Church Life

El legado de la teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez en la iglesia evangélica

El sacerdote católico peruano tuvo una gran influencia en los padres de la misión integral.

Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano.

Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano.

Christianity Today October 28, 2024
Alessandra Tarantino / AP Images / Editado por CT

Gustavo Gutiérrez Merino, padre de la teología de la liberación y teólogo católico que fue el primero en defender la «opción preferencial por los pobres», falleció el 23 de octubre a los 96 años. 

Las injusticias que el sacerdote peruano observó en su país tuvieron una gran influencia en su ministerio. Durante años, bajo el sistema de haciendas, el 2 % de los peruanos controlaba el 90 % de la tierra, mientras que los agricultores comuneros ganaban apenas centavos por sus cultivos y los jornaleros trabajaban en condiciones casi de esclavitud en las fincas.

En 1968, un golpe de Estado intentó poner fin a esta situación y dar más poder a los campesinos. Pero las muchas personas beneficiadas por estas reformas pronto abandonaron las haciendas, reubicándose en asentamientos empobrecidos a las afueras de Lima. 

Conmovido por el sufrimiento, Gutiérrez, miembro de la orden de los  dominicos, publicó su libro más influyente: Teología de la liberación en 1971, en el que sostiene que la auténtica liberación se desarrolla en tres dimensiones esenciales. En primer lugar, la liberación política y social debe abordar y eliminar las causas inmediatas de la pobreza y la injusticia. En segundo lugar, los pobres, marginados y oprimidos deben ser liberados de las condiciones que limitan su capacidad de autodesarrollo digno. Finalmente, estas comunidades deben liberarse del egoísmo y del pecado para así restablecer su fracturada relación con Dios y con los demás.

Cuando los sacerdotes empezaron a abrazar la teología de la liberación en América Latina, el Vaticano se opuso, criticando su influencia aparentemente marxista y argumentando que reducía la condición de Jesús, de salvador divino, a la de un simple liberador social. Sin embargo, a diferencia de otros defensores de la teología de la liberación, Gutiérrez nunca fue sancionado por la jerarquía católica.

Aunque América Latina seguía siendo abrumadoramente católica en los primeros días del ministerio de Gutiérrez, muchos de los primeros líderes evangélicos de la región alcanzaron la mayoría de edad haciéndose preguntas similares. Estas ideas llevaron a compañeros peruanos como Samuel Escobar y Pedro Arana, y al ecuatoriano René Padilla, a desarrollar el argumento de la «misión integral», que buscaba equilibrar la responsabilidad cristiana de compartir la obra salvadora de Cristo con el deber de responder a las desigualdades sociales. 

CT conversó con evangélicos familiarizados con la vida y obra de Gustavo Gutiérrez y les pidió que compartieran cómo la teología de la liberación afectó a la teología, la práctica y el crecimiento evangélicos latinoamericanos. Las respuestas fueron editadas para mayor claridad y precisión. 

Este artículo será actualizado.

David Kirkpatrick

Autor, A Gospel for the Poor: Global Social Christianity and the Latin American Evangelical Left, Estados Unidos

Gustavo Gutiérrez dio voz a toda una generación de teólogos latinoamericanos que luchaban contra la violencia, la injusticia y la desigualdad en el contexto de la Guerra Fría. Su exhortación a volver a examinar críticamente de las interpretaciones tradicionales de las Escrituras y su llamado a amplificar las voces de los pobres tuvieron un inmenso impacto en los teólogos latinoamericanos de su generación, que incluyó a prominentes figuras católicas y protestantes como el Papa Francisco y el teólogo metodista José Míguez Bonino. 

En 1973, René Padilla escribió el primer artículo dedicado a la teología de la liberación que apareció en Christianity Today. Padilla, junto con muchos evangélicos, no estaba de acuerdo con el enfoque de Gutiérrez, mismo que calificó de ser «camisa de fuerza» para la Biblia. «No se hace ningún intento de mostrar por qué esta praxis específica (en lugar de cualquier otra) es elegida como objeto de reflexión, o de mostrar qué hace que esta reflexión sea específicamente cristiana», escribió Padilla. Pero también se negó a permitir que las críticas a la teología de la liberación silenciaran esos llamados proféticos a la justicia.

Muchos evangélicos protestantes latinoamericanos estaban de acuerdo en que el injusto contexto de la posguerra exigía nuevos enfoques para la fe y la práctica de la misma.

En respuesta a la versión inglesa de La teología de la liberación, que se publicó en 1973, Padilla argumentó: «La necesidad de una liberación de la teología es entonces tan real en nuestro caso como en el caso de la teología de la liberación». La respuesta de Padilla a esta propuesta fue la «misión integral», un enfoque integral de la misión cristiana que sintetiza la búsqueda de la justicia y la oferta de salvación, en lugar de unirse al creciente movimiento de la teología de la liberación. 

Padilla concluyó su artículo en CT planteando una pregunta que definiría su vida y su obra:  «¿Dónde está la teología evangélica que propondrá una solución con la misma elocuencia [que la presentada por Gutiérrez] pero también con una base más firme en la Palabra de Dios?». 

Gutiérrez inspiró a toda una generación de teólogos evangélicos protestantes latinoamericanos a continuar la búsqueda y construcción teológica de una teología de la justicia y la misión verdaderamente latinoamericana. 

Valdir Steuernagel

Pastor y teólogo, Brasil

Nunca tuve el privilegio de conocer a Gustavo Gutiérrez, aunque escuchaba su nombre por todas partes desde los años setenta. Cuando supe que había muerto, encontré su libro Beber en su propio pozo en mi biblioteca. Al abrirlo, las primeras palabras me conmovieron profundamente: «Seguir a Jesús define a un cristiano». Sonreí, porque esto es exactamente lo que a mí también me gustaría decir. 

Vengo de otra escuela de teología, pero comparto el reconocimiento de Gutiérrez de que el contexto es importante en el proceso de hacer teología, y que nuestro contexto era América Latina. El hecho de ser peruano afectó a su forma de pensar y vivir la fe, que siempre estuvo arraigada en su entorno confesional. Del mismo modo, yo soy brasileño y este es el lugar en el que me encontré con el Evangelio, y donde he tenido el privilegio de vivir mi vocación.

Mi identidad también ha sido moldeada por una confesionalidad evangélica, que se ha nutrido en los círculos de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Nos movía la misma convicción que a Gutiérez con respecto a que la teología tenía que pasar de las «bibliotecas» a las «comunidades». Nuestra fe tenía que llegar a las personas más vulnerables de nuestras sociedades. Junto con Gutiérrez, nos enfrentábamos al reto de mirar al «lado oculto de la historia», a las comunidades que tan a menudo quedaban ocultas por los relatos «victoriosos» de la historia, o que se habían convertido en el «lado oculto» precisamente por culpa de esos vencedores. 

Todavía puedo oír algunas de las conversaciones y argumentos [entre seguidores católicos de la teología de la liberación y evangélicos que defiendían la misión integral] que señalaban las diferencias en nuestras respectivas teologías. Y también veo el compromiso de Gutiérrez con el llamado que Dios le dio, y su largo y profundo sentido de pertenencia [dentro de la Iglesia católica], en el que los pobres y los más vulnerables tenían un lugar especial, un lugar donde eran abrazados por un Dios de amor y justicia.

Ruth Padilla DeBorst

Profesora, Comunidad de Estudios Teológicos Interdisciplinarios y Western Theological Seminary, Colombia/Estados Unidos

Es imposible concebir el quehacer teológico en la efervescente América Latina de mediados del siglo XX y principios del XXI sin reconocer la generosa contribución de Gustavo Gutiérrez. Aunque este sacerdote peruano y la mayoría de sus colegas liberacionistas desarrollaban su teología principalmente para y dentro de la iglesia católica, los teólogos evangélicos dialogaron profundamente con su pensamiento. 

El movimiento de la misión integral se desarrolló al mismo tiempo en los movimientos estudiantiles evangélicos y en la Fraternidad Teológica Latinoamericana. En 1972, René Padilla y Samuel Escobar se reunieron con varios teólogos de la liberación e interactuaron asiduamente con sus publicaciones, y más tarde dieron fe del valioso desafío ofrecido por esta veta teológica tanto para la hermenéutica como para la praxis ética de la fe cristiana. Quienes se identifican como evangélicos hoy en día harían bien en indagar con aprecio en el legado de este gigante de la teología, no solo en América Latina sino en todo el mundo.

Harold Segura

Pastor y director de Fe y Desarrollo para World Vision América Latina, Colombia/Costa Rica

La teología de la liberación surgió en América Latina en las décadas de 1960 y 1970 con teólogos como Gustavo Gutiérrez, a quien hoy despedimos con gratitud y admiración. Gutiérrez presentó la idea de un cristianismo comprometido con las personas más vulnerables y excluidas. Esta teología puso la realidad de la pobreza y la injusticia en el centro de la reflexión cristiana, afirmando que el evangelio debía conducir no solo a la salvación espiritual, sino también a la transformación social.

Para muchos evangélicos, esta propuesta supuso un reto. La mayoría de las iglesias evangélicas habían centrado su mensaje en la salvación personal, dando prioridad a la conversión y a la vida espiritual. La teología de la liberación, con su énfasis en la justicia social y su diálogo con las ciencias sociales, era vista con escepticismo. Muchos la consideraban una desviación política que amenazaba la pureza del Evangelio.

Sin embargo, no todos la rechazaron. Algunos movimientos evangélicos empezaron a reflexionar sobre su propio papel en la sociedad y adoptaron una postura más activa ante la injusticia. Esta teología tuvo una influencia innegable en lo que, por la misma época, empezó a conocerse como la «misión integral»: una visión del Evangelio que busca no solo la salvación del alma, sino también el bienestar del cuerpo y la justicia en la sociedad. La misión integral no fue un resultado directo de la teología de la liberación, pero esta última suscitó el diálogo y la reflexión que permitieron que la misión integral surgiera del suelo evangélico.

En algunas comunidades evangélicas, este despertar social no cambió la creencia de que los esfuerzos de crecimiento de la iglesia debían centrarse en la conversión personal y la evangelización. De hecho, en parte como reacción al activismo político de la teología de la liberación, los movimientos evangélicos experimentaron un crecimiento considerable, especialmente en algunos sectores evangélicos tradicionales, donde se enfatizaba una fe más conservadora y apolítica.

En la actualidad, muchas iglesias evangélicas latinoamericanas siguen navegando entre la espiritualidad y el compromiso social, buscando formas de ser fieles al Evangelio y, al mismo tiempo, responder a las necesidades de un mundo injusto.

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