Una reflexión sobre ofrecer nuestros ‘pensamientos y oraciones’ tras otro tiroteo masivo

Tanto la oración como el lamento son respuestas adecuadas cuando enfrentamos una tragedia.

‘Pensamientos y oraciones’ tras otro tiroteo masivo

‘Pensamientos y oraciones’ tras otro tiroteo masivo

Christianity Today May 24, 2022
Craig Sunter / Flickr

Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en respuesta al atentado de San Bernardino en 2015.

Podemos decir con cierta seguridad que todas las siguientes afirmaciones son ciertas:

1.a. Cuando nos llega la noticia de una tragedia, a casi todos nos sucede que los hechos sobrecogen nuestros pensamientos durante minutos, horas o días, dependiendo del alcance, la gravedad y la intensidad de la pérdida. Esto se llama empatía: nuestra capacidad para ponernos en el lugar de los demás e imaginar su sufrimiento y su miedo, así como su heroísmo y su valor, y preguntarnos cómo reaccionaríamos nosotros en su lugar.

1.b. Casi todos los seres humanos, sea cual sea su afiliación religiosa formal, se ven envueltos en una reacción adicional a la tragedia: llegan a una realidad personal que va más allá de ellos mismos que conlleva dolor, lamento y cierto clamor por alivio. Incluso quienes están alejados de la iglesia se encontrarán, casi involuntariamente, dirigiéndose a Dios en esos momentos. Se trata, en cierto modo, de otra forma de empatía, quizá más elevada. Refleja ese instinto dentro de nosotros que nos dice que nuestra propia experiencia de humanidad, identificación y amor debe reflejar, en última instancia, algo —o a Alguien— que es fundamental en el cosmos, que es personal, que se ha identificado con nosotros y que responde a nosotros y a todo el mundo con amor.

1.c. A menos que la tragedia esté literalmente a nuestra puerta, esta respuesta empática —que podemos llamar «pensamientos y oraciones»— es todo lo que tenemos a nuestra disposición en los momentos posteriores a la llegada de las terribles noticias. Si la tragedia está literalmente en nuestra puerta y, por tanto, nos está ocurriendo a nosotros en lugar de que solo recibamos la noticia, sabemos que un número asombroso de seres humanos actúan con valor y resistencia incluso ante el mal más terrible. También, si tienen tiempo para hablar o comunicarse de alguna manera con otras personas que no están directamente involucradas en su momento de terror, oran instintivamente y les piden a otros que oren.

1.d. No es realista, y podría decirse que es cruel, pedir que nos expresemos con palabras claras e ideas frescas en el momento en que nos enfrentamos al sufrimiento y a la pérdida, por no hablar del horror y del mal. Todo ser humano, en esos momentos, recurre a liturgias, es decir, patrones de lenguaje y comportamiento aprendidos mucho antes y que nos ayudan a superar los peores momentos de nuestra vida. No hay necesidad de inventar un pensamiento o unas palabras nuevas cuando estás en un funeral; es perfectamente válido simplemente decir: «Siento mucho su pérdida», aunque la familia haya oído esas palabras cientos de veces antes. Lo que importa no son tus palabras, que no pueden estar a la altura de las exigencias de la ocasión, sino tu presencia y tu empatía.

1.e. Los políticos y los personajes públicos son fundamentalmente como todos los demás seres humanos y tienen las mismas respuestas básicas ante la tragedia. Esto es cierto independientemente de su posición en cuestiones políticas controvertidas (por ejemplo, el control de las armas). Así que no es de extrañar que respondan inmediatamente, como el resto de nosotros, con palabras y frases familiares que expresan su solidaridad humana con los que sufren. Incluso los redactores de discursos más preparados tardarán horas o días en idear palabras adecuadas para momentos de gran sufrimiento. Ningún ser humano, ni siquiera el más elocuente, puede ofrecer palabras adecuadas en los primeros momentos tras una noticia terrible. Demostrar ese nivel de fluidez retórica sería, de hecho, demostrar una inhumana falta de empatía. La falta de articulación es la respuesta inmediata adecuada y empática frente a la tragedia.

2.a. Ofrecer una oración tras una tragedia no es, salvo en las versiones más aplanadas y extremas del cristianismo populista, pedir a Dios que «arregle» nada. Es llevar ante la misericordia de Dios a aquellos que fueron dañados, y a aquellos que causaron el daño. En muchas tradiciones, es reconocer que la persona humana es más que un cuerpo humano, de modo que incluso la propia muerte no tiene la última palabra sobre nuestro destino, por lo que las oraciones son apropiadas incluso cuando se ora por los muertos, cuyas vidas están sostenidas por una Vida que trasciende la muerte.

2.b. Una forma de oración igualmente válida e instintiva ante la tragedia es el lamento, el cual clama con angustia a Dios, preguntando por qué los malvados prosperan y los justos sufren. El lamento confronta a Dios con su aparente inacción y distancia. Se trata de una profunda respuesta de fe. Lejos de ser anticristiana, es en realidad la oración ofrecida por el propio Jesús en la Cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

2.c. Ningún recuento honesto de la historia puede negar que Dios, si es que hay un Dios, es terriblemente paciente con el mal. Y, sin embargo, una y otra vez, una bondad, una santidad y una reconciliación sorprendentes han surgido incluso de los actos de violencia más atroces. Cuando Jesús mismo expresó con su propia voz los salmos de lamento y la angustia de todas las víctimas de la tortura y el terror, los cristianos creen que Dios estaba trabajando para reconciliar al mundo consigo mismo y que, tres largos días después, Dios demostró su poder para sacar vida de la muerte. Por eso, incluso cuando los seres humanos han hecho lo peor, no es demasiado tarde para orar por la redención y la sanación.

3.a. Por tanto, sugerir que debemos actuar en lugar de orar (aunque normalmente esos comentarios no especifican cómo podríamos actuar los que no estamos físicamente presentes en el lugar donde tuvo lugar la tragedia o el terror), es pedirnos que neguemos nuestra capacidad de empatía.

3.b. Al mismo tiempo, la Biblia deja claro que Dios desprecia los actos de piedad o sentimentalismo externos que no van acompañados de acciones en favor de la justicia. Las palabras más duras de Jesús recogidas en los Evangelios se dirigen a los líderes públicos que oran extravagantemente y en público, pero que descuidan «… los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad» (Mateo 23:23).

3.c. Por tanto, nunca debemos conformarnos con una falsa dicotomía entre la oración y la acción, como si fuera imposible orar mientras se actúa o actuar mientras se ora. Sin embargo, es vital, siempre que sea posible, orar antes de actuar, para que nuestra actividad no sea en vano.

3.d. Insistir en que se actúe en lugar de orar, o que se actúe sin orar, es una idolatría que sustituye a la criatura por el Creador. Insinúa que la bondad puede conocerse, poseerse o llevarse a cabo al margen de la relación con el único que es verdaderamente bueno. Aunque nuestros vecinos que no comparten nuestra fe no estarán de acuerdo, para las personas con fe bíblica esta orgullosa declaración de independencia es idolatría, el pecado original de la humanidad y la fuente última del mal, tanto en el mundo como en nuestros propios corazones.

4. Por tanto, a todas las víctimas de los tiroteos recientes, a todos los que se vieron atrapados en la violencia y viven en este mismo momento su horrible realidad y consecuencias continuas, así como también a aquellos que perpetraron la violencia, les decimos: están en nuestros pensamientos y en nuestras oraciones.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Este es el apocalipsis de la Convención Bautista del Sur

La investigación de los abusos ha descubierto más maldad de la que incluso yo imaginaba.

Christianity Today May 23, 2022
Cortesía de Baptist Press / Edición por Mallory Rentsch

Tenían razón. Me equivoqué al llamar crisis a los casos de abuso sexual en la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés). Crisis es una palabra demasiado pequeña. Es un apocalipsis.

Alguien me preguntó hace unas semanas qué esperaba de la investigación de terceros sobre la gestión de los abusos sexuales por parte del Comité Ejecutivo de la Convención Bautista del Sur [enlaces en inglés]. Dije que no esperaba que me sorprendiera en absoluto. ¿Cómo podría sorprenderme? Viví durante años con esa entidad. Fui yo quien pidió esa investigación en primer lugar.

Y sin embargo, al leer el informe, me di cuenta de que no podía pasar a la página siguiente porque me temblaban las manos de rabia. Eso se debe a que, por muy oscura que fuera mi opinión sobre el Comité Ejecutivo de la SBC, la investigación descubrió una realidad mucho más perversa y sistémica de la que yo mismo imaginaba.

Las conclusiones del informe son tan masivas que casi desafían el resumen. Corrobora y detalla las acusaciones de engaño, obstrucción e intimidación contra las víctimas y contra todos aquellos que pidieron una reforma. Incluye conversaciones escritas entre altos líderes del Comité Ejecutivo y sus abogados que muestran un tipo de inhumanidad que difícilmente se podría haber escrito en un guión para los villanos de una novela policiaca de televisión. Documenta insensibles encubrimientos por parte de algunos líderes de la SBC y acusaciones creíbles de comportamientos sexuales depredadores por parte de algunos de ellos, incluido Johnny Hunt, expresidente de la SBC (y que era una de las pocas figuras de la vida de la SBC que parecía ser respetada a través de todas las divisiones típicas).

Y luego está el maltrato documentado por el Comité Ejecutivo a una superviviente de abusos sexuales, cuya propia historia de abusos fue alterada para hacer parecer que su caso de abuso era fue una «aventura» con consentimiento mutuo, trayendo como resultado años de infierno para ella, tal como lo corrobora el informe.

Durante años, los líderes del Comité Ejecutivo dijeron que la posibilidad de la creación de una base de datos —para evitar que los depredadores sexuales pasaran tranquilamente de una iglesia a otra, es decir, a un nuevo grupo de víctimas— se había investigado a profundidad y se había descubierto que era legalmente imposible, dada la autonomía de las iglesias bautistas. Me quedé con la boca abierta cuando leí en el reporte pruebas documentadas de que estas mismas personas no solo ya sabían cómo crear una base de datos, sino que ya la tenían.

Las acusaciones de violencia y agresión sexual se colocaron, según el informe, en un archivo secreto en la sede de la SBC en Nashville. Contenía más de 700 casos. No solo no se hizo nada para impedir que estos depredadores siguieran cometiendo sus infernales crímenes, sino que, al parecer, se le dijo a los miembros del personal que ni siquiera establecieran comunicación con aquellos que preguntaran cómo detener las violaciones sexuales contra sus hijos a manos de un ministro. En lugar de tener una base de datos para proteger a las víctimas de abusos sexuales, el informe revela que estos líderes tenían una base de datos para protegerse a sí mismos.

De hecho, los mismos que me reprendieron a mí y a otros por utilizar la palabra crisis en referencia a los casos de abuso sexual en la SBC no solo sabían que existía tal crisis, sino que la documentaban en silencio, incluso mientras le decían a los que luchaban por una reforma que tales delitos rara vez ocurrían entre «gente como nosotros». Cuando leo la correspondencia entre algunos de estos presidentes, personal de alto rango y sus abogados, no puedo evitar preguntarme qué más puede llamarse esto sino una conspiración criminal.

El verdadero horror de todo esto no es solo lo que se ha hecho, sino también cómo ha ocurrido. Dos afirmaciones extraordinariamente poderosas de los bautistas del sur de todos los días —la fidelidad bíblica y la misión cooperativa— fueron utilizadas en su contra.

Los que no pertenecen al mundo de la SBC no pueden imaginar el poder de la mitología del Café Du Monde. Se trata del lugar del Barrio Francés de Nueva Orleans donde, entre beignets y café, dos hombres, Paige Patterson y Paul Pressler, trazaron sobre una servilleta cómo podría la convención restablecer el compromiso con la verdad de la Biblia y la fidelidad a sus documentos confesionales.

Para los bautistas del sur de cierta edad, esta historia es el equivalente a la puerta de Wittenberg para los luteranos o a la calle Aldersgate para los metodistas. La convención se salvó del liberalismo gracias a la valentía de estos dos hombres que no dieron marcha atrás, según creíamos. De hecho, enseñé esta historia a mis alumnos.

Esos dos líderes míticos ahora están en desgracia. Uno fue despedido tras la supuesta mala gestión de la denuncia de una víctima de violación en una institución que él dirigía, y después de que se documentara que hacía comentarios públicos sobre el aspecto físico de las adolescentes, así como sus sesiones de consejería con mujeres abusadas físicamente por sus maridos. El otro se encuentra ahora en un proceso civil por acusaciones de violación de jóvenes varones.

Se nos dijo que querían conservar la religión de antaño. Lo que querían era conquistar a sus enemigos y hacer vidrieras de colores para honrarse a sí mismos, sin importar quién saliera herido en el proceso.

¿Quién no puede ver ahora la podredumbre de una cultura que hace movilizaciones para exiliar a las iglesias que llaman «pastor» a una mujer del personal, o que invitan a una mujer a hablar desde el púlpito el Día de la Madre, pero que desestima las violaciones y los abusos sexuales como «distracciones» y los esfuerzos por enfrentarlos como violaciones de la apreciada autonomía de la iglesia? El día de hoy, en ciertos sectores de la SBC, las mujeres que llevan leggings son una crisis en redes sociales; responder a los casos de violación en la iglesia es una distracción.

La mayoría de la gente en los bancos de la iglesia creía en la Biblia y quería apoyar a los líderes que también lo hacían. No sabían que algunos utilizarían la verdad de la Biblia para apuntalar una mentira sobre ellos mismos.

La segunda parte de la mitología es la de la misión. Yo le dicho a mis propios alumnos, a mis propios hijos, exactamente lo que me dijeron a mí: que el Programa Cooperativo es la mayor estrategia de financiación de misiones en la historia de la iglesia. Todos los que crecimos en iglesias bautistas del sur veneramos a la misionera pionera Lottie Moon. (De hecho, tengo una estatua de bronce de su cabeza justo enfrente de mí mientras escribo esto). Los misioneros bautistas del sur son algunas de las personas más desinteresadas, humildes y dotadas que conozco.

Y, sin embargo, el buen impulso de los bautistas del sur por las misiones, por la cooperación, se utiliza a menudo como arma, de la misma manera que la «gracia» o el «perdón» se han utilizado en innumerables contextos para culpar a los supervivientes de sus propios abusos. El propio informe documenta cómo se utilizaron los argumentos de que las «víctimas profesionales» y quienes las apoyaran serían una herramienta del Diablo para «distraer» de la misión.

A los que pedían una reforma se les dijo que hacerlo podría hacer que algunas iglesias retuvieran la financiamiento del Programa Cooperativo y, por tanto, sus acciones retirarían a los misioneros del campo. A los que denunciaron la magnitud del problema —sobre todo Christa Brown y el ejército de infatigables supervivientes que se unieron a esa labor— se les llamó locos y descontentos que solo querían quemarlo todo. Ya es bastante malo que estos supervivientes no solo soportaran la guerra psicológica y el acoso legal, sino que también se les aisló con las implicaciones de que si seguían centrándose en los casos de abuso sexual, la gente no oiría el evangelio y se iría al infierno.

La cooperación es un ideal bueno y bíblico, pero la cooperación no debe servir para «proteger las bases». Los que han utilizado esas frases saben lo que querían decir. Saben que si uno se sale de la línea, será rechazado y acusado de ser liberal, marxista o feminista. Saben que los más mezquinos se movilizarán, y que los «buenos» guardarán silencio. Y eso no es nada, nada, comparado con lo que soportan las víctimas de abusos sexuales, incluidos los niños que no están en las «bases».

Cuando mi mujer y yo salimos de la última reunión del Comité Ejecutivo de la SBC a la que asistimos (o asistiríamos jamás), me miró y me dijo: «Te amo, estoy contigo hasta el final, y puedes hacer lo que quieras, pero si sigues siendo bautista del sur, para el verano estarás en un matrimonio interconfesional». No estoy hablando de una mujer dada a los ultimátums, de hecho ése fue el primero que escuché de su parte. Pero ella había visto y oído demasiado. Y yo también.

No puedo imaginar la rabia que están experimentando ahora mismo quienes han sobrevivido a los abusos sexuales cometidos dentro de la iglesia. Solo conozco de primera mano la rabia de quien nunca esperó decir nada más que «nosotros» al referirse a la Convención Bautista del Sur, y que nunca podrá volver a hacerlo. Solo conozco de primera mano la rabia de quien ama a las personas que me hablaron de Jesús por primera vez, pero no puede creer que esto es lo que esperaban que hiciera o lo que esperaban que fuera. Solo conozco de primera mano la rabia de quien se pregunta, mientras lee lo que ocurrió en el séptimo piso de ese edificio de la Convención Bautista del Sur, cuántos niños fueron violados, cuántas personas fueron agredidas, cuántos gritos fueron silenciados, mientras nos jactábamos de que nadie podía alcanzar al mundo y ganarlo para Jesús como nosotros.

Esto es más que una crisis. Es incluso más que un crimen. Es una blasfemia. Y cualquiera a quien le importe el cielo debería estar infernalmente enojado.

Russell Moore dirige el Proyecto de Teología Pública en Christianity Today.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Fallamos al proteger a nuestras empleadas

Cómo una organización —la nuestra— respondió inadecuadamente al acoso sexual. Y cómo podemos mejorar.

Christianity Today May 23, 2022
Ilustración por Christianity Today / Source Images: Vandervelden / Getty

Me uní a Christianity Today como presidente y CEO en mayo de 2019. En agosto de ese mismo año llegó a mi conocimiento que uno de nuestros líderes editoriales había tratado a sus reporteras de manera poco profesional, realizando tocamientos no deseados a pesar haber recibido repetidas comunicaciones de que esa conducta era inapropiada, no era bienvenida y tenía que parar. Reuní más información acerca de la historia del problema, y quedó claro que los primeros incidentes con este individuo se habían atendido principalmente en conversaciones cara a cara.

Puesto que no encontramos advertencias escritas, nuestras opciones en agosto de 2019 eran limitadas. Lo disciplinamos, documentamos el caso, y le advertimos que sería suspendido o despedido si esto volvía a suceder. No surgieron más acusaciones de tocamientos no deseados u otras conductas inapropiadas desde entonces hasta su jubilación.

Sin embargo, en septiembre de 2021 dos empleadas se acercaron a mí y al editor ejecutivo de CT, Ted Olsen. Presentaron una narrativa más minuciosa sobre la conducta de este individuo, cuyos antecedentes se extendían a muchos años antes y continuaban incluso después de su jubilación.

Tenemos a estas mujeres en muy alta estima y nos sentimos profundamente entristecidos al escuchar sus historias. Ellas describieron comentarios altamente inapropiados y tocamientos no consentidos que las habían hecho sentir inseguras, cosificadas e indignas de respeto. Nuestra respuesta inmediata fue compartir su lamento, agradecerles su valor y comprometernos a llevar a cabo un proceso que examinara rigurosamente los errores del ministerio y lo que debíamos hacer de manera diferente en el futuro.

(También estamos enterados de una segunda historia, que también data de años atrás, en la que otro empleado de CT, que trabajaba en el área de publicidad, fue acusado de un delito sexual ocurrido fuera del lugar de trabajo y que fue despedido del ministerio lo antes posible. Deseamos examinar si también podríamos haber hecho más en ese caso).

Comprometidos a cambiar

Confrontados por el alcance de estas historias y comprometidos a cambiar, invitamos a las mujeres que informaron de esto a ser parte de la formulación de la respuesta institucional. Para nosotros era importante que ellas tuvieran voz, y han compartido su opinión e ideas en todo el proceso con sabiduría, cuidado e integridad.

También contactamos inmediatamente a Rachael Denhollander, abogada que ha demostrado ser una fuente inestimable de sabiduría en estas cuestiones. Ella ha brindado apoyo a nuestras empleadas y ha aportado sus puntos de vista con respecto al proceso que debíamos seguir. Yo informé a la junta de directores de CT de la situación. La junta apoyó una acción contundente.

Siguiendo la recomendación de Denhollander, contratamos a Guidepost Solutions, una respetada compañía que ayuda a las organizaciones a establecer mejores prácticas relacionadas con la prevención del acoso y conductas inapropiadas, así como a llevar a cabo investigaciones y a dar seguimiento al cumplimiento de las mismas. Guidepost dirigió una evaluación independiente de nuestro ministerio y su respuesta a las acusaciones que recibimos. También deseábamos saber si había un problema mayor de acoso o abuso en CT, y cómo podríamos transformar nuestra cultura, prácticas y políticas internas de tal forma que el acoso sea prevenido, identificado, investigado y disciplinado adecuadamente.

Había poco que decir públicamente antes de que esta evaluación se completara. No queríamos distorsionar o anticiparnos al trabajo de Guidepost, y teníamos el compromiso de mantener la confidencialidad de nuestros empleados y exempleados. Pero desde el comienzo nos comprometimos a publicar la evaluación de Guidepost. Sentimos una fuerte responsabilidad de actuar lo más transparentemente posible con respecto a lo que habíamos descubierto, y al modo en que pretendíamos seguir adelante.

¿Por qué es importante esta transparencia? Lo mínimo que podemos hacer por las mujeres involucradas es decirles que creemos sus historias y que sentimos muchísimo que el ministerio no consiguiera crear un entorno en el cual ellas fueran tratadas con respeto y dignidad.

También se lo debemos a nuestros lectores, a nuestros empleados y a la iglesia. Christianity Today, como ministerio, existe para servir a la iglesia, y un modo de servirla es hacer que los ministerios rindan cuentas con respecto a los ideales de nuestra fe. Por lo tanto, nosotros también debemos someternos a los más altos estándares. Y cuando no cumplimos con estos estándares, debemos demostrar transparencia, rendición de cuentas y confesión. Quizá el mejor modo de servir a la iglesia en este momento, cuando muchas iglesias y ministerios están lidiando con temas de acoso y la adecuada relación entre los sexos en el lugar de trabajo, es ser lo más abiertos posible durante el trayecto e invitar a otros a aprender con nosotros.

Una evaluación completa

Dado este compromiso, hoy publicamos la evaluación realizada por Guidepost [enlaces en inglés]. Guidepost realizó encuestas con los empleados, condujo entrevistas con muchos empleados y exempleados, y examinó numerosos documentos.

Estamos agradecidos de que Guidepost «no encontró problemas generalizados de acoso o abuso en CT». Pero lamentamos las áreas en las cuales nuestra respuesta institucional ha sido insuficiente, y agradecemos a Guidepost por identificar qué deberíamos hacer de forma diferente de ahora en adelante.

Junto con la evaluación de Guidepost también invitamos a Daniel Silliman, editor de noticias de CT, a considerar presentar un reportaje [enlace en español] sobre la situación de nuestro ministerio, de la misma forma en que ha informado de manera tan profesional sobre otros. Permitimos a Daniel y a nuestra editora sénior de noticias, Kate Shellnutt, que consideraran de forma independiente si esta era una historia que CT publicaría si las mismas circunstancias implicaran a otra iglesia o ministerio. Ellos decidieron que sí.

La investigación de Daniel fue paralela a la evaluación de Guidepost, sin vinculación entre ambas. No proporcionamos a Daniel o a Kate documentos que no podíamos compartir legalmente con nuestros propios empleados, y la primera vez que ellos verán la evaluación de Guidepost será cuando se publique hoy. Sin embargo, sí los invitamos a seguir la historia hasta donde pudiera conducirles.

Ni yo ni ningún otro miembro del equipo ejecutivo de Christianity Today ha influenciado su reportaje, y ni yo ni cualquier miembro del equipo ejecutivo verá esa noticia antes de que se publique. Creemos en el poder del periodismo que hace brillar la luz sobre la verdad y promueve la rendición de cuentas, y nosotros deberíamos someternos a los mismos altos estándares con los que analizamos a otros ministerios. Pondremos el enlace al informe de Daniel aquí tan pronto como sea publicado [enlace en español].

Lo que hemos aprendido

¿Qué hemos aprendido, entonces? La evaluación de Guidepost está llena de excelentes recomendaciones que serían de utilidad para cualquier iglesia, ministerio o negocio. Animamos a todo el mundo a leerlo.

Para Christianity Today, por la presente nos comprometemos públicamente a implementar las seis recomendaciones de alta prioridad que Guidepost hace en las páginas 5 y 6 de su informe. También nos comprometemos a informar a nuestros lectores del progreso del ministerio por medio de otro editorial que será publicado dentro de los próximos seis meses. Más allá de los (importantes) detalles de políticas internas y procesos, sin embargo, permítanme enfatizar tres cuestiones inmediatas que hemos aprendido.

Primero, nuestro ministerio sucumbió a la tentación de desdecir las conductas inapropiadas como malas interpretaciones: malas interpretaciones entre hombres y mujeres, o malas interpretaciones entre miembros de diferentes generaciones que tienen diferentes expectativas de lo que es una conducta apropiada en el trabajo. En otras palabras, como Guidepost expresa muy bien, hemos puesto mucho énfasis en la intención del perpetrador y muy poco en el impacto sobre el receptor.

Adivinar las intenciones siempre es una empresa dudosa, pero el acoso sexual es acoso sexual tenga o no una motivación sexual. Hace que la persona en el extremo receptor se sienta cosificada, manipulada y maltratada debido a su sexo. En vez de decir: «Él realmente no pretendía nada con esto», deberíamos haber escuchado: «Pero significa dolor y humillación para ella». Deberíamos haber respondido con contundencia más pronto para proteger a nuestras compañeras y comunicar que dicha conducta llegará rápidamente a su fin.

Segundo, la representación importa. Más de la mitad de los empleados de CT son mujeres. Más de la mitad de los miembros del equipo editorial son mujeres, incluyendo a algunas en posiciones intermedias de liderazgo. Sin embargo, el alto liderazgo del ministerio y el equipo editorial de CT ha sido predominantemente masculino. Vemos en nosotros mismos lo que hemos visto en incontables organizaciones: rara vez se tomarán decisiones sabias con respecto a los intereses de las mujeres cuando ellas tienen escasa o nula voz en esas decisiones.

En la actualidad, CT tiene una mujer en el equipo ejecutivo (después de haber perdido a otra por jubilación recientemente). Planeamos tener a tres mujeres en el equipo ejecutivo para finales de año y continuaremos trabajando para tener una mayor representación y diversidad en el liderazgo del ministerio y en el personal en los próximos años. Además, puesto que las mujeres con talento son el corazón de nuestro ministerio, examinaremos otros modos de asegurarnos de que nuestras empleadas se sientan valoradas y prosperen en su trabajo.

Y, tercero, la comunicación es primordial. El personal necesita escuchar del liderazgo de CT, con claridad y coherencia, que las conductas sexuales inapropiadas no serán toleradas, y que las denuncias por acoso o conductas inapropiadas se recibirán de manera amable y considerada. Nos hubiéramos ahorrado muchas dificultades, tanto para las víctimas como para el ministerio, si hubiéramos ofrecido un mecanismo de denuncia independiente y anónimo, y si nos hubiéramos comprometido más con la disciplina formal y los procesos de documentación.

Comprometidos con la verdad

Es nuestra oración que la transparencia con respecto a nuestros errores ayude a otras organizaciones a evitar los suyos.

Sabemos, especialmente en este momento de tanta polarización, que recibiremos críticas por esto. Agradecemos los comentarios. Sin embargo, hay dos posibles críticas que quiero abordar de manera preventiva.

Una parte de las críticas posiblemente argumentará que estas revelaciones socavan nuestra capacidad para denunciar casos de mala conducta en iglesias o ministerios. No creo que ese sea el caso. El equipo de reportajes de Christianity Today ha hecho un trabajo extraordinario, tanto reciente como históricamente, pidiendo explicaciones a algunos de los ministerios más poderosos cuando no han estado a la altura de su llamado. Lo que socavaría nuestra credibilidad sería si mostráramos que solo estamos comprometidos con la verdad de manera selectiva y que buscamos protegernos al ocultar el pecado en nuestra propia casa.

Hemos visto demasiados casos en los que las organizaciones cristianas encubren sus errores porque creen que la misión a la que sirven es demasiado importante como para que se descarríe por culpa de unos cuantos dolientes. Este argumento es tentador, pero desacertado. No podemos amar a los muchos siendo crueles con los pocos. No podemos servir a la verdad encubriéndola. Debido a que estamos comprometidos con el reino de Dios, nuestros intereses institucionales deben ser honestos acerca de los fracasos y compartir lo que hemos aprendido de ellos. Seguimos comprometidos con un periodismo riguroso sobre nosotros mismos y sobre los demás.

Otra posible crítica posiblemente será que estamos inclinándonos ante el feminismo radical y exagerando la reacción a conductas que no son verdaderamente dañinas. No sabemos de ningún abuso o agresión sexual, ni tampoco de ningún intento quid pro quo, o algo similar dentro del ministerio. El comportamiento inapropiado del que tenemos conocimiento, sin embargo, persistió mucho después de haberse expresado que era inaceptable y tenía que parar. Mujeres a las que tenemos en la mayor de las estimas fueron heridas porque nosotros hicimos menos de lo que el amor nos demandaba. El acoso en sí mismo las dejó con un sentimiento de que se les había quitado su dignidad como mujeres, su posición como profesionales y su habilidad para sentirse seguras y valoradas en el lugar de trabajo. Esto fue muy nocivo no solo para las dos mujeres que presentaron su denuncia en septiembre de 2021, sino también para otras mujeres. Se les dejó preguntándose si de verdad nosotros estábamos de su parte. Nos dolemos con ellas, confesamos nuestro pecado y pedimos su perdón.

Para concluir, de nuevo animamos a nuestros lectores a leer la evaluación de Guidepost [enlace en inglés] y el reportaje independiente de Daniel Silliman [enlace en español] cuando se publique. Esperamos que la iglesia se pueda beneficiar lo más pronto posible de las cosas que hemos hecho bien. Si la iglesia también se puede beneficiar de que hayamos compartido con honestidad lo que hemos hecho mal, entonces a Dios sea la gloria. Después de todo, es la gloria de Dios y no la nuestra el objetivo de todo lo que hacemos.

Tim Dalrymple es presidente, CEO y editor jefe de Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Hubo casos de acoso sexual dentro de Christianity Today. Nunca se les dio el seguimiento adecuado.

Varias mujeres denunciaron conductas inapropiadas de parte de dos altos directivos durante más de doce años. No se hizo nada al respecto.

Christianity Today

Christianity Today

Christianity Today May 20, 2022

Aviso: Este reportaje fue presentado por Daniel Silliman, editor de noticias de CT, editado por Kate Shellnut, editora sénior de noticias, y fue publicado sin la revisión previa de ningún ejecutivo del ministerio. Ninguno de estos editores tuvo acceso a los archivos del personal, ni a reuniones relacionadas con las acusaciones o con la investigación. Lea la declaración del presidente y CEO de CT, Timothy Dalrymple, aquí [enlaces en inglés].

Este reportaje fue publicado originalmente en inglés el 15 de marzo de 2022.

Durante más de doce años, nadie en Christianity Today le pidió cuentas a dos líderes del ministerio por acoso sexual en las oficinas ubicadas en Carol Stream, Illinois.

Varias mujeres denunciaron conductas humillantes, inapropiadas y ofensivas por parte del exeditor jefe Mark Galli y del exdirector de publicidad Olatokunbo Olawoye. Sin embargo, la conducta de estos hombres no fue amonestada ni tampoco recibieron ningún tipo de disciplina, según concluye una evaluación sobre la cultura del ministerio realizada por una entidad externa privada y cuyos resultados fueron publicados el martes 8 de marzo de 2022.

El informe identifica un par de problemas en la emblemática revista del evangelicalismo estadounidense: un deficiente proceso de «denuncia, investigación y resolución de las acusaciones de acoso» y una cultura de sexismo inconsciente que puede resultar «hostil para las mujeres». CT ha hecho públicos los resultados de la evaluación.

«Queremos practicar la transparencia y la rendición de cuentas que predicamos», dijo Timothy Dalrymple, presidente de CT. «Es imperativo que seamos irreprochables en estas cuestiones. Si fallamos en cumplir aquello que el amor nos exige, queremos saberlo, y queremos corregirlo».

En una cobertura independiente, el editor de noticias de CT entrevistó a más de dos docenas empleados y exempleados de CT, quienes escucharon estos doce relatos de acoso sexual de primera mano.

Hubo mujeres en CT que fueron tocadas en el trabajo de maneras que las hicieron sentir incómodas. Escucharon a hombres en puestos de autoridad sobre sus carreras hacer comentarios acerca de lo sexualmente deseables que eran sus cuerpos. Y, en al menos dos ocasiones, escucharon a jefes de departamento dar a entender que estaban abiertos a una aventura.

Entre mediados del año 2000 y hasta el año 2019, más de seis empleadas presentaron denuncias de acoso por parte de Galli u Olawoye ante algún gerente o ante el área de recursos humanos. Sin embargo, ninguno de estos líderes recibió una advertencia por escrito, ni se les señaló formalmente su conducta inapropiada, ni fueron suspendidos o sancionados de algún otro modo. No existe registro de que Christianity Today haya tomado ninguna acción correctiva, ni siquiera después de haber recibido quejas por ofensas casi idénticas en repetidas ocasiones.

«Cuando yo trabajaba allí, la cultura era la de proteger la institución a toda costa», dijo Amy Jackson, editora asociada que en 2018 dejó lo que ella dijo que se había convertido en un ambiente laboral hostil. «Nunca se le pidió cuentas a nadie. Sin duda Mark Galli fue protegido».

Puede que los casos de conductas inapropiadas en CT no estén al nivel de los peores ejemplos expuestos por el movimiento #MeToo, pero el ministerio nunca se ha medido a sí mismo por esos estándares.

«En medio de nuestro mundo desagradable», escribió Galli en 2015, «Christianity Today ofrece un oasis donde se halla lo verdadero, lo bueno y lo bello».

Durante el periodo en que desarrolló la marca de CT «Hermosa Ortodoxia» [Beautiful Orthodoxy], Galli realizaba comentarios inapropiados acerca de las mujeres. Tres personas dijeron que lo recuerdan hablando en la oficina, por ejemplo, acerca de cómo le gustaba mirar cuando las golfistas se inclinaban. Galli niega ese comentario en particular, pero dice que es posible que en algún momento se haya referido a las mujeres en el campo de golf como «un placer para la vista».

Los comentarios sobre los cuerpos de las mujeres, e incluso una ocasional mano fuera de lugar, pueden ser tomados simplemente como «groserías», dijo la editora de redacción digital, Andrea Palpant Dilley, quien fue una de las personas que impulsaron la evaluación externa. Pero esa conducta había tenido un impacto sobre las mujeres que trabajaban en CT.

«Existe un miedo físico con respecto al acoso sexual, pero el mayor miedo, para mí, es el del menosprecio y la falta de respeto», dice Palpant Dilley. «Es una amenaza para mi profesionalidad, y eso es en esencia una amenaza para mi capacidad de prosperar y confiar en que puedo ser respetada como mujer en CT».

Las quejas presentadas ante recursos humanos tenían consecuencias

Richard Shields, director de recursos humanos entre 2008 y 2019, se negó a hacer comentarios sobre cualquier empleado o sobre acusaciones específicas para esta historia. Sin embargo, se opuso a la idea de que el área de recursos humanos haya fallado.

«Yo siempre me tomé las quejas con mucha seriedad y mucha, mucha confidencialidad», le dijo al editor de noticias de CT. «Estoy muy seguro de que utilizamos los procesos que teníamos implementados de manera muy coherente, muy minuciosa y muy efectiva».

La política de CT dictaba que el área de recursos humanos documentara cualquier acusación de mala conducta y que después informara al equipo ejecutivo. Sin embargo, el equipo ejecutivo no tenía directrices corporativas claras con respecto a las consecuencias por infracciones, según Harold Smith, presidente y CEO desde 2007 hasta 2019.

No fue sino hasta después de que comenzaran los movimientos de #MeToo y #ChurchToo en las redes sociales que el liderazgo de CT comenzó a revisar sus políticas y a capacitar a la plantilla de personal sobre el acoso sexual.

«Estábamos tratando de ponernos al día», dice Smith. «Y, lamentablemente, fueron las mujeres quienes llamaron nuestra atención sobre este tema… las que tristemente se encontraban esperando, y guardaban la esperanza de alguna resolución».

Cuando alguien hacía una acusación, el departamento de recursos humanos abría expedientes y tomaba notas. Sin embargo, después no pasaba nada, dejando a muchas empleadas y exempleadas con la impresión que de que no había consecuencias para cualquier mala conducta a menos que fuera un delito grave.

En algunos casos, informar a recursos humanos simplemente empeoró las cosas. Para una mujer, haber presentado una queja a recursos humanos le trajo una respuesta negativa tan grande que cambió totalmente su experiencia en CT.

Su nombre se mantiene confidencial, al igual que los nombres de otras mujeres que experimentaron acoso sexual, siguiendo las políticas de CT para el informe de abusos. Los detalles de cada historia, sin embargo, han sido confirmados por múltiples fuentes que observaron el mismo incidente, se enteraron de primera mano en su momento o presenciaron ocasiones de acoso idénticas.

Cuando se contrató a esta mujer como redactora a mediados de los 2000, alguien bromeó con que solo la habían contratado porque el editor sénior quería tener sexo con ella. Ella no informó de esto a recursos humanos, pero un colega sí lo hizo. Después de eso, la mujer escuchó comentarios de forma regular de parte de hombres en CT acerca de lo rápido que ella identificaba todo como acoso sexual.

Galli en particular comenzó a preguntarle si es que le ofendía que él le abriera la puerta, recuerda ella. Él hacía alguna declaración banal sobre género, dijo ella, y luego añadía: «¿Vas a denunciar esto?».

Se le hizo creer que si denunciaba cualquier cosa se la trataría como una alarmista. «Era bastante espeluznante», dice ella.

Poco tiempo después, el director de publicidad de CT, Olawoye, entró a su oficina y cerró la puerta. Le hizo un comentario acerca de lo bien que se veía, recuerda ella. Entonces él comenzó a hablar de lo infeliz que se encontraba en su matrimonio y colocó la mano sobre su pierna.

Ella no informó de esto a recursos humanos. No pensó que mereciera la pena.

«Es difícil para la gente presentar denuncias de acoso… muy duro», dice Sonal Shah, subdirectora de servicios de derecho laboral en HR Source. «La mayoría de las quejas no se reportan, así que si tienes múltiples quejas, entonces el problema probablemente sea más serio y generalizado de lo que parece».

Diferentes mujeres que trabajaron en CT entre 2000 y 2019 dijeron que ni siquiera tenían claro si el área de recursos humanos era responsable de las quejas por acoso sexual. El estado de Illinois ordenó que se pusieran en marcha capacitaciones sobre acoso sexual en todos los lugares de trabajo en 2019, y ahora CT requiere que los empleados completen un curso anual en línea. Antes de eso, recuerdan las mujeres, la impresión general era que en el departamento de recursos humanos no estaban interesados en las acusaciones de acoso sexual y solo trataban despidos, contrataciones y planes de jubilación.

El director de recursos humanos, Shields, también estaba vinculado con un grupo de hombres del ministerio que jugaban al golf, incluyendo a Galli, Olawoye y algunos otros. Algunas de las mujeres dijeron que se decidieron por no denunciar el acoso porque les parecía más probable que él simpatizara con otros hombres en puestos de liderazgo, que con mujeres jóvenes presentando sus acusaciones.

«Me dijeron que no esperara nada de recursos humanos», dijo una exempleada, «que solo hablara con otras mujeres».

Mujeres ayudando a otras a evitar el acoso sexual

Las mujeres de la oficina se organizaron de manera informal para protegerse entre sí de la atención no deseada de parte de Olawoye, quien era conocido en CT por su apodo «Toks». Varias describen cómo le advirtieron a las nuevas contratadas que él no respetaba los límites personales, y que frecuentemente se autoinvitaba a los despachos de las mujeres de la oficina, cerraba la puerta y se enzarzaba en largas conversaciones privadas.

Algunas incluso hicieron un pacto para fingir que tenían reuniones entre sí para tener una excusa y así terminar educadamente las conversaciones con aquel hombre de alto rango.

A pesar de estos esfuerzos, tres mujeres más tuvieron experiencias idénticas de acoso. Cada una de ellas contó, de forma independiente, que Olawoye les hizo comentarios sobre su apariencia física, les habló de que su esposa ya no era tan atractiva como antes y mencionó que no estaba teniendo tanto sexo como le gustaría.

«Mi cuerpo entero se tensó y quería vomitar», recuerda una mujer. «Yo estaba como: “Ay, ay, ay… no quiero ser tu amiga. No quiero estar aquí. No quiero hablar con esta persona nunca más”».

Ninguna de estas mujeres denunció los incidentes a la gerencia o a recursos humanos. Una dice que sentía como si estuviera lidiando con ello por sí sola, y otras dicen que se sintieron avergonzadas y no pensaron que ayudaría.

Puede que tuvieran razón. Cuando otras denunciaron a Olawoye por conducta inapropiada, se encontraron con que las trataron como si ellas fueran el problema.

Una mujer le dijo a la gerente que Olawoye se quedaba mirando sus pechos durante las reuniones. La respuesta de la gerente fue: «Ayudaría que llevaras una bufanda».

La gerente, que es una mujer, confirmó ese relato pero señaló que ella no había recibido capacitación sobre cómo manejar los casos de acoso sexual cuando obtuvo su ascenso, y no sabía cómo presentar una queja formal.

Otro gerente, un hombre, presentó una queja. Fue a recursos humanos y dijo que Olawoye había pasado una cantidad excesiva de tiempo hablando con una becaria universitaria. Parecía estar haciéndole preguntas inapropiadas: si tenía novio, si alguna vez lo había tenido y si le gustaría ir a cenar a su casa.

Pocos días después Olawoye irrumpió en la oficina del gerente que lo había denunciado y exigió una disculpa. Había descubierto la queja y estaba furioso por la posibilidad de una «marca espantosa» en su expediente.

El gerente no presentó más quejas a recursos humanos durante su tiempo en Christianity Today.

No queda registro de que Olawoye fuera reprendido formalmente por ese incidente ni de que eso dejara ninguna clase de nota en su expediente.

La carrera de Olawoye en CT terminó cuando fue arrestado por agentes federales en una operación encubierta en 2017. Había intentado pagar por sexo con una adolescente. Finalmente se confesó culpable y fue sentenciado a tres años de prisión.

Hoy vive en las afueras de Chicago y está registrado como delincuente sexual. No respondió a las múltiples invitaciones a que presentara sus comentarios para esta historia.

Después del arresto de Olawoye, el área de recursos humanos ofreció consejería a los empleados que se hubieran podido sentir alterados o disgustados por el incidente, pero no investigó si alguien había sido agraviado por Olawoye durante su tiempo en las oficinas, según el testimonio de múltiples empleados. En cambio, los líderes de CT animaron al equipo a mostrar gracia hacia Olawoye y recordar que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Galli acusado de tocar a ocho mujeres

En el departamento editorial de CT fue Mark Galli quien compartió las noticias del arresto de Olawoye y quien compartió el mensaje de la suspensión del juicio. Le dijo a al menos dos mujeres a las que supervisaba que comprendía cómo un hombre se podía sentir tentado a pagar por sexo con una adolescente. Según las mujeres, Galli dijo que él también tenía impulsos sexuales insatisfechos y que era una experiencia común en los hombres. Lo importante era aprender a no llevar adelante esos impulsos.

Ambas se preguntaron más adelante por qué él les contó aquello. Ambas fueron tocadas de manera inapropiada más adelante por el entonces editor jefe.

En total, ocho mujeres han dicho que Galli las tocó inapropiadamente.

Seis denunciaron el incidente a recursos humanos. Una no lo hizo. La otra hizo que un colega denunciara el incidente. Galli no fue reprendido por escrito ni se le dio ninguna clase de advertencia formal por su comportamiento.

«Se supone que recursos humanos está ahí para protegernos», dijo una exempleada. «Se supone que debe manejar estas situaciones, pero una y otra vez yo vi que recursos humanos tenía autoridad nominal, pero no la autoridad real para hacer nada».

Ninguna de las mujeres vio que Galli sufriera ninguna repercusión, y varias dicen que parecía restar importancia a las quejas como si se tratara de una molestia menor, una diferencia generacional o un problema de la cultura de lo «políticamente correcto».

Hoy Galli ve las acusaciones como malentendidos.

«Nunca he hecho nada malo de manera consciente y deliberada», le contó al editor de noticias de CT. «Me alegra disculparme en aquellas áreas en las cuales me comuniqué mal o hice pensar a las personas una cosa cuando en realidad estaba intentando hacer otra. Me alegra hacerlo».

Galli expresó su frustración con respecto a que CT permitiera que el malentendido «se enconara» y dijo que hubiera deseado que el ministerio hubiese facilitado una reconciliación entre él y las mujeres que lo habían acusado de conducta inapropiada.

«Algunas personas pudieron haber interpretado cualquier clase de toque como un avance sexual», dice. «Ante cualquier cosa que yo haya hecho para atribular, ofender o molestar a cualquiera, incluso dos años después de dejar la compañía, agradecería la oportunidad, aunque sea con la presencia de una tercera persona, de comprender lo que están diciendo».

Los relatos compartidos con el editor de noticias de CT siguieron patrones casi idénticos. La mayoría de las mujeres dijeron que él acarició la parte baja de su espalda con la mano y tocó el broche de su sujetador.

Algunas dicen que este toque les pareció de naturaleza sexual y se sintieron abusadas. Otras dicen que no pensaron que él tratara de tener un avance sexual, pero que les molestó que no respetara los límites. Él actuaba, dicen, como si pudiera cruzar cualquier línea personal o profesional que quisiera.

En un incidente de 2008 o 2009, Galli se puso detrás de una mujer en la fotocopiadora y colocó la mano en la parte baja de su espalda, dice la mujer. No era obviamente sexual, según la exempleada. Pero la hizo sentir incómoda, y pensó: «¿Por qué necesita tocarme la parte baja de la espalda?».

La mujer denunció el incidente a recursos humanos. Se reunió con Shields. El director de recursos humanos tomó notas, dice, y parecía comprender por qué la conducta la hizo sentir incómoda.

Después, no pasó nada. Unas pocas semanas más tarde, cuenta, Galli se acercó a ella y le dijo: «Solo tienes que venir y decírmelo a mí directamente la próxima vez». No fue sino hasta más tarde que ella se dio cuenta de que él daba por hecho de que iba a haber una próxima vez.

«No me sentí cómoda hablando con recursos humanos después de eso», dijo ella.

Otra exempleada cuenta cómo Galli la tocó dos veces de maneras que a ella le parecieron inapropiadas, incluyendo acariciar su hombro desnudo cuando se sentaron uno junto al otro en un evento a finales de los 2000. Según los correos electrónicos escritos en aquel momento, ella denunció la conducta a su gerente, pero él decidió no presentar una queja a recursos humanos.

Una tercera mujer recuerda que, en 2012, Galli le dijo que se suponía que él no debía abrazarla, pero que lo iba a hacer de todos modos. Ella sintió cómo él dejó su mano sobre el broche de su sujetador.

Una cuarta mujer dice que Galli le acarició la espalda y dejó la mano firme bajo su sujetador. Cuando ella se lo contó al vicepresidente, el líder sugirió que quizá ella había malinterpretado la situación y la animó a que «no hiciera de esto un tema para recursos humanos».

«Las palabras específicas que me dijo fueron: “Nadie lo ha denunciado nunca”, “No hay quejas en recursos humanos contra él”, “Tiene un expediente inmaculado”», dijo la mujer. «Recuerdo que lo dijo de tres maneras diferentes y yo pensé: Quizá yo soy el problema».

La empleada fue a recursos humanos de todos modos. Más adelante le dijeron que, debido a que Galli lo había negado, a que no había testigos y a que no había documentación previa por tocamientos inapropiados, no se podía hacer nada.

Galli confirmó múltiples conflictos por tocar a personas en el trabajo, pero puso en tela de juicio la interpretación de las mujeres de lo que él había hecho.

«No es posible que mi mano estuviera en su espalda más de un segundo», contó al editor de noticias de CT. «Obviamente, violé su espacio. Lo siento mucho. No estaba sintiendo su sujetador… Solo estaba tratando de afirmar físicamente que me acercaba como alguien amigable que quería tener una conversación con ella».

«Por supuesto, traspasé los límites»

Después de repetidas quejas presentadas ante el área de recursos humanos, Galli consideró la idea de convertir en su política personal el no tocar a las personas en la oficina, pero después, rechazó la idea, según le contó al editor de noticias de CT. Él tocaba a la gente para animarlos, para conectar y comunicarse eficazmente, dijo, y pensó que simplemente tendría que vivir con algunos malentendidos.

«Por supuesto, traspasé los límites», dice. «No debería sorprender a nadie que me conoce que, al haber trabajado allá por treinta años, probablemente crucé límites. Sí, eso pasó. Para que quede claro, nunca tuve ningún interés romántico o sexual con nadie en Christianity Today».

Galli también traspasó otros límites. A principios de los 2000 le dijo a una mujer que trabajaba bajo su supervisión que la encontraba atractiva, según el testimonio de la mujer y de seis colegas más que lo supieron en aquel momento. Después de que ella renunciara, Galli le dijo: «Tú eres la clase de mujer con la que habría tenido una aventura».

En 2018, Galli irrumpió en un despacho en donde una empleada estaba sacándose leche materna. Se había anunciado que una madre acababa de tener a su bebé y que necesitaría privacidad, y que habría un cartel de «No molestar» en la puerta. Galli miró el cartel y dijo en voz alta: «Eso no aplica a mí», según dos personas que estaban allí.

El incidente fue denunciado a recursos humanos. Galli no fue reprendido o disciplinado formalmente.

Galli no cruzó los límites con todas las mujeres que trabajaban para él. Algunas empleadas y exempleadas dicen que tuvieron buenas experiencias: Galli las animó, capacitó, ascendió y defendió.

Muchas más, sin embargo, dicen que era difícil trabajar para él como jefe. Tanto hombres como mujeres dicen que llevaba una línea fuertemente autoritaria y un humor impredecible. A veces se ponía furioso, reaccionaba exageradamente a las críticas, gritaba y golpeaba cosas en la oficina.

Nadie con autoridad pareció reconocer esta conducta ni controló a Galli de ninguna manera, dicen los empleados y exempleados. Él actuaba de forma inapropiada y después bromeaba con que era un mal jefe como el personaje de Michael Scott en The Office.

«El próximo incidente se tomará en serio»

Ese statu quo continuó hasta agosto de 2019, cuando a Galli se le acusó de tocar de manera inapropiada a tres mujeres en tres días.

Primero, se acercó a una mujer y la abrazó por la espalda por sorpresa. Un gerente lo vio e informó de ello a recursos humanos, según múltiples personas que estaban allí.

Jaime Patrick, sucesor de Richard Shields como director de recursos humanos en 2019, llevó el informe a Timothy Dalrymple, el nuevo presidente y CEO. Dalrymple, que había sido elegido tres meses antes, se dirigió a Galli y le dijo que esa conducta era inaceptable. Fue una advertencia verbal.

Sucedió otro incidente al día siguiente. Durante una foto de grupo en una salida pública, Galli rodeó con su brazo a una colega y dejó la mano sobre su trasero. Dejó la mano allí, dijo la mujer en una declaración escrita a recursos humanos, hasta que tomaron la foto.

Dalrymple se ha negado a hablar sobre quejas específicas presentadas ante el área de recursos humanos contra empleados en particular para esta historia. Según personas que tuvieron conocimiento de la situación, sin embargo, él pidió a recursos humanos documentación sobre conductas inapropiadas previas, así como que buscaran opciones legales para suspender o despedir a Galli. En ese momento, tras casi treinta años de Galli como empleado del ministerio, un miembro del equipo de recursos humanos no encontró pruebas de acciones disciplinarias contra él.

Antes de que ocurriera nada más, recursos humanos recibió una tercera queja de una mujer que dijo que Galli la había sujetado por los hombros y la había zarandeado mientras le contaba una historia.

Dalrymple presentó una advertencia formal. Galli dice que él firmó una declaración reconociendo la reprimenda. Fue la primera vez que una acusación dejaba un registro en su expediente de recursos humanos.

Según las normas de buenas prácticas en recursos humanos, debería haber consecuencias prácticas y escalonadas para malas conductas, dice Shah, experta de HR Source. Por lo general, la primera y la segunda ofensa reciben una advertencia, la tercera supone una suspensión, después viene una advertencia final y, en última instancia, un despido.

También debe estar minuciosamente documentada la investigación y cualquier acción correctiva, dice ella, para que una organización pueda demostrar frente a un juez que se ha castigado a las personas de manera consistente, sin importar el estatus u otros factores, y que se llevaron a cabo las medidas oportunas para proteger a los empleados.

«Decir: “Oye, no lo vueltas a hacer” no es suficiente», dice Shah. «Eso no es tomárselo en serio».

Galli, sin embargo, no había recibido nada más que reprimendas verbales antes de la notificación de Dalrymple.

«El siguiente incidente», le dijo un miembro del equipo de recursos humanos a una mujer que presentó una queja en 2019, «se tomará muy seriamente».

Galli anunció su jubilación dos meses después, en octubre de 2019. En diciembre publicó un editorial pidiendo que Donald Trump fuera apartado de su cargo. En enero, se jubiló.

Sin embargo, hubo un incidente más en 2021. En una reunión en Wheaton, Illinois, Galli abrazó a una empleada actual de CT y recorrió toda su espalda con la mano.

«No hay duda de que me tocó», contó ella al editor de noticias de CT.

Después él se apartó y la miró de arriba abajo. Ella interpretó la mirada como «descaradamente sexual». Aunque ella no creyó que se pudiera hacer nada, puesto que en ese momento él ya era un exempleado, denunció el incidente a su gerente, quien presentó la queja a Dalrymple.

Después de eso, varias mujeres, incluyendo a la editora de redacción digital, Palpant Dilley, presionaron a CT para que contratase a una empresa externa para evaluar por qué se había permitido que el acoso sexual de Galli pasara desapercibido durante tanto tiempo.

«Realmente necesitamos protocolos y procedimientos robustos para que cuando la gente se equivoque, el sistema que hay detrás de esas personas no lo haga», le comentó Palpant Dilley al editor de noticias de CT. «Debemos tener un sistema de pesos y contrapesos. Como cristianos, nosotros somos los primeros que deberíamos tener una perspectiva realista y decidida de la naturaleza humana que considere y nos prepare para los errores humanos».

Guidepost Solutions, una empresa consultora, fue contratada en septiembre de 2021 para revisar el modo en que CT gestionaba las acusaciones de acoso, evaluar las políticas y procedimientos del ministerio y recomendar cambios concretos.

El 13 de marzo, Guidepost concluyó que, aunque no había «un patrón o una cultura extendida de acoso sistemática», CT podría manejar estos casos de mucho mejor manera.

«La defectuosa respuesta institucional de CT a las acusaciones de acoso podría haber estado influida, en parte, por un sexismo inconsciente», dice el informe. Los líderes del ministerio «a veces intentaban minimizar o racionalizar» el acoso sexual, calificándolo simplemente como la conducta «de un hombre mayor que estaba fuera de contexto con las costumbres actuales en el lugar de trabajo», en vez de reconocerlo como «inapropiado bajo cualquier circunstancia, para cualquier persona».

Guidepost recomendó cambios para que CT mejore la respuesta del departamento de recursos humanos al crear un sistema de denuncias anónimas y establecer procedimientos para las investigaciones. La investigación externa señaló que CT no tenía «disposiciones de confidencialidad» acerca de las investigaciones de recursos humanos.

Dalrymple dijo que CT implementará las recomendaciones y revisará otros posibles cambios durante los próximos seis meses.

«Las prácticas de empleo existen por una razón», dice él, «y creo que necesitamos dejarles claro a nuestros empleados que las denuncias por mala conducta son bienvenidas, que estarán libres de represalias y que sus preocupaciones se tomarán en serio».

Mayores problemas culturales

Ninguna de las personas afectadas en CT cree que la cultura del ministerio sea particularmente sexista. Algunos han tenido experiencias peores en otros centros de trabajo cristianos. Sin embargo, el sexismo supone una carga extra para las mujeres, que ahora representan más de la mitad de los empleados de CT.

Los hombres en el ministerio suelen dar por hecho que una mujer soltera siempre quiere casarse y tener hijos, dicen algunos de los empleados y exempleados. Y los líderes de departamento dan por hecho que las madres de la compañía siempre priorizarán de tal forma a sus familias que su trabajo nunca será tan importante para ellas como lo es para sus colegas masculinos.

Empleados y exempleados dicen que ha habido problemas constantes con hombres que interrumpen a las mujeres en las reuniones. Y se consideraba aceptable cuando algunos hombres en el liderazgo decían que las diferencias biológicas entre sexos llegaban incluso hasta la inteligencia y que los hombres debían ser más inteligentes.

Unos cuantos exempleados le echan la culpa del sexismo a la cultura evangélica, diciendo que sus normas acerca del género pueden borrar la línea entre lo aceptable y lo inaceptable en términos de conducta.

Agnieszka Zielińska, exredactora de CT, quien ha dejado el cristianismo y se considera «una agnóstica feliz», recuerda su experiencia en la compañía entre 2000 y 2006, y ve problemas evidentes.

«La cultura evangélica tiende a promover que la gente tenga convicciones intensas y que haga revelaciones sin tener límites bien definidos», dice ella. «Promueve el tratamiento de los compañeros de trabajo como si fueran miembros de la familia. Esto puede ser agradable. Pero también crea problemas, como un desprecio por los límites profesionales en el trabajo».

Otros, sin embargo, estaban decepcionados por cómo el ministerio no llegó a poner en práctica sus compromisos cristianos ni la misión específica de CT. Muchos señalan un editorial de 2015 en donde CT hacía un llamado a ser «testigos honestos de un fracaso moral».

El artículo dice que los escándalos de líderes evangélicos individuales son un problema. Pero el hecho de que muchas personas lo supieran y no hicieran nada es devastador.

«Si sabes algo, díselo a alguien», escribió Ted Olsen, quien entonces era el gerente editor de noticias y es el actual editor ejecutivo de CT. «Si esperas que algo se arregle solo, te debería dar más miedo que vaya a explotar terriblemente. Si estás orando para que Dios saque algo a la luz, escucha su llamado: “No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas” (Efesios 5:11, NVI)».

Muchas de las personas que se vieron afectadas en CT han tomado las noticias de una evaluación externa con cautela. Aunque el compromiso de Dalrymple con la transparencia ha despertado algo de esperanza, todavía queda una buena capa de escepticismo.

Empleados y exempleados dicen que les preocupa que el ministerio llegue a pensar demasiado rápido que todos los problemas han quedado en el pasado. Les preocupa qué ocurrirá la próxima vez que alguien tenga una queja que deban llevar ante recursos humanos. Les preocupa que sea demasiado fácil mirar hacia otro lado, demasiado fácil permitir que más hombres crucen los límites y demasiado fácil no hacerlos rendir cuentas.

«Me he quedado sin gracia para esto», dice la directora de proyectos creativos Joy Beth Smith, «y, honestamente, no sé si la institución lo ha hecho también».

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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¡Ayuda! Siento que Dios ya no me importa

Por qué los cristianos caen en la apatía espiritual (y cómo pueden salir de ella).

Christianity Today May 19, 2022
Fuente de imagen: Alex Mccarthy / Unsplash / Edición por Rick Szuecs

A menudo los creyentes describen la vida cristiana como una serie de picos y valles, con periodos de alegre discipulado seguidos de etapas de languidez espiritual. Uche Anizor, profesor de la Facultad Talbot de Teología de la Universidad Biola, escribe para aquellos que caminan fatigosamente por el valle en Overcoming Apathy: Gospel Hope for Those Who Struggle to Care [Cómo superar la apatía: La esperanza del evangelio para aquellos a los que ya casi no les importa]. Matthew LaPine, pastor y autor sobre temas de teología y psicología humana, habló con Anizor acerca de las causas de la apatía espiritual y el camino de regreso a una búsqueda apasionada de Dios.

Overcoming Apathy: Gospel Hope for Those Who Struggle to Care

Overcoming Apathy: Gospel Hope for Those Who Struggle to Care

Crossway

192 pages

$10.49

¿Qué le motivó a escribir un libro sobre la apatía entre los cristianos?

Tuve principalmente dos motivaciones. Una, fueron mis propias experiencias a comienzos de mi vida cristiana, en particular de cuando trabajé con Campus Crusade for Christ. Mi trabajo consistía principalmente en servir como orientador de estudiantes y hacer evangelismo. Sin embargo, había muchos días en los que temía enfrentarme a estas tremendas tareas espirituales. Eso me atormentaba: había recaudado fondos para hacerlo, pero, cuando llegaba el momento, realmente no quería hacerlo. El miedo al evangelismo seguramente era un factor. Pero, sobre todo, había una «insipidez» general en mi actitud. Durante aquella época le contaba a la gente una y otra vez que mi mayor vicio como cristiano era ser una persona apática. Así que quería entender por qué era así.

Mi otra motivación viene de haber servido como orientador a un sinnúmero de estudiantes durante mis años en Biola. Ellos sufren por las cosas comunes, pero creo que su principal preocupación es que sienten que, sencillamente, no les importa su vida espiritual. Intelectualmente, conocen la importancia de saber teología, amar a Jesús y llevar una vida cristiana. Pero no logran que les importe del modo en que, muy dentro de su corazón, saben que debería importarles.

Cuando hablamos del tirón de la apatía, ¿ve usted diferencias generacionales?

Hay apatía en todas las generaciones. Pero la gente la procesa y la evalúa de diferentes maneras. La ironía es que, ahora mismo, los jóvenes suelen tener mucha mayor conciencia emocional que sus mayores. Son conscientes de su mundo interior, lo suficiente como para querer hablar de ello abiertamente. Pero no estoy seguro de que esa conciencia los esté llevando a lidiar con lo que está pasando en su interior. Puede que sus amigos digan: «Sí, me identifico totalmente con eso». Pero todos están estancados en este atolladero de la autoafirmación.

Quizá las generaciones previas eran menos conscientes de sus emociones. Aunque tuvieran sentimientos de apatía, solo se empeñaban, bajaban la cabeza y hacían el trabajo; sin embargo, los miembros de esta generación consciente de sus emociones, en cuanto dejan de sentir una pasión genuina, dejan de hacer lo que estaban haciendo. Cuando se sienten apáticos acerca de las cosas de Dios, se sienten menos inclinados a seguir buscándolas.

¿Cómo distingue usted entre apatía y otros primos cercanos como la depresión, el desánimo y lo que se podría llamar «temporadas de sequía»?

Es importante señalar que no estoy utilizando el término apatía en un sentido clínico, sino en lo que se refiere a cosas que los cristianos supuestamente valoran, es decir, las cosas de Dios. Hay una superposición entre esta clase de apatía espiritual y la depresión. Pero hay ciertas características únicas en cada una. La depresión se relaciona con cosas como pensamientos suicidas y una falta generalizada de energía o de motivación en todas las áreas de la vida.

La apatía, sin embargo, suele ser más selectiva. Los jóvenes varones a los que he orientado no se sienten apáticos con respecto a todo. Pueden estar muy emocionados por los deportes o por sus novias. La depresión suele ser más generalizada, y puede que requiera terapia u otras formas de tratamiento que no es necesario en el caso de la apatía.

En cuanto al desánimo, yo lo defino como una tristeza o un desconcierto profundos, especialmente en lo relativo a las cosas de Dios. Si estuviéramos tratando con desánimo en vez de apatía, lo que la persona desanimada necesitaría más que nada sería ser reconfortada.

Con las «temporadas de sequía», lo que podríamos llamar «la noche oscura del alma», usamos estos términos para referirnos a algo que es bueno y está orquestado por lo divino. Dios lo destina para nuestro bien. La persona que atraviesa una temporada de sequía solamente necesita perseverar y seguir buscando a Dios.

En el libro, usted señala varias posibles causas para la apatía, que pueden ir de lo situacional a lo espiritual. ¿Cómo puede alguien distinguir entre estas posibles causas?

Mucha gente se siente desconcertada por su apatía. En el libro, presento siete posibles causas, una mezcla entre factores internos y externos. Soy consciente de que podría haber listado más, pero el objetivo era simplemente ofrecer algo de ayuda para el autodiagnóstico: algunos espejos para ayudar a cada uno a entender dónde está. Tal vez, por ejemplo, mi descripción de la duda espiritual te parezca acertada para tu caso. O quizá has estado inmerso en la trivialidad y sientes que prácticamente todo dejó de importarte. O tal vez has dejado de hacer cosas relacionadas con Dios, y de forma natural te sientes cada vez más indiferente. Si cualquiera de estas causas no parece ajustarse a ti, simplemente pasa a la siguiente. El libro tiene la intención de ser algo así como un compañero de conversación.

En su experiencia personal, usted describe cómo su época de apatía surgió tanto de la duda como de la depresión. ¿Pueden las causas espirituales y las no espirituales reforzarse unas a otras?

La apatía puede tener causas que no son claramente morales o espirituales. Piensa en el duelo, por ejemplo. Las Escrituras no tratan el duelo como algo problemático o pecaminoso. Todos pasamos por duelos, aunque se supone que no los pasaremos igual que aquellos que no tienen esperanza. Entonces, aunque el duelo es una categoría amoral, puede contribuir a la desesperanza, que algunas veces tiende hacia la apatía. Hay otras cosas —como el consumo de los medios o experimentar ciertas formas de duda— que puede que no sean inherentemente problemáticas, pero que pueden conducir a la apatía si no se atienden adecuadamente o con demasiada indulgencia.

Usted recomienda combatir la apatía por medio del cultivo, mezclando una metáfora militar con el lenguaje de la jardinería. ¿Por qué esta combinación?

La metáfora del combate comunica que hemos sido llamados a enzarzarnos en una batalla espiritual real contra la carne y contra el enemigo. Esto no es cristianismo pasivo. No es decir: «Que sea lo que Dios quiera». Estamos en medio de una batalla.

Sin embargo, esta batalla no cambia de rumbo en algún momento decisivo en el que yo tome la espada del Espíritu, recite algunos versículos, mate al Diablo y siga adelante con mi vida. Superar la apatía implica cultivar una vida de virtud, integridad y santidad.

Usted escribe acerca de la importancia de cultivar la comunidad, el afecto, el significado, la misión, la generosidad y la fortaleza. ¿Cuál ha sido la más importante en su viaje lejos de la apatía espiritual?

Yo diría que la comunidad, tanto la comunidad de la iglesia como la cristiana, hablando en términos generales. Estar con el pueblo de Dios me ha hecho seguir adelante en mis temporadas de sequía, especialmente cuando batallaba con la duda. Simplemente estar con cristianos normales y tomar parte en la vida de la iglesia han sido la clave. Ha sido de ayuda tener amistades íntimas con personas que son apasionadas.

Me di cuenta de que era muy importante no solo pasar tiempo con personas que se sentían estancadas como yo. No digo que debamos rechazar a todos los que lo estén pasando mal. Pero es importante tener a alguien a quien rendirle cuentas con respecto a este asunto, especialmente si se trata de aquellos que pelean con verdadero celo de Dios y son ejemplos reales de ello.

¿Cuál es la mayor esperanza que tiene para este libro?

Espero que aquellos que estén batallando con la apatía puedan llegar a tener una sensación clara de que Dios está de su lado y está con ellos. El Padre nos ha dado a su Hijo y al Espíritu, quien nos empodera para ir más allá de la apatía de nuestras vidas. Yo espero que este libro pueda dar a las personas una esperanza real de que el cambio es posible, aunque no haya remedios mágicos. La apatía no tiene que ser nuestro destino. Lo ideal sería que este libro pudiera ofrecer algunas herramientas para ayudar a las personas a dar pequeños pasos para superarla.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Ministerios cristianos: digan no a los orfanatos

La pandemia puso presión sobre muchas naciones afectadas por la muerte de millones de padres y cuidadores. Pero se debe priorizar el cuidado familiar de los menores.

Christianity Today May 16, 2022
Anthony Kwan/Getty Images

Más de 5.2 millones de niños a nivel global han perdido al menos a uno de sus padres o cuidadores a causa de la pandemia, según un nuevo informe publicado por la revista The Lancet Child & Adolescent Health [enlaces en inglés].

El número de niños que perdieron a uno de sus cuidadores aumentó tan rápidamente entre marzo de 2020 y octubre de 2021, que los expertos de los ministerios cristianos de atención a los huérfanos solo pueden comparar esta crisis con aquella provocada por el VIH/sida, que ha dejado huérfanos a un total de 16.5 millones de personas desde la década de 1980. La respuesta, esperan, será tan seria como la que se dio en respuesta al sida.

Pero también esperan que sea diferente.

Los ministerios de atención a los huérfanos consideran que la crisis actual es una oportunidad para alejarse totalmente del sistema institucionalizado de orfanatos, y volcar todo el apoyo hacia un modelo de atención familiar.

«Hemos aprendido del pasado», dijo Elli Oswald, directora ejecutiva de Faith to Action Initiative, a Christianity Today. «Sabemos que los centros de atención residencial, los orfanatos y los hogares para niños son respuestas que funcionan como una venda, pero que no abordan los verdaderos retos a los que se enfrentan los niños y las familias y, de hecho, pueden causar más trauma y daño a los niños».

En el siglo XIX, las organizaciones cristianas construyeron orfanatos como una solución rápida a la extrema necesidad de los niños abandonados y descuidados. Los protestantes estadounidenses financiaron orfanatos en todo el mundo, y los cristianos se convirtieron en el principal proveedor de atención a los huérfanos. Sin embargo, lo que podría haberse considerado una solución temporal, se convirtió en muchos casos en permanente.

«Aunque fue increíblemente generoso y bienintencionado, causó un daño del que no nos dimos cuenta», dijo Oswald.

Se calcula que los cristianos estadounidenses donan anualmente 3,300 millones de dólares a los orfanatos. Y, en algunas situaciones, los orfanatos pueden seguir siendo la mejor opción disponible a corto plazo, dijo Oswald. Pero a largo plazo, Faith to Action Initiative y otros ministerios líderes en el cuidado de los huérfanos tratan de apoyar soluciones familiares y comunitarias.

Una coalición de ministerios religiosos, dirigida por Faith to Action Initiative, le escribió una carta a las Naciones Unidas el pasado otoño en apoyo del cuidado familiar. En ese momento, 1.5 millones de niños habían perdido al menos a uno de sus cuidadores a causa de la COVID-19.

En 2019, las Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que se daba prioridad al cuidado basado en la familia y se pedía la eventual eliminación de los hogares institucionales. Todos los Estados miembros firmaron la resolución. Sin embargo, la crisis actual puede hacer que algunas naciones se desesperen por encontrar opciones más fáciles. Los ministerios cristianos esperan que la ONU les ayude a consolidar el apoyo de los gobiernos a las mejores prácticas en la materia.

«Al igual que hicimos durante la epidemia de VIH/sida, World Vision pretende ser líder en una respuesta global de apoyo a las familias que garantice que los niños puedan permanecer con cuidadores que los aman», dijo Lisa Bos, directora de relaciones gubernamentales de World Vision US. «Pero también necesitamos que los líderes gubernamentales den prioridad a los niños y aborden cuestiones como la pérdida de padres y cuidadores como parte de su respuesta a la crisis causada por la pandemia».

Jenny Yang, vicepresidenta sénior de defensa y política de World Relief, dijo que la pandemia ha borrado 20 años de trabajo para reducir la pobreza extrema en todo el mundo. Los países más afectados, entre ellos India y Brasil, sienten la necesidad urgente de responder a la crisis.

«Cuanto antes seamos capaces de intervenir, [mejor] podremos abordar las causas profundas de lo que está provocando el aumento de la pobreza extrema», dijo.

Sin embargo, incluso en tiempos de crisis, hay una razón para apoyar a las familias, ya sea que se trate de un hogar monoparental, un pariente o una familia extensa.

«Las familias son la institución dada por Dios a través de la cual los niños pueden experimentar el apoyo social, emocional y económico», dijo Yang, «así que… asegurarse de que los huérfanos puedan estar con sus familiares, si pueden cuidarlos, es extremadamente importante».

Que un miembro de la familia cuide de un niño no solo se alinea con los principios bíblicos, sino que hay pruebas de que es la solución más práctica, según Phil Green, uno de los coautores del informe de The Lancet y líder de World Without Orphans. Hay diversas investigaciones sobre el tema, dijo, pero la mayoría de ellas muestran que la atención basada en la familia es más rentable.

«El mito de que la construcción de orfanatos es más barata, y que los países no pueden permitirse atender el problema de otra manera no se sostiene frente a la evidencia», dijo. «Sabemos lo que funciona. Hagamos la diferencia en las vidas de estos niños, porque los niños son resilientes y pueden llegar a prosperar».

Green dijo que su investigación también ha permitido a las organizaciones ver las áreas de mayor necesidad. La mayoría de las muertes de cuidadores han sido de hombres, lo que priva a muchos niños de tener una figura paterna. La mayoría de los niños afectados por las muertes causadas por la COVID-19 (el 64 %) tienen entre 10 y 17 años.

Se enfrentan a una mayor vulnerabilidad a la pobreza, la violencia sexual y otros tipos de explotación. Existe la posibilidad de que las repercusiones negativas de la pérdida de un cuidador se propaguen en el futuro, pero también existe la oportunidad de que la iglesia actúe ahora para prevenir futuros daños, dijo Green.

Las organizaciones religiosas que en su día se encargaron de dirigir orfanatos pueden desempeñar un papel fundamental en la colocación de niños en familias. Los líderes religiosos pueden estar íntimamente integrados en una comunidad, según Green, lo que les permite identificar las necesidades, capacitar a las comunidades para encontrar soluciones y conectar a las personas con los recursos necesarios.

«Estamos viendo en todo el mundo que las iglesias son un lugar excelente para fortalecer a las familias», dijo.

Así lo ve también Bethany Christian Services.

«Tenemos trabajadores sociales sobre el terreno que caminan junto a las familias, y les proporcionan o los conectan con los servicios para que puedan fortalecerse y empoderarse», dijo Leena Hill, vicepresidenta de servicios globales de Bethany.

Con el paso de los años, sus trabajadores sociales también han aprendido que es importante ayudar de la forma adecuada.

Dijo que la respuesta natural al ver las horribles estadísticas que dejó la pandemia es querer hacer algo —lo que sea—. Y eso está bien, pero es importante respetar y fortalecer a las comunidades que necesitan ayuda.

«A menudo la solución está en las propias comunidades», dijo. «La mayoría de las veces, estos niños tienen un familiar vivo».

La gran necesidad de atender a los huérfanos podría devolver a algunos a los viejos modelos, pero Hill espera que, por el contrario, la gente piense en cómo vincular a los niños con soluciones locales, o trabajar junto a las soluciones locales ya existentes.

Podría ser un momento realmente crítico para los cristianos, dijo.

«Qué increíble oportunidad», dijo, «para demostrar más poderosamente el amor de Cristo al responder de la forma correcta».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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¿Una nueva perspectiva de la sexualidad cristiana?

Después de exigirle cuentas a la cultura de la pureza, necesitamos un nuevo enfoque.

Christianity Today May 13, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Marina Reich / Unsplash

Me gustaría haber guardado los ejemplares de los libros populares sobre sexualidad y noviazgo que leí en mi adolescencia para ver qué frases subrayé cuando tenía quince años. Estoy segura de que en algún lugar está una lista que escribí a mano titulada: «Lo que quiero en mi futuro esposo» (aunque siendo honesta, la lista era muy concisa: quería a Jonathan Taylor Thomas).

Cuando escribí Talking Back to Purity Culture [Una respuesta a la cultura de la pureza], releí ejemplares nuevos de esos libros. Al volver a las palabras que nos moldearon a mí y a mis compañeras, pude sentir el cristal rompiéndose bajo el peso de las creencias que interioricé. Me avergoncé al darme cuenta de cuántas cosas acepté como verdaderas, y que en realidad no tenían nada que ver con la sexualidad bíblica ni con la gracia de Dios.

Before You Meet Prince Charming [Mientras llega tu Príncipe Azul] de Sarah Mally describe el corazón de una mujer como un pastel de chocolate. Y afirma que si alguien se come un pedazo de ese pastel antes de la fiesta (es decir, el matrimonio), el pastel, y por consecuencia, el valor relacional de la mujer, permanecerá incompleto. En la introducción a Every Woman’s Battle [La batalla de cada mujer], Stephen Arterburn le advierte a sus lectoras que cada vez que un hombre tiene sexo con una mujer, él toma «una parte de su alma».

Junto con estos mensajes antibíblicos sobre el valor humano, que se oponen directamente a la doctrina de la imago Dei, están las falsas promesas de matrimonio, sexo espectacular e hijos para todo aquel que practique el celibato prematrimonial.

Sin embargo, como una adolescente que creció en la iglesia, el mensaje omnipresente de que las mujeres son las responsables por la pureza sexual de ambos géneros fue lo que se convirtió en mi más grande carga.

En su libro For Young Women Only, [Solo para chicas], Shaunti Feldhahn y Lisa A. Rice reportaron que «los adolescentes entran en conflicto con sus poderosas urgencias físicas» y que «muchos chicos no sienten que tengan la habilidad o la responsabilidad para detener el desarrollo del proceso sexual». ¿Su conclusión para las mujeres?: «Los chicos necesitan su ayuda para proteger a ambos».

A pesar de que las palabras de Jesús dicen lo contrario, recuerdo haber creído que los hombres eran incapaces de controlar su lujuria si las mujeres no asumían la responsabilidad de vestirse y comportarse de forma que los disuadiera. Esos libros me dejaron en claro que la responsabilidad por el pecado sexual, la tentación e incluso el abuso recae irremediablemente sobre los hombros de las mujeres. No podía creer todas las mentiras que me tragué tan solo porque venían envueltas en versículos bíblicos y estaban acompañadas de tácticas efectivas y premios relucientes. Lloré y, en una ocasión, aventé el libro al otro lado de la habitación.

Hay un movimiento creciente de cristianas conservadoras que sienten un descontento santo por la forma en que el movimiento evangélico ha tratado los temas del sexo, matrimonio y género. Hemos visto enseñanzas antibíblicas dañinas que aun así han perdurado por muchísimo tiempo, y ahora es tiempo de que se exija una necesaria rendición de cuentas.

Sheila Wray Gregoire, bloguera y autora de The Great Sex Rescue [El rescate del gran sexo, enlaces en inglés], ha visto cambiar su propia propuesta al aprender más sobre las experiencias de mujeres en matrimonios cristianos, incluyendo una encuesta masiva sobre satisfacción marital, fe y creencias sobre el sexo.

«He pasado el último año quitando viejas publicaciones de mi blog y solicitando que mis libros más antiguos sean sacados de imprenta», me dijo. «Estoy revisando y refinando. Quiero asegurarme de que la información que doy es realmente sana».

Su esperanza es que los autores cristianos populares que han promovido lo que ella considera mensajes dañinos y falsos sobre el sexo y el matrimonio, incluyendo a Emerson Eggerich (Love & Respect [Amor y respeto]), Stephen Arterburn y Fred Stoeker (Every Man’s Battle [La batalla de cada hombre]), hagan lo mismo.

Aun cuando nuestros ojos han sido abiertos a las deficiencias y equivocaciones de nuestras enseñanzas pasadas, no ha sido fácil articular lo que se debería enseñar en su lugar. Si no enseñamos la doctrina de la cultura de la pureza que fue tan popular en la década de 1990, ¿qué deberíamos enseñarles a nuestros hijos sobre la sexualidad?

Enseñemos discernimiento

La pregunta que me hacen con mayor frecuencia es: «¿Qué libro le puedo dar a mi adolescente?». Los libros son tangibles. Podemos tocarlos, recomendarlos, y escuchar sus páginas. Si alguien firma una tarjeta de compromiso de pureza, la puede poner en su pizarrón de recordatorios en casa o dentro de su diario. Si alguien compra un anillo de pureza, puede llevarlo en su mano todos los días. Amamos portar la obediencia en nuestras manos.

Pero mi temor es que en nuestros intentos de reformar las enseñanzas pasadas, podamos caer fácilmente en la trampa de crear un juego de reglas nuevo y tratarlo como la nueva definición de sabiduría, obediencia, y cristianismo para todos los creyentes.

Nuestras nuevas reglas pueden verse diferentes, pero muy pronto pueden volverse tan dogmáticas y extrabíblicas como las anteriores. Además, las reglas escritas en piedra, especialmente en este tipo de temas —cosas como dejar los besos hasta el matrimonio o a qué edad los adolescentes pueden comenzar a tener relaciones de noviazgo— pueden disminuir nuestra necesidad de estudiar la Palabra de Dios, practicar el discernimiento, y desarrollar nuestras propias convicciones.

Ciertamente, los niños y adolescentes necesitan nuestra guía, y crear reglas y estructuras para nuestra familia es sabio. Pero subestimamos a nuestros adolescentes si asumimos que no pueden lidiar con estos temas. Démosles una oportunidad. (¡Usted siempre puede usar su poder de veto!) Tener estas conversaciones puede parecer más intimidante que simplemente poner reglas, pero al final, esas discusiones le dan a sus hijos las herramientas para navegar estos temas con sabiduría y discernimiento, mucho antes de que salgan de su cuidado.

La cultura de la pureza empezó con conceptos bíblicos. La santidad es bíblica, y las advertencias sobre la fornicación también lo son. Pero me pregunto cuán diferentes hubieran sido las cosas para muchos de nosotros si, en vez de que nuestro grupo de jóvenes en la iglesia se hubiera convertido en otro debate sobre el cortejo, hubiéramos estudiado juntos y a profundidad los atributos de Dios. O si, en vez de organizar un desfile de moda modesta, hubiéramos estudiado con detenimiento los evangelios y la vida de Cristo. Aislar y enfatizar de más ciertas ideas de la Biblia siempre implica el riesgo de malinterpretar, e incluso, de crear nuestro propio cristianismo, nuestra justificación, e incluso nuestra propia salvación.

Cuando daba clases de inglés en un bachillerato cristiano [high school], los estudiantes me preguntaban a menudo: «¿Qué vendrá en el examen?». Lo hacían tan seguido que dejé de aplicarles exámenes y comencé a dejarles proyectos y ensayos. Esto los forzó a pensar con más profundidad y a meditar en los detalles, lo cual era más complicado. Pero no son solo los estudiantes los que prefieren las respuestas más claras y directas. Como maestra, me habría resultado más fácil abrir una novela, decirles qué pensar sobre ella y explicar su cosmovisión, que pedirles que lo hicieran ellos mismos mientras leíamos juntos el texto. Tomó más tiempo, más discusión y más frustración enseñar literatura con matices y reflexión. Pero valió la pena.

El discernimiento es una carrera de toda la vida. Si reemplazamos la cultura de la pureza con una nueva serie de libros y conferencias sobre qué hacer y qué no, estaríamos cayendo en las mismas prácticas que ahora criticamos. Cuando nuestros hijos son pequeños, podemos pegar una lista de reglas en el refrigerador. Los niños necesitan una guía clara. Todavía están creciendo y no son capaces de discernir como lo hace un adulto. Hay un lugar para las reglas que va más allá de las Escrituras, que incluye cosas como: «recoge tus juguetes antes de sacar otros» o «nada de bocadillos azucarados después de cenar». Pero como cristianos maduros, debemos ir más allá de alimentarnos solo de leche.

«El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual» (Hebreos 5:13-14, NVI).

La iglesia no necesita un nuevo y mejor juego de reglas para la sexualidad. Necesitamos formación espiritual. Cuando reducimos las áreas grises de las Escrituras a reglas extrabíblicas, ya sean conservadoras o progresivas, nos quitamos nosotros mismos la oportunidad de discutir, pensar a profundidad, luchar con la palabra de Dios y de ser moldeados a la imagen de Cristo.

Siempre reformándose

Hay una línea en el nuevo libro de Gregoire que dice: «Es de suma importancia que, como cultura, confrontemos el daño que hemos hecho —incluso por accidente— para poder avanzar en la vida abundante que Jesús quiere para nosotros». Mi esposo Evan sugirió un término para referirnos a este proceso. Es un término que se utilizó primero en la Reforma protestante: semper reformanda, «siempre reformándose».

Debemos estar dispuestos a mirar lo que hemos creído y reflexionar con humildad. La meta de estar «siempre reformándonos» consiste en conformarnos cada vez más a la Palabra de Dios y a la persona de Jesucristo. No es Dios quien necesita reformarse, sino nuestro entendimiento y nuestros corazones.

Habrá un tiempo en el futuro cercano en el que miraremos hacia este periodo de la historia de la iglesia, en el que los cristianos decidieron reevaluar la cultura de la pureza y descubrieron críticas que se alejaban del evangelio y en el que el péndulo se movió tanto que tuvo que ser corregido. Mi libro estará en la lista. Y muchos otros más. Así es como funciona.

Somos discípulos imperfectos, batallando continuamente para entender mejor a Dios y su Palabra. Cometeremos más errores en nuestro camino, y eso nos obligará a reflexionar con regularidad, a reevaluarlo todo, a reformarnos. La humildad no se requiere solo al momento de la conversión, sino durante toda la vida cristiana.

En todo lo que hacemos, decimos y promovemos, debemos dar un paso atrás y preguntarnos: «¿Esto proviene de Cristo?». Es agotador, pero también es un trabajo santo.

Rachel Joy Welcher es la autora de Talking Back to Purity Culture: Rediscovering Faithful Christian Sexuality y también columnista y editora de la revista Fathom.

Traducción por Hilda Moreno Bonilla.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Rut en la época de los Jueces: una realidad alternativa en medio del conflicto

El contraste entre los dos libros del Antiguo Testamento puede ayudar a los cristianos a navegar la polarización de nuestros días.

Christianity Today May 12, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

Este artículo fue escrito originalmente en mandarín.

El drama coreano Squid Game [El juego del calamar] fue un éxito en 2021, pues lo vieron más de 140 millones de usuarios de Netflix en todo el mundo. La serie usó juegos que les resultan familiares a los niños coreanos para describir la patología social de los adultos en el contexto de la «competencia justa» del mundo moderno. A su vez, satiriza el sistema en el cual las personas tienen que hacer cualquier cosa para sobrevivir, aunque sea a expensas de los demás.

En la vida real, la guerra entre Rusia y Ucrania es el evento más reciente que pone de manifiesto la fealdad de los conflictos humanos. Cada uno trae división, con partidarios y opositores cada vez más polarizados.

Sin embargo, ¿los cristianos tienen que escoger solo entre los extremos polarizados de apoyo u oposición total en los conflictos del siglo XXI? Dos libros del Antiguo Testamento sugieren que no.

Distintas narrativas

Los israelitas del Antiguo Testamento muchas veces fueron víctimas de la crueldad humana. Sufrieron agresiones por parte de extranjeros y estaban en guerra continuamente. El hijo de Gedeón, Abimélec, mató a 70 de sus hermanos en un día para poder volverse rey de Siquén (Jueces 9:1-6, NVI). Un levita iba de regreso a casa acompañado de su concubina, pero un grupo de malhechores locales la violaron hasta matarla. Las noticias de dicho incidente llegaron a las otras tribus y desencadenaron una guerra que casi acaba con toda la tribu de Benjamín (Jueces 19-21).

El escritor de Jueces resume la situación de ese periodo con la repetición de la frase: «En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor» (Jueces 21:25). Cuando los miembros de la sociedad hacen lo que les parece mejor, cada decisión está basada en sus propios intereses, lo que trae como resultado una generación despiadada. La palabra misericordia no se hallaría en su diccionario.

Fue durante este período que Rut, una mujer moabita, llegó a Belén de Judá para comenzar su vida como extranjera en esa tierra (Rut 1:22). La oración de su suegra, Noemí, la impulsó a seguir adelante: «Que el Señor tenga misericordia de ustedes…» (v.8, NBLA). La oración de Noemí por misericordia para sus dos nueras puede ser entendida como lealtad, pero también puede ser entendida como bondad amorosa. Esta oración motivó el camino de gracia de Rut.

Antes de que Rut dejara Moab, ella discutió con su suegra. Noemí le aconsejó no ir a Judá porque allí no había misericordia de Dios, sino solo su juicio (Rut 1:12-13). Ella pensaba que sus nueras debían permanecer en Moab para buscar la misericordia de Dios (vv. 8, 15). La respuesta de Rut fue todo lo contrario: «—¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas» (v.16, NVI).

Su decisión de emigrar es enigmática. ¿Por qué escogería Rut la sociedad cruel y despiadada que se describe en Jueces cuando cualquier persona normal escogería emigrar a un país en paz, seguro y con potencial económico? ¿Podría haber elegido el lugar equivocado?

El final del primer capítulo de Rut parece ofrecer una respuesta. Ellas llegaron a Belén cuando «comenzaba la cosecha de cebada» (v.22). Había una ley que protegía a las personas como Noemí y Rut en la sociedad israelita: «Cuando recojas la cosecha de tu campo y olvides una gavilla, no vuelvas por ella. Déjala para el extranjero, el huérfano y la viuda. Así el Señor tu Dios bendecirá todo el trabajo de tus manos» (Deuteronomio 24:19).

Esta era la manera de Dios de mostrar misericordia a las personas más desafortunadas. Pero, en una generación en la que «cada uno hacía lo que le parecía mejor», ¿acaso alguien guardaba la ley? Las palabras que Booz le dirige después a Rut sugieren que la gente de Belén no lo hacía, y que incluso la acosaban (Rut 2:8-9).

De hecho, la cuestión a la que se enfrentaba Rut no era solo si los israelitas estaban dispuestos a obedecer la ley, sino también si ellos estaban dispuestos a quebrantarla. Aunque la ley descrita en Deuteronomio protegía a las viudas que vivían en la tierra, también le prohibía a los moabitas como Rut ingresar a la comunidad de Israel (Deuteronomio 23:3). A menos que alguien tuviera la gracia suficiente para omitir esta prohibición, aquellos que se esforzaban por cumplir la ley se abstendrían de ayudarla.

Tal parece que esta cosecha no era solo una señal del favor renovado de Dios hacia Belén (Rut 1:6), sino también una prueba de la generosidad del pueblo. Rut parece haber estado al tanto de las dificultades que enfrentaría y la misericordia que necesitaría (2:2).

Lo que sigue es una serie de eventos providenciales. Rut fue detrás de los segadores para espigar; «y dio la casualidad» de que los siguió a un campo en específico; y «en eso» Booz, el dueño del terreno, llegó de Belén (Rut 2:3-4). Booz no solo le permitió a Rut segar el trigo de su campo, sino que también la protegió (vv. 8-9). Le ordenó a sus sirvientes que no le hicieran pasar vergüenza y que no la reprendieran (vv. 15-16).

Rut encontró la bondad que necesitaba, y fue mucho más de lo que había esperado (v. 10). Cuando no pudo resistirse a preguntarle a Booz por qué era tan bueno, su respuesta indicó que él creía que lo que había sucedido no fue una coincidencia, sino un acto misericordioso del Señor en recompensa por su fe (v. 12). Noemí llegó a la misma conclusión después de escuchar a Rut contarle todo lo que había pasado en el campo (v. 20).

Fuertes contrastes sociales

En la narrativa del libro de los Jueces hay israelitas apóstatas, jueces idólatras y lujuriosos (Gedeón y Sansón, respectivamente), sacerdotes levitas de santuarios idólatras, benjamitas perentorios y la turba de Guibeá que violó a la concubina del levita. La tierra de Israel era un lugar con invasiones constantes por parte de extranjeros y guerras tribales que surgían de problemas internos.

Sin embargo, en la narrativa de Rut, el lector ve una sociedad bondadosa y cariñosa, una Belén en la que el Señor demostró su misericordia y gracia a través de los israelitas. No es solo Booz, que estaba lleno de gracia para con los moabitas, sino también los diez ancianos que bendicen el matrimonio de Rut y Booz (Rut 4:11-12).

Vemos contrastes agudos entre los dos libros. Jueces nos cuenta la historia de una mujer extranjera que es abusada y asesinada en Guibeá, mientras que Rut muestra a una mujer extranjera que no solo fue aceptada en Belén, sino también honrada como uno de los ancestros de Israel; al igual que Raquel y Lea.

El escritor de Jueces atribuye el caos una y otra vez al hecho de que «en esos días no había rey en Israel». En vez de criticar el ambiente, el libro de Rut termina deliberadamente con la genealogía del Rey David (4:17-22), dando a entender que el rey esperado durante el tiempo de los jueces era David, quien prefiguraba a Cristo, el Príncipe de Paz.

La narrativa de Rut ofrece lo que Charles Taylor describe como una «realidad social alternativa», similar a la «conciencia alternativa» proclamada por los profetas del Antiguo Testamento, tal como lo describe Walter Bruggemann en The Prophetic Imagination [enlaces en inglés].

La conciencia social polarizada

En años recientes, ha habido un repunte en los incidentes de polarización entre los cristianos, siendo un claro ejemplo los debates sobre las restricciones de salud pública durante la pandemia provocada por la COVID-19. Las razones detrás de estos conflictos no son necesariamente bíblicas, sino más bien surgen de nuestras polarizadas visiones en temas de política, relaciones raciales, teoría de género, ética sexual, nacionalismo cristiano y otros muchos asuntos.

Entre los evangélicos, cada lado define el evangelicalismo de acuerdo con su propio conjunto de valores. Como dijo Jim Cymbala, pastor principal de The Brooklyn Tabernacle [el Tabernáculo de Brooklyn] de la ciudad de Nueva York, durante un sermón en enero: «Los cristianos de Norteamérica ya no definen a una persona evangélica por si cree en Jesús, sino por si es demócrata o republicana, por si está a favor o en contra de la vacunación, y por si lleva o no mascarilla».

«Esta era mi gente, pero ahora no sé quiénes son, o tal vez, yo no sé quién soy», dijo Timothy Dalrymple, CEO y editor en Jefe de Christianity Today, citando a un amigo [enlace en español]. En febrero, él le dijo a David Brooks para New York Times: «Uno de los factores más sorprendentes es que me he dado cuenta de que había gente con la que estaba de acuerdo en casi todos los temas, y ahora nos separa un abismo de indiferencia e incomprensión mutua. Nunca hubiera pensado que eso podría suceder tan rápido» [enlace en inglés].

Uno de los elementos que ha llevado las relaciones evangélicas hasta este punto es la formación de burbujas de información divisiva, creadas por las redes sociales y los medios de comunicación polarizados. Cada bando elige absorber o diseminar solo la información de su propio círculo. La realidad social detrás de los valores de cada lado se vuelven los ojos del observador, culminando en una distinción abrupta entre enemigos y amigos. Muy pocas personas le creen al bando opuesto, y cada uno habla su propio lenguaje. Para cada círculo, la realidad social vista por sus pares es la verdadera realidad social, mientras que la realidad social de otros círculos es vista como «noticias falsas» o «desinformación».

Casi se trata de un fenómeno más en el que «cada uno hace lo que le parece mejor».

Esta realidad de polarización social no deja espacio para la realidad objetiva. Si los dos bandos están en riesgo, ninguno de los dos podrá detectarlo debido a la falta de visión objetiva. Aún más lamentable es el hecho de que dentro de nuestra propia comunidad cristiana haya rivalidades y enemistades. Aquellos que buscan la verdad están en desventaja. Mucha gente ha creado un mundo de narrativas frías y crueles, sin la gracia y misericordia del Señor.

Una realidad alternativa

El libro de Rut brinda algo de luz e incluso ofrece un modelo para los cristianos que se enfrentan a los conflictos de conciencia de estos días. Rut nos muestra que incluso en medio del caos más oscuro, hay narrativas positivas que contar en este mundo que Dios ha creado. Al igual que los escritores bíblicos, los cristianos pueden crear una realidad social más saludable al usar los ejemplos positivos que existen en medio del conflicto. Tal realidad social no niega el lado oscuro del presente, pero se centra en las historias positivas dentro de la sociedad.

Por ejemplo, en la guerra entre Rusia y Ucrania, podemos enfocarnos en el apoyo humanitario provisto por muchas organizaciones de beneficencia y asociaciones cristianas. Como cristianos, deberíamos ser especialmente conscientes de las contribuciones de las congregaciones y misioneros en estos tiempos. Muchos misioneros eligieron quedarse aunque pudieron haber sido evacuados de la zona de guerra. (Los padres de uno de mis estudiantes de teología decidieron permanecer en Ucrania para servir y acompañar a los cristianos locales en apuros).

Otro ejemplo es el reporte reciente de CT sobre Shanghai, en el que explican que entre las dificultades y el caos del confinamiento de la ciudad debido al confinamiento por la COVID-19, los cristianos locales han ayudado a sus vecinos y su comunidad con generosidad.

Desafortunadamente, el enfoque diario de los medios de comunicación polarizados de hoy en día ignora con frecuencia el ministerio de estos cristianos, que rara vez se escucha incluso dentro de la iglesia. Sus historias necesitan hacerse públicas para que podamos crear un sentido de realidad alternativo dentro de una realidad social antagonista tan prevaleciente. El Señor aún está en control en medio del caos, y aún está ejerciendo su misericordia entre las masas. Esta es la narrativa que necesita escuchar la gente que está confundida entre realidades sociales opuestas. Necesitamos enseñarles que en esta época tan fría, los seres humanos aún pueden disfrutar de la calidez humana gracias a la intervención de Dios.

De hecho, lo que Jesús nos dio con sus tres años y medio de ministerio fue una realidad social diferente. Él a menudo estaba atrapado entre los judíos que estaban a favor de Roma y los que estaban en contra, y sus seguidores incluían a personas de ambos bandos. Al enfrentar semejante polarización, Jesús escogió proclamar la realidad alternativa del reino de los cielos: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca» (Mateo 4:17). Una lectura cuidadosa de los relatos de los evangelios revela que tanto el mensaje de Jesús como su ministerio de sanidad fueron más allá de la imaginación de los profetas del Antiguo Testamento, quienes no pudieron concebir un reino eterno en el que hubiera amor tanto para enemigos como para amigos, tal como el que Jesús describió.

Jesús dijo que antes de su regreso, las guerras continuarían haciendo estragos en el mundo y que los seres humanos estarían divididos «nación contra nación, y reino contra reino» (Mateo 24:7). No importa de qué lado estuvo la gente, ni sus posturas políticas sobre la guerra, al final todo pasará. El enfoque de los cristianos no debe desdibujarse ante la realidad abrumadora de las guerras y las luchas. Nuestra narrativa debe ser como la de Jesús: la de una realidad celestial alternativa. Debemos orar como Jesús oró al Padre: «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10), y ayudar a las personas a ver una realidad social alternativa en medio de una generación dividida y un mundo en crisis.

El Dr. Samuel Goh tiene dos maestrías en teología y un doctorado. Fue pastor de una iglesia en Singapur durante muchos años y actualmente es profesor de Antiguo Testamento en el Seminario Teológico de Brisbane en Australia.

Traducción por Sergio Salazar e Hilda Moreno Bonilla.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Traducido al inglés por Sean Cheng.

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Nuestro activismo provida no debería verse limitado por nuestras lealtades

Como cristianos, no debemos permitir que los aliados políticos determinen selectivamente quién es nuestro prójimo.

Christianity Today May 11, 2022
The Washington Post / Contributor / Getty Images

Este artículo fue adaptado del boletín de Russell Moore. Suscríbase aquí. [Los enlaces redirigen a contenido en inglés].

Según todos los indicios, la Suprema Corte parece estar lista para anular el precedente de casi cincuenta años que consagra el aborto legal como un derecho constitucional. Como era de esperar, esto no fue bien recibido entre quienes apoyan Roe v. Wade (que, según la mayoría de las encuestas, es gran parte del país).

Algunos están sugiriendo que esto es una manifestación de una especie de teocracia blanda, es decir, que aquellos de nosotros que somos provida ahora estamos imponiendo nuestros puntos de vista religiosos al resto del país. Para otros, la acusación no es que los estadounidenses provida, estén demasiado apurados con el aborto, sino que el aborto es solo un caballo de batalla para los intereses reales, que son la supremacía blanca y el nacionalismo cristiano.

El primer argumento se remonta casi a los días del propio caso Roe: la idea es que la mayoría de las personas que se oponen al aborto lo hacen por un compromiso religioso. Claro, podría haber un ateo provida aquí o allá, dice el argumento, pero la mayoría de las personas en la Marcha por la Vida, o quienes trabajan en los centros de atención al embarazo en situación de crisis son católicos, romanos, protestantes, evangélicos o, a veces, judíos ortodoxos.

Según este razonamiento, oponerse al aborto legal es imponer un cierto punto de vista religioso a otras personas y, por lo tanto, violar la libertad religiosa de quienes no creen que el feto sea una persona humana.

Eso sería cierto, por supuesto, si lo que se pretendiera fuera imponer un dogma religioso. Por eso me opongo, por ejemplo, a que los maestros de escuelas públicas ofrezcan una invitación evangélica al final de un período de clase o a que los gobiernos municipales declaren que la Trinidad es la verdad. Una religión no puede ni debe ser coaccionada.

Creo en la libertad religiosa para todos (judíos, musulmanes, wiccanos, ateos, mis compañeros cristianos evangélicos, etc.) porque creo en los principios fundacionales de este país. Pero también creo en ella porque creo que, sobre la base de la revelación bíblica, el evangelio debe recibirse por la fe, no por la fuerza.

Creo que es importante no obligar a las personas a aceptar mis doctrinas religiosas, no solo porque creo que eso es evidentemente malo para la sociedad, sino porque creo que confunde el evangelio y daña a la iglesia. Pero eso no significa que las motivaciones religiosas no deban servir como fuente de información con respecto a lo que es importante para los cristianos, o para otros grupos.

Hay todo tipo de problemas que podrían preocuparnos hoy. La pregunta siempre es por qué alguien está motivado para prestar atención a algunos de ellos. En mi comunidad, por ejemplo, personas con diferentes motivaciones trabajan con refugiados afganos y los ayudan a reasentarse, encontrar trabajo y sacar adelante a sus familias.

Una persona podría ser alguien como yo, un cristiano evangélico que cree que debido a que mi historia en Cristo incluye haber huido de Faraón y Herodes, debo preocuparme por las personas en un lugar similar de vulnerabilidad. Alguien más podría preocuparse por estos refugiados porque ella o él mismo fue refugiado(a) proveniente de Cuba hace una generación, y siente cierta afinidad con los que sufren de esa manera.

Una persona podría ser un veterano de la guerra de Afganistán que vio la humanidad de los afganos sufriendo bajo el régimen talibán y por eso quiere ayudarlos. Alguien más podría encontrar al presidente Joe Biden políticamente ofensivo y su motivación está en culpar a la administración por el sufrimiento causado tras haber retirado las tropas de aquel país.

Cada uno de nosotros está sirviendo a los refugiados por motivaciones muy diferentes, motivaciones que a menudo no compartimos entre nosotros. Eso le dice a usted por qué cada uno de nosotros se siente impulsado a actuar, pero no le dice si la acción es correcta o incorrecta.

En algunos lugares, se están redactando leyes para acusar penalmente a las personas sin hogar por dormir en parques públicos. Aquella persona que se opone a esta ley porque se da cuenta de que no se puede maltratar a las personas sin hogar cuando Jesús mismo no tenía hogar, ¿está imponiendo su religión a todos los demás? No, solo está diciendo cuál es su motivación para preocuparse por ciertos seres humanos.

Su religión dicta su responsabilidad para con el prójimo sin hogar que tiene enfrente, y la noción de que son seres humanos no es una enseñanza específicamente religiosa. El hecho de que el Corán les diga a los musulmanes que cuiden de los pobres no hace que los refugios para las personas sin hogar sean un fruto de la ley sharía. El hecho de que la Biblia le diga a los cristianos que cuiden de «los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones» (Santiago 1:27) no hace que el sistema de protección social de acogimiento familiar de los EE. UU. sea una señal de teocracia.

La segunda acusación que se formula a menudo, a saber, que el tema provida se trata realmente de la supremacía blanca, es plausible para muchas personas en este momento. Eso se debe a que hemos visto realidades terribles reveladas en la iglesia y en el mundo en los últimos años, sobre las cuales he escrito repetidamente.

El nacionalismo cristiano es real. Es una amenaza al testimonio de la iglesia, y es un repudio del evangelio de Jesucristo. Y, sí, hemos visto el tema provida ser utilizado a veces por personas cuyos puntos de vista —sobre las mujeres, los refugiados, los discapacitados y otras personas vulnerables— no reflejan de ninguna manera una visión provida holística con integridad o consistencia.

En su libro Bad Faith: Race and the Rise of the Religious Right [Mala fe: El tema racial y el surgimiento de la derecha religiosa], el historiador Randall Balmer, argumenta en contra de la idea de que Roe v. Wade movilizó a los evangélicos a la acción política, diciendo que esto es un mito. Balmer sostiene que el factor motivador fue, de hecho, la reacción violenta de los conservadores religiosos contra las iniciativas de la administración Carter para eliminar las exenciones fiscales de las «academias de segregación» racistas y exclusivamente blancas dirigidas por grupos eclesiásticos.

Balmer no es el único que defiende este caso.

Hace casi 30 años, el historiador Godfrey Hodgson citó al pastor Ed Dobson, hombre clave de Jerry Falwell Sr., diciendo: «La Nueva Derecha Religiosa no comenzó debido a una preocupación por el aborto. Me senté en la trastienda, en la sección de no fumar, con la Mayoría Moral y, francamente no recuerdo que se haya mencionado nunca el aborto como una razón por la que deberíamos hacer algo».

Mucho es lo que ha sido revelado en los últimos años. Hemos visto muchas causas morales defendidas por líderes cristianos, y los mismos no parecían preocuparse por esas cosas más tarde, sino que solo querían el poder que esos problemas podían traer consigo. Todo esto puede resultar desorientador.

Tal vez usted vio a un pastor predicar sobre evangelismo, y ahora descubre que en realidad solo estaba tratando de acumular números para su propio imperio personal. Pero, ¿ese uso cínico de la Gran Comisión significa que la Gran Comisión es una mentira?

Usar el llamado al evangelismo fue astuto, precisamente porque ese pastor estaba explotando algo verdadero para fines falsos. Eso no significa que todos los que han testificado de puerta en puerta o reunido el coraje para hablar sobre su fe con sus vecinos estén motivados por el ego y el poder.

Incluso con la visión más cínica posible, la pregunta no es si algunos líderes usaron el aborto cuando sus verdaderos objetivos eran contradictorios, es decir, eran cosas inmorales. La pregunta es, si ese es el caso, ¿por qué enfatizar el aborto? ¿Por qué no simplemente movilizar a las personas para preservar la segregación? Uno solo puede movilizar a las personas con algo que realmente les importe.

Cuando uno mira más allá de los agentes de poder y los políticos, uno puede ver innumerables pequeños ministerios provida en todo el país, donde las personas creen genuinamente en preocuparse por el sufrimiento de su prójimo, por el niño no nacido en peligro de muerte, por la mujer embarazada en peligro de enfrentar violencia o pobreza, y por el niño nacido que necesita alimentos y un hogar.

¿Hay quienes usan el aborto simplemente como un garrote para decir: «si no votas por tal o cual candidato o política —que en cualquier otro ámbito serían reprobables—, entonces eres culpable de asesinato?». Sí. Y, ¿hay empleadores a favor del aborto que presionan a las mujeres para que aborten porque se niegan a brindar apoyo y beneficios a las mujeres con niños pequeños? Por supuesto. ¿Cualquiera de estos casos anula la pregunta central? ¿Hay personas que apoyan la democracia porque es la forma en que pueden obtener votos para ocupar un cargo? Sí. ¿Eso significa que la democracia consiste solo en eso? No.

No deje que sus aliados determinen quién es su prójimo.

Una vez, mientras organizaba un evento sobre la dignidad humana desde el útero hasta la tumba, alguien me dijo que participaría, pero solo si prometía no mencionar a los refugiados, los niños migrantes o temas raciales. Esta persona dijo que era porque pensaba que el término «provida» aplicaba solo al aborto.

Pregunté si podíamos hablar también sobre adopción y acogimiento familiar. Él dijo que sí. Le pregunté si podíamos hablar sobre lo incorrecto de la eutanasia. Él dijo que sí. ¿Sobre la explotación sexual de mujeres y niñas? Sí. ¿Sobre ingeniería genética y otras cuestiones bioéticas? Sí. Entonces me di cuenta de que no quería que se mencionara nada sobre refugiados, niños migrantes o temas raciales porque eso lo metería en problemas con sus aliados políticos.

Me instaron a hacer invisibles a algunas personas porque reconocer su presencia sería inconveniente para alguien con poder. Pero para mí, eso sonaba exactamente como la cultura del aborto, y me negué a evitar hablar sobre esas personas «inconvenientes».

También lo he visto funcionar en el otro sentido. Muchas personas trabajan diligentemente en asuntos de migrantes, refugiados, víctimas de trata o pobreza, pero, ¿cuántos palidecen ante la mención de los no nacidos? No porque no crean que los no nacidos sean personas que merecen protección, sino porque los pondría del mismo lado junto con personas que no les agradan o por quienes no sienten respeto.

Sea cual sea el camino que tomemos, Jesús nos dijo que definir a nuestro prójimo de acuerdo con las expectativas de nuestros aliados tribales no puede conducir a nada bueno. Por eso Jesús eligió a un samaritano como prójimo en su parábola sobre el hombre junto al camino de Jericó. También es por eso que a Jesús no le importó que sus compañeros judíos pensaran que no debería hablar con Zaqueo, puesto que era un recaudador de impuestos que colaboraba ​​con Roma (Lucas 19:1-10). Jesús se preocupó por Zaqueo, no por su posición tribal.

Y nosotros tampoco deberíamos preocuparnos por eso.

Si los no nacidos están hechos a imagen de Dios —y creo que lo son—, cuidémoslos. Si las mujeres son hechas a imagen de Dios —y creo que lo son—, cuidémoslas. Si la supremacía blanca y el nacionalismo cristiano son del diablo —y creo que lo son—, opongámonos a ellos.

Seamos provida incluso si eso hace que algunos de nuestros aliados «projusticia» se sientan incómodos, y seamos projusticia incluso si eso hace que algunos de nuestros aliados «provida» se sientan incómodos. Y cada vez que nuestro grupo nos diga que el precio de entrada es hacer invisible a otra categoría de personas, entonces digámosles que el precio es demasiado alto.

Russell Moore dirige el Proyecto de Teología Pública en Christianity Today.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Nada que temer. Excepto hasta lo más mínimo

Cuando ser mujer se convierte en un estado de incertidumbre.

Christianity Today May 10, 2022
Valentina Yachichurova / Flickr

Varios meses después de que naciera nuestro hijo, estábamos los tres dando un paseo cuando mi marido me confesó algo acerca de nuestra aventura como padres: «No estaba preparado para lo miedosa que te has vuelto».

Yo no me considero una persona ansiosa. Mis amigos dicen que soy «despreocupada», y eso me agrada. Pero, con un recién nacido indefenso y llorón en los brazos, me encontré yendo de bajada por el bien conocido camino que la mayoría de mujeres, si no todas, toman: imaginando los peores escenarios, poniéndome nerviosa por incógnitas futuras y perdiendo el sueño por cosas que no podía controlar. El miedo me había tendido una emboscada.

Preocuparnos por nuestros hijos está entre los muchos miedos que asechan a las mujeres. En su libro Fear and Faith: Finding the Peace Your Heart Craves [Miedo y fe: Cómo encontrar la paz que tu corazón anhela], Trillia Newbell también explora otros miedos, tales como el miedo a otras mujeres, el miedo a la tragedia, a no ser suficientes, y el miedo a la intimidad sexual, entre otros. La lista no es corta.

¿Por qué nosotras, como mujeres, somos tan susceptibles al miedo? Algunas de las respuestas se encuentran en el modo en que hemos sido programadas. Por una combinación de naturaleza y aprendizaje, las mujeres estamos más sintonizadas con las necesidades de los demás. Las madres que acaban de dar a luz, por ejemplo, describen experimentar una reacción física al escuchar el llanto de sus bebés. Los latidos de sus corazones aumentan, la respiración se acelera y a veces segregan leche. Muy dentro de nosotras, nuestros cuerpos (y nuestros cerebros [enlaces en inglés]) sienten las necesidades de nuestros hijos. Nosotras también solemos ser las que llevamos comida casera a los enfermos, visitamos a los ancianos para ver cómo se encuentran y tejemos guantes para las personas sin hogar. Nuestro sentido de la hospitalidad a menudo está motivado por la preocupación por las personas que nos rodean.

Por supuesto, los hombres también viven en un mundo en el que se preocupan por sus seres queridos y se enfrentan a situaciones que van más allá de su control. Pero las mujeres responden al miedo de manera diferente a los hombres, impulsadas psicológica y socialmente a expresar abiertamente sus sentimientos. Un estudio realizado con hombres en artes marciales mixtas mostró que los hombres no son necesariamente menos temerosos que las mujeres, sino que tienden a canalizar ese miedo hacia la agresividad, mientras que las mujeres «atendemos a otros y hacemos amistades», y nos reunimos entre nosotras para compartir nuestros sentimientos y preocupaciones. (Como debatimos hace poco en Her.meneutics, nuestras emociones y miedos pueden llegar a despreciarse como algo irracional e incluso patológico, y las mujeres necesitamos nuevas maneras de comprender nuestras emociones, no solo como una aflicción, sino también como una habilidad dada por Dios).

Los desequilibrios sociales de poder entre hombres y mujeres también pueden propiciar la propensión femenina hacia el miedo. Históricamente, las mujeres han dependido de sus padres, hermanos y maridos para provisión y protección. Los hombres actuaban. Las mujeres seguían. En muchos contextos hoy en día las mujeres se siguen topando con instituciones y estructuras sociales que contribuyen a su sensación de indefensión. Una bloguera observó que el miedo es una posición que adoptamos cuando no podemos hacer otra cosa. Nos hace sentir que al menos estamos haciendo algo.

Por fortuna, la sociedad está cambiando de tal modo que permite a las mujeres mayor libertad, pero estos cambios también han alimentado nuestros miedos. ¿Somos suficientes para nuestros hijos, nuestros maridos, nuestro trabajo y nuestra iglesia? ¿Somos demasiado? ¿Nos hemos perdido alguna circular que el resto de las mujeres ya recibieron? En Fear and Faith, Newbell sugiere que toda nuestra frenética actividad a la hora de intentar ser supermujeres está motivada por el conocido miedo a «no dar la talla».

Del mismo modo, una pareja del libro de Jennifer Senior All Joy and No Fun [Toda la alegría y nada de diversión] encarna la diferencia entre hombres y mujeres frente a unas elevadas expectativas sociales. Angie y Clint son padres trabajadores con dos niños pequeños. Ambos pasan agotadoras horas con los niños en casa y en sus respectivos trabajos, pero Angie también carga con una sensación de culpabilidad y autorreproche, creyendo que «no está haciendo lo suficiente, que nunca hace lo suficiente y que debería estar haciéndolo todo, todo el tiempo». Incluso cuando se toma un descanso, Angie se preocupa porque debería estar pasando tiempo con los niños. Clint, por otro lado, lleva perfectamente bien el tomarse «tiempo para él mismo» y no se compara con ninguna clase de ideal inalcanzable. «Yo soy el estándar», dice él.

Los hombres aún tienen sus propios miedos e inseguridades. Los miedos de las mujeres, sin embargo, parecen haberse agravado en esta era en la que las expectativas sociales para las mujeres no están claras, son cambiantes y a veces llegan a ser ridículas. Una amiga me contó que lo más duro acerca de la maternidad no era la falta de sueño, sino que el hecho de que en todo momento se pregunta si podría haber hecho las cosas mejor. Lo mismo se podría decir probablemente de muchos otros papeles que las mujeres asumen en sus profesiones, iglesias y comunidades.

Las palabras de Newbell para las personas que temen no dar la talla son rotundas: «La dulce cura para nuestro miedo al fracaso es el evangelio, que nos recuerda nuestras limitaciones y nuestra debilidad, y nuestra necesidad de un Salvador». Cuando comenzamos a temer que otros nos juzguen, ella anima: «Olvídate de ti misma» y recuerda a tu Dios sabio, soberano, bueno y cariñoso.

Quizá, sin embargo, también necesitemos recordarnos a nosotras mismas nuestro verdadero yo escondido en Cristo. Vivir como una mujer genuina y fiel hoy día requiere volver a esa parte tranquila y silenciosa de nosotras donde habita la eternidad. Donde otras voces se disipan y escuchamos la voz de Dios llamándonos «amadas» con un amor que echa fuera todo el temor.

También hace falta una comunidad. Necesitamos a otras mujeres con las que podamos ser honestas acerca de nuestros miedos y luchas. La confesión, escribe Newbell, nos libera del control del miedo para que en su lugar aumente el temor del Señor. En comunidad también experimentamos la libertad de ser vistas y escuchadas de verdad. Me encanta leer las historias en primera persona de diversas mujeres en Fear and Faith que han luchado contra toda clase de miedos, e incluso algunas que han visto cómo sus peores miedos se hacían realidad. No estoy sola. Aunque me siento inclinada a temer, voy acompañada de mujeres que conocen mis luchas, y caminamos juntas hacia un Dios que nos conduce fuera del miedo y nos lleva a la confianza en Él.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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