Church Life

¿Deberíamos seguir cantando las canciones de Hillsong?

Mientras los expastores de la megaiglesia están en las noticias con acusaciones de escándalo y abuso, la polémica continúa.

Hillsong United en concierto en marzo de 2022, semanas después de la dimisión de Brian Houston.

Hillsong United en concierto en marzo de 2022, semanas después de la dimisión de Brian Houston.

Christianity Today August 30, 2022
Daniel Knighton / Getty Images

Cuando una megaiglesia aparece en los titulares a causa de un escándalo, por lo general la lista de canciones que tu iglesia cantará el domingo por la mañana no se ve afectada. Pero Hillsong no es solo una megaiglesia. Es una fuerza global en la música de adoración.

Desde la explosión de la canción «Shout to the Lord» [«Cante al Señor»] en 1994, el ministerio Hillsong, con sede en Sidney, ha dado forma a la adoración en Estados Unidos, especialmente entre pentecostales y evangélicos. Los sonidos pop y rock de Hillsong United y Hillsong Young and Free llegan a los estadounidenses a través de los servicios dominicales en las iglesias, la radio, los servicios de descarga continua y las giras de conciertos en estadios.

En mayo de 2022, cuatro de las diez canciones de adoración más populares en las iglesias de Estados Unidos provenían de Hillsong («The Goodness of God» [«Bondad de Dios], «What a Beautiful Name» [«Hermoso nombre»], «Who You Say I Am» [«Quien dices que soy»] y «King Of Kings» [«Rey de Reyes»].

Pero a medida que titulares sucesivos relatan revelaciones sobre fallos morales de los dirigentes de Hillsong, acusaciones de abusos, estructuras internas tóxicas, pastores que dimiten y congregaciones que abandonan la denominación, algunos líderes de adoración se cuestionan si el fruto musical de ese ministerio tiene cabida en sus propias iglesias [los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Recientemente, la situación de Hillsong fue presentada en Hillsong: A Megachurch Exposed, una docuserie de Discovery+ relacionada con el despido del pastor de Hillsong en Nueva York, Carl Lentz, en 2020, tras haber admitido que hubo infidelidad en su matrimonio.

«Al principio piensas: “No puede ser que esto esté sucediendo”… pero luego se convierte en ira», dijo Katie Thrush, una exseguidora de Hillsong, líder de adoración y superviviente de abuso. Según ella, seguir las historias de Hillsong fue como pasar por las etapas de un duelo.

Ahora, se pregunta si debe seguir cantando sus canciones favoritas tales «What a Beautiful Name». «Me encanta esa canción. Me dice mucho a mí y a muchas otras personas», dijo Thrush.

Le preocupa que seguir utilizando esa música pueda asociarla a ella o a su iglesia con Hillsong, o incluso que sirva de recordatorio del daño que sus líderes han causado. El fundador de Hillsong, Brian Houston, abandonó la iglesia en marzo, tras un par de investigaciones sobre comportamiento inapropiado, y está a la espera de un juicio por cargos relacionados con haber encubierto los abusos de su padre.

La cuestión de si se debe o no seguir tocando la música de Hillsong durante los servicios de adoración se encuentra en un lugar interesante. Musicólogos y críticos han analizado cómo nos relacionamos con las canciones producidas por compositores problemáticos durante siglos, y las revelaciones en torno a artistas contemporáneos como Michael Jackson y R. Kelly también han puesto en tela de juicio la forma en que los oyentes se relacionan con canciones innovadoras o que encabezan las listas de éxitos.

Por lo general, no evaluamos las composiciones históricas y los éxitos del Billboard del mismo modo que consideramos la música destinada a facilitar el culto de adoración; sin embargo, la cuestión de la separación entre el arte y el artista, o incluso el arte y el sistema que lo generó, es muy relevante.

La conversación en torno a la música de Hillsong también es paralela a las consideraciones en torno a la promoción del trabajo de los pastores caídos que han surgido en los últimos años. Mientras que algunos se apresuran a preguntar: «¿Y qué hay de los salmos de David?» o «Si no podemos cantar canciones escritas por pecadores, ¿qué queda disponible?», otros subrayan la necesidad de evaluar la música de adoración con estándares más altos, precisamente debido a su gran poder formativo.

Incluso antes de las noticias de Hillsong que se han dado a conocer durante los últimos dos años, los líderes de adoración en EE. UU. habían venido examinando los éxitos de la adoración desde una perspectiva teológica. Algunas iglesias ya habían optado por no incluir canciones de Hillsong (o Bethel o Elevation) debido a creencias conflictivas o enfoques ministeriales diferentes.

Cualquiera que desee mantener una conversación matizada sobre el futuro de la música de Hillsong en la iglesia puede beneficiarse de considerar cómo los musicólogos y los críticos hablan de la música importante que conlleva una historia problemática.

«Los musicólogos son muy buenos estableciendo límites en torno a las circunstancias en las que se compuso una pieza musical y a la forma en que se desarrolla la propia música», dijo Peter Mercer-Taylor, profesor de la Universidad de Minnesota.

A veces, esos límites son fáciles de trazar. Franz Joseph Haydn —un influyente compositor austriaco del siglo XVIII— «trabajó para un príncipe increíblemente rico durante 30 años. Creó un gran número de sinfonías que sentaron las bases para el futuro del género, un trabajo simplemente inestimable», dijo Mercer-Taylor. «No me gusta la idea de una corte principesca ni la concentración de riqueza… pero los desafíos morales no perduran en la obra en sí».

Haydn, aunque sea un paralelo lejano, es relevante como ejemplo de un compositor cuya música ha trascendido su procedencia como producto del patrocinio de un sistema injusto o de una organización corrupta. En el caso de Hillsong, las cuestiones de poder, riqueza, proximidad y asociación siguen siendo relevantes.

Los líderes de Hillsong han criticado el documental de Discovery+, afirmando que su presentación sesgada es un intento de perjudicar a la iglesia y no un esfuerzo por presentar un relato verdadero y justo de su labor ministerial. Algunos seguidores han establecido distinciones entre la iglesia Hillsong y la música de Hillsong. Pero ni siquiera los mismos músicos pretenden ser una entidad propia.

En un post de Instagram del 6 de abril, Hillsong Worship anunció su retirada de una gira próxima con Casting Crowns y We The Kingdom: «De forma única, Hillsong Worship no es ni ha sido nunca una banda. Somos una extensión y una expresión de la iglesia Hillsong».

Es cierto que grandes artistas de Hillsong, como Brooke Ligertwood y Joel Houston, tienen sus propias marcas e imágenes, pero siguen siendo empleados de la iglesia, y han reconocido las dificultades a las que se enfrenta Hillsong, aunque en términos relativamente velados o generales.

https://www.instagram.com/p/CcBOJ4sPb9e/

«La pregunta entonces se convierte en: “¿Qué haces cuando tienes equipos de jóvenes que han trabajado muy duro en lo que hacen y son realmente buenos en ello?”» dijo Mercer-Taylor. «[Ellos] han desarrollado una música que mucha gente encuentra pegadiza y espiritualmente nutritiva, que ha salido al mundo y ha servido a mucha gente… pero resulta que la organización a la que sirven es una mala organización».

Hillsong tiene una estructura inusual en torno a los derechos de autor de su música que da a la iglesia los derechos de ejecución además de los que se otorgan a los compositores. Para los líderes religiosos preocupados por la culpabilidad por asociación, la conexión financiera entre Hillsong y su música puede ser irreconciliable.

Para otros, la principal preocupación puede ser la de ser identificados con una organización que ha perdido su autoridad moral.

El legado del compositor Richard Wagner, otro gigante del canon occidental, con frecuencia es puesto en tela de juicio debido a su antisemitismo y a que Hitler adoptó su música como símbolo de la grandeza alemana. Sin embargo, será difícil encontrar un curso universitario sobre la música de la época que no incluya sus obras, aunque deban ir con un asterisco.

A diferencia de los líderes de adoración en el contexto de un servicio de la iglesia, los historiadores de la música tienen la ventaja de enseñar acerca de las obras musicales al tiempo que proporcionan un amplio contexto y facilitan el debate sobre la biografía de un compositor en particular.

El documental de 2019 sobre los presuntos abusos sexuales de Michael Jackson a menores, Leaving Neverland, incitó a los fans a reconsiderar al artista y su legado musical. Alexis Petridis, crítico principal de pop de The Guardian, escribió:

No se puede erradicar fácilmente a Jackson de la historia: demasiada gente tiene gran parte de su vida ligada a su música. Y tal vez no debas [erradicarlo]. Quizá esté bien que se siga escuchando su música, siempre que venga con una advertencia: que nos recuerde que el gran arte puede ser hecho por gente terrible; que el talento puede ser convertido en un arma de la manera más espantosa; que creer que un artista encarna automáticamente la bondad porque nos gusta su trabajo es un terrible error que puede tener consecuencias terribles.

Mercer-Taylor, experto en himnología estadounidense y música popular, sigue incluyento el video «Billie Jean» de Michael Jackson en sus cursos. «Este fue el primer video de un artista de una raza distinta a la raza blanca que fue transmitido por MTV. Es un hecho históricamente muy relevante y Michael Jackson fue una figura muy relevante».

Algunos pueden calificar la expulsión de la música de Hillsong como un ejemplo de cultura de la cancelación y una prisa por deshacerse de una influencia históricamente significativa en la cultura de la música de adoración, y de canciones que han sido significativas y formativas para muchos.

Pero este momento se produce tras un aumento gradual de llamados a proceder, cuando menos con precaución, cuando se trata de cualquier involucramiento con Hillsong, alegando que esa iglesia carismática promueve una especie de evangelio de la prosperidad o una cultura de la celebridad en el cristianismo.

«Si no me atrevería a citar a su pastor ni le permitiría predicar en nuestro púlpito, entonces no utilizaré las canciones que escriben sus grupos», escribió el músico Dan Cogan en un blog en 2016. A diferencia de cantar un himno antiguo que puede ser doctrinalmente sólido pero que ha sido escrito por alguien con una teología cuestionable, cantar canciones de Hillsong o Bethel, argumentó, «da credibilidad» al ministerio activo de dos iglesias influyentes.

La industria estadounidense de la música de adoracón siempre ha existido de forma incómoda bajo las presiones del mercado y de la iglesia. El trato que hacen los músicos cuando lanzan música de adoración es que los mismos impulsos que impulsan los boicots ideológicos se aplicarán a su música.

En el caso de Hillsong, dijo Mercer-Taylor, la música se manejará como una mercancía, sujeta a ser desbancada en el mercado aun cuando tenga valor artístico o espiritual.

«Entra en el mundo como una mercancía; entra en el mundo bajo una marca», dijo. La gente puede decidir que no puede justificar subvencionar la organización que está detrás de la marca.

La realidad, sin embargo, es que «What a Beautiful Name» y otros éxitos de Hillsong muy probablemente seguirán en la rotación musical habitual de muchas iglesias. Hillsong ha producido un conjunto de canciones cantables y contagiosas que son significativas, alentadoras y reconfortantes para muchos creyentes.

El pastor de Oklahoma Sam Storms, expresidente de la Sociedad Teológica Evangélica y miembro del consejo de The Gospel Coalition (Coalición por el Evangelio), defendió el verano pasado el canto de las canciones de Hillsong en un blog. Hizo hincapié en la ortodoxia de la declaración de fe y de las letras de Hillsong.

Escribió: «De ninguna manera respaldo o hago la vista gorda ante los escándalos que han sacudido a Hillsong en los últimos días» y reconoció algunos puntos de desacuerdo sobre enfoques ministeriales. Pero concluyó: «Negarse a cantar canciones de adoración completamente bíblicas que ellos escribieron, a fin de que no seamos manchados o contaminados al hacerlo, es tanto impráctico como absurdo, y solo conducirá a una cultura de iglesia local legalista y farisaica».

Muchos líderes de adoración están de acuerdo. Consideran que el contenido de las propias canciones es prioritario, por no hablar de la familiaridad y la posibilidad de cantarlas, por encima de lo que ocurre en la iglesia que lleva el mismo nombre.

Thrush considera comprensible que muchos líderes de culto sigan utilizando la música de Hillsong. Las canciones «tienen una base bíblica», dijo, «y algunos [líderes de adoración] ni siquiera han oído hablar del documental».

Como líder de adoración, Thrush espera que la atención que rodea a Hillsong empuje a los líderes y a los adoradores a mantener conversaciones difíciles y honestas que reconozcan las asociaciones con su música. Quizá otros líderes también se cuestionen si el uso de sus canciones envía un mensaje de aprobación.

Lyndsey Winship, crítica de baile en The Guardian, escribió sobre Michael Jackson: «Debe ser posible condenar a la persona, incluso archivar sus discos, sin avergonzarnos de la influencia que su música tuvo en nosotros».

Ese sentimiento es extrañamente relevante para esta situación tan diferente. Independientemente de cómo decida cada individuo o congregación reconocer a Hillsong, las profundas experiencias espirituales facilitadas por su música no tienen por qué ser motivo de vergüenza o de bochorno, aunque los recuerdos de esas experiencias estén ahora alterados.

Kelsey Kramer McGinnis es musicóloga, educadora y escritora. Es doctora por la Universidad de Iowa y se dedica a la investigación acerca de la música en las comunidades cristianas.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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