La bendición oculta de la infertilidad

Nuestra incapacidad para tener hijos se convirtió en capacidad para hacer mucho más.

Christianity Today July 31, 2021

Esta es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en julio de 2014.

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hay cierta narrativa que domina la mayoría de las historias sobre la infertilidad. Comúnmente, vienen acompañadas de un sentido de angustia y pérdida abrumadoras, sin importar cual haya sido el resultado, de tal forma que contrastan tan drásticamente con mi propia experiencia que algunas veces tengo que recordarme a mí misma que yo también tengo una historia de infertilidad.

Ese término, estéril, puede ser el término apropiado médica y técnicamente, pero no es la palabra que yo usaría para describir mi vida. Una amiga me preguntó recientemente cuál sería mi consejo para alguien que luchaba con la esterilidad. «No estoy segura», le dije, «porque yo realmente no lucho con ello en lo más mínimo».

Aun cuando Dios no ha satisfecho el deseo que he tenido por muchos años de poder tener hijos, él ha llenado mi vida con tantos otros dones, que mi mayor lucha ha sido ser una administradora fiel de tanta abundancia.

Yo tenía 26 años cuando mi esposo y yo nos deshicimos de los métodos anticonceptivos.

Pero los hijos no vinieron.

Cuando me diagnosticaron endometriosis (la causa probable de mi incapacidad para concebir), me hicieron una cirugía correctiva. Mi doctor nos dijo que quedaría embarazada en los seis meses posteriores.

Pero aún así, los hijos no vinieron.

Mi esposo y yo decidimos que otros procedimientos para intentar concebir estaban fuera de consideración. Aunque somos Bautistas, nosotros creemos en los principios establecidos en el Donum Vitae («El regalo de la vida») de la Iglesia Católica, el cual hace distinción entre las intervenciones médicas que ayudan a la unión marital para lograr el embarazo de aquellas intervenciones que sustituyen el acto marital de la procreación. Nosotros estamos de acuerdo con la distinción hecha por algunos especialistas en ética y teólogos cristianos entre la procreación y la reproducción: mientras que la reproducción se puede lograr en una variedad de maneras, la procreación ocurre dentro del misterio de dos cuerpos que se convierten en una sola carne para producir otro cuerpo.

Éstas eran nuestras convicciones. Al apegarme a ellas, yo estaba lista para hacerle frente a las pérdidas que nuestra decisión conllevaría. Nunca me imaginé las ganancias que vendrían.

Gané quedar libre de la tiranía de las tecnologías reproductivas que hubieran transformado nuestro lecho marital en un sitio de fabricación; que hubieran convertido mi cuerpo en un depósito para agujas, hormonas artificiales y medicamentos; y que hubieran reducido el tiempo a una interminable serie de ciclos de 28 días.

Un amigo que ha servido como pastor durante muchos años, ha visto muchas parejas con problemas de fertilidad «que demandan el éxito. Cuando no lo alcanzan, se desesperan más sobre el fracaso del procedimiento que por la ausencia del hijo». Tales fracasos del esfuerzo humano y de la tecnología, él dice, «pueden, y a menudo causan, incluso mayor sufrimiento». Nuestra decisión nos liberó de ese sufrimiento potencial.

Si alguna vez me sentí inclinada a lamentarme por no tener hijos, Dios nunca me dio tiempo para hacerlo.

Pero aún más importante, mis ojos, puestos en una dirección distinta, quedaron libres para ver las cosas que Dios estaba trayendo a mi vida. Si alguna vez me sentí inclinada a lamentarme por no tener hijos, Dios nunca me dio tiempo para hacerlo. En respuesta a cada ferviente súplica privada que he hecho ante Dios, su respuesta ha sido una serie de puertas abriéndose de golpe: una oportunidad para las misiones, una nueva asignación para escribir algo, un contrato repentino de un libro, un trabajo inesperado, una promoción no buscada, la oportunidad de cuidar a mis padres en su vejez, un estudiante que necesitaba ayuda adicional, alguien diciéndome que soy su «madre verdadera», o alguien aceptando en su corazón mi consejo maternal.

Nunca perdí mi deseo de tener hijos, nunca dejé de guardar nombres preferidos en mi corazón —por si acaso. Pero, gracias a Dios, hace mucho tiempo perdí todo deseo de tener cualquier cosa que no me hubiera sido dada claramente por la mano de Dios, o cualquier cosa que no fuera una dádiva buena y perfecta proveniente de lo alto (Santiago 1:17, NVI).

La Biblia está repleta de historias de personas que decidieron encargarse de cómo lograr procrear, en lugar de confiar en Dios y en su tiempo propicio. Las consecuencias fueron devastadoras.

Hoy, según los Centros para el Control de Enfermedades de EE. UU., el 6 por ciento de las mujeres casadas, entre los 15 y 44 años de edad, son estériles. Si nuestras historias de infertilidad van a ser transformadas en narrativas de esperanza y sanidad, la Iglesia debe enseñar a mujeres y hombres cómo ver y responder a la infertilidad (o a la soltería, la discapacidad o cualquier otra manera de vivir que no se alinea con las expectativas típicas de la sociedad) dentro de la realidad más amplia del evangelio.

Por supuesto que no todo el dolor de la infertilidad puede ser eliminado. Pero mucho de este dolor es perpetuado por una cultura —incluyendo la cultura de la iglesia— que no enfatiza lo suficiente el florecimiento que viene con la aceptación de nuestros límites, en lugar de insistir inútilmente en superarlos.

Al decidir aceptar la vida y los límites que Dios me ha dado, mi vida ha llegado a ser enriquecedoramente fértil.

Karen Swallow Prior es profesora de inglés en Liberty University y es la autora de Booked y Fierce Convictions

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Una docena de mujeres víctimas de violación denuncian a la Universidad Liberty por sus políticas sobre el abuso

La universidad está analizando acusaciones «profundamente preocupantes» de víctimas que afirman que sus procedimientos estaban «permitiendo violaciones dentro del campus».

Christianity Today July 29, 2021
Amanda Andrade-Rhoades / AFP

Una nueva demanda contra la Universidad Liberty afirma que la escuela cristiana evangélica, con base en Lynchburg, Virginia, «ha creado intencionalmente un ambiente en el campus» que hace que sea más fácil que ocurran ataques sexuales y violaciones.

La demanda señala directamente que el código de conducta del estudiante de Liberty, conocido como el «Liberty Way», se ha utilizado «como arma», y asegura que hace «difícil o imposible» que los estudiantes denuncien casos de violencia sexual. También asegura que dicha violencia, particularmente de parte de estudiantes masculinos atletas, se excusaba, mientras que las mujeres que informaban de ello se enfrentaban a represalias.

En una declaración escrita, la Universidad Liberty ha dicho que está investigando las acusaciones, acerca de las cuales ha dicho que serían «profundamente preocupantes, si resultan ser ciertas».

La demanda, presentada por doce mujeres que han preferido permanecer en el anonimato, fue entregada el martes 13 de julio en la Corte del Distrito Este de Nueva York y se informó de ello por primera vez en el noticiario de ABC 13 de Lynchburg [enlaces en inglés]. Se ha informado que el grupo de mujeres incluye a exempleadas de Liberty, estudiantes, y a una joven que asistió a un campamento de verano en el campus de la escuela como menor de edad.

Liberty estaba al tanto de que sus «políticas y procedimientos, tanto por escrito como en su implementación, estaban facilitando las violaciones en el campus», según la demanda.

Según algunas de las mujeres, todas identificadas como «Jane Doe» en la demanda para fines de anonimato, se les instó a no denunciar que habían sido violadas, porque de hacerlo, serían disciplinadas por la Universidad por haber violado el «Liberty Way», de acuerdo con la demanda.

Algunas mujeres que informaron de los ataques recibidos a la policía del campus supuestamente fueron sometidas a investigaciones que asumían que habían tenido sexo consensual a menos que pudieran probar lo contrario, dice la demanda.

Algunas, supuestamente, fueron multadas o penalizadas según el código de conducta, acerca del cual la demanda asegura que ha desanimado a otras víctimas a levantar la voz.

De acuerdo con la demanda: «El “Liberty Way” y el hecho de que haya sido usado como una amenaza, así como el bien documentado patrón de discriminación de la Universidad contra las víctimas y a favor de los agresores masculinos, creó una atmósfera en el campus que estaba impregnada de intimidación discriminatoria, ridiculización e insultos que llegaron a ser lo suficientemente severos como para alterar incluso el ambiente educativo y crear un entorno sexualmente hostil» para las demandantes.

El «Liberty Way» incluye normas para la vestimenta de los estudiantes y para lo que está permitido hacer en el tiempo libre, y no permite «relaciones sexuales fuera del matrimonio ordenado bíblicamente entre una persona nacida varón y una persona nacida mujer». Las medidas disciplinarias por violar el código de conducta incluyen puntos, multas, servicio comunitario y expulsión.

El código también prohíbe el acoso sexual, la discriminación y las agresiones.

En su declaración, Liberty señaló que el código de conducta incluye «políticas de amnistía» para animar a las víctimas a reportar cualquier agresión o discriminación sin temor a ser disciplinadas por su implicación en actividades tales como beber alcohol o sexo extramarital.

«Sería desgarrador que esos esfuerzos tuvieran el resultado que asegura esta demanda», dice la declaración.

«Indagaremos inmediatamente en cada una de estas afirmaciones para determinar qué se tiene que hacer para corregirlo, si resulta ser cierto. Debido a que las afirmaciones se han hecho de manera anónima y se retrotraen a hace muchos años (en uno de los casos a hace dos décadas), llevará algún tiempo averiguarlo».

Los doce supuestos casos incluyen tocamientos no consentidos, acoso de parte de un compañero de trabajo y violaciones tanto de conocidos como de desconocidos. Una estudiante afirma que fue amenazada con la expulsión si no se casaba con su novio después de quedar embarazada.

En uno de los casos incluidos en la demanda, una mujer identificada como «Jane Doe 12», quien había asistido a un campamento de debate en la Universidad Liberty en el verano de 2000, cuando tenía 15 años, dijo que un hombre la atrapó en uno de los dormitorios femeninos y la condujo a las duchas; después la arrojó a un asiento del atrio y la atrapó de nuevo. Ella consiguió zafarse empujándolo con los pies mientras él le manoseaba las piernas y los pechos, y después lo mordió mientras él intentaba estrangularla, según la demanda.

Cuando esta mujer anónima llamó al departamento de policía de la Universidad de Liberty, supuestamente fue obligada a ir a la comisaría en el mismo coche que su atacante, y fue acusada de inventarse la agresión y se le dijo que si no retiraba la demanda sería acusada criminalmente por haber presentado una denuncia falsa.

Asegura que la mantuvieron durante ocho horas sin comida ni bebida, y no contactaron ni a su madre ni a un psiquiatra infantil. También afirma que fue fotografiada desnuda por una entrenadora en debate, y se le requirió que se lavara las manos, destruyendo cualquier evidencia de ADN que pudiera haberse quedado bajo sus uñas durante la pelea.

Ella dijo que su asaltante resultó ser Jesse Matthew, quien fue condenado más tarde por asesinar a dos mujeres estudiantes de la Universidad Virginia Tech y de la Universidad de Virginia, según la demanda.

A las mujeres las representa el abogado John Larkin de Gawthrop Greenwood, PC, cuyas oficinas se encuentran en West Chester, Pennsylvania, y en Wilmington, Delaware.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel

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Liderar en oración

Max Lucado habla acerca de cómo las buenas oraciones sacuden los cielos y dan forma a la comunidad.

Christianity Today July 29, 2021
Courtesy of Max Lucado

Cuando eres Max Lucado, todo el mundo te pide que ores. En la iglesia. En las fiestas. En los eventos deportivos, los cumpleaños, las reuniones y las inauguraciones. Si lideras una iglesia, sabes cómo se siente. La mayoría de la gente piensa que la oración es un acto solitario, pero para ti es mucho más que eso. Implica ponerse delante de los demás y dirigirse a Dios a nombre de ellos. Significa dar voz a las necesidades y deseos de toda una comunidad. En su último libro, Antes del amén (HarperCollins), Lucado comparte lo que piensa sobre «el poder de una oración sencilla». Queremos saber lo que él ha aprendido acerca de orar en público y liderar a otros en oración.

¿Qué es lo que hace que una oración sea buena?

Una oración no es más que una conversación honesta con Dios. Una buena oración crea la sensación de comunión entre aquel que ora y Aquel que escucha. En nuestro corazón, todos tenemos miedo de quedarnos solos. Desde los mismísimos Adán y Eva escondidos en un arbusto, todos hemos batallado con esta sensación de distancia entre nosotros y Dios. Así que una buena oración restablece la sensación de comunión con Dios. Sabemos que no estamos solos.

En su último libro, usted confiesa ser «débil en la oración». ¿Cómo puede reconocer sus faltas en esta área sin perder la credibilidad a los ojos de la gente a la que lidera?

A menudo la gente da por hecho que todos los líderes de iglesia tienen unas vidas de oración realmente sólidas. Así que siempre es alentador cuando estos reconocen sus luchas en esta área. Y yo en verdad que lucho con ello.

Algunos días estoy muy ocupado. Hoy mismo estoy en uno de esos días. Llegué a casa esta mañana de un viaje que se retrasó. Entonces recordé que mi hija estaba utilizando mi carro, y tuve que buscar a alguien que pudiera traerme a la oficina. El día empezó complicado. Me encantaría poder decir que me levanto temprano cada mañana y tengo un largo y sólido tiempo de oración. Pero no siempre lo hago. Y los días en que no lo hago, no pasa nada.

Pero es un acto de equilibrio. Aunque admito que soy débil en la oración, también digo que me estoy recuperando. Estoy haciendo progresos. Los líderes podemos comunicar que batallamos en ciertas áreas de nuestra vida, pero también que estamos trabajando en ellas. No queremos agobiar a la iglesia con nuestros fracasos. Lo que es saludable para una iglesia, para un grupo, es que el líder diga: «Sí, también estoy luchando con esto. Y esto es lo que he aprendido».

¿Cómo ora públicamente de tal forma que sea de ayuda para los que le escuchan? ¿La oración en público cambia la manera en la que ora?

Sí que lo hace. Orar en beneficio de otros es un gran privilegio que tenemos como pastores. Es un honor ponerse delante de ellos en el nombre de Dios, y pedirle que bendiga, anime y fortalezca a estas personas. Cuando lleguemos al cielo, puede que nos encontremos con que esta fue la mejor parte de todo lo que hicimos.

Esto también nos da la oportunidad de ser un modelo de oración sincera. Jesús fue muy duro con los líderes religiosos que hacían un teatro de sus oraciones. Tenemos la oportunidad de dar forma a una oración honesta y que venga del corazón. Que el Señor nos libre de usar esas oportunidades para orar en público como un tiempo para exhibir nuestra espiritualidad. Cada fin de semana digo: «Señor, perdona a este que va a hablar. Sus pecados son muchos». Lo hago de corazón. Y a lo largo de los años la gente ha dicho: «El hecho de que usted esté dispuesto a reconocer esto antes de predicar hace que tenga más ganas de escucharlo».

Todos pasamos por momentos en los que no nos sentimos muy espirituales, o nos sentimos abiertamente desanimados. ¿Cuál es el modo correcto de orar por otras personas cuando uno está en ese lugar?

Me convertí en cristiano cuando estaba en la universidad, y comencé a asistir a la iglesia. Me sorprendió cuando el ministro comenzó un día el sermón orando: «Señor, no me siento muy religioso hoy. Ha sido una semana dura. Pero si puedes usarme para animar a esta iglesia, realmente lo apreciaría». Significó mucho para mí, como joven, escuchar aquello. No sabía que estaba permitido.

Ningún predicador se siente fuerte y justo cada domingo. Este pastor se ganó mi cariño al reconocerlo. Y creo que era el modo apropiado de manejar sus emociones. Lo he hecho unas cuantas veces a lo largo de los años.

Si he de ser sincero, me encanta predicar. Así que cuando me pongo de pie para hacerlo, normalmente me siento bastante entusiasmado, porque de todo lo que conlleva el liderazgo de una iglesia esa es la parte que más me gusta. Pero ha habido ocasiones en las que he dicho: «Señor, tienes que ayudarme hoy, por alguna razón no siento que mi motor esté funcionando correctamente».

¿Hay errores comunes que usted ve que los pastores cometen en la oración pública?

Siempre es un error tratar de impresionar a la gente con tu conocimiento o tu elocuencia en la oración. Sencillamente, no veo que nunca sea el momento de usar la oración para autopromocionarse. Y la gente es muy sensible para detectar la hipocresía de un líder de iglesia. Es como si lo olieran. Realmente desacredita a un ministro, o una ministra, cuando utiliza la oración, de entre todas las cosas, para lucir su espiritualidad.

Lo que podemos hacer es ser modelos de la seriedad y la constancia de la oración, y de su genuina importancia. Cuando la oración es honesta y genuina, vale más de cien sermones sobre la oración. La oración no necesita ser larga, pero sí necesita ser sincera.

¿Puede tener la oración una función similar a la predicación? ¿No solo para comunicarse con Dios, sino también para exponer algo sobre él?

Muchos de los salmos declaran las características de Dios. Declaran su santidad, su fidelidad, y relatan cómo sacó de la cautividad a los hijos de Israel. Así que sí, hay lugar para eso en la oración.

Tenemos un líder en nuestra iglesia que, cuando ora, a menudo reafirma las características de Dios. Al principio me opuse en cierta medida: ¿Por qué está diciendo: «Dios, tú eres fiel. Dios, tú eres bueno. Dios, tú eres amable»? ¡Que comience con las peticiones!. Pero ahora creo que él está haciendo algo muy valioso. Necesitamos que se nos recuerden las características de Dios. «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre», nos enseñó a orar Jesús. Lo que estamos haciendo ahí es declararlo. Nuestra oración no va a hacer a Dios más sagrado ni más santo. Solamente lo declaramos para nuestro corazón, y creo que lo hacemos en la presencia del diablo. El diablo necesita saber que creemos que Dios es santo, y que nosotros estamos de parte de Dios. Así que creo que hay un tiempo de declarar los atributos de Dios en oración.

Todos hemos sido parte de un servicio en el que la oración parece estimular a la gente y unirla. ¿Qué papel juega la oración en la formación de la comunidad de la iglesia?

Hemos visto esta dinámica en nuestra propia congregación. Experimentar el gozo de la oración respondida es una forma maravillosa en que la iglesia se une. Hemos visto el poder de la oración al ir hacia una iniciativa importante.

Ahora mismo estamos tratando de discernir si es el momento para que hagamos algunas mejoras importantes en la iglesia. Los ancianos ya han pasado cuarenta días en oración, y ahora estamos recogiendo datos de lo que va a costar. Llevaremos eso a la iglesia y les diremos que ahora ellos oren durante cuarenta días. Después nos juntaremos y tomaremos una decisión. Presentar las iniciativas importantes en oración es esencial. Cuando la iglesia ora acerca de estas decisiones, eso enseña a los individuos a orar también por sus decisiones personales.

Supongo que, en la mayoría de los contextos, cuando es necesario orar públicamente, la gente le pide a usted que lo haga. Eso es un privilegio. ¿Es también una molestia?

Realmente es un privilegio. Ocurrió hace justo un par de semanas en la inauguración de una casa de nuestro vecindario. Fui más que nada como un vecino. Pero el propietario de la casa nos juntó a todos y dijo: «Eh, gracias por venir a ver nuestra nueva casa. Estamos felices de estar aquí. Y, oigan, aquí está Max. Max, ¿podrías orar por nosotros?». Lo vi como una clara oportunidad.

Los ministros necesitamos sentirnos agradecidos por esas oportunidades. Deberíamos estar agradecidos de que cualquiera nos invite a orar. No te puedes resentir por eso. Incluso en nuestra sociedad, cada vez más secularizada, la gente quiere orar. Quieren hablar con Dios. Tienen algo dentro de ellos que desea conectarse con su creador, sea como sea que lo definan. Así que para nosotros es un gran privilegio como ministros ser llamados a orar y liderar de forma genuina a la gente hacia la presencia de Dios. Aprovechemos cada oportunidad que se nos presente.

Hubo una época en la que iba al hospital y me sentía incómodo preguntándole a un desconocido: «¿Le gustaría que ore por usted?». Pero ahora no lo pienso. Todo el mundo quiere que oremos por ellos. Aunque no nos pidan que lo hagamos, si están en la cama de un hospital, necesitan fortaleza. Y esa es una gran oportunidad.

Muchas veces los nuevos creyentes dudan a la hora de orar. ¿Cómo podemos hacer que los nuevos creyentes comiencen a orar?

Bueno, es a ese público al que me dirijo en este libro, Antes del amén. Es para las personas que luchan con la oración, porque creo que la gente tiene miedo de orar mal, de no tener las palabras correctas para orar, o de decir algo equivocado. Podemos ayudar a la gente a eliminar todos esos miedos. Les hacemos un maravilloso favor al recordarles lo que nuestro Señor Jesús nos enseñó, y es que cuando ores digas solamente: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre».

Comenzamos a hablar a Dios como nuestro padre celestial. Y hay un gran poder al recordar que Dios quiere que le conozcamos como un padre. Un buen padre no se aparta de sus hijos. El simple hecho de avanzar en esa sola verdad hace que muchos crezcan enormemente en la comprensión de la oración.

¿Ha habido ocasiones en las que ha orado públicamente y que, al mirar atrás, dice: «Vaya, esa oración no fue buena»?

Ha habido ocasiones en las que he orado en público muy apasionadamente y al final del día he pensado: Me he dejado llevar en esa oración, ¿verdad?

Después de cada sermón invitamos a la gente a venir al frente para orar. El pasado fin de semana mucha gente pasó al frente, y llenaron los pasillos. Hice una de esas oraciones urgentes levantando las manos al cielo. Suplicaba al Señor: «Por favor, bendice a estas personas. ¡Sana a estas personas!». Fue una oración muy apasionada.

Más tarde me preocupé porque quizá me había dejado llevar. Pero entonces me detuve a pensarlo y me dije que no, que hay un lugar para ello. Está bien hacer oraciones serias, y otras pasionales, y otras fervientes. Todas ellas son bien escuchadas en el cielo.

Mi papel como uno de los ministros de nuestra iglesia es ofrecer oraciones a Dios públicas y fervientes. Es mejor dar la impresión de ser demasiado dramático siendo sincero, que no serlo y dar la impresión de ser hipócrita.

A veces me arrodillo enfrente de la iglesia. Cuando la gente viene al frente para orar, me arrodillo con ellos, porque a veces no sé qué más hacer.

La gente viene a la iglesia con muchísimos problemas, y les decimos: «Traigan sus problemas a Dios y él los ayudará». Realmente es una oferta enorme. Así que yo tengo que decir: «Dios, ahora tú tienes que hacer tu parte. Yo les he dicho que vengan y hablen contigo».

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Theology

«Purificaos»: Jesús y el mundo de la impureza ritual

Estos mandamientos bíblicos precisamente nos recuerdan el significado de nuestros cuerpos.

Christianity Today July 29, 2021
Illustration by Duncan Robertson

En su éxito de ventas The Year of Living Biblically [El año de vivir bíblicamente], el judío secular A. J. Jacobs se da a la tarea de seguir las leyes bíblicas [del Antiguo Testamento] literalmente durante un año. Sus aventuras apedreando a aquellos que quebrantan la ley del sabbat, batallando con las telas mezcladas, manejando serpientes y honrando a las viudas son fascinantes y a menudo hilarantes, y han conducido a la producción de una comedia para la CBS.

En uno de los capítulos explica su intento de evitar el ritual de impureza asociado con las descargas genitales mientras su mujer está menstruando (Levítico 15:19-23, NVI). No precisamente contenta con la situación, ella se dedica a sentarse en cada silla de la casa antes de que él regrese. Al final, él opta por llevar siempre consigo una silla plegable porque, de verdad, ¿quién puede estar seguro de quién se acaba de sentar en un asiento del metro o en la silla de un restaurante? (Rachel Held Evans completó un cómico desafío similar en su libro de 2012 A Year of Biblical Womanhood [Un año de feminidad bíblica]).

Parte de la razón por la que esta historia es tan graciosa es porque raya en lo absurdo, especialmente vista a través de la lente de nuestra modernidad occidental, que sin querer da forma a nuestra interpretación de las Escrituras. Encontramos raro o profundamente inapropiado actuar de manera diferente —y mucho menos preguntar— si una mujer está menstruando, y de ahí que la idea de una regulación o restricción bíblica sobre esos días del mes de una mujer parezca absurda.

Es fácil ignorar o pasar por alto el hecho de que en la Biblia, las cuestiones de pureza ritual son en realidad importantes. Lejos de ser una extrañeza legalista y arcaica del Antiguo Testamento, el compromiso con la pureza también era sumamente importante para Jesús.

El sistema de pureza ritual es una piedra angular en la vida judía del segundo templo, y las acciones de Jesús revelan que él encarna una especie de santidad contagiosa que supera las fuentes de impureza que podrían contaminar al pueblo de Dios. Si no comprendemos el modo en que el sistema de pureza ritual funciona, y cómo las acciones de Jesús evidencian la irrupción de la santidad de Dios en el mundo, nos perdemos parte del excepcional testimonio del Nuevo Testamento.

En Mateo 9:18-26, por ejemplo, leemos el relato del líder de una sinagoga cuya hija ha muerto, mismo que se interrumpe abruptamente por otra historia acerca de una mujer que «padecía de hemorragias» desde hacía doce años. El lenguaje de nuestras traducciones oscurece los aspectos clave de este pasaje que lo conectan directamente al contexto judío del primer siglo. Las historias no parecen tener nada que ver entre sí, y la composición del pasaje parece rara y azarosa. Es precisamente la comprensión del sistema de pureza ritual, y la disposición de Jesús hacia él, lo que desbloquea el significado de este curioso pasaje.

El experto en Nuevo Testamento Matthew Thiessen explica en Jesus and the Forces of Death [Jesús y las fuerzas de la muerte] que la vida comunitaria del antiguo Israel se estructuraba alrededor de dos dicotomías: lo santo frente a lo profano o común, y lo puro frente a lo impuro. Las ubicaciones principales de la santidad se encuentran en el sabbat (Éxodo 20:8-11), en el tabernáculo o el templo (Éxodo 40:34-38), y en el mismo pueblo de Israel (Levítico 11:44-45). Debido a que Dios literalmente habita en estas entidades, se deben proteger y administrar con particular cuidado.

Los estudiosos dividen la impureza bíblica en ritual y moral. La impureza ritual es inevitable, natural, contagiosa y por lo general está relacionada con «lavar y esperar» (llevar a cabo un baño ritual, seguido de cierto periodo de mantenerse alejado de los espacios sagrados).

La impureza ritual cae dentro de tres categorías: enfermedades de la piel (tsara’at en hebreo, lepra en griego, que a menudo erróneamente se interpretan de forma literal como la enfermedad que hoy en día conocemos como «lepra»), descargas genitales y cadáveres. Como explica Thiessen, cada una de estas categorías representa las fuerzas de la muerte: los poderes que actúan contra la vida humana y su prosperidad. Alguien en un estado de impureza ritual no podía entrar en contacto con la santidad de Dios, porque Dios huye de la impureza (Ezequiel 10-11). Así pues, aunque la impureza ritual no es en sí pecado, si los israelitas no la trataban con propiedad podía conducir a la falta de santidad y a un consecuente alejamiento de la presencia de Dios.

La impureza moral, por el contrario, se refiere a una conducta pecaminosa (la idolatría, el incesto, el asesinato) que da como resultado una profanación del pueblo, del santuario y de la tierra. La impureza moral es evitable, voluntaria y no contagiosa; también incita el castigo divino, requiere una expiación y, si no disminuye, conduce al exilio.

Jesús se enfrenta a las tres fuentes de impureza ritual en la historia de su extraordinario ministerio que se desarrolla en los evangelios. Al comprender las leyes de pureza ritual nos damos cuenta de que Mateo 9:18-26 (y sus pasajes paralelos, Lucas 8:41-56 y Marcos 5:22-43) están centrados en cuestiones de pureza ritual.

Lo que las traducciones ocultan sutilmente es que las «hemorragias» de la mujer son en realidad un caso de descargas genitales anormales que la hacían parecer impura y, por lo tanto, incapaz de entrar en los patios del templo, y posiblemente en la ciudad de Jerusalén. Y esto tuvo lugar durante los doce años que llevaba enferma de la hemorragia (Levítico 15:25). Para ella esto había representado una pérdida monumental en lo social y lo espiritual, dado que el templo de Jerusalén era el centro de la adoración y la vida religiosa.

Hay una pista en Mateo 9 que indica la seriedad con la que Jesús se tomaba los mandamientos del Antiguo Testamento. En la mayoría de las traducciones de Mateo 9 al español, la mujer estira la mano hacia Jesús y toca «el borde del manto» (v. 20), una traducción extraña y desfasada para los lectores modernos. Lo que dice el griego en realidad es que ella estira la mano y toca el kraspedon (los flecos) de su prenda. En Números 15, Dios ordena a los israelitas que lleven flecos para recordarle a la gente que buscaran la santidad, un mandamiento que todavía muchos judíos observan hoy en día.

En particular, cuando la misma palabra griega (kraspedon) aparece en Mateo 23:5 —donde Jesús censura a los fariseos por su vistosidad—, las traducciones al español traducen la palabra por «borlas». El contraste entre los dos capítulos oculta la conexión de Jesús con las prácticas judías y le distancia de las costumbres de los fariseos. En realidad, tanto Jesús como los fariseos llevaban borlas o flecos. Como escribe Thiessen, la realidad es que Jesús era «así de judío». Es precisamente la condición de judío de Jesús la que nos revela de qué trataba su misión y, a su vez, a qué debería parecerse nuestra comisión como sus discípulos.

La hija del líder de la sinagoga, del mismo modo, representa la impureza de los cadáveres y, por tanto, es otra fuerza opositora de la vida y el bienestar de Israel. Los cadáveres eran la fuente más poderosa de impureza ritual en el sistema de pureza sacerdotal; mientras que las otras dos fuentes se transmitían por contacto, aun la proximidad a un cuerpo fallecido podía volverle a uno ritualmente impuro (Números 19:14-16). Y, en una simbólica trilogía, la historia de Jesús sanando a un hombre de lepra precede a este pasaje en los tres evangelios sinópticos.

Según las leyes de la pureza ritual, Jesús tendría que haber entrado en un estado de impureza cuando la mujer que sangraba tocó su ropa, y cuando tocó a la niña muerta para devolverla a la vida. En realidad, ocurre todo lo contrario. En vez de que esas impurezas se transfieran a Él, su santidad contagiosa se transfiere a ellos.

A lo largo del Antiguo Testamento hay dos líneas dominantes en la narrativa de Israel. Por un lado, Israel debe guardar, preservar y administrar cuidadosamente la presencia de Dios en medio de ellos. Como le dice Dios a Moisés y a Aarón en Levítico 15:31: «Ustedes deben mantener apartados de la impureza a los israelitas. Así evitarán que ellos mueran por haber contaminado mi santuario, que está en medio de ellos».

La santidad de Dios habitaba en medio de Israel, el sabbat, el tabernáculo y el templo, señalando hacia la consumación final de la creación: la presencia de Dios sin restricciones y la eliminación de las barreras entre lo secular y lo santo. La tradición judía describe el mundo que está por venir como «un día que será sabbat por completo» [Misná Tamid 7:4; Génesis Rabá 17:5, enlaces en inglés], y a menudo las Escrituras ofrecen una visión escatológica en la que la santidad de Dios al final envuelve todo el espacio y el tiempo (Zacarías 14; Apocalipsis 21).

Aquí descansa la segunda línea de la narrativa: la santidad de Dios que habita dentro de Israel se expandirá hacia el mundo ordinario que está más allá. Esta trayectoria está presente desde el principio, y se origina en el llamado de Dios a Abram en Génesis 12:3 («¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!») y encuentra su eco a lo largo de la literatura profética.

Isaías imagina un día en el que «rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas» (Isaías 11:9) y declara: «Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra» (49:6). Zacarías 14 visualiza un día en el que la mayoría de los objetos mundanos serán tan santos como los instrumentos del templo de Jerusalén.

En la narrativa de las Escrituras hebreas, la santidad guardada por Israel coexiste con la visión de que un día la presencia de Dios fluirá mucho más allá de estos límites y parámetros prescritos.

La tensión entre la separación de Israel del mundo demandada por Dios, y su vocación de traer la santidad de Dios hasta los confines de la tierra encuentra su resolución en la vida y la obra de Jesús. En Cristo, la santidad sobrepasa las fuentes de la impureza, y la vida abundante sobrepasa las fuerzas de la muerte.

El reino de Dios se abre paso a través del toque santo y sanador de Cristo.

Cuando se le pide que autentifique su ministerio y su condición de mesías en Mateo 11, Jesús señala a lo que se puede ver y oír como resultado de su obra. Al reverberar el eco de Isaías 61, Jesús declara: «Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas» (Mateo 11:5). La restauración física y tangible que se expande hacia el mundo a través de Cristo confirma su identidad divina.

Mientras que los cristianos occidentales a menudo viven su fe de un modo que separa nuestros cuerpos de nuestros espíritus, esta división es completamente ajena a la cosmovisión hebrea. Con demasiada frecuencia, el cristianismo ha caído preso del marco filosófico del dualismo platónico, en el que dos mundos separados —uno físico y temporal, otro invisible y eterno— se oponen entre sí.

Esta cosmovisión enseña que nuestros cuerpos pertenecen al mundo material y que por lo tanto están encadenados a los procesos físicos del cambio, el declive y finalmente la muerte. Nuestras almas, en cambio, se originan en un mundo espiritual invisible y después de la muerte regresan a él para su recompensa o su castigo.

Por el contrario, el judaísmo siempre ha sostenido una espiritualidad corpórea, donde la gente vive su fe a través de sus cuerpos, no en una especie de guerra contra ellos. De hecho, la fe es lo que los judíos ven y oyen (y también lo que comen, lo que llevan puesto, lo que recitan y declaran). La Torá enseña a los judíos cómo ordenar sus vidas, cosa que necesariamente implica lo que hacen con sus cuerpos.

Como explica Daniel Boyarin, historiador judío de la religión, generalmente el cristianismo ha concebido a los seres humanos como almas en cuerpos, mientras que el judaísmo los ha concebido como cuerpos con alma. Según la definición judía, el cuerpo no es una condición accidental de nuestra humanidad; más bien constituye el fundamento de lo que significa ser humano.

Con respecto a esto, el judaísmo tiene mucho que enseñarnos acerca de nuestra corporeidad y lo que significa comprometer nuestros cuerpos a la adoración y el discipulado. De hecho, tiene mucho que enseñarnos acerca de cómo leer el Nuevo Testamento, así como el Padre Nuestro. Para algunos, las palabras son tan familiares que fácilmente podemos ignorar el proceso de entrar y meditar de verdad en su significado.

Observen «venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10). El texto no dice: «Llévanos al cielo, para que podamos estar en el lugar donde se hace tu voluntad». La imaginería es la de un movimiento hacia abajo del reino de Dios; su presencia y su realidad irrumpiendo en este mundo, no nosotros trascendiendo este mundo físico y material. Este mundo es al que Dios quiere que su reino venga, y a nosotros se nos encarga ser embajadores de ese reino: aquí y ahora, en estos cuerpos.

El evangelio de Jesús trata del reino de Dios, su poder y presencia en medio de nosotros. Trata del no final y definitivo de Dios a todas las fuerzas que obran contra la vida humana y su prosperidad. Para nosotros, se trata de vivir en ese reino, de conformar nuestras vidas alrededor del mismo, y de señalar a los demás hacia él. Se trata de la expansión de la santidad que Jesús encarnó.

Esta visión se refleja en el encargo que Jesús les hace a sus discípulos en Mateo 10. ¿A qué exactamente envía Jesús a sus primeros discípulos? «Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente» (vv. 7-8). Comprensiblemente, esta comisión a muchos nos incomoda. Después de todo, ¿cuándo hemos resucitado nosotros a los muertos?

Aun para la gran mayoría de nosotros que no llevamos a cabo resurrecciones, a nosotros, al igual que a Jesús, se nos llama a luchar contra las fuerzas tangibles de la muerte en nuestra cultura. ¿Cuáles son exactamente esas fuerzas? Son todo aquello que oprime al pueblo de Dios y obra contra la irrupción de su glorioso Reino en nuestras vidas y comunidades.

Ser embajadores de este reino significa preocuparse profundamente de los cuerpos y de las fuerzas de la muerte que se oponen a ellos. Si Dios está obrando activamente para redimir este mundo, entonces el modo en que comprendemos nuestra misión y el servicio al reino puede que sea mucho más amplio de lo que habíamos imaginado.

Jennifer M. Rosner es profesora adjunta de Teología Sistemática en el Seminario Teológico Fuller y autora de Finding Messiah: A Journey Into the Jewishness of the Gospel (IVP, 2022).

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Lo que Dios nos enseña sobre el quebrantamiento de los votos matrimoniales

La Iglesia puede ofrecer gracia a los divorciados en lugar de cargarlos con culpa.

Christianity Today July 27, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Yohann Libot / Leighann Blackwood / Unsplash

Esta es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en marzo de 2014.

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Muchos cristianos divorciados han sentido que entran a la iglesia con una letra «D» en color rojo escarlata como insignia. La autora Elisabeth Corcoran era una de ellos. Después de que su matrimonio de casi 19 años se deshizo, Corcoran tuvo que lidiar con el dolor, la confusión y la vergüenza. Esos sentimientos se incrementaron cuando, poco después de su divorcio, le pidieron amablemente que cancelara su participación en un evento femenil navideño donde iba a dar un mensaje. Por supuesto, la petición se hizo procurando no hacer mucho ruido.

Después de la publicación reciente de su libro, Unraveling: The End of a Christian Marriage [Deshilachado: El final de un matrimonio cristiano], Lea modera un grupo para divorciados en Facebook. Ha escuchado cientos de historias similares. Los divorciados suelen escuchar estas palabras: «Dios aborrece el divorcio». Al escuchar eso, una mujer divorciada respondió escribiendo: «Lo sé, yo misma no soy una aficionada del divorcio».

Mientras que las investigaciones muestran que los matrimonios entre creyentes que practican su fe activamente tienen mejores resultados que otros matrimonios, el porcentaje de divorcios dentro de la iglesia es alarmantemente alto. Y tristemente, en lugar de experimentar la iglesia como un lugar donde se encuentra consuelo y restauración, los divorciados frecuentemente encuentran respuestas que los llenan de sentimientos de culpa.

Las diferencias de interpretación en cuanto a en qué circunstancias la Biblia permite el divorcio (y si lo permite), hace que algunos cristianos nos sintamos atados de manos cuando lo que añoramos es extenderlas en compasión. Además, la creencia tan profundamente enraizada de que «se necesitan dos» para que un matrimonio funcione, se traduce erróneamente a la conclusión de que «se necesitan dos» para que un matrimonio se rompa. Por consiguiente, pensamos que la culpa es de los dos.

Sin embargo, la verdad es que solo se necesita uno para destruir un pacto, como podemos aprender cuando vemos la relación de Dios con el reino del norte de Israel.

Nuestro entendimiento del matrimonio está modelado en el pacto que Dios mismo hizo con su pueblo. Como explica David Instone-Brewer en Divorce and Remarriage in the Church [Divorcio y segundos matrimonios en la Iglesia], Dios era el esposo de Israel (Isaías 54:5), quien la tomó como suya e hizo un voto de alimentarla, vestirla, amarla y ser fiel a ella (Ezequiel 16). En contraste radical a la fidelidad y el cuidado de Dios, Israel y Judá ignoraron el pacto sin vergüenza alguna: fueron negligentes con Dios, abusaron de Él y lo traicionaron. En repetidas ocasiones, los profetas denunciaron su comportamiento como el quebrantamiento de un pacto: lo llamaron adulterio (Ezequiel 23:37; Jeremías 5:7).

El pacto matrimonial de Dios con el reino del norte de Israel había sido quebrantado por la conducta del pueblo producto de su duro corazón, y en Jeremías 3:8 escuchamos estas palabras: «… y vio también que yo había repudiado a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido» (NVI). En Isaías 50:1 pregunta: «A la madre de ustedes, yo la repudié; ¿dónde está el acta de divorcio?».

Dios quiere que la apóstata y adúltera Judá aprenda una lección del ejemplo de Israel. Ambas naciones hermanas habían sido infieles y habían quebrantado el pacto con Dios, pero mientras que Dios se divorció de Israel, a Judá le estaba ofreciendo una segunda (y tercera, y cuarta) oportunidad de obtener misericordia. Su oferta de restauración fue bellamente interpretada por Oseas en su matrimonio con la infiel Gomer, y finalmente llegó a su cumplimiento en el matrimonio inquebrantable entre Cristo y la Iglesia.

Con frecuencia yo había notado el paciente perdón de Dios y la renovación del pacto en Oseas, pero la descripción que Dios hizo de su propio divorcio del reino de Israel me sorprendió grandemente. Yo había internalizado la frase «el pecado del divorcio». Independientemente de la forma en que yo interpretara las palabras del Señor sobre el tema, si Dios mismo había experimentado esta infidelidad, yo necesitaba repensar mi entendimiento del pecado y del divorcio.

Permítame hablar con claridad: El pacto matrimonial fue diseñado para ser un pacto permanente, y siempre que un matrimonio termina en divorcio es a causa del pecado. Cometemos pecado cuando quebrantamos nuestros votos, y el matrimonio exige la práctica regular de la confesión y el perdón por los fracasos y los descuidos entre los cónyuges. Sin embargo, hay una diferencia entre los errores menores y no intencionales, y la violación voluntaria de los votos matrimoniales. En el primer caso, debemos perdonar y «soportarnos los unos a los otros en amor». En el caso de una violación seria del pacto, Dios le da la oportunidad a la víctima de escoger: permanecer en la relación y perdonar como Él lo hizo con Judá, o divorciarse cuando el pacto ha sido quebrantado por «dureza de corazón», tal como sucedió con Israel.

El pecado en el divorcio descansa en el quebrantamiento de los votos matrimoniales, no necesariamente en el divorcio mismo. El divorcio de Dios fue completamente provocado por el pecado de la dureza del corazón de Israel. Dios fue la víctima inocente en ese divorcio. Cuando Dios dice «aborrezco el divorcio» (Malaquías 2:16), no lo dice apuntando el dedo furiosamente como un juez, sino con el corazón quebrantado de Uno que ha experimentado el efecto devastador del rechazo y la traición de manos del ser amado.

El divorcio no es la voluntad ni el deseo de Dios para nosotros. Incluso en los casos en que el divorcio se permite, no es mandatorio, y aun así es una tragedia. El divorcio deja devastación y víctimas en su camino.

El hecho de que Dios mismo se haya divorciado de Israel, a pesar de Su fidelidad perfecta al pacto, nos invita a un entendimiento más matizado del matrimonio y del divorcio. En nuestros propios matrimonios, Dios nos llama a seguir su ejemplo de fidelidad al pacto, y nos ha demostrado lo mucho que se necesita la gracia y el perdón para mantener una relación frente a la pecaminosidad humana. El ejemplo de Dios dos da un marco para hablar profundamente sobre el compromiso y la gracia, y al mismo tiempo poder decir que en situaciones de dureza de corazón y quebrantamiento deliberado del pacto, el divorcio era permitido como la manera en que Dios declaraba que un pacto quebrantado quedaba oficialmente terminado.

Encontramos sabiduría cuando analizamos temas controvertidos desde el punto de vista más amplio de las Escrituras. Una conversación sobre la pureza no debe ser solamente sobre si la persona era virgen cuando se casó (aunque hizo «todo lo demás excepto eso»), sino también sobre cómo ha manejado responsablemente su sexualidad a lo largo de toda su vida. Similarmente, la prueba máxima para saber si una persona ha sido fiel al pacto matrimonial no debe basarse solamente en si la persona se divorció (aunque hizo «todo lo demás excepto eso»), sino sobre cómo hemos manejado responsablemente nuestro matrimonio y como diariamente intentamos modelar la fidelidad de Dios en nuestro trato con nuestro cónyuge.

Dios nos llama a un pacto de fidelidad. Necesitamos lamentarnos de los pecados que cometemos cuando fracasamos en el cumplimiento de nuestros votos a nuestro cónyuge antes de lamentarnos por «el pecado del divorcio». Sostener y honrar el matrimonio no se va a lograr avergonzando a los divorciados y oponiéndose al divorcio. Por el contrario, ese honor se logra por medio del compromiso firme y lleno de gracia por guardar los votos de amor, cuidado, apoyo y fidelidad que se hacen el día de la boda. Somos llamados a considerar un pacto de fidelidad mucho antes de considerar el divorcio, y somos llamados a la gracia en el trágico caso cuando ocurre un divorcio.

Bronwyn Lea estudió en la facultad de derecho y en el seminario en su país natal, Sudáfrica, antes de mudarse a California. Es madre de tres pequeñitos y se dedica a cuidarlos. También es escritora y conferencista. Ha contribuido a Think Christian, Sojourners, Start Marriage Right e (in)courage, y pertenece al grupo de escritores Redbud Writers Guild. Bronwyn escribe en www.bronlea.com, y puede comunicarse con ella en Facebook o Twitter.

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Iglesia de David Platt, McLean Bible Church, afectada por un movimiento divisivo. Demanda en curso por parte de la oposición

El reciente conflicto dentro de la megaiglesia ubicada en los suburbios de DC por temas raciales y políticos es sintomática de una grieta evangélica más amplia.

Christianity Today July 26, 2021
Jim Watson / AFP via Getty Images

La megaiglesia del área de Washington dirigida por el autor de best sellers, David Platt, ha confirmado la elección de tres nuevos ancianos tras haber pasado por una discusión pública sobre temas políticos, raciales y un supuesto desvío liberal, además de una demanda presentada por los disidentes.

El conflicto en la iglesia McLean Bible Church (MBC, por sus siglas en inglés) es significativo, no solo por el tamaño y la influencia de la congregación (con varios miles de asistentes y un lugar prominente en el panorama eclesiástico de Washington, DC), sino también porque el incidente es la última muestra de un enfrentamiento mayor que está teniendo lugar dentro del evangelicalismo estadounidense.

Después de que los nuevos ancianos nominados no lograran su elección por primera vez en la historia de la iglesia, Platt dijo a la congregación en un sermón a principios de julio: «Un pequeño grupo de personas dentro y fuera de esta iglesia coordinó un esfuerzo divisivo, buscando utilizar la desinformación con el fin de persuadir a otros a votar en contra de estos hombres como parte de un esfuerzo más amplio para tomar el control de esta iglesia».

En la reunión del 30 de junio, los nominados Chuck Hollingsworth, Jim Burris y Ken Tucker no obtuvieron la mayoría del 75 % requerida para la elección de ancianos. El resultado estaba justo por encima o justo por debajo del 75 %, dependiendo de si se contaban o no las boletas provisionales, por lo que se celebró una segunda votación el 18 de julio, en la que los tres nominados recibieron al menos el 78 % de los votos.

Las semanas entre las dos votaciones fueron tumultuosas. Platt dijo en su sermón del 4 de julio [enlaces en inglés] que los disidentes les dijeron a los miembros con capacidad de voto, en persona y por correo electrónico, que los ancianos nominados venderían el local de la iglesia ubicado en Tysons para que en su lugar se construyera una mezquita, y que los ingresos irían a la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés).

En diversas publicaciones de blogs y Facebook, así como en correos electrónicos, se acusó a Platt de impulsar la teoría crítica de la raza, de revisar la enseñanza bíblica sobre la sexualidad, y de alinearse con la SBC a pesar de la prohibición constitucional de la iglesia MBC de afiliarse a cualquier denominación.

Los opositores al liderazgo actual de la iglesia escribieron en un blog publicado en el sitio de derecha Capstone Report que Platt, quien se convirtió en pastor de la iglesia a tiempo completo en 2018, estaba tratando de «purgar a los miembros conservadores».

Platt también describió un correo electrónico que circulaba entre los miembros de la iglesia afirmando: «La MBC ya no es la “Iglesia Bíblica McLean”, sino ahora es la “Iglesia Bíblica de la Melanina”».

«Yo sé que es feo y doloroso siquiera escuchar [esto que está sucediendo], pero quiero hacer notar el enfoque que está siendo utilizado por las personas que dan el liderazgo a este grupo en estas reuniones», dijo a la congregación, calificando las afirmaciones hechas sobre él y los ancianos entrantes como «incuestionablemente falsas, y en muchos casos completamente irracionales».

Platt, de 42 años de edad y autor del libro Radical, es conocido por su apasionado llamamiento a la evangelización, las misiones y las Escrituras. Lo que los opositores afirman que es la política «liberal» o «woke» de Platt, sus partidarios lo ven como su compromiso con Cristo por encima de todo.

«No nos disculparemos por nuestra creciente diversidad ni por nuestro compromiso de abordar humildemente las cuestiones raciales a partir de la Palabra de Dios mientras nos unimos en una gloriosa misión para proclamar esta buena Palabra, y a nuestro gran Dios, en una ciudad en la que más de cinco millones de hombres, mujeres, niños y niñas están en un camino que conduce a un infierno eterno y necesitan las buenas noticias del amor de Dios por ellos», dijo.

Mientras que Platt planteó la preocupación de que el grupo opositor engañara a los miembros de la sede de Tysons para que votaran en contra de los nuevos ancianos, una demanda presentada el 15 de julio alega que los líderes de la iglesia prohibieron ilegalmente a algunos de sus opositores votar en la segunda vuelta para la elección de ancianos. La demanda está pendiente a pesar del resultado de la votación anunciada. «El corazón de la queja presentada realmente se reduce a la verdad, la transparencia y un proceso libre, abierto y sin coacción», dijo el abogado de los demandantes, Rick Boyer a RNS.

Sarah Merkle, abogada y parlamentaria profesional, dijo que el incidente pone de relieve la importancia de establecer y seguir procedimientos de votación adecuados en cualquier iglesia. Añadió que no está familiarizada con las políticas y procedimientos específicos de la iglesia MBC.

«Cuando no se siguen las reglas y esto tiene un efecto en una votación consecuente, se crea una enorme distracción de la misión [verdadera]», dijo Merkle. «Si eres la Cruz Roja, eso es problemático. Si eres la Iglesia de Jesucristo, eso es realmente problemático».

Los líderes de la iglesia dicen que la actual ronda de conflictos es anterior al pastorado de Platt. Él se convirtió en pastor de enseñanza en 2017, cuando dejó la presidencia de la Junta de Misiones Internacionales de la SBC para dedicar su ministerio a la iglesia MBC a partir del año siguiente.

Bajo el pastor fundador, Lon Solomon, la MBC se asoció con la Junta de Misiones de América del Norte de la SBC en 2016 para crear una iniciativa de plantación de iglesias, mientras que la iglesia se mantuvo sin denominación. Mientras Solomon se preparaba para dejar el liderazgo después de un pastorado de 37 años, la MBC hizo importantes cambios en su presupuesto, reduciendo el porcentaje de ingresos gastados en personal, e incentivando una reducción en el número de personal. Ambas medidas plantearon dudas entre algunos de los miembros.

«Durante los últimos años, hemos visto a David tomar la iglesia —la iglesia que construimos, la iglesia que amamos, la iglesia en la que hemos vertido nuestros corazones, almas y vidas—, y convertirla en una versión política y diluida de lo que solía ser», escribió el ex anciano Mark Gottlieb, quien está alentando a los miembros de un grupo llamado Save McLean Bible Church a «admitir la derrota y alejarse» después de la votación del 18 de julio.

Bajo Solomon, la congregación había sido conocida como «un destino sagrado para los senadores del GOP y los ayudantes de Bush». Las tensiones aumentaron en los últimos dos años en medio de la agitación política en el área de Washington, DC y en todo el país.

En junio de 2019, el entonces presidente Donald Trump se presentó en un servicio de adoración y Platt oró por él desde el escenario, lo cual provocó críticas de algunos en la iglesia. Un año después, Platt y el pastor afroamericano la MBC, Mike Kelsey, participaron en una marcha cristiana tras la muerte de George Floyd, lo que fue interpretado por algunos como un apoyo a la organización Black Lives Matter. McLean declaró en una sección de su sitio web que el hijo de Kelsey sostenía un cartel que decía: «Las vidas negras le importan a Dios».

El libro de Platt de 2020, Before You Vote [Antes de que votes], también suscitó críticas de algunos miembros de la iglesia por considerarlo blando en cuestiones evangélicas tradicionales como el aborto y la sexualidad.

Las acusaciones de que los líderes estaban tratando de unirse a la SBC en violación a la constitución de la iglesia llevaron a que la iglesia suspendiera todas sus contribuciones a las causas de la SBC este mes.

En su sección de preguntas y respuestas, McLean afirma que no pertenece a la SBC y presenta el enlace a una carta sin fecha de una empleada del Comité Ejecutivo de la SBC, Ashley Clayton, en la que se afirma: «El Comité Ejecutivo de la SBC reconoce que McLean Bible Church (MBC) es una iglesia independiente y no denominacional, y que no está afiliada a la SBC».

Sin embargo, Baptist Press, el servicio de noticias de la SBC, declaró en un artículo del 21 de julio: «La Iglesia McLean Bible Church es una iglesia que colabora con la Convención Bautista del Sur, pero, como todas las iglesias bautistas del sur, sigue siendo independiente y autónoma en su funcionalidad y gobierno».

Para algunos observadores, el conflicto en la MBC parece una repetición de otros episodios recientes del evangelicalismo estadounidense, en los que los líderes cristianos que apelan a las Escrituras para abordar cuestiones sociales son acusados de liberalismo teológico o de influencia secular, aunque sigan manteniendo opiniones cristianas tradicionales. El nivel de sospecha en torno a estos líderes parece haber crecido durante la administración Trump y durante el ajuste de cuentas sobre el racismo tras la muerte de George Floyd el año pasado.

La iglesia College Park de Indianápolis fue acusada en un blog esta primavera de ceder a la «creciente infiltración de la justicia social». El pastor de Dallas, Matt Chandler, y el ex presidente de la SBC, J. D. Greear, han sido acusados de ser «woke», a la vez que la emergente Red Bautista Conservadora (CBN, por sus siglas en inglés), que se ha formado como una subdivisión de la SBC, ha acusado a algunos líderes de la convención de defender la teoría crítica de la raza y de restar importancia a la suficiencia de la Biblia. El candidato Mike Stone, apoyado por la CBN, recibió el 48 % de los votos en las elecciones presidenciales de la SBC que tuvieron lugar el mes pasado, quedando en segundo lugar tras el pastor de Alabama, Ed Litton.

Chuck Hannaford, un psicólogo clínico de Memphis que ha ayudado a diversas iglesias a mediar en los conflictos durante 30 años, dijo que los problemas de la MBC son la última iteración de un conflicto más amplio entre cristianos reformados jóvenes y las generaciones más antiguas de evangélicos blancos.

«Hay cierta resistencia por parte de lo que algunos considerarían “la vieja guardia” de los círculos evangélicos hacia los jóvenes». Se les acusa de ser blandos en la doctrina en un esfuerzo por alcanzar una audiencia más diversa, dijo Hannaford. Algunos evangélicos mayores «lo ven como una especie de asonada».

Mientras tanto, líderes como Platt ven la oposición como otro tipo de asonada, y siguen preocupados por la influencia de la oposición alimentada en las redes sociales y los blogs de vigilancia.

«Queremos que la iglesia MBC sea un lugar en el que puedan prosperar personas con todo tipo de convicciones en cuestiones de conciencia», afirma la sección de preguntas y respuestas. «Así que siempre que sea posible, queremos trabajar juntos para avanzar juntos en la misión, incluso con nuestras diferentes perspectivas».

Hannaford aconseja a los pastores no hacer cambios demasiado rápido y recomienda la cooperación de ambas partes, permitiendo a los creyentes diferir en cuestiones doctrinales y éticas secundarias. También advierte que no es recomendable permitir que las tensiones aumenten.

«Hay que abordar el conflicto intencionadamente» y «cara a cara», dijo Hannaford. «Postergarlo sólo va a empeorar la situación. Nunca desaparece por sí solo».

De vuelta a McLean, Platt y sus compañeros ancianos están instando a la iglesia a avanzar en esa dirección.

«Hemos atravesado días tumultuosos durante el último año en el mundo, aflorando muchos desafíos en nuestras vidas, familias, nuestro país, el mundo y la iglesia», dijo Platt a CT. «Todos necesitamos la gracia de Dios para amarnos bien y vivir para difundir Su amor en un mundo que necesita desesperadamente lo que solo Él puede dar. Y mientras caminamos fielmente con Dios durante estos días, manteniendo nuestros ojos fijos en Él, confío en que Él dispondrá todas estas cosas para nuestro bien y, en última instancia, para su gloria».

David Roach es reportero y pastor de la Iglesia Bautista Shiloh en Saraland, Alabama.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Concurso internacional de ensayo de Christianity Today

Comparta su sabiduría, perspectivas y entendimiento teológico. Nosotros lo traducimos.

Christianity Today July 26, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Nguyen Dang Hoang / Unsplash / WikiMedia Commons

En el último año, hemos publicado más de 500 traducciones de artículos de Christianity Today en 14 idiomas. Nos entusiasma mucho saber que tantos de nuestros ensayos y noticias han resonado con lectores alrededor del mundo. Ahora, queremos hacer un esfuerzo a la inversa: queremos llevar la sabiduría, perspectiva y comprensión teológica escrita en su idioma a nuestros lectores de habla inglesa.

En CT estamos organizando un concurso de ensayos en cuatro idiomas: español, portugués, francés e indonesio. Usted puede participar escribiendo un ensayo en su idioma, el cual será juzgado por entre tres y cinco líderes cristianos y teólogos de países de habla hispana. Los ensayos ganadores se traducirán de español a inglés, y se publicarán en el sitio web de Christianity Today en ambos idiomas.

Los ensayos que se presenten al concurso deben tener como base una investigación sólida y, como sugiere nuestro título, estar vinculados al cristianismo moderno. Buscamos ensayos que estén bien escritos y fundamentados, que ofrezcan una perspectiva nueva y que vinculen el mensaje eterno del Evangelio con las tendencias, la cultura, los acontecimientos o las noticias actuales. En vez de decir a otros cristianos qué es lo que deberían hacer, buscamos artículos que inviten a otros hermanos en Cristo a pensar su fe a un nivel más profundo y su aplicación a un acontecimiento o asunto en concreto.

Nos interesa leer argumentos únicos y sorprendentes que comuniquen el punto de vista del Evangelio sobre un tema en particular; que despierten la curiosidad de los lectores y los inviten a hacer una pausa, a meditar y a considerar otras perspectivas.

Los artículos que estén escritos en primera persona deben aplicar su experiencia personal a un concepto más amplio de la fe y la verdad bíblica. Nos interesan sobre todo las historias de cristianos que viven su fe de manera única, que tienen un impacto para mejorar el mundo y que comunican la verdad de una manera profunda, matizada y desafiante.

A continuación se presentan tres temas a elegir:

Encarnación

Explique un aspecto de la Encarnación que le parezca especialmente poderoso en 2021. Por ejemplo:

  • ¿Qué acontecimientos actuales le han hecho pensar de forma diferente sobre la encarnación de Cristo?
  • ¿Cómo ha influido en sus relaciones interpersonales un estudio más profundo de la Encarnación?
  • ¿Tiene su cultura o tradición una perspectiva única sobre la Encarnación que pueda bendecir de forma especial a la iglesia global?
  • ¿Por qué la encarnación de Cristo es significativa en la evangelización, particularmente en su propio contexto cultural actual?
  • ¿De qué manera una experiencia, relación o acontecimiento particular de su vida puede servir de ventana para una reflexión más profunda sobre la Encarnación?

Restauración y reconciliación

Cuéntenos algo sorprendente que Dios esté renovando en 2021 y cómo lo está llevando a cabo. Por ejemplo:

  • Teniendo en cuenta la fuerte polarización política y el resurgimiento de los discursos de odio en muchos contextos del mundo, ¿cómo cree usted que los cristianos podrían contribuir a desarrollar un ministerio de reconciliación que una a las personas en nombre de Jesús, en lugar de separarlas?
  • ¿Qué es lo que el resto del mundo necesita saber acerca de algo que usted ha observado cambiar, sanar o crecer?
  • ¿Piensa que la iglesia local ha causado algún daño en el contexto específico en el que usted vive? ¿Cómo está trabajando la iglesia local para abordar el daño que ha causado?
  • ¿Cómo podría un pasaje específico de las Escrituras hablar de la restauración de una manera que sea particularmente relevante en su contexto cultural hoy en día?
  • ¿Hay algún testimonio convincente de restauración (persona, grupo, evento, etc.) que pueda transmitir verdades poderosas a la iglesia global?
  • ¿Hay algo que Dios no esté restaurando y que en ocasiones lo ha llevado a dudar acerca de su fe? ¿Cómo ha luchado con esto?
  • ¿Cómo anima el Espíritu Santo la obra de restauración? ¿Cómo ha visto al Espíritu Santo obrar para traer sanación y plenitud en medio de la ruptura?

Esperanza

Cuéntenos qué ha observado respecto a la esperanza de los cristianos en esta época. Por ejemplo:

  • ¿Qué es lo que le da esperanza en medio de la oscuridad? ¿Cómo se ve la esperanza para un cristiano en tiempos de dificultad?
  • ¿Hay momentos en los que los cristianos deben perder la esperanza? ¿Por qué?
  • ¿En qué se diferencia la verdadera esperanza cristiana de una visión meramente sentimental y emocional de la esperanza?
  • ¿Qué hace falta para que los cristianos ganen credibilidad para poder invitar a su prójimo no cristiano a tener esperanza?
  • ¿Cómo entendía usted la esperanza antes de la pandemia? ¿Cómo han cambiado los acontecimientos recientes esta visión?
  • ¿Qué significa para una iglesia tener esperanza colectiva?
  • ¿Cómo encontramos esperanza cuando consideramos el tema del cambio climático?
  • Comparta una historia real o un ejemplo de su contexto que ejemplifique la esperanza

Criterios de evaluación

  • Claridad con la que se presenta la idea.
  • Originalidad de las reflexiones, ideas o aportes del autor.
  • Estructura argumentativa.
  • Profundidad teológica.
  • Nivel de investigación.
  • Matiz.
  • Relevancia para la comunidad hispanohablante.

Información sobre el envío

Envíe su ensayo por correo electrónico a gseidel@christianitytoday.com antes del 30 de septiembre de 2021.

Asunto: “Concurso de ensayo Nombre y Apellido(s)”

Envíe su ensayo como un documento en formato de texto editable con espaciado sencillo (no PDF). Puede enviar su ensayo como un enlace o como un archivo adjunto.

Si desea enviar más de un ensayo, por favor envíe cada ensayo por separado.

El nombre del documento deberá seguir el siguiente formato: Apellido(s) Nombre – Título

Incluya su nombre completo tal como desea que aparezca en caso de ser publicado, y una breve biografía en el correo electrónico (50 palabras o menos).

Indique el número total de palabras de su ensayo.

Detalles

Todos los ensayos deben tener entre 1200 y 1500 palabras.

Puede presentar más de un trabajo para el concurso. Podemos publicar más de un ensayo por persona, pero solo un ensayo por persona estará entre los ganadores y finalistas.

No podemos aceptar envíos tardíos para el concurso, pero sí los tendremos en cuenta para su posible publicación.

Todo el contenido debe ser original.

Es de suma importancia hacer uso adecuado de la ortografía, la gramática y la sintaxis de la lengua española. Si tiene dudas, le sugerimos hacer una búsqueda en el sitio de la Real Academia Española, la Academia de la Lengua Española de su país y la Fundéu.

Los ensayos elegidos para publicación serán revisados y editados por Christianity Today antes de su publicación. Tome en consideración que los títulos pueden ser modificados.

Premios

Habrá un solo ganador por idioma. Si su ensayo no resulta ganador, es posible que CT lo elija para publicación. Al enviar su artículo, usted autoriza y acepta que su ensayo sea considerado por los editores de Christianity Today para su futura publicación, aun cuando usted no resulte ganador del concurso.

Los ganadores del concurso de este año ganarán:

  • 250 USD.
  • La publicación de su ensayo en el sitio web de Christianity Today.
  • Una suscripción de tres años a Christianity Today.
  • Una tarjeta de regalo de 25 USD de Amazon.

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Un truco fácil para saber si está leyendo bien la Biblia

Yo sabía que las Escrituras eran infalibles e inspiradas por Dios, pero no les había permitido guiarme a la devoción.

Christianity Today July 23, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

San Agustín dijo que hay una manera de verificar o comprobar si comprendemos o no la Biblia. Si la lee bien, dijo, producirá «un amor doble: a Dios y al prójimo».

De hecho, «quien encuentre allí (en la Biblia) una lección útil para la edificación de la caridad, aun si no ha dicho exactamente lo que el autor tenía la intención de demostrar en ese lugar, de ninguna forma se ha engañado, ni está mintiendo de ninguna manera». [Caridad o amor, en referencia a Primera de Corintios 13:1-3. Algunas traducciones dicen amor, otras caridad.]

Leí estas palabras en su libro Sobre la doctrina cristiana en el otoño del 2008 y supe que tenía un problema. Había pasado los dos años anteriores estudiando Exégesis Bíblica en Wheaton College Graduate School, y no estaba seguro de que toda mi formación en hebreo, griego y exégesis hubiera fomentado ese «doble amor» en mí. Entendía la importancia de la Escritura, sabía que era inspirada por Dios, pero ¿había permitido que me influenciara de la manera en que debía?

No pensaba que el problema fuera mi griego o hebreo. Sabía que tampoco lo eran las Escrituras mismas. Sospechaba que era mi teología.

Me enseñaron todos los versículos que explican cómo la Palabra es inerrante, infalible, inspirada y más cortante que una espada de dos filos, pero estas palabras parecían estériles y estáticas al describir el libro que sabía que era diferente a todos los demás libros. Las pruebas de la inspiración bíblica eran lo suficientemente sólidas, pero no tenía una imaginación social dinámica para animar mi vida cristiana hacia el estudio y la devoción.

Agustín tenía razón: debería amar más a Dios y a mi prójimo después de leer las Escrituras. Entonces, ¿cómo sería esto? ¿Habría un paradigma bíblico —y no solo versículos que sirvieran para fundamentar doctrina— que pudiera ayudarme? Encontré un camino a seguir en Juan 5.

En Juan 5:1-18, Jesús sana a un hombre en Betesda que estuvo enfermo durante 38 años. Fue en sábado, lo que generó controversia. Jesús respondió dando testimonios de quién es Él realmente. No testificó sobre sí mismo, ya que «Si yo testifico en mi favor, ese testimonio no es válido» (Juan 5:31, NVI). En cambio, como lo requiere Deuteronomio 19:15, llamó a testigos.

Primero, está Juan el Bautista, que «él dio un testimonio válido» (Juan 5:33). En segundo lugar, la «tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo… es la que testifica que el Padre me ha enviado» (Juan 5:36). En tercer lugar, Jesús dijo: «el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor» (Juan 5:37).

Finalmente, Jesús dijo que las mismas Escrituras apuntan a Él. Aquí, creo, Jesús ofrece un ajuste importante a mi punto de vista, (y creo que el punto de vista evangélico estándar) de lo que significa «entender correctamente las Escrituras».

Él dice: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí! … Porque si creyeran a Moisés, me creerían a Mí, porque de Mí escribió él» (Juan 5:39 y 46, NBLA).

No es suficiente decir simplemente que la Escritura es infalible. Debemos entender su propósito y referente último. Jesús está diciendo en este texto que sus contemporáneos no pudieron entender su ministerio, porque entendieron mal la naturaleza referencial de las Escrituras. Se trata de Él. Moisés y todos los profetas escribieron sobre Él. De la misma manera, malinterpretamos las Escrituras si pasamos por alto el hecho de que están testificando acerca del Cristo que vino, murió y resucitó.

Somos tan propensos a malinterpretar el propósito de la Escritura como las personas en el primer siglo, (o tal vez más).

Necesitamos recuperar el testimonio de la Biblia. Cualquier uso de la Palabra que no concuerde con su propósito testimonial será insuficiente, puesto que no alcanzará el propósito mismo de las Escrituras.

Recuperar esta teología de la Escritura como testimonio de Cristo podría cambiar nuestra vida cristiana de dos maneras. Primero, podría recordarnos que amamos la Biblia porque amamos a Jesús, y animarnos a sumergirnos de nuevo en las Escrituras.

Una marca distintiva de los cristianos que dan prioridad a la naturaleza primaria de las Escrituras como testimonio será su inmersión en las Escrituras porque aman a aquel de quien testifican. Somos increíblemente privilegiados de tener el testimonio escritural completo de la persona y obra de Cristo, incluidos los evangelios y el testimonio apostólico completo del Nuevo Testamento. Como Thomas Cranmer oró con elocuencia hace tanto tiempo, debemos «leer, marcar, aprender y digerir internamente» las Escrituras.

En segundo lugar, podríamos seguir los pasos de Juan el Bautista, quien fielmente dio testimonio de Cristo como dijo Jesús en Juan 5:33.

Recuerdo el famoso retablo de Isenheim, pintado por Matthias Grünewald. En él, Juan el Bautista está representado en la crucifixión (una imagen descabellada y maravillosamente anacrónica, ya que Juan fue decapitado mucho antes de la muerte de Cristo), y él está de pie a un lado, con un dedo huesudo apuntando a Jesús. Allí encontramos las palabras: «Él debe crecer, pero yo debo disminuir».

¿Qué hay en su otra mano? Una Biblia abierta. Este, creo, es el patrón que se supone que debemos imitar. Como Juan, con las Escrituras en una mano y señalando a Cristo con la otra, somos hechos para dar testimonio de Cristo. Toda nuestra lectura, estudio, lucha, debate, vida y hasta nuestra muerte puede estar animada por esta tarea: testificar de Cristo.

Y luego, como nos enseña Agustín, es fácil comprobar si hemos comprendido bien las Escrituras: ¿Tengo un doble amor por Dios y por mi prójimo?

Si no tengo caridad…

Traducción por Sergio Salazar

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Benny Hinn es mi tío, pero el evangelio de la prosperidad no es para mí

Como parte del imperio familiar, vivía en el lujo. Luego empezaron a surgir las dudas.

Christianity Today July 21, 2021
Tom Kubik

Esta es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en septiembre de 2017.

Hace casi 15 años, parado en una playa a las afueras de Atenas, Grecia, me sentía completamente confiado en mi relación con el Señor y mi trayectoria ministerial. Viajaba por el mundo en un jet Gulfstream privado, trabajando en el ministerio del «evangelio» y disfrutando de todo lujo que el dinero podía comprar. Después de un vuelo cómodo y mi comida favorita (lasaña) hecha por nuestro chef privado, nos preparamos para un viaje ministerial descansando en el suntuoso hotel Grand Resort Lagonissi. Orgulloso de mi propia villa con vista al mar de poco más de 2000 pies cuadrados [185 m2] con piscina privada, me senté a descansar sobre las rocas a la orilla del mar y me regocijé en la vida que estaba viviendo. Después de todo, yo estaba sirviendo a Jesucristo y viviendo la vida abundante que él prometió.

No sabía que la costa en la que me encontraba era parte del mar Egeo, las mismas aguas que el apóstol Pablo navegó mientras difundió el evangelio de Jesucristo. Había un solo problema: no estábamos predicando el mismo evangelio que Pablo.

Estilo de vida lujoso

Crecer en el imperio de la familia Hinn era como pertenecer a algún híbrido entre la mafia y una familia real. Nuestro estilo de vida era lujoso, nuestra lealtad era impuesta y nuestra versión del evangelio era un gran negocio. Aunque Jesucristo era parte de nuestro evangelio, era más un genio mágico que el Rey de Reyes. Frotándolo de la manera correcta —dando dinero y teniendo suficiente fe— él liberaría su herencia espiritual. El objetivo de Dios no era su propia gloria sino nuestra ganancia. Su gracia no tenía como objetivo liberarnos del pecado, sino hacernos ricos. La vida abundante que ofrecía no era vida eterna: era para vivirla ahora. Vivíamos el evangelio de la prosperidad.

Mi padre era pastor en una pequeña iglesia en Vancouver, Columbia Británica. Durante mi adolescencia, viajaba casi dos veces al mes con mi tío, Benny Hinn. La teología de la prosperidad pagaba increíblemente bien. Vivíamos en una mansión de 10 mil pies cuadrados [casi mil m2] custodiada por una portón privado, conducíamos dos vehículos Mercedes Benz, íbamos de vacaciones a destinos exóticos y comprabamos en las tiendas más caras. Además de eso, compramos una casa con vista al mar que costó 2 millones de dólares en Dana Point, California, donde otro Mercedes Benz se unió a la flota. Las bendiciones fluían en abundancia.

A lo largo de esos años nos enfrentamos a innumerables críticas tanto dentro como fuera de la iglesia. Dateline NBC, The Fifth Estate (un programa canadiense de noticias) y otros programas realizaron trabajos de investigación. Conocidos líderes del ministerio usaron la radio para advertir a la gente acerca de nuestras enseñanzas y los pastores locales dijeron a sus congregaciones que se mantuvieran alejados de los púlpitos ocupados por un «Hinn». En ese momento, yo creía que estábamos siendo perseguidos como Jesús y Pablo, y que nuestros críticos estaban celosos de nuestras bendiciones.

Dentro de la familia, no toleramos la crítica. Un día le pregunté a mi padre si podíamos ir a sanar a mi amiga de la escuela que había perdido su cabello a causa del cáncer. Él respondió que debíamos orar por ella desde casa en lugar de ir a sanarla. Pensé dentro de mí: ¿No deberíamos estar haciendo lo mismo que hicieron los apóstoles si tenemos el mismo don? En ese momento, no cuestioné nuestra capacidad para sanar, pero dentro de mí comenzaron a surgir dudas sobre nuestros motivos. Solo sanábamos a la gente en las cruzadas, donde la música creaba cierta atmósfera, el dinero cambiaba de manos, y la gente se acercaba a nosotros con la cantidad «correcta» de fe.

Surgieron otras dudas. ¿Qué sucede con los intentos fallidos de sanación? Aprendí que era culpa de la persona enferma por dudar de Dios. ¿Por qué hablamos en lenguas sin interpretación? «No apagues al Espíritu», me dijeron, «Él puede hacer lo que quiera». ¿Por qué muchas de nuestras profecías contradicen la Biblia? «No intentes poner a Dios en una caja». A pesar de las preguntas, confié en mi familia porque éramos muy exitosos. Decenas de miles de personas nos siguieron y millones llenaban los estadios anualmente para escuchar a mi tío. Curamos a los enfermos, realizamos milagros, nos codeamos con celebridades y nos hicimos muy ricos. ¡Dios debía estar de nuestro lado!

Antes de ir a la universidad, tomé un año de descanso y me uní al ministerio de Benny como asistente personal y catcher (alguien que se pone detrás de la gente para recibirlos cuando «caen en el espíritu»). Este era una especie de rito de iniciación en mi familia, ya que casi todos los sobrinos trabajaban para él en algún momento. Era una muestra de lealtad y gratitud. Ese año fue un torbellino de lujo: estadías en suites reales de 25 mil dólares por noche en Dubai, hoteles en la costa de Grecia, tours en los Alpes suizos, villas en el Lago Como en Italia, baños de sol en la costa dorada de Australia, compras compulsivas en Harrods en Londres, y numerosos viajes a Israel, Hawai y muchos otros lugares. El sueldo era muy bueno, volamos en nuestro Gulfstream privado, y conseguí comprar trajes hechos a mi medida. ¡Todo lo que tenía que hacer era recibir a la gente cuando se caía y aparentar ser espiritual!

Un versículo que cambió el resto de mi vida

Después de graduarme de la universidad y regresar a casa, conocí a mi esposa, Christyne. No tenía ni idea de que Dios la usaría para traer mi salvación. De hecho, mi familia y yo estábamos nerviosos porque ella no hablaba en lenguas. Nos propusimos arreglar ese problema haciéndola asistir a una de las cruzadas de Benny, pero no sucedió nada. Luego, asistió a un servicio en la iglesia de mi padre en Vancouver, pero tampoco funcionó. Finalmente, ella recibió un poco de entrenamiento en una conferencia para jóvenes, pero no logró más que murmurar unas cuantas sílabas. Realmente pensé que nunca podría casarme con ella a menos que algo cambiara.

Entonces, un día ella me mostró un versículo que yo nunca había visto: «¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos?» (1 Corintios 12:30, NVI). Me sacudió hasta lo más profundo de mi corazón. Ahí estaba, tan claro como el agua: no todo el mundo tiene que hablar en lenguas. Muy pronto comenzó para mí el efecto dominó. Otras creencias que había sostenido durante años no pasaron la prueba bíblica. Dejé de creer que el propósito de Dios era hacerme feliz, sano y rico. En cambio, vi que Él quería que viviera para Él, independientemente de lo que yo pudiera obtener de Él.

Mientras luchaba por entrar en el ministerio, recibí una llamada de un pastor y amigo que estaba plantando una iglesia en California, ofreciéndome una posición de pastor de jóvenes a tiempo parcial. Parecía un lugar perfecto para aprender y crecer, así que Christyne y yo empacamos y dimos un paso de fe como recién casados.

Poco después de unirme al equipo, Dios puso la grieta final en mi sistema de creencias falsas, y la verdad surgió a borbollones como una ola de gracia. Uno de mis primeros encargos fue predicar sobre Juan 5:1-17, la sanación en Betesda. Mientras estudiaba para el sermón, mi amigo pastor me dio un comentario bíblico confiable. El Espíritu Santo se hizo cargo del resto. ¡El pasaje dice que Jesús sanó a un solo hombre en medio de una multitud, el hombre no sabía quién era Jesús, y el hombre fue sanado al instante!

Esto dejó en harapos tres creencias que yo antes atesoraba. ¿Es siempre la voluntad de Dios sanar? No, Jesús solo sanó a un hombre en medio de una multitud de enfermos. ¿Es verdad que Dios solo cura a las personas si tienen suficiente fe? No, este hombre lisiado ni siquiera sabía quién era Jesús (y mucho menos podía tener fe en él). ¿La sanación requiere un sanador ungido, música especial y una colección de ofrendas? No, Jesús sanó instantáneamente con un mero mandato. Lloré amargamente por mi participación en la codiciosa manipulación del ministerio, y por mi vida de falsas enseñanzas y creencias, y le di gracias a Dios por su misericordia y gracia a través de Jesucristo. Mis ojos estaban completamente abiertos.

Estoy agradecido de que mi esposa estuvo dispuesta a cuestionar mi insistencia en que ella hablara en lenguas, y de que mi pastor me amó lo suficiente como para discipularme y ayudarme a salir de la confusión del evangelio de la prosperidad. He visto cómo Dios usa el evangelismo y el discipulado para transformar almas perdidas en santos que han sido encontrados por Dios. La mayor habilidad de un cristiano es su disponibilidad. Cuando el pueblo de Dios está dispuesto a dar un paso de fe y decir la verdad en amor, las vidas son transformadas y Dios es glorificado. Usted nunca sabe a quién Dios va a salvar a través de su fidelidad.

Costi Hinn es pastor ejecutivo en la Mission Bible Church en el Condado de Orange, California.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Por qué no debemos abandonar a nuestros amigos cuando no están de acuerdo con nosotros

El afecto puede mantenernos unidos, aun si las ideas no lo hacen.

Christianity Today July 21, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Josue Escoto / Unsplash / Khoa Vo / Pexels / MirageC / Getty Images

Mi esposo y yo teníamos poco tiempo de casados ​​cuando nos mudamos a Minnesota, donde teníamos exactamente cero amigos. Eso tardó algo en cambiar. Mis clases en el seminario no comenzaron de inmediato, y ambos trabajábamos desde casa, de modo que no había compañeros de trabajo ni compañeros de clase que se compadecieran de nosotros. Fueron meses solitarios. Soy naturalmente reservada, y el eslogan «Minnesota Amable» no significa «Minnesota de veras quiere hacer una estrecha amistad con usted».

Luego encontramos nuestra iglesia y, gracias a ella, encontramos también más buenos amigos que lo que nos habíamos imaginado. Estos amigos han limpiado nuestras aceras, han tejido suéteres para nuestros hijos y nos han hecho banquetes.

También son amigos con los que tenemos grandes desacuerdos tanto en teología como en política; desacuerdos que hemos ventilado extensamente, a veces con ira, a veces con lágrimas. «En el papel, estamos muy separados», observó un amigo durante nuestra letanía de eventos de despedida. Sin embargo, compramos casas en el mismo vecindario para poder estar cerca todo el tiempo.

No menciono estas amistades para presumir. Después de todo, yo solo represento a un lado. Pero hay algo que celebrar aquí. Las relaciones en nuestros tiempos con demasiada frecuencia viven o mueren dependiendo de lo que dice el periódico. La amistad es siempre voluntaria, pero en nuestra sociedad posmoderna tendemos cada vez más a tratar nuestras amistades como alianzas ideológicas, vínculos muy contingentes, espacios para afirmar mutuamente nuestras elecciones y pensamientos en común, y como oportunidades para el beneficio propio.

Un controvertido artículo del New York Times [todos los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés], por ejemplo, proporcionaba una explicación aprobatoria de cómo «deshacerse de las relaciones insatisfactorias y que no llenan» y dedicar mayor esfuerzo a los amigos que «nos hacen sentir mejor con el mundo y con nosotros mismos».

De forma más tajante, Marie Kondo, una gurú de la organización, ofrece una guía en su sitio web para «limpiar» las relaciones. Si, después de una introspección, «usted determina que los valores de la otra persona son fundamentalmente diferentes o están en conflicto con los suyos, debería considerar dejar esa relación», aconseja.

El individualismo posmoderno no es nada nuevo, pero durante décadas nuestros círculos sociales se han vuelto cada vez más pequeños. Los hogares se encogen y las organizaciones locales están en declive desde hace tiempo. El círculo social se reduce solamente a mí y a los pocos con quienes elijo, por ahora, pasar mi tiempo. Y puede ser solo «por ahora» si la alianza deja de ser mutuamente beneficiosa.

La amistad en este modelo es demasiado ligera, algo de lo que se puede prescindir si se convierte en más problemas que los que vale, arrojándola por la borda como a Jonás: para calmar la tormenta. Si un amigo hace o profesa algo incorrecto, algo que se cree inadecuado, grosero, dañino o frustrante, especialmente si implica algún peso moral real, o algo teológico o político, probablemente haya que deshacerse de él; tal vez incluso denunciar su ignorancia, mala conducta o error en algún espacio público para que todo el mundo sepa que usted no es así y que no aprueba ese comportamiento. No es coincidencia que más de una cuarta parte de los estadounidenses informen haberse alejado de un familiar cercano.

Entiendo esta mentalidad. Las relaciones con serias diferencias sobre asuntos importantes a menudo son tensas, mientras que puede ser maravilloso tener un amigo que esté de acuerdo con uno en las grandes cuestiones de cómo es el mundo y qué se debe hacer al respecto. La simplicidad de las relaciones bien avenidas, en las que no hay que preguntarse si se ha dejado sin cumplir alguno de los deberes para conservar al amigo, es relajante y necesaria.

Pero tener un amigo que no está de acuerdo con uno en cosas importantes también puede ser maravilloso, porque se ayudan mutuamente a madurar (Proverbios 27:17). A veces también puede ser difícil y moralmente caótico. Pero si renunciamos a ese tipo de amistad en nuestro afán de tener aliados políticos, ¿dónde terminamos?

Probablemente muy cerca de donde estamos ahora. La epidemia de soledad de nuestra sociedad es ampliamente reconocida y luchamos por tener conversaciones significativas sobre temas importantes. Aproximadamente cuatro de cada cinco estadounidenses informan que han tenido pocas o ninguna conversación sobre la fe en el último año, y muchos mencionan el deseo de evitar «tensiones o discusiones», así como el temor de ofender como una razón para no participar.

Somos igual de cautelosos con otras conversaciones sustanciales, como la política: «El estadounidense promedio tiene solo cuatro contactos sociales cercanos», escriben Nicholas A. Christakis y James H. Fowler en su libro Connected (2011). «Lamentablemente, el 12 por ciento de los estadounidenses informa que no tiene a nadie con quien discutir asuntos importantes o pasar el tiempo libre. En el otro extremo, el cinco por ciento de los estadounidenses informa que cuenta con ocho de esas personas». (Según ese estándar, supongo que yo exagero).

Esta reticencia tiene sentido si su objetivo es evitar el rechazo, pero no es así como la amistad debería funcionar, en particular la amistad cristiana. El vínculo debe ser más fuerte (Eclesiastés 4:9-12), capaz de resistir la tensión del desacuerdo, e incluso la discusión y la ofensa (1 Pedro 4:8-10).

Recientemente revisé las famosas reflexiones de C. S. Lewis sobre la amistad en su obra Los cuatro amores. La amistad, reconoce, es en realidad voluntaria y no está ligada a la obligación que conllevan otras relaciones cercanas. «No tengo el deber de ser amigo de nadie y ningún hombre en el mundo tiene el deber de ser el mío», escribe Lewis. «La amistad es innecesaria, como la filosofía, como el arte, como el universo mismo, porque Dios no necesitaba crear. No tiene valor de supervivencia; más bien es una de esas cosas que le dan valor a la supervivencia».

Pero luego volví a lo que él escribe sobre otro tipo de amor, que Lewis llama «afecto». Este amor, dice, tiene que ver con la familiaridad. No se elige de forma particular, y tiende a darse por sentado. Sin embargo, «puede penetrar en los otros amores y colorearlos por completo y convertirse en el medio mismo en el que operan día a día. Quizás no se llevarían muy bien sin él», escribe. «Hacer un amigo no es lo mismo que volverse afectuoso. Pero cuando un amigo se ha convertido en un viejo amigo, todas esas cosas sobre él que originalmente no tenían nada que ver con la amistad se vuelven familiares y queridas gracias a la familiaridad».

El afecto, he comenzado a sospechar, es lo que les falta a muchas de nuestras relaciones. Su ausencia es la razón por la que no las llevamos muy bien, por qué luchan por soportar la presión de la polarización política, la división teológica y otras diferencias ideológicas. Quizás por eso estemos perdiendo el afecto en esta época de transición irritable y aislante: porque no permanecemos en las relaciones el tiempo suficiente para que este se acumule. Siempre hay otra persona, lugar o publicación en redes que compite por nuestra atención.

Ese contexto es el que me tiene tan agradecida por el afecto que hemos podido acumular en Minnesota ahora que nos preparamos para partir. Creo que es lo suficientemente sólido como para que cuando hablemos de nuestros «viejos amigos», no nos refiramos a «antiguos conocidos» sino a «familiares».

THE LESSER KINGDOM [El reino menor]. Una visión profética, ecléctica y humilde de temas de actualidad, políticas públicas y eventos políticos con pensamientos sobre el compromiso fiel.

Bonnie Kristian es columnista de Christianity Today, editora colaboradora de The Week, miembro de Defense Priorities y autora de A Flexible Faith: Rethinking What It Means to Follow Jesus Today (Hachette).

Traducción por Iván Balarezo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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