A principios de este mes, México eligió a su primera presidenta, Claudia Sheinbaum, quien obtuvo el 59.7 % de los votos. La exjefa de gobierno de la Ciudad de México tiene un doctorado en ingeniería ambiental y anteriormente se desempeñó como profesora universitaria.
En los últimos años, México ha sido aclamado internacionalmente como modelo en el liderazgo político femenino [enlaces en inglés]. En la década de 1990, el gobierno introdujo políticas para promover la participación femenina en las candidaturas políticas. Actualmente, 13 de los 32 estados de México están gobernados por mujeres; Ana Lilia Rivera ocupa la presidencia del Senado, y Guadalupe Taddei Zavala dirige el Instituto Nacional Electoral, que organiza las elecciones del país.
Mientras las mujeres han avanzado políticamente en México, ¿han ganado terreno dentro de la iglesia? CT pidió la opinión de cuatro mujeres evangélicas mexicanas. (Las respuestas han sido editadas por motivos de extensión y claridad):
Alejandra Ortiz, coordinadora de la Iniciativa Logos y Cosmos en América Latina de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (IFES, por sus siglas en inglés):
La iglesia mexicana tiene posturas políticas muy diversas. Algunos pastores y líderes religiosos suelen hacer campaña a favor de candidatos evangélicos que promueven valores familiares, mientras que otros animan a votar desde una perspectiva neoconservadora. En estas elecciones, ningún líder o institución evangélica apoyó formalmente a ningún candidato.
En las campañas políticas, los candidatos suelen ver a las mujeres como objetos o marionetas, es decir, como algo fácil de manipular. En cierto sentido, esta percepción se extiende también a la iglesia. Las mujeres sirven activamente a Dios, pero rara vez ocupan puestos de liderazgo en las iglesias, ya que la nueva ola neoconservadora pretende limitar aún más los espacios de influencia de las mujeres. Quienes se alinean con esta visión utilizan pasajes bíblicos como Génesis 3 y pasajes de las cartas de Pablo a Timoteo y a los Corintios para crear argumentos que limitan la influencia de la mujer a su familia y en el ministerio de mujeres.
Los cambios sociales que condujeron a un liderazgo femenino más amplio en la sociedad no son valorados en la iglesia con la misma intensidad. No hay intención ni plan de abrir más espacios de liderazgo para las mujeres, ni siquiera una reflexión sobre diversas prácticas que podrían ampliar la influencia de las mujeres en funciones de liderazgo.
Sally Isáis, directora de la agencia misionera Misión Latinoamericana de México (Milamex):
Tradicionalmente, la influencia de la mujer en la sociedad mexicana ha sido fuerte, pero a menudo tiene lugar entre bastidores. En los últimos años, las mujeres han desempeñado cada vez más funciones públicas, especialmente a medida que el gobierno ha aprobado leyes más estrictas contra el acoso sexual y ha establecido cuotas que exigen un determinado porcentaje de mujeres en determinados cargos gubernamentales.
Dentro de la iglesia, históricamente, las denominaciones pentecostales han tenido mujeres en el liderazgo. Por ejemplo, Graciela Esparza fue directora nacional de la Iglesia Mexicana del Evangelio de Cristo y Febe Flores dirigió el Movimiento Iglesia Evangélica Pentecostés Independiente, aunque ya han fallecido y ambas denominaciones están dirigidas actualmente por hombres.
En general, los evangélicos siguen divididos sobre la cuestión de la ordenación de mujeres. Metodistas, luteranos y episcopales ordenan pastoras, y los neopentecostales y carismáticos tienen muchas pastoras fuertes. Muchas dirigen congregaciones, a veces junto a sus cónyuges y otras de forma independiente.
Por el contrario, algunas iglesias conservadoras mantienen posturas teológicas que impiden que las mujeres prediquen y ocupen cargos oficiales. Aunque reconocen los dones y capacidades de las mujeres en determinadas áreas (dirigir a otras mujeres y a los niños, por ejemplo), no les permiten acceder a cargos superiores.
Al mismo tiempo, en la mayoría de las iglesias, la mayor parte de los congregantes son mujeres, muchas de las cuales dirigen numerosos ministerios y enseñan la Biblia. Y esto sucede de manera independiente a la postura teológica de la denominación.
Algunos afirman que el papel de liderazgo de una mujer no depende de la presencia o ausencia de un hombre. Otros afirman que los hombres dispuestos, comprometidos e íntegros brillan por su ausencia. Por lo tanto, las mujeres han tenido que dar un paso al frente. Creo que las funciones formales de liderazgo de las mujeres dentro de la iglesia pueden crecer. De hecho, es una realidad que sin el liderazgo y el trabajo de las mujeres, las iglesias estarían en problemas, ya que gran parte del trabajo recae sobre sus hombros.
Sandra Márquez Olvera, fundadora del blog Con-Ciencia y Teología:
La victoria de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales de México demuestra que es necesario un mayor diálogo en materia de género y del liderazgo de las mujeres. Ambos temas siguen siendo centro de discusión en muchas iglesias.
En la mayoría de las denominaciones o confesiones, a las mujeres no se les permite ser pastoras, pero en algunos casos ni siquiera se les permite enseñar o participar en el discipulado de la comunidad. En las últimas dos o tres décadas, hemos tenido cambios importantes entre los metodistas, luteranos, bautistas y algunas comunidades pentecostales que han permitido más espacio para que las mujeres ejerzan sus dones. Pero aún no hay consenso sobre cómo las mujeres pueden seguir abriéndose camino en la iglesia ante una sociedad que desafía esta pasividad con su primera presidenta electa.
Existen numerosas historias bíblicas de mujeres que Dios utilizó con su liderazgo, fortaleza, valentía y trascendencia. Historias que seguimos estudiando, si bien pocas veces lo hacemos poniendo la mirada en el papel de la mujer. Necesitamos hablar más de esto y discernir cuál es el llamado de las mujeres en esta iglesia y en este país.
No sé cómo resultará Sheinbaum al enfrentar fuerzas que no quieren cambios dentro y fuera de la iglesia, pero sabemos que es un paso importante. Y sé que Dios acompañará a la nación en todo lo que le espera.
Yani de Gutiérrez, copastora de la Iglesia Bautista Horeb en Ciudad de México:
Estoy siendo testigo de la elección de la primera mujer en México como presidenta de la nación y de que la mayoría de la población expresó que acepta el liderazgo de una mujer. Ante este parteaguas, como cristiana mexicana, reflexiono y me pregunto si esa misma aprobación del liderazgo femenino está presente dentro de la iglesia.
Sin duda, el diseño inherente de cada sexo incluye roles exclusivos dentro del plan de Dios, como el embarazo y el parto, que son claramente del dominio de la mujer. Sin embargo, en la visión de Dios, las mujeres fueron creadas para mucho más.
En el plan de Dios, la responsabilidad de gobernar y someter a la creación no está determinada por el sexo o los roles, sino que es una tarea asignada a ambos. Hace más de un siglo, muchas sociedades empezaron a cambiar a favor de los derechos de la mujer. Hoy en día, las mujeres asumen responsabilidades que antes eran impensables, como la presidencia de una nación.
Reconocemos que, como en todas las empresas humanas, con los movimientos feministas han surgido nuevas distorsiones del diseño de Dios, como posturas de odio hacia los hombres, libertinaje y desdén por la maternidad y el matrimonio, a menudo a un alto costo. El feminismo extremo ha caído en trampas igualmente contrarias al plan de Dios.
Sin embargo, no podemos negar que es justo que las mujeres tengan la oportunidad de ejercer las capacidades que Dios les ha concedido. Como cristiana y pastora de una iglesia local, creo que la elección de una mujer como presidenta forma parte del plan de Dios.
Este despertar también es evidente en las iglesias cristianas. Sin embargo, en lugar de encarnar el plan de Dios al reconocer que algunas mujeres están específicamente diseñadas, dotadas y elegidas por Dios para liderar dentro de la iglesia, la iglesia a menudo muestra resistencia y dogmatismo, malinterpretando el diseño original de Dios y limitando el ministerio de las mujeres. Mientras que el mundo adopta rápidamente cambios feministas extremos, la iglesia se queda atrás en el reconocimiento del plan original de Dios.