La prueba de que el privilegio político es dañino para el cristianismo

Nuestro análisis de 166 naciones sugiere que la mayor amenaza para la vitalidad del cristianismo no es la persecución, la abundancia, la educación o el pluralismo. Es el apoyo del Estado.

Christianity Today May 26, 2021
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¿Por qué el cristianismo crece en algunos países, mientras que mengua en otros?

Durante gran parte del siglo XX, los científicos sociales han respondido a esta pregunta apelando a la llamada tesis de la secularización: la teoría de que la ciencia, la tecnología y la educación darían como resultado el eventual descenso de la influencia social del cristianismo.

Más recientemente, algunos investigadores han sugerido que la causa es, más bien, la acumulación de riqueza. Al aumentar la prosperidad, según afirman, se libera a las personas de tener que buscar la provisión de sus necesidades diarias en un poder superior; es decir, que existe un vínculo directo entre la abundancia y el ateísmo.

En un estudio [enlace en inglés] revisado por pares y publicado en mayo de 2021 en la revista Sociology of Religion, mi coautor y yo desafiamos la percepción de que la educación y la abundancia certifican la defunción del cristianismo.

En nuestro análisis estadístico de una muestra global de 166 países, entre 2010 y 2020, encontramos que el determinante más importante para la vitalidad del cristianismo es el grado en el que los gobiernos le dan apoyo oficial al cristianismo a través de sus leyes y políticas. Sin embargo, no lo hace del modo en que los creyentes devotos pudieran esperar.

Según aumenta el apoyo gubernamental al cristianismo, el número de cristianos desciende significativamente. Esta relación se mantiene incluso cuando tomamos en cuenta otros factores que podrían estar causando el crecimiento del cristianismo, tal como sucede con las tendencias demográficas generales.

Reconocemos que nuestra metodología y conjuntos de datos no puede registrar un factor de gran importancia para los cristianos: el movimiento del Espíritu Santo. Sin embargo, las numerosas pruebas estadísticas de los datos disponibles revelan que la relación entre el privilegio del Estado hacia el cristianismo y el descenso del mismo es una relación causal, en oposición a una mera correlación.

Nuestro estudio señala tres diferentes paradojas de la vitalidad del cristianismo: la paradoja del pluralismo, la paradoja del privilegio y la paradoja de la persecución.

1. La paradoja del pluralismo

Muchos cristianos creen que el mejor modo para que el cristianismo prospere es excluir al resto de religiones. Irónicamente, sin embargo, el cristianismo es a menudo más fuerte en países donde tiene que competir con otras tradiciones de fe, cuando las reglas del juego son equitativas.

Quizá la mejor explicación para esto se derive de La riqueza de las naciones, el libro más importante de Adam Smith. El famoso economista defendía que, del mismo modo que la economía de mercado incentiva la competencia, la innovación y el vigor entre las empresas, forzándolas a competir por su participación en el mercado, un mercado religioso sin regulación tendría el mismo efecto sobre las instituciones de la fe.

Del mismo modo que el hierro afila el hierro, la competencia perfecciona la religión. Los contextos caracterizados por el pluralismo fuerzan a los cristianos a presentar los mejores argumentos posibles para sus creencias, mientras que otras tradiciones de fe se ven forzadas a hacer lo mismo. Esto exige a los cristianos un conocimiento profundo de sus creencias para defenderlas en el mercado de las ideas.

Nuestro estudio muestra que cuanto más crece el compromiso de un país con el pluralismo, también lo hace el número de adherentes cristianos. Siete de los diez países que muestran el más rápido crecimiento de población cristiana ofrecen poco o nada de apoyo oficial al cristianismo. Paradójicamente, al cristianismo le va mejor cuando tiene que valerse por sí mismo.

Las 10 poblaciones con mayor crecimiento del cristianismo


(Aparecen en negrita los países con bajo o nulo apoyo al cristianismo)

1) Tanzania

2) Malaui


3) Zambia

4) Uganda
5) Ruanda
6) Madagascar
7) Liberia


8) Kenia

9) República Democrática del Congo
10) Angola

La paradoja del pluralismo se puede ver en las dos regiones del mundo donde el cristianismo está creciendo con mayor velocidad: Asia y África.

El mayor crecimiento del cristianismo durante la última década ha ocurrido en Asia, donde la fe ha crecido el doble que la tasa de población. El crecimiento explosivo del cristianismo en esta parte del mundo es aún más notable cuando consideramos que la región solamente incluye un país de mayoría cristiana: Filipinas.

¿Cómo explicamos esta paradoja? En contraste con Europa, el cristianismo en los países asiáticos no ha estado en una posición de recibir un trato preferencial del Estado, y esto ha dado como resultado impresionantes tasas de crecimiento. En realidad, la fe cristiana se ha beneficiado al no estar atada institucionalmente al Estado, alimentado su crecimiento y vitalidad.

Consideremos el caso de Corea del Sur, que en el curso de un siglo ha pasado de ser un país sin cristianismo a ser uno de sus mayores exportadores. En la actualidad encabeza las listas como el segundo país que más misioneros envía, superado solamente por Estados Unidos.

Este ejemplo ilustra bien la paradoja del pluralismo. Debido a que Corea del Sur no es un país cristiano, el cristianismo no disfruta de una relación especial con el Estado. De hecho, el cristianismo en Corea sufrió una brutal persecución del gobierno colonial japonés, durante el cual se cerraron a la fuerza las iglesias y se confiscaron sus propiedades. De hecho, la iglesia persistió a pesar de la pobreza, la guerra, la dictadura y las crisis nacionales a lo largo de la historia del país.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el cristianismo coreano ha crecido exponencialmente: se construyeron decenas de miles de iglesias y hoy en día los seminarios producen miles de graduados cada año. Actualmente, una tercera parte del país es cristiana.

África es la otra región en la que el cristianismo ha tenido un crecimiento impresionante, particularmente en las últimas décadas. Hoy hay casi 700 millones de cristianos en África, que lo convierten en el continente más cristiano en términos de población. De hecho, los diez países mencionados arriba con el mayor crecimiento de población cristiana entre 2010 y 2020 están localizados en el África subsahariana.

El cristianismo ha avanzado mucho en África no porque disfrute de una posición privilegiada con el Estado, sino porque tiene que competir con otras tradiciones de fe en un contexto en el que las reglas del juego son equitativas. De todos los países donde el cristianismo ha tenido un crecimiento notable, solo uno, Tanzania, tiene un nivel de apoyo oficial a la religión que se encuentra en la media global. En el resto de los casos (incluyendo a países de clasificación moderada como Kenia y Zambia), el apoyo al cristianismo estaba por debajo —y normalmente muy por debajo— de la media global.

En resumen, el cristianismo en África, al igual que en Asia, está prosperando no porque se le apoye de parte del Estado, sino debido a que no se le apoya.

2. La paradoja del privilegio

Nueve de los diez países con un descenso más rápido de la población cristiana en el mundo a menudo ofrecen niveles entre moderados y altos de apoyo oficial al cristianismo. Mientras que la competencia entre religiones estimula la vitalidad cristiana, el favoritismo del Estado, involuntariamente, la suprime.

Las 10 poblaciones con un descenso más rápido de la población cristiana


(Aparecen en negrita los países con moderado o alto apoyo al cristianismo)

1) República Checa
2) Bulgaria
3) Letonia
4) Estonia


5) Albania

6) Moldavia
7) Serbia
8) Alemania
9) Lituania
10) Hungría

Cuando los cristianos perciben una amenaza de parte de las minorías religiosas, buscan al Estado para que les dé cierta ventaja. Ese privilegio puede incluir apoyo financiero para propósitos religiosos, acceso especial a las instituciones del Estado o exenciones de regulaciones impuestas sobre grupos religiosos minoritarios. Paradójicamente, sin embargo, privilegiar de esta manera al cristianismo desde el Estado termina no siendo de ayuda a la iglesia, según nuestros datos.

Los cristianos que tratan de ganarse el favor del gobierno se distraen de sus misiones a medida que se van inmiscuyendo en las cosas del césar en vez de en las cosas de Dios para mantener sus posiciones privilegiadas.

Sí, es posible que las iglesias favorecidas utilicen sus posiciones de privilegio para ejercer influencia sobre el resto de la sociedad; sin embargo, esto se cumple principalmente a través de rituales y símbolos —la religión civil— en vez de a través del fervor espiritual. Por esta razón las iglesias apoyadas por el Estado a menudo carecen de la sustancia espiritual que la gente que practica la fe encuentra valiosa, llevando a los creyentes a marcharse.

Es interesante que algunas investigaciones sugieran incluso que los misioneros de las iglesias apoyadas por el Estado sean menos eficaces que aquellos enviados por iglesias independientes.

Los investigadores de la religión han notado desde hace mucho tiempo que la tendencia a la secularización aparece en gran medida en los países occidentales, particularmente en Europa, donde durante siglos la iglesia ha jugado un papel importante en la vida de la gente. Muchas encuestas han documentado los débiles niveles [enlaces en inglés] de creencia confesional y de asistencia a los servicios religiosos en esta parte del mundo.

Que Europa sea la región más secular del mundo —y también la más rica— ha llevado a muchos a proponer una relación causal entre la abundancia y el declive del cristianismo.

Por el contrario, nuestro estudio defiende que la secularización de Europa se desprende de forma central del amplio apoyo otorgado al cristianismo por parte del Estado.

En Reino Unido, por ejemplo, la ley establece que la Iglesia de Inglaterra es la iglesia del Estado y que el cristianismo es su religión, garantizando privilegios que están fuera del alcance de grupos religiosos minoritarios. También ha tenido lugar el declive del cristianismo en las naciones protestantes de Escandinavia, donde las relaciones entre iglesia y Estado han estado marcadas por el privilegio (incluyendo antiguos subsidios públicos). Por ejemplo, la Iglesia de Suecia disfrutó de una relación muy cercana con el gobierno (se separaron en 2000), con el rey sueco sirviendo como cabeza de la iglesia y el gobierno señalando a los obispos para sus cargos.

Se puede ver un patrón similar en los países de mayoría católica. Durante gran parte del siglo XX países como Portugal, España, Bélgica e Italia ofrecieron un fuerte apoyo a la Iglesia Católica Romana y discriminaron activamente a los no católicos en la legislación familiar, en los medios de comunicación religiosos, las políticas de impuestos y la educación. Aunque el privilegio católico se ha debilitado en muchas partes de Europa, las reglas del juego siguen sin ser equitativas en diversos aspectos, especialmente en lo que respecta a las barreras para la entrada de nuevos movimientos religiosos.

La relación entre el privilegio político y el declive cristiano es fuerte en países dominados por las formas orientales ortodoxas del cristianismo. Por ejemplo, Rusia ha extendido numerosos privilegios a la Iglesia Ortodoxa Rusa —como el financiamiento de lugares religiosos, acceso a las instituciones del Estado y autonomía sobre sus propios asuntos— a la vez que impone restricciones a los competidores de la Iglesia Ortodoxa, incluyendo la negación de visas para clérigos internaciones, la deportación de misioneros y la retención de los derechos sobre la tierra. En los países cristianos ortodoxos como Rusia es más probable [enlace en inglés] que se integren la iglesia y el Estado.

El resultado es que las iglesias en Europa no se tienen que preocupar por luchar contra otros competidores porque las reglas del juego no son equitativas. Como resultado, estas iglesias se han aletargado, al depender del Estado para su sustento.

La asistencia a la iglesia en estos países sigue siendo la más baja en el mundo cristiano, a pesar del hecho de que la vasta mayoría de ciudadanos de estas naciones conservan su membresía oficial. Las iglesias europeas han asumido una enorme función ceremonial, aunque tienen un papel muy pequeño en la vida diaria de las personas. Las resplandecientes catedrales diseñadas para reunir a cientos de personas normalmente solo reciben a un puñado de adoradores en sus servicios dominicales habituales.

En resumen, el cristianismo en Europa ha menguado no a pesar del apoyo del Estado, sino debido a él.

3. La paradoja de la persecución

En el siglo II, Tertuliano, uno de los padres de la iglesia, llegó a la sorprendente conclusión de que «la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia». Sorprendentemente, nuestro estudio señala que los contextos de discriminación contra los cristianos no suelen tener el efecto de debilitar el cristianismo; en algunos casos, la persecución incluso fortalece a la iglesia.

Al igual que con una competencia religiosa sana, la persecución religiosa —por motivos completamente diferentes— no permite que los cristianos se vuelvan complacientes. Por supuesto, en algunos casos la persecución de los cristianos ha hecho mucho daño al cristianismo, como ocurrió en el siglo VII en el Norte de África, en el siglo XVII en Japón, en el siglo XX en Albania y actualmente en Irak. No obstante, en muchos otros contextos de discriminación y persecución (salvo por la violencia genocida) la iglesia ha desafiado las probabilidades, no solo sobreviviendo, sino en algunos casos incluso prosperando.

En estos entornos los creyentes vuelven a la fe como fuente de fortaleza, y esta devoción atrae a los de fuera.

En todo el mundo, cientos de millones de cristianos viven en países donde experimentan un nivel de persecución muy alto. Aun así, el cristianismo continúa demostrando una extraordinaria resiliencia [enlace en inglés], al igual que la iglesia primitiva bajo la espada del césar.

El cristianismo actual crece rápidamente en ciertos países musulmanes como Irán o Afganistán, donde la fe experimenta altos niveles de persecución. Puertas Abiertas ha calificado a Irán como el octavo peor país del mundo para ser cristiano, con un nivel «extremo» de persecución. En la república islámica, el gobierno prohíbe la conversión del islam a cualquier otra religión, encarcela a los que hacen proselitismo y arresta a aquellos que asisten a iglesias clandestinas en casas o que imprimen y distribuyen literatura cristiana.

Sin embargo, a pesar de la amenaza del gobierno, la presión y la coacción hacia los cristianos, la iglesia en Irán se ha convertido en una de las de más rápido crecimiento en el mundo en términos de conversión. Aunque es difícil determinar exactamente cómo viven muchos cristianos en Irán, dado que la mayoría mantiene su fe en secreto por miedo a la persecución, se estima —basándose en datos de encuestas [enlace en inglés]— que podría haber hasta un millón de creyentes iraníes. El sorprendente crecimiento de la fe en Irán ha conducido a una amplia preocupación entre los gobernantes iraníes por la amenaza que supone el cristianismo a los fundamentos de la república islámica.

Una historia similar se ha estado desarrollando en el vecino oriental de Irán: Afganistán. Puertas Abiertas coloca al país en el segundo peor lugar para ser cristiano, solo detrás de Corea del Norte. Como ocurre en Irán, en Afganistán es ilegal convertirse desde el islam, y aquellos que lo hacen enfrentan violencia, cárcel e incluso la muerte. Los cristianos se enfrentan a la persecución no solo desde el gobierno islamista, sino también de parte de los militantes islamistas que tienen como principal objetivo perseguir a las minorías religiosas. Las comunidades cristianas afganas han sido golpeadas por décadas de guerra.

Es imposible asignar una cifra precisa al número de cristianos en Afganistán. Sin embargo, la evidencia disponible indica que el cristianismo continúa creciendo, sostenido por la existencia de una iglesia clandestina, a pesar de la amplia e intensa represión que enfrentan los cristianos. Algunos informes indican que el cristianismo se ha extendido incluso entre las élites afganas y los miembros del parlamento nacional. Un ejemplo de conocimiento público: Rula Ghani, la primera dama del país, es una cristiana maronita de Líbano.

Fuera del mundo musulmán, la experiencia de la mayor iglesia perseguida del mundo —la iglesia china— refleja lo que sucedió con la iglesia primitiva bajo la espada del césar cuando también experimentó un crecimiento exponencial.

Durante las tres primeras décadas de gobierno comunista en China, la iglesia fue objetivo de una severa persecución, especialmente durante la era conocida como la Revolución Cultural, de 1966 a 1976. Lanzada por Mao Zedong, la campaña buscaba preservar el comunismo en China declarando la guerra contra los enemigos percibidos, incluyendo a la religión. Cientos de miles de cristianos, tanto católicos como protestantes, fallecieron durante esta época.

No obstante, el cristianismo persistió en la clandestinidad. Hay que señalar que los protestantes incluso presentaron un considerable crecimiento hacia el final de la Revolución Cultural. Fenggang Yang, sociólogo de la religión, señala que desde 1950 el cristianismo protestante se ha multiplicado 23 veces. Al menos un cinco por ciento de la población china, que asciende a casi mil quinientos millones de personas, se adscribe ahora al cristianismo.

Yang predice que el porcentaje crecerá exponencialmente durante los próximos años, de tal modo que para 2030 China tendrá más cristianos que cualquier otro país. Para 2050, la mitad de China podría ser cristiana.

Es posible que los años por venir demuestren que estas proyecciones eran demasiado optimistas, porque el Partido Comunista Chino continúa con su mano dura contra los grupos religiosos. Pero es poco probable que la represión en China sea capaz de limitar el crecimiento cristiano.

En resumen, la tentación del privilegio político y no la amenaza de la persecución parecen ser el mayor impedimento para la fe cristiana.

Lecciones para la cristiandad

Estas paradojas contienen importantes ramificaciones para las comunidades cristianas de todo el mundo.

En Europa, los políticos y partidos de Hungría, Italia, Polonia, Eslovenia, Francia, Austria, Alemania, Países Bajos y Suiza han hecho un llamado para profundizar la relación entre el cristianismo y sus gobiernos. Algunos políticos exitosos se han posicionado como defensores del cristianismo contra la fe islámica extranjera que amenaza la integridad cristiana de sus respectivos países.

En muchos casos, los partidos de derecha han logrado aumentar su número de votos en parte apropiándose de la defensa de la «nación cristiana». Si estas tendencias continúan, podemos esperar ver más corrosión y declive del cristianismo en esta parte del mundo por las razones descritas con anterioridad.

Se puede ver una historia similar al otro lado del Atlántico. El cristianismo en los Estados Unidos, y en particular el movimiento evangélico, se encuentra hoy en una disyuntiva precaria.

Mientras que los EE. UU., a diferencia de sus colegas europeos, no tienen un apoyo oficial del Estado a la religión, eso no significa que el cristianismo no se haya entrelazado con el Estado. A medida que el cristianismo se ha entretejido con la política partidista, los EE. UU. han visto un declive simultáneo en la religiosidad en las últimas décadas, y esta tendencia ha sido confirmada por diversos estudios académicos.

Durante los últimos treinta años, los EE. UU. han presenciado un agudo incremento del número de estadounidenses sin afiliación religiosa, desde un seis por ciento en 1991 hasta un 23 por ciento hoy, aunque la población estadounidense en su totalidad ha experimentado un importante crecimiento durante este periodo. Nuestro argumento sugiere que este aumento de los no afiliados en lo religioso se debe, en parte, a los intentos de los cristianos por ganarse el favor del Estado (y a que algunas veces lo ha recibido).

Los cristianos conservadores al comienzo se involucraron en la política en la década de 1970 como un modo de luchar contra la erosión de «los valores cristianos» en la sociedad y de «hacer regresar a los Estados Unidos a Dios».

La intersección de la religión y la política, sin embargo, ha repelido a la gente del cristianismo, porque ven la fe cristiana como sinónimo de apoyar a cierta clase de políticas con las que discrepan en lo personal. Como resultado, el cristianismo politizado solo es capaz de apelar a un grupo de individuos cada vez más estrecho, al mismo tiempo que aleja a los liberales y a los moderados de la iglesia.

La sacralización de la política sugiere que puede ser que los EE. UU. se estén dirigiendo por el mismo camino que sus colegas europeos. La buena noticia para los cristianos a los que esto les preocupa es que, si nuestra investigación y nuestro análisis es correcto, puede que sea posible revertir las tendencias hacia la secularización.

Para lograrlo, se requieren instituciones de fe que rehúyan la tentación del privilegio y no vean la competencia religiosa como una amenaza o algo que se deba eliminar. Este enfoque no requiere que los cristianos se segreguen y se aparten de la vida pública, ni que abandonen la política por completo; sin embargo, advierte a los cristianos seriamente respecto a equiparar a cualquier partido, ideología política o nación con los planes de Dios.

Nuestra investigación sugiere que el mejor modo para que las comunidades cristianas puedan recuperar su testimonio del evangelio es rechazar la búsqueda del privilegio político y que noten que es inconsistente con las enseñanzas de Jesús. Al hacerlo, mostrarían que toman seriamente la promesa de Cristo de que ninguna fuerza prevalecerá contra su Iglesia. Y rechazar el privilegio hará que los creyentes confíen más en que el Espíritu Santo abra los corazones al mensaje del evangelio.

Nilay Saiya es profesor adjunto de políticas públicas y asuntos globales en la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur. Es autor de Weapon of Peace: How Religious Liberty Combats Terrorism (Cambridge University Press, 2018).

Speaking Out es la columna de opinión para invitados de Christianity Today y (a diferencia de un editorial) no representa necesariamente la opinión de la publicación.

Corrección: una versión previa de este artículo aseguraba erróneamente que el rey sueco sigue siendo cabeza de la Iglesia de Suecia y designa a los obispos. La iglesia y el Estado se separaron en 2000.

Metodología. Nuestra medida de la tasa de crecimiento cristiano tiene como fuente el Proyecto Pew-Templeton para el Futuro Religioso Global, mientras que nuestra forma de medir el favoritismo del Estado o la discriminación contra el cristianismo tiene como fuente el Proyecto para la Religión y el Estado. Los datos económicos y demográficos tienen como fuente los Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Theology

La teología del siglo XX perdió de vista algo esencial sobre la Trinidad

Es hora de recuperar la enseñanza de que el Padre, el Hijo y el Espíritu actúan como uno solo, sin “división del trabajo” entre ellos.

Christianity Today May 24, 2021
Illustration by Rick Szuecs / Source image: Wikimedi Commons

Cuando los padres de la iglesia defendieron uno de los credos más importantes de la historia de la iglesia (el credo más importante, según afirman algunos), el credo de Nicea, creían que la doctrina bíblica y ortodoxa de la Trinidad estaba en juego, y con ella, la supervivencia de la Iglesia.

Mientras se esforzaban por defenderla, señalaron varias creencias clave como absolutamente esenciales en la lucha contra la herejía. Una de ellas era la de las “operaciones inseparables”, una creencia resumida en una famosa frase latina: opera Trinitatis ad extra indivisa sunt. Lo que esto significa es que la obra de la Trinidad, desde la creación hasta la salvación, es indivisa. O como dijo Agustín con tanta elegancia en su clásico De Trinitate, “Como el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son inseparables, así también trabajan inseparablemente”. El Padre, el Hijo y el Espíritu actúan como uno porque son uno: uno en esencia, voluntad, poder y gloria.

Entremos ahora a la modernidad. La doctrina de las operaciones inseparables —la “regla” que una vez fue indispensable para la ortodoxia y la liturgia cristianas— ha sido puesta en duda: dispensada por algunos y modificada severamente por otros. Como explica el teólogo Adonis Vidu en su nuevo y aleccionador libro, The Same God Who Works All Things: Inseparable Operations in Trinitarian Theology, [El mismo Dios que obra todas las cosas: operaciones inseparables en la teología trinitaria], “durante el último siglo la regla ha pasado de formar parte del fundamento mismo del dogma trinitario a ser esquivada como una de sus mayores vulnerabilidades”.

¿Qué ha pasado? ¿Y por qué es importante?

El alejamiento de la tradición nicena

La tradición clásica nicena se esforzó por preservar el testimonio de la Escritura sobre la unidad de las personas de la Trinidad, así como su igualdad. Esta tradición distinguía a las personas según sus relaciones eternas de origen: el Hijo es eternamente engendrado del Padre, quien no es engendrado, y el Espíritu procede eternamente (o es espirado) del Padre y del Hijo.

Sin embargo, estas “procesiones” (o propiedades personales) no crean tres dioses, ya que, como dijo el puritano inglés John Owen, “una persona divina no es más que la misma esencia divina, con una propiedad especial, que subsiste de una manera especial”. Por ejemplo, los padres de la iglesia no solo dijeron que el Hijo es eternamente engendrado del Padre (esto es lo que distingue al Hijo como Hijo); se aseguraron de aclarar que el Hijo es engendrado de la esencia del Padre. Como dijo el antiguo apologeta cristiano Juan de Damasco, la Trinidad “no es una naturaleza perfecta compuesta por tres elementos imperfectos, sino una esencia simple… que existe en tres subsistencias perfectas”. Esa palabra “simple” ( o “no compuesto”) es fundamental, ya que evita que la Iglesia convierta a la Trinidad en un conjunto de partes separadas, es decir, individuos que pueden ser mayores o menores, superiores o inferiores.

Todo cambió en el siglo XX, cuando los teólogos, apartándose de la tradición nicena, empezaron a definir la Trinidad como una sociedad de agentes separados, una sociedad no muy diferente de nuestra sociedad humana. En una declaración impactante, el teólogo Colin Gunton explicó el nuevo pensamiento de la siguiente manera: “Lo que es ser una persona humana es en este caso idéntico a lo que es ser una persona divina, y por lo tanto la palabra significa lo mismo en los niveles de creador y creación”.

Con el auge de lo que llegó a llamarse trinitarismo social, explica Vidu, se redefinió el concepto de las personas divinas, como si cada persona fuera su propio centro de conciencia y voluntad, su propio y distinto ser individual. El filósofo cristiano Richard Swinburne llegó a proponer una Trinidad compuesta por tres individuos. La investigación de Vidu es reveladora: aún cuando los teólogos modernos seguían reservando un lugar para la doctrina de las operaciones inseparables, describían la unidad de la Trinidad en la creación y en la salvación simplemente como una empresa cooperativa o como una sociedad de división del trabajo. Pero en algunos casos, la doctrina se descartó por completo porque no podía encajar con el énfasis en la individualidad de las personas que había sido impulsado por el trinitarismo social.

Nada de esto le parece bien a Vidu. Y, en mi opinión, su angustia teológica está más que justificada. Vidu da en el clavo cuando concluye que la teología moderna no solo ha malinterpretado, sino que ha hecho un mal uso de esta doctrina fundamental de las operaciones inseparables. Escribe: “[Esta doctrina]… No indica que dentro de la vida inmanente de la Trinidad hay tres agentes separados que tienen cada uno una voluntad separada, un conocimiento separado y un amor separado por los demás”, como suponen los teólogos modernos. “Más bien, indica que dentro de la causalidad divina esencial se obtienen distinciones reales e irreductibles, que hay relaciones subsistentes que distinguen y definen a las personas en contraposición a las otras, pero nunca en contraposición a la sustancia”.

Esta última frase, “pero nunca en contraposición a la sustancia”, no debe pasarse por alto. ¿Qué está sugiriendo Vidu? Al tratar al Padre, al Hijo y al Espíritu como agentes separados con voluntades separadas, y al explicar su unidad de acción como una cuestión de empresa cooperativa, hemos puesto a las personas en contraposición a su sustancia divina compartida. ¿Es de extrañar, entonces, que en las últimas décadas se acuse a algunos de triteísmo (tres dioses)?

Vidu también advierte lo fácil que es pasar de una definición social de las tres personas a relaciones de supremacía y subordinación entre ellas. El credo de Nicea rechazaba sin ambigüedad alguna la idea de que el Hijo estuviera subordinado al Padre, describiendo a Jesús, por ejemplo, como “Dios verdadero de Dios verdadero”, engendrado “de la misma esencia que el Padre”. Pero en las últimas décadas, muchos evangélicos importantes han creado una nueva teoría de la subordinación, como si el Padre tuviera una autoridad y una gloria superiores a las del Hijo.

Este es un recordatorio aleccionador de que hemos sido más influenciados por la teología moderna de lo que pensamos. Por muy inteligente que suene decir que el Hijo es ontológicamente igual al Padre pero funcionalmente subordinado, debemos tener el suficiente discernimiento para ver a través de esa falsa dicotomía. Como bien observa Vidu: “Una persona divina no es una cosa y la sustancia divina otra. Más bien, cada persona divina es idéntica a la sustancia, pero bajo un aspecto relacional particular e irreductible”.

Si Vidu tiene razón, entonces la doctrina de las operaciones inseparables podría tener un futuro en la teología evangélica. Pero solo si primero reconocemos que no hay acciones individuales, sino que el Padre, el Hijo y el Espíritu realizan una acción única.

Unidad de acción

El objetivo del libro de Vidu es recuperar la doctrina de las operaciones inseparables y, con ella, la unidad de la Trinidad, proyecto que ha sido largamente postergado. La contribución de Vidu brilla más cuando plantea varios casos de prueba, entre ellos el de la Encarnación. ¿Es la Encarnación el Hijo en solitario? Por desgracia, demasiados teólogos modernos y evangélicos así lo refieren, como si se pudieran atribuir acciones exclusivas a personas individuales.

Vidu recurre a Agustín para amonestarnos: “La Trinidad produjo la carne de Cristo, pero al único de ellos al que pertenece es a Cristo”. Si la doctrina de las operaciones inseparables es cierta, entonces toda la Trinidad produce la “acción” que llamamos el milagro de la Encarnación; por otro lado, el “estado” de la Encarnación, queriendo decir con ello la naturaleza humana en sí, pertenece solo al Hijo.

Esto no es una contradicción. La singularidad de la acción de la Trinidad proviene de la singularidad de la esencia divina común y compartida; sin embargo, sólo el Hijo se encarna, porque cada persona puede “apropiarse” de una obra de salvación de un modo que corresponde a su relación eterna de origen. Puesto que el Hijo es eternamente engendrado del Padre, es conveniente que el Padre envíe al Hijo a asumir una naturaleza humana para su persona y para nuestra salvación. O, como dice Vidu con tanta precisión: “Las personas no poseen sus acciones distintas, sino que poseen un modo de acción distinto dentro de la unidad de la misma acción”.

Por lo tanto, como argumenta Vidu, si bien podemos observar un determinado “efecto creado” —desde la Creación hasta la Encarnación— y decir que “termina” en una persona concreta, también debemos reconocer que cualquier acción es la acción única de toda la Trinidad. Vidu recurre a una ilustración a lo largo de su libro para captar este misterio: “Al igual que el objeto metálico que es movido por todo el imán, y sin embargo se adhiere de forma exclusiva a uno de los polos, la naturaleza humana de Jesucristo, efecto creado de la misión del Hijo, es producida por toda la Trinidad y sin embargo se adhiere exclusivamente al Hijo”.

Esta ilustración toma cuerpo cuando el libro llega al Calvario. Vidu se identifica con la expiación penal sustitutiva, la creencia de que en la cruz Cristo ocupó nuestro lugar y cargó con la pena (el juicio divino, la ira eterna) por nuestras transgresiones. Sin embargo, se apresura a señalar que algunos defensores han articulado esta doctrina de una manera que separa a la Divinidad. Una teoría a la que se recurre con frecuencia presenta al Padre como a la persona enfadada de la Trinidad, y al Hijo como la persona amorosa. Otra especula que la Cruz produjo un cambio en Dios, empujándolo de la santidad al amor. Tal vez lo peor de todo es que algunos afirman que el grito de abandono de Jesús: “¿por qué me has abandonado?”, significa que la Trinidad se dividió en el momento de la crucifixión: una ruptura en la Divinidad. La recuperación de Vidu de la doctrina de las operaciones inseparables es una corrección necesaria: si la sustitución penal tiene alguna posibilidad de escapar de sus peores caricaturas, debe evitar las representaciones que arrojan al viento los matices nicenos en un esfuerzo por preservar la satisfacción divina.

No obstante, hay que plantear una crítica. Por un lado, Vidu es tan refrescante como honesto al predecir los daños colaterales que vendrían en caso de que no nos acerquemos a la Expiación dentro de los límites que proporciona el enfoque de las operaciones inseparables. Por otro lado, terminé su capítulo sobre la expiación buscando una orientación exegética. Si el grito de abandono de Cristo no es una ruptura en la Divinidad, ¿cómo debe interpretarse la cita de Cristo del Salmo 22:1?

El convincente argumento teológico de Vidu podría avanzar más si prestara atención a las categorías canónicas. Por ejemplo, Pablo asume en Romanos 5 que Cristo es el Segundo Adán. El primer Adán representaba a su posteridad, pero su pecado trajo la condenación. La violación del pacto de la creación dio lugar a la maldición del cosmos. En cambio, el nuevo Adán, Cristo, representa a los impíos, pero su fidelidad a la ley de Dios es nuestra justificación. Desde ese punto de vista, la Cruz no es una ruptura en la Trinidad, sino el Hijo sustituyéndose a sí mismo y cargando con la maldición de la transgresión de Adán: la condenación de la ley. Al igual que el profeta Isaías, Gregorio de Nacianzo, antiguo padre de la Iglesia escribió: “[Cristo] estaba en su propia persona representándonos. Porque nosotros antes éramos los abandonados y despreciados, pero ahora, por los sufrimientos del que no podía sufrir, fuimos tomados y salvados. Del mismo modo, hace suya nuestra falta y nuestras transgresiones”.

Vidu no dedica una amplia atención a los diversos motivos bíblicos. Sin embargo, al sentar las bases filosóficas, deja abierta una oportunidad. Hay que trabajar más en la localización de estos temas canónicos dentro del marco niceno, que es un fruto que aún no se ha producido en el árbol de la interpretación teológica.

Dogmática profunda

Este libro es un magnífico ejemplo de dogmática profunda, del tipo que C. S. Lewis dijo una vez que disfrutaba aún más que los libros devocionales, mientras al leerlos tuviera un lápiz en la mano. Vidu es minucioso y persuasivo. Convincente, tal vez sea la mejor palabra. Su libro deja al lector lamentando nuestra negligencia y mal uso de la teología de las operaciones inseparables.

Pero si Vidu logra su cometido, este libro impulsará a la iglesia a unirse a él en la recuperación de la ortodoxia Trinitaria. Después de un siglo de experimentar con el proyecto liberal en una doctrina tan importante como la Trinidad —y sí, me refiero a los evangélicos como participantes cómplices— ha llegado el momento de recuperar nuestra herencia ortodoxa. Y la teología de las operaciones inseparables, tal como la afirma la tradición pronicena, es el paso correcto para la renovación.

Matthew Barrett es el autor de Simply Trinity: The Unmanipulated Father, Son, and Spirit . Es profesor asociado de teología cristiana en el Midwestern Baptist Theological Seminary, editor ejecutivo de Credo Magazine y presentador del Podcast Credo.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Books
Excerpt

John Piper va «más hacia arriba y más hacia adentro» en la doctrina de la Providencia de Dios

Su último libro, aunque con fundamento en la tradición reformada, busca dar respuesta a las preguntas del siglo XXI.

Christianity Today May 20, 2021
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«¡He llegado a casa por fin! ¡Esta es mi verdadera patria! Aquí es donde pertenezco. Esta es la tierra que he estado buscando durante toda mi vida, aunque nunca lo supe hasta ahora. La razón por la cual amamos la antigua Narnia es que a veces se parecía un poquito a ésta… ¡Vamos más hacia arriba, vamos más hacia adentro!» —C. S. Lewis, La Última Batalla

Como pastor y autor, John Piper es conocido desde hace mucho tiempo por cantar el cántico de la gloria de Dios con una pasión poco común. Su libro más reciente, el voluminoso Providence [Providencia, disponible en español en enero de 2022] (escrito más de tres décadas después de su emblemático volumen Desiring God [Deseando a Dios]) confirma que Piper tiene aún más versos empapados de las Escrituras por cantar.

En esta etapa de su ministerio, podría ser útil imaginar a Piper en el papel del personaje de C. S. Lewis, Digory Kirke, de Las crónicas de Narnia. Piper, sin embargo, es Kirke en la edad de su mayor influencia, cuando ha pasado de ser el niño Digory al anciano profesor que acoge a los niños Pevensie para que se alojen en su propiedad y encuentren en su armario un portal a un nuevo mundo.

El profesor Kirke, como descubrirá el lector en volúmenes posteriores, ha estado antes en Narnia y conoce el otro mundo que descubren los niños. A su regreso, está ansioso por escuchar acerca de su viaje y guiarlos a ir «más hacia arriba y más hacia adentro», de tal forma que puedan ver y comprender mejor ese mundo y a su creador. Piper, al igual que Kirke, muestra al lector de hoy cuánto ha visto de la gloria de Dios, y cuánto consuelo y verdad transformadora hay en la doctrina de la providencia.

La doctrina de la providencia

En la introducción, Piper abre la puerta para ver a Dios y su mundo de una manera renovada, ofreciendo cuatro invitaciones para estudiar la providencia de Dios. Son invitaciones a adorar y conocer al Dios que «no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros», y a encontrar la seguridad de que mediante su providencia «generosamente habrá de darnos todas las cosas», incluyendo, por encima de todo, a Cristo mismo (Romanos 8:32, NVI). Lo que sigue son 700 páginas divididas en 45 capítulos, agrupados en tres partes.

La primera parte define la concepción de Piper sobre la providencia. Esta doctrina transmite la idea de una acción con propósito en el hecho de que Dios «sostiene, dirige, dispone y gobierna “todas las criaturas, acciones y cosas”». Piper llega a esta definición sin querer desarrollar nada nuevo. Trabaja a partir de la articulación clásica reformada de la providencia, citando confesiones de fe clave, incluyendo el catecismo y confesión de Westminster (documentos familiares para los estudiantes de Piper dada su famosa edición que consistió en cambiar el «y» por «al» en la respuesta del catecismo a la primera pregunta sobre el fin principal del hombre: debemos glorificar a Dios al disfrutarlo para siempre).

Además, la definición de Piper es coherente con la forma en que la tradición reformada posterior organizó la doctrina en términos de preservación (Dios sostiene el mundo), gobierno (lo gobierna según su voluntad) y concurrencia (utiliza el funcionamiento ordinario de la naturaleza para cumplir sus propósitos). Piper cita a Charles Spurgeon para mostrar cómo su definición distingue entre providencia y destino, y, de hecho, suena muy similar a Calvino (quien cita a Pablo, Agustín y Basilio) en los Institutos: «Afirmamos que Dios es el soberano y gobernador de todas las cosas. …Los planes e intenciones de los hombres son gobernados por su providencia de tal manera que son llevados por ella directamente a su fin señalado». El hecho de que Piper escriba desde la tradición reformada es significativo, ya que los reformadores vieron la doctrina de la providencia como un medio de consuelo y certeza en respuesta tanto a las enseñanzas de Roma de aquella época, como a los ataques a su bienestar.

La segunda parte de Providence explora el objetivo último del gobierno providencial de Dios. En otras palabras, revela la respuesta de Piper a la pregunta: «¿Adónde lleva Dios al mundo?». Aquí el lector es deleitado con una teología bíblica completa de la providencia, desde la creación hasta el Nuevo Pacto, y concluyendo con la glorificación del pueblo de Dios. Piper subraya que este plan de Dios para Israel y para «el impacto salvador y global de Jesús en todas las naciones» es «un solo plan», no algo que evoluciona o cambia con el tiempo o bajo diferentes circunstancias.

Piper muestra que, aunque su comprensión de la providencia se basa en el cristianismo clásico, la tradición reformada y Jonathan Edwards, hace hincapié en los aspectos de la doctrina que proporcionan respuestas únicas y necesarias a las preguntas del siglo XXI. Dios, nos asegura, está llevando al mundo a un día en el que se exaltará a sí mismo, no para distraer a la humanidad de «lo que en última instancia es satisfactorio», sino precisamente para «revelárnoslo e invitarnos a disfrutarlo». En resumen, no hay conflicto entre la glorificación de Dios, nuestro gozo a través de Jesucristo, y el deleite de Dios en nuestro disfrute de él. Entretejer estos elementos es el objetivo último de la providencia.

La tercera y más larga parte de Providence examina la naturaleza y el alcance de la doctrina. Por naturaleza, Piper se refiere a la cuestión de cómo Dios influye en lo que gobierna. Por extensión, tiene en mente el alcance del gobierno de Dios. Siguiendo a la Biblia y a Edwards, Piper afirma que el mundo está concentrado en Dios y que «nada en la naturaleza ocurre sin la sabia, justa y bondadosa providencia de Dios». En estos capítulos, marcados por un lenguaje poético y un uso inspirador del relato, hay amplias reflexiones sobre los osos, el viento y el pensamiento de un día de providencias no agradecidas. Providence considera la naturaleza y el alcance de la relación de Dios con Satanás, los reyes y las naciones, y la vida y la muerte, y concluye que «no hay ninguna esfera de la vida… en la que la providencia esté suspendida o limitada en su dominio último o decisivo».

La sección más extensa de la tercera parte trata de la providencia de Dios sobre el pecado y las decisiones humanas pecaminosas. En lugar de ver esto como un tema a evitar, Piper se esfuerza por mostrar por qué las acciones de Dios son la última esperanza para los pecadores y sus víctimas. Explica: «Cualquiera que sea el verbo que utilice para describir la relación de Dios con las elecciones humanas, siempre me refiero a que de alguna forma Dios las «permite» y las «asegura» (providencia), lo que nunca significa que Dios peque, o que el hombre no sea responsable de sus elecciones. En concreto, Dios puede ocuparse de que se produzca el pecado sin pecar él mismo ni quitarle la responsabilidad al pecador». En esta sección, al igual que en gran parte del volumen, Piper utiliza el texto bíblico como su fuente principal y autoridad última: él siempre se detiene donde las Escrituras se detienen y reconoce los límites de las mentes humanas finitas para comprender los misterios que aún se mantienen ocultos acerca de «cómo» actúa Dios.

Pero esto no quiere decir que actúe sin influencia teológica. La idea de que la providencia de Dios permite el mal sin desearlo es coherente con la tradición de la Iglesia primitiva en las obras de Tertuliano, por un lado, y de Agustín, por otro, además de Anselmo y Aquino, quienes la trasladaron a la época de la Reforma. Aquino, apoyándose en Agustín, afirma: «Por tanto, Dios no quiere que se haga el mal, ni quiere que no se haga, sino que desea permitir que se haga el mal, y esto es bueno». Los puntos de vista de Piper sobre la compatibilidad de la libertad humana y la soberanía de Dios siguen a Calvino, las confesiones reformadas y el libro Freedom of the Will [La libertad de la voluntad] de Jonathan Edwards.

Las secciones restantes abordan la naturaleza y el alcance de la providencia en la conversión, la vida cristiana y el futuro. Aunque no menciona por nombre a las diversas teologías de la era moderna que se han desviado, los argumentos de Piper se sostienen lo suficientemente bien como para refutar las afirmaciones del deísmo, la teología del proceso, el liberalismo protestante y el teísmo abierto, por no mencionar otras cosmovisiones y religiones del mundo. Además, sus exhortaciones a una vida cristiana llena de alegría y amor en respuesta a la naturaleza y el carácter de Dios sirven para abordar muchas de las preguntas que los evangélicos se hacen, o bien necesitan hacerse. Sus diez ejemplos de los efectos de conocer y amar la providencia de Dios son una receta para la renovación entre aquellos que se llaman a sí mismos seguidores de Cristo nacidos de nuevo y creyentes en la Biblia.

Una doctrina fundamental

Piper cierra con un capítulo completo sobre la esperanza que comparten todos los que anhelan el regreso de Jesucristo. Esto debería mover al lector a la alabanza, de forma muy parecida a la del poeta puritano George Herbert al final de su poema «Providence»:

Todas las cosas que son, aunque siguen diversos caminos,
Dentro de su ser se unen en un solo consejo
A honrarte a ti; y así te ofrezco mi alabanza
En todos mis himnos, pero en este lo hago doblemente.

A lo largo de la historia de la Iglesia, la recuperación y la defensa de la doctrina de la providencia han resultado fundamentales. Desde la estabilidad de la Iglesia primitiva en respuesta a la herejía, pasando por la certeza medieval en respuesta a los dilemas filosóficos, hasta el consuelo de la Reforma en respuesta a la falta de certeza en la salvación y la refutación teológica en respuesta a la innovación y deconstrucción modernas, la doctrina de la providencia ha servido y preservado al pueblo de Dios.

En nuestra época de conflicto, duda, pesimismo y confusión, es necesaria una recuperación de la doctrina de la providencia. El libro Providence de Piper permite a los lectores ver a Dios en acción, aportando esperanza y un fundamento para capear las olas del tumulto cultural. Como escribió Calvino en los Institutos, la providencia proporciona consuelo al recordarnos que «cuando el mundo parece estar revuelto y sin rumbo, el Señor está actuando en todas partes».

Durante décadas, Piper ha apuntado hacia un gran Dios de belleza y misterio, y en este gran volumen, apunta una vez más, ensalzando tanto la belleza como el misterio en la providencia para el presente y el futuro. El profesor Piper, aquí en las tierras sombrías, escribe con alegría sobre un verdadero «otro mundo» en el que se conoce a Dios en su totalidad, y nos invita a todos a ir «más hacia arriba y más hacia adentro».

Jason G. Duesing es rector y profesor de teología histórica en el Midwestern Baptist Theological Seminary. Es coeditor de Historical Theology for the Church y autor de un nuevo libro para niños: The Moon Speaks.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Está bien permitir que su mente divague mientras ora

Esas distracciones no son errores de concentración, sino oportunidades para confiarle a Dios las verdades más profundas de nuestros corazones.

Christianity Today May 17, 2021
Norbert Kundrak

Una tarde, cuando (yo, Kyle) estaba en el seminario, fui con algunos compañeros de clase a la casa de un profesor. El profesor estaba hablando de una minucia que le resultaba particularmente molesta: que la gente ore a la persona incorrecta de la Trinidad. Después de un breve berrinche, sugirió que termináramos con una oración. ¡Nadie se atrevió a decir una sola palabra! Después de un par de minutos, todos comenzamos a reír porque sabíamos qué estaba pasando. Estábamos tan concentrados en “orar correctamente” que nadie quería orar.

Es muy fácil centrarse en “orar correctamente” y olvidarse completamente de orar en realidad. Es justo eso lo que hace que la oración muera. Si la oración se convierte en un lugar para orar solo acerca de lo que pensamos que Dios quiere que oremos y no de lo que realmente hay en nuestro corazón, entonces simplemente no oraremos. En palabras del monje dominico Herbert McCabe: “A menudo la gente se queja de las ‘distracciones’ que sufre durante la oración. Su mente divaga por otras cosas. Esto casi siempre se debe a que oras por algo que en realidad no quieres tanto, pero crees que sería apropiado, respetable y ‘religioso’ quererlo”.

Cuando la oración se convierte en una especie de actuación, es fácil interpretar como errores experiencias tales como que nuestra mente divague. Pero McCabe señala algo importante. Debido a que tenemos al Espíritu de Dios en nuestras almas, el que la mente divague no debería verse como el acto azaroso de un intelecto indisciplinado. Nuestras mentes divagan porque, en palabras de Jesús, “donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:21, NVI). Cuando entramos en la presencia de Dios al orar, lo hacemos con el Espíritu presente en las verdades más profundas de nuestros corazones. No nos debería sorprender que la verdad de nuestros corazones comience a filtrarse y llegue a la superficie.

En vez de ver la divagación de nuestra mente como un error, deberíamos verla como una oportunidad para orar por los deseos más profundos de nuestra alma. Nos sentimos tentados a hacer lo contrario: dejar de orar y enojarnos con nosotros mismos por nuestra incapacidad para concentrarnos o por no haber logrado orar del modo “correcto”. En esos momentos dejamos de hablar con Dios porque no creemos que Dios quiera que le hablemos de cosas así. Son problema nuestro. Representan el deambular de nuestra mente y nuestro corazón hacia los ídolos, las preocupaciones y los amores. Cuando estos pensamientos aparecen, resulta muy útil orar de esta forma: “Padre, mira esto. Mira lo que mi corazón hace en tu presencia. Señor, en lo profundo de mi corazón deseo tener control para calmar mis miedos y ansiedades. Señor, ayúdame a confiar en ti con respecto a esto”.

Cuando oramos, tenemos que evitar intentar arreglar nuestras vidas o darnos a nosotros mismos una charla motivadora sobre cómo hablar correctamente con Dios. La oración no es eso, y no es en estos detalles donde se encuentra nuestra esperanza. Las oraciones se vuelven aburridas e insulsas cuando peleamos solos con la culpa, la ansiedad, el miedo o la vergüenza en vez de llevarlos delante de Dios.

Kyle Strobel y John Coe, Where Prayer Becomes Real, Baker Books, una división de Baker Publishing Group, © 2021. Usado con permiso del editor. www.bakerpublishinggroup.com

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Theology

C. René Padilla: Una iglesia sin teología

La única teología que conocemos en América Latina es la que hemos heredado de una reflexión ajena a nuestra situación.

Christianity Today May 5, 2021

Este artículo fue publicado por primera vez en inglés el 1 de febrero de 1974. Hoy publicamos esta traducción en homenaje a C. René Padilla tras la noticia de su fallecimiento con el único objetivo de poner a disponibilidad de nuestra audiencia hispanohablante los escritos antiguos del autor. No afirmamos que este artículo describa la situación actual de la teología en América Latina.

Hace unos meses, después de una visita a América Latina, un teólogo estadounidense informó que varios profesores de un conocido seminario evangélico de la región habían adoptado la «teología de la liberación». Bien podría haber añadido que en lo relacionado a la teología evangélica, la totalidad de la iglesia en esta parte del mundo es tierra fértil para cualquier teología que busque seriamente cobrar vida en medio de una situación de revolución.

Para entender el problema hay que darse cuenta primero de que la iglesia latinoamericana es una iglesia sin teología. Ciertamente, una teología está siempre implícita en la comunicación del Evangelio, incluso en el nivel más elemental. Además, no hay que asumir que la única teología que merece ese nombre es la teología especulativa. Al afirmar que la Iglesia en América Latina es una Iglesia sin teología, no niego la existencia de una «teología implícita» ni lamento la ausencia de teología especulativa. Mi afirmación sólo tiene sentido dentro de un análisis más profundo de la función de la teología en la vida y misión de la Iglesia. Apunta hacia un fracaso de la Iglesia en cuanto a su reflexión sobre el significado de la revelación de Dios aquí y ahora, y sobre sus implicaciones para la misión cristiana en una situación concreta. Para ser más exactos, podríamos decir que la Iglesia en América Latina es una Iglesia sin reflexión teológica propia.

Una rápida mirada a los planes de estudio de la mayoría de los seminarios e institutos bíblicos, a la predicación y la liturgia en las iglesias, y a la literatura en las librerías cristianas de toda América Latina, bastaría para demostrar que nuestra «dependencia teológica» es tan real y tan grave como la dependencia económica de los países del Tercer Mundo.

Esta ausencia de reflexión teológica se observa en todos los aspectos de la vida y la misión de la Iglesia. La única teología que conocemos es la que hemos heredado de una reflexión ajena a nuestra propia situación: un conjunto de conceptos poco relacionados con las cuestiones que nuestro propio mundo plantea a la vida cristiana.

Las consecuencias de este lamentable déficit teológico no pueden ser exageradas. Mencionaré tres:

1. La falta de encarnación del Evangelio en la cultura latinoamericana. Es cierto que el Evangelio no puede ser una cosa aquí y otra allá. Ha sido dado «una vez y para siempre», y su anuncio es fiel en la medida en que ese anuncio manifiesta la permanencia de los datos revelados en cualquier lugar geográfico en que se realice. Sin embargo, una de las funciones de la teología es mostrar la relevancia de la revelación bíblica en cada cultura. Si la teología fracasa en este aspecto, la Palabra de Dios es un logos asarkos, un mensaje que tocará la vida sólo tangencialmente. Esta es una de las consecuencias más trágicas de la falta de reflexión teológica en la Iglesia en América Latina: que el Evangelio sigue teniendo un sonido extraño, o ningún sonido, en relación con muchos de los sueños y ansiedades, problemas y preguntas, valores y costumbres de la vida en esta parte del mundo.

2. La incapacidad de la Iglesia para hacer frente a las ideologías del momento. Una Iglesia sin teología es una Iglesia sin criterios para evaluar las respuestas de las ideologías a los problemas de la sociedad. El resultado es que la Iglesia se ajusta a las circunstancias contemporáneas y se convierte en guardiana del statu quo, o bien se deja condicionar por la propaganda a favor del cambio y se convierte en instrumento de las ideologías del momento. Creo que en este terreno radica el mayor peligro de una «iglesia de masas» sin reflexión teológica, como es el caso de la Iglesia en América Latina en este momento de la historia: el peligro de dejarse llevar por los vientos que soplan, sin criterio para discernir las exigencias del Evangelio en su propia situación.

La gravedad de esta situación la ilustran muchos jóvenes criados en hogares e iglesias cristianas que, una vez que comienzan a plantearse su responsabilidad frente la injusticia social, se ven incapaces de responder a los argumentos de sus amigos marxistas y, o bien ceden ante el marxismo, o emprenden la huida hacia un cristianismo individualista marcado por el conservadurismo político. Hay una urgente necesidad de un marco bíblico que ayude a los cristianos a evaluar las diferentes interpretaciones de la situación histórica (¡o a cambiarla!), sin caer en la santificación de las ideologías de izquierda o de derecha.

3. La pérdida de cristianos de segunda y tercera generación. Este es un fenómeno común. Lo he visto en toda América Latina. Muchos jóvenes que fueron criados en hogares cristianos ahora no tienen nada que ver con el Evangelio. Uno de los muchos «sociólogos» que estudian el «fabuloso crecimiento de la Iglesia en América Latina» hoy en día podría prestar un servicio inestimable a la causa de Cristo incluyendo una encuesta no sólo de los que entran en la Iglesia sino también de los que salen de ella. Sospecho que este estudio mostraría que el número de jóvenes «cristianos» de segunda y tercera generación que han abandonado la Iglesia en la última década asciende a miles y que en la mayoría de los casos la razón fue la ausencia de una base bíblica sólida y de una comprensión de las dimensiones más amplias del cristianismo.

El joven cuyo conocimiento bíblico no va más allá del nivel de la escuela dominical, tarde o temprano descubre que su cristianismo se derrumba, que su fe carece de una base lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de las objeciones que plantea la vida en la sociedad contemporánea. ¡En realidad no sorprende que muchos de los líderes guerrilleros de algunos países latinoamericanos provengan de hogares cristianos! Lo que la Iglesia no pudo brindarles en términos de un propósito en la vida y de una perspectiva desde la cual entender el proceso histórico, lo han encontrado en un ideal secular que al final destruye su «fe heredada».

El análisis precedente de la situación proporciona el contexto para entender el gran atractivo que tiene la «teología de la liberación» para los cristianos de América Latina. Una iglesia caracterizada por un énfasis unilateral en la predicación del Evangelio y la multiplicación de miembros se deja llevar fácilmente por cualquier viento de doctrina. Si la situación teológica de la Iglesia en América Latina demuestra algo, es que la reflexión teológica no es un producto sino una parte esencial de la vida y la misión de la Iglesia.

Traducción por Iván Balarezo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

Líderes y amigos recuerdan a C. René Padilla

Teólogos y pastores de América Latina y de todo el mundo lamentan la muerte del teólogo que ayudó a integrar la acción social y la evangelización.

Christianity Today May 5, 2021
Carlinhos Veiga

CT preguntó a los líderes cristianos que conocían a René Padilla, quien falleció a los 88 años [ver obituario en español], sobre su legado entre la comunidad evangélica latinoamericana, cómo cambió el mundo evangélico occidental y cómo influyó positivamente en sus vidas.

Valdir Steuernagel, pastor y teólogo brasileño:

Padilla era una persona de iglesia. La iglesia no era algo acerca de lo que él hablaba, sino algo a lo que él pertenecía. Su vida y su teología no pueden entenderse fuera de un marco eclesiológico. Como viajero continuo y ministro en general, Padilla conocía a la iglesia bastante bien, especialmente en América Latina. Muchos líderes evangélicos del continente optaron por los caminos de la teología de la prosperidad, el crecimiento cuantitativo de la iglesia, y adoptaron un enfoque político populista de derecha. Padilla fue crítico de los modelos que estaban más preocupados por el crecimiento numérico que por las consecuencias éticas del evangelio, y de las iglesias que estaban más preocupadas por tener un impacto en la sociedad que por transformarla en una sociedad más justa, horizontal y transparente. Padilla siempre se comprometió con una iglesia que quería ser señal del reino de Dios.

La empresa misionera norteamericana había llegado a América Latina con un fuerte tono crítico hacia la “teología liberal” y al llamado “evangelio social”. Padilla no pudo aceptar un evangelio que no fuera capaz de dar respuesta a los profundos problemas de pobreza e injusticia en este continente. De alguna manera, Padilla era un “evangélico extraño”, tanto en América Latina como en América del Norte. Un extraño que construyó puentes con otros “extraños” sin negarse a sentarse a la mesa con otros, tal como puede verse en su profunda y crítica participación en el movimiento de Lausana.

Lo más importante que tengo que decir sobre él es que siempre fue el mismo: un dedicado siervo del Señor. Una persona sencilla con una experiencia profunda que siempre —y a veces obstinadamente— enfatizó en un discipulado consistente y profético.

Harold Segura, director de fe y desarrollo de World Vision para América Latina y el Caribe:

El Dr. Padilla ha tenido un impacto significativo en las últimas generaciones de teólogos latinoamericanos evangélicos, sobre todo por su acertada propuesta misiológica denominada Misión Integral. Él nos invitó a pensar en el Evangelio como un proyecto que no solo atendía las necesidades del alma humana, sino también sus necesidades sociales, y estas situadas en un contexto político y cultural determinado.

Su pensamiento y compromisos ministeriales han estado vinculados con la Fraternidad Teológica Latinoamericana, de la cual es uno de sus insignes fundadores, y con la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos. Pero, más allá de estas organizaciones, su pensamiento bíblico ha traspasado fronteras y ha entablado diálogos con teologías evangélicas de otros continentes. La propuesta de la Misión Integral ha sido acompañada por un modelo de interpretación bíblico contextual y por una acción pastoral comprometida con las personas que viven en situaciones de mayor vulnerabilidad.

Christopher J. H. Wright, embajador global y director del ministerio Langham Partnership:

René Padilla estuvo apasionadamente comprometido con la enseñanza y la predicación de la Biblia como la base indispensable para una misión cristiana auténtica e integral que combinaba hechos y palabras: evangelización y compromiso social. Jugó un papel clave en el nacimiento de uno de los tres programas principales de Langham Partnership, a saber, Langham Preaching. Padilla y John Stott habían sido viejos amigos durante décadas, incluso antes de su participación en el Congreso de Lausana de 1974. En 2001, invitó a Stott a dirigir un seminario de predicación en su Centro Kairós en Buenos Aires. Yo acababa de asumir el liderazgo de los ministerios de Langham por invitación de Stott ese mismo año, así que me invitó a acompañarlo en octubre en un viaje que nos vio liderando juntos seminarios de predicación de una semana para pastores y predicadores laicos en Perú y Argentina.

Esos dos primeros seminarios de capacitación en América Latina, inspirados por René Padilla, combinados con enseñanza, práctica, modelado y evaluación, dieron origen a un programa que ha iniciado movimientos nacionales de capacitación para la predicación en más de 80 países. Y en América Latina, el liderazgo indígena de Langham Preaching en todo el continente está en manos de hombres y mujeres, algunos de los cuales fueron asesorados como estudiantes y líderes estudiantiles por el propio René Padilla. Esto es una parte de su enorme legado.

Melba Maggay, presidente de Micah Global:

El Dr. René ha sido un mentor y una especie de Bernabé para aquellos de nosotros que buscábamos puntos de referencia teológicos para los problemas que enfrentábamos en nuestros diversos contextos en el Mundo Mayoritario. Luchó por la inserción de la preocupación social en la declaración de Lausana redactada por John Stott a mediados de los setentas. Desde entonces, mi generación de académicos y activistas se han inspirado mucho en sus ideas y su generosa forma de animar a otros.

El hombre tenía una combinación única de erudición y calidez pastoral. Trabajamos juntos en el borrador de la declaración de la Red Miqueas y me impresionaron tanto su compromiso sin concesiones, como su insistencia en la justicia social y la rectitud personal. Cuando estuvimos juntos en Ghana, le pregunté cómo se encontraba, pues su amada esposa había fallecido unos meses antes. Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras hablaba. Me conmovió profundamente tener frente a mí a un hombre que había luchado con valentía en muchas batallas, pero guardaba en su interior mucha ternura y una gran tristeza por la pérdida de su esposa, algo bastante raro en estos días de infidelidad incluso entre los líderes de la iglesia. Es seguro que lo extrañaré.

Tom Lin, presidente de InterVarsity Christian Fellowship y miembro del comité del Movimiento de Lausana:

El legado de René se extiende realmente desde teólogos e instituciones individuales hasta la iglesia global. Todo evangélico que ve la evangelización y el compromiso social como llamamientos complementarios tiene una gran deuda con René. En el Congreso de Lausana de 1974, ayudó a la iglesia occidental a recuperar una visión bíblica para la misión integral, que ha dado forma a las misiones globales y a la participación de la comunidad de la iglesia desde entonces. La santidad y el amor de Dios conducen de manera natural a un evangelismo sólido y a la justicia bíblica, porque Dios desea que su justicia se refleje en los individuos y las sociedades.

La misión integral surgió, en parte, del profundo compromiso de René con los estudiantes latinoamericanos a través de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y de su papel fundador en la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Nutrió el estudio y la producción escrita de pastores y teólogos latinoamericanos como editor de Ediciones Certeza de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos. Casi 50 años antes de que surgiera el interés actual en la reflexión teológica global, René demostró por qué necesitamos las voces de toda la iglesia para alcanzar y servir al mundo entero.

Vinay Samuel, teólogo, director fundador del Centro de Estudios Misioneros de Oxford:

Un punto ciego importante del mundo evangélico en la década de 1960 era su incapacidad para ver que el mensaje del evangelio del reino de Dios incluía los propósitos de Dios para el mundo habitado por la vida que Él creó. René abordó este punto ciego con una sólida enseñanza bíblica y restauró una comprensión de la misión cristiana que apuntaba a toda la vida, afirmando el lema “todo el evangelio para todo el mundo por parte de toda la iglesia”.

El legado de René para el cristianismo latinoamericano fue construir su comprensión de la evangelización y la misión sobre la base de una teología bíblica. Sus escritos y su compromiso con la misión contribuyeron significativamente al desarrollo de la comprensión de la misión como cambio social entre los evangélicos de América del Norte. El compromiso de René de desarrollar el liderazgo evangélico en el mundo no occidental fue un gran estímulo para mí cuando establecí el Centro de Estudios Misioneros de Oxford.

Miroslav Volf, fundador y director del Centro de Fe y Cultura de Yale:

René Padilla fue uno de los héroes de la historia de la iglesia moderna. Ha sido una bendición para las naciones: para la iglesia global y para todo el mundo en general. Supe de Padilla por primera vez gracias a mi cuñado y primer maestro de teología, Peter Kuzmic. Había sido testigo del papel clave que desempeñó Padilla, junto a su amigo Samuel Escobar, durante el Congreso de Lausana (1974). Ambos ayudaron a asegurarse de que la evangelización no quedara reducida solo a la proclamación. Dio a conocer el término “misión integral” a nivel mundial en los círculos evangélicos. La frase captura acertadamente la profunda conexión que tienen las “buenas nuevas” con el “reino de Dios” que abarca todas las dimensiones de la vida. La idea de “misión integral” ha sido importante para mí en mi propio desarrollo teológico temprano, como lo fue para muchas generaciones de jóvenes teólogos.

Padilla se desempeñó como presidente de la organización International Fellowship for Mission as Transformation. Cuando se reunieron en Osijek en 1991, tuve la oportunidad de trabajar con él en la redacción del documento “Libertad y justicia en las relaciones Iglesia-Estado”, un tema de especial relevancia para Europa Central y Oriental tras la desaparición del comunismo. Trabajando con él, pude presenciar de primera mano los atributos que lo marcaron como líder de la iglesia y teólogo: su perspicacia teológica, su compromiso con el evangelio y su sensibilidad a los contextos locales.

Traducción por Iván Balarezo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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La gente está leyendo más durante la pandemia. Y eso es bueno para los cristianos.

La lectura concienzuda tiene implicaciones espirituales y culturales.

Christianity Today May 2, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Hisu Lee / Unsplash / WikiMedia Commons

Seguramente la pandemia nos ha quitado más cosas de las que nos ha dado.

Aun así, esta inesperada licencia para descansar de la vida habitual nos ha ofrecido algunas oportunidades para reorientar nuestras vidas y a nosotros mismos, aún si ha sido solo en pequeños aspectos.

Uno de esos aspectos menores que han enriquecido la vida de las personas durante el tiempo de la pandemia ha sido la lectura, ya sea que leamos más, mejor, o ambos.

Hace un año, al comienzo de esta crisis global, The Guardian [todos los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés] informaba de un repunte inmediato en la venta de libros mientras la gente se preparaba para lo que todos esperábamos que fuera un confinamiento a corto plazo. Aumentaron las ventas de clásicos como Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez; Beloved, de Toni Morrison; El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald; y La campana de cristal de Sylvia Plath, todos los cuales estaban entre los que se identificaron inmediatamente.

Varios meses después, esta tendencia de ventas continuó. Penguin Random House señaló que las ventas repuntaron entre algunos de sus títulos clásicos más largos, como su edición de 1 440 páginas de Guerra y paz, junto con Don Quijote (1 056 páginas), Ana Karenina (865 páginas), Middlemarch (880 páginas) y Crimen y castigo (720 páginas). Y Publishers Weekly informó en octubre pasado de que las ventas de libros durante los tres primeros cuatrimestres del año habían subido más de un seis por ciento en comparación con 2019.

Naturalmente, como lectora de toda la vida y profesora de Literatura Inglesa, creo que este repunte en la lectura es una excelente noticia. Llevo mucho tiempo defendiendo que se lea más y mejor, porque la buena literatura no solo puede formar nuestro carácter, sino que también es una fuente de deleite sin fin. Ahora bien, es necesario admitir que el gusto por la calidad literaria es una de esas cosas que deben ser cultivadas, y a veces aprendidas (razón por la cual he editado una serie de obras clásicas diseñadas para enseñar a los que se sienten mal equipados para leer los clásicos por su cuenta).

Sin embargo, mi deseo de expandir el evangelio de la buena literatura no es solo una cuestión de desear que los demás amen lo que yo amo. Más bien, la buena literatura ha sido y continúa siendo un preservador de lo bueno, lo bello y lo verdadero. La buena literatura también es, de muchas maneras, parte de nuestro legado como gente de la Palabra. No creo que sea exagerado decir que el estado futuro de la literatura y de los niveles educativos reflejarán directamente el estado de la iglesia y su papel para influir en la cultura. Después de todo, como dijo Percy Bysshe Shelley en A Defense of Poetry [En defensa de la poesía]: “Los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo”. Lo que leemos —y quién está leyendo— tiene profundas implicaciones en el aspecto de nuestro mundo.

De hecho, el extenso informe “Leer o no leer: una cuestión de consecuencias nacionales” publicado en 2007 por el National Endowment for the Arts acerca de los hábitos de lectura de los estadounidenses, descubrió que la habilidad para leer y los hábitos de lectura tienen importantes “implicaciones cívicas, sociales, culturales y económicas”. Los lectores de literatura, según este informe, tienen más probabilidades de frecuentar museos y conciertos, de participar en deportes y actividades al aire libre, de ser voluntarios y de votar.

También es más probable que los lectores hábiles consigan trabajos mejor pagados, mientras que los empleadores dicen que las deficiencias en la capacidad de leer y escribir de los nuevos empleados son una de sus preocupaciones primordiales, debido a que esas deficiencias conllevan importantes y numerosos costos para las compañías. A pesar de los beneficios de la lectura, los minuciosos datos que arroja el informe muestran un descenso general en los hábitos y en la capacidad de lectura de los estadounidenses.

El informe no dice nada, por supuesto, acerca de las implicaciones que tiene leer para una persona cuya vida y creencias están (o se supone que están) centradas en la Palabra. Sin embargo, en su oportuno nuevo libro Recovering the Lost Art of Reading [Recuperando el arte perdido de la lectura], Leland Ryken y Glenda Faye Mathes observan con sobriedad que los índices de lectura y educación a la baja en los Estados Unidos durante las últimas dos décadas han conducido a una cultura “empobrecida” en cuanto a la agudeza mental, la imaginación, y las habilidades verbales para el pensamiento crítico.

“Nuestro placer tiene poco significado, y estamos consumidos por el yo”, escriben. “No podemos reconocer la belleza o el valor, ni del pasado, ni de la experiencia humana esencial. Sufrimos de una falta de edificación y de una visión empequeñecida”.

Por esa razón animan tanto los informes recientes sobre un aumento en la lectura de literatura de calidad.

Al preguntarles a algunas personas cercanas cuál ha sido su experiencia de lectura durante la pandemia, muchos reportan un impulso de leer más y de forma más concienzuda. Parte de este deseo se debe al tiempo extra y a la calma que la pandemia nos ha impuesto. Sin embargo, las personas lo atribuyen aún más a la necesidad de apartarse del frenesí de los tiempos y encontrar profundidad y confort en la estabilidad y la riqueza que proporciona un buen libro.

Por otro lado, algunas personas me han compartido durante estos últimos días acerca de las dificultades que han experimentado con su cada vez menor capacidad para concentrarse y prestar atención (algo que yo también he experimentado). Parte de este problema quizá se deba al mismo estrés de la pandemia.

Pero, en cierta medida, esta incapacidad para concentrarse posiblemente sea el resultado de lo que los medios digitales hacen en nuestros cerebros. Una importante investigación sobre ciencia cognitiva ha descubierto que leer en pantallas activa regiones diferentes del cerebro en comparación con la lectura en páginas impresas. Estas diferencias tienen implicaciones en nuestro margen de atención, retención y memoria a largo plazo.

La parte del cerebro que se utiliza cuando nos involucramos en una “lectura concienzuda” animada por los libros impresos desarrolla un “circuito cerebral de lectura”, explica la investigadora Maryanne Wolf en Reader, Come Home: The Reading Brain in a Digital World [Lector, vuelve a casa: El cerebro lector en un mundo digital]. “Dentro de este circuito”, según Wolf, “una lectura concienzuda cambia de forma significativa lo que percibimos, lo que sentimos y lo que sabemos; y al hacerlo, altera, da forma y elabora el circuito en sí mismo”. En otras palabras, la lectura concienzuda y profunda ensancha y prepara nuestros cerebros para la recepción del significado y la verdad, quizá del mismo modo que el arado de un terreno lo prepara para recibir las semillas y producir una cosecha.

No obstante, la mayor parte de la lectura que hacemos todos los días consiste nada más en los hechos (aun cuando los hechos sean erróneos). Consumimos información, direcciones y datos: adónde ir, cuándo estar allí, a quién informar, o quién hizo qué, por qué lo hicieron, y por qué deberían (o no) haberlo hecho.

Sin embargo, la verdad no es reducible a simples hechos. Para los seres humanos hechos a imagen de Dios, la verdad se encuentra en el significado de las cosas. Los seres humanos somos criaturas interpretativas, criaturas que elaboran el significado.

Por ejemplo, los hechos de la muerte, el entierro y la resurrección de Cristo se observaron por ojos humanos y se testificaron por lenguas humanas. Pero los testigos de aquel entonces, junto con nosotros hoy, dos mil años después, debemos elaborar el significado de esos hechos para comprender y recibir su verdad.

Del mismo modo, a lo largo de nuestras vidas, debemos crear significado a partir de todos los hechos que entran en nuestro rango de experiencia y conocimiento. Y aquí es donde, quizá, descanse la mejor defensa respecto a expandir nuestro rango de experiencia y conocimiento por medio de la lectura de buena literatura. Aunque las novelas, la poesía y el teatro no son (o no suelen ser) expresiones de “hechos”, ofrecen verdad gracias a nuestra facultad para interpretar y elaborar el significado. Respecto a la lectura concienzuda —el tipo de lectura exigida por las obras literarias—, Wolf explica que “si hemos de descubrir las múltiples capas de significado en lo que leemos, se requiere el uso del razonamiento analógico y de la inferencia”.

Somos criaturas que elaboran el significado. El significado que elaboramos y recibimos al leer palabras literarias refleja el significado que elaboramos y recibimos cuando nos enfrentamos a la Palabra.

Tal vez sea por esta razón que en Caring for Words in a Culture of Lies [La importancia de las palabras en una cultura de mentiras] Marilyn McEntyre dice: “La buena lectura es un llamado pastoral”. Y tal vez la pandemia esté probando que la buena lectura es un llamado no solo para los pastores.

Karen Swallow Prior es profesora de Literatura Inglesa y Cristianismo y cultura en el Southeastern Baptist Theological Seminary. Sus libros más recientes son Frankenstein: A Guide to Reading and Reflecting (B&H, 2021) y Jane Eyre: A Guide to Reading and Reflecting (B&H, 2021).

Traducción por Noa Alarcón y Livia Giselle Seidel

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No abusarás: reconsiderando la disciplina corporal en la crianza infantil

El mal uso de la enseñanza bíblica sobre la disciplina puede tener consecuencias mortales.

Christianity Today May 2, 2021
Prixel Creative / Lightstock

Este artículo fue publicado originalmente como un editorial de CT en inglés el 16 de enero de 2012.

Escuchar historias de niños muertos tiene una forma única de sacudir la conciencia y hacernos enfadar. Especialmente si se trata de historias como la de Hana Grace-Rose Williams, una niña de 13 años adoptada de Etiopía por unos padres del Estado de Washington.

La policía encontró el cuerpo de Hana famélico y desnudo, envuelto en una sábana en el patio trasero de sus padres adoptivos. Le habían negado la comida durante días, la habían encerrado en un armario, la habían obligado a dormir en un granero y le exigían que utilizara un orinal portátil en lugar del baño del interior de la casa. La habían golpeado repetidamente con un tubo de plástico de quince pulgadas antes de morir.

O la historia de Lydia Schatz, una niña de 7 años, originaria de Liberia, cuyos padres adoptivos la sujetaron durante horas, golpeándola hasta la muerte con un tubo de plástico similar por haber pronunciado mal una palabra. O la historia de Sean Paddock, de 4 años, quien murió asfixiado porque sus padres adoptivos lo envolvieron demasiado apretado en una manta como castigo. Después de su muerte, los hermanos de Sean le contaron a la policía historias de los golpes que habían recibido con uno de esos tubos de plástico: un tubo de fontanería.

Un tema común entre estas muertes, además del tubo de plástico, es la influencia de Michael y Debi Pearl, autores de To Train Up a Child [Para entrenar a un niño] y fundadores del ministerio No Greater Joy. Durante años, su libro autopublicado ha circulado silenciosamente bajo el radar, vendiendo más de 670 000 copias. Según un fiscal del distrito local, fue el consejo de los Pearls de utilizar un tubo de plástico como instrumento para disciplinar lo que “autorizó” a los padres de Lydia Schatz a golpear a su hija.

Cuando escuchamos historias de niños que han pasado por muertes espantosas, queremos castigar a alguien. Y se ha pasado de culpar a la violencia de los padres, a culpar a los Pearls (quienes enseñan explícitamente en contra del grado de castigo que estos padres aplicaron), a culpar a la cultura cristiana conservadora de los padres.

El New York Times [enlace en inglés] dijo a sus lectores que los métodos de los Pearls, “los mismos principios que los Amish utilizan para entrenar a sus tercas mulas”, Michael Pearl se jacta de que son populares entre los cristianos. “Los cristianos conservadores dicen que [los castigos corporales] están contemplados en la Biblia”, decía el periódico, admitiendo que “algunos padres cristianos conservadores rechazan las enseñanzas de los Pearls”.

En realidad, como escribe William J. Webb en su libro Corporal Punishment in the Bible [El castigo corporal en la Biblia] (InterVarsity Press), los más destacados defensores de los azotes rechazan muchos de los consejos de To Train Up a Child. Por ejemplo, Pearl cita la repetida afirmación de Proverbios, “la vara para la espalda del necio”, pero los principales defensores de la disciplina corporal dicen que la vara es solo para las nalgas. Mientras que Pearl dice que “no hay un número que se pueda dar” acerca de cuántas nalgadas dar, James Dobson, entre otros, suele limitarlas a una o dos. Pearl dice que los padres pueden dar nalgadas a sus hijos hasta los 18 años; Focus on the Family lo limita a niños de 5 años o menos. En su blog, Webb señala que Pearl es ciertamente más literal en la aplicación de las reglas de crianza de las Escrituras en comparación con Dobson y otros. Después de todo, la Biblia no pone límite de edad a “la vara”, y parece repudiar explícitamente la repetida advertencia de no dejar moretones. “Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser” (Proverbios 20:30, NVI).

A fin de cuentas, la hermenéutica de Dobson es más bíblica, aunque no más literal, dice Webb. También creemos que es más consistente con el consejo completo de las Escrituras (en pocas palabras, más bíblico) proporcionar alivio a las personas que sufren en vez de “darles licor a los que están por morir, y vino a los amargados" (Proverbios 31:6). Del mismo modo, es más bíblico entender "la vara" como una referencia a la disciplina que limitar su aplicación a los golpes físicos.

Muchos expertos cristianos sostienen que las nalgadas siguen siendo sabias y bíblicas. Albert Mohler ha argumentado: “Los defensores modernos del ‘tiempo fuera’ y formas similares de disciplina pasan por alto el punto esencial de que Dios pretende que la disciplina física subraye la relación causa-efecto que existe entre la desobediencia y el castigo”. Pero Mohler parece pasar por alto que las consecuencias de la desobediencia humana constituyen una legión, y que la primera y última respuesta de Dios a la rebeldía de sus hijos no es tratarlos con violencia.

La Biblia nunca prohíbe las nalgadas. Pero el caso de Webb es convincente en cuanto a que la Biblia no lo exige. Pearl advierte que “renunciar al uso de la vara es renunciar a nuestra visión de la naturaleza humana, de Dios y de la eternidad”. Mohler sugiere que “los ataques en contra de las nalgadas son ataques ligeramente disfrazados contra la autoridad de los padres”. El estudioso del Nuevo Testamento, Thomas R. Schreiner, dijo que las opiniones de Webb sobre la disciplina corporal probablemente lo lleven a “domesticar la Biblia para adaptarla a las concepciones modernas”. Pero es un error retratar a los cristianos que son críticos de las nalgadas como liberales insensibles, al igual que es un error etiquetar a los cristianos que defienden las nalgadas como fundamentalistas abusivos.

Algunos padres cristianos abogarán por el castigo corporal hasta que llegue el reino de la paz. Pero tales medios deben emplearse a kilómetros de distancia del abuso, sin ira, y como último recurso absoluto. Teniendo en cuenta los riesgos que conlleva —los cuerpos de los niños son más frágiles de lo que cualquier adulto enfadado puede imaginar—, animamos a los padres a explorar formas más creativas y efectivas de educar a nuestros hijos en el camino que deben seguir.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Theology

Falleció C. René Padilla, padre del modelo ‘Misión integral’

Siempre será recordado por haber impulsado a los evangélicos a ver la acción social y la evangelización como «las dos alas de un avión».

Christianity Today April 28, 2021
Courtesy of Fraternidad Teológica Latinoamericana / edits by Rick Szuecs

René Padilla, teólogo, pastor, editor y miembro durante décadas de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos, falleció el martes 27 de abril a la edad de 88 años.

Padilla era conocido por ser el padre del modelo «Misión integral», un marco teológico que ha sido adoptado por más de 500 misiones cristianas y organizaciones de ayuda, tales como Compassion International y World Vision. Dicho modelo impulsó a los evangélicos de todo el mundo a ampliar su misión cristiana, argumentando que la acción social y la evangelización eran componentes esenciales e indivisibles, en palabras de Padilla: «como las dos alas de un avión».

La influencia de Padilla creció considerablemente después del Congreso de Lausana de 1974, donde pronunció un vibrante discurso plenario. Cerca de dos mil quinientos líderes evangélicos protestantes de más de 150 países y 135 denominaciones se reunieron en Lausana, Suiza, en un encuentro financiado principalmente por la Asociación Evangelística Billy Graham (BGEA, por sus siglas en inglés). Una influyente revista calificó Lausana como «un foro formidable, posiblemente la reunión de cristianos más amplia jamás celebrada». Cuando Padilla subió al escenario, era portador de las esperanzas y los sueños de muchos evangélicos del Sur global que buscaban igualdad en la toma de decisiones de las iglesias y organizaciones misioneras mundiales.

Padilla hizo un llamado específico al arrepentimiento de los evangélicos estadounidenses, por haber exportado el «estilo de vida americano» a los campos de misión de todo el mundo, desprovisto de responsabilidad social y de atención a los pobres, explicando a la vez su modelo de misión integral.

Acuñó el término inspirado por el pan integral que hacía en casa, refiriéndose a un enfoque espiritual y estructural sintetizado de la misión cristiana.

«Jesucristo no vino sólo a salvar mi alma, sino a formar una sociedad nueva», dijo en Lausana.

La historia de la vida de Padilla fue sorprendente por su alcance global, pasando de una infancia empobrecida en Colombia y Ecuador, hasta llegar a influenciar a los evangélicos en todo el mundo. Ministró con los misioneros estadounidenses Jim Eliot, Nate Saint y Pete Fleming antes de sus prematuras muertes a las afueras de Quito en 1956; tradujo para las cruzadas de Billy Graham por América Latina en los años sesenta; compartió una íntima amistad y giras de conferencias con John Stott en los años setenta; tendió un puente para cerrar la creciente brecha entre una generación de jóvenes evangélicos del Sur Global y los líderes de Estados Unidos y Gran Bretaña en los tumultuosos años sesenta y setenta; y dirigió organizaciones evangélicas mundiales. Sus escritos fueron publicados ampliamente en revistas teológicas y publicaciones estudiantiles como la de InterVarsity Christian Fellowship (IVCF).

Gran parte del legado de Padilla permanece dentro de América Latina entre pastores, teólogos y líderes laicos. Aunque a menudo se le ofrecieron puestos en Estados Unidos, Padilla eligió quedarse en América Latina, pastoreando entre los pobres, dirigiendo el Centro Kairos para la Misión Integral y publicando por primera vez a cientos de autores latinoamericanos a través de su editorial, Ediciones Kairos. Padilla también fue cofundador de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) y de la Fraternidad Internacional de Teólogos Misioneros Evangélicos, y fue presidente de Tearfund Reino Unido e Irlanda, así como de la Micah Network [Red Miqueas].

Carlos René Padilla nació en Quito, Ecuador, el 12 de octubre de 1932. Padilla creció junto a la comunidad misionera estadounidense en la región, siendo pionero en proyectos de evangelización y traduciendo programas de radio estadounidenses cuando era apenas un joven adolescente para el ministerio de radio HCJB. De niño, Padilla sabía que era diferente, marcado por una identidad religiosa constantemente marginada y excluida por la cultura latinoamericana más amplia. El padre de Padilla era sastre de profesión como fuente de ingresos, pero un plantador de iglesias evangélicas de corazón. Sus padres se convirtieron en cristianos evangélicos antes de que él naciera gracias a la influencia del tío de Padilla, Heriberto Padilla, quien, según Padilla, fue uno de los primeros pastores evangélicos de Ecuador.

La plantación de iglesias era una tarea peligrosa en la Colombia católica, adonde su familia se trasladó en 1934. Sus casas fueron bombardeadas y se produjeron múltiples intentos de asesinato contra él y su padre mientras plantaban iglesias y realizaban actividades de evangelización al aire libre. Padilla tenía cicatrices de cuando le arrojaron piedras cuando tenía siete años mientras caminaba por las calles de Bogotá, intentando asistir a la escuela local.

Mirando hacia atrás, Padilla señaló que esto formaba parte de ser un fiel cristiano evangélico: «En Colombia tenías que identificarte como cristiano evangélico, y si lo hacías, tenías que pagar las consecuencias».

Como migrante económico y miembro de una comunidad religiosa minoritaria, Padilla se vio marcado por un contexto de violencia, opresión y exclusión. La relación entre el sufrimiento y la teología era orgánica para Padilla. De joven, recordaba que «anhelaba comprender el significado de la fe cristiana en relación con cuestiones de justicia y paz en una sociedad profundamente marcada por la opresión, la explotación y el abuso de poder». La cuestión para Padilla no era si el Evangelio tenía algo que decir al desafiante contexto latinoamericano, sino qué exactamente. Estas preguntas llevaron a Padilla a buscar respuestas en la educación teológica y el ministerio práctico entre los estudiantes universitarios.

Cuando era adolescente, Padilla voló en el avión del misionero estadounidense Nate Saint sobre los Andes ecuatorianos. Saint, junto con Jim Elliot y Pete Fleming, había organizado recientemente un campamento bíblico para niños evangélicos en un pequeño pueblo a las afueras de Quito. Mientras Padilla miraba a través de la cabina la selva amazónica que había debajo, recordó el consejo de Saint: «Vas a estudiar teología; ten cuidado de no tomarte la teología sin digerir». Cuando los tres misioneros fueron asesinados por los indígenas waorani en un intento fallido de evangelización en 1956, Padilla era un estudiante del alma mater de Elliot, Wheaton College. Su repentina muerte le causó, según sus palabras, un «enorme impacto» mientras estudiaba en Wheaton.

Después de llegar al campus en el otoño de 1953, Padilla buscó la ayuda del presidente de la escuela, Victor Raymond Edman, quien había servido como misionero en Quito, trabajando junto a los padres de Padilla con la Alianza Cristiana y Misionera. Edman apoyó a su nuevo estudiante —que apenas hablaba inglés y estaba endeudado por el precio del boleto de avión— ayudándole a encontrar un trabajo y a ponerse en contacto con los recursos del campus. Para 1959, Padilla había obtenido una licenciatura en filosofía y un máster en teología, pero se graduó en ausencia, pues ya formaba parte del personal de los movimientos de la Fraternidad Internacional de Estudiantes Evangélicos en Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. (IFES, por sus siglas en inglés, y que es el organismo mundial que surgió de movimientos nacionales como el US-InterVarsity Christian Fellowship y el Universities and Colleges Christian Fellowship de Gran Bretaña).

Desde América Latina, Padilla también propuso matrimonio a su amiga estadounidense de largo tiempo, compañera de Wheaton y miembro del personal de InterVarsity, Catharine Feser. Describió su propuesta de matrimonio como explícitamente doble: casarse con él y casarse con América Latina. El compromiso de ella con América Latina como campo misionero desempeñaría un papel importante en el ministerio compartido de la pareja. Catharine editó casi todo lo que René escribió, incluido su discurso de Lausana de 1974. Ella proveyó un puente crucial entre el dominio del inglés y la fluidez nativa.

El nuevo papel de Padilla llegó seis meses después de que el régimen de Fulgencio Batista fuera derrocado en Cuba por las fuerzas comunistas leales a Fidel Castro. El levantamiento despertó a los jóvenes de la región a la realidad de que el imperialismo estadounidense no era inevitable, y su éxito incrementó las tendencias nacionalistas, sembrando gran duda acerca de todas las ideas extranjeras. La mayoría de los materiales teológicos evangélicos de América Latina tenían poco que decir sobre la influencia de las ideologías marxistas. El regreso de los suburbios estadounidenses al tumultuoso contexto político de América Latina conmocionó al joven ecuatoriano y puso en tela de juicio sus categorías teológicas, en particular las impartidas por su educación en Wheaton.

El descontento de Padilla con los enfoques existentes del ministerio, mezclado con la demanda de los estudiantes de compromiso social, lo impulsó a explorar soluciones innovadoras tanto en el campo misionero como en la teología. Su amplio contacto con las universidades y los estudiantes de la América Latina de la Guerra Fría le dio una perspectiva única. Pero la experiencia práctica en el ministerio no era su único conocimiento. Sus credenciales de educación evangélica le dieron una mayor credibilidad para intervenir en los debates teológicos, tales como los de Lausana.

De 1963 a 1965, Padilla completó su doctorado en la Universidad de Manchester bajo el liderazgo de F. F. Bruce, Profesor Rylands de Crítica y Exégesis Bíblica, «el más prominente erudito bíblico evangélico conservador de la era de la posguerra», como lo describió más tarde el historiador Brian Stanley. Estudiar con Bruce hizo que Padilla se ganara la confianza del mundo evangélico en general, lo que finalmente condujo a la famosa invitación para que diera una charla en Lausana, y a asociarse con John Stott, lo que resultaría crucial para la posterior inclusión de elementos sociales en el Pacto de Lausana.

En los años sesenta y principios de los setenta, Padilla comenzó a hablar de la pobreza teológica de América Latina, lamentando que las preguntas locales se respondieran con respuestas extranjeras. Padilla se unió a sus colegas del IFES Samuel Escobar y Pedro Arana, así como al misionero Orlando Costas, creando una coalición ecléctica de teólogos inquietos. Juntos, compartían experiencias de vivir en contextos injustos y desiguales durante la Guerra Fría y una frustración por el trato que muchas organizaciones evangélicas daban a los latinoamericanos.

Una de esas frustraciones ocurrió en el primer «Congreso Latinoamericano de Evangelización», patrocinado por la BGEA en 1969, más conocido como CLADE. El evento buscaba ayudar a los pastores y teólogos latinoamericanos a ver los peligros de las teologías de influencia marxista, a la vez que buscaba imponer las categorías teológicas estadounidenses en la región. La BGEA había observado el avance aparentemente incontrolado de los movimientos teológicos radicales por parte de destacados teólogos de la liberación de primera generación, y el compromiso con la misión evangelizadora protestante tradicional había empezado a decaer. Pero para la embrionaria izquierda evangélica latinoamericana, la CLADE representaba un resurgimiento del paternalismo e imperialismo evangélico estadounidense. Padilla tildó a la conferencia de «hecha en Estados Unidos» y dijo que el paternalismo era «típico de la forma en la que a veces se trabaja en el sector conservador».

En respuesta, Padilla, Costas, Escobar y otros fundaron la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). La organización impulsó a Padilla a publicar y producir respuestas a profundas y preocupantes preguntas en materia de misiones, y sus primeros años proporcionaron algunas de las teologías contextuales más significativas para los evangélicos protestantes latinoamericanos, incluyendo el libro de Padilla Mission Between the Times: Essays on the Kingdom [La misión entre los tiempos: Ensayos sobre el Reino].

Padilla ya estaba ganando prominencia y afinando su voz crítica incluso antes de Lausana. En un artículo de 1973 para Christianity Today —el primer artículo de la revista que abordó directamente la teología de la liberación— Padilla advirtió a los evangélicos conservadores que debían atender sus propios prejuicios ideológicos antes de criticar la teología de la liberación. También rechazó la propia teología de la liberación, mientras concluía: «¿Dónde está la teología evangélica que propondrá una solución con la misma elocuencia pero también con una base más firme en la Palabra de Dios?».

En julio de 1974, Catharine Feser Padilla reunió a sus hijos en torno a un atlas mundial en su casa del barrio de Florida Este en Buenos Aires. Su hija, Ruth Padilla DeBorst, recordaría más tarde: «El tono de su voz tenía una cierta urgencia inusual: “Hoy, cuando dé su charla aquí, en Lausana, Suiza” —dijo mientras señalaba la ciudad en el mapa—, “Papi dirá algunas cosas que no todos van a querer escuchar. Oremos por él y por que la gente lo escuche”».

En el Congreso de Lausana de 1974, los líderes del Sur Global por primera vez ocuparon un lugar en la mesa de los líderes evangélicos del mundo, trayendo consigo su emergente marca de cristianismo social. Los latinoamericanos hablaron con una voz particularmente fuerte, habiendo perfeccionado su crítica como comunidad religiosa minoritaria. El editor de Crusade Magazine escribió que los comentarios de Padilla «realmente encendieron el congreso» y recibieron «la ronda de aplausos más larga concedida a cualquier orador hasta ese momento». Incluso la revista Time destacó el discurso de Padilla en su cobertura, llamándolo «uno de los discursos más provocativos de la reunión».

Aprovechando el impulso de su ponencia plenaria y la de Escobar, Padilla, junto con John Howard Yoder, reunió a un grupo ad hoc de 500 asistentes al que llamaron «la reunión del discipulado radical», que buscaba agudizar los elementos sociales del borrador del Pacto de Lausana. Después del congreso, Padilla recordó el documento producido por el discipulado radical como «la declaración más fuerte sobre las bases de la misión integral jamás formulada por una conferencia evangélica hasta esa fecha». También declaró la muerte de la dicotomía entre acción social y evangelización en la misión cristiana.

La presentación de Padilla causó un gran revuelo. Stott, por ejemplo, había rechazado previamente esta opinión, pero se retractó públicamente en su libro de 1975 Christian Mission in the Modern World [Misión cristiana en el mundo moderno]. Sin embargo, también puso nerviosos a muchos otros líderes evangélicos, no sólo en Norteamérica y Gran Bretaña, sino también en el Sur Global. El secretario general de InterVarsity, Oliver Barclay, discrepó con la esencia de la presentación de Padilla en Lausana y, más tarde ese mismo año, le advirtió de la reacción a su documento en los «medios de comunicación» e intentó frenar al joven líder.

En Lausana, Padilla había relacionado la misión de la iglesia con el contenido del propio mensaje del Evangelio, un contenido que contenía realidades sociales. Al hacerlo, desafió la teología predominante del evangelismo protestante que consideraba que la acción social era una implicación del mensaje evangélico, y no algo inherente a él. Pero para algunos, decir que la ética social es parte del mensaje del evangelio olía de manera inquietante a «evangelio social» y a liberalismo teológico.

Sin embargo, en la visión de Padilla, abrazar el mensaje evangélico más amplio era crucial para la misión cristiana. «La falta de apreciación de las dimensiones más amplias del Evangelio conduce inevitablemente a un malentendido de la misión de la iglesia», dijo. «El resultado es un evangelismo que considera al individuo como una unidad autocontenida, un Robinson Crusoe al que se dirige el llamado de Dios como si estuviera en una isla».

En las décadas siguientes, Padilla ayudó a dar forma a la trayectoria del Movimiento de Lausana, dirigiendo coloquios y conferencias por todo el mundo. Siguió afinando su mensaje, incluso criticando el papel de Estados Unidos como potencia mundial. Su legado en materia de misiones quizás se puede apreciar con más claridad en los documentos del Congreso de Lausana en Ciudad del Cabo en 2010. Por primera vez, la misión integral se incluyó en los documentos oficiales del movimiento de Lausana.

Hoy en día, es un lenguaje habitual para muchos evangélicos hablar de un mensaje evangélico más amplio: para el individuo, para el prójimo y para la creación. Más allá de los encuentros mundiales, Padilla dedicó gran parte de su tiempo a la formación teológica en misión integral con pastores y líderes laicos de toda América Latina a través del Centro de Estudios Teológicos Interdisciplinarios (CETI), fundado con Catharine en 1982.

Padilla fue precedido en la muerte por su colega de toda la vida y primera esposa, Catharine Feser Padilla, en 2009. Le sobreviven su segunda esposa, Beatriz Vásquez, y sus cinco hijos con Catharine: Daniel, Margarita, Elisa, Sara y Ruth, además de muchos nietos.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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El hallazgo de los rollos del mar Muerto revela nuevos detalles de las primeras traducciones de la Biblia

Pequeños fragmentos de los escritos de los profetas menores en griego indican que los escribas adaptaron los textos de maneras muy similares a las versiones contemporáneas.

Christianity Today April 27, 2021
Sebastian Scheiner / AP Images

A mediados de marzo de 2021, investigadores y arqueólogos israelíes dieron a conocer varios hallazgos innovadores, entre los cuales se encuentran docenas de fragmentos de manuscritos bíblicos que constituyen el primer descubrimiento nuevo de rollos del mar Muerto, más de medio siglo después de los descubrimientos originales.

Los rollos del mar Muerto contienen algunos de los documentos religiosos judíos más antiguos de los que se tiene conocimiento, incluidos textos bíblicos, cuyos orígenes se estiman entre los siglos III a.C. y el siglo II d.C. Los manuscritos fueron encontrados en cuevas cercanas a Qumrán y al desierto de Judea inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial.

Incluso una revisión inicial de los nuevos fragmentos encontrados —y que serán analizados y examinados en los años por venir— ofrece algunos hallazgos interesantes sobre la forma en que se tradujeron estos primeros textos bíblicos y la similitud con la que esto se hace en la actualidad.

El descubrimiento ocurre en una época en que la demanda de antigüedades se ha disparado, lo que en los últimos años ha provocado saqueos y falsificaciones [enlace en inglés], mientras que los acaudalados coleccionistas ansían adquirir cualquier resto de los valiosos rollos.

A inicios de 2002, surgieron una serie de fragmentos de «rollos del mar Muerto» a los que se dio mucha publicidad y cuyo origen era dudoso [enlaces en inglés]. Tras varios intentos ilegales de adquirir rollos y artefactos arqueológicos, la Autoridad de Antigüedades de Israel llevó a cabo diversos estudios arqueológicos para reexaminar el interior de las cuevas situadas en los acantilados del desierto de Judea.

En 2017, los investigadores encontraron dos docenas de trozos de rollos de pocos centímetros cada uno en una caverna conocida como «Cueva de los Horrores», cerca de la orilla occidental del mar Muerto. Se trata de un lugar donde se cree que los rebeldes se escondieron durante la revuelta liderada por Simón bar Kojba contra el Imperio romano en los años 133-136 d.C. La cueva debe su nombre al descubrimiento de 40 cadáveres durante las excavaciones iniciales que se llevaron a cabo décadas atrás.

A diferencia de la mayoría de los rollos del mar Muerto, los cuales estaban escritos en hebreo y arameo, los fragmentos de la Cueva de los Horrores contienen letras griegas. Los eruditos determinaron que procedían de una traducción del hebreo al griego de El libro de los doce, lo que muchos cristianos conocen como los profetas menores.

La tarea de reconstruir el documento original se asemeja a intentar armar un rompecabezas de mil piezas teniendo solo unas cuantas. El fragmento más grande contiene partes de Zacarías 8:16-17, y algunos trozos más pequeños han sido identificados como correspondientes a Nahúm 1:5-6. Estas piezas parecen estar conectadas con otros fragmentos descubiertos anteriormente en la misma cueva, en el antiguo cañón de Nahal Hever, y formaban parte de un gran rollo [enlace en inglés] que incluía a todos los profetas menores.

El texto proviene del rollo físico más antiguo conocido de la Biblia en griego, pero es probable que represente una modificación o revisión de la traducción griega estándar, a menudo denominada Septuaginta, LXX o griego antiguo.

Dos características que por primera vez se han encontrado en esta antigua traducción griega coinciden de manera notable con las Biblias en inglés contemporáneas.

En primer lugar, las piezas recién descubiertas muestran un trato especial para las cuatro letras del nombre de Dios, el tetragrámaton (véase Éxodo 3:14-15). En vez de la traducción habitual del nombre usando el vocablo griego Kyrios, el nombre de Dios se representa con letras hebreas escritas de derecha a izquierda. Algo parecido ocurriría si usáramos las letras hebreas יהוה (YHWH) o la palabra en latín dominus en medio de un enunciado en inglés.

Esta representación es importante porque el uso de caracteres especiales para el nombre divino se ha mantenido hasta en nuestras Biblias modernas. La mayoría de las Biblias en inglés presentan el nombre como «el SEÑOR» con letras mayúsculas pequeñas o versalitas, en lugar de escribir su aparente pronunciación Yahweh, como sugieren muchos estudiosos. Esta sustitución guarda la antigua tradición de leer Adonai, una palabra hebrea que significa «Señor», o incluso HaShem, que equivale a «El Nombre», en vez de representar el nombre de Dios según su sonido.

Asimismo, el tipo de letra usada para el nombre de Dios no es común a la mayoría de los demás manuscritos hebreos del rollo del mar Muerto. Se trata de una escritura aún más antigua, a veces llamada paleohebreo, que en su mayor parte desapareció de la escritura cotidiana durante el período del segundo templo. Una analogía sería la diferencia entre el tipo de letra latina que usamos actualmente con la letra caligráfica Fraktur o gótica, o posiblemente hasta las letras griegas. La inclusión de estas representaciones en un texto traducido confiere a la vez un carácter extranjero a la escritura y una especie de reverencia a la singularidad del nombre.

La segunda correlación que se observa en los nuevos fragmentos es la evidencia del cambio de palabras a fin de mejorar una nueva traducción. El rollo de los profetas menores representa la revisión de una antigua traducción griega de la Biblia hebrea. La versión original fue ampliamente usada por los judíos de habla griega en el siglo primero en todo el mundo mediterráneo, pero en algún momento se justificó la redacción de una nueva traducción.

En el caso de Zacarías 8:17, en el griego antiguo se tradujo la primera palabra del texto hebreo (אִישׁ) como un término distributivo que significa «el uno al otro, el otro», puesto al final, de forma similar a todas las versiones en inglés más usadas. Por ejemplo, en la traducción NIV [en inglés], traducida al español, se lee: «No maquinen el mal el uno contra el otro».

En el nuevo fragmento, el mismo término se traduce por una palabra griega diferente y utilizada al principio de la oración. Siguiendo una perspectiva interlineal (que consiste en encontrar una palabra correspondiente sin tener en cuenta el contexto de su uso), el verso comienza señalando la misma palabra hebrea como «hombre», lo que resulta en una traducción muy literal: «En cuanto al hombre, no trames el mal contra su prójimo en tu corazón».

Al parecer, los intentos por traducir la Biblia con precisión a las lenguas comunes se remontan a las primeras evidencias textuales de las Escrituras. Sin embargo, esta diferencia anticipa las diversas opiniones actuales sobre la mejor manera de transmitir la palabra de Dios en las lenguas vernáculas.

No cabe duda de que en los próximos años estos textos darán lugar a una serie de investigaciones que arrojarán otros aspectos que posiblemente se revelen mediante imágenes multiespectrales y ampliación digital. Como estudioso de la Biblia, me pongo a pensar en los antiguos lectores esforzándose por traducir las Escrituras hebreas que leemos hoy y llevando estos valiosos textos a los momentos más tenebrosos de su historia para ayudarles a entender mejor a Dios y al mundo.

El vínculo que tenemos con estas personas mediante este texto antiguo, y del que ahora solo contamos con pequeños pedacitos, demuestra el profundo deseo humano de buscar a Dios, especialmente en nuestros momentos de mayor prueba e incertidumbre.

Chip Hardy es profesor asociado de Antiguo Testamento y Lenguas Semíticas en el Southeastern Baptist Theological Seminary y autor del libro Exegetical Gems from Biblical Hebrew: A Refreshing Guide to Grammar and Interpretation.

Traducción por Renzo Farfán.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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