Culture

Moisés era bicultural como yo

Dios eligió a un hebreo criado como egipcio para sacar a su pueblo de la esclavitud.

Christianity Today June 4, 2023
WikiMedia Commons

Tenía seis años cuando descubrí que mi hermana y yo no teníamos el mismo padre. Tenía seis años cuando me di cuenta de que alguien podía casarse más de una vez. Tenía seis años cuando comencé a hacer preguntas sobre cómo se forman las familias, y también sobre cómo se desmoronan.

Yo estaba de pie en el borde de nuestra estrecha cocina, horas después de haberme ido a la cama. Los terremotos nos habían despertado a menudo desde que nos mudamos allí, pero esta vez eran voces familiares las que lo sacudían todo.

Todo lo que escuché claramente fue a mi hermana, Cathy, decir: «Me voy a regresar a Estados Unidos para vivir con mi papá».

Hasta el día de hoy, lucho por recordar las semanas posteriores a esa noche. No sé qué fue lo que le dije a mi hermana, ni lo que mi hermana o mis padres me explicaron a la mañana siguiente. Pero, si recuerdo lo que Cathy llevaba puesto en el aeropuerto el día que se fue: un abrigo con patrón de zigzag blanco y negro que le llegaba hasta los tobillos.

La vi irse, y con apenas una pizca de comprensión sobre lo que estaba sucediendo, me convencí a mí misma de que todo era mi culpa.

Cuando regresamos a casa, fui directamente a la habitación de Cathy, mi hermana adolescente. Cuando aún estaba en casa, ella no me dejaba entrar. Pero ese día, después de perderla, me senté allí durante horas buscando pistas. Leí sus cuadernos escolares y estudié una carta, asiendo todo con fuerza sobre mi regazo como si algo o alguien pudiera venir en cualquier momento a arrebatármelo.

Después de eso, pasé gran parte de mi infancia sola, jugando con muñecas en el cuarto de juegos del sótano.

Si el clima lo permitía, mi madre a veces me dejaba pasear por el vecindario a pie o en bicicleta. Para una ciudad tan grande, Tokio era segura. Deambulaba por aceras concurridas y calles vacías, siempre sola, siempre viendo hacia el interior de los ventanales. Me familiaricé con la sensación de ver todo desde fuera.

Esos cuatro años de vivir en el extranjero cuando era niña —especialmente el tiempo después de que mi hermana se fue— me capacitaron en observación silenciosa y me enseñaron a ser alguien que nota cosas.

Creo que Moisés también era alguien que notaba cosas.

Moisés tenía cuarenta años cuando comenzó a conectarse públicamente con su identidad étnica. En el libro de Éxodo, podemos echar un vistazo a su historia, comenzando cuando una familia real egipcia lo adoptó y salvó su vida. No tenemos muchos detalles sobre cómo habría sido para un israelita como Moisés ser criado por la realeza egipcia, pero me imagino que debe haber tenido una amplia gama de emociones ligadas a su doble cultura. Cuando vio a un hombre egipcio maltratando a un esclavo hebreo, reaccionó con ira y le quitó la vida.

Pasarían otros cuarenta años —esta vez en el desierto, en una cultura completamente diferente—, antes de que encontráramos de nuevo a Moisés luchando con su identidad.

Como padre primerizo, Moisés llamó a su hijo primogénito Gersón, que significa «extranjero», porque Moisés había sido un «extranjero en tierra extraña» (Éxodo 18:3). Puedo imaginar la gravidez de la carga de ser extranjero sobre los hombros de Moisés —lo suficientemente pesada como para envolver la identidad de su hijo en ella—. «Hola, mi nombre es peregrino y extranjero».

Llamó a su siguiente hijo Eliezer, diciendo: «El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón» (Éxodo 18:4, NVI). Un hijo llevó el peso de la peregrinación de Moisés; el otro, llevó el recuerdo del rescate de Dios mientras Moisés huía de casa.

La historia de Moisés está llena de fracturas familiares, pérdidas, soledad, errancia, quebrantamiento y luchas con una doble cultura; pero también es la historia de un Dios que lo persiguió, no después de que todos estos detalles antitéticos se resolvieran, sino justo en medio de ellos. Sus antepasados, su identidad cultural, su fe y su propia relación con Dios están entrelazadas con la formación de su propia familia y las generaciones venideras.

Cuando veo el temor y la rabia de Moisés, y la forma en que huyó, me veo a mí misma. Cuando leí sobre su encuentro con un Dios que aún no conocía, y su vacilación e inseguridad para dejar que Dios lo guiara, recuerdo mi propia vacilación y cómo preferí esconderme.

Puedo empatizar con Moisés cuando considero su preocupación de que nadie en su cultura natal lo escucharía o le creería, a pesar de ser «poderoso en palabra» e «instruido en toda la sabiduría de los egipcios» que lo adoptaron (Hechos 7:22). Cuando imagino sus sentimientos de estar entre varios mundos y culturas, me siento más completa.

Pienso en cuando Moisés se vio obligado a dejar a su hermana por las faltas y el pecado de los demás. Pienso en cómo el corazón duro y el liderazgo narcisista de Faraón deben haberse incrustado en la historia de Moisés. ¿Se burló Faraón de él por parecerse a los hebreos en lugar de a los egipcios?

No importa cuán asimilado hubiera estado en la cultura egipcia, su cultura de nacimiento habría hablado a través de su color de piel, la textura de su cabello y la forma de sus ojos. Estoy seguro de que se habría sentido solo. Su privilegio y su asimilación en la cultura egipcia lo separaron de su cultura natal; a su vez, su origen y sus irrevocables lazos hebreos lo separaron de la cultura que lo adoptó.

Es liberador para mí darme cuenta de que a Moisés no se le pidió que negara su identidad étnica y cultural para conocer a Dios y guiar a otros. De hecho, sucedió todo lo contrario. Su capacidad para entender tanto a los hebreos como a los egipcios fue lo que lo hizo excepcionalmente calificado para liderar a un grupo diverso de personas hacia un futuro distinto. Fue capaz de manejar tensiones y considerar ángulos en los que otros podrían no pensar naturalmente.

Cuando Dios se presentó por primera vez a Moisés a través de una zarza ardiente, anunció que Él era el Dios del padre de Moisés, es decir, su padre hebreo (Éxodo 3:6). Dios conectó los puntos de la vida de Moisés, comenzando con su cultura de nacimiento, y se nombró a sí mismo desde ese punto de referencia. Moisés se vio obligado a abandonar a su familia de origen porque ni él, ni una familia como la suya, tenían cabida en el sistema del mundo en el que nació.

Él había sido señalado para morir; sin embargo, Dios hizo un camino para que floreciera en una cultura que inicialmente quería destruirlo. Moisés vivió en un espacio intermedio a lo largo de su viaje. No había ningún lugar al que pudiera ir, ninguna identidad que pudiera elegir para sí mismo; cada espacio contenía pérdida y dolor. Sin importar cuán lejos huyera, cada lugar lo llevaba de regreso a sus dos mundos: aquel en el que nació, y aquel en el que se crió.

Nosotros también llevamos las historias de nuestras familias junto con la redención intencional de Dios que encontramos en ellas. Moisés llamó a su primer hijo «extranjero», y Gersón ciertamente se convertiría en un peregrino y extranjero. Pero la redención reflejada en el nombre de su segundo hijo también nos lleva a todos los peregrinos y extranjeros a reconocer que no estamos solos.

Dios usa nuestros apellidos e historias, incluso las partes vergonzosas, para guiarnos a su shalom.

Tasha Jun es una coreana estadounidense que escribe sobre la fe, la identidad cultural y étnica, y vive anhelando el shalom. Tasha vive en el Medio Oeste de los Estados Unidos con su esposo y sus tres hijos.

Adaptado de Tell Me the Dream Again: Reflections on Family, Ethnicity, and the Sacred Work of Belonging por Tasha Jun. Derechos de autor © 2023. Utilizado y traducido con permiso de Tyndale House Publishers, una división de Tyndale House Ministries. Todos los derechos reservados.

Traducción por Sergio Salazar y Livia Giselle Seidel.

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News

Falleció Paul Eshleman, quien llevó la película ‘Jesús’ hasta los confines de la tierra

El estratega de evangelización de Campus Crusade (Cru) quería que todo el mundo escuchara las buenas nuevas del amor de Dios.

Christianity Today June 1, 2023
Paul Eshleman / Edición por Rick Szuecs

Paul Eshleman, un estratega de la evangelización que organizó uno de los mayores esfuerzos de difusión del siglo XX para que todas las personas del mundo pudieran oír al menos una vez que Dios las amaba, falleció el 24 de mayo a los 80 años [enlaces en inglés].

Eshleman fue el director de Jesus Film Project, la película que produjo en 1979 para Campus Crusade for Christ (en español Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, actualmente conocido como Cru) en colaboración con Warner Bros., y fue quien supervisó su traducción a más de 2000 idiomas. Eshleman se encargó de que la película se proyectara en todo el mundo, desde lugares rurales en Asia y África, donde la gente nunca había visto la luz eléctrica, hasta emisiones nacionales de televisión en lugares como Perú, Chipre y Líbano. Según Cru, casi 500 millones de personas han tomado la decisión de aceptar a Jesús como su Señor y Salvador después de ver la película.

«Cada día me siento impulsado a pensar: “¿Quién no ha tenido aún la oportunidad de oír [el Evangelio], y cómo puedo hacer que eso sea posible?”», explicó Eshleman en una ocasión. «Somos estrategas para Cristo, y como tales pensamos en nuevas formas de llegar a la gente con el mensaje de vida».

El fundador de la Iglesia Saddleback, Rick Warren, llamó a Eshleman «querido amigo» y lo elogió por su «impacto global». El evangelista Franklin Graham dijo: «Dios usó su vida de forma grandiosa».

Según Steve Sellers, actual presidente de Cru, «Paul fue un campeón de la causa de Cristo y desafió a la Iglesia a considerar formas innovadoras de evangelizar».

Eshleman nació el 23 de octubre de 1942, hijo mayor de Viola e Ira Eshleman. Su padre era un ministro evangélico que trasladó a la familia de Michigan a Florida en 1950 para poner en marcha un complejo turístico cristiano. Compró 30 acres de una base militar cerrada en Boca Ratón por 50 000 dólares, y fundó una iglesia y una comunidad vacacional que el evangelista Billy Graham apodó «Bibletown».

Eshleman entregó su vida a Cristo cuando era niño, pero al crecer, estaba más interesado en los negocios que en el ministerio. Decidió que quería ser director de una compañía petrolera o quizás de una fábrica de automóviles.

Eshleman fue a la Universidad Estatal de Michigan, donde estudió administración de empresas, mercadotecnia y finanzas. Se unió a un grupo de Campus Crusade, pero no se tomaba muy en serio su fe. Años más tarde dijo que solo seguía yendo para poder decirle a su madre que formaba parte de un grupo cristiano y no tener que ir a la iglesia los domingos por la mañana.

Las cosas cambiaron cuando una chica con la que había salido le dijo que solo estaba «jugando» con su relación con Dios, y que era hora de tomarlo en serio o decidir dejarlo. Eshleman se enfadó y le habló de todo el tiempo que había pasado en la iglesia mientras crecía, pero esa noche no pudo dejar de pensar en lo que ella le había dicho. Comenzó a preocuparse de que Dios estuviera endureciendo su corazón, como había endurecido el del faraón en Éxodo 7–11.

«No podía dormir», dijo Eshleman. «Me arrodillé junto a mi cama y dije: “Señor, aquí está mi vida”».

A la mañana siguiente llamó a un líder de Campus Crusade: «Ahora estoy de tu lado. ¿Qué quieres que haga?».

A Eshleman le enseñaron a compartir el Evangelio a través de las cuatro leyes espirituales y le enviaron a hablar con los estudiantes de las fraternidades. La segunda persona con la que habló entregó su vida a Cristo, y Eshleman se convenció de que este era un trabajo más importante que dirigir una gran empresa.

Se unió a Campus Crusade en 1966 y fue a la Universidad de Wisconsin–Madison. La universidad se vio sacudida por las protestas antibélicas que los estudiantes realizaron contra Dow Chemical Company, la cual fabricaba el gel inflamable que el ejército estadounidense utilizaba en las selvas de Vietnam. En 1967, el campus se convirtió en el escenario de lo que algunos historiadores consideran la primera protesta universitaria violenta del país. Eshleman descubrió que era «un entorno maravilloso para hacer ministerio», dijo. En un año, organizó 72 reuniones evangelísticas en dormitorios, fraternidades y hermandades de todo el campus.

«En medio de todo ese caos», dijo, «había gente que continuamente venía a Cristo».

Unos años más tarde, le pidieron que organizara un evento juvenil masivo que, según Billy Graham, iba a ser la respuesta cristiana al festival Woodstock. Sería una gran concentración de Jesús, una «explosión espiritual», o «Explo», en Dallas en 1972.

El evento había sido ideado por el fundador de Campus Crusade, Bill Bright. Dijo que tenía una visión: habría multitudes de jóvenes y música, y podrían entrenar a 100 000 estudiantes universitarios para evangelizar a sus compañeros. Sin embargo, a los miembros en altos cargos del personal de Bright no les gustó la idea y eludieron hábilmente el encargo, según el historiador John G. Turner, quien escribió la historia de la fundación de Cru.

«Era un viejo truco», dijo un miembro del personal. «Cada vez que él tenía una visión, nosotros teníamos que ponerle brazos y piernas».

A Eshleman le ofrecieron el puesto. Ingenuo y apasionado, aceptó rápidamente la oportunidad. Le dieron un presupuesto generoso, pero poco apoyo por parte del personal. Sin embargo, consiguió sacarlo adelante. Consiguió presentaciones de Johnny Cash, Andraé Crouch y de otros artistas más recientes etiquetados de «fanáticos de Jesús», como Larry Norman y Armageddon Experience. Consiguió el uso del estadio Cotton Bowl para cuatro noches, reservó habitaciones de hotel en 65 localidades de Dallas-Fort Worth, e incluso organizó la retransmisión de tres horas de música y mensajes evangelísticos por televisión a todo el país.

El evento atrajo solo a 30 000 universitarios, pero Eshleman lo abrió a estudiantes de secundaria [high school] y consiguió reclutar a otros 35 000, hasta llegar a un total de 75 000 jóvenes que, entre las actuaciones musicales, aprendieron a compartir su fe. Otros 10 000 acudieron como invitados, y Explo’72 fue considerado un éxito.

La película Jesús comenzó, de forma similar, como una visión de Bill Bright que sería difícil, si no imposible, de llevar a cabo. Sin embargo, la idea obtuvo financiación del magnate del petróleo Nelson Bunker Hunt y despertó el interés de John Heyman, un productor de cine judío de Gran Bretaña que quería producir algo relacionado con la Biblia. El proyecto fue aprobado y, aunque Eshleman nunca había trabajado en el cine, se le encomendó el trabajo de coordinador de producción, recadero y solucionador de problemas en general.

La película, que se ciñe fielmente al texto del Evangelio de Lucas, se estrenó en 1980 y se proyectó en unos 300 cines. Los críticos no la consideraron a la altura de Ben-Hur, de William Wyler, o Los diez mandamientos, de Cecil B. DeMille, pero fue bien recibida entre grupos de iglesias y escuelas cristianas, y al final no resultó ser un desastre financiero para Warner Bros.

Tiempo después, Eshleman recibió la película para realizar una distribución más amplia, creativa e innovadora. Trabajó con el personal de Campus Crusade para traducir la película a 21 idiomas en 18 meses, y además ponerse en contacto con grupos misioneros de todo el mundo para proyectarla en lugares donde la gente nunca había visto la vida de Jesús en la gran pantalla, o ninguna película en absoluto.

Por un costo aproximado de 25 00 dólares, Eshleman fue capaz de realizar el doblaje de la película a otro idioma, producir una nueva copia, enviar la película y el equipo de proyección a un campo misionero —abriéndose paso con las autoridades aduaneras y de censura— y organizar una proyección para tanta gente como pudiera reunirse en un campo. Diez de las primeras proyecciones tuvieron lugar en la India. Hubo gente que caminó más de cinco kilómetros para ver la película.

Para el año 1985, el equipo de Eshleman había traducido la película a 100 idiomas diferentes. Planeaban producir la película en todos los idiomas que tuvieran más de 100 000 hablantes. Simplificaron y aceleraron el proceso de doblaje con nuevas tecnologías, y pronto enviaron Jesús a todas partes, desde Estonia a Ecuador.

En todo lugar donde se proyectaba, la película parecía tener un efecto poderoso.

«Cuando los soldados azotaban a Jesús, se podía oír a adultos llorando», dijo Brian Helstrom, un evangelista de la Iglesia del Nazareno que proyectó la película en África. «Podías verlos literalmente retroceder cuando veían a la serpiente tentando a Jesús».

Eshleman, que supervisaba un equipo de 300 personas, asistía ocasionalmente a una proyección de la película. La experiencia, dijo, fue inolvidable.

«Te sientas en un tronco bajo las estrellas», relataba, «y ves a gente que nunca antes había visto una película —ni siquiera luz eléctrica— y la persona de Jesús aparece en la pantalla. Ves cómo se les iluminan los ojos».

Un cínico ejecutivo cinematográfico le dijo una vez a Eshleman en broma que si en lugar de mostrar Jesús, proyectaba la película Harry el Sucio a gente que no tenía contacto con la tecnología del siglo XX, se postrarían y adorarían al policía justiciero de Clint Eastwood como si fuera el Hijo de Dios. Pero Eshleman rechazó la idea de que el poder de la película de Jesús fuera su medio y no su mensaje. A un guerrero masái de Kenia podría gustarle la película Harry el Sucio, decía Eshleman, pero para entender que Dios le amaba y tenía un plan maravilloso para su vida, tenía que ver al Verbo hecho carne, y verlo por medio del acetato de celuloide.

Para el año 2000, el equipo de Eshleman había traducido Jesús a 600 idiomas y podía producir una nueva traducción en nueve días. El Libro de los récords Guinness reconoció el proyecto Jesús como la película más traducida de todos los tiempos.

Al mismo tiempo, Eshleman había empezado a hacer un seguimiento de todos los grupos étnicos que no contaban con ningún obrero cristiano que pudiera ayudar con las traducciones. El número variaba, dependiendo de cómo se contaban los grupos, pero calculó que cientos de millones de personas nunca habían recibido el mensaje del Evangelio.

En una reunión de nueve días de 10 000 evangelistas en Ámsterdam, Eshleman y varios otros organizaron una sesión de estrategia para coordinar los esfuerzos para llegar a estas personas «no alcanzadas». De esa sesión surgió Finishing the Task, una red de organizaciones cristianas comprometidas a completar la Gran Comisión, de alcanzar a todas las naciones. El objetivo, dijo Eshleman, era asegurarse de que todo el mundo tuviera la oportunidad, al menos una vez, de oír que Jesús les ama.

«Ya han esperado bastante», dijo Eshleman. «Es hora de que terminemos [la tarea]».

Eshleman se convirtió en el director del proyecto y, para 2017, dijo que Finishing the Task había movilizado misioneros a 2000 nuevas etnias y plantado 101 000 iglesias. Alcanzar a todas las naciones de la tierra parecía una posibilidad real.

«Si pudiera elegir cualquier momento en el que estar vivo», dijo Eshleman, «este sería el momento».

Paul fue precedido en su fallecimiento por su esposa Kathy. Le sobreviven su segunda esposa, Rena, y dos hijos adultos, Jennifer y Jonathan.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Culture

La música de adoración es emocionalmente manipuladora. ¿Confías en el líder que toca las cuerdas?

El Espíritu Santo obra, pero también lo hacen los mecanismos que rodean los sets de alta producción.

Christianity Today May 30, 2023
Linda Xu / Unsplash

«¡Más grande!», decía la voz en el audífono en mi oído.

Estaba en el escenario en una sala oscura, casi cegada por las luces. Era la primera vez que dirigía la alabanza en una gran conferencia regional para estudiantes universitarios, y uno de los jefes de producción en la cabina de sonido me pidió que levantara más las manos, que me moviera más, que aplaudiera más, que saltara, que fuera más demostrativa físicamente.

Siempre había sabido que el tiempo de alabanza y adoración en las conferencias estaba orquestado, pero esta fue la primera vez que pude ver las minucias. En un momento dado, me dijeron que imaginara mis brazos unidos a tubos de espuma del tipo que se usan en las piscinas, que los mantuviera rectos y los levantara. Cada canción se clasificaba por «nivel de energía» del 1 al 5, y ciertas sesiones solo podían incluir canciones nivel 3 o superior.

Recuerdo que me preguntaba: ¿Estoy manipulando a la gente que mira, canta y escucha? ¿Estoy utilizando la música para generar una respuesta emocional en la multitud?

La respuesta corta es sí. La música de alabanza puede mover y manipular las emociones, e incluso moldear las creencias. La adoración corporativa es neurológica y fisiológica [enlaces en inglés]. Martín Lutero insistía en que la capacidad de la música para conmover y manipular la convertía en un don divino singular. «Junto a la Palabra de Dios», escribió Lutero, «solo la música merece ser ensalzada como señora y gobernanta de los sentimientos del corazón humano… Incluso el Espíritu Santo honra la música como instrumento de su obra».

Los compositores y líderes de alabanza utilizan cambios de tempo y dinámica, modulación, e instrumentación variada para hacer que la música de alabanza contemporánea sea atractiva, envolvente y, sí, emocionalmente conmovedora.

Como adoradores, podemos sentirlo. Las canciones con largos interludios crean lentamente expectación hacia un gancho familiar. O la banda deja de tocar para que las voces canten cuando se llega el estribillo. Además, la propia letra puede dar la pista de cómo debemos movernos («Me levantaré con los brazos en alto y el corazón entregado»).

Hay preguntas válidas e interesantes sobre las particularidades que dan resonancia a la música de alabanza contemporánea: convenciones prestadas de canciones de amor seculares y baladas pop, o similitudes con la estética de los conciertos de rock de alta energía de artistas como U2 y Coldplay, por ejemplo. Pero la preocupación actual por el poder manipulador de la música de alabanza parece tener menos que ver con el estilo y el gusto musicales que con las personas e instituciones que participan en su creación e interpretación.

Así que quizá la pregunta que debería haberme hecho en el escenario no es si la música era manipuladora, sino si más bien si los responsables de la escenografía de la alabanza estábamos siendo mayordomos y pastores confiables.

La alabanza corporativa nos invita a abrirnos a la guía espiritual y emocional. Esa apertura siente y es vulnerable. Y a medida que la alabanza conlleva una mayor producción en las iglesias y en los eventos ministeriales, un creciente grupo de voces ha cuestionado si nuestras emociones están en buenas manos.

«Eso es lo complicado con respecto a las emociones. [En la alabanza musical] ocurre algo en tu interior que es a la vez voluntario e involuntario», afirma la etnomusicóloga Monique Ingalls, que dirige programas de postgrado e investigación en música eclesiástica en la Universidad de Baylor.

Los adoradores tienen la capacidad de elegir: ellos deciden hasta qué punto se abren a la dirección emocional. Incluso los ejemplos extremos de propaganda musical requieren receptividad por parte del oyente. La propaganda musical es más eficaz cuando la música se utiliza para aumentar la devoción, es decir, para aumentar la fe que ya tenemos, y no para cambiar o alterar las creencias. Pero una vez que hay confianza y aceptación, surge el riesgo de una manipulación emocional peligrosa y explotadora.

«La manipulación emocional en un servicio de adoración es como un pastor que lleva a la gente a ciertos pastos sin saber por qué», escribió Zac Hicks, autor de The Worship Pastor [El pastor de adoración], sobre el tema «manipulación vs. pastoreo».

«La manipulación, en el mejor de los casos, es “pastoreo sin propósito”, o “pastoreo parcial”», escribió Hicks. «Una persona-oveja que despierta de la niebla de la manipulación a menudo exclamará primero: “Espera, ¿por qué estoy aquí?”».

En lugar de que un líder de alabanza vea la respuesta emocional de la multitud —manos levantadas, ojos cerrados o lágrimas— como un signo de éxito, Hicks argumentó que un pastor reflexivo utilizará lo que él llama los «contornos emocionales del evangelio» («la gloria de Dios», «la gravedad del pecado» y «la grandeza de la gracia») para dar forma a la alabanza musical y evitar la manipulación.

Pero cuando los fieles sospechan que la atención a los «contornos emocionales del Evangelio» ha sido suplantada por otras influencias, la confianza empieza a erosionarse. ¿Parece que el líder de alabanza en el escenario está más preocupado por cultivar una imagen concreta que por desempeñar una función pastoral? ¿Parece que los momentos emocionales fuertes se convierten en preparativos para la recaudación de fondos? Los fieles temen la manipulación cuando tienen motivos para dudar de las intenciones de un líder o una institución.

«Es fácil confundir la manipulación emocional con un movimiento de Dios, ¿verdad?», dijo la periodista y escritora Kelsey McKinney en el documental de 2022 Hillsong: A Megachurch Exposed. «¿Lloras porque el Señor está llevando a cabo algún tipo de intervención en tu vida, o lloras porque la estructura de acordes está construida para hacerte llorar?».

La sospecha de que una estructura de acordes pueda estar «construida para hacerte llorar» simplifica en exceso la relación entre música y emoción. La música no actúa simplemente sobre el oyente; existe una dialéctica entre el individuo y la música en la que cada uno influye y responde al otro.

Cuando parece que personas poderosas al frente de megaiglesias utilizan música poderosa para cultivar la lealtad y la devoción, no solo a Dios, sino también a su marca e institución, es comprensible tener miedo a ser engañado por medio de música cuidadosamente elaborada para hacer que el individuo sienta que ha tenido un encuentro espiritual.

Escándalos como los que han asolado a Hillsong en los últimos años, así como indicios de que la música de alabanza contemporánea está cada vez más moldeada por intereses financieros [enlace en español], alimentan el escepticismo. Una parte cada vez mayor de la música de alabanza utilizada en las iglesias procede de un pequeño pero poderoso grupo de compositores e intérpretes que la mayoría de nosotros nunca veremos en persona.

En lo que se refiere al pastoreo emocional, Ingalls considera que la confianza y la autenticidad son primordiales, dos cosas difíciles de mantener en una relación entre famosos y fans.

«Creo que el miedo a la manipulación, es decir, la pregunta “¿puedo fiarme de esta persona?”, está absolutamente en el centro del debate sobre la autenticidad», dijo Ingalls.

Pero las preocupaciones en torno a la manipulación emocional son muy anteriores a Hillsong y a los megaartistas de música de alabanza y adoración de los últimos 20 años. Una portada de Christianity Today de 1977 titulada «¿Debe la música manipular nuestra adoración?» denunciaba las nuevas expresiones marcadas por «un ritmo fuerte y un tono emocional elevado», de bandas de rock evangélico.

Los estilos musicales han cambiado, pero la dirección ofrecida sigue siendo relevante para hoy:

Para que la iglesia evangélica responda con madurez a los patrones rápidamente cambiantes de la expresión musical, necesitamos ministros de música capacitados y preocupados que puedan guiarnos más allá de las trampas tanto del esteticismo (alabanza a la belleza) como del hedonismo (alabanza al placer).

Necesitamos músicos que sean ante todo ministros. Deben comprender las necesidades espirituales, emocionales y estéticas de la gente común y corriente, y ayudar a guiar a una iglesia en su búsqueda de la Palabra verdadera y de una expresión creativa, auténtica y completa de su fe. Este tipo de ministerio se preocupa más por capacitar a los participantes que de entretener a los espectadores.

Medio imperfecto, pastores imperfectos

C. S. Lewis, aunque no era músico, profesaba la creencia de que la música podía ser «una preparación o incluso un medio para encontrarse con Dios», con la advertencia de que podía convertirse fácilmente en una distracción o un ídolo.

El musicólogo John MacInnis ha observado que la exposición de Lewis a la música de Beethoven y Richard Wagner fue una puerta espiritual. Lewis consideraba los momentos musicales trascendentales de su vida como señales y, tras su conversión al cristianismo, miró hacia atrás y los vio como encuentros que movieron su corazón y su mente hacia Dios.

Pero Lewis reconocía la imperfección de la música como modo de adoración o meditación devocional. «El efecto emocional de la música puede ser no solo una distracción (para algunas personas en algunos momentos) sino un engaño: es decir, al sentir ciertas emociones en la iglesia [las personas] las confunden con emociones religiosas, cuando pueden ser totalmente naturales».

Lewis no entendía su respuesta al ciclo de «El Anillo del Nibelungo» de Wagner como adoración, pero sentía que le llevaba a alguna forma de trascendencia, a un sobrecogedor encuentro sublime.

Los oyentes abrumados por el espectáculo visual y sonoro de un concierto de Taylor Swift pueden sentir una euforia que, en efecto, sobrepasa el alcance habitual de sus emociones. La música y sus contextos pueden llevarnos a la cima de nuestras capacidades emocionales. Podemos sentirnos abrumados por su belleza o su poder, por los medios visuales de los que se acompaña, o por un recuerdo que solo la música puede activar con precisión y potencia.

Al igual que Lewis, quizá todos podamos beneficiarnos de dejarnos sobrecoger por la música fuera del santuario de vez en cuando. Es decir, es posible que comprender la capacidad que tiene la música para conmovernos nos ayude a navegar por nuestra apertura emocional en la alabanza.

El funcionamiento exacto de la música sobre las emociones es inescrutable, incluso con las nuevas investigaciones neurológicas que exploran más a fondo los efectos de la música sobre el cerebro. Por debajo de nuestro miedo a ser manipulados emocionalmente, en la mayoría de nosotros subyace el miedo a que nos obliguen a hacer o a creer. Tememos que nuestras emociones respondan solo a la música y no al Espíritu Santo, es decir, que lo que percibimos como un encuentro espiritual sea una falsificación fabricada por músicos hábiles, o por un equipo de producción y un gancho musical bien escrito.

La transparencia puede ser un antídoto. Puede ayudar a los músicos y a los líderes de alabanza a ser más abiertos sobre la forma en que programan la música, o sobre cuál puede ser el propósito de una selección musical concreta. Un líder puede prologar una canción meditativa con una letra íntima animando a los miembros a considerar un pasaje de las Escrituras. El mero hecho de reconocer el peso emocional del momento indica autoconciencia y cuidado por parte del líder.

Ingalls sugiere evaluar las experiencias emocionales de la alabanza y la adoración en una iglesia o ministerio concretos al observar el fruto de esa alabanza fuera del santuario. «Cuando evaluamos las emociones en la alabanza, podemos preguntarnos: “¿Qué hacen los fieles que tienen estas experiencias emocionales intensas [cuando se encuentran] fuera de la iglesia?”».

Si aceptamos que los momentos en que nos sentimos conmovidos, a veces hasta las lágrimas, al cantar junto a la congregación casi siempre se producen por alguna mezcla de cooperación entre Dios en nosotros y la música que nos rodea, podemos vigilar la labor de nuestros pastores mirando a los pastos que se encuentran a nuestro alrededor.

Ingalls sugiere que nos preguntemos: «¿Qué se está haciendo sobre el terreno para traer el shalom de Dios al mundo? ¿Qué se está haciendo para sanar las relaciones rotas entre Dios y las personas, entre las personas en sí, y entre las personas y la tierra?».

Kelsey Kramer McGinnis es la corresponsal de música de alabanza de CT. Es musicóloga, educadora y escritora que investiga la música en las comunidades cristianas.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Los cristianos le preguntan a ChatGPT sobre Dios. ¿Es diferente de buscar en Google?

Expertos de todo el mundo explican las consecuencias de la revolución de la IA para los creyentes dentro y fuera de internet.

Christianity Today May 26, 2023
Ilustración por Abigail Erickson / Source Images: Getty, Unsplash

Cientos de millones de personas han utilizado ChatGPT desde su llegada el pasado noviembre para planificar itinerarios de vacaciones, ayudarles a codificar mejor, crear mezclas de sonetos de la cultura pop y conocer los detalles más sutiles de sus creencias.

Durante años, los cristianos han buscado en Google sus preguntas teológicas para encontrar artículos escritos por humanos que respondían a preguntas sobre Dios y su Palabra. Ahora, la gente puede plantear estas preguntas a los chatbots de inteligencia artificial (IA). ¿Cómo cambiarán las herramientas de procesamiento con lenguaje natural como ChatGPT nuestra forma de interpretar la Biblia?

Ocho expertos en IA de todo el mundo —y el propio Chat GPT— opinaron al respecto.

Pablo A. Ruz Salmones, CEO, Grupo X eleva, Ciudad de México, México

Como dice Juan 17:17: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad» (NVI). Así pues, interpretar la Biblia es, en gran medida, buscar la Verdad. Los grandes modelos lingüísticos (LLM) como ChatGPT no tienen, por definición, una fuente de verdad; sencillamente, no está en el modelo —de ahí que a veces inventen cosas y extrapolen—. Son incapaces de encontrar la verdad, de modo que incluso cuando tropiezan con ella, son incapaces de reconocerla como tal.

Así pues, al leer los resultados de un LLM sobre la Biblia, debemos comprender que dichos resultados no proceden de su búsqueda de la verdad en la Palabra de Dios, sino de una «regurgitación» y extrapolación mezcladas —también conocidas como algoritmos— de lo que otros han dicho. Como resultado, ChatGPT no puede ofrecer una nueva interpretación de la Biblia por sí mismo; más bien, una persona que consulte a ChatGPT puede encontrar en la respuesta del chatbot una nueva forma de interpretar la Biblia, del mismo modo que puede encontrarla en una respuesta ofrecida por un loro. Como copia a otros, el loro acaba diciendo la verdad, aunque no tenga ni idea de que lo ha hecho.

Suman Kumar Polepaka, fundador de BibleMate, ahora con sede en Munich (Alemania)

Los modelos generativos de IA textual, como ChatGPT, están transformando la forma en que buscamos respuestas a las consultas teológicas. Atrás quedaron los días de buscar en Google y desplazarse por un sinnúmero de artículos. En su lugar, los chatbots de IA ofrecen respuestas instantáneas, claras y autorizadas, recopiladas a partir de una amplia gama de textos, libros y artículos. Su comodidad, rapidez y naturaleza interactiva los convierten en un recurso imprescindible.

Incluso pueden mejorar el estudio personal de la Biblia, proporcionando al instante diversas interpretaciones y el contexto de cualquier pasaje. Pero aquí está el truco: ChatGPT, al ser un modelo de uso general, puede carecer de precisión teológica o bíblica. Su objetivo no es fomentar las relaciones personales con Dios ni alimentar el crecimiento espiritual.

Esto me llevó a crear BibleMate.org, una alternativa basada en ChatGPT. La misión de BibleMate es proporcionar respuestas bíblicamente precisas y guiar a los usuarios en su camino de fe. Se trata de garantizar que la IA no se limite a ofrecer información, sino que contribuya de forma significativa al crecimiento espiritual. Este proyecto está aún en sus primeras fases, y me entusiasma ver cómo evoluciona.

Ang Wie Hay, especialista en tecnologías de la información (TI) y predicador, Singapur

La velocidad de ChatGPT para recopilar y filtrar información, integrar y clasificar datos, y ofrecer resúmenes en numerosos idiomas le confiere una inteligencia que no posee ningún humano normal.

Esta tecnología significa que los cristianos que buscan consejo bíblico pueden pedir a ChatGPT que aplique pasajes de las Escrituras a diversos contextos. Las capacidades lingüísticas diversas de ChatGPT pueden facilitarnos la realización de estudios exegéticos de versículos bíblicos desde la lengua original de la Biblia a diversas lenguas locales.

ChatGPT no es un ser humano capaz de distinguir la voluntad de Dios o determinar la verdad de la Biblia. Así que la perspicacia bíblica de una persona es primordial para decidir si la respuesta de ChatGPT se alinea con su fe.

Como predicador, agradezco que ChatGPT ayude en gran medida a agilizar la preparación de los manuscritos de los sermones. Y al mismo tiempo, el pastor sigue necesitando una relación íntima con Dios, para que el predicador sea sensible a la hora de captar la sabiduría y la guía de Dios. Mi esperanza es que, con la rapidez con que ChatGPT responde a nuestras peticiones, el pastor pueda dedicar más tiempo a cultivar una relación íntima con Dios.

Sharath Chandra Kogila, gerente en iniciativas de IA en Dell Technologies, Bangalore, India

Tenemos que abordar inmediatamente [el problema] de la sobrecarga de información. Debido a la cantidad de información a la que estamos expuestos, nuestra cognición se deteriora y nuestra capacidad de resumir, comprender y extraer valor de la información se ve afectada. Desde esta generación en adelante, dependeremos de sistemas de IA como ChatGPT, que se basan en grandes modelos lingüísticos, para que interpreten y resuman la información por nosotros. El problema que veo aquí es que los modelos pueden entrenarse para reflejar una determinada visión del mundo o ideología al leer la información (incluida la Biblia). Esto afectaría especialmente a alguien nuevo en la fe en busca de recursos e información.

Al utilizar sistemas GPT, se puede producir cualquier tipo de contenido, incluida la voz, y hacer que parezca real. Eso es un riesgo grave, ya que no podemos distinguir entre la verdad y la falsificación, o el contenido original del que fue procesado con ingeniería. Además, con estos sistemas, la información no puede rastrearse hasta una fuente, a diferencia del acceso a la información a través de la web, donde la información debe vincularse a un sitio web y su autenticidad puede verificarse más fácilmente. En estos casos, o se confía en toda la información o no se confía en nada. Cuando se utilizan tales metodologías, los sistemas de IA tienen un punto de vista neutral o un punto de vista políticamente sesgado, ambos indeseables a la hora de interpretar las situaciones desde una perspectiva bíblica.

Batseba Kassahun, consultora de recursos humanos con experiencia en empresas de salud digital, aprendizaje electrónico y telecomunicaciones, Addis Abeba, Etiopía

Con demasiada frecuencia, la iglesia mundial valora la cultura occidental, independientemente de si esta cultura tiene alguna conexión cristiana histórica. Aunque actualmente no disponemos de ChatGPT en Etiopía, temo que se convertirá en otra herramienta que lleve a los cristianos a glorificar aún más la cultura occidental. También me preocupa que sus respuestas y su aplicación para nosotros, los etíopes, sean limitadas, ya que ChatGPT está diseñado para funcionar en un contexto muy diferente.

Los cristianos que tienen acceso a ChatGPT tienen que luchar con el hecho de que esta IA genera sermones y enseñanzas bien desarrollados. Si puede hacer esto, ¿cuánto más puede imitar nuestro estudio personal de la Biblia? La transformación personal de los individuos se produce a través de nuestra propia excavación y estudio de la Biblia. ¿Qué ocurrirá si solo nos dan resúmenes y conclusiones?

Un profesional de las TI y líder de pensamiento en IA, cuyo trabajo en el sector público no le permite a hacer comentarios públicos debido a la naturaleza de su trabajo, India.

Al interactuar con un usuario, las herramientas de procesamiento natural como ChatGPT utilizan un proceso conocido como incrustación de palabras. Cada incrustación de palabras (word embedding) tiene sus propias reglas matemáticas internas para asociar diferentes palabras y construir una frase con el fin de responder a una consulta.

A cada palabra de una lista de palabras posibles para construir una frase se le asigna una probabilidad, y se elige una palabra final basándose en la probabilidad máxima o en el resultado de la preferencia (sesgo) introducida mediante el aprendizaje por refuerzo con retroalimentación humana.

Como resultado, cualquier consulta que ChatGPT responda depende de los datos de entrenamiento utilizados en el preentrenamiento y de la retroalimentación humana proporcionada al afinar el modelo. Los datos de entrenamiento de Internet utilizados por ChatGPT tienen tanto [colecciones de escritos] pro-cristianos como [colecciones de escritos] críticos o anti-cristianos.

Además, los chatbots como ChatGPT pueden envenenarse deliberadamente con datos falsos o sintéticos y pueden alucinar respuestas (es decir, crear respuestas convincentes pero falsas). Por lo tanto, cualquier respuesta de ChatGPT necesitaría una evaluación crítica de su validez teológica y exactitud histórica.

Incluso con estas graves limitaciones, ChatGPT es una gran herramienta para estudiar la Palabra de Dios, ya que proporciona fácilmente referencias concisas y gratuitas a una gran cantidad de enseñanzas bíblicas de primera calidad a través de innumerables blogs, debates, discursos, comentarios, mapas, gráficos, manuales, libros de teología sistemática, libros cristianos generales y Biblias de estudio.

Para los cristianos en la India que quieran utilizar ChatGPT, para bien o para mal, esta gran cantidad de conocimientos está disponible sobre todo en inglés, y no hay mucho en lenguas indias locales como el hindi u otras 21 lenguas oficiales.

Marcelo Cabral, gerente editorial y educativo de ABC2 o Associação Brasileira de Cristãos na Ciência (Asociación Brasileña de Cristianos en la Ciencia), São Paulo Brasil

Por un lado, ChatGPT puede proporcionar un marco, sugerencias de intérpretes y resúmenes accesibles de tradiciones teológicas que pueden mejorar mucho las prácticas de lectura y diseño de estudios bíblicos de los cristianos (tanto laicos como ordenados).

Por otro lado, ChatGPT se convertirá en un obstáculo más (junto con las redes sociales) para que los cristianos busquen una reflexión profunda de los textos bíblicos. Desanima a los cristianos a leer el texto bíblico por sí mismos y a permitir que el texto bíblico «lea» a su vez al lector. Este trabajo intelectual y espiritual puede ser super-automatizado, atrofiando así las mentes y los corazones en el proceso formativo de pensar y crear.

Benjamin Bimanywaruhanga, practicante de IA, Uganda

Los ugandeses son espirituales y les gustaría aprender qué enseñanzas hay en la Biblia que se relacionen con sus situaciones de la vida real. Muchos utilizarían ChatGPT si se construyera pensando en ellos.

Sin embargo, mientras que el mundo desarrollado se ha beneficiado de Internet como fuente de conocimiento, éste ha eludido a la mayoría de la población de los países en desarrollo. La mayoría de la gente no habla los idiomas internacionales que ofrece internet, por lo que solo las élites lo han utilizado anteriormente como fuente de información.

Con el aumento de la penetración de internet y el creciente número de aplicaciones de internet basadas en chats que utilizan vías [de comunicación especializadas], existe la oportunidad de que muchos habitantes del mundo desarrollado acudan a estos lugares en busca de conocimientos. Sin embargo, esto depende de que herramientas como ChatGPT funcionen en las lenguas locales. Cuando esto ocurra, veremos una adopción de aplicaciones similares a ChatGPT que superará el número de usuarios en Occidente, de forma similar a como esta parte del mundo saltó por encima del mundo desarrollado en la revolución del dinero móvil.

ChatGPT

Las herramientas de procesamiento del lenguaje natural como ChatGPT cambiarán la forma en que interpretamos la Biblia al aumentar la accesibilidad a las interpretaciones y explicaciones bíblicas, proporcionar diversas perspectivas, permitir la comprensión contextual y ofrecer orientación personalizada.

Permiten un acceso inmediato a la información teológica, haciéndola más inclusiva. ChatGPT puede procesar una amplia gama de fuentes, promoviendo una comprensión matizada de la Biblia. Puede analizar el contexto, el trasfondo histórico y las referencias culturales, ayudando a realizar interpretaciones precisas. La herramienta participa en interacciones conversacionales, ayudando a los usuarios a navegar por conceptos complejos y aplicar las enseñanzas a circunstancias personales.

Sin embargo, los chatbots de IA son herramientas, no sustitutos de la interpretación humana. La complejidad de la Biblia requiere experiencia, discernimiento y comprensión teológica. Aunque los chatbots de IA aportan ideas valiosas, la colaboración con teólogos y eruditos calificados sigue siendo esencial para una interpretación completa de la Biblia.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Books
Review

Tim Keller: Cómo soportar el sufrimiento sin perder la esperanza

Por qué el cristianismo tiene la mejor respuesta a los dolores de la vida.

Christianity Today May 24, 2023
Ilustración por Keith Negley

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en enero de 2014.

Walking with God through Pain and Suffering

Walking with God through Pain and Suffering

Viking Drill & Tool

368 pages

$45.41

El sufrimiento puede hacer que incluso cristianos firmes y maduros se pregunten: ¿Cómo puedo creer que Dios es bueno, y que está conmigo y a mi favor? De ninguna manera es seguro que las personas que sufren encuentren consuelo en el cristianismo. Algunos cristianos incluso optan por rechazar su fe después de haber sufrido. Como yo mismo he sufrido pérdidas graves y he escrito mucho sobre ellas, tenía curiosidad por saber cómo abordaría Timothy Keller este difícil tema en su libro Walking with God through Pain and Suffering [Caminando con Dios a través del dolor y el sufrimiento].

Resulta que el libro adopta una perspectiva sorprendentemente amplia. El libro es a la vez apologético, teológico y pastoral. Como apologeta, Keller, pastor fundador de la iglesia Redeemer Presbyterian Church en Nueva York, explica cómo otras religiones y filosofías abordan y responden al problema del mal y el sufrimiento. Tras explorar otras opciones (estoicismo, budismo y muchas más), demuestra convincentemente que la respuesta cristiana es más satisfactoria intelectualmente, y útil personalmente. Pero, añade, esta respuesta cristiana debe ser auténtica, y no una expresión insípida y superficial del cristianismo.

Según Keller, ha sido solo en los últimos 200 años que los occidentales han utilizado el mal y el sufrimiento como argumento contra la existencia (o la bondad) de Dios. Critica especialmente la visión moderna y secular del sufrimiento, que deposita toda la confianza en la razón humana y supone que Dios —si es que hay un Dios— existe únicamente para hacernos felices. Esta visión ayuda a explicar por qué tantas personas evitan el sufrimiento a toda costa, hacen todo lo posible por gestionarlo y minimizarlo cuando interrumpe en sus vidas y, si persiste, a menudo caen en la desesperanza absoluta. Al final, una visión secular nos deja vacíos y solos, sin respuestas y desprovistos de todo consuelo y confianza.

La respuesta cristiana al sufrimiento, por su parte, es más coherente, completa y humana que cualquiera de las alternativas. Es consciente de las emociones humanas. Considera a Dios, quien es soberano y también participa del sufrimiento. Es la única que satisface el anhelo humano de sentido y significado. Y es, por mucho, la más esperanzadora. Keller resume la perspectiva cristiana con la metáfora de un horno en el que las llamas del sufrimiento consumen nuestras inclinaciones pecaminosas. Sí, esto es doloroso, pero este proceso de purificación nos santifica, siempre y cuando nos dirijamos al Dios que se revela a sí mismo como trascendente y presente; Vencedor y Víctima, Señor y Siervo.

Una vereda a través del valle

En ciertos momentos, Keller parece pasar del atril al púlpito. Como teólogo y predicador, ofrece una visión exhaustiva, equilibrada y matizada del sufrimiento desde una perspectiva bíblica. En algunas ocasiones, el sufrimiento es una manifestación del juicio de Dios sobre todo pecado (nuestra expulsión del jardín del Edén) o el castigo por un pecado individual (el adulterio de David). En otras ocasiones, sus causas parecen aleatorias e injustas (la angustia de Job).

Keller se muestra cauto ante las afirmaciones generales que implican una única respuesta para todas las circunstancias. Basándose en las Escrituras, muestra que existen diversas formas de sufrimiento: algunas por culpa nuestra, otras como resultado de la traición y la pérdida, y otras totalmente misteriosas. Y afirma que no hay dos personas que respondan al sufrimiento de la misma manera. Algunos se enfadan; otros caen en la depresión.

Sin embargo, podemos saber esto con certeza: todas las personas sufren; sin embargo, en Cristo, Dios ha proporcionado un camino para poder atravesarlo. En la cruz, el sufrimiento de Jesús vence al sufrimiento y vuelve al mal contra sí mismo, precipitando su destrucción. Nos abre el camino para recuperar la comunión con Dios y compartir su gloria.

Keller ofrece sabios consejos para guiarnos a través del valle de sombra de muerte. Aquí, el predicador abandona el púlpito y se une a nosotros en la sala de estar, y establece un curso de acción realista y práctico. «Debemos afrontar y atravesar el sufrimiento sin conmoción ni sorpresa, sin negar nuestra pena y debilidad, sin resentimiento ni miedo paralizante, pero también sin resignación ni capitulación, sin rendirnos ni desesperar».

Así pues, podemos y debemos caminar a través del sufrimiento, incluso cuando el camino esté envuelto en la oscuridad. También podemos llorar, pues la propia Biblia proporciona un rico lenguaje de lamento (los Salmos, por ejemplo), afirmando así la legitimidad de las emociones humanas. El propio Jesús murió con un salmo de lamento en los labios, clamando: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Salmo 22:1; Mateo 27:46).

Podemos confiar en Dios, porque la historia bíblica nos ayudará a resistir cuando nuestras propias pequeñas historias parezcan confusas y nos sintamos abandonados. Y podemos orar, como hizo Job. Aunque lleno de angustia y desesperación, Job siguió luchando con Dios —a diferencia de sus amigos, que hablaban de Dios pero nunca lo conocieron realmente—. En esa historia, tan importante para Keller, Dios se revela todopoderoso y accesible, trascendente y personal, y finalmente como la respuesta definitiva al sufrimiento de Job.

También podemos pensar, agradecer y amar, lo que nos permitirá soportar y madurar. Pensar requiere que centremos nuestra mente en las verdades eternas reveladas en la historia bíblica. Aunque pensar no nos puede sacar del sufrimiento, es posible —y útil— pensar en las verdades bíblicas que hacen comprensible nuestro sufrimiento. Agradecer, a su vez, nos obliga a reordenar nuestros amores y a reubicar nuestra gloria, dirigiendo nuestra atención hacia Aquel que doblega al sufrimiento para su gloria y para nuestro beneficio. Amar significa perseguir la virtud que refleja más perfectamente la naturaleza de Dios. Dios eligió el camino del amor en la cruz; nosotros también podemos hacerlo en nuestro sufrimiento.

Por último, podemos depositar nuestra esperanza en el control soberano de Dios sobre el futuro. En el momento oportuno, Jesús volverá para establecer su reino en la tierra, renovando todas las cosas y enjugando toda lágrima. El resultado final será tan maravilloso que incluso el peor sufrimiento que hayamos padecido parecerá hermoso y santo a la luz del acto final de redención de Dios.

El elemento humano

Keller se ha convertido en una especie de padre de la Iglesia moderna. Los talentos que le han permitido sobresalir como pastor, fundador de iglesias y autor de libros de superventas se muestran magníficamente en este libro. Leyó mucho en preparación, demuestra un dominio impresionante de la Biblia y de la teología cristiana, y se atreve a enfrentarse a la cultura secular sin ponerse a la defensiva ni ser servil.

Keller es especialmente impresionante en la forma en que identifica las aparentes tensiones de la Biblia antes de pasar a resolverlas, una y otra vez, en Jesucristo. Sin embargo, es igualmente pastoral. Incluye historias personales al final de la mayoría de los capítulos, escritas por personas que han sufrido, con lo que añade un elemento humano a la sustancia apologética y teológica del libro.

Solo me queda una pregunta: ¿Quién leerá este libro? Obviamente, muchos lo harán, simplemente porque lo escribió Tim Keller. Seguramente ayudará a los lectores a pensar de forma crítica y correcta sobre el sufrimiento, y a reflexionar sobre él desde una perspectiva cristiana.

Pero, ¿es para alguien que está afrontando las primeras fases de una gran pérdida? No estoy tan seguro. A veces, antes de que la gente esté preparada para leer un libro sobre el sufrimiento —especialmente uno tan sustancioso—, necesitan amigos simplemente para que les acompañen en su sufrimiento. (El hecho de que el libro de Keller sea más estrictamente teológico que narrativo o poético solo refuerza este sentimiento). Si conoces a alguien en esta situación, podrías pensar en esperar un año antes de recomendarle el libro.

Mientras tanto, léelo por ti mismo. No se me ocurre un recurso mejor para comprender el sufrimiento, soportarlo con esperanza y ayudar a otros cuyo sufrimiento es demasiado profundo para cualquier palabra excepto la Palabra, es decir, Aquél que está verdaderamente con nosotros y por nosotros.

Gerald L. Sittser es profesor de Teología en la Universidad Whitworth y autor de A Grace Disguised: How the Soul Grows through Loss y A Grace Revealed: How God Redeems the Story of Your Life (Zondervan).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Tim Keller puso en práctica la gracia que predicó

En un mundo cada vez más dividido, el legado del pastor y teólogo fue recorrer el camino más elevado: el menos transitado.

Christianity Today May 20, 2023
Ilustración por Rick Szuecs / Source images: Wikimedia Commons / Aaron C / Daniel Gutko / Daniel Tseng / Gayatri Malhotra / Nathan Mullet / Unsplashass

Difícilmente podría haber alguien más calificado que Timothy Keller para recibir el Premio Kuyper a la Excelencia en Teología Reformada y Testimonio Público. Debería haber sido la culminación de una carrera extraordinaria.

Keller llevó la teología reformada y la aplicó al corazón de la cultura estadounidense mientras predicó en la iglesia Redeemer Presbyterian Church en Manhattan, misma que plantó en 1989 de la mano de su esposa, Kathy. Los escritos de Keller introdujeron la teología de la vocación de Kuyper —su visión de un Dios que reclama «cada centímetro cuadrado» de la creación para su gloria— a nuevas generaciones de cristianos de todo el mundo [los enlaces en este artículo redirigen a contenido en inglés].

Pero la reacción de muchos alumnos y exalumnos del Seminario Teológico de Princeton (PTS, por sus siglas en inglés) cuando Keller abandonó el púlpito en 2017 reveló lo mucho que había cambiado la cultura estadounidense desde 1989. Las opiniones de Keller sobre la ordenación de mujeres y la homosexualidad se oponían a las normas imperantes en el PTS y en otros seminarios tradicionales, por no hablar de la cultura en general.

Según esta norma, que tanto ha evolucionado con el tiempo, Abraham Kuyper no habría sido un buen candidato para su propio premio. Bajo la presión de varios grupos activistas, los dirigentes del PTS anularon su decisión de otorgar a Keller el Premio Kuyper 2017 (mismo que desde entonces ha sido acogido por el Calvin College). El renombrado pastor parecía estar a punto de convertirse en una víctima más de la siempre creciente guerra cultural.

O no.

Keller no recibió el premio, pero aceptó dar las conferencias de todos modos. El PTS no quiso otorgarle un premio, pero aún así él los toleró. Y a pesar de todas las protestas anteriores, un animoso aplauso recibió a Keller cuando subió al podio el 6 de abril de 2017. El presidente del PTS, Craig Barnes, captó el mensaje una vez más cuando volvió al escenario a despedir a la multitud.

No asistí a las conferencias del PTS, pero entiendo el sorprendente afecto por Keller.

Como adolescente convertido a la fe evangélica a finales de la década de 1990, sabía que mi fe no sería bienvenida en los salones del poder, ya fuera en las aulas de una escuela privada de élite o en las oficinas de la Cámara de Representantes de EE. UU. Nunca esperé que mi celo por Cristo me hiciera popular, famoso o rico. Solo quería ser fiel a Dios y obediente a su Palabra, sin importar a dónde me llevara. Quería compartir mi fe sin reservas, incluso entre multitudes hostiles.

Y en 2007, encontré un ejemplo que modelaba cómo hacerlo en los entornos más seculares de Estados Unidos. Timothy Keller compartió el evangelio con valentía en los modismos del lenguaje de su época, sin rebajar ni exigir nada más ni nada menos que la fe y la confianza en nuestro Salvador fiel y digno de confianza.

Cuando la tragedia del 11 de septiembre dio paso a un nuevo y más virulento estallido de las guerras culturales, Keller demostró un camino diferente. Como editor asociado de Christianity Today en 2007, informé sobre el primer acto público de The Gospel Coalition (Coalición del Evangelio, TGC, por sus siglas en inglés), organización que Keller cofundó. Mi lectura inicial de la Visión Teológica para el Ministerio de TGC, redactada por Keller, establecía una agenda viable que podía seguir como joven cristiano que alcanzaría la mayoría de edad en este polémico siglo XXI.

Keller me centró en el evangelio de Jesús, el cual «llena a los cristianos de humildad y esperanza, y de mansedumbre y audacia, de una manera única». El evangelio bíblico no es como la religión tradicional, que exige obediencia para ser aceptada, ni como el secularismo, que hemos visto cómo hace que la cultura estadounidense sea cada vez más egoísta e individualista.

Keller le enseñó con un guiño a su difunto amigo Jack Miller que el Evangelio dice: «Somos más pecadores y defectuosos de lo que jamás nos atrevimos a creer, pero más amados y aceptados por Jesús de lo que jamás nos atrevimos a esperar».

Firme en medio de la hostilidad

Extraordinario entre los predicadores, Keller podía atraer la atención tanto del corazón como de la cabeza. Sus libros me presentaron a críticos sociales cuyos escritos apenas podía comprender. Pero, de alguna manera, los libros de Keller también me parecieron profundamente sencillos en su énfasis constante en el evangelio de la gracia.

Esta dinámica se puede observar en su discurso en el PTS, en el que recordó las conferencias Warfield de 1984 presentadas por Lesslie Newbigin en el PTS. En estas conferencias, que se convirtieron en el libro de 1986 Foolishness to the Greeks: The Gospel and Western Culture [Locura para los griegos: El Evangelio y la cultura occidental], Newbigin abogaba por un encuentro misionero con una cultura occidental que se había vuelto postcristiana. No conozco a muchos líderes cristianos que, como Keller, puedan reclamar simultáneamente la herencia de Abraham Kuyper, del famoso teólogo de Princeton B. B. Warfield y del misionólogo Lesslie Newbigin.

Pero ese era el don de Keller. No es solo un cliché: él nunca dejó de aprender ni de crecer. En mi libro: Timothy Keller: His Spiritual and Intellectual Formation [Timothy Keller: Su formación espiritual e intelectual], describo su desarrollo intelectual y espiritual como los anillos de un árbol.

Keller conservó el núcleo evangélico que aprendió de los evangélicos británicos de mediados de siglo, como J. I. Packer, Martyn Lloyd-Jones y John Stott. Fue incorporando a escritores tan variados como Charles Taylor, Herman Bavinck, N. T. Wright y Alasdair MacIntyre. Y de alguna manera los sintetizó con Kuyper, Warfield, Newbigin y docenas más en el medio.

La tarea final de Keller, el gran proyecto inacabado que nos dejó, fue trazar un rumbo para la misión en el occidente del siglo XXI que apenas si se parece al contexto de clase media de Allentown, Pensilvania, en el que él creció en los años cincuenta.

Keller ni siquiera creía que su propio exitoso ministerio en Nueva York pudiera ofrecer mucha orientación a las generaciones después de él. Keller siguió a Newbigin al identificar el occidente postcristiano como la frontera misionera más resistente y desafiante de todos los tiempos.

Ninguna de las reacciones cristianas tradicionales a la cultura bastaría como base para un programa misionero eficaz en estas condiciones contemporáneas. En todo caso, estas respuestas solo podrían advertir a los cristianos de lo que no deben hacer. Los cristianos no deben replegarse como los amish, ni perseguir la toma de posesión política como la derecha religiosa, ni asimilarse en la cultura como los protestantes tradicionales.

Keller adoptó estas categorías de involucramiento con la cultura circundante de la obra de su amigo James Davison Hunter titulada To Change the World: «A la defensiva» (como derecha religiosa), «en búsqueda de relevancia» (como los protestantes tradicionales) y «en búsqueda de preservar la pureza» (amish). Hunter propuso el modelo de «una presencia fiel a Dios desde el interior de la cultura» como una alternativa más prometedora, que Keller adoptó como su propia perspectiva en su libro Center Church [Iglesia de centro].

Cuando muchos cristianos estadounidenses empezaron a cambiar sus tácticas sociales y políticas en 2016, Keller se vio sometido a una mayor crítica y escrutinio por parte de sus compañeros evangélicos. Pero cualquiera que hubiera seguido su trabajo a lo largo de las décadas podía notar que no era él quien había cambiado.

Keller no cortejaba con esa clase de oposición. Cualquiera que haya trabajado con él podría dar fe de su extrema aversión al conflicto. En todas nuestras conversaciones personales, no recuerdo haber escuchado un solo comentario crítico de su parte con respecto a otro creyente.

Su firmeza bajo esta creciente hostilidad dio valor y consuelo a líderes más jóvenes que se desilusionaron con la caída de tantos de nuestros antiguos héroes. Incluso a mí me preocupaba descubrir secretos poco halagüeños cuando comencé a escribir su biografía. Pero, por el contrario, hablar con docenas de familiares y amigos íntimos de Keller que le conocían desde la infancia no hizo sino confirmar mi experiencia personal con él.

Sin embargo, mi acercamiento a Keller no me llevó a verlo como un ídolo. Simplemente me permitió atestiguar cómo se ve 2 Corintios 4:7 en acción, es decir, una vasija de barro encargada de transportar el tesoro más valioso: nada menos que el incomparable poder de Dios.

Amor por la iglesia local

Puede que Keller haya dudado de su capacidad para anticiparse a los nuevos retos del occidente tardomoderno. Pero aún así, puso de manifiesto una agenda que podría moldear radicalmente las prioridades de los evangélicos —si tan solo apagaran los noticiarios y escucharan—. Las conferencias del PTS de Keller proponían siete pasos para un encuentro misionero en el occidente postcristiano.

En primer lugar, él hizo un llamado por una apologética pública en la línea de la Ciudad de Dios de San Agustín. Para encontrar esta perspectiva, los lectores podrían empezar con Making Sense of God [Una fe lógica] de Keller, uno de sus clásicos olvidados. En segundo lugar, propuso una tercera vía entre la preocupación de los protestantes tradicionales por los problemas sociales y la preocupación evangélica por los problemas espirituales, a saber: «La justificación debe conducir a la justicia». En tercer lugar, desafió a los cristianos a ofrecer críticas al secularismo siempre desde su propio marco y no tomando como base un constructo exterior. Tomando prestado el concepto de Daniel Strange, Keller llamó a este proceso «el cumplimiento subversivo».

En cuarto lugar, como Keller había insistido tantas veces antes, animó a los laicos a integrar su fe con su trabajo. Los no cristianos deben ver la diferencia que la fe implica en la vida cotidiana. En quinto lugar, animó a los estadounidenses a aprender de la iglesia mundial. Keller admitió en su conferencia del PTS de 2017 que los evangélicos conservadores de Estados Unidos tienen demasiada fe en su propia metodología y les cuesta ver el reino de Dios al margen del interés nacional estadounidense.

En sexto lugar, Keller destacó la diferencia entre gracia y religión. Tal como le mostró Richard Lovelace a Keller en su primera clase en el Seminario Teológico Gordon-Conwell en 1972, los encuentros misioneros que producen un cambio social dependen de la gracia, no de las reglas de la religión. Solo la gracia produce una transformación espiritual. Sin el Espíritu de Dios, somos incapaces de efectuar un cambio duradero en este mundo caído.

Keller bien podría haber destacado como profesor si hubiera permanecido en el Seminario Teológico de Westminster en lugar de trasladarse a Nueva York con su joven familia para plantar la iglesia Redeemer. Ganaba suficiente dinero con sus libros y sus conferencias, de modo que nunca se le habrían acabado los espacios donde fuera invitado como ponente. Pero Dios llamó a Keller al ministerio pastoral, y eso es lo que a menudo le distingue.

Incluso cuando Keller reprendía a los evangélicos, hablaba y escribía como un pastor que sentía profundo amor por su rebaño. El único mentor de Keller, Edmund Clowney, le ayudó a amar a la iglesia local, con todo y sus verrugas. Keller buscaba edificar la iglesia local con la misma facilidad con la que citaba a oscuros académicos y a columnistas del New York Times. En el explosivo crecimiento inicial de la iglesia Redeemer, y de nuevo en los oscuros días posteriores al 11 de septiembre, Keller fue testigo de cómo el Espíritu de Dios se movía de forma inesperada y poderosa.

En séptimo y último lugar, Keller dejó a los evangélicos estadounidenses una visión de la comunidad cristiana que irrumpe con las categorías sociales de nuestra cultura. Estas comunidades prósperas dan credibilidad al poder transformador del Evangelio.

Keller citó el trabajo de Larry Hurtado en Destroyer of the gods: Early Christian Distinctiveness in the Roman World [Destructor de dioses: Los primeros rasgos distintivos de la iglesia cristiana en el mundo romano]. En este incisivo estudio, Hurtado mostró cómo la perseguida iglesia primitiva no solo era ofensiva tanto para judíos como para griegos. También era atractiva. Los primeros cristianos se opusieron al aborto y al infanticidio adoptando niños. No tomaban represalias, sino que perdonaban. Se preocupaban por los pobres y los marginados. Su estricta ética sexual protegía y daba poder a las mujeres y a los niños.

El cristianismo unió a naciones y grupos étnicos hostiles. Jesús rompió la conexión entre religión y etnia cuando reveló un Dios para toda tribu, lengua y nación. La lealtad a Jesús triunfó sobre la geografía, la nacionalidad y la etnia en la iglesia. Como resultado, los cristianos adquirieron perspectiva para poder presentar una crítica sobre cualquier cultura. Y aprendieron a escuchar las críticas de compañeros cristianos incrustados en diferentes culturas.

En lugar de pronunciar esta conferencia en el PTS, Keller podría haber desafiado a la administración y haber cancelado su charla. De ese modo habría conseguido una mayor atención y apoyo de sus compañeros evangélicos conservadores. Posiblemente, también habría recaudado más dinero para su ministerio. Pero Keller eligió poner en práctica sus enseñanzas. Llevaba años diciéndole a los cristianos que el evangelio ofrece una alternativa clara a la intolerancia del secularismo y al tribalismo de la religión.

Todavía no veo pruebas generalizadas de que los evangélicos hayan seguido el consejo de Keller, ni tampoco su ejemplo. La intolerancia se ha respondido con intolerancia y la hostilidad con más hostilidad.

Pero sospecho que, si el Espíritu Santo nos bendice con otro despertar, nuestras iglesias se parecerán más a lo que Keller imaginó: un espacio donde la gracia volverá a abrirse paso entre las marañas de la religión y el secularismo.

Collin Hansen es vicepresidente de contenidos y redactor en jefe de The Gospel Coalition.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Falleció Tim Keller, pastor de Nueva York

«Somos más pecadores y llenos de faltas de lo que jamás nos atrevimos a creer, pero al mismo tiempo somos más amados y aceptados en Jesucristo de lo que jamás nos atrevimos a esperar».

Christianity Today May 19, 2023
Cortesía de la Redeemer Presbyterian Church / Edición por Rick Szuecs

Tim Keller, pastor de la ciudad de Nueva York que ministró principalmente a jóvenes profesionales urbanos y se convirtió en un ejemplo destacado de cómo un ministerio no beligerante y lleno de gracia es capaz de ganar una audiencia para el evangelio incluso en lugares improbables, falleció a los 72 años —tres años después de que se le diagnosticara cáncer de páncreas—.

Keller fundó y amplió una congregación evangélica reformada en Manhattan, lanzó una red de plantación de iglesias, cofundó The Gospel Coalition [Coalición por el Evangelio] y escribió varios libros de superventas sobre Dios, el evangelio y la vida cristiana.

Dondequiera que iba, predicaba sobre el pecado y la gracia.

«El Evangelio consiste en esto», dijo Keller una y otra vez: «Somos más pecadores y llenos de faltas de lo que jamás nos atrevimos a creer, pero al mismo tiempo somos más amados y aceptados en Jesucristo de lo que jamás nos atrevimos a esperar» [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Keller fue acusado con frecuencia —sobre todo en los últimos años— de acomodarse a la cultura. Rechazaba el antagonismo de la guerra cultural y la evangelización llevada a cabo con el enfoque de «irritar a los liberales». Con frecuencia fue acusado de poner demasiado énfasis en la «relevancia», y de diluir o incluso traicionar la verdad del cristianismo, motivado por un deseo inapropiado de ser aceptado socialmente.

Sin embargo, la idolatría fue un tema frecuente en sus prédicas y enseñanzas. Keller sostenía que los seres humanos son pecadores caídos y lo saben, pero no han comprendido que, en realidad, solo Jesús puede arreglar su situación y solo la gracia de Dios puede satisfacer sus anhelos más profundos.

En su iglesia de Manhattan, Keller le dijo a las élites culturales del país que adoraban a dioses falsos.

«Queremos sentirnos bellos. Queremos sentirnos amados. Queremos sentirnos importantes», predicó en 2009, «y por eso trabajamos tan duro, y ese es el origen del mal».

Keller le explicó a la revista New York que se trataba, en cierto modo, de un mensaje anticuado sobre el pecado. Pero muchas personas, cuando escuchan la palabra «pecado», solo piensan en cosas como el sexo, las drogas y quizá el robo. Sin embargo, la creativa clase moderna a la que intentaba alcanzar se veía acosada por muchos pecados más perniciosos que pugnaban por ocupar el lugar del amor de Dios en sus vidas.

La misión de la «relevancia» era identificar los ídolos que se apoderaban del alma de las personas. Y luego, decirle a esas mismas personas que podían ser libres.

La gente de Manhattan «había vivido toda su vida con padres, maestros de música, entrenadores, profesores y jefes que les decían que hicieran las cosas de una mejor manera, que fueran mejores, que se esforzaran más», reflexionó Keller en 2021. «Escuchar que Él [Dios] mismo había satisfecho esas exigencias de justicia y rectitud mediante la vida y la muerte de Jesús, y que ahora no quedaba ninguna condena para quien confiara en esa justicia, fue un mensaje asombrosamente liberador».

El propio Keller escuchó este mensaje cuando era estudiante universitario en Bucknell. Nació en septiembre de 1950, en Allentown, Pensilvania, hijo de William y Louise Clemente Keller. La familia asistía a una iglesia luterana. El joven Timothy asistió a clases de confirmación durante dos años, pero aprendió principalmente que la religión consistía en ser amable.

En 1968 comenzó sus estudios universitarios y se unió a la InterVarsity Christian Fellowship, en parte porque los cristianos parecían preocuparse por el movimiento de los derechos civiles. Pronto se convenció de que el cristianismo era verdadero y devoró las obras de los evangélicos británicos, especialmente John Stott, F. F. Bruce y C. S. Lewis.

En años posteriores, con frecuencia se refirió a Lewis como su santo patrón y citó sus argumentos para creer en Dios.

Tras concluir sus estudios de licenciatura en 1972, Keller fue al Seminario Teológico Gordon-Conwell. Allí conoció a una estudiante llamada Kathy Kristy, quien llegó a la fe leyendo a Lewis y mantuvo correspondencia con él hasta que Lewis murió cuando ella tenía 13 años. Keller y Kristy se enamoraron y se casaron justo antes de su graduación en 1975.

Keller se ordenó en la Iglesia Presbiteriana de América (PCA, por sus siglas en inglés), una denominación con unas 300 congregaciones que se había fundado dos años antes en Birmingham, Alabama. Aceptó la invitación a servir en una iglesia de Hopewell (Virginia), localidad situada al sur de Richmond, justo entre una prisión federal y el río James, mismo que había sido contaminado por el insecticida Kepone fabricado en Hopewell.

Como pastor novato a los 24 años de edad, Keller aprendió de sus errores.

«Así como le pasa a todo el mundo», declaró a la revista World, «… mis sermones eran demasiado largos, mis acercamientos pastorales con algunas personas no funcionaban; a veces era demasiado directo y otras no lo bastante [directo]. Puse en marcha nuevos programas que nadie quería. Pero como la congregación era tan comprensiva y cariñosa, pude cometer esos errores sin que nadie me atacara por ellos».

Keller aprendió a acortar sus sermones y a no lanzar programas no deseados. Y lo que es más importante, descubrió cómo fundamentar su trabajo pastoral en la confianza.

«Aprendí… a no construir un ministerio sobre el carisma del liderazgo (¡que de todas formas no tenía!) o la habilidad para predicar (que al principio no era tanta), sino sobre el amor pastoral a la gente y el arrepentimiento cuando me equivocaba», dijo. «En un pueblo pequeño, la gente te seguirá si confía en ti —en tu carácter— personalmente, y esa confianza tiene que construirse dentro de las relaciones personales».

Al cabo de nueve años, Keller abandonó Virginia y regresó a Pensilvania. Enseñó teología práctica en el Seminario Teológico de Westminster, centrándose especialmente en el tema de su tesis doctoral: el ministerio de los diáconos.

También empezó a trabajar para la PCA, ayudando en los esfuerzos de plantación de iglesias de la denominación. Sin embargo, cuando intentó reclutar a alguien para fundar una iglesia en Nueva York en 1989, fracasó.

Todas las personas a las que se dirigió lo rechazaron. Dijeron que era una mala idea.

«Casi todo el mundo me dijo que era una tontería», recordó Keller más tarde. «Manhattan era la tierra de los escépticos, los críticos y los cínicos. Y la clase media —el mercado convencional para una iglesia— huía de la ciudad a causa de la delincuencia y el aumento en el costo de vida».

Por supuesto, no todos podían permitirse huir. La huida de los blancos dejó atrás muchas iglesias urbanas vibrantes, que atendían a comunidades afroamericanas, asiático-americanas y latinas. La ciudad también atrajo a jóvenes blancos —ambiciosos, muy educados, aspirantes a líderes mundiales— que eran menos propensos que los demás a ir a la iglesia o a creer que el cristianismo tenía algo que ofrecer.

Keller y su esposa plantaron la Redeemer Presbyterian Church [Iglesia Presbiteriana Redentor] en Manhattan y empezaron a enfocarse en estos jóvenes.

Keller reflexionó sobre su propia experiencia de mudarse a Nueva York a los 40 años, y pensó en cuántos jóvenes habían tenido esa misma experiencia, provenientes de todo el país.

«En primer lugar, te sientes bombardeado por gente que es como tú, solo que mejor», dijo. «Puedes ser el mejor violinista de Hot Coffee en Texas, y te bajas del tren en Penn Station y, para tu horror, hay alguien ahí fuera pidiendo limosna, tocando el violín. Y es mejor que tú. Y eso te hace profundizar y practicar, practicar y practicar».

La segunda cosa que les ocurre a los recién llegados a Nueva York, dijo Keller, es que se ven golpeados por un tipo de diversidad que nunca podrían experimentar fuera de una gran metrópolis. Los recién llegados están rodeados cada día de personas que no piensan como ellos.

«Eso hace que, o bien te plantees lo que quieres hacer de mucho mejor forma de lo que lo habrías hecho antes», dijo, «o bien te hace incorporar nuevas ideas».

En la iglesia, Keller hizo ambas cosas. El núcleo de su misión y mensaje eran los mismos que en Hopewell, pero él y el personal también trabajaron para trasladarlos a un contexto diferente. Su directriz principal era «La iglesia de siempre no funcionará» y se repetían una y otra vez: «Los precedentes no significan nada».

La iglesia tuvo cierto éxito en su primera década. A finales de 1989, había una asistencia regular de unos 250 fieles. En otoño de 1990, la iglesia atraía a 600 personas, entre ellas algunos no creyentes que solo estaban interesados por lo que Keller tenía que decir.

El momento dramático que llevó a la iglesia Redeemer a la atención nacional se produjo después de que los atentados terroristas de 2001 destruyeran el World Trade Center.

El domingo siguiente a los atentados, más de 5000 personas acudieron a la iglesia. No cupieron todos, así que Keller prometió celebrar un segundo servicio. Cientos de personas volvieron. Para cuando la ciudad había vuelto a algo parecido a la normalidad, aproximadamente 800 personas se habían sumado a la asistencia semanal de Redeemer.

Keller y el personal de Redeemer empezaron a ayudar a otras personas que querían plantar iglesias en entornos urbanos. Para 2006, Redeemer tenía 16 congregaciones filiales dentro de la PCA y había ayudado a otras 50 iglesias de muchas denominaciones a establecerse en Nueva York.

Keller también asesoró a pastores urbanos desde Boston y Washington D.C., hasta Londres y Ámsterdam, sobre cómo contextualizar el evangelio en sus ciudades.

Unos años más tarde, Keller publicó una obra de apologética: The Reason for God [La razón de Dios]. El libro se tomaba en serio las dudas sobre Dios, pero pretendía mostrar a los escépticos sus propios «saltos de fe» y exponer los caminos que los cristianos han seguido históricamente para llegar al otro lado de la duda.

Keller se enfrentó a los críticos de la fe más populares del momento, los llamados New Atheists [Nuevos Ateos], y recurrió a una amplia gama de pensadores para defender las razones racionales de la fe, entre ellos C. S. Lewis y el teólogo N. T. Wright, pero también el filósofo Søren Kierkegaard, el sociólogo Rodney Stark y las escritoras Flannery O'Connor y Anne Rice.

The Reason for God alcanzó la séptima posición en la lista de libros de superventas del New York Times y le ganó a Keller una audiencia en algunos de los espacios culturales más elitistas del momento. Dio una charla sobre la fe en Google y fue entrevistado en Big Think, un nuevo sitio web que recopilaba conversaciones con «las mentes más brillantes y las ideas más audaces de nuestro tiempo».

Keller se convirtió, en su momento, en un modelo de involucramiento con la cultura para muchos evangélicos. Su enfoque era especialmente popular entre quienes sentían que las guerras culturales, tales como una fuerte identificación con los suburbios, la movilización política de las iglesias y una fuerte corriente de antintelectualismo, habían dañado su testimonio cristiano.

«Dentro de cincuenta años», escribió un editor de CT, «si los cristianos evangélicos son ampliamente conocidos por su amor a las ciudades, su compromiso con la misericordia y la justicia, y su amor al prójimo, Tim Keller será recordado como un pionero entre los nuevos cristianos urbanos».

Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con esta visión. El profesor del Grove City College, Carl Trueman, por ejemplo, disentía con respecto al amor de Keller por las ciudades y su optimismo de poder alcanzar a sus habitantes.

«Para mí, las ciudades son un mal necesario cuyo único propósito es proporcionar a los chicos de campo como yo un lugar donde ir al teatro de vez en cuando», escribió Trueman. «Y definitivamente no soy un optimista de la transformación como él; créeme, las cosas van a empeorar antes de que, bueno, empeoren aún más».

Keller también se enfrentó a críticas menos amistosas. Algunos lo tacharon de marxista. Incluso, de ser «un marxista de alto perfil que es particularmente eficaz rempaquetando el marxismo para un público cristiano».

Cuando Keller argumentó que los cristianos ortodoxos no debían abrazar a un partido político en el sistema bipartidista estadounidense, algunos dijeron que había malinterpretado profundamente la forma en que la cultura había cambiado. El enfoque «no beligerante y lleno de gracia» no funcionaría en un mundo que ya era profundamente hostil a la verdad cristiana, argumentaron.

James R. Wood, editor de First Things, estaba tan comprometido con Keller que le regaló a sus padrinos de boda un ejemplar del último libro de Keller. Cuando él y su esposa compraron un perro, le pusieron el nombre del pastor neoyorquino.

Pero algo cambió para él en las elecciones de 2016.

https://www.youtube.com/watch?v=-A8b877Jvn0&ab_channel=BigThink

«Al observar cómo cambiaba la actitud de la cultura que nos rodeaba», escribió Wood, «dejé de confiar en que el estilo de evangelización que había aprendido de Keller sería guía suficiente para ese momento cultural y político. Muchos antiguos fans como yo están llegando a conclusiones similares. El deseo evangelístico de minimizar la ofensa para conseguir que se escuche el evangelio puede oscurecer lo que requiere nuestro momento político».

Keller respondió a algunas de las críticas que recibió a lo largo de los años, pero en general parecía imperturbable. Siguió pastoreando su congregación de Manhattan hasta que dejó el cargo a los 66 años.

Siguió trabajando con su red de plantación de iglesias, City to City, dando charlas y escribiendo.

En 2020, Keller anunció que había sido diagnosticado con cáncer de páncreas. Mientras se sometía a tratamientos exhaustivos, Keller, siempre pastor, siguió hablando y escribiendo sobre Dios, el evangelio y la vida cristiana. Siempre que tenía ocasión, volvía a señalar a la gente hacia el pecado y la gracia.

Volvió a pedirle a la gente que considerara cómo sus anhelos más profundos en la vida y en la muerte parecían apuntarles a Cristo.

«Si la resurrección de Jesucristo ocurrió realmente», dijo Keller al New York Times, «entonces, en última instancia, Dios va a arreglarlo todo. El sufrimiento desaparecerá. El mal desaparecerá. La muerte desaparecerá. El envejecimiento desaparecerá. El cáncer de páncreas desaparecerá. Ahora bien, si la resurrección de Jesucristo no ocurrió, entonces supongo que se acabaron las apuestas. Pero si realmente ocurrió, entonces hay toda la esperanza del mundo».

A Keller le sobreviven su esposa, Kathy, y sus tres hijos, David, Michael y Jonathan.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Culture

La autoridad de las Escrituras no es el problema

Aunque los autoritarios la usan mal, la verdad de la Palabra de Dios permanece.

Christianity Today May 16, 2023
Ilustración por Jack Richardson

De vez en cuando, escucho a alguien que en términos generales describe con precisión la difícil situación actual de la iglesia sugerir que el problema es que hemos «reemplazado a Jesús con la Biblia» o que hemos enfatizado la autoridad bíblica hasta el punto de caer en el autoritarismo.

¿Está Jesús demasiado eclipsado en el evangelicalismo estadounidense? Indudablemente. ¿Hemos visto a algunos personajes autoritarios, desde dictadores fuertes hasta pastores explotadores, causar daños catastróficos? Sí. ¿Esto sucede porque conocemos y veneramos demasiado la Biblia? No, de ninguna manera.

Algunos quisieran que nos opongamos al autoritarismo con desconfianza de la autoridad en sí. Al final, nos dirían, todo se trata solo de poder y dominación, por lo que nuestra elección es, fundamentalmente, a quién cederemos el poder o sobre quién lo ejerceremos. Pero así como el poliamor no es una intensificación del amor, ni el politeísmo es una intensificación de Dios, así tampoco el autoritarismo es una intensificación de la autoridad. Estas son cosas completamente diferentes.

Como demostró el sociólogo Robert Nisbet el siglo pasado, los autoritarios de todo tipo prosperan en la ausencia de una autoridad legítima. Al hacerlo, reemplazan la autoridad (basada en la persuasión y la lealtad) por el poder (que Nisbet definió como arraigado en la coerción).

El Evangelio de Marcos presenta a Jesús al comienzo de su ministerio como alguien que asombraba a las multitudes porque enseñaba «como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley» (Marcos 1:22). Este es el tipo de autoridad que, sí, podía disipar los espíritus inmundos y calmar las tormentas, pero también era una autoridad que hablaba a los corazones humanos, diciendo: Ven y mira y Ven y sígueme.

Si la Biblia es la Palabra de Dios exhalada por el Espíritu Santo como creemos que es, entonces ese Espíritu es el Espíritu de Cristo (1 Pedro 1:11). Cuando escuchamos la Biblia, escuchamos a Jesús. Así conduce el Buen Pastor a sus ovejas: nosotros seguimos su voz (Juan 10:3,14,27).

Cuando no hacemos caso a esa voz, empezamos a escuchar otras voces, que nos llaman a otros pastos. A veces, estas otras voces se alegran de hacernos pensar que sus voces son las de nuestro Señor. A veces se alegran de que creamos que sus voces son las de nuestro propio pensamiento independiente. En cualquier caso, ese camino conduce a las lágrimas.

Hemos visto que la Biblia es utilizada por muchas personas diferentes hoy en día, incluidos algunos posibles autoritarios. A veces se usa la Biblia para hacer incuestionable la interpretación teológica de una tradición, otras veces se usa para hacer incuestionables los consejos prácticos de vida de un gurú, y otras veces se usa para hacer incuestionable la lealtad debida a un líder o a una ideología.

Sin embargo, el antídoto para esto es el que siempre ha existido: conciencias que conocen la Palabra de Dios lo suficientemente bien como para que, así como Jesús en el desierto, puedan reconocer cuándo se está torciendo la Palabra para convertirla en algo muy distinto.

El énfasis evangélico en la autoridad bíblica arraigado en el principio de la Reforma de la Sola Scriptura (‘solo las Escrituras’, por su significado en latín) puede ser fácilmente caricaturizado. Pero la Sola Scriptura nunca tuvo la intención de significar que la Biblia es la única autoridad, sino que la Palabra de Dios es la única autoridad que no puede ser juzgada o usurpada por alguna otra autoridad.

Mientras haya una Palabra de Dios, ningún ser humano o institución puede pretender ser incuestionable. Eso no es porque no haya nada conocible en existencia, sino porque hay un Dios verdadero, y Él ha hablado.

Hoy tenemos más recursos bíblicos que nunca. Tenemos más personas que saben cómo argumentar a partir de abstracciones extraídas de las Escrituras a favor de cualquier punto de controversia que quieran usar para devastar a sus oponentes.

Lo que no tenemos es una iglesia formada por personas que conocen profundamente el contenido de las Escrituras, que conocen la historia lo suficientemente bien como para reconocer un Betel o una Meribá o un Egipto o una Babilonia cuando se encuentran en alguno de ellos.

¿Cómo nos aseguraremos de que nuestros hijos sepan cómo resistir a aquellos que afirman falsamente la autoridad de Cristo? A nuestros hijos los familiarizamos con la voz del verdadero (Marcos 13:14–23). En una era en la que no se puede distinguir la autoridad del autoritarismo, nuestra contribución más importante es conservar el tipo de iglesia que puede decir: «Así dice el Señor». Una iglesia para quien esta frase realmente significa algo.

Russell Moore es editor jefe de CT.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Wayne Grudem cambió de opinión sobre el divorcio en casos de abuso

Uno de los principales teólogos complementarios dice que ya no cree que la Biblia ofrezca solo dos razones justificables para terminar un matrimonio.

Christianity Today May 16, 2023
Cortesía de Wayne Grudem.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en noviembre de 2019.

Wayne Grudem, un sobresaliente teólogo calvinista y destacado complementario, cambió su postura para sostener que hay una base bíblica para el divorcio en casos de abuso, y compartió acerca de su nueva perspectiva en una importante reunión de eruditos evangélicos hace unas semanas.

Después de escuchar sobre algunas parejas de la vida real cuyas creencias cristianas los llevaron a soportar el abuso en lugar de separarse, Grudem dijo que estudió las Escrituras con mayor detalle y concluyó que el abuso puede ser causa de divorcio, siempre que los pastores y los ancianos busquen el discernimiento de Dios al guiar a una pareja hacia dicho resultado.

Esto constituye una enmienda a la postura que sostuvo por mucho tiempo, sobre la cual publicó incluso recientemente en su libro de texto de 2018 Christian Ethics: An Introduction to Biblical Moral Reasoning [Ética cristiana: Una introducción al razonamiento moral bíblico].

La interpretación histórica de la mayoría de los evangélicos provee dos razones para el divorcio: adulterio (Mateo 19:9) o abandono del matrimonio por parte de un cónyuge incrédulo (1 Corintios 7:15).

«Mi esposa Margaret y yo nos enteramos de algunos ejemplos desgarradores de cosas como [personas que han sufrido] severa humillación y degradación sexual prolongada durante décadas, y otro caso de maltrato físico que había durado décadas», dijo a CT. «En todas estas situaciones el cónyuge abusado había guardado silencio, creyendo que el deber de un cristiano era conservar el matrimonio a menos que hubiera adulterio o deserción, cosa que no había sucedido».

Grudem, cofundador del Council on Biblical Manhood and Womanhood, presentó su nuevo trabajo sobre el tema en la reunión anual de la Sociedad Teológica Evangélica (ETS, por sus siglas en inglés) la semana pasada, en una charla titulada «Motivos para el divorcio: por qué ahora creo que hay más de dos». [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Quienes con anterioridad han defendido aceptar el abuso como motivo para el divorcio han señalado el uso que hace Pablo del verbo «separar» en 1 Corintios 7:15, argumentando que el versículo aplica a un cónyuge que huye del hogar en busca de protección. Pero Grudem no estaba convencido del todo anteriormente.

El versículo dice: «Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados, sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz» (1 Corintios 7:15, NBLA, cursiva añadida).

«La mayoría de los comentarios asumen que “en tales casos” se refiere solo a casos de deserción por parte de un incrédulo», dijo Grudem. Pero luego de un examen más detallado, se dio cuenta de que la frase no aparece en ninguna otra parte de la Biblia. Grudem analizó 52 usos de la frase en la literatura griega antigua y descubrió que «en tales casos» por lo general no solo se refiere al escenario que el escritor ya mencionó (es decir, un cónyuge incrédulo), sino a escenarios similares a ese.

«Estos ejemplos me llevaron a concluir que en 1 Corintios 7:15, se debe entender que la frase “en tales casos” incluye cualquier caso que destruya de manera similar un matrimonio», dijo Grudem. Por lo tanto, concluyó que el abuso es uno de estos casos.

Sin embargo, aclaró que la restauración sigue siendo el primer objetivo cuando surge la opción del divorcio. Si el cónyuge abusador es cristiano, entonces se debe buscar consejería y la disciplina de la iglesia, pero si el abuso no se detiene, el líder de la iglesia debe considerar que este puede ser un caso en el que la víctima es libre para buscar el divorcio.

Un poco más de la mitad de los pastores evangélicos (55 %) cree que el divorcio puede ser la mejor opción en casos de violencia doméstica, mientras que solo el 4 % dice que una pareja nunca debe divorciarse, incluso en casos de violencia, según una encuesta de investigación de LifeWay.

La respuesta de la audiencia de ETS fue «abrumadoramente positiva y de agradecimiento», dijo Grudem, quien recibió pocas objeciones. «Más tarde, una mujer me dijo que ella brinda consejería a mujeres maltratadas, y lloró cuando leyó mi bosquejo. Más de una persona me dijo después: “Vine preparado para estar en desacuerdo con usted, pero usted me persuadió”».

Ariel Bovat, una consejera clínica que trabaja en rehabilitación en casos de violencia doméstica, tuiteó que Grudem fue el «MVP» de ETS por su presentación. «¡Esta información liberará a tantas mujeres de sus abusadores!», escribió.

El tema del divorcio en caso de abuso ha sido tema de conversación entre los evangélicos en la era #MeToo y #ChurchToo.

La controversia de 2018 en torno al líder bautista del sur Paige Patterson, comenzó cuando circuló en línea una grabación de él aconsejando a una mujer que se sometiera a su esposo abusivo. CT informó en ese momento que Patterson dijo que había aconsejado y ayudado a otras mujeres a dejar a sus maridos abusivos, pero mantuvo su compromiso de nunca recomendar el divorcio: «¿Cómo podría yo como ministro del evangelio? La Biblia deja en claro la forma en que Dios ve el divorcio».

Unos años antes, Grudem y otros teólogos complementarios participaron en un debate teológico sobre la naturaleza de la Trinidad que tuvo implicaciones para sus enseñanzas sobre los roles de género y la sumisión femenina. Las mujeres complementarias, en particular, se han pronunciado en contra de un énfasis excesivo en la sumisión que podría llevar a las esposas a creer que deben someterse a maridos abusivos.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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¿Es hora de dejar atrás el ‘tiempo devocional’?

El involucramiento efectivo con la Biblia debe ser más que una experiencia individual.

Christianity Today May 15, 2023
Unsplash / Aaron Burden / Riccardo Mion

La desconexión se cristalizó hace 12 años cuando yo (Dru) comencé a enseñar una clase de introducción al Antiguo Testamento para estudiantes de primer año. Cada semestre, estudiantes cristianos devotos me decían que leían sus Biblias todos los días. Incluso podían recitar versículos clave de memoria. Conocían bien los clichés teológicos cristianos. Sin embargo, a pesar de su relación constante con la Biblia, se sorprendieron por lo que encontramos en Génesis —tal como que haya secciones que parecen indicar que hay cosas que Dios no sabe (Génesis 11:5; 18:21; 22:12), y eso por no mencionar el libro de Jueces—.

Empecé a notar que su comprensión deficiente de las Escrituras no necesariamente se debía a la falta de lectura, si bien es cierto que eso también es un gran problema en los EE. UU. De 2021 a 2022, el nivel de involucramiento con la Biblia, medido por indicadores como la frecuencia de uso, el impacto espiritual y la importancia moral en la vida cotidiana, cayó un 21 por ciento entre los usuarios adultos estadounidenses. Fue la caída anual más grande registrada por la Sociedad Bíblica Estadounidense (ABS, por sus siglas en inglés) en su estudio anual sobre el Estado de la Biblia. Y casi 1 de cada 5 feligreses respondieron que nunca leen la Biblia.

Pero en el caso de mis estudiantes, muchos de los cuales leen la Biblia a diario y han optado por asistir a una universidad cristiana, su pobre comprensión y aplicación de las Escrituras parece deberse a la forma en que se acercan a las mismas. Es la forma en que muchos cristianos en Estados Unidos, pero también en otros países, han estado leyendo la Biblia durante décadas: a través de «devocionales diarios» o «tiempos devocionales».

Si consideramos la forma en que se practica habitualmente el tiempo devocional diario en la actualidad, es muy poco probable que dé como resultado la fluidez necesaria para comprender y aplicar la enseñanza bíblica. Es necesario incluir el tiempo devocional dentro de una matriz de hábitos de estudio de las Escrituras a fin de que pueda recuperar su poder para transformar nuestro pensamiento y nuestras comunidades.

¿Cómo pueden mis alumnos leer tanto la Biblia y tener tan poca comprensión de la Torá? ¿Cómo pueden no prestar atención a su enfoque en los nuevos cielos y la nueva tierra? ¿Cómo pueden estar confundidos con conceptos como la salvación y el mal? CT abordó previamente las estadísticas de Lifeway Research que revelan esta tendencia de analfabetismo bíblico entre la población en general. Y parece que su tiempo devocional diario en las Escrituras los aleja de entender partes clave de las mismas.

«En general», escribió Ed Stetzer en 2017, «los estadounidenses, incluidos muchos cristianos, tienen puntos de vista no bíblicos sobre el infierno, el pecado, la salvación, Jesús, la humanidad y la Biblia misma». Al igual que muchos cristianos estadounidenses, mis alumnos no parecían entender los detalles necesarios para comprender todo el alcance de las Escrituras. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Cuando pastoreé una iglesia a principios de la década de 2000, estos conceptos teológicos se consideraban asuntos básicos que mis feligreses de 80 años de edad (¡algunos solo habían terminado la educación secundaria!) parecían entender profundamente y ser capaces de aplicarlos en sus vidas y ministerios. Al igual que mis alumnos, estos cristianos nacidos en las primeras décadas del siglo XX y antes de la Gran Depresión también practicaban lecturas devocionales cortas todos los días.

Sin embargo, gracias a diversas formas de estudio realizadas a lo largo del tiempo, a menudo comprendían el contexto del pasaje en el que estaban meditando; es decir, lo que venía antes y después. Es posible que hayan leído un pequeño pasaje todos los días, pero buscaban integrarlo en su comprensión más amplia de las Escrituras obtenida de una relación más sólida con las mismas que iba más allá de la lectura diaria.

Pero aquellos de mis estudiantes que no practican formas más sólidas de acercarse a las Escrituras —tales como el estudio bíblico inductivo, los planes anuales de lectura de la Biblia, el leccionario o la lectio divina— tienen pocas herramientas que puedan ayudarlos a situar una meditación diaria en un versículo como «¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?» (Romanos 8:31, NVI). Tal microdosificación de las Escrituras sin una comprensión del todo puede fácilmente distorsionar nuestras interpretaciones. Las tradiciones probadas por el tiempo de involucramiento extendido con las Escrituras nos exponen y nos familiarizan con los contenidos de las Escrituras.

Es necesario incluir el tiempo devocional dentro de una matriz de hábitos de estudio de las Escrituras a fin de que pueda recuperar su poder para transformar nuestro pensamiento y nuestras comunidades.

Cuando mis estudiantes de primer año describieron sus «tiempos devocionales» diarios, comencé a comprender mejor la desconexión. Carecían de lecturas comunitarias extendidas de las Escrituras, es decir, un espacio donde fuera seguro interrogar el texto y romperse la cabeza sobre su significado.

Para ellos, la lectura de las Escrituras era una responsabilidad individual con un resultado primordial y necesario: que Dios les mostrara algo del pasaje que fuera inmediatamente relevante para sus vidas. Muchos jugaban a la ruleta de la Biblia todas las mañanas, dejando que las Escrituras se abrieran en cualquier página y pidiéndole a Dios que les mostrara lo que debían aprender de los versículos. Algunos de ellos leían solo un versículo al día. Otros leían un pasaje, o tal vez un capítulo.

Incluso cuando esta práctica puede parecerse superficialmente al hábito diario de sus abuelas o bisabuelos, sus efectos pueden ser completamente diferentes. La mayoría de mis alumnos, incluso los que tenían algún tipo de formación bíblica institucional o en la iglesia, se sorprendieron con las preguntas básicas que les hacía sobre la Biblia que tenían en sus manos. Sin contexto y más comprensión, su escaso estudio de las Escrituras con el tiempo solo agravó su ignorancia y malentendidos.

Este fenómeno de leer sin comprender es cada vez más evidente. El Centro de Pensamiento Hebraico [Center for Hebraic Thought], la organización que Celina y yo dirigimos, organizó una conferencia sobre alfabetización bíblica en octubre de 2021, reuniendo a líderes especializados en el involucramiento con las Escrituras y en educación bíblica. Estuvieron representadas casi dos docenas de organizaciones, incluidas la Sociedad Bíblica Estadounidense, The Gospel Coalition [Coalición por el Evangelio], el Council for Christian Colleges & Universities y el Museo de la Biblia, así como profesores de seminarios, YouTubers, diseñadores de software y expertos en currículos bíblicos.

Cuando les conté historias sobre mis devotos estudiantes que malinterpretaron la Torá y los Evangelios, todos coincidieron en que habían visto este mismo fenómeno en sus propios círculos y estaban igualmente preocupados por la aparente ineficacia de los hábitos de lectura devocional de muchos cristianos.

Mis estudiantes no sabían leer la Biblia. Realmente no conocían las historias, los personajes, las ideas y los temas de la Biblia, y mucho menos cómo la literatura en sí encaja y argumenta a favor de una visión particular del mundo. Y como cristianos, debemos apuntar mucho más allá de la alfabetización básica. Esperamos conocer y practicar el pensamiento y la instrucción de las Escrituras con fluidez, extendiendo su sabiduría a todas las áreas de la vida que no aborda directamente.

Por ejemplo, alguien que tenga conocimientos sobre la Biblia sabrá que el sistema de justicia del antiguo Israel, tal como se describe en la Torá, no involucraba encarcelamiento ni policía. Pero alguien que tenga fluidez en la Biblia sabrá que este hecho no significa automáticamente que debemos erradicar todas las cárceles y fuerzas policiales. En cambio, la persona que domina la Biblia podrá discernir los principios subyacentes en la Torá: la guía y los temas estructurales profundos que finalmente nutrieron y dieron forma a nuestro pensamiento sobre el crimen, la policía y el encarcelamiento en la actualidad.

La alfabetización bíblica se enfoca en conocer el vocabulario y la gramática de las Escrituras: qué hay en la Biblia y cómo funciona la literatura. La fluidez es la capacidad de pensar junto con la enseñanza repetida de las Escrituras y extender el pensamiento y prácticas a situaciones modernas, donde todas las variables pueden ser diferentes a las del contexto antiguo, pero los principios son los mismos.

Si la mera alfabetización fuera el objetivo, las personas solo necesitarían saber la mayor parte de lo que contiene la Biblia. Pero el conocimiento básico de los «hechos bíblicos» es insuficiente. La Escritura misma exige que el pueblo de Dios medite y practique sus instrucciones como comunidad para volverse sabio (Deuteronomio 4:10, 30:9-10). Dios le dijo a Israel que su instrucción a través de Moisés era para que todo Israel (hombres, mujeres, extranjeros, nativos, jóvenes y ancianos) se convirtieran en «un pueblo sabio e inteligente» (Deuteronomio 4:6). Jesús afirma que practicar su instrucción hará lo mismo (Mateo 7:24), pero simplemente conocer los textos no lo hará (Lucas 18:18–30).

Si no podemos aplicar con fluidez los principios bíblicos, extendiendo el pensamiento de las Escrituras a asuntos como las criptomonedas, la reforma policial y penitenciaria, la identidad sexual y de género, y todo lo demás que los autores bíblicos no abordaron directamente, entonces no somos las personas sabias y perspicaces que Dios desea que seamos.

Para muchos cristianos, particularmente los evangélicos, el tiempo devocional de la mañana es «quizás la más básica de todas las disciplinas espirituales», escribe David Parker en una edición de 1991 de Evangelical Quarterly. Las «devociones diarias» son tan fundamentales en la concepción que muchos evangélicos tienen de una relación con Dios, que no pueden imaginar el cristianismo fiel sin ellas. Pero su iteración actual, al menos en los EE. UU., surgió apenas hace unos 150 años.

Muchos evangélicos defienden los devocionales diarios citando Mateo 6:6: «Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará». Sin embargo, este pasaje no especifica la forma particular que generalmente toma el tiempo devocional.

El tiempo devocional de hoy generalmente implica llevar una Biblia a un lugar privado, «haciéndolo a primera hora de la mañana, sin usar formas de oración escritas y prescritas, [sino] sentarse en silencio con la expectativa de que Dios le hable y le brinde guía concreta para el día», escribe Greg Johnson, pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Memorial en St. Louis, en su disertación From Morning Watch to Quiet Time.

Johnson rastrea la práctica moderna del tiempo devocional hasta la década de 1870, cuando los evangélicos estadounidenses fusionaron dos prácticas devocionales puritanas previamente separadas: la oración privada y el estudio bíblico privado. Esta fusión de oración y estudio de la Biblia se transformó en la «vigilia de la mañana», que enfatizaba la oración de intercesión. A partir de ahí se convirtió en un «tiempo devocional», que restó énfasis a la oración de intercesión para centrarse en la escucha y la meditación en silencio. Este nuevo énfasis en que las personas reciban ideas diarias de parte de Dios transformó la naturaleza de la relación con la Biblia que se le enseñó a generaciones de cristianos estadounidenses.

Los devocionales diarios o el tiempo devocional se ha caracterizado por hacerse de forma individual y, por lo general, no implica un estudio riguroso de las Escrituras. Por el contrario, los lectores a menudo se enfocan en un capítulo o incluso en algunos cuantos versículos por sesión, de los cuales pueden esperar recibir la guía de Dios para su vida personal en ese momento. Los devocionales diarios suelen incluir un período de oración para «escuchar» la voz de Dios, que se cree que se manifiesta en los versículos leídos en esa sesión o mediante la comunicación directa a la mente del oyente.

Aunque esta escucha puede ser expectante, es esencialmente pasiva. A menudo se guía por una creencia implícita de que la Palabra de Dios habla y transforma a través de percepciones repentinas dirigidas a lectores individuales, en lugar de por medio de un estudio sostenido y un cuestionamiento activo y comunitario con respecto a lo que se lee.

Este ritual diario privado se benefició enormemente de la publicación de la Biblia de referencia Scofield [en inglés] en 1909, una Biblia de estudio individual accesible y ampliamente vendida en el mercado. La Biblia de Scofield reflejó y promovió la difusión del dispensacionalismo entre los protestantes estadounidenses. El dispensacionalismo tenía un poder animador, nos dijo Greg Johnson en una entrevista, porque brindaba a las personas un marco para leer el Antiguo Testamento e implicaba que los lectores volvieran a involucrarse con las principales ideas bíblicas que los protestantes habían pasado por alto.

El uso de la Biblia Scofield en el movimiento dispensacionalista fomentó un enfoque individualista del estudio de la Biblia. O al menos aumentó la confianza de los lectores en su propia interpretación independiente de las Escrituras. Mark Noll señala en America’s Book: The Rise and Decline of a Bible Civilization, 1794–1911: «A medida que profundizaron su creencia en la capacidad de las personas sencillas para captar el significado sencillo de la Biblia», el populismo del movimiento dispensacionalista basado únicamente en la Biblia en realidad elevó «un cuerpo de élite de maestros que guían a otros paso a paso en la lectura de la Biblia ‘por su cuenta’».

En otras palabras, el sentido de estudio independiente fue apuntalado por el comentario junto con el texto bíblico. Irónicamente, «la Biblia de Scofield guió a los lectores a proclamar que eran independientes y no necesitaban guía alguna», escribe Noll.

En contraste con los sermones y el estudio bíblico en grupo, los devocionales diarios se convirtieron en ejercicios de formación interior e individual, compartiendo tendencias con el modernismo secular de la época. Los defensores de los tiempos devocionales comenzaron a identificar el principal beneficio de los devocionales diarios como «un yo transformado en lugar de un mundo transformado», escribe Johnson en su disertación.

Si bien la formación del carácter personal es esencial, aisladamente se alinea mejor con las tendencias modernistas que con el enfoque bíblico sobre la formación del carácter a través de hábitos, rituales y orientación de la comunidad. Este enfoque interno también puede proyectar la formación de la justicia en comunidades y sistemas, misma que es una preocupación principal de los autores bíblicos, como una adhesión a los principios éticos individualistas.

Algunas de las personas que practicaban los «tiempos devocionales» comenzaron a tratar la Biblia más como una herramienta de meditación que como la enseñanza misma de Dios y su pueblo. Durante el tiempo devocional, la contemplación progresaría hasta la confesión y la meditación bíblica, que culminaría con el registro de cualquier guía divina recibida ese día. La lectura, como observa Johnson, podía ser solo un breve pasaje de la Biblia o un comentario devocional, no un estudio extenso de las Escrituras como un cuerpo unificado de literatura.

Hoy en día, el tiempo devocional diario con frecuencia no involucra las Escrituras en absoluto. Como CT ha señalado en otra parte, en 2023 Lifeway Research reveló que aunque el 65 por ciento de los feligreses protestantes pasan tiempo a solas con Dios todos los días, solo el 39 por ciento lee la Biblia durante ese tiempo. Si, esta estadística significa que los cristianos están cambiando una lectura devocional apresurada y fragmentada por un estudio bíblico integral en grupo, entonces tal vez eso sería mucho mejor. Sin embargo, la caída en el involucramiento general con la Biblia en el estudio de ABS sugiere que más cristianos simplemente no la están leyendo.

A fines del siglo XX, el tiempo devocional diario se había convertido en un elemento fijo de la ortodoxia en algunos sectores del cristianismo. Christy Gates, directora nacional de involucramiento con las Escrituras de InterVarsity Christian Fellowship, afirma que la práctica de «DQT» (tiempo devocional diario, por sus siglas en inglés) en los ministerios universitarios llegó a convertirse en el requerimiento mínimo de la vida espiritual. Preguntar sobre el «caminar con Dios» de alguien pasó a significar «¿Estás haciendo tu tiempo devocional diario?».

Gates enfatizó que incluso cuando los ministros enseñan la práctica del estudio bíblico en grupo junto con DQT, como lo hace InterVarsity, el estudio en grupo por lo general disminuirá mientras que el DQT permanece. ¿Por qué? Ella piensa que el DQT está relacionado con nuestro individualismo religioso que desea que Dios razone con nosotros directamente. En el pasado, la adoración diaria presentaba a una familia o comunidad que le pedía a Dios provisión, pero hoy consiste principalmente en individuos que le piden a Dios que les hable. El peligro es claro: escuchar las ideas de Dios en las Escrituras y en oración sin rendir cuentas a la comunidad puede producir una comprensión tenue del cristianismo.

Los cristianos que enfatizan el DQT como una práctica espiritual necesaria típicamente señalarán los momentos en que Jesús oró de forma aislada como modelo para este ritual: «Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar» (Marcos 1:35). Por supuesto, cuando sus discípulos frustrados lo encuentran, Jesús les explica por qué se fue del pueblo: «Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar; para eso he venido» (v. 38, énfasis añadido). Lucas también señala el hábito de Jesús: «Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar» (Lucas 5:16, énfasis añadido). Jesús, como de costumbre, estaba encontrando un respiro de las masas exigentes o moviéndose al siguiente lugar, porque «para eso ha venido».

Es razonable ver la oración privada de Jesús como un ritual que debemos emular. Como mínimo, parece ser una práctica sabia que surge de las Escrituras, incluso si el tiempo de oración en silencio y la lectura de la Biblia nunca se les ordena a los hebreos ni a los primeros seguidores de Jesús.

Pero los expertos contemporáneos en el involucramiento con la Biblia están de acuerdo en que el tiempo devocional diario, que hemos llegado a combinar con la lectura diaria de la Biblia, puede distorsionar nuestra comprensión de las Escrituras. Los líderes de ministerios paraeclesiásticos que entrevistamos ya habían identificado el tiempo devocional diario y la lectura devocional como la única forma de consumo de las Escrituras que podría ser problemática en sus comunidades de ministerio.

Los profesores de Biblia, los administradores de seminarios y los pastores, así como representantes de la Sociedad Bíblica Estadounidense, Our Daily Bread [Nuestro pan diario], Cru e InterVarsity, todos nos dijeron que quieren fomentar la lectura diaria de la Biblia. Pero también tienen como objetivo remodelar este involucramiento para personas como mis estudiantes de primer año: aquellos que microdosifican la Biblia todos los días, pero no entienden lo que están leyendo.

No existe una medida universal para la alfabetización bíblica. Tampoco hay consenso sobre qué grado de conocimiento se traduce como alfabetización. La Sociedad Bíblica Estadounidense mide lo que llama «involucramiento con la Biblia» («involucramiento» entendido como frecuencia de uso, impacto y centralidad en la moralidad) en sus estudios sobre el estado de la Biblia. Pero alguien podría calificar alto en «involucramiento» sin saber mucho sobre la propia teología de las Escrituras o las suposiciones básicas de los autores bíblicos. Además, la evidencia anecdótica sugiere que la alfabetización bíblica ha disminuido cada vez más.

Si la alfabetización bíblica está disminuyendo, incluso para aquellos que leen un devocional todos los días, ¿cuál es el camino a seguir? La mayoría de los ministros paraeclesiásticos con los que hablamos informaron que han estado considerando métodos que brindan una perspectiva más amplia de las Escrituras. Estos incluyen rituales antiguos de lectura de las Escrituras que muchas iglesias evangélicas rara vez han practicado (como la lectio divina, el uso del Libro de Oración Común, etc.). Pero la práctica más mencionada por los líderes del ministerio fue la lectura pública o comunitaria de las Escrituras.

De alguna manera, esta forma de participación bíblica es lo opuesto al tiempo devocional. En lugar de leer, las comunidades escuchan juntos largos tramos de las Escrituras, a veces de 30 minutos a una hora, ya sea usando Biblias en audio o haciendo que las personas lean en voz alta. Los profesores de Biblia han notado durante mucho tiempo que el hábitat natural de las Escrituras está en los oídos de los cristianos reunidos, no en los ojos de los individuos. Los efectos del involucramiento con las Escrituras de formato largo en la alfabetización bíblica son todos anecdóticos en este punto.

Desde Moisés hasta Josías y Nehemías, la lectura comunitaria de la Biblia fue normal en puntos clave de la historia de Israel. La lectura pública de las Escrituras ocurre en el Sinaí (Éxodo 19:7), durante las reformas de Josías (2 Reyes 23:1-2), y para todos los que regresaron a Judá en los días de Esdras (Nehemías 8), entre otros casos. Y la práctica de la sinagoga de leer la Torá y los Profetas cada sábado (Lucas 4:16-17; Hechos 13:14-15) surgió alrededor del siglo III antes de Jesús.

Todas estas lecturas públicas incluyeron explicación y respuesta comunitaria. Como argumenta Brian Wright en su libro Communal Reading in the Time of Jesus, la lectura pública de la literatura que se extendió por el imperio romano también incluía a los cristianos y sus textos sagrados. Para la iglesia primitiva, eso habría incluido no solo escuchar juntos, sino también cuestionar y razonar juntos sobre lo que se escuchaba.

Entonces, cuando Justino Mártir (155 d. C.) informa que los primeros cristianos se reunían los domingos para leer las Escrituras «durante tanto tiempo como fuera posible», debemos imaginar que esas lecturas comunitarias no terminaron simplemente con un amén al unísono. Estas primeras comunidades cristianas judeo-gentiles probablemente batallaron para comprender lo que habían oído, buscando entenderlo como comunidad.

El involucramiento de largo plazo con las Escrituras no es nada nuevo para la iglesia. La secta judía de Jesús del primer siglo comenzó con largas lecturas semanales de la Torá y la Haftará (profetas) junto con el canto de los Salmos. Desde el leccionario medieval de la iglesia católica romana, también utilizado por los reformadores protestantes, hasta el plan anual de lectura de la Biblia completa del siglo XIX de Robert Murray M’Cheyne, la exposición amplia y regular a las Escrituras fue un componente crucial de la alfabetización bíblica generalizada y de bajo nivel en la historia de la iglesia.

Uno podría imaginar cuán extraños serían nuestros devociones diarios no solo para los antiguos israelitas sino también para las antiguas comunidades cristianas y judías. ¿Qué pensarían de un seguidor devoto que lee diariamente algunas frases de la Escritura y luego le pide a Dios que le revele algo «para y para hoy»? Este ritual parece aún más extraño cuando el lector no tiene una comprensión integral de las narrativas, los temas, la teología y otros aspectos de la Biblia.

Si muchos evangélicos estadounidenses no pueden imaginar una vida espiritual próspera sin esta lectura bíblica diaria de «tiempo devocional», entonces probablemente no puedan imaginar la vida espiritual de la mayoría de los judíos y cristianos a lo largo de la historia —así como de muchas comunidades cristianas en el mundo de hoy— que han carecido de fácil acceso a una Biblia personal. Debemos repensar nuestra imagen de devoción y nuestras formas de leer las Escrituras y reencontrarnos con los comportamientos esenciales que siempre han caracterizado al pueblo de Dios.

Es posible que necesitemos desplazar el centro de gravedad de la devoción lejos de las prácticas solitarias y dirigirlo hacia las prácticas comunitarias.

Tal vez deberíamos seguir el ejemplo establecido por la iglesia primitiva que describió Justino Mártir, leyendo juntos la Biblia extensamente y discutiendo las preguntas difíciles que plantea, en lugar de escuchar pasivamente o confiar acríticamente en los comentarios teológicos. Podemos dar la bienvenida al desacuerdo amoroso y humilde en aras de una mejor comprensión mutua. Debemos entrenarnos para dejar que nuestras incomodidades y confusiones sobre este texto antiguo salgan a la superficie para que podamos superar las respuestas rápidas y fáciles que a menudo lo único que consiguen es esconder nuestras preguntas más importantes debajo de la alfombra.

Y son precisamente estas preguntas y necesidades las que nos guían hacia una mejor comprensión de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el carácter consistente de Dios y la relevancia de las Escrituras para cada área de la vida, y no estrictamente «para que hablen a mi vida hoy».

Si los rituales comunes de hoy en día de involucramiento bíblico no funcionan, entonces debemos interrumpirlos a favor de prácticas de aprendizaje profundo. Estos nuevos hábitos podrían consistir en la escucha comunitaria, la inmersión profunda en la Biblia, la lectura repetida de libros completos de la Biblia, o alguna otra estrategia. Pero la suposición de que los devocionales diarios por sí solos producirán conocimiento y fluidez en las Escrituras ya no parece sostenible, porque nunca lo fue.

El objetivo no es abandonar el tiempo devocional. A través de este se nos ha dado fácil acceso a toda la instrucción de Dios, y los momentos de oración y reflexión en soledad son parte de una vida cristiana completa. Pero es posible que necesitemos desplazar el centro de gravedad de la devoción lejos de las prácticas solitarias y dirigirlo hacia las prácticas comunitarias.

Esperamos ver a las familias e iglesias cristianas recrear una cultura de involucramiento comunitario vigoroso con las Escrituras que haga que los momentos devocionales se desborden en prácticas que produzcan comunidades justas y pacíficas.

Dru Johnson es profesor de estudios bíblicos y teológicos en The King’s College en la ciudad de Nueva York. Él y Celina Durgin dirigen y editan The Biblical Mind, publicado por el Center for Hebraic Thought.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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