En la primavera de este año, un ministerio canadiense organizó un bu dao hui o «encuentro de evangelización» para la diáspora china. Su tema: la ciencia y la fe. Durante una hora, los asistentes aprendieron a través de una transmisión en línea cómo la teoría del Big Bang demuestra el comienzo del tiempo y el espacio, y cómo la extrema complejidad de los sistemas biológicos y de codificación genética indican claramente la existencia de un creador y diseñador del universo y de la vida humana. Escucharon una explicación sobre la «revelación general» y la «revelación especial». Y recibieron una invitación a creer en el Evangelio.
Al final de la conferencia por Zoom, se le pidió a los más de 200 espectadores que indicaran cuál era su condición colocando una letra en la pantalla. Aparecieron numerosas «C», que indicaban «ya soy cristiano». Sin embargo, también hubo varias «A», que significaban «He aceptado a Cristo como mi salvador y Señor esta noche».
El uso de la ciencia como un imán para compartir el evangelio ha sido durante mucho tiempo una forma común en que los cristianos chinos de Norteamérica comparten su fe con sus amigos no creyentes. Un número importante de los evangelistas chinos más conocidos tienen una formación científica y suelen hablar en las iglesias sobre la relación entre la ciencia y el cristianismo. Muchas iglesias creen que las conferencias y debates relacionados con la ciencia atraen la atención de quienes buscan respuestas, convicción a la que han llegado tras una larga historia de cambios en los sentimientos de los intelectuales chinos sobre la relación entre la ciencia y la fe cristiana en el país.
La llegada de los misioneros
Mucho antes de que la Iglesia Católica Romana comenzara a enviar misioneros a China en el siglo XVI, la filosofía y la visión del mundo en ese país estaban dominadas por el confucianismo, el budismo (con características chinas) y el taoísmo. Los intelectuales y funcionarios chinos no valoraban la ciencia y la tecnología, y la ciencia estaba especialmente subdesarrollada [enlaces en inglés]. Aunque había habido avances significativos en algunas áreas de la tecnología en la historia primitiva del país, por ejemplo, en la dinastía Tang (618-907 d.C.), China se había quedado muy atrás en materia de ciencia y tecnología antes de la dinastía Ming (en el siglo XIV).
Cuando Matteo Ricci y sus compañeros misioneros jesuitas llegaron a China por primera vez en 1583, se hicieron rápidamente conocidos por su celo en la introducción de los conocimientos científicos en China. Los misioneros católicos (los más conocidos, además de Ricci, son Adam Schall y Ferdinand Verbiest) utilizaron esta estrategia para conseguir abrirse paso entre la élite china (que deseaba fortalecer a China aprendiendo de Occidente) y a la vez lograr el objetivo final de difundir su fe.
Entablaron amistad con los oficiales de alto rango de la corte del emperador y dialogaron con los eruditos oficiales confucionistas chinos que contaban con un alto nivel educativo (el más famoso de los cuales fue Xu Guangqi, que posteriormente se convirtió al catolicismo). Se ganaron el respeto por sus impresionantes conocimientos de astronomía, calendarios, matemáticas, hidráulica y geografía, y entraron como expertos en comisiones imperiales especiales en campos científicos y tecnológicos. Su contribución al desarrollo de China hizo que muchos simpatizaran con el cristianismo, y su influencia positiva en la sociedad y la cultura chinas sigue siendo recordada por los intelectuales chinos en la actualidad.
Los misioneros protestantes empezaron a llegar a China a principios del siglo XIX y rápidamente comenzaron a construir hospitales y universidades. Por su creencia en una estrategia de misión holística, ayudaron al desarrollo de la ciencia y la tecnología en la China de las dinastías Ming y Qing, especialmente en la ciencia médica y la educación científica. Muchas de las mejores universidades y hospitales en China hoy en día tienen sus raíces en universidades y hospitales históricos establecidos por misioneros protestantes.
Oposición y persecución
A pesar de estas contribuciones, durante las dinastías Ming (1388-1644) y Qing (1644-1912), los intelectuales chinos, en su mayoría, consideraban al cristianismo como una «religión extranjera» perjudicial para la cultura y las creencias tradicionales chinas, y a los misioneros como «herramientas de la invasión cultural imperialista occidental» con una agenda oculta. En tiempos de agitación política, los gobernantes podían atizar los movimientos nacionalistas y fomentar la hostilidad hacia los misioneros occidentales. En la «Rebelión de los Bóxers» de 1900, decenas de misioneros occidentales protestantes, católicos y ortodoxos y miles de cristianos chinos fueron masacrados en todo el norte de China.
En la década de 1920 estalló en China el Movimiento Anticristiano, provocado por la adopción de las ideas occidentales de democracia y ciencia por parte del Movimiento del 4 de mayo de 1919. Influidos por el marxismo y otros pensamientos occidentales no cristianos, muchos intelectuales progresistas consideraban que el cristianismo era antidemocrático y anticientífico.
Después de que el Partido Comunista Chino (PCC), dirigido por Mao Zedong, tomara el poder en 1949, el gobierno comunista creó las llamadas iglesias de las «Tres Autonomías» (autogobierno, autosuficiencia y autopropagación) que estaban dispuestas a separarse de las fuerzas «imperialistas» y a cooperar con el PCC. Las iglesias de las Tres Autonomías se convirtieron en las iglesias sancionadas por el gobierno, y este persiguió y encarceló a los pastores y líderes eclesiásticos que se negaron a unirse al sistema.
Las iglesias que no se conformaron a las nuevas reglas terminaron por convertirse en iglesias clandestinas que se reunían en casas. Durante la Revolución Cultural (1966-1976), tanto las iglesias que se reunían en hogares como las iglesias de las Tres Autonomías fueron prohibidas y destruidas bajo el argumento de que eran «vieja basura imperialista». El cristianismo fue criticado y tachado de imperialista y anticientífico e, irónicamente, incluso la «ciencia capitalista occidental» fue considerada «reaccionaria». Para la iglesia perseguida china de esta época, la ciencia no era, comprensiblemente, una cuestión prioritaria.
Tras la muerte de Mao, China abrió sus puertas a Occidente. Las iglesias que se reunían en casas comenzaron a crecer a un ritmo asombrosamente rápido en las décadas de 1980 y 1990 y se expandieron desde el campo a las ciudades que estaban pasando por un rápido proceso de desarrollo. Las iglesias urbanas tenían una proporción significativamente mayor de intelectuales y profesionales entre sus miembros. Los cristianos de estas iglesias heredaron el pietismo y el fundamentalismo de los cristianos tradicionales de las iglesias rurales, pero al mismo tiempo tenían mucho más contacto con el mundo exterior (especialmente después de que se popularizara el internet) y fueron fuertemente influenciados por la teología y la filosofía occidentales.
La llegada del internet
Tras la represión del movimiento democrático de la Plaza de Tiananmen de 1989 por parte del PCC, muchos jóvenes intelectuales chinos desilusionados y desanimados emigraron a EE. UU. y Canadá, y un número importante de ellos se convirtió al cristianismo. La mayoría de estos inmigrantes eran estudiantes de posgrado y eruditos en ciencias naturales, por lo que tenían un interés específico en la relación entre la ciencia y el cristianismo.
Cuando el acceso a internet se generalizó en la década de 1990 (y antes de la creación del Great Firewall), los sistemas BBS y los foros en línea se convirtieron en un destino popular que los cristianos chinos de todo el mundo utilizaron para dialogar con los no creyentes y practicar la evangelización y la apologética por internet. Los debates más acalorados giraban en torno a la ciencia frente al cristianismo, especialmente en torno a la evolución frente a la creación, y la cuestión de si «la ciencia ha refutado a Dios». La controversia no es sorprendente si se tiene en cuenta que la ideología oficial de China ha sido el marxismo-maoísmo (el cual también fue conocido como «socialismo científico») y que la educación oficial en China había adoctrinado a los estudiantes con dogmas antirreligiosos.
Durante las dos últimas décadas, el libro de apologética más influyente en la iglesia china ha sido Song of a Wanderer [Canción de un viajero] (You Zi Yin), escrito por Li Cheng, un evangelista con un doctorado en biología. El libro contiene notablemente muchas discusiones sobre la ciencia y la fe, especialmente la crítica a la teoría de la evolución, y ha servido como la primera elección en materia de apologética cuando las iglesias chinas y los cristianos buscan un libro para regalar a amigos que se encuentran en busca de la verdad, muchos de los cuales tienen una formación científica.
Apologética y evangelización en la actualidad
En la actualidad, las iglesias urbanas de China que se reúnen en hogares (que ahora enfrentan una persecución aún mayor) y las iglesias chinas de la diáspora fuera de China siguen enfrentándose a los desafíos del secularismo y el materialismo. En su evangelización y apologética, los cristianos chinos siguen encontrando a menudo la oposición del cientificismo y otros pensamientos modernistas, así como del posmodernismo.
En la sociedad en general, la mayoría de los científicos de China siguen considerando el creacionismo cristiano (especialmente el creacionismo que defiende la teoría de la Tierra Joven) como un disparate religioso anticientífico que niega la verdad de la evolución. Sin embargo, la actitud hacia la apologética cristiana relacionada con la ciencia entre los intelectuales chinos actuales no es del todo hostil.
En julio de 2021, se publicó en internet la transcripción de un video del famoso físico Chen-Ning Yang, uno de los pocos chinos galardonados con el Premio Nobel y uno de los científicos más respetados entre los chinos. En el video, Yang respondía a una pregunta del público: «¿Existe Dios?».
«Si te refieres a un “dios” antropomorfo, no creo que tal ser exista. Pero si me preguntas si existe un Creador del Universo, creo que sí», dijo. «Porque no es casualidad que el mundo tenga una estructura tan delicada… Las leyes de la naturaleza están perfectamente ordenadas, pero las combinaciones son aleatorias, por lo que cualquier producto creado con un propósito debe ser producto de un diseño inteligente».
Aunque no hay ninguna otra prueba que indique que Yang se haya convertido al cristianismo, parece que se ha convertido en teísta o deísta debido a los nuevos descubrimientos científicos.
Dentro de las iglesias chinas, nacionales o de la diáspora, hay diversidad de opiniones de los cristianos chinos sobre la creación frente a la evolución. El creacionismo de la Tierra Joven sigue siendo el más aceptado por los cristianos chinos en China y en el extranjero. El año pasado, ReFrame Ministries tradujo al chino dos libros que discuten el debate creación vs. evolución. Un libro presenta las diversas perspectivas cristianas sobre la cuestión, y otro se centra más en el Diseño Inteligente.
En julio de 2022, la organización publicará otro libro, Above All Things: The Romance and War of Christianity and Science [Sobre todas las cosas: el romance y la guerra entre el cristianismo y la ciencia], escrito en chino en coautoría por Xiao Zao y Jidian (yo mismo), ambos evangelistas chinos con formación científica (química y física).
Todavía queda trabajo por hacer para que los cristianos chinos superen la mentalidad anticientífica (en su mayoría arraigada en el fundamentalismo) y para que el campo de la apologética aprenda a aprovechar los propósitos modernos de evangelización científica. La apologética y la evangelización cristiana deben ser específicas para cada persona y ser especialmente sensibles a los antecedentes culturales e históricos de aquel que está buscando respuestas. A su vez, los argumentos estratégicos de la apologética científica pueden tener un peso especial, específicamente cuando se trata de atraer a los intelectuales chinos. Espero que reflexionar sobre la historia narrada en este artículo pueda beneficiar a los cristianos a la hora de contextualizar sus esfuerzos apologéticos y de evangelización.
Sean Cheng es editor de CT Asia.
Traducción por Sergio Salazar.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.