Cuando se sienta pequeño, mire al universo y a la cruz

En tiempos de duda, recuerdo ver a Dios a través del telescopio Hubble.

Fondo de imagen: Campo Profundo Extremo del Hubble.

Fondo de imagen: Campo Profundo Extremo del Hubble.

Christianity Today March 11, 2022
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

En las Montañas Rocosas, donde vivo, se pueden ver varios miles de estrellas a simple vista cuando el cielo está despejado. Todas ellas pertenecen a la galaxia Vía Láctea, que abriga más de 100 mil millones de estrellas, incluyendo una de tamaño promedio alrededor de la cual orbita la Tierra: el Sol.

Nuestra galaxia tiene mucho espacio: hay 26 billones de kilómetros de distancia entre el sol y la estrella más cercana. Si partiéramos de la Tierra y viajáramos a la velocidad de la luz, nos tomaría veinticinco mil años alcanzar el centro de la Vía Láctea, ya que nuestro planeta se encuentra en uno de los límites de la galaxia.

Hasta hace un siglo, los astrónomos creían que nuestra galaxia era todo el universo. Pero en la década de 1920, Edwin Hubble probó que Andrómeda, lo que parecía ser una nube de polvo y gas en el cielo nocturno, era en realidad otra galaxia. Ahora había dos. Por eso, cuando la NASA lanzó al espacio un gran telescopio para obtener imágenes más claras, lo nombraron Telescopio Espacial Hubble en su honor.

En 1995, un científico propuso apuntar el Hubble hacia un punto oscuro y del tamaño de un grano de arena para ver lo había más allá de la oscuridad. El telescopio orbitó la Tierra y tomó imágenes de larga exposición de ese punto. El resultado asombraría a cualquiera y ha sido llamado la «imagen más importante jamás obtenida». ¡Resultó que ese punto tan pequeño contenía casi 3 mil galaxias!

En años recientes, el telescopio Hubble volvió a analizar el mismo punto con equipo más sofisticado y, con cada adición, consiguió identificar muchas galaxias más. Los astrónomos hicieron un mapa del Campo Profundo, el Campo Ultra Profundo, el Campo Profundo eXtremo y la Última Frontera. Al alcanzar los límites de la luz visible —y tal vez al quedarse sin nombres para los hallazgos del Hubble— se pasó el trabajo a un telescopio más novedoso y capaz. El Telescopio Espacial James Webb, que fue lanzado en la Navidad de 2021, podrá detectar aún más galaxias usando cámaras infrarrojas.

Los científicos creen ahora que si usted tuviera visión ilimitada, podría tomar una aguja de coser, sostenerla con el brazo extendido y ver diez mil galaxias en el ojo de la aguja. Si lo moviera un poco más a la izquierda, vería otras diez mil. Lo mismo si lo moviera a la derecha o hacia cualquier otra dirección. Hay alrededor de un billón de galaxias en el espacio y cada una contiene alrededor de 100 o 200 mil millones de estrellas.

A partir de esos descubrimientos, nuestro hogar, ese pequeño punto azul que llamamos Tierra, no ha dejado de encogerse en términos comparativos. Ahora se dice que es un planeta de tamaño regular que orbita alrededor de una estrella mediana en una galaxia que existe entre miles de millones de otras galaxias.

¿Cómo deberíamos adaptarnos a esta realidad que nos fuerza a ser humildes?

Tiempo atrás, cuando se creía que el universo estaba compuesto por apenas unas cuantas miles de estrellas, el salmista mostraba su asombro en oración:

Cuando contemplo tus cielos,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto:
«¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?» (Salmo 8:3-4, NVI)

Esa pregunta ha crecido exponencialmente desde los días del Rey David. Intento comprender lo que llamo «ver a Dios a través del telescopio Hubble». ¿Cómo podría quien creó billones de galaxias preocuparse por lo que le pase a nuestro planeta infinitesimal?

Entonces voy al libro de Job, donde un pobre y atribulado Job le da la vuelta a la pregunta del salmista:

¿Qué es el hombre, que le das tanta importancia,
que tanta atención le concedes,
que cada mañana lo examinas
y a toda hora lo pones a prueba?
Aparta de mí la mirada;
¡déjame al menos tragar saliva! (7:17-19)

Dios le da una respuesta directa a Job cuando le habla desde una tempestad. Job había hecho una lista bastante larga de preguntas, pero es Dios quien inicia el interrogatorio, no Job: «Prepárate a hacerme frente; yo voy a interrogarte, y tú me responderás» (38:3).

Este es el discurso más largo de Dios en la Biblia, y cada que lo leo pienso que Dios dice: «vamos a comparar tu currículum y el mío. Yo empiezo». Frederick Buechner resume así su respuesta: «Dios no explica. Él explota. Le pregunta a Job quién cree que es él. Dios dice que tratar de explicar lo que Job quiere saber sería como tratar de explicar las teorías de Einstein a una hormiga». Dios no necesita el consejo de Job ni el de nadie para sostener el universo.

Dejando de lado 35 capítulos en los que se debate el problema del sufrimiento, Dios elige adentrarse en un deslumbrante poema sobre las numerosas maravillas del mundo natural. Dios señala, una por una, las obras de la creación que más satisfacción le producen.

Dios le pregunta a Job ¿te gustaría encargarte del universo por un momento? ¡Vamos! Trata de diseñar una avestruz, o una cabra montés, o un copo de nieve. Dios menciona incluso la astronomía: «¿Acaso puedes atar los lazos de las Pléyades, o desatar las cuerdas que sujetan al Orión? ¿Puedes hacer que las constelaciones salgan a tiempo? ¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?» (38: 31-2).

Job recibió una lección personalizada sobre lo insignificantes que somos los seres humanos en comparación con el Dios del universo, y eso acalló todas sus dudas y quejas. Nunca he experimentado nada parecido a los sufrimientos que padeció Job, pero siempre que tengo mis propias dudas, trato de recordar esa perspectiva: ver a Dios a través del telescopio Hubble. En las palabras de un musical de Broadway [enlace en inglés] que hace eco del discurso de Dios a Job: «Tus brazos son demasiado cortos para boxear con Dios».

Sin embargo, en mis momentos menos egocéntricos, me dirijo a un pasaje muy diferente de la Biblia.

En su carta a los Filipenses, el apóstol Pablo cita lo que muchos creen que es un himno de la Iglesia primitiva. En un párrafo majestuoso y lírico, Pablo se maravilla de que Jesús dejó la gloria del cielo para tomar forma humana. Y no de cualquier humano, sino de un siervo. Uno que se sometió voluntariamente a una muerte ignominiosa en la cruz (Filipenses 2:6-7).

Me detengo y me maravillo en el misterio de la Encarnación. En un acto de humildad que va más allá de nuestra comprensión, el Dios que hizo un billón de galaxias eligió «condescender» (descender con) con los ignorantes humanos de este planeta rebelde, de entre miles de millones en el universo. Es difícil hacer una buena analogía, pero es como si un humano se convirtiera en una hormiga, o tal vez en una amiba o una bacteria.

Aun así, de acuerdo con Pablo, ese acto de condescendencia fue una misión de rescate que llevó a la sanación de algo roto en el universo. Como dice el pasaje:

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo
y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre,
para que ante el nombre de Jesús
se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra
y debajo de la tierra,
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre. (v. 9-11)

Escuchamos el rugido de Dios al final del libro de Job, una voz que evoca asombro y admiración, más que intimidad y amor. Sin embargo, Filipenses 2 nos da una perspectiva diferente de lo que significa ver a Dios a través del telescopio Hubble. Un Dios no limitado por el espacio y el tiempo tiene una ilimitada capacidad de amor por sus criaturas, sin importar qué tan pequeñas o rebeldes sean.

Coincidentemente, la mejor forma de expresar ese mensaje no es desde un tornado, una zarza ardiente o una montaña humeante, sino de persona a persona, a través de Jesús y sus seguidores.

Philip Yancey es autor de varios libros, siendo uno de los más recientes su libro de memorias Where the Light Fell.

Traducción por Hilda Moreno Bonilla.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Celebrar pequeñas Pascuas también es parte de la Cuaresma

Apartar domingos para celebrar la Resurrección infunde gloria en nuestro lamento.

Christianity Today March 10, 2022
Illustration by Rick Szuecs / Source images: Timothy Eberly / Unsplash / Envato Elements

La época de Cuaresma provee un rico tiempo de confesión y oración, y a menudo se acompaña de ayuno de ciertas comidas o de otros deleites. Yo no crecí celebrando la Cuaresma, pero conforme he ido aprendiendo más cosas acerca del calendario de la Iglesia, he llegado a apreciar las prácticas que aportan significado y profundidad al camino que lleva hacia la Semana Santa.

La Cuaresma toma como modelo los cuarenta días que Jesús pasó ayunando en el desierto antes de ser tentado por el diablo (Mateo 4:2). En la actualidad, sin embargo, la Cuaresma dura más de cuarenta días porque no se cuentan los domingos. El domingo siempre celebramos el día de la resurrección, por lo que nos extiende un llamado a festejar en vez de a ayunar. Es por eso que los domingos durante la temporada de Cuaresma son conocidos como «pequeñas Pascuas», interrupciones que traen alegría pura a nuestro largo y sobrio viaje de cuarenta días. Las pequeñas Pascuas nos proporcionan pequeños pero gloriosos espacios de refrigerio en nuestro camino hacia el Día de la Resurrección.

Como dijo San Agustín acerca de los domingos de Cuaresma, «se deja a un lado el ayuno y las oraciones se recitan de pie, como una señal de la resurrección, que es también la razón por la que se canta el Aleluya cada domingo».

Según he ido aprendiendo acerca de estos pequeños interludios de celebración durante el patrón típico de la Cuaresma, me he preguntado si podrían ser un modelo para otros tiempos de sacrificio de larga duración. Celebrar pequeños momentos de gozo, incluso mientras se vive en la grave realidad del presente, mantiene en nuestras mentes toda la historia de Dios. Las pequeñas Pascuas a lo largo del camino nos proporcionan fuerzas para seguir adelante.

La realidad del sufrimiento

No todos los que observan la Cuaresma rompen el ayuno los domingos. Incluso pequeños momentos de festejo durante una época tan seria pueden parecer escandalosos. Del mismo modo, en otras épocas serias de la vida pueden parecer inapropiados pequeños momentos de alegría. Cualquier celebración corre el riesgo de aparentar disminuir la gravedad de la dificultad que se está viviendo.

Este fue el caso de un joven ministro sudafricano en 1985 llamado Trevor Hudson. Sudáfrica estaba sufriendo una larga y opresiva historia con el apartheid, y la mayoría creía que a Dios no le importaba su sufrimiento.

Trevor sintió alivio al leer El Dios crucificado de Jurgen Moltmann, que enfatizaba nuestra comunión con Dios en el sufrimiento. En el libro, Moltmann describe a Dios dispuesto a acompañar a su pueblo en medio del sufrimiento. Hudson comenzó a afirmar a su congregación que Cristo crucificado era el fundamento de toda la teología cristiana.

El joven pastor, dándose cuenta de la inevitabilidad de las adversidades, encontró alivio en saber que Dios está con nosotros en ellas. Lo que ocurrió en la crucifixión dio pie a una robusta teología del sufrimiento. Sin embargo, también notó que reducir su teología a la muerte de Jesús resultaba ser insuficiente para toda la experiencia humana.

«¿Tienes un Dios triste?»

Uno de los amigos de Trevor en el ministerio comenzó a escribir un libro, e invitó a Trevor a leer el manuscrito. El amigo, Dallas Willard, autor de La divina conspiración, escribió [enlaces en inglés] que Dios «es el ser más alegre del universo».

Trevor sabía que las palabras de Dallas eran honestas. Cuando visitó a los sudafricanos, Dallas se presentó con alegría a todos los que conoció. Sin embargo, Trevor se resistía. ¿Cómo podía verse a Dios como alguien alegre en medio de una adversidad tan obvia?

Dallas respondió preguntando: «Trevor, ¿tienes un Dios triste?». Se notaba que Trevor llevaba tiempo siendo pesimista. Honrar la adversidad que le rodeaba le había impedido buscar el gozo de la resurrección. Se dio cuenta de que necesitaba recordar la historia completa.

Dios sufre con nosotros, pero Dios también destila alegría. Trevor volvió a leer los evangelios y le impresionó el deleite de Jesús en las comidas compartidas, el buen vino y los niños jugando. Abrazó esos momentos incluso en medio de la adversidad de su propia vida y las serias necesidades que veía a su alrededor. Jesús mostró que hay un lugar para las pequeñas alegrías incluso en momentos serios.

La necesidad del gozo en tiempos difíciles

Sabiendo que su muerte era inminente, Jesús les brindó confianza a sus discípulos al asegurarles que había una conexión entre ellos, así como entre una vid y sus pámpanos. Y les aseguró también que habría una reunión final. Dijo: «Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa» (Juan 15:11). Iban a necesitar garantías de la alegría que vendría, dado todo lo que aconteció el Viernes y el Sábado Santos. El horror, el dolor, la decepción y la duda perturbaron a sus discípulos hasta que lo abandonaron.

La Cuaresma me invita a reflexionar en mi propio pecado. La señal de la cruz marcada con cenizas en mi frente me acusa cada Miércoles de Ceniza e impone sobre mí la profundidad del sacrificio de Cristo. Pero Jesús también muestra misericordia a mi corazón, de la misma forma que lo hizo con sus discípulos, colocando en mi corazón recordatorios del resto de la historia. Y logro asir ambos: el dolor y la gloria.

Las pequeñas Pascuas a lo largo de la vida

Al igual que el gozo de los domingos de la Cuaresma anula la sobriedad del resto de días, así la alegría de mi vida en Cristo quita el aguijón de muerte y el sufrimiento. Me siento tentada a esperar hasta que la pandemia termine antes de abrazar un momento de celebración. He estado almacenando celebraciones en mi mente, esperando a que se levantaran las restricciones y hubiera inmunidad de rebaño antes de decir siquiera un aleluya. Empiezo a preguntarme, sin embargo, si la vida de Jesús me libera para empaparme ahora de la alegría siempre disponible que ya es mía en él. Como recuerda el teólogo N. T. Wright, como creyentes «traemos a la vida fragmentos y destellos de la nueva creación en medio de un mundo aún en tinieblas y dolor». Yo quiero que el mundo que me rodea, en sus tinieblas y en su dolor, reciba un vistazo de esa clase de esperanza.

Las oportunidades nos rodean. ¿Qué pequeñas Pascuas podemos celebrar ahora? ¿Qué palabras podemos decir para exhibir la alegría y el nuevo nacimiento?

Kathryn Maack es cofundadora de Dwell, un movimiento de alabanza y discipulado que ayuda a hombres y mujeres a experimentar completamente la vida con Dios.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Adelante. Ora por la caída de Putin.

Los salmos imprecatorios nos dan permiso para presionar valientemente contra el mal.

Christianity Today March 10, 2022
Jamie Lorriman / Getty Images

La semana pasada vi una imagen que no me puedo quitar de la cabeza: un padre ucraniano sujetando la cara del cuerpo sin vida de su pequeño hijo, el cual estaba completamente cubierto por una manta manchada de sangre excepto por un halo de cabello rubio. Este padre, desconsolado, presionaba su rostro contra el pelo de su hijo, aferrándose a él, desesperado y destrozado. Cierro los ojos para orar y veo esta imagen.

Cuando pienso en ello, se me rompe el corazón. Pero también siento furia. Se parece a una especie de sentimiento de furia maternal. Un niño inocente fue asesinado violentamente porque el líder de Rusia decidió que quería apropiarse de un país vecino que goza de plena soberanía.

La violencia en Ucrania hace que me sienta impotente, como les pasa a muchos. Veo sin poder hacer nada cómo los tanques entran en las ciudades, cómo los objetivos civiles huyen a los refugios, como las vidas de familias enteras son brutalmente exterminadas [enlaces en inglés]. ¿Qué puedo hacer con esta ira y con este dolor?

Como dije hace poco cuando conversaba con David French y Curtis Chang, me doy cuenta de que acudo una y otra vez a los salmos imprecatorios. Cada mañana estoy orando el Salmo 7:14-16 con Vladimir Putin en mente: «Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira. Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza» (NVI).

Una imprecación es una maldición. Los salmos imprecatorios son aquellos que llaman a la destrucción, la calamidad y el juicio de Dios sobre nuestros enemigos. Honestamente, no suelo saber qué hacer con ellos. Oro sobre ellos solo como una práctica de memorización. Sin embargo, gravito hacia promesas más equilibradas sobre la presencia y la misericordia de Dios. Normalmente me siento incómoda con la violencia y la autodeclaración de justicia que parece jactanciosa que encuentro en esta clase de salmos.

Sin embargo, fueron escritos para momentos como este.

En el seminario, tenía un profesor norirlandés que vivió los violentos treinta años del conflicto armado nacionalista en Irlanda del Norte. Él había visto la violencia contra el inocente en persona.

Cuando era joven y estaba en el seminario, él reescribió un salmo para una tarea de clase. En él, oraba para que a cada terrorista que fabricara una bomba, esta le estallara en la cara. Su profesor estadounidense lo llevó aparte y lo regañó por utilizar una imagen tan violenta, y le dijo que necesitaba arrepentirse. Mi profesor, reflexionando sobre este recuerdo, me contó que se dio cuenta entonces de que su profesor estadounidense nunca había presenciado la violencia no provocada contra inocentes y niños.

Estos salmos expresan nuestra rabia contra las injusticias perpetradas sobre otros, y claman a Dios para que haga algo.

Yo me inclino fuertemente hacia la no violencia y el pacifismo cristiano. Pero reconozco que, en el pasado, ha habido ocasiones en las que el llamado a la paz ha estado basado en una comprensión ingenua de la maldad humana.

En Who Would Jesus Kill? [¿A quién mataría Jesús?], Mark Allman recapitula el punto de vista del teólogo del siglo XX Reinhold Niebuhr: «Los pacifistas cristianos sienten una confianza excesiva en la bondad humana; creen que la ley del amor del evangelio es suficiente para hacer desaparecer del mundo la violencia y el mal».

«Para Niebuhr», continúa él, «ese enfoque no solo es ingenuo, sino herético». Está basado en una visión de la naturaleza humana que, en esencia, está equivocada: una testaruda insistencia en que los humanos no somos tan malos ni somos capaces de cometer actos de auténtica maldad e injusticia.

El movimiento pacifista de los años sesentas a menudo encarnó esta ingenuidad. Con su rechazo de la idea del pecado y el mal, y llamando a «hacer el amor, no la guerra», a menudo cerró los ojos ante la profundidad de la depravación humana en el mundo. Se daba por hecho que la humanidad estaba en un arco de progreso ascendente que terminaría en una utopía. Pero, si somos ingenuos ante lo oscura que puede llegar a ser la oscuridad humana, nuestras oraciones y esperanzas a favor de la paz terminarán siendo endebles velos para la corrupción y la destrucción.

Los salmos imprecatorios nombran el mal. Nos recuerdan que aquellos que tienen un gran poder son capaces de destruir la vida de los débiles con aparente impunidad. Este es el mundo en que vivimos. No basta con juntar las manos, cantar Kumbayá y esperar que todo vaya bien. Nuestro corazón reclama que haya un juicio contra la crueldad que deja a padres llorando a solas sobre sus hijos enmudecidos. Necesitamos palabras para expresar nuestra indignación frente a este mal.

Aquellos de nosotros que deseamos una paz duradera no podemos basar esa esperanza en la idea de que las personas son inherentemente buenas y que por lo tanto no se merecen un juicio real. En cambio, encontramos esperanza en la creencia de que Dios está obrando en el mundo, y que Él es aún más real que el mal.

Esperamos que Dios lleve a cabo el verdadero juicio definitivo. Miramos hacia aquel que sabe el nombre de cada ucraniano y cada ruso, que los ama más de lo que yo puedo entender, y que vengará el mal y enderezará las cosas.

No evitamos la venganza porque pensemos que el mal humano no la merece, sino porque creemos que Dios es el vengador. No deseamos la paz solo porque nos indigna la violencia injusta, sino porque creemos que a Dios le indigna y se puede confiar en su juicio (no en el nuestro).

El Salmo 35:6-8 le pide a Dios mismo que actúe: «… sea su senda oscura y resbalosa, perseguidos por el ángel del Señor. Ya que sin motivo me tendieron una trampa, y sin motivo cavaron una fosa para mí, que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron».

Muy a menudo, en los salmos imprecatorios, pedimos que los actos malvados de las personas se vuelvan contra ellos de rebote. No oramos para que la violencia engendre más violencia, o para que el mal comience un ciclo de venganza o represalia. Oramos, en cambio, para que esas personas sean destruidas por sus propias conspiraciones y, como oraba mi profesor, para que sus bombas les exploten en la cara.

Si tú eres como yo y sueles sentirte más cerca de las partes más compasivas y menos violentas de la Biblia, esta clase de oraciones pueden ser discordantes. Sin embargo, nosotros que somos privilegiados, que vivimos lejos de la guerra y la violencia, corremos el riesgo de no tomar con suficiente seriedad el mal y la brutalidad.

Toda vía oro, todos los días y con tesón, por el arrepentimiento de Putin. Oro para que los soldados rusos bajen las armas y desafíen a sus líderes. Pero este también es el momento de asumir las oraciones imprecatorias. Este es el momento de confiar en la misericordia de Dios, pero también en su ira justa, amorosa y protectora.

Nota del editor: Aquí puede encontrar la cobertura en español de la guerra entre Rusia y Ucrania de CT, incluyendo la protesta en contra de la guerra de cientos de pastores rusos, el ministerio en los refugios de Ucrania, y un reporte de campo de cómo está viviendo la guerra la iglesia ucraniana.

Tish Harrison Warren es ministra ordenada en la Iglesia Anglicana de Norteamérica y autora de Liturgy of the Ordinary y Prayer in the Night (IVP, 2021). Puede seguirla en Twitter @Tish_H_Warren.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Los ministerios evacuan mientras las tropas rusas llegan a Irpin, el centro evangélico de Ucrania

Las iglesias de Irpin, el suburbio de Kyiv con más ministerios evangélicos, ayudan a los residentes a evacuar. Uno de sus miembros murió ayudando a una familia que huía de la guerra.

Ucranianos cruzan un puente destruido mientras huyen de la ciudad de Irpin, al noroeste de Kyiv [Kiev], el 7 de marzo de 2022.

Ucranianos cruzan un puente destruido mientras huyen de la ciudad de Irpin, al noroeste de Kyiv [Kiev], el 7 de marzo de 2022.

Christianity Today March 7, 2022
Dimitar Dilkoff / AFP / Getty Images

Anatoly, de 26 años, miembro de la Iglesia Bíblica de Irpin, está con el Señor.

Su último acto en la tierra fue cargar la maleta de una joven madre y sus dos hijos, llevándolos a través del puente derrumbado de Irpin para ponerlos a salvo de los bombardeos rusos.

Los cuatro murieron cuando una bomba cayó en medio de su supuesto corredor humanitario. En total, ocho personas murieron ayer en el suburbio de Kyiv [Kiev], mientras las tropas rusas presionaban para rodear la capital ucraniana.

«Anatoly era profundamente espiritual, con un buen carácter cristiano», dijo su pastor, Mykola Romanuk. «Cuando veía una necesidad, intentaba ayudar».

Las negociaciones del fin de semana del 5 de marzo condujeron a varios ceses de hostilidades con el fin de permitir la evacuación de civiles, pero se rompieron rápidamente. Cada parte culpó a la otra, y Rusia ha negado haber atacado a los civiles [enlaces en inglés].

Pero fuentes ucranianas describen ciudades ahora llenas de escuelas, hospitales y barrios residenciales bombardeados, sobre todo en Irpin, conocida en los círculos evangélicos como el «Wheaton de Ucrania» [en referencia a Wheaton College].

Tras la caída de la Unión Soviética, el «patriarca evangélico» de Ucrania, Gregory Kommendant, invitó a ministerios cristianos a unirse a él en su ciudad natal, a 16 millas al noroeste de la capital, donde ejercía como presidente de la Unión Bautista de toda Ucrania.

Hasta hace unos días, unos 25 ministerios operaban en Irpin, entre ellos Child Evangelism Fellowship, Youth With a Mission, Youth for Christ, la International Fellowship for Evangelical Students y Samaritan's Purse.

En su día solo había una iglesia evangélica, pero ahora Irpin cuenta con 13.

«Estuvimos aquí durante 20 años, y los vecinos nunca pusieron un pie en nuestra iglesia», dijo Romanuk. «Ahora viven en nuestro sótano, oran con nosotros y se han convertido en nuestros amigos».

Describiendo Irpin como «secular», Romanuk describió su congregación bautista de 700 miembros como la mayor iglesia de la ciudad de 60 000 habitantes. Pero ahora, solo queda un equipo de cinco personas, llamadas a quedarse y ministrar a los sitiados.

Es dirigida por el jefe del comité de misiones, y la esposa del diácono, un agente inmobiliario, es la cocinera principal. Prepara tres comidas al día para 200 personas, mientras otros se ofrecen como voluntarios para evacuar a los ciudadanos que han pasado por un trauma indescriptible hacia el oeste de Ucrania.

Desde que empezó la guerra, la iglesia ha transportado entre 100 y 200 evacuados cada día, dijo Romanuk. Al acercarse los rusos, transportaron a 3000. Al principio, el gobierno se dio cuenta de sus esfuerzos y comenzó a dirigir a todos a la iglesia.

Anatoly fue uno de los que regresó.

Anatoly, un cristiano ucraniano de 26 años, es uno de los civiles que murieron en los ataques rusos del domingo.Diana Berezhnoi / Courtesy of Baptist Union
Anatoly, un cristiano ucraniano de 26 años, es uno de los civiles que murieron en los ataques rusos del domingo.

Originario de Luhansk, en la región del Donbás, empezó a asistir a la Iglesia Bíblica de Irpin en 2020, y se convirtió en miembro el año pasado.

Profesional de tecnologías de la información en una empresa local, servía en el ministerio de medios de comunicación con el hijo de Romanuk.

Tras evacuar a su esposa Diana y a otros miembros de su familia a un lugar seguro en el oeste, se unió el viernes 4 de marzo al escueto equipo de la iglesia. El sábado comenzó el bombardeo más severo, y sacaron a toda la gente que pudieron, cruzando el puente que el ejército ucraniano había dañado para frenar el avance ruso.

El domingo desapareció. Sus amigos se preocuparon, oraron y revisaron las redes sociales en busca de fotos de los muertos. Vieron sus zapatos en una y su jersey en otra. Unos minutos después, la tercera foto mostraba su rostro.

«Le echamos mucho de menos. Es una tragedia para su familia y la iglesia», dijo Romanuk. «Dios tiene un plan más allá de nuestra comprensión, pero es difícil».

Igor Bandura, otro pastor de la misma iglesia, está ahora asesorando al hermano de Anatoly, en Lviv. Sumido en el dolor, está tratando de encontrar a alguien que haga el viaje inverso, de 335 millas [540 km] hacia el este, hasta Kyiv [Kiev], para el funeral.

«Tuvimos que dejarlo todo atrás. Algunos de nosotros ni siquiera tuvimos tiempo de llevarnos la ropa necesaria», dijo Bandura, vicepresidente de la Unión Bautista de Ucrania. «No sabemos qué destino han tenido nuestros hogares. No sabemos si habrá un lugar al que volver».

Al menos hay una forma de volver a entrar. El cercano suburbio de Bucha —hogar del presidente del Seminario Teológico Evangélico Ucraniano de Kyiv— está completamente bajo control ruso.

Pero Ivan Rusyn se niega a evacuar.

«Esta guerra ha redefinido por completo mi forma de entender la misión y el ministerio holístico», dijo. «No se puede mostrar compasión desde la distancia».

Rusyn y los siete colegas que permanecen con él coordinan la ayuda desde las oficinas de la Sociedad Bíblica Ucraniana, donde duerme por la noche en el suelo.

El seminario se encuentra ahora a solo 300 metros del frente de guerra.

Evacuado el viernes 4 de marzo, el lunes siguiente el seminario envió a los últimos nueve de los 300 profesores, empleados, estudiantes y familiares a un lugar seguro en la parte occidental de Ucrania. Pero cada día, su equipo envía un autobús a Irpin con alimentos, agua y medicinas a diario.

«Es una catástrofe», dijo. «Hay miedo en los ojos de los niños».

Con lágrimas en los ojos, Rusyn dijo que cargó a los discapacitados sobre sus hombros para llegar a los autobuses de evacuación. Pero luego habló de su alegría, al ver las sonrisas de los soldados ucranianos que saben que las oraciones de los pastores y sacerdotes permanecen.

«Nuestro compromiso es que nadie aquí se quede con hambre», dijo, y prometió quedarse en la capital tanto tiempo como el presidente Volodímir Zelensky. «Los líderes cristianos que permanecen en Kyiv y en otras ciudades son el testimonio encarnado de Jesucristo».

Pero esto también se siente en otros lugares. En toda Europa del Este se está brindando atención a los casi 2 millones de refugiados. Muchos han cedido sus camas y ahora duermen en colchones, dijo Sergey Rakhuba, presidente de Misión Eurasia y quien actualmente supervisa el trabajo en Polonia.

«Estoy devastado, cansado y abrumado», dijo. «Mi corazón está roto en mil pedazos».

Pero su organización también tenía su sede en Irpin, y los 12 miembros del personal que permanecen en Ucrania se han reorganizado en dos ciudades occidentales.

Hay una escasez catastrófica de medicamentos, dijo. Pero una necesidad aún mayor de atención pastoral.

«Les solicité sus peticiones de oración», dijo Rakhuba, recordando con lágrimas. «Los refugiados mencionan a sus maridos, a sus padres y a sus hijos, y cuando te abrazan, no te sueltan».

Nacido en Donbás, se casó con su esposa rusa en 1983 y vivieron en Rusia los siguientes 15 años. A menudo les oía llamar a los ucranianos «hermanos». Misión Eurasia se trasladó de Moscú a Ucrania en 2007 debido a la presión del gobierno contra la influencia extranjera.

Pero el cambio en espíritu de hoy no tiene precedentes, y le hace pensar en lo demoníaco.

«Irpin se convirtió en una capital espiritual», dijo Rakhuba. «Además de la agresión militar, ahora es un lugar de guerra espiritual».

Mark Elliott, editor emérito de East-West Church Report, en su día formó parte del profesorado de Wheaton College y observó el traslado de los evangélicos estadounidenses a Colorado Springs. La comparación con Irpin era obvia, especialmente cuando los ministerios empezaron a llegar desde Moscú.

«Fue como empujar y jalar al mismo tiempo», dijo. «Las crecientes restricciones rusas que enfrentaron los creyentes e instituciones no ortodoxas, frente a la sólida tolerancia religiosa de Ucrania».

Durante 70 años la nación estuvo bajo la esclavitud del comunismo soviético, dijo Rusyn. Pero la iglesia aprovechó bien los 30 años de libertad que siguieron. Si no la protegemos ahora, su pérdida amargará el sabor de la libertad para los amigos occidentales que hacen todo lo posible por ayudar, pero cuyos gobiernos no se involucran por completo. Rusyn pide que se imponga una zona de exclusión aérea.

«Predicamos el evangelio, enviamos misioneros, no hemos hecho daño a nadie», dijo. «Nuestro mensaje a los rusos es que nos dejen en paz».

Zelensky ha pedido un plan de sanciones más sólido, incluso un embargo total.

Los daños del fin de semana del 5 de marzo fueron mucho más amplios que los de Irpin.

En Mariupol, donde se calcula que 200 000 personas intentan huir, uno de los pocos edificios que permanecen intactos es la Iglesia Bautista Central. Construida a principios de la década de 1990, la hija del pastor fundador dijo que al principio la gente se quejaba de que el sótano era demasiado grande.

Ayer, mientras los bombardeos se acercaban a uno de los corredores humanitarios pactados, más de 75 personas se reunieron en el sótano para el culto dominical.

Menos afortunada, informó el pastor Vyacheslav Voronin a Taras Dyatlik, director regional del Consejo de Ultramar para Europa Oriental y Asia Central, fue la congregación bautista de Izyum, establecida en 1998. Situada cerca de los combates en la región de Kharkiv, la iglesia servía a los desplazados hasta que fue alcanzada anoche por un proyectil ruso y se incendió. La mayoría de las familias están ahora evacuando al oeste de Ucrania.

Y en el puerto costero de Odessa, Alexander Boichenko regresó tras evacuar a su familia para seguir sirviendo en el centro de ayuda para catástrofes de su iglesia. Hace tres semanas, estaban planeando la boda de su hija en junio.

«Mi mujer se inclinó hacia mí y me susurró en voz baja: “¿Podría ser esto para siempre?”», dijo. «Le sonreí sin dificultad, pero mi alma estalló en lágrimas».

Su trabajo no es en vano. Las fuentes ucranianas se aferran a Dios [sic].

«La tarea más importante para la iglesia en este momento es seguir predicando», dijo Rakhuba. «Las iglesias se han convertido en un faro de esperanza».

Todo ello a pesar de la agresión «brutal e inhumana» del ejército ruso, cuyos tanques presionan hacia Kyiv, dijo Bandura.

«Pero rezamos y trabajamos, con esperanza y fe, para que Dios prevalezca», dijo, «y revele su gloria en Ucrania».

La gravedad de los daños no les disuaden.

«Puede que perdamos nuestro campus, pero después de un conflicto hay una oportunidad de construir de nuevo», dijo Rusyn. «Las iglesias evangélicas se fortalecerán y serán parte integrante de nuestra sociedad».

Los empleados del Seminario Bíblico de Irpin distribuyen pan a los refugiados y a los de un hospital local.Cortesía de Mission Eurasia.
Los empleados del Seminario Bíblico de Irpin distribuyen pan a los refugiados y a los de un hospital local.

Los creyentes dispersos hacen lo que pueden.

La Iglesia Bíblica de Irpin tenía 67 grupos pequeños antes de la guerra, dijo Romanuk. Su equipo pastoral se pondrá en contacto con cada miembro y les ofrecerán toda la ayuda posible.

Y también los animará a algo nuevo: cada uno debe formar un nuevo grupo pequeño, dondequiera que esté, y unirse a la iglesia evangélica local.

Hoy, sin embargo, él también ha evacuado. Mientras se dirigía al oeste, a su familia en Lviv, la notificación de su calendario de Google le recordó que una conferencia pastoral para 400 personas en Irpin estaría a punto de comenzar.

«Dios nos ha dado un nuevo ministerio», dijo Romanuk. «Ahora tendremos la conferencia con los que no tienen un techo, los discapacitados y los no creyentes de nuestra ciudad».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Cómo la duda nos ayuda a orar

La incertidumbre puede impulsarnos hacia Dios con humildad y honestidad.

Christianity Today March 7, 2022
Ilustración por Abigail Erickson.

¿Es de extrañar que la duda pueda infiltrarse en nuestras oraciones, considerando el abismo que llegamos a experimentar entre lo que las Escrituras parecen prometer y la realidad que vivimos? En Marcos 11:23, Jesús nos dice que Dios incluso reorganizará la geografía para nosotros, si tan solo nos acercamos a Él con fe. Lo que esto implica es que nuestro Padre celestial hará cosas milagrosas por nosotros. No obstante, todos podemos hablar de ocasiones en las que hemos orado por milagros mundanos —quizá se nos pase el insomnio, o la resolución de un conflicto que ha durado mucho tiempo— y nuestras circunstancias no se han movido. Es en ese espacio en el que, como describe A. J. Swoboda, «la duda nos sucede» [enlaces en inglés].

Santiago, el hermano de Jesús, complica la ecuación más adelante al sugerir que la razón por la que nuestras montañas personales no se mueven puede muy bien ser porque la duda, de algún modo, ha corrompido nuestra fe. «Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace» (Santiago 1:6-8, NVI).

Entonces, ¿quién puede orar? Porque, si somos sinceros, todos luchamos con la duda de vez en cuando. Versículos como estos pueden conducirnos a creer que estaríamos mejor negando la duda o evitando a Dios del todo cuando esta emerge.

La duda puede desestabilizar nuestra fe, pero no tiene por qué silenciar nuestras oraciones. De hecho, cuando llevamos nuestras dudas a Dios, nuestra fe puede hacerse más profunda.

El ADN de la duda

La duda puede afectar a cada uno de nosotros en distintos puntos a lo largo de nuestro viaje cristiano; es como una corriente subterránea que discurre bajo el camino de la fe. La duda puede filtrarse en nuestras vidas a través de muchos portales, tales como las oraciones no respondidas, las partes de las Escrituras que sentimos que no tienen congruencia con nuestras vidas, o un sufrimiento que no cesa. Las heridas infligidas por otros creyentes o líderes espirituales son otro punto común de entrada. Cuando aquellos que aseguran seguir a Jesús actúan de manera reprensible, puede que esto nos lleve a cuestionar a Dios o simplemente a apagar nuestra hambre por toda la obra cristiana.

La duda también puede surgir cuando nuestras expectativas se desmoronan. Seamos conscientes de ello o no, a menudo cargamos con expectativas específicas acerca de cómo Dios debería responder nuestras peticiones de oración. Construimos esas expectativas alrededor de nuestros constructos teológicos: cómo interpretamos lo que hemos leído en las Escrituras, lo que se nos ha enseñado y lo que hemos experimentado. Así pues, si Dios no contesta nuestras oraciones tal y como esperábamos o imaginábamos, la decepción puede dar paso a la duda o incluso dejarnos con la pregunta de si la oración es siquiera necesaria.

Hacer las paces con la duda

Cuando nos tomamos en serio las palabras de Santiago, debemos asumir que simplemente necesitamos reunir más fe. O puede que imaginemos que, para superar la duda, necesitamos adquirir más conocimiento. Pero la realidad es que no podemos fabricar la fe y nunca comprenderemos del todo a Dios, sin importar cuánto memoricemos la Biblia, cuántos cursos de seminario obtengamos o cuántas horas oremos. Como Pablo le recordó a los corintios, ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo (1 Corintios 13:12). Somos criaturas limitadas, atrapadas en el tiempo terrestre sin la capacidad de comprender del todo nuestra propia narrativa, por no decir los misteriosos propósitos de Dios o los perversos esquemas del enemigo.

Hasta cierto punto, nuestra experiencia con la duda depende de cómo la percibamos. Si pensamos, como se burló el poeta Alfred Lord Tennyson, que «nacen del diablo» o son similares a un invasor que rompe nuestras defensas para deconstruir nuestra fe, entonces la duda debe evitarse o negarse a toda costa. Pero ese no es el único punto de vista.

«Creo que la duda y la fe no son opuestos», dice el experto en el Nuevo Testamento Scot McKinght. «A menudo la duda es inherente a la fe». Si exploramos nuestra duda y trazamos su curso hasta la fuente, puede que revele nuestros falsos constructos acerca de Dios o nuestros débiles intentos por ejercer control sobre Él. De este modo, la duda en realidad puede acercarnos a Dios en humildad y profundizar nuestra relación con Él al aproximar nuestras oraciones hacia una honestidad y una intimidad mayores.

¿Cómo debemos orar, entonces?

Las Escrituras nos animan a orar sin cesar y en total confianza de que nada puede separarnos del amor de Dios (1 Tesalonicenses 5:17; Romanos 8:38-39). Este nada incluye la duda.

Podemos estar seguros de estas dos verdades: las preguntas y las dudas son experiencias comunes entre las personas de fe, y Dios desea que nosotros tengamos una relación con Él. No tendría sentido que Dios espere que neguemos, erradiquemos o compartimentemos nuestras dudas antes de conversar con Él en oración. Piensa en una relación matrimonial: el silencio y la ausencia rara vez resuelven los conflictos o acercan a los esposos. Es mucho más probable que, por el contrario, aumenten la distancia y los animen a pensar en el peor escenario posible. Lo mismo es cierto en nuestra vida con Dios: cuando las dudas surgen, debemos permanecer próximos y vulnerables, y seguir orando.

Las Escrituras proporcionan ejemplos de personas que demostraron que alguien puede, al mismo tiempo, cuestionar a Dios (o la eficacia de la oración) y continuar comprometido con la fe en Dios. Piensa en Sara, la esposa de Abraham: cuando ella escuchó a escondidas a los tres misteriosos visitantes que profetizaron que ella tendría un hijo al cabo de un año, se rió ante la aparente imposibilidad de esta promesa (Génesis 18). Pero Dios cumplió su promesa, y Sara es considerada una heroína de la fe porque cooperó con el plan de Dios a pesar de sus dudas (Hebreos 11:11).

El rey David, que nunca fue capaz de ocultar sus emociones a nadie, nos ayuda a entender cómo orar, aunque nos sintamos como una ola sacudida por la tormenta. El Salmo 13 comienza con un grito de angustia lleno de duda: «¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón?» (vv.1-2). En vez de evitar a Dios o pretender que no estaba atribulado, David se acercó a Dios admitiendo sus dudas y frustraciones. Entonces, oró: «Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. Y cantó salmos al Señor: ¡El Señor ha sido bueno conmigo!» (vv. 5-6), demostrando así que no podemos llegar a una alabanza verdadera por medio de la negación o del fingimiento. Dios no se ve amenazado ni limitado por nuestra duda —ni por nuestro miedo o ansiedad—, en parte porque nuestras emociones no pueden invalidar su carácter ni disminuir su poder.

Así pues, ¿qué quería decir Santiago cuando nos advirtió que si los creyentes no oran con una fe pura no pueden esperar recibir nada de Dios? Tal vez Santiago no estaba emitiendo un edicto destinado a silenciarnos cuando tenemos incertidumbre, sino más bien, tal como me contó McKinght, estaba apelando a que los creyentes «confíen totalmente» en el carácter de Dios, a pesar de sus circunstancias. Esta sutil diferencia es crucial. Puede que exploremos dudas acerca del qué y el porqué, pero se nos anima a no dudar del quién. Tal vez Santiago no está corrigiendo a los creyentes por tener incertidumbre; está dándonos una advertencia para que no difamemos a Dios.

Una puerta para profundizar en la intimidad

La respuesta de Jesús a quienes llevaban dudas a cuestas debería darnos confianza para acercarnos a Él sin importar nuestro estado emocional. El Mesías nunca dio la espalda a aquellos que de verdad lo buscaban, aunque admitieran abiertamente su incertidumbre. Dos ejemplos de esto son las interacciones de Jesús con el padre del chico endemoniado y con su discípulo Tomás.

Cuando el desolado padre le daba detalles a Jesús acerca de la condición de su hijo, añadió: «Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús respondió: «¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible». «“¡Sí creo!”, exclamó de inmediato el padre del muchacho. “¡Ayúdame en mi poca fe!”» (Marcos 9:21-24). Entonces Jesús sanó a su hijo.

En el que tal vez sea el pasaje más familiar sobre la duda en el Nuevo Testamento, Tomás expone su lucha por creer los relatos de la resurrección de Jesús: «Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré» (Juan 20:25). Sin embargo, Jesús más tarde se aparece y ofrece a Tomás exactamente lo que necesitaba: una prueba física. El artista Makoto Fujimura destaca un aspecto de la respuesta de Tomás que a menudo se pasa por alto, y escribe en Art and Faith: «Quizá deberíamos reformular nuestra visión de este apóstol y comenzar a referirnos a él como “Tomás el creyente”. Después de todo, una vez aceptada la invitación, Tomás realmente no necesitó tocar las heridas de Jesús. Su fe le permitió ir más allá de la “prueba” de la promesa de Dios».

Al aliviar la incertidumbre de este discípulo, Jesús habló a través de los siglos, normalizando las preguntas y las dudas, y asegurándonos que nunca deben convertirse en una barrera para tener intimidad con Él. Podemos confiar en que Cristo no se apartará de nosotros, aunque nuestra fe zozobre.

Al enfrentar nuestra duda en vez de negarla o sentir vergüenza, podemos encontrar un espacio para lamentar esas situaciones en las que Dios no respondió a nuestras oraciones tal y como esperábamos, renunciar a nuestras falsas creencias y expectativas poco realistas, y desarrollar una vida de oración más íntima. La duda no nos descalifica para orar. De hecho, nos impulsa a orar aún más, puesto que el amor y la fidelidad de Dios quizá sean lo único suficientemente poderoso y verdadero como para disipar esas dudas.

Dorothy Littell Greco es fotógrafa, escritora y autora de Marriage in the Middle: Embracing Midlife Surprises, Challenges, and Joys.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Así se vive el ministerio en un refugio antibombas en Ucrania

Gracias a las sirenas de ataque aéreo, los vecinos y los refugiados escuchan el Evangelio más que nunca.

La gente se reúne en el metro de Kyiv, utilizándolo como refugio antibombas.

La gente se reúne en el metro de Kyiv, utilizándolo como refugio antibombas.

Christianity Today March 5, 2022
Efrem Lukatsky / AP Images

Llevamos ya una semana de guerra abierta con Rusia. Por supuesto, Rusia comenzó la guerra contra Ucrania desde 2014, pero esta es una fase sin precedentes. Aun así, es sorprendente lo rápido que uno se acostumbra a la mundana realidad de la guerra.

El primer día, las noticias de que otras ciudades estaban siendo bombardeadas causaron gran ansiedad en la ciudad de Svitlovodsk, donde vivimos mi familia y yo. Por supuesto, el hecho de que la noticia nos despertara antes del amanecer y fuera bastante inesperada lo hizo mucho peor. La intención de causar pánico parecía planeada.

Ahora, en el séptimo día, la adrenalina ha desaparecido. Nos hemos acostumbrado al toque de queda de las 8 p.m. y a estar sentados en un apartamento oscuro por la noche. Nos hemos dado cuenta de que ignoramos algunas de las sirenas de ataque aéreo, sobre todo las que se escuchan a mitad de la noche, ya que estamos agotados. También hemos aprendido que no todas las sirenas significan que pueda caer una bomba sobre nuestras cabezas.

Pero siempre que nos dirigimos al refugio antibombas, mi familia y yo aprovechamos la oportunidad para compartir la esperanza de Cristo con nuestros vecinos.

Debo admitir que nunca me imaginé tener un «ministerio en los refugios antibombas». Y, sin embargo, ya estamos viendo lo fructífero que ha sido. En la última semana, la mayoría de nuestros vecinos han oído más sobre Cristo, han escuchado más las Escrituras y han orado junto con nosotros probablemente más que en toda su vida.

Además de la oración del Padre Nuestro, he empezado a leer varios Salmos con ellos, un libro especialmente apropiado para nosotros en Ucrania, ya que David a menudo clama a Dios en medio de la persecución de sus enemigos.

Uno de nuestros vecinos es el equivalente a ser la superintendente del edificio. La otra noche, en el refugio antibombas, dijo con lágrimas en los ojos lo agradecida que estaba por tener vecinos como nosotros. Dijo que no puede entender «de dónde venimos». Tuvimos que recordarle que si hay algo diferente en nosotros, es solo por la esperanza que Cristo nos da.

En el refugio también he recibido preguntas sobre cómo leer la Biblia correctamente. El adulto mayor que me preguntó al respecto recibió un curso intensivo sobre la cristocentricidad de las Escrituras. A menudo nos quedamos allí abajo discutiendo asuntos de fe mucho tiempo después de que las sirenas fueron silenciadas.

A pesar de haber pasado mucho tiempo en el refugio antibombas durante los ataques aéreos, hasta la fecha nuestra ciudad no ha recibido ningún bombardeo real. Las razones prácticas son su tamaño relativamente pequeño (45 000 habitantes), y la escasez de objetivos estratégicos en las cercanías. Todo esto, además del hecho de que nos encontramos en una encrucijada dentro del país, ha convertido a Svitlovodsk en un destino para los refugiados: eso y la providencia de Dios.

El brutal bombardeo de objetivos civiles en Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, ha provocado la salida de otra oleada de refugiados en las últimas 24 horas. Anteriormente, los objetivos habían sido mayoritariamente militares. Esto significó para nosotros que nuestra iglesia acogiera esta noche a 16 refugiados más: 10 en nuestro edificio y 6 con una familia de nuestra iglesia.

Uno de los jóvenes padres de familia que se quedaron en nuestra iglesia está metido en la espiritualidad hindú y tenía muchas preguntas sobre el cristianismo. Tuve la oportunidad de hablar con él sobre lo que hace que el Evangelio sea diferente de otras religiones —es decir, la gracia de Dios— durante casi una hora. Creo que llegó a ver el cristianismo bajo una nueva luz. Intercambiamos números para seguir en contacto puesto que saldrán hacia el oeste en los próximos días.

Así ocurre con la mayoría de los refugiados que llegan hasta aquí. Solo somos una posada para los viajeros cansados del camino. Pero esperamos servirles y ayudarles a experimentar el amor y la paz de Cristo, aunque solo sea por unas horas. No es nuestro trabajo obligarlos a tener fe: ese es un enfoque de evangelización que rara vez da buenos resultados. Más bien, desempeñamos el papel que Dios decida concedernos: plantar una semilla, regar… o cosechar cuando esté listo. Él es quien da el fruto en su momento, y nosotros podemos descansar en ello.

Todas estas historias deberían recordarnos una verdad vital: que la victoria de Dios es siempre subversiva. Todo lo que el enemigo planea para mal, Dios siempre lo toma y lo utiliza para bien. Esto significa que cuanto más se enfurece el enemigo, solo se acerca a su propia destrucción. Dios vuelve las armas del enemigo contra él, como hizo David con la espada de Goliat —y como lo hizo Cristo de forma suprema con su muerte en la cruz—.

Cuando el enemigo pensó que por fin tenía a Jesús donde quería, resultó que estaba asestando su propio golpe mortal. Nuestro Señor venció utilizando las propias armas del enemigo contra él. Eso nos reconforta, sobre todo porque Ucrania se enfrenta a un enemigo que llena su furia, tanto en el Diablo, al que le encanta «robar, matar y destruir», como en esos pseudoreyes que no son más que los peones del Diablo.

Creo que ambos serán derrocados en breve por la maravillosa e irónica victoria de Dios. Pero mientras tanto, rogamos que oren por nosotros.

Oren por los numerosos refugiados que esperamos en los próximos días, sobre todo provenientes de Kharkiv. Oren que podamos servirles bien y les mostremos el amor de Cristo, así como que Dios abra puertas. Oren para que Dios provea para todos ellos.

Oren que Dios nos conceda fuerza y sabiduría en medio de tantas necesidades. Todo el mundo está trabajando sin parar y no duerme lo suficiente. Oren también por el equipo ministerial de nuestra iglesia y por que yo pueda usar cada invitación a tomar entrevistas, artículos, podcasts y más para glorificar a quien es nuestra roca y refugio.

Oren que mis amigos mencionados anteriormente lleguen a conocer la belleza del evangelio en sus vidas.

Oren que la victoria subversiva de Dios llegue rápidamente contra el tirano que aterroriza a nuestro país. Oren que Dios sea glorificado al humillar el orgullo del hombre.

Benjamin Morrison es el pastor de la Capilla del Calvario de Svitlovodsk, Ucrania, la cual está recaudando ayuda para los refugiados. Originario de Estados Unidos, ha sido misionero durante los últimos 20 años. Él y su esposa ucraniana tienen dos hijos.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Cientos de pastores rusos se oponen a la guerra en Ucrania

Los evangélicos ucranianos exigen más Bonhoeffers, mientras los evangélicos rusos debaten si la protesta pública contra Putin puede lograr más que la oración.

Una mujer sostiene una pancarta que dice «Detengan la guerra» en el centro de Moscú durante una protesta en contra de la invasión a Ucrania el 3 de marzo de 2022.

Una mujer sostiene una pancarta que dice «Detengan la guerra» en el centro de Moscú durante una protesta en contra de la invasión a Ucrania el 3 de marzo de 2022.

Christianity Today March 5, 2022
Contributor / AFP / Getty Images

Los evangélicos ucranianos han tenido suficiente.

Agotados tras una semana de guerra, han escuchado numerosas oraciones por la paz pronunciadas por sus colegas rusos. Pero no han oído palabras de condenación.

«Sus asociaciones han felicitado a Putin, dando gracias por la libertad de creencias», dijo Taras Dyatlik, director regional para Europa del Este y Asia Central del Overseas Council. «Ha llegado el momento de hacer uso de esa libertad».

Dado que Kyiv, Kharkiv, Kherson y otras ciudades han sufrido ataques con misiles, la Organización de las Naciones Unidas ha informado de la muerte de más de 200 civiles. El Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania informó de más de 2000. El número de bajas militares continúa en debate mientras ambas naciones afirman haber causado miles de muertes en las filas del enemigo.

Pero en lugar de centrarse en los números, Dyatlik, quien coordina una red regional de docenas de seminarios protestantes, recurrió a la Biblia.

«Acuérdense de Mardoqueo y Ester», escribió el 1 de marzo en una carta abierta [enlaces en inglés]. «No sean como Josafat, que se alió con Acab y guardó silencio cuando Dios habló por medio del profeta Micaías».

Dyatlik acusó a sus colegas rusos de aceptar la retórica nacional, primero en 2014, cuando las fuerzas respaldadas por Rusia invadieron la región oriental de Donbas, y nuevamente hoy. Pero «rogando de rodillas», aprovechó su reputación con los líderes de las asociaciones evangélicas de Rusia, al tiempo que reconocía su difícil situación.

«Ustedes temen la cárcel», dijo. «[Pero] no sean fieles a Putin. Sean fieles al cuerpo de Cristo».

Las enmiendas recientemente aprobadas al código penal ruso establecen una sentencia de prisión de hasta 15 años por afirmaciones «falsas» sobre la violencia en Ucrania, mientras las autoridades reprimen a los rusos que llaman «guerra» a la «operación militar».

Desacreditar a las fuerzas armadas ahora puede resultar en una sentencia de 3 años; llamar a mítines contra la guerra podría merecer cinco años. Dependiendo del nivel de severidad, los cristianos y otros ciudadanos rusos se arriesgan a recibir multas y trabajo forzado.

Dyatlik no fue el único que expresó su frustración. Pero en lugar de basarse en las Escrituras, su colega Valerii Antoniuk apeló a la historia.

«¿Dónde están tus Bonhoeffers? ¿Dónde están tus Barths?», preguntó el líder de la Unión Ucraniana de Iglesias de Cristianos Bautistas Evangélicos. «Su silencio ahora es la sangre y las lágrimas de los niños, las madres y los soldados ucranianos: eso está en sus manos».

Mientras tanto, Pavel Kuznetsov simplemente quiere que se use la palabra correcta: ley o no ley.

«Muchos creyentes en Rusia están orando por la “situación” en Ucrania. La situación se llama GUERRA», escribió en Facebook el pastor de la iglesia Palabra de Vida en Boyarka, 24 km (15 millas) al suroeste de Kyiv. «Y cuando vuelvas a orar, dile a Dios que esto es una guerra y que nos están matando aquí».

Al momento de la publicación, más de 300 evangélicos rusos habrían recibido el mensaje.

«Ha llegado el momento en que cada uno de nosotros debe llamar a las cosas por su nombre, mientras todavía tenemos la oportunidad de escapar del castigo de arriba y evitar el colapso de nuestro país», decía una carta abierta [enlace en ruso] firmada por un grupo de pastores rusos y otros líderes protestantes. «¡Hacemos un llamado a las autoridades de nuestro país para que detengan este derramamiento de sangre sin sentido!».

Su mensaje también era bíblico.

Citaba Jeremías 18:7–8 al decir que la nación que se arrepienta de su maldad será perdonada.

Hacía referencia a Caín cometiendo el pecado de fratricidio contra su hermano Abel.

Y exhortó a su nación a implementar las palabras de Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán» (Mateo 26:52, NBLA).

Dyatlik recibió la declaración con gran alegría, pero también con ferviente oración.

«Literalmente están arriesgando sus vidas», dijo. «Pero muestran su amor al Señor y a su cuerpo: somos uno en el Espíritu».

La carta abierta está disponible [enlace en ruso] en el sitio web de Mirt Publishing House, una pequeña editorial evangélica en San Petersburgo, y está firmada principalmente por bautistas y pentecostales rusos afiliados a iglesias o seminarios en Moscú, San Petersburgo y otras 40 ciudades más.

[Nota del editor: La petición fue inhabilitada tras reunir 400 firmas en dos días.]

«Este es un paso extraordinariamente valiente en comparación con la timidez evangélica anterior bajo Putin», dijo Mark Elliott, editor emérito de East-West Church Report, una revista que durante 29 años ha estado enfocada a explicar el cristianismo euroasiático a los cristianos en Occidente. «Estoy asombrado y animado de que estas valientes personas estén defendiendo a Ucrania. Sufrirán por esto a menos que Putin sea destronado. Señor, ten piedad».

«La carta no es una reacción típica de los protestantes rusos. Mantenerse alejado de la política ha sido su postura principal durante décadas», dijo Andrey Shirin, profesor de un seminario bautista en Virginia nacido en Rusia. «Han sido acusados ​​rutinariamente por las autoridades soviéticas de ser antigubernamentales. En respuesta, dijeron que ellos eran creyentes, no políticos».

«Muchos protestantes rusos mantienen esta postura en el conflicto actual», dijo. «Pero algunos desean una mayor participación social, y la tragedia que se desarrolla en Ucrania ha tocado una fibra sensible».

Sin embargo, un cosignatario rechazó la expectativa de que todos los cristianos rusos deban hacer lo mismo.

Alexey Markevich, uno de los nueve protestantes rusos que firmaron oficialmente la carta antes de que circulara públicamente, dijo que no todos deben ser Bonhoeffers.

«El primer llamado de la iglesia es la proclamación de la Palabra de Dios… [y] esta proclamación ocurre de muchas maneras diferentes: los pastores predican, los teólogos escriben, los filántropos reparten pan, la gente llora con los que lloran, los activistas salen a la plaza», dijo. «Es importante para cada uno de nosotros ver nuestro llamado y cumplirlo honestamente delante de Dios, sirviéndole a Él y a las personas».

Además, Bonhoeffer y otras figuras famosas que lucharon contra el mal, si bien son modelos de fidelidad en sí mismos, no son modelos que empatan con exactitud con las demandas que los ucranianos plantean a los rusos en la actualidad.

«Sus ejemplos son valiosos y relevantes para nosotros», dijo Markevich. «Pero [no salieron] a manifestarse, y [Bonhoeffer] no realizó ninguna actividad pública».

En su opinión, sería difícil lograr resultados a través de tales acciones. Los evangélicos en Rusia no tienen influencia política para detener la guerra, ya sea que escriban cartas o llenen las plazas de las ciudades. Algunos todavía lo intentarán, de la misma forma en que el mismo Markevich lo ha hecho desde 2014. Pero el verdadero poder está en otra parte.

«La guerra puede ser detenida por Dios», dijo. «Por eso clamamos a Él».

Aunque con menos riesgo, pero aún con un costo eclesial significativo, algunos sacerdotes ortodoxos ucranianos afiliados a Moscú están pidiendo a sus obispos locales que rechacen al Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

«Esta desgarradora… tragedia sin precedentes ha sido provocada por la conspiración maligna y la inacción maliciosa de una persona a quien no podemos reconocer como nuestro patriarca», declararon en un comunicado conjunto 10 sacerdotes de la diócesis de Cherkasy de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, 193 km (120 millas) al sureste de Kyiv.

«Exigimos la ruptura de todas las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Rusa y la restauración de la comunicación eucarística con el patriarca ecuménico».

En 2019, el patriarca ecuménico de la Iglesia Ortodoxa con sede en Estambul, Bartolomé I, reconoció la independencia nacional de la nueva Iglesia Ortodoxa de Ucrania, la cual se deslindó de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana afiliada a Moscú. Muchas parroquias en Ucrania rechazaron esto y optaron por permanecer bajo el patriarcado de Moscú, puesto que ese ha sido el precedente histórico. (Las cifras exactas del número de iglesias afiliadas a estas dos instituciones son difíciles de determinar).

Pero ahora, bombardeados por las fuerzas rusas, los diez sacerdotes dirigieron su carta al Onufri metropolitano, el líder de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, y exigieron que su obispo local rompiera los lazos con Kirill.

También usaron referencias bíblicas, mencionando el libro de Ester y Proverbios 24, textos que llaman a los creyentes a no fingir ignorancia, sino a rescatar a los que se enfrentan a la muerte.

«Encontraremos la fuerza para no alinearnos con los débiles de mente», afirmaron, «sino con Cristo, quien es nuestro verdadero pastor, padre y protector, a quien sea el honor y la gloria por todos los siglos. Amén».

Su acción fue seguida por los sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana. de Lviv, que se convirtió en la primera diócesis en llamar unánimemente a romper con Moscú.

«Hoy todos se han quitado las máscaras. Es obvio para todos que detrás de las palabras sobre el amor fraternal y la creación de un espacio espiritual único del “mundo ruso” había un deseo creado por el hombre de enterrar e ignorar al pueblo ucraniano libre y amante de Dios», dijeron en su declaración, comparando a Putin con el Caín bíblico.

«Permanecer en unidad eucarística y de oración con el Patriarcado de Moscú… hace que los fieles de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana parezcan cómplices, enemigos y traidores».

El mundo ve una realidad similar.

La Asamblea General de las Naciones Unidas votó por la condena de Rusia con 141 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones, y por exigir el fin de las hostilidades. Solo Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea se unieron a Rusia en oposición a la medida.

Sergei Ryakhovsky, líder de la Unión Rusa de Cristianos de Fe Evangélica, una de las dos asociaciones pentecostales más grandes del país, fue citado en Vzglyad, un periódico ruso en línea, por haber orado que la «operación militar rusa» (terminología preferida de Putin) termine antes de la Pascua del 24 de abril, además de señalar la defensa de los soldados por parte de Juan el Bautista.

«Cualquier cristiano de cualquier denominación está en contra de la violencia», dijo, según el artículo de Vzglyad. «Pero al mismo tiempo entiendo que la paz se logra por diferentes métodos, incluida la fuerza, como en esta situación».

Ryakhovsky luego denunció la entrevista como falsa en una publicación de Instagram. «Queridos hermanos y hermanas, si en un futuro cercano leen en la prensa mis citas sobre Ucrania, sepan que son falsas», publicó el viernes [enlace en ruso].

Muchos analistas predicen un conflicto prolongado.

«Lo más probable es que los ocupantes solo aumenten sus esfuerzos, destruyendo nuestro país y nuestras vidas», dijo Roman Soloviy, director del Instituto de Teología de Europa del Este en Lviv. «Por lo tanto, no podemos rendirnos… en medio del caos, el dolor y la muerte, debemos seguir siendo los instrumentos de consuelo, ayuda y esperanza de Dios».

Y parte de eso ahora proviene de Rusia, incluso cuando su gobierno ha tomado medidas para censurar sus medios. Las fuentes de noticias liberales Dozhd y Ekho Moskvi fueron cerradas recientemente. Pero algunos líderes evangélicos continúan hablando.

«Ningún interés u objetivo político puede justificar la muerte de personas inocentes», decía la carta abierta. «La guerra está destruyendo no solo a Ucrania, sino también a Rusia, a su gente, su economía, su moralidad y su futuro».

Nota del editor: este artículo se actualizó el viernes 4 de marzo para incluir la declaración de Instagram de Sergei Ryakhovsky, en la que afirma que su entrevista en Vzglyad es falsa.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Las iglesias ucranianas en Estados Unidos despliegan la alabanza como un arma

Las iglesias evangélicas en el nicho de la población ucraniana más grande de los Estados Unidos lloraron y oraron el domingo. Habiendo escapado ellos mismos de la persecución en la Unión Soviética, dan testimonio de la fidelidad de Dios.

Christianity Today February 28, 2022
Lev Radin / Sipa USA / Sipa via AP Images

El domingo, los evangélicos de origen ucraniano de la ciudad de Nueva York se reunieron en sus iglesias, lloraron, se desahogaron y cantaron, mientras sentían, junto con el resto del mundo, la amenaza latente hacia sus seres queridos y su patria.

Cuando el presidente Vladímir Putin puso a sus fuerzas nucleares en alerta máxima, los estadounidenses ucranianos llamaron a sus canciones de alabanza «armas de guerra». Afuera de las iglesias, en una hermosa mañana de cielo azul, los neoyorquinos continuaron las protestas contra la invasión rusa, y algunos fieles se unieron después de sus servicios. [Enlaces en inglés.]

La ciudad de Nueva York tiene la población ucraniana más grande de los Estados Unidos, una comunidad de alrededor de 150 000 habitantes, históricamente concentrada en el East Village de Manhattan y Brighton Beach en Brooklyn. Miles habían llegado a los Estados Unidos como refugiados religiosos, la mayoría de ellos bautistas o pentecostales, bajo un asilo especial para quienes huían de la persecución religiosa en la Unión Soviética.

En East Village, algunos de esos refugiados asisten a la Primera Asamblea Ucraniana de Dios en Cornerstone, donde mujeres ancianas con la cabeza cubierta adoran junto a jóvenes con sudaderas. La congregación pentecostal ahora incluye rusos, nigerianos y bielorrusos, con servicios en una combinación de ucraniano, ruso e inglés.

Muchos en Cornerstone tienen familia en Ucrania y temen sobre su destino mientras la guerra continúa día con día. El domingo, una mujer de cabello blanco lloró en silencio durante todo el servicio.

«¿Qué podemos hacer sino permanecer en oración y clamar a Dios?» dijo el anciano Peter Pristash, quien vivió gran parte de su vida en Ucrania y ahora es ciudadano estadounidense.

A medida que la amenaza nuclear aumentaba las tensiones, las personas en el servicio no podían creer lo rápido que había empeorado la situación.

«Nuestras mentes no entienden: ¿Cómo es esto posible en esta época?», dijo Pristash a la congregación. «Dios permitió que esto sucediera, y no sabemos por qué. Pero sabemos que Dios es soberano y está en su trono. Hay personas que piensan que, si matan a alguien, lograrán un objetivo».

El equipo de adoración de Cornerstone ese día incluyó al saxofonista de jazz ucraniano, Andrey Chmut, quien estaba de gira en los Estados Unidos y se estaba preparando para grabar un álbum con el pianista de jazz estadounidense Bob James cuando estalló la guerra.

Ahora no puede regresar a Ucrania, y su esposa y su hija pequeña están atrapadas allí. Se suponía que su vuelo saldría el lunes, pero con todos los vuelos comerciales a Ucrania cancelados debido a la guerra, llegó al servicio dominical con su saxofón.

«Nuestra esperanza está en el Señor, el que mantiene unidas todas las cosas», dijo Chmut a la iglesia después de compartir su situación y agradecerles por la oración. «No importa cómo se desmoronen las cosas, el Señor creó este mundo y tiene todas las cosas en sus manos». Las personas murmuraban amén mientras sollozaban.

Dos de los músicos amigos de Chmut en Rusia que hablaron públicamente en contra de la invasión ahora están en prisión, dijo después del servicio. La cultura y las artes ucranianas estaban «floreciendo» en los últimos años, pero «ahora están en peligro… No quiero vivir bajo el régimen de Putin».

Tocó entre lágrimas. Estaba tratando de averiguar si podía llegar a Polonia, a pesar de no tener una visa, y de alguna manera reunirse con su esposa e hija allí. Todo lo que podía pensar era en un ataque nuclear. Su esposa e hija «ni siquiera saben cómo pasarán la noche», dijo.

Incluso si ocurre un ataque nuclear, dijo Chmut a la iglesia en ucraniano, «la esperanza que tenemos es que nos iremos a casa. Y estaremos junto con Jesús, el que sabemos que nos ayudará». Uno de los miembros tradujo sus palabras a la congregación en inglés.

Durante el servicio, las personas revisaron en silencio artículos de noticias en sus teléfonos. Paul Oliferchik, uno de los pastores de Cornerstone, reconoció que muchos en la congregación desearían poder estar en Ucrania, ya que no saben cómo ayudar desde los Estados Unidos.

«Sean la presencia de Cristo, esa presencia donde no existe la ansiedad y que trasciende el conflicto humano», les instó. «Quizás todo lo que tienes para ofrecer a Dios es oración con lágrimas… Es importante hacer tiempo para lamentarse delante de Dios».

Pristash, el anciano, dijo que era demasiado mayor para servir en el ejército, pero se había imaginado lo que haría si pudiera [servir]. «Hoy, nuestras armas están aquí», oró. «Podemos invocar a Dios y orarle». Citó Efesios 6:12 que dice que «nuestra lucha no es contra sangre ni carne».

Con una iglesia de personas de diferentes orígenes, Oliferchik dijo después del servicio que los pastores han estado orando en la iglesia contra el conflicto. Dijo que han estado de acuerdo hasta ahora en que «ninguno de nosotros quiere esto».

Oliferchik nació en Moscú y sus padres son de Bielorrusia, pero él creció en los Estados Unidos. Su abuelo fue encarcelado por su fe pentecostal en la Unión Soviética. Dijo que sus padres eran objeto de burlas regulares por su fe. A lo largo del servicio, Oliferchik se levantó para traducir al ucraniano o al ruso. Él y su esposa tienen parientes en Ucrania.

«Esto es pura maldad del régimen de Putin», dijo. Pensando en su abuelo y la persecución de los evangélicos en Rusia, dijo: «No queremos que la historia se repita».

Las comunidades de evangélicos eslavos crecieron en la década de 1990 alrededor de las iglesias de EE. UU., con la mayor población de refugiados evangélicos estableciéndose en Sacramento, California, según la historiadora Catherine Wanner en Communities of the Converted: Ukrainians and Global Evangelism. La Enmienda Lautenberg de 1989, que otorgó asilo especial a quienes huían de la persecución religiosa soviética, continúa vigente hasta el día de hoy.

Cornerstone ha servido como un «oasis» para los inmigrantes, dijo Pristash, y espera que sea un lugar de llegada para cualquiera que huya de Ucrania y venga a los Estados Unidos.

Su iglesia no estaba sola en sus lamentos el domingo. Una congregación coreana con vínculos con esta iglesia se presentó para mostrar su solidaridad y llenó la parte trasera de las bancas. Mientras la iglesia cantaba «Cuán grande es nuestro Dios» en ucraniano, los miembros de la iglesia coreana cantaron en inglés con las manos levantadas.

El pastor les agradeció por asistir y después dijo lo contenta que estaba la congregación de Cornerstone de tener otros cristianos que vinieron a «sentarse con los que están sufriendo».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Una ucraniana necesitaba oración. Un ruso se ofreció como voluntario.

Cómo dos amigos cristianos, separados por las fronteras pero unidos por su pasión por la evangelización, provocaron lágrimas en una reunión de oración en plena guerra.

Alexey S. y Ángela Tkachenko.

Alexey S. y Ángela Tkachenko.

Christianity Today February 28, 2022
Edición por Christianity Today / Imagen: Cortesía de Ángela Tkachenko

El siguiente diálogo relata una reunión de oración mundial de emergencia convocada por Laussane Europe el jueves 24 de febrero:

Ángela Tkachenko:

Mi madre entró en mi habitación en mitad de la noche. «La guerra ha comenzado».

Yo vivo en Sumy, una ciudad ucraniana de unos 250 000 habitantes, cerca de la frontera con Rusia. Hace una semana, mi marido insistió en que evacuara con nuestros hijos y mi madre. Nosotros logramos llegar a Estados Unidos, pero él se quedó en casa.

El jueves comencé a entrar en pánico. ¿Qué estaba pasando en Sumy? ¿Dónde estaba mi esposo? ¿Estaba a salvo? Cuando por fin logré ponerme en contacto con él, me dijo que el ruido de las bombas lo había despertado. Ahora estaba atrapado en el tránsito mientras intentaba salir de la ciudad. Mientras deslizaba las imágenes en mi teléfono, vi las largas filas de vehículos en las gasolineras y a la gente durmiendo en las estaciones de metro. Luego leí el anuncio del gobierno que prohibía a los hombres de entre 18 y 60 años salir del país. ¿Volveré a ver a mi esposo? ¿Cuándo volveré a verlo? Mi abuela de 93 años está sola… mi equipo… mis amigos… nuestra casa…

Me resultó difícil sobrellevar el día. Por la tarde me uní a una llamada de oración internacional organizada por el Movimiento de Lausana ante las noticias de la invasión. Cuando el anfitrión me preguntó cómo estaba, comencé a llorar. Estaba enfadada. Me sentía traicionada, quebrantada y pisoteada por Rusia. Le conté a todos que tenía miedo por mi esposo y por mis amigos de Kyiv [Kiev] que estaban orando sobre si debían evacuar.

Entonces el anfitrión preguntó si alguien podía orar por mí. Mi amigo Alexey se ofreció como voluntario. Mi amigo ruso, Alexey.

Alexey S.:

Me desperté el jueves por la mañana sobresaltado ante la noticia de que mi país había invadido Ucrania. Me encontraba en Moscú por un viaje ministerial, a más de 3218 kilómetros de distancia de mi familia en Novosibirsk, Siberia. Era una mañana fría y miré las noticias en silencio mientras me esforzaba por desayunar. La vergüenza de que mi país haya empezado una guerra contra otro —un país que había visitado no menos de cuatro o cinco veces— comenzó a invadirme. Sentí miedo por el futuro del mundo y me afligí por mis hermanos y hermanas ucranianos que podrían bien morir o sobrevivir como consecuencia de esta decisión.

Nací y crecí en la Unión Soviética, en Siberia. Después de la caída de la URSS, a los 23 años me convertí en cristiano tras escuchar la predicación del Evangelio en el centro de rehabilitación donde se encontraba mi madre. Para mí, hallar la fe en Cristo significó mucho más que aceptar que Él era el Hijo de Dios: fue darme cuenta de que tenía hermanos y hermanas en todo el mundo. Una de ellas era mi amiga ucraniana Ángela.

Conocí a Ángela hace siete años, en la Conferencia de Lausanne que se realizó en Yakarta. Me impresionó su osadía a la hora de compartir el Evangelio. Una de sus iniciativas era movilizar equipos para entrar en clubes nocturnos de varias ciudades ucranianas para iniciar conversaciones con personas que nunca entrarían en una iglesia. Desde entonces nos hicimos buenos amigos y nos hemos apoyado mutuamente en nuestros ministerios. En 2018, Ángela movilizó un equipo a Moscú durante la Copa Mundial de Fútbol para compartir el evangelio en las calles. Estos recuerdos seguían viniendo a mi mente mientras veía las noticias.

Más tarde ese día, me uní a la videollamada de oración de Lausanne y me sentí agradecido de ver que Ángela también se había conectado. Fue desgarrador escuchar lo que ella y otros ucranianos presentes en la reunión estaban viviendo. Me sentí muy mal por el hecho de que mi país les estaba causando tanta angustia personal. Cuando el facilitador preguntó quién se ofrecía para orar por ella, acepté y comencé a hablarle a Dios mientras lloraba.

Ángela:

Siempre he querido a mis amigos rusos, a pesar de que mientras crecía no había una distinción entre «rusos» o «ucranianos». Todos pertenecíamos a una sola nación conocida como la Unión Soviética. De niña, muchas veces subía a un tren a las cinco de la tarde en Sumy y llegaba a las once de la mañana del día siguiente a Moscú, donde todavía viven mis tías y primos. Con el tiempo, las cosas cambiaron. En 2014, después de que Rusia anexó Crimea, pronto me di cuenta de que la visión que los rusos tenían de la situación era totalmente diferente a la mía. Pocos entendían mi punto de vista. En ocasiones recibí burlas.

En 2018, visité la ciudad de Moscú para un viaje de evangelización en las calles durante la Copa Mundial de Fútbol. Durante tres semanas, nos pusimos de pie en la plaza Roja para compartir el evangelio, y orar con los rusos y con los que visitaban la ciudad provenientes de diferentes partes del mundo. Diez meses más tarde, 150 equipos rusos se habían registrado para el Día de Evangelismo global de mi ministerio. Muchos de ellos nos dijeron más tarde que antes no se habían atrevido a predicar en público, pero que se sintieron inspirados después de vernos. Me conmovió la valentía y el ánimo de nuestros hermanos y hermanas rusos.

El otoño pasado, Alexey me preguntó por teléfono cuáles eran mis sueños acerca de alcanzar a la próxima generación para el Señor. Le dije que estaba buscando socios para ayudar a dirigir cinco capacitaciones intensivas sobre las misiones en Rusia. Alexey se ofreció a apoyarme en el proyecto y luego me compartió lo que tenía en su corazón. Él quería reunir a los líderes misioneros de nuestros países para orar y pasar tiempo en comunión tomando el té juntos. Recuerdo que pensé: «Esta es la clase de líder a quien yo seguiría, y sé que los jóvenes también lo seguirían».

Al escuchar la sincera oración de Alexey por mí, mi familia y mi país, no pude contener las lágrimas. Su dolor era real. Sus palabras me recordaron que soy parte de una familia que no se basa en la nacionalidad, el color de la piel o el estatus, sino solo en Jesucristo.

De todas las personas que Dios podría haber usado para consolarme ese día, usó a un hermano ruso para revelarme más de Su corazón.

Alexey:

Cuando terminé de orar, el anfitrión de la reunión me pidió que compartiera cómo me sentía. Respondí que me sentía horrible. Estaba totalmente avergonzado por las acciones de mi país.

Nunca olvidaré la mirada de mis amigos ucranianos. En lugar de condenación, vi compasión. Ángela quiso orar por mí. Pidió a Dios que se revelara a sí mismo a los cristianos de Rusia que se sentían impotentes y asustados. Oró por un reavivamiento en Rusia y Ucrania, un anhelo que habíamos compartido en nuestros corazones durante años.

El día en que Rusia invadió nuestro país vecino, Dios usó a una hermana ucraniana para darme una nueva visión de su gracia.

Ángela:

En este tiempo, el enemigo quiere dividirnos sembrando odio y discordia entre la Iglesia en Ucrania y en Rusia. De hecho, me causa dolor ver que algunos líderes cristianos en Rusia no toman una posición abierta en favor de Ucrania. Me pregunto si algunos piensan que si alzan su voz, quizás ellos o sus hijos podrían correr peligro. Sé que el miedo y el peligro son reales, y trato de no juzgar, porque no soy Dios. Sin embargo, sigue siendo doloroso.

Pero creo que lo más importante para nosotros los cristianos es recordar que somos una sola esposa, un solo cuerpo de Cristo. Su sangre está en nuestras venas, y todos estamos unidos por su Espíritu.

Actualmente, Rusia está bombardeando mi país y asesinando a mi pueblo. Sin embargo, en medio de este dolor, aquellos que pertenecemos al cuerpo de Cristo necesitamos permanecer unidos, llorar juntos y orar juntos. Mi buen amigo Alexey lo mostró con su ejemplo.

Alexey:

Hermanos y hermanas de Rusia, de Ucrania o cualquier otro país, todos tenemos un solo Padre Celestial y todos somos miembros de la misma familia. Esta no es una guerra dentro de nuestros pueblos. No me importan sus opiniones políticas ni su teología del poder. Cuando uno de mis seres queridos está pasando por sufrimiento, quiero estar a su lado.

A mis amigos ucranianos en especial, gracias por estar dispuestos a llorar y orar conmigo, y por aceptar mis sentimientos de miedo y lamento, a pesar de que soy ruso. Esto me da la confianza de que Satanás será derrotado una vez más, y que la iglesia de Dios seguirá mostrando el amor de Jesús a otros.

Ángela Tkachenko es directora de la organización misionera Steiger Ukraine.

Alexey S. vive en Rusia.

La conversación en este artículo está presentada tal como se le contó a Sarah Breuel, directora de Revive Europe y coordinadora de capacitación en evangelismo en IFES Europa.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Durante el asedio del domingo, las iglesias de Ucrania perseveraron

(Actualizado) Mientras se comparten mensajes sobre David en el río Dniéper en Ucrania, los pastores rusos promueven la paz desde Moscú.

La catedral de San Vladímir se puede ver contra el horizonte de la capital del país durante el toque de queda del fin de semana, el 27 de febrero en Kyiv, Ucrania.

La catedral de San Vladímir se puede ver contra el horizonte de la capital del país durante el toque de queda del fin de semana, el 27 de febrero en Kyiv, Ucrania.

Christianity Today February 27, 2022
Chris McGrath / Getty Images

Mientras las tropas rusas se encontraban con una resistencia más firme de la esperada por parte de los soldados y ciudadanos ucranianos en Kyiv [Kiev] y otras ciudades, los pastores de ambas naciones adaptaron los servicios de culto del domingo a las circunstancias.

«Toda la iglesia oró de rodillas por nuestro presidente, nuestro país y por la paz», dijo Vadym Kulynchenko acerca de su iglesia en Kámianka, a 233 km (145 millas) al sur de la capital. «Después de la reunión, realizamos un entrenamiento en primeros auxilios».

En lugar de una prédica, se dedicó un tiempo para compartir testimonios de los desgarradores días de los ataques aéreos. Se ofrecieron muchos salmos, y el mensaje de Kulynchenko se centró en Proverbios 29:25: «Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado» (NVI).

Tanto la disrupción como la vida ordinaria pudieron observarse en la Capilla del Calvario en la ciudad de Svitlovodsk.

Andrey y Nadya, quienes fueron desplazados de Kyiv a causa del bombardeo de misiles rusos el jueves 24 de febrero, intercambiaron sus votos matrimoniales en medio de una gran celebración.

Estaba previsto que se casarían este fin de semana en la capital, pero la pareja tuvo que huir a la iglesia de Nadya, a 297 km (185 millas) al sureste del río Dniéper, para solicitar una boda improvisada.

«¿En medio de la guerra? Eso no tiene sentido», dijo Benjamin Morrison, con ironía. «Pero durante la guerra es cuando tiene más sentido. ¿Qué mejor recordatorio de que ni siquiera la guerra puede acabar con el amor? ¿Qué mejor manera de dar testimonio de que servimos a un Rey supremo que alegrándonos en medio del caos?».

Andrey y Nadya se casaron el sábado 26 de febrero, como estaba previsto.

El domingo 27, la congregación de unas 80 personas —que empezaba a crecer con la llegada de nuevos integrantes que buscaban refugio— se reunió para escuchar un mensaje sobre David y Goliat [enlaces en inglés].

«Sí, David todavía tenía que luchar. Sí, la situación seguía siendo difícil y aterradora, pero Dios era su confianza», concluyó Morrison, quien es misionero veterano estadounidense con 20 años de trayectoria y casado con una ucraniana.

«Que Dios sea también nuestra confianza, y que corte la cabeza del enemigo».

Ucrania comunicó ayer que hasta ahora han caído 3500 soldados rusos. Rusia no ha hecho pública una cifra oficial de bajas.

En cuanto a sus propias pérdidas, el Ministerio de Salud de Ucrania contabilizó más de 350 civiles muertos y casi 1700 heridos hasta el domingo por la noche. Este recuento combina las bajas civiles y militares, pero excluye la muerte de 14 niños y el conteo de 116 heridos.

Taras Dyatlik, director regional para Europa del Este y Asia Central en la organización Overseas Council, hizo las cuentas. Si son correctas, en tres días de combates murieron 40 soldados rusos por hora, es decir, un soldado cada minuto y medio.

«La mayoría son muchachos de entre 19 y 25 años», dijo afligido. «La profundidad de nuestro quebranto humano solo puede ser restaurada por el Espíritu Santo».

Metropolitan Epiphanius, jefe de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, rogó por los muertos ante el patriarca Kirill, jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa con sede en Moscú.

«Si [ustedes] no pueden alzar su voz contra la agresión», declaró, «al menos tomen los cuerpos de los soldados rusos cuyas vidas se han convertido en el precio de las ideas del “mundo ruso” que [ustedes y su presidente] promovieron» [enlace en ruso y en inglés].

Antes de la guerra, el presidente Vladímir Putin afirmó que Ucrania era simplemente una extensión de Rusia, sin existencia histórica independiente. Epiphanius dijo que el gobierno ucraniano estaba intentando coordinar esfuerzos con el Comité Internacional de la Cruz Roja para repatriar los cadáveres, aunque aún no han recibido respuesta.

Kirill se condujo con cautela, dado que su rebaño se encuentra en ambos lados de la frontera. En 2019, el patriarca ecuménico de la Iglesia Ortodoxa con sede en Estambul reconoció la independencia de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, mientras que muchas parroquias de Ucrania lo rechazaron y optaron por permanecer bajo la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, la cual forma parte de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en seguimiento a los antecedentes históricos. (Es difícil determinar las cifras exactas de las iglesias afiliadas a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania y a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana). [A pesar de la similitud en el nombre, se trata de instituciones diferentes].

Expresando su convicción de que los bandos enfrentados superarán sus divisiones y desacuerdos, Kirill hizo un llamado a «la totalidad de la Iglesia Ortodoxa Rusa para que ofrezca una oración especial y ferviente por la pronta restauración de la paz».

Como fundamento, citó la historia secular común de siglos de trayectoria compartida por ambos pueblos.

Sin embargo, Epiphanius concluyó su mensaje al patriarca señalando que según el calendario litúrgico de la Iglesia Ortodoxa este domingo se conmemoraba el Juicio Final.

Putin ordenó a sus fuerzas nucleares que elevaran el nivel de alerta.

Los aliados occidentales de Ucrania no pertenecientes a la OTAN aumentaron sus sanciones contra los principales bancos y políticos rusos, incluido Putin. Aunque no llegaron a la instancia financiera nuclear de expulsar a Rusia por completo del sistema internacional SWIFT para transferencias bancarias, muchos aprobaron el envío de apoyo defensivo adicional a Kyiv.

Mientras tanto, 10 seminarios protestantes regionales —entre ellos el Seminario Teológico de Kyiv y el Seminario Evangélico Reformado de Ucrania— publicaron una declaración conjunta en Facebook que fue compartida más de 650 veces.

«Estamos llamados a hablar con verdad y denunciar el engaño», afirmaron. «Nosotros (…) condenamos enérgicamente la agresión abierta e injustificada que pretende destruir la condición de Estado y la independencia de Ucrania con base en flagrantes mentiras» de Putin «que son claramente contrarias a la revelación de Dios». Señalaron [enlaces en español]:

Proclamamos el poder real e ilimitado de Dios sobre todos los países y continentes (Salmo 24:1), así como sobre todos los reyes y gobernantes (Proverbios 21:1); por lo tanto, nada en toda la creación puede interferir en el cumplimiento de la buena y perfecta voluntad de Dios. Nosotros, junto con los primeros cristianos, afirmamos que «Jesús es el Señor», y no el césar.

Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Ucrania. Compartimos el dolor de los que ya han perdido a sus seres queridos. Oramos para que todos los planes del agresor se vean frustrados y avergonzados. Hacemos un llamado a todas las personas de buena voluntad de todo el mundo para que resistan las mentiras y el odio del agresor. Hacemos un llamado a todos para que pidan el cese de las hostilidades y ejerzan toda la influencia posible sobre la Federación Rusa para que detenga la agresión sin causa a Ucrania.

Cinco de los seminarios que publicaron esta declaración tienen sede en Ucrania. Dos de ellos, a los que se les concedió el anonimato, tienen su sede en Rusia.

Varios pastores dentro de Rusia se mostraron incluso más osados.

Victor Sudakov, pastor principal de la Iglesia Vida Nueva en Ekaterimburgo, la cuarta ciudad más grande de Rusia, cambió su foto de portada en su perfil de Facebook el jueves pasado para incorporar una pequeña bandera ucraniana. El sábado 26, cambió su foto de portada para mostrar la bandera y el tryzub, que es el tridente dorado del escudo oficial de Ucrania.

La acción del pastor pentecostal, que forma parte de la Unión Rusa Asociada de Cristianos de Fe Evangélica Pentecostal [en adelante “la Unión”], suscitó cientos de comentarios. «Hermano, siempre pensé y dije que eras un hombre valiente», afirmó uno. «¡Lo que estás haciendo no tiene precio!».

El domingo 27, Sudakov compartió un enlace que redirigía a una petición de Change.org dirigida a los rusos que se oponen a la guerra en Ucrania. Para el domingo por la noche, la petición ya había recibido más de 960 000 firmas.

El viernes 25, la Unión publicó un comunicado oficial que citaba el Libro de los Hechos en referencia a los lugares designados por Dios para vivir [enlace en ruso].

«Sin importar las causas que la provoquen, la guerra es un mal terrible», afirmó la Unión. «Dios nos ha llamado a amar, [y] los valores principales no deben ser los contornos delimitados por las fronteras, sino las almas humanas».

En su oración por que la paz «sea restablecida lo antes posible», la Unión evangélica convocó al ayuno «hasta la resolución divina del conflicto fratricida».

Al igual que Kirill, la Unión tomó como base la historia centenaria de unidad entre los evangélicos rusos y ucranianos. Muchos de los misioneros ucranianos, afirmó, actualmente están sirviendo como pastores y obispos en iglesias. Tienen la esperanza de que esto acelere una pronta reconciliación.

«Lamento mucho que mi país haya atacado a su vecino», declaró Constantin Lysakov, pastor de la Iglesia Bíblica de Moscú [enlace en ruso]. «No importa cómo llamemos a este acontecimiento, no importa cómo lo justifiquemos, (…) no debemos trasladar la culpa cuando uno se arrepiente. Y todos debemos arrepentirnos por lo que ha ocurrido».

«Personalmente, hay solo una fuente de consuelo en todo esto», escribió en Facebook. «Cristo está sentado en el trono, Dios Padre sostiene todo en sus manos, el Espíritu Santo llena los corazones de los que confían en Él y nada puede superar su poder. Dios realiza las mayores obras de redención cuando todo parece lejos de toda esperanza. (…) Oro por la paz».

Al estallar la guerra, Yevgeny Bakhmutsky se expresó de forma similar.

«Mi alma está afligida, mi corazón está desgarrado por el horror y la vergüenza, y mi mente está conmocionada por la locura humana», dijo el pastor de la Iglesia Bíblica Rusa en Moscú. «No somos políticos, somos hijos de Dios. No estamos llamados a rehacer el mapa geopolítico del mundo para complacer a tal o cual gobernante… Que el mundo vea que los hijos de Dios se aman y se aceptan los unos a los otros, no por la lengua [o] la nacionalidad… sino porque han sido aceptados por Cristo».

Un texto bíblico que se citó con frecuencia en las iglesias evangélicas rusas el domingo siguiente al estallido de la guerra fue el Salmo 2:1: «¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos?».

Otras iglesias se centraron en la solidaridad y la oración.

En toda Rusia, el domingo, las aproximadamente 700 iglesias de las 26 uniones protestantes que componen la Mancomunidad de Cristianos Evangélicos de Toda Rusia declararon conjuntamente un tiempo de oración y ayuno por la paz, dijo Pavel Kolesnikov, expresidente de la Mancomunidad y director regional para Eurasia del Movimiento de Lausana. «Esta es nuestra acción», dijo a CT.

Su agenda de oración incluye cinco énfasis:

1) Por la paz entre los pueblos hermanos de Rusia y Ucrania.
2) Para que las autoridades y los «principados» tengan el temor de Dios, la fuerza y la voluntad de hacer la paz.
3) Por la seguridad del pueblo de Ucrania, así como de los cristianos que viven en Ucrania en lugares de conflicto armado.
4) Por la Iglesia, para que Dios la preserve de divisiones y conflictos en medio de la agravada situación.
5) Por la comprensión de cómo cada asociación de iglesias puede responder a las necesidades de las personas afectadas por la guerra.

En su propia iglesia, la Iglesia Bautista de Zelenograd, en Moscú, Kolesnikov, en el servicio matutino, pidió a los asistentes que unieran sus manos —cada hombre, mujer y niño— para orar por la paz y la sabiduría de los gobiernos de ambos países. Su iglesia también ha estado recogiendo suministros, como lo han hecho muchas iglesias rusas, para ayudar a los refugiados ucranianos en las naciones vecinas.

«Esta no es nuestra guerra», dijo. «Amamos a nuestros hermanos y hermanas ucranianos».

Uniéndose al ayuno del domingo, la Unión Rusa de Bautistas Cristianos Evangélicos hizo un llamado a los creyentes para que sean pacificadores.

«Bendice a las naciones que no tienen descanso y envía la paz y el arrepentimiento. Pedimos tu misericordia para todos», oró Sergey Zolotarevskiy, pastor de la Iglesia Bautista Central de Moscú, sin mencionar directamente el conflicto.

Oleg Alekseev, pastor de la Iglesia Fuente de Agua Viva, la iglesia bautista más antigua de Voronezh (en el centro de Rusia), utilizó el Salmo 2 como texto principal de su mensaje.

«Las verdaderas victorias no ocurren allí, ni el bienestar se origina allí», dijo, refiriéndose al campo de batalla. «Sucede [en la iglesia], cuando fielmente [oramos por] los reyes, los gobernantes y todos los pueblos».

Ruslan Nadyuk, pastor de la Iglesia Bautista Palabra para el Alma en Moscú, dijo que la respuesta cristiana adecuada es una de oración incesante en silencio en favor de que el conflicto sea resuelto de manera pacífica y de acuerdo a la voluntad de Dios. Él citó el testimonio de Santiago 5:16: «La oración eficaz del justo puede mucho».

Restringidos durante décadas de persecución bajo los zares y los comunistas, muchos creyentes rusos han decidido que, en el mejor de los casos, protestar es inútil; en el peor, es peligroso. Como resultado, los creyentes rusos han experimentado una profundización en su vida de oración, dijo Andrey Shirin, un profesor de seminario nacido en Rusia que ahora reside en Virginia y que estudió los sermones y los comentarios en Facebook de los pastores rusos en nombre de CT.

«Cuando comienzan los disturbios, los evangélicos rusos no hablan mucho de ellos, especialmente cuando son de naturaleza política», dijo Shirin. «Sin embargo, los evangélicos rusos oran mucho. De hecho, creen que esta respuesta es la más poderosa».

Como declaró Bakhmutsky, el pastor de Moscú, en Facebook: «No te apresures a juzgar a los demás a través del prisma de tu cultura, situación y conciencia. No pienses en la oración como algo insignificante o inútil. Para la mayoría de nosotros, es lo único que nos queda».

Pero algunos pastores fueron más directos en sus comentarios.

Yuri Sipko, exjefe de la mayor denominación bautista de Rusia, dijo que, ante todo, los cristianos deben responder con la oración. Sin embargo, la respuesta de Jesús sería responder a los acontecimientos en Ucrania con las palabras de Juan 15:13: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos».

Para los ucranianos, dijo, este debería ser su principio rector en tiempos de guerra.

Andrey Direenko expresó su consternación.

«El dolor, las lágrimas, los horrores del derramamiento de sangre desgarran nuestros corazones», dijo el obispo pentecostal de Yaroslavl, en el centro de Rusia. «Parece una pesadilla, pero es una horrible realidad».

Y en medio de ella, los ministerios respondieron.

«Pido a todas las familias con huérfanos, así como a las que están criando niños con discapacidades y quieren trasladarse a zonas más seguras, que escriban en esta publicación», declaró Nicolai Kuleba, defensor evangélico de los niños en Ucrania. «Dejen sus comentarios, proporcionen un número y nos pondremos en contacto con ustedes» [enlace en ucraniano].

Muchas iglesias dentro de Ucrania están proporcionando refugio. Pero también las hay en el extranjero.

«No somos más que una pequeña iglesia, por lo que nuestra capacidad de ayudar es limitada, tal vez hasta unas cuantas docenas de familias», dijo Péter Szabó, que pastorea una iglesia presbiteriana en Budapest, Hungría [enlace en húngaro]. «Pero nuestra mayor esperanza no es lo que podemos o vamos a hacer, sino lo que puede y va a hacer nuestro Rey, el Señor Jesucristo».

Predicando a partir de Hechos 13, recordó que la vida cristiana nunca es una serie de fracasos, sino que el «hilo de oro de la gracia de Dios» da al creyente una esperanza segura para el futuro.

Necesitados desesperadamente de esa perspectiva, unos 78 000 refugiados han huido a Hungría, dijo. La ONU informó que la migración hacia el oeste asciende a cuando menos 386 000 ucranianos, quienes dejaron su país con destino a Polonia, Eslovaquia y otras naciones fronterizas.

Miles de ucranianos han cruzado a Moldavia. En la Iglesia Bíblica de Kishinev, una congregación no denominacional de habla rusa en la capital del país, varias familias de refugiados visitaron los servicios por primera vez el domingo por la mañana.

La iglesia y sus socios, ministerios cuyas oficinas se han convertido en albergues, han transportado refugiados y suministros desde que estalló la guerra. Evghenii «Eugene» Solugubenco predicó con dificultad sobre un tema que había programado hace meses: la fidelidad de Dios.

«Esas palabras significan poco para nosotros cuando vamos a almorzar después de la iglesia. Pero cuando eres un refugiado significan más (…) He orado para que Dios abrace a esta gente y les haga saber que Él los ama porque es fiel», dijo Solugubenco, que abrió su sermón con Lamentaciones 3:23-24: «Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: “El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!”».

«La gente suele ser bastante reservada en esta parte del mundo», dijo. «No se acercan al pastor después del servicio. Pero hoy lo hicieron».

Y algunos ucranianos están viendo lo divino.

«Los soldados y los oficiales me dicen que están presenciando milagros desde arriba», dijo Oleksiy Khyzhnyak, un pastor pentecostal en Bucha, a 43 km (27 millas) al noroeste de Kyiv, que fue testigo de los combates más severos del domingo. «Ellos dijeron: “No es nuestro logro”».

Khyzhnyak dijo a Yuri Kulakevych, director de asuntos exteriores de la Iglesia Pentecostal Ucraniana en Kyiv, que hay reportes de que los cohetes cayeron sin explotar y los tanques rusos se quedaron sin combustible. Los soldados, perdidos en lugares desconocidos, piden a los aldeanos que les indiquen cómo llegar, e incluso que les den pan.

Una misión de pan patrocinada por los Países Bajos en Brovary, a 24 km (15 millas) al este de Kyiv, está teniendo dificultades para proporcionar suficiente pan. Ya abastecen a los vecinos y a los desplazados del este, y esperan ampliar la ayuda a los hospitales y al ejército ucraniano.

Pero bajo la presión del conflicto, su propia reserva de mano de obra se está reduciendo, en dirección al oeste.

«Queremos empezar a hornear las 24 horas del día a partir del lunes», afirmó en un comunicado, «pero de momento no tenemos suficientes panaderos» [enlace en neerlandés].

Morrison se siente identificado. Su iglesia, Calvary Chapel, acaba de comprar 1.5 toneladas de harina. Pero como muchos pastores expresaron a CT, la situación es agotadora. Las constantes sirenas de ataque aéreo dan poca paz. Las inmensas necesidades permiten poco descanso.

«Esta mañana me he levantado con la sensación de que un camión me había atropellado», dijo. «Pero aunque todos nos sentimos agotados, seguimos adelante, creyendo que Cristo nos ha puesto aquí para este momento».

Este artículo será actualizado. Información adicional de Kate Shellnutt.

Traducción y edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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