios y con los demás, cuando cuidan su cuerpo físico, cuando aprecian y disfrutan la creación de Dios, cuando tienen un sentido de propósito y cuando no sienten vergüenza.

O. Alan Noble, profesor asociado de inglés en la Universidad Bautista de Oklahoma y autor de On Getting Out of BedEntre otras cosas, una buena salud mental incluye la capacidad de sentarse solo sin distracciones y no caer en la ansiedad, la depresión o la desesperación. Implica sentir toda la gama de emociones humanas, pero no permitir que esas emociones anulen la capacidad de razonar o la voluntad de buscar el bien.

¿Por qué la falta de una buena salud mental nos inquieta? Sospecho que la mayoría de nosotros no nos sentimos preparados para ayudar a las personas con problemas de salud mental. ¿Esto les sucede exclusivamente a los cristianos?

Hannah Brencher, educadora en línea, oradora de TED talks y autora de Come Matter Here y Fighting Forward: Apoyar a alguien que padece una enfermedad mental es algo difícil. Es una realidad que no podemos endulzar ni restarle importancia.

Seré sincera: antes de atravesar mi propia depresión, creo que no sabía cómo estar a la altura de alguien que estaba pasando por lo mismo. Atravesar y vivir la depresión me permitió entender que necesitaba que me cuidaran y luego expresar eso a otras personas.

Paxton: Aunque la iglesia se ha vuelto más fuerte, todavía quedan restos de suposiciones falsas sobre cómo las diferentes emociones y enfermedades se relacionan con la fe y la salvación.

¿Qué tipo de suposiciones?

Paxton: Las suposiciones sobre el pecado y la vergüenza pueden hacer que las personas oculten, nieguen y supriman sus necesidades de salud mental, lo que dificulta tolerar estas necesidades en los demás.

Brencher: Me sorprende la cantidad de cristianos que todavía creen que las enfermedades mentales están relacionadas con la falta de fe en Dios. Es algo que me dijeron varias veces durante mi depresión severa.

¿Cómo te impactó esto?

Hannah Brencher: Esa idea me hizo mucho daño, especialmente porque estaba usando toda mi energía extra para buscar a Dios en medio de la lucha. Ahora entiendo, aunque por desgracia no lo sabía en ese entonces: que Dios no tiene colgando sobre mi cabeza una cierta medida de fe, ni me pide que alcance ese nivel para llegar a encontrar alivio.

Me llevó mucho tiempo ver que Dios es un compañero en el viaje hacia el bienestar mental, no un enemigo.

Noble: Los evangélicos, por definición, se preocupan por la evangelización y, en el mundo secular en el que vivimos, la evangelización se convierte muy fácilmente en un argumento de venta: «El cristianismo hará que tu vida sea mejor de lo que es actualmente». El cristianismo se convierte en una opción de estilo de vida más entre un mar de opciones.

Cuando eso sucede, nos ponemos muy nerviosos y no queremos dar ninguna señal de que nuestra vida no es la mejor. Por eso, ocultamos nuestro sufrimiento incluso a otros cristianos porque no queremos dar la impresión de que nuestra fe es débil o de que damos un mal testimonio.

¿Cómo respondes cuando cristianos bien intencionados invitan a personas con trastornos de ansiedad a leer versículos como: «No se inquieten por nada» (Filipenses 4:6)?

Paxton: Primero, los animaría a leer todo el libro de Filipenses. Con demasiada frecuencia sacamos las Escrituras de contexto. En segundo lugar, les recordaría el papel del Espíritu Santo al darnos poder para hacer lo que es bueno para nosotros. No podemos hacer nada bueno con nuestras propias fuerzas.

Finalmente, quisiera centrarlos en el versículo 7 de Filipenses 4, que dice: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús». Las conductas enumeradas en el versículo 6 tienen como fin único volver a centrarnos en la fuente de esa paz.

Entonces, ¿qué crees que la iglesia está haciendo bien en respuesta a la actual crisis de salud mental?

Paxton: La iglesia ha logrado avances importantes en la promoción de debates sobre salud mental y en la reducción de la hostilidad hacia la psicología. Ahora hay más sermones y recursos dedicados a la salud mental.

Cuss: Muchas iglesias con las que trabajo se asocian con profesionales de la salud mental o tienen su propia clínica con terapeutas que cuentan con una licencia estatal. Veo más predicadores que hablan abiertamente sobre la salud mental y, poco a poco, nos estamos volviendo más conscientes con respecto al trauma y estamos comprendiendo la complejidad de la salud integral del cuerpo y el tipo de cosas que nos regresan a ese trauma.

¿En qué áreas nos hacer falta mejorar?

Cuss: Todavía veo a muchos cristianos y líderes de iglesias que tienen una necesidad imperiosa de animar a la gente. No se dan cuenta de que sus palabras y consejos no son en realidad para la persona que está pasando por un momento difícil, sino una forma de aliviar su propia ansiedad cuando están en presencia de alguien que lucha con un problema de salud mental complejo.

El otro desafío es que los problemas de salud mental debilitantes deben ser tratados por un profesional capacitado, y la mayoría de nosotros somos aficionados. No creo que hayamos proporcionado suficientes recursos para ayudar a los aficionados a ser útiles cuando se trata de un compañero o un miembro de la congregación que lucha con problemas de salud mental.

Noble: La iglesia necesita aprender a equilibrar el valor real de la sabiduría espiritual con el valor real de los servicios profesionales de salud mental. Existe un peligro en externalizar todos los casos de sufrimiento mental a profesionales de la salud mental. Es fácil incluso para los cristianos profesionalizar cosas como la tutoría, el consejo sabio, el consejo de los ancianos y la amistad. Por otro lado, también existe un peligro similar en intentar tratar todos los casos de sufrimiento mental solo con oración y consejo pastoral.

¿Existen maneras en que el cuerpo de la iglesia podría ser una fuente de cuidado excepcionalmente poderosa?

Paxton: La iglesia es un lugar donde podemos encontrar el recurso más valioso para afrontar cualquier necesidad: la esperanza en que se encuentra en la obra de Cristo y la paz en la salvación eterna de nuestras almas. Aunque estas verdades no nos protegen de experimentar las pruebas y aflicciones de la vida, nuestras historias no terminarán en dolor; nuestras virtudes y valores pueden darnos estabilidad durante el caos; y nuestro Dios es todo amor, todo poder y todo conocimiento.

Cuss: Todo problema de salud mental debilitante termina por aislarte profundamente. La iglesia puede ofrecer una poderosa comunidad donde se puede encontrar sanación. La mayoría de las personas no quieren nuestros consejos; quieren nuestra presencia. Quieren sentirse vistos; quieren un espacio seguro para ser exactamente ellos mismos.

En su libro Life Together, Dietrich Bonhoeffer dijo que el primer servicio que nos debemos unos a otros es escuchar. Él creía que estamos haciendo el trabajo de Dios mismo cuando prestamos ese tipo de atención. Ese es un pensamiento muy profundo.

Noble: Puede ser el elemento más importante de su recuperación. La iglesia, particularmente tal como se manifiesta en el contexto local, es una hermosa comunidad de cuidado mutuo. El mundo contemporáneo es terriblemente aislante y muchas personas no tienen amigos, y mucho menos amigos en los que puedan confiar para que los acompañen en su sufrimiento. Debería ser el caso que cada cristiano tenga amigos a través de su congregación local que puedan ministrarle.

Cuss: He visto que esto sucede en contextos de iglesia y es muy poderoso. Conozco a muchas personas con problemas de salud mental debilitantes que dicen: «Sin mi comunidad de la iglesia, estaría perdido».

Por el contrario, aunque conocemos el poder singular del evangelio para abordar los problemas de salud mental, las mismas comunidades a las que se les ha confiado ese evangelio a menudo infligen traumas religiosos que agravan los problemas de salud mental. ¿Cómo conciliamos esas dos verdades?

Noble: No hay nada particularmente sorprendente en esto. Es un fenómeno que está presente en todos los aspectos de la iglesia.

¿Podrías ahondar en esta idea?

Noble: La Iglesia enseña la fidelidad en el matrimonio y, sin embargo, los pastores son sorprendidos regularmente en infidelidad. La Iglesia nos enseña a dar generosamente a los necesitados y, sin embargo, muchos cristianos practican lo que Francis Schaeffer una vez llamó el «[uso no compasivo de] la riqueza acumulada». Los cristianos no logran vivir de acuerdo con el estándar establecido por la Palabra de Dios, y seguirán sin lograrlo, individual y colectivamente, hasta que Cristo regrese. Esta es una enseñanza difícil.

Cuss: Por cada historia positiva que escucho sobre la ayuda de la iglesia, escucho dos que causan un daño significativo. Creo que el trauma religioso se ve agravado por algunas dinámicas:

  1. No nos damos cuenta del poder espiritual que tenemos como líderes de la iglesia, por lo que nuestras palabras tienen un poder significativo. Pero también lo tienen las Escrituras, por lo que cuando usamos la Biblia como «prescripción», podemos causar daño sin querer.
  2. Algunos líderes religiosos simplemente no comprenden la naturaleza de la salud mental y la ven a través de una dicotomía simplista de ángeles y demonios, o prescriben alguna versión cristiana de «mira el lado positivo». Muchos líderes cristianos no saben qué hacer o decir ante el dolor abrumador o complejo.
  3. Es vulnerable compartir tu mundo interior y tu caminar en busca de salud mental, y cuando alguien prescribe una solución cristiana simplista e incorrecta, causa un daño real y te aísla aún más.

Paxton: Creo que dos cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo, especialmente cuando se trata de Dios. En primer lugar, como humanos, somos seres caídos e imperfectos y, por lo tanto, lastimamos a los demás. En segundo lugar, Dios puede obrar a través de seres humanos imperfectos de una manera poderosa. Ningún ser humano podrá jamás reflejar a la perfección la plenitud del carácter de Dios, pero Dios no está limitado por eso.

Dejemos de lado la iglesia y hablemos de tus propias experiencias con la enfermedad mental. En el cristianismo, la victoria suele equipararse a la liberación total de la aflicción. Sin embargo, siempre vuelvo al aguijón de Pablo y a cómo la fortaleza de Dios se manifestó más en esa debilidad constante que en una cura milagrosa para él.

Noble: Hasta ahora, Dios me ha pedido que soporte el sufrimiento de la enfermedad mental. Espero, oro y trabajo por recuperarme, pero descanso sabiendo que, en última instancia, seré sanado, incluso si no es en esta vida. Esta es la postura con la que aliento a todos los que sufren. Tengan esperanza, oren y trabajen por su recuperación; ¡aboguen por sí mismos! Pero pongan su fe en Cristo y acepten que se les puede pedir que soporten y glorifiquen a Cristo en su debilidad.

Brencher: Creo que el poder de Dios se manifiesta en mí a través de una vida diaria y un estilo de vida que favorece mi salud mental. Tomo medicamentos para la depresión desde hace casi una década. No sé si los tomaré por el resto de mi vida, pero sí sé que me permiten prosperar a diario, que es lo que más me importa.

Entonces, ¿sientes que tus oraciones han sido respondidas a pesar de la batalla en curso?

Brencher: No creo que mi historia sea menos importante porque no recibí una sanación milagrosa. Creo que la sanidad es algo que practico y en lo que me apoyo todos los días, y hay mucho poder en eso.

Paxton: El fin del matrimonio de mis padres fue una experiencia importante que me llevó a estudiar psicología. Aunque fue un momento doloroso que dejó muchas heridas, he visto a Dios utilizarlo para su bien. Cuando me siento frente a mis clientes, a veces tengo el privilegio de trabajar con ellos el tiempo suficiente para ver cómo Dios estuvo presente con ellos en su dolor y luego utilizó ese dolor como un trampolín en sus vidas.

En tu propia historia de sufrimiento, ¿tienes ejemplos de maneras en que experimentaste la gracia y la sanación a través de la comunidad cristiana?

Noble: Son demasiadas las veces que he pasado por esto. Casi toda la gracia y la sanación que he experimentado han llegado a través de la comunidad: de amigos que estaban dispuestos a llamarme cuando les enviaba un mensaje de texto en medio de un ataque de pánico, de amigos que me dieron consejos sabios, de amigos que me dieron advertencias firmes pero necesarias.

Cuss: Tengo muchos ejemplos tangibles de haber experimentado amor y cuidado cuando no me encontraba bien. El más conmovedor fue un domingo por la mañana cuando me enteré de que un amigo se había quitado la vida. Recibí la noticia aproximadamente una hora antes de predicar y estaba en estado de shock, pero no lo reconocí como tal. Así que salí a predicar y me desmoroné por completo frente a todos. Mi congregación me cuidó muy bien, en el sentido de que aquellos que eran cercanos a mí se acercaron aún más y me cuidaron. Aquellos que no eran cercanos me dejaron en paz. A veces, el cuidado significa darle espacio a alguien en lugar de asfixiarlo con cuidados.

Brencher: En mi camino hacia la depresión, nunca olvidaré a quienes estuvieron presentes físicamente; a quienes me trajeron comida, me llevaron a las citas, me abrazaron, me prepararon tazas de té y se sentaron conmigo durante la tormenta. Su presencia me devolvió la vida.

Parece que estamos de acuerdo en el poder de la comunidad y las relaciones cristianas, pero ¿qué le dirías a alguien que desea todo esto, pero que todavía no ha encontrado una familia en la iglesia?

Noble: Lamento que esta no haya sido tu experiencia. Estas comunidades existen, pero tendrás que ser intencional. Si no eres un participante activo al cultivar amistades, no sucederá.

Brencher: Constantemente tengo que recordarme a mí mismo que la iglesia está formada por personas, y nosotros, las personas, nos equivocamos todo el tiempo. Sigue buscando los lugares que conocen la gracia y el poder. Sigue buscando a las personas que caminarán contigo bajo la lluvia. Si te encuentras con personas que solo pueden ayudarte en tus mejores momentos, pero no en la tormenta, esas no son las personas adecuadas.

Aundrea, tú puedes ayudarnos a cerrar esta conversación. Sabiendo que los pastores no pueden obligar a nadie a buscar ayuda profesional, ¿cuáles podrían ser algunos indicadores de cuándo es el momento de derivar a un miembro de la congregación a algo más que atención espiritual?

Paxton: El apoyo a las enfermedades mentales siempre debe involucrar a una comunidad de personas. Sin embargo, si se evidencia alguna de las siguientes situaciones, un profesional de la salud mental definitivamente debería ser una de esas personas:

  • Cualquier riesgo de seguridad que implique autolesión, consumo de sustancias o pensamientos o acciones suicidas.
  • Cuando la angustia que comparte una persona afecta su capacidad para funcionar en su vida diaria o provoca angustia persistente y/o creciente.
  • Cambios significativos en el apetito, el sueño, el nivel de energía y la participación social.
  • Un largo período sin cambios que lleva a un mal estado mental o a una resistencia al cambio.

Animo a los pastores a que consideren contar con un profesional de la salud mental en quien confíen y que pueda ser un asesor permanente, así como un apoyo personal para ellos.

JD Peabody es pastor de la iglesia New Day en Federal Way, Washington, y autor de Perfectly Suited: The Armor of God for the Anxious Mind.

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Los pastores de Los Ángeles esperan un ‘milagro apacible’ mientras sus comunidades son consumidas por las llamas

Los supervivientes de los incendios forestales dicen que recuperarse tras una pérdida tan enorme es posible, pero será un lento vaivén.

A person uses a garden hose in an effort to save a neighboring home from catching fire during the Eaton Fire on January 8, 2025 in Altadena, California.

Una persona utiliza una manguera tratando de evitar que se incendie una casa vecina en Eaton, el 8 de enero de 2025, en Altadena, California.

Christianity Today January 11, 2025
Foto de Mario Tama / Getty Images

En la zona de Los Ángeles ha habido incendios forestales en el pasado, pero los residentes nunca habían visto nada parecido a los incendios forestales que están arrasando su ciudad ahora, quemando maleza y edificios, y arrasando barrios enteros. Es la peor destrucción de la historia local.

No obstante, ver manzanas y manzanas de casas destruidas es algo que los residentes de Paradise han visto antes, ya que su comunidad también ardió en llamas en el incendio Camp Fire de 2018.

Los pastores conocen el dolor de una devastación tan generalizada e incomprensible, así como los retos que vienen con la reconstrucción.

«Perder tu casa y tu comunidad en unas cuantas horas, en todos los aspectos, todo a la vez, te hace pasar por un proceso de duelo», dijo Samuel Walker, pastor de Paradise, quien perdió a cinco miembros de su congregación y su casa cuando la ciudad se incendió hace seis años. «No te das cuenta: “¿Por qué es tan duro?”. Es porque estás llorando muchas pérdidas a la vez».

Hoy, a cientos de kilómetros al sur, vientos de 160 km/h avivan las llamas alrededor de Los Ángeles, con el incendio Palisades extendiéndose hacia la costa, los incendios Hurst y Kenneth dirigiéndose al noroeste de la ciudad, y el incendio Eaton ardiendo cerca de Altadena y Pasadena, al este.

Desde el martes, los incendios han destruido manzanas enteras de casas, negocios e iglesias: más de 10 000 estructuras hasta ahora. La gente tiene la garganta irritada a causa del humo, y las órdenes de evacuación cambian continuamente. A la fecha, al menos diez personas han muerto.

Los bomberos están agotados y las reservas de agua casi se han agotado en los intentos por combatir los incendios en decenas de miles de hectáreas. Los pastores locales relataron la pérdida de hogares entre los miembros de sus congregaciones. No podían dar una cifra porque los incendios seguían ardiendo y seguía surgiendo información nueva. Hasta el viernes (10 de enero) por la mañana, las autoridades dijeron que el incendio de Palisades había sido controlado apenas en un 8 % y el incendio de Eaton en un 0 %.

«Se siente como si estuviéramos perdiendo parte de nuestra ciudad. Palisades parece haber desaparecido», dijo Alex Watlington, pastor principal de la iglesia Pacific Crossroads de Santa Mónica. «No solo hay daños; simplemente ha desaparecido. Como si nunca hubiera estado allí».

Dos ancianos de la iglesia Pacific Crossroads y muchos de sus miembros que viven en Palisades y en la zona este de Los Ángeles lo han perdido todo; la iglesia está coordinando la ayuda a través de su ministerio Hope for LA.

«Todo el mundo necesita ayuda, pero no sabes por dónde empezar», dijo Watlington. «En el ministerio, cuando alguien muere y tienes un funeral, sientes que no tienes los recursos ni el equipo necesarios para participar en él. No es lo mismo, pero se parece. Te enfrentas a la pérdida de la gente, y es irreparable».

Walker recuerda ese sentimiento sobrecogedor. En 2018, Camp Fire había estado ardiendo durante más de dos semanas, había desplazado a 50 000 personas y calcinando 19 000 edificios. Lloraba desconsoladamente por un amigo íntimo que había muerto, y luego se llenó de rabia cuando se enteró de que alguien había robado de su auto los dos últimos objetos que su familia había salvado del incendio.

Pero sacar sus emociones le ayudó a estar preparado para escuchar y orar con los miembros de su iglesia. Walker estaba increíblemente enojado con Dios por haber permitido el incendio, y le pareció sano admitirlo en lugar de fingir que estaba bien.

Por eso le aconseja a los pastores de Los Ángeles: llora si necesitas llorar, y grita si necesitas gritar.

«Deja que el Señor haga lo que quiera hacer en ti, para que tú, a la vez, puedas ministrar a la gente», dijo. «Lo que más necesitará la gente de inmediato, además de las necesidades básicas… es esperanza. Alguien con quien compartir su historia».

Otros pastores que sobrevivieron a los incendios forestales de California dijeron que las iglesias de Los Ángeles deben prepararse para una recuperación larga y no lineal. Los primeros días giran en torno a cubrir necesidades básicas como alojamiento y alimentos. Pero luego empieza el duelo, así como la ansiedad que viene con mudarse o quedarse para reconstruir.

«Lo que encuentras tres o cuatro meses después, son retos espirituales: gente que discrepa sobre cuánto tiempo debe durar el duelo o que echa de menos el edificio de su antigua iglesia. Toda la carga que conlleva el dolor», dijo Josh Lee, pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Ridge de Paradise, la cual perdió su edificio en el Camp Fire. «Ese es el tipo de cosas de las que debes ser muy consciente en el ministerio pastoral. Todo el quebranto que viene después».

Watlington, de Santa Mónica, comprende que reconstruir podría ser demasiado duro emocionalmente para algunos de los que han perdido sus casas; sabe que, en las próximas semanas y meses, inevitablemente tendrá que ayudar a la gente a mudarse para reiniciar sus vidas.

Joshua Jamison, que pastorea la iglesia Jubilee en Paradise junto a su esposa, Melissa, recuerda a los voluntarios que ayudaban a los supervivientes a tamizar las cenizas de sus casas, encontrando a veces una joya o algún recuerdo.

«La mayoría de las veces, la gente no encontraba gran cosa, pero… el tiempo que la gente pasaba tamizando las cenizas era tan poderoso», dijo. (Volver a los escombros puede suponer un riesgo para la salud, dijo, pero cree que es seguro hacerlo si se usa equipo de protección).

No hay dos catástrofes iguales, pero Paradise, que solía tener una población de unos 26 000 habitantes, tenía aproximadamente el mismo tamaño que Pacific Palisades, California. La mayoría de las iglesias de Paradise se quemaron de la noche a la mañana en el Camp Fire de 2018.

Muchas de ellas han sido reconstruidas; algunas solo abrieron sus nuevos edificios el año pasado. Una congregación que perdió su edificio, la iglesia Ridge Lifeline, se reúne ahora en un salón de juego de bolos que sobrevivió. Tras el incendio, la población de la ciudad cayó a un mínimo de 4000 habitantes, antes de recuperarse y situarse en torno a los 10 000.

«Si me hubieran dicho que íbamos a volver a fundar una iglesia en Paradise, me habría reído y habría dicho: “No, ya no existe”», dijo Lee, de la Iglesia Presbiteriana Ridge. Pero la iglesia volvió a empezar, lentamente.

«Está viva, y no sé cómo ha ocurrido», dijo Lee.

La recuperación llega de forma vacilante. Durante un tiempo, la Iglesia Presbiteriana de Ridge no tenía niños en la escuela dominical; ahora, la iglesia en recuperación tiene unos diez o quince alumnos de primaria. Lee dijo que la gente de su comunidad está preocupada por un gran aumento del seguro de la vivienda que podría obligarlos a mudarse incluso después de reconstruir.

«Pero Dios está obrando», dijo que es lo que le dirá a la gente que se está recuperando en Los Ángeles. «Confíen en ello, aunque parezca muy disperso y no lineal».

En la zona de Los Ángeles, los incendios actuales han destruido o dañado gravemente al menos una decena de iglesias.

«Si no te he respondido hoy, por favor, perdóname», escribió en Facebook el pastor de Hillside Tabernacle, G. LaKeith Kenebrew. Dijo que su propia casa y la de sus suegros habían quedado «reducidas a cenizas» y añadió: «Entre comprobar cómo estaban los miembros de la congregación, intentar que la iglesia no ardiera por completo y darme cuenta de que nuestra ciudad parece una escena sacada de una película apocalíptica… o no podía contestar o mi teléfono no tenía batería».

La iglesia Calvary de Pacific Palisades dijo que su santuario había sufrido graves daños, pero el pastor Justin Anderson calificó de «milagro» que el resto del recinto, incluido un gimnasio en el que los miembros podrían celebrar sus servicios de culto, resultara ileso. Decenas de familias de la iglesia perdieron sus casas, según Anderson, quien acaba de empezar a pastorear la iglesia esta semana.

Los supervivientes de Paradise dijeron que otras iglesias que no sufrieron daños podrían tener que acoger a personas desplazadas. En 2018, la iglesia Chico Church in Christ en la cercana localidad de Chico, California, acogió a la congregación de su iglesia hermana en Paradise cuando ardió su edificio.

Sin ningún lugar adonde ir, los habitantes de Paradise habían llevado a sus mascotas a la iglesia, dijo la directora de la oficina de la iglesia Chico Church in Christ, Christie Presswood.

Con el tiempo, Chico cambió a causa del creciente número de personas desplazadas que buscaron ahí refugio. Le aconseja a las iglesias que se encuentran en esa situación que «sean todo lo comprensivas que puedan, porque están pasando por un gran trauma».

«Al ver las noticias que estoy viendo ahora en Los Ángeles, me acuerdo de todo», dijo Presswood.

En esta fase inicial de recuperación, Jamison recomienda dar a los supervivientes dinero en efectivo, tarjetas de regalo o tarjetas de gasolina. Sabe que a la gente de la iglesia le gusta entregar comida y ropa, pero dijo que es mejor dar recursos para que la gente pueda conseguir lo que necesita.

El pastor de Paradise también instó a las iglesias a conectarse con la infraestructura existente de ayuda en caso de catástrofe, como un centro de asistencia local que coordina la ayuda en California tras los incendios. Formar parte de ese proceso preparó a su iglesia para responder a catástrofes posteriores en la zona, y ahora Jamison dirige el ministerio Hope Center de Oroville, que distribuye recursos a las personas necesitadas.

Distribuir agua también se convirtió en una importante tarea de la comunidad cristiana local. Durante dos años, Hope Center distribuyó agua a la gente de Paradise. Los contaminantes del incendio que se infiltraron en el sistema de agua hicieron que la gente no pudiera beber agua de Paradise durante un tiempo.

El proceso de recuperación ha sido lento y a veces triste.

«Era deprimente ver hacia afuera y ver edificios carbonizados y árboles quemados», dijo Walker, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Paradise.

Durante tres años, él y su familia no tuvieron un hogar estable, pero ahora lo tienen. Mirando hacia atrás, dijo que ve cómo Dios cuidó «apaciblemente» de él y de los miembros de su congregación después de sentir tanta rabia por el incendio.

La Primera Iglesia Bautista contaba con unos 75 fieles antes del incendio. El número disminuyó después, y hubo momentos en que los dirigentes pensaron que la iglesia tendría que cerrar. Pero en los dos últimos años, la asistencia ha crecido con nuevas personas, y ahora acuden aproximadamente 100 personas los domingos.

Para los residentes de las comunidades destruidas, Walker dijo que la vida nunca volverá a ser la misma.

«Pero será buena. Será buena pero de una manera diferente», dijo. «Volverá a haber gozo, pero date tiempo para pasar por el proceso de duelo… No sientas que Dios juzga tu respuesta. No creo que lo haga. Creo que conoce nuestros corazones; sabe lo que podemos soportar, Quiere que se lo llevemos a él».

Los incendios de Los Ángeles siguen causando estragos, por lo que los pastores locales aún no están pensando en lo que será el proceso de recuperación. Están orando para que amainen los vientos y lleguen los medios de extinción para contener las llamas.

«Necesitamos un milagro apacible», dijo Watlington.

Quizá parte de ese milagro pueda venir de las iglesias reconstruidas en Paradise. Según Walker, un joven bombero que fue bautizado en la Primera Iglesia Bautista de Paradise hace un par de semanas acaba de ser enviado a luchar contra el infierno en Los Ángeles.

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Despenalizar las drogas no es la solución. Ahora, los ministerios cristianos buscan desintoxicar a Portland

Después de que un intento de despenalizar las drogas agravara aún más la crisis de adicción en Oregón, los cristianos locales les suplican a los enfermos y al gobierno estatal que les permitan ayudar.

Drugs in hands close up in Portland

Christianity Today January 9, 2025
Jordan Gale

La basura en Portland es diferente. Todas las ciudades tienen su cuota de basura en las calles: envolturas de comida y colillas de cigarrillos en las aceras. Pero en Portland, sobre todo en el Barrio Viejo, al oeste del puente Burnside, la basura es ropa. Una camisa mojada en la calle; ropa interior y calcetines sucios en la parada del autobús.

Este es el epicentro de la crisis de adicciones de Oregón, donde las sobredosis de drogas se han cuadruplicado en los últimos cinco años. Más de 3500 personas han muerto por sobredosis en el estado desde 2020. Ese fue el año en que los votantes aprobaron abrumadoramente la Medida 110, una ley que despenalizaba la posesión de pequeñas cantidades de drogas duras como heroína, cocaína y metanfetamina. Sus partidarios creían que la ley neutralizaría un estigma injusto en torno a la drogadicción y reduciría el exceso de encarcelamientos.

Después de casi tres años de aumento en las tasas de sobredosis, los legisladores estatales decidieron recientemente dar marcha atrás. Sin embargo, las autoridades sanitarias afirman que anticipan que el número de muertes por sobredosis seguirá aumentando. La despenalización no animó a más personas a rehabilitarse ni tampoco mejoró la infraestructura de recuperación para adictos en Oregón. De hecho, muchos programas cristianos de rehabilitación vieron descender el número de personas que solicitaban su ayuda.

¿Por qué no funcionó la despenalización? ¿Qué se puede hacer ahora, mientras las muertes por sobredosis siguen en aumento?

Después de que el estado promulgara en septiembre un proyecto de ley para volver a penalizar la posesión de drogas duras, los líderes de ministerios cristianos en Portland se plantean estas preguntas y esperan que el gobierno les permita ser parte de la solución.

Cuando visité Portland a principios de año, la recriminalización de las drogas aún no había entrado en vigor. Vi a un hombre en la acera encenderse metanfetamina en un tubo de cristal a media tarde. Otros fumaban lo que, según me dijeron algunas fuentes, era probablemente fentanilo en papel de aluminio.

Durante el periodo de despenalización bajo la Medida 110, los habitantes de Oregón a los que se sorprendía con estas sustancias podían elegir entre dos opciones: aceptar una multa de 100 dólares o llamar a un número telefónico de emergencia gestionado por el estado que los pondría en contacto con recursos y centros de rehabilitación. Pero no tenían que seguir adelante con el proceso de recuperación para evitar pagar la multa.

A finales de 2023, la policía había dejado de emitir las notificaciones de multa, ya que eran inaplicables. De las aproximadamente 8700 notificaciones que emitieron en tres años, solo 300 personas llamaron al número telefónico mencionado. No hay datos que indiquen si alguna de ellas realmente buscó tratamiento.

«Nuestras calles pasaron de ser la típica ciudad de Portland a ser un desastre casi de la noche a la mañana», afirma Lance Orton, director ejecutivo de CityTeam, un ministerio para personas que luchan contra las adicciones y la indigencia en el centro de la ciudad. «Empezamos a ver sobredosis por todos lados».

Orton dijo que los habitantes de Portland empezaron a llevar consigo Narcan (una marca comercial de naloxona, un aerosol nasal que puede contrarrestar una sobredosis) por si se encontraban con alguien que la necesitara. El consumo de drogas al aire libre también se disparó, dijo, y mucha gente que había oído que las drogas eran ahora legales en Oregón empezó a mudarse desde otros estados. La Medida 110 tuvo éxito en un aspecto: el estigma social contra las drogas duras estaba desapareciendo.

Agentes de primeros auxilios verifican los signos vitales de un hombre después de haber recibido Narcan para contrarrestar una posible sobredosis de fentanilo en Portland.

Aunque las últimas cifras nacionales muestran que el repunte general de las muertes por drogas está empezando por fin a invertir su curso, Oregón sigue siendo una excepción a la tendencia. Las muertes por sobredosis en el estado aumentaron un 22 % el año pasado.


Cuando la gobernadora de Oregón, Tina Kotek, firmó el proyecto de ley para volver a penalizar las drogas el pasado mes de abril, dijo que la Medida 110 fracasó porque carecía de fondos suficientes y porque se aplicó mal. También dijo fue mal programada, justo alrededor de la pandemia de COVID-19 de 2020 y durante las protestas masivas por la muerte de George Floyd. Ese mismo año, el fentanilo —un opioide sintético barato que, según los Centros de Control de Enfermedades, es 50 veces más potente que la heroína— acababa de llegar a las calles de Oregón.

Las autoridades culparon la falta de opciones para la rehabilitación y el tratamiento. Un informe estatal publicado este año citaba una escasez de 3000 camas para recuperación. Pero los líderes de los ministerios dicen que al menos algunos cientos de camas de recuperación no están incluidas en el recuento oficial del estado: las camas de sus propios ministerios.

Union Gospel Mission (UGM), un albergue para personas sin hogar y ministerio de rehabilitación de adicciones situado en el Barrio Viejo de Portland, tiene capacidad para hasta 40 hombres en su programa residencial de recuperación por consumo de sustancias. En un radio de tres kilómetros hay otros tres: Blanchet House, una fundación católica (con 50 lugares), y otros dos ministerios protestantes, CityTeam (con 64 lugares) y Portland Rescue Mission (con 42 lugares). Otros campus albergan a mujeres en proceso de recuperación.

Algunos de los líderes de estos grupos han pasado ellos mismos por el proceso de recuperación, y pueden dar fe de lo importante que puede ser incluir componentes espirituales como estudios bíblicos y compañerismo cristiano durante el proceso de rehabilitación. Sin embargo, estos elementos religiosos les han hecho dudar a la hora de solicitar la licencia estatal (ya que no quieren ataduras que impidan trabajo), lo que significa que el estado no cuenta sus vacantes en su recuento oficial de camas disponibles.

No obstante, a medida que empeora la crisis de adicciones en el estado, esto puede cambiar.

En un viejo edificio inclinado del East Side de Portland, un grupo de hombres se sientan en largas filas de mesas y leen juntos libros de ejercicios en una clase improvisada. Algunos están claramente más interesados en la discusión que otros. Unos ventiladores de techo mueven lentamente el aire mohoso.

El grupo ha encontrado una palabra que no reconocen y debaten sobre su significado: hedonismo.

«¿Es como el hinduismo?», dice uno. Otro le pregunta a Siri. «La filosofía de que el placer es el bien supremo y el objetivo adecuado de la vida humana», lee de la respuesta. «Es como una conducta autogratificante».

Un campamento cerca del paseo marítimo del centro de Portland se conoce comúnmente como «The Pit».

Es la clase de apologética de CityTeam, donde unos 40 residentes del centro estudian filosofía bíblica y neurociencia de las adicciones. Utilizan un programa cristiano de recuperación de adicciones llamado The Genesis Process.

Aproximadamente el 90 % de los hombres que están aquí ya han pasado por un proceso judicial. Ellos dicen que ya están «en los papeles». La mayoría de ellos tienen un largo historial delictivo, que se refleja en un abanico de instancias en las que fueron esposados, estancias en cárceles del condado, estancias en centros de desintoxicación, y finalmente volver a la vida en las calles hasta que un juez los amenaza con penas graves de prisión si no se comprometen a seguir un programa de recuperación.

Orton y los líderes de otros ministerios de recuperación afirman que la posibilidad de ir a prisión a largo plazo suele ser un factor de motivación clave para desintoxicarse. «Así que ese elemento disuasorio, el castigo, es importante en el sistema de premio y castigo», dijo Orton. «Porque impulsa a la gente a recuperarse, aunque todavía no sepan que quieren hacerlo».

Los defensores de la despenalización de las drogas duras argumentaban que no era ético ni humano castigar a la gente por su adicción, ya que es un problema de salud mental. Partían de la base de que todos los adictos quieren desintoxicarse, pero no pueden acceder al tratamiento que necesitan.

Orton ve las cosas desde una perspectiva diferente. Aunque se crea que la adicción es un problema de salud mental y se reconozca que el Estado no tiene suficientes opciones de tratamiento, «criminalizar las sustancias en sí es muy diferente que criminalizar la adicción», afirma.

Cuando Orton llegó por primera vez a CityTeam en 2018, no estaba buscando un trabajo: estaba buscando una cama. Era adicto a la heroína y le acababan de robar el coche en el que vivía. Se desintoxicó durante varias semanas mientras dormía en una colchoneta en el primer piso de CityTeam, que se transforma en un refugio de emergencia cada noche.

«Quería morirme», dice. «Sientes pinchazos y piquetes, te congelas de frío pero sudas de calor al mismo tiempo, todas tus funciones corporales se invierten… realmente no es algo bonito».

Un hombre se construyó un pequeño refugio en la rampa de entrada a la autopista interestatal 84 en Portland.

Dijo que fue la experiencia emocional y física más dolorosa de su vida.

Del mismo modo que Pablo se lamentaba al decir «No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Romanos 7:19), muchos cristianos que trabajan en servicios de rehabilitación entienden que es posible querer desintoxicarse pero no desearlo lo suficiente como para buscar tratamiento.

Cualquiera que haya estado en la agonía de la adicción sabe que la atracción física y mental a menudo no da espacio para la toma de decisiones racionales. Y aunque disponer de opciones de tratamiento es fundamental, no es lo único que se necesita.

Jake Becker, de 32 años de edad, es un residente de CityTeam con cara de niño y barba incipiente. Me dice que vino aquí hace seis meses después de haber intentado suicidarse en un oscuro cuarto de baño y de alguna manera haber despertado de su sobredosis.

Ya había buscado tratamiento antes, pero no consiguió seguir adelante. Después de la vigésima detención de Becker, cuando un juez le dijo que, de no someterse a un tratamiento, enfrentaría a penas graves en la prisión, finalmente decidió acudir a CityTeam.

Orton dice que solía ser escéptico de que hombres como Becker, «obligados» a recuperarse por los tribunales, pudieran realmente encontrar la sobriedad o a Jesús. «Solía decir cosas como “no quiero un montón de gente en esta casa, digamos, culturalmente, solo tratando de evitar una pena de prisión”», dice. «Pero me equivoqué mucho, porque las personas que vienen aquí… ven la cultura de los que encontraron al Señor aquí… y esa mentalidad carcelaria cambia rápidamente a “Vaya, quiero algo de eso”».

Ya sea que la gente busque rehabilitarse para evitar el encarcelamiento o que lo haga por decisión propia, la mayoría de los expertos en recuperación de adicciones reconocen la necesidad de que las personas que luchan por desintoxicarse rindan completamente su propia voluntad. Esta es la razón por la que los programas de 12 pasos animan a creer en un poder superior y por la que muchos ministerios cristianos de recuperación afirman que la Biblia es fundamental en su trabajo.

La gente «necesita una comunidad realmente sana, limpia y sobria, con un componente espiritual. Sin eso, es una puerta giratoria», dice Paul Schramm, director de postratamiento de Union Gospel Mission.

No obstante, añadir estudios bíblicos, servicios religiosos y una «cultura» cristiana no necesariamente facilita la recuperación. Después de su intento de suicidio, que cree que fue frustrado por Dios mismo, Becker dice que sabía que quería asistir a un programa de recuperación cristiano.

Sin embargo, se resistió cuando cruzó las puertas de CityTeam. Aquí, los hombres se alojan de dos en dos en pequeños dormitorios con suelos que crujen. Comparten un baño común. «Me pregunté: “¿En dónde me he metido?”» dice Becker.

La vida en CityTeam es rígida. Los hombres tienen horarios fijos para comer, durante los cuales un grupo rotativo se sirve la comida unos a otros. Tienen estudios bíblicos y clases de apologética. Hacen un curso de educación financiera. Tienen tareas compartidas. Durante las primeras semanas, solo pueden salir acompañados. Siguiendo el adagio de recuperación que dice que los que quieren desintoxicarse deben renunciar a las «personas, lugares y cosas» que llenaban sus vidas anteriores, CityTeam no permite el uso de teléfonos móviles.

Los responsables de CityTeam y de UGM afirman que la estructura de sus programas probablemente asusta a algunas personas. Pero también es lo que creen que hace que sus programas funcionen.

Durante el almuerzo y la cena, CityTeam abre sus puertas a cualquiera que tenga hambre. Una fila de gente cansada, con sus carritos de la compra, sus sacos de dormir y, normalmente, sus drogas, empieza a formarse cada día en la acera una hora antes de cada comida.

Para CityTeam, es un acto de compasión. También es algo parecido a hacer publicidad. «Vemos a la misma gente todos los días, y todos conocen el programa que tenemos aquí», dice Becker. «Muchos de ellos eligen venir a comer porque, al fin y al cabo, lo más fácil para mí o para cualquiera en este centro es salir por esa puerta. Es más fácil vivir sin la estructura. Es más fácil vivir libres y hacer lo que queramos».

Es más fácil en parte, dice, porque el estado de Oregón lo ha hecho más fácil. Zack King, también residente en el programa de recuperación de CityTeam, dice que con todos los recursos gratuitos para la población sin hogar de Oregón, es posible vivir con relativa comodidad y mantener un hábito de consumo de drogas simplemente reciclando latas de aluminio.

«Pero sabemos cuál es la contrapartida», afirma Becker. «Y la contrapartida es el sufrimiento más miserable».

Despenalizar las drogas no es la solución. Ahora, los ministerios cristianos buscan desintoxicar a Portland

El presidente de la Cámara de Representantes de Oregón, Dan Rayfield, habla sobre el pasado de su madre con las adicciones durante la sesión legislativa estatal en Salem, Oregón, el pasado mes de febrero.

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El presidente de la Cámara de Representantes de Oregón, Dan Rayfield, habla sobre el pasado de su madre con las adicciones durante la sesión legislativa estatal en Salem, Oregón, el pasado mes de febrero.

Jordan Gale

El equipo de divulgación de Central City Concern distribuye Narcan en el Barrio Viejo de Portland.

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El equipo de divulgación de Central City Concern distribuye Narcan en el Barrio Viejo de Portland.

Jordan Gale

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En el Barrio Viejo, un sábado por la tarde me encontré con unos trabajadores con chalecos amarillos brillantes apiñados junto a una puerta. Frente a la misma, hay una manta con dos pies con calcetines que se asoman por debajo, y una mujer gimiendo debajo de ella. Los trabajadores tienen una silla de ruedas, pero parece que no saben cómo colocarla en ella.

Es el equipo de Portland Street Response. El programa de la ciudad, puesto en marcha en 2021, envía a trabajadores de salud mental en lugar de agentes de policía para atender las crisis «mentales o de salud conductual» que sufren las personas que viven en la calle.

Oregón tiene la tercera tasa más alta de personas sin hogar en Estados Unidos. Todos los estados experimentaron un aumento tras la pandemia, pero el de Oregón fue uno de los más notorios. En Portland, el número de personas sin hogar aumentó un 20 % tan solo en 2023.

La gran mayoría de las personas sin hogar de Oregón luchan contra las adicciones. Algunos líderes locales creen que la abundancia de servicios estatales ha exacerbado ese problema.

UGM tiene un edificio de cinco plantas con grandes ventanales en pleno Barrio Viejo. Al igual que la Misión de Rescate de Portland, situada al otro lado de la calle, este ministerio sirve comidas gratuitas todos los días en la cafetería del primer piso. Los hombres que participan en el programa de recuperación LifeChange, de dos años de duración, viven en la tercera planta.

Clint Sams, director de LifeChange, dice que durante unos meses durante la pandemia, apenas podía desplazarse por las calles para ir a trabajar. «De repente, había tiendas de campaña por todas partes», dice. «Tenías que caminar por la calle porque la ciudad se vino abajo».

El equipo de UGM afirma que el impacto de la Medida 110 en el ministerio no tuvo tanto que ver con la pérdida del «castigo» legal para motivar la recuperación. Por el contrario, desestigmatizó el consumo de drogas a la vez que los servicios gubernamentales que hacían más fácil vivir en las calles aumentaron.

«Ve a hablar con 100 personas de la calle… el 99 % de ellas dirá que la comida no es un problema», afirma Schramm. «La gran mayoría de la gente sabe exactamente cómo conseguir comida, cómo conseguir ropa, cómo conseguir drogas, cómo conseguir cobijo, cómo conseguir cigarrillos… Pueden tener todas estas cosas a su alcance y no tienen que estar libres de drogas ni sobrios, así que ¿por qué iban a hacerlo?».

En total, 354 organizaciones sin ánimo de lucro atienden actualmente a la población sin hogar de Portland, según Orton de CityTeam. Además de las comidas diarias, las duchas gratuitas y las camas de refugio nocturno de emergencia, los que viven en las calles tienen una invitación abierta a reunirse bajo el puente Burnside todos los jueves por la noche para NightStrike, una iniciativa municipal que comenzó hace décadas y de la que CityTeam se hizo cargo hace un par de años.

En NightStrike, los visitantes se arremolinan en torno a varios puestos instalados en mesas de plástico. Pueden encontrar comida, café y comida para mascotas. Pueden cortarse el pelo, lavarse los pies, elegir una novela de una colección de libros donados y elegir ropa de un armario improvisado. No se trata de hacer proselitismo de la recuperación, sino de ofrecer ayuda, generar confianza y comunicar que CityTeam está aquí y preparado para cuando ellos lo estén.

Me encuentro con Patricio en una mesa durante NightStrike. Está comiendo un plato de macarrones con queso mientras el sol se pone lentamente sobre el río Willamette.

Hay mucho ruido, alguien está poniendo música, y Patricio habla con voz baja, pero muy rápido. Se inclina para preguntarme si es evidente que está bajo los efectos de la metanfetamina. Sonríe cuando le digo que no. Es difícil seguir la conversación dispersa de Patricio, pero me dice que lleva décadas viviendo en la calle. Duerme en una tienda de campaña que le dieron los servicios del condado de Multnomah. Pero hace poco cumplió los requisitos del programa de Viviendas Permanentes de Apoyo de Oregón, así que está en lista de espera para un apartamento gratuito, cuyo alquiler será pagado por el Estado indefinidamente. Y no tendrá ninguna obligación de dejar de consumir drogas.

A los diez minutos de conversación con Patricio, me atrevo a preguntarle: «¿No quieres desintoxicarte?». Lo intentó antes, dice, pero recayó. Tiene 50 años, es diabético y cree que morirá pronto. Le insisto de nuevo: ¿No le gustaría trabajar y comprarse sus propias cosas? Señala los zapatos nuevos que acaba de obtener en el armario improvisado. «Aquí puedo conseguir ropa», dice.

Orton, director de CityTeam, dice que lucha con la tensión entre ayudar y facilitarle a la gente seguir en la misma situación; entre satisfacer las necesidades inmediatas de la gente y cambiar sus vidas. La mujer que gime bajo una manta necesita una silla de ruedas, y probablemente algo más, ahora mismo. Jesús dio ejemplo de compasión hacia los necesitados, satisfaciendo sus necesidades físicas y su hambre espiritual.

«Es compasivo, lo entiendo», dice Orton. «Pero, ¿y si eso significa que pueden pasar una noche más en la calle drogándose y drogándose, y por eso mueren?… Lo realmente difícil como cristiano es decir: “Vale, estaremos aquí cuando estés listo”».

UGM solía tener una sólida relación con las autoridades locales. A lo largo de 35 años en el ministerio, Sams había cultivado relaciones con varios jueces locales, que a menudo redirigían a los delincuentes vinculados con drogas a LifeChange en lugar de a la cárcel. Pero en las últimas décadas, la relación entre la comunidad religiosa de recuperación de Portland y los funcionarios públicos se ha enfriado.

Recientemente, el condado concedió a CityTeam una subvención única de 400 000 dólares para adquirir un nuevo edificio para su programa residencial de recuperación de mujeres. Incluso cuando el condado o la ciudad reservan fondos para los esfuerzos de recuperación de adicciones, los líderes dicen que han sido cautelosos a la hora de solicitar subvenciones del gobierno progresista de Oregón. Temen que les pidan que abandonen los compromisos cristianos que creen que contribuyen a la eficacia de sus programas. Y el gobierno parece receloso de asociarse con grupos cristianos. Me puse en contacto con la Autoridad Sanitaria de Oregón varias veces para este reportaje, pero cuando pregunté si el Estado podría considerar la posibilidad de trabajar con centros de recuperación cristianos, dejaron de responder.

Unas amigas se abrazan tras la muerte de un conocido común en la avenida NE 82 de Portland.

«No nos cuentan», dice Schramm, de la UGM, quien añade que incluso los líderes de una reciente reunión de la asociación de vecinos se sorprendieron al saber que su ministerio y otros tenían camas libres. «No solo no se nos tiene en cuenta como solución al problema, sino que no se nos tiene en cuenta literalmente. Nuestras camas no se cuentan como disponibles».

Aunque la nueva ley de drogas de Oregón, HB 4002, reinstaura la posesión de drogas como delito menor, también anima a las fuerzas del orden a considerar la «desviación» en lugar de detener o encarcelar a alguien sorprendido con drogas. Cada condado debe decidir si ofrece la «desviación» y, en caso afirmativo, diseñar y aplicar su propia versión de la misma.

En el condado de Multnomah, en Portland, Matt Stein afirma que los dirigentes del condado tienen previsto abrir «centros de transferencia», es decir, centros a los que la policía puede llevar a los sospechosos de haber cometido delitos relacionados con las drogas, que luego pueden ser enviados a un centro de desintoxicación, a un hospital, a un programa de recuperación o a la cárcel. Stein ha presionado para que entre estos centros se incluyan programas de recuperación basados en la fe.

Los cristianos también han hecho incursiones en el grupo de trabajo sobre personas sin hogar del condado de Multnomah. Imago Dei, una iglesia no denominacional de la zona este de Portland, envía a un miembro de su personal a las reuniones y abre su edificio a un refugio para personas sin hogar gestionado por el condado. En una colina cercana a la iglesia, hay varias tiendas de campaña junto a un cartel pintado en el que se lee «Stop the Sweeps», en oposición a la práctica policial de desalojar por la fuerza los campamentos de personas sin hogar. Con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos que le permite a los gobiernos locales regular la instalación de campamentos en terrenos públicos, es probable que continúen las «redadas».

Dentro de Imago Dei, hay pocos recordatorios de la crisis de la ciudad. La congregación es joven y diversa en edad y origen étnico. El pastor Seth King dice que los miembros de la iglesia colaboran habitualmente como voluntarios con CityTeam y que la congregación oye hablar de los «grupos marginados desde el púlpito todas las semanas».

La iglesia también tiene una partida presupuestaria que la mayoría de las iglesias no tienen: la reparación de ventanas rotas. «Cada dos meses tenemos una ventana rota», dice King. «Pero cuando nos trasladamos a este lugar, sabíamos bien a dónde nos mudábamos. … Somos una iglesia que está aquí a propósito y que quiere quedarse aquí a propósito».

Casi todas las personas a las que entrevisto en Portland me preguntan en algún momento si la ciudad está tan mal como esperaba, o tan mal como dicen las noticias nacionales. Quieren oír que es mejor de lo que yo pensaba. Quieren creer que es mejor que antes.

Les respondo que no, que no es tan malo, y en gran parte estoy diciendo la verdad. Los puentes, los jardines y las montañas son preciosos. Las personas que he conocido son pacientes y amables, y siguen preocupadas por su ciudad, lo que significa que aún tienen esperanza.

Stein, que trabaja en UGM, dice que su motivación para ayudar crece a medida que conoce a más personas en el programa de recuperación. Observar y orar junto a hombres y mujeres que luchan contra sus adicciones hace que las generalizaciones sobre los drogadictos parezcan fatalmente superficiales. «Empiezas a ver… este es Neil. Este es Cody», dice.

Cuando Jesús se encontró con la mujer en el pozo y le ofreció «agua viva», ella corrió a ver a sus vecinos con una frase sin sentido: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho» (Juan 4:29, NVI). Su sorpresa no fue solo por haber conocido al Mesías judío. También le sorprendió que Jesús la conociera.

Los centros de rehabilitación para personas con adicciones y los centros de desintoxicación médica están por todas partes en Portland. Pero los programas dirigidos por cristianos trabajan para conocer realmente a las personas a las que atienden. Lleva más tiempo y es más difícil. Pero creen que, para cada hombre y mujer que vive en las aceras, duerme en tiendas de campaña, come bajo los puentes y se cepilla los dientes con bolsas de papel, eso es lo que hace falta.

Maria Baer es periodista y vive en Columbus, Ohio.

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Culture

Lo que Dostoyevski me enseñó sobre enviar a los hijos a la universidad

Una carta del escritor ruso me ayudó a recordar el objetivo central de los padres cristianos.

A portrait of Dostoevsky with college students walking in the background.

Un retrato de Dostoyevski.

Christianity Today January 3, 2025
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente de imágenes: Getty / Pexels / Wikimedia Commons

Dentro de unos meses, nuestro hijo mayor concluirá sus estudios de educación secundaria. Hemos pasado los últimos meses guiándolo a través del aparentemente interminable proceso de escritura y reescritura de ensayos de solicitud y ensayos suplementarios, seleccionando universidades y planificando visitas. El ajetreo de esta época a menudo oculta el hecho de que mi esposo y yo estamos a punto de enviar a nuestro hijo a un mundo caótico, con frecuencia hostil a las convicciones cristianas.

En medio del ruido, es fácil ignorar el pensamiento persistente de que tal vez no he hecho un buen trabajo como madre. Quizá debería haber hecho más por enseñarles a mis hijos los peligros de las ideologías seculares, o la importancia de la familia y la comunidad de la iglesia a fin de prepararlos para la confusión que se avecina.

Durante esta temporada, he estado leyendo una colección de correspondencia personal del escritor ruso Fiódor Dostoyevski. Hace poco, encontré una carta que me tocó una fibra sensible. En ella, Dostoyevski responde a una lectora, una mujer desconocida para él, quien le pide consejo sobre cuestiones de la crianza de los hijos. Más concretamente, se pregunta cómo puede enseñarle a su hijo de ocho años lo que es bueno y correcto en medio de tiempos confusos.

En la época de su correspondencia (1878), el Imperio ruso estaba experimentando cambios culturales monumentales. Habían pasado menos de dos décadas desde la abolición de la servidumbre feudal. La acelerada liberalización había dado lugar a movimientos anarquistas, socialistas y nacionalistas. Estas ideologías radicales contribuyeron a la rápida erosión de los valores establecidos y los modos de vida tradicionales. En este contexto, es perfectamente comprensible que la madre sintiera que era su deber enseñar a su hijo la diferencia entre el bien y el mal, puesto que la sociedad ya no cumplía esa función.

En su respuesta, Dostoyevski no ofrece ninguna sugerencia práctica o prescriptiva. Tampoco ofrece un comentario a tono personal. (De hecho, sabemos muy poco de Dostoyevski como padre, aunque se sabe que tuvo cuatro hijos). Más bien, escribe a partir de su fascinación de toda la vida por la vida humana tanto en lo individual como en lo social, representada en novelas como Los hermanos Karamazov y Los demonios.

Al igual que la madre anónima de las cartas de Dostoyevski, yo también quiero inculcar la verdad en mis hijos a fin de fortalecerlos, ya que sin duda se enfrentarán al latigazo de ideas y movimientos, a la información y desinformación, por no hablar de los peligros que ellos mismos se autoprovoquen. El peso común de la responsabilidad parental en una cultura marcada por rápidos cambios hizo que me sintiera instantáneamente con esta correspondiente, aunque nos separen el tiempo y el espacio.

Gran parte de la literatura cristiana contemporánea sobre la crianza de los hijos tiene como objetivo formar el carácter del niño u optimizar su entorno para garantizar un resultado deseado, ya sea un niño resistente y emocionalmente sano, o un adulto piadoso y fiel a Dios. Este enfoque pretende ofrecer recomendaciones prácticas para padres cansados.

El escritor ruso ofrece un punto de vista muy diferente. Quizá sabía que las sugerencias prescriptivas suelen ser insuficientes porque no funcionan para todo el mundo. En lugar de sugerir cambios en sus técnicas de crianza, el gran escritor dirige su mirada hacia el alma de la madre.

Dostoyevski no solo era un gran escritor, sino también un lector atento. En la carta de la madre, percibe las intenciones de una mujer que se toma en serio la crianza de sus hijos y se preocupa sinceramente por la verdad y la bondad. Es una buena madre y él la felicita. También reconoce su ansiedad por el estado del mundo y su deseo de proteger a su hijo del caos de la modernidad. Los peligros son reales y Dostoyevski nunca les resta importancia.

También logra percibir sus tendencias obsesivas. La madre ha sacado sus mejores intuiciones a la luz, pero corriendo el riesgo de extralimitarse, le dice Dostoyevski, y le advierte que la crianza sin moderación es siempre opresiva. Algunas de las lecciones que ella quisiera impartirle a su hijo, él tendrá que aprenderlas de primera mano. Tal vez, sugiere Dostoyevski, ha exagerado su responsabilidad como madre y se ha propuesto una tarea demasiado grande.

¿Cuál es su deber materno? Dostoyevski explica que la mera enseñanza de «la diferencia entre lo bueno y lo malo» no es suficiente para la formación de un niño. Todo el conocimiento abstracto del mundo será inútil si su hijo le pregunta por qué debe respetarla, amarla y honrarla como madre.

Dostoyevski sugiere que lo único que puede hacer como madre es ser buena (y eso es más que suficiente). Como verdadero escritor, la anima a enseñar con el ejemplo, no solo a decir con palabras. «Sé buena y deja que tu hijo se dé cuenta de que eres buena», escribe. «Así cumplirás plenamente tu deber para con tu hijo, porque así le darás la convicción inmediata de que las personas deben ser buenas».

¿Cómo define Dostoyevski la bondad? Enumera algunas cualidades: el amor a la verdad, la rectitud, la bondad de corazón, la ausencia de falsa vergüenza y el constante rechazo al engaño. Cada rasgo conecta con el primero: el amor a la verdad. Para Dostoyevski, la verdad nunca es abstracta; no es un conjunto de proposiciones o doctrinas a las que uno simplemente asiente sin un cambio de conducta. Para él, el amor a la verdad es el compromiso personal con la bondad moral en la vida cotidiana y la oposición a cualquier forma de mentira, ya sea engañarnos a nosotros mismos o engañar a los demás.

Resulta crucial entender que la verdad nunca es personal o individual. Es necesario comprometerse con las virtudes morales divinamente ordenadas. El único consejo práctico que Dostoyevski le da a la madre es que su hijo «conozca el Evangelio» y «le enseñe a creer en Dios». No hay nada mejor que el Salvador, le dice el gran escritor. Para Dostoyevski, esto es absolutamente necesario: nadie puede crecer para ser bueno sin Cristo.

En su respuesta a la carta de la madre, Dostoyevski le dice que el recuerdo de un padre que encarna todas las «buenas cualidades» que ha nombrado antes «tarde o temprano hará una nueva criatura de [su] hijo», incluso si ese padre comete errores ocasionales. Educar a un hijo en la verdad es como injertar una rama en un buen árbol.

Cuando un padre ama la verdad y encarna la bondad a diario, el hijo naturalmente amará a ese padre. Y cuando el niño ama a sus buenos padres, de hecho ama el bien que tales padres encarnan. Según Dostoyevski, solo así puede un padre enseñar a su hijo a amar el bien.

Su respuesta me tranquilizó y me aterrorizó a la vez. Por un lado, Dostoyevski da respuestas sencillas a una serie de preguntas muy complejas. No necesito dominar elaborados sistemas filosóficos y teorías sociales para enseñarles a mis hijos el significado del bien y del mal. Según Dostoyevski, las personas tienen un anhelo natural por la verdad, y este anhelo viene en nuestra ayuda en la labor de ser padres.

Ahí radica la parte aterradora, ya que la labor de crianza comienza con mi propio yo: mi amor por la verdad, mi propia rectitud, la bondad de mi  corazón, la ausencia en mi vida de falsa vergüenza y mi constante rechazo al engaño. Si quiero enseñarles a mis hijos a amar lo que es bueno, tengo que encarnar el amor a la verdad y a la bondad, y vivirlo en mi vida diaria. 

La respuesta de Dostoyevski revela una intuición profundamente cristiana con respecto a que siempre debemos empezar por nosotros mismos, y no mirar a los males que podamos encontrar en los demás o en la sociedad. Este es el espíritu mismo del Evangelio de Jesucristo: «¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán a menos que se arrepientan» (Lucas 13:3).

Ser padres no es fácil. En mi caso, la maternidad ha sido una revelación inesperada. Descubrí algo en mí que no sabía que tenía. El vínculo que sentí con cada uno de mis hijos desde el principio fue tan profundo que, por primera vez, sentí que comenzaba a comprender a Dios. Experimentar un amor así no fue nada menos que un regalo milagroso.

La maternidad es sin duda un don, pero no me fue dado solo en beneficio de mi alma, sino también por el bien de mis hijos. A medida que mis hijos crecen, me pregunto: ¿Qué es exactamente ese bien? ¿Qué quiero conseguir al criar a mis hijos? ¿El bienestar físico y emocional de mis hijos? Sí, pero seguramente no es suficiente. ¿Su salvación? Eso está fuera de mi alcance. ¿Su éxito en el mundo? Es un objetivo demasiado limitado.

A medida que mis hijos han pasado de la primera infancia a la adolescencia, mi propósito como madre se ha cristalizado en una breve oración: «Señor, si les he enseñado a amar, he hecho bien». Fiódor Dostoyevski me recordó que tal empeño comienza con un examen honesto de mi propio corazón y de mi propia mente.

Vika Pechersky es editora de propuestas en Mere Orthodoxy.

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News

Falleció el expresidente Jimmy Carter, político, agricultor y cristiano

Cristiano bautista de Georgia, desafió las categorías con su testimonio evangélico y su política progresista.

Jimmy Carter
Christianity Today December 31, 2024
Ilustración de Christianity Today

El expresidente estadounidense Jimmy Carter, quien llegó a la Casa Blanca como un evangélico progresista que hablaba abiertamente de Jesús y de la justicia, murió el domingo en su casa de Plains, Georgia, a los 100 años de edad.

Carter fue el expresidente estadounidense más longevo de la historia y, durante sus últimos años de vida, continuó enseñando en la escuela dominical de su iglesia y trabajando como voluntario en Hábitat para la Humanidad en su estado natal de Georgia.

Creció en el Sur de los Estados Unidos en el seno de una familia que defendía la integración racial, y llegó a ser un cristiano teológicamente conservador con una plataforma política liberal. Estas aparentes incongruencias —que tuvieron un efecto negativo en su carrera política— hicieron de Carter una de las figuras evangélicas más fascinantes de los tiempos modernos.

En 1976, la revista Playboy publicó una infame entrevista de Carter cuando era candidato presidencial para el Partido Demócrata. Quienes realmente leyeron la entrevista pudieron discernir fácilmente que Carter era en realidad un hombre piadoso. 

Pero la política sobrecargada parecía permitir solo dos opciones reales.  Los expertos laicos se burlaron de su mojigata confesión de haber cometido «adulterio en el corazón» y lo caracterizaron como un «bautista paleto con una línea directa de comunicación con Dios». Los cristianos conservadores —que no admitieron haber leído la entrevista en la revista pornográfica— arremetieron contra su uso de la palabra «joder» y dijeron que alguien con el carácter moral necesario para dirigir Estados Unidos no habría concedido una entrevista a la inmoral revista en primer lugar.

La entrevista casi le costó las elecciones a Carter. Cuatro años después, aún atrapado entre ambos mundos, perdió la reelección. Pero la naturaleza tensa de la carrera presidencial de Carter no era nada nuevo.

Un niño de las llanuras

La infancia de Carter lo preparó para desafiar categorías y empujar límites. En muchos aspectos, Plains [que significa ‘Llanuras’] era un típico pueblo sureño de Georgia durante la Gran Depresión. La zona no era próspera, y Carter creció en una casa sin agua corriente, electricidad ni aislamiento en las paredes. Era una zona políticamente conservadora, en la que muchas personas de raza blanca se unieron a la Sociedad John Birch. También había segregación racial. Cuando el joven Carter y sus amigos de raza negra se acercaban a la puerta del prado para ir a cazar y pescar, sus amigos siempre se hacían a un lado para dejar pasar primero al futuro presidente, en un acto de deferencia racial.

La cultura evangélica conservadora también impregnaba Plains. Carter pasó su infancia intentando no decir palabrotas y asistiendo a una iglesia bautista del sur en la que decidió poner su fe en Cristo, y en la que más tarde volvió a dedicarle su vida. De joven, realizó viajes misioneros a Pensilvania y Massachusetts. Como presidente, Carter dio testimonio a líderes extranjeros, instándolos a «aceptar a Jesucristo como su salvador personal». El origen de esta vena evangelizadora podía rastrearse hasta Plains.

Pero en ese tiempo, Plains empezaba a abrirse al mundo. Carter fue el primer presidente de los Estados Unidos nacido en un hospital. Posteriormente, asistió a la Academia Naval de Annapolis y se convirtió en ingeniero de submarinos nucleares. A pocos kilómetros, en Americus, Georgia, se encontraba la granja interracial Koinonia. Su devota madre no creía en los límites raciales y se identificaba a sí misma como feminista. Andrew Young, un destacado activista de los derechos civiles, diría más tarde: «Todos los liberales con los que había trabajado se ponían nerviosos en una sala llena de negros, excepto Jimmy Carter».

Poco después de iniciar una prometedora carrera en la Marina estadounidense como ingeniero de submarinos nucleares, Carter desafió los deseos de su joven esposa y los designios que sus superiores habían establecido para su futuro. Decidió regresar a las llanuras para dedicarse a cosechar cacahuete [cacahuate, maní], y consiguió dar un vuelco espectacular al negocio familiar. También inició una larga carrera de servicio cívico. Formó parte de varias asociaciones agrícolas que después dirigió, y fue gobernador de distrito del Club de Leones. Con gran valentía, formó parte del Consejo de Educación del condado de Sumter cuando el movimiento por los derechos civiles estaba en auge, y se esforzó por integrar racialmente las escuelas públicas.

Tras la decisión de la Corte Suprema en el caso Brown contra la Junta en 1955, muchos grupos intentaron presionar a Carte a fin de que se uniera al Consejo de Ciudadanos Blancos [White Citizens Council]. Un grupo de hombres le imploró a Carter en su almacén, diciéndole que todos los hombres blancos adultos de la comunidad se habían unido excepto él. A pesar de la amenaza de un boicot contra su negocio, Carter, profundamente enfadado, sacó 5 dólares de su bolsillo y dijo: «Tomaré esto y lo tiraré por el retrete, pero no voy a unirme al Consejo de Ciudadanos Blancos».

El afán por la justicia fue lo que impulsó a Carter a adentrarse en la política. En su campaña para el Senado de Georgia, explicó que quería «establecer la justicia en un mundo pecador». Niebuhriano en su realismo, alimentaba una cálida piedad evangélica, un fuerte conversionismo y una creencia en la separación de la Iglesia y el Estado.

Sin embargo, su iglesia bautista del sur no estaba tan convencida del valor de la política. «¿Por qué quieres meterte en el sucio juego de la política?», le preguntó un predicador visitante. Tratando de comunicar la magnitud de su ambición, Carter respondió: «¿Qué le parecería ser pastor de una iglesia con 75 000 miembros?».

Pero el joven político, que ahora tenía 39 años, aprendió rápidamente lo sucia que podía llegar a ser la política. Tras perder las elecciones, Carter se enteró de que 117 votantes se habían alineado en exacto orden alfabético para depositar su voto. Resultó que muchos de ellos estaban muertos, vivían fuera del estado o estaban en la cárcel. Con la tenaz persistencia que caracterizaría su carrera política, Carter investigó y el resultado se revirtió.

Pero el político no era un santo. Aunque los observadores alababan su servicio eficiente, compasivo y trabajador a medida que ascendía en el escalafón político, a veces dejaba aflorar un sórdido pragmatismo. 

Cuando Carter se presentó como candidato a gobernador en 1970, sus ayudantes llevaron a cabo una campaña sucia. En un ejemplo atroz de mal uso de los temas raciales, utilizaron una fotografía de su oponente liberal Carl Sanders celebrando con los miembros de raza negra de los Atlanta Hawks tras ganar un campeonato. 

La fotografía pretendía mancillar a Sanders al asociarlo con el alcohol y los afroamericanos. Aunque la estrategia no fue de tan mal gusto como las de muchos de sus rivales, no dejaba de ser un uso sin tapujos de la llamada «estrategia sureña» para ganar votos de los segregacionistas.

Minoría moral

Pero esta no fue la historia más destacada de Carter a medida que su perfil seguía creciendo a nivel nacional. «No te gustará mi campaña», había advertido Carter a Vernon Jordan, presidente de la Liga Urbana Nacional, «pero sí te gustará mi administración». Su refrescante administración como gobernador presentó un modelo «racialmente ilustrado» del nuevo sur de Estados Unidos. Además, comparado con el malhablado Johnson y el corrupto Nixon, Carter parecía un modelo de rectitud moral. Se sentó en la plataforma de Billy Graham durante la cruzada de Atlanta de 1973 y dio frecuentes testimonios de su fe. El gobernador declaró ante una convención de metodistas: «Soy agricultor de cacahuetes y soy cristiano. Soy padre y soy cristiano. Soy hombre de negocios y soy cristiano. Soy político y soy cristiano. El factor más importante en mi vida es Jesucristo».

Este lenguaje no era habitual entre los políticos de la época, y atrajo a un amplio sector de evangélicos que apoyaron su candidatura a la Casa Blanca en 1976. Sus propuestas centristas sobre la reforma energética, el medio ambiente, el Canal de Panamá y las conversaciones de paz en Oriente Medio, entre otros temas, reforzaron su prestigio entre una coalición creciente de evangélicos progresistas que habían protestado contra la guerra de Vietnam, trabajado por la justicia racial y votado por George McGovern en 1972. 

Pero la mayoría de los evangélicos estaban simplemente encantados de que un creyente declarado y nacido de nuevo se presentara como candidato a la presidencia. Evangélicos que nunca antes habían votado, lo hicieron por Carter. Evangélicos que nunca habían hecho campaña por un candidato, hicieron campaña por Carter.

Tan pronto como Carter obtuvo la nominación demócrata, las revistas y la prensa evangélicas se deshicieron en elogios hacia él. Dos días después de la clausura de la convención, en Christianity Today aparecieron varios anuncios a toda página en favor de Carter. El primero instaba a los lectores evangélicos a comprar un libro recién publicado titulado The Miracle of Jimmy Carter [El milagro de Jimmy Carter]. 

Otro partidario dibujó un popular póster en el que aparecía Carter con el pelo largo y suelto y vestido con ropajes bíblicos, acompañado de la leyenda «J.C. puede salvar América». El cartel insinuaba que Jimmy Carter era un sustituto político del mismísimo Jesucristo. Carter combinó la retórica populista evangélica con el miedo a «una América perdida», con lo que tuvo un gran efecto entre los evangélicos, que se sentían al margen de la cultura estadounidense. «Soy un forastero y tú también. Me gustaría entablar una relación íntima con la gente de este país», dijo Carter a menudo durante su campaña. «Cuando sea presidente, este país volverá a ser nuestro».

Los evangélicos contribuyeron a una sólida victoria del demócrata sobre Gerald Ford. Fue una campaña que reflejó la naturaleza políticamente bipartidista que caracterizó al evangelicalismo hasta mediados de los años setenta. Sin embargo, que los evangélicos terminaran por movilizarse más a la derecha que a la izquierda no era todavía un hecho inevitable. Las élites seculares dominaban el Partido Republicano y sus oligarcas sentían se poco obligados doblegarse ante los deseos de los conservadores religiosos.

Mayoría moral

La presidencia de Carter no cumplió las promesas de su campaña. Acontecimientos que fueron más allá de su control —sobre todo el estancamiento de la economía, la elevada inflación y las crisis diplomáticas en Afganistán e Irán— limitaron su eficacia en el cargo y sabotearon su campaña para la reelección.

Además, sufrió una hemorragia de apoyo evangélico. Tras haber disfrutado de un amplio apoyo evangélico en 1976 sin haber hecho campaña de forma sistemática, Carter no supo cultivar su electorado religioso más evidente. Los evangélicos notaron que Carter no celebraba servicios religiosos en la Casa Blanca ni nombraba a conservadores religiosos para altos cargos. Sobre todo, les molestaba que Carter pareciera cautivo de un Partido Demócrata que se inclinaba hacia la izquierda cultural, especialmente en lo relativo al aborto. El aborto, que en aquella época se consideraba una cuestión católica, no se convirtió en un tema evangélico dominante sino hasta finales de la década de 1970. Pancartas con la leyenda «Aborta Carter» proliferaron, ya que los evangélicos consideraban insuficiente el enfoque de Carter, quien en lo personal se oponía al aborto, pero también se mostraba a favor del derecho a elegir.

Los errores de Carter en torno al tema del aborto también ofendieron cada vez más a la izquierda política. Al final, se vio atrapado entre dos electorados divergentes en una larga lista de cuestiones: el derecho a orar en la escuela, los impuestos a las escuelas privadas y la Enmienda para la Igualdad de Derechos. Muchos líderes evangélicos retiraron amargamente su apoyo a Carter. Tras la Conferencia de la Casa Blanca sobre la Familia en 1979, Jerry Falwell acusó a Carter de no estar dispuesto a defender a la «familia tradicional», y de ser uno más de los «líderes sin Dios y sin carácter» que estaban dejando a «Estados Unidos depravado, decadente y desmoralizado».

Para Carter, y para una izquierda evangélica más amplia, fue una profunda desgracia haber surgido en una época de endurecimiento de las estructuras de los partidos y de mayor imposición de las ortodoxias culturales. En 1980, gran parte de su electorado evangélico lo abandonó para ir tras Ronald Reagan, un actor de Hollywood divorciado dos veces. Lo irónico de todo era que el propio Carter había contribuido a catalizar esta movilización política al haber despertado a un electorado evangélico adormecido. El evangélico progresista Ron Sider bromeó: «Hicimos un llamado a la acción social y política, [y] conseguimos ocho años de Ronald Reagan».

Un gigante humanitario

Carter dejó la Casa Blanca con la reputación de ser un microgestor bienintencionado pero, en última instancia, ineficaz. Sin embargo, en los últimos años los estudiosos han descrito su impresionante labor en favor de la devolución del Canal de Panamá, los Acuerdos de Camp David, la limitación de las armas nucleares, la Enmienda de Igualdad de Derechos y los derechos humanos en Rodesia, Uganda y muchos países latinoamericanos.

Su carrera pospresidencial ha necesitado muy poca rehabilitación. Carter ha sido un firme defensor de Habitat for Humanity [Hábitat para la Humanidad], que surgió de la Granja Koinonia. El Centro Carter, fundado poco después de dejar el cargo, ha buscado hacer frente a las violaciones de los derechos humanos, erradicar enfermedades y reconciliar a las partes en conflicto en Haití, Guyana, Etiopía, Corea y Serbia. Sus esfuerzos le valieron el Premio Nobel de la Paz en 2002. 

James Laney, expresidente de la Universidad de Emory, que alberga el Centro Carter, dijo: «Jimmy Carter es la única persona de la historia para quien la presidencia fue un trampolín».

Al final, Carter reflejó todas las dimensiones de un movimiento evangélico diverso.  Para quienes están convencidos de que una teología conservadora requiere una política conservadora, el expresidente demostró que los evangélicos a veces adoptan posturas progresistas en materia de derechos civiles, medio ambiente e igualdad de género. A lo largo de su carrera política, Carter también supo cómo establecer límites significativos. Este evangélico progresista pudo haber llegado al cargo más alto de la nación, pero se quedó atrás cuando la reacción violenta de los suyos entorpeció su presidencia y saboteó un posible segundo mandato.

Las tensiones derivadas de tan alta visibilidad política se han resuelto en gran medida. El paso del tiempo, los triunfos humanitarios y el espectro genial de un anciano que reparaba casas a mano y enseñaba en la escuela bíblica dominical en una zona rural de Georgia concedieron a Carter la bendición de una larga despedida a una vida extraordinaria.

David R. Swartz es profesor de Historia en la Universidad de Asbury y autor de Moral Minority: The Evangelical Left in an Age of Conservatism.

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Dios no nos ha prometido un ‘Feliz y Próspero Año Nuevo’

Sabemos que la santidad no siempre conduce a la felicidad. Pero, ¿y si nuestra infelicidad pudiera ser santidad en sí misma?

Christianity Today December 26, 2024
Diana Parkhouse / Unsplash

Para muchos, abrir un calendario nuevo puede ser el momento más emocionante del año. Hacemos una lista de propósitos exageradamente optimistas con la esperanza de que la temporada que tenemos por delante venga acompañada de más salud, éxito y felicidad que la anterior.

Esto puede adquirir un tono claramente espiritual para los cristianos, ya que a menudo empezamos nuevos planes de lectura de la Biblia y devocionales que, en muchos casos, vienen acompañados de la convicción tácita de que llegar a ser más fieles a Dios, en última instancia, nos llenará de más paz y gozo.

Pero, ¿qué sucede cuando (a veces apenas transcurridas un par de semanas de enero) comenzamos a desanimarnos, a sentirnos insatisfechos y desmotivados? ¿Qué sucede cuando empezamos a sentir que ya estamos fracasando en nuestro intento de tener un «Feliz Año Nuevo»?

Conozco bien este sentimiento de decepción. Al igual que la mayoría de las personas, mi vida ha tenido sus altibajos. He sufrido algunas pérdidas: la muerte repentina de mi única hermana, una temporada de infertilidad, y algunos problemas de salud. Todavía siento un profundo dolor por estas experiencias y hay muchos días en los que ando por la vida como si estuviera de luto.

No obstante, dentro de todo, puedo decir que la balanza se ha inclinado hacia la bendición para mí. Hasta el día de hoy, he tenido una buena vida desde cualquier punto de vista razonable y me siento cómoda, segura y tranquila. En el gran esquema de la historia, he disfrutado de una prosperidad y libertad sin precedentes. Técnicamente hablando, tengo todo lo que necesito y mucho de lo que deseo.

Sin embargo, también he conocido una profunda infelicidad. De hecho, a lo largo de los años he notado que se apoderaba de mí un cierto tipo de melancolía, como un lento goteo de descontento y desilusión, casi como si hubiera estado esperando que la vida me dé algo que aún no me ha llegado. En pocas palabras, siento que la vida me ha defraudado de alguna manera.

Entiendo lo desagradable y deprimente que puede sonar esto. He trabajado en ayuda humanitaria y servicios sociales, y he visto las verdaderas privaciones de primera mano. ¿De qué podría quejarse una persona como yo, con todo el amor y las comodidades materiales que he disfrutado? ¿Por qué mi vida tan bendecida no se siente como una bendición? ¿Y por qué mi búsqueda de la santidad no se siente siempre como felicidad?

Creo que si le preguntáramos a la gente de nuestro tiempo por qué practica la religión o la espiritualidad, muchos dirían que es porque les hace sentir mejor. Para muchos, la fe crea una sensación de balance emocional y les trae paz.

Sin embargo, he llegado a creer que este buen sentimiento no puede ser la razón por la que elegimos seguir a Jesús. Estoy de acuerdo en que, a menudo, cosas como la alegría y la valentía son el resultado de tener una profunda relación con Dios. Los estudios confirman que los hábitos religiosos tienen, de hecho, un impacto positivo en la salud mental de una persona. Pero la vida con Dios no siempre garantiza una felicidad perfecta e ininterrumpida.

Todas las iglesias a las que he asistido rechazan el evangelio de la prosperidad. En mi crianza, me enseñaron que no había que temer a la adversidad, que la pobreza y la enfermedad no eran pruebas de mi propio fracaso ni tampoco de la falta de favor por parte de Dios. Jamás creí merecer ninguna clase de opulencia y sabía que Dios seguía siendo bueno aun cuando mis circunstancias no lo eran.

Pero a pesar de mi teología del sufrimiento bien fundamentada, algunos elementos de los valores del evangelio de la prosperidad me resultaban vagamente familiares. Si bien no creía que Dios fuera una máquina expendedora de abundancia material, sí esperaba que Dios me hiciera feliz; es decir, que si lo seguía de forma correcta, Él me bendeciría tanto en lo práctico como en lo espiritual.

Yo sabía que Dios podía decidir no concederme peticiones relacionadas a cosas físicas como la salud y la riqueza, pero inconscientemente suponía que al menos me otorgaría bienes intangibles tales como satisfacción en el trabajo, sentido de valor en el ministerio, una comunión íntima y llena de gozo con Él, además de un sentido de propósito y consuelo en las etapas de sufrimiento. Suponía que si creía en todas las cosas correctas, me sentiría bien.

Pero me he dado cuenta de que esto es, en esencia, un evangelio de la prosperidad emocional, una interpretación sacrosanta de la ideología de la «buena vida» que se ha infiltrado inconscientemente en nuestra teología popular. Sus principios son bien conocidos por muchos de nosotros: descubre la voluntad de Dios para tu vida, acércate a Él y encontrarás satisfacción. Toma decisiones centradas en Él, y entonces la paz será la norma y el dolor una anomalía.

Yo había vivido a la sombra de una ecuación cósmica, en la fórmula de si esto, entonces aquello. Da esto y recibirás aquello; siembra esto y cosecharás aquello. Causa y efecto. Mi capital incluía mi sabiduría teológica, mi buen comportamiento y mis decisiones correctas. Y el rendimiento de mi inversión sería, cuando menos, una alegría profunda y duradera.

Los sentimientos negativos como el dolor y la tristeza, por otro lado, eran marginados en las comunidades religiosas y se afirmaba que no tenían lugar en ellas. Hoy en día, las emociones difíciles muchas veces siguen siendo vistas como opuestas a la santidad: el miedo, la ira o la ansiedad son consideradas como el resultado de una falta de confianza en Dios o de un desprecio por las disciplinas espirituales. En consecuencia, acabamos sintiendo una clara necesidad de probar nuestra santidad al demostrar que somos felices.

No alcanzan las palabras para describir hasta qué punto la corriente del Nuevo Pensamiento (precursora filosófica de El poder del pensamiento positivo) y el evangelio de la prosperidad han dado forma a esta ideología religiosa que está presente en libros cristianos, canciones, sermones, decoración de paredes e incluso púlpitos con frases breves como: Dios me ha bendecido demasiado como para estar estresado; Dios no me dará más de lo que pueda manejar; Todo sucede por una razón; Debería soltarlo todo y dejar que Dios obre; Ora más, preocúpate menos; Cree, no temas.

No es ninguna sorpresa, entonces, que sintamos que hemos fracasado espiritualmente cuando ninguna faceta de nuestra vida nos proporciona sistemáticamente los resultados psicológicos que esperamos. Cuando hemos tomado todas las decisiones correctas y hemos creído todas las cosas correctas, incluso podemos sentir que Dios nos ha defraudado al no otorgarnos su favor y abundancia.

Muchos de nosotros hemos comprimido nuestras vidas en una estrecha comprensión de lo que significa ser bendecidos, plagados de expectativas inalcanzables de felicidad perfecta y satisfacción emocional. Sin embargo, esta búsqueda constante de la felicidad puede ser agotadora. La felicidad puede ser un tirano que exige toda nuestra atención y lealtad. Además, cuando se convierte en un ídolo, puede acabar con nuestras relaciones, nuestros ministerios y nuestras familias, ninguno de los cuales ha sido diseñado para proporcionarnos una satisfacción plena.

La fe no es euforia ni el medio para obtener un fin terapéutico, y Dios tampoco es un mecanismo mediante el cual alcanzamos la autorrealización. La verdadera religión no es un método de trascendencia personal o emocional, ni tampoco es una manta de seguridad ni un bálsamo tranquilizador, y si ponemos nuestra esperanza en estas cosas, siempre nos sentiremos decepcionados.

Aceptar y soportar esta verdad es difícil, pero ha hecho de este mundo un hogar mejor para mí.

Entonces, ¿de qué sirve la presencia de Dios en nuestra vida si no siempre se siente como prosperidad emocional? ¿Por qué decir «sí» a la fe en Jesús?

La fe, tal como la entiendo ahora, es simplemente la respuesta del corazón al reconocer lo que es verdadero. Implica decir sí a lo que sabemos que es correcto, bueno y santo. Nuestra relación con Dios no es transaccional; es decir, no es un intercambio divino de bienes y servicios. El cristianismo es más parecido a una senda o un camino. Es una manera de andar y una forma de ser, y no se limita a un modo de pensar o de sentir. La presencia de Dios es buena porque ilumina este camino y ayuda a que el mundo tenga sentido.

Dios nos llama a cosas difíciles en esta vida. Y hay un propósito en nuestro dolor, pero no en un sentido utilitario, como si el sufrimiento fuera el optimizador espiritual definitivo. La mayoría de nosotros ya estamos familiarizados con la frase «A Dios le preocupa más tu santidad que tu felicidad», pero ¿y si nuestra infelicidad fuera importante en sí misma?

Creo que la infelicidad puede iluminar nuestras vidas porque nos ofrece una sabiduría y una claridad únicas. A veces, la infelicidad es la forma que el corazón tiene de decirnos que algo va mal o que hay que corregirlo. Otras veces, sin embargo, es la forma que Dios usa para recordarnos lo que es verdadero y bueno; es decir, cómo deberían ser las cosas.

Desde que salimos del Edén, la maldición del pecado nos ha separado del propósito original de nuestra creación. Tenemos la noción de la eternidad en el corazón (Eclesiastés 3:11) y, sin embargo, nuestras fuerzas son limitadas, no conocemos todas las respuestas y nuestra carne es mortal. Nuestras almas anhelan lo que debería ser, mientras que nuestros cuerpos viven en la dura realidad de lo que es.

La tristeza forma parte de la condición humana. La intranquilidad y el desasosiego son una reacción apropiada, incluso justa, ante lo que está quebrantado. Si sufres a causa de la decepción, la ansiedad o la frustración, no es porque seas espiritualmente inmaduro, sino porque vivimos en el tiempo después de la Caída. La existencia siempre se sentirá como una frase incompleta; como un hambre que no podrá saciarse completamente sino hasta que Cristo vuelva en gloria e inaugure su nueva creación.

Ya sea por nuestro pecado, nuestra fragilidad o nuestras aspiraciones no realizadas, siempre será difícil, si no imposible, alcanzar la felicidad duradera en esta vida. Ninguna decisión o plan de Año Nuevo puede cambiar eso. Y ya sea que tu dolor se sienta como una roca gigantesca o como una piedra en el zapato, es tan sagrado como cualquier momento de felicidad que puedas experimentar. Incluso puede servir como lamento por la condición herida del mundo.

Amigos, esta es la santidad de nuestra infelicidad.

Desde que tengo uso de razón, he sido una fiel discípula del evangelio de la prosperidad emocional. Había abrazado el mito de que mi vida tenía que sentirse bien, que tenía que ser gratificante y significativa para poder decir que tenía una vida bendecida. Pero me he dado cuenta de que el simple hecho de existir como hija amada de Dios —de poder verlo y seguir viva, de luchar con Él y saber que siempre está conmigo— es en sí mismo el mayor regalo de todos.

Nuestros actos de justicia no son una moneda de cambio para obtener bendiciones, y Dios no es un medio para alcanzar un fin egoísta: Él es el fin en sí mismo. Él es el Camino, y Él nos basta.

Adaptado de Holy Unhappiness por Amanda Held Opelt. (Copyright 2023) Usado y traducido con permiso de Worthy Books, una división de Hachette Book Group, Inc.

Amanda Held Opelt es conferencista, compositora y autora del libro A Hole in the World: Finding Hope in Rituals of Grief and Healing.

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Theology

La Navidad también se trata de la sangre de Cristo

Los doce días de la Navidad tienen un mensaje de martirio, dolor y sacrificio, así como de vida, gozo y salvación.

Baby Jesus and Jesus on the cross in red paper cut out in flowing shapes
Christianity Today December 24, 2024
Ilustración de Mallory Rentsch Tlapek / Fuente de imágenes: WikiMedia Commons / Pexels

No solo hay un día de Navidad. Hay doce. Los doce días de la Navidad se extienden del 25 de diciembre al 5 de enero, es decir, desde el día en que celebramos el nacimiento de Cristo hasta la víspera de la Epifanía, cuando recordamos la visita de los Reyes Magos. Estas dos festividades nos resultan familiares, pero en el transcurso de los días intermedios, el calendario litúrgico celebra eventos y personas menos conocidos que muchas tradiciones cristianas han observado a lo largo de la historia.

Algunas de estas fechas son obviamente apropiadas, como celebrar a la Sagrada Familia. Algunas otras son fiestas que no llaman mucho la atención, como la celebración del apóstol Juan el 27 de diciembre.

No obstante, algunos días nos pueden parecer extraños. El 26 de diciembre es la fiesta de Esteban, el primer mártir lapidado por la fe. El 28 de diciembre es la fiesta de los Santos Inocentes, un día para recordar a los bebés de Belén asesinados por Herodes en su intento de matar a un posible rival al trono. Y el 1 de enero corresponde al octavo día de Navidad, día en que se celebra la circuncisión de Jesús.

Cada uno de estos días conecta la Navidad con el derramamiento de sangre, incluso el último; sin embargo, pocas veces relacionamos esta idea con la celebración. La Navidad es festiva porque es un festival: una gran fiesta en honor del nacimiento del Rey. El Adviento es para la penitencia; la Navidad, para la alegría (Mateo 9:15).

Sin embargo, hay una razón que explica porqué dentro de los doce días de la Navidad tienen lugar estas conmemoraciones tan sangrientas. Son un duro recordatorio del mundo en el que nació Jesús: el mundo que vino a salvar. Incluso cuando nos alegramos, es menos probable que trivialicemos la Natividad de Cristo si recordamos que este niño nació para morir.

«Sin derramamiento de sangre no hay perdón» de pecados, dice Hebreos 9:22 (NVI). La Navidad puede parecer muy lejana del Calvario, pero en realidad es más cercana de lo que pensamos. En el nacimiento de Cristo, la cruz ya está a la vista, ya sea para Dios (desde la eternidad), en las Escrituras (como narración) o para nosotros (que ya conocemos el final de la historia). El Hijo de María nació para derramar su sangre por nosotros. Ya desde el vientre, este niño estaba destinado a llegar a la tumba de José de Arimatea. Las circunstancias de su nacimiento y los santos honrados durante este tiempo dan testimonio de esa solemne verdad.

Te invito a recorrer conmigo estos tres eventos a contrarreloj: la lapidación de Esteban (26 de diciembre), la masacre de los niños de Belén (28 de diciembre) y la circuncisión de Jesús (1 de enero). Digo «a contrarreloj» porque, aunque avanzamos por los días del calendario, estamos invirtiendo el flujo de la narración: de Hechos 7 (después de Pentecostés) a Mateo 2 (después de que Jesús cumpliera dos años) a Lucas 2 (cuando Jesús tenía solo ocho días de nacido). Espero que al final quede clara la razón detrás de esta lógica.

La sangre de los mártires

El día después de Navidad se conmemora al primer mártir cristiano. Puede que su nombre y su historia nos resulten familiares, pero merece la pena recordarlos.

Poco después de Pentecostés, los doce apóstoles se dan cuenta de que no pueden cumplir por sí solos todos los deberes necesarios en la creciente comunidad cristiana. Así que nombran a Esteban y a otros seis hombres para servir a la naciente pero creciente asamblea de fe en Jesús (Hechos 6:1-6).

La joven iglesia ya ha sufrido oposición externa y conflictos internos. Sin embargo, el número de discípulos de Jesús sigue en aumento, ampliando el círculo de la joven iglesia (2:41-47; 4:4; 5:12-16; 6:7). Pedro, Juan y los demás apóstoles han sido detenidos, encarcelados y golpeados (4:3-7; 5:17-42), pero ningún seguidor del Camino se ha visto obligado aún a seguirlo, como hizo Jesús, «hasta el fin» (Juan 13:1). Hasta que llegó Esteban.

Esteban es un gran polemista. Sabio y lleno del Espíritu Santo, se enzarza en disputas públicas con otros líderes y eruditos judíos (Hechos 6:8-10). Enfurecidos por sus discursos, los falsos testigos provocan problemas con rumores y chismes, y el sumo sacerdote le pregunta a Esteban si lo que ellos dicen es cierto (6:11-7:1). Su respuesta es un sermón que resulta ser el último. Cuando termina, la muchedumbre se enfurece. Lo sacan a empellones fuera de la ciudad y lo apedrean hasta matarlo (7:54-60). Un joven llamado Saulo asiente con la cabeza en señal de aprobación tácita (8:1).

Esteban es el primer mártir de Cristo, el protomártir y quien se convertiría en paradigma para todos los que vendrían después de él. ¿Por qué? ¿Y por qué recordarlo en el segundo día de Navidad?

Los creyentes debemos imitar a Esteban porque, en su vida y en su muerte, Esteban imita a Cristo. Proclama con valentía la palabra de Dios. Realiza señales y prodigios (6:8). Su rostro brilla con luz celestial (v. 15). Como Jesús, Esteban confía su alma al Dios de Abraham, Isaac y Jacob (7,32), seguro de que su Dios no es el Dios de los muertos, sino de los vivos (Lucas 20:37-38). Su confianza estaba puesta en el poder de Dios para la salvación (Romanos 1:16), que es solo otra palabra para resurrección (2 Timoteo 1:10).

Por último, al igual que Jesús, Esteban consiente en su propia muerte. No lo desea, pero permite que suceda. No se defiende, sino que pone la otra mejilla (Mateo 5:38-48). Incluso le pide al Señor que perdone este pecado: el linchamiento de un inocente (Hechos 7:60). Tras haber aprendido esta oración de los propios labios de Jesús (Lucas 23:34), Estaban hace otra oración con su último aliento: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hechos 7:59; Lucas 23:46). Como Jesús oraba al Padre, de la misma manera los mártires y discípulos oran a Jesús, quien reina en la gloria a la derecha del Padre.

Un mártir no es solo, como Esteban, un creyente que muere por la fe. Un mártir es un testigo de Cristo. Eso es lo que significa la palabra griega martys, y por eso todos los cristianos comparten el mismo llamado. Al seguir a los apóstoles, que fueron testigos oculares de la Resurrección, todos nosotros seguimos dando testimonio del Señor resucitado de palabra y de obra, en la vida y en la muerte (Hechos 1:8 y 22; 2:32). Por eso Lucas señala la presencia de algunos «testigos» en la lapidación de Esteban (7:58).

Entendido de este modo más amplio, el martirio tiene sentido en Navidad. Celebramos la venida de Cristo no porque nos salva de la muerte, sino porque nos muestra cómo morir y cómo tener verdadera vida en esta vida agonizante. Ha nacido para darnos vida en abundancia, que es la vida eterna (Juan 10:10). Sin embargo, aunque nos aferremos a esta vida aquí y ahora, en nuestros cuerpos mortales, sabemos que no la poseeremos plenamente sino hasta que nos encontremos, como Jesús, más allá de la muerte. «Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él» (Romanos 6:9).

Por eso, cuando recordamos la muerte de Esteban al día siguiente de recordar el nacimiento de Jesús, estamos, en efecto, recordando nuestro bautismo: el día de nuestra muerte y el día de nuestro nacimiento a la vez. «¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte. De modo que, así como Cristo resucitó por el glorioso poder del Padre, también nosotros andemos en una vida nueva» (vv.3-4). En efecto, «quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3:5).

Todo nacimiento está ligado a la muerte; ambos son inseparables. El nacimiento es sangriento, y lo que nace en la carne es mortal. Así pues, el nacimiento de Jesús en Navidad apunta simultáneamente a la muerte que Él murió para darnos la vida, al bautismo que es nuestro segundo nacimiento mediante la unión en su muerte, y al final definitivo de todo el ciclo fallido en su resurrección, ascensión y regreso.

Esteban es la primera de las innumerables semillas de Cristo sembradas en la tierra. En palabras de Tertuliano, nacido aproximadamente un siglo después de la muerte de Pedro y Pablo, «la sangre de los cristianos es semilla». O como la expresión es más comúnmente conocida: «La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia». En la economía de Cristo, la muerte engendra vida, y la Navidad no puede dejar de recordarnos ambas cosas.

La sangre de los inocentes

Si a primera vista es difícil relacionar a Esteban con la Navidad, la matanza de los Santos Inocentes no lo es tanto.

La historia es sencilla: Cuando unos hombres de Oriente le dicen a Herodes lo del niño «nacido rey de los judíos» (Mateo 2:2), Herodes conspira para asesinar a Jesús antes de que pueda convertirse en una amenaza. Enfurecido porque los Magos «se habían burlado de él» para ocultar la ubicación del bebé, Herodes ordena matar a «todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores» (v.16).

Tras la intervención de un ángel, Jesús escapa a Egipto con José y María (vv.13-15), pero el lamento de Raquel por sus hijos clama a Dios sin consuelo (v.18). Solo cuando Herodes muere, la sagrada familia regresa de Egipto y se instala en Nazaret (vv.19-23), la ciudad natal de María (Lucas 1:26-27) y ahora del Mesías (Marcos 6:1; Juan 1:46; Juan 7:40-42).

Al igual que la muerte de Esteban fue un reflejo de la muerte de Jesús, el nacimiento de Jesús fue un reflejo del nacimiento de Israel. Como Moisés, debe ser liberado del infanticidio masivo de un tirano (Éxodo 1:8-2:10). Como José, el hijo de Raquel (Génesis 30:22-24), debe buscar la protección de su propia familia en la tierra extranjera de Egipto (39:1-6). Como todos los hijos de Jacob, debe salir de Egipto y entrar en la tierra de Israel prometida a Abraham (12:7; Oseas 11:1).

Cada paso está plagado de peligros, violencia y derramamiento de sangre, y no se requiere nada menos que la intervención divina para cumplir el plan del Señor para la salvación de su pueblo.

Recordamos, pues, a los santos inocentes porque son el precio común que el mal cobra cuando se enfrenta a los buenos propósitos de Dios. Los recordamos porque un mundo que asesina niños sigue siendo, de algún modo, el mundo que Dios ama, un mundo que no está más allá de la redención, que necesita más que nunca el Evangelio del niño Cristo. Y los recordamos junto con el nacimiento de Cristo porque, al igual que las oraciones y los cantos de los creyentes han honrado su sacrificio a lo largo de los siglos, los santos inocentes anticipan el sacrificio único en la cruz. En palabras de Efrén el Sirio, que componía himnos en el siglo IV:

Los niños fueron inmolados a causa de tu nacimiento, que todo lo revivió.
Pero como el Rey, nuestro Señor, el Señor del reino, fue un [rey] inmolado,
los rehenes asesinados fueron entregados por ese astuto tirano.
Los rangos celestiales recibieron, revestidos de los misterios de su muerte
los rehenes que los seres terrenales ofrecieron. ¡Bendito sea el Rey que los engrandeció!

La sangre de la semilla de Abraham

El octavo día de la Navidad se celebra la circuncisión de Cristo. Para los gentiles es algo extraño; para los modernos, que relegan tales procedimientos a los pasillos estériles de hospitales y profesionales, es aún más extraño.

Dado que gran parte de la historia cristiana está lastrada por prejuicios latentes contra los judíos, es sorprendente que, enterrado en lo más profundo de la memoria de la Iglesia cristiana, nunca hayamos olvidado el significado de este día. Se celebra el octavo día de Navidad porque el pacto de Dios con Abraham ordena la circuncisión de todo varón judío al octavo día de su nacimiento (Génesis 17:12). Esto es precisamente lo que dice el Evangelio de Lucas: «Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido» (2:21).

La circuncisión anticipa el bautismo. Del mismo modo que el bautismo es un nuevo nacimiento a través de la muerte del viejo yo —una entrada mortificante en la familia del pacto con Dios—, la circuncisión hiere la carne en aras de una nueva vida que ahora se vive en alianza con el Señor. Toma la medida simbólica de un hombre, su virilidad y su poder para engendrar vida terrenal, y entra con un corte. No pide permiso. Proclama, a través de la sangre, que este niño pertenece a Dios porque es hijo de Abraham, y se espera que viva como tal todos los días de su vida.

Así se dirige Dios a Abraham: «De esta manera mi pacto quedará como una marca indeleble en la carne de ustedes, como un pacto eterno. Pero el varón incircunciso, al que no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por quebrantar mi pacto» (Génesis 17:13-14).

Jesús es circuncidado porque es hijo de María, y María es hija de Abraham. Jesús es judío, sujeto a la ley judía. Pero Jesús, confesamos, no es solo un judío, sino el Dios de los judíos. Es el Dios judío hecho carne. Es el autor de la Ley. Es el amigo de Moisés. Él es la voz que llamó a Abram de Ur y le hizo promesas extravagantes. Él es la fuente del mandamiento de la circuncisión.

En Jesús, por tanto, el Dios de Abraham se somete a su propia alianza. El Dios que circuncida se circuncida a sí mismo. Como dice Ephrem en otro himno a la Natividad:

He aquí que al octavo día, siendo niño
El Circuncidador de todos, vino a su propia circuncisión. (…)
La señal de Abraham quedó en su carne.

Este es un gran misterio. Es una de las razones por las que la Iglesia no pasa por alto el octavo día de Navidad como un episodio insignificante de la infancia de Jesús, sino que lo honra con una fiesta.

Una razón que va incluso más allá es que se trata de la primera gota de sangre derramada por el Salvador. Del mismo modo que Esteban y los santos inocentes cierran la historia de Jesús con el martirio, en su propia carne Jesús comienza y termina su vida derramando su sangre. Abre con una cuchilla judía, cierra con clavos romanos. Jesús tiene cicatrices desde el principio y, como aprendemos gracias a la experiencia de Tomás, sus cicatrices se curan, pero no se borran tras la Resurrección (Juan 20:19-29).

Pablo nos enseña que la descendencia (o «simiente») de Abraham es singular, no plural, porque las promesas de Dios se cumplen en Jesús, el Mesías de Israel y Salvador de las naciones (Gálatas 3:1-4:7). Este es el Evangelio que se proclama en Navidad, en himnos como «Se oye un canto en alta esfera» [«Hark! the Herald Angels Sing», traducción de la letra en inglés]:

Afable, deja su gloria,
Nacido para que el hombre no muera más;
Nacido para resucitar a los hijos de la tierra;
Nacido para darles un segundo nacimiento.

Mientras cantamos con gozo esta Navidad, no olvidemos el costo de este segundo nacimiento. Si tenemos oídos para oír, la historia de Jesús no nos dejará olvidarlo. Tampoco lo hará el calendario de la Iglesia.

Brad East es profesor asociado de teología en Abilene Christian University. Es autor de cuatro libros, entre ellos The Church: A Guide to the People of God y Letters to a Future Saint.

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Culture

Marcos Witt estaba cansado de ‘las mismas canciones navideñas de siempre’

El querido líder de adoración latinoamericano se propuso llevar el Salmo 96:1 a un género cargado de tradiciones.

Marcos Witt on a red and green background
Christianity Today December 20, 2024
Edición por Christianity Today / Fuente: Cortesía de Marcos Witt, Getty

Para Marcos Witt, escribir música navideña es algo más que capturar el sentimiento de esta época del año o evocar cálidos recuerdos. Se trata de crear música original que glorifique a Dios, incluso durante la temporada navideña, cuando las melodías familiares se repiten una y otra vez, dijo en entrevista para CT el afamado adorador latino. 

«Dice la Palabra: “Cantad al Señor un cántico nuevo”», dijo Witt, citando el Salmo 96:1. «No va más allá de eso».

Witt ha producido algunas de las canciones navideñas contemporáneas más populares de América Latina, ya que sus composiciones se han convertido en símbolos emblemáticos de la colección de villancicos cantados por muchos cristianos de la región. Canciones como «Es Navidad» y «Nada especial» atraen a los evangélicos de habla hispana que buscan alternativas a los villancicos católicos tradicionales como «Mi burrito sabanero» o «Los peces en el río», que hacen énfasis en los santos y la Virgen María.

Incluso el público que no está familiarizado con las canciones de adoración de Witt ahora reconoce sus canciones de Navidad. La música navideña es solo una faceta de la extensa discografía de Witt, pero es un género que ha abierto oportunidades para que este hijo de misioneros alcance a nuevas audiencias.

Witt lanzó su primer álbum navideño, Es Navidad, en 1996. La canción principal de este disco se ha mantenido como una de las tonadas navideñas modernas más populares entre el público de habla hispana, estableciendo a Witt como un ícono musical con un amplio atractivo y una posición única en la industria musical latinoamericana. 

En noviembre de este año lanzó «Nació la Luz», una colaboración inesperada con la destacada actriz y cantante mexicana Thalía. 

A lo largo de los 38 años de carrera de Witt, ha vendido más de 27 millones de copias de sus más de 40 álbumes, y ha ganado seis premios Grammy Latinos y dos premios Billboard. A través de CanZion, su sello discográfico, Witt ha cultivado e impulsado las carreras de artistas latinoamericanos como Danilo Montero, Jaime Murrell y Jesús Adrián Romero. Ahora radicado en Houston, Texas, es considerado uno de los líderes evangélicos más influyentes entre los hispanos en Estados Unidos.

«Hablar de Marcos Witt es hablar de alguien que llevó un género musical al mainstream hispano», dijo a CT Pablo Aguirre, productor musical ecuatoriano y miembro de la Academia Latina de la Grabación.

En la década de 1990, Es Navidad transformó la forma en que las iglesias evangélicas latinoamericanas celebran esta temporada. Los líderes de alabanza adoptaron las canciones del álbum casi de inmediato, usándolas en las presentaciones navideñas de sus iglesias. Antes de que Witt lanzara el álbum, los evangélicos de la región dependían de villancicos católicos que, aunque les resultaban familiares, tenían cada vez menos resonancia entre los jóvenes (y eran asociados con una tradición eclesiástica de la que muchos evangélicos querían distanciarse). 

«A casi tres décadas de su lanzamiento, sigue siendo relevante», dijo a CT Luisa Calle, periodista de Billboard. 

Witt le dijo a CT que fue su productor, Juan Salinas, quien primero le sugirió que hiciera un álbum navideño. Le gustó la idea, pero estaba decidido a no lanzar una colección más de villancicos tradicionales. 

«No tenía ganas de hacer un álbum en el que nos sentáramos y cantáramos las mismas viejas canciones navideñas», dijo Witt.  

Es Navidad contiene algunos arreglos modernos de canciones tradicionales traducidas del inglés, como «Noche de paz» y «Venid fieles todos». Pero fueron dos obras originales las que cimentaron el álbum como un clásico navideño. La primera de ellas, «Es Navidad», es una canción de celebración y de fe con un arreglo festivo de inspiración tropical. 

¡Es Navidad! La Tierra celebra.
El rico y el pobre compartirán
la dicha y el gozo que en aquel día
Cristo Jesús nos vino a dar.

—«Es Navidad», Marcos Witt

«Es Navidad» es una de las pocas canciones suyas que han logrado romper lo que Witt llama «la barrera del mundo evangélico». A lo largo del mes de diciembre, es habitual escuchar la canción a través de los altavoces de los centros comerciales y en estaciones de radio seculares de toda América Latina. 

Otra melodía original del álbum, «Nada especial», ha seguido siendo popular entre el público de habla hispana. Al estilo de un bolero (que recuerda a los éxitos del cantante Luis Miguel), la letra reflexiona sobre el humilde reconocimiento de no tener ningún regalo digno del niño Rey:  

Quisiera haber sido un mago
para poderte traer mi mejor regalo,
y ponerlo delante de tus pies.

—«Nada especial», Marcos Witt

Tras el éxito de Sana nuestra tierra de 2001, que le valió su primer Grammy Latino, Witt lanzó otro álbum navideño, Tiempo de Navidad. El ambicioso proyecto fue grabado en los estudios Abbey Road (donde los Beatles grabaron su undécimo álbum de estudio, del mismo nombre) en Londres, e incluye los más altos estándares navideños, interpretados con maestría por la Orquesta Filarmónica de Londres. Además de versiones de canciones como «Blanca Navidad» y «¿Qué Niño es este?», Witt incluyó un nuevo arreglo de «Nada Especial».

Witt lanzó el álbum junto con Sony Music y su propio sello discográfico, CanZion. La dimensión y calidad de esta producción fueron evidencia de la creciente popularidad de Witt y de su amplio atractivo entre el público de habla hispana. Witt aprovechó el impulso de los premios Grammy e incursionó en el mercado de la música de habla inglesa, lanzando simultáneamente una versión en inglés de este nuevo álbum, titulado Christmas Time

Más de una década después, hacer nueva música de navidad sigue siendo importante para Witt. En 2020, lanzó el EP Navidad es Jesús, que reúne a una variedad multinacional de artistas, entre ellos el cantante español Kike Pavón, el dúo mexicano Majo y Dan, la banda mexicana Rojo y el cantante y compositor guatemalteco Lowsan Melgar. En 2022, Witt publicó otro EP con su hija Elena Witt-Guerra que contiene dos himnos tradicionales, «Noche de Paz» y «Santa la Noche». 

El EP navideño de Witt de 2020 ilustra su posición única en la industria como intérprete, así como la influencia de sus colaboraciones. Es un artista con un gran atractivo que puede trabajar con músicos de todos los géneros y fronteras geográficas, permaneciendo firmemente arraigado en la industria cristiana. Witt dijo que su éxito también le abrió las puertas para convertirse en una figura pastoral dentro de la industria, incluso más allá del nicho cristiano.

«A lo largo de los años, he tenido el privilegio de poder orar con muchos [artistas], apoyándolos en tiempos de crisis, en tiempos de dolor», dijo Witt. 

Aun cuando en varias ocasiones sus asociaciones con artistas seculares ha generado críticas, Witt ha seguido sirviendo de puente entre el ámbito cristiano y los músicos interesados ​​en hacer música que refleje su fe. 

«Al unir fuerzas con figuras del mundo secular, Marcos no solo logra dar una mayor visibilidad a la música cristiana, sino que también contribuye a cambiar la percepción de que este tipo de música se limita a un círculo cerrado», dijo a CT el productor del Grammy Latino, Pablo Aguirre.

En octubre, Witt publicó una entrevista con la actriz y cantante mexicana Thalía, una de las artistas de pop latino con mayores ventas de todos los tiempos y un rostro reconocible en el mundo de las telenovelas. 

Durante la entrevista, Thalía habló abiertamente sobre su fe cristiana, algo que se había rehusado a hacer en el pasado. En la entrevista, relató que asiste a la iglesia cristiana que dirige su hermana, que creció en una familia en la que se hablaba de Dios, y que tuvo un encuentro personal con Jesús cuando era joven. 

«Yo sabía que ella era seguidora de Jesús, pero también sabía que era una seguidora de Jesús a la secreta, y se lo mantenía muy calladito», dijo Witt. 

Thalía, que nunca había hablado públicamente sobre su fe, le envió un mensaje a Witt en Instagram a principios de este año sobre una posible colaboración, y él respondió diciéndole que estaba dispuesto a ayudarla a hacer su primer sencillo cristiano. 

La incursión de Thalía en la esfera de la música cristiana llega en un momento en que otros artistas latinoamericanos seculares de larga data como Daddy Yankee o Farruko están haciendo de su fe una parte más visible de sus vidas. Como CT reportó recientemente, una tendencia similar ocurre en Brasil, donde estrellas del pop como Ana Castela o Wesley Safadão están cortejando al público de la industria musical cristiana.

Witt dijo que considera un honor que un artista secular le pida ayuda para comenzar a cantar acerca de su fe. Aunque no considera que se trate de un nuevo llamado en su ministerio, compartió que siempre está dispuesto a ayudar. «Cuando surge la oportunidad, respondo: “Heme aquí. Envíame a mí”», dijo.

Como era de esperarse, no han faltado las críticas con respecto a esta colaboración. Unos días después del lanzamiento de la canción, varios youtubers publicaron videos criticando a Witt por grabar con Thalía, quien en varias ocasiones ha expresado su apoyo a la comunidad LGBTQ.

«Ah, bueno, me han criticado de maneras peores», comentó Witt sobre la reacción. «No tengo que rendir cuentas ante mis seguidores en Instagram o TikTok. Voy a tener que rendir cuentas ante el Señor».

Después de 38 años de experiencia en la industria musical, Witt parece no preocuparse por quienes dicen que está demasiado familiarizado con el mundo secular. Producir música navideña le ha brindado oportunidades orgánicas para hacer crecer su audiencia, así como relaciones con otros artistas más allá de las fronteras de los estilos musicales y del mercado. 

La temporada sumerge a los oyentes religiosos y no religiosos en la música que celebra el nacimiento de Cristo, y durante casi 30 años, Witt ha seguido produciendo canciones nuevas, con la esperanza de ofrecer algo más que entretenimiento navideño.

Hernán Restrepo es un periodista colombiano que vive en Bogotá. Desde 2021, administra las cuentas de redes sociales de Christianity Today en español.

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En Venezuela, ¿la Navidad empieza cuando lo dice el presidente?

Desde hace dos meses, Caracas está decorada con árboles y luces. Algunas iglesias miran la iniciativa con recelo.

A child plays in front of a Merry Christmas sign as part of the Christmas celebrations in Venezuela

A child plays in front of a Merry Christmas sign in Venezuela.

Christianity Today December 17, 2024
Jesus Vargas / Stringer / Getty

En Venezuela, un vendedor de flores anuncia el inicio de la temporada navideña. Según la leyenda, Antonio Pacheco viajó durante años desde Galipán, un pueblo en las montañas del norte, hasta Caracas, con flores para vender cada diciembre. Cuando llegaba a la Plaza Bolívar el primero de mes, su aparición marcaba la llegada de la Navidad. 

Sin embargo, este año, cuando Pacheco llegó por medio de una representación teatral, se encontró con una temporada navideña en pleno apogeo, un gran árbol de Navidad en el centro de la plaza, luces en todos los edificios importantes y un cartel iluminado que le deseaba una Feliz Navidad a los transeúntes. De hecho, algunas de las decoraciones ya habían comenzado a desvanecerse, ya que habían sido colocadas dos meses antes. Según el calendario oficial del Estado, la Navidad dio inicio el 1 de octubre. 

Según la tradición local, las fiestas navideñas comienzan con la Fiesta Católica de la Inmaculada Concepción de la Virgen María el 7 de diciembre y terminan con la Epifanía el 6 de enero. No obstante, en los últimos años, estas fechas se han vuelto maleables. 

En 2020, el presidente Nicolás Maduro anunció que la Navidad comenzaría el 15 de octubre. Al año siguiente, mientras el país se recuperaba de la pandemia de COVID-19 y los sucesivos confinamientos, ordenó que la temporada festiva comenzara el 4 de octubre. El año pasado, le dijo a sus seguidores de TikTok: «Feliz Navidad a partir del 1 de noviembre. ¡El Niño Jesús ya viene!».

Para la declaración de octubre de este año, que se produjo pocas semanas después de las controvertidas elecciones presidenciales, el equipo de comunicaciones del presidente publicó un comercial de televisión que mostraba niños y ancianos venezolanos sonrientes. Reporteros del canal de televisión estatal Telesur salieron a las calles para mostrar imágenes de ciudadanos disfrutando de las luces navideñas.

Maduro ordenó que el gobierno instalara adornos navideños en oficinas públicas y parques. El gobierno colocó decoración decembrina y luces en lugares especiales como la Plaza Bolívar y la Plaza Los Símbolos. El Parque Nacional Waraira Repano iluminó su icónica cruz. (Este año, los medios de oposición informaron que el gobierno había impuesto multas a las empresas que se negaron a colocar adornos navideños antes de tiempo).

Como en años anteriores, el gobierno, a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), incrementó la cantidad de alimentos que entrega en los barrios más pobres, priorizando zonas con densa población chavista, o aquellas ideológicamente alineadas con el socialismo de Hugo Chávez, quien gobernó Venezuela entre 1999 y 2013. 

Este año, el Ministerio de Educación de Venezuela también emitió un comunicado de prensa donde señalaba que, a partir del 1 de octubre, las escuelas debían ofrecer «actividades pedagógicas, artísticas y culturales que reflejen las raíces, costumbres y tradiciones ancestrales» de la Navidad en Venezuela.

A pesar de las proclamaciones del gobierno, todo parece indicar que el calendario de la iglesia no ha cambiado.

«La forma y el momento de la celebración [de la Navidad] son responsabilidad de la autoridad eclesiástica», declaró la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) poco después del anuncio navideño gubernamental. «Esta festividad no debe utilizarse con fines propagandísticos o políticos particulares».

Varios pastores evangélicos contactados por CT prefirieron no comentar sobre el adelanto de los festejos navideños, debido a la tensión política que vive el país. Pero las redes sociales de algunas de las iglesias más grandes de Venezuela, como la Iglesia Maranatha, Asambleas de Dios o la Iglesia Pentecostal Unida, no mostraron publicaciones sobre Navidad durante los meses de octubre y noviembre. (De hecho, en octubre, como se puede ver en sus publicaciones de redes sociales, muchas congregaciones de todas las denominaciones observaron el Mes de la Biblia). 

No fue sino hasta el 1 de diciembre que la mayoría de las iglesias, tanto evangélicas como católicas, comenzaron a promover cantatas, servicios de culto relacionados con el tema y celebraciones de Adviento, y también comenzaron a cantar villancicos los domingos por la mañana. 

«Declarar la Navidad de manera extemporánea es convertirla en una fiesta de despilfarro y gasto», dijo a CT el cardenal Baltazar Porras, exarzobispo de Caracas, cuya renuncia fue aceptada por el Papa Francisco apenas un mes antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio. 

«Curiosamente lo que se promueve no tiene que ver con la identidad venezolana sino con arbolitos, nieve, renos y figuras ajenas a nuestra cultura que intentan hacernos creer que estamos felices y contentos porque aquí vivimos muy bien, olvidándonos de los presos, la tortura y la falta de libertad».

Otros venezolanos que se han enfrentado a Maduro comparten este escepticismo. 

«Esta medida busca asociar la imagen de Maduro con el bienestar y la alegría en un intento de monopolizar el sentimiento popular», dijo Miguel Ángel Martín, expresidente del Tribunal Supremo de Venezuela a CT, actualmente exiliado en Estados Unidos. 

Aunque Maduro declaró su victoria en las elecciones del 28 de julio, la oposición lo acusó de fraude electoral, una afirmación compartida por observadores extranjeros y por los Estados Unidos. Desde entonces, el gobierno ha arrestado a al menos 1300 personas que protestaron por los resultados. La oposición también ha culpado a las fuerzas de seguridad del Estado de causar la muerte de al menos 21 manifestantes. 

Al malestar político se han sumado los problemas sociales y económicos. Según una encuesta de la Universidad Católica Andrés Bello, el 50,5 % de la población de Venezuela vive en pobreza extrema, a pesar de ser el hogar de las mayores reservas de petróleo en el mundo. Las crisis persistentes han desencadenado una intensa ola de migración. Las Naciones Unidas estiman que actualmente 7.7 millones de venezolanos viven en el exterior. (La población del país es 29.4 millones).

«La intención de forzar un ambiente navideño busca vaciar de contenido el significado que la iglesia le da a esta celebración e intenta sustituirlo, presentándolo como un paliativo superficial ante el descontento social», afirmó Teresa Flores, directora del Observatorio de Libertad Religiosa para América Latina, con sede en Lima, Perú.

No obstante, Ender Urribarrí, pastor de la iglesia Encuentro con Dios en la Colonia Tovar, un pueblo ubicado 60 kilómetros al este de Caracas, ve la medida como una oportunidad extendida para compartir el Evangelio.

«Ojalá no fueran solo tres meses que se celebra la Navidad», dijo a CT, «sino todo el año».

Hernán Restrepo es un periodista colombiano que vive en Bogotá. Desde 2021, administra las cuentas de redes sociales de Christianity Today en español.

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