Ideas

Las Naciones Unidas como campo de misión

Lo que he aprendido en mi trabajo como representante de una organización cristiana ante diplomáticos de 193 países.

Christianity Today October 25, 2024

Muestro mi tarjeta de acceso a las Naciones Unidas (ONU) al oficial de policía, y él me hace señas para que pase la barrera de seguridad. Cuando cruzo la plaza, veo francotiradores con rifles en el tejado y oigo una decena de idiomas diferentes. Hay limusinas negras por todas partes mientras presidentes y primeros ministros convergen en Nueva York, preparando sus discursos para la Asamblea General de la ONU, que comenzó a principios de septiembre.

Hace cinco años me convertí en representante del Comité Central Menonita (CCM) ante la ONU y tuve acceso por primera vez a esta comunidad de políticos, defensores de derechos humanos y activistas de todo el mundo. He observado las ineficiencias de esta burocracia, sus dificultades para actuar de manera categórica y decisiva. He visto muchas presiones internas a favor de políticas a las que me opongo fundamentalmente por mis convicciones cristianas. 

Sin embargo, a través de mi papel en el CCM, también me he dado cuenta de que mi lugar de trabajo es un campo de misión donde todos los días tengo oportunidades de dar testimonio como discípulo de Cristo ante el mundo del poder político. Por ejemplo, conozco a una embajadora en el Consejo de Seguridad de la ONU que nos dijo a un pequeño grupo de agencias cristianas que la inspiramos a ser fiel a su propia fe cristiana mientras se enfrentaba a los desafíos de la violencia en Israel y Palestina.

He visto al embajador de Albania ante la ONU, quien, mientras cumplía funciones en el Consejo de Seguridad, le dijo a un grupo de 40 estudiantes universitarios cristianos que [para él] su vocación era seguir exponiendo las mentiras de Rusia al mundo sobre su invasión militar de Ucrania, y que documentar la verdad tendrá importancia algún día. Muchas veces me he detenido frente a la estatua dedicada a Michael «MJ» Sharp en el edificio de la ONU, quien trabajó para CCM y más tarde prestó sus servicios en la ONU. Después de pasar años trabajando con mentores locales en el Congo, MJ y su colega de la ONU, Zaida Catalán, de nacionalidad sueca, ambos fueron emboscados y ejecutados por un grupo armado en la República Democrática del Congo (RDC), mientras que su intérprete y tres conductores de motocicleta siguen desaparecidos.

Más de 6000 organizaciones no gubernamentales (ONG) han solicitado y obtenido el estatus consultivo de la ONU, lo que les permite relacionarse oficialmente con diplomáticos y personal de la ONU, entrar en el complejo y participar en las actividades de la organización. A través de Cáritas, la Iglesia católica también tiene una representación, al igual que las iglesias anglicana, metodista y presbiteriana. Pero de las agencias evangélicas internacionales estadounidenses más destacadas, tales como Compassion International, Hope International, International Justice Mission, Samaritan’s Purse y World Relief, solo World Vision tiene una oficina dedicada en la ONU y una participación diaria en Nueva York como la que tiene el CCM.

Pero, ¿qué pasaría si los seguidores de Cristo consideraran a esta comunidad de 5000 miembros del personal diplomático y 8000 empleados de la ONU como un grupo no alcanzado por el evangelio? ¿Qué pasaría si se dieran cuenta de que influir en el poder político en estos pasillos tiene un gran impacto al obtener compasión y justicia para las personas a las que tantos cristianos sirven a diario en ministerios internacionales? ¿Qué pasaría si entabláramos amistad con estos oficiales que, aunque provienen de diversas naciones y creencias, actúan con valentía, y permitiéramos que nos inspiraran?

Una voz poco común ante el poder político

En varios de los 45 países en los que el CCM tiene ministerios de ayuda, desarrollo y pacificación, ha quedado muy claro que el poder político a menudo se interpone en el camino de nuestra misión.

El golpe militar de 2021 en Birmania (Myanmar) llevó a muchos de nuestros socios cristianos locales a huir para salvar sus vidas y a seguir ayudando a otros mientras ellos mismos se encontraban desplazados. Cuando las bandas de Haití tomaron el control tras el colapso del gobierno, se hizo casi imposible avanzar con los programas de salud y agricultura. La guerra en Siria, que comenzó hace trece años, destruyó el país, creó millones de refugiados y perjudicó drásticamente las vidas y el trabajo de nuestras iglesias asociadas. 

Para los ministerios cristianos que trabajan en todo el mundo, son los socios locales, aquellos viven en esos lugares de sufrimiento y esperanza, los que saben lo que está ocurriendo en tiempo real sobre el campo y los que tienen el conocimiento para buscar soluciones. Ese conocimiento encarnado puede resultar valioso y persuasivo en la ONU.

Tras el golpe militar de Birmania, desde el CCM y en colaboración con un organismo de la ONU, proporcionamos un canal seguro de la ONU para que un socio documentara un informe de primera mano sobre un ataque con armas químicas contra civiles. En reuniones con diplomáticos estadounidenses, dimos testimonio de cómo la prohibición de viajar a la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) que Estados Unidos impuso en 2017 a personas de organismos humanitarios detuvo el trabajo que habíamos realizado durante 25 años en ese país. En colaboración con otros organismos, convencimos a Estados Unidos para que concediera exenciones de viaje que permitieran a los equipos entrar en Corea del Norte y garantizar que los alimentos y los kits de agua potable llegaran a los hospitales infantiles.

En una reunión con un embajador de una influyente nación europea, mi colega Victoria Alexander, de 26 años, contó cómo nuestros socios ubicados en Gaza se enfrentaban a importantes obstáculos para hacer llegar alimentos y suministros domésticos a las familias, incluso cuando ellos mismos también huían de las bombas y sufrían la pérdida de sus seres queridos. Victoria también contó cómo nuestro personal estadounidense en Jerusalén se vio obligado a salir del país cuando el gobierno israelí suspendió la renovación de visados para los trabajadores humanitarios.

«La información es la moneda de cambio de la ONU», me dijo un diplomático cristiano de un país occidental. «Los grupos cristianos tienen una conexión y una confianza con la comunidad y las iglesias locales que incluso muchos diplomáticos de élite de esos países no tienen. Eso da credibilidad a [estas] organizaciones».

Aprender a mantener una participación política saludable

En su libro Christianity in the Twentieth Century, el historiador Brian Stanley sostiene que los fracasos de las iglesias a la hora de pronunciarse públicamente en Alemania durante el ascenso del nazismo y en Ruanda antes del genocidio de 1994 nos recuerdan que «un discurso profético eficaz depende de un equilibrio paradójico entre mantener el acceso a las fuentes del poder político y preservar una distancia suficiente respecto a esas fuentes de tal manera que permita salvaguardar la independencia moral».

Lamentablemente, la tentación, ya sea de controlar o de alejarse del poder político, es algo con lo que los cristianos seguimos luchando. Sin embargo, dado que los grupos cristianos no tienen representantes políticos en la ONU y que los diplomáticos de la ONU no tienen ninguna obligación de escucharnos, estar en la ONU ayuda a los cristianos a aprender a ser una minoría cuyo poder moral está en la persuasión y la construcción de relaciones. No participamos para adquirir mayor poder, sino para dar testimonio de los valores del reino de Dios. Además, una audiencia de todas las naciones nos obliga a pensar y hablar más allá de los intereses de una sola nación, basándonos en nuestras relaciones con los indefensos y los olvidados de todo el mundo.

En una época en la que la política a menudo se expresa con gritos y enojo, una vía para una participación saludable es la persuasión apacible. Esta primavera, cuando un grupo de colegas visitó nuestra oficina de la ONU en Nueva York, nos reunimos con un diplomático estadounidense. Durante el almuerzo, le hablé de los desafíos a los que se enfrentaba el CCM en Gaza y en la península de Corea, y del daño que, en nuestra opinión, estaban causando ciertas políticas estadounidenses a los habitantes de esos lugares. Me escuchó pacientemente. Una vez que el diplomático se marchó, Clair Good, una obrera de desarrollo que trabajó con el CCM en Kenia y la República Democrática del Congo, dijo: «Chris, le planteaste algunas cosas difíciles, pero durante un almuerzo muy agradable y mostrando interés por él como persona. Eso nos ayudó a ver cómo las relaciones de respeto importan en nuestro trabajo cuando participamos en el mundo político».

Otros momentos exigen hablar públicamente de formas inesperadas. La primavera pasada, el CCM y otros grupos llevamos carteles que decían «una peregrinación de duelo por todos los traumas, la pérdida de vidas y el sufrimiento en Palestina-Israel», y caminamos en silencio 25 vueltas alrededor de las manzanas que rodean la ONU para representar las 25 millas de la franja de Gaza. El año pasado, en el septuagésimo aniversario del armisticio de la guerra de Corea, 50 diplomáticos de la ONU asistieron a nuestro servicio por la memoria y la paz. Si no hubiera sido por ese acto, organizado por el CCM y otros grupos religiosos, ningún acto de la ONU habría conmemorado los 70 años de división del pueblo coreano, y que sigue hasta el día de hoy.

Aquel mismo diplomático cristiano de una nación occidental me dijo que las negociaciones en la ONU son largas y frustrantes, y que los avances son lentos. «Pero yo aporto una visión cristiana de que todo el mundo es bienvenido a la mesa », dijo. «Y escucho a los que están en una situación peor, así como a las personas con las que discrepo profundamente».

Todos los años celebramos un seminario sobre la ONU para universitarios cristianos de Canadá y Estados Unidos. A pesar de nuestros mejores intentos de ser honestos sobre los límites y fracasos de la ONU, los estudiantes salen dando testimonio de una mayor esperanza y contando acerca de embajadores y diplomáticos que conocieron y que elevan la vocación política.

Crecer en la pacificación bíblica

Como popularizó la serie de libros Dejados atrás, muchos evangélicos estadounidenses han expresado históricamente una profunda sospecha de un «gobierno mundial único» que sea una amenaza secular para la independencia nacional, la libertad religiosa y el gobierno de Cristo. En ocasiones, la ONU se presenta como el centro de esa amenaza.

Pero ten la seguridad de que la mayoría de los días, marcados por las amargas batallas del Consejo de Seguridad entre Estados Unidos y China, las Naciones Unidas es más bien «Naciones Divididas». Los socios del CCM en la República Democrática del Congo y Birmania me han recordado a menudo que en sus países a la ONU se la conoce como «Unidos para Nada». Y como me dijo el diplomático cristiano de la nación occidental: «La ONU es una institución enorme. Esta enorme burocracia tiende a pensar que el dinero puede resolver los problemas. Aquí no hay suficiente examen de conciencia sobre los fracasos de la ONU, desde Haití a Afganistán».

No debería causarnos sorpresa que lo bueno, lo malo y lo feo de nuestro mundo esté plenamente representado en Nueva York, ni que la ONU tenga un poder limitado, pues aquí está toda la humanidad, creada a imagen de Dios y, al mismo tiempo, alejada de Él, caída y frágil. Sí, aquí hay valor moral y excelencia. También hay despilfarro, timidez y funcionarios poderosos que demoran, mienten, obstruyen y abusan.

Sin embargo, esta turbulencia moral es una razón más para que los discípulos de Cristo estén presentes.

«Es la única sala del mundo en la que ves a ucranianos hablando con rusos, israelíes con palestinos, estadounidenses con iraníes», dijo la diplomática neoyorquina, que no puede ser nombrada a causa de la sensibilidad de su trabajo. Los titulares se refieren a los temas en los que las naciones no están de acuerdo. «Pero aquí no podemos evitarnos los unos a los otros», afirmó. «Tenemos que sentarnos, escucharnos unos a otros y dejar a un lado nuestras diferencias para encontrar áreas en las que sí estamos de acuerdo, desde el agua potable hasta la inteligencia artificial. Tengo el WhatsApp de los diplomáticos de otros países con los que no nos llevamos bien. Incluso cuando no estamos de acuerdo, nos mandamos mensajes».

En una época en la que evitamos cada vez más a aquellos con los que no estamos de acuerdo, y nos encerramos en silos eclesiásticos y vecinales de «gente como nosotros», estar cara a cara a diario tanto con amigos como con enemigos en estas calles y pasillos de la ONU puede generar frustración y enfado. Pero este contexto puede convertirse en un lugar para cultivar las virtudes de la pacificación bíblica.

El teólogo Stanley Hauerwas cree que la ONU es una comunidad de conversación necesaria de la que los cristianos no deberían querer prescindir. 

«La ONU no va a evitar la guerra, pero proporciona un lugar para retrasar las guerras, y eso no debe descartarse», me dijo. «Es bueno contar con diplomáticos que se comprometan a hacer que la guerra sea menos probable y luego terminen frustrados cuando no funciona. Pero esa frustración es una fuente de energía que ojalá dé resultados al cabo de un tiempo. Porque la paz lleva tiempo y hay que aprender a tener paciencia. Porque uno tiene que escuchar incluso a los que desprecia».

Hasta los confines de la tierra

Cuando salgo de la Asamblea General de la ONU y paso frente a las 193 banderas del exterior, me acerco al edificio del Church Center donde trabajo, y veo la obra de arte en la capilla, que acoge semanalmente servicios de culto cristianos, abiertos a todos. La obra, empotrada en la pared del edificio, es en parte escultura y en parte vidrio. Se llama Man’s Search for Peace [El hombre en busca de la paz] y muestra formas humanas alrededor de un gran ojo que mira tanto al interior del santuario como a la ONU, al otro lado de la calle. En mi opinión, ese ojo representa el ojo del Señor.

Cada vez que paso frente a mi trabajo, esta pieza de arte me recuerda que nuestro Dios vivo, el Señor de todas las naciones, vigila tanto a las potencias que hablan al otro lado de la calle como a la iglesia, y nos insta a testificar entre las potencias acerca del Señor que «hace justicia al pobre y defiende el derecho de los necesitados» (Salmo 140:12).

En el libro de los Hechos, Jesús envió a sus discípulos hasta «los confines de la tierra» (Hechos 1:8). En el presente, miembros de todas esas partes del mundo se reúnen en la ONU cada día. Un día regresan a casa, dispersándose por todas las naciones. Dentro de esas manzanas de Nueva York, el testimonio cristiano puede alcanzar al mundo entero.

Chris Rice es director de la Oficina para las Naciones Unidas del Comité Central Menonita en Nueva York, y anteriormente fue director cofundador del Centro para la Reconciliación de Duke Divinity School. Su último libro es From Pandemic to Renewal: Practices for a World Shaken by Crisis (InterVarsity Press).

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Ideas

Pastores y servidores públicos: guíen a su prójimo como a ustedes mismos

Ezequiel ofrece lecciones desde el exilio que los pastores pueden aplicar al guiar a su rebaño en tiempos de crisis.

Christianity Today October 25, 2024
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente de imágenes: Getty

Como pastor, he descubierto que una de las principales dificultades para liderar fielmente y vivir como buenos vecinos es que no siempre podemos elegir a nuestros vecinos ni el contexto y las circunstancias en las que lideramos y vivimos. Y en una época de tensas divisiones, conflictos globales, desastres naturales y otras crisis complejas, esta sensación de impotencia es casi universal.

Todos hemos experimentado la realidad de un mundo que escapa a nuestro control, sobre todo durante la pandemia de COVID-19, cuando la vida cambió para todos. Muchos nos quedamos encerrados en casa y nos esforzábamos por usar mascarillas, desinfectantes, etc., lidiando con una mucha incertidumbre sobre lo que podíamos y no podíamos hacer. Para mí, personalmente, la pandemia fue como un crisol para mi liderazgo, y lo encuentro instructivo para el ministerio hasta el día de hoy.

Como congregación afroamericana multigeneracional con más de un campus en Charlotte, Carolina del Norte (una de las primeras ciudades en emitir órdenes de confinamiento), enfrentamos múltiples desafíos y puntos de tensión durante los primeros años de la pandemia. Nuestro personal se enfrentó a las mismas preguntas que muchos cristianos mientras buscábamos equilibrar nuestra libertad individual y congregacional con la responsabilidad comunitaria.

¿Cómo podíamos honrar el valor del culto público, colectivo y encarnado y, al mismo tiempo, proteger a nuestra congregación, especialmente a los más vulnerables con otras enfermedades? ¿Cómo debía navegar las preocupaciones sobre el presupuesto y la posible pérdida de ingresos, considerando mi responsabilidad de proteger el sustento de mi personal y sus familias? ¿De qué manera una congregación de nuestra magnitud e influencia podía ser un buen modelo en nuestra forma de actuar durante una emergencia de salud pública, incluso en nuestro lenguaje?

Por encima de todo, creo que la pandemia, como cualquier crisis importante que enfrentamos, creó una oportunidad única para que demostráramos nuestra confianza en Dios cuando todos los aspectos de la vida parecían amenazados y comprometidos. Y, desde entonces, al reflexionar sobre esta verdad, he aprendido algunas lecciones de la vida y el ministerio de Ezequiel acerca de lo que significa liderar fielmente y vivir como buenos vecinos en un mundo que está fuera de nuestro control.

En el primer versículo del libro, el profeta Ezequiel (de 30 años de edad), se identifica a sí mismo como uno de los israelitas exiliados junto al río Quebar en la tierra de Babilonia durante siete días, «totalmente abatido» (1:1; 3:14-15).

El primer paso que debemos dar como líderes que guiamos a nuestro pueblo en tiempos de agitación es asimilar la realidad en la que nos encontramos. En lugar de negar la realidad, aislarnos del mundo o desapegarnos de nuestras emociones, estamos llamados a estar presentes en momentos de crisis y experimentar la vida junto a aquellos a quienes dirigimos. El propio Ezequiel se encontraba entre el pueblo de Israel que se dirigía al exilio y permaneció en medio de ellos.

Este tipo de presencia cultiva la empatía necesaria para saber dónde está nuestra gente y qué necesita. Parte del liderazgo en general, y del liderazgo pastoral en particular, es la labor de expresar con palabras lo que nuestras iglesias están enfrentando y sintiendo. Los líderes deben nombrar la tensión de aquellos a quienes dirigen, tal como Ezequiel nombró la emoción de los exiliados, que estaban «totalmente abatidos». Reconocer un evento traumático y las emociones que genera puede ayudar a las personas a aceptar su situación, lo que a su vez facilita su comprensión y superación.

Una de las formas en que nuestro personal intentó absorber la realidad de la pandemia fue leyendo las encuestas proporcionadas por Gloo, lo que nos ayudó a identificar tendencias y nos dio una idea de cómo le estaba yendo a la gente en tiempo real. Intentamos identificar la disrupción, el desplazamiento y la decepción que enfrentaban las personas, junto con sus pérdidas, su dolor, su frustración y su miedo.

En la introducción del libro, Ezequiel también describe la experiencia de recibir una visión de Dios (1:4-28). Es aquí donde encontramos el siguiente aspecto del liderazgo durante las crisis que consiste en volver a plantearnos la situación, es decir, colocar la experiencia y los sentimientos de las personas dentro de un marco más amplio.

Ofrecerle a tu gente una visión más amplia a menudo implica ver y mostrar cómo Dios está obrando en cualquier situación dada. La visión de Ezequiel de la gloria de Dios no lo alejó del lugar donde estaba, sino que sucedió mientras estaba sentado entre sus compañeros de exilio. Esta visión amplió su marco de referencia y le mostró que Dios estaba obrando en medio de ellos. De la misma manera, es crucial que los líderes religiosos identifiquen la presencia de Dios en situaciones que están fuera de nuestro control.

Con la pandemia, el replanteamiento me hizo pasar de preguntarme por qué sucedía esto, a ver cómo estaba obrando Dios. Impulsó a nuestra iglesia a buscar en dónde veíamos a Dios obrando en las vidas de nuestros compañeros de la congregación, en nuestros vecindarios y en nuestras propias familias. Algunos podrían llamar a esto «sintonización», que se refiere a la práctica de ajustar nuestra percepción a la presencia personal de Dios. Replantear la situación puede llevar a una persona de una actitud de frustración o culpa a una de curiosidad y expectativa.

El siguiente aspecto del liderazgo bíblico es discernir el propósito. En el segundo capítulo del libro, Ezequiel recibió el llamado de Dios para ser profeta. Tras haber asimilado la realidad de su pueblo, haber identificado su tensión y haber visto a Dios obrando en medio de ellos, aprendió acerca del propósito de Dios. Parte de vivir fielmente es discernir el propósito al que hemos sido llamados. ¿Cómo nos está llamando Dios a vivir y qué nos está llamando a hacer? ¿A quién ha puesto cerca de nosotros y cómo podemos servirle?

En el caso de nuestra iglesia, que no pudo reunirse durante la pandemia, encontramos formas de ofrecernos como voluntarios en nuestra comunidad y distribuir alimentos a las personas necesitadas. Elegimos ver nuestro culto virtual como un homenaje a nuestra ciudad y una ayuda a nuestro sistema de atención médica al evitar una mayor propagación del virus. Y si bien nuestra reunión presencial de culto y adoración se eliminó de la ecuación, nos apoyamos en gran medida en adorar a través del servicio.

Esto nos lleva a otro aspecto del liderazgo en tiempos de crisis, que es aprovechar las oportunidades. Si bien hubo restricciones durante la pandemia, también hubo una gran cantidad de oportunidades. Identificarlas requirió una imaginación liberada, una curiosidad intensificada y una creatividad innovadora. Nos obligó a dejar atrás cómo solían ser las cosas y aceptar lo que podría ser, planteándonos preguntas como: «¿Qué podríamos hacer si…?», «¿Cómo sería si…?» y «¿Dónde podríamos conocer gente si…?».

En el proceso, se nos ocurrió una idea para ayudar a nuestros vecinos sin hogar desarrollando una unidad móvil para ofrecer duchas, lavadoras y secadoras, llamada M25:40 en honor al famoso pasaje de Mateo 25:40 («Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí»). También desarrollamos nuestra presencia y recursos virtuales, que derribaron barreras en términos de a quiénes podíamos alcanzar, dónde podíamos interactuar con ellos, y cómo podíamos llegar y relacionarnos con ellos. Como resultado, nuestros números no disminuyeron después de la pandemia, sino que crecieron.

El siguiente aspecto es aferrarse a la esperanza. Lo que inicialmente pensamos que duraría dos semanas o incluso un par de meses terminó persistiendo durante mucho más tiempo de lo previsto. Mientras tanto, nuestra iglesia sufrió pérdidas trágicas e inesperadas. La duración del desplazamiento (es decir, cuando nuestros servicios se mantuvieron solo en línea) tentó a muchos miembros de nuestra congregación a perder la esperanza. Aquellos que se cansaron de los servicios virtuales comenzaron a asistir a iglesias que abrieron antes, lo que produjo otro punto de tensión.

Me viene a la mente el aliento del Salmo 27:13-14: «Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes. Pon tu esperanza en el Señor; cobra ánimo y ármate de valor, ¡pon tu esperanza en el Señor!».

El último aspecto es animar a nuestra gente a mirar hacia el futuro. En el caso de la pandemia, después de haber pasado a los servicios virtuales durante tanto tiempo, no podíamos asumir que los hábitos de asistencia de nuestra congregación volverían inmediatamente a los que eran antes de la pandemia. Ese cambio nos hizo preguntarnos cómo podría lucir nuestro futuro.

Con algunas personas que siguen asistiendo virtualmente, otras que asisten principalmente en persona y otras que optan por la asistencia híbrida, ¿realmente necesitábamos mantener nuestros tres campus? Después de orar sobre si tener tres campus era el mejor uso de nuestros recursos, discernimos que no lo era y finalmente vendimos uno de nuestros edificios a otro ministerio.

Seguimos reuniéndonos los domingos por la mañana en el campus principal y estamos renovando nuestro segundo campus para convertirlo en un sitio híbrido de 30 acres con espacios residenciales, de oficinas, de venta minorista, un hotel y espacios para conferencias. También abrimos un proyecto de vivienda asequible para personas mayores y estamos en proceso de desarrollar otros 30 acres para construir una combinación de viviendas a precio de mercado y viviendas independientes. Todos estos emprendimientos satisfacen necesidades críticas de nuestra comunidad.

Aunque muchos ven la pandemia como una pérdida neta, las decisiones que nuestra iglesia tomó en ese momento nos permitieron buscar otras oportunidades que, en última instancia, redefinieron nuestra visión del futuro. Como pueblo de fe, estamos llamados a pensar en el futuro. Sea lo que sea lo que nos traiga el presente, existe una realidad futura que podemos anticipar y perseguir. Perseguir ese futuro supone un grado de riesgo y ambigüedad, lo que exige fe, discernimiento y coraje.

El obispo Claude R. Alexander Jr. es el pastor principal de The Park Church en Charlotte, Carolina del Norte, y autor de Becoming the Church y Necessary Christianity. También es miembro de la junta directiva de Christianity Today.

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Evangélicos libaneses atienden a chiíes desplazados por la guerra entre Hezbolá e Israel

A pesar de los riesgos y la escasez de recursos, las iglesias se esfuerzan por ayudar a los musulmanes que no están acostumbrados a experimentar el amor cristiano.

Mujeres chiíes con sus hijos tras haber huído del sur del Líbano en busca de refugio en Beirut.

Mujeres chiíes con sus hijos tras haber huído del sur del Líbano en busca de refugio en Beirut.

Christianity Today October 21, 2024
Marwan Naamani / AP Images

El 23 de septiembre, Mustafá montó a su familia de cinco miembros en una pequeña motocicleta y condujo siete horas desde Tiro hasta un pueblo de las montañas libanesas, pasando lentamente las filas de vehículos. Algunos de esos vehículos, como los seis miembros de la familia de su hermano Hussein, no llegarían a su destino sino hasta dos días después.

El recorrido normalmente dura dos horas.

Mustafá, y miles como él, huían frenéticamente de las bombas israelíes dirigidas contra Hezbolá, la milicia chií señalada por el gobierno estadounidense como organización terrorista. Hasta ese momento, él y su hermano habían sido trabajadores agrícolas en una granja a las afueras de la ciudad, y vivían en un apartamento austero de dos habitaciones proporcionado por sus empleadores.

CT accedió a no revelar su apellido por motivos de seguridad. Mustafá es cristiano y originario de Afrin, la zona kurda del noroeste de Siria. Al preguntarle si compartía la fe de su hermano, Hussein respondió: «Todavía no».

Su país de origen no reconoce a los conversos del islam. Y aunque Líbano es la única nación árabe que concede la libertad de conversión, Tiro es una ciudad chií socialmente conservadora bajo el dominio político de Hezbolá.

Este era el segundo desplazamiento de Mustafá. En 2013, él y su hermano huyeron de la guerra civil siria. Pero en los últimos cinco años, cuando los índices de pobreza se triplicaron en Líbano, los musulmanes suníes nominales encontraron el apoyo de un ministerio cristiano local que ofrecía ayuda.

Hace dieciocho meses, Mustafá profesó su fe en Cristo.

«Sigo a Jesús», dijo. «Él me salvó».

Cuando Israel comenzó su invasión terrestre del Líbano, emitió órdenes de evacuación tanto a los pueblos musulmanes como a los cristianos del sur. Pero la gran mayoría de los desplazados proceden de zonas chiíes sospechosas de albergar depósitos de armas y túneles subterráneos, donde los chiíes residentes pueden alinearse o no con la ideología islamista de Hezbolá.

Según una encuesta realizada a principios de 2024, aunque el 78 % de los chiíes veían positivamente el papel de la milicia en los asuntos regionales, solo el 39 % afirmaba sentirse más cercano a Hezbolá entre los partidos políticos libaneses, frente al 37 % de los chiíes que no se sentían cercanos a ninguno.

Solo el 6 % de los cristianos tenía «mucha confianza» en la milicia chiíta.

Dentro de estas realidades, los cristianos están ansiosos por ayudar; sin embargo, deben hacerlo con cautela. La fe evangélica y la solidaridad nacional exigen hospitalidad. La vigilancia sectaria fomenta la desconfianza. Y la campaña de bombardeos de Israel les hace temer que tan solo acoger a los desplazados les convertirá en objetivo.

De cualquier manera, muchos están ayudando.

Mustafá y Hussein encontraron cobijo en una vivienda ofrecida por una iglesia evangélica en el pueblo mixto de musulmanes y cristianos donde buscaron refugio. Una alfombra de plástico cubría la mitad del suelo de cemento de su parcela privada, con colchones delgados apoyados contra las paredes. Mantas y almohadas esparcidas por todas partes evidenciaban el sueño irregular de sus hijos.

«Este es nuestro mensaje: mostrar amor en acción mientras llevamos a la gente a Cristo», dijo el pastor de esta iglesia. (CT le concede el anonimato debido a la situación política incierta en Líbano). «Mientras reciben, les enseñamos a dar».

Su congregación acoge actualmente a unas 100 personas, desplazadas de sus hogares en el sur y en el valle libanés de Bekaa. Más de la mitad proceden de la vecina Siria; el resto son principalmente chiíes libaneses. El pastor dice que el 60 % del total son creyentes en Jesús. Otros, como Hussein, son familiares suyos o musulmanes ya estrechamente vinculados a las iglesias de su zona de origen.

Todos colaboraron en la preparación de 500 bocadillos de atún para su distribución local.

Más que palabras

El actual conflicto de Hezbolá con Israel comenzó el 8 de octubre del año pasado, un día después de que Hamás invadiera y matara a unos 1200 israelíes, tomando 250 rehenes. La milicia libanesa inició lo que denominó un «frente de apoyo» a Hamás, lanzando misiles que provocaron la huida de 80 000 israelíes que vivían en pueblos cercanos a la frontera.

Un número similar de libaneses huyeron también de las represalias israelíes, y durante once meses las dos partes habían mantenido su intercambio de misiles relativamente limitado, con el objetivo de evitar un conflicto mayor que podría llegar a convertirse en un conflicto regional que incluyera a Irán, que respalda tanto a Hamás como a Hezbolá como fuerzas sustitutas.

Ese statu quo se mantuvo a pesar de la muerte de 12 niños drusos que fueron alcanzados por un misil de Hezbolá en los Altos del Golán, y del aumento de los ataques de Israel contra líderes de milicias dentro de Líbano, Siria e Irán. Las negociaciones dirigidas por Estados Unidos para reducir o detener los combates no lograron vencer la insistencia de Hezbolá en un alto al fuego simultáneo en Gaza. Y el 17 de septiembre, Israel incluyó el regreso de los ciudadanos del norte a sus hogares como uno de sus objetivos oficiales de guerra.

Horas más tarde, un ataque de buscapersonas explosivos y, al día siguiente, de walkie-talkies (el cual despertó amplias sospechas de haber sido realizado por Israel, a pesar de su desmentido oficial) mató a decenas e hirió a miles de miembros de la milicia y personal médico afiliado en Líbano y Siria. Seis días después, comenzó la campaña de bombardeos. Al respecto, se reportó que funcionarios israelíes declararon que su política era «desescalar mediante la escalada».

Líbano calcula que los combates han desplazado a 1.2 de sus 6 millones de habitantes. Más de 950 escuelas públicas, almacenes y otras instalaciones sirven ahora de refugio. El 90 % de los desplazados, casi la mitad de los cuales son niños, no pueden satisfacer sus necesidades básicas.

El pastor anónimo mencionado anteriormente, quien vive en una aldea en las montañas, consiguió permiso del ayuntamiento dirigido por musulmanes para prestar ayuda junto con varios otros grupos de rescate en coordinación con un ministerio local dirigido por un líder de la iglesia.

Un coordinador local de los esfuerzos de rescate y ayuda, miembro de la comunidad heterodoxa musulmana drusa, dijo que «la iglesia [cristiana] es la número uno» al brindar ayuda, mientras que otros grupos «dicen que están ayudando, pero en su mayoría son solo palabras».

Pero con las aulas de todo el país llenas de familias que buscan refugio, lamenta que sus tres hijos no tengan dónde ir a la escuela.

El conflicto previo entre Israel y Hezbolá que tuvo lugar en 2006 obligó a 900 000 personas a abandonar sus hogares. Entonces, iglesias y ciudadanos de todas las sectas se unieron para ayudar; sin embargo, hoy los recursos son mucho menores.

Muchos se resisten a alquilar sus propiedades a los chiíes desplazados, ya que temen que los solicitantes de refugio no puedan —o no quieran— seguir pagando. La hiperinflación y la devaluación de la moneda (que ha alcanzado el 98 %) han hecho que muchos libaneses tengan dificultades incluso para cubrir sus necesidades más básicas. El estancamiento político ha mantenido a la nación sin presidente durante dos años, mientras el primer ministro trabaja en calidad de interino.

¿A quién culpar?

Muchos culpan a Hezbolá.

«Estoy en contra de los chiíes en materia política, pero en humanidad no podemos negarnos a ayudarles», afirma el coordinador de asistencia druso. «Sufrimos por Siria; sufrimos por Irán. Quizá estamos esperando que Estados Unidos nos ayude».

Diplomáticos estadounidenses y franceses intentaron negociar un alto el fuego de tres semanas en Líbano, y el ministro de Asuntos Exteriores libanés declaró que el líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, había aceptado. Días después, un ataque aéreo israelí con bombas antibúnker arrasó cuatro edificios de apartamentos residenciales y mató a Nasralá en su cuartel subterráneo. Funcionarios estadounidenses negaron tener conocimiento de la aprobación de Nasralá.

Al parecer, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aceptó negociar un alto el fuego, pero luego dio marcha atrás. Israel declaró que su guerra es contra Hezbolá, no contra Líbano. Netanyahu, dirigiéndose a los libaneses, habló de su campaña contra Hamás.

«Tienen la oportunidad de salvar Líbano antes de que caiga en el abismo de una larga guerra que conducirá a la destrucción y al sufrimiento como el que vemos en Gaza», declaró. «Liberen a su país de Hezbolá para que esta guerra pueda terminar».

Líbano apoya oficialmente desde hace tiempo la aplicación de la resolución 1701 de la ONU, adoptada para poner fin a la guerra de 2006. Ese llamado exige el desarme de todas las milicias y que Hezbolá se retraiga más allá del río Litani, a unas 18 millas al norte de la frontera israelí. Sin embargo, los esfuerzos libaneses de 2008 por desmantelar la red privada de comunicaciones de la milicia fracasaron después de que Hezbolá hiciera una demostración de sus fuerzas armadas en Beirut.

Se dice que Estados Unidos está presionando ahora para que los políticos libaneses elijan a un presidente que, según un acuerdo no escrito pero de 80 años de antigüedad, debe ser un cristiano maronita. Los miembros del parlamento libanés, divididos a partes iguales entre musulmanes y cristianos, son quienes eligen al jefe de estado.

Los cristianos, por su parte, están divididos en dos partidos políticos principales y otros más pequeños, algunos de los cuales se han aliado con Hezbolá como entidad política para conseguir el apoyo del electorado chií. Antes de la escalada israelí, destacados políticos chiíes bloquearon repetidamente la finalización del proceso de votación para elegir al presidente cristiano, insistiendo en un candidato afín a la causa de Hezbolá.

Sin embargo, los líderes de los dos principales partidos cristianos tienen ambiciones presidenciales y por eso no han colaborado coherentemente para representar a su comunidad.

«Culpo a los líderes cristianos: trabajan por sus propios intereses, no por los intereses de nuestro país», afirmó el pastor de la aldea de montaña. «Si le abres la puerta a otros, no puedes culparlos cuando te lo quitan».

En 2000, Hezbolá se ganó el favor social generalizado, incluso de muchos cristianos, tras haber obligado a Israel a poner fin a sus 18 años de ocupación del sur del Líbano, cuyo objetivo inicial era imponer una zona de seguridad contra las incursiones de militantes palestinos. Desde entonces, la milicia dilapidó el apoyo que tenía de los musulmanes suníes al entrar en la guerra civil de Siria en favor de Bashar al Assad y haberlo confirmado públicamente en 2013. Los cristianos de a pie se unieron a muchos en el desencanto cuando Hezbolá se puso del lado de los líderes sectarios contra la revolución popular de 2019, dando paso a los últimos cinco años de declive económico.

El apoyo de la milicia a Hamás provocó que la gente colocara carteles de «No queremos la guerra» por todo Beirut.

Una oferta de amor cristiano

«Estamos enojados. Sin ninguna consulta con el gobierno, Hezbolá arrastró a Líbano a la guerra», declaró Joseph Kassab, presidente del Consejo Supremo de la Comunidad Evangélica de Siria y Líbano, quien afirmó que ninguna paz duradera puede llegar a través de la violencia. «Muchos cristianos sienten que Israel no tiene restricciones en la guerra, y la milicia se equivocó al provocar a su enemigo».

Sin embargo, soplan vientos de cambio, dijo Jihad Haddad, pastor de la iglesia La vid verdadera de Zahle, ciudad cristiana del valle de la Bekaa, mientras modificaba un proverbio chino: Algunos construyen muros para resistir el viento, pero los molinos de viento servirían mejor al ministerio. Como los cristianos no tienen voz política en el conflicto actual, él dirige sus esfuerzos a apoyar a los desplazados.

Su iglesia se ha establecido como un centro de ayuda, y ya había distribuido 2000 paquetes de alimentos un mes antes de la actual escalada. Gran parte de esos alimentos fueron cultivados en sus propias tierras. Para atender a los muchos que ahora se refugian en las escuelas, la iglesia ha adaptado los paquetes para que proporcionen nutrición sin necesidad de cocinar. Los desplazados también sufren escasez de mantas, pero el almacén de la iglesia ya está vacío.

Haddad mira al horizonte y ve un avivamiento, pero no será fácil. Líbano, dice, está atrapado entre el «martillo» de Israel y el «yunque» de Hezbolá. Han caído misiles a una milla de su casa y, en la otra dirección, a una milla de la iglesia.

Voltear a ver a Gaza crea un miedo que conmueve muchas emociones.

«Somos muy cautelosos a la hora de acoger a familias que no conocemos», afirma Haddad. «Donde Israel encuentra militantes, ahí bombardea».

La gente de Zahle, dijo, comprueba cuidadosamente si los chiíes que buscan refugio están afiliados a Hezbolá. La vid verdadera ha proporcionado refugio en apartamentos de la iglesia a 17 familias vinculadas a la congregación, ya que los creyentes y otras personas buscan —y esperan encontrar— seguridad en un lugar cristiano. Pero Haddad también teme que si la iglesia se viera desbordada por la necesidad de alojar a todos los que buscan refugio, no podría prestar servicios a todos.

La ayuda de las iglesias de todas las denominaciones ha dejado una muy buena impresión.

«Si no hubiera cristianos en el Líbano, nos habrían devorado», declaró Mohamed al-Hajj Hassan, un jeque chií conocido por su oposición a Hezbolá, en un video ampliamente compartido de su entrevista televisiva. «Ellos son los que nos protegieron y ayudaron a los que deambulan por las calles. Ellos son los que acogieron a nuestras mujeres y niños».

Los cristianos podrían haberse puesto del lado de Israel, afirmó. «Los chiíes debemos ahora… reexaminar nuestra conciencia y pensar si tal vez le hemos hecho daño a nuestros socios en el país».

Volunteers supported by Thimar prepare meals for the displaced
Voluntarios apoyados por la organización bautista local Thimar preparan alimentos para los desplazados.

Esta expresión de aprecio, sin embargo, no facilita que los evangélicos abran las puertas de sus instituciones, dijo Nabil Costa, director de la Asociación de Escuelas Evangélicas de Líbano. Sus 35 escuelas atienden a 20 000 alumnos, una mezcla de cristianos y musulmanes. El gobierno libanés obligó a una escuela adventista del séptimo día situada en un barrio chií del centro de Beirut a proporcionar refugio a los desplazados.

Costa dijo que los evangélicos estarán dispuestos a abrir sus escuelas una vez que el gobierno decida que todas las instalaciones escolares privadas son necesarias para ayudar. Esto puede incluir la discusión de cómo cooperar con el ministerio de educación para proporcionar instrucción suplementaria a los niños de las escuelas públicas forzados a abandonar sus aulas.

La guerra ha desplazado al 40 % de los 1.25 millones de estudiantes del Líbano.

Costa también dirige Thimar, la organización bautista local de servicios sociales que supervisa la Escuela Bautista de Beirut, que negoció con el gobierno transformar su campus en un centro de distribución para los desplazados. Situada a cinco kilómetros al norte de la densamente poblada zona de Dahiyeh en Beirut, donde Nasrallah fue asesinado, las inmediaciones de la escuela no están actualmente bajo amenaza por los ataques aéreos israelíes. Pero en medio del feroz eco de los bombardeos regulares, la escuela bautista ayuda a siete instituciones cercanas, públicas y privadas, que acogen a los desplazados, proporcionándoles 700 comidas diarias. Se proporciona ayuda adicional a las iglesias de las montañas.

«No tenemos derecho a rechazar refugiados», dijo Costa. Pero también lanzó una advertencia al gobierno: «No se aprovechen de nuestro amor cristiano».

Abrir el corazón a los necesitados

Algunos, incluso entre los propios desplazados, ofrecen amor libremente.

El lunes 23 de septiembre, Laya Yamout se despertó a las 6:30 de la mañana con el sonido de los ataques aéreos israelíes. Yamout, enfermera de Horizons International, también trabaja como voluntaria en la Iglesia de Tiro, fundada por su padre, quien falleció hace 14 años. Ya había restringido sus movimientos en la comunidad cuando los ataques de precisión con drones se dirigieron contra militantes de Hezbolá que iban en moto. Es mejor que no te pillen detrás de uno de ellos, dice, por si fallan.

Pero este ataque se sentía diferente. Cuatro horas más tarde, Yamout estaba visitando a un paciente anciano con demencia cuando se produjo otra explosión cerca de allí. Corrió a casa, hizo las maletas y condujo 55 millas hacia el norte, a Beirut, con su perro al lado. Los 50 miembros de su congregación —casi todos ellos de origen musulmán que soncreyentes en Jesús— acabaron por dispersarse y refugiarse en escuelas, iglesias o en casas de familiares. Uno de ellos regresó a Irak.

Yamout se quedó con un amigo en un barrio cristiano de la capital.

«Sinceramente, es más seguro», dijo. «No quiero tener que huir otra vez».

A la mañana siguiente, Yamout se levantó para trabajar como voluntaria en una clínica vinculada a una gran iglesia kurda de Beirut. El miércoles, volvió a Tiro junto con otras dos personas, con la esperanza de trabajar como voluntaria en la Cruz Roja.

Después de haber tardado siete horas en llegar a Beirut dos días antes, tardó poco más de una hora en volver a casa mientras conducía entre escenas «apocalípticas» de coches parados abandonados a un lado de la carretera y media docena de edificios en llamas a derecha e izquierda.

Casi de inmediato, se dio la vuelta. Tiro parecía una ciudad fantasma, sin agua, electricidad ni cobertura de telefonía. Las calles estaban vacías, excepto por los militantes de Hezbolá, pero ella no se sintió intimidada.

Su padre había sido encarcelado dos veces por su labor evangelizadora, y la propiedad de su iglesia había sufrido repetidos actos de vandalismo. Pero con los años, dijo Yamout, la Iglesia de Tiro se ganó el respeto de su comunidad a regañadientes, y la calle en la que está se hizo popularmente conocida como la «calle de la iglesia».

Sin embargo, no era seguro permanecer allí. Dos creyentes durmieron en la playa por miedo a que sus apartamentos fueran alcanzados. Yamout llenó una furgoneta de 15 plazas para regresar a la capital con las familias de la iglesia que no habían podido encontrar antes un medio de transporte seguro.

El jueves, estaba de vuelta atendiendo pacientes en una clínica en una ciudad cristiana a 80 kilómetros al norte de Beirut que ha recibido a muchas personas desplazadas del valle de Bekaa. Cada día atendía a un promedio de 150 personas.

«Este es el momento de abrir nuestros corazones», dijo Yamout. «Puede que nunca volvamos a tener esta oportunidad».

Líbano tiene contenido cristiano de radio y televisión e iglesias en todo el país, pero muchos pueblos libaneses se autoaíslan de otras comunidades. Los chiíes del sur, que conocen a pocos cristianos, se refugian ahora en zonas cristianas. Están profundamente traumatizados, dice Yamout, pero sonríen cuando ella les dice que también es de Tiro y se toma tiempo para escuchar sus historias.

En cada escuela, Yamout trabaja con la iglesia local para hacer un seguimiento de los que se muestran abiertos al Evangelio. Aboga por la cautela a la hora de ofrecer hospitalidad, ya que es probable que se cuelen algunos milicianos. Pero aunque la mayoría están luchando ahora contra la invasión terrestre israelí en la frontera, los creyentes pueden mostrar su amor a las esposas e hijos de los militantes. Junto a ellos hay miles de chiíes libaneses, ajenos a Hezbolá, que se encuentran con cristianos por primera vez.

Mientras tanto, en la iglesia del pueblo de montaña donde se refugian Mustafá, Hussein y otros cristianos que «aún no lo son», ellos y sus familias comen alrededor de largas mesas de plástico colocadas en el estacionamiento de la iglesia. Mustafá espera volver a Tiro, pero no a su ciudad natal en Siria: sería demasiado peligroso. A pesar de las incertidumbres de una residencia temporal indefinida, se siente en paz en el Líbano.

«No sabemos qué hacer ahora», dice. «Solo Dios lo sabe, y confiamos en Él».

News

Cristianos mexicanos reaccionan ante la ceremonia indígena de la toma de posesión

«No todo en nuestra cultura es malo o satánico», explicó un líder evangélico zapoteco.

Claudia Sheinbaum participa en una ceremonia indígena como parte de su toma de posesión como nueva presidenta de México.

Claudia Sheinbaum participa en una ceremonia indígena como parte de su toma de posesión como nueva presidenta de México.

Christianity Today October 21, 2024
Cristopher Rogel Blanquet / Stringer / Getty

El 1 de octubre, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer presidenta de México. Al igual que sus predecesores, prestó juramento en el Palacio Legislativo de San Lázaro y pronunció su discurso inaugural ante el Congreso.

Pero el día de su toma de posesión también incluyó una ceremonia ofrecida por un grupo de mujeres indígenas y afromexicanas tras dirigirse a la Plaza de la Constitución. Las mujeres, que representaban a varios de los 68 grupos indígenas de México o descendían de africanos libres y esclavizados, le entregaron el «bastón de mando y servicio». Después de que Sheinbaum recibiera el bastón de mando, gesto que simbolizaba que la comunidad indígena reconoce su autoridad, participó en una «limpia» (un ritual espiritual que busca alejar los malos espíritus y energías) dirigido por una curandera mazateca.

El ritual, según el programa oficial de la ceremonia, tenía como objetivo prepararla para ejercer su liderazgo con sabiduría y prosperidad, lo que redundaría en bendiciones como salud para todos y buenas cosechas. «Claudia, que los elementos sagrados te acompañen, que el agua bendita purifique siempre tu alma, que el aire siempre esté contigo, que nuestra madrecita Tierra te bendiga siempre», pronunció la celebrante acompañada del humo del incienso. «Invocamos a los nahuales, a las deidades y demás seres divinos y espíritus que habitan este lugar. Pedimos vida, iluminación y sabiduría para la presidenta constitucional, doctora Claudia Sheinbaum Pardo».

Durante el ritual, Sheinbaum y los representantes de los grupos indígenas levantaron los brazos con las manos abiertas y miraron en cada dirección cardinal, pidiendo a las «fuerzas divinas de la naturaleza» energía, sabiduría, perdón, reconciliación, paz y buena salud.

A continuación, el grupo giró para mirar hacia el «centro de la tierra», que para los antiguos aztecas se encontraba en el templo de Tenochtitlan, cuyas ruinas se encuentran a unos metros del lugar de la ceremonia.

«Desde el centro de la tierra, pedimos perdón a nuestra madre terrenal. Por no haberla respetado, hemos sufrido con ella estos cambios climáticos», dijo el celebrante al concluir el evento.

No son muchos los líderes mexicanos cristianos que han expresado su desacuerdo con esta bendición, a pesar de su guiño a la mitología indígena y a los nahuales o naguales, espíritus guardianes que se cree tienen la capacidad de comunicarse tanto con dioses como con humanos, y de cambiar su apariencia de humanos a animales.

«Ni siquiera sé si la presidenta tiene fe en esos rituales», dijo Luis Chávez, presidente de la Unión Nacional de Traductores Indígenas, organización dedicada a traducir la Biblia a las 68 lenguas indígenas y sus 364 variantes que se hablan en el México actual. «Nosotros comprendemos que nuestros pueblos tienen una identidad cultural, y no todo en nuestra cultura es malo o satánico».

Como zapoteca originario de una comunidad se asienta en el actual estado de Oaxaca, Chávez cree que hay partes de la ceremonia que él y otros cristianos indígenas podrían apoyar. 

«Aunque a veces están apartados de los principios cristianos en los que creemos, estos rituales demuestran principios de valorar la vida, la naturaleza y el respeto a las autoridades a las que nuestro pueblo reconoce y obedece», afirmó.

El antecesor de Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido como AMLO, incorporó por primera vez la recepción del «bastón de mando y servicio», como un reconocimiento a los 23 millones de personas (19 % de la población mexicana) que aún viven en comunidades indígenas, durante su toma de posesión en 2018. En noviembre de 2020, participó en otro rito tradicional indígena durante un evento del Día de los Muertos en honor a los fallecidos en la pandemia de Covid-19.

Prácticas similares se han adoptado también en otros países: las tomas de posesión de 2006 y 2015 del expresidente boliviano Evo Morales incluyeron ceremonias tradicionales, al igual que la del presidente colombiano, Gustavo Petro, en 2022.

Entre quienes se pronunciaron en contra del ritual de toma de posesión estuvo Eduardo Hayén Cuarón, párroco católico de la Catedral de Ciudad Juárez y director del semanario Presencia. «Todo parece inofensivo: se eleva a las mujeres y se ofrece paz, armonía y buena vibra», escribió en X. “Pero hemos de señalar que son rituales de brujería y, en realidad, son una modalidad de culto implícito al demonio».

El ritual de limpieza espiritual fue una «ceremonia chamánica», escribió Aarón Lara, presidente del Congreso Iberoamericano Familia y Vida. «Por supuesto, viola el Estado laico, que unas horas antes Sheinbaum prometió defender y garantizar para todos los ciudadanos».

Aunque es un Estado laico desde 1857, México ha sido un país profundamente religioso, en el que los colonizadores españoles construyeron catedrales sobre las ruinas de antiguos templos aztecas y en el que muchos lugareños han desarrollado una fe sincretista que hoy está profundamente arraigada en la cultura local. El contacto de estos sistemas de creencias indígenas con el cristianismo (e incluso con las influencias europeas precristianas que acompañaron a los colonizadores españoles) dio lugar a exuberantes celebraciones, como las del Día de los Muertos.

En muchos sentidos, estas ceremonias tienen menos que ver con socavar el laicismo oficial del Estado y más con honrar a las culturas indígenas, algo que ha cobrado mayor relevancia en México en las últimas décadas, afirma Alejandra Ortiz, coordinadora de la Iniciativa Logos y Cosmos en América Latina de la IFES (Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos).

Por otro lado, algunos expresan confusión por la mezcla de creencias presente en la vida cotidiana de la gente. «Veo [la ceremonia y las reacciones a ella] como parte del amplio sincretismo religioso que tenemos en México», dijo Sally Isáis, directora de la agencia misionera Misión Latinoamericana de México.

Isáis señala que, aunque los partidos políticos no se alinean con la religión, toman prestados sus términos e imágenes. Por ejemplo, el partido de Sheinbaum, antes llamado Movimiento Regeneración Nacional, ahora se llama Morena. «El propio nombre Morena alude a la “Virgen Morena”, es decir, la Virgen de Guadalupe», dijo Isáis, refiriéndose a la «patrona de América» y a un título utilizado para la representación de la Virgen María en México.

El apodo de «Virgen Morena» o «Morenita» surgió después de que, supuestamente, la virgen María se le apareciera al campesino nahua Juan Diego en 1531 y éste describiera a la mujer que le visitó como de piel morena. La historia de la aparición de la Virgen a un nativo fue un gran aliciente para la evangelización católica en esa época, y tuvo como resultado una conversión masiva de indígenas —se ha reportado que entre nueve y diez millones de personas se convirtieron al catolicismo en diez años—, no obstante, también llevó a muchos nuevos conversos a ver establecer una conexión entre María y la deidad local Tonantzin, la diosa madre azteca. De esta manera, el catolicismo se fusionó con las prácticas religiosas prehispánicas, lo que contribuyó a que la iglesia católica ganara popularidad y que, a su vez, se preservaran los sistemas de creencias tradicionales.

A pesar de la sólida religiosidad mexicana, Sheinbaum tiene una relación relativamente ambigua con la religión. Su padre era hijo de judíos asquenazíes que abandonaron Lituania a principios del siglo XX, mientras que su madre era hija de judíos sefardíes originarios de Bulgaria. No obstante, Sheinbaum no practica el judaísmo. En algunas ocasiones, ha aparecido vestida con atuendos adornados con santos católicos, aunque durante su campaña, también se reunió con líderes evangélicos.

En su discurso de toma de posesión ante el Congreso, Sheinbaum se definió como «madre, abuela, científica y mujer de fe, y desde hoy, por voluntad del pueblo de México, presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos», dijo.

Los evangélicos representan alrededor de 14 millones de los 126 millones de habitantes de México. No hay estadísticas claras sobre el número de indígenas evangélicos, pero Chávez calcula que pueden constituir el 20 % de las comunidades, es decir, unos 4.5 millones de personas.

Eso haría que la proporción de evangélicos entre los indígenas fuera significativamente superior a la del país en general. Los evangélicos indígenas se enfrentan a una fuerte oposición en sus comunidades, lo que ha contribuido a que México ocupe el puesto 37 en la Lista Mundial de la Persecución, la clasificación de persecución religiosa elaborada por la organización Puertas Abiertas.

«En algunas comunidades indígenas, quienes deciden abandonar sus creencias ancestrales y tradicionales para seguir a Jesús se enfrentan al ostracismo, multas, encarcelamiento y desplazamiento forzoso», señala el informe de este año de Puertas Abiertas.

Los evangélicos que se niegan a hacer aportaciones económicas para financiar las celebraciones católicas romanas pueden ser castigados por sus vecinos, quienes les cortan el acceso a servicios como la electricidad o el agua.

El gobierno estadounidense ha cuestionado anteriormente a las autoridades mexicanas por la persecución religiosa, incluido el maltrato a los indígenas evangélicos. El año pasado, la oficina de libertad religiosa internacional del Departamento de Estado informó que diplomáticos se habían reunido con funcionarios estatales y federales responsables de asuntos religiosos e indígenas, así como con líderes de la iglesia católica, para expresarles su preocupación.

En abril, vecinos y autoridades locales atacaron a los 172 miembros de una congregación bautista en el estado de Hidalgo, cortando la electricidad de sus casas y bloqueando el acceso a su iglesia. Sus agresores explicaron la redada como un castigo porque los cristianos no habían pagado «sus cuotas» a la iglesia católica y reclamaron el derecho a hacer cumplir los usos y costumbres de las comunidades indígenas.

El artículo 2 de la Constitución mexicana garantiza a los pueblos indígenas el derecho a «aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y resolución de sus conflictos internos».

Cuando los cristianos ajenos a estas comunidades tachan de brujería las prácticas de los pueblos indígenas, su desaprobación puede aumentar la presión sobre los cristianos indígenas.

«Hay segmentos de la población cristiana que pueden llegar a satanizar todos los principios indígenas», dijo Chávez. «Mi llamado para la iglesia mestiza en México y en el mundo es que sigamos enseñando a nuestros pueblos principios bíblicos sin imponer formas culturales diferentes. Se trata de respetar la cultura, pero enseñando un camino mejor».

Cover Story

La mujer que le dio al mundo mil nombres para Dios

Cómo una lingüista británica y un fallido golpe de estado nigeriano cambiaron la historia de la traducción bíblica.

Christianity Today October 18, 2024
Ilustración por Dorothy Leung

En julio de 2007, un grupo que trabajaba en la traducción de la Biblia a una docena de idiomas nigerianos se reunieron en una escuela con techo de acero en la ciudad rural de Bayara, Nigeria, para un taller de tres semanas en el que comenzarían a traducir el Evangelio de Lucas. En la reunión participaron varios consultores externos, algunos de ellos nigerianos, otros estadounidenses y británicos.

Para el final del viernes 27 de julio, habían terminado su primera semana de trabajo y habían hecho planes para descansar. La colaboración multilingüe es agotadora, y todos estaban ansiosos por cenar y disfrutar de una película juntos.

Los traductores recogieron sus papeles, libros y computadoras portátiles en bolsas y se las echaron al hombro. Uno de ellos tomó una memoria USB atada a una cinta que utilizaron para pasar archivos de un lado a otro y almacenar copias de seguridad de su trabajo.

Caminaron medio kilómetro en el cálido aire de la tarde hasta la casa de huéspedes donde se alojaban cerca del hospital local. Acababa de empezar la temporada de lluvias más fría, pero ese día no había sido ni fresco ni lluvioso.

El grupo terminó de comer alrededor de las 7:30, y Verónica Gambo, la esposa de uno de los consultores de traducción, preparó palomitas de maíz. Estaba por reunirse con los demás frente al televisor cuando unos hombres con rifles automáticos irrumpieron en la cocina a través de una puerta.

Gambo se quedó paralizada. Un hombre le puso el cañón del arma en la espalda y la hizo pasar a la sala de estar, todavía con las palomitas en las manos.

«¡Abajo!», Danjuma Gambo, el esposo de Verónica, recuerda que los hombres gritaron. Dispararon contra las paredes y el techo. Obligaron a todo el mundo a tirarse al suelo, incluida la jefa del proyecto de traducción, una británica de pelo plateado de más de 60 años.

Andy Kellogg, un estadounidense que trabaja como consultor de traducción de la Biblia, estaba tumbado en el suelo y se preguntaba: ¿Los hombres les robarían y se irían rápidamente, o harían algo peor?

«Si estás en un lugar remoto, y no es probable que la ayuda pueda llegar rápidamente, puedes tomarte tu tiempo como ladrón», dijo Kellogg. «Y nosotros estábamos en un lugar remoto».

Afortunadamente para los traductores, estos hombres no eran terroristas religiosos. Los ladrones querían llevarse las computadoras portátiles. Se llevaron nueve en total —y con ellas el trabajo de traducción— además de objetos personales, como pasaportes y tarjetas de crédito.

Cuando los ladrones se fueron, la directora del proyecto, Katharine Barnwell, se levantó del suelo y se quitó el polvo de la ropa. Se acercó a cada uno de los traductores para comprobar que estaban bien. Fue entonces cuando alguien vio algo que los ladrones habían pasado por alto: la cinta con la memoria USB, colgada de un clavo en la sala. La única copia de seguridad de su trabajo de traducción.

Barnwell habló con su acento británico: «Bueno, no vamos a dejar que esto nos detenga».

Después de haber trabajado en Nigeria la mayor parte de su carrera como lingüista en la organización de traducción SIL (Summer Institute of Linguistics, por sus siglas en inglés), Barnwell había contado con su cuota de roces con el peligro. Le robaron seis veces a punta de pistola. Había sobrevivido a múltiples rondas de malaria. Había soportado la amenaza constante de Boko Haram y de los terroristas que ponen bombas en las iglesias.

Barnwell quería seguir adelante con el proyecto y, luego de conversar, todos los obreros decidieron quedarse y continuar con el taller. A los pocos minutos, dijo Danjuma Gambo, el grupo prorrumpió en cánticos, alabando a Dios y orando por una forma de terminar la obra de Dios.

Había una dificultad: No tenemos computadoras, pensó Kellogg. Esto va a ser muy difícil cuando llegue el lunes.

Pero el lunes, cuando volvieron al trabajo, se encontraron con que todos las computadoras portátiles habían sido sustituidas. No era el resultado de correos electrónicos, solicitudes de financiación, formularios o peticiones a agencias misioneras occidentales. Los ordenadores eran regalos de cristianos nigerianos locales.

La noticia del robo se había difundido rápidamente y «había algunas personas influyentes en las iglesias cercanas que hicieron donaciones», dijo Kellogg. Las iglesias locales y los benefactores querían que las traducciones continuaran. Creían en la obra y lo impulsaban.

Con la copia de seguridad de la memoria USB, el equipo de Barnwell recuperó rápidamente su trabajo y lo retomaron donde lo habían dejado. Terminaron el Evangelio de Lucas en cada una de las 12 lenguas de Nigeria, a lo que siguieron rápidamente 12 nuevas traducciones de la película de Jesús, cuyo guion procede casi en su totalidad de Lucas. Según Kellogg, actualmente muchas de esas lenguas tienen el Nuevo Testamento completo, y algunas han pasado a traducir el Antiguo Testamento.

Fotografías cortesía de Katharine Barnwell
Un taller «descubre tu idioma» en Madagascar en el año 2001, donde Barnwell trabajó con traductores para producir el Evangelio de Lucas en múltiples idiomas, muchos de los cuales acabarían convirtiéndose en Nuevos Testamentos completos.

El incidente del noreste de Nigeria es un fotograma del gran cambio misionológico que se ha producido en los últimos 50 años: el traspaso de la propiedad de los individuos e instituciones occidentales a los líderes del Sur Global. La idea de que los estadounidenses y los europeos ya no están al volante de la labor misionera —y están siendo rápidamente reemplazados por los cristianos del mundo mayoritario— ya no es nueva. Se da casi por sentado que es así cómo se extenderá el evangelio en el siglo XXI [enlace en español].

El hecho de que el liderazgo y la responsabilidad haya estado en manos de los locales nigerianos es lo que salvó a los proyectos originados del taller de Barnwell, o al menos fue lo que les ayudó a recuperarse rápidamente. Y tal vez fue poético: Barnwell, una mujer occidental, fue una de las primeras defensoras de la capacitación a los nigerianos para que estuvieran a cargo del trabajo de traducción en su país.

De hecho, es probable que ninguna persona viva haya tenido una mayor influencia en el mundo de la traducción de la Biblia que Barnwell, quien actualmente tiene más de 80 años. Pero, a menos que hayas trabajado en el campo —yo era traductor de la Biblia cuando conocí a Barnwell en una conferencia en Texas hace una década—, probablemente nunca hayas oído hablar de ella.

Katharine Barnwell nació en Londres en 1938. Sus primeros recuerdos tienen lugar en un refugio bajo tierra, escondiéndose de los bombardeos nazis. Para huir de los peligros de la guerra, Barnwell y sus hermanos fueron enviados a vivir con una familia en el campo, tal y como comienza El león, la bruja y el ropero.

De niña, y aún hoy, Barnwell amaba la lectura. En 1956, se inscribió en el programa de lengua y literatura inglesa de la Universidad de St Andrews, una de las pocas universidades británicas que en esa época tenía una gran concentración de mujeres jóvenes.

«Yo crecí en una familia que iba a la iglesia, una familia muy genuina que iba a la iglesia», dijo Barnwell, «pero fue años más tarde, a través del ministerio de Christian Union cuando llegué a la universidad, que llegué a entender lo que realmente significaba seguir al Señor».

En la época en que se adentraba en la lingüística en uno de sus cursos, analizando y diagramando la lengua inglesa, Barnwell asistió a una reunión con George Cowan, en ese entonces presidente de Wycliffe Bible Translators International, quien habló de la necesidad de traductores de la Biblia.

«Eso fue suficiente para mí», dijo Barnwell. Comenzó a tomar cursos de formación con Wycliffe incluso antes de graduarse en la universidad.

En 1960, Barnwell comenzó a estudiar con el Summer Institute of Linguistics —conocido hoy simplemente como SIL— y fue invitada a regresar al año siguiente para enseñar.

En su enseñanza, Barnwell se centró en la semántica. «Es realmente la teoría del significado», explicó. «Cuando se traduce, no se traducen las palabras, sino el significado. Entonces, ¿cómo traduces el significado y cómo reconoces las categorías que hay en el significado?».

En la traducción de la Biblia, esta distinción entre la forma y el significado de la lengua no es trivial. Está en la base misma de la disciplina.

La formación de Barnwell en semántica marcó el resto de sus 60 años de carrera. Pasó gran parte de esas décadas capacitando a otros en los matices de la semántica y, sobre todo, desarrollando formas para que la gente sin una educación de posgrado la entendiera.

Casi sin quererlo, revolucionó el mundo de la traducción de la Biblia.

Fotografía de Michael Wharley para Christianity Today.
Barnwell en su casa de Goring-on-Thames, Inglaterra, donde utiliza la plataforma de videoconferencia Zoom para seguir trabajando con sus colegas en África, en el año 2022.

Barnwell se trasladó a Nigeria en 1964. Este país, recién independizado de Gran Bretaña y uno de los países con mayor diversidad lingüística del mundo, era una especie de tierra prometida para la traducción. Tiene cerca de 700 lenguas y, en aquel momento, la mayoría de ellas no tenían ni una palabra de las Escrituras. Muchas jamás habían sido puestas en forma escrita y carecían de una ortografía, es decir, no tenían un sistema de escritura que se ajustara a sus sonidos.

El SIL envió a Barnwell a los mbembe, un grupo étnico disperso en aldeas del extremo sudeste de Nigeria. Empezó desde cero.

«Afortunadamente, la gente estaba muy interesada en que aprendiera el idioma», dice Barnwell. Recuerda que una mujer pronto se hizo amiga suya y le enseñó nuevos conceptos. «Al día siguiente, me volvía a preguntar y, si no me acordaba, me decía: «»¡Te lo dije ayer!«»».

Barnwell dice que rápidamente se ganó el corazón de sus colegas nigerianos —quienes en ese entonces eran llamados «ayudantes lingüísticos»— e hizo un hogar allí. (En la actualidad, ha pasado más tiempo de su vida en Nigeria que en el Reino Unido). El futuro parecía brillante.

Pero en 1967, Nigeria estalló en una guerra civil. Lo que hoy conocemos como la guerra de Biafra se cobraría más de un millón de vidas por el conflicto y provocaría una catástrofe agrícola.

Mientras los misioneros occidentales abandonaban el país, Barnwell intentó quedarse. Pero los combates se acercaron tanto que ella y otra misionera soltera tuvieron que dejarlo todo y escapar. Primero huyeron a pie y luego remontaron el río Cross en canoa hasta Camerún, donde las autoridades las dejaron cruzar la frontera sin documentación. Desde allí, las mujeres volaron a Inglaterra y esperaron a que fuera seguro regresar.

Barnwell aprovechó al máximo su tiempo en el limbo. Equipada con su dominio de la lengua mbembe y sus datos de campo, completó su doctorado en la School of Oriental and African Studies (Facultad de Estudios Orientales y Africanos o SOAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Londres.

En 1970 regresó a Nigeria y a su trabajo de traducción, pero cinco años más tarde se vio interrumpida otra vez cuando un acontecimiento político a unos 650 kilómetros (400 millas) de distancia sentó las bases para una reordenación del panorama de la traducción de la Biblia.

El 13 de febrero de 1976, el teniente coronel Buka Suka Dimka y un grupo de sus seguidores intentaron dar un golpe de Estado en Lagos, que en aquel entonces era la capital de Nigeria. Aunque el golpe fue llevado a cabo por nigerianos, exacerbó los sentimientos de sospecha contra los forasteros entre los gobernantes militares de Nigeria que frustraron el derrocamiento.

«Desde el punto de vista político», dijo Barnwell, «algunos pensaron que no querían promover las lenguas minoritarias». La división entre los distintos grupos lingüísticos o tribus era un tema sensible. Esa fue la razón principal: había personas con autoridad que no querían que se produjera esa [promoción]».

Dos semanas después del intento golpista, los funcionarios de inmigración nigerianos se reunieron con los dirigentes occidentales del SIL y les ordenaron presentarse en Lagos el 18 de marzo. Cuando lo hicieron, les dieron un plazo de dos semanas para concluir su investigación y transferirla a una universidad nigeriana. Todos los lingüistas del SIL debían abandonar el país.

Fue una complicación repentina y sorprendente que amenazaba con poner fin a la labor de traducción en el que era posiblemente el campo más importante de África.

Los nigerianos y los misioneros expatriados idearon un plan para salvar su trabajo. Rápidamente reunieron una delegación de nigerianos influyentes —políticos, líderes empresariales, incluso Festus Segun, el obispo anglicano de Lagos—, y luego expusieron su caso ante el gobierno de Lagos: ¿podrían continuar con el trabajo si transfirieran la propiedad y el liderazgo total a manos nigerianas? El gobierno accedió a la petición. Así nació el Nigerian Bible Translation Trust (NBTT), actualmente una de las principales organizaciones de traducción de la Biblia en África.

Fotos por cortesía de Katharine Barnwell.
Barnwell en Ovonum, un pueblo de la zona de la etnia mbembe de Nigeria, con Livinus Enyam, quien la ayudó a aprender la lengua mbembe y a iniciar el desarrollo de un sistema de ortografía, en el año 1964.

Con este acuerdo, los responsables de la traducción evitaron el desastre. Pero esa era la petición fácil. Tenían una segunda petición: Si iban a perder a decenas de becarios provenientes de occidente, ¿podrían mantener a solo cuatro obreros expatriados? Podrían tener que quedarse 20 años para capacitar y transferir completamente el liderazgo de la organización.

Esto sería, por supuesto, mucho más difícil de aceptar para el gobierno.

En la década de 1970, las agencias de traducción se vieron acosadas por rumores de que sus misioneros cooperaban con la CIA y otras agencias gubernamentales estadounidenses para socavar los regímenes locales. Los traductores en América Latina habían recibido permiso de ingresar al país pero fueron objeto de un escrutinio especial, y algunos proyectos fueron suspendidos. Los rumores los siguieron hasta Nigeria.

El Daily Times de Nigeria informó el 6 de mayo de 1976 que «el gobierno se sentía preocupado por las actividades del instituto». El Times relacionó el cierre del SIL con el cierre de algo más: la «base de monitorización de radio de Estados Unidos en Kaduna», una instalación ampliamente conocida por ser una operación de recopilación de información de Estados Unidos.

Le pregunté a Danjuma Gambo sobre estas acusaciones, que nunca fueron corroboradas. «Solo las utilizaron como excusa», dijo. El desarrollo de diccionarios, escuelas primarias y Biblias es una fuerza disruptiva, y durante milenios, la escritura en la lengua materna ha irritado a los poderosos.

«Sabían que el trabajo que estaban haciendo —la liberación, el desarrollo de las lenguas locales— estaba haciendo que la gente fuera más consciente de sus derechos», dijo.

Las autoridades nigerianas accedieron a la petición de retener a algunos extranjeros, pero solo en parte.

A tres expatriados se les concedió un visado temporal, pero solo por uno o dos años. Cuando el NBTT creció y contrató exclusivamente a traductores nigerianos, se permitió que solo un expatriado se quedara a largo plazo.

Adivina a quién eligieron.

Como nueva jefa de formación y lingüista occidental de la NBTT, Barnwell se instaló en Jos, una ciudad templada y mediana en el centro de Nigeria, donde tenía la organización de traducción sus oficinas.

Pero ella había empezado a prepararse para este cargo años antes.

A mediados de la década de 1970, Nigeria era el undécimo país más poblado del mundo y crecía rápidamente (actualmente es el sexto). Y en la era poscolonial, la iglesia africana estaba en plena expansión. «Entre 1964 y 1984 el número de cristianos [en África] aumentó de unos 60 millones a aproximadamente 240 millones», escribió Lamin Sanneh, el difunto misionero de Yale de ascendencia gambiana. «La irrupción del cristianismo en el África contemporánea no tiene paralelo en la historia de la iglesia».

En Nigeria, sobre todo en la mitad sur, donde los británicos habían establecido numerosas universidades, muchos de los nuevos creyentes tenían una alta educación, y hablaban cuatro y hasta cinco idiomas. Si Nigeria necesitaba decenas de traductores para llevar el evangelio a sus cientos de grupos lingüísticos, a Barnwell y a algunos de sus contemporáneos no les resultaba difícil imaginar de dónde debía proceder la mano de obra.

Por ejemplo, John Bendor-Samuel, fundador de la rama británica de Wycliffe y mentor de Barnwell, había establecido a principios de la década de 1960 asociaciones con universidades de Ghana y Nigeria para realizar trabajos de traducción, los cuales fueron los primeros acuerdos de este tipo en el continente.

Fotos por cortesía de Katharine Barnwell.
Barnwell mostrando un folleto escrito en lengua mbembe a hablantes que leen su idioma por primera vez, en 1965.

A principios de la década de 1970, Barnwell quiso ir más allá: quería emplear a nigerianos que no fueran lingüistas de formación universitaria, incluso si eso significaba enseñarles ella misma.

Por desgracia, no había herramientas en el mercado para ese tipo de cosas. Todavía no se habían inventado.

Según Ernst Wendland, profesor de estudios antiguos en la Universidad de Stellenbosch y uno de los principales especialistas en traducción bíblica del mundo, ninguno de los materiales de formación publicados en ese entonces era bueno, al menos no para los no lingüistas. Así que Barnwell, varios años antes de asumir su función de capacitadora en la NBTT, empezó a escribir su propio plan de estudios y a enseñar a sus primeros traductores nigerianos.

Barnwell se apoyó en la teoría lingüística de pensadores influyentes como Eugene Nida, Charles Taber, John Beekman y John Callow. Pero mientras que ellos publicaban casi exclusivamente para los académicos, Barnwell traducía ideas elevadas para personas que nunca habían estudiado lingüística.

Por ejemplo, donde Nida propuso la enormemente influyente teoría de la «equivalencia dinámica», Barnwell acuñó el término «traducción basada en el significado», una puerta más sencilla y menos intimidatoria al mismo concepto.

La formación fue un claro éxito. A medida que más y más líderes de la traducción comenzaron a explorar la idea de capacitar a los nacionales, se le pidió a Barnwell que convirtiera su curso en un libro. En 1975, publicó Bible Translation: An Introductory Course in Translation Principles [Traducción bíblica: Un curso de introducción a los principios de la traducción].

No todos los que trabajaban en el mundo de la traducción estaban entusiasmados con la idea de equipar a obreros para que dirigieran proyectos en su primera lengua. William Cameron Townsend, quien fundó tanto Wycliffe como el SIL, rechazaba la idea de que los «hombres tribales» asumieran la responsabilidad de los esfuerzos de traducción, pues creía que los occidentales tenían la obligación de liderar la obra y no «pasar el balón [y] dejar que los locales lo hagan».

Pero en Nigeria, el gobierno estaba obligando a los occidentales a ceder el liderazgo. En 1976, cuando Nigeria decidió limpiarse de lingüistas occidentales letrados, nadie estaba tan bien posicionado como Barnwell para la monumental tarea de formación que tenía por delante.

Casi medio siglo y cuatro ediciones después, el libro de Barnwell sigue siendo el principal manual de referencia para la formación de traductores de primera lengua (antes llamados traductores de lengua materna) en todo el mundo. Yo lo utilicé en mis cursos de formación en el extranjero cuando trabajé como asesor de traducción, al igual que todos los traductores de la Biblia que he entrevistado para este artículo. (Danjuma Gambo estaba enseñando con el texto de Barnwell en Nigeria cuando hizo una pausa para hablar conmigo por Zoom).

Con el paso del tiempo, otras organizaciones desarrollaron materiales similares, según Wendland, «pero ninguno, que yo sepa, ha logrado realmente reemplazar o hacer algo mejor» que el de Barnwell.

En la actualidad, el libro de texto fue traducido a más de una docena de idiomas. Prácticamente todos los traductores asociados a las principales organizaciones de traducción de la Biblia reciben una copia digital como regalo.

«En el pasado, se organizaba un taller de traducción en donde diferentes personas enseñaban a obreros sobre semántica, lexicología, sintaxis y discurso, y luego se esperaba que los traductores salieran a aplicar todo eso en su trabajo», dijo Wendland. Pero cuando abrían las Escrituras para empezar, se sentían perdidos. «Esa no es la mejor manera de entrenar a los traductores».

En cambio, Barnwell enseñó a los traductores a aprender de manera activa. Si el antiguo modelo era deductivo, el suyo era inductivo. Barnwell animó a los hablantes de la primera lengua a sumergirse en la Biblia como si fueran nadadores y que bracearan, para adquirir destreza en semántica y discurso y otras disciplinas extravagantes, sin conocer necesariamente los nombres de esos campos. En cierto sentido, Barnwell discipulaba a sus alumnos.

A la luz de las teorías de aprendizaje actuales, puede parecer obvio que uno no puede enseñar a nadar escribiendo en una pizarra. Pero en aquella época, la formación de Barnwell era revolucionaria, y se multiplicó de una forma que ella no se habría podido imaginar.

En 1978, Barnwell publicó la segunda edición de su libro y, poco después, comenzó un ascenso meteórico en el mundo de la traducción. Para el año 1980, supervisaba todos los proyectos del SIL en África y pasó una década vertiginosa recorriendo el continente, enseñando en el Reino Unido y completando el Nuevo Testamento en mbembe que había sido el primer amor de su carrera.

Fue alrededor de 1984, recuerda Barnwell, cuando su libro y sus métodos empezaron a ser utilizados ampliamente fuera de África. A medida que los traductores que se habían formado con su libro se convertían en consultores y formadores, se dedicaron a hacer su trabajo y a formar a nuevos estudiantes, quienes a su vez hicieron lo mismo.

Larry Jones, director general de la organización de traducción Seed Company, calcula que en Asia, África y América Latina los traductores formados con los materiales de Barnwell rondan los miles.

Para vislumbrar todo el impacto que tuvieron los métodos de Barnwell, hay que fijarse no solo en sus libros, sino en la cinematografía. Más específicamente, en la película Jesús.

Durante los primeros 20 años de su existencia, el proyecto de la película Jesús, el ministerio que distribuye la película de 1979 que representa la vida de Cristo, no hizo un trabajo de traducción propio. En su lugar, «se apoyó en las personas que trabajaban en un proyecto de traducción para que trabajaran en el guion para nosotros», dijo Tom Meiner, director de operaciones del proyecto.

Cuando el equipo de la película Jesús quería expandirse a un nuevo idioma, contactaba a las agencias de traducción y preguntaba: «¿Tienen a alguien? ¿Están trabajando en este idioma? ¿Tienen a alguien que pueda trabajar en el guion?», según dijo Meiner.

Si llegaban a recibir alguna respuesta, normalmente se los orientaba para ponerse en contacto con un misionero occidental. A menudo, dijo Meiner, ese misionero ya se había retirado o había pasado a otro proyecto. O había fallecido.

Chris Deckert, director de estrategias lingüísticas de la película, dijo que si encontraban a un traductor dispuesto a trabajar en el proyecto, enviaban «una hoja de cálculo Excel con un pequeño manual que decía: “Hola, misionero. Si pudieras traducir estas líneas de aquí en estas líneas de aquí, y tratar de mantener el recuento de sílabas lo más cerca posible porque esto está sincronizado con la modulación…”».

El proceso era engorroso. «Enviábamos ese paquete y, a veces, pasado un año, dos o tres, nos lo enviaban de vuelta, explica Deckert. El trabajo que recibían podía ser imprevisible y de baja calidad.

El grupo quería «avanzar en las lenguas que no tenían ni la Biblia ni la película Jesús», dijo Meiner. «Los idiomas más importantes que pudiéramos poner en marcha». Pero eso significaba hacer un trabajo de traducción original, algo para lo que no estaban equipados.

A finales de la década de 1990, Paul Eshleman, el primer director ejecutivo de la película Jesús, se reunió con líderes de Wycliffe y SIL. Planteó la visión de una asociación para crear una versión de la película para cada una de las 30 lenguas más importantes que aún no tenían ni una palabra de las Escrituras. Las agencias de traducción harían lo que mejor saben hacer, así como también el equipo de la película Jesús. Eshleman se ofreció a financiar los 30 proyectos, para ponerlos en marcha rápidamente.

Era un proyecto ambicioso y experimental, y las grandes agencias estaban reacias a involucrarse.

«En aquel momento, nadie estaba dispuesto a dejar que esto estuviera en su casa. No había espacio para este esfuerzo», dijo Jones, de Seed Company, que también fue vicepresidente de SIL. «En Wycliffe no estaban seguros de estar preparados para hacerlo. En SIL estaban seguros de que no estaban preparados para hacerlo».

Los líderes sugirieron una incipiente organización de traducción que podría encajar mejor, recuerda Meiner. Se llamaba Seed Company.

Por aquel entonces, Seed Company era una empresa nueva, originada en un armario de escobas reconvertido. Según Deckert, se trataba de «la encargada de los trabajos que nadie quería del mundo de la traducción bíblica».

Fundada en 1993 por un expresidente de Wycliffe, Seed Company quería demostrar su valía. Su objetivo era entregar el mando de la traducción a la iglesia global y canalizar la financiación para contratar a traductores nacionales en lugar de occidentales. Enseguida aprovechó la oportunidad de la película Jesús.

El plan consistía en trabajar simultáneamente en docenas de idiomas, contratar exclusivamente a traductores no occidentales, y alterar la forma en que se había hecho la traducción de la Biblia durante siglos. ¿Qué podía salir mal?

El riesgo de un fracaso vergonzoso era alto. Necesitaban un líder adecuado para la tarea.

El SIL recomendó —¿a quién si no?— a Katharine Barnwell.

Para entonces, Barnwell se había trasladado a la sede del SIL en Dallas y trabajaba como coordinadora de traducción internacional de la organización, posiblemente el puesto técnico más importante en el mundo de la traducción de la Biblia. Tomaba vuelos de Pakistán a Perú y a Papúa Nueva Guinea para promover a los traductores nacionales a quienes estaba capacitando, y controlar cientos de proyectos.

Henry Huang, exdirector de estrategias globales de la American Bible Society (Sociedad Bíblica Americana o ABS, por sus siglas en inglés), me dijo que para algunos, la transición de Barnwell a este novedoso proyecto cinematográfico parecía más un descenso de categoría.

Barnwell se ofreció como voluntaria para participar.

En 2000, Barnwell abandonó su escritorio y se trasladó a Jos y a las oficinas de la NBTT en su Nigeria adoptiva. No había mejor lugar para poner a prueba la asociación cinematográfica que en Nigeria, que posee una gran riqueza en idiomas y una gran densidad de población.

Dado que el guion de la película Jesús procede casi en su totalidad del Evangelio de Lucas, la película puede adaptarse rápidamente una vez que se haya terminado la traducción de Lucas. En lugar de sumergirse en terminar Nuevos Testamentos completos, que era la norma para esa época, Barnwell planeó reunir equipos de traducción de docenas de idiomas y comenzar con Lucas. En lugar de esperar décadas para tener un Nuevo Testamento terminado antes de producir un nuevo guion cinematográfico, solo tendrían que esperar meses.

Pero había algo más que Barnwell quería probar en Nigeria.

Aunque llevaba tiempo defendiendo el potencial de los traductores nacionales, quería explorar cómo podían trabajar mejor. En lugar de formar a un equipo de traducción a la vez, que era la práctica habitual, ¿por qué no podía formar a varios equipos a la vez? ¿Podría ponerlos a trabajar en seis idiomas a la vez? ¿12? ¿Y 25?

Con esta pregunta, según Wendland, de la Universidad de Stellenbosch, Barnwell se convirtió en una de las primeras pioneras de lo que los traductores llaman el «modelo de grupos», una práctica que posiblemente ha hecho más que cualquier otra innovación para acelerar el ritmo de la traducción de la Biblia en todo el mundo.

En este modelo, traductores de docenas de lenguas de toda Nigeria se acercaron a las oficinas de la NBTT.

Fotos por cortesía de Katharine Barnwell.
Representantes de diferentes dialectos mbembe trabajando en el diccionario de mbembe, en el año 2010.

Después de aprender de Barnwell y otros formadores, aprendieron unos de otros. Al compartir notas e ideas en lenguas afines, dialectos y lenguas comerciales, tradujeron en comunidad. Colaboraron en conceptos y pasajes difíciles. Las soluciones volaron a través de las lenguas afines.

En solo unas semanas, desarrollaron ortografías para lenguas que nunca habían sido escritas. En menos de tres años, completaron el Evangelio de Lucas en varias lenguas. Después, pudieron adaptar, cotejar silábicamente, y grabar y editar la película Jesús en un nuevo idioma en solo un mes.

Aunque varios consultores de traducción de todo el mundo comenzaban a explorar el enfoque de grupos a finales de los años 90, varias personas a las que entrevisté dijeron que Barnwell fue la primera en sistematizarlo y aplicarlo a una escala de tal magnitud.

El proyecto de traducción de la película Jesús ayudó a revolucionar el uso de las Escrituras, me dijo Deckert. Algunos traductores de la Biblia trabajan durante 30 años para producir un Nuevo Testamento que a nadie le importa leer. Pero con las iglesias locales impulsando el proceso, los creyentes locales se enorgullecieron del proyecto y luego utilizaron la película y el Evangelio de Lucas para la evangelización, la predicación y la enseñanza. Muchas de esas colaboraciones con el libro de Lucas se convirtieron en proyectos más amplios: Nuevos Testamentos completos, colecciones de historias en audio, Biblias en audio e incluso Biblias completas.

En una década, «estaba funcionando en todo el mundo», dijo Deckert. Alrededor de 2012, el proyecto de la película Jesús adoptó el modelo de Barnwell en todo el mundo como su método estándar.

«Casi triplicamos el número de películas de Jesús producidas por año», dijo Deckert. «Fue una locura».

Ya no trabajaban en idiomas con Biblias existentes; el crecimiento se producía en idiomas que no tenían ni una sola palabra escrita de las Escrituras, o que incluso no poseían ningún sistema de escritura. Lo que Barnwell logró «todavía se considera casi milagroso», dijo Jones, el ejecutivo de Seed Company.En la actualidad, el proyecto de la película Jesús ha producido 2005 ediciones traducidas. En 2010, se estaban reuniendo tan rápidamente bajo el modelo de Barnwell que Deckert tuvo que establecer un nuevo objetivo: producir la película en los 865 idiomas restantes del mundo que tenían más de 50 000 hablantes nativos pero no tenían las Escrituras. Incluso a pesar de las interrupciones causadas por el COVID-19, dice que están en camino de alcanzar ese objetivo en los próximos años.

El proyecto de la película Jesús afirma que más de 633 millones de personas en todo el mundo han «indicado su decisión de [seguir] a Cristo tras la proyección de una película». Más de la mitad de ellas —361 millones— se contabilizaron después de que el ministerio comenzó a utilizar los métodos de Barnwell, según sus registros.

Incluso con un poco de optimismo, es una cifra notable. En comparación, se calcula que casi tres millones de personas se han convertido en seguidores de Jesús tras escuchar los sermones de Billy Graham.

Pero si usted es de los que desconfían de las estadísticas de conversión, puede intentar dimensionar el legado de Barnwell en términos de traducciones de la Biblia.

Si utilizamos estimaciones conservadoras, el número de idiomas en el mundo con Biblias completas se ha duplicado con creces en los últimos 25 años, pasando de 308 en 1996 a 717 en 2021, según Wycliffe UK. Esto ocurrió cuando los aprendices y los métodos de Barnwell ya estaban en plena vigencia. En ese entonces, su libro llevaba 10 años en su tercera edición, y era utilizado en todo el mundo.

Desde entonces, el número de Nuevos Testamentos se ha disparado, y el número de lenguas con porciones de las Escrituras (pero sin un Nuevo Testamento o Biblia completos) ha aumentado a 2000.

Según Wycliffe UK, «también hay traducciones activas o trabajos preparatorios en 2617 idiomas en 161 países. Wycliffe y su organización asociada SIL participan en tres cuartas partes de esta obra». Sin mencionar sus otras organizaciones asociadas que también utilizan las enseñanzas de Barnwell y cuentan con personas que fueron sus aprendices.

«No creo que haya nadie en SIL, Lutheran Bible Translators, UBS [Sociedades Bíblicas Unidas], Seed Company, Pioneer Bible Translators —cualquiera de estos— que no haya estado en contacto con el pensamiento, los escritos y las enseñanzas de Katy», dijo Lynell Zogbo, autora y consultora de traducción jubilada en África, en una entrevista de 2020.

Incluso los proyectos de traducción que no interactúan directamente con sus materiales siguen circulando en las corrientes globales establecidas por la formación, la enseñanza, el pastoreo, los estudiantes, los métodos y los artículos de revistas de Barnwell. Cientos de millones de nuevos cristianos de todo el mundo reciben enseñanza con Biblias que podrían no existir de no haber sido por ella.

«Su huella está en todas partes», dijo Deckert.

¿Ha habido algún traductor en la historia de la Iglesia con la influencia de Barnwell? Podríamos hablar de Jerónimo y su Vulgata latina, utilizada por la Iglesia Católica Romana como su principal traducción durante más de 1500 años. Está Lutero y su Biblia en alemán. Estaba el rey Jacobo I de Inglaterra, si se le atribuye el encargo de su KJV [King James Version], o William Tyndale, si se considera que la KJV fue tomada en su mayor parte de su obra.

Sin embargo, dentro de 200 años, cuando el corazón del cristianismo mundial palpite desde Nigeria y China, el alcance de esas Biblias puede palidecer al lado de las que Barnwell equipó al Sur Global para traducir.

Pregunté a más de una docena de líderes de la traducción, académicos y profesionales: ¿ha habido alguien en la historia moderna que haya tenido el impacto directo de Barnwell en la traducción?

Todos llegaron a una conclusión similar: «No se me ocurre nadie», dijo Jones.

Solo dos nombres se mencionaron sistemáticamente al mismo tiempo que el de Barnwell: Eugene Nida y William Carey.

Nida, el influyente teórico, formó a traductores de todo el mundo, y se dice que ayudó a dar forma a las traducciones en más de 200 idiomas. Al igual que Barnwell, su influencia trascendió los límites de la organización.

Carey era un polímata: lingüista, traductor, antropólogo, editor, fundador de una escuela, fundador de un seminario y traductor de Biblias completas o parciales en 30 idiomas o más.

Podría añadir a Kenneth Pike, quien fue presidente del SIL de 1942 a 1979, un destacado lingüista y uno de los primeros pioneros en el campo del inglés como segunda lengua, también conocido como ESL. Según el SIL, fue nominado 16 veces al Premio Nobel de la Paz.

Nada mal.

«Se moriría mil veces si se publicara eso», dijo Teryl González, exalumna de Barnwell y ahora consultora de desarrollo de garantía de calidad estratégica en Wycliffe US.

¿Por qué no plantear la pregunta directamente a Barnwell? ¿Es posible que sea tan influyente como todo el mundo dice?

«Bueno, puede que sea cierto», admitió Barnwell a través de Zoom, frunciendo el ceño ante la pregunta. «Pero no quiero hablar de eso».

Fotos cortesía de Katharine Barnwell.
Hannah Oyama, profesora de mbembe, lee un Nuevo Testamento recién publicado en su idioma en 1985.

Nunca trabajó sola, dijo. Todos sus logros se produjeron en equipo. Dijo que era simplemente un privilegio servir en lo que a menudo era el lugar correcto en el momento correcto, haber sido colocada en la encrucijada de la historia.

«Es la madre de la traducción de la Biblia en África», dijo Olivia Razafinjatoniary, una consultora lingüística malgache que trabaja en todo ese continente.

De todos los títulos de Barnwell, «madre» es el que más se oye entre quienes la conocen, o «mamá Katy».

No es mera cortesía. Especialmente para las muchas mujeres que han conocido a Barnwell —quien nunca se casó y no tiene hijos— el título es maternal.

En el caso de Razafinjatoniary, Barnwell le cambió la vida.

Era el año 2000, y Razafinjatoniary acababa de terminar sus estudios de posgrado en traducción cuando estaba en un autobús en Nairobi, Kenia, y le dijo a alguien que casualmente trabajaba en la traducción de la Biblia: «Realmente quiero devolverle al Señor lo que me dio».

Poco después, Barnwell se puso en contacto desde su oficina en Nigeria para hablar de un proyecto que se iba a poner en marcha en Madagascar, el país natal de Razafinjatoniary, y le preguntó si quería recibir capacitación.

«Ella volaba a Madagascar dos veces al año para capacitarme», dijo Razafinjatoniary. «La observaba trabajar, observaba a otros consultores trabajar. Me animó mucho y creyó en mí desde el primer día. Eso me empujó hasta donde estoy ahora».

Razafinjatoniary dedicó su segundo máster a Barnwell.

«Mi deseo desde el primer día fue llegar a ser como ella», dijo. «Hemos estado en contacto, incluso ahora. Ella sabe todo sobre nosotros. Nosotros lo sabemos todo de ella. Cuando está enferma, lo sabemos. Cuando está bien, lo sabemos. Cuando está de viaje, lo sabemos».

Para Barnwell, sus colegas son su familia. «Son los hijos que Dios le dio», dijo Jones.

Consideremos, por ejemplo, un mes típico en Nigeria, tal y como lo pinta González desde que trabaja con Barnwell: 80 traductores de 25 idiomas diferentes pueden reunirse en Jos para uno de los «talleres de un libro» de Barnwell.

«Cada una de esas personas la veía como una mentora, una madre, una benefactora de alguna manera», dijo González. Barnwell llevaba casi siempre un vestido azul claro, y «cada vez que te dabas la vuelta, alguien llamaba a su puerta. Venía a saludar. Para expresar su afecto».

Barnwell tenía fama de renunciar a las comodidades. Era conocida por dormir en suelos duros cuando viajaba y por compartir con sus colegas la comida de su plato. A menudo trabajaba 12 horas al día, dirigiendo talleres, preparando té para los visitantes a todas horas y revisando los pasajes traducidos de las Escrituras.

Su extensa familia cristiana, construida a través de innumerables encuentros de este tipo, se extiende por todo el mundo.

González me contó que, en una reciente conferencia de traducción de la Biblia a la que asistió, el presentador pidió que se levantara la mano: ¿Quién en el auditorio había sido pastoreado, ayudado, entrenado o ministrado personalmente por Barnwell?

Cientos de manos se levantaron, pertenecientes a líderes de la traducción de todos los continentes habitados.

González era una de ellas.

Desde los 15 años había soñado con ser consultora —formar, enseñar, revisar pasajes—.

Muchos años y un puñado de títulos de posgrado después, González lo consiguió: se convirtió en consultora. Mientras se formaba, los requisitos mínimos eran tener experiencia de «un millón de años» en el campo misionero como consultora en formación y, preferiblemente, haber terminado su propio Nuevo Testamento.

«Como un roble, solo creces durante 100 años y luego eres un roble», dijo.

Sin embargo, el segundo hijo de González nació con graves problemas médicos que la obligaron a ella y a su familia a dejar un proyecto de traducción en la otra punta del mundo y regresar a Estados Unidos.

En un momento, pasó de ser misionera a «ama de casa con niños en edad preescolar en los suburbios de Seattle. Todo se detuvo durante mucho tiempo».

Pero Barnwell le estaba haciendo un lugar.

Durante su etapa como coordinadora de traducción internacional del SIL en los años 90, Barnwell había empezado a reducir el tiempo necesario en el campo para convertirse en consultora, de décadas a solo unos años. Quería que una nueva generación de traductores de primera lengua ascendiera en el escalafón, y necesitaba que los occidentales los formaran. En opinión de Barnwell, si los trabajadores podían demostrar sus habilidades, ¿por qué obstaculizarlos con la carga de recaudar fondos durante media vida en el extranjero?

El cambio permitió que tanto el profesor de Biblia proveniente de occidente como el traductor nacional con talento se convirtieran en consultores gracias a un trabajo de calidad constante sobre el campo misionero.

Al mismo tiempo, el internet y la tecnología de las comunicaciones estaban madurando. Cuando Barnwell dirigía las traducciones de la película Jesús a principios de la década de 2000, pensó que, en la era de las videoconferencias y las computadoras portátiles asequibles, los consultores de traducción no debían dejar su profesión para cuidar de sus padres mayores o de sus hijos enfermos.

Así que empezó a invitar a los consultores que habían quedado relegados a volver a trabajar con ella por temporadas de cierto número de semanas a la vez. 

Antes de Barnwell, «la mayoría de ellos volvían a casa y desempeñaban funciones administrativas o de contratación o algo parecido, pero ella sentía que eso suponía una gran pérdida de talento y recursos», dijo Huang, el antiguo director de ABS que también había trabajado con Seed Company.

Esto reabrió las puertas a personas como González, a quien Barnwell invitó a Nigeria en 2010 para que trabajara allí con ella algunas veces al año.

En conjunto, los cambios abrieron las puertas a los trabajadores del Sur Global, cientos de los cuales han sido reconocidos y promovidos en esta cultura modernizada, me dijo Jones.

La larga carrera de Barnwell formando a traductores de primera lengua y entregando la propiedad del proyecto en manos locales ha dado sus frutos: la traducción de la Biblia se ha democratizado tanto que hoy nadie discute seriamente si los nacionales deben dirigir el proceso de traducción.

En lugar de ello, en un impulso incesante por hacer que la traducción de la Biblia sea más rápida y barata, los nuevos reformistas se han planteado otro tipo de preguntas.

¿Son realmente necesarios los consultores de traducción capacitados? ¿No podrían miles de cristianos apasionados sentados en cibercafés trabajar juntos en línea para traducir un libro de la Biblia de una lengua comercial importante a su primera lengua?

Los grupos de traducción —entre ellos Seed Company y Wycliffe Associates— han probado con enfoques experimentales para la traducción rápida: cosas como traducciones comunitarias al estilo wiki; el uso de inteligencia artificial, software y algoritmos; o la subcontratación masiva voluntaria [crowdsourcing] en lugar de recurrir a obreros capacitados o recursos académicos.

En una entrevista publicada en el Journal of Translation, Barnwell criticó la búsqueda constante de una «solución rápida y sucia. … Las traducciones rápidas sin una base sólida, un estudio cuidadoso y la aplicación de sólidos principios de traducción son solo una pérdida de tiempo».

En su mayor parte, las traducciones que han producido estos experimentos han sido pésimas. Pero no han sido infructuosas.

«Una de las cosas más efectivas que hacían era estimular e inspirar a estas comunidades locales», dijo Brian Kelly, director de exploración de traducciones bíblicas de Seed Company. «Decían: “Oye, vaya, todos podemos participar en esto”».

Tim Jore trabaja con unfoldingWord, un grupo de Orlando, Florida, que ayuda a las iglesias de todo el mundo a traducir las Escrituras por sí mismas. Jore cree que la industria de la traducción debería centrarse menos en acuñar nuevas Biblias como si fueran un producto y centrarse más en capacitar a las comunidades cristianas para que produzcan sus propias traducciones de la Biblia. Históricamente, argumenta, la traducción ha sido obra de la iglesia.

«Cuando se publica una nueva traducción de la Biblia al inglés», escribió Jore en un trabajo ampliamente compartido, «la iglesia angloparlante no busca a los consultores de traducción para que la aprueben».

Los líderes de la iglesia de habla inglesa y los académicos tienen el conocimiento y las herramientas que necesitan para aprobar sus propias traducciones. La iglesia global también debería hacerlo. Y podría hacerlo, sostiene Jore, si las organizaciones de traducción de la Biblia cambiaran sus métodos, dejando de lado el pensamiento centrado en el producto, para equipar a la iglesia global para que gestione su propia garantía de calidad.

Este enfoque se denomina traducción bíblica centrada en la iglesia, y Jore considera que es la conclusión lógica de los cambios que Barnwell puso en marcha.

Su trabajo «sentó una base importante para la próxima gran transición en la traducción de la Biblia que está ocurriendo en todo el mundo hoy en día: la traducción de la Biblia realizada por la iglesia para satisfacer sus propias necesidades teológicas y de discipulado», me dijo Jore.

Cuando le pregunté a Barnwell su opinión sobre la traducción centrada en la iglesia, se mostró prudentemente positiva. «El enfoque en la participación de las iglesias en el área de la lengua meta no es nuevo y no se puede exagerar», dijo.

Pero también subrayó la importancia misionera de la traducción «para explorar lo que se puede hacer para promover y apoyar el trabajo de traducción en áreas lingüísticas donde todavía no hay creyentes ni iglesia».

En otras palabras, la traducción centrada en la iglesia es estupenda, pero, ¿quién irá a los lugares sin iglesia? La gran prueba del paradigma centrado en la iglesia puede no ser si las iglesias pueden traducir Biblias por sí mismas, sino si amplían sus esfuerzos de traducción a regiones donde no hay creyentes, sin la ayuda de los misioneros occidentales o el impulso de sus organizaciones de traducción.

«Compartimos los mismos objetivos», dijo Barnwell, «ver las Escrituras traducidas con muy alta calidad, disponibles para cada grupo lingüístico, tan pronto como sea posible».

Barnwell misma se ha convertido en una beneficiaria de la cultura de la traducción democratizada que ella ayudó a crear. Le ha servido durante la última década para ir descendiendo en el escalafón, y ceder poco a poco sus responsabilidades de liderazgo a una constelación de trabajadores en Nigeria, el Reino Unido y Estados Unidos.

Hace unos años, se trasladó a su casa en Goring-on-Thames, a unos 80 kilómetros al oeste de Londres. Está trabajando nuevamente con los mbembe, el pueblo con el que vivió cuando se trasladó por primera vez a Nigeria para traducir el Nuevo Testamento. Sus primeros amigos ya han fallecido, pero las siguientes generaciones de la iglesia local —muchos de ellos criados con el Nuevo Testamento que ella tradujo— están colaborando con ella en tres traducciones relacionadas del Antiguo Testamento.

Antes de la pandemia de COVID-19, Barnwell hacía viajes regulares para visitarlos. Pero desde que su artrosis empeoró, se queda en el Reino Unido y trabaja a través de Zoom. Bromea diciendo que «viaja a Nigeria todos los días».

Para llenar el tiempo libre que le queda, Barnwell también está perfeccionando su hebreo y formando a dos consultores nigerianos.

Entre sus colegas se discute cuántas personas harán falta para sustituirla cuando todo esté dicho y hecho, si es que realmente se jubila.

«No ha sido fácil para ella, pero he visto una gran madurez espiritual y humildad en ella a medida que ha navegado», dijo Jones, el ejecutivo de Seed Company.

En 2015, más o menos en el momento en que Barnwell estaba comenzando a ceder sus funciones de liderazgo y pasando el bastón a sus colegas nacionales, las mayores organizaciones de traducción de la Biblia en el mundo, responsables en conjunto de alrededor del 85 por ciento de la traducción de la Biblia en todo el mundo, se unieron para acordar lo que llamaron el «Marco Común».

Se trataba de una especie de acuerdo de buenas prácticas para toda la industria. En pocas palabras, establecía que en lugar de que las agencias de traducción occidentales dirigieran el proceso, la iglesia global en sus manifestaciones locales sería la dueña, la directora, la ejecutante y la «usuaria final» de la traducción de la Biblia. Los locales decidirían qué Escrituras traducir, en qué medio —audio, escrito, visual o lenguaje de señas— y en qué orden. Los socios occidentales actuarían como consultores y ayudantes.

Para los que trabajaron con Barnwell, todo esto podría parecer una noticia bastante vieja. Es lo que ella ha venido haciendo desde la década de 1970.

Entonces, ¿se retirará realmente algún día?

«¿Qué otra cosa podría hacer?» dijo Barnwell. «¿Me quedaría sentada sin hacer nada? Disfruto hacer mi trabajo y me alegro de poder seguir haciéndolo. Y estoy muy agradecida de que los problemas físicos de la vejez no estén tanto en mi cabeza, sino en mis piernas».

Pero digamos, por presentar un argumento, que ella realmente se jubilara. ¿Hay algo más que el continente africano y los cientos de pueblos sin Biblia que quedan en el mundo puedan pedirle?

Larry Jones recuerda una historia.

Iba apiñado en un coche con demasiada gente que iba de Jos a Abuja, la actual capital de Nigeria. Barnwell iba a su lado. En uno de los muchos puestos de control militar que bordean la carretera, un soldado con un rifle automático al hombro detuvo el coche.

Miró rápidamente a los pasajeros y comenzó a interrogar al conductor. El tono era tenso. El soldado se agachó y volvió a escudriñar a los pasajeros, y notó a alguien que parecía haber pasado por alto la primera vez.

«Se inclinó, con la cabeza metida en la ventanilla», y el cañón del arma lo arrastró hacia el interior del coche, dijo Jones. Cuando los ojos del soldado se posaron en Barnwell, «su comportamiento cambió casi 180 grados».

El soldado esbozó una enorme sonrisa y dijo: «Ore por nosotros, madre».

Jordan K. Monson es profesor adjunto de la Universidad de Northwestern-St. Paul, antiguo traductor de la Biblia para Seed Company y pastor de la iglesia Capital City de St. Paul, Minnesota.

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Theology

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Desde la tibia Laodicea hasta la exitosa Éfeso, estas siete congregaciones antiguas lucharon con problemas con los que nos podemos identificar.

Churches with different scenes of Revelation in them on a black background
Christianity Today October 16, 2024
Ilustración de Mallory Rentsch Tlapek / Fuente de imágenes: WikiMedia Commons

El Apocalipsis se interpreta a menudo fuera de contexto, con base en preocupaciones modernas y especulaciones llenas de temor sobre el final de los tiempos. Sin embargo, tras un viaje de estudios a Turquía y años de enseñar el Apocalipsis en mi iglesia local en Roma y en diversas conferencias, he llegado a darme cuenta de lo contextual que es este libro.

A lo largo de Apocalipsis, Juan de Patmos utiliza poderosas imágenes para exhortar a los primeros cristianos a resistirse a conformarse con el mundo romano y animarles a permanecer fieles a Jesús en un mundo de gobernantes y falsas deidades que compiten por su lealtad. El libro se dirige a los antiguos creyentes de siete ciudades que se enfrentaban a luchas similares a las que muchos cristianos experimentan hoy en día.

La mayoría de los eruditos datan el Apocalipsis en el reinado de Domiciano, quien emitió monedas con imágenes asociadas a su reinado. ¿Recuerdas cuando Jesús cogió una moneda y dijo: «Denle, pues, al césar lo que es del césar…» (Marcos 12:17, NVI)? Eso es porque los emperadores romanos a menudo estampaban sus rostros en las monedas para proyectar su propaganda política y religiosa.

Pero estos emperadores romanos no solo expresaban afirmaciones idolátricas. También utilizaban imágenes para afirmar su autoridad y subyugar al pueblo judío, muchos de los cuales habían abrazado a Jesús como su Mesías. Después de que la revuelta judía fuera aplastada en el año 70 d. C., el padre de Domiciano, Vespasiano, y más tarde su hermano Tito, emitieron monedas con imágenes humillantes de los judíos y de Judea.

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Coins of Domitian and his throne with a winged thunderbolt

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El trono de Domiciano con un rayo alado.

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A coin with Domitian on the front and a winged mythical pegasus on the back

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Domiciano y un pegaso mítico alado.

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A coin with Domitian on the front and his divine son holding seven stars on the back

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El hijo divino de Domiciano sosteniendo siete estrellas.

WikiMedia Commons

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El Arco de Tito en Roma narra la entrada triunfal de la familia en la ciudad, seguida de cautivos judíos y botines robados del templo de Jerusalén. Alrededor de 97 000 judíos fueron asesinados en diversas arenas, esclavizados o enviados a trabajar a las minas de Egipto (en cierto sentido, invirtiendo la liberación del Éxodo). A algunos de ellos incluso se les encargó que ayudaran a construir lo que se convertiría en la arena más grande y sangrienta de todas: el Coliseo.

¿Se imaginan la angustia de los primeros cristianos, muchos de los cuales eran judíos, durante esta época?

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Arco de Tito representa a los cautivos y los despojos de Judea.

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Arco de Tito representa a los cautivos y los despojos de Judea.

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Denario de Vespasiano muestra a un judío atado.

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Denario de Vespasiano muestra a un judío atado.

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Denario de Tito muestra a un judío arrodillado.

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Denario de Tito muestra a un judío arrodillado.

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El Coliseo en Roma

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El Coliseo, que data de los años 72–80 d. C., fue construido en parte por cautivos judíos.

WikiMedia Commons

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Con este telón de fondo, Juan utiliza imágenes para fortalecer a los creyentes en su sufrimiento. Muestra a Jesús sosteniendo las siete estrellas y caminando entre sus candelabros y describe criaturas aladas alrededor del trono del «Señor Dios Todopoderoso». Representa pergaminos, trompetas y copas como símbolos de la autoridad y el juicio de Dios, y ancianos que se despojan de sus coronas para cantar: «Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder» (Apocalipsis 4:11).

Cuando interpretamos el Apocalipsis en su contexto histórico, —siguiendo sus referencias bíblicas concretas y no nuestras especulaciones abstractas—, vemos que el poderoso objetivo que subyace a gran parte de la imaginería del libro era exaltar la supremacía de Jesús por encima de todos los demás rivales antiguos.

Sin embargo, las tentaciones y los retos a los que se enfrentaban las iglesias locales en estas antiguas ciudades no son muy diferentes de los que muchos cristianos afrontan hoy en día. Aunque hay muchos desafíos que todavía necesitan ser explorados, sin duda hay muchas lecciones que podemos aprender de los reproches de Jesús a estas siete iglesias.

Pérgamo y Tiatira: fidelidad a Dios en un mundo que exalta el poder

En el segundo capítulo del libro, la profecía de Juan registra a Jesús dirigiéndose a la iglesia de Pérgamo: «Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono» (2:13).

Podría tratarse de una referencia a alguno de los varios monumentos religiosos conocidos de la ciudad: el altar local a Zeus, un santuario dedicado a divinidades egipcias, varios templos dedicados a divinidades grecorromanas, el primer templo dedicado a César Augusto y al culto imperial, o todos ellos en conjunto.

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

El Altar a Zeus en Pérgamo.

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El Altar a Zeus en Pérgamo.

Fotografía de René Breuel

La Sala Roja de divinidades egipcias en Pérgamo.

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La Sala Roja de divinidades egipcias en Pérgamo.

Fotografía de René Breuel

El templo de Adriano en Pérgamo.

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El templo de Adriano en Pérgamo.

Fotografía de René Breuel

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Cuando Juan estaba escribiendo el libro de Apocalipsis, un hombre ya había sido martirizado en Pérgamo (v. 13). Dada la inmensa presión, es comprensible que algunos cristianos de la época optaran por una política de asimilación y por ceder ante la cultura circundante.

Sin embargo, Jesús sabía que un evangelio diluido era mucho más perjudicial para la iglesia que la persecución. El símbolo de la ciudad de Pérgamo era una espada, así que Jesús dijo: «Por lo tanto, ¡arrepiéntete! De otra manera, iré pronto a ti para pelear contra ellos con la espada de mi boca» (2:16).

Del mismo modo, la iglesia de Tiatira (de donde era Lidia, la anfitriona de la iglesia de Filipos) también luchaba contra las falsas enseñanzas que justificaban la inmoralidad sexual y el consumo de alimentos sacrificados a los ídolos. Así que Jesús se dirigió a esta congregación como «el Hijo de Dios, el que tiene ojos que resplandecen como llamas de fuego» (2:18).

En tu propio contexto, ¿de qué manera se entrecruzan la política y la religión? ¿Los políticos esperan una lealtad indebida de los cristianos? En donde vives, ¿algunas iglesias defienden ceder y caer en el sincretismo con los poderes humanos? ¿El hecho de que los cristianos cedan de esa manera reduce sus normas éticas hasta hacerlas inferiores a las de Jesús?

Si es así, tómate a pecho la amonestación de Jesús: «El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (2:29).

Esmirna y Filadelfia: sufrir bajo el cobijo de la redención

Esmirna era una ciudad portuaria con templos dedicados a la diosa Roma y al emperador Tiberio. También contaba con una numerosa población judía que estaba legalmente exenta del culto al emperador. Sin embargo, algunos miembros de la sinagoga de Esmirna sostenían que los primeros cristianos judíos ya no debían estar protegidos por esta exención y a menudo denunciaban a los cristianos ante las autoridades civiles por traición, a pesar de que creían en un mesías judío.

Debajo del mercado de Esmirna había un calabozo y celdas de detención. Imagínate cómo era la detención en ese lugar después de haber sido denunciado, e incluso traicionado, por tus propios parientes, amigos o por quienes decían compartir tu fe. Así que Jesús aseguró a la iglesia: «Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico! Sé cómo te calumnian los que se autodenominan judíos y no lo son, pues solo son una sinagoga de Satanás» (2:9).

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Bajo el Ágora de Esmirna.

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Bajo el Ágora de Esmirna.

Fotografía de René Breuel

Ruinas de la antigua Ágora de Esmirna.

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Ruinas de la antigua Ágora de Esmirna.

Fotografía de René Breuel

Restos antiguos en Tiatira.

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Restos antiguos en Tiatira.

Fotogragía de René Breuel

Restos de un pilar del siglo VI en Filadelfia.

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Restos de un pilar del siglo VI en Filadelfia.

Fotogragía de René Breuel

Sinagoga junto a un gimnasio romano en Sardis.

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Sinagoga junto a un gimnasio romano en Sardis.

Fotografía de René Breuel

Pilares de una sinagoga junto a un gimnasio romano en Sardis.

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Pilares de una sinagoga junto a un gimnasio romano en Sardis.

Fotografía de René Breuel

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Jesús alentó de manera similar a los cristianos de Filadelfia, algunos de los cuales también estaban siendo encarcelados. Situada en una zona propensa a los terremotos, la ciudad fue destruida una y otra vez. Pero cuando la visité, pude ver lo que quedaba de un pilar del siglo VI. Me pareció una imagen conmovedora, pues Jesús les dijo a los cristianos acosados en una Filadelfia temblorosa: «Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios y ya no saldrá jamás de allí» (3:12).

¿Qué te hace temblar y caer en la desesperanza? ¿Ha sido difícil últimamente perseverar en tu caminar con Cristo? ¿Te han desestabilizado los conflictos con otros creyentes? Si es así, escucha el reconocimiento de nuestro Señor: «Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre» (3:8), y cómo te asegura con sus palabras: «Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona» (3:11).

Éfeso y Sardis: mantener vivo el amor en ciudades de arduo trabajo

La sinagoga de Sardis (que adquirió su enorme tamaño actual en el siglo III) estaba situada en el centro, junto a unos baños romanos y un complejo deportivo. Por fuera, la iglesia de Sardis parecía prosperar. Sin embargo, Jesús la amonestó: «Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. ¡Despierta!» (3:1-2).

Jesús sabía que nuestra reputación no siempre coincide con el estado de nuestra alma, por lo que exhortó a Sardis: «recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete» (3:3).

Éfeso también tenía un espíritu de trabajo, como demuestran su monumento dedicado a Nike, la diosa de la victoria, y sus antiguas monedas impresas con el símbolo de la ciudad: una abeja. Los efesios eran trabajadores y prósperos como las abejas. La ciudad contaba con una espaciosa ágora, un teatro con capacidad para 24 000 espectadores y un puerto que aportaba importantes riquezas a la ciudad.

También tenía un templo dedicado a Domiciano, un templo dedicado a Artemisa (considerado como una de las siete maravillas del mundo antiguo) y otros edificios majestuosos como la Biblioteca de Celso, donde todavía se puede encontrar un candelabro de menorá judío esbozado en uno de los escalones.

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Biblioteca de Celso.

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Biblioteca de Celso.

Fotografía de René Breuel

Un candelabro judío en la escalinata de la Biblioteca de Celso.

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Un candelabro judío en la escalinata de la Biblioteca de Celso.

Fotografía de René Breuel

Nike, la diosa de la victoria.

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Nike, la diosa de la victoria.

Fotografía de René Breuel

Ágora de Éfeso.

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Ágora de Éfeso.

Fotografía de René Breuel

Carretera que conduce a un puerto en Éfeso.

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Carretera que conduce a un puerto en Éfeso.

Fotografía de René Breuel

Ruinas de un teatro en Éfeso.

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Ruinas de un teatro en Éfeso.

Fotografía de René Breuel

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A menudo se citan las palabras de Jesús a la iglesia de Éfeso: «Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia… Has perseverado y sufrido por mi nombre sin desanimarte. Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor» (2:2-4). Los cristianos de Éfeso abundaban en el trabajo, pero descuidaban la mayor de las virtudes: el amor.

¿Has absorbido demasiado del espíritu de éxito y superación del contexto en el que vives? ¿Necesitas bajar el ritmo para recuperar tu vitalidad espiritual? ¿Coincide tu vitalidad exterior con el estado interior de tu alma?

Laodicea: depender de Dios en una cultura autosuficiente

Construida en la intersección de las principales rutas comerciales, Laodicea era un centro bancario y un exportador de finas prendas de vestir y alfombras. Los laodicenses caminaban por carreteras pavimentadas con mármol y erigieron templos impresionantes, un estadio para carreras de carros y dos teatros con capacidad para miles de personas.

Sin embargo, el espíritu de ingenio y autosuficiencia de Laodicea se había infiltrado en su iglesia. Las palabras de Jesús son pertinentes para muchos de ustedes que viven en contextos similares: «Dices: “Soy rico, me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú» (3:17).

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Calzada de mármol con columnas en Laodicea.

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Calzada de mármol con columnas en Laodicea.

Fotografía de René Breuel

Templos en Laodicea.

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Templos en Laodicea.

Fotografía de René Breuel

El Teatro del Oeste en Laodicea.

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El Teatro del Oeste en Laodicea.

Fotografía de René Breuel

Estadio en Laodicea.

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Estadio en Laodicea.

Fotografía de René Breuel

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Aunque Laodicea era próspera, carecía del recurso más básico: una fuente local de agua. La cercana Colosas estaba situada junto a un río, y la vecina Hierápolis tenía una fuente termal que sigue activa hasta el día de hoy. Por lo tanto, los laodicenses dependían de estas dos ciudades para su suministro de agua. Los acueductos traían agua de Colosas y Hierápolis a Laodicea, lo que le permitió erigir grandes fuentes como la dedicada al emperador Trajano. Al tratarse de un recurso tan preciado, la ley de aguas de la ciudad (en el cartel de la imagen inferior) establecía normas estrictas para su uso público. ¿No resulta irónico que una ciudad sin suministro local de agua luciera con orgullo una enorme fuente?

Sin embargo, cuando llegaba a la ciudad, el agua fría y refrescante de Colosas se había vuelto tibia, y el agua caliente y medicinal de Hierápolis se había vuelto tibia. Para entonces, el agua mezclada de la ciudad había desarrollado un sabor tan fuerte y extraño que quienes la bebían se sentían tentados a escupirla.

¿A qué iglesia del Apocalipsis se parece la tuya?

Fuentes termales de Hierápolis.

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Fuentes termales de Hierápolis.

Fotografía de René Breuel

Agua saliendo de Hierápolis

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Agua saliendo de Hierápolis

Fotografía de René Breuel

Acueducto en la entrada de Laodicea.

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Acueducto en la entrada de Laodicea.

Fotografía de René Breuel

Fuente de Trajano.

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Fuente de Trajano.

Fotografía de René Breuel

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En este contexto, Jesús amonestó a la iglesia de Laodicea: «Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca» (3:15-16).

Jesús deja claro que tanto el agua fría como la caliente están bien. ¿Por qué? Porque ambas están cerca de la fuente. El agua tibia, por el contrario, está lejos de su fuente. Aunque una vez fue caliente o fría, el agua tibia ha sido moldeada más por su entorno que por su fuente.

¿Te dejas moldear más por tu entorno que por tu Fuente? ¿Anhelas la validación externa más que la aprobación de Jesús? ¿Tu ingenio te tienta a depender de ti mismo y a alejarte de la dependencia de Dios?

A la iglesia de Laodicea, Jesús se presenta como el «Amén» y «el soberano de la creación de Dios». La palabra griega que ahí se traduce como «soberano» es arche, de la que proceden las palabras arquetipo y arquitectura. Del mismo modo, Cristo nos llama a centrarnos en él como nuestro único fundamento y afirmación.

El contexto histórico del Apocalipsis muestra la íntima relevancia del libro para muchas de las luchas a las que se enfrentan los creyentes hoy en día. Siempre tendremos la tentación de conformarnos o ceder a las influencias de nuestro entorno y sucumbir a la propaganda mundana. Es por esto que el recordatorio del Apocalipsis es tan necesario ahora como lo era entonces.

Como cualquier buen pastor debería hacer hoy, Juan desafía a los cristianos de todas las edades a permanecer fieles en la adoración a Jesús frente a cualquier otro rival terrenal.

René Breuel es autor de The Paradox of Hapiness y pastor fundador de Hopera, una iglesia de Roma. Tiene un máster en divinidad por el Regent College y otro en escritura creativa por la Universidad de Oxford.

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History

Los desastres a menudo traen más revelación que castigo

Un terremoto del siglo XVIII y las tragedias más recientes pueden enseñarnos mucho sobre el pensamiento ilustrado y el juicio divino.

Christianity Today October 11, 2024
Edits by Christianity Today. Source: Jacques-Philippe Le Bas / Wikimedia Commons

El 1 de noviembre de 1755 fue un día soleado en la ciudad de Lisboa. Como uno de los puertos comerciales con más trasiego de Europa, la ciudad portuguesa era increíblemente rica y extremadamente religiosa. Era el centro del comercio de bienes y, detestablemente, también de esclavos. Tanto la ciudad como aquellos que la visitaban por negocio obtenían grandes riquezas de esta industria.

Lisboa también tenía 40 parroquias, 90 conventos y 150 hermandades y sociedades religiosas; de hecho, más del diez por ciento de los residentes de la ciudad eran miembros de alguna orden religiosa.

El 1 de noviembre también era el Día de Todos los Santos, y las muchas iglesias de Lisboa estaban llenas de parroquianos para la segunda misa del día, alrededor de las nueve de la mañana, cuando de pronto los sacudió un gran terremoto.

El terremoto fue tan grande que se sintió en gran parte de Europa occidental y del norte de África. Provocó un tsunami cuyas olas llegaron hasta Inglaterra, y después un incendio destruyó gran parte de lo que había quedado en pie.

Al final de la tragedia, el diez por ciento de la población lisboeta murió, y casi todas las iglesias importantes de la ciudad quedaron destruidas.

Al igual que ahora, la gente dio por hecho que había un significado detrás de la tragedia y buscó explicarla con base en la naturaleza del mundo y en el fracaso de los humanos para hacer las cosas bien. Y tanto el significado como el juicio de Dios están ahí: pero tal vez no de la manera que esperamos.

Durante la Ilustración prevaleció una perspectiva pulcra y positiva del mundo. Los filósofos del siglo XVIII defendían que el universo estaba ordenado según un conjunto de reglas coherentes. Al observar la naturaleza y utilizar la razón, decían, se podían deducir los caminos de Dios. A Dios, por lo tanto, se le podía conocer a través del orden del mundo.

En su libro Teodicea de 1710, Gottfried Wilhelm Leibniz defendía que el mundo que Dios había creado era suficientemente bueno como para excusar la ocurrencia de males ocasiones; de hecho, este mundo que tenemos es «el mejor de los mundos posibles».

Cualquier mundo bueno, según entendía, podría contener tragedia, pero la bondad siempre sobrepasaría la pena. Leibniz no estaba defendiendo que los sucesos que parecen ser malos fueran en realidad buenos, sino que cualquier realidad alternativa sería peor, aunque no tuviera los mismos problemas que la nuestra.

También afirmaba que podemos confiar en que el mundo es exactamente como Dios lo diseñó. Si Dios fuera un relojero, entonces los relojes funcionarían como Dios se lo había propuesto. En su entendimiento, la gente que piensa que el mundo podría ser mejor está equivocada: Dios habría fabricado relojes perfectos, y si algún crítico demandara otra clase de perfección, esa no sería, de hecho, perfección.

Lo mismo sucedía con la creación: es tal como se pretendía que fuera. Aunque no siempre podamos discernir su buen significado, no obstante la bondad siempre está ahí.

El Ensayo sobre el hombre de Alexander Pope afirma estos principios:

Toda naturaleza no es sino arte, desconocido para ti;
Toda oportunidad, dirección, que tú no puedes ver;
Toda discordia, armonía no comprendida;
Todo mal parcial, bien universal.
Y, a pesar del orgullo, a pesar de la razón errada,
Una verdad es clara: «Lo que es, está bien».

Esta perspectiva de los sucesos condujo a un espíritu de optimismo acerca de los asuntos humanos: nada podía ir realmente mal. De hecho, la palabra optimismo se acuñó en 1733 para describir, como escribe el profesor de literatura Nicholas Shrady, «el espíritu de la época».

Así pues, el espíritu de la época dejó a los ilustrados europeos con la impresión de que podían descubrir la explicación de cualquier cosa, y que sería una explicación satisfactoria.

Puedes imaginar la angustia que provocó que un desastre natural de proporciones bíblicas golpeara la ciudad de Lisboa tan solo veinte años después de que empezara a existir el «optimismo». ¿Cómo podría alguien despachar tal destrucción como un «mal parcial» al servicio del «bien universal»?

Ciertamente, el terremoto de Lisboa y el daño inmenso e injusto que causó no fue el mejor de todos los mundos posibles. ¿Acaso «el mejor de los mundos posibles» no habría evitado que miles de hombres, mujeres y niños murieran en la iglesia durante un terremoto? La muerte y la destrucción indiscriminadas realmente no encajan con ninguna perspectiva optimista.

En vez de conducir al optimismo, percibir este mundo y sus eventos como la mejor (y única) opción podrían conducir con facilidad hacia el fatalismo con respecto a los asuntos humanos.

De este modo, sorprendentemente, el deísmo —la creencia que sostiene que Dios estableció las cosas en movimiento y luego dejó de actuar— y el fatalismo —en el cual ni los humanos ni Dios puede intervenir en el curso de los eventos— están estrechamente relacionados, porque ambas ideologías presentan a un Dios apartado del impacto que tienen los eventos sobre las vidas de los humanos.

Estas posturas nos llevaría a pensar que no tiene sentido apelar a Dios ni ponernos nerviosos cuando ocurren cosas malas. Ya sea que Dios pretende todo lo que ocurre o que no se involucre en nada de lo que pasa, lo que tenga que ser será.

Como ocurre con el optimismo, el fatalismo puede satisfacer la ira y el dolor que sentimos cuando vemos que la calamidad golpea a los que son obviamente inocentes. ¿Qué hay del pesimismo? ¿Ofrecerá respuestas satisfactorias? Tras el terremoto de Lisboa, Voltaire llegó a una conclusión bajo ese enfoque. Escribió su famoso «Poema sobre el desastre de Lisboa» y articuló el dilema de tres frentes que ha ocupado desde entonces a los teólogos: si Dios es bueno, y Dios es poderoso, ¿entonces cómo ha ocurrido este hecho infernal?

Si lo que sucedió es justo, entonces Dios es un tipo malvado. Si no, podemos rechazar la idea de un Dios soberano.

En palabras de Voltaire:

Filósofos engañados que gritan: «Todo está bien»,
¡vengan y contemplen estas ruinas espantosas! (…)
Frente a los gritos ahogados de sus voces moribundas
y frente al espantoso espectáculo de sus humeantes cenizas
¿Dirán ustedes: «Este es el efecto necesario de las leyes eternas
elegidas libremente por Dios?».

Voltaire rechazó con razón el consuelo de Leibniz de que este era «el mejor de los mundos posibles». Él, como otros, no era capaz de ocultar su juicio de que el terremoto de Lisboa no tendría que haber ocurrido si realmente todo estuviera bien. Si este es el mejor de los mundos posibles, ¡muéstrenme los otros!

Una teodicea que explicara el desastre no tendría que implicar a un Dios injusto o que no fuera soberano. A pesar de las objeciones de Voltaire, ver la catástrofe de Lisboa como una respuesta directa al pecado se convirtió en una narrativa bien estructurada, una en la cual Dios seguía siendo justo y seguía teniendo el control.

Era particularmente fácil para las figuras protestantes decir que el desastre había sido un juicio divino sobre la Lisboa católica. Prácticamente todas las iglesias católicas importantes de la ciudad habían sido destruidas por la cataclísmica combinación de terremoto, agua y fuego. El Palácio dos Estaus, cuartel general de la Inquisición portuguesa, también quedó destruido. La enorme riqueza de Lisboa y su participación tanto como centro de la Inquisición como del comercio de esclavos hicieron que se convirtiera en una candidata particularmente adecuada para ser señalada como culpable. Interpretar el desastre de esta manera era demasiado tentador.

Las figuras religiosas del momento encontraron irresistibles los paralelos bíblicos. Dios ya había destruido la tierra una vez con una inundación (con Noé, en Génesis 7) y también había utilizado el fuego para incendiar una ciudad pecadora (con Sodoma, en Génesis 19). Los terremotos a veces eran presagios del juicio divino en la Biblia (Lucas 21:11).

Así pues, no es sorprendente que figuras como John Wesley interpretaran el suceso como una señal de que Dios estaba utilizando los medios naturales para impartir justicia. Su hermano, Charles Wesley, incluso llegó a escribir un himno basándose en los sucesos, conmemorando el juicio de Dios en la canción:

¡Oh, aflicción! Para los hombres que habitan sobre la tierra
que no temen el ceño fruncido de Dios,
cuando Dios revele toda su ira
¡y derrame sus juicios!
Pecadores, esperen las lluvias más fuertes,
prepárense para encontrarse con su Dios
cuando ¡he aquí! el séptimo ángel derrame
su copa en el aire.

Shrady señala que «ni los incendios de Roma o Londres, ni los saqueos de Cartago o Constantinopla» se asemejaron a la destrucción de Lisboa.

No fueron solo los protestantes los que llegaron a la conclusión de que Dios estaba castigando a Lisboa por su infidelidad espiritual. El misionero jesuita Gabriel Malagrida también declaró enérgicamente que el terremoto de Lisboa había sido una señal de la ira de Dios:

Aprende, oh Lisboa, que los destructores de nuestras casas, palacios, iglesias y conventos, la causa de la muerte de tantas personas y las llamas que devoraron vastos tesoros, son tus abominables pecados, y no los astros, las estrellas, los vapores y la exhalaciones, ni fenómenos de similar naturaleza.

Hacer comparaciones con Sodoma y Gomorra, o Jericó, parecía obvio.

Por lo general, la gente moderna rechaza la visión de que los desastres naturales son señales del juicio divino. Es menos probable hoy que en épocas pasadas que se prediquen sermones o se escriban himnos acerca de lo adecuado que es que Dios destruya el mundo a través de un terremoto.

The Church of St. Nicholas, drawn on location immediately after the earthquake and fires in Lisbon in 1755.
La iglesia de San Nicolás, dibujada en el lugar inmediatamente después del terremoto y los incendios de Lisboa en 1755.

Creemos saber cómo discernir un acto divino de uno natural, y creemos que preferimos la explicaciones científicas a las sobrenaturales.

Y, aun así, los «desastres naturales» revelan algo acerca de la situación humana y el juicio justo que Dios hace al respecto.

Aunque somos reticentes a considerar que el juicio divino sea la causa del desastre humano, o pensar que los desastres se envían para castigar a personas, sí podemos decir que estos sucesos revelan verdades cuando ocurren. Lo que sale a la luz, a menudo, es lo que creemos acerca de Dios y de los demás, y cómo hemos fallado a la hora de seguir los mandamientos de Dios.

Hay dos significados de la palabra juicio que es necesario entender.

El primero es una serie negativa de eventos que Dios dispone porque está furioso con los destinatarios. Esta forma de juicio está dirigida y es proporcional. Este es el juicio que uno se imagina con fuego y azufre en el tormento eterno. A fin de cuentas, aquellos a quienes les afecte esta clase de juicio divino, se lo merecen.

Esta clase de juicio ocurre en el mundo real. El primer ejemplo está en la historia de Noé. Se nos dice que la maldad de los humanos había aumentado hasta niveles intolerables: «dijo [Dios] a Noé: “He decidido acabar con toda la gente, pues por su causa la tierra está llena de violencia. Así que voy a destruir a la gente junto con la tierra”» (Génesis 6:13). 

Aunque Dios promete no volver a destruir a la humanidad con un diluvio, hay más ejemplos de desastres que llegaron como juicio de Dios por el pecado. Dios destruye a Sodoma a través de un desastre natural (Génesis 19).

El juicio, en este sentido, normalmente no es una perspectiva útil para describir sucesos modernos devastadores. También suele ser una perspectiva teológica incorrecta. El mismo Jesús rechaza esa línea de pensamiento en Juan 9, cuando dice que el pecado no es la razón de la ceguera de un hombre.

Piensa también en el libro de Job, donde el texto dice que Dios encontró que Job era justo y fiel antes de la muerte de sus hijos, la pérdida de sus riquezas y el sufrimiento que le provocó la enfermedad (1:8).

Hacia el final del libro, Dios les dice a los amigos de Job que estaba furioso con ellos: «lo que ustedes han dicho de mí no es verdad», cuando decían que el pecado de Job era la explicación para el desastre que había sufrido (42:7).

Interpretar la tragedia humana como el resultado de los pecados del sufriente nunca es la mejor práctica teológica. Como aprendieron los amigos de Job, puede que a Dios no le agrade que la gente utilice la calamidad como evidencia de que alguien necesita arrepentirse.

Sin embargo, en el Antiguo Testamento Dios mandó el mensaje de que traería juicio como castigo si la gente no cambiaba su conducta. Por ejemplo, muchos profetas, incluyendo a Jeremías (Jeremías 21:11-14), profetizaron una conexión directa entre la conducta del pueblo y un castigo específico que vendría a continuación, como el exilio. En tal caso, cuando Dios envía una advertencia a una comunidad por medio de los profetas, la tragedia se puede atribuir al juicio divino.

Pero este no es el único significado que puede tener juicio. La segunda forma de juicio es una evaluación. Uno emite un juicio después de cenar en un restaurante, o después de la defensa oral de una tesis doctoral, evaluando las condiciones y la presentación que uno ha observado.

Puede ser que la gente también haga un juicio después de ser pillados conduciendo bajo los efectos del alcohol: tal vez se den cuenta de que la bebida se les ha ido de las manos y que necesitan ayuda.

El juicio en este sentido es menos un castigo y más una revelación o visión fresca de las condiciones que ya existen. Es donde uno toma una perspectiva nueva y realista. Puede ser un punto de inflexión.

En este sentido, un suceso devastador puede revelar algo que necesitamos saber y de lo que tenemos que encargarnos. La bebida que se tomaba todos los días antes parecía inofensiva; sin embargo, después de ser condenado por conducir bajo los efectos del alcohol, lo vemos como parte de un consumo excesivo habitual que exige una acción.

Podríamos llamar a esta clase de juicio «juicio de revelación». Tras una tragedia, el juicio de revelación quizá nos permita discernir cosas importantes acerca de Dios, de nosotros mismos y del mundo.

Aunque los teólogos siempre se apresuran a separar la realidad del «mal natural» del «mal moral» (un tsunami vs. una invasión), suele ocurrir que los desastres naturales muestran el fracaso humano.

Cuando sucede un terremoto, la gente que vive en casas inadecuadas o temporales tienen riesgo de perder mucho más. Cuando un huracán se aproxima a tierra, los que no tienen transporte ni recursos económicos son menos capaces de ser evacuados con rapidez.

Piensa en esto: cuando el huracán Katrina golpeó Luisiana en 2005, los estadounidenses se enfurecieron con razón, no por la parte «natural» del desastre, sino con los que no habían gobernado bien.

Por ejemplo, no se había llevado a término un proyecto de ingeniería que llevaba décadas en proceso para proteger Nueva Orleans contra las esperadas tormentas, a pesar de ser una clara necesidad. Entretanto, la zona fue sacudida por tres huracanes de categoría cuatro que produjeron decenas de muertes.

Las desigualdades raciales que precedieron al huracán Katrina también fueron evidentes en la recuperación del desastre. La escasez de recursos que plagaba las zonas habitadas por gente de raza negra en Nueva Orleans antes del huracán continuó después del mismo en la forma de recursos inadecuados para la evacuación y la reconstrucción.

En este segundo sentido del juicio de revelación, los desastres naturales pueden revelar cómo son realmente las cosas. Se pierden vidas reales. Los supervivientes experimentan un sufrimiento real. No son simulacros. Pero tampoco demuestran la debilidad de Dios, o su ausencia, o su frialdad. En cambio, prueban la calidad de la mayordomía de las personas.

Es muy común que salga a la luz que los líderes hayan sido negligentes y explotadores, que a los pobres se les haya dejado solamente con las malas opciones de manera injusta, que los proyectos de ingeniería que podrían proteger nuestras vidas hayan sido amañados, o que los vecinos no hayan cuidado unos de otros. Aunque deberíamos aprender de Jesús y de los amigos de Job a no llamar a los huracanes castigos de Dios, el huracán Katrina sí sirvió como una revelación de hasta dónde nos habíamos desviado de nuestro llamado de cuidar del pobre y el desamparado (Isaías 1:17) y administrar la tierra (Génesis 1:28).

Los ciudadanos de Lisboa vieron la destrucción total de su ciudad. Descubrieron que su visión de cómo funcionaba el mundo no se alineaba con la visión de Dios. Habían llegado a pensar que el suyo era «el mejor de los mundos posibles», pero ahora tenían que considerar qué significaba realmente afirmar que Dios era bueno y que había creado un mundo bueno.

Fue necesario que sucedieran eventos que llevaran sus teodiceas al límite para revelar que la manera en que habían concebido el poder de Dios era inadecuada. Esto también es juicio divino.

St. Paul’s Church, drawn on location immediately after the earthquake and fires in Lisbon in 1755.
Iglesia de San Pablo, dibujada en el lugar inmediatamente después del terremoto y los incendios de Lisboa de 1755.

A nuestra manera, recientemente hemos pasado por una época de desastres: una pandemia que mató a millones de personas, huracanes y tormentas, incendios destructores, inundaciones devastadoras, una preocupante agitación social y una confianza cada vez menor en las instituciones sociales y políticas.

Las explicaciones predominantes que la Ilustración ofreció ante el desastre —que era un pequeño desliz en un mundo bueno, o solo sucesos puestos en movimiento por un Dios neutral o inútil— no eran explicaciones satisfactorias. Y la idea de que siempre que algo va mal significa que Dios está castigando a la gente es una explicación demasiado satisfactoria que, sin embargo, suele ser incorrecta.

Y no hemos superado estos errores. En lenguaje actualizado, a menudo afirmamos que los sucesos que dejan muchas víctimas no son en realidad grandes problemas y que se deben enfrentar tan solo siguiendo adelante sin necesidad de un Dios confiable, o bien, que la santidad personal (o alguna otra característica) los hubiera evitado.

Así como el terremoto de Lisboa chocó contra el optimismo y la fe de los europeos ilustrados, puede que esta época moderna haya sacudido a nuestra sociedad. La pandemia de coronavirus reveló lo débiles que se habían vuelto los fundamentos de nuestra confianza.

Para aquellos que aprecian su salud e independencia, esta época de desastres ha revelado lo vulnerables e interdependientes que somos en realidad. Las diferencias en las preferencias en cuanto al riesgo, la cooperación y la autonomía han provocado la ruptura de relaciones.

De este modo, los sucesos naturales recientes en realidad han servido como juicio. Es posible que esta temporada de disrupción nos haya mostrado algo: algo que ha llegado de manera tan improbable como un juez zurdo (Jueces 3). 

Tal vez ahora seamos capaces de admitir cuánto hemos dado por sentado que contamos con nuestra salud y que las enfermedades se pueden atender fácilmente. Tal vez podamos admitir cuánto hemos descuidado los lazos de la comunidad, y que hemos preferido nuestra privacidad y unas cuantas relaciones que hemos escogido.

No obstante, en estos años se nos ha revelado una verdad acerca del mundo: todos nosotros somos susceptibles en gran manera a la enfermedad, a la tragedia y a la división, así como a la angustia que suele acompañarlas.

Como personas separatistas, rápidamente abandonamos la comunidad; preferimos nuestra propia comodidad y rápidamente nos olvidamos de la asamblea de creyentes, en cualquier forma que esta tome. No solamente hemos preferido la compañía de aquellos que están de acuerdo con nosotros, sino que también hemos rechazado a los que no lo están.

De este modo nos hemos encontrado siendo juzgados, mientras nuestras iglesias están vacías y nuestras comunidades marcadas por la soledad. Somos mucho más susceptibles de lo que nos hubiera gustado pensar. Quizá hemos sido juzgados por Dios, como los bancos vacíos en las iglesias pueden testificar, a causa del fracaso de no haber sido pacientes unos con otros en amor, de no perdonar con rapidez y de no abrazar a aquel que tiene una ideología distinta a la nuestra.

Los feligreses de Lisboa encontraron sus celebraciones religiosas interrumpidas por el terremoto y el fuego. Los grandes pensadores de su época se encontraron con que sus creencias básicas acerca del mundo eran claramente contradichas por el agua y las llamas.

Es posible que nosotros también nos encontremos con que nuestros mayores logros —nuestra tecnología, nuestros modelos de iglesia, nuestros sistemas políticos— han sido interrumpidos por los sucesos naturales. Sin llegar a ver las tragedias más recientes como algo enviado por Dios a manera de castigo, quizá podamos recibirla como una revelación, una respuesta a aquellos que necesitan reparación.

Kirsten Sanders es fundadora de la iniciativa Kinisi Theology Collective, un proyecto de teología pública.

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Church Life

El vibrante testimonio de las iglesias latinas

Las congregaciones hispanoamericanas tienden a ser jóvenes, vibrantes e intergeneracionales. La iglesia en general tiene mucho que aprender de ellas.

A group of Hispanic people worshipping.
Christianity Today October 10, 2024
Israel Torres / Pexels / Edits by CT

El lenguaje común de la adoración tiene una manera de capturar el corazón aun cuando la mente no lo pueda entender. Pensaba en esto mientras me secaba las lágrimas cuando un grupo de cristianos hispanohablantes cantaban apasionadamente a mi alrededor en la conferencia Sent Summit en Orlando el mes pasado.

Aunque mi español de turista no daba para entender las referencias a lo divino, yo sentía el significado de la canción en mi alma. Las voces resonaban para la gloria de Dios. Las palabras que no podía traducir expresaban la profundidad de nuestra depravación envuelta en el amor incondicional de Dios.

Si bien no compartimos ni el idioma ni la etnia, mi experiencia en el culto con pastores y líderes latinos en Estados Unidos me recordó que esta comunidad, como cualquier otra cultura, es importante para el reino de Dios. Y la iglesia en general tiene mucho que aprender de estos hermanos en Cristo sobre la fe, la comunidad y la resiliencia.

En primer lugar, mientras que muchas iglesias estadounidenses sufren la incapacidad de llegar a las generaciones más jóvenes, las iglesias latinas están nadando contra esa corriente. Aaron Earls, de Lifeway Research, ha descrito a las congregaciones hispanas como «más nuevas, más jóvenes y más eficaces en la evangelización que la iglesia protestante típica en los Estados Unidos», y señala que «la mayoría realiza sus servicios únicamente en español (53 %), mientras que el 22 % son bilingües».

Los jóvenes de familias inmigrantes en Estados Unidos suelen ser maestros para sus padres de diversas maneras, desde ayudarles a aprender inglés hasta enfrentarse a las complejidades de sistemas desconocidos como el de salud y el de educación. Esta dinámica hace que los jóvenes también sean parte integral de la vida de la iglesia. Las congregaciones latinas tienden a estar dispuestas a acogerlos, no como receptores pasivos de la fe, sino como participantes activos en su formación. A los jóvenes cristianos se les pide desde pequeños que ayuden a dirigir el culto, enseñen y sirvan como traductores.

Este ministerio intergeneracional inverso, en el que los jóvenes suelen ser quienes traen a sus familias al redil, demuestra tanto el dinamismo como la complejidad de una fe que trasciende las barreras de la edad. Tener que afrontar tantos roles a una edad temprana puede equipar de manera única a los cristianos para el ministerio, pero también es agotador y puede ser traumático, especialmente cuando ha sido marcado por la pobreza, la pérdida y la injusticia.

«No es necesario llegar a la generación Z; es necesario rescatarla», me dijo un líder latino joven durante una reunión en el Seminario Teológico Fuller en Pasadena en agosto. «Va a ser complicado». Pero este proceso de integración de múltiples generaciones, tan hermoso y complejo como es, es exactamente lo que las comunidades cristianas latinas están dispuestas a hacer.

Los pastores Josh y Noemí Chávez conversaron conmigo sobre cómo se ve esto en su ministerio intergeneracional en Long Beach, California. «Cuando comencé a pastorear, tenía poco más de 20 años. Pensar en los jóvenes era fácil. Era a la generación mayor a la que tenía que considerar intencionalmente», reflexionó Noemí. «Ahora que tengo más de 40 años tengo que pensar intencionalmente tanto en los jóvenes como en los mayores. La Gran Comisión está en el centro de la visión y la misión de la iglesia y, por lo tanto, como líderes, debemos pastorear con amor los corazones de cada generación y encontrar gozo en la expresión del mensaje del evangelio».

Cuando esto se consigue con éxito, ese testimonio crea un rico tapiz de fe que honra la tradición y al mismo tiempo acoge la novedad y la innovación. Y muchas congregaciones de habla hispana también son un tapiz cultural que sirve como lugar de encuentro para personas que vienen de múltiples países, con diferencias reales en pensamiento, expresión y, especialmente, en opiniones políticas.

Contrariamente a la idea errónea que se tiene en la actualidad, la comunidad evangélica latina no es un bloque de votantes monolítico. Los votantes hispanos en Estados Unidos tienen una amplia gama de ideologías políticas, incluso en materia de inmigración. Si bien muchas iglesias predominantemente blancas son políticamente homogéneas, los ministros latinos me dijeron que ven una diversidad de opiniones políticas en sus congregaciones.

Esta capacidad de mantener la unidad en el culto es particularmente sorprendente y contracultural en el clima polarizado de hoy, y representa un modelo valioso de cómo priorizar la fe y la comunidad por encima de los desacuerdos políticos. Estas congregaciones hispanas son prueba de que es posible debatir sobre política y seguir partiendo el pan juntos.

«La iglesia enviada es una iglesia diversa», afirmó Gabriel Salguero. «Es un reflejo del Reino de Dios». Salguero, junto con su esposa Jeannette, son los fundadores de la Coalición Evangélica Latina Nacional y de la iglesia The Gathering Place en Orlando. Durante décadas, han guiado a pastores y miembros de iglesias de casi todos los continentes y ámbitos sociales, y él ve las diferencias ideológicas como una fortaleza, no simplemente como un obstáculo que superar.

«La iglesia necesita esta diversidad, incluso la diversidad de pensamiento», comentó Salguero en la cumbre de Orlando. «Si todos pensamos exactamente lo mismo, no estamos pensando todos».

Con una gran diversidad de generaciones y de opiniones, ¿qué podría mantener unidas a estas comunidades en Cristo? La respuesta corta es el Espíritu Santo… y el café.

Mientras que el servicio brinda inspiración, el café posterior brinda comunión. Al terminar el servicio de culto, las conversaciones acompañadas de un cafecito, un café con leche o un pan dulce brindan oportunidades cruciales para construir relaciones y formar una comunidad. Este es el lugar donde los nuevos miembros de la congregación pueden presentarse, los jóvenes pueden establecer vínculos, los mayores pueden recordar el pasado y los pastores pueden ofrecer una atención integral.

Este compromiso de estar presente con las personas en su vida cotidiana refleja una profunda comprensión del valor cultural de la familia, lo que conduce a un profundo cuidado de los demás.

Ese modelo de atención es cada vez más importante a medida que la iglesia en general enfrenta los desafíos de la disminución de la asistencia, las brechas generacionales y la relevancia cultural. La iglesia latina en Estados Unidos nos recuerda que el evangelio no es solo un mensaje para predicar, sino una vida para vivir: en comunidad, a través de las generaciones, abrazando la diversidad, superando los desafíos y siempre abiertos a las cosas nuevas que Dios está haciendo.

«Las iglesias hispanas siguen siendo una fuerza impulsora en la revitalización de la fe en Estados Unidos», me dijo Enid Almanzar, presidenta de la Coalición Evangélica Latina Nacional (National Latino Evangelical Coalition), después de la cumbre. Ninguna iglesia o grupo étnico es perfecto, por supuesto. Ninguna comunidad está exenta de las cicatrices que deja el esfuerzo por parecerse más a Cristo.

Sin embargo, en estos tiempos complejos, la iglesia latina ofrece ser un faro de esperanza a los creyentes en Estados Unidos y más allá, mientras se esfuerza por ser la iglesia que nuestro mundo necesita tan desesperadamente. Al igual que Pablo, al escribir a los corintios sobre las iglesias en Macedonia, quiero «que se enteren de la gracia que Dios ha dado» a estos hermanos creyentes (2 Corintios 8:1) para que puedan ser beneficiarios de su ejemplo de fe.

Nicole Massie Martín es la directora de impacto de Christianity Today.

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History

Morir por Cristo en la iglesia primitiva 

Durante los primeros siglos, la teología del martirio pasó por transformaciones inesperadas. Pero también le dio a los cristianos el valor para resistir.

Ignatius of Antioch being martyred by lions

Ignatius of Antioch

Christian History October 2, 2024
WikiMedia Commons

En esta serie

La teología del martirio de la iglesia primitiva no nació de sínodos o concilios, sino de los coliseos a plena luz del sol bañados de sangre, y de las oscuras catacumbas, silenciosas como la muerte. La palabra mártir significa «testigo» y se utiliza como tal en todo el Nuevo Testamento. Sin embargo, cuando el Imperio romano comenzó a ser cada vez más hostil contra el cristianismo, las diferencias entre el testimonio y el sufrimiento empezaron a confundirse y finalmente desaparecieron.

En el siglo II, mártir se convirtió en el término especializado para una persona que había muerto por Cristo, mientras que un confesor se definía como aquel que había proclamado el señorío de Cristo en un juicio pero no había sufrido la pena de muerte. Un pasaje de Eusebio describe a los supervivientes de Lyon (en el año 177 en lo que hoy es Francia): «Ellos eran tan fieles en su imitación de Cristo… que, aunque habían logrado honores, y habían dado testimonio, no solo una vez, sino muchas (tras haber sido devueltos a prisión después de las fieras, cubiertos de quemaduras, cicatrices y heridas), aun así no se proclamaban mártires, ni permitían que nos dirigiéramos a ellos por este nombre. Si cualquiera de nosotros, por carta o en conversación, los llamaba mártires, ellos nos reprendían con dureza (…). Y nos recordaban a los mártires que ya habían partido, diciéndonos: “Ellos ya son mártires de quienes Cristo ha considerado digno aceptar su confesión, habiendo sellado su testimonio con su partida; sin embargo, nosotros somos simples y humildes confesores”». 

Las raíces del ideal del mártir

El ideal del martirio no se originó en la iglesia cristiana; se inspiró en la resistencia pasiva de los judíos piadosos durante la revuelta de los macabeos (173–164 a. C.). Antíoco IV, el tiránico rey seleúcida, provocó la revolución con una serie de actos salvajes, incluyendo la prohibición a los judíos palestinos de prácticas religiosas como la circuncisión. Abundan historias de judíos que permanecieron firmes, como Eleazar el escriba (2 Macabeos 6), que eligió la tortura y la muerte en vez de violar la ley al comer cerdo. Doscientos años después, la guerra de los judíos del 70 d. C. vio a miles convertirse en mártires por su fe en vez de capitular ante el paganismo romano. Esta noble tradición ayudó a dar forma a la emergente teología del martirio de la iglesia. 

¿Por qué no resistir por la fuerza?

Sin embargo, también el periodo macabeo proporcionó historias de vengadores rebeldes como Judas Macabeo. ¿Qué impulsó a los cristianos a emular a los resistentes pasivos como Eleazar, en vez de a revolucionarios armados como Judas Macabeo?

Para responder a esta pregunta uno no necesita mirar más allá que al mismo Jesús. La iglesia entendió el martirio como una imitación de Cristo. El Señor fue el ejemplo máximo de la no violencia en su propio juicio y ejecución, declarando que sus siervos no debían luchar puesto que su reino no era de este mundo. 

Las palabras de Jesús se grabaron profundamente en la mente colectiva de la iglesia anterior a Nicea: «Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra (Lucas 6:29). No resistan al que les haga mal (Mateo 5:39). Dichosos los perseguidos por causa de la justicia (Mateo 5:10). Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán (Juan 15:20)».

Pablo y otros autores del Nuevo testamento sostuvieron y desarrollaron el tema de que los seguidores de Cristo habían de sufrir y no luchar por su Señor. Las armas del creyente no consistían en hierro ni bronce, sino que estaban hechas de materiales más firmes (Efesios 6:13).

Esteban, el primer mártir cristiano, murió a la manera de Cristo, orando fervientemente por los que lo atormentaban. Eusebio, el historiador de la iglesia, llamó a Esteban «el mártir perfecto»; por esto se convirtió en el prototipo a seguir por todos los mártires.

El combate definitivo

La respuesta no violenta de los mártires ante el juicio y la tortura nunca consistió en pasividad o resignación. Para la iglesia primitiva, el acto del martirio era una batalla espiritual de proporciones épicas contra los mismos poderes del infierno. Justino, por ejemplo, escribió una apología al emperador Antonino Pío argumentando que su castigo sin examen a los cristianos era «por instigación de los demonios».

A pesar de la oposición moral a las luchas atléticas y de gladiadores, los cristianos se apropiaron libremente del lenguaje de los juegos para describir sus combates con el mal. Eusebio habló con efusividad de «la disciplina y la fortaleza bien probada de los atletas de la religión, los trofeos ganados a los demonios, las victorias colocadas sobre nuestras cabezas».

Esta imaginería se utilizaba, con cierta ironía, para describir a mujeres y niños haciendo batalla contra la maldad espiritual. Antes de su muerte, Perpetua recordó en su diario de prisiones que ella tuvo una visión en la que vencía a un luchador egipcio (un participante habitual en los juegos) ante Cristo, el árbitro celestial. Al vencer a este símbolo del maligno, ella había ganado manzanas, el premio en los juegos de Apolo en Cartago. Otra mártir, Blandina, fue descrita como «ella, la pequeña, la débil, la despreciada, quien se había revestido de Cristo el gran e invencible campeón, y quien en muchas rondas derrotó al adversario y por medio del conflicto fue coronada con la corona de la incorruptibilidad».

Estas vívidas metáforas atléticas hacen eco de los pensamientos de otro mártir que murió años antes que Blandina y Perpetua, durante la persecución de Nerón: «Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener una corona que se echa a perder; nosotros, en cambio, por una que dura para siempre» (1 Corintios 9:24-25).

La compañía definitiva

Para los primeros cristianos, una batalla así no se luchaba a solas. La iglesia, como señala G. W. Lampe, comprendía que el sufrimiento y la muerte del creyente eran el cumplimiento paralelo, concreto y literal, de la muerte y el entierro con Cristo, representado figurativamente en el bautismo de cada convertido (Romanos 6:3). Ignacio de Antioquía, de camino a su martirio en Roma, escribió a la iglesia de esa ciudad que no tomara ninguna acción para prevenir su muerte, porque él deseaba «alcanzar a Cristo» y ser un «imitador de la pasión de Cristo, mi Dios».

El Nuevo Testamento le ofrecía a la iglesia primitiva numerosas explicaciones de este tema: perseguir a los cristianos es perseguir a Jesús mismo (Hechos 9:5); los discípulos de Cristo sufrirían como él lo hizo (Juan 15:20); los creyentes han de ser crucificados con Cristo (Gálatas 2:20). Además, se dice a los cristianos: «alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo» (1 Pedro 4:13).

Los mártires no solo representan a Cristo, sino que también encuentran a Cristo realmente presente con ellos, de un modo místico, durante su tormento. En la muerte de Blandina (en Lyon en 177) se dijo: «vieron (…) al que fue crucificado por ellos en la persona de su hermana». Y acerca de Sanctus, quien sufrió en la cercana Viena, fue escrito: «Pero este pobre cuerpo fue testigo de lo que él había padecido (todo él una herida y una magulladura contraída, habiendo perdido la forma externa de hombre) en cuyo cuerpo Cristo sufrió y cumplió poderosas maravillas, dejando al adversario en cero».

La iglesia comprendía que la fuente de la fuerza y el testimonio del martirio era el Espíritu Santo. Solo mediante su inspiración se podía dar una proclamación tan poderosa ante las autoridades hostiles. Los mártires descansaban en la promesa de Jesús: «Y cuando los arresten, no se preocupen de antemano por lo que van a decir. Solo declaren lo que se les dé a decir en ese momento, porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo» (Marcos 13:11).

Aquellos que confesaron su fe aun en medio de la persecución eran vistos como receptores de una palabra de revelación y proclamación muy al estilo de los profetas del Antiguo Testamento. Vettius, portavoz de los mártires de Lyon, fue descrito como que tenía «en él mismo el Paracleto, es decir, el Espíritu de Zacarías» (quien en Lucas 1:67 es identificado como un profeta lleno del Espíritu Santo). 

El Espíritu caía sobre esclavos y libres, bautizados y no bautizados, ofreciendo sueños y visiones donde Éll veía apropiado. Por ejemplo, Policarpo (obispo de Esmirna martirizado alrededor del año 155) vio su almohada en llamas, entendiendo la visión como una profecía con respecto a la clase de muerte que sufriría. A Basílides, soldado de Alejandría, se le ofreció una visión de la mártir Potamiena, quien le informó de que él pronto tendría el privilegio de morir por Cristo. En ambos casos las visiones proféticas se cumplieron.

La corona definitiva

El lado negativo a la seguridad de la inspiración durante el juicio y la tortura era el miedo a la apostasía bajo las mismas condiciones. El Pastor de Hermas declaraba que un siervo que niega al Señor es malvado. Cipriano fue más allá y le recordó a los no practicantes que la apostasía es equivalente a la blasfemia contra el Espíritu Santo: «Ciertamente es un gran delito, y ellos mismos saben quién lo ha cometido; puesto que nuestro Señor y Juez ha dicho: “A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré”. Y de nuevo ha dicho: “Les aseguro que todos los pecados y blasfemias se les perdonarán a todos por igual, excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Este no tendrá perdón jamás; es culpable de un pecado eterno”».

Debido a que se mantuvieron firmes ante la apostasía, y porque poseían los dones de profecía y visiones, mártires y confesores fueron mantenidos en gran estima por la iglesia. Su autoridad espiritual, de hecho, rivalizaba con la de los obispos. El Espíritu, señala R. L. Fox, les permitía «atar y desatar», pronunciarse sobre la herejía y la ortodoxia, y perdonar pecados. En una ocasión. Sáturo de Cartago tuvo una visión en la que él y Perpetua, ambos futuros mártires, eran llamados para mediar en una disputa entre un obispo y sus ancianos. 

La iglesia primitiva también creía en los mártires como maestros intercesores. La primera epístola de Juan alude al poder de la intercesión: «Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida» (1 Juan 5:16). Han circulado numerosas historias de legendarias hazañas de oración realizadas por mártires durante sus vidas. Por lo tanto, no era difícil que los cristianos de aquel momento imaginaran a esos mismos guerreros de oración intercediendo en la corte celestial tras la muerte. Esta creencia está ilustrada por una inscripción, una de muchas, en las catacumbas romanas: Paul ed(t) Petre (sic) pro victore, «Pablo y Pedro oran por Víctor». 

Se decía que el premio de una virgen era sesenta veces mayor que la de un cristiano normal, pero la de un mártir era cien veces mayor. Aunque la muerte de Cristo seguía siendo central para la comprensión de la salvación de la iglesia primitiva, se creía que la muerte de un mártir eliminaba todos los pecados cometidos después del bautismo. Melitón de Sardes aseguraba: «Hay dos cosas que sirven para la remisión de los pecados: el bautismo y el sufrimiento en nombre de Cristo». Tertuliano se hace eco de esto, escribiendo a los mártires: «Su sangre es la llave al Paraíso». 

La creencia en la virtud del martirio generó un fenómeno de «voluntariado» por medio del cual muchísimos cristianos buscaron activamente la persecución y la muerte. En un relato, un gobernador romano fue interrumpido en su tribunal por un cristiano llamado Euplus que gritaba: «Soy cristiano. Quiero morir». Se concedió su petición. La iglesia primitiva no defendía los martirios voluntarios y, de hecho, Orígenes y Clemente advirtieron específicamente en contra de esto. El mismo Jesús, en el evangelio de Mateo, recomendó huir cuando la persecución fuera inminente. Así pues, aquellos que se ofrecían voluntarios para morir eran una pequeña minoría.

Del amor a la veneración

El sentimiento de la iglesia primitiva hacia sus mártires pasó del amor a la reverencia, y después a la veneración. El autor del relato del martirio de Policarpo escribió: «A Él adoramos como hijo de Dios; a los mártires, como discípulos e imitadores del Señor, los reverenciamos como se merecen a cuenta de su insuperable lealtad a su Rey y Maestro». 

A los mártires se los honraba al celebrar sus «cumpleaños celestiales» (por ejemplo, los aniversarios de sus muertes) anualmente. El culto de celebración se realizaba en la tumba del fallecido con oraciones, ofrendas, comunión y la lectura de la historia del sufrimiento y la muerte del mártir. Esta práctica era bastante contraría a las raíces judías del cristianismo, porque el judaísmo, siguiendo la ley mosaica, sostenía que una tumba era un lugar impuro. Por eso un cristiano sirio del siglo III aconsejaba a sus hermanos creyentes que se reunieran en los cementerios sin miedo a la impureza.

No está claro exactamente cuándo los honores que se prestaban a la muerte en el martirio se transfirieron a sus restos físicos, pero los relatos del martirio de Policarpo, escritos en el siglo II, incluyen una declaración de que la iglesia de Esmirna consideraba los huesos del santo «más valiosos que las piedras preciosas y más finos que el oro». Los creyentes de Antioquía guardaban los restos de Ignacio en alta estima, mientras que la sangre y la ropa de Cipriano se convirtieron en objetos de veneración. 

El énfasis en conseguir las reliquias de los mártires produjo muchos abusos, pero no disminuyó el deseo de la iglesia de honrar a sus fieles muertos. La importancia de las reliquias fue creciendo hasta tal proporción que en el séptimo concilio ecuménico (en Nicea en 787) se decretó que las reliquias debían ser colocadas en el altar de una iglesia nueva antes de que esta fuera consagrada.

Cualquier abuso que rodea a la honra hacia los mártires no debería cegarnos ante la deuda espiritual que la iglesia en su conjunto le debe a estas almas valientes. Por medio de su fidelidad a Cristo, a pesar de la tortura y la muerte, estos hombres, mujeres y niños proclamaron al mundo que Jesús, y no el césar, es el Señor. En palabras del libro de Apocalipsis: «Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte» (12:11).

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Ideas

25 preceptos que los cristianos deben seguir en estas (y todas) las elecciones

Cómo navegar el desacuerdo, la fidelidad, la paciencia y los votos.

Christianity Today October 2, 2024
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente: Getty Images: Getty

Ha llegado la «temporada alta» de la política estadounidense. Los estómagos se anudan. Las líneas de las tendencias electorales se ondulan. Los mercados tiemblan.

¿Y qué hay de la iglesia? Muchos temblamos también: de miedo, de rabia, de expectación ante lo que pueda depararnos el futuro gobierno, incluso en nuestros propios hogares y lugares seguros.

Hace unas semanas, un colega mío de CT escribió un artículo sobre política, y la reacción en internet fue furiosa. Las respuestas en las redes sociales cruzaron todos los límites de la prudencia trazados por los Proverbios; habrían hecho sonrojar a Martín Lutero.

Y no procedían de bots de las redes sociales, esas máquinas programadas para automatizar la inhumanidad. Los nombres de muchos de los que comentaron me resultaban familiares. No eran computadoras: eran cristianos. Éramos nosotros.

Cuando digo «nosotros», no me refiero a que tú personalmente estés ofreciendo comentarios críticos en las redes sociales; sé que yo no lo hago. Más bien, quiero decir que los preceptos que ofrezco a continuación no son —y no pueden ser, si queremos que sirvan de algo— reflexiones dirigidas noblemente a esas personas, los otros cristianos que nos avergüenzan, frustran y confunden.

La única manera de superar una temporada electoral con alguna semblanza de amor y unidad cristianos es imitar a Pablo en 1 Timoteo: «Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1:15). Y no solo debemos decirlo, sino también sentirlo.

Para ese fin, he aquí 25 preceptos para un año electoral:

  1. La oposición de un cristiano al candidato X no implica su apoyo al candidato Y. No lo implica ni por implicación ni en la práctica. Insistir en lo contrario a pesar de las protestas de tu hermano en Cristo es abrazar la disensión y la calumnia.
  2. Es posible criticar las posturas políticas de un hermano cristiano sin cuestionar su fe, y ambos deberían ser capaces de notar la diferencia.
  3. Tu crítica de las posturas políticas de un hermano cristiano puede incluir recordarle los compromisos y obligaciones de su fe.
  4. Es posible que tu crítica de las posturas políticas de un hermano cristiano nunca lo lleve a cambiar de opinión. Cuando te encuentres en un callejón sin salida en materia política con un hermano en Cristo, la tolerancia mutua y la gracia suelen ser un mejor camino que la discusión continua. ¿Qué cosas mejores podrían hacer ambos con su tiempo?
  5. Hay una línea en la cual la postura política de un cristiano puede justificadamente poner en duda su profesión de fe. Es posible que la línea no esté donde suponemos que está.
  6. Esa línea puede incluso ser diferente para diferentes cristianos en diferentes tiempos, lugares y etapas de la santificación, porque Dios no se ocupa de todos nuestros pecados, errores y debilidades a la vez.
  7. Algunos de nosotros podemos necesitar más valor al afirmar nuestras convicciones, especialmente si nos encontramos en una minoría religiosa, política o cultural al interior de nuestras iglesias y comunidades.
  8. La mayoría de nosotros, en esta cultura irreverente y precipitada, es más probable que necesitemos mostrar gracia y soportar con paciencia a quienes consideramos menos espirituales, morales o informados que nosotros.
  9. Soportar con paciencia no es tolerar de mala gana. La gracia no es condescendencia.
  10. Soportar con paciencia y mostrar gracia no es lo mismo que actuar con indecisión y cobardía.
  11. Recuerda 1 Juan 4:20: «Si alguien afirma: “Yo amo a Dios”, pero odia a su hermano, es un mentiroso» (NVI).
  12. El desacuerdo político entre cristianos a largo plazo no es por sí mismo prueba de pecado, incredulidad o cualquier otra disfunción. Cristianos razonables y fieles pueden llegar de buena fe a conclusiones diferentes. Es posible que todas las partes tengan un sólido fundamento bíblico para sustentar sus opiniones; es posible que todos busquen el bien común; es posible que todos busquen amar a su prójimo y es posible que siempre estén en desacuerdo.
  13. Tus opciones de voto están limitadas por las realidades del sistema electoral. Existe la opción de votar por otro partido o candidato aunque este no sea viable, pero no argumentes que un candidato es políticamente viable cuando no lo es.
  14. Los cristianos razonables y fieles pueden decidir solo considerar seriamente a los candidatos viables.
  15. Los cristianos razonables y fieles pueden decidir que la viabilidad es menos importante que la alineación ética y política.
  16. Los cristianos razonables y fieles pueden decidir no votar: «No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar» (Salmo 146:3).
  17. La esperanza es una virtud cristiana; las ilusiones sin fundamento no lo son.
  18. Los cristianos hemos sido llamados a actuar con sabiduría. Actuar con cinismo no es sabio.
  19. No le debes tu voto a ningún candidato. Ni siquiera si crees que tienes el deber de votar. Ni aunque estés inscrito en un partido político o vivas en un estado o distrito que tenga un peso especial en las elecciones.
  20. Con contadas excepciones, las votaciones por puestos que parecen menos importantes (especialmente cuando se trata de funcionarios estatales y locales, jueces e iniciativas electorales) tendrán efectos más frecuentes y tangibles en tu vida y en la de tu comunidad que los votos para presidente.
  21. Las siguientes probablemente no sean las elecciones más importantes de tu vida. Si en realidad son las elecciones más importantes de tu vida, no puedes saberlo en tiempo real. Tal vez podrás saberlo dentro de cinco, diez o veinte años, pero no puedes saberlo ahora.
  22. Tu voto no les llega a los candidatos con una nota explicativa. Los candidatos no sabrán si sentías un conflicto interno o si buscabas votar estratégicamente para cambiar la dirección del partido contrario. Solo sabrán que ganaron con el apoyo de miles o millones de votantes, y que actuarán en nombre de esos votantes, es decir, en tu nombre.
  23. Lo que hagas en la privacidad de la cabina de votación es asunto tuyo y puedes mantenerlo en secreto. Pero si sentirías vergüenza al compartir con otros por quién votaste, vale la pena que te preguntes por qué.
  24. A fin de cuentas, tu voto individual tiene una importancia insignificante a la hora de determinar el resultado electoral o el futuro del país. Pero puede tener una importancia espiritual sustancial para ti.
  25. «Ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor» (Romanos 8:38–39).

Bonnie Kristian es directora editorial de ideas y libros de Christianity Today.

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